Atenuantes y Agravantes Del Delito

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ATENUANTES Y AGRAVANTES DEL DELITO (CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO) El delito presenta a veces tales caracteres que revela una mayor culpabilidad y perversidad del delincuente y su gravedad excede de aquel término medio que la ley considera como tipo. Estas circunstancias se llaman agravantes. La primera de ellas es la premeditación, porque el acto premeditado, preconcebido y calculado contienen una mayor cantidad de voluntad criminal y una mayor dosis de libertad. El que premedita, por la frialdad y calma con que prepara el delito revela gran peligrosidad. El motivo, cuando es bajo y antisocial, es circunstancia agravante. Así, el que mata para conseguir dinero y poder continuar llevando vida crapulosa, muestra mayor peligrosidad que el homicida que mató para defender la honra de su hija. Los medios, modos y formas empleados para lograr mayor impunidad y disminuir la posibilidad de defensa de la víctima son también circunstancias que agravan el delito. Todas ellas quedan comprendidas bajo el epígrafe (frase o cita al comienzo de un escrito, título o enunciado) de alevosía. El ensañamiento, que consiste en la prolongación cruel e inhumana del dolor de la víctima, el empleo de la astucia, fraude o disfraz, el abuso de superioridad, el obrar con

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Derecho Penal sobre los Atenuantes y Agravantes

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ATENUANTES Y AGRAVANTES DEL DELITO

(CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO)

El delito presenta a veces tales caracteres que revela una mayor culpabilidad y

perversidad del delincuente y su gravedad excede de aquel término medio que la ley

considera como tipo. Estas circunstancias se llaman agravantes. La primera de

ellas es la premeditación, porque el acto premeditado, preconcebido y calculado

contienen una mayor cantidad de voluntad criminal y una mayor dosis de libertad. El

que premedita, por la frialdad y calma con que prepara el delito revela gran

peligrosidad.

El motivo, cuando es bajo y antisocial, es circunstancia agravante. Así, el que mata

para conseguir dinero y poder continuar llevando vida crapulosa, muestra mayor

peligrosidad que el homicida que mató para defender la honra de su hija. Los medios,

modos y formas empleados para lograr mayor impunidad y disminuir la posibilidad de

defensa de la víctima son también circunstancias que agravan el delito. Todas ellas

quedan comprendidas bajo el epígrafe (frase o cita al comienzo de un escrito, título o

enunciado) de alevosía.

El ensañamiento, que consiste en la prolongación cruel e inhumana del dolor de la

víctima, el empleo de la astucia, fraude o disfraz, el abuso de superioridad, el obrar con

abuso de confianza, la nocturnidad, actuar en despoblado o en cuadrilla, ejecutar el

hecho con desprecio de la persona (edad, sexo o dignidad) o en su morada, o en lugar

sagrado, son circunstancias que al concurrir en la comisión del delito lo convierten en

un hecho de mayor gravedad. En el desarrollo del delito es preciso considerar estos

momentos: preparación, tentativa (frustración) y consumación. Generalmente, la ley

penal no castiga la preparación a no ser que revele propósito criminoso. Así, el que

deseando matar a otro compra un veneno, prepara un delito; pero por este simple hecho

objetivo de comprar el veneno, la ley no puede castigarlo.

En cambio el que tuviere en su domicilio una metralleta con municiones es digno de

castigo, ya que la posesión de tal arma revela objetivamente un propósito delictivo.

Cuando un delincuente da comienzo a la ejecución de un delito y debe interrumpirlo por

causas ajenas a su voluntad, surge la figura jurídica de la tentativa. Mas si el agente

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interrumpe voluntariamente la ejecución del delito, no existirá tentativa punible. La

pena que se aplica a la tentativa siempre es menor que la correspondiente al delito

consumado. Hay castigo, puesto que ha existido una violación de la ley; pero como no

se han producido víctimas ni daños materiales, la pena debe ser menor que la

correspondiente en el caso de haberse consumado el hecho.

