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TTB 5026 Página 1 de Programa No. 1060 PROGRAMA No. 1060 JOEL Capítulo 3:1 - 21 Llegamos hoy, amigo oyente, al último capítulo en nuestro estudio de esta profecía de Joel. Pensamos concluir hoy este estudio porque aquí Joel continúa hablando en cuanto al día del Señor, y ya nos hemos adelantado en varias ocasiones, y hemos tratado con las cosas que este capítulo tres menciona. Y por esa razón, vamos a avanzar un poco más rápido a través de los versículos de este capítulo. Nuevamente, debemos destacar el hecho de que concluimos en la presentación anterior con lo que en la Biblia hebrea es un capítulo aparte. Es decir, aquello que es tan controversial hoy: el derramamiento del Espíritu, al cual se refirió Simón Pedro. Simón Pedro sencillamente utilizó eso como una introducción a la respuesta para aquellos que se estaban burlando, y él no dijo en realidad que era un cumplimiento; él dijo que esto es aquello, es decir, que esto es como lo que dijo el profeta Joel. Y obviamente, no era un cumplimiento porque la profecía dice, y como citó Simón Pedro, el Espíritu será derramado sobre toda carne. Y eso ocurrirá cuando Cristo venga a la tierra a establecer Su Reino. El milenio va ser la época más grande en lo que se refiere a cantidad de personas que se vuelven a Dios, y opinamos que eso será lo mejor que ha visto el mundo hasta ahora. Pensamos que durante el período de la Gran Tribulación, habrá mucha gente que acuda al Señor, muchos más de los que lo han hecho durante la época de la iglesia. Y luego, tenemos otras cosas mencionadas aquí, las señales que preceden a la segunda venida de Cristo, y el Día de Jehová, cuando serán prodigios en el cielo y en la tierra, cuando habrá sangre y fuego y

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PROGRAMA No. 1060

JOEL

Capítulo 3:1 - 21

Llegamos hoy, amigo oyente, al último capítulo en nuestro estudio de esta profecía de

Joel. Pensamos concluir hoy este estudio porque aquí Joel continúa hablando en cuanto al

día del Señor, y ya nos hemos adelantado en varias ocasiones, y hemos tratado con las cosas

que este capítulo tres menciona. Y por esa razón, vamos a avanzar un poco más rápido a

través de los versículos de este capítulo.

Nuevamente, debemos destacar el hecho de que concluimos en la presentación anterior con

lo que en la Biblia hebrea es un capítulo aparte. Es decir, aquello que es tan controversial

hoy: el derramamiento del Espíritu, al cual se refirió Simón Pedro. Simón Pedro

sencillamente utilizó eso como una introducción a la respuesta para aquellos que se estaban

burlando, y él no dijo en realidad que era un cumplimiento; él dijo que esto es aquello, es

decir, que esto es como lo que dijo el profeta Joel. Y obviamente, no era un cumplimiento

porque la profecía dice, y como citó Simón Pedro, el Espíritu será derramado sobre toda

carne. Y eso ocurrirá cuando Cristo venga a la tierra a establecer Su Reino. El milenio va

ser la época más grande en lo que se refiere a cantidad de personas que se vuelven a Dios, y

opinamos que eso será lo mejor que ha visto el mundo hasta ahora. Pensamos que durante

el período de la Gran Tribulación, habrá mucha gente que acuda al Señor, muchos más de

los que lo han hecho durante la época de la iglesia. Y luego, tenemos otras cosas

mencionadas aquí, las señales que preceden a la segunda venida de Cristo, y el Día de

Jehová, cuando serán prodigios en el cielo y en la tierra, cuando habrá sangre y fuego y

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columnas de humo, el sol se convertirá en tinieblas, la luna en sangre. Bueno, eso fue algo

que no tuvo lugar en realidad en el día de Pentecostés.

