ASTROLOGÍA Y PSICONALISIS (2015)
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La ciencia del narcisismo:
¿Qué hace la astrología y hace cuanto que hace lo que hace?
Gael Policano Rossi (2015)
La astrología es la práctica científica más antigua de la humanidad. Su
tradición continúa en la civilización occidental con más de treinta siglos de
vigencia. Madre de todas las ciencias, parece haber engendrado el origen
del pensamiento científico. Éste ha heredado la persistencia que tuvo el
hombre antiguo para observar día tras día, año tras año, mes a mes las
lunaciones y posiciones del sol. Observación, medición y prueba son
indiscutiblemente métodos científicos. Así se origina la comprensión
astronómica de la relación Sol, luna y Tierra; pero con los cuerpos
celestes, no se puede experimentar como con los compuestos químicos.
La observación de los cuerpos celestes era un reflejo del universo
simbólico del planeta: como es arriba, es abajo.
¿Por qué el mito de los farsantes y taumaturgos convirtió al astrólogo en
charlatán? ¿Cuando nace ese mito y a qué poderes es funcional? Las
leyendas negras en torno al saber astrológico la desacreditan
rotundamente, cualquier hijo de vecino puede reírse de ella, y muchos
repiten que es una ‘pseudociencia’ pero, ¿con qué credenciales sostienen
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eso? Éstas y otras preguntas, responden a intereses particularmente
hegemónicos sembrados en el siglo XVII y su concepción de qué es y qué
no es ciencia. Lo importante, por aquellas épocas, era definir y determinar
quién era el dueño de la capacidad de predecir. Los vaticinios celestes
eran ‘creencias’, las predicciones meteorológicas, verdad científica. ¿Quién
se equivoca más seguido? ¿Un astrólogo o un meteorólogo?
El afán legislativo de la ciencia moderna y sus leyes “inmutables y
universales” consiste en la integración de las universidades europeas hacia
el siglo XVII. Ésta voluntad, principalmente política, forma parte de una
puja histórica en el marco de guerras y serios problemas territoriales y
religiosos. La metodología científica llegó a conclusiones muy generales y
muy optimistas que caerán hacia el siglo XIX: todos los paradigmas están
hechos para temblar. No hay motivo para desacreditar con cientificismo lo
que la astrología hizo con espiritualidad.
El astrónomo que se burla de la astrología comete un gravísimo error ¿Por
qué la hija se burla de su madre? Observación y medición es el método por
el cual se ha comprobado la tipología caracterológica de las
personalidades de acuerdo al mapa natal de un invididuo. O más atrevido
aún, se puede dar un paso al frente: la astrología descompone las
características físicas de un individuo contando con hora, lugar y fecha de
nacimiento del sujeto en cuestión. Su alcance o grado de exactitud es
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variable, pero sus reglas metodológicas de trabajo ya están presentes en el
tratado Tetrabiblos de Claudio Ptolomeo en el siglo I d.C. La academia
estaba en pañales cuando la astrología llegó a sus axiomas
fundamentales. Si fuera una competencia iríamos 1 a 0.
Johannes Kepler nació y vivió en la pobreza toda su vida. Antes de fundar
las leyes que llevan su nombre, sobrevivía en las calles de los pueblos
alemanes confeccionando horóscopos. Su labor científica y su aporte a la
revolución científica del siglo XVII, está esencialmente centrado en el
entendimiento del radio vector del planeta en torno a la elipse de las órbitas
del sol. La discusión era dónde estaba el centro y cómo la Tierra se
bañaba de la luz solar. Las leyes que llevan su nombre son un esencial
aporte para la astrología: no se trata si los planetas giran o no entorno a la
Tierra, o si el modelo geocéntrico con el que la astrología se fundó es o no
es válido. Los planetas no giran entorno a la Tierra. Los descubrimientos
posteriores de Copérnico sobre el heliocentrismo, no invierten el
entendimiento que la astrología tiene ancestralmente sobre las posiciones
celestes. El geocentrismo astrológico no se pone en duda como
paradigma: si el centro está en la Tierra o en el sol no modifica la
interpretación del astrólogo, el centro es el alma humana, y la Tierra, la
nave en la que ésta viaja. Un astrólogo como Kepler podía verificar
perfectamente esto en su saber: los modelos no se niegan entre sí. 2 a 0
contra aquellos que creen que los astrólogos no sabemos de astronomía.
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Una vez comenzada la revolución científica moderna, hacia el siglo XIX, la
centralización del saber científico y su capacidad de obtener leyes
universales dejó a la astrología sin fundamentos para defenderse dentro de
la academia. ¿Era la academia el lugar para la astrología? Nunca lo fue ¿o
sí? En el claustro medieval, el estudiante que aprendía trigonometría
mientras cursaba el Quadrivium, practicaba la matemática con el mapa del
cielo. En la perfección del círculo de 360 grados, el monje siempre
descubría allí a Dios. Este conocimiento era sencillo y frecuente entre los
alumnos, hasta que en el año 1666 fue prohibida su práctica de las
academias durante el integrismo científico.
¿No era científico el conocimiento de las efemérides astrológicas y la
confección de mapas natales durante quince siglos? El registro matemático
de la rotación de los planetas y el cálculo de sus posiciones, en el antiguo
Egipto por ejemplo, prevenía al sacerdote egipcio de sembrar la cosecha
con Venus en Cáncer, porque en seis meses la llegada de Venus a Virgo
indicaba inundaciones. Si el sacerdote astrólogo no preveía el movimiento
del lucero, la economía del imperio corría peligro. ¿No eran estas las leyes
que permitían prevenir y predecir los efectos concretos, sutiles, simbólicos
de los tránsitos celestes?
