Automotores. Reivindicacion (Picado-Loiza)(1)

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LA ACCION REIVINDICATORIA EN MATERIA DE AUTOMOTORES Por Leandro S. Picado 1 y Fabián M. Loiza 2 Publicado en Jurisprudencia Argentina, 2001-IV SUMARIO: I. Acción reivindicatoria: breves consideraciones: a) Introitus; b) Definición de acción reivindicatoria. Legitimación activa.- II. Respecto de los derechos reales: a) Definición de derecho real; b) Las cosas: objeto de los derechos reales. Requisitos; c) Clasificación de las cosas consideradas en sí mismas.- III. De la constitución de los derechos reales: a) La Teoría del Título y el Modo; b) Los modos de adquisición de los derechos reales: “originarios”, “derivados”, “entre vivos” y “por causa de muerte”: 1. Modo de adquisición originario; 2. Modo de adquisición derivado (inter vivos y mortis causa).- IV. Derechos reales sobre cosas muebles no registrables: IV.1: La cuestión en el derecho francés; IV.2: La cuestión en el derecho argentino; IV.2.1: Efectos de la regla “posesión vale título”; IV.2.2: ¿Existe contradicción entre los arts. 2412 y 2767?; IV.2.3: Adquisición derivada, inter vivos, de derechos reales sobre cosas muebles no registrables.- V. Derechos reales sobre cosas inmuebles.- VI. Derechos reales sobre cosas muebles registrables: a) Introitus; b) De los automotores; 1. Definición de automotor; 2. Derechos reales sobre automotores.- VII. Reivindicabilidad en materia automotor: a) Introitus; b) Análisis de los diferentes supuestos que pueden dar lugar a la acción reivindicatoria: 1. Acción intentada contra el despojante; 2. Acción intentada contra un subadquirente que no inscribe; 3. Inscripción registral de un automotor robado o hurtado; 4. Inscripción registral de un automotor que no es robado ni hurtado, pero que ha sido transmitido a non domino: A) Adquirente de mala fe; B) Adquirente de buena fe y a título gratuito; C) Adquirente de buena fe y a título oneroso. 5. Inscripción registral de un automotor en virtud de un título nulo o anulado: A) Efectos entre los otorgantes del acto; B) Efectos en relación a terceros.- 1 Profesor Titular de la Cátedra de Derecho Civil I de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa. Profesor Adjunto de la Cátedra de Derechos Reales e Intelectuales, Departamento de Derecho, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca. Profesor del Programa de Actualización en Derechos Reales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Profesor del Doctorado en Derecho Privado de la UCES. 2 Asistente Docente de la Cátedra de Derechos Reales e Intelectuales y de la Cátedra Derecho Concursal, Departamento de Derecho, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.

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LA ACCION REIVINDICATORIA EN MATERIA DE AUTOMOTORES

Por Leandro S. Picado1 y Fabián M. Loiza2

Publicado en Jurisprudencia Argentina, 2001-IV

SUMARIO: I. Acción reivindicatoria: breves consideraciones: a) Introitus; b) Definición de

acción reivindicatoria. Legitimación activa.- II. Respecto de los derechos reales: a) Definición de derecho real; b) Las cosas: objeto de los derechos reales.

Requisitos; c) Clasificación de las cosas consideradas en sí mismas.- III. De la constitución de los derechos reales: a) La Teoría del Título y el Modo; b) Los

modos de adquisición de los derechos reales: “originarios”, “derivados”, “entre

vivos” y “por causa de muerte”: 1. Modo de adquisición originario; 2. Modo de

adquisición derivado (inter vivos y mortis causa).- IV. Derechos reales sobre cosas muebles no registrables: IV.1: La cuestión en el derecho francés; IV.2: La

cuestión en el derecho argentino; IV.2.1: Efectos de la regla “posesión vale título”;

IV.2.2: ¿Existe contradicción entre los arts. 2412 y 2767?; IV.2.3: Adquisición

derivada, inter vivos, de derechos reales sobre cosas muebles no registrables.- V. Derechos reales sobre cosas inmuebles.- VI. Derechos reales sobre cosas muebles registrables: a) Introitus; b) De los automotores; 1. Definición de

automotor; 2. Derechos reales sobre automotores.- VII. Reivindicabilidad en materia automotor: a) Introitus; b) Análisis de los diferentes supuestos que

pueden dar lugar a la acción reivindicatoria: 1. Acción intentada contra el

despojante; 2. Acción intentada contra un subadquirente que no inscribe; 3.

