Ashford, Jane - Atractiva

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1Viena, 1814 Sentado ante su escritorio con la espalda rgidamente erguida, el general Matthew Pryor quera dar ejemplo de la postura correcta para una entrevista con un superior del cuerpo diplomtico del Imperio Britnico, intento absolutamente vano ante su visitante, que estaba arrellanado en el silln de enfrente, en actitud indolente, pierna arriba, y contemplndolo con una mirada velada y molestamente penetrante. Esa postura no se poda calificar exactamente de insolente, pens Pryor, porque el hombre pareca estar atento a sus palabras, pero algo en su actitud indicaba con mucha claridad que no esperaba enterarse de nada importante durante esa conversacin. El general Pryor apret con fuerza la mandbula; desde el momento en que supo que Gavin Graham sera asignado a la delegacin de su Majestad en el magno congreso de Viena, haba previsto dificultades. Graham era conflictivo; tena fama de eludir las rdenes que no eran de su gusto; era notorio por involucrarse demasiado con las personas de los pases donde estaba asignado, sobre todo con los miembros femeninos de la poblacin. Temerario, arrogante y, por desgracia, excelente para descubrir informacin esencial para los intereses de Gran Bretaa y para consolidar alianzas logradas en mesas de congresos a miles de millas de distancia. Tena que ser bueno, pens el general con acritud, si no no lo toleraran, y no estara sentado frente a l, con esa deliberada expresin de paciencia por la demora. Debe de saber por qu le he hecho venir espet. Graham separ las manos poniendo las palmas hacia arriba, indicando que no tena idea, y esto irrit an ms a Pryor; s que lo saba, y de sobras. La falta de inteligencia nunca haba sido problema de Graham. Sophie Krelov aadi furibundo. Ah. Pues s. Esper algn comentario, pero no hubo ninguno. Esa mujer es una espa reconocida continu, con los dientes apretados. Se sabe que

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trabaj para Boney hasta que lo enviamos a Elba. Tambin est conectada con los rusos, a travs de su marido, el llamado conde. No tiene el ms mnimo motivo para rondarla, Graham. Sin embargo es tan maravillosa musit su visitante. Esos cabellos, esos... Viena est llena de mujeres bellas; sobre todo ahora, con este congreso en marcha, y la mitad de Europa aqu. Si no es capaz de refrenar sus... sus instintos hacia el otro sexo, fijelos en algn objetivo mejor. No debe irle detrs a la condesa Krelov. Graham lo mir a los ojos, y el general Pryor, que haba dirigido regimientos en el campo de batalla y visto de cerca la muerte, experiment un extrao estremecimiento. Acaso lo iba a desafiar? Qu pretenda con esa mirada fija y penetrante? Es una orden aadi, con severidad. Comprendo. Graham desvi la mirada y el general experiment una desconcertante mezcla de furia y alivio. Las cosas que haba odo acerca de Graham no eran exageraciones, pens; todo lo contrario. Sus colegas le haban advertido que en menos de un da sentira deseos de estrangularlo; dicha sea la verdad, slo haba tardado veinte minutos en sentir ese deseo. Sophie recoge una buena cantidad de informacin dijo Graham. Podra ser muy til tener una... eh, una conexin con ella. El general solt un bufido, muy consciente del tipo de conexin que tena Graham en mente. Esa mujer es inescrupulosa y nada digna de confianza. No quiero tener que preocuparme por el tipo de informacin que le sonsaca a usted. Graham lo mir con expresin ptrea. Le aseguro, seor, que... S, s, lo he odo todo acerca de sus famosos mtodos. Cabalgar por la montaa con bandidos, establecer conexiones en los ambientes ms brbaros. No quiero nada de eso en mi servicio, entiende? Llevaremos a cabo nuestra misin como buenos oficiales y caballeros ingleses. Nos atendremos a las normas que han hecho grande a Inglaterra. No andaremos con asuntos a hurtadillas, espiando... se interrumpi bruscamente al caer en la cuenta de que estaba vociferando; no permitira de ninguna manera que ese hombre lo sacara de quicio. Yo estoy al mando de esta seccin de nuestra delegacin aadi en tono un poco ms moderado, y ser yo quien decida cmo se ha de llevar. Mir nuevamente a los fros ojos de Graham. Est claro? S. Muy bien. Me da su palabra entonces de que no asediar a Sophie Krelov? Graham frunci el ceo. Bueno, por fin lo tena cogido, pens Pryor, regocijado. Gavin Graham tena fama de cumplir siempre sus promesas, y por hacer condenadamente pocas tambin. Si as lo desea contest Graham tranquilamente. Lo deseo. La mirada que recibi le intimid an ms, pero no se permit desviar la vista. Le doy mi palabra de que no asediar a Sophie Krelov. Pryor expuls el aire que tena retenido sin saberlo; haba ganado, la batalla al menos, si no la guerra. Porque ciertamente Graham tendra en mente algn ardid que le permitira hacer exactamente lo que se le antojara. Siempre lograba escabullirse con algo. Pero esta vez se haba encontrado ante la horma de su zapato, ya que l tena planeado algo ms que el ataque directo; tena algo en reserva. Tuve noticias de mi esposa esta semana. Dentro de unos das llegar de Londres. Graham mascull unas palabras de felicitacin.

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Y traer a Laura Devane con ella aadi el general, con la esperanza de que fuera cierto; a su mujer no le haba gustado mucho la idea, pero le haba prometido venir con la joven. Gavin se limit a mirarlo en silencio. Recuerda a la seorita Devane, verdad? dijo finalmente el general, sintindose como quien tira una bomba y sta no explota. Mmmm. Demonios, hombre, usted la pidi en matrimonio. Tiene que recordarla. Pues s, record Graham; haca diez aos, en otra vida. Laura Devane, la nica mujer que le haba negado algo desde... bueno, desde que era nio y no lograba dominar a sus dos nerviosas hermanas mayores. Volvi a mirar al general. Qu demonios se propondra? Pens que usted podra servirle de acompaante para ensearle Viena dijo el general. Sin duda su esposa ser una compaa muchsimo ms agradable contest Gavin. Mi esposa estar muy ocupada con... eh... sus deberes y obligaciones. No tendr tiempo para salir con la joven. Gavin consigui refrenarse de preguntar para qu demonios la haca venir entonces. La seorita Devane no se ha casado? No repuso el general, dirigindole una mirada que por lo visto pretenda ser significativa. Gavin estuvo a punto de soltar una carcajada. Querra darle a entender que Laura Devane haba estado suspirando por l? l no haba visto ningn indicio de eso cuando, por obedecer a su padre, le haba propuesto matrimonio todos esos aos atrs. Proposicin de casarse por su fortuna, corrigi una vocecilla interior, porque ni a l ni a su padre le interesaba ninguna otra cosa de ella; y despus desapareci esa fortuna, record, aunque nunca supo cmo. En ese tiempo l estaba en la India, en calidad de amargado y renuente diplomtico subalterno. Qu ha hecho durante todo este tiempo? pregunt, pensando en voz alta. Ah, eh... esto y lo otro contest Pryor haciendo un gesto vago con la mano. Vivir de algn pariente, supuso Gavin, desvanecida su curiosidad. Pero eso no tena ninguna importancia; ciertamente no estaba dispuesto a dedicarse a servir de acompaante a una virgen de... cunto? veintinueve aos? por el rutilante torbellino social en que se haba convertido el Congreso de Viena. Tena planeadas cosas mucho ms importantes y placenteras. Le agradecer que me eche una mano continu Pryor. Graham enarc una ceja. Con la seorita Devane. Hgala sentirse bien acogida. Gavin experiment un conocido ramalazo de rabia y un igualmente conocido impulso a reprimirla y dominarla. Eso era algo que haba aprendido a hacer bastante bien esos diez ltimos aos, como hombre que detestaba recibir rdenes en su trabajo al servicio de su rey. Comprendo dijo. O sea, que el general Pryor esperaba distraer su atencin con Laura Devane. Por eso la iba traer a Viena, lo que sin duda le significaba bastantes molestias y gastos. Por su cabeza pasaron las imgenes de las dos mujeres: Sophie, dorada y pelirroja, una de las mujeres ms voluptuosas y sensuales que haba conocido en su vida, y Laura Devane, flaca y nerviosa, blanca como la leche. Era el plan ms ridculo imaginable. Abri la boca para decir eso, pero lo reconsider. Si el general se crea ms listo que l, estupendo, as no se entrometera; y sera bastante sencillo librarse de Laura Devane. Muy bien, seor dijo. Le ensear Viena a la seorita Devane.

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No, rosa claro no dijo Laura, haciendo un gesto a la ayudante de la modista para que se llevara el vestido que le estaba enseando. No puedo ver los colores pastel. Tal vez un rosa fuerte, o un dorado, o un verde oscuro. Catherine Pryor, la esposa del general, mir a la joven con disimulado asombro. Qu se haba hecho de la institutriz apagada, casi invisible, a la que haba visitado haca dos semanas? Saba que era la misma mujer, y sin embargo desde luego que no se pareca en nada. Marrn ciertamente no dijo Laura, en tono de repugnancia. Catherine haba encontrado ridculo el plan de Matthew, y no haba vacilado en decrselo. Pero l estaba tan obsesionado con desviar a su difcil subordinado de una aventura inconveniente que tuvo que aceptar ayudarlo. Haca diez aos haba intentado ayudar a Laura, record, cuando sus imprudentes padres lo arriesgaron todo por un caballo de carreras que los obsesionaba y perdieron; pero la joven, demasiado orgullosa u obstinada para aceptar caridad, prefiri emplearse de institutriz de las hijas gemelas del conde Leith. Al cabo de un ao ms o menos haba dejado de saber de ella, como todo el mundo. As pues, no haba estado en absoluto preparada para la Laura que la recibi en casa de los Leith el da que fue a verla, haca dos semanas; adems, distaba mucho de tener la conciencia tranquila; haba dejado que sus empleadores supusieran que ella iba a verla para ofrecerle un nuevo empleo; las mellizas acababan de cumplir diecisiete aos, se estaban preparando para su presentacin en sociedad, y ah acababa el trabajo de Laura. Cuando la vio entrar en la salita de recibo se sinti doblemente contenta de haber guardado el secreto, porque esa no era la Laura Devane que conoci en otro tiempo. A los dieciocho aos, Laura era una jovencita muy animosa, de chispeantes ojos verdes y una alegre sonrisa. Aunque siempre haba sido demasiado delgada, sus cabellos color negro azabache y su piel blanca como la leche le daban una cierta distincin. Todo eso haba desaparecido en esos diez aos. La mujer esbelta que la recibi en el saloncito de atrs de la casa, con las manos entrelazadas en el regazo, los ojos bajos, no tena ni una migaja de vivacidad; era apagada, plida y poco atractiva; Gavin Graham no desperdiciara ni una mirada en ella, pens la mujer del general, e inmediatamente se sinti culpable. Decidi buscar algn pretexto para la visita y marcharse enseguida. Pero, mientras pensaba en eso, se dio cuenta de que la joven la estaba observando atentamente por entre esas tupidas pestaas oscuras y que su inmovilidad era engaosa. Se aclar la garganta, consciente del prolongado silencio, y le dijo: Conoc a tu madre hace unos aos. Laura asinti. Catherine no vio en ella ningn indicio de nerviosismo, de agitacin o turbacin, ni el deseo de complacer que haba visto en muchas mujeres en la posicin de la joven. Cmo les va a tus padres en la India? pregunt, sintindose inexplicablemente violenta. Bastante bien. Mi padre dirige el club de polo de Bombay, de modo que tiene sus caballos. El tono era sereno, con un sutil deje de irona. Catherine no saba qu pensar. Siempre le gustaron muchsimo los caballos aadi la joven. Sabe de algn puesto para m? La voz era culta y musical, pero suave, sosegada, como pensada para no llamar la atencin, para no revelar nada. Catherine tuvo la repentina idea de que acababa de entrar en un escenario y conocer a una actriz inmersa en su

