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03 octubre/noviembre 2008 www.casaarabe-ieam.es Análisis MARRUECOS. El Partido de la Justicia y el Desarrollo celebra su Sexto Congreso General ISSN 1989-0400 Mientras la clase política marroquí se halla inmersa en el debate sobre la creación del nuevo partido político Autenticidad y Modernidad (al-Asala wa-l-Mu‘asira), creado por el ex- ministro Fuad Ali al-Himma, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (al-Adala wa-l-Tanmiyya), blanco principal de los ataques de al-Himma, ha celebrado su sexto Congreso Nacional en un ejercicio de democracia interna inusual en las formaciones políticas marroquíes. Un partido cuyas referencias son islamistas, que reconoce a la monarquía, la Constitución y las instituciones del Estado, que participa en la vida municipal y parlamentaria y que en las últimas elecciones legislativas de septiembre de 2007 fue el partido más votado (500.000 votos) si bien quedó como segunda fuerza política en escaños. El PJD surgió en 1998 como un “mosaico” de trayectorias individuales, religiosas y políticas, según la investigadora Malika Zeghal, en el que “los conflictos internos son visibles y la competencia entre los hombres forma parte de las reglas del juego”. Representa un sector de la nueva generación marroquí salida del sistema universitario arabizado, activa en la participación partidista y electoral, y adscrita al modelo democrático dentro del sistema vigente. En la última década su acción política se ha caracterizado por momentos de gran pragmatismo (apoyo a leyes promovidas desde palacio, aunque fueran en contra de sus convicciones ideológicas, como la reforma del código de familia; negociaciones con el gobierno y la monarquía para reducir sus listas electorales en las municipales de 2003 tras los atentados de Casablanca y la campaña mediática y política en su contra). Por otro lado, el PJD, como señala la investigadora Eva Wegner, no plantea ningún problema ni para la Unión Europea ni para Estados Unidos: no recurre a la violencia sino a la participación política; ha demostrado una actitud muy positiva respecto a la participación de las mujeres en la vida pública (cuota del 15% en el Atalaya sociopolítica de Casa Árabe Sumario Análisis Marruecos: el Partido de la Justicia y el Desarrollo celebra su VI Congreso Nacional. Libia: revisiones ideológicas de la oposición islamista y diálogo con el régimen. Yemen: una guerra silenciosa Perfiles Omar Hasan Ahmad al-Bashir: ¿Un “salvador de la nación” ante el Tribunal Penal Internacional? Abdelilah Benkirán: ¿Nuevo modelo de líder islamista? Opinión pública Turcos, iraníes y egipcios ante la sharia. Países extranjeros: ¿amigos, aliados o enemigos? La situación política libanesa. Pakistán: la mayoría apoya el diálogo con los islamistas. Penurias de la población palestina. Iraq y los estadounidenses. Documenta Iniciativa de creación de la Unión por el Mediterráneo. El Tribunal Penal Internacional de La Haya y el presidente de Sudán. Documento de Entendimiento entre Hizbullah y la Corriente Salafí. Acuerdo firmado entre Libia y EEUU. Declaración política conjunta de los jefes de gobierno iraquí y turco. Paquete de incentivos del 5+1 a Irán. Conferencia Mundial para el Diálogo de Religiones (Madrid 16-18 de julio de 2008) Escaparate de libros y revistas Publicación del IEAM de Casa Árabe Dirección: Gema Martín Muñoz Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo Investigadores: Rocío Vázquez Martí y Amira Kedier congreso del partido y un porcentaje mínimo de mujeres en las listas electorales que es igual o mayor que el existente en los partidos seculares); la aplicación de la ley islámica no ha sido nunca una de las prioridades del partido, ni siquiera en su programa electoral, y de hecho incluso en la denominación de la agrupación se ha eliminado cualquier referencia a lo “islámico” o “islamista”; y las estructuras internas son más democráticas que las de otros partidos marroquíes, como ha quedado demostrado en el Sexto Congreso General celebrado en julio de 2008 en Rabat, en el que se ha producido una alternancia en el poder interno de forma natural. En las elecciones de septiembre de 2007 el PJD fue el partido más votado, sin embargo debido a la ley electoral marroquí fue el segundo en número de diputados (46, por detrás de los 52 del Partido Istiqlal). En las últimas elecciones municipales, celebradas el 12 de septiembre de 2003, el PJD sólo se presentó en el 18% de las circunscripciones electorales y no lo hizo en algunos de sus feudos, como Tánger o Agadir, por las presiones recibidas tras los atentados de Casablanca del 16 de mayo de ese año. Hay que tener en cuenta que el PJD tuvo que negociar su participación

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03octubre/noviembre2008

www.casaarabe-ieam.es

AnálisisMARRUECOS. El Partido de la Justicia y el Desarrollo celebra su Sexto Congreso General

ISSN

198

9-04

00

Mientras la clase política marroquí se halla inmersa en el debate sobre la creación del nuevo partido político Autenticidad y Modernidad (al-Asala wa-l-Mu‘asira), creado por el ex-ministro Fuad Ali al-Himma, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (al-Adala wa-l-Tanmiyya), blanco principal de los ataques de al-Himma, ha celebrado su sexto Congreso Nacional en un ejercicio de democracia interna inusual en las formaciones políticas marroquíes. Un partido cuyas referencias son islamistas, que reconoce a la monarquía, la Constitución y las instituciones del Estado, que participa en la vida municipal y parlamentaria y que en las últimas elecciones legislativas de septiembre de 2007 fue el partido más votado (500.000 votos) si bien quedó como segunda fuerza política en escaños.

El PJD surgió en 1998 como un “mosaico” de trayectorias individuales, religiosas y políticas, según la investigadora Malika Zeghal, en el que “los conflictos internos son visibles y la competencia entre los hombres forma parte de las reglas del juego”. Representa un sector de la nueva generación marroquí salida del sistema universitario arabizado, activa en la participación partidista y electoral, y adscrita al modelo democrático dentro del sistema vigente. En la última década su acción política se ha caracterizado por momentos de gran pragmatismo (apoyo a leyes promovidas desde palacio, aunque fueran en contra de sus convicciones ideológicas, como la reforma del código de familia; negociaciones con el gobierno y la monarquía para reducir sus listas electorales en las municipales de 2003 tras los atentados de Casablanca y la campaña mediática y política en su contra).

Por otro lado, el PJD, como señala la investigadora Eva Wegner, no plantea ningún problema ni para la Unión Europea ni para Estados Unidos: no recurre a la violencia sino a la participación política; ha demostrado una actitud muy positiva respecto a la participación de las mujeres en la vida pública (cuota del 15% en el

Atalayasociopolítica de Casa Árabe

SumarioAnálisis

Marruecos: el Partido de la Justicia y el Desarrollo celebra su VI Congreso Nacional.

Libia: revisiones ideológicas de la oposición islamista y diálogo con el régimen. Yemen: una guerra silenciosa

Perfiles

Omar Hasan Ahmad al-Bashir: ¿Un “salvador de la nación” ante el Tribunal Penal Internacional? Abdelilah Benkirán: ¿Nuevo modelo de líder islamista?

Opinión pública

Turcos, iraníes y egipcios ante la sharia. Países extranjeros: ¿amigos, aliados o enemigos?

La situación política libanesa. Pakistán: la mayoría apoya el diálogo con los islamistas. Penurias de la población palestina. Iraq y los estadounidenses.

Documenta

Iniciativa de creación de la Unión por el Mediterráneo.

El Tribunal Penal Internacional de La Haya y el presidente de Sudán.

Documento de Entendimiento entre Hizbullah y la Corriente Salafí.

Acuerdo firmado entre Libia y EEUU.

Declaración política conjunta de los jefes de gobierno iraquí y turco. Paquete de incentivos del 5+1 a Irán.

Conferencia Mundial para el Diálogo de Religiones (Madrid 16-18 de julio de 2008)

Escaparate de libros y revistas

Publicación del IEAM de Casa Árabe

Dirección: Gema Martín Muñoz

Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo

Investigadores: Rocío Vázquez Martí y Amira Kedier

congreso del partido y un porcentaje mínimo de mujeres en las listas electorales que es igual o mayor que el existente en los partidos seculares); la aplicación de la ley islámica no ha sido nunca una de las prioridades del partido, ni siquiera en su programa electoral, y de hecho incluso en la denominación de la agrupación se ha eliminado cualquier referencia a lo “islámico” o “islamista”; y las estructuras internas son más democráticas que las de otros partidos marroquíes, como ha quedado demostrado en el Sexto Congreso General celebrado en julio de 2008 en Rabat, en el que se ha producido una alternancia en el poder interno de forma natural.

En las elecciones de septiembre de 2007 el PJD fue el partido más votado, sin embargo debido a la ley electoral marroquí fue el segundo en número de diputados (46, por detrás de los 52 del Partido Istiqlal). En las últimas elecciones municipales, celebradas el 12 de septiembre de 2003, el PJD sólo se presentó en el 18% de las circunscripciones electorales y no lo hizo en algunos de sus feudos, como Tánger o Agadir, por las presiones recibidas tras los atentados de Casablanca del 16 de mayo de ese año. Hay que tener en cuenta que el PJD tuvo que negociar su participación

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con el gobierno y la monarquía tras la dura campaña desatada por algunos partidos políticos y medios de comunicación en su contra tras los atentados, campaña que pretendía vincularles con el terrorismo (el ex–tesorero del partido en Kenitra, Younes Ossalah, fue condenado por su participación en los atentados). Así, en esas elecciones, el PJD obtuvo un escaso 4,48% de los votos (2,58% de los escaños en juego).

Por tanto, el PJD ha participado ya en varios procesos electorales: 2002, 2003 (municipales) y 2007. En 1997, poco antes de constituirse como PJD, fue el Movimiento Democrático Popular Constitucional (al-Haraka al-Dimuqratiyya al-Shaabiyya al-Dusturiyya) en el que se habían integrado los islamistas procedentes de otros movimientos en busca de un marco partidista, el que concurrió a las elecciones después de dos décadas de abstencionismo. Ello supuso la entrada de los islamistas en el parlamento (9 escaños), las parciales de 1999 le dieron al ya recién creado PJD un nuevo parlamentario, Abdelilah Benkirán, y en las parciales de agosto de 2000 consiguió otros dos escaños, de manera que al final de la legislatura el PJD tenía 14 diputados. Del apoyo crítico al gobierno en los primeros años pasó a la “oposición leal” desde finales del 2000, no sin luchas internas, ya que Benkirán y otros dirigentes eran partidarios de formar parte del gobierno y no constituirse como fuerza de la oposición. En las legislativas del 27 de septiembre de 2002 el PJD obtuvo 42 escaños (de 325), sin haberse presentado en todas las circunscripciones, triunfando en Casablanca y demostrando su fuerza en Rabat, casi al mismo nivel que la Unión Socialista de Fuerzas Populares, el Istiqlal y la Agrupación Nacional de Independientes. Si la Ley Electoral hubiese sido otra, el PJD habría sido el más representado en el Parlamento. No se integró en el gobierno del primer ministro Idriss Jettu, un tecnócrata nombrado por Palacio, a pesar de que Benkirán y al-Uthmani se mostraban partidarios de ello, no así los más duros del PJD, Mustafa Ramid y Lahsen al-Daudi.

En las elecciones de 2007 se dio un escenario similar: fue el partido más votado, pero por la ley electoral quedó como la segunda fuerza política del parlamento (46 escaños), por detrás del conservador Istiqlal (52 diputados), y está fuera del gobierno.

Sexto Congreso Nacional: “No hay vida política sin credibilidad”.

El Sexto Congreso Nacional del PJD, celebrado en Rabat entre el 19 y 20 de julio de 2008, ha servido para reafirmar el funcionamiento interno democrático y transparente, reflejado

en un cambio nada traumático de la jefatura interna: los delegados eligieron un nuevo secretario general, Abdelilah Benkirán, un nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Saad al-Din al-Uthmani, y una nueva secretaría general del partido. Benkirán, islamista que ha pasado por diversas formaciones desde los setenta, sustituye a al-Uthmani, quien a partir de ahora ostenta el cargo que desempeñaba Benkirán hasta antes de este último congreso.

¿El cambio en la jefatura supondrá un cambio en el funcionamiento y en los fundamentos del partido? ¿Supondrá la transformación de sus orientaciones? ¿Ha sido un reproche a al-Uthmani por los resultados de las últimas elecciones parlamentarias de septiembre de 2007 en las que algunos esperaban un triunfo absoluto del PJD, con lo que ello podía haber supuesto la formación de un primer gobierno islamista, o al menos la participación de un partido islamista en el poder en Marruecos? ¿El resultado de las elecciones internas será un mero intercambio de papeles entre al-Uthmani y Benkirán? Esto es poco probable, habida cuenta de las repetidas declaraciones de los dirigentes del partido que insisten en que el PJD es un partido de instituciones, de ideas, no de personas, si bien la experiencia del grupo indica lo contrario.

Benkirán y al-Uthmani son viejos compañeros, de trayectoria política muy similar, ambos defensores de una línea moderada y pragmática de actuación política, frente a los partidarios de ejercer una oposición más dura al gobierno e incluso de limitar las atribuciones de la monarquía. Pero ¿hay diferencias entre ambos que podrían suponer cambios en la estrategia del partido? ¿Qué puede aportar la corriente que ha aupado a Benkirán, personalidad carismática con experiencia política y con proyección en el proselitista Movimiento de Unicidad y Reforma (al-Tawhid wa-l-Islah), en esta nueva etapa?

Benkirán, uno de los fundadores del PJD, fue elegido por 684 delegados (de un total de 1628), frente a los 495 votos que obtuvo al-Uthmani y los 14 votos de Abdallah Baha, en un congreso que transcurrió de forma muy tranquila, sin que surgieran tensiones internas y en el que la mayoría apostaba por la continuidad de al-Uthmani en el cargo. Al-Uthmani, fue elegido presidente de la Asamblea Nacional del PJD, especie de parlamento del partido y máxima

autoridad decisoria: al-Uthmani consiguió en segunda vuelta 74 de 111 votos, mientras que Mustafa al-Ramid, jefe del grupo parlamentario del PJD, obtuvo 36.

En el congreso fueron elegidos vicesecretarios generales Abdallah Baha, Suleyman al-Umrani y Lahsen al-Daudi. En la secretaría general del partido, formada por 27 miembros, se ha producido una renovación parcial. El congreso, según Benkirán, fue el congreso del “consenso”, ya que todos los proyectos e informes presentados en el mismo fueron aprobados consensuadamente. Hubo algunos reproches a la actuación de al-Uthmani como secretario general por algunos de sus más allegados, sin embargo al-Uthmani, según Benkiran, “es un gran hombre”, y pudo dejar el cargo airoso.

El documento de trabajo, la ponencia del partido, presentado en el congreso fue también aprobado por consenso. Un documento que resaltaba la necesidad de revisar las orientaciones del partido, su visión, su mensaje, su labor política, pero también ponía las bases de lo que debe ser una lucha democrática a favor de la reforma política que según el documento se resume en la rehabilitación de la participación política, el fortalecimiento de la credibilidad de las instituciones electas, la celebración de elecciones libres y limpias, el fortalecimiento de los poderes del gobierno y de la figura del primer ministro (lo cual supone una limitación de las atribuciones de la monarquía, o al menos una reflexión seria sobre esta cuestión) en el sistema constitucional marroquí, la independencia del poder judicial y un proceso de descentralización que conlleve la democratización de la vida política local.

