Aspectos de la Poesía de Eguren ...

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Aspectos de la Poesía de Eguren. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA (Do "Indagación cío la Intimidad") No cabe la exclusión en nuestra poesía última de un sentimiento romántico. El vive, alienta en su más encendido fervor. El romanticismo, que ya en Prada tenía caracteres tan propios, en la nueva sensibilidad peruana estará repre- sentado por Eguren y Valle jo, como en Chile por Pablo Ne- ru . E1 P hat °s del romántico aflora como ayer, pero al mis- mo tiempo se repliega, se concentra. La espontaneidad ro- mántica halla un paralelo en la espontaneidad surrealista. No es que ubiquemos en esta escuela a los poetas citados. La tomamos como una de las más representativas de las escue- las modernas. Sólo que la espontaneidad romántica arrastra, tras si, todo lo que es característico del movimiento román- tico: pasión por la libertad individual, culto por la natura- leza, egolatría; y, la espontaneidad del surrealista es la es- pontaneidad del subconsciente. El lenguaje simbólico del sub- consciente—dice Salvador Dalí—es el único lenguaje real- mente universal, ya que no depende de un estado especial de la cultura ni de la inteligencia, sino que reposa y es la consecuencia misma de las grandes corrientes vi-

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Aspectos de la Poesía

de Eguren. zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA

(Do " I n d a g a c i ó n cío la I n t i m i d a d " )

N o cabe la exclu sión en n u est r a poesía ú lt im a de un sen t im ien to r om án t ico. El vive, a lien ta en su m á s en cen d ido fe r vo r . El rom an t icism o, que ya en P r a d a t en ía ca r act er es t an p rop ios, en la n u eva sen sibilidad p er u a n a es t a r á r epre-sen tado por Egu r en y Va lle jo, com o en Ch ile por Pa b lo Ne-r u . E 1 P h a t ° s del r om án t ico a flo r a com o ayer , pero al m is-m o t iem po se rep liega, se con cen t r a . La espon tan eidad ro-m án t ica h a lla un paralelo en la espon tan eidad su r r ea lis t a . N o es que ubiquem os en esta escuela a los poetas citados. La t om am os com o un a de las m ás r ep r esen t a t ivas de las escue-las m od er n as. Sólo que la espon tan eidad r om án t ica a r r a s t r a , t r a s si, todo lo que es car acter íst ico del m ovim ien to rom án -t ico: pasión por la liber tad in d ividual, cu lto por la n a t u r a -leza, ego la t r ía ; y, la espon tan eidad del su r r ea lis t a es la es-pon tan eidad del subcon scien te. El len gu a je sim bólico del sub-con scien t e—d ice Sa lva d or Da lí—e s el ún ico len gu a je real-mente u n iver sa l, ya que no depende de un estado especial de la cu ltu ra ni de la in teligen cia, sino que reposa y es la con secuen cia m ism a de las gr an d es cor r ien tes vi-

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t a les : el in st in to sexual, el sen t im ien to de la m u er t e, la n oción m ism a del en igm a del espacio. E l Rom a n t icism o in su r gió con t r a la escuela clásica p r ecisam en te p or qu e ésta r ep r esen t a b a ese estado especial de la cu ltu r a . E l Rom a n t i-cism o, com o el Su r r ea lism o, r ep r esen ta , pues, a lt er ación vit a l.

I n ú t il es h a cer n ot a r sus d ifer en cias for m ales . La lit e-r a t u r a de p ost -gu er r a t iene un r itm o d in ám ico; p r ecísase él en la fo r m a con cisa , esquem át ica . P e r o en este esquem at is-m o, sobr e el cual la im agen se yer gu e t r iu n fa n t e , cabe dedi-qu e lo r om án t ico se lia filt r ad o cer ter am en te. Allí están en n u es t r o p a isa je poét ico, esos pu r os ver sos de Ca r los Oqu en -d o ; a llí, a pesar de su ir r ea lid a d :

" E n m i sueñ o pastaban elefan tes con ojos de flo r ",

exis t en ver sos com o el que ded ica a la m a d r e :

" T u n om br e vien e len to com o las m ú sicas h u m ild es".

ve r so qu e con st it u ye u n a de las m ás p u r as expresion es ro-m á n t ica s con tem por án eas.