Atenuantes

Las leyes penales señalan algunas causas que disminuyen la responsabilidad criminal,

pero no la anulan totalmente: la embriaguez no habitual, la de ser el culpable un menor

de dieciocho años, la de no haber tenido el delincuente intención de causar un mal de

tanta gravedad como el que produjo, la de obrar por estímulos o motivos morales

altruistas o patrióticos de notoria importancia, etc. Son también circunstancias

atenuantes la reparación en lo posible –a impulsos de arrepentimiento espontáneo- de

los efectos o consecuencias del delito, dar satisfacción al ofendido o bien confesar a las

autoridades la infracción.

Son circunstancias atenuantes de la infracción aquellas que disminuyen su gravedad y

que deberán ser consideradas por las juezas, jueces y tribunales de garantías penales a

efecto de reducir la pena correspondiente. Es decir, las circunstancias atenuantes son

aquellas que disminuyen la penalidad del delito atendiendo algunos requisitos

establecidos en la ley. En las circunstancias atenuantes prima de manera considerable el

espíritu del agresor después de haber cometido la acción lesiva. Las sustancias

atenuantes son de carácter personalísimo; si son dos o más personas acusadas por el

cometimiento de un mismo delito, y sólo una de ellas se puede beneficiar del factor

atenuante, sólo para éste disminuye la pena, para el resto no. Art. 44 COIP

Respecto de los delitos calificados, la doctrina señala que los mismos son aquellos en

que existen circunstancias agravantes propias de la infracción no necesariamente

delictivas; para Cabanellas a su vez, se constituye como delito calificado, el que es

agravado por circunstancias genéricas o por las específicas de un delito en particular;

por último, Soler lo define como “el delito simple agravado por la adición de una

circunstancia específicamente prevista, y que tiene por efecto alterar la escala penal, con

relación al delito simple”.

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Por circunstancias agravantes entendemos las condiciones que modifican una conducta

delictiva, aumentado la aplicación de una pena al demostrarse en ciertos casos la

peligrosidad del infractor o una grave afectación a la sociedad. A decir de Cabanellas,

concordando con lo anterior, son aquellas que aumentan la responsabilidad criminal.

 

El texto del Art. 47 del Código Penal y todos sus numerales como circunstancias

agravantes, además de contener una definición de lo que se considera como

circunstancias agravantes, al señalar que son todas las circunstancias que aumentan la

malicia del acto, o la alarma que la infracción produce en la sociedad, o establecen la

peligrosidad de sus autores, nos especifica que se consideran las mismas siempre y

cuando éstas no sean constitutivas o modificatorias de infracción, texto que nos lleva a

considerar la existencia de las circunstancias agravantes específicas de un delito, tema

de gran importancia, ya que de su correcta aplicación en el proceso de juzgamiento no

solo depende la aplicación de una pena sino la consideración de atenuantes y lo más

importante de tipos penales diferentes a los delitos comunes, como serían el parricidio,

magnicidio, infracciones contra la integridad sexual y reproductiva la integridad y la

libertad personal, asesinato o robo agravado, delito al cual se refiere el caso en cuestión.

Art. 48 del mismo COIP

 

En lo relacionado a los delitos calificados, se ha emitido el criterio general de que se

constituyen como tales aquellos en los que se considere dentro de la tipificación del

delito circunstancias adicionales; en cambio en las circunstancias agravantes se ha

generado gran polémica en su aplicación, ya que hay diversas legislaciones y tratadistas

que consideran que en la ley únicamente se debería incluir principios generales y no una

enumeración taxativa, ya que esta sería una tarea interminable y que dejaría de lado un

sinnúmero de circunstancias importantes. Por otro lado, el criterio contrapuesto sostiene

que no se puede dejar al arbitrio del juzgador las circunstancias agravantes sino que

debería establecerse claramente en la ley y de manera excluyente cuáles son éstas.

 

En la primera tendencia se ubica la escuela positivista, cuyo exponente Ferri es

partidario del arbitrio judicial, crítico asimismo del sistema rígido.

 

Este autor, cuyo fundamento doctrinario en sí es que la peligrosidad es la base esencial

de la sanción y el grado de responsabilidad se determina por la gravedad y modalidad

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del hecho delictivo, los motivos determinantes y la personalidad del delincuente, señala

que nadie, científicamente, podrá jactarse de haber encontrado el índice minucioso de la

peligrosidad, además, el texto legal no puede ser un anillo de hierro que dificulte la

expansión del Derecho Penal.

