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Formación Astrología Psicológica: “Entendiendo y Sanando el Mundo Emocional”


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Módulo III: Sol y Luna


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El Sol

Prácticamente todas las personas saben cuál es su signo astrológico; lo que la gran mayoría desconoce es que ese signo tiene relación con el Sol en su carta astral.

El Sol es un astro que indica hacia dónde va nuestra evolución en este planeta, de manera que podamos convertirnos en seres humanos individualizados, conectados con nuestra esencia, manifestando aquí y ahora lo que nuestro corazón nos pide.

En general, se piensa que el signo astrológico (es decir el signo del Sol) es algo que está completamente activo y presente en todos nosotros. La verdad es que esto no es así. El Sol representa un punto de evolución y desarrollo en nuestra carta astral, algo que tenemos que alcanzar. Por lo tanto, es erróneo pensar que las características asociadas con el signo solar van a estar totalmente presentes o desarrolladas en una persona.

Es por este motivo que mucha gente no se siente identificada con su Sol, pues su energía solar todavía no se ha manifestado en ellas. En este caso, la persona todavía no ha desarrollado su camino individual en la Tierra: quién es, cómo se define, qué quiere para su vida. Podría estar muy condicionada por sus necesidades de seguridad emocional (su Luna), por la necesidad de cumplir con las expectativas y demandas del sistema (Saturno) o por los profundos apegos anteriores que su alma trae (Plutón y el Nodo Sur).

Todo esto impide la expresión natural del ser, en el aquí y ahora. El Sol es un planeta extremadamente espontáneo, que pide una profunda libertad a la hora de expresarnos tal como somos. Está conectado con el cuarto chakra, relacionado con el corazón y con nuestra esencia interior. Si tenemos miedos, inseguridades y si actuamos muy condicionados (ya sea que nos demos cuenta o no), limitamos la expresión y la manifestación del ser que realmente somos.


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El Sol es la llama energética que alimenta a nuestro cuerpo físico, es el fuego del alma que nos mantiene vivos. Es la vida que se manifiesta a través de nosotros, dándonos un YO que siente, vive, respira.

Ese Yo, esa esencia que habita dentro de nosotros, quiere expresarse, ser vista, ser reconocida. Acá no hablamos de “ser visto” como una manera de compensar el ego; sino como una manifestación creativa que surge desde nuestro interior. Algo puro y natural.

Los niños pequeños nos muestran esta energía solar primordial, cuando se muestran, cuando juegan, cuando crean, cuando se manifiestan espontánea y creativamente. Son personitas que se expresan, que quieren ser vistas. Pero de a poco, con el paso de los años, los juicios, miedos e inseguridades, la necesidad de ser reconocido (como una forma de esconder los miedos) o de ser aceptado van ocultando la energía solar, haciendo que la luz de nuestro ser no sea realmente la luz auténtica y espontánea que surge desde nuestro interior. Aparece una luz, pero esta no es la real. De hecho, muchos ocultan su propia llama original, otros tratan de adornarla con compensar sus propias inseguridades. Todo esto provoca que la expresión de “quiénes somos” no sea la natural.

La infancia tuvo un papel fundamental en graduar cuánta luz propia vamos a mostrar para afuera. Quizás, nuestros padres nunca fueron capaces de ver realmente quiénes éramos y querían que fuéramos otros; o de pequeños aprendimos a modificar nuestra forma de actuar, de manera de poder ser vistos. El problema es que terminamos mostrando algo que se acerca más a las expectativas familiares que a la esencia que surge desde nuestro ser.

Porque el Sol es la luz que sacamos hacia fuera. Todos tenemos una luz que mostramos o si no, no estaríamos vivos. Sin embargo, muy pocas veces esa luz es auténtica y pura, pues la mayoría de las veces está teñida. Todo va a depender de cuán honestos y libres seamos para mostrarnos realmente como somos.

• El viaje del héroe que llevamos dentro

Se dice que el proceso de activación y conexión con la energía del Sol es parecido a la historia del “Viaje del Héroe”, el cual constituye la base de casi todos los mitos antiguos y modernos de nuestra civilización. En ellos, generalmente tenemos a un joven o una joven que vive en relativa comodidad hasta que ocurre un suceso devastador que lo afecta o lo saca de su espacio seguro y conocido.


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Es en ese momento, cuando un ser divino o un ser sabio, se le aparece a nuestro protagonista para guiarlo y decirle que tiene un destino especial, que no es cualquiera, que dentro de sí existe algo especial que tiene que descubrir. Para hacerlo, es necesario que salga de su refugio y comience un viaje que lo hará enfrentarse con diversos desafíos y, de manera particular, con algún tipo de enemigo malvado y muy peligroso.

Esto es una metáfora de nuestro desarrollo para convertirnos en individuos y descubrir nuestro propio camino. No es fácil hacerlo, primero tenemos que dejar nuestra comodidad, seguridad y estructuras conocidas. Generalmente eso lo hacemos cuando ocurre algo externo que nos empuja a vivirlo, es decir, la vida nos provoca algún “desastre” que nos obliga a comenzar nuestra aventura. En nuestro viaje de individualización vamos a tener que enfrentar, al igual que el héroe, diversos desafíos y dificultades. Así como también a nuestro mayor enemigo: los propios miedos; esos que nos impiden creer en nosotros mismos, que nos hacen dudar o que nos llevan a la soberbia. Sin embargo, algo dentro de nosotros nos impulsa, un llamado, una sensación de ser especiales nos hace reclamar nuestro derecho a vivir la vida que nuestro corazón pide. Y así comienza esta aventura, a pesar de todos los peligros que conlleva.

El que ya ha transitado el camino del héroe durante un tiempo, ya no es el mismo que salió del refugio. Entre más enfrentamos nuestros miedos e inseguridades, más dones y talentos descubrimos dentro de nosotros. Aprendemos que nuestros miedos nos van a acompañar a donde sea que vayamos, pero no por eso vamos a dejar de correr el riesgo de ser quienes somos y de vivir la vida que nuestro corazón nos pide. En la medida en que avanzamos por esta senda, comenzamos a mostrarnos tal cómo somos y a correr más riesgos. Estamos más conectados con nuestra esencia, con nuestro corazón. Aprendemos a escuchar el llamado interno y nos resulta difícil hacernos los locos o desentendidos. Nuestro Sol arde más fuerte, con una luz más auténtica. Las ganas de ser, de expresarse, de vivir y disfrutar se manifiestan con mayor fuerza. Hay más vida dentro de nosotros.

Es importante entender que este llamado habita dentro de todos, no es exclusivo para algunos. Todos tenemos un propósito especial, algo que mostrar y entregar a la vida. La diferencia está en que son pocos los que tienen el valor de seguir la voz del héroe interno.

Si no hemos comenzado nuestro propio camino individual, seguramente nos van a molestar las personas que han iniciado el suyo. Muchas veces la envidia afecta a las personas que no se atreven a conectarse con su Sol, de alguna forma, les molesta ver a personas que brillan o se expresan.


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Es importante aclarar que el Sol no es una meta fija a alcanzar. Si bien está conectado con nuestra esencia y con lo que dice nuestro corazón, también es cierto que el mensaje que nos trae ahora no será el mismo en 10 años más. Por ello, es fundamental saber que no es un objetivo o una manera de ser que debemos alcanzar: el Sol es un estado interno, un estado conectado con el aquí y ahora.

• El elemento del signo en el que se encuentra el Sol

El signo de nuestro Sol nos está mostrando la energía particular que el Yo viene a vivir y a manifestar en esta vida. No todos los soles son iguales, hay algunos más extrovertidos, otros más introvertidos; algunos más centrados en el mundo externo, otros en la familia; a otros les interesa más el mundo de las ideas, de la imaginación o de los misterios; en cambio otros pueden mostrar más afinidad con el mundo terrenal.

Si el Sol está en un signo de Agua, el Yo a desarrollar se conectará con las emociones, con la vulnerabilidad, con la sensibilidad creativa. Será un Yo que se manifieste cuando se vincula emocionalmente con otros y es capaz de expresar lo que siente.

Si el Sol está en un signo de Aire, el Yo a desarrollar estará conectado con el mundo de las ideas, la comunicación y la interacción social. Será un Yo que se manifieste mediante la palabra y las relaciones con los demás, así como también a través del intercambio de ideas y pensamientos.

Si el Sol está en un signo de Tierra, el Yo a desarrollar se conectará con el mundo material y concreto. Será un Yo que quiere manifestar su individualidad creando cosas, entendiendo cómo funciona su realidad y disfrutando del espacio creativo que la Tierra proporciona. Además de descubrir su capacidad de generar abundancia, estabilidad y de lograr objetivos concretos.

Finalmente, si el Sol está en un signo de Fuego, el Yo a desarrollar se conectará con las ganas de expresarse, de vivir con pasión y libertad. Será un Yo que buscará manifestar


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todo el tiempo lo que su corazón y su intensidad interna le pide; un Yo al que le gusta ganar, volar alto y que no quiere sentir límites para su expresión personal.

Entre más nos vamos conectando con nuestra energía solar, mediante el signo del Sol, más sentido de la individualidad vamos desarrollando. Este signo, a su vez, va a ir evolucionando, pues los signos no son elementos fijos, tienen desarrollo y crecimiento.


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La Luna

La Luna en nuestra carta astral representa la necesidad de sentirnos contenidos, protegidos y cuidados a nivel emocional y afectivo. Nuestra necesidad básica de seguridad, pertenencia y supervivencia. La Luna nos muestra cuál es nuestra energía madre, es decir, la energía más familiar para cada uno de nosotros y que más nos acomoda, pues representa un espacio seguro.

El signo de la Luna nos va a indicar cuáles son las cualidades afectivas que vamos a buscar dentro de nosotros mismos y en nuestro medioambiente emocional-familiar de manera de sentirnos seguros.

También nos indica la forma en la que tendemos a procesar las emociones desagradables y cómo lidiamos con las experiencias dolorosas. Cómo nos protegemos de la sensación de soledad y abandono que habita dentro de nosotros.

La Luna representa un punto de pasado del alma en la carta natal, indicando una energía que se trae y que es conocida previo a esta encarnación. En esta vida, y desde los primeros meses, se va a recurrir a las características específicas que nuestra Luna tiene. Nuestra forma particular de procesar las emociones y de buscar seguridad afectiva tiene que ver con algo que es conocido, seguro y que representa un apego para nuestra alma; por ello se despliega automáticamente, con su cualidad particular desde los primeros meses de vida.

En un adulto, la Luna representa la parte infantil que sigue habitando adentro. A esa parte vulnerable, frágil y sensible que necesita ser protegida, cuidada y contenida. Esta parte es conocida en términos modernos como el “niño interno”.

Y así como encarna a nuestra parte maternal, también es la energía de la que disponemos para cuidar y nutrir a otros.


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• La Luna y la infancia

La Luna tiene un papel fundamental durante los primeros años de nuestra vida, de hecho, es sin lugar a dudas el planeta que predominó dentro de nosotros durante la infancia. En este sentido, cumplió un rol de protección, brindándonos un marco de contención y seguridad. Especialmente con las emociones más desagradables que un niño puede experimentar: el sentirnos solos, no amados, no cuidados y abandonados. ¿Cómo nos ayudó a lidiar con esto?, pues se volvió de a poco en algo nuclear y fundamental durante la primera etapa del desarrollo en este mundo.