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papel. Movi la cabeza; estaba imaginando cosas, lo que no era propio de ella. Sera mejor hacer lo que haba prometido y marcharse. Una especie de puesto. Laura esper en silencio. Recuerdas a Gavin Graham? le pregunt Catherine lanzndose osadamente. Vio o crey ver un asomo de reaccin, pero al instante la expresin de la joven volvi a su hermetismo y se limit a asentir con la cabeza. S? Bueno, lo han asignado a la seccin que dirige mi marido en el Congreso de Viena, y ha habido ciertos problemas con una mujer, una espa rusa. Entonces Matthew pens que t podras ir a Viena y desviar la atencin del seor Graham de esa mujer, para impedir algn tipo de... incidente. Ya est, pens Catherine, lo he dicho todo. Y al decirlo lo oy tan ridculo como haba pensado que sonara. Laura le dira que estaba loca, y ah acabara todo. Incidente? pregunt Laura. No era esa la respuesta que haba esperado. Por fin logr ver un atisbo de sus ojos. Seguan siendo de un verde pasmoso, como de hojas de rosal, pero mucho ms recelosos y sabios que los que recordaba. Es un poco complejo respondi. Rusia desea quedarse con Polonia dijo Laura, e Inglaterra no quiere drsela. Catherine la mir boquiabierta. Me imagino que Rusia e Inglaterra estn intentando poner de su lado a Prusia y Austria. La esposa del general se dio cuenta de que tena la boca abierta y la cerr. Laura Devane la mir de soslayo. El conde recibe todos los diarios, sea que la familia est aqu o en Londres explic. Bueno, claro que los recibira, pens Catherine, pero si Laura los lea, perteneca a una pequesima minora de mujeres que se tomaban la molestia de hacerlo. No veo en qu podra ayudar yo aadi Laura. Tampoco lo vea su visitante. El silencio se prolong. La esposa del general observ la cara de Laura; era evidente que por su mente iban pasando una procesin de pensamientos, pero ella no tena idea de hacia dnde conducan. No tengo ropa adecuada para ir a Viena dijo Laura por fin, palpndose la batista gris perla de su sencillo vestido. Nuevamente sorprendida, Catherine repuso: Se te podra proporcionar. .. un guardarropa. Esto produjo el primer asomo de sonrisa en la inslita joven. Gavin Graham nunca sinti ningn inters por m, sabe? Slo deseaba mi fortuna. Eso era casi demasiada honradez, pens Catherine. No saba qu decirle a esa joven. Sin embargo... La esposa del general esper. Me gustara ir a Viena. Sbitamente Catherine vio todo el asunto bajo una luz diferente. Estaba claro que esa joven seria, callada y apagada no interesara jams a Gavin Graham; se rumoreaba que ste haba tenido escandalosos romances con una bailarina india, con una dama de la corte del rey de Siam y quien sabe con cuntas otras mujeres seductoras y exticas. Pero Laura s podra atraer la atencin de algunos otros buenos partidos. Por lo que ella haba odo, el congreso se estaba convirtiendo en un evento social de los que rara vez se vean. Habra muchsimas oportunidades para que conociera a posibles maridos, y escapara de una vida que deba de ser indescriptiblementePgina 5 de 175

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aburrida. Esa era la oportunidad para darle la ayuda que la joven haba rechazado aos atrs. Mi marido tiene muchos deseos de que vayas le dijo. No s si podr servir de algo en realidad repuso Laura. l slo te pide que lo intentes. Otro largo silencio. El conde y la condesa estn preparados para que me marche reconoci la joven. Me han dicho que puedo quedarme aqu hasta que encuentre otro puesto, pero la prxima semana se llevan a las nias a Londres, y yo... yo no ir. La ocasin es perfecta entonces sugiri Catherine. Laura titube. Se qued mirando el parqu como si all fuera a encontrar una respuesta. Con mucho gusto te ayudar despus a encontrar otro puesto aadi la esposa del general, prometindose para sus adentros que eso no sera necesario. Laura permaneci otro rato en silencio, y de pronto pareci llegar a una decisin. Asinti. Esplndido. Despus de eso Catherine se apresur a marcharse a hacer todos los preparativos para que Laura no cambiara de opinin. Y esos preparativos las haban llevado all, al taller de una de las principales modistas de Londres para proveer a la joven de todo lo necesario para su nuevo papel. Y para ahondar an ms su sorpresa, pens Catherine, Laura pasaba un ojo crtico por un rollo de tela de un precioso color rojo rosado. Haba esperado que la joven le pidiera consejo, tal vez incluso tener que elegir por ella la ropa para llevar a Viena, pero desde el comienzo se haba visto relegada a un segundo plano. Laura tena ideas muy definidas sobre el tipo de vestidos que deseaba, y un gusto exquisito. Eso la llev a preguntarse por qu los vestidos con que la haba visto eran tan serios y poco atractivos. S dijo Laura a la modista. Me gustara ese modelo que me ense en esta tela. Y el otro en esa verde. La tela verde era exactamente del color de sus ojos, pens Catherine, sintiendo que estaba de ms all. Destacara el color de sus ojos admirablemente. Ya era ltima hora de la tarde cuando salieron del taller, dejando a la modista muy complacida por el enorme volumen de encargos hechos. Cuando ya regresaban al hotel en un coche de alquiler, Catherine le pregunt: Qu te gustara hacer mientras esperamos que hagan los vestidos? Podramos visitar algunos monumentos y lugares de inters, tal vez ir a ver alguna obra de teatro. S contest Laura, como quien acaba de despertar de un profundo sueo. Necesito acostumbrarme a... estar en el mundo. Eso conmovi a Catherine. Daba la impresin de que Laura consideraba esta oportunidad su segunda presentacin en sociedad, lo que compensara la primera abortada. No nos invitarn a ningn baile ni a ese tipo de cosas aqu en Londres le dijo, sintindose obligada a advertirla. Laura se volvi a mirarla. Su actitud y forma de mirar eran totalmente distintas, pens Catherine. Miraba a los ojos, de modo que casi intimidaba; a ratos incluso pareca leerle el pensamiento, de la forma ms desconcertante. Naturalmente que no. Se bajaron delante del pequeo y respetable hotel que Catherine haba escogido, pasaron a travs del vestbulo y subieron a sus habitaciones. Podramos hacer algunas visitas dijo Catherine mientras se quitaban las capas. Si quieres ir a...

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No quiero encontrarme con los Leith interrumpi Laura. Claro que no, pens Catherine, muy impresionada. Eso sera singular. La condesa tena fama de ser una mujer caprichosa y temperamental; Qu hara si se encontrara con su ex institutriz en un saln? No he querido decir que esperara invitaciones aadi Laura. Slo... se qued en silencio un momento. Una institutriz es poco ms que una criada de categora superior, sabe? El puesto requiere una enorme cantidad de... prudencia. Catherine la mir fijamente. Descubr que era mejor pasar inadvertida, que nadie se fijara en m, aparte de las nias que estaban a mi cargo; y tal vez, de tanto en tanto, la seora de la casa. La esposa del general frunci el ceo, confundida. Conoce al conde Leith y a su grupo? Catherine comenz a comprender. Leith era un mujeriego, y nada discreto en sus aventuras. No intent...? No me vea contest Laura. Ni tampoco sus amigos. Nadie se fijaba en m, a no ser que yo quisiera, y yo casi nunca lo deseaba. He tenido un gran xito como institutriz aadi sonriendo. Catherine casi dio un paso atrs por la sorpresa. No haban desaparecido ni la vivacidad ni el encanto. Al parecer, slo los haba tenido escondidos. Y ahora debo acostumbrarme a atraer la atencin nuevamente concluy la joven. Tal vez Laura Devane sera capaz de atraer la atencin de Graham despus de todo, pens Catherine. Sin duda atraera la atencin de alguien.

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2Laura estaba en el gran saln de baile de la casa que la delegacin danesa haba alquilado mientras durara el Congreso de Viena, con el corazn desbocado bajo una fachada de serenidad. A su alrededor se arremolinaba el rumor de cientos de conversaciones, que casi ahogaban los sonidos de los msicos que tocaban en el otro extremo. La enorme sala estaba lujosamente decorada con adornos blancos y dorados; las cortinas de los altos ventanales eran de terciopelo azul oscuro. Desde donde se encontraba oa hablar en cinco idiomas. Qu suerte que los idiomas hubieran sido una de las pocas cosas que a la condesa le interesaba que aprendieran sus hijas. Ensearlos le haba servido para perfeccionarlos e incluso para aprender ms. Saba conversar bastante bien en francs, italiano y alemn. Pero no en ruso, pens con pesar, al or hablar en ese idioma a dos hombres corpulentos detrs de ella. Si hubiera sabido que algn da se encontrara all, habra aprendido ruso. Una traviesa sonrisa le ilumin la cara; automticamente la reprimi, y despus movi ligeramente la cabeza; ya no tena por qu reprimir sus sonrisas. Por un tiempo, durante el breve periodo de ese cambio inimaginable en su vida, durante esa aventura, sera libre. Reapareci la sonrisa haciendo chispear sus ojos verdes. Te encuentras bien? le pregunt Catherine, que estaba a su lado. Laura asinti. No tardarn en llegar. El destello de los ojos de Laura se aviv. El general Pryor traera a Gavin Graham al baile, para asegurarse de su asistencia, se imagin, puesto que el joven no tendra ningn deseo de hacerlo. Por centsima vez pens en cmo se las arreglara para realizar la tarea que haba aceptado. Estaba decidida a poner el mximo empeo en llevarla a cabo, a cambio de ese escape, aunque fuera breve, de la vida que haba llevado hasta ese momento. Pero cmo se poda distraer a un avezado hombre de mundo de una encantadora espa extranjera? No tena la ms remota idea; esperaba que se le ocurriera algo cuando se encontrara nuevamente con l. Por lo menos ya no era la nia ingenua e ignorante de dieciocho aos, se dijo. Tuvo que hacer un esfuerzo para refrenar un ataque de risa. En los diez aos pasados haba ensanchado enormemente sus horizontes leyendo casi todos los libros que componan la bien abastecida biblioteca del conde de Leith. Se haba enterado de muchsimas cosas que las jvenes de buena familia no deban conocer, cosas que la haban sorprendido, horrorizado, escandalizado y, de vez en cuando, repugnado, y con el paso del tiempo su curiosidad haba ido aumentando. Probablemente este periodo sera su nica oportunidad para descubrir la realidad de algunas de esas palabras ledas. Tena la intencin de sacar el mximo provecho de esa experiencia. Ese vestido es de un color verde muy especial dijo una mujer en francs detrs de ella. S contest su acompaante en el mismo idioma, oscuro pero muy atractivo. Un poquitn atrevido, sin pasarse. Las mangas son muy elegantes. Laura mir a Catherine para ver si haba odo ese comentario sobre su vestido, pero no vio en ella la ms mnima seal de haber entendido. No es francesa coment la segunda observadora, con seguridad. No, pero tiene un cierto aire... espaol quiz? Laura casi oy el encogimiento de hombros que sigui a esa suposicin. Descubri que le complaca extraordinariamente la dificultad para clasificarla. Ah continu la primera voz francesa. All est ese ingls, Graham.

