Aunque No Seas Tú

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Aunque no seas tú Para mí. Leí una vez que la carta más triste es aquélla que no se llega a escribir, ahora sé que no es así, ahora sé que la más triste es ésta que tengo en mis manos: la que se escribe pero no se llega a entregar. Ha ocurrido lo que creí imposible: que los recuerdos, a mis tantos años, han conseguido alcanzarme. Ahora, que ya he sabido olvidar lo que significa querer; ahora, que mi única ilusión consiste en poder arrastrarme a través del tiempo sin sentir dolor; justamente ahora, he tenido que volverte a ver. Me dedico -desde hace ya demasiadas mañanas- a levantarme antes de que lo haga el sol para que, al menos, la muerte me sorprenda despierto; me dedico a sobrevivir en un cuerpo que últimamente está tan apagado, tan débil… tan en los huesos que hasta la piel me viene grande. Es lo que tiene la soledad, que le hace a uno morir sin apenas darse cuenta. Te descubrí el mes pasado -un día cualquiera, en realidad un martes- cuando, después de mi café en algún bar recién abierto, después del periódico y del paseo recomendado, me senté, como lo hago cada día, en este banco desde el que ahora te escribo. Exploré, acurrucado sobre mis años, los destinos que a su paso dibujaban todas las vidas ajenas. Vidas normales, vidas nuevas, vidas usadas; vidas ya en reserva como la mía; vidas pausadas y vidas aceleradas, y entre ellas la tuya. Fue un instante, pasaste sola, deprisa

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Aunque no seas tPara m.Le una vez que la carta ms triste es aqulla que no se llega a escribir, ahora s que no es as, ahora s que la ms triste es sta que tengo en mis manos: la que se escribe pero no se llega a entregar.Ha ocurrido lo que cre imposible: que los recuerdos, a mis tantos aos, han conseguido alcanzarme. Ahora, que ya he sabido olvidar lo que significa querer; ahora, que mi nica ilusin consiste en poder arrastrarme a travs del tiempo sin sentir dolor; justamente ahora, he tenido que volverte a ver.Me dedico -desde hace ya demasiadas maanas- a levantarme antes de que lo haga el sol para que, al menos, la muerte me sorprenda despierto; me dedico a sobrevivir en un cuerpo que ltimamente est tan apagado, tan dbil tan en los huesos que hasta la piel me viene grande. Es lo que tiene la soledad, que le hace a uno morir sin apenas darse cuenta.Te descubr el mes pasado -un da cualquiera, en realidad un martes- cuando, despus de mi caf en algn bar recin abierto, despus del peridico y del paseo recomendado, me sent, como lo hago cada da, en este banco desde el que ahora te escribo. Explor, acurrucado sobre mis aos, los destinos que a su paso dibujaban todas las vidas ajenas. Vidas normales, vidas nuevas, vidas usadas; vidas ya en reserva como la ma; vidas pausadas y vidas aceleradas, y entre ellas la tuya. Fue un instante, pasaste sola, deprisa y con la sonrisa perdida, como se camina cuando se llega tarde a algn lugar que no es importante. T, escondida en un abrigo negro, ya adulta, como lo era yo entonces, cuando an te imaginaba cerca. T, mi t.T.Desde aquel martes me acerco cada maana para disfrutar de esa astilla de tiempo en la que nuestras vidas vuelven a coincidir. Son apenas unos segundos que he renunciado a ampliar porque prefiero ignorar de dnde vienes y adnde vas. Podra seguirte pero cualquier respuesta me traera dolor: por haberte perdido o por haberte dejado perder.Ahora ya es tarde para todo, y antes antes siempre fue demasiado pronto. Recuerdo el da en que me enamor de ti, que fue tambin el da en que te vi por primera vez. T estrenabas los diecisis y yo, en cambio, ya estaba en esa edad en la que todos hace tiempo que te llaman de usted. Comprenders que confesarte mis sentimientos entonces no hubiese sido una buena idea.Me conform, durante aquellos aos en los que visitaba la casa de tus padres, con tenerte cerca, con hablar contigo, con recibir aquellos dos besos que a veces me dabas al verme Me conform con mirarte a los ojos como slo se mira a una mujer -no a una nia-, pero de eso nunca te diste cuenta. Me convenc de que quererte en mi mente sera lo mismo que tenerte a mi alcance; nunca fue as.Aprend que, a pesar de haber nacido en el mismo mundo, nunca podramos encontrarnos en la misma vida. Tu edad jams lograra alcanzarme y, por ms que lo intentase -te confieso que lo hice-, la ma nunca sera capaz de parar a esperarte. Cosas del tiempo.Me limit durante aos a quererte en silencio, a mirarte sin que nadie -ni siquiera t- se diera cuenta, a pensar en ti por las noches y a soar contigo por el da. Ms tarde, cuando asum la diferencia entre nuestras generaciones, aprend a buscar tu boca en el sabor de cualquier beso, tu tacto en la piel de cualquier otro cuerpo y tus ojos en la oscuridad de cada una de las camas que me he ido encontrando por el camino.Pero bueno, dejemos ya el pasado y hablemos del ahora, de todos estos das en los que madrugo para esperarte en este mismo sitio a esta misma hora. Hoy, tras verte pasar con falda verde y chaqueta negra, con el pelo ms rubio y las botas ms oscuras, con fro en los labios y tristeza en los ojos, me he decidido a escribir en papel la carta que siempre tuve dibujada en la mente. Una carta que, como ya te he dicho, nunca te llegar a dar, pues hacerlo supondra perder la libertad de mirarte como lo hago ahora: desde un retiro con forma de banco, bajo un disfraz de anciano.Desde la distancia imagino que cuando pasas un poco ms tarde y con prisa es porque nos hemos quedado dormidos; cuando sonres, que hemos amanecido ms juntos -ya me entiendes-; cuando te veo triste, imagino que ya me ests echando de menos Y as, cada da, dependiendo de cmo hayamos pasado la noche te veo de una forma distinta: unas veces ms alta, otras un poco ms baja; unas veces rubia, otras morena; unas veces a las ocho, otras a las nueveHas mirado, durante estos das, hacia m varias veces, con la indiferencia con que se mira a un extrao, por eso no me escondo, porque s que nunca sabrs reconocerme. Slo sers capaz de distinguir a un viejo acurrucado en el extremo de un banco, acompaado por una soledad que contina ocupando el resto.A estas edades en las que uno ya no sabe las horas que le quedan, he decidido que, sean las que sean, voy a pasarlas aqu, sobre este banco en el que he sido capaz de encontrar una ventana a mis recuerdos, a ti.A ti, aunque no seas t.Eloy Moreno