La Luna astrológica representa el mecanismo que nos permitió sobrevivir a estas emociones incómodas y dolorosas durante la niñez. Ella nos indicó qué cosas nos consolaban y nos hacían sentir protegidos cuando estábamos sintiendo ese dolor, lo que necesitábamos específicamente de mamá y del medio familiar.

También nos mostró qué comportamientos específicos teníamos que desarrollar de pequeños para sentirnos seguros y protegidos. De hecho, a cada niño le dio instrucciones diferentes: a algunos les dijo que hablaran mucho y que fueran muy sociables; a otros les pidió que se movieran, que hicieran muchas cosas o que se enojaran; a algunos les dijo que buscaran con mucha intensidad el apego a mamá y papá, tratando de estar lo más cerca posible de ellos y de la familia; a otros les dijo que tenían que ser niños buenos y obedientes. Mientras se hiciera lo que la Luna pedía, no habría ni dolor ni vacío ni soledad.

El niño aprendió a hacer lo que esta le pedía, pues mientras lo hiciese, las emociones duras de la vida dolían mucho menos, a lo que se sumaba a una sensación de amor y seguridad.

No somos conscientes del enorme peso psicológico que tiene la Luna dentro de los adultos. Pues sin darnos cuenta, seguimos recurriendo a las mismas formas de protección que usamos en el pasado y durante nuestra infancia. Para poder comprender realmente cómo funciona la Luna, su relación con el hecho de sentirnos protegidos de la soledad y de los condicionamientos cuando somos adultos, primero vamos a tener que hacer un viaje hacia el pasado de nuestra historia. Es necesario entender etapa por etapa los procesos que se fueron viviendo, el tipo de energías que se fueron activando dentro de nosotros y cómo fue este proceso de encarnar en la Tierra y comenzar a vivir en este mundo.


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• El útero y la totalidad

La primera parada del viaje al pasado es obviamente el lugar donde todo se inició: el útero de nuestra madre. Ese lugar representaba un hotel todo incluido para nosotros. Allí no teníamos que preocuparnos de nada, los nutrientes nos llegaban directo al torrente sanguíneo, ni siquiera había que digerirlos y procesarlos. Por lo tanto, no había dolores debidos a cólicos, ni incomodidades de otra índole. La temperatura era justo la que necesitábamos para sentirnos cómodos. Estábamos flotando en un espacio donde nuestras necesidades eran satisfechas al instante, sin necesidad de hacer un esfuerzo; donde nos sentíamos calentitos, cómodos y muy bien cuidados. Esto ocurre en la mayoría de los casos, aunque siempre hay excepciones, en particular, si nuestra madre tuvo un embarazo de riesgo, padeció alguna enfermedad o presentó complicaciones, en cuyo caso es posible que el útero no haya sido un paraíso total.

Se dice que el estado del feto en el útero es de “totalidad oceánica”. Es decir, el pequeño se siente completamente conectado y fundido con algo más grande. La sensación interna es la de ser uno con el todo: no existe separación. Es como una gota dentro del mar, esta no tiene conciencia de ser una partícula de agua, pues está completamente fundida con el resto; si le preguntáramos a la gota qué es, ella nos diría: “soy mar”. El feto no posee un sentido de individualidad, pues aún no ha desarrollado un Yo que estructure y separe (eso va a ocurrir meses después del nacimiento). Cuando hablo de un Yo, me refiero a una conciencia de ser alguien separado, capaz de experimentar el mundo desde el propio cuerpo, que ve las cosas externas como independiente de sí mismo.


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Si no se ha formado un Yo, entonces no hay sensación de separación, pues no se puede decir: “aquí estas tú y aquí estoy yo”. Y si no hay separación, lo que hay es unión. Es por eso que en ese estado, el feto no puede sentir de forma natural la sensación de soledad. Por el contrario, siente totalidad y conexión.

Ahí, mientras nos formábamos, la conciencia que se iba desarrollando estaba completamente conectada y fundida con la de nuestra madre y, a través de ella, con la totalidad. Permanecía en un estado de “nosotros”, donde el niño o niña y su madre eran como un solo ser. En el lenguaje astrológico se habla de un “estado neptuniano”, pues el planeta Neptuno representa esta unión con algo más grande, del que nos sentimos parte y con el que estamos completamente fundidos y conectados, perdiendo nuestro sentido de individualidad.

En este estado de unión y apertura total, el pequeño está completamente conectado con su madre, sintiendo dentro de sí todas las emociones que ella siente. No puede diferenciarse y distinguirse de ellas. Si mamá siente alegría, el niño es uno con esa alegría. Si mamá está enojada, el niño es uno con ese enojo. Si mamá está triste, el niño es uno con esa tristeza. No es una coincidencia que la mayoría de las hormonas que se activan en una mujer durante el embarazo, hagan que esta esté en un mayor estado de tranquilidad, paz y felicidad. Esto ocurre para poder dar al niño en desarrollo, un ambiente lo más cálido y amoroso posible durante su gestación, pues en este estado de unión con la madre, el feto queda a merced de todas las emociones que ella siente, ya sean amorosas o dolorosas.

Por lo tanto, el feto sí puede llegar a experimentar soledad, pero esta no es algo que se origina en él, sino que en la sensación de soledad que siente la madre. El pequeño no puede decir: “mamá tu soledad no es mía, hazte cargo de tu dolor y tus miedos que no me corresponden”. Es por eso, que la psicología moderna está dándose cuenta de los fuertes efectos que tienen las emociones vividas por la madre o aquellas que ocurren en el ambiente que rodea al feto durante el embarazo. Estas emociones quedan como cargas, guardadas en la memoria de sus células. Si durante el embarazo la mamá vivió una situación compleja, que activó emociones cargadas de miedo o de rabia, entonces el pequeño absorbió dentro de sí gran parte de esa carga y la hizo suya. Muchas de las emociones y miedos que experimentamos hoy en día provienen desde el útero materno. Es por eso que muchas veces no tienen ninguna explicación lógica, pues no están asociadas a recuerdos conscientes o a sucesos ocurridos durante la infancia, sino que permanecen guardadas en nuestra memoria celular, en un inconsciente muy profundo y se relacionan con emociones que se experimentaron en el ambiente intrauterino.


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En resumen, en este estado de totalidad que se vive dentro del útero, el bebé que se está formando no experimenta de forma natural la soledad; todo lo contrario, se siente conectado con algo mucho más grande y contenedor. Para la mayoría, la estadía dentro del útero fue una predominantemente segura, pues este era un lugar que de cierta forma era como el “paraíso”. Una especie de resort donde todas las necesidades físicas estaban satisfechas y el vacío de la separación no existía. Fue ese ambiente en el que nos formamos y es también el motivo por el cual añoramos tanto volver a sentir esa tremenda conexión, seguridad y amor; el recuerdo de ese estado habita dentro de nuestra memoria celular.

Para las personas que tengan mayores conocimientos astrológicos:

La astrología nos da pistas para saber qué emociones experimentó y que tipo de ambiente intrauterino vivió una persona como feto durante este periodo. Los principales indicadores que están presentes en la carta natal de una persona son:

• La Casa XII, el signo de la cúspide, el otro signo que está en la Casa, los planetas en la Casa XII.

• Los regentes de los signos que están en la XII, los aspectos que tienen estos regentes.

• Al hacer retroceder la Luna (progresa inversamente) hasta un rango de 9 grados desde su ubicación en el nacimiento. Los aspectos exactos que se formen con esta Luna progresada nos van a dar información de las vivencias del feto.


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• El parto y los primeros seis meses de vida

El siguiente paso en nuestro proceso de crecimiento y desarrollo tiene que ver con el parto. Este es un paso de iniciación, que es a la vez muerte y vida. Muere el estado permanente de conexión y totalidad, se acaba el sentimiento de estar completamente unido al “Todo” y comienza la vida como ser individual y separado de la madre. Esta es una experiencia bastante traumática para la mayoría de los bebés, pues durante el parto sienten fuertes y desconocidas emociones de miedo y dolor.

Para las personas que tengan mayores conocimientos astrológicos: La astrología nos da pistas para saber cómo se vivió el parto y lo que quedó almacenado en el inconsciente durante esta experiencia. Los principales indicadores que están presentes en la carta natal de una persona son:

• El Signo del AC.

• Los planetas en la Casa I, especialmente los que estén cerca del AC

• Planetas en el final de la Casa XII, que estén en conjunción con el AC, a menos de 7°.

• El planeta regente del AC y los aspectos que tiene.

• También Marte nos puede dar indicios de ese proceso.


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Esta separación física del “paraíso” del útero es el primer atentado en contra de la sensación de conexión y del “nosotros” que existe entre madre e hijo. El bebé es separado de ella. De hecho, la mayoría de los pequeños son alejados de su madre durante las primeras horas de vida. Imaginen lo doloroso que es para el niño, que no solo acaba de perder el espacio de contención en el que estaba, sino que ahora experimenta una separación física que no conoce y que lo fuerza a sentir la soledad.

Adaptarse a su nueva realidad va a ser algo extremadamente difícil para todos los bebés. Basta comparar las condiciones del útero versus las condiciones que experimentará durante sus primeras horas de vida y que continuarán en los siguientes seis meses. Ya no está en un lugar donde todas sus necesidades son satisfechas de forma automática. Experimenta frío y calor, si se orina siente cómo el líquido se enfría. Si tiene hambre, ahora tiene que esperar a que llegue la madre, además de tener que digerir la leche. Aparece una sensación nueva, el dolor físico de los cólicos. Esas sensaciones de hambre no satisfecha y de incomodidad física, son totalmente desconocidas. Antes eran satisfechas instantáneamente o ni siquiera existían. Cada instante que pasa, es una eternidad para el pequeño. Por lo que comienza a experimentar de forma espontánea dentro de sí emociones complejas, que antes solo sentía porque llegaban a través de su madre; emociones como la rabia, miedo, angustia, tristeza, entre otras.

De alguna forma comienza a establecerse la sensación de que por sí mismo no es capaz de solucionar o detener aquello que le duele o molesta. Está solo, sintiendo una gran angustia, impotencia y vulnerabilidad. Es como si esa sensación lo fuera a superar, a desbordar y a destruir, porque se siente tan pequeño, tan frágil... está solo y es incapaz de detener esto… y nadie viene a su rescate. Va surgiendo un miedo gigantesco a este estado, que es lo peor de lo peor. Estar solo se parece mucho a estar muriendo. Estar solo significa la pérdida de ese amor que todo lo da, que cuida y protege.

Es durante esta primera etapa de nuestra vida donde comienza a quedar plasmado en nuestra memoria inconsciente, el gran miedo a la soledad; la sensación de ausencia de amor que esta conlleva y, al mismo tiempo, la angustia de sentirnos devorados por este vacío.

Por suerte para el bebé ocurre un milagro. Algo va a surgir y lo va rescatar de ese estado de dolor, impotencia y separación. Este rescate original viene de parte de la Luna biológica, que es la mamá del niño que aparece para salvarlo de esa angustia. Es ella la que le entrega un bálsamo de amor y nutrición. Si surge cualquier dificultad, mamá se acerca y elimina el dolor. Si hay hambre, si hay gases, mamá lo toma y lo aleja de todo eso… en ese momento el niño siente una seguridad, un amor y cuidado infinitos. El bebé


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percibe lo que se llama amor de fusión, que es un amor que no puede dejar de asociar con su madre. Y que es parte de lo que estamos esperando obtener de nuestra pareja, alguien que nos salve de las dificultades y dolores del mundo.