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En ese instante Catherine hizo un discreto gesto hacia su marido que se acercaba. Has odo hablar de l? Dicen que es un amante fantstico. Un ingls? Eso dicen. Un verdadero poeta de la alcoba. Increble. Laura tuvo que ejercer un enorme autodominio para mantener la expresin indiferente. Un poeta? pens. Qu querra decir eso? Observ a Gavin, que se les acercaba. Sus cabellos seguan siendo de ese inslito color dorado oscuro, parecido a una moneda de oro bruida por los aos; sin duda sus ojos tambin deban conservar ese fro color azul grisseo y, por supuesto, segua sobresaliendo por media cabeza de los dems hombres de la sala. Pero aparte de eso, estaba muy diferente al joven que haba conocido. Su figura estaba ms llena, los hombros ms anchos, el pecho ms esbelto, los brazos y las piernas mucho ms musculosos. Adems, caminaba con una seguridad y elegancia que haca diez aos ni siquiera comenzaba a poseer. Cada movimiento que haca pareca lento y deliberado. Atraa la atencin, observ, al ver cmo se volvan a mirarlo las personas a su paso. En esa ciudad llena de aristcratas europeos haca pensar si no sera algn magnate o incluso un miembro de la realeza. Ah est Gavin coment la esposa del general, innecesariamente. Catherine pareca nerviosa, pens Laura; y tal vez ella tambin lo estuviera un poco. Gavin Graham no tena ningn dominio sobre ella, se dijo; adems, nadie esperaba siquiera que ella lograra interesarlo. Tres das con los Pryor se lo haban dejado bien claro. Catherine haba logrado calmar un poco la desilusin del general por su supuesto cebo, aunque le qued claro que su llegada haba acabado con sus esperanzas. La expresin de su cara cuando la conoci declar que el asunto no tena esperanzas. Tal vez s, tal vez no, pens ella. Se enorgulleca de cumplir siempre lo que prometa. Muy simptico dijo una de las francesas detrs de ella. Qu piernas tiene! Mmm musit su amiga. Y cmo ser lo dems? An resonaban sus risas cuando el general Pryor present a su esposa a Gavin Graham. Y a la seorita Devane ya la conoces, claro aadi. Claro murmur Gavin. Burln, pens Laura; de modo que haba decidido mostrarse burln y desdeoso, y lo haca muy bien. Sinti una breve rfaga de desasosiego, pero la domin enseguida. Qu le parece Viena, seorita Devane? le pregunt l. Me parece una ciudad agradable. Y el trabajo que se est realizando aqu es muy interesante. Ha bailado el vals antes? le pregunt l mientras la guiaba hacia la pista. Iba a mostrar su verdadera cara, comprendi Laura; el tono era muy distinto ahora que estaban solos: fro e indiferente. Se iba a enterar de lo que l pensaba de las conspiraciones del general. No contest. Trate de seguirme, entonces. Laura se trag una rplica brusca; le demostrara que era muy capaz de seguirlo. Le llev un rato lograrlo. Al principio l casi tena que empujarla en la direccin correcta y levantarla en las vueltas. Pero pronto cogi el ritmo y empez a bailar de verdad. Nuevamente las piernas de ambos se movieron al mismo ritmo como si estuvieran flotando. Ella pareca saber instintivamente cmo se movera el cuerpo de l, que direccin elegira. Era algo muy extrao. Aprende rpido coment l, no en tono complacido.

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Ella levant la cabeza y lo mir a los ojos por primera vez, sosteniendo su fra mirada. En realidad, hace diez aos no haba sabido nada de l. Estara all esa inteligencia entonces? Esa recelosa mirada escrutadora? Muy rpido contest. Y qu espera aprender en Viena? pregunt l en tono duro. Aparte del vals? Algo acerca del mundo. La sorprendi su sinceridad. Ni siquiera a Catherine le haba dicho eso. Hasta ese momento ni ella misma lo haba entendido muy bien. El mundo? repiti l, sarcstico. El mundo ms grande, el mundo donde se deciden las cosas. La historia es... no logr terminar; le pareci demasiado tonto. La historia dijo l, en tono muy parecido a burla. Podra dejar de repetir lo que digo? l enarc ligeramente las cejas. Es muy molesto aadi ella. Al instante se sinti culpable; haba prometido intentar fascinar a Gavin Graham, y pelearse con l no era la manera de hacerlo. Record las instrucciones de su madre antes de su primer baile: a los hombres les gustan las mujeres deferentes, que muestran admiracin; hay que darles oportunidades para que demuestren su superioridad. El recuerdo la hizo arrugar la nariz; no haba sido terriblemente buena en eso ni siquiera a los dieciocho aos; y de institutriz slo lo haba conseguido no hablando. Tiene la expresin de haber sentido un mal olor dijo Gavin. Uy, lo siento. Estaba pensando en otra cosa; de hace muchos aos. l la mir como si no estuviera acostumbrado a esas distracciones en sus parejas de baile. Baila usted muy bien dijo ella, deseando salvar la conversacin. l continu mirndola. Tengo entendido que ha viajado muchsimo aadi, recordando la admonicin de su madre sobre que a la mayora de los hombres les gusta hablar de s mismos. Los msicos estaban tocando los ltimos acordes. El baile estaba a punto de terminar. De pronto l aument la presin del brazo con que rodeaba su cintura; al hacer un giro la atrajo ms hacia s, apretando su cuerpo contra el de ella; sinti los pechos pegados a su pecho. Le hormigue la piel de la sien cuando l se la roz con la mandbula. Sinti vrtigo; estaba desequilibrada, demasiado sobresaltada para reaccionar. Era como ser repentinamente arrebatada por un temporal de viento. Sinti los brazos de l ajustados a sus contornos, exigiendo rendicin. Acab la msica. l la solt y se apart haciendo una pequea inclinacin burlona, mirndola con fra diversin. Las dems parejas se separaron y se alejaron. Laura se senta como si la hubieran sumergido en fuego. Tena la cara encendida, como todo el resto de su cuerpo. Estaba sin aliento, estremecida y se senta profundamente humillada. Cuntas personas los haban visto? Cmo se atreva l a tratarla de ese modo? Un caballero no pondra jams en ridculo as a ninguna mujer. Gavin Graham le ofreci el brazo. Ella dese darle la espalda y alejarse bruscamente de l, pero eso slo atraera ms atencin. Ya se senta como si cientos de ojos la estuvieran perforando. Haciendo acopio de toda su fortaleza y muy erguida, coloc los dedos en su antebrazo y se dej acompaar por l hasta los Pryor. Gavin tir la ltima de las tarjetas sobre la bandeja en que su criado acostumbraba a presentarle la correspondencia. Era ridculo; seis invitaciones slo para la prxima semana. El congreso se estaba convirtiendo en una

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gigantesca fiesta. Las potencias estaban reunidas all para organizar el destino de Europa despus de la derrota de Napolen, y en lugar de hacer eso se pasaban el tiempo bailando, cenando y estrujndose los sesos para entablar conversaciones ingeniosas, de lo cual muy pocos eran los capaces. Se oy un discreto golpe en la puerta. Adelante. Entr su criado, un hombre bajo y delgado pero fuerte, oriundo de un pas del otro lado del mundo. Traa otro sobre, con una apariencia que lo alert. Algo interesante? pregunt. El hombre hizo un gesto, medio de encogimiento de hombros, medio de rechazo. Era un experto en comunicarse con silencio. Gavin cogi el sobre. Si Hasan lo consideraba importante, lo era. Lo haba acompaado en aventuras que amilanaran a la mayora de sus colegas, y jams se haba mostrado menos que totalmente capaz y digno de confianza. El sobre de color rosa, emanaba aroma de rosas; la letra era de trazos muy adornados, con muchos bucles. Se trataba de una nota de Sophie Krelov, en que le expresaba el deseo de verlo esa noche. Gavin sonri sardnico. Le haba prometido al general que no la asediara, y no lo hara; pero lo que Pryor no saba era que l jams le haba ido detrs a la condesa. Por el contrario, casi desde el momento en que haba pisado Viena, haca unas semanas, haba sido ella la que le segua los pasos, haciendo gala de mucho encanto y ofrecindole... qu? Estuvo un momento manoseando la carta distradamente; era extrao. Aunque no subvaloraba sus atractivos, saba que Sophie Krelov jams perda el tiempo en simples aventuras amorosas. Conceda sus favores a cambio de otro tipo de concesiones, o por informacin importante para los intereses de algn pas. El nombre del pas variaba segn la estacin y el pago ofrecido. La pregunta era, qu deseaba de l? Gavin se saba poseedor de una gran variedad de informacin; haba trabajado en muchos lugares importantsimos del Imperio Britnico, conocido a personas poderosas y participado en un buen nmero de negociaciones delicadas y secretas. Pero cules de sus conocimientos eran los que atraan a Sophie y a su empleador? Si lograra descubrir la identidad de este ltimo, podra descubrir la respuesta. Sophie haba trabajado para Francia. La habra empleado Talleyrand para que lo ayudara a salvar lo que pudiera de las ruinas de los sueos imperiales de Napolen? El marido de Sophie, el deplorable conde, era ruso. Y el zar andaba rugiendo por Viena como un oso herido, exigiendo la posesin de Polonia cuando casi nadie quera entregrsela. Habra encargado a Sophie descubrir algo que pudiera utilizar con ese fin? O trabajara para Austria, o Prusia? Dej en la mesa la perfumada carta y contempl el pequeo parque de la ciudad que se vea desde la ventana de su apartamento alquilado. El viento de comienzos de noviembre estaba haciendo girar las ltimas hojas muertas sacndolas de rincones escondidos. El da estaba gris y fro, anunciando el invierno. Sophie slo era una parte de la pregunta ms importante, pens, que se resuma en: qu estaba haciendo all l? El congreso no era su tipo de trabajo; ya todo el personal del servicio diplomtico britnico tendra muy claro que l no estaba hecho para esas grandes reuniones, con sus interminables tomas de posicin y chchara hueca. Durante los ltimos aos no le haban encomendado ningn tipo de misin semejante. Lo haban enviado a lugares explosivos, a pequeas reuniones secretas realizadas para favorecer alguna conspiracin o evitar alguna explosin. Para eso es para lo que serva l. Apret las mandbulas. No era un diplomtico de saln. l trabajaba solo; confa tus planes a algn colega y seguro que te los estropea. Confiar era siempre un error. El llevaba los asuntos solo, y presentaba los resultados al

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gobierno de su Majestad cuando los tena. As pues, por qu demonios lo haban destinado a ese puesto al mando de Matthew Pryor? Frunci el ceo. Los hombres como el general Pryor eran institucionalmente incapaces de comprender la intriga; se pasaban el tiempo moviendo fichas sobre un mapa o redactando memorndums. Algunos malditos burcratas de Londres los haban puesto juntos; era una receta para el desastre. Pensar en Pryor le trajo a la mente ese plan idiota suyo, y su pretexto: Laura Devane. Tena que reconocer que se haba mostrado un poco arrogante con ella, y record la indignacin de su cara despus del baile. La joven no estaba acostumbrada a ese tipo de juego; en todo caso haba sido bastante divertido. Sonri. Laura se haba recuperado admirablemente. l se haba preparado para aguantar sus gritos y acusaciones, pero ella los haba desafiado a todos y vuelto a sus anfitriones caminando erguida como una reina. Era casi una pena que tuviera que librarse de ella; pero no tena tiempo para acompaar a una virgen envejecida por toda Viena, por muy animosa que resultara. Deba obligarla a rechazarlo; entonces Pryor se vera obligado a ceder y a enviarla de vuelta a Inglaterra. La verdad es que era una pena, pens nuevamente. Laura se haba desarrollado bastante bien. La flacura de juventud se haba transformado en una grcil flexibilidad que durante el vals result muy placentera a sus manos. Se haba convertido en una de esas mujeres cuyas curvas slo las detecta el amante, atractivo contraste con esas cuyos atributos son visibles a todos. Y cuando se sonrojaba su piel blanca adquira un tono rosa antiguo, pens; y con esos cabellos negros y esos ojos... Se encogi de hombros; era imponente, pero l tena cosas ms importantes en qu pensar.