Ahora, debemos plantear la cuestión de: ¿cuál fue el tema de Simón Pedro? Bueno, el tema

de Simón Pedro en el día de Pentecostés fue el Señor Jesucristo, y el versículo 24 del

capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles, lo resume diciendo: A quién Dios levantó. O sea,

al cual Dios resucitó. Luego, él toma, en realidad, como su texto de las Escrituras las

palabras de David y dice: Porque David dice de Él: veía al Señor siempre delante de mí.

Aquí tenemos un cumplimiento de la profecía. Él presenta claramente que la profecía en

Joel no había sido cumplida, sino que había uno que Dios iba a resucitar, y que estaba en el

linaje de David y se estaba refiriendo a Cristo, porque Él fue resucitado de entre los

muertos; y entonces, aquí tenemos el mensaje de Pedro en el versículo 32 del capítulo 2 del

libro de los Hechos de los Apóstoles, donde dice: A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos

nosotros somos testigos. Ahora, él les dice a ellos: “Lo que ustedes han visto aquí hoy, el

derramamiento del Espíritu sobre 3.000 personas, eso fue todo, y podemos sumar a los

apóstoles y aquellos que estaban reunidos en oración, y pensamos que serían unos 120 los

que estaban allí, no podría haber sido mucho más que esos, y no estamos tratando de

presentar un argumento en cuanto a cantidades, amigo oyente. Lo único que estamos

tratando de decir es que el Espíritu no fue derramado sobre toda carne. Y la conclusión, su

aplicación a esto lo encontramos en el versículo 36, donde dice: Sepa pues ciertísimamente

toda la casa de Israel, que a este Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor y

Cristo. Él está hablando a la casa de Israel. Eso es lo importante de notar en ese mensaje.

No es una experiencia que uno tenga, sino es el ir a conocer a Jesucristo. Y ese lugar que Él

ocupa en su pensamiento, en su vida, en su ministerio, en sus acciones y obras. Amigo

oyente, ¿qué lugar ocupa Cristo en su vida hoy? Eso es lo importante. Veamos ahora,

aquello a lo que se está refiriendo Joel en el capítulo 3 de su profecía; en el versículo 1 de su

libro dice:

1Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la

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cautividad de Judá y de Jerusalén, (Joel 3:1)

Él no los hizo volver, en realidad, el Señor Jesucristo lo presentó en un orden inverso.

Él dice: “Me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la

tierra”. Así es que, en lugar de hacer volver la cautividad a Jerusalén, aquellos que ahora

han nacido de nuevo y se encuentran en el cuerpo de los creyentes, o sea, la iglesia de la

cual Cristo es la cabeza, está diciendo: “Id a lo último de la tierra; llevad este mensaje, de

que Yo he regresado de entre los muertos y de que Dios muestra Su misericordia y Su

paciencia y que es misericordioso, y que todo aquel que invoque Su nombre será salvo”. Y

eso es todo lo que usted tiene que hacer, amigo oyente, hoy, volverse a Él, acudir a Él.

Parece algo tan sencillo y sin embargo hay muchas personas inteligentes que lo están

perdiendo hoy, pero qué maravilloso que es, amigo oyente. Y alguien quizá diga: “Y,

¿todo lo que usted hace es creer?” Así es, amigo oyente. Es obvio que no creemos que

existe alguna obra que salve, pero sí creemos que una salvación obra. Eso es importante.

Y si usted ha sido salvo, amigo oyente, entonces, usted quiere esparcir esa palabra. Pero, si

usted no lo quiere hacer, tenemos que hacerle una pregunta en cuanto a su fe, no en cuanto

a las obras, es en cuanto a su fe, porque la fe obra y ya hemos visto eso cuando estudiamos

la epístola de Santiago. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 2 del capítulo 3 de

Joel:

2reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en

juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron

entre las naciones, y repartieron mi tierra; (Joel 3:2)

Cuando el Señor venga a la tierra, Él tendrá eso, los creyentes ya tendrán que haberse

presentado ante Su tribunal para ver si reciben una recompensa o no la reciben. Pero,

cuando Él regrese a la tierra, Él va a juzgar para ver quién entrará al reino. Y aquí

encontramos una profecía maravillosa. Y no es una profecía que está solamente en el libro

de Joel. Él es el primero de los profetas que lo dice, pero todos los profetas lo mencionaron.