Esta etapa es conocida como simbiótica. Si bien se experimentó una sensación de separación durante el parto y los primeros meses de vida, el bebé todavía no se ha diferenciado y separado del todo. Una parte de él sigue unida a su madre, creyendo que todavía es ella. Todavía no ha surgido un “Yo”, por lo tanto, para el bebé no existe de forma natural la sensación de individualización y separación. Básicamente el bebé vive en dos estados: uno que es el de impotencia y separación cuando sufre; y otro de “nosotros”, sintiéndose unido a algo más grande y experimentando amor. Este estado lo vive cuando está en contacto con mamá, con las otras personas que lo contienen (como papá) o cuando está tranquilo en su cuna, sin tener ninguna sensación de incomodidad.

Empieza a nacer el Yo y la Luna astrológica surge al rescate

Aproximadamente a partir de los seis meses de vida, el niño de a poco comienza a darse cuenta que él y la madre no son la misma cosa. El desarrollo neuronal y cognitivo del pequeño va aumentando, lo que va a implicar que el “Yo” está comenzando a despertar, un Yo que comienza a ver las cosas que están afuera como externas, separadas de sí. Durante un periodo que toma entre los seis meses y los dos años (dependiendo del bebé) se produce algo que los psicólogos llaman la separación psicológica.


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De cierta forma es un proceso análogo al parto físico. Esta “separación psicológica” corresponde a un parto psicológico, de conciencia y afectivo con respecto a la madre. Pero no solo se queda ahí, también es un parto con respecto al resto del mundo. Lo que surge de este nacimiento es un Yo que se ve a sí mismo como algo separado y desconectado del resto.

De a poco el bebé se va dando cuenta que él y su madre no son la misma cosa. Que son dos personas diferentes. Esto lo lleva a experimentar una sensación de profunda angustia, porque por primera vez se siente de forma natural solo y separado. La nutrición y conexión que daba el “nosotros” acaba de desaparecer. Nunca había experimentado el vacío de la soledad de forma tan real y permanente.

La diferencia entre nosotros adultos y ese pequeño que comienza a sentir naturalmente la sensación de soledad, es que para este infante esta es nueva y aterradora. No tiene cómo protegerse de ella de forma natural, ni cómo sostener esa vulnerabilidad. Ya no se trata de vivir en la totalidad y a veces experimentar la soledad, como ocurre en los primeros meses de vida. Ahora está en la soledad y quiere experimentar la contención para salir de este “lugar”.

Es ahí donde sucede el segundo milagro, uno que viene a rescatarnos de este vacío. Este milagro protector tendrá fuertes implicaciones en toda nuestra vida como individuos. Algo dentro de nosotros nos habla y nos dice lo siguiente: “Existe una forma de que salgas de esta terrible sensación de soledad. La forma es seguir estas instrucciones que te estoy dando. Haz todo esto y el vacío desaparecerá. No lo hagas y el vacío se experimentará”.

Surge algo dentro de nosotros, de forma natural e instintiva, que aparece dándonos cierto tipo de instrucción. Una que tiene la promesa de rescatarnos de ese espacio de dolor en el que nos hemos metido. Es la Luna astrológica la que se ha activado. Ella es la que se encargó de darnos las instrucciones que debemos seguir para no sentir esta tan dolorosa separación. Durante la infancia es la encargada de protegernos y cuidarnos, de decirnos cómo sobrevivir a este mundo.

En general, La Luna se asocia con la madre, pues ambas cumplen un rol similar: cuidar y contener al bebé y al niño en sus primeros años de vida. Están conectadas, porque la Luna le va a decir al niño qué es lo que debe buscar en su madre para no sentir la separación. La Luna contiene al niño, de la misma forma que la madre es capaz de hacerlo con un niño que llora o sufre.

Sin embargo, la Luna no necesariamente tiene que estar conectada a la madre biológica. Si un niño es criado y cuidado por sus abuelos, su padre o por otra persona; entonces


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van a ser estas personas quienes reflejan la Luna para el pequeño y con ellas este tratará de cumplir sus instrucciones lunares.

En la carta astral de nacimiento, la Luna nos va a indicar cómo se vivió ese proceso de contención afectivo. Cuáles eran los elementos que se buscaban en el ambiente y que entregaban contención. También va a dar información valiosa de cómo era la relación con la madre (o con el ambiente afectivo familiar) y qué tan fácil o difícil fue recibir contención afectiva de parte de ella o de este ambiente.

Cuando un niño hace lo que su Luna le pide, en ese momento desaparece su sensación de soledad y vacío, ahora se siente contenido, protegido, cuidado y conectado. Pero si no lo obtiene, la angustia y la incomodidad emocional surgen rápidamente. Por lo que el niño volverá a intentar obtener lo que la Luna pide, pues es la única forma que conoce para poder sentirse seguro.

Demos un ejemplo de cómo funciona esto:

Sofía es una niña cuya Luna le pide que permanezca en movimiento para no sentir el vacío. Por lo mismo, ella tenderá a moverse y salir a explorar, e incluso podría tender a ser impulsiva e hiperactiva.

La mayor parte del tiempo su madre no tiene problemas con esto, no le molesta que su hija se mueva tanto y le permite que salga a correr y ver que lo que hay a su alrededor. La niña se siente muy feliz cuando está en acción y no percibe esa sensación de soledad ni vacío.

Sin embargo, a veces la mamá y el papá de Sofía necesitan que se quede tranquila y ella no les hace caso. Este tipo de situaciones terminan generalmente con un reto para que la niña se quede quieta, cosa que ella hace cuando observa esta reacción en sus padres. Pero, ¿qué sentirá la pequeña Sofía en esos momentos? Probablemente experimente sentimientos de vacío, soledad y angustia, pues la instrucción lunar es imposible de cumplir. Y para dejar de sentirlos, necesitará volver a moverse. Es importante entender que su comportamiento no es algo que ella haga para desobedecer a sus padres, sino que es un mecanismo de contención emocional que está dado por lo que hemos llamado instrucciones lunares.

Cuando un niño siente que lo que pide su Luna es satisfecho, entonces se siente amado.


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La Luna y los cuatro elementos

Se pueden clasificar las instrucciones lunares en cuatro grupos básicos dependiendo del elemento del signo en el que cae la Luna: Aire, Tierra, Fuego y Agua. Estos son la base desde donde la astrología se construye, es decir, el pilar estructural que le permite ordenar el mundo.

Cada niño va a tener una instrucción básica específica dependiendo de cuál elemento astrológico está asociado a su Luna.

Cuando la Luna está en Géminis, Libra o Acuario, la instrucción principal va a ser de Aire.

Cuando la Luna está en Aries, Leo o Sagitario, la instrucción principal va a ser de Fuego.

Cuando la Luna está en Tauro, Virgo o Capricornio, la instrucción principal va a ser de Tierra.

Cuando la Luna está en Cáncer, Escorpio o Piscis, la instrucción principal va a ser de Agua.


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Los doce signos del zodíaco se agrupan en torno a los cuatro elementos. Veamos el significado de cada uno de los elementos:

Elemento Aire: el Aire tiene que ver con la mente, el pensamiento, la comunicación, las ideas, sociabilizar e interactuar con otros. El aire no quiere ser contenido y necesita libertad para su expresión. Nos entrega la capacidad de ser objetivos y desapegados frente a las situaciones y emociones que se están viviendo y sintiendo. Los signos de Aire son: Géminis, Libra y Acuario. Elemento Fuego: el Fuego presenta una analogía justamente con el fuego real. Es energía, calor, intensidad y pasión. Es esa llama que arde dentro de nosotros y nos invita a movernos, confiar y a lanzarnos a la vida. Está asociada a la acción, la fe y la potencia. El Fuego está conectado con el sentido de individualidad, con centrarse en uno mismo y hacer lo que queremos. Cuando se descontrola se convierte en enojo, rabia, frustración e impulsividad. Los signos de Fuego son: Aries, Leo y Sagitario. Elemento Tierra: la Tierra tiene que ver con la realidad concreta a nuestro alrededor, nuestro cuerpo y lo que podemos percibir con nuestros sentidos. Está asociado con la capacidad de conectarnos con nuestras necesidades físicas y con la forma de sobrevivir en este mundo. También se relaciona con el trabajo, la seguridad material, la estabilidad, los hábitos, las rutinas, el esfuerzo y con cumplir objetivos. Los signos de Tierra son: Tauro, Virgo y Capricornio. Elemento agua: el agua tiene que ver con las emociones y con el sentir, con la vulnerabilidad, así como con la empatía. De hecho, no es coincidencia que cuando lloramos por tristeza o por alegría, caigan lágrimas por nuestros ojos, es el agua manifestándose. También tiene que ver con el vincularnos con otros a nivel emocional y de intimidad; así como con la necesidad de satisfacer nuestras necesidades afectivo/emocionales. Los signos de agua son: Cáncer, Escorpio y Piscis.

Los doce signos del zodíaco se agrupan en torno a los cuatro elementos. Veamos el significado de cada uno de los elementos.


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A continuación, vamos a describir qué es lo que busca un pequeño, dependiendo de cuál es el elemento al que está asociada su Luna:

Instrucción de Aire

Para el niño, la protección emocional va a estar conectada con la mente y la comunicación. Sus principales motores de protección serán hablar, entender, ser curioso, buscar respuestas y relacionarse con otros. Son niños de mente rápida y que necesitan estímulos mentales. Generalmente preguntan bastante el porqué de las cosas, pues se sienten seguros cuando entienden. Les gusta entablar conversaciones con otros niños o adultos.

También les gusta que les den espacio y libertad para poder curiosear y sentir su movimiento. Se podría decir que su Luna está muy contenta en lugares con muchos estímulos visuales o auditivos.

Además de la contención emocional que provee la madre, el niño busca que ella le hable, le cuente historias, le estimule la mente, lo saque a conocer lugares nuevos y lo relacione con otras personas.

El vacío aparece si se aburren o si su mente no puede enfocarse en aquello que les llama la atención. Además, si no se les permite hablar y si se les pide quedarse callados. Cuando esto ocurre, los niños con una Luna en signos de Aire quieren salir a buscar nuevos estímulos, hablar, intercambiar información o ponerse a pensar en cosas que les llaman la atención. De esta manera su Luna se siente nutrida.

Trinidad es una niña despierta y curiosa. Su madre descubrió muy temprano el mágico efecto que tenía narrarle cuentos, observaba cómo la pequeña se quedaba quieta y escuchaba atenta las historias. Rápidamente la curiosidad de la niña comenzó a aparecer, preguntaba por qué la Caperucita tenía la capucha roja y no verde, o por qué eran siete enanitos y no diez. También su medioambiente era foco de su interés, miraba atenta todo lo que tenía a su alrededor. A sus padres les llamaba la atención lo sociable que era y cómo le gustaba estar rodeada de gente que hablara con ella. Ahora está en el primer


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año de la escuela y la suelen retar bastante porque no para de conversar con Matilde, su compañera de banco. Ella dice que no puede evitarlo, que se aburre en clases, especialmente cuando las profesoras hablan temas aburridos.

Instrucción de Fuego

La acción, el movimiento, hacer cosas nuevas de forma constante, la competencia y amor por la aventura son la base de su mecanismo de protección. Suelen ser bastante intensos y entusiastas. Muchas veces son considerados niños hiperactivos, ya que pueden aburrirse rápidamente.

A muchos les gusta que los tomen en cuenta, tienen talento natural de liderazgo.