. E n l a P ° s e í a d e J ° s é M a r ía E gu r e n con statam os, en p r im er lu ga r , su t r ascen den cia sim bolista , a la cual va un i-da , desde lu ego, lo que es propio de esta escuela : el sen t ido m u s ica l y el del color . E n p a r a lela im por tan cia , otorgán dole ca t egor ía ext r a or d in a r ia , se desen vuelve su en ton ación ro-t on ación r om án t ica . Asocia m os , pues, en una poesía dos es-cu e la s : Sim bolism o y Rom an t icism o. De esta fu s ión em a-n a el a r t e de E gu r e n .

M a r iá t e gu i ya n os h abía dicho que n acida m edio s R lo an tes, est a poesía h a b r ía sido fr an cam en te r om án t ica . Y n os r ecor d ó, t am bién , las pa labr as de Ma u r r a s al em p ar en t a r el

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— yo — zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA

Sim bolism o con el Rom an t icism o. E n este it in er a r io de la expresión r om án t ica en n u est r a poesía n o p od r íam os d e ja r de detenernos an te el p a isa je egu r en ian o. De él va n a br o-t a r las m ás pu r as voces de la in t im idad . A la búsqueda de una q u eja de am or p u r a , hem os est ado por n u est r o Rom an -t icism o t r ad icion al. Giga n t es olas im p r eca tor ia s , est r uen do-sos t ifon es ver ba les la m a yor ía de las veces sólo h em os h a-llado. La h allam os ah or a , en Egu r en . N o por cier to en an á -logo m a r que E gu r e n no es r etór ico n u n ca , per o sí en ese o t r o—q u e tam bién es p u r e za —: el de su fa n t a s ía y su deli-r io. Si su au tén t ico t em per am en to r om án t ico se p lasm a en expr esion es de ext r a or d in a r ia sen cillez, a jen o a todo m u n do de m ilagr er ía , a toda m editación , su fa n t a s ía y su delir io, desde lo a lto de quién sabe qué t or r e descien den al m u n do p lást ico en a las de la im agen . En t on ces P e r egr ín ca za d or de figu r a s está a legr e en su noche de fa len as y de llam as.

Ch ocan o ha aprehen d ido a la m on tañ a con la m á gica red de sus m et á for a s . El t ropo, h em os d icho, p len am en te h a eclosion ado con él en n u est r a poesía . Relacion án d olo con E gu r en podr íam os establecer un a ecuación obje-su b je t iva : la m et á for a es con respecto a Ch ocan o lo que la im agen es con respecto a Egu r en , aun que en el fon d o la d ifer en ciación de un o y ot ro elem ento de poesía sea de su m a su t ileza . P o-d r íasem e ob jet a r que Chocan o n un ca d eja de ser im a gin ífi-co ; que no h ay lím ite es t r icto—con ven cion a l o a r c i fin io — en los dom in ios de la m et á for a y de la im agen . S í ; pero la im agen de E gu r e n llega a ser opuesta. El m un do de la im a-gen en lo que es p u r eza in sospechada, m ágica color ación on í-r ica , per ten ece a Egu r en . Ser ía m an ido establecer un p a r a -lelo en t r e Ch ocan o y el poeta de "Sim bólicas", pero en un en sayo en el que in cid im os en aspectos de la m et á for a y d e

la im agen , no h u biér am os podido d e ja r de r elacion ar los.

Nu est r a va lor ación r om át ica de Egu r en se r efier e a lo que es con t raste, p r ecisam en te con n uest ro Rom an t icism o "clásico". Egu r en es r om át ico por su pred ilección evoca t iva .

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Lo s t ít u los m ism os de a lgu n os poem as lo d em u est r an : "An -t i c u a " "An t a ñ e r a " . Del Rom an t icism o con se r va —com o ob-s e r va b a J or ge Basad r e , la act itud est r em ecida an te la vid a . P e r o n o t ien e su ar r ebato. La qu eja egu r en ian a no es la que-ja de Vi g n y o de Mü sse t ; y al r elacion ar lo con los r om án t i-cos, sólo p od r íam os h acer lo con los fr an ceses. E gu r en h ace en n u es t r a r u t in a poét ica, el m ilagr o de su con fid en cia e m o t iva :

" Yo qu isier a dar vid a a esta canción

que t ien e tan to de t í".

o com o en "el Rom an ce la Noch e F lo r id a ":

" N o desp ier tes le jan a de m i vid a".

Es t e esteta de la palabra , este m ago de los h a llazgos ver -ba les n os h a d icho su t r isteza , ah ora , con las pa labras m ás sen cillas.