Inscripción registral de un automotor robado o hurtado; 4. Inscripción registral de

un automotor que no es robado ni hurtado, pero que ha sido transmitido a non

domino: A) Adquirente de mala fe; B) Adquirente de buena fe y a título gratuito; C)

Adquirente de buena fe y a título oneroso. 5. Inscripción registral de un automotor

en virtud de un título nulo o anulado: A) Efectos entre los otorgantes del acto; B)

Efectos en relación a terceros.-

1 Profesor Titular de la Cátedra de Derecho Civil I de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa. Profesor Adjunto de la Cátedra de Derechos Reales e Intelectuales, Departamento de Derecho, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca. Profesor del Programa de Actualización en Derechos Reales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Profesor del Doctorado en Derecho Privado de la UCES. 2 Asistente Docente de la Cátedra de Derechos Reales e Intelectuales y de la Cátedra Derecho Concursal, Departamento de Derecho, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.

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I ACCION REIVINDICATORIA: BREVES CONSIDERACIONES

a) Introitus

El título pretende advertir al lector que no nos abocaremos de manera circunstanciada

y profunda al estudio de la acción reivindicatoria, sino que expondremos sus lineamientos

básicos, tanto sustanciales como formales, con el objeto de poder conocer el instrumento con

el que contaremos para resolver los problemas planteados al final de este opus.

En nuestro Código Civil, en el Libro Tercero dedicado a los derechos reales, dentro del

marco del Título IX que se refiere a las acciones reales, hallamos el Capítulo I que trata “De la

reivindicación”. Ubicados, entonces, en este terreno normativo, nos internaremos en el análisis

del mismo a través de los artículos siguientes:

Art. 2.756. Acciones reales son los medios de hacer declarar en juicio la

existencia, plenitud y libertad de los derechos reales, con el efecto accesorio,

cuando hubiere lugar, de indemnización del daño causado.

Art. 2757. Las acciones reales que nacen del derecho de propiedad, son:

la acción de reivindicación, la acción confesoria, y la acción negatoria.

Art. 2758. La acción de reivindicación es una acción que nace del dominio

que cada uno tiene de cosas particulares, por la cual el propietario que ha perdido

la posesión, la reclama y la reivindica, contra aquel que se encuentra en posesión

de ella.

Art. 2759. Las cosas particulares de que se tiene dominio, sean muebles o

raíces, pueden ser objeto de la acción de reivindicación; y lo mismo las cosas que

por su carácter representativo se consideran como muebles o inmuebles.

b) Definición de acción reivindicatoria. Legitimación activa

Con apoyo en los artículos rescatados, diremos que la acción reivindicatoria es una de

las acciones reales que nacen del derecho de propiedad (art. 2757), y tiene por objeto que el

titular de un derecho real que se ejerce por la posesión, pueda reclamar y reivindicar dicha

posesión cuando la ha perdido (art. 2758), con el efecto accesorio, cuando hubiere lugar, de

indemnización del daño causado (art. 2756), resultando legitimado pasivo aquel que posea la

cosa cuya reivindicación se pretende (art. 2758 y 2772)3.

3 A la luz de la clara letra de los arts. 2758 y 2772, estimamos que el único que tiene legitimación sustancial

pasiva es el poseedor y no el tenedor, no obstante la letra de los arts. 2782, 2783, 2464, que no legitiman al tenedor sino que la acción podrá dirigírsele porque representa la posesión de un tercero y “porque, en definitiva, en la mayoría

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En cuanto a la legitimación activa, una lectura aislada de los arts. 2758 (“es una acción

que nace del dominio”) y 2759 (“Las cosas particulares de que se tiene dominio”) nos llevaría a

pensar que sólo los titulares del derecho real de dominio, de condominio o de propiedad

horizontal estarían legalmente facultados para ejercitar la acción reivindicatoria4.

Por el contrario, la armonización de las citadas preceptivas con otras del mismo cuerpo

legal5 y con las fuentes que las inspiraron6, por una parte, y la necesidad de proteger a los

titulares de otros derechos reales que se ejercen por la posesión: usufructuarios, usuarios,

habitadores, acreedor prendario y anticresista, nos hace que sostengamos una tesis amplia en

la materia, concluyendo que están legitimados activamente todos los titulares de derechos

reales que se ejercen por la posesión7.