Esta instrucción les pide que su voluntad se cumpla, de manera de que se haga lo que ellos desean. Como consecuencia, tienen baja tolerancia a la frustración tienden hacia las reacciones emocionales explosivas. Suelen discutir, pelear con los padres o sus hermanos1.

Además de la contención emocional que provee la madre el niño busca en ella libertad para moverse, dinamismo, juegos y reconocimiento.

El vacío aparece si no se les permite salir de aventura y experimentar la realidad por sí mismos, cuando no son tomados en cuenta, cuando se aburren y si no les permiten hacer lo que desean.

Benjamín es un niño hiperactivo, sus padres advirtieron que desde temprana edad no podía quedarse quieto. Cuando era bebé trataba de escapar su cuna, un poco más grande escapaba corriendo cada vez que tenía la oportunidad. También se enoja bastante cuando sus papás le dicen que “no” o no le permiten hacer lo que quiere. Le gusta molestar a su hermana menor, que comienza a temblar cada vez que Benjamín llega corriendo a su pieza.

1La excepción de esto es la Luna en Sagitario, que tiende más bien a ser no confrontacional.


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Instrucción de Tierra

La seguridad y la nutrición emocional van a estar asociadas con la seguridad material, el cuerpo y los objetos físicos. Estos niños buscan el contacto físico para sentirse contenidos. Les suele encantar que los acaricien. También la comida les da bastante seguridad emocional, muchos piden comer cuando hay algo en el ambiente que los altera.

Los objetos físicos también tienen una importancia particular para estos nativos. Se apegan bastante a sus juguetes y muchas veces no les gusta compartirlos. También suelen aferrarse a un objeto en particular, al punto que cuando no lo tienen se angustian. Una caricatura de esto vendría siendo el pequeño Linus de Snoopy, que siempre va apegado a su mantita.

Su instrucción les pide que vivan en un ambiente estable, por lo tanto, los cambios los afectarán de manera negativa. Necesitan rutinas para sentirse seguros.

Algunos de estos niños pueden ser más bien serios, responsables, muy críticos con ellos mismos, culposos y tímidos. Pueden llegar incluso a comportarse como adultos en miniatura. Esto se debe a que las instrucciones lunares de Tierra les suelen pedir logros terrenales, cumplir con las expectativas familiares y tener comportamientos maduros para sentirse contenido a nivel emocional. Como contraparte, esta instrucción les demanda ir desconectándose de las emociones, pues deben enfocarse en los resultados. Los sentimientos pueden actuar como distracciones en el cumplimiento de estos objetivos.

El vacío aparece ante la presencia de cambios, desorden y caos en el ambiente. También si no sienten contacto afectivo físico con sus padres; o bien cuando los retan o no se sienten “buenos”.


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Alejandro tiene cuatro años y medio y es un niño más bien tranquilo. Le gusta mucho que su madre lo acaricie y le prepare esas colaciones tan ricas. Él adora la comida, pero por sobre todas las cosas ama a su oso de peluche “Tedie”, el que nunca suelta y lleva para todos lados. Su madre se dio cuenta rápidamente que a su hijo no le gusta mucho salir de casa. De hecho cada vez que han ido de vacaciones ocurre lo mismo, los primeros días el pequeño Alejandro se queda jugando con Tedie cerca de ella, le cuesta tomar confianza y adaptarse al nuevo ambiente.

Instrucción de Agua

Para esta Luna, la protección está asociada con las emociones y la sensibilidad. La instrucción les pide sentir con fuerza sus emociones y también experimentar con intensidad lo que ocurre a su alrededor; al punto de percibir dentro de sí aquellas que afectan a los otros. Por esta razón, muchos de estos niños son más bien tímidos y reservados, de manera de protegerse pues se sienten vulnerables.

En este caso, la contención emocional y afectiva se vuelve la principal necesidad del niño. Su satisfacción está en el contacto emocional profundo con su madre y el ambiente afectivo más cercano. El pequeño necesita sentir que está en un espacio familiar protegido, cuya contención no debe faltar por ningún motivo.

Los pequeños suelen demandar bastante a la madre; no quieren estar lejos de ella y de su hogar. Son en este sentido muy apegados a sus padres y a su familia. También aprenden a manipular desde pequeños, a fin de no quedarse solos y estar cerca sus papás el mayor tiempo posible.

La instrucción les suele pedir que recurran a su imaginación y fantasía como medio para escapar de las fuertes emociones que sienten tanto dentro de sí, como a su alrededor.

El vacío aparece cuando se sienten solos y son sacados de sus ambientes afectivos contenedores y conocidos. También cuando sus padres no los toman en cuenta,


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protegiéndolos y cuidándolos de las potentes emociones que sienten. Son muy receptivos a cualquier cosa que ocurra en su familia.

Karina es una niña muy sensible, muchas cosas parecen afectarla. Quiere estar siempre cerca de su mamá y en ocasiones se pone a llorar cuando sus padres le piden que se acueste en su pieza sola, de hecho, una sonrisa enorme aparece en su rostro cuando estos le permiten dormir entremedio de ellos. Su primer día de jardín fue una experiencia horrible, no entendía cómo su mamá la dejaba sola en ese lugar con tanta gente desconocida. Por suerte apareció la profesora, de la cual la pequeña no se quiso despegar en todo el día.

La instrucción lunar como recuerdo de nutrición de un pasado

Es interesante preguntarnos de dónde surgen estas instrucciones lunares, qué hace que un niño tenga una determinada instrucción y no otra. Como ya hemos dicho, la Luna nos habla de cómo el niño experimentó a su madre, también nos da indicios acerca de aquellos aspectos de la realidad que nos brindan una sensación de calidez, contención y nutrición emocional. Estas necesidades surgen de un pasado que puede llegar incluso a vidas anteriores.

La astrología moderna contempla al ser humano como un alma en proceso de evolución. Su mirada reúne los conocimientos de la psicología, fundamentalmente, de las escuelas analítica (“Jungiana"), humanista y transpersonal con las enseñanzas espirituales de las religiones orientales.

Desde esta visión, todos los seres humanos nacemos a este mundo con temas que debemos resolver, temas que arrastramos y a los cuales estamos profundamente apegados, al punto que funcionan de manera automática, es decir, ni siquiera somos conscientes de ellos. No obstante, nuestra dependencia es tan fuerte que sentimos angustia cuando no podemos expresarlos o vivirlos a través del ambiente que nos rodea.

En un pasado del alma, la instrucción lunar fue un elemento fundamental de nuestra seguridad emocional al que nos quedamos apegamos, por ello en esta existencia necesitamos que siga haciéndose presente. De alguna forma aquello que tuve en el pasado lo quiero tener en el presente, pues representa aquello que conozco para sentirme seguro. No obstante, ello representa una traba para el proceso evolutivo presente, pues limitan nuestro rango de acción y no nos permiten salir de nuestra zona de confort.


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En la carta astral, existen diversos indicadores que nos hablan de aquellos temas que no se encuentran resueltos en nuestra alma y en los que seguimos atrapados. La instrucción lunas es uno de ellos.

• Medio ambiente familiar, la madre y la Luna

Los acontecimientos principales de los primeros años del niño responden a una estructura necesaria para poder satisfacer lo que la Luna del niño pide. La necesidad lunar específica va a ser congruente con los comportamientos maternos y las características familiares.

Nacemos en el momento, lugar y familia apropiados. El medio ambiente afectivo, que incluye todos los acontecimientos externos lo suficientemente intensos como para afectarnos emocionalmente, reproducen lo que la Luna pide para sentirnos seguros.

Nacemos en una familia que calza de forma perfecta con lo que nuestra alma necesita vivir a nivel emocional. De hecho, los temas emocionales que se arrastran están muy sintonizados con los temas que nuestra alma trae.

La madre, el tipo de hogar, lo afectivizado por la familia, todo esto posee una estructura coherente que refleja la Luna del niño. Es por eso que muchas veces, a partir de las características del signo de su Luna, se puede describir a la madre y su forma de actuar con el pequeño.

Hay excepciones donde el ambiente familiar no representa de forma natural lo que pide la Luna. En estos casos, son los mismos niños los que generan las condiciones que su Luna les pide, pues si no lo hicieran, estarían totalmente expuestos al vacío y a la sensación de angustia, al no cumplir lo que su instrucción lunar les pide.

Por ejemplo, si el niño tiene la Luna en Aries, su mecanismo le va a pedir que haya discusiones, peleas y que el Yo del niño se defienda. En la mayoría de los casos, los niños con Luna en Aries nacen en familias o con madres con tendencia a pelear y a discutir, entregándole justamente al niño lo que necesita. Pero supongamos que un niño con estas características nace en una familia donde la madre es pacífica y no peleadora. El niño entonces siente vacío, pues lo que su Luna pide no es satisfecho. Cuando esto pasa, entonces recurre a su instrucción lunar, es decir, el pequeño comienza a pelear, a desafiar y a discutirle todo a su madre y no la deja tranquila. Lo hace de forma tan insistente, que va logrando que de a poco la madre vaya perdiendo la paciencia y comience a discutirle


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de vuelta. Es decir, el niño va ir modificando el comportamiento familiar, de manera que calce con sus propias necesidades.

• La Luna en los adultos

Como hemos dicho, cuando éramos niños debíamos expresar aquello que nuestra instrucción lunas nos pedía, de lo contrario la angustia aparecía. El hecho de repetir constantemente este tipo de estímulos originó un mecanismo del cual nos fuimos volviendo dependientes a nivel emocional, y que identifica la satisfacción de la instrucción lunar con el amor.

El poder que ejerce la Luna en nuestra vida es tan grande que incluso nos podemos llegar a identificar con aquello que ella nos pide: “yo soy eso que pide mi Luna”. Y de hecho, cuando lleguemos a la adultez una parte de nosotros se definirá a partir de estas características lunares.

Por ejemplo, una instrucción lunar de fuego pide aventura. Cuando la persona era niña seguramente buscaba salir a recorrer, explorar, conocer lugares nuevos. Con el paso del tiempo, la aventura se convirtió en algo fundamental para ella. Es probable que se defina a sí misma como alguien aventurero, alguien que necesita estar moviéndose constantemente, sintiéndose libre para viajar y explorar. Esta persona no se da cuenta que esto lo hace pasara satisfacer esa demanda luna que es finalmente, una necesidad emocional infantil. No es capaz de percibir cómo esto la limita, porque podría existir otra parte de sí misma que desea establecerse y quedarse más tranquila, pero cuando esta otra necesidad se manifiesta, la parte lunar dice “ese no soy yo”. Esto nos muestra que la persona está atrapada en su Luna y lo seguirá estando en la medida que no se atreva a ver qué es aquello que la Luna protege.

• La Luna, el ansiolítico emocional

En un adulto, la instrucción lunar aprendida en la infancia es el mecanismo principal de defensa emocional que se dispara ante cualquier emoción desagradable que podamos sentir: miedo, dolor, inseguridad, incertidumbre, abandono o tristeza. Si nos pasa algo desagradable, inmediatamente se activa la instrucción lunar para de este estado, por ello dependemos de ella en el día a día.


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Esto se debe a que el miedo al vacío es la raíz básica de todas las emociones que nos causan malestar, incomodidad o dolor emocional. Si pudiésemos ir penetrando capa por capa desde la emoción dolorosa que estamos sintiendo (cualquiera que sea) hacia adentro, buscando cuál es el origen de todo, nos vamos a llevar una sorpresa: todo nace de la profunda sensación de soledad y ausencia de amor. Es por eso que cada vez que sentimos algo desagradable, nuestra Luna se activa para “salvarnos”.