Laura estaba pensando mientras tamborileaba sobre el escritorio de su habitacin en la casa alquilada del general; dentro de unos minutos saldran a dar un paseo y exista la posibilidad de que volviera a ver a Gavin Graham. Haba aceptado venir a Viena impulsivamente, para ayudar a los Pryor y, sobre todo, para vivir una aventura. No saba cmo sera, ni si tendra la posibilidad de ayudar realmente. Y naturalmente no haba pensado que la tarea pudiera entraar la humillacin pblica. Apret los puos. Era evidente que Gavin tena la intencin de frustrar el plan del general asustndola a ella. Apret los dientes al recordar la diversin que vio en sus ojos cuando la solt al acabar el vals. Ya la haba descartado como si fuera un cero a la izquierda, una debilucha, una mujer que se arredrara ante el menor indicio de oposicin o escndalo. La haba descartado automticamente, igual que todas las personas por cuyas vidas haba pasado inadvertida durante los diez ltimos aos. Se apoy en el respaldo de la silla y se relaj. l no tena idea de las adversidades que ella haba soportado, ni de las capacidades y fortaleza que haba desarrollado. Actuaba a partir de suposiciones falsas. Hizo una respiracin profunda y sinti desvanecerse la ira. En realidad, l estaba lamentablemente equivocado respecto a ella. Cuando aceptaba una tarea, la aceptaba; cuando haca una promesa, la cumpla; no abandonaba una obligacin simplemente porque era pesada. Diez aos de trabajar como institutriz haban sido un riguroso entrenamiento. Y en esos momentos l haca de esa tarea algo ms que una obligacin. Ahora era algo personal, una competicin entre ellos que no tena la menor intencin de perder. Entrecerr los ojos. Los Pryor no haban visto lo que le hizo Gavin durante el baile; haba demasiadas personas entre ellos y las parejas que estaban bailando. El general se haba mostrado bastante complacido, creyendo que su plan estaba dando resultado despus de todo. Si supieran, lo abandonaran totalmente, y con eso contaba justamente Gavin Graham. As pues, ella se

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ocupara de que no lo supieran. Ella hara sus propios planes; l no jugaba limpio, de modo que tampoco lo hara ella. La doncella llam a la puerta para decirle que los Pryor estaban listos para salir. Se levant y cogi sus guantes. Tena las ideas claras; durante aos haba superado las circunstancias difciles representando un papel. Podra volver a hacerlo; las actuales circunstancias eran muy diferentes, claro, y no las comprenda del todo. Necesitaba informacin, datos, antecedentes. Tendra que hacer algunas preguntas muy bien formuladas, discretamente. Por fortuna, era una experta en eso. Gavin Graham no se poda imaginar lo experta que era.

Fueron caminando hacia el centro de la ciudad y hacia la plaza donde se elevaba la antigua catedral de San Esteban. El aire de noviembre era fro y los obligaba a moverse; pero haba muchos otros que tambin hacan frente al fro para ver y ser vistos. Laura nunca haba viajado, a no ser a travs de las pginas de un libro, de modo que le resultaba emocionante estar en una ciudad extranjera rodeada por sus habitantes. Tambin se toparon con muchos asistentes al congreso que haban salido a dar un paseo. Cuando el general seal al prncipe Klemens de Metternich, acerca de quien haba ledo incontables veces en los peridicos, su satisfaccin fue completa. El arquitecto del equilibrio de poder en Europa murmur, atrayndose una sorprendida mirada de su anfitrin. Cuando divis a Gavin Graham, que vena en direccin hacia ellos por la avenida, estaba absolutamente embelesada. Vesta un abrigo con esclavina y un sombrero de piel de castor de copa alta, y en la mano llevaba un curioso bastn lacado en negro y rojo. Daba la impresin de andar con paso lnguido, pero adelantaba a caminantes que parecan moverse con ms rapidez. De tanto en tanto saludaba a algn conocido con una inclinacin de cabeza. Actuaba como si fuera el propietario de la ciudad, y miraba a las personas con quienes se encontraba con una absoluta falta de sentimiento, como si fueran curiosidades que tal vez podran tener alguna utilidad. Graham dijo el general cuando estuvieron cerca, acompenos en el paseo. Gavin obedeci la orden, impasible. Era agradable, pens Laura, verlo obligado a hacer algo que ciertamente no deseaba hacer. Qu bastn ms curioso coment la esposa del general. Qu hay pintado en l? Un dragn. Gavin levant el bastn para que vieran al animal escarlata enrollado alrededor, a todo lo largo. Es muy hermoso. Lo compr en Oriente? Procede de China contest l. Lo recib en Siam. Fue un... regalo. Algo en su manera de decir la palabra regalo hizo sonrojarse ligeramente a la seora Pryor. Siam dijo Laura. Cmo es? Siempre haba soado con ver lugares como ese, con experimentar culturas tan diferentes. Interesante repuso Graham. El rey tiene ms de cien esposas. Le sonri burln. Lo sorprendente es que aun as encuentra tiempo para la poltica y las intrigas. Seor Graham protest Catherine Pryor. Seora? Su mirada afable pareci confundir a Catherine. Por lo visto desconcertar a las personas era una de sus principales diversiones, pens Laura. Caminaron unos minutos en silencio. Laura not que Catherine estaba furiosa.

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Ah, ah est el barn dijo entonces Catherine, agitando la mano hacia un caballero alto y rubio que caminaba hacia ellos. El hombre se les acerc y los salud con una inclinacin formal. Tena el porte erguido de un soldado, aunque no vesta uniforme. Sus cabellos claros hacan juego con un pequeo bigote recortado; sus ojos eran de un azul celeste y en la mejilla izquierda se vea la lnea clara de una cicatriz de duelo. Laura, te presento al barn von Sternhagen dijo la esposa del general. Barn, una amiga nuestra de Inglaterra, la seorita Laura Devane. Fraulein salud el barn con otra inclinacin y haciendo sonar los talones. Laura vio un destello de burlona diversin en los ojos de Gavin. Es un placer conocerle dijo ella en alemn. Habla mi idioma? pregunt el barn en alemn, claramente sorprendido. Un poco, y no muy bien, me temo. No, no. Su pronunciacin es muy buena contest l, volviendo al ingls.Dnde lo aprendi? En la sala de clases repuso ella sonriendo. En la de su escuela y en la del conde de Leith, pens, principalmente en esta ltima; sus alumnas no eran particularmente rpidas para aprender, y haba tenido que hacerles muchsimos ejercicios. Excelente. Ha viajado a los estados alemanes? Ay de m, no. Pues debe hacerlo. Muy pocos de sus paisanos hablan tan bien como usted. Algn da tal vez. Sonri al barn, complacida por sus elogios, y bastante contenta de que Gavin Graham estuviera all para orlos. El general se aclar la garganta. Nunca he tenido mucho tiempo para aprender otros idiomas. Tengo demasiado trabajo. Tal vez les ver en el baile de maana? pregunt el barn. No he... En nuestra sede? mir a la esposa del general y cuando ella se encogi de hombros, aadi: Me encargar de que les llegue la invitacin. Debe reservarme un baile. Con otra inclinacin y una larga mirada a Laura, continu su camino. Muy correctos los prusianos coment Gavin. Laura lo mir. Qu interesante, pens; l y el barn eran rubios y sin embargo muy diferentes. El barn se vea brillante como una moneda de oro recin acuada; en cambio Gavin se vea bruido como oro viejo, rico en experiencia y elegancia. Sus ojos se encontraron con los de l. Ella se sonroj ligeramente y desvi la mirada. No deba mostrarle amistad; le haba dejado bien claro que se aprovechara cruelmente de ella. No le parece? le pregunt Gavin. Qu? Que los prusianos son opresivamente correctos. El barn es el nico prusiano al que he conocido en mi vida. Y lo he encontrado muy agradable. De veras? dijo l en un tono que insinuaba que era una tonta. Laura estaba a punto de replicar cuando el general dijo: Ah est ese condenado pintor. No mires, Catherine, que est intentando atraer tu atencin. Inevitablemente, su mujer se volvi a mirar. Laura vio sonrer y precipitarse hacia ellos a un hombre esbelto de lustroso pelo negro y brillantes ojos oscuros.

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Seora exclam, haciendo una exagerada inclinacin sobre la mano de Catherine. Signor Oliveri respondi ella retirando la mano. Qu da ms esplndido, verdad? El azul del cielo, el frescor del aire, el movimiento. Movi las manos como para abarcar a todas las personas que caminaban alrededor. Catherine mir a Laura con expresin de estar considerando algo. Laura, te presento al signor Oliveri dijo finalmente. Ha venido de Roma a pintar el congreso. Est trabajando en un inmenso lienzo que muestra a todos los delegados importantes. Nuestra amiga Laura Devane, signor. Bella donna dijo l, cogindole la mano e inclinndose sobre ella tambin. Laura lo salud en italiano. Cuando vio la expresin de sorpresa en la cara de Gavin sinti un revoloteo de satisfaccin. Oliveri respondi con una riada de palabras y gestos. Lo siento. Tendr que hablar ms lento dijo ella. No he tenido muchas oportunidades de hablar italiano con alguien que lo habla de verdad. No, no; usted lo habla como un ngel contest l. Su voz es msica. Despus de los gruidos y toses que pasan por idioma aqu. Elev las manos al cielo. Dans! Que nos protejan todos los santos. Es como si se pusieran a hablar animales de granja. Laura no tuvo ms remedio que rerse. Y siempre pienso que los rusos se estn aclarando la garganta continu l, alentado. Slo falta que escupan. Signor lo reprendi ella con otra risa. Tenemos que continuar nuestro camino dijo el general Pryor en un tono que no admita rplica, y mirando a su mujer ceudo, como insinuando que tendra unas palabras con ella despus. Al volverse a mirar a Catherine, Laura capt la expresin de Gavin. Era risa lo que haba en sus ojos? Entonces, apostara a que l saba italiano. S, debemos irnos dijo la esposa del general. Oliveri retrocedi unos pasos y extendi los brazos. Estoy encantado de haberla conocido, signorina. Tal vez podra venir a ver mi obra algn da. Catherine cogi a Laura del brazo y la inst a avanzar. Laura comprendi que lamentaba haberle presentado al signor Oliveri. Quiz no estuviera muy aceptado socialmente. Sin duda encontrara una inmensa cantidad de placer en su obra le susurr Gavin al odo, en italiano. Le parece? Sin duda dijo l burln. No es aceptado? pregunt ella. Qu interesante. El ltimo caballero con quien habl al que no consideraban aceptable fue... usted. l pareci claramente sorprendido. Mis padres lo consideraban absolutamente inconveniente explic ella. Slo permitieron que me propusiera matrimonio debido a la influencia de su padre. S? Qu coincidencia. La influencia de mi padre fue el nico motivo de que yo hiciera la proposicin. Se miraron a los ojos y ella no desvi la vista. Su manera de mirarla era muy diferente, con la misma frialdad, pero no con la misma arrogancia. Le haba dado algo en qu pensar, concluy, satisfecha. Pero eso no era nada comparado con lo que tena planeado.