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Cuando uno estudia uno de los últimos de los profetas, Zacarías, en el capítulo 2, versículo

10, dice la misma cosa: Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí vengo, y moraré en

medio de ti, ha dicho Jehová. Y eso fue lo que él le dijo a esa gente al principio. Y se unirán

muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y

entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. Eso lo leemos allá en

Zacarías, capítulo 2, versículo 11. Esa es la gran esperanza, esa esperanza tan brillante de

esta gente, que el Señor viene para establecer Su reino sobre la tierra, y en esa

oportunidad, el Espíritu se ha derramado sobre toda carne. Ahora, volviendo ahora al libro

de Joel, al capítulo 3, vemos en el versículo 3, lo siguiente:

3y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las

niñas por vino para beber. (Joel 3:3)

Esto es algo realmente terrible, espantoso. A veces nos sentimos un poco molestos por

la forma en que actúan las sociedades protectoras de animales. A veces salen con algunas

demandas fuera de lo común hoy, cómo deben tratarse los animales; y han informado algo

en cuanto a la caza de zorros, pero por lo general el zorro siempre se escapa y ellos no

tienen por qué preocuparse en cuanto a eso; y, por supuesto, que con el dinero que se saca

allí se paga para la caza de otros animales. Y todavía no han ido al matadero para detener

la matanza del ganado, porque la mayoría de ellos gusta de comer de un buen bistec. Y por

supuesto, si usted hace eso, pues, no creemos que pueda pertenecer a una sociedad

protectora de animales. Pero, amigo oyente, eso es nada en realidad, y no nos preocupa

porque creemos que los animales no deben ser maltratados, ellos están sufriendo debido al

pecado del hombre. Pero, pensamos que hoy se cometen grandes crueldades contra los

niños. La crueldad contra los niños es una de las cosas más espantosas y horribles que

pueda suceder. A veces, las personas reaccionan más por la crueldad que se comete contra

un animal que contra un niño. El maltratar a los niños es una de las señales del fin de la

edad. Y nos preguntamos por qué hay tantos niños que huyen de sus hogares hoy.

Pensamos que cada padre, cuando un hijo huye del hogar, necesita ponerse de rodillas ante

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Dios y preguntarle a Él qué es lo que ha hecho mal uno. Algunos de nosotros decimos:

“Bueno, él se juntaba con mala compañía. Y ahora necesitará un sicólogo para que le diga

eso a él”. Amigo oyente, usted no necesita eso. La Palabra de Dios lo dice muy claramente.

Cuando llega el día, y este era un día malo, que ellos iban a echar suertes y dieron los niños

por una ramera, ¿cuántos padres hoy están dando un buen ejemplo a sus hijos? Y aquí

dice: Y vendieron las niñas por vino para beber. ¿Cuántas niñas hoy son lanzadas a la

inmoralidad a causa del licor que existe en el hogar? A cierta muchacha que fue arrestada

hace algún tiempo, y que se había convertido en una ramera, se le preguntó: “¿Cuándo fue

que bebió por primera vez?” Y ella contestó que lo había hecho con su madre. ¡Que Dios

tenga misericordia de una madre como esa que puede hacer tal cosa! Debemos decir que

hoy alguien debe hablar en esta edad sofisticada, que trata de pensar que estamos

avanzando en la civilización, y lo que en realidad estamos haciendo es ir en una caída

vertiginosa en el presente. Bien, sigamos adelante. Veamos ahora lo que dice el versículo 4

de este capítulo 3 de Joel:

4Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todo el territorio de Filistea?

¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga

sobre vuestra cabeza. (Joel 3:4)

Ya ha pasado el tiempo propicio. Ahora ya no pueden regresar a Mí sinceramente. Y

en los versículos 5 y 6, continúa diciendo:

5Porque habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas metisteis en

vuestros templos; 6y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de

los griegos, para alejarlos de su tierra. (Joel 3:5-6)

Usted puede apreciar amigo oyente, que aún en esa época los hijos de Israel estaban

siendo vendidos a la esclavitud. Y eso era antes de que Roma llegara al poder. Y luego, en

el versículo 7 de este capítulo 3 de Joel, leemos:

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7He aquí yo los levantaré del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre

vuestra cabeza; (Joel 3:7)

Y el juicio de Dios sobre Tiro y Sidón, del cual vimos que se hablaba allá en el libro de

Ezequiel y también en Jeremías e Isaías, fue algo que se cumplió literalmente. Veamos

ahora lo que dicen los versículos 9 y 10, de este capítulo 3 de Joel:

9Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes,

acérquense, vengan todos los hombres de guerra. 10Forjad espadas de vuestros

azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. (Joel 3:9-10)

Ahora, alguien quizá diga: “Yo creía que había que hacer de las espadas azadones”.

Así lo es, pero no en este instante. Dice que es cuando el reino sea establecido sobre la

tierra. Cuando el Señor esté gobernando, usted tiene que librarse de su espada. Pero hasta

entonces, usted tiene que tener su munición lista. Y es mejor que usted esté preparado. No

estamos muy de acuerdo hoy de que uno tenga que despojarse de todas las armas que

tenga. Es necesario proteger nuestros hogares, y proteger nuestros seres queridos, así

como también proteger nuestra nación. Usted y yo estamos viviendo amigo oyente, en un

mundo muy malo hoy, donde hay muchos animales salvajes en libertad. Son seres

humanos. Se asemejan al hombre pero en realidad son feroces. Lo destruyen a uno hoy. Y

también hay naciones similares. Así es como Dios describe las naciones. Él llama a una, un

león; a otra, un oso; y a otra, una pantera; y a otra una bestia que no se puede describir.

Amigo oyente, las naciones en el mundo hoy son como bestias salvajes. Y es necesario que

nosotros tengamos algo de armamento en el presente. No estamos totalmente de acuerdo

con esos movimientos de paz del presente, y sencillamente por decir: “paz, paz”, porque

Pablo dijo que el día en que digan “paz, paz”, entonces llegará una destrucción repentina.

Hay un pasaje en el libro de Isaías donde dice que hay que hacer de las espadas azadones.

Pero también hay que prestar atención a este versículo que está aquí. Que hay que forjar

espadas de los azadones porque debemos estar preparados, ya que estamos en un mundo

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bastante malo. Ahora, el versículo 12, dice:

12Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para

juzgar a todas las naciones de alrededor (Joel 3:12)

El Señor Jesucristo dijo en Su discurso del Monte de las Olivas, allá en el evangelio

según San Mateo, capítulo 24, que Él estaría allí para juzgarles. Y ellos serán juzgados

según la forma en que han tratado a Su pueblo. Ahora, alguien quizá diga: “¿Es que ellos

son algo especial?” No, amigo oyente. ¿Son entonces, ellos mejores? No. ¿Por qué?

Porque cuando la iglesia sea quitada de este mundo, esos 144.000 van a ser los únicos

testigos sobre esta tierra. Algunos tienen la idea hoy de que si uno da un vaso de agua fría

en Su nombre, Él dice que le dará una recompensa. Y eso hace de algunas personas que

piensen que es alguna excusa por no poner más dinero en la ofrenda, porque es mucho más

caro eso que dar un vaso de agua. Amigo oyente, en aquel día le costará a usted su vida si

le da un vaso de agua a uno de los 144.000 que estarán testificando de Cristo a través del

mundo. Ese es el cuadro que Él nos está presentando aquí, amigo oyente. Ahora, en la

primera parte del versículo 13, leemos:

13aEchad la hoz, porque la mies está ya madura. (Joel 3:13a)

Cuando él habla de la mies, se refiere al fin del siglo. El versículo 13 y el versículo 14,

continúan diciendo:

13Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está

lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. 14Muchos pueblos en el

valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión.