Habiendo concluido que el tema sub examine se da dentro del campo de los derechos

reales, relacionándose específicamente con aquellos que se ejercen por la posesión, a la

sazón los derechos reales de dominio, condominio, propiedad horizontal, usufructo, uso,

habitación, prenda y anticresis, estimamos que resulta imprescindible, para un ordenado e

inteligible desarrollo de este trabajo, el previo tratamiento, aunque de prieta manera, de

algunas cuestiones propias de la teoría general de los derechos reales.

II

RESPECTO DE LOS DERECHOS REALES

a) Definición de Derecho Real

Siendo consecuente con su criterio esquivo a incluir definiciones en el código8 - tarea

que consideró propia de la doctrina -, Vélez omitió consignar una en el articulado de su magna

obra, mas no en sus notas, a las que llevó definiciones que cabe ubicar dentro del pensamiento

clásico o tradicional.

Así, en la nota al art. 497, cita a Ortolán: “Un derecho real es aquel que da la facultad

de sacar de una cosa cualquiera un beneficio mayor o menor”. de los casos, este tenedor va a representar para aquél la única referencia concreta de que va a disponer a los efectos de enderezar su requerimiento para obtener judicialmente la recuperación de la posesión”: Papaño, Kiper, Dillon, Causse: “Derechos Reales”, T. III, Depalma, 1998, p. 110. En contra Mariani de Vidal, Marina “Curso de derechos reales”, Bs. As., 1973, Vol. III, ps. 181/182; Alterini, Jorge H. “Acciones Reales”, Bs. As., 2.000, p. 15.

4 Molinario, Machado, Ibarguren, Salvat, partidarios de una tesis restringida y minoritaria, han sostenido que sólo pueden ejercer la acción reivindicatoria del dueño y el condómino.

5 No puede soslayarse que nuestro código civil confiere el ejercicio de acciones reales a los usufructuarios (art. 2876), a los usuarios –y habitadores- (art. 2950), al acreedor prendario (arts. 3227 y 3890 in terminis).

6 Allende ha sostenido que el art. 2758 encuentra su fuente en Pothier, para quien la acción reivindicatoria comprende también al usufructuario. También nos enseña Allende que el sistema de las acciones reales reconoce su origen en Freitas, quien opina que todos los derechos reales que se ejercen por la posesión dan lugar a la acción reivindicatoria (Esbozo: 3866).

7 Son sostenedores de esta tesis amplia: Segovia, Lafaille, Allende, Bibiloni, Jorge H. Alterini, Mariani de Vidal, Papaño-Kiper-Dillon-Causse. Por otra parte, esta es la posición que logró imponerse en las XVII Jornadas de Derecho Civil realizadas, en el año 1999, en la provincia de Santa Fe, sosteniendo que “los titulares o cotitulares de los derechos reales que se ejercen por la posesión” son legitimados activos en la acción reivindicatoria (conclusión de lege data 3) 8 En la nota al art. 495, in principium, Vélez sostiene “Nos abstendremos de definir, porque como dice FREITAS, las definiciones son impropias de un código de leyes”.

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Luego, en la nota al título IV del Libro III, el codificador manifiesta, siguiendo a

Demolombe, “que derecho real, es el que crea entre la persona y la cosa una relación directa e

inmediata, de tal manera que no se encuentran en ella sino dos elementos, la persona que es

sujeto activo del derecho, y la cosa que es el objeto (...) Los derechos reales comprenden los

derechos sobre un objeto existente (...) La persona a la cual pertenece un derecho real, puede

reivindicar el objeto contra todo poseedor (...) El derecho real se tiene cuando entre la persona

y la cosa que es el objeto, no hay intermediario alguno (...) El derecho real supone

necesariamente la existencia actual de la cosa a la cual se aplica, pues que la cosa es el objeto

directo e inmediato, y no puede haber un derecho sin objeto...”.

Por su parte, Allende desarrolló la definición siguiente: “El derecho real es un derecho

absoluto, de contenido patrimonial, cuyas normas sustancialmente de orden público,

establecen entre una persona (sujeto activo) y una cosa determinada (objeto) una relación

inmediata que, previa publicidad, obliga a la sociedad (sujeto pasivo) a abstenerse de realizar

cualquier acto contrario al mismo (obligación negativa), naciendo para el caso de violación una

acción real y que otorga a sus titulares las ventajas inherentes al ius persequendi y al ius

preferendi”.9

Como se ve, en las definiciones dadas se erige “la cosa” como un elemento que

caracteriza a los derechos reales. Y esto es así porque solamente hay derecho real si hay

cosa, puesto que un derecho real sólo se tiene sobre una cosa, y ésta es su objeto10.

b) Las cosas: objeto de los derechos reales. Requisitos

Concluimos el apartado que antecede aseverando que los derechos reales solamente

pueden recaer sobre cosas, es decir sobre objetos materiales11 susceptibles de tener un valor

(art. 2311).