Benkirán, en una de sus primeras declaraciones tras el congreso general, ha afirmado que el PJD está dispuesto a “interactuar” con partidos y personalidades políticas, incluidas formaciones de izquierdas (de hecho ha afirmado que es posible un acercamiento hacia la USFP que participa en el actual gobierno), con ideas y proyectos a condición de que se haga con dignidad y con el objetivo de ampliar la influencia del islamismo representado por el PJD, que además supondría un freno a la expansión de otras lecturas del islam político en el país. Acabar con la corrupción, dentro y fuera de las instituciones del Estado, insistir en la necesidad de que los partidos tengan una ideología que defender, de una buena relación

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con los hombres de negocios, “motor de la economía que supone un eje fundamental de la política”. El PJD, en su nueva andadura, tiene un reto próximo, que comparte con las demás fuerzas políticas: las elecciones municipales de 2009 y lograr romper esa preocupante tendencia entre la población marroquí a no acudir a las urnas (el porcentaje de participación en las elecciones de 2007 fue del 37% según datos oficiales, mientras que en las municipales de 2003 fue del 54,12%), un fenómeno que va en aumento y que responde a varias causas: una abstención consciente, la preferencia por activismos alternativos (culturales, religiosos), el analfabetismo y la pobreza, el desinterés por cualquier cuestión política o de partido, el desprestigio de los partidos, el retroceso de su influencia social… y todo ello, a pesar de la gran campaña de publicidad oficial para promover la participación. En el plano organizativo parece que el eslogan del PJD en esta nueva etapa será el de “la jefatura colectiva” aunque sin marginar el papel dirigente del secretario general. Además, la elección de Benkirán, miembro de la oficina ejecutiva del Movimiento de Unicidad y Reforma (Haraka al-Tawhid wa-l-Islah-MUR) –aunque tras ser elegido secretario general del PJD ha prometido dejar el cargo en el MUR– supone también realzar el papel de este movimiento y su influencia espiritual e ideológica dentro del PJD, por lo tanto supone también un reto interno, el de aclarar la relación existente entre el Partido y el Movimiento. El MUR surgió de un proceso de unificación de numerosas asociaciones islamistas (Reforma y Renovación, Liga del Futuro Islámico, asociaciones islámicas de Rabat y otras ciudades) y se presenta como “asociación educativa y cultural islámica” aunque con inquietudes políticas, entre ellas favorecer la aplicación de la sharia. La mayoría de los dirigentes del PJD pertenecen al MUR.

Otro reto radica en la estrategia: pragmatismo, moderación cauta, cooperación condicionada con el Estado y con el resto de fuerzas políticas del país, evitar el enfrentamiento con el Estado, y cualquier asimilación perversa, venga de donde venga, entre el islamismo representado por el PJD y los sucesos violentos, incluidos atentados terroristas como los de Casablanca de 2003. Es indudable que el PJD tiene su hueco en la vida política, parlamentaria y municipal marroquí, como quedó

de manifiesto con el mensaje de felicitación del rey Muhammad VI a Benkirán tras su elección como nuevo secretario general del PJD, en el que elogiaba el compromiso de Benkirán y del partido con los valores eternos de la nación, la monarquía, las instituciones del Estado, la Constitución y el juego democrático.

Ahora se prepara para afirmar su presencia en la próxima cita electoral, para gobernar o para ser un actor activo en la oposición. Dispuesto a participar en alianzas con otras fuerzas políticas, y partidario también

Representación del PJD en el parlamento marroquí tras las elecciones legislativas de septiembre de 2007

de acabar con políticos y partidos corruptos. En cualquier caso, el PJD ha dado una lección de democracia y alternancia internas, al resto de fuerzas marroquíes. Como señala Muhammad Tozy: “El PJD forma parte del paisaje político marroquí. Puede integrarse en el gobierno, pero su gran papel está en las elecciones locales, una suerte de división del poder, dirigir los problemas del gobierno de proximidad en los que las elites tradicionales no son eficaces. Actualmente dirigen bastantes ciudades en mayoría, llevando a cabo una gestión correcta, pues se trata de tecnócratas”.

Fuentes

Darif, Muhammad. “Al-Islam al-siyasi fi-l-Magrib. Muqaraba wathaiqiyya” (El islam político en Marruecos. Aproximación documental). Casablanca: Matbaat al-Nayaj al-Yadida, 1992. Muhsin, Mustafa. “Al-Musharaka al-siyasiyya wa-afaq al-tahawwul al-dimuqrati fi-l-Magrib al-muasir: nahwa qiraa susioloyia naqdiyya li-l-abaad wa-l-dilalat” (Participación política y horizontes de transformación democrática en el Marruecos contemporáneo: hacia una lectura sociológica crítica de las dimensiones y significados). Al-Mayalla al-‘Arabiyya li-l-‘Ulum al-Siyasiyya, nº 17 (invierno 2008), pp. 9-26.Wegner, Eva. “Authoritarian King and Democratic Islamists in Morocco”, en Muriel Asseburg and Daniel Brumberg (Eds.). The Challenge of Islamists for EU and US Policies: Conflict, Stability and Reform. SWP Research Paper, nº 12 (Noviembre 2007), Berlin.Zeghal, Malika. Islam e islamismo en Marruecos. Barcelona: Bellaterra, 2006.

http://www.daralhayat.com/arab_news/nafrica_news/07-2008/Item-20080721-471ed8df-c0a8-10ed-0007-ae6dc70330ff/story.html (Sobre la trayectoria de Benkirán hacia el centrismo realista)http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10830&article=479891&feature= http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10831&article=480043&feature= (Trayectoria de Benkirán)http://www.pjd.ma/images/jjd/Prog_Electoral.pdf (El programa electoral del PJD de las pasadas elecciones legislativas, en árabe)http://congres2008.pjd.ma/ (Información sobre el Sexto Congreso General) http://congres2008.pjd.ma/IMG/pdf/250608-01PJ-2.pdf (Documento del Sexto Congreso: La lucha democrática es nuestro acceso a la reforma)http://www.marruecosdigital.net/xoops/modules/wfsection/article.php?articleid=1604 (entrevista con Muhammad Tozy)http://www.aljazeera.net/NR/exeres/77E33CB6-E1E5-4A1D-938B-285152BDD3C7.htm (Declaraciones de Benkirán)http://www.pjd.ma (Página web del PJD)http://www.fassael.net/ (Página web de Saad al-Din al-Uthmani)

USFP; 38

ANL; 39

MP; 41

PJD; 46 PI; 52RV; 1ICD; 1 FC; 1

PS; 2UDM; 2

PRE; 4Independiente; 5PT; 5PDM; 5PADS-CNU-PSU; 6FFD; 9

MDS; 9

PND-al Ahd;14

PPS; 17

UC; 27

LL; 1

Partido IstiqlalPartido Justicia y DesarrolloMovimiento PopularAgrupación Nacional IndependientesUnión Socialista de Fuerzas PopularesUnión ConstitucionalPartido Progreso y SocialismoPartido Nacional Demócrata - al AhdMovimiento Democrático SocialFrente de Fuerzas DemocráticasPartido de Vanguardia Democrática y Social - Congreso Nacional Unificado - Partido Socialista UnificadoPartido del Medioambiente y DesarrolloPartido del TrabajoIndependientesPartido de Renovación y EquidadUnión Democrática MarroquíPartido SocialistaFuerzas CiudadanasLiga de las LibertadesIniciativa de Ciudadanía y DesarrolloRenacimiento y Virtud

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En 1969, el coronel Muammar al-Gaddafi, acompañado por un grupo de militares, dio un golpe de Estado e instauró un régimen autoritario que se basaba en los principios del “socialismo islámico”, cuya ideología estaba directamente influida por las ideas nacionalistas de Gamal Abd el-Naser. Gaddafi no era un hombre de religión sino un político y su visión religiosa no estuvo nunca bien definida. De hecho, no hizo sino un uso legitimador de la religión, al tiempo que restaba poder e influencia a los ulemas tradicionales. La subordinación de los valores religiosos a los intereses políticos y la mezcla de valores seculares con el islam fueron consideradas por parte de la oposición islamista como una herejía y les llevó a emprender una lucha armada contra el régimen, cuyo fin último era el establecimiento de un Estado islámico.

Apoyándose en las ideas de los grandes teóricos del islam medieval, como Ibn Taimiyya, Abu Hanifa o al-Qurtubi, los primeros círculos islamistas y, posteriormente el GICL, daban absoluta prioridad a la comunidad frente al individuo y consideraban imprescindible que dicha comunidad estuviera gobernada por una persona cualificada puesto que, sin un dirigente responsable, la comunidad se exponía a la ruptura y a las escisiones. Así, consideraban que era derecho del musulmán desobedecer y, por tanto, resistir a los líderes injustos que gobiernan según intereses personales. Gaddafi era considerado por el GICL un mal gobernante, un hereje y un apóstata y luchar contra él era un deber legítimo, y pensaban que el único mecanismo útil para la acción islámica, para poner en pie un Estado islámico y para la aplicación de la legislación islámica en el país, era el yihad a través de la acción armada.

Antes de que el GICL existiera como tal, hubo antecedentes de una oposición islamista al régimen de Gaddafi: en la década de los 80 se crearon en el país varios grupos extremistas, entre los cuales figuraba el fundado por el

LIBIA: Revisiones ideológicas de la oposición islamista y diálogo con el régimen

En la década de los noventa, uno de los principales grupos de oposición islamista en Egipto, al-Yama`a al-Islamiyya, comenzó un proceso de revisión de algunos de sus postulados y estrategias que incluía el abandono de la violencia como medio de acción. En 2007, fue uno de los principales ideólogos de los movimientos islamistas radicales, quien revisó sus presupuestos ideológicos, se trataba de Imam Fadel (VER ATALAYA Nº 1). Ahora ha sido el principal grupo islamista libio que había recurrido a la violencia, el Grupo Islámico Combatiente Libio (Al-Yama‘a al-Islamiyya al-Muqatila al-Libiyya), el que ha comenzado ese mismo proceso. En 1995 el Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL) emitió su primer comunicado oficial para anunciar su existencia, sus objetivos e intenciones, pero las raíces ideológicas de este grupo se vinculan y son consecuencia directa de la movilización de los primeros círculos islamistas que en los años 80 comenzaron a hacer frente al régimen libio. Tras más de 20 años de lucha armada, los militantes del GICL han aceptado entablar negociaciones con el gobierno y renunciar definitivamente a la violencia.

sheyj Ali al-‘Ashbi en 1982 junto con ocho compañeros, que fue rápidamente desmantelado por los servicios de seguridad y sus nueve miembros asesinados. En 1989, un estudiante de Ley Islámica de Trípoli llamado Awwad al-Zawawi creó Harakat al-Yihad (Movimiento del Yihad), fue encarcelado y todavía sigue en prisión; y el mismo año Muhammad al-Muhashhash fundó Harakat al-Shuhada’ (Movimiento de los Mártires).

Muchos de los que más adelante formaron el GICL y se convirtieron en sus líderes eran antiguos miembros del grupo de al-Zawawi, la mayoría de ellos universitarios con buena formación, entre los que destacaba Abulmandhar al-Saadi, quien se convirtió en su líder espiritual. En 1986, al-Zawawi viajó a Afganistán para luchar en las filas de la Unión Islámica de Abderrasul Sayyaf contra la ocupación soviética pero al regresar fue detenido y su grupo desmantelado en 1989. Permanece en prisión hasta el día de hoy. Un número considerable de islamistas libios, principalmente jóvenes estudiantes universitarios de medicina e ingeniería, adquirieron en Afganistán experiencia en el combate y entraron en contacto con las ideas del islamismo radical. Entre finales de los 80 y principios de los 90, el GICL fue transformándose en un grupo verdaderamente definido y, hacia 1992, ya se le podía considerar una organización bien estructurada con un objetivo claro: derrocar a Muammar al-Gaddafi para establecer un “Estado islámico”.

En 1993, los libios que regresaban de Afganistán, agrupados en torno a la figura de Abdallah al-Sadiq (apodado Abdelhakim Belhayy, arrestado en Tailandia en 2004), se asentaron en la zona noreste del país, concretamente en la región de los Montes Verdes (al-Yabal al-Ajdar), en la Cirenaica. Hay que señalar que los contactos entre los miembros del GICL- tanto antes de su nacimiento como una vez

creado- y los que serían líderes de al-Qaeda fueron bastante estrechos, ya que militantes de ambos grupos habían sido entrenados en los mismos campos situados en las áreas fronterizas entre Pakistán y Afganistán y habían bebido de las mismas fuentes ideológicas. También estuvieron vinculados con grupos argelinos violentos y con el grupo egipcio al-Yama‘a al-Islamiyya.

Cuando, en 1993, Pakistán tomó la decisión de cerrar las oficinas de los muyahidin que se encontraban en la Provincia Fronteriza del Noroeste y amenazó con deportar a los combatientes extranjeros, la mayoría de éstos no quiso regresar a su país de origen, por miedo a ser detenidos. Así pues, muchos de ellos se reunieron en Sudán con Bin Laden pero, tan sólo un par de años más tarde, en 1995, el gobierno sudanés se vio obligado a expulsar de su territorio a los militantes del GICL. Mientras tanto, dentro de Libia, el GICL ya funcionaba como un grupo estructurado y perseguido por las fuerzas de seguridad libias. Desde los años noventa, se dedicaron a lanzar una serie de pequeños pero significativos ataques contra objetivos del régimen, especialmente en las regiones montañosas del noreste del país, donde se refugiaban muchos de los combatientes. Hubo bombardeos en 1995 sobre la zona de los Montes Verdes y graves disturbios en la prisión de Abu Salim, en 1996, en los que murieron muchos presos islamistas, según la publicación Libiya, editada por los Hermanos Musulmanes de Libia en Londres.

A su vez, el GICL intentó en varias ocasiones atentar contra Gaddafi en 1996, 1997 y 1998. A finales de los años 90, tras todos los fracasos y la represión por parte de las fuerzas de seguridad, que debilitó extraordinariamente al grupo, y dada su incapacidad para movilizar al pueblo y hacer estallar una revolución contra el máximo dirigente libio, un buen número de miembros del GICL decidieron abandonar el país y continuar sus actividades en el exilio.