(Joel 3:13-14)

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Nuevamente, el profeta define este período como el Día de Jehová. Joel no permite que

usted se olvide de esto, amigo oyente. Y no creemos que usted pueda sacar nada de lo que

Joel dice aparte de un paréntesis del Día de Jehová; comenzando con la Gran Tribulación,

el rapto de la iglesia, y continuando a través de la segunda venida de Cristo para establecer

Su reino. Y luego decidiendo quien va a entrar al reino, y luego, por 1.000 años a reinar

sobre la tierra, luego un breve período de rebelión y Satanás es liberado. Después, tiene

lugar el juicio final y una gran batalla, y entonces comienza la eternidad. Y hasta la

eternidad, usted tiene este próximo paréntesis. Así es que, estamos en los confines de eso.

Nuevamente él habla de los disturbios de los cuerpos celestiales. Y aquí, en los versículos

15 al 17, leemos:

15El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. 16Y Jehová

rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra;

pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. 17Y

conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte; y

Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella. (Joel 3:15-17)

Y Jerusalén aún está siendo pisoteada por los gentiles. Uno ni siquiera puede entrar a

la tumba del jardín para verla a causa de la gran multitud de turistas en ese lugar.

¿Quiénes son ellos? ¿Son judíos? No, amigo oyente, y ellos ni siquiera se acercan allí. Esos

turistas sencillamente son gentiles que vienen de todas partes del mundo. Pero, llegará el

día cuando esto ya no será una atracción para los turistas. El Señor Jesucristo estará allí.

Y en el versículo 18, nos enfrentamos con la época del reino, leamos:

18Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán

leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa

de Jehová, y regará el valle de Sitim. (Joel 3:18)

Sucederá en aquel tiempo – dice. ¿Qué día o qué tiempo? Joel presenta muy

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claramente a qué día él se está refiriendo, y es el Día de Jehová; dice: Que los montes

destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas.

En el día de hoy no hay mucha agua en ese lugar. Pero no será así en aquel día; dice: Y

saldrá una fuente de la casa de Jehová, y regará el valle de Sitim.

Eso es muy interesante. El valle de Sitim se encuentra al otro lado del Jordán. Ahora,

¿cómo puede correr el agua de Jerusalén hasta el Jordán? Porque Zacarías dice que la

montaña será dividida, y en lugar de esta gran división que hoy va desde Tiblos en Líbano,

pasa a través del mar de Galilea, el valle del Jordán y el Mar Muerto, y va hacia el África,

va a dirigirse en otra dirección. Eso va a correr de este a oeste. Y en el versículo 19,

leemos:

19Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a

los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente. (Joel 3:19)

Dios les juzgará, aún en el reino milenario. Ellos siempre han sido un enemigo de la

nación de Israel. Y luego, en los versículos 20 y 21, leemos:

20Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación. 21Y

limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y Jehová morará en Sion. (Joel 3:20-

21)

Dios no ha actuado en su favor. Él no mora en ese lugar hoy. Jerusalén es tan pagana

como cualquier ciudad en el mundo de hoy. Pero se acerca el día, amigo oyente, cuando el

Señor va a morar allí. Entonces serán cumplidas estas cosas. No estamos viendo hoy el

cumplimiento de la profecía en ese lugar a no ser que usted le haya visto a Él en ese lugar.

Y no creemos que allí es donde le va a ver usted. Porque en este mismo instante, Él se

encuentra a la diestra de Dios. Ah, si nosotros sólo estuviéramos conscientes de Él todo el

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tiempo, y tuviéramos la realidad de Su presencia en nuestras vidas. Bien, amigo oyente,

concluimos así nuestro estudio de este libro de Joel, y confiamos que haya sido de especial

bendición para usted.