Dicho esto, deviene necesario aclarar que para que la cosa sea el objeto del derecho

real debe cumplir ciertos requisitos: a- Ser determinada y tener existencia actual. Un derecho real no puede tener por objeto

una cosa incierta y futura.

b.- Singularidad (art. 2404); los derechos reales no pueden recaer sobre universitas

facti ni sobre universitas iuris12.

9 Allende, Guillermo L. “Panorama de derechos reales”, Bs. As., 1967, p. 49. 10 Edmundo Gatti dice: “considerados los derechos es su aspecto interno, o, lo que es lo mismo, desde el

punto de vista de su contenido económico (aspecto fundamental desde que se trata de derechos patrimoniales), observamos que, mientras que el objeto del derecho creditorio sigue siendo la prestación, el del derecho real deja de ser la abstención de todos, para situarse en la cosa misma, de la cual su titular habrá de obtener, en forma directa y sin la mediación de persona alguna, la utilidad mayor o menor prevista en el derecho objetivo” (vide “Teoría General de los Derechos Reales”, Bs. As. , 1984, p. 190).

11 Los objetos inmateriales, es decir los bienes que no constituyen cosas – bienes stricto sensu -, no pueden ser objeto de los derechos reales. “En su acepción estricta, la palabra ‘bienes’ sirve para aludir a los objetos inmateriales, por oposición a la palabra ‘cosas’ con la que se designa a los objetos materiales” (López de Zavalía, Fernando J. “Derechos Reales”, Ed. Zavalía, 1989, t. I, p. 185).

12 La doctrina no es uniforme en que no pueda ser objeto de los derechos reales las universalidades. El art. 1816 del Proyecto de Código Civil –Comisión decreto 685/95-, dice: “Son objeto de los de los derechos reales: inc. b)

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c.- Ser íntegra, puesto que, cuando la cosa forma un solo cuerpo, no puede ser objeto

de un derecho real una parte de la cosa (art. 2405)13.

Lo vertido hasta aquí tiene suma importancia puesto que el art. 2762 advierte que no

son reivindicables los bienes que no sean cosas, ni las cosas futuras, ni las cosas accesorias,

aunque lleguen a separarse de las principales, a no ser éstas reivindicadas, ni las cosas

muebles cuya identidad no puede ser reconocida, como el dinero, títulos al portador, o cosas

fungibles.

c) Clasificación de las cosas consideradas en sí mismas

Interesa a este estudio la clasificación que, de las cosas consideradas en sí mismas,

hace el art. 2313: ”Las cosas son muebles e inmuebles por su naturaleza, o por accesión, o por

su carácter representativo”.

En el artículo siguiente se lee: “Son inmuebles por su naturaleza las cosas que se

encuentran por sí mismas inmovilizadas, como el suelo y todas las partes sólidas o fluidas que

forman su superficie y profundidad: todo lo que está incorporado al suelo de una manera

orgánica, y todo lo que se encuentra bajo el suelo sin el hecho del hombre” (art. 2314).

Luego, a través del art. 2318, define a las cosas muebles como aquellas que pueden

transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose por sí mismas, sea que sólo se muevan por

una fuerza externa, con excepción de las que sean accesorias a los inmuebles.

Las disposiciones transcriptas sirven para comprender que una de las notas definitorias

de la diferenciación entre las cosas inmuebles y muebles, desde la óptica de su naturaleza, es

una circunstancia fáctica: que puedan transportarse de un lugar a otro (muebles) o que no

puedan hacerlo (inmuebles): “Más no es solamente la apuntada circunstancia física lo que

mueve al derecho a establecer la distinción, sino también otras consideraciones

socioeconómicas, en parte derivadas de aquella, como son, la posibilidad de individualización,

la permanencia, la importancia económica, política, etc., y es por ello que la inclusión en una u

otra categoría no es obra de interpretación, sino de voluntad legislativa. Es por ello que las

cosas, no sólo por su naturaleza pueden ser muebles o inmuebles; pueden serlo asimismo por

su carácter representativo, y, además, pueden ser inmuebles por accesión (que a su vez puede

ser física o moral). Con este alcance debe entenderse al art. 2313 (...) ya que no existen cosas

muebles por accesión”.14

Siendo congruentes con lo expuesto, no podemos sino aseverar que cabe incluir a los

automotores dentro de la categoría jurídica de cosas muebles y que pueden ser reivindicados,

Los derechos en los casos previstos especialmente. Para nosotros no resulta dable que una universalidad, sea de hecho o de derecho, sea objeto de un derecho real.