N o sucede sin em bar go lo m ism o en " L a m uer ta de M a r f i l " , que aun que pleno de em oción no h a podido Egu r en d e ja r de m ed it a r en su sign ificación

estét ica . Act it u d cons-

t a t a d a en los térm in os excesivam en te buscados, quizás, de

t r a m on t a n a , b r illad or a y nubil áu r ea .

P e r o n o pen sem os que este rom an t icism o suyo, t rascen -den te sí, llegue a n ublar al sim bolista. El exceso de sut ileza en la exp r esión , el am or por los asun tos extrañ os, el desdén por la an écd ot a social, el an t in aturalism o, el pa isa je arbi-t r a r io , todo lo que En r iq u e Diez Cañ edo señala com o los cá-n on es esen cia les del Sim bolism o, se cumplen plenam en te en E gu r e n . A la p a r ad ógica seren idad de la expresión rom án t i-ca que liem os su b r ayad o en él, sabemos que dom ina ese tem -blor por las cosas va ga s , in defin idas y m ister iosas. Ta l vez

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estu vo a ten to a los m at ices m elan cólicos de Ver la in e . Ta l vez, com o Ba sa d r e lo su gier e , su tem blor r om án t ico procede del rom an t icism o in glés. Del am er ican o, u n a sola in flu en cia en con t r am os d e fin id a : la de J osé Asu n ción Silva .

Egu r en , com o de Silva decía Un a m u n o, t ien e su in fan -cia a flor de a lm a . E l am or a la in fan cia y el am or a la m u er -te que se a b r a za r on en Silva , p r esen tes est án en la obr a de Egu r en . H a y en éste com o en aquél, la obsesión de u n a m u er t a y con el m ism o can d or y sen cillez de in fa n t es los dos la evocan . Sólo que Silva es ese n iño gr a n d e com o decía el m ism o Un a m u n o, "qu e se asom a al br oca l del et er n o m iste-r io, que dá en él u n a voz y se sobrecoge de sa gr a d o t er r or r e-ligioso al r ecib ir el eco de ella p r olon gad o al in fin it o y per -d ién dose en lon t an an za u lt r acósm icas en el silen cio de las ú lt im as es t r e lla s" y que Egu r en , n iño, h a lla el m ister io, con t er r or y a legr ía en la som br a y la luz de su p a isa je .

E l r om an t icism o egu r en ian o lo asociam os al de los poe-t as de la segu n d a fa se del Sim bolism o. N o a la que d io a Mo-reas, Maet er lin k o Va n La b e r gh e—a u n q u e con ellos no po-dem os d e ja r de r elacion ar lo por su en can tam ien to, su t ileza y va go t er r or , sino a la de Fr a n cis J am m es y Ch a r les Gue-r in , y lo r elacion am os porque en esta segu n d a fa se con En r i-que Diez Cañ ed o ad ver t im os "u n m ayor p r edom in io del sen-t im ien to de hum an idad , un tono ín t im o que sale de lo p ro-fu n d o de la con cien cia, no p a r a m or ir en ella, sino p a r a de-r r am ar se en lo cir cun stan te in m ed ia to".

H em os d ich o que E gu r en halla el m ister io con t er r or y a legr ía en la som br a y la luz de su p a isa je. ¿Cu á l es el pai-sa je de E gu r e n ? E s ese p a isa je abst r acto del que hem os h a-blado, in terp r etación ésta que coincide con la que Estuardo-Nú ñ ez nos expon e en su exégesis de E gu r e n : "E l poeta ha de elaborar un con cepto del m un do, ha de u n ifica r los d iver -