 

La acción de un delincuente, a su modo de ver, puede revelar mayor peligrosidad sin

caer necesariamente en las disposiciones de una norma rígida, por ejemplo, no cometer

el hecho delictivo aprovechando la nocturnidad pero sí tener mayor intención de causar

daño cometiéndolo en el día.

 

Ferri no considera correcto tomar como base una enumeración prolífica y

circunstanciada sobre la cual hacer descansar la complejidad de la delincuencia y la

desigualdad de los delincuentes, ya que, como anteriormente se mencionó, basta con la

incorporación de un principio general, de una norma directiva acompañada de

situaciones concretas en las cuales puedan basarse los tribunales y juzgadores para la

aplicación de la sanción, debiendo encuadrarse ésta entre los límites legales, según las

circunstancias del hecho y especialmente según la perversidad y fuerza de voluntad del

agente.

 

Otro punto que se toma en cuenta en su planteamiento es que la aplicación automática

de las circunstancias descritas en las normas podría entrañar una sustancial denegación

de la justicia, bajo la apariencia de la equidad, podría suceder que el juez se aparte del

conocimiento y valoración del infractor por enfrascarse exclusivamente en la entidad

jurídica del delito.

 

Todo esto, corroborado en razón de que la innumerable cantidad de matices que puede

presentar un delito, por sus móviles, causas, efectos u otros condicionamientos hace

prácticamente imposible una enumeración detallada de todas las circunstancias que

pueden influir en la responsabilidad del delincuente, lo que ha hecho decir a los

defensores de este sistema que las circunstancias, tanto atenuantes como agravantes son

indefinibles e ilimitadas y ante todo, reflexionar en el sentido de los resultados injustos

que de la aplicación estricta y rígida de la ley ocasionaría en este tema.

 

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El juez, en virtud de esto, aplicaría la pena tomando en cuenta el hecho y todas sus

circunstancias y la persona y todas sus condiciones.

 

En nuestro Código Penal parecería ser que se ha adoptado la primera tendencia al

enunciar en su Art. 47.- la frase “son circunstancias agravantes de la infracción

penal: ..” dando la idea de que son las únicas infracciones y Art. 48 “para las

infracciones contra la integridad sexual….y las descritas en el artículo anterior no

pueden aplicarse otras a las ya descritas, siendo esto muy peligroso ya que se daría

campo abierto en un ámbito tan trascendental como lo es el penal, tomando en cuenta

cuestiones o situaciones no consideradas en la norma, lo cual contrariaría uno de los

pilares primordiales de la normativa punitiva, esto es la tipicidad y ante todo la

prohibición de la interpretación extensiva.

Las circunstancias agravantes del robo agravado se especifican en el Art. 552 del

Código Penal y son las siguientes:

 

Si las violencias han producido heridas que no dejen lesión permanente; si el robo se ha

ejecutado con armas, o por la noche, o en despoblado, o en pandilla, o en caminos o

vías públicas y si se perpetrare el robo con perforación o fractura de pared.

 

Es decir, en el caso del robo agravado se toman en cuenta circunstancias constitutivas o

modificatorias del robo, las cuales, según podemos observar en los textos resaltados, se

repiten en las circunstancias agravantes generales, dejando de aplicarse por tanto las

últimas, ya que de hacérselo así se estaría coartando además el derecho a la rebaja de la

pena de existir atenuantes.

 

Art. 44.- Mecanismos de aplicación de atenuantes y agravantes.- Para la imposición de

la pena se considerarán los atenuantes y las agravantes previstas en este Código. No

constituyen circunstancias atenuantes y agravantes los elementos que integran la

respetiva figura delictiva. Si existen al menos dos circunstancias atenuantes de la pena

se impondrá el mínimo previsto en el tipo penal, reducido en un tercio, siempre que no

existan agravantes no constitutivas o modificatorias de la infracción. Si existe al menos

una circunstancia agravante no constitutivas o modificatorias de la infracción, se

impondrá la pena máxima prevista en el tipo penal, aumentada en un tercio.”