13 En contra el art. 1816 del Proyecto de Código Civil..., que consigna: “Son objeto de los de los derechos reales: inc. a) Las cosas que están en el comercio, Se ejercen sobre la totalidad de ellas, o sobre una parte material, o por una alícuota. 14 Gatti, E., ob. cit., p. 230.

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puesto que las cosas particulares de que se tiene dominio, sean muebles o raíces, pueden ser objeto de la acción de reivindicación (art. 2759).

Si, como dijéramos, sólo quien resulta titular de un derecho real que se ejerce por la

posesión está facultado para transitar activamente el iter reivindicatorio, es menester conocer

los principios que rigen la adquisición y constitución de los derechos reales.

III DE LA CONSTITUCION DE LOS DERECHOS REALES

a) La Teoría del Título y el Modo

La quæstio se relaciona con la causa de los derechos reales, es decir con los hechos

jurídicos reales o actos jurídicos reales que actúan produciendo alguna mutación real15:

adquisición, modificación, transferencia o extinción de derechos reales16, porque como bien lo

señalara Gatti, el derecho es hijo de los hechos; y esto no sólo vale para el derecho objetivo,

sino también para el subjetivo17.

Para definir el hecho jurídico real nos valdremos del criterio sentado por el art. 89618.

Consideramos, entonces, que hecho jurídico real es todo acontecimiento19 susceptible de

producir alguna adquisición, modificación, transferencia o extinción de los derechos reales.

A su vez, recurriendo al art. 944, decimos que son actos jurídicos reales los actos

voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato, establecer entre las personas relaciones

jurídicas reales, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos reales.

Definidos hecho y acto jurídicos reales, diremos que éstos son el modo, es decir el

factum que produce la mutación real20, su causa próxima. Son, por ejemplo, modos de

adquisición del derecho real de dominio: apropiación, especificación, la accesión, tradición,

percepción de los frutos, la sucesión en los derechos del propietario, la prescripción (art. 2524).

Para que el factum tenga relevancia jurídica debe ser así considerado por una norma

jurídica, sea ésta individual derivada de la autonomía privada (art. 1197; vgr., contrato de

compraventa) o emanada de la voluntad del Estado (ley). Estas normas (fruto de la voluntad de

15 López de Zavalía, F., ob. cit., vol. I, p. 259, “La palabra ‘causa’ es sin duda anfibológica. Aquí la tomamos

en el sentido de fuente productora de las mutaciones reales. Toda mutación real tiene su causa fuente que consiste en uno o más hechos jurídicos. Sin hecho jurídico no hay mutación real alguna (art. 896).

16 Beatriz Arean, “Curso de Derechos Reales”, Bs. As., 1997, 4ta. ed., p. 66, escribe: “Si nos circunscribimos a la causa de los derechos reales, podríamos hablar de los hechos y actos jurídicos reales”.

17 Gatti, E., ob. cit., p. 248. 18 En la nota al consignado artículo Vélez aclara: “No se trata de los hechos como objeto de derecho, sino

como causa productora de derecho”: 19 Por su parte, Ortolan expresa: “El hecho, factum, que por su etimología de facere, hacer, parece que

supone siempre una acción del hombre, se toma en el idioma jurídico, así como en el vulgar, tanto entre los romanos, como en nuestras sociedades modernas, en un sentido más lato, para designar todo acontecimiento, todo suceso que sobreviene en el mundo de nuestra percepciones” (cita de E. Gatti en ob. cit., p. 254, nota 277.

20 López de Zavalía, F., ob. cit., t. I, p. 261.

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los individuos o del estado) constituyen el título suficiente, el que viene a ser la causa remota

de la mutación real.