Esto no es solo una visión teórica, sino que lo he podido comprobar diariamente en la práctica clínica.

Vamos a dar un ejemplo:

Aníbal tiene una instrucción lunar de fuego, la cual le prohíbe sentir emociones de vulnerabilidad y fragilidad. Cada vez que las siente, su Luna se activa transformándolas en rabia y en una tremenda necesidad de moverse.

Este hombre llegó a la consulta de un terapeuta buscando ayuda para poder manejar la potente rabia que sentía cada vez que discutía con su pareja. El profesional se dio cuenta de que importante ayudar a Aníbal a conectarse con sus emociones. Al comienzo le ayudó a descargar y a liberar ese tremendo enojo que tenía dentro de sí. Una vez que lo hizo, Aníbal se sintió más liviano.

Luego, el terapeuta le pidió que se sentara, cerrara los ojos, respirara y que se conectara con sus emociones; le sugirió que se abriera a su rabia, que la experimentara sin resistencia. Aníbal comenzó a hacer esto y se sorprendió cuando sentimientos de tristeza y vulnerabilidad empezaron a brotar desde dentro. El terapeuta lo contuvo y le pidió que explorara en esa emoción, en cómo se sentía a nivel físico. Aníbal refirió que está se sentía como una sensación de debilidad física, una falta de potencia que le incomodaba mucho pues lo hacía sentir frágil. El terapeuta entonces le solicitó que se volviera a conectar con su rabia para que observara la diferencia. Aníbal se dio cuenta de que la rabia le daba presencia, consistencia física y potencia, y que por lo tanto, era mucho más aceptable. Nunca se había dado cuenta de esto, pues su mecanismo lunar actuaba veloz protegiéndolo.

El terapeuta le volvió na pedir que se conectara con su tristeza y que se abriera a ella. Un mensaje claro surgió desde dentro de Aníbal, a la base de su emoción: “No importa lo que haga, no importa cuánto me esfuerce, mi pareja no me valora y solo me exige”. El terapeuta le preguntó entonces que cómo lo hacía sentir eso: “Inseguro y no querido, no soy lo suficientemente bueno para ella”, contestó.

Sorprendentemente, en ese momento un recuerdo infantil surgió dentro de Aníbal. Se acordó de cómo su madre lo criticaba y retaba cuando era pequeño. A esa temprana edad, cuando eso ocurría, experimentaba la sensación de que había algo malo en él y que no se le quería cuando eso “malo” aparecía. Esas mismas impresiones yacen en una capa emocional mucho más profunda de Aníbal y se plasman en la sensación de inseguridad que le genera no ser querible.


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“Cuando me sentía no querido, me daba una tristeza enorme pues me sentía solo y eso me dolía demasiado”, descubrió Aníbal dentro de sí. “En ese instante me daba mucha rabia y me enojaba mucho”.

Ese estado de soledad es muy desagradable. La Luna de Aníbal construyó todo un sistema de defensa para que no lo experimentara, porque cuando se sentía así de solo, se sentía también totalmente vulnerable, incapaz y temeroso de que algo lo fuera a destruir. En el centro del mundo emocional de Aníbal y como origen del problema se encontraba nuestro conocido miedo al vacío de la soledad y la sensación de impotencia total.

Orden de capas emocionales dentro de Aníbal.

Muchas de las emociones que sentimos representan capas externas que nos protegen de emociones más profundas y dolorosas.

Por ello, en un adulto, la Luna es un ansiolítico emocional, una suerte de anestesia que surge para protegernos de lo que realmente está ocurriendo en el fondo de nuestro corazón. Algunas veces utiliza emociones que sean más tolerables a nuestro psiquismo, la rabia de Aníbal que aparece cuando su pareja lo critica es en el fondo inseguridad y tristeza, pero antes de que estas emociones afloren a la conciencia, la Luna se activa de manera veloz y lo protege. Para esta Luna, la rabia es una emoción que conoce y que resulta mucho más segura y nutritiva.


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Muchos de ustedes podrían pensar, pero ¿cuál es el problema de tener un mecanismo de protección emocional que ayude a que no sintamos lo realmente desagradable? La respuesta es que este surgió para protegernos cuando éramos pequeños y no teníamos los recursos para poder sostener solos nuestro dolor. Pero como adultos sí tenemos las herramientas, solo que no queremos hacernos cargo. Este problema es uno de los mayores responsables del caos que tenemos como humanidad, pues somos niños pequeños, jugando a ser adultos. En el fondo, nuestras acciones surgen para protegernos del miedo de sentir ese vacío de la separación. Cada uno de nosotros se mueve por ese deseo y no mira al que tiene al lado. Y justamente como no lo vemos tenemos serios problemas para relacionarnos en pareja.

• Evolución del viaje astrológico: de la Luna al Sol

El apego a la Luna se vuelve el mayor problema que tiene un adulto para conectarse con su energía solar. El signo del Sol indica la identidad que el adulto viene a desarrollar a esta vida, con comportamientos y características específicas. El conflicto se produce cuando lo que nuestro Sol nos pide, se contradice o se enfrenta con lo que la Luna nos obliga a necesitar. En ese momento, es la Luna la que suele ganar esta batalla, pues dependemos demasiado de lo que ella nos pide.

Veamos un ejemplo:

Un adulto que tiene Luna en Cáncer y tiene Sol en Sagitario. Su instrucción lunar de Cáncer le pide familia, hogar, apego, contención y le impide alejarse de los que quiere. En cambio, su Sol en Sagitario le pide libertad, aventuras, explorar, salir de lo conocido y seguro. Cuando esta persona se conecta con su identidad sagitariana, entonces su Luna se angustia, pues tiene que dejar los espacios seguros, para abrirse a lo nuevo, haciendo que la persona no salga a explorar ni que suelte su refugio familiar. Esto hace que no se conecte con su energía solar y que “hipoteque” la búsqueda de su identidad personal como adulto, libre de apegos infantiles.

Podemos ver esto al revés. Un adulto que tiene Luna en Sagitario y tiene Sol en Cáncer. Su Luna le pide aventura, exploración y libertad. También le exige no vincularse emocionalmente con los demás, de manera de poder ser libre. Sin embargo, su Sol en Cáncer nos muestra que este viene a construir un sentido de identidad basado en las emociones y las relaciones profundas con los otros. Su Sol pide ser alguien que contiene y nutre a otros, capaz de formar familia, ya sea biológica o “familia” en sus grupos de


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trabajo y amistades. La identidad solar va a necesitar sentir mucho y conectarse emocionalmente con los otros. También le va a pedir que detenga el exceso de aventura y de desapego, pues si esta continúa, no podrá construir la conexión emocional con el otro. Lo que su Sol en Cáncer le pide, atenta por completo en contra de su Luna, por ello esta va a tender a dominar la situación personal y va a impedir que las características del signo Cáncer se manifiesten realmente con fuerza en la persona, pues sentirá angustia cada vez que se sienta amarrada a un lugar, o cuando no tenga espacio para moverse o cuando sienta demasiado las emociones del otro.

En la mayoría de las personas, la evolución individual radica en pasar de la energía lunar a la solar.

La Luna es una necesidad. Si no hago lo que me pide, siento angustia. En cambio, si no hago lo que me dice el Sol, me siento incompleto, pero no siento angustia emocional.

Muchas veces la Luna no quiere salir de su zona de seguridad emocional, por miedo a sentir el vacío emocional. Eso nos limita en nuestro desarrollo y evolución

• Instrucciones lunares dolorosas

Hasta ahora hemos hablado de cómo la Luna nos nutre y protege. Por eso, la mayoría de nosotros tenderemos a creer entonces que la Luna solo nos pide cosas lindas, amorosas y maravillosas. Esto ocurre con algunas personas que van a tener una instrucción lunar bastante agradable, pero no necesariamente pasa en todos los casos. Hay veces que la Luna nos va a pedir que busquemos y nos apeguemos a cosas, emociones y situaciones dolorosas.

Aunque parezca contradictorio, estas instrucciones de dolor son la forma que tiene ese


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niño de protegerse la sensación de soledad y vacío, que ya vimos que es lo peor que se puede llegar a experimentar. Como ya hemos dicho, la instrucción lunar refleja el pasado del alma y cuál es el historial que esta tiene con respecto a las emociones. En ciertas personas, el historial emocional que se trae a este mundo es uno bastante complejo.

Veamos un par de ejemplos:

Imaginemos un niño que tiene una instrucción lunar que le pide sostenerse solo (como es el caso de la Luna en Capricornio). Este niño necesita para sentirse seguro a nivel lunar que lo dejen solo, que no lo contengan para de esta forma poder hacerse cargo de sí mismo. El problema es que esto va a volverse algo doloroso para el pequeño, pues, aunque su instrucción lunar le pida eso, todos los niños cuando son pequeños necesitan sentir protección, contención de la madre y del medio afectivo. Esto va a terminar generando una herida, el niño terminará creyendo que su medio afectivo no le da amor, porque hay algo en él que no merece ser amado. El pequeño no es capaz de darse cuenta de que eso es justamente lo que necesita para no sentir el vacío. Tampoco se va a dar cuenta de cómo él mismo rechaza el amor y la contención de mamá, pues su Luna le dice “arréglatelas solito”.

Otro caso, es la instrucción lunar que pide drama e intensidad afectiva ahogante (como es el caso de la Luna en Escorpio). El niño necesita esto en su vínculo con su madre, uno absorbente que cause dolor., pero al igual que en el caso anterior esto genera una fuerte herida afectiva, pues el niño siente cómo las personas que lo quieren le causan daño o lo absorben en exceso. El alma del niño trae a nivel lunar la necesidad de ser amado de forma dolorosa. ÉL mismo busca ese apego ahogante, hace drama si la mamá no está totalmente encima o si lo dejan solo. Busca desesperadamente la misma intensidad que lo ahoga.

De adulto no nos damos cuenta de que estamos apegados a situaciones o a formas de vincularnos dolorosas, atrapados en los mecanismos de seguridad lunar aprendidos en la infancia y de los que nos hicimos dependientes. Generalmente culpamos a los demás de lo que nos ocurre o de cómo sufrimos en los vínculos y las relaciones. Como la Luna sigue mandando, seguimos repitiendo los mismos apegos infantiles dolorosos.

En los siguientes módulos de la formación se estudiarán las distintas instrucciones lunares dolorosas, entendiendo cuál es su origen, a qué están asociadas, los efectos que producen en la infancia y en los adultos; así como también la forma cómo pueden ser sanadas para que la persona pueda liberarse de ellas. Esto es clave a la hora de alcanzar un mayor estado de felicidad, calma y disminuir el autoboicot.


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Múltiples instrucciones lunares, múltiples apegos

Hasta ahora se ha hablado del signo de la Luna como la instrucción de seguridad emocional que aprendimos en la infancia, a la que nos apegamos y que nos condiciona de adultos. Sin embargo, es momento de agregar una información clave. No existe solo una instrucción lunar, sino que puede haber más de una, incluso múltiples instrucciones.

La explicación radica en los aspectos técnicos de la astrología: los planetas se relacionan entre ellos, todo está interconectado y cada pieza individual es a la vez parte de un sistema más grande. La Luna no opera sola; dependiendo de cada persona, va a ir teniendo diversas interacciones con otros astros. Cada relación que la Luna pueda tener con otro planeta, genera una instrucción lunar, es decir, otro apego.