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En el siglo XVI, William Lilly sostenía que ningún médico podía ser buen
médico sin ser primero un buen astrólogo. Estamos frente a un problema
médicohigiénico muy complejo: la expectativa de vida eran los 36 años y,
en pleno Renacimiento, aún no contaban con tecnología médica para
lavarse las manos después una operación quirúrgica. Había dos métodos
de curación que tenían en su poder todos los doctores ingleses: purga o
desangrado. Si te dolía de la cintura para abajo, un fuerte laxante era la
solución; pero si te dolía de la cintura para arriba, media hora de
desangrado quitaba la sangre mala del cuerpo. O te curabas, o te morías.
Frente a este panorama médico, Lilly se ocupaba de la carta natal de su
paciente evitando la teoría de los humores humanos. En los tratados
medicinales ingleses del siglo XVII abundan las ‘carta decombitura’ (mapa
del recostado) compuestas por la carta natal del paciente y el mapa
astrológico del día que hacía su primera consulta. Si Saturno se
encontraba mal aspectado en Géminis era posible que la fiebre del
paciente se debiera a un problema pulmonar. Las cartas natales fueron los
primeros rayos X que se usaron en la historia de la ciencia médica.
Es impensable que en el siglo XXI la astrología pueda ufanarse la
respuesta médica: sería antiético y violatorio de todas las normas
medicinales actuales, del juramento hipocrático y el ministerio de Salud…
pero ¿por qué antes sí y ahora no? El establishment también se había
adueñado de la capacidad de curar. Su monopolio era total. Continúa
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todavía, por ejemplo el siglo XIX cuando descubre cómo sanar a través de
la palabra. Nace el psicoanálisis de la mano de Sigmund Freud y la
entrevista vuelve a ser espejo del hombre. Si la psicología, ciencia de la
psiqué (alma humana), sanaba a través de la palabra, ¿no es esto lo que
los astrólogos estuvieron haciendo por veintinueve siglos sin descanso?
Cuando un hombre sin destino consultaba un astrólogo, generalmente en
la calle, por no más de 20 minutos, conocía detalles de su destino, pero
principalmente de su presente.
“Este hombre tiene Marte en Aries, es impulsivo y no conoce límites. Lejos
del alcohol”, podía dictaminar el astrólogo, y en su mandato dejaba claro
que era voluntad del individuo hacer o no hacer lo que se le había
recomendado. Tal vez una recomendación así ofende el narcisismo del
paciente burgués, insulta su inteligencia y le permite o no renegar del
terapeuta; pero de algún modo la consulta psicológica media, es un fuerte
trabajo sobre ese mecanismo. Se habla, se escucha, el yo entra en una
especie de crisis y se ejercita el narcisismo. Ahora bien, sigue estando en
total responsabilidad individual quedarse cerca o lejos del alcohol. Si tenés
Marte en Aries, realmente no te lo recomiendo. El psicólogo, preservando
tu libertad, te termina por estandarizar.
Una diferencia esencial, y en clara oposición a la consulta psicoanalítica,
es el astrólogo el que habla y el paciente es el que escucha. ¿Cómo llega
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Carl Jung al conocimiento astrológico en pleno auge de la psicología? En
el siglo XX, no hay sujeto sin mecanismo de subjetivación psicoanalítico.
¿Qué significó la publicación de “El hombre y sus símbolos”? La academia
se había radicalizado tanto en el seno de su establishment que por irse
tanto al este terminaron en el oeste. Cuando expulsaron a la astrología por
la puerta, volvió a entrar por la ventana. ¿Jung entendió el alcance de este
conocimiento cuando quiso ocuparse de los arquetipos ancestrales? ¿No
estaba invirtiendo, desde el seno del establishment científico, la carga de la
prueba? Un alma frente a otra alma se exponen en una entrevista ¿No es
eso lo que viene ante el analista cuando se enfrente con un paciente, un
alma, ante todas las cosas? ¿No estamos en definitiva hablando de la más
útil de todas las ciencias? La ciencia del narcisismo, el curioso entramado
de nuestro dinámico destino.
Es que con la astrología se come, se cura y se educa. La ciencia del
narcisismo es compleja y jamás debe caer en el ocultismo. Si nunca
democratizamos éste conocimiento, quedará siempre relegada a los
círculos de iniciados, a los conocimientos cerrados del ‘esoterismo’ y los
oscuros brujos de palacio. Mientras la astrología mantenga su halo de
esoterismo será un ‘‘conocimiento de pocos’, y así, más lejos estaremos de
recibir lo que aporta. Pero si conociéramos, jamás caeremos en manos de
charlatanes. Al que sabe no hay quien lo engañe. Nuevamente los modelos
no se niegan entre sí. Los problemas psicológicos se resuelven en el diván,
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pero en la carta natal del atormentado, un astrólogo, sin necesidad de años
de sesiones semanales, llega a la misma conclusión que el académico
psicoanalista. Después de todo, los astros y los divanes inclinan pero no
obligan.
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Bibliografía.
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Bohn, H.G., (1874) An introduction to astrology, by Lilly, William,
16021681; Zadkiel, 17951874, Londres, 1825, disponible en
https://goo.gl/FPO1Yc (últ. consulta: sept, 2015).
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William, L., (1715) William Lilly's History of His Life and Times: From the
Year 1602 to 1681, Londres, disponible en https://goo.gl/wElqHa (últ.
consulta: sept, 2015).
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