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sos elem en tos que le ofr ece el p a isa je , en su p ropósito de de-fin i r u n con cep to per son al y a r t ís t ico de las cosas. La s pa la -b r a s y los son idos, la s sen sacion es t r an spu est as, el sím bolo, le h a n de se r vir p a r a r ecr ea r un u n iver so m ágico, un a n a t u -r a leza s in t ét ica , un p a isa je in espacial, in tem poral. A tal ex-t r em o lleva r á la in t er p r etación a r t ís t ica que no ser á posible en poesía h a b la r de p a isa je en m odo absolu to. H a b r á un pa i-s a je p a r a ca d a cr ead or , un a ver sión par a cada esp ír itu ". E l p a isa je , pues, en este u n iver so m ágico eguren ian o estará re-p r esen t a d o su bst an t ivam en te por el bosque. E l bosque apa-r ece a t r a vés de tod a su poesía. Desde las p r im eras, h ast a "Ro n d in e lla s ". P o r esto E gu r en es un poeta indio, es un h er -m an o, en el t r a n scu r so de los siglos del dulce Ka lid asa . Cr ea su bosqu e y se p ierde con gozo y con espan to en él. E l m ar en E gu r e n es un m a r a la d istan cia , un m ar , las m ás de las veces t an in a lcan zab le com o la Car cason a de Lo r d Dun san y. P ocos , m u y pocos, com p ar a t ivam en te a esta presen cia fores-t a l, son los ver sos en los que alien ta la em oción m ar in a. El m ila gr oso p r eciosis t a que es Egu r en n o h allado en el m undo del m a r n á ca r es ver ba les que ofr ecer n os ; su m ás t rascenden -t a les poem as, en este aspecto, son p recisam en te aquellos des-p o ja d os de t od a ga la n u r a en la pa labra , ta les "E l Capitán D i fu n t o " y " La s N a ves de la N och e", poem a este omitido t an in ju s t a m en t e en la An t o logía que se editó hace pocos añ os. E n cam bio por el bosque ha pu lido los m ás extrañ os m a r fi le s de su léxico ; ababoles, coboklos.

P e r o n o es p a r a Egu r en el bosqu e,—com o lo es para la poesía in d ost an a —u n san tu ar io donde el iluminado se in-t e r n a gozoso p a r a liber ar su espír itu de los in term inables a va t a r es . E gu r e n no es un poeta místico. En él—com o de Gó n go r a y de Gar cila so a fir m a b a Azor ín —n u n ca aparece u n ver so de esta em oción . " La Ab a d ía " o "La Ca p illa " en "Co lon ia l" son expr esion es, en este orden , in trascenden tes.

E gu r e n est á en su bosque com o está en él el n iño eme lee 10

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cuen tos de hadas. Ale gr e a veces ; sigu ien do m ar iposas, esos "án geles m ín im os del vien t o" com o el poeta las llam a.

Su cur iosidad , su in fan t ilism o, su can dor , saben de las m ás recón ditas gr u t a s donde viven esa flo r a m in úscu la y esos insectos dorados que detestan a J uan Vola t ín . A los poe-mas, m uy pocos, donde el bosque no aparece, llega casi siem -pre este n iño por tan do en su cesto de im ágen es, sus elem en-tos para d ecor a r lo: las cin cin delas que cubren las ba r bas de sueño del m ágico ver d e de "La s Bod as Vien esa s", o esas "flor es azu les" que lleva en el m ism o poem a "la bá r ba r a y dulce pr in cesa de Vie n a ".

Es t a cu r iosidad , esta a legr ía se vu elve m elan cólica en los ver sos, ya citados, de "Ba la d a " :

"Lo s n iñ os anoche

hallaron a un án gel dorm ido en el bosque",

o en "Ron d in ella s" cuan do evoca : "E l árbol de caram elos que en la in fan cia buscábam os en los paseos de la t a r d e".

Melan colía que se t r an sfor m a en t er r or en el bosque de "E l Dios de la Cen t ella ":

"Lo s seres de los bosques se in corporan oh esp ír itu que sueñas, en tan to que las fr on d as cam bian obscuras señ as".

Y que es per sisten te en tonación t r ágica en "Lo s Reyes

R o jo s ":

"P o r ver de bosque y en los purpur in os cer ros vibr a su ceñ o".

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o com o cu a n d o en "E l Dolor de la N o ch e ":

" S e oyen voces dolien tes, le jan as , det r ás de los cer r os es el ca n t o del bosque perd ido con la ga m a a n t igu a de silvest r es n otas

o el gem ir del t u r b ión ign or ad o p or ve ga s y som br as".

M a r iá t e gu i decía de P r a d a que era el p red icador de u n a cr een cia ; de P r a d a "qu e predecía el t r am on to de tod as la s cr een cia s". Resp et aba en ese ateo su ascet ism o m oral. En t en d a m os t am bién la devoción de Egu r en por su bosque si n o com o u n m ist icism o t rascen den te, sí como un a ver d ad r e ligiosa . E n él está por la pu r eza de su espír itu , por au tén -t ico ca n d or an gélico, porque teme, com o los brah am an es, al es t r ép it o del m un do. Obedece al pensam ien to de Ta gor e de a r r od illa r se fr en t e a los gr an d es árboles porque ellos son or acion es . Sólo que su gen u flexión es n erviosa y rápida co-m o la del n iñ o. Le esperan tam bién en su bosque, flor ecidas de or o, t r éboles enanos, "luces de ensueño opalin as" y su a som b r o in fan t il an te ellos, será tam bién su oración .