 

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Conclusiones:

 

En los delitos calificados ciertas circunstancias agravantes ya forman parte del tipo del

delito, razón por la cual al ya estar previstas dentro de una infracción no se debe tomar

en cuenta nuevamente las circunstancias agravantes generales, puesto que de así hacerlo

se coartaría el derecho a considerarse circunstancias atenuantes.

 

Las legislaciones penales preveen varias formas de incluir en sus normas punitivas las

circunstancias agravantes de los delitos, esto es fijando taxativamente todas y cada una

de ellas o ejemplificando y dejando a criterio del juzgador las demás.

 

El principio de prohibición de la interpretación extensiva en el derecho penal en virtud

del cual el juez debe atenerse, estrictamente, a la letra de la ley se estaría dejando de

lado al posibilitar que se tome en cuenta circunstancias o condiciones no previstas

expresamente en la normativa, dejando mucha discrecionalidad al juez.

LAS CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES

Contrario a las circunstancias agravantes son aquellas que tienden a elevar la penalidad

del delito y se encuentran claramente tipificadas en la ley. Es decir, son circunstancias

agravantes de la infracción penal.

Art. 44 y 45 COIP

Ejemplo de Atenuantes o agravantes

Tras un percance con heridos o daños materiales, los conductores optan por huir para

evadir la acción de la justicia. La responsabilidad de estar tras el volante, según la

nueva Ley de Tránsito, implica correr el riesgo de sufrir un accidente en cualquier

momento, ya sea por imprudencia propia o por acciones de otros. Según esta

disposición legal que se encuentra en vigencia, la actitud que adopte el conductor luego

de un accidente puede ser considerada como atenuante o agravante, al momento de su

juzgamiento.

La ley determina como circunstancia atenuante trascendental dar la oportuna y

espontánea reparación de los daños y auxilio a las víctimas, por tal motivo su sola

presencia permitirá dar lugar de la rebaja de hasta el 40% de la pena establecida, así no

hayan otras atenuantes o incluso exista una agravante. Mientras que las circunstancias

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agravantes durante el juzgamiento de un delito de tránsito son considerados el

abandonar a las víctimas del accidente o no procurarles la ayuda requerida, pudiendo

hacerlo, así como evadir la acción de la justicia por fuga u ocultamiento.

Circunstancias atenuantes

Según el Art. 120 de la Ley Orgánica de Tránsito Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial,

son consideradas circunstancias atenuantes el auxilio y la ayuda inmediata

proporcionada a las víctimas del accidente, así como la oportuna y espontánea

reparación de los daños y perjuicios causados, efectuada hasta antes de declararse

instalada la audiencia de juicio. Dar aviso a la autoridad y el haber observado el respeto

para las autoridades y agentes de tránsito y el acatamiento a sus disposiciones.

Adicionalmente serán consideradas también como circunstancias atenuantes las

previstas en los numerales 3, 4, 5, 6, del Art. 45 COIP

Circunstancias Agravantes

El Art. 121 de la misma Ley determina como circunstancias gravantes el cometer la

infracción en estado de embriaguez o de intoxicación por efectos de sustancias

estupefacientes o psicotrópicas Art. 37 COIP.

Borrar, alterar u ocultar las señales, huellas o vestigios dejados por la infracción u

obstaculizar las investigaciones para inducir a engaño o error a la administración de

justicia. Estar el infractor perseguido o prófugo por un delito de tránsito anterior.

Conducir sin licencia, o con una de categoría inferior a la requerida, o mientras está

vigente la suspensión temporal o definitiva de la misma. No tener seguro obligatorio de

accidentes de tránsito SOAT en vigencia y la realización de actos tendientes a

entorpecer el adecuado desenvolvimiento del proceso, entre los cuales se halla incluida

la no asistencia injustificada a cualquier audiencia.

Art. 46. Atenuante trascendental.- A la persona procesara que suministre datos o

informaciones precisas, verdaderas, comprobables y relevantes para la investigación, se

le impondrá un tercio de la pena que le corresponda, siempre que no existan agravantes

no constitutivas o modificatorias de la infracción”

Las penas que se aplican a los autores, cómplices y encubridores de los hechos

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delictivos, no pueden determinarse sino a través de un tribunal que examine el hecho,

declare la existencia o falta del delito, y designe a una persona como su autor. Art. 42 y

Art. 43 del COIP.