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TTB Página 1 de Programa No. 0394 PROGRAMA No. 0394 1 SAMUEL Cap. 13:15 - 15:3 Continuamos hoy estudiando el capítulo 13 de este primer libro de Samuel. Y en nuestro programa anterior, decíamos que el rey Saúl había tenido la osadía de pensar que porque era rey, podría ofrecer un holocausto. Y vimos cómo había mentido diciendo que se había esforzado para ofrecer holocausto y hacer su petición al Señor. Y con esto solamente demostró un falso sentimiento religioso. Señalamos también el hecho de que a Saúl se le había dicho en el principio, que si obedecía a Dios, Dios le bendeciría. Pero que si desobedecía, habría juicio. Un rey debe obedecer al Señor, es necesario que un soberano obedezca al Señor. Lo que el mundo necesita hoy es un soberano que sea gobernado por el Señor. Ese es nuestro problema. Claro que no tendremos uno, sino hasta cuando el Señor Jesucristo mismo, vuelva a la tierra. Este es el propósito final de Dios en Su plan de las edades. Ahora, Saúl ha desobedecido, y por lo tanto, Dios encuentra a otro que sirva como rey. Y hará que se presente. Pero ni siquiera Samuel en este tiempo, sabe quién será. Hoy vamos a considerar el desamparo de Israel ante los filisteos. Leamos los versículos 15 al 17 de este capítulo 13 del primer libro de Samuel: 1 Samuel 13:15-17 “. . . por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual.” Ahora, la batalla está por comenzar. Y vemos aquí el verdadero peligro del desarme. Hoy en día hay muchos que creen que la paz mundial se conseguirá por medio del desarme. Creen que si pueden ser destruidas todas las municiones, que de una u otra manera, la guerra será eliminada. Otros creen que si una ley es promulgada en cuanto a las armas de

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PROGRAMA No. 0394

1 SAMUEL

Cap. 13:15 - 15:3

Continuamos hoy estudiando el capítulo 13 de este primer libro de Samuel. Y en

nuestro programa anterior, decíamos que el rey Saúl había tenido la osadía de pensar que

porque era rey, podría ofrecer un holocausto. Y vimos cómo había mentido diciendo que

se había esforzado para ofrecer holocausto y hacer su petición al Señor. Y con esto

solamente demostró un falso sentimiento religioso. Señalamos también el hecho de que a

Saúl se le había dicho en el principio, que si obedecía a Dios, Dios le bendeciría. Pero que si

desobedecía, habría juicio. Un rey debe obedecer al Señor, es necesario que un soberano

obedezca al Señor. Lo que el mundo necesita hoy es un soberano que sea gobernado por el

Señor. Ese es nuestro problema. Claro que no tendremos uno, sino hasta cuando el Señor

Jesucristo mismo, vuelva a la tierra. Este es el propósito final de Dios en Su plan de las

edades. Ahora, Saúl ha desobedecido, y por lo tanto, Dios encuentra a otro que sirva como

rey. Y hará que se presente. Pero ni siquiera Samuel en este tiempo, sabe quién será. Hoy

vamos a considerar el desamparo de Israel ante los filisteos. Leamos los versículos 15 al 17

de este capítulo 13 del primer libro de Samuel:

1 Samuel 13:15-17 “. . . por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual.”

Ahora, la batalla está por comenzar. Y vemos aquí el verdadero peligro del desarme.

Hoy en día hay muchos que creen que la paz mundial se conseguirá por medio del desarme.