Cuando el título suficiente es una norma jurídica individual derivada de la autonomía

privada, lo podemos definir como todo acto jurídico que, guardando los requisitos legales de

contenido, personas y forma, resulta idóneo para la transmisión de un derecho real. En este

caso, debemos tener en cuenta que:

a- Con relación al contenido, el acto jurídico debe tener la virtualidad de producir la

transmisión real (compraventa, permuta, etc.). No todo acto jurídico tiene tal idoneidad, aunque

las partes así lo hayan querido, vgr.: locación, depósito, mandato, etc.

b- Respecto de las personas, el sujeto transmisor o tradens deberá: b1.- ser titular del

derecho real o, en su defecto, no siéndolo, estar legitimado por el titular, por la ley o por

autoridad judicial, para efectuar la transmisión; b2.- tener capacidad para enajenar. Por su

parte, el adquirente o accipiens deberá tener capacidad para adquirir (arts. 3270, 2601,

respective) 21.

c- Finalmente, el acto deberá guardar las formas que la ley exige para que opere la

transmisión del derecho real de que se trate. Por ejemplo, tratándose de una cosa raíz el acto

jurídico deberá ser pasado por escritura pública (art. 1184).

Definidos modo y título suficiente, diremos que para la transmisión de todo derecho

real se requiere de la concurrencia de ambos elementos, puesto que si alguno de ellos falta no

habrá derecho real.

Empero, advertimos que no toda la doctrina comparte este criterio, puesto que se

sostiene22, que la teoría del título y el modo sólo resulta aplicable cuando se trata de

adquisición derivada y por actos inter vivos de derechos reales que se ejercen por la posesión,

es decir cuando el único modus adquirendi es la tradición (art. 2524: 4°).

Para tales estudiosos, en los demás casos que prevé la citada norma no resulta

procedente efectuar tal disquisición, puesto que allí título y modo son la misma cosa, pudiendo

utilizarse, de manera indistinta, uno u otro término para hacer referencia a la fuente o causa de

la adquisición del derecho real.

Por el contrario, nosotros opinamos que en los casos de adquisición originaria el título

suficiente lo constituye la ley, en la medida que al hecho (vgr., la accesión, art. 2524: 3°) lo

eleva a modo de adquisición su contemplación legal23.

21 Si quien pretende transmitir es incapaz o no es el titular del derecho real, habrá justo título pero no título

suficiente. El art. 4010, reza “El justo título para la prescripción, es todo título que tiene por objeto transmitir un derecho de propiedad, estando revestido de las solemnidades exigidas para su validez, sin consideración a la condición de la persona de quien emana”. También cabe distinguir al título suficiente del título putativo, que si bien sirve para calificar a la posesión como ilegítima y de buena fe, no es idóneo para transmitir un derecho real. El art. 2357, dice: “El título putativo equivale a un título realmente existente, cuando el poseedor tiene razones suficientes para creer en la existencia de un título a su favor, o para extender su título a la cosa poseída”.

22 Arean, B., ob. cit., p. 67; Gatti, E., ob. cit., p. 256/257, Bueres – Highton, “Código Civil”, Bs. As., 1997, T V, ps. 443 a 448.

23 Al respecto, aconsejamos la lectura de López de Zavalía, F. J., ob. cit., ps. 264 y ssgtes.

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b) Los modos24 de adquisición de los derechos reales: “originarios”, “derivados”, “entre vivos” y

“por causa de muerte”

Nos detendremos en la explicación de los criterios clasificatorios que interesan a los

fines de este trabajo, advirtiendo que no existe una posición inconcusa sobre la importancia de

tal diferenciación, respecto de cuál debe ser el criterio rector de la clasificación, ni tampoco con

relación al encuadramiento que debe dárseles a algunos casos25.

1.- Modo de adquisición originario

Sin perjuicio de lo expuesto, la mayor parte de la doctrina sostiene que el modo de

adquisición es originario si el derecho real se adquiere independientemente y pese al derecho

que tenía el propietario anterior, o cuando la cosa carece de dueño (res nullius).

En este caso el derecho real se constituye en cabeza del adquirente sin más cargas o

límites que los que disciplina el orden jurídico.

Son modos originarios de adquisición: la apropiación, la especificación, la accesión, la

percepción de frutos y la prescripción adquisitiva26.

2.- Modo de adquisición derivado (inter vivos y mortis causa)

El modo de adquisición es derivado cuando al adquirente, denominado sucesor, el

derecho real le es transmitido por el titular anterior, llamado autor o causante. Aquí, el sucesor

recibe, del causante, el derecho real con todas las cargas, gravámenes y limitaciones que ya lo

afectaban27, rigiendo plenamente el principio que sentara Ulpiano (“nemo plus iuris ad alium

transferre potest quam ipse haberet