Tal como hemos explicado antes, la carta astral de nacimiento se construye haciendo cálculos que dependen de la fecha, la hora y la ciudad de nacimiento. Por lo que cada carta es bastante particular y de cierta manera única, pues hasta cinco minutos de diferencia podrían cambiar su construcción. Para determinar cuántos planetas están asociados con la Luna se hacen cálculos matemáticos que indican un factor de interacción en relación con el ángulo que forman los dos planetas con respecto a la Tierra, estos en astrología se llaman aspectos. De esta manera se determina el número de instrucciones asociadas con la Luna. Esto se verá en detalle en el módulo IV, además se estudiará cómo saber cuántas instrucciones lunares se tienen.

A su vez, cada instrucción va a estar vinculada también con un elemento en particular. Pues la combinación de la Luna con cada planeta se conecta con un elemento en específico.

• Luna Sol – asociado al elemento Fuego. • Luna Mercurio – asociado principalmente con el elemento Aire2. • Luna Venus – asociado principalmente al elemento Tierra3. • Luna Marte – asociado con el elemento Fuego. • Luna Júpiter – asociado con el elemento Fuego. • Luna Saturno – asociado con el elemento Tierra. • Luna Urano – asociado con el elemento Aire. • Luna Neptuno – asociado con el elemento Agua. • Luna Plutón – asociado con el elemento Agua.

2Dependiendo de los signos de la Luna y Mercurio, esta combinación puede estar también conectada con el elemento Tierra. 3Dependiendo de los signos de la Luna y Venus, esta combinación puede estar también conectada con el elemento Aire.


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Entre más instrucciones lunares se tienen, más se depende de varios factores para sentirse seguro y contenido. Recuerden que las instrucciones lunares tienen que ser cumplidas, de alguna forma u otra, sin excepción.

El problema justamente recae en que entre más instrucciones tenga, más baja va a ser la probabilidad de que todas ellas se lleven bien, pues como hemos visto, cada elemento va a producir instrucciones distintas a las que piden los otros elementos. Muchas veces puede ocurrir que estas se van a contradecir y ahí es cuando va a surgir un problema. Las instrucciones lunares deben ser satisfechas si no quiero sentir la angustia de la soledad y el vacío. Por lo tanto, ¿cómo puedo hacer para cumplirlas todas? Si hago una de las instrucciones contrarias, estoy justamente dejando una que también tiene que ser satisfecha, por lo que siento el vacío.

Podemos dar un ejemplo de esto, hablando del pequeño Diego:

Este niño de tres años tiene dos instrucciones que se contradicen, una es de Fuego, la otra es de Agua. Una le pide moverse, salir de aventuras y explorar. La otra le pide quedarse en el hogar, cerca de su madre. Ella sin saber nada de astrología, se puede dar cuenta que hay una tensión dentro de su hijo. A veces es muy apegado a ella y no quiere soltarla, pero después de un rato comienza a alterarse y a moverse con intensidad. Esto va intensificándose hasta que el pequeño se aleja del alcance de la madre, yéndose a explorar un rato. Muchas veces el pequeño se distancia más de la cuenta, hasta que se encuentra solo, extraña la seguridad materna, se pone a llorar o simplemente vuelve alterado donde ella está. La madre se da cuenta de que es muy difícil que Diego realmente se quede contento, ya sea estando tranquilo con ella o cuando se pone hiperactivo y sale a recorrer.

Ahora podemos imaginar que tenemos una máquina del tiempo y que nos vamos a ir veinticinco años al futuro. Ahora Diego tiene veintiocho años y sigue experimentando lo mismo que su mamá podía ver cuando era pequeño y que en la actualidad afecta sus relaciones de pareja. Con su novia está viviendo un problema que complica sentirse a gusto en la relación.

Justamente ocurre que tiene una fuerte tendencia a apegarse mucho a ella y a pasar mucho tiempo juntos. Él no es consciente de esto, lo único que advierte es la incomodidad que siente después de un tiempo, la que lo hace sentirse ahogado en la relación. Sin darse cuenta, su trato hacia ella cambia, se siente molesto y se lo hace sentir a ella. Casi al mismo tiempo le dan unas ganas impulsivas de alejarse de su novia y de ir hacer las cosas que le gustan hacer separado; principalmente salir solo o irse de aventuras a algún cerro alrededor de la ciudad.

El problema surge justamente cuando está llevando a cabo estas actividades. Al principio todo va bien, pero después comienza a extrañarla y, por lo tanto, a sentirse solo. Esto hace que muchas veces no termine las aventuras que emprende o que las acelere (dejando de disfrutar), de manera de volver pronto a juntarse con ella.


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Al regresar vuelve a apegarse, pero después de un tiempo otra vez se siente ahogado. Dicha dinámica no permite que la relación se estabilice y que fluya de manera armónica. Además de confundir bastante a su novia, que lo acusa de ser un “bipolar” emocional.

Esto no solo le ocurre a Diego, sino que a todas las personas que tienen instrucciones contradictorias. Por un lado, una parte de ellas les pide algo, pero también existe otra parte les pide algo diferente. Un número considerable de las personas que tienen conflicto en sus relaciones suelen presentar esta situación. Los efectos y conflictos van a depender de la combinación de elementos en las distintas instrucciones.

Instrucciones lunares rechazadas y proyectadas en el otro

El hecho de que tengamos múltiples apegos emocionales no solo puede generar un fuerte conflicto interno, también puede provocar otro inconveniente: que una parte de nuestra personalidad tenderá a identificarse más con ciertas instrucciones lunares, dejando de lado aquellas que perciba como contrarias. Puede ocurrir que una o más instrucciones de seguridad emocional sean rechazadas dentro la misma persona. Para que eso llegue a ocurrir, estas instrucciones deben contradecir con mucha fuerza a las que le acomodan a la personalidad emocional. Este proceso de elegir unas en desmedro de otras muchas veces tiene que ver con que nos identificamos con una instrucción por sobre otras. Una se vuelve la más importante y es la que tiende a dominar. Esto puede llegar a ser tan así que la persona puede definirse de una forma completamente contraria a la instrucción, negando y evitando todos los comportamientos y apegos que esta exige.

Pero… ¿cómo es posible, si todas las instrucciones deben ser cumplidas?

Así es, todas las instrucciones deben ser vividas por la persona o si no, la sensación de vacío se haría presente con mucha fuerza. Pero, como acabamos de plantear, todas deben estar presentes en su mundo emocional, esto no significa necesariamente que la persona tenga que realizarlas por sí misma. Lo que suele ocurrir, es que van a llegar otras personas a su vida que se las van a entregar, es decir, van a ejecutar la instrucción por la persona, se va a atraer personas a la vida que a su vez estén muy identificadas con instrucciones similares a las que se están rechazando.

Esto no es algo que se haga de forma consciente, no es que la persona diga “esta instrucción lunar no me gusta, así que voy a buscar a una persona que la pueda actuar por mí”. El proceso es sin darnos cuenta, atraemos o nos sentimos atraídos por personas que están fuertemente marcadas por la instrucción que no queremos incorporar.


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Esto de buscar en el otro algo que no acepto dentro de mí o que no quiero vivir se llama en psicología proyección. Es un mecanismo de defensa en el cual atribuyo a otros características mías, tanto positivas como negativas, surge porque esas características se consideran inaceptables y producen angustia o ansiedad.

Acá se está viviendo justamente una proyección de la o las instrucciones negadas. La persona no las va a desarrollar por sí misma. La defensa emocional no las va a ver como propias, sino que las va a atribuir por completo a un objeto o persona externa.

Demos un ejemplo de cómo esto ocurre en un adulto:

Francisca tiene tres instrucciones de Tierra y solo una de Fuego. En su caso, la personalidad emocional se desarrolló de manera bastante apegada a la de Tierra. Es una mujer trabajadora y ordenada, cuando salió de la universidad su objetivo principal era comprarse un departamento propio. Trabajó mucho para lograrlo y ahora que lo tiene, se preocupa mucho de mantener su hogar lo más bello posible. No le gustan los cambios y prefiere vivir la rutina del día a día. Tampoco le gusta mucho alterarse y prefiere evitar el conflicto.

Podemos ver que su instrucción de Fuego está absolutamente negada dentro de ella. Esta le pide moverse, explorar, salir de la rutina y tomar decisiones más bien impulsivas, pero ella trata justamente de alejarse lo más posible de estas peticiones.

Sin embargo, como hemos dicho, cada instrucción lunar debe ser vivida y si la persona no la lleva a cabo, otro la hará por ella. Durante su infancia fue su hermana menor la que le “entregó” su instrucción de Fuego. Esta era desordenada, impulsiva y bastante peleadora, siempre estaba molestando a Francisca, desordenándole sus juguetes (que ella tanto se preocupaba de mantener ordenados), así como gritándole y diciéndole cosas molestas. Lo más insoportable era que cuando estaba jugando a las muñecas y tenía todo servido en la mesa para que Barbie y sus amigas disfrutasen, aparecía su hermana gritando que quería jugar y desarmaba todo lo que Francisca había organizado con tanto esfuerzo. Muchas veces tuvo conflictos con sus padres a causa de su hermanita.

Ahora Francisca tiene 29 años, adora a su hermana, pero trata de evitarla lo más posible, pues cada vez que ella aparece, los problemas y el desorden la acompañan. Pero sin darse cuenta, Francisca necesita en su vida esa energía disruptiva e impulsiva. La forma que ha tenido de lograr esto, es atrayendo hombres que se la entreguen. No sabe por qué se siente atraída por hombres más bien valientes e impulsivos, dejando de lado a aquellos más tranquilos y estables por considerarlos excesivamente aburridos. El problema es que después de un tiempo se siente sobrepasada por la “inmadurez” de estos, ya que al final le traen caos a su vida estable y ordenada que tanto se ha preocupado de construir.


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Los conflictos que generan las instrucciones lunares en los adultos

• Nos dejan atrapados en comportamientos infantiles, que limitan nuestro desarrollo como adulto y la búsqueda de la propia individualidad y sentido en esta vida.

• Si hay instrucciones lunares dolorosas, estas moldean nuestra realidad afectiva emocional, atrapándonos en comportamientos y vínculos dolorosos.

• Cuando no nos hacemos responsables de aquellas instrucciones lunares que no nos agradan conscientemente, las proyectamos en otros como la familia, parejas, hijos, amigos, etc., culpándolos de nuestros problemas.

• Si hay múltiples instrucciones, estas generan contradicciones internas y boicotean los vínculos, ya que tratamos inconscientemente de cumplir con diversos apegos a la vez.

¿Cómo liberarse de la instrucción lunar?

Primero hay que entender que la Luna no es mala ni es algo que hay que eliminar. Cuando éramos pequeños, ella nos salvó del dolor de encarnar y de la sensación de soledad que tuvimos en el comienzo de nuestra vida. El problema está en que de adultos seguimos recurriendo a mecanismos infantiles para protegernos. No nos hacemos cargo de nuestra propia nutrición afectiva.

Liberarse de la instrucción lunar, no tiene que ver con alejarnos completamente de lo que esta nos pide, sino que aprender a dosificarla y a tomar conciencia de cuándo usarla. La Luna representa dones que traemos y que fluyen de forma natural dentro de nosotros. El conflicto está porque la usamos desde la dependencia y la inconsciencia y no permitimos que los verdaderos dones lunares surjan.