Creen que si pueden ser destruidas todas las municiones, que de una u otra manera, la

guerra será eliminada. Otros creen que si una ley es promulgada en cuanto a las armas de

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fuego, y los honrados son desarmados, que esto de por sí detendrá a los criminales. Bueno,

no se puede desarmar a los criminales. Todo lo que se logra es exponer a los honrados a la

merced de los elementos criminales. Este es un modo de pensar idealista y hasta necio en

verdad. Bueno, continuemos leyendo los versículos 18 hasta el 21:

1 Samuel 13:19-21 “. . . afilar las hachas y por componer las aguijadas.”

Los filisteos habían desarmado a los israelitas. Los israelitas sin embargo, tenían

algunos utensilios que podrían usar en una emergencia como ésta: artefactos de uso

agrícola y del hogar. Pero aún para poder afilar estos artefactos, los hebreos tenían que

bajar a donde los filisteos, y por tanto al enemigo le fue posible llevar una buena cuenta de

lo que los israelitas tenían en cuanto a armas. Y los versículos finales de este capítulo 13,

versículos 22 y 23 dicen:

1 Samuel 13:22-23 “. . . los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas.”

Solamente dos hombres, Saúl y Jonatán tenían espadas o lanzas. Los otros miembros

del ejército llevaban rejas de arado, azadones, hachas y otros utensilios similares. Así era

como el ejército de Saúl estaba equipado para hacer la guerra.

Y llegamos ahora al capítulo 14 de este primer libro de Samuel. Y en este capítulo

vemos que Jonatán milagrosamente derrota la guarnición de los filisteos. Un terror divino

hace que luchen los unos contra los otros. Y por último tenemos, la orden prematura de

Saúl. Nuevamente Jonatán gana una victoria, pero otra vez, Saúl se la atribuye a sí mismo,

como lo veremos en los versículos 24 y 25. Los celos de Saúl se rebelan en los versículos 37

al 45. Veremos que Saúl realmente está dispuesto a destruir a su hijo si le es un obstáculo.

El capítulo 14 nos da la estrategia de batalla que Jonatán empleó contra los filisteos. Este

es el capítulo que según se dice, el General británico Allenby leyó la noche antes de que

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hiciera su ataque exitoso contra los turcos en la primera guerra mundial. Creemos que

ésta es una información interesante.

Ahora, no pensamos entrar en la estrategia de la batalla. En primer lugar no

conocemos bien la geografía del lugar donde ocurrió la batalla. Tampoco somos militares.

De seguro que cuando el General Allenby leyó este capítulo, quedó conmovido al ver cómo

Jonatán ejecutó sus tácticas militares. Comencemos, pues, leyendo los versículos 1 al 14 de

este capítulo 14 del primer libro de Samuel:

1 Samuel 14:1-14 “. . . en el espacio de una media yugada de tierra.”

Usando su conocimiento del lugar, la estrategia de Jonatán y su paje de armas fue pasar

por un desfiladero. Allí, con los pocos instrumentos que tenían con que pelear, el ejército

de Jonatán obtuvo una ventaja clara. Esta era una situación muy similar a la que tuvo

lugar en un paso de las montañas en la Grecia oriental. En aquella batalla, allá por el año

480 A.C., un puñado de espartanos sólo fueron vencidos después de mantener distanciado

al gran ejército persa. El pequeño ejército de los griegos se veía amenazado por un ejército

muy superior en cuanto a hombres y armamentos, pero confiaban que si pudiesen

embotellar a los persas, de tal manera que solamente unos pocos pudieran pelear a la vez;

los griegos, quienes eran superiores en combate de cuerpo a cuerpo, podrían obtener la

victoria. Pues, bien, los israelitas también eran superiores hombre a hombre a los filisteos,

aunque los filisteos les excedieron en número. La estrategia de Jonatán era de embotellar a

los filisteos. Aun yo puedo entender cómo resultaría esto para el provecho de Israel.

Ahora, aunque las tácticas militares son interesantes, en verdad tenemos interés en la

lección espiritual que está contenida en este capítulo. Sigamos pues leyendo los versículos

15 al 19 de este capítulo 14 del primer libro de Samuel:

1 Samuel 14:15-19 “. . . entonces dijo Saúl al sacerdote: Detén tu mano.”

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Este último versículo que acabamos de leer, establece que Saúl no necesitaba el arca.