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Además, el combate contra el GICL no sólo se libró en el terreno militar: el régimen de Gaddafi, ante la contestación islamista, violenta o no, reforzó el control de las mezquitas, estableció los “comités de limpieza” en 1994 para identificar y eliminar a los considerados “contrarrevolucionarios” y realizó una aparente islamización de la legislación con el fin de debilitar intelectualmente a la oposición islamista. A finales de 2007, el GICL se integró oficialmente en la red de al-Qaeda cuando, junto a otros grupos marroquíes, argelinos y tunecinos, se anunció la creación de la organización al-Qaeda en el Magreb Islámico. Fue el propio Ayman al-Zawahiri quien, en noviembre de ese año, anunció en una cinta de video la adhesión del GICL a la red internacional de al-Qaeda, que lucharía para derrocar a los regímenes del Magreb “purificar nuestra tierra de nuestros enemigos y sus esbirros al-Gaddafi, Zin al-Abidin, Boutefliqa y Muhammad VI”. Es interesante señalar que en la década de los 90, Osama Ben Laden pedía al GICL que no actuara contra Libia ni contra Gaddafi porque éste era enemigo de EEUU, y que se abstuviera de publicar panfletos contra el régimen libio. En la misma grabación, Abu al-Layth al-Libi, quien

se presentaba como dirigente del grupo libio, proclamaba, poco antes de morir en un bombardeo estadounidense en la región pakistaní de Waziristán el 29 de enero de 2008: “nuestro ingreso en la red de al-Qaeda para convertirnos en fieles soldados de Ben Laden…”. No obstante, a diferencia de otros casos en los países vecinos del Magreb, esta noticia no tuvo gran repercusión. Mucho antes de adherirse formalmente a la organización al-Qaeda, Abu al-Layth al-Libi ya había efectuado algunos trabajos para ella: en 2002 fue el encargado de anunciar al mundo que Ben Laden y el jefe talibán Mulá Omar estaban vivos tras la intervención estadounidense.

En 2006, las autoridades libias pusieron en libertad a todos los prisioneros (84) del Grupo Islámico Libio (al-Yama‘a al-Islamiyya al-Libiyya) y la Fundación Mundial Gaddafi de Organizaciones Benéficas y Desarrollo (Mu’assasa al-Qaddafi al-‘Alamiyya li-l-Yama‘iyat al-Jairiyya wa-l-Tanmiyya) presidida por Saif al-Islam, el hijo mayor de Gaddafi, lanzó una iniciativa de negociación con los islamistas radicales. La Fundación está considerada como una fachada de actuación diplomática paralela en terrenos en los que la diplomacia oficial no quiere verse envuelta y plataforma de lanzamiento del posible heredero de Gaddafi.

El diálogo entablado entre ambas partes ha sido interpretado como un avance significativo en la política desarrollada por el Estado en su relación con los activistas del GICL, que han sido intensamente reprimidos durante más de una década, y cuya jefatura1 ha llevado a cabo un diálogo interno de revisión ideológica que ha

conducido al abandono de la violencia. Parece que ha sido el propio Saif al-Islam quien ha desempeñando un papel determinante, tanto en la liberación de los presos islamistas como en el inicio de las conversaciones. Quienes apoyan su visión no dudan en asegurar que se trata del comienzo de un proyecto de reforma que irá más allá, alcanzando temas tan cruciales como la reforma constitucional, la libertad de prensa, la sociedad civil etc.

Así, esta iniciativa se enmarcaría en el proceso de regreso de Libia a la escena internacional iniciado desde 2002 cuando Gaddafi afirmó en su discurso del 33 aniversario de la llegada al poder “debemos atenernos a la legalidad internacional, incluso si ésta ha sido impuesta por EEUU”. Un proceso que ha venido jalonado por el Acuerdo sobre el atentado contra el avión de la PanAm y la decisión de abandonar el programa de armas de destrucción masiva (2003), el inicio de las conversaciones bilaterales con EEUU hacia la normalización de las relaciones en 2004, el regreso en 2005 de las compañías petrolíferas estadounidenses a Libia y la desaparición de Libia de la lista negra de países terroristas o que dan cobertura al terrorismo internacional que elabora la administración estadounidense.

La oposición, por el contrario, considera que no es más que el resultado de una política pragmática cuyo objetivo es controlar más firmemente la situación interna y que no existe un verdadero interés por convertir el país en un Estado de derecho. La corriente reformista exige que este diálogo se amplíe a otros sectores y problemas de la sociedad y que se convierta, en un futuro, en una iniciativa de diálogo nacional.

Muchos de ellos regresaron entonces a Afganistán, que volvía a ser el escenario principal de la lucha armada de los grupos islamistas. La información sobre islamistas libios en Afganistán presentada por las autoridades libias a la CIA marcó el inicio del cambio en la naturaleza de las relaciones entre Libia y EEUU y, al año siguiente, el GICL figuraba en la lista estadounidense de organizaciones terroristas.

Saif al-Islam al-Gaddafi, una de las partes del diálogo.

1. Su emir Abdallah al-Sadeq/Abdelhakim Belhayy, detenido en Tailandia en 2004; su segundo Abu Hazem/Jaled al-Sherif detenido en Bagram y entregado a Libia en 2006; el dirigente religioso Abulmandhar/Sami al-Saadi detenido en Hong Kong en 2004; y Mustafa Qanfid/Abulzubeyr el responsable militar del grupo.

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Fuentes

Badry, R. “¿Subordinación a los intereses políticos o un Islam libio? El sinuoso curso de la visión islámica de Gadafi”, en Cristina de la Puente y Delfina Serrano (Eds.). Activismo político y religioso en el mundo islámico contemporáneo. Madrid: Siglo XXI, 2007 (pp. 107-130).

Martín Muñoz, Gema. El Estado árabe. Crisis de legitimación y contestación islamista. Barcelona: Bellaterra, 1999.

VV.AA. Libia oggi. Bolonia: Casa Editrice il Ponte, 2005.

Páginas Web:http://www.asharqalawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10813&article=477604&feature= http://www.alquds.co.uk/archives/2007/12/12-07/qds18.pdf http://arabic.cnn.com/2008/middle_east/4/9/libya.fighting/index.html http://www.islamonline.net/servlet/Satellite?c=ArticleA_C&cid=1203757381624&pagename=Zone-Arabic-News%2FNWALayout http://www.alarabiya.net/programs/2008/07/06/52638.html http://www.tajumatmukhtara.com/index.php?option=com_content&task=view&id=394&Itemid=49 , Ajbar Libia (Taryumat multara)http://gdf.org.ly/ página de la Fundación Gaddafi.http://www.almanara.org/new/index.php?scid=4&nid=8820 http://www.libya-alhora.com/forum/showthread.php?t=8320 (comunicado del GICL de enero de 2007)http://www.jamestown.org/publications_details.php?volume_id=411&issue_id=3275&article_id=2369477 http://www.jamestown.org/publications_details.php?volume_id=411&issue_id=3275&article_id=2369478 http://www.jamestown.org/publications_details.php?volume_id=411&issue_id=3275&article_id=2369479

Dossierhttp://www.nefafoundation.org/miscellaneous/nefalifg1007.pdf

Libya: Jailed Islamic Group ‘Preparing’ to Renounce Armed Violence 07/07/2008http://www.aawsat.com/english/news.asp?section=1&id=13323

Libya releases scores of prisoners 09/04/2008http://english.aljazeera.net/news/africa/2008/04/200861502740131239.html

Libia negocia con Al Qaeda liberar a parte de sus presos 26/02/2008http://www.elpais.com/articulo/internacional/Libia/negocia/Qaeda/liberar/parte/presos/elpepiint/20080226elpepiint_11/Tes

http://gdf.org.ly/index.php?lang=ar&CAT_NO=4&MAIN_CAT_NO=4&Page=105&DATA_NO=238 (Hace aproximadamente ocho años, las fuerzas de Seguridad desataron una campaña contra el GIC que acabó con la detención de varios centenares de supuestos miembros del grupo bajo la acusación de planificar un golpe de Estado y de llevar a cabo actividades ilegales. El anuncio de la liberación de estos presos en la página de la Fundación con fecha 8 de abril de 2008).

Ben Uthman ha declarado que algunos de sus compañeros presos en Abu Salim le han pedido que informe a los activistas del GICL que se encuentran fuera del territorio libio sobre las negociaciones que se están llevando a cabo con las

autoridades libias. Es la primera vez que los líderes del GICL tienen una iniciativa como ésta, dado que muchos de los miembros de la organización que se encuentran fuera del país dirigen grupos armados que están luchando contra los estadounidenses en Afganistán, como por ejemplo Muhammad Hasan Qayid, también conocido como Abu Yahya al-Libi o Yunes al-Sahrawi, uno de los presos árabes que logró huir, en 2005, de la prisión en la base aérea estadounidense de Bagram, cerca de Kabul.

Según la revisión ideológica que ha hecho el grupo, la violencia es inaceptable “religiosa y socialmente”. Esto supone un revés para el universo al-qaedista, si bien todavía resta una incógnita ¿cómo reaccionarán los miembros y la jefatura que se encuentra fuera del país y amparados por la organización de Ben Laden?

Por otra parte, y según informaban algunos diarios el pasado mes de julio, el régimen de Gaddafi ha optado por comprar con dinero la renuncia de sus oponentes islamistas. Desde que Libia abandonó en 2003 su programa de armas no convencionales, los ingresos obtenidos con el comercio de petróleo se han triplicado. Según Nuuman Ben Uthman, un ex–líder del GICL (en una entrevista ofrecida al diario saudí al-Sharq al-Awsat) el dinero del petróleo ya está siendo utilizado en este sentido: el pasado mes de abril, el régimen liberó a unos 90 miembros del GICL (aproximadamente un tercio de los que se encuentran arrestados) que han renunciado públicamente a la violencia y que cumplían condenas de entre 10 años y cadena perpetua; a estos prisioneros se les concedió una ayuda de 8.467$ para que comenzaran una nueva vida. El mismo Ben Uthman ha confirmado que miembros del

gobierno de Gaddafi están manteniendo reuniones con líderes del GICL en la cárcel libia de Abu Salim (donde se encuentra la mayoría de los detenidos de este grupo) mediante las que se espera conseguir el total abandono de las armas. En estas reuniones han participado autoridades intelectuales y religiosas (el predicador libio Ali al-Sulabi) y excombatientes libios en Afganistán (como el ya mencionado Nuuman Ben Uthman). Según parece, dichas reuniones están obteniendo buenos resultados a pesar de que el diálogo se ha interrumpido en diversas ocasiones debido a las objeciones de las fuerzas de seguridad.

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A partir de la invasión estadounidense de Iraq, las protestas por parte de la comunidad zaydí yemení contra la política de la administración Bush se dejaron oír en los lugares de culto, especialmente en la Gran Mezquita de la capital, Sanaa, en la que se gritaban eslóganes contra EEUU, contra Israel y, además, contra la corrupción del gobierno yemení, su política aliada de EEUU y su cooperación en la indiscriminada “guerra contra el terror”. El líder de estas protestas era un imam ex-parlamentario del Partido al-Haqq, promonárquico e islamista, Huseyn Badr al-Din al-Huthi, acusado de crear ilegalmente centros religiosos y formar un grupo armado Juventud Creyente (al-Shabab al-Muumin). Este grupo no reconocía el régimen republicano que había acabado en 1962 con el sistema del imamato zaydí que había regido el norte del país. Como consecuencia, al igual que tras la unificación de la República Árabe del Yemen y la República Democrática de Yemen, en mayo de 1990, y la posterior guerra civil (mayo-julio de 1994) el régimen endureció la represión contra las fuerzas políticas del sur, una década después el régimen comenzó a perseguir la contestación política surgida en algunos círculos del zaydismo, doctrina que, curiosamente, sigue el propio presidente. El régimen justificó esa represión con argumentos como que el grupo de al-Huthi había abandonado el zaydismo y abrazado, por influencia iraní, el shiismo duodecimano y que ideológicamente se había acercado a Hizbullah.

La organización Juventud Creyente surgió con la unificación del Yemen y el pluripartidismo político en 1990, cristalizó en 1994 y comenzó creando centros educativos de verano en los que se estudiaban ciencias religiosas de la doctrina zaydí, bajo la supervisión de ulemas zaydíes, en la gobernación septentrional de Saada, y a los que llegaban jóvenes procedentes de otras gobernaciones. Todo era legal en aquellos inicios, cuando no era más que un foro religioso, cultural y educativo sin relación alguna con la acción militar o política y que lo único que pretendía era preparar

YEMEN: La guerra silenciosa

Tras el 11S, el régimen yemení se ha plegado a las exigencias de la administración estadounidense en su “guerra contra el terror”, que en Yemen se ha traducido en un endurecimiento del control y de la seguridad. Quizás el mejor ejemplo haya sido el conflicto entre el régimen y el grupo de los Huthiyin, que iniciándose como un proceso de agitación y contestación política contra la invasión estadounidense de Iraq y contra el apoyo del gobierno yemení, se acabó convirtiendo en una guerra abierta que ha durado cuatro años. En julio de 2008, el presidente yemení, Ali Abdallah Saleh, anunciaba “el fin de la guerra” y la intención de calmar la situación, quizás pensando en las elecciones legislativas previstas para abril de 2009. Puede que ciertamente sea el final, pero no hay que olvidar que este conflicto, que comenzó en 2004, ha conocido periodos de alto el fuego y cinco etapas de combates.

espiritual y culturalmente a los jóvenes y protegerlos de los “peligros” derivados de su politización, y que quizás surgió para frenar la expansión del pensamiento salafí en la zona de Saada de la mano del fundador del movimiento salafí en Yemen, el sheyj saudí Muqbil al-Wadi‘i.

La organización estaba dirigida por el sheyj Muhammad Yahya Salem Azzam. Sin embargo, el grupo de al-Huthi, cuya máxima autoridad residía en el ulema Badr al-Din al-Huthi, no creía en ese método educativo y comenzó a interferir en las actividades del foro hasta llegar a controlarlo, imponer una nueva jefatura y convertirlo en un grupo con ideología política y dispuesto a recurrir a la violencia. Las diferencias y la división interna surgieron a partir de 1996 centradas en el método educativo, hasta el punto de que los ulemas de Saada intervinieron en la revisión del método. Una sección, la de los fundadores, se inclinaba por ampliar los aspectos científicos y por el estudio del legado intelectual, mientras que otro grupo se centraba en las relaciones entre los estudiantes y la instrucción espiritual. Las diferencias estallaron en 1999 y tras negociaciones entre ambas partes se aceptaron cambios en al-Shabab al-Muumin, entre ellos ampliar sus actividades, de manera que los cursos de verano sólo serían una parte de sus

actividades y de ellos se encargaría un grupo diferente cada año. En 2001, el grupo de al-Huthi se negó a devolver la administración de los centros al grupo de Azzam, violando el acuerdo al que habían llegado en 1999. Así, la ruptura interna quedó totalmente plasmada. Un año después, Huseyn Badr al-Din al-Huthi comenzó a lanzar sus eslóganes (¡Muerte a América y muerte a Israel!) para atraerse un mayor número de jóvenes y a radicalizarse. Entonces se sucedieron los conflictos entre las dos tendencias, la de Azzam y la de al-Huthi, por el control de los centros educativos, hasta que estalló el primer acto de la guerra con el gobierno en 2004. Azzam y sus seguidores rechazaron el enfrentamiento con el régimen, que quedó circunscrito a los seguidores de al-Huthi, tanto de dentro del al-Shabab al-Muumin como de fuera de la organización. Según Muhammad Azzam, las diferencias también fueron ideológicas: los huthíes pensaban que bastaba con tener un imam que enseñara a la comunidad lo que ésta precisara, sin necesidad de estudiar El Corán o la Tradición del Profeta, bastaba con tener un imam, un jefe, un dirigente o un “modelo”, por ejemplo Huseyn al-Huthi quien se autocalificaba no como imam sino como “modelo” (qidwa).

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Durante décadas, el Estado yemení ha sido incapaz de extender su autoridad a muchas zonas rurales, sujetas al control tribal, en un país en el que según las estadísticas hay entre 50 y 60 millones de armas; y tampoco ha podido ejercer un control sobre la educación religiosa. Las penurias económicas, el descontento social, la falta de identificación con el régimen o la política exterior del gobierno han empujado a muchos jóvenes hacia la contestación islamista al tiempo que el gobierno intentaba la no politización de los lugares de culto.

Cronología de una crisis

En 2004, estalló la crisis política en la provincia septentrional de Saada, fronteriza con Arabia Saudí y con unos 700.000 habitantes, entre la oposición y las autoridades gubernamentales cuando el disidente Huseyn al-Huthi encabezó un alzamiento contra el gobierno que fue respondido rápida y contundentemente por el ejército y la policía. Las autoridades clausuraron las escuelas religiosas a las que vinculaba con los actos de violencia.

La rebelión también traslucía un conflicto interno de la élite zaydí: el propio Presidente, Abdallah Saleh, es zaydí, aunque de una categoría inferior a la de Huseyn al-Huthi, que es un sayyed, es decir descendiente del Profeta, y por lo tanto podía poner en duda la legitimidad del Presidente. Al mismo tiempo, las críticas procedentes de círculos shiíes y sunníes sobre la no aplicación de la sharia, a pesar de ser la fuente de la legislación, se sumaban a esta “rebelión”. El grupo de al-Huthi decía luchar contra la discriminación sufrida y por la agresión del gobierno.

Todo comenzó como una contestación popular contra la invasión estadounidense de Iraq. Al-Huthi encabezaba esa protesta vertiendo duras críticas contra la administración Bush y contra la corrupción del gobierno yemení. El 4 de junio de 2004, al-Huthi y sus seguidores organizaron una manifestación ante la embajada de EEUU en Sanaa que fue duramente reprimida por las fuerzas de seguridad, provocando dos muertos, uno de ellos un adolescente. Este suceso marcó el inicio de la primera guerra entre el régimen y las milicias armadas del grupo al-Shabab al-Muumin, dirigidas por el sheyj Huseyn Badr al-Din al-Huthi, el 18 de junio de 2004 en la zona montañosa de Marran y en otras zonas de Saada.

Ese mismo mes, las fuerzas de seguridad asediaron a al-Huthi y a sus seguidores, tras fracasar la comisión de mediación propuesta por el Presidente para convencer a al-Huthi de que se entregara a las autoridades. Tres semanas después el régimen ofreció una recompensa de

54.000 dólares por la captura de al-Huthi, que en esos momentos contaba con unos 3.000 hombres armados. En tres meses de combate los muertos llegaban ya a 600, la mediación había fracasado y el Presidente, que intentaba reunir en torno suyo a los ulemas e imames, afirmó que al-Huthi se había desviado de los valores del islam y que sus ideas eran sectarias y racistas.

En septiembre de 2004, Huseyn al-Huthi murió, junto con su hermano Ibrahim, en la ofensiva lanzada por el ejército y el conflicto armado se interrumpió temporalmente. Debido a la imposición por parte del régimen de un rígido cerco informativo sobre lo que ocurría en Saada, las cifras de muertos eran meras conjeturas, aunque se hablaba entonces de unos mil muertos en esos tres meses.

En marzo de 2005 estalló la segunda guerra. Los “rebeldes” estaban dirigidos por Abdelmalik al-Huthi, hermano de Huseyn, apoyado por otro hermano, Yahya, y por Abdallah Aydh al-Razami y Yusuf Madani, mientras que el padre, Badr al-Din al-Huthi, ya octogenario, ejercía como guía espiritual. El gobierno respondió con artillería pesada y la cifra de muertos aumentó (400 en dos semanas, según Amnistía Internacional), centenares de personas fueron detenidas y cientos de escuelas religiosas cerradas. Dos meses después, el Presidente anunció que el líder de la rebelión renunciaba a la violencia y llamó a celebrar un diálogo nacional para pasar página. El líder militar de Juventud Creyente, Abdallah al-Razami, se rindió el 23 de junio de 2005 tras una mediación de líderes tribales, acogiéndose a una amnistía a cambio del cese de hostilidades. Esta segunda guerra acabó con una tregua entre ambas partes: en septiembre de 2005 el Presidente anunció una amnistía general a cambio de que entregaran las armas y bajaran de las montañas; así, fueron puestos en libertad varios cientos de seguidores de al-Huthi y el Estado se dispuso a pagar compensaciones a los afectados por los combates.

Esta tregua duró poco tiempo, ya que el 1 de noviembre de 2005 se reanudaron los enfrentamientos, la tercera guerra, que duraron hasta principios de febrero de 2006. La liberación de 627 rebeldes un mes después a cambio de afirmar su lealtad al gobierno y prometer buena conducta, contribuyó a una cierta distensión que fue rota por el gobierno el 18 de agosto de 2006, cuando el ejército lanzó un ataque con taques y artillería pesada contra posiciones de los huthíes. Tras enfrentamientos esporádicos, la cuarta guerra se desencadenó el 27 de enero de 2007, cuando los militantes huthíes utilizaron lanzagranadas para

atacar instalaciones gubernamentales en pleno proceso de las elecciones presidenciales. En febrero hubo mediaciones de imames de la zona y también de Qatar. Gracias a esa mediación, el 16 de junio de 2007 se firmó un acuerdo entre el gobierno y el grupo de al-Huthi que, aunque no puso fin a la violencia, incluía un alto el fuego y autorizaba a los huthíes a tener el control de grandes zonas de las que quedaba marginado el Estado. El acuerdo comprometía al gobierno a ejecutar un programa de reconstrucción con financiación extranjera, especialmente qatarí, a cambio de la entrega de las armas pesadas, del exilio temporal de los líderes de la revuelta y del reconocimiento por parte de los huthíes del sistema republicano. En virtud de este acuerdo los partidarios de al-Huthi podrían formar un partido político. El 9 de agosto, y mientras seguía habiendo cierta tensión entre ambas partes por la ralentización en la aplicación del acuerdo, Abdallah al-Huthi envió un mensaje de reconciliación al presidente yemení en el que comparaba la ideología del grupo con la de Hizbullah. Sin embargo, los enfrentamientos se reanudaron y se siguieron de forma esporádica, al tiempo que la comisión mediadora mantenía paralizadas sus actividades y el gobierno iba progresivamente concentrando cada vez más tropas en la gobernación. El acuerdo de Doha

Hubo negociaciones para la aplicación del acuerdo en julio de 2007 pero llegaron a un callejón sin salida en noviembre, hasta el punto de que la delegación qatarí se retiró de las conversaciones. Sin embargo, a principios de febrero de 2008 Qatar acogió una nueva ronda de conversaciones tras la reanudación de los enfrentamientos. Las negociaciones culminaron en la firma de un nuevo acuerdo en Doha para su aplicación en junio, lo que provocó un revuelo en el Parlamento en el que la mayoría había votado por la solución militar del conflicto, por considerar que cualquier solución política mermaba la soberanía del Estado y por las sospechas generadas sobre el texto del acuerdo ya que en ningún momento se hicieron públicas las cláusulas del mismo. En virtud del Acuerdo, ambas partes se comprometían a su aplicación: retirada del ejército de las zonas habitadas, abandono por parte de los rebeldes de sus refugios en las montañas y la entrega de las armas; amnistía general que incluiría a todos los seguidores de al-Huthi, salvo los detenidos por delitos de sangre; se garantizaría el regreso a sus hogares; los rebeldes deberían liberar a los retenidos; Abdelmalik y sus seguidores podrían refugiarse en Doha a cambio de no realizar ninguna actividad política o informativa en contra del gobierno yemení. El gobierno se comprometía a reconstruir la gobernación y pagar compensaciones a los afectados

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por la guerra con ayuda financiera de Qatar; respetar la libertad de expresión y el derecho de los huthíes a crear un partido político, si bien Abdelmalik al-Huthi no ha mostrado un interés especial por la creación de un partido y sí por el cese de la represión política, intelectual, económica y de seguridad que sufre el grupo, al que no se le permite publicar sus libros, ni abrir sus escuelas religiosas.

Por otro lado, ambas partes se comprometían a no revelar los detalles del acuerdo. Ese acuerdo fue firmado por Abdelkarim al-Eriani, consejero político del Presidente, por el jefe de la zona militar del norte, el general Ali Muhsin al-Ahmar, y por el sheyj Saleh Hibra y Yahya al-Huthi en representación de los huthíes. A pesar de la firma, el ejército continuaba con acciones armadas, según denunció Abdelmalik al-Huthi el mismo mes de febrero.

El 21 de marzo de 2008, el gobierno yemení publicó el texto del acuerdo firmado en Doha el 1 de febrero de ese mismo año. En marzo, la Comisión encargada de la aplicación del Acuerdo proseguía sus esfuerzos para que se aplicara la cláusula referida al abandono, por parte del grupo de al-Huthi, de las zonas pactadas y la entrega de las armas pesadas y medias, y también el despliegue del ejército en las zonas abandonadas por los huthíes. Pero en mayo de 2008 estalló la quinta guerra. En julio se puso en marcha una nueva comisión para resucitar el Acuerdo de Doha, tras un pacto entre el gobierno y los jefes tribales en medio de otras iniciativas para pacificar la zona encabezadas por jefes tribales de las gobernaciones de Saada y también de Amrán y de la zona de Bani Hashish próxima a la capital, a las cuales se había extendido el conflicto armado. La nueva comisión estaba formada por representantes de partidos de oposición, ulemas, parlamentarios, senadores y miembros de organizaciones de la sociedad civil.

El fin de la guerra

El 17 de julio, el presidente yemení anunció el fin de las operaciones militares en la gobernación de Saada contra los “rebeldes huthíes”, prometiendo que la guerra no volvería a estallar de nuevo. Esta vez hubo un canal de comunicación directa entre Abdelmalik y el Presidente durante las semanas previas a la declaración. Según algunos analistas se llegó a ese acuerdo entre ambas partes porque el gobierno quería evitar a toda costa una posible injerencia saudí, ya que los rumores apuntaban a que el vecino del norte pretendía crear una especie de ejército popular en Yemen para combatir a los huthíes, lo cual podría representar un peligro para el gobierno yemení a

corto o medio plazo. Quizás el Presidente puso fin a la guerra, para utilizar a los huthíes en su próximo enfrentamiento con la Agrupación al-Islah en las próximas elecciones. Además puede haber otros enemigos en perspectiva: las tendencias salafíes (lo que estaría bien visto por Occidente), la corriente liberal (ajustes de cuentas locales), el ejército (sustituir a la vieja jefatura, y de hecho la guerra contra los huthíes ha servido para destituir a un jefe militar de alta graduación que dirigió los combates en Saada).

El grupo de al-Huthi aceptó la propuesta porque incluía varias de sus peticiones: retirada de las tropas y alto el fuego, condiciones que permitirán al movimiento tomarse un respiro y recuperarse.

A principios de agosto el jefe de los huthíes, Abdelmalik Badr al-Din al-Huthi, envió un mensaje al presidente yemení que contenía el compromiso del grupo con los diez puntos impuestos por el presidente tras el anuncio del fin de la guerra:

1. Alto el fuego.

2. Apertura de los caminos, desactivación de las minas y entrega de las mismas al Estado. 3. Abandono de los refugios en las zonas montañosas, las granjas y las viviendas de los ciudadanos.

4. Poner punto final a las manifestaciones armadas y a las provocaciones en todas las provincias de la gobernación de Saada.

5. Entrega de armas medianas y pesadas al Estado.

6. Permitir el regreso de los desplazados.

7. Salida de los huthíes llegados a Saada procedentes de otras gobernaciones.

8. La entrega de los militares y civiles rehenes a las autoridades locales de Saada.

9. La devolución de los bienes saqueados durante la revuelta a las autoridades locales y a las fuerzas armadas.

10. Abdelmalik reconoce en el mensaje que el Estado es el único responsable de imponer la autoridad y la ley en la gobernación.

El grupo se comprometió entonces a preservar la seguridad, la estabilidad y la tranquilidad en la zona. Ya ha comenzado la liberación de presos huthíes y de rehenes, y tanto los huthíes como el ejército han empezado a retirarse de sus posiciones.

Las causas

La crisis entre el régimen y el movimiento de los huthíes ha venido dada por motivaciones tanto políticas como religiosas. El grupo considera que la oposición que realiza su “organización cultural”, Juventud Creyente, al control estadounidense y contra Israel, manifestada en sus eslóganes le convirtió en objetivo de ataques y detenciones por parte del régimen, a pesar de que, según manifiesta el propio grupo, respetan la Ley y la Constitución. Acusan al régimen yemení de plegarse a las exigencias de EEUU. Así, su actividad militar es vista como una acción en defensa de sus bienes y posesiones. Piden más libertad doctrinal, y aseguran que el régimen les persigue porque representan políticamente a los hashemíes. Los enemigos de los huthíes les acusan de haber abandonado el zaydismo y haberse pasado a la shia duodecimana, argumento rechazado por los huthíes, que su referente ideológico es Hizbullah, a pesar de que este partido ha negado tener cualquier vínculo con los huthíes, y la revolución islámica iraní. Según los enemigos de al-Huthi, Huseyn Badr el-Din comenzó a cambiar su doctrina, del zaydismo al shiismo ducodecimano, prácticamente desconocido en Yemen, debido a las repetidas visitas que realizó a Irán. En cualquier caso, hay quien opina que Irán utiliza a al-Huthi y a sus seguidores para desestabilizar a un país como Yemen, aliado de EEUU, y también crear turbulencias en esa zona limítrofe con Arabia Saudí con quien las relaciones habían llegado a ser muy tensas, y también hay quien piensa que Yemen agita el fantasma de la influencia iraní en el norte del Yemen para obtener más ayudas de Arabia Saudí.

El régimen les ve como fuera de la ley, considera que se han rebelado contra el sistema republicano y que intentan imponer de nuevo el antiguo régimen del imamato, algo negado por la jefatura del movimiento.

¿Se trata de un conflicto ideológico? Es indudable la existencia de un trasfondo ideológico en el conflicto, dado que han mediado entre las partes personalidades políticas, parlamentarios de diferente signo, con propuestas del régimen como una amnistía general, las compensaciones por los daños y la renuncia a eslóganes como “Muerte a América y muerte a Israel”.

Pero también es cierto que el régimen optó por la solución militar, desoyendo las iniciativas presentadas por los ulemas zaydíes para solucionar los problemas de la gobernación de Saada, como se quejaba un ulema zaydí, el Doctor Murtada Zayd al-Mahturi, presidente del Centro Badr.

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Los huthíes han justificado su alzamiento por la marginación que sufre la zona en lo que a proyectos de desarrollo se refiere.La guerra de cuatro años, con periodos de paz intermedios y cinco períodos de enfrentamientos armados, ha dejado tras de sí, según un primer estudio elaborado por la Comisión de Reconstrucción de la Gobernación de Saada creada por el consejo de ministros yemení, graves pérdidas: 4141 viviendas destruidas, total o parcialmente, 64 plantaciones de árboles frutales y 24 granjas avícolas han sufrido daños, 21 instalaciones gubernamentales se han visto afectadas total o parcialmente (escuelas, centros de salud, lugares de culto). Sobre pérdidas humanas no hay todavía datos oficiales, pero se habla de unos mil muertos y varios miles de heridos, entre soldados y civiles, y más de 55.000 desplazados internos, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.

Yahya Badr al-Din al-Huthi, hermano de Huseyn, el primer dirigente de la revuelta, y de Abdelmalik, al actual líder del movimiento, es diputado por el Congreso Popular General, el partido gobernante, desde 1997. Desde finales de 2004 se encuentra exiliado en Alemania. En junio de 2008, el Parlamento decidió por segunda vez (la primera fue en febrero de 2007) retirarle la inmunidad parlamentaria para ser llevado ante la justicia. El Ministro de Justicia, en una nota dirigida al Parlamento, le acusó de participar en la creación de una banda armada, incitar a la revuelta armada, a desobedecer la Ley, a la rebelión contra el régimen, apoyar actos terroristas y de sabotaje en algunas provincias de la gobernación de Saada y de espionaje a favor de terceros países.

Huseyn Badr al-Din al-Huthi nació en 1956 en la aldea de Al al-Sayfi, en la zona de Hydan, en la gobernación de Saada (240 kms. al noroeste de Sanaa), seis años antes de la revolución que acabó con el imamato. El imamato había gobernado el país como prolongación del Estado zaydí que pervivió once siglos y se había fundado en las montañas de Saada para posteriormente extender su influencia por el país. Perteneciente a una familia que remonta su linaje a los hashemíes (descendientes del Profeta), su padre, Badr al-Din al-Huthi, está considerado como una de las máximas autoridades de la shia zaydí en Yemen. Estudió en las escuelas sunníes de Saada que gestionaban los islamistas yemeníes que luego se transformarían, en 1990, en la Agrupación al-Islah, en la órbita de los Hermanos Musulmanes, aunque también recibió enseñanza religiosa de la mano de su padre y de los ulemas zaydíes. Después estudió Legislación Islámica y Derecho en la Facultad de Sharia de la Universidad de Sanaa, pero en 1992 se decidió por el activismo político y fue uno de los fundadores del Partido al-Haqq (La Verdad), partido de oposición creado por ulemas, intelectuales y jefes tribales pertenecientes a la corriente zaydí, que contó con el apoyo de otras fuerzas políticas para contrarrestar la influencia

y poder de al-Islah, entonces aliado del partido gubernamental, el Congreso Popular General. En 1993 fue diputado por la gobernación de Saada, pero renunció a presentarse en las elecciones de 1997, dejándole paso a su hermano Yahya Badr al-Din, que se presentaba por el Congreso Popular General, un año después de que Huseyn, su padre y centenares de seguidores se dieran de baja del Partido al-Haqq. Se dedicó entonces a la gestión de la actividad del Foro al-Shabab al-Muumin (Juventud Creyente) y se trasladó a Sudán para cursar estudios de postgrado y doctorarse en Ciencias del Corán. Los que le conocieron dicen que era brillante, con amplios conocimientos islámicos pero con puntos de vista extremistas. En 2000 dimitió de la gestión de al-Shabab al-Muumin. En 2003, cuando comenzó a expandirse el activismo del grupo por diferentes ciudades yemeníes, empezó a encabezar manifestaciones y lanzar eslóganes en las mezquitas (Muerte a América y muerte a Israel) lo que provocó los primeros enfrentamientos con las fuerzas de Seguridad. Fue entonces cuando arrancó el proceso de radicalización, favorecido por la cada vez mayor intransigencia del régimen, lo que desembocó en el conflicto armado que estalló el 18 de junio de 2004. Huseyn Badr al-Din al-Huthi murió en la primera fase bélica del conflicto, en septiembre de 2004.

Tal vez, el régimen haya llegado a solucionar la crisis con los huthíes, pero le esperan otras: la ola de conservadurismo, manifestada en la creación de la Organización al-Fadila, una organización casi parapolicial encargada de velar por las buenas costumbres y que ha contado con la bendición de uno de los máximos dirigentes del islamismo yemení, Abdelmeyid al-Zendani; el enfrentamiento con la oposición, reagrupada en el Bloque del Encuentro Común (Takattul al-Liqa al-Mushtarak) que incluye al-Islah, el Partido Socialista, la Organización Unionista Popular Naserista (al-Tanzim al-Wahdawi al-Shaabi al-Naseri), la Unión de Fuerzas Populares (Ittihad al-Qiwa al-Shaabiyya) y el Partido de la Verdad (Hizb al-Haqq), y con el debate sobre la ley electoral y las elecciones legislativas previstas para el 2009 como caballo de batalla. A ello hay que añadir el reto que supone la presencia de células al-qaedistas y los disturbios en el sur como resultado del

ostracismo al que han sido condenadas las fuerzas políticas sureñas y la cada vez mayor presencia de la corriente salafí en el país. Además, nada garantiza la estabilidad, el abandono definitivo de las armas y de la solución militar en Saada. Es más, hay una “tensión verbal” entre ambas partes que se acusan de incumplir el Acuerdo de Doha y quedan muchos aspectos pendientes: las compensaciones a los afectados, la retirada de las zonas montañosas y de las instalaciones estatales ocupadas por los huthíes, la reconstrucción y la recuperación de los servicios fundamentales prestados a los ciudadanos, la entrega del armamento pesado de los huthíes, la liberación de los rehenes y el esclarecimiento del paradero de los detenidos o desaparecidos (la Organización Yemení de Defensa de los Derechos y las Libertades asegura, en un comunicado del 19 de agosto, que hay 135 detenidos y varias decenas de desaparecidos desde que acabó la guerra).

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El Zaydismo es un movimiento shií que se separó de la corriente principal en el siglo IX después de la muerte del cuarto imam, Ali Zayn al-Abidin, ya que los zaydíes reconocieron como sucesor a su hijo menor, Zayd Ibn Ali, y no al hermano mayor Muhammad al-Baqir que fue aceptado por la mayoría como quinto imam. Zayd fundó su movimiento inicialmente en la ciudad iraquí de Kufa. Después de tomar parte en varias rebeliones shiíes encabezadas por los descendientes de Ali, en la segunda mitad del siglo IX los zaydíes fundaron dos Estados en regiones montañosas alejadas del poder central: en las montañas de la costa meridional del Mar Caspio y en las montañas septentrionales de Yemen, en la zona de Saada. Este último fue fundado en el 897 por el Imam al-Hayy. Aunque intentaron varias veces extender su dominio a otras regiones, a lo largo de su gobierno los imames lucharon, sobretodo, para defenderse de las otras dinastías (Abbasíes, Fatimíes, Ayyubíes y Mamelucos) sobreviviendo a todas ellas. Lucharon también contra los Otomanos, que invadieron el país en 1536, hasta expulsarlos en 1635 conquistando el sur del país y realizando la expansión territorial más amplia de su historia.

En el siglo XVII la capital se movió de Saada a Sanaa y los imames zaydíes siguieron gobernando Yemen como un Estado islámico aislándolo lo más posible de las influencias extranjeras. Los Otomanos invadieron de nuevo el país a mitad del siglo XIX pero nunca llegaron a completar la ocupación del norte, ya que en las áreas de influencia zaydí los imames conservaron su autonomía política y espiritual. El imam Muhammad (1891-1904) cambió el milenario imamato electivo por una dinastía hereditaria y su hijo, el imam Yahya (1904-1948), prosiguió la lucha de su padre contra los otomanos. El moderno Estado de Yemen adquirió su independencia en 1918 y el imam pudo gobernar todo el país. Los últimos años de su gobierno vivieron una fase de crisis, con el estancamiento de la economía, el aumento de la emigración y la formación de los “Yemeníes Libres”, un movimiento nacionalista en el exilio que en 1948 asesinó al imam. El alzamiento fue derrotado por su hijo, el imam Ahmad (1948-62) que venció otra revuelta en 1955.Con la muerte del imam Ahmad en 1962, un grupo de oficiales nacionalistas tomó el poder en Sanaa y proclamó la Republica Árabe de Yemen. Los monárquicos se solidarizaron con el imam al-Badr, el hijo de Ahmad que escapó de Sanaa, y estalló una guerra civil entre el gobierno republicano, apoyado por Egipto, y las tribus promonárquicas apoyadas por Arabia Saudí. Tras la retirada de Egipto, a raíz de la derrota de 1967 ante Israel, y tras varios magnicidios, en 1979 Ali Abdallah Saleh se convirtió en Presidente y consiguió reconciliar a los diferentes grupos. Aunque Yemen se había convertido en una República, el baluarte zaydí se mantenía en las montañas autogobernándose bajo el paraguas del gobierno central.

La cuestión de la sucesión del Profeta, el califato o el imamato, es el punto central de la separación entre zaydíes y sunníes. Los zaydíes consideran que el Profeta designó secretamente a Ali como su sucesor, así pues el nombramiento de Abubakr, primero, y Omar, después, como califas es considerado un acto de infidelidad. Cualquier descendiente de Ali puede ser elegido imam por sus meritos personales, no se reconoce esta figura como infalible, sino todo lo contrario, debe demostrar sus habilidades para gobernar, debe ser una persona íntegra, piadosa y valerosa, y si es injusto es legítima la rebelión para restablecer el derecho y la justicia.

Fuentes

Bonnefoy, Laurent. “Entre pressions extérieures et tensions internes, un équilibre instable au Yémen”. Le Monde Diplomatique, Octubre 2006http://www.monde-diplomatique.fr/2006/10/BONNEFOY/14054

Burgat, Francois. L´islamisme à l´heure d´Al-Qaida. Paris: La Découverte, 2005.

Fisas, Vicenc. Anuario 2008 de procesos de paz. Barcelona: Icaria Editorial, 2008. http://www.pangea.org/unescopau/img/programas/procesos/08anuarie.pdf

Leveau, Remy, Mermier, Franck y Steinbach, Ugo. Le Yémen contemporain. Paris: Karthala, 1999. Sharp, Jeremy M.. “Yemen: Where is the Stability Tipping Point”. Arab Reform Bulletin, Julio 2008, vol. 6, nº 6. http://www.carnegieendowment.org/files/sharp2.pdf

Shuqayr, Shafiq. Al-Yaman…Azmat wa-tahaddiyyat (Yemen…crisis y desafíos). Shabaka al-Jazeera. Mayo, 2008.http://www.aljazeera.net/mritems/streams/2008/5/19/1_798017_1_51.pdf http://www.bippi.org/bippi/menu_left/conflicts/Yemen/Yemen.htm (el conflicto de Saada)http://www.yemennow.net/index.php?action=showNews&id=434 (texto del Acuerdo de Doha)

Observatorio Mediterraneo e Medioriente. Contributi di Istituti di Ricerca Specializzati, nº 19, enero-febrero-marzo, 2007. http://www.senato.it/documenti/repository/lavori/affariinternazionali/osservatoriomediterraneo/n.%2019.pdf

Páginas Web más utilizadas:

www.aljazeera.net www.alarab.co.ukwww.alquds.co.ukwww.aawsat.comwww.jamestown.org www.internal-displacement.org www.alarabiya.netwww.alwasat-ye.nethttp://forum.sh3bwah.maktoob.com/t63178.htmlwww.alriyadh.comwww.middle-east-online.comwww.yemennow.net

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Cuando en junio de 1989 al-Bashir tomó el poder en Sudán declaró que había dirigido el golpe de Estado para “salvar” a la nación del colapso. Diecinueve años después es el propio al-Bashir quien debe buscar su salvación ante las acusaciones de crímenes de guerra y genocidio por el conflicto de Darfur y ha afirmado que “Sudán no entregará ni un solo pelo de ningún ciudadano sudanés al Tribunal Penal Internacional”.

Omar Hasan Ahmad al-Bashir nació el 1 de enero de 1944 en el pueblo de Hush Banaga, cerca de la ciudad de Shandi (provincia de Nahr al-Nil), a unos 120 km al noreste de Jartum, en la orilla oriental del Nilo, en el seno de una familia campesina perteneciente a la tribu árabo-musulmana de al-Ya‘aliyin.

Según sus propias declaraciones, fue mientras cursaba secundaria cuando entró en contacto con el movimiento islamista que en aquellos momentos todavía se debatía entre varias tendencias, unas más vinculadas a los Hermanos Musulmanes de Egipto y otras que reivindicaban la particularidad del islamismo sudanés.

En 1967, se graduó en la Academia Militar Sudanesa y continuó su formación militar en las Fuerzas Aerotransportadas, luego en Infantería y después en la Escuela Sudanesa de Oficiales, donde se licenció (1981) en Ciencias Militares. Amplió su formación en el Instituto Militar de Malasia (1983), en Pakistán y en la Academia de Ciencias de la Administración de Sudán (1987).

Combatió en la brigada de paracaidistas junto a las tropas egipcias en el Canal de Suez, en la guerra del 73, y posteriormente fue

agregado militar de la embajada sudanesa en Emiratos Árabes Unidos hasta 1978.

En 1988, siendo ya un oficial de alta graduación, mandó la 8ª Brigada de Infantería en la provincia de Kordofan Sur, en los combates contra el Ejército Popular de Liberación de Sudán, el brazo armado del Movimiento Popular de Liberación de Sudán, dirigido por John Garang, que en esa época defendía una revolución socialista en un Sudán unificado.

La inestabilidad política y parlamentaria del período democrático, que comenzó tras el derrocamiento del presidente Numeyri en 1985 y se inauguró con las elecciones generales de 1986, llevó a continuos cambios de gobierno, alianzas y rupturas entre partidos, alimentando los rumores de golpes de Estado en un país que ya tenía una larga tradición de asonadas militares. El Frente Islámico Nacional, el partido islamista creado en 1985 y dirigido por Hasan al-Turabi, se presentaba como la única fuerza política que defendía los intereses del ejército en unos momentos de gran deterioro de la seguridad y de vulnerabilidad ante los avances de la guerrilla del sur. Una estrategia de progresiva islamización del ejército facilitó asimismo la acción militar-islamista propiciada por la caótica situación interna. El viernes 30 de junio de 1989 –el día fijado para una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros que debería decretar la anulación definitiva de la legislación islámica– el sector islamista del ejército y el Frente Islámico Nacional protagonizaron un golpe de Estado con la prioridad de “salvar” al país, de ahí que se autodenominara “revolución de salvación nacional” (thawrat al-inqadh al-watani)

PerfilesOmar Hasan Ahmad al-Bashir. ¿Un “salvador de la nación” ante el Tribunal Penal Internacional?

Las nuevas autoridades de la “revolución de salvación”, la Junta de Mando de la Revolución, anunciaron inmediatamente el nombre de quien presidía la junta militar, el teniente coronel Omar Hasan Ahmad al-Bashir, conocido desde hacía algunos años por su cercanía al movimiento islamista.

Tras el golpe de Estado, fue nombrado presidente del Consejo de Mando de la Revolución de Salvación Nacional, asumiendo las tareas de jefe de gobierno, ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas. El 16 de octubre de 1993 se disolvió la Junta Militar y al-Bashir fue “elegido” presidente de la República. Al mismo tiempo pasaba a dirigir también la organización política única que representaba al régimen, el Congreso Nacional (al-Muutamar al-Watani) que sigue gobernando al país, aunque desde el 2005 con el MPLS como socio. El Congreso Nacional era un sistema político, transformado luego en partido, que incluía en su seno un movimiento islamista mayoritario tras la autodisolución del Frente Islámico Nacional en 1989, junto con tendencias minoritarias islamistas y no islamistas.

Desde su llegada al poder, la presidencia de al-Bashir ha experimentado dos grandes etapas: la primera caracterizada por una jefatura bicéfala en la que al-Bashir era el presidente de la República, mientras Hasan al-Turabi trazaba las líneas ideológicas que debía seguir el nuevo régimen e influía en la política interior y exterior. Esa dualidad en la toma de decisiones se prolongó hasta finales de los noventa, aunque las primeras diferencias salieron a la luz con la crisis del Golfo de 1991. Al-Bashir se opuso a la invasión iraquí de Kuwait, mientras que Turabi fue partidario de apoyar a Iraq. Esta primera etapa también se caracterizó por la represión generalizada, la agudización de la guerra, el deterioro de las relaciones con los países vecinos debido tanto a la injerencia sudanesa (apoyos a movimientos de oposición armada en Eritrea o Etiopía) como a la política de puertas abiertas que permitió la entrada en Sudán, sin visados, a opositores a otros regímenes árabes, a gente como Chacal –Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como Carlos el Chacal, se había refugiado en Sudán tras un periplo por varios países de Oriente Medio– o como Osama Ben Laden. También se definió por la aventura internacionalista de Turabi, liderando la Conferencia Popular Árabe e Islámica. Esa política fue respondida por Estados Unidos con la imposición de sanciones, embargos y la inclusión de Sudán en la lista negra de países que dan cobertura al terrorismo.

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El Congreso Nacional del principal partido de la oposición marroquí, Partido de la Justicia y el Desarrollo (Hizb al-Adala wa-l-Tanmiyya), eligió el pasado 20 de julio a su nuevo Secretario General. Abdelilah Benkirán recibió el voto de 684 de los 1628 delegados (un 56,30%) y sustituye a Saad al-Din al-Uthmani (que obtuvo 495 votos) al mando del partido. Tanto Benkirán como al-Uthmani, que ha pasado a ser presidente de la Asamblea Nacional del Partido, han tenido trayectorias políticas similares. Benkirán ha sido uno de los artífices de la evolución de cierto islamismo marroquí desde la clandestinidad a la acción legal, desde el enfrentamiento al reconocimiento del sistema político marroquí, del secretismo al contacto directo con la sociedad del país, del inmovilismo interno a una democratización de las estructuras del partido y a su modernización. La elección de Benkirán resultó una sorpresa, incluso para él mismo. Su controvertida personalidad y su agitada relación con las bases del partido y del movimiento islamista hacían prever un resultado diferente totalmente a favor de la reelección de al-Uthmani.

Benkirán nació el 8 de abril de 1954 en Rabat, en el seno de una familia de comerciantes originaria de Fez vinculada al sufismo y a la esfera política, ya que su

Abdelilah Benkirán. Secretario general del Partido de la Justicia y el Desarrollo de Marruecos. ¿Nuevo modelo de líder islamista?

A partir de 1995 comienza a percibirse un giro en la política interna y externa del país: Turabi regresa a la política nacional institucional, es elegido diputado en 1996 y luego presidente del Parlamento, y comienza el deterioro de las relaciones entre Turabi y al-Bashir. El Presidente al-Bashir comienza a tomar medidas para mejorar las relaciones con los países vecinos (expulsión de varios centenares de extranjeros árabes refugiados en Sudán) y en 1998 protagoniza acercamientos con Etiopía (elimina una de las bases de la guerrilla), busca la reconciliación con Eritrea y con Uganda (para minimizar la ayuda ugandesa a la guerrilla del sur) y, sobre todo, apuesta por deshacerse de Turabi, algo que se materializó en el año 2000. El propio al-Bashir dejó bien claro que no podía seguir habiendo una jefatura bicéfala: “no puede haber dos gobiernos, uno de facto en manos del Congreso Nacional, y otro decorativo en el palacio presidencial, no puede haber un presidente de facto, Turabi, y otro decorativo, al-Bashir”. Como reconocería poco después, el

alejamiento de Turabi de los puestos de poder y de la toma de decisiones contribuyó eficazmente a restablecer los lazos con los países del entorno y mejorar las relaciones tanto con los países árabes como con Europa y EEUU.

Al-Bashir concluía así una etapa y se disponía a comenzar otra que culminaría con la firma del Acuerdo de Paz Definitivo con la guerrilla del sur. El primer comunicado oficial del nuevo régimen instaurado en 1989 afirmaba que las Fuerzas Armadas sudanesas habían llevado a cabo la revolución para salvar a la nación del colapso originado por la continuación de la guerra heredada de la época de Numeyri. En su primer encuentro con la prensa, el nuevo Jefe del Estado señalaba: “nosotros los militares somos los más capaces de resolver el problema del sur y de entendernos con John Garang, porque los militares nos entendemos entre nosotros mejor que los civiles”; sin embargo, la paz con la guerrilla tardaría en llegar.

Así, tras largos años de combates, numerosas mediaciones y muchas negociaciones, el 9 de enero de 2005 el presidente de la República, al-Bashir, y el presidente del Movimiento Popular de Liberación de Sudán, John Garang, firmaron en Nairobi el acuerdo total y definitivo de paz, lo que se puede considerar uno de los pocos logros del régimen sudanés.

Sin embargo, al mismo tiempo que el presidente se acercaba hacia una paz con la guerrilla del sur, que sigue siendo frágil, otra gran crisis política y militar estallaba en la región occidental de Darfur en 2003. Desde entonces continúa un conflicto armado que enfrenta a varios grupos político-armados de Darfur con el régimen de Jartum y por el cual al-Bashir ha sido acusado por el fiscal general del Tribunal Penal Internacional de La Haya de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio. El Tribunal ha comenzado ya a estudiar el caso. El futuro de al-Bashir es, pues, cuando menos, dudoso y dependerá en gran medida del proceso democrático y electoral que deberá poner en marcha durante 2009.

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en 1998 la línea islamista prevaleció y se transformó en una nueva agrupación política, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD). El PJD obtuvo 9 escaños en las primeras elecciones legislativas a las que concurrió en 1997, cifra que superó con creces en 2002 al conseguir 42 diputados en las elecciones de aquel año, quedando como tercera fuerza política tras la USFP, con 50 diputados y el Istiqlal con 48. En 2007, sólo añadió 4 escaños, sumando así 46, si bien desde las instancias del partido se denunció que había sido víctima de fraude.

Desde 2004, la jefatura del partido pasó a manos de al-Uthmani, mientras que Benkirán se quedaba con la presidencia de la Asamblea Nacional del PJD. Este año, en un congreso general que se presentaba tranquilo y hasta cierto punto continuista, saltó la sorpresa de la elección de Benkirán como nuevo secretario general del PJD.

Benkirán, que es miembro de la Oficina Ejecutiva del Movimiento de Unidad y Reforma (MUR) la rama “proselitista” del islamismo representado políticamente por el PJD y el que provee de la mayor parte de los cuadros dirigentes al partido, ha prometido renunciar a ese cargo para dejar bien clara la diferencia entre la dimensión más espiritual y predicadora, el MUR, y la dimensión política, el PJD. Como ha dicho él mismo “en el MUR partimos de la religión para servir a la religiosidad, y en el partido (PJD) partimos de la religión como referencia para servir a los intereses de los ciudadanos”.

Benkirán se ha caracterizado siempre por ser emprendedor y renovador. Su empeño en alcanzar la normalización del movimiento islamista y su integración en la sociedad marroquí, su apoyo a la integración de las mujeres y su visión para establecer buenas relaciones con la monarquía, le han granjeado numerosas críticas y acusaciones tanto entre las otras formaciones islamistas del país como por parte de algunas bases y cuadros de su partido.

madre estaba vinculada al Partido Istiqlal, el actor más destacado de la independencia marroquí contra los franceses y entonces principal fuerza política. Guiado por su padre, recibió enseñanza religiosa y estudió en la Escuela de Secundaria Mulay Yusuf, en Rabat. En 1979 se licenció en el Departamento de Física de la Facultad de Ciencias y fue en la universidad donde comenzó su activismo y sus primeros contactos con grupos islamistas que en aquellos momentos se enfrentaban a la popularidad de los movimientos izquierdistas universitarios. Después de un inicial acercamiento a los militantes del Partido Istiqlal y de la futura Unión Socialista de Fuerzas Populares en la Escuela Mohammadia de Ingenieros de Rabat, Benkirán empezó su militancia política a mediados de los años setenta en el movimiento juvenil islamista al-Shabiba al-Islamiyya, dirigido por Abdelkarim Muti‘ y en el que comenzó a definir su trayectoria política con lecturas como Señales en el camino, una de las obras de referencia del pensador islamista egipcio Sayyid Qutb.

Las relaciones entre Benkirán, que ya había comenzado a desempeñar tareas de responsabilidad dentro de la organización, y Muti‘ se deterioraron, ya que el joven islamista pedía más transparencia a su líder, exiliado tras el asesinato del dirigente socialista Omar Benyellun y del que fue acusado al-Shabiba al-Islamiyya, y lanzó un comunicado en el que criticaba su “caótica” gestión del movimiento. Arrestado a principios de los 80 por pertenecer a un movimiento ilegal, al salir de la cárcel decidió, con un grupo de compañeros, dejar la clandestinidad y la política de enfrentamiento directo con el régimen y optar por la acción legal. Sin embargo, la radicalización del enfrentamiento entre al-Shabiba al-Islamiyya y el régimen hizo que las autoridades desencadenaran una represión contra todas aquellas formaciones del ámbito islamista. En 1981, Benkirán y otros miembros escindidos de al-Shabiba, como al-Uthmani y Muhammad Yatim, fundaron la asociación al-Yama‘a al-Islamiyya, y fue el propio Benkirán quien anunció la ruptura total, política e intelectualmente,

con al-Shabiba y su apuesta definitiva por la praxis legal, lejos de cualquier secretismo y clandestinidad. El grupo se transformó en 1985 en el Movimiento de Renovación y Reforma (Haraka al-Taydid wa-l-Islah), presidido por él desde 1986 hasta 1994, que reconoció al régimen monárquico como un régimen islámico y a la figura del rey como Príncipe de los Creyentes, intentando así suavizar las relaciones del movimiento con las autoridades marroquíes. A principios de los 90, Benkirán creía que había llegado el momento de que su movimiento se convirtiera en partido político. Para Benkirán, superar el “secretismo” que el movimiento había heredado de los tiempos de al-Shabiba era una cuestión fundamental dado que debilitaba su capacidad de actuación social y política. Así, en 1992 presentó a las autoridades de Rabat la solicitud, nunca aceptada, para la creación del Partido de Renovación Nacional (Hizb al-Taydid al-Watani). No obstante, Benkirán asumió la misión de consolidar la creación del partido dentro del movimiento.

En 1994 fue elegido Muhammad Yatim, compañero de fatigas de Benkirán, como nuevo presidente del movimiento islamista. En 1996, después de la fusión con otras asociaciones como la Liga del Futuro Islámico (Rabitat al-Mustaqbal al-Islami), el movimiento se transformó en el Movimiento de Unicidad y Reforma (Harakat al-Tawhid wa-l-Islah). Por aquel entonces, Benkirán era profesor de Física en la Escuela de Magisterio de Rabat.

Benkirán, con al-Uthmani y otros líderes de su generación, iniciaron las conversaciones con el líder del Movimiento Popular Constitucional Democrático (al-Haraka al-Shaabiyya al-Dusturiyya al-Dimuqratiyya-MPCD) Abdelkarim Jatib, para integrarse en su formación. Integrándose en las listas del movimiento de Jatib, Benkiran fue elegido en 1997 diputado por Salé, y fue reelegido en dos legislaturas más. Con la entrada de esa nueva generación de líderes islamistas en el MPCD, éste fue adoptando las ideas y el liderazgo de Benkirán, al-Uthmani y otros, hasta que

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Con respecto a las expectativas de futuro, el 40% tiene una visión negativa, creen que habrá crisis y problemas continuos y no confían en una estabilidad a largo plazo.

3. La situación política libanesa

Respecto a la situación política en Líbano, Information International llevó a cabo otra encuesta en el mismo periodo y con la misma muestra de población.

El 89,4% de los entrevistados está de acuerdo con la elección como Presidente del General Michel Suleyman cuando hace menos de un año, en septiembre de 2007, solamente el 9,3% de los encuestados le apoyaba. Según los encuestados, el nuevo Presidente tiene que tener como prioridad mejorar de la situación económica (28%); fomentar el dialogo y alcanzar la reconciliación nacional (22,5%); reforzar la seguridad y retirar las armas de las calles (19,7%). El Primer Ministro Fuad Siniora tiene el apoyo del 31,5% de los entrevistados, el 56,7% de ellos sunníes, aunque el 33% declaró estar en contra de su nombramiento. Con respecto al Acuerdo de Doha, el 64,8% de los entrevistados cree que se trata solamente de una “tregua temporal”, aunque para un 48% reúne los intereses de todas las partes. El Acuerdo estipula la adopción de la ley electoral de 1960 con una re-distribución de los distritos de Beirut y el 51,8% de la muestra está de acuerdo con esta decisión, sobretodo entre los greco-ortodoxos (68%) y los católicos (75,6%). Del 25,2% que está en contra, el 21,8% no aprueba la adopción de la provincia (muhafaza) como distrito electoral basado en una representación proporcional, el 14,3% está a favor de un diputado por cada distrito y el 38,5% cree que Líbano tendría que considerarse como un único distrito basado en la representación proporcional.

Con respecto a los políticos libaneses, el 78,4% de la muestra no confía en ellos, aunque el 42,6% les “perdona” después de la adopción del Acuerdo de Doha. Michel Suleyman es considerado el político que actúa de la mejor manera posible (41,8%), seguido por Hasan Nasrallah (38,8%) y Michel Aoun (32,4%). A la pregunta ¿quién es el principal líder en el país? las confesiones respondieron, en general, “ninguno” (los porcentajes oscilan entre el 8,5% entre los shiíes y el 48% de los greco-ortodoxos) y aquellos que son considerados líderes en su confesión no alcanzan la unanimidad sino solamente la mayoría de los votos y ninguno pasa del 40% de las preferencias. Respecto al partido de Hizbullah, el 38,7% cree que se tendría que alcanzar un acuerdo para el desarme, el 21,1% es partidario de no entregar las

Opinión pública

1.Turcos, iraníes y egipcios ante la sharia.

La organización Gallup publicó a finales del pasado mes de julio una encuesta realizada en Irán, Turquía y Egipto sobre el papel que debe desempeñar la sharia en la legislación nacional. Así, el 90% de los iraníes, el 91% de los egipcios y el 74% de los turcos considera que la legislación islámica debe estar presente, de una manera o de otra, en la legislación nacional.

Preguntados sobre si la sharia debe ser la única fuente de la legislación, una de las fuentes o si no debe desempeñar ningún papel, la mayoría de los egipcios, un 64%, respondió que debe ser la única, mientras que sólo el 7% de los turcos respondió de la misma manera. Entre los encuestados de los tres países que opinan que la sharia debe jugar un papel en la legislación (bien como fuente única, bien como una de las fuentes), los egipcios destacan por ser quienes más cualidades positivas atribuyen a la legislación islámica. Así, un 96% en Egipto, un 80% en Irán y un 63% en Turquía consideran que favorecería un sistema judicial más justo; y un 77% de iraníes y un 70% de turcos opinan que ayudaría a reducir la corrupción (esta pregunta no fue incluida en la encuesta realizada en Egipto). El mayor margen de diferencia lo encontramos entre Egipto y Turquía: un 96% de egipcios frente a un 52% de turcos (y un 59% de iraníes) considera que la sharia favorece el avance científico; un 49% de egipcios frente a un 23% de turcos (y un 46% de iraníes) asegura que la aplicación de la legislación islámica limitaría el poder de los gobernantes.

Evidentemente, quienes consideran que la sharia debe ser fuente de legislación no son favorables a relacionarla con aspectos negativos. Aun así, el 69% de los egipcios asocian la sharia con la aplicación de castigos crueles. Un 28% en Irán y un 20% en Turquía consideran que la sharia otorga poder ilimitado a los gobernantes. Esta pregunta no se incluyó en la encuesta realizada en Egipto pero el 49% opina que, por el contrario, limita el poder de los dirigentes.

2. Países extranjeros: ¿amigos, aliados o enemigos?

Information International realizó una encuesta entre el 2 y el 9 de junio de 2008, entrevistando a 1.000 libaneses sobre su postura sobre países árabes y no árabes, sobre Naciones

Unidas, las relaciones con Siria y las expectativas de futuro.

A la luz de la división político-confesional libanesa, la opinión con respecto a los países árabes y extranjeros depende de la pertenencia religiosa, excepto cuando se trata de Israel que es considerado país enemigo por la gran mayoría de los encuestados (96%). En general, entre los países amigos, Qatar destaca con un 68% de los votos pero es interesante ver cómo cambian las opiniones hacia algunos países dependiendo de la confesión religiosa: por ejemplo, el 84% de los sunníes y el 73% de los drusos consideran Arabia Saudí como un país aliado y amigo, mientras que el 66% de los shiíes lo consideran enemigo. El porcentaje más alto de los que consideran a Siria e Irán como enemigos se encuentra entre los sunníes, con el 44% y el 49% respectivamente, mientras que para la casi totalidad de los shiíes son países aliados y amigos (90% y 89% respectivamente). Los cristianos, aunque mas homogéneos, tienen algunas diferencias de opinión, por ejemplo sólo una pequeña parte de los católicos considera a Irán (18%) y Siria (22%) como países enemigos, mientras que los porcentajes aumentan al 39% y 27% entre los greco-ortodoxos y al 43% y el 35% entre los maronitas.

Por lo que se refiere a los dos países occidentales mencionados en la encuesta, Estados Unidos y Francia, el primero es considerado amigo y aliado por el 64% de los sunnies y el 53% de los maronitas y enemigo por el 88% de los shiíes; el segundo, es amigo y aliado para el 82% de los drusos y el 73% de los maronitas y enemigo para el 52% de los shiíes.

La ONU es vista como “amiga y aliada” por el 49% de la muestra, apoyada por el 70% de los sunnies, mientras que el 29% la describe como “enemiga”, entre ellos el 64% de los shiíes. El 41% de los greco-ortodoxos se abstuvo de contestar a esta cuestión.

A la pregunta ¿cómo tendrían que ser las relaciones con Siria?, la mayoría de los entrevistados, el 65%, cree que es importante mejorar las relaciones, el 15% prefiere que sigan como hasta ahora y el 3 % quiere que acaben. Además, el 49% de los entrevistados cree que las negociaciones indirectas entre Siria y Israel tendrán efectos positivos para Líbano, el 16% cree que el efecto será negativo y más de un tercio, el 35%, no sabe no contesta.

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armas antes de la liberación de las Granjas de Chabaa y de los presos en Israel, el 11,8% cree que Hizbullah debe quedarse con las armas hasta lograr la estabilidad de la región, el 11,1% quiere que el partido conserve sus armas y el 9,9% que sea desarmado por la fuerza.

A la pregunta ¿qué siente hoy en día? el 59,3% de los encuestados respondió “inestabilidad y miedo”, el 16% “tranquilidad y estabilidad” y el 11% “miedo constante”, es decir, casi un 70% de libaneses vive en estado de miedo. Acerca de las esperanzas, el 42,1% las tiene puestas en lograr la estabilidad y la seguridad, el 40,6% confía en una mejora de la situación económica y en la disminución de los precios, mientras que sólo el 14,2% confía en la estabilidad política.

4. Pakistán: la mayoría apoya el diálogo con los islamistas

La organización estadounidense indepen-diente International Republican Institute publicó el pasado mes de julio, antes de la dimisión del presidente Pervez Musharraf y de la elección de Asif Zardari como nuevo presidente, una encuesta realizada en Pa-kistán, con una muestra de 3.484 personas, tanto de áreas urbanas como rurales, sobre diversos temas de actualidad.

Preguntados sobre si consideran que Pakistán avanza en la dirección correcta o no, el 86% aseguró que se avanza por un camino incorrecto, y tan sólo el 12% respondió que va en buena dirección. Al interrogarles sobre su situación económica en el último año, el 72% contestó que ha empeorado, el 16% que se ha mantenido igual y el 12% que ha mejorado. Los pakistaníes continúan sintiendo incertidumbre respecto al futuro de su situación económica puesto que el 46% opina que va a empeorar, el 21% que se va a mantener igual y el 19% que mejorará.

Con relación a la seguridad personal, los pakistaníes han notado cierta mejora, sentimiento que ha quedado reflejado en los resultados: el 32% se siente más seguro este año (20 puntos más que en la última encuesta realizada) y el 63% se siente menos seguro (22 puntos menos que en la última encuesta, en la que esta opción alcanzaba un 85%).

El nuevo gobierno ha salido bien parado de esta encuesta ya que es la institución mejor valorada: un 85% aseguró tener una buena impresión del gobierno. Asimismo, el primer ministro Gilani ha sido bien aceptado, con el apoyo del 64% de los encuestados, frente a un 6% a los que les desagrada. Además, el 41% calificó de positiva la gestión que el gobierno hace de los asuntos que consideran importantes, frente al 51% que la considera negativa. Finalmente, el 52% respondió afirmativamente al ser preguntados sobre

si consideran que la situación va a mejorar con el nuevo gobierno, mientras que el 20% respondió negativamente.

En cuanto a los temas que más preocupan a los pakistaníes, el 71% respondió la inflación, el 13% el paro y el 5% la pobreza, es decir, el 89% de los encuestados eligió un tema económico. El aumento del interés sobre los asuntos económicos es inversamente proporcional al descenso de la preocupación sobre el terrorismo: sólo un 2% aludió a los terroristas suicidas como una de sus mayores preocupaciones y menos de un 1% citó a al-Qaeda. Un 61% respondió que el extremismo religioso es un problema serio (frente al 73% de la última encuesta) y el 45% aseguró que al-Qaeda y los Talibanes son una gran preocupación (frente al 65% de la última encuesta). Además, el porcentaje de población que apoya un enfrentamiento armado en la provincia del noroeste y en las áreas tribales ha descendido 6 puntos hasta quedarse en un 27%. El 71% declaró estar a favor del establecimiento de un diálogo político con los extremistas y el 65% aseguró apoyar un acuerdo de paz. Preguntados sobre la mejor manera de acabar con el terrorismo, el 61% eligió desarrollo económico y educación, el 9% intervención militar y el 24% apoyó ambas opciones. En cuanto a la guerra norteamericana contra el terrorismo, el 15% está a favor de que Pakistán coopere con EE.UU mientras que el 71% se opone.

Tras la muerte de Bhutto y con Musharraf entre la espada y la pared, Nawaz Sherif emergía como el político más popular (82% de apoyo) y su partido, el PML-N, el más apoyado (36% en intención de voto). Entre las otras personalidades políticas, destacaban el primer ministro Gilani (64%), Bilawal Bhutto (61%), Asif Zardari (45%) y Majdum Amin Fahim, aunque ha perdido puntos, conserva todavía el apoyo del 49%. El PPP de Bhutto quedaba en segundo lugar en intención de voto con un 32%. Además, superaba con creces al PML-N en Sindh y Baluchistán, mientras que el partido de Sharif obtenía mayoría en el Punjab y en la Provincia del Noroeste.

La cuestión de la restitución de los jueces suspendidos por Musharraf afectó también a la popularidad de los partidos: el 82% de los votantes del PPP aseguraron que su opinión del PML-N había mejorado debido a su insistencia en este asunto, mientras que el 79% respondió que su opinión de su propio partido, el PPP, decaería si los jueces no eran restituidos en sus cargos.

La popularidad de Musharraf había caído en picado, de un 52% a un 9%, y el 79% de los encuestados respondió que se sentiría más tranquilo respecto al futuro del país si Musharraf dimitiera de su cargo, algo que al final se cumplió.

5. Penurias de la población palestina. La agencia Near East Consulting, que desde junio de 2007 realiza encuestas mensuales en los territorios palestinos, entrevistó a finales de agosto a 330 palestinos residentes en la Franja de Gaza. Los resultados de la encuestan afirman que la mayoría de los residentes en la zona gobernada por Hamas sufren falta de alimentación (70%) y medicamentos (71%). Además, el 48% de la población estaría seriamente pensando en emigrar de la Franja, mientras que en los meses anteriores el porcentaje era 10 puntos más bajo, entre 38 y 40%. .

La misma agencia realizó, entre el 29 y el 31 de agosto, una encuesta más amplia, con una muestra de 820 palestinos residentes en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén, que evidenció que el 95% apoya la dimisión del gobierno de transición encabezado por Salam Fayyad (legitimo para el 54% de los entrevistados) si esto sirve para formar un gobierno de unidad nacional que según el 79% de los entrevistados contribuiría a la resolución de la crisis actual. A la pregunta sobre cual de los partidos, Hamas o Fatah, tendría que reformarse más, el 54% responde que los dos tienen que realizar una reforma al mismo nivel, el restante 46% se divide a partes iguales entre los dos.

Con respecto a la presencia de tropas árabes en la Franja de Gaza, el 56% de la población está a favor (62% en la Franja de Gaza, 54% en Cisjordania), y el 44% en contra.

Por lo que se refiere a la paz con Israel, el 70% esta a favor de firmar un acuerdo de paz, aunque el 42% pide a Hamas seguir siendo fiel a su postura. En las previsiones de futuro, el 24% cree que se establecerá un Estado Palestino dentro de 10-20 años, el 18% en un plazo de 5-10 años, el 16% de 1 a 5 años, pero el 43% cree que el conflicto continuará y no se establecerá nunca el Estado palestino.

En relación a la ayuda, el 11% dice que ha recibido donaciones en los últimos 6 meses, el 57% ha recibido alimentos, el 26% ayuda financiera, el 7% ayuda médica, el 7% ayuda al empleo, el 2% ayuda para la educación y el restante 2% otros tipos de ayuda.

Es la UNRWA el organismo que proporciona el 37% de la ayuda, el 29% está organizada por los ministerios, el 10% por los consejos municipales y rurales, el 9% por ONGs locales, el 7% por otras agencias de la ONU, el 6% por ONGs internacionales y el 2% por los gobiernos y ONGs de otros países árabes. De esta ayuda, el 14% de las familias palestinas depende “en gran parte”, el 19% “bastante”, el 25% “en menor grado”, mientras que el 11% dice no depender de la ayuda y el 26% que no la necesita.

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Atalaya Sociopolítica Atalaya Sociopolítica Casa Árabe

La encuesta enseña que el 86% de los palestinos vive por debajo del umbral de pobreza, entre ellos el 35% vive en la pobreza extrema. El 88% de la población sufre ansiedad por las circunstancias: las preocupaciones principales son por la situación económica (40%), las luchas internas (26%), la falta de seguridad (16%), la ocupación israelí (8%) y los problemas nacionales (4%).

6. Iraq y los estadounidenses.

El diario The New York Times y la cadena CBS News realizaron una encuesta a nivel nacional, el pasado mes de julio, con una muestra de 1.796 personas, cuyos resultados demuestran que, cada vez más, los estadounidenses consideran que EE.UU no debería haber emprendido acciones militares

1. La iniciativa de creación de la Unión por el Mediterráneo, planteada en 2007 por Nicolás Sarkozy, antes de ser elegido presidente de la República, se ha plasmado oficialmente en la reunión de París celebrada el 13 de julio de 2008, bajo la presidencia de los jefes de Estado egipcio, Hosni Mubarak, y francés. En la capital francesa se reunieron 43 jefes de Estado o de gobierno, o representantes de los mismos, los secretarios generales de la ONU, la Liga Árabe, el Consejo de Cooperación del Golfo, la Unión Africana, la Unión del Magreb Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y responsables de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Africano de Desarrollo, y la Alianza de Civilizaciones y la Fundación Anna Lindh para el Diálogo de Culturas. El primer resultado fue la Declaración Conjunta.

h t t p : / / w w w . u e 2 0 0 8 . f r / w e b d a v /s i t e / P F U E / s h a r e d / i m p o r t / 0 7 1 3 _declarat ion_de_par is/Declatat ion_d u _ s o m m e t _ d e _ P a r i s _ p o u r _ l a _Mediterranee-FR.pdf (en francés)

h t t p : / / w w w . u e 2 0 0 8 . f r / w e b d a v /s i t e / P F U E / s h a r e d / i m p o r t / 0 7 1 3 _d e c l a r a t i o n _ d e _ p a r i s / J o i n t _declarat ion_of_the_Paris_summit_for_the_Mediterranean-EN.pdf (en inglés)

h t t p : / / w w w . u e 2 0 0 8 . f r / w e b d a v /s i t e / P F U E / s h a r e d / i m p o r t / 0 7 1 3 _declarat ion_de_par is/Declarat ion_Paris_version_arabe.pdf (en árabe)

contra Iraq, a pesar de que opinan que la situación está mejorando.

El 45% de los encuestados asegura que los esfuerzos por mantener el orden y la seguridad en Iraq están obteniendo resultados, una cifra 20 puntos por encima del porcentaje obtenido hace un año respecto a la misma pregunta. Aun así, seis de cada diez encuestados considera que EE.UU no debería haberse adentrado en Iraq.

Esta cuestión supone un desafío para el candidato republicano a la Casa Blanca dado que ocho de cada diez encuestados está convencido de que McCain continuará la política desarrollada por Bush en Iraq. Este factor juega en su contra ya que las encuestas más recientes demuestran que una amplia mayoría desaprueba

la forma en que el presidente Bush ha gestionado la situación en el país árabe.

Una vez más se constata que la guerra de Iraq constituye una línea roja que divide tajantemente la opinión pública norteamericana. Siete de cada diez republicanos aseguran que intervenir militarmente en Iraq fue la acción correcta; ocho de cada diez demócratas y seis de cada diez independientes insisten en que EE.UU debería haber permanecido al margen.

Asimismo, los republicanos son más dados a considerar que la situación en Iraq está mejorando: un 75% opinan así, mientras que sólo un 25% los demócratas coinciden con esta afirmación. Los independientes se sitúan entre ambos, con un porcentaje del 47%.

Documenta

2. Tres años después de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas solicitara al fiscal general del Tribunal Penal Internacional de La Haya, Luis Moreno-Ocampo, una investigación sobre la violencia en Darfur, éste llegó a la conclusión de que existían indicios razonables sobre la responsabilidad criminal del presidente sudanés, Omar Hasan Ahmad al-Bashir, en los calificados como crímenes contra la humanidad, genocidio y crímenes de guerra cometidos en la provincia occidental sudanesa por parte del ejército sudanés contra las poblaciones de los Fur, los Masalit y los Zagawa, los principales grupos étnicos de la zona. En el texto del TPI del 14 de julio de 2008 figuran las razones que llevaron a Ocampo a formular sus acusaciones contra al-Bashir y a solicitar del TPI la orden de busca y captura del presidente sudanés. La decisión de Ocampo ha provocado reacciones muy variadas en Occidente y en el mundo árabe y la intervención de diversos organismos para mediar en esta nueva crisis. http://www.icc-cpi.int/library/organs/otp/ICC-OTP-Summary-20081704-ENG.pdf (texto íntegro en inglés)

http://www.icc-cpi.int/library/organs/otp/ICC-OTP-Summary-20081704-FRA.pdf (texto resumido en francés)

http:/ /www.icc-cpi. int / l ibrary/press/pressreleases/ICC-OTP-20080714-PR341-ARA.pdf (texto resumido en árabe)

http://www.arableagueonline.org/las/picture_gallery/verdict19-07-2008.pdf (Resolución del consejo ministerial de la Liga Árabe reunido el 19 de julio de 2008 para abordar la crisis de Sudán y el Tribunal Penal Internacional de La Haya. El documento incluye la propuesta de la Liga Árabe en árabe)

3. Texto del Documento de Entendimiento firmado entre Hizbullah y la Corriente Salafí para evitar el derramamiento de sangre entre musulmanes, la fitna y erradicar el pensamiento takfirí o de excomunión. Se trata de un intento por moderar a la corriente salafí. Este documento ha provocado reacciones muy encontradas entre los grupos salafíes: un día después de la firma, el presidente de la Asociación Fe. Justicia y Espiritualidad (al-Iman wa-l-Adl wa-l-Ihsan), el predicador Hasan al-Shahhal, que ve en ese documento una muestra de poder de Hizbullah y unos objetivos de alterar la comunidad salafí, congeló su aplicación con el fin de unificar las filas de los salafíes en torno al contenido del documento. Algunos grupos salafíes siguen apostando por el principio del diálogo, si bien quieren que se incorporen al mismo las instituciones islámicas oficiales.

http://www.hizbollah.tv/essaydetails.php?eid=10049&cid=199 (en árabe)

http://english.hizbollah.tv/essaydetails.php?eid=4865&cid=214 (en inglés)

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10857&article=483448&feature= (reacciones al acuerdo)

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10858&article=483562&feature= (reacciones al acuerdo)

4. Libia está regresando progresivamente a la escena internacional. El acuerdo firmado entre las autoridades libias y estadounidenses el pasado 14 de agosto es una muestra significativa de ese giro en las relaciones internacionales. El acuerdo contempla el pago de indemnizaciones

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a las familias de las víctimas libias y estadounidenses que murieron en los diferentes hechos acaecidos a lo largo de la década de los ochenta del pasado siglo, lo cual permitirá la naturalización de las relaciones bilaterales. http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10853&article=482881&feature= (texto en árabe del acuerdo)

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10853&article=482855&feature= (Extractos y comentarios sobre el acuerdo de compensaciones a las víctimas del terrorismo)

http://www.carnegieendowment.org/files/dunne_libya.pdf (Informe de Carnegie Endowment)

http://libya.usembassy.gov/ (Comunicados de la Embajada de EEUU en Trípoli)

5. Declaración política conjunta firmada en Bagdad el pasado 10 de julio entre los jefes de gobierno iraquí, Nuri al-Maliki, y turco, Recep Tayyip Erdogan, sobre la creación del Consejo Superior de Cooperación Estratégica entre ambos países. El objetivo es fortalecer,

a través de esta asociación estratégica, la cooperación y la solidaridad entre dos países vecinos que comparten desafíos y retos políticos, económicos, energéticos, culturales, diplomáticos, militares y de seguridad. http://www.eyeiraq.com/show/10671.html (texto en árabe)

6. La crisis entre Estados Unidos e Irán a raíz del programa nuclear iraní, ha provocado la intervención de otros actores, entre ellos el grupo de los 5+1 (China, Francia, Alemania, Federación Rusa, Gran Bretaña y Estados Unidos). El pasado mes de junio, el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana, presentó a Irán un paquete de incentivos avanzado por esas seis potencias mundiales para que el país suspenda su plan nuclear a cambio de beneficios políticos y económicos. La respuesta al paquete, con fecha del 4 de julio, llegó a través de la Embajada Iraní en Bruselas y el 19 de julio el Alto representante europeo y el representante iraní para las negociaciones sobre la agenda nuclear, Saeed Jalili, mantuvieron una reunión en Ginebra sobre el tema.

Jamil Hilal (Ed.). Palestina. Destrucción del presente, construcción del futuro. Barcelona: Bellaterra, 2008.

Este estudio, situado en el contexto histórico del triunfo electoral del Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) y los posteriores sucesos ocurridos en Palestina (ruptura con la Autoridad Nacional Palestina, la continuidad de la política agresiva de Israel, la política estadounidense), expone el proceso de destrucción política, geográfica, económica y ecológica al que está expuesto el pueblo palestino.

Naseef Naeem. Die neue bundesstaatliche Ordnung des Irak (La nueva estructura federal de Iraq. Un análisis jurídico comparativo). Frankfurt: Peter Lang, 2008 (317 págs.).

El jurista iraquí Naseef Naeem publicó en alemán un estudio que examina el desarrollo y la consolidación de la nueva Constitución iraquí. Sus explicaciones no son polémicas, sino distintas y comprensibles también para los profanos en la materia. Describiendo los aspectos jurídicos de la redacción del texto constitucional nos introduce también los conflictos que la sociedad vivió en los años de vacío legal, desde la caída de Saddam Huseyn en 2003 hasta 2007. Explica las tendencias de los sistemas árabes, que se orientan preferentemente hacia estructuras centralizadas del Estado, con la única excepción federalista de los Emiratos Árabes Unidos. Para el autor, el principal defecto del texto constitucional iraquí consiste en que concede poco poder al gobierno central y en que un sistema federal en Iraq pone en peligro la unidad nacional.

Bilal Mahmud al-Shubaki. Al-Tagiir al-siyasi min manzur harakat al-islam al-siyasi. Hamas namudayan. (El cambio político desde la perspectiva del islam político. El modelo de Hamas). Ramala: al-Muassasa al-Filistiniyya li-Dirasa al-Dimuqratiyya, 2008, (165 págs.).

El autor, responsable de la unidad de investigación del Centro Palestino para la Democracia y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad al-Nayah en Nablus (Franja de Gaza) traza las diferentes etapas por las que ha pasado la experiencia política e histórica palestina, centrándose en el proyecto de Hamas y lo que considera “la modernidad” de su experiencia política. Considera que el proyecto de cambio político de Hamas, en un periodo de tiempo muy concreto que va desde 2000 hasta 2007, supone un cambio de los fundamentos del sistema político palestino y del referente de la autoridad.

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10831&article=480011&feature= (Documento presentado por los países 5+1 a Irán, en árabe y en inglés)

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10831&article=480022&feature= (Respuesta de Irán al grupo de los 5+1, en inglés y en árabe)

http://www.aawsat.com/details.asp?section=4&issueno=10832&article=480150&feature= (Documento presentado por Irán a los países del 5+1, en inglés y en árabe)

7. Madrid acogió entre el 16 y 18 de julio de 2008 la Conferencia Mundial para el Diálogo de Religiones organizada por Liga del Mundo Islámico y bajo la supervisión directa del rey saudí, Abdallah Ben Abdelaziz Al Saud. La Declaración de Madrid resalta el valor del diálogo como mecanismo fundamental para el entendimiento y la cooperación mutua.

http://www.themwl.org/Bodies/Decisions/de fau l t . aspx?d=1&d id=315& l=AR (Declaración de Madrid, en francés)

http://www.themwl.org/News/default.aspx?ct=1a&cid=7&nid=649&l=AR (Declaración de Madrid, en árabe)

Escaparate de libros y revistasLibros

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Atalaya Sociopolítica Atalaya Sociopolítica Casa Árabe

Abdelaziz al-Durri. Al-Nuzum al-islamiyya (Los regímenes islámicos).Beirut: Markaz Dirasat al-Wahda al-Arabiyya, 2008 (233 págs.).

Estudio sobre los componentes esenciales de los primeros sistemas islámicos desde la aparición del islam, la influencia de algunos elementos de sistemas ajenos (bizantinos, sasánidas), del tribalismo y algunas tradiciones árabes, así como el surgimiento del sistema del califato que, según el autor, se basaba en la elección, si bien este proceso no estaba perfectamente regulado. Expone también el funcionamiento de los sistemas financieros y administrativos.

Mª Dolores López Enamorado (Ed.). España y Marruecos: Mujeres en el espacio público. Sevilla: Alfar-Ixbilia, 2008 (210 págs.).

Obra colectiva que analiza diversos aspectos relacionados con la participación de la mujer en la sociedad marroquí contemporánea, desde su presencia en el espacio público (Mª Dolores López Enamorado), las imágenes arraigadas en los países europeos sobre la mujer marroquí (Yolanda Aixelá), su presencia en el ámbito literario y cultural (Mercedes Arriaga Flórez), en el terreno político (Asma Chaib y Nadia Nair), las transformaciones sociales experimentadas por la mujer marroquí (Carmelo Pérez Beltrán), el feminismo postcolonial (Ángeles Ramírez) y la reforma del código marroquí de estatuto personal (Mohamed Said Saadi). Respecto a la mujer española, el libro recoge aportaciones de, entre otros, Rosa Aguilar (Mujeres y política en Andalucía) y Mar Moreno (las conquistas de la mujer en el espacio privado).

Marcella Emiliani, Marco Ranuzzi De’ Bianchi y Erika Atzori. Nel nome di Omar. Rivoluzione, clero e potere in Iran. Bolonia: Odoya, 2008, (350 págs.)

Siguiendo los acontecimientos de la historia iraní, de cómo la antigua Persia se ha trasformado en la actual Republica Islámica de Irán, este libro recorre la ascensión al poder de la autoridad religiosa shií desde finales del siglo XIX hasta hoy. El análisis está dividido en tres secciones, correspondientes a las diferentes fases de conquista del poder por parte de los hombres de religión, en las que se examinan las revoluciones, las represiones, las oportunidades democráticas y las derivas tiránicas de un país que se enfrenta, hoy más que nunca, a los desafíos y contradicciones derivados de un “matrimonio forzoso” entre democracia y teocracia.

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VVAA. Al-Hiwar al-qawmi-al-islami (El diálogo naciolista-islamista). Beirut: Markaz Dirasat al-Wahda al-Arabiyya, 2008, (736 págs.).

Recopilación de las investigaciones esentadas en el foro organizado por el Centro de Estudios de la Unidad Árabe en colaboración con el Instituto Sueco de Alejandría (Egipto) a finales de 2007, sobre el dialogo nacionalista-islamista, continuación del organizado en 1989 sobre el diálogo nacionalista-religioso. Se estructura en torno a cuatro ejes: formación del grupo político y el concepto de ciudadanía, los sistemas políticos y económicos, fundamentos de la dirección de la sociedad (democracia, la cuestión social y económica, la mujer), sharia y yihad entre el concepto y la praxis (aplicación de la legislación islámica, yihad y resistencia, extremismo religioso y nacionalista).

Revistas

Dirasat Sharqawsatiyya. Nº 42-43 (Primavera, 2008).

Esta revista publicada por el Centro de Estudios de Oriente Medio en Ammán en cooperación con la Fundación Jordana de Investigación e Información, y dirigida por Yawwad al-Hamd, ofrece en su último número análisis sobre la política alemana respecto a la cuestión palestina, el futuro de las relaciones árabe-palestinas, las consecuencias de la Conferencia de Anápolis celebrada en noviembre de 2007, el petróleo y las tensiones geopolíticas, las relaciones entre China y los países árabes y los efectos del cerco impuesto a Gaza.

Al-Mustaqbal al-‘Arabi (Septiembre, 2008).

El último número de la revista editada por Markaz Dirasat al-Wahda al-Arabiyya en Beirut incluye análisis sobre las repercusiones de las elecciones presidenciales estadounidenses en el mundo árabe (Amru Hamzawi), la evolución de la metodología de la enseñanza superior en los países árabes (Munir Bashshur), un análisis de la figura del gran intelectual sirio y uno de los padres del nacionalismo árabe Constantin Zureiq (1909-2000), realizado por Mahmud Haddad, y un estudio sobre los aspectos jurídicos y políticos de la petición del fiscal general del Tribunal Penal Internacional de detener al presidente sudanés, Omar Hasan al-Bashir por crímenes contra la humanidad y genocidio a raíz de la crisis de Darfur.

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Atalaya SociopolíticaCasa Árabe

Hesperia Culturas del Mediterráneo. Vol. II (Junio, 2008).

El último número de la revista Hesperia, editada por la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo y la Fundación José Luis Pardo. Culturas del Mediterráneo, dedica un monográfico a Túnez en el que se analizan las grandes transformaciones experimentadas por el país desde el derrocamiento de Habib Bourguiba, en noviembre de 1987, en el plano sociopolítico; el proceso de modernización; los aspectos más destacados de la literatura tunecina del siglo XX; las trayectorias del cine del país; la evolución de las relaciones hispano-tunecinas; la historia de Túnez en el contexto de la historia de Ifriqiyya; la actual poesía tunecina, que incluye una breve antología de poetas contemporáneos, y una entrevista con el embajador de Túnez en España. El número se completa con un análisis de las escuelas de derecho islámico, unas reflexiones sobre las relaciones hispano-turcas durante la Guerra Civil, un estudio sobre la presencia omeya en al-Andalus y el análisis del paso de Alí Bey (Domingo Badía) por la ciudad libia de Trípoli a principios del siglo XIX.

Al-Mayalla al-‘Arabiyya li-l-‘Ulûm al-Siyasiyya. Nº 22 (Otoño, 2008).

El último número de la Revista Árabe de Ciencias Políticas, editada por la Asociación Árabe de Ciencias Políticas y el Centro de Estudios de la Unidad Árabe, contiene un dossier sobre Rusia y el Orden Internacional, y análisis sobre las raíces del activismo político en Iraq entre 1922 y 1954, la identidad sudanesa entre la unidad y la diversidad y sobre el modelo de “Principado de los creyentes” en Marruecos. Reseñas de libros, informes y una selección bibliográfica completan las secciones de la revista.

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