El momento que haba estado esperando Laura lleg por fin tres das ms tarde. Haba descubierto lo que necesitaba saber, y el objeto de su curiosidad

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iba avanzando hacia la puerta, preparndose para retirarse de la fiesta a la que ambas haban asistido. Laura se apart discretamente de Catherine y camin sin prisas en la misma direccin. Encontr a su presa ponindose una larga capa azul en el vestbulo. Cuando el lacayo se retir, ella se acerc. Hola se apresur a decir. La otra la mir de arriba abajo observndola con franca curiosidad. Es usted la condesa Krelov? La mujer asinti, enarcando levemente las cejas. Era hermossima, pens Laura. Tena los cabellos de un color dorado rojizo, y sus ojos azul oscuro un poquitn sesgados en su rostro triangular. De estatura mediana y una figura voluptuosa, tena tambin una mirada penetrante e inteligente. No era extrao que Gavin estuviera obsesionado por ella. Podra hablar con usted un momento? aadi Laura. Quin es usted? replic la condesa, con un acento fino, delicado, que Laura no logr identificar. Me llamo Laura Devane; he venido de Inglaterra, de visita. Un destello de inters entr en esos ojos azules. Casada con uno de los delegados del congreso? No. Slo soy una observadora. Qu desea? Esa era la parte difcil, pens Laura, sintiendo un pequeo estremecimiento de emocin. Estaba con un pie fuera del cauteloso mundo de normas y convenciones que haban regido su vida hasta ese momento. Se estaba soltando de la seguridad que le haban dado esas cosas, adems del aburrimiento, frustracin y lmites. Eligi cuidadosamente las palabras: He odo decir que usted sabe muchsimo acerca de las personas que asisten al congreso. Tiene alguna informacin? fue la seca respuesta. No. Me gustara aprender... eso es todo. La condesa Krelov pestae sorprendida. Volvi a mirarla detenidamente de arriba abajo; una sonrisa se dibuj en su rostro que luego se convirti en franca risa. Ha odo decir que soy una espa la acus en tono burln, y tiene la romntica idea de llegar a ser una. Ha ledo muchas novelas, seorita... Devane. Laura ya estaba negando con la cabeza. No encuentro nada particularmente romntico en eso repuso Laura. Es una especie de trabajo, verdad? En todo caso, no me interesa. Qu, entonces? Laura pase la mirada por la zona muy pblica en que estaban. Podramos encontrarnos en otra parte, ms discreta? La condesa la escrut con los ojos entornados. Quin es usted? pregunt de nuevo. Laura Devane repiti ella. He sido institutriz durante diez aos, antes de tener... la oportunidad de visitar Viena. La idea de volver a la enseanza y a nuevas alumnas le resultaba cada vez menos atractiva. Oportunidad? repiti la otra, mirndole el elegante vestido. Una amiga de mi madre me invit a venir aqu. Y eso era todo lo que poda decir. Si eso no era suficiente, su plan estaba condenado al fracaso. La condesa Krelov pareci dudar, pero tambin mostr un poco de curiosidad. En ese momento se oyeron voces procedentes de la entrada del vestbulo, indicacin de que se acercaba otro grupo para marcharse. Entonces hizo un leve encogimiento de hombros, meti la mano en su ridculo y sac una tarjeta.Pgina 16 de 175

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Venga a verme le dijo, y le entreg la tarjeta, simulando un ademn teatral. Maana... no, pasado maana por la tarde, a las tres. Laura cogi la tarjeta y la ocult rpidamente en el guante. Gracias. Con un gesto despreocupado, la condesa se volvi hacia la puerta. Laura se escabull rpidamente cuando el grupo de personas entr llamando al lacayo para pedir sus abrigos o capas, y estuvo al Iado de Catherine antes de que su ausencia hubiera causado preocupacin.

Los Krelov se alojaban en una casa grande dividida en varios apartamentos. La mujer que le abri la puerta y la condujo a la segunda planta, era una austriaca severa que no hizo amago de hablar ni siquiera cuando Laura se le dirigi en alemn. Una vez arriba, la recibi una figura inslita que no tena el menor aspecto de criada; era una mujer de unos cincuenta aos, de cabellos grises recogidos en un moo muy tirante en la nuca y que le lanz varias miradas penetrantes con los ojos entrecerrados. Esta tampoco habl mientras la condujo e hizo pasar a la habitacin de la condesa. Sophie estaba sentada ante su tocador de tres espejos mirndose atentamente la cara. Nunca me har vieja anunci, abriendo un frasco y comenzando a friccionarla con la locin. La habitacin se inund con aroma de rosas. Has venido. Cre que no lo haras. Por qu? No s. Pens que podra ser una broma. La mir detenidamente con aguda inteligencia. He aprendido a no rechazar jams una fuente de informacin. Pero la verdad es que no s de qu tenemos que hablar. Condesa... comenz Laura. Llmame Sophie. Tutame dijo Sophie, cerrando el frasco y colocndolo sobre el tocador. Y sintate. Es muy molesto tener que mirar hacia arriba. Laura se sent en un silln situado ante una mesa que estaba junto a la ventana. En qu casa fuiste institutriz? pregunt Sophie, sorprendiendo a Laura con su buena memoria. En la del conde de Leith. Nunca he odo hablar de l respondi ceuda. Est aqu? No. No tiene nada que ver con la poltica. Slo con el juego, pens Laura, y con la bebida y otros vicios tradicionales. Tienes alguna informacin para vender? No. Laura guard silencio un momento, tratando de organizar lo que deseaba decirle a esa mujer. Ese color te sienta muy bien coment Sophie, observando cada detalle de su vestido rosa. Gracias. Sigo sin entender qu deseas. No era extrao, pens Laura, ni ella misma lo entenda muy bien. Haba deseado conocer a la mujer que era el objeto de los afectos de Gavin Graham, para verla y saber ms acerca de ella. Crea que eso le dara pistas, maneras de ganar el juego que haba entre ellos. Ese era el tipo de mujer que Gavin admiraba, pens, analizando los evidentes encantos de la condesa. Mi vida ha cambiado mucho con mucha rapidez dijo. Dej la sala de clases de un noble para venir aqu. Ha sido bastante... desorientador... La condesa alz las cejas.

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Pens que usted podra darle algn consejo a alguien que est en mi... situacin. Eso no era terriblemente convincente, pens, pero era lo mejor que se le ocurra. Sophie la mir asombrada. Consejo? Quieres mi consejo? O bien ests tramando algo que no entiendo o... la mir fijamente, o eres un ser muy raro. Soy bastante rara repuso Laura evasivamente. Comprendiendo que tena que revelar algo ms para obtener alguna respuesta, aadi. De nia tena ciertas esperanzas... de ver cosas, incluso de hacer cosas que tuvieran alguna importancia. Y luego el mundo que conoca se desmoron. Alz la barbilla; vio que Sophie Krelov la estaba observando atentamente. Simplemente se desvaneci. Y as estn las cosas ahora. La expresin de la condesa haba cambiado; se vea pensativa. Qu esperas de m? He odo hablar de usted, y tuve la impresin de que tiene opciones muy diferentes. Quera ver cmo era. Se habra imaginado que se le contagiaran los atractivos de la condesa?, pens, burlndose de s misma. Opciones repiti Sophie. Movi la cabeza: Pero es que crees que las mujeres tenemos opciones? Sus hermosos labios formaron una sonrisa despectiva. Yo tambin tuve sueos, en otro tiempo... Sorbi por la nariz. Has conocido al conde? Laura neg con la cabeza. Por lo que saba, jams lo haba visto. No. l prefiere la sociedad que encuentra en los barrios bajos. Quera llevarme all a m tambin, y entonces se enter de que mi padre me haba enseado a manejar una pistola, y mi matrimonio me haba dado la determinacin de usarla. Le dispar? exclam Laura. Sophie asinti en actitud altanera. Slo le hice una herida pequea, pero en un lugar que... lo disuadi de continuar molestndome. Sonri feroz. Comprendi que la prxima vez le quitara partes que valora inmensamente. Debera sentirse horrorizada, pens Laura, pero en realidad se senta fascinada. Esa historia le recordaba cosas que haba ledo en la biblioteca del conde. Eso fue en Rusia, hace unos aos continu Sophie, haciendo un gesto con la mano. Despus, Ivan dej de darme dinero, y no es que alguna vez hubiera sido generoso, as que me vi obligada a luchar por mis intereses. Se encogi de hombros. No me importa, mientras me deje en paz. No podra dejarlo? pregunt Laura. Saba que eso sola ser difcil, o imposible. Una mujer sola tena pocas opciones, como saba muy bien. Una vez que llegamos a un acuerdo, eso no fue necesario contest Sophie con una leve sonrisa. Y el trabajo de Ivan en el servicio extranjero me ofreca oportunidades. Es verdad que trabaj para Bonaparte? pregunt Laura, sin poder resistirse. Sophie se ech a rer. Otros podrn decir lo que quieran, pero yo soy discreta. No hablo de los pequeos... servicios que pueda hacer por mis amigos. Se miraron a los ojos en el silencio que sigui. El sol de invierno se estaba poniendo. Tendra que marcharse pronto, pens Laura, antes de que la echaran en falta. Entonces dijo la condesa. Cmo se fascina a un hombre? pregunt Laura. Ah, conque llegamos a eso. Un hombre. Un hombre odioso. Ah dijo la condesa en otro tono. Quin? Seguro que lo conozco.

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Laura desvi la mirada. Gavin Graham estaba cautivado por Sophie. De pronto pens que no haba tenido en cuenta la parte que tena Sophie en todo eso. Est... est enamorada de alguien? Enamorada? Sophie sorbi por la nariz y movi la cabeza. Miro a los hombres como un guila mira a un ratn. En broma movi los dedos como las garras de un guila. No pierdo el tiempo en estupideces como el amor. Laura se ech hacia atrs en el silln. No quieres decirme quin es concluy Sophie. No, ya veo que no quieres. La mir engatusadora. Sera mucho ms divertido si lo supiera. Eh... comenz Laura tratando de inventar algo. Ah, muy bien. Pero podra darte mejores consejos si me lo dijeras. Esper un momento por si eso la persuada de decrselo, y despus se encogi de hombros. Cmo se fascina a un hombre? dijo pensativa. Cogi un peine del tocador y lo hizo girar en sus manos. En primer lugar has de cuidar de tener tu mejor apariencia, en tu estilo. La mir escrutadora, asintiendo, como si aprobara su apariencia. Luego aadi: No es necesario ser hermosa. He conocido a mujeres francamente feas que tenan veintenas de admiradores. Es mucho ms que la apariencia, sabes? A Laura le pic la curiosidad por saber cunto conocimiento haba adquirido esa mujer en su vida tan poco convencional. Qu ms? pregunt. Sophie la mir de soslayo. Abri la boca para decir algo y volvi a cerrarla, como si hubiera decidido otra cosa. Conviene rodearse de un poco de misterio. No hay que ser una persona con la que se puede contar, no hay que ser estable, ni fiable ni segura. Laura arrug la nariz. Debo ser inestable e indigna de confianza? Nunca a un hombre debe ocurrrsele pedirte un baile a ti porque tiene miedo de pedrselo a la que realmente desea como pareja dijo Sophie. No debe ocurrrsele hablar contigo porque t no lo vas a perturbar de algn modo. Laura frunci el ceo, tratando de asimilar esa informacin. Y luego est... La condesa titube, mirando a su visitante por debajo de las pestaas entornadas. S? la anim Laura. Sophie hizo un gesto vago. El atractivo, el encanto... el... eh... El lado fsico de las cosas? Sophie asinti. He ledo sobre eso le asegur Laura. No soy una colegiala ignorante. Ledo? repiti Sophie, como si ese concepto la sorprendiera e interesara. Qu has ledo? Libros, carpetas repuso Laura, haciendo un gesto con la mano, tratando de no parecer azorada. La biblioteca del conde de Leith contena una enorme coleccin de obras sobre ese tema que no se molestaba en ocultar. La primera que abri la horroriz profundamente, y al instante la dej en su sitio. Pero con los aos, volvi a coger esos libros y estudiarlos. Lo que haba visto y ledo era unas veces asombroso, divertido, extrao, asqueroso o interesante. Carpetas? musit la condesa pensativa, con los ojos brillantes. Qu tipo de...? El conde tiene gustos... sucios, as que no tiene por qu temer hablar francamente. Se sent ms derecha, tratando de parecer mundana y conocedora.

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Sophie se ri encantada. De verdad eres una persona inslita. Me caes bien. Y a ella le caa bastante bien la condesa, pens Laura. Explqueme la inst, eso del atractivo. Sophie la mir con una semisonrisa indulgente: Atractivo repiti. Para eso tienes que descubrir tus propios deseos; cuando los tienes en los ojos ningn hombre es capaz de resistirse. No era eso lo que haba esperado or. Mis propios...? Si tienes encendidas las pasiones, ellas te iluminan, te aaden ese elemento decisivo, eso que los franceses llaman je ne sais quoi. Hizo girar la mano en el aire como para coger algo. Pero yo... yo no... Laura no supo qu decir. Sophie se ech a rer al verle la expresin. Creas que te aconsejara usar vestidos escotados y ofrecer besos en rincones oscuros? Rechaz la idea con un breve gesto despectivo. Los hombres se sienten atrados como polillas hacia la llama del deseo. No es necesario que los desees a ellos; es mucho mejor que no. Pero si logras encontrar el espritu que arde en ti, y lo dejas libre, el mundo caer rendido a tus pies. Laura se qued mirndola fijamente, tratando de entender. En todos sus estudios, un tema que no haba considerado jams era su propio deseo. Sophie hizo una honda inspiracin. Me has convertido en filsofa! dijo riendo. Dnde buscar?, pens Laura. Haba estado ocultndose tanto tiempo que no saba dnde encontrarse.

Gavin cambi de posicin en su silla, poniendo una pierna sobre otra y reclinndose en el respaldo, intentando aliviar el aburrimiento y la frustracin antes de que estallaran en algn comportamiento totalmente inaceptable. Mir a los quince hombres sentados alrededor de la mesa; ninguno se vea tan impaciente como l. En realidad, un buen nmero de ellos parecan muy interesados en el tema de la reunin: redactar un documento que ofreciera directrices para redactar otros documentos. Cmo podan importarle a alguien esas cosas?, pens. Y sin embargo, algunos parecan tremendamente interesados. En esos momentos estaba hablando uno de ellos, dale que dale, sin parar, sobre las formas de tratamiento y las equivalencias entre los ttulos de los diferentes pases. El general Pryor saba muy bien que l detestaba los trabajos de ese tipo; lo haba puesto en esa comisin para castigarlo, porque Sophie Krelov continuaba acercndosele en los bailes y fiestas nocturnos, y coqueteaba con l escandalosamente. Reprimi una sonrisa; claro que haba previsto que al mantenerse distanciado de ella le picara an ms la curiosidad. Al no buscarla ni asediarla, despertaba an ms su inters. Pero por lo visto el general esperaba que l le diera el esquinazo, o hiciera alguna otra estupidez as. En ese momento el orador estaba tratando el tema de la precedencia. Gavin apret los dientes; se imagin al individuo en manos de piratas bereberes, de una banda de asesinos birmanos, de las tribus de las estepas de Asia. Record la vez que vio arrastrar a un hombre detrs del caballo de un guerrero, metido dentro de una bolsa de cuero. Eso silenciara a aquel idiota, pens. El orador segua hablando y hablando con su tono montono. El francs era el idioma diplomtico que se utilizaba en el congreso, pero ese hombre, uno de los miembros de la comisin, lo hablaba fatal. Esa reunin era una total prdida de tiempo. l necesitaba andar por la ciudad, contactar con la

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gente, enterarse de lo que estaba ocurriendo; y le amargaban la vida con estupideces como lo que se debatan all. Y adems estaba Laura Devane. Sin preocuparse de simular siquiera que estaba escuchando, dej vagar sus pensamientos hacia la invitada del general. Tena que reconocer que la joven era ms interesante de lo que haba imaginado. Hasta el momento pareca inmune a sus desaires y no daba seales de querer marcharse. La situacin era francamente molesta; jams haba tenido mucha dificultad para lograr que las mujeres hicieran lo que l quera. Claro que normalmente sus deseos iban en otra direccin, pero no siempre; eran muchas las mujeres a las que haba desalentado en sus viajes, aunque s, tena que admitir que stas lo fastidiaban con sus atenciones. Laura, en cambio, no haca nada de eso. Era el general Pryor el que viva importunndolo para que los acompaara en alguna fiesta o salida. Ella no manifestaba prcticamente ningn inters. S, la situacin era muy mortificadora; y la joven un estorbo a su libertad que le alteraba los planes. Aun as, no pareca particularmente afectada por sus encuentros. Haba llegado el momento de acabar con esa farsa; deba hacerle entender que l no bailaba al ritmo de ninguna mujer ni aceptaba impedimentos a nada que deseara hacer.

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3Est muy bella esta noche le dijo Gavin a Laura mientras la conduca a la pista de baile del saln de la embajada austraca. Sorprendida, Laura alz la vista hacia l. Ese era el primer cumplido que le haca, y no se fiaba de l ni por un instante. Ese vestido es especial. Pero claro, todos sus vestidos son muy elegantes. Ella se mir los pliegues del vestido de baile, hecho de una seda que, segn la luz, daba resplandecientes visos dorados y verde oscuro. Desde el momento en que vio la tela y el modelo, le gustaron muchsimo. Al mirarse el vestido en ese momento, sinti una inmensa desconfianza. Gavin le rode la cintura, comenzaron a bailar y, de nuevo, se estableci entre ellos esa concordancia natural en movimientos y ritmo. Era un vals, desde luego un vals, pens ella. Una contradanza o una cuadrilla no le ofreceran a l tantas posibilidades de perturbarla. Normalmente no est tan callada coment Gavin, hacindola girar con pericia por el extremo del saln. La fuerza de su brazo era palpable, y de sus manos, una en su espalda y la otra entrelazada con la de ella, emanaba un inquietante calor. Era un hombre que exiga atencin, pens. No se poda hacer caso omiso de l, y siempre sera un grave error dejarlo de lado. Al mismo tiempo, le haca terriblemente difcil mantener la serenidad. Era una combinacin fatal. El corte de su chaqueta es excelente consigui decir. El traje de noche le sentaba particularmente bien, pens, y lo llevaba con una gracia sin par. Sinti un revoloteo en el estmago, y pens si no le habra sentado mal la comida. Habiendo establecido que los dos estamos loablemente vestidos, tal vez podramos pasar a otro tema dijo l. Siempre burln, pens ella. Hablara en serio con alguien? Con Sophie Krelov, tal vez? Est lord Castlereagh esta noche aqu? pregunt. An no lo he visto. Creo que s respondi l y gir la cabeza para ver si encontraba al jefe de la delegacin inglesa. Tena planeado asistir. Debe estar deseoso de no ofender a los austriacos dijo ella, tambin mirando alrededor en su bsqueda. S? Ella lo mir al notar el tono de sorpresa en su voz. Y por qu habra de estarlo? Supongo que desea su apoyo en contra de las exigencias de los rusos contest ella. La ha estado adiestrando el general? pregunt l, con evidente irona. El general comparte la opinin comn de que las mujeres no entienden nada de poltica repuso ella, mordaz. Creo que antes le explicara esas cosas a su caballo. Uy!, yo creo que antes se las explicara al perro dijo l. Laura lo mir, no muy segura de haber odo bien, y se le escap una risita. Dnde obtiene su informacin, entonces? Soy bastante capaz de leer. Leer? Su modo de decir la palabra le record las cosas muy poco polticas que haba ledo en la biblioteca particular del conde. Se le tieron las mejillas de un escarlata subido.

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Diarios? continu Gavin, fascinado por la reaccin que haba producido su comentario. Ella asinti, incapaz de hablar. Tal vez no slo diarios ingleses? Al parecer tiene un don especial para los idiomas. He estado leyendo todos los reportajes sobre el congreso que he logrado encontrar contest ella, recuperada una cierta medida de serenidad. Por mucho que le cueste creerlo, tengo un inmenso inters por lo que est ocurriendo aqu. No me cuesta nada creerlo repuso l. El tono en que lo dijo la hizo pensar si no lo dira como un insulto. Hace un calor opresivo aqu, verdad? continu l. Dicho eso la llev rpidamente hasta un pequeo entrante en la pared y abri una de las puertas acristaladas. En un instante la sac fuera y se encontraron en una terraza embaldosada que discurra a todo lo largo de ese lado de la casa. A la izquierda se extenda un jardn sumido en la oscuridad. Aqu est mejor. Seor Graham! exclam ella tratando de apartarse. Disclpeme, deseo volver al saln. Era muy indecoroso que estuvieran solos fuera. Pero si la noche est hermossima aleg l, sin quitar el brazo con que le rodeaba firmemente la cintura. Por el contrario, pienso que hace bastante fro contest ella, tratando de zafarse. l la hizo girar y bajar las dos gradas que conducan al jardn. Laura tuvo que hacer un esfuerzo para no perder el equilibrio. Ms all de los cuadrados formados por la luz proveniente de las ventanas del saln, la noche estaba iluminada por una media luna, que converta el paisaje en un laberinto negro y plateado. Gavin la llev hasta una hilera de arbustos, que se perfilaban contra el cielo estrellado como masas negras. Laura entendi qu eran solamente cuando las ramitas le rozaron el brazo. Seor Graham protest en voz ms alta. Le pido, como a un caballero, que... Usted y el general cometen el mismo error al pensar que soy un caballero. Bruscamente la atrajo hacia l, apretndola con fuerza, y sus labios se apoderaron de los de ella en un beso duro, ineludible. Laura se puso rgida, sorprendida e indignada. Lo empuj por los hombros, pero fue intil. Se retorci, tratando de escapar, pero slo consigui tomar ms conciencia an de los contornos de su cuerpo fundido con el de ella. Jams haba estado en un contacto tan ntimo con nadie. l baj una de las manos bastante ms abajo de la cintura y la apret ms contra l. Los msculos de su torso le acariciaban los pechos de la forma ms increble. Y sus labios se movan confiadamente sobre los suyos, despertando sensaciones que no poda evitar. Era algo inconcebible, intolerable. Se pareca bastante a algunas de las cosas que haba ledo, pens, medio mareada. Uno no poda comprender de verdad, con simples palabras, lo que se senta, cmo todo su ser poda sbitamente convertirse en traidor y derretirse como hielo en un incendio. Al instante siguiente se sinti arrojada bruscamente y qued tambalendose a una distancia de un brazo de l. Ya est dijo Gavin con voz algo jadeante. Laura no pudo verle bien la cara, que estaba slo tenuemente iluminada por la luz de las distantes ventanas, pero crey percibir por un instante que estaba casi conmocionado. Sin embargo, al instante siguiente su rostro haba recuperado la expresin burlona. Era eso lo que quera? Yo?

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Cuando me permiti que la trajera aqu. Permitirle? Si el general le sugiri este ardid, es ms tonto de lo que yo crea. Pero si fue usted quien prcticamente me sac a rastras del saln lo acus ella. A rastras? Creo que no. Lo dijo en un tono acariciador que la hizo sonrojar. Es usted un... cabrn. Shh, es ese lenguaje propio de una dama?. Laura se recogi las faldas y le dio una patada en la espinilla, con toda la fuerza que logr reunir. Agradezca que soy una dama le dijo por encima del hombro, caminando de vuelta al saln. Si no lo fuera, esto le habra dolido bastante ms. Su risa burlona la sigui mientras suba las gradas hasta la terraza. Se volvi a mirarlo furiosa, y l levant un dedo, en perezoso saludo. Ella apret los puos, con la sangre palpitndoles en las sienes; si en ese momento hubiera tenido una pistola no habra vacilado en matarlo. Cuando se volvi para entrar en el saln, lo oy decir: Quin anda ah? Mir hacia atrs. Ese sera otro de sus perversos trucos? Pero no la segua; iba caminando muy decidido hacia la parte de atrs del jardn. Quin eres? pregunt l. Laura vio una sombra grande que se apartaba de la pared del jardn y se alejaba rpidamente. Detente! grit Gavin y ech a correr detrs de la sombra. Pero la sombra tambin se puso a correr. Gavin estaba a punto de darle alcance, cuando la figura se detuvo e hizo un rpido movimiento. Soltando una fuerte exclamacin, Gavin se cogi el hombro y cay al suelo. La sombra retrocedi. Se oyeron ruidos como de rascar la pared, y luego un fuerte golpe al otro lado. Laura retrocedi hasta la puerta acristalada, que estaba cerrada para no dejar entrar el fro de la noche. Escudri la oscuridad, pero no vio nada. Comenz a abrirla para ir en busca de ayuda. Entonces oy un gemido ronco procedente de la parte de atrs del jardn. Se volvi a mirar y vio a Gavin tratando de ponerse de pie. No llame a nadie le dijo l en voz ms alta. Indecisa, Laura volvi a bajar al jardn. Por qu no? Se encuentra bien? Perfectamente. Cuando se enderez, trastabill y solt un involuntario gemido. Laura se le acerc un poco. Cuando lo vio tambalearse, se arriesg a acercarse otro poco. l se estaba sujetando el brazo, justo debajo del hombro. All vio la empuadura de un pual pequeo, y por entre los dedos, sangre, que le iba manchando la manga. Dios mo! No es nada. Nada? Est loco? Debo ir a buscar a alguien. No! Su tono la detuvo a medio paso. Se volvi a mirarlo. Est herido. Debo... Debe ocuparse de sus malditos asuntos interrumpi l. No sea ridculo. Espere ah. Pero an no haba llegado a los escalones cuando l la tom de la mueca con fuerza suficiente para dejarle un moretn. No le dir a nadie lo que ha ocurrido aqu esta noche le dijo.

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Laura se solt bruscamente y se apart; en la mueca vio manchas de sangre. El fuego que vio en sus ojos la hizo retroceder. Esto no es asunto suyo. Olvide lo que ha visto. Pero... Sin saber qu decir, ella hizo un gesto hacia la pared donde haba desaparecido la ominosa sombra, y despus apunt a su brazo ensangrentado. Interesante suceso coment l. Interesante? l mir hacia la pared, y luego intent levantar el brazo herido. Hizo un gesto de dolor y mascull una maldicin. Esta noche no estoy para trepar paredes. Movi la cabeza como para escudriar cada palmo del jardn, en busca de una salida. No, a menos que quiera desangrarse hasta morir dijo ella, mordaz. Qu pasa? No lo entiendo. No hay ninguna necesidad de que lo entienda. Vuelva al saln. Le hablaba como si ella fuera una criada que slo supiera obedecer. Se plant delante con las manos en las caderas y lo mir furiosa. Alguien no quera que lo siguiera explic l secamente. Ahora vyase. Cmo puede actuar as teniendo un pual clavado en el brazo? No es grave. Ah no? Lo han atacado con tanta frecuencia que puede decir eso sin examinar la herida? pregunt, sarcstica. S. l le volvi la espalda y avanz lentamente hacia la elevada pared de ladrillos que rodeaba el jardn, y comenz a caminar junto a ella, buscando alguna puerta oculta por la oscuridad. Laura lo contempl sorprendida, tratando de entender ese comportamiento. Pareca otro hombre; haba desaparecido la expresin burlona. Comprendi que su perezosa indiferencia era una pose. En todo caso, segua pensando que sera insensato no hacer caso de la ayuda que estaba a tan poca distancia, en el saln. Pero estaba claro que l no tena la menor intencin de comunicarselo a nadie. No pudo resistir la tentacin de adentrarse en el oscuro jardn y seguirlo a lo largo de la pared. Cree que ha podido ser un ladrn? le pregunt pasado un rato. Vyase! No. Gavin se detuvo y la mir. Su cara se vea muy blanca a la luz de las ventanas. La seora Pryor debe de andarla buscando. S, y es posible que salga aqu. El general tambin. Armarn un gran alboroto. Eso es lo que quiere? ladr l. Quiero saber qu ocurri. Alguien me arroj un pual y luego escap saltando la pared, y si tengo alguna esperanza de descubrir... Pero por qu no llama a las autoridades? Si era un ladrn... Los ladrones no trepan paredes para entrar en casas bien vigiladas en donde se celebra un baile explic l, en tono de exagerada paciencia. Si no era un ladrn, entonces quin? Quin querra atacarlo? Eso no es asunto suyo. Un marido furioso? pregunt ella, recordando los comentarios que oy a las francesas. Qu? O un hermano, quiz? Laura asinti para s misma. Y por eso no quiere que nadie se entere, para evitar el escndalo?

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Gavin haba terminado su recorrido a lo largo de la pared, y estaba ms cerca de ella. Eso es contest. Un crimen pasional. No hay que enlodar el nombre de la dama. Haba vuelto a su tono burln. Le hablaba como si fuera una nia. No le crey ni una slaba. De modo que puede entenderlo. No hay que hablar de esto. Debe de tener totalmente ocupado su tiempo dijo ella, mordaz. Cuando no me est arrastrando a jardines oscuros est comprometiendo la reputacin de alguna otra dama. Yo... Y con bastante torpeza, adems, si es tan poco discreto que su marido tiene que apualarlo. Por eso lo atacan con tanta frecuencia, supongo. No tiene por qu estar celosa. Celosa! Puede estar seguro de que no envidio a ninguna mujer el tipo de atenciones que he tenido que aguantarle a usted. Esplndido! Entonces Por qu no vuelve al saln y me deja en paz? Yo dejarlo en paz? exclam Laura, incrdula. Fue usted quien me oblig a salir... No tengo tiempo para esto dijo l, pasando junto a ella y subiendo a la terraza. Va a pasar por el saln de baile con la sangre corrindole por el brazo? pregunt ella, con bastantes deseos de verlo. l se detuvo en seco, con la mano ya en la manilla de la puerta. Maldicin. Frunci el ceo. Tengo que salir de aqu. A buscar al hombre que lo atac? Ya es demasiado tarde para eso, pero hay pesquisas... Se interrumpi, como tragndose palabras que no deseaba decir, y se volvi a mirarla. Tiene que investigar cul de los muchos maridos podra haber sido? le pregunt ella dulcemente. Es usted una mujer sumamente irritante dijo l. Y usted un hombre absolutamente exasperante replic ella. Se quedaron mirndose a la luz de las ventanas del saln atiborrado de gente. Aunque la mirada de l era algo amenazadora, ella no se permiti desviar la vista. Sinti un estremecimiento, no de miedo, sino de una mezcla de fascinacin y entusiasmo. Eso era mucho ms de lo que se haba imaginado cuando acept la oportunidad de venir a Viena. Podra traerme una capa? pregunt Gavin. Su capa? Al instante comprendi que ese era un medio para escapar. Cmo la reconocer? Es negra contest l, sardnico. Pero hay cientos de... No me importa de quin sea, mientras me la traiga de inmediato. Quiere que robe una capa? l se limit a mirarla. Ella vio que la sangre de la camisa se estaba secando. l estaba ligeramente ojeroso, y ms que ligeramente molesto. No tena ninguna obligacin de ayudarlo. Y sin embargo, la situacin le hablaba a sus instintos. Espere aqu dijo, y entr en el saln. Se qued un momento escondida detrs de las cortinas, en el entrante de la puerta. No vio a nadie que la estuviera mirando. Enderez los hombros, puso una expresin despreocupada en su cara y avanz a lo largo de la pared, en direccin al vestbulo y a la salita contigua donde se dejaban los abrigos y capas de los invitados. Casi haba llegado al vestbulo cuando se encontr con Catherine Pryor. Laura! Dnde has estado?

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Laura se oblig a hacer una tranquila sonrisa. Estaba hablando con unas personas indic con un gesto. All. Dnde est el seor Graham? Fuiste a bailar con l hace media hora. Bailamos. Y despus me encontr con esas personas y... Qu personas? Es que te dej sola? No. h... l fue a bailar con otra pareja y yo me qued charlando. Lamento haberla preocupado. No volver a ocurrir. Catherine la mir como si no estuviera convencida. Ahora iba de camino a... indic hacia las salas de descanso para las seoras. Ests bien? Perfectamente. Como not que haca falta tranquilizarla ms, aadi: Lo estoy pasando esplndidamente. Vi al barn von Sternhagen. Eso era cierto, pens, sintindose un poco culpable. Lo haba divisado en el otro extremo del saln. Estuviste hablando con l? Est muy bien considerado. Es un joven muy simptico. Mmm. Volver enseguida. Afortunadamente, Catherine la dej escapar. A toda prisa entr en el vestbulo y se dirigi hacia el grupo de lacayos que vigilaban las pertenencias de los invitados. S, seorita? dijo uno de ellos, acercndose. Ah, este... Qu deba decir? Las damas no recogen las capas de los caballeros. Providencialmente, detrs de ella lleg un grupo pidiendo sus capas. Mis amigos... susurr Se hizo a un lado cuando el lacayo se acerc a servir al grupo. Los lacayos sacaron capas y sombreros; mientras estaban ocupados colocndolos sobre los hombros y esperando las propinas, ella aprovech para entrar a hurtadillas, y cogi la primera capa oscura que vio entre las veintenas que esperaban a sus dueos. Avanzando rpidamente por la parte trasera del saln, tuvo la suerte de encontrar otra puerta acristalada que daba a la terraza. En un instante pas por ella, con el corazn latindole a prisa, y corri hacia el lugar donde haba dejado a Gavin. El estaba apoyado en la pared, con bastante mal aspecto. La tengo le dijo ella. Se encuentra bien? l asinti y estir la mano para coger la capa. Ella se la entreg, y l tuvo dificultades para echrsela sobre los anchos hombros. Venga dijo ella, estirndola y alisndola, y despus retrocedi. Me queda corta coment l. Tendr que perdonarme, no tuve tiempo para buscar la talla. No importa. Tendr que servir. S? dijo ella, dolida por su falta de gratitud. No quiere que vuelva a buscar otra mejor? Dudo que sea capaz de hacerlo. Es usted un... Vuelva al saln. Esperar unos minutos para que nadie pueda relacionarnos. Eso es todo? Qu ms podra haber? Me ha costado un poco obtener esa capa hizo notar ella. Catherine me ha preguntado dnde haba estado y... Entonces lo mejor ser que vuelva con ella de inmediato interrumpi l. Y he tenido que escabullirme por entre varios lacayos. No ha sido precisamente agradable.

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Yo lo habra hecho mejor admiti l, como si ella le hubiera confesado alguna falta. Laura se qued muda. No haba esperado un efusivo agradecimiento, pero eso lo superaba todo. Se va a marchar? insisti l. Con inmenso placer! espet ella, girndose hacia la puerta y dejndolo all solo.

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4Gavin estaba sentado en su saloncito bebiendo lentamente de una copa de brandy. Ya casi no le dola el brazo. Hasan, cuyas habilidades sobrepasaban la imaginacin de muchos seores de seores, le haba limpiado y vendado la herida, declarndola de poca importancia. Los dos haban visto heridas peores, pens, mucho peores. Durante un momento su mente vag por algunos de los peligros que haban pasado juntos. Ni una sola vez haba encontrado ocasin para poner en duda la lealtad de su criado. Por otro lado, tena que reconocer que l se haba ganado esa lealtad; lo haba incluido en su huida de una asquerosa prisin, un pozo semejante a los de la inquisicin medieval. Sus pensamientos volvieron al incidente actual. Era evidente que su atacante haba sido un observador, no un asesino. Le haba arrojado el pual para evitar la captura y dejar al descubierto la conspiracin que fuera que se estaba tramando. Movi el hombro para aliviarlo, e hizo girar la copa en su mano. Haba presentido que lo observaban, pero no se haba imaginado la magnitud del riesgo. Tena que descubrir por qu se haba convertido en blanco de observacin o ataque. Bebi otro trago y sus pensamientos se desviaron del asunto esencial hacia su acompaante durante esa aventura nocturna. Las reacciones de Laura Devane haban sido sorprendentemente inteligentes, pens. En realidad no haba esperado que lograra conseguirle una capa; ese slo haba sido su primer plan. Pero ella no slo haba accedido, sino que en lugar de gimotear o discutir, lo haba hecho. Cuntas mujeres de buena familia habran aceptado o habran podido robar una capa bajo las mismas narices de un grupo de lacayos? En sus labios se dibuj una sonrisa inconsciente. Siempre haba juzgado a las mujeres a primera vista; una sola mirada le bastaba para saber si le interesaba una, si deseaba conquistarla o evitarla. Pero con Laura el proceso se haba complicado bastante. Su llamativa apariencia podra haberlo atrado, pero los ardides del general lo ahuyentaban. La forzada intromisin de ella en su vida le fastidiaba. Despreciaba la manipulacin, y aunque era Pryor y no Laura quien intentaba manipularlo, l se resista. Deba eliminarla de su vida, pens, dejando la copa vaca en la mesilla. Y ahora haba ms motivos que nunca. l estaba acostumbrado al peligro, ella no. Y haba descubierto una enorme renuencia a imaginrsela en peligro. Quin se habra imaginado que besarla iba a ser tan increblemente excitante? Claro que lo haba hecho para asustarla, para que se marchara atemorizada, para obligarla a rechazarlo de una vez por todas. Y s que se haba indignado, pero no del modo que l esperaba. Laura no era en absoluto previsible, pens, y reapareci su sonrisa. Cuando la tena abrazada, haba sentido pasar por su cuerpo mucho ms que indignacin. Lo haba sentido en cada nervio, en cada msculo; recordaba cada matiz de la sensacin de tenerla en sus brazos. Qu le pasaba? Cogi la botella de brandy. Haba besado a muchas mujeres, y disfrutado de noches de pasin con un buen nmero de ellas. Pero con Laura haba otra dimensin aadida; era como si sus cuerpos se enviaran mensajes, no vistos ni odos, pero afianzados en un ritmo de armona perfecta. Haba conocido los contornos de su piel, todas las profundidades de su pasin. Saba exactamente cmo poda despertarla y excitarla, y tena la absoluta seguridad de que sus deseos eran tan fuertes como los de l. Sera ms que un placer ensearle sus conocimientos, llevarla en un viaje lento y exquisito, caricia a caricia, hasta el extremo ardiente del deseo. Gavin se dio cuenta de que estaba apretando con tanta fuerza el cuello de la botella que estaba a punto de quebrarlo. Qu demonios le estaba pasando? Es que el pual le haba debilitado el cerebro? Slo importaba una cosa en ese momento, descubrir por qu era el blanco de

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esa desmesurada atencin all en Viena, y poner fin a cualquier conspiracin que se estuviera tramando.

Esto se est poniendo peor que una temporada en Londres gru el general Pryor, en medio del traqueteo del coche por las calles de Viena en direccin a otra fiesta nocturna ms. Con todas las delegaciones tratando de superarse mutuamente en las diversiones, no vamos a ver nunca el final del congreso. Qu hay esta noche? Los sajones han trado a una de sus principales cantantes para que acte para nosotros contest Catherine en tono neutro. Un concierto! gimi el general. Dicen que es... No me importa si canta como una alondra. Vamos a estar clavados en las sillas sin poder conversar ni movernos. Y al menor movimiento, el consabido abucheo de la manada de petrimetres amantes de la msica. Prudentemente su compaera no dijo nada. Durante un rato slo se oyeron el ruido de las ruedas sobre los adoquines y retazos de conversaciones en alemn provenientes de la calle. Sabe? dijo Laura, haciendo acopio de valor. Si supiera algo ms sobre Gavin Graham podra tener ms xito. Eh? Qu ms hace falta saber? pregunt el general. Es un individuo temerario e insubordinado, que no acepta obedecer rdenes. Si esto fuera el ejrcito, le enseara una o dos cosas sobre comando. Qu tipo de trabajo hace? pregunt Laura. Trabajo? repiti Pryor, como si la palabra le resultara extraa. S que es diplomtico... El general emiti un bufido. Y que lo han enviado a todas partes del mundo. Pero Qu hace? Hace lo que le da la maldita gana fue la respuesta. Matthew lo reprendi su esposa. El general acept la crtica a su exabrupto con una mueca. Me resultara ms fcil hablar con l si tuviera alguna idea de lo que hace insisti Laura. Eso era muy cierto, se dijo, y no simple curiosidad. El general pareci malhumorado, pero aadi: Lo envan a parlamentar. Cuanto peores sean las personas, mejor. Enva a un arrogante a hablar con arrogantes. Hizo un gesto, como de concesin. Graham es capaz de sentarse en el suelo y comer ojos de cordero si es eso lo que hace falta hacer para llegar a un acuerdo. Ojos de cordero! exclam Catherine, asqueada. Arabes musit su marido. Laura hizo un gesto de asentimiento. Eso tena sentido; calzaba con todo lo que haba visto de Gavin. Vale mucho para eso reconoci Pryor de mala gana. Durante la guerra estuvo con Malcolm en Persia, dando caza a los agentes de Bonaparte. Hizo un trabajo excepcional. Y lo sabe! Pero el congreso no encaja en ese tipo de misiones coment Laura. Me extraa que est aqu. Ha venido para mortificarme estall el general. Entre l y las malditas cantantes, quizs estire la pata de una maldita vez. El coche se detuvo delante de una inmensa casa de piedra; un lacayo abri la portezuela. Lo ms probable es que me vaya temprano advirti el general a Catherine. Os dejar el coche. Gavin est metido en alguna intriga, pens Laura, mientras circulaban por los salones; todo estaba relacionado de algn modo: Sophie, el ataque, su

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presencia en Viena. Todo formaba parte de alguna misteriosa transaccin, del mundo oculto que estaba debajo del brillante barniz de los discursos y la diplomacia. La idea le produjo una emocin y una curiosidad ms intensas que las que haba sentido en toda su vida. Eso distaba muchsimo del tipo de vida que haba llevado, y era justamente lo que haba estado deseando cuando acept el riesgo de abandonarla. Ay Dios! susurr Catherine. Laura sigui la mirada de la esposa del general hacia un sof adosado en la pared de enfrente. Matthew se va a enfurecer aadi Catherine. Laura guard silencio. Su atencin estaba fija en la pareja que estaba sentada en el sof, al parecer ajenos a todo lo que los rodeaba. Era la primera vez que vea juntos a Gavin y Sophie. Observ que estaban muy cerca. Sophie tena una mano apoyada en el brazo de l, y le rozaba el hombro con sus cabellos; Gavin sonrea mientras ella lo miraba coqueta. Ella le dijo algo y l se ech a rer; entonces l le contest, y ella baj las pestaas y se movi voluptuosamente. Laura estaba segura de que haba presionado sus pechos contra l un instante. La mirada que le dirigi l fue detenida y apreciativa. Laura pens que era posiblemente Sophie le haba mentido al decirle que no estaba enamorada. De Gavin se saba que estaba encaprichado. Por eso estaba ella all, en ese saln de recepcin atestado de gente, sintiendo una extraa opresin en la garganta. Besara a Sophie como la haba besado a ella?, pens. Al instante se mof de su propia ingenuidad. A Sophie no la arrastrara a un jardn oscuro para maltratarla; eso haba sido una simple burla, con la intencin de derrotarla. Sin duda a ella la acariciaba con ternura; probablemente tendra consideracin... De repente cay en cuenta de que estaba a punto de llorar, interrumpi sus pensamientos, y totalmente sorprendida, se trag las lgrimas. Qu le pasaba? No le importaba en absoluto ese hombre ni lo que pudiera sentir. Estaba enfadada. El modo en que la haba tratado y tanta deferencia con esa mujer, se lo haca recordar. Voy a buscarlo anunci el general Pryor. Laura pestae. No se haba dado cuenta de la presencia del general, y comprendi que se haba perdido toda una conversacin entre l y Catherine. Has de llamar tanto la atencin? observ Catherine. No me importa que me vean. Le he dicho que no se relacione con esa mujer. Me dio su palabra! Pryor se alej. Laura lo vio acercarse a Gavin y esperar, con marcada educacin, a que se despidiera de Sophie. Era evidente que Gavin se resista a abandonar la conversacin. Sophie pareca indecisa entre sentirse divertida o molesta. El general regres a travs de la sala, seguido por Gavin. Los ojos de Sophie lo siguieron, y despus se posaron en su grupo; su mirada se detuvo en ella y se intensific. Sabindose reconocida, Laura se dio cuenta de repente de que haba cometido un error. Seoras salud Gavin con un