Como ya lo hemos visto, en los días de Samuel los hijos de Israel hacían uso del arca de una

manera supersticiosa, creyendo que les ayudaría a ganar sus batallas. Saúl quiso sacar

aquí nuevamente el arca para prácticamente el mismo propósito. Leamos ahora los

versículos 20 al 23:

1 Samuel 14:20-23 “. . . Israel aquel día. Y llegó la batalla hasta Bet-avén.”

A pesar del deseo y la acción de Saúl de sacar el arca, fue la estrategia y el valor de

Jonatán lo que ganó la batalla desde el punto de vista humano. Vemos claramente que

Dios está con este joven. ¡Es lástima! pero, veremos que no vivirá por mucho tiempo.

Consideremos ahora la orden prematura de Saúl. Leamos los versículos 24 al 27 de este

capítulo 14 del primer libro de Samuel:

1 Samuel 14:24-27 “. . . su mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos.”

Es interesante notar que Jonatán no tenía conocimiento de la orden extraña de su

padre, que prohibía al ejército comer algo hasta que se ganara la batalla. En verdad

Jonatán ya había ganado la batalla. Ahora empezamos a ver la verdadera naturaleza de

Saúl. Jonatán fue quien ganó la victoria pero Saúl se la atribuyó a sí mismo. No está

dispuesto a atribuir la victoria a su hijo. Su modestia ha desaparecido y sus celos se

revelan ahora. Prosigamos leyendo los versículos 28 hasta el 30 de este capítulo 14 del

primer libro de Samuel:

1 Samuel 14:28-30 “. . . hecho ahora mayor estrago entre los filisteos?”

Fue una orden necia la que Saúl había dado. Los hombres estaban cansados. Habían

peleado una batalla y habían ganado. Necesitaban algo de comer. Saúl había dicho que:

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“Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis

enemigos, sea maldito.” Y ninguno de los hombres se atrevió a tocar la miel por miedo a lo

que podría hacer Saúl. Jonatán demuestra aquí la necedad de la orden de su padre. Saúl

estaba turbando el país. Su modestia había desaparecido por completo. Y pasando al

versículo 35, leemos hasta el versículo 39:

1 Samuel 14:35-39 “. . . y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese.”

Saúl sin la más mínima autoridad para hacerlo, edificó un altar y ofreció sacrificios al

Señor. Es así más y más evidente que Dios no estaba usando a este hombre de ninguna

manera. Saúl había obrado mal, pero no está dispuesto a aceptar la culpa. Saúl le avisa

entonces al ejército que alguien había pecado. El ejército se paró ante él sin responder.

Los hombres sabían que la victoria era de Jonatán, y también sabían que él había gustado

la miel aquel día. Y ahora Saúl estaba diciendo: “La razón por la cual Dios no me contestó,

es porque alguien me desobedeció y violó el juramento.” Los hombres sabían que Jonatán

había gustado la miel, y sabían que Saúl estaba fingiendo una gran apariencia en aquel

tiempo; de modo que se pararon sin responder debido a que él era el rey. Y dice aquí el

versículo 40:

1 Samuel 14:40 “. . . Saúl: Haz lo que bien te pareciere.”

¿Notó usted que los hombres del ejército no responden? Ahora, el versículo 41 dice:

1 Samuel 14:41 “. . . Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre.”

Saúl sabía así que Jonatán era el que había comido. Y los versículos 42 y 43, dicen:

1 Samuel 14:42-43 “. . . la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir?

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Jonatán era culpable. Era culpable de hacer lo que Saúl no quería que hiciera. Saúl

había dicho allá en el versículo 28: “Maldito sea el hombre que tome hoy alimento.” Pero,

¿era acaso ésta una razón válida para recibir la muerte? Y leemos en los versículos 44 y

45, que Saúl respondió:

1 Samuel 14:44-45 “. . . así el pueblo libró de morir a Jonatán.”

Saúl en verdad destruiría a su propio hijo si le fuera un obstáculo. ¿Por qué? Porque

Saúl tiene celos de Jonatán. Quiere toda la gloria para sí mismo. Los hombres del ejército

se habían quedado callados durante toda la gritería y las disparatadas de Saúl. Pero

cuando la vida de Jonatán estuvo en peligro, ya no pudieron permanecer callados.