Ta g o r e en un a con fer en cia p ron un ciada en la Un iver -s id ad de Gin eb r a sobre la s ign ificación que tiene el bosque en la li t e r a t u r a in d ia , h acía un d ist in go en tre la sensibilidad or ien t a l y la occiden tal en lo r ela t ivo a su percepción del pai-s a je de la flo r es t a y del m ar , r espect ivam en te. "En Europa —d e c í a —l a h is t or ia de los hom bres del nor te está estrecha-m en te u n id a al m ar . E l m ar no represen ta para ellos solamen-te u n m ed io ge o gr á fico : sim boliza cier tos ideales de vid a ". Si E gu r e n es poeta n órd ico, europeo por su percepción su-t il, por a lgu n os asu n tos tem át icos de su pr imera ob r a —p or e jem p lo "La s W a l k yr i a s " —, en lo que respecta a esta ob-sesión del bosque es un poeta h indú que no ha olvidado a sus e le fa n t es m ilen a r ios :

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"La m uer te del sauce vie jo

m ir aban los elefan tes

cer ca de los sauces b e r m ejos".

N o son m u ch os—h em os d ich o—su s poem as de em ocion

m ar in a . Cu an d o el m a r aparece, es un m a r qu in taesen ciado

en m elan colías. Nu n ca , com o Sa b a t Er ca s t y, p od r ía decir

an te é l: ¡a legr ía ! Sólo un a vez, an te el p a isa je m ar in o nos

d efr a u d a r á su rom an t icism o, sólo un a vez n os h a r á u n a con-

fiden cia lacr im osa y puer il, que se h er m an a a la de los bar -

dos ochocen t istas. E s cuan do en " La Ba r ca Lu m in osa " ex-

clam a ( ¡Egu r en , que n un ca ha e xcla m a d o !) :

" ¡O h tú m u jer d ivin a con el r ad ian te h ech izo

de luces pasion ales que te cir cu n d a y dor a ,

¿m e olvid a r ás? ¡Oh bella que el noble cielo h izo

p a r a ser la a legr ía del a lm a que te a d o r a "!

P e r o en cam bio en el "Lie d I I I " d ice:

"H o y la m íst ica blan cura ha m uer to con toda la t r is t eza del m a r ".

o :

"En la costa brava suena la campana

llamando a los antiguos bajeles sum ergidos".

En "E l Rom an ce de la Noch e F lor id a " el m a r adqu iere en el pathos r om án t ico de Egu r en la m ás p u r a y desolada t r is t eza :

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"¡ N iñ a de gen t iles ojos

d u er m es ! cu an d o se oye el Rom an ce de la noche flor id a .

Co m o el botón de enero en le t a r gía su eñ as!

d is t an t e tu a lm a r íe en la m ar in a obscura

del Sep ten t r ión fa laz.

N o tem es pán icos aza r es de la lu n a bor r ad a y la visión del m ar . Vi a j a d o r a del sueño s igu es la ba r ca r ola de un in fin ito sin am or .

Com o el p er fu m e, er r an te tu suavidad se a leja a la s est an cias hon das, sin fin de los preludios y es tu esper an za leve.

T e a p a r t a s de mi noche fen ecida en t u b a je l de sueño, com o a fu n est a s brum as

t ien de sus a las el alción feliz.

Lla m á r on t e las ilas en gañ osas las figu lin a s pálidas del m ar .

Sola en tu sueño, cuan do en ja r d ín amante la est ela r ia azu l te espera, n o sien tes el rom an ce de esta noche flor ida, n o desp ier tas,

le ja n a de m i vid a .

H e m o s t r an scr it o ín tegram en te este poema porque cr eem os que es el r epresen tat ivo de su n osta lgia in fin ita ,

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de aquello que nunca puede ser d esgar r o, sino callada deses-peración . "Viñ et a Ob scu r a " lo será, en cam bio de su t er ror , de su asom bro. Son estos dos in stan tes la t r an sposición m a-r ina de los de "La Mu er t a de M a r fi l" y "E l An d a r ín de la Noch e". '

E N R I Q U E P E Ñ A B AR R E N E CI I E A.