Cada vez que un adulto se siente mal a nivel emocional o siente que algo lo afecta recurre entonces a su instrucción lunar. Es la forma que tiene de calmar a su “niño interno”, es decir, a su parte infantil que se siente vulnerable, frágil o que percibe que es incapaz de manejar las situaciones. Le pedimos a la Luna que haga el trabajo por nosotros.

El sanar la Luna implica aprender a amarnos. Esto tiene que ver con aprender a hacernos cargo de este pequeño, convertirnos en su padre o madre, sin embargo, nos cuesta mucho hacerlo porque es más fácil dar lo que la Luna pide. Todo esto es un mecanismo inconsciente. La mayoría de los adultos no tiene conciencia de ese niño pequeño, sin


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embargo, puede ver las pistas de su presencia en su propia sensación de vulnerabilidad, de miedo, soledad y en la profunda necesidad que tenemos que alguien nos ame y nos haga sentir cuidados; ya sea que lo expresemos o no. Al hacernos cargo del niño interior, nos liberamos de cumplir con sus requerimientos lunares y depender de otros para sentirnos seguros, pues aprendemos a sostenernos nosotros mismos.

La mayoría de los adultos no tiene conciencia de sus patrones de apego lunar, los ejecutan de forma automática e instintiva. Por lo tanto, el primer paso es entender muy bien cómo funcionan nuestras instrucciones lunares. Teniendo claro que el simple hecho de conocer, entender y “racionalizar” nuestra forma de actuar, no implica que se produzca un cambio.

El segundo paso es darnos cuenta cuando estamos actuando según nuestras instrucciones lunares; es decir, tomar conciencia, ser capaz de verlo. Ahí se nos abre la posibilidad de elegir si queremos seguir atrapados en la forma lunar o si preferimos actuar de forma diferente, haciendo algo distinto o cumpliendo con lo que la Luna pide, pero de forma más dosificada, sin abusar. Para lograrlo, tenemos que aprender a hacernos conscientes de lo que se estamos sintiendo. Dejar de actuar según lo que la Luna nos pide va a implicar que sintamos justamente estas emociones de vacío y de soledad que no queremos experimentar.

Es en ese momento que aparece el tercer paso, que implica conectarse con las emociones de angustia y vacío que está sintiendo el “niño interno” dentro de nosotros. Aprender a consolarnos y a escuchar las emociones, de manera de buscar y descubrir nuevas formas de contenernos que no tengan que ver con mecanismos aprendidos en la infancia.

La mayoría de las terapias lo que buscan es adaptar nuestras instrucciones lunares de manera de hacerlas más funcionales y menos complejas. El problema de esto, es que seguimos dependiendo de ellas, pero ahora están adornadas de una forma más agradable. La solución profunda a los apegos de la Luna está en aprender a sentir y a contener, de manera de dejar de recurrir a ellos. Es ahí cuando la capacidad de la Luna madura y aprendimos a nutrirnos como adultos.

Cada persona lo hará a su debido tiempo, entiendo que no hay una forma correcta de actuar. Pues no es fácil conectarse y aprender a sostener las emociones dolorosas dentro de nosotros. La clave está en tratarnos con amor y compasión, sin presionarnos o castigarnos por seguir cayendo en los comportamientos lunares.

Es justamente el sentido de esta formación: ir entendiendo cómo funciona cada instrucción lunar, cuál es el proceso de sanación que se necesita en cada caso específico


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y de esta manera ir aprendiendo a cómo sanar al “niño interno” que habita dentro de nosotros. Dedicaremos bastantes módulos para entender cómo funciona cada instrucción lunar en específico. Así como habrá un módulo final dedicado completamente a la sanación de la Luna y el mundo emocional, tanto en adultos como en niños, en los cuales se indicarán diversos métodos y terapias recomendables para cada caso.

Formas de procesar las emociones según el elemento de la Luna

El elemento del signo de la Luna nos va a mostrar cómo la persona va procesar sus emociones. Dependiendo del elemento del signo lunar es cómo vamos a aproximarnos a lo que estamos sintiendo y cómo esperamos que los demás nos entreguen el amor.

Como existen cuatro elementos, existen cuatro formas básicas de “sentir”:

Forma de procesar emociones de los signos lunares en Aire:

La clave para entender cómo los adultos con Luna en Aire procesan sus emociones, pasa por comprender que estas personas tienden a escaparse al “aire”, es decir, a la mente y al pensamiento cuando están sintiendo.


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Esto lo logran porque separan su centro mental de su centro emocional (todos los seres humanos tenemos ambos). En el caso de las Lunas en Aire y Agua, estos suelen estar desconectados y funcionando por separado.

El centro mental como su nombre lo indica está regido por la mente. Es un centro racional, desarrollado a nivel evolutivo del ser humano para encontrar respuesta a los problemas que enfrentamos. También está asociado con la comunicación y las ideas.

A su vez, el centro tiene que ver con sentir emociones y experimentarlas a nivel físico, porque las emociones se sienten físicamente: la pena, el dolor, la angustia, la rabia se sienten en el cuerpo, cada una de una forma particular.

En un adulto con instrucción lunar Aire, el mecanismo de protección emocional radica en tratar de no experimentar físicamente (es decir “sentir”) las emociones que lo están afectando, sino más bien con refugiarse en la mente y en el pensamiento. De esta forma, trata de racionalizar, de ser lógico, objetivo, de entender y buscar una respuesta para solucionar aquello que lo está afectando. Querrá no sentir sus emociones, desconectándose y desapegándose de estas. El sentir le produce angustia, pues contradice su instrucción lunar, que le pide no sentir. Quiere entender y no sentir. Por lo tanto, tiene una baja tolerancia a las emociones, de hecho hay temor al mundo emocional y a las sensaciones físicas que este produce.


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Debido a este motivo, las personas con Luna en Aire suelen comportarse de forma más desapegada y fría. No es que estas personas no sientan, todo lo contrario, son muy sensibles, sin embargo, no pueden tolerarlas e inconscientemente actúan desconectándose. Es como cuando en una casa salta un fusible con una subida de tensión eléctrica. Acá pasa lo mismo, cuando experimentan algo que los afecta, salta un fusible que los hacer salir de aquello que están sintiendo, refugiándose en el plano mental.

El problema está en que las emociones no son racionales y por más que traten de racionalizar una situación y buscarle una respuesta, el dolor no se acaba.

Un ejemplo podría ser cuando una persona con instrucción de Aire se enfrenta al dolor del término de una relación. Por más que trate de racionalizar lo que ocurre y de buscar una explicación, el dolor no va a disminuir. Como el dolor no pasa, su mecanismo le sigue pidiendo que busque una respuesta, lo que estresa aún más a su mente.

Cuando no logran encontrar una solución a aquello que los afecta, su sistema nervioso comienza a verse afectado, debido al exceso de carga que está teniendo y al exceso de pensamiento que experimentan.

La mayoría de las personas con esta instrucción suelen tener tendencia a hablar de lo que les ocurre, tratando de expresar lo que creen que sienten. Si uno los escucha, se dará cuenta de que hablan de la situación, pero no expresan de forma concreta las emociones que los afectan. Además que van a intentar hallar una solución al asunto.

Esto va a hacer que pierdan empatía con el que tienen al lado, pues justamente lo que no quieren es quedarse pegados en lo que están sintiendo. Muchas veces el otro simplemente quiere que lo entiendan y le den contención, no que le expliquen por qué sienten lo que sienten o lo que se puede hacer para arreglar la situación.

Las personas con una Luna en Aire fueron desarrollando desde que eran niños esta forma de procesar las emociones. Es por eso que muchas veces no saben qué sienten, qué quieren y qué es lo mejor para ellos a nivel emocional. Cuando tienen que tomar decisiones para situaciones que tiene una base emocional, entran en la duda. Esta duda surge en el temor a las emociones dolorosas, porque quieren tomar decisiones que les eviten pasar por ellas.

- ¿Me cambio o no me cambio de trabajo? - ¿Sigo o no sigo en esta relación? - ¿Qué es lo que quiero para mi vida?


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El amor para las Lunas en Aire

Para un adulto con la Luna asociada al Aire, el amor está conectado con la comunicación y la estimulación intelectual. La mente, las ideas y la imaginación son sumamente importantes, por ello es relevante si se cae en conversaciones poco realistas o fantasiosas.

El sentirse amado va de la mano del hecho de poder expresarme con el otro, de dialogar, de tener ideas en común o visiones. Si con el otro se puede conectar mediante la comunicación, entonces esto va a ser visto como una señal de amor.

La rutina no le va a gustar a la persona con la Luna en Aire, pues para ella las relaciones implican mantener la menta activa y abierta a nuevas experiencias. Tampoco el exceso de sentimentalismo, emocionalidad e intimidad, pues acá se prefiere mirar las emociones desde “afuera”, tratando de entender y razonar lo que pasa, más que sentir lo que pasa.

El amor acá va asociado a una mayor libertad en el vínculo, por lo que el exceso de apego y la dependencia afectiva no van a ser agradable4. El aire necesita espacio para poder ver las cosas de forma clara, pero si siente que la pareja está encima, se siente ahogado y por lo tanto no amado.

“Si me amas dame espacio y no me aprisiones. Comuniquemos, entendámonos, dejemos volar nuestra mente y nuestra imaginación en una dispersión creativa”.

Resumen Luna en Aire:

• Se refugia en la mente. • Posee baja tolerancia a las emociones, de hecho, tiene temor al mundo

emocional. • Se desconecta y trata de resolver los temas emocionales pensando en qué es

lo mejor. • Siente seguridad en mundo ideas, los conocimientos, en el pensamiento

abstracto y en expresar lo que “cree” que siente. • Esto los lleva a muchas veces a dudar y a no saber lo que quieren. • Suelen tener tendencia a ser extrovertidos y a sentirse cómodos con los

cambios.

4 La excepción a esto, puede ser dada si la Luna está en el signo de Libra. Pues esta luna tiende a querer

estar con otro, evitando la libertad.


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Forma de procesar emociones de los signos lunares en Agua:

Acá la forma de procesar las emociones es absolutamente contraria a la del Aire. La seguridad está en quedarse atrapados y enfocados en el centro emocional, es decir, en la sensación física que la emoción produce. Se genera una desconexión con el centro mental, el cual no se conecta mientras la instrucción lunar esté activa.

Esto significa, que el mecanismo no quiere pasar al plano mental, es decir, a pensar, racionalizar o a explicarse lo que se está sintiendo. Simplemente se queda en la emoción, aunque los ahogue, pues no hay cómo separarse de esta.

Cada vez que algo les afecta, lo primero que van a hacer estas personas es apagar el centro mental para así quedarse atrapado en el mundo “acuático” emocional.

Esta instrucción lunar ve a la objetividad como una amenaza. Pide quedarse en la emoción sentida, da lo mismo si es desagradable. Conversar, racionalizar y explicarse que está pasando está negado; de hecho, produce angustia, pues contradice a la Luna. Esto hace que estas personas se queden atrapadas en sus emociones. Simplemente “sienten mucho”.


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Este no poder entenderse, no observarse, hace que muchas veces no tengan idea por qué están sintiendo lo que sienten.

- Tengo rabia. - ¿Por qué?, ¿qué te pasó? - No lo sé, he andado así toda la mañana. Solo sé que ando idiota y prefiero no

hablar de eso.

Hablar y comunicar es algo difícil de hacer. Partamos de la base que si no se quiere pasar al plano mental a analizar lo que pasa, entonces va a ser muy difícil poder comunicar qué y por qué le está ocurriendo lo que le está ocurriendo. Solo se puede decir la emoción… si es que se dice. Las Lunas en Agua tienden a ser muy introvertidas y muchas veces se guardan dentro de sí lo que les ocurre.

Esperan muchas veces que el otro empatice y sepa lo que les pasa sin necesidad de explicaciones o palabras, que el otro se pueda conectar con lo que sienten. Además de que le entregue contención afectiva, sin usar palabras, de manera de sentirse protegidos y seguros. No les gusta que se trate de hablar de los temas, entenderlos y buscarles soluciones. Sentir tanto, sin poder poner límites, los hace experimentar una tremenda vulnerabilidad. Por lo que su Luna lo único que quiere es alguien que las contenga.

El amor para las Lunas en Agua

Para un adulto con Luna asociada al Agua, el amor se relaciona con la conexión emocional profunda. Una conexión que no tiene que ver con las palabras, sino con un sentir que el otro comprende lo que siento, que empatiza conmigo y que debido a eso, entrega una seguridad emocional y contención. Entender las necesidades del otro y que el otro comprenda las mías se vuelve fundamental.

Generalmente el hogar, los espacios de conexión emocional, la intimidad son sumamente valorados. La familia es muy importante.

También es más importante la seguridad emocional que la propia individualidad y objetividad. Por esto mismo suelen ser más dependientes y apegados del otro; muchas veces incluso a viviendo a través de su pareja.

La intensidad emocional y la fusión con el otro es algo que buscan sin darse cuenta.

“Si me amas, sientes lo que yo siento, incluso antes de que yo lo sienta. Fundámonos y conectémonos hasta que no sepa dónde termino yo y partes tú”.


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Resumen Luna en Agua:

• Se refugian en las emociones. • Son muy sensibles, intuitivos y se ven afectados mucho por los otros. • Protegen su mundo emocional, les cuesta expresar lo que sienten, suelen

tener un carácter introvertido. • Sienten temor a racionalizar las emociones. No saben lo que sienten, pero sí

saben que sienten mucho. • Buscan la sensación de protección y seguridad. • Suelen rechazar el cambio.

Forma de procesar emociones de los signos lunares en Fuego:

Las Lunas en este elemento funcionan de manera diferente a los dos anteriores. Su forma de procesarlas tiene que ver con “transformar” las emociones que sienten o que les afectan, en emociones que les den una sensación de energía y potencia; además de llevar la emoción dolorosa a energía física.


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Las Luna en Fuego tiene completamente prohibidas las emociones que den sensación de vulnerabilidad y fragilidad. Emociones que físicamente hacen sentir débiles y con menos potencia. El Fuego es un elemento de acción y dinamismo, es energía. Las emociones de vulnerabilidad de alguna manera “apagan” el fuego interno dentro de la persona, haciendo que la confianza disminuya, la inseguridad se active y que la persona se paralice. La instrucción Fuego no puede soportar eso, por lo que las transmuta en emociones que empoderen. La rabia es una emoción que empodera mucho. Da una fuerte presencia física. Es desagradable, pero un millón de veces más cómoda para los Fuego que, por ejemplo, el abandono o la tristeza. Además de esto, la Luna en Fuego hace que estas emociones frágiles se transformen en mucha energía física. La persona se acelera cuando está triste, quiere moverse, actuar; le cuesta mucho quedarse quieta. Por eso detenerse y sentir lo que les afecta les cuesta mucho. La combinación de rabia y el exceso de energía física produce reacciones emocionales impulsivas y apasionadas en los Fuego. Por su falta de control y tacto pueden afectar a los más sensibles. El Fuego es un elemento muy centrado en sí mismo, por lo que estas Lunas no se dan cuenta de cómo sus acciones afectan al resto. Para la Luna en Fuego, la explosión emocional es ansiolítica, suelen desbordarse, pero después de un rato se calman, pues mediante esa acción apasionada, descargaron la emoción que les afectaba.

La Luna en Sagitario es una excepción. Tiende a no explotar de rabia, sino a aguantarse las emociones que generen conflicto externo. Lo que provoca que su nivel de hiperactividad y energía aumente mucho. Además, que genera una gran ansiedad, que tratan de “apagar” moviéndose, fumando, saliendo de fiesta, etc.

El amor para las Lunas en Fuego

Para un adulto con Luna asociada al Fuego, el amor va a tener relación con la energía y el movimiento. Hacer cosas juntos, moverse, competir y ser optimista; lo importante es no quedarse quieto y muchas veces salir a la aventura. También es importante tener una relación intensa, apasionada y sexual. Por lo tanto la rutina y la falta de pasión se alejan del ideal de amor de la instrucción fuego.


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También van a querer espacio para poder tener descargas emocionales, por lo que ciertas discusiones o confrontaciones son necesarias, pues de pequeño relacionaron amor con discutir y con tratar de hacer valer su punto.

Va a ser importante que haya espacio para desarrollar la individualidad en la relación. El exceso de apego que quite libertad no les va a gustar. Tampoco el exceso de sensibilidad y la emocionalidad “ahogante”.

“Si me amas, juega, ríete, se positivo, estimúlame y yo lo haré también. No seamos negativos, no pensemos en restricciones. Fluyamos para adelante, valientes y confiados, salgamos a hacer cosas juntos, pero respetemos cuando cada uno quiere tener su espacio de libertad”.

Resumen Luna en Fuego

• Se refugian en la acción, el impulso, el movimiento y en tener la iniciativa. • Su carácter es más bien extrovertido. • Las emociones les estorban porque les impiden ser activos. • Por eso detenerse y sentir lo que les afecta les cuesta mucho. • Pero al mismo tiempo pueden tener reacciones impulsivas y apasionadas. Por

su falta de control y tacto pueden afectar a los más sensibles. • Se sienten cómodos con los cambio.

Forma de procesar emociones de los signos lunares en Tierra:

Estas Lunas funcionan de forma completamente diferente. El mecanismo básicamente les prohíbe sentir emociones desagradables, les prohíbe pensar en ellas, les prohíbe expresar lo que les pasa. A lo más se produce una corta racionalización que pone “paños fríos”, para después desconectarse y no perder más tiempo en lo que está ocurriendo. Da lo mismo si es tristeza, rabia, abandono, soledad, etc.


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Desde pequeño aprendieron a poner corazas y fuertes mecanismos de defensa emocional, de manera de no conectarse, ni sentir aquello que les puede afectar. Hay una rigidización emocional.

Las lunas en Tierra quieren refugiarse de sus emociones incómodas, concentrándose en lo concreto, lo que se puede percibir de forma real en el ambiente y en lograr sus objetivos. Se enfocan en la realidad y en cumplir con tareas. Cuando algo les afecta a nivel emocional, lo “apagan” y se ponen a trabajar o hacer algo concreto.

Se refugian en lo concreto, lo estable, que se puede percibir y en lograr cumplir sus objetivos.

Es una Luna que tiende tanto a estructurar su mundo emocional como su mundo material. Por lo que les gusta mantener la rutina y los cambios los alteran.

La Luna en Aire descarga la energía emocional, mediante el pensamiento y su sistema nervioso. La Luna en Agua descarga mediante la misma emoción sentida que los embarga. El Fuego mediante la explosión de impulsividad, rabia o movimiento. La Luna en Tierra tiende a no descargar, por lo que esa energía emocional se va al cuerpo; esto hace que somaticen sus emociones. El cuerpo está asociado al elemento Tierra, por lo tanto, su Luna lo manifiesta a través de él.

El amor para las Lunas en Tierra

Acá el amor está relacionado con la estabilidad, seguridad y rutina. Se necesita un ambiente realista, práctico y conectado a la realidad.

El construir algo juntos, el tener un proyecto en común. El enfocar la energía hacia el trabajo o a construir un hogar. También el estatus y los logros alcanzados suelen ser importantes.

El amor es que los toquen, los acaricien, los alimenten y los regalos (especialmente si son tangibles o se pueden disfrutar con los sentidos).

Los cambios no le gustan, menos perder la estabilidad material o alejarse de la realidad mediante sueños excesivamente fantasiosos.

“Si me amas, tócame, sácame a comer y regálame aquello que tanto me gusta. Preocupémonos de construir una estabilidad en conjunto y de lograr nuestras metas"


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Resumen Luna en Tierra

• Se refugian en lo concreto, lo estable, lo que se puede percibir y en cumplir con sus objetivos.

• Las emociones les estorban porque les impiden concretar. • Tendencia a ser introvertidos de sus emociones. • Necesidad de sentirse seguras y protegidas, ponen mucho énfasis en

seguridad material y estabilidad. • Les gusta mantener la rutina y los cambios los alteran.


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Esencias florales o remedios florales

Las primeras esencias fueron diseñadas y hechas a principios del siglo XX por el doctor Edward Bach. Se utilizan especialmente para ayudar a resolver los apegos, estructuras y miedos del alma.

Bach las diseñó para ayudar a sanar los apegos que tiene la Luna astrológica. Sin embargo, se pueden utilizar para ayudar a sanar y equilibrar otros planetas y el ascendente.

Hoy en día existen diversos sistemas de esencias florales nuevos, los cuales han ido mejorando y desarrollando nuevas tecnologías en terapia. Las más conocidas son las de Fes California, Bush Australia, Saint Germain de Brasil, Mediterráneo España y Orquídeas de Star Essences. Además, en cada país se han ido desarrollando esencias particulares.

Esencias florales de Bach por elemento

Estas flores son recomendables tanto para trabajar la Luna o para “entregar” la cualidad de un elemento a una persona.

Aire: La principal esencia floral es Heather. Esta es una esencia que se da cuando hay un exceso de aire (exceso de comunicación verbal y desconexión emocional); o bien, cuando el elemento está en déficit y la persona tiene dificultades para hablar, expresarse, siendo muy introvertida.

Es una flor que se recomienda cuando la persona está hablando en exceso, tratando de tapar y ocultar su miedo a la soledad.

Fuego: La esencia principal es Gorse. Es una esencia que tiene fuerte características antidepresivas. Aporta fe, confianza, energía, entusiasmo, vitalidad, es decir, Fuego.


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Es recomendable cuando la persona tiene poco Fuego en su carta o bien si su nivel energético y de ánimo está bajo. Como si hay un desborde de energía y de expresión egóica dentro de la personalidad, es decir, cuando el Fuego sale de control.

Agua: La esencia principal es Rock Water. Esta esencia está hecha a partir de agua de manantial. Ayuda a llevar el mundo emocional (del Agua) a un fluir sano.

Derritiendo y descongelando las emociones, en el caso de que la persona se haya rigidizado y desconectado de lo que siente. Ayudando a sentir y a volverse más flexible. Muy buena para todas las personas rígidas a nivel emocional, duras o que les cuesta conectarse con lo que sienten.

O por el contrario, ayudando a balancear las emociones si estas están muy desequilibradas y cayendo en extremos de desborde emocional.

Tierra: La esencia principal es Oak. Ayuda a no sobrecargarnos y llenarnos de responsabilidades. Ayudando a la energía de la Tierra a no caer en excesos. Aprendiendo a saber cuándo hay que trabajar y cuándo hay que descansar.

Permite conectarnos con el cuerpo físico y con el primer chakra, de manera de sentir mejor las sensaciones físicas.

También es recomendable para las personas que tengan un déficit de Tierra o que les cuesta asumir responsabilidades y concretar.


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