Ahora vemos el verdadero carácter de Saúl. Más tarde veremos cómo se portará

desobedeciendo directamente a Dios. Hará algo que resultará en una tragedia para la

nación de Israel , y si Dios no hubiera intervenido, habría significado la destrucción total de

la nación. Saúl está revelando el hecho de que no es en ninguna manera un hombre de

Dios. En verdad, es hombre de Satanás.

Y así concluye nuestro estudio de este capítulo 14 del primer libro de Samuel.

Llegamos ahora al capítulo 15. En este capítulo Samuel envía a Saúl para destruir a

Amalec. Saúl salva a Agag y lo mejor del despojo. Dios lo desecha, debido a su

desobediencia. Y por último tenemos, la humillación de Saúl.

La rebelión notoria de Saúl se revela en su desobediencia en cuanto a Agag. Quiere

encubrir su pecado delante del pueblo. Saúl ahora es desechado como rey, sin esperanza

alguna de cualquier restablecimiento. Samuel demuestra que amaba a Saúl porque lo

lamenta. ¿Fue entonces Saúl la selección de Samuel? En los versículos 22 y 23 de este

capítulo 15, Samuel pronuncia un gran principio espiritual. Ahora, Dios había dado a Saúl

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una nueva oportunidad para obedecerle, después de su primer fracaso. Pero fracasó por

segunda vez. Vemos que este es el método que Dios usa a través de todas las Escrituras.

Usted puede cotejar por ejemplo a Jacob, a Jonás, a Pedro, a Marcos, etc. Dios no tuvo que

esperar el resultado, El ya sabía el resultado. Cada uno de estos individuos, necesitaban

saberlo. Y también nosotros necesitamos saberlo. Seremos probados y necesitamos la

ayuda del Espíritu Santo.

¿Por qué se usa aquí una cirugía tan extrema, en matar a los amalecitas y a Agag?

Miremos lo que ocurrirá en unos 500 años. El malvado Amán era agagueo, como lo vemos

allá en el capítulo 3 del libro de Ester, versículo 1. Dios, pues, estaba protegiendo a las

multitudes del futuro, así como lo hizo por medio del diluvio.

Al seguir nuestro estudio en la vida de Saúl, notamos que en realidad es un hombre de

Satanás. Esperamos no haberle causado ninguna injusticia al identificarlo como tal.

Personalmente creemos que jamás haya sido salvado, y más aun creemos que Saúl era

también bastante hipócrita. Fingió ser un hombre de Dios pero nunca lo fue en realidad.

La rebelión notoria de Saúl se revela ahora en su desobediencia en cuanto a Agag. Trató

de encubrir su pecado. Leamos, pues, los primeros tres versículos de este capítulo 15 del

primer libro de Samuel:

1 Samuel 15:1-3 “. . . y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.”

Estas instrucciones pueden parecer extremas a los que no conocen la historia de

Amalec. Pero, si usted ha seguido esta historia en el Antiguo Testamento, reconocerá que

los amalecitas se oponían a Dios con una oposición total. Eran rebeldes contra El. De

modo que Dios dijo que los juzgaría debido a esta rebelión. El hecho es que, si a esta gente

se le hubiera permitido vivir, probablemente habría causado en el futuro, aun mayores

dificultades que lo que nos es posible imaginar. Alguien dirá: “¿Cómo puede usted saber

eso?” Bueno, lo sabemos porque nos daremos cuenta que Saúl salvó la vida a uno de éstos,

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y cuando lleguemos al libro de Ester, veremos quién era. Trató de destruir totalmente a la

nación hebrea, y habría tenido buen éxito si no hubiera sido porque Dios intervino.

Cuando uno mira las cosas desde la perspectiva de Dios, amigo oyente, entonces muchas

veces puede entender Su acción inmediata. Francamente, amigo oyente, usted y yo no

somos Dios. Si fuéramos Dios, podríamos hacer las decisiones de El. Pero no nos es posible

hacer esto. Bien, vamos a detenernos aquí por hoy, porque nuestro tiempo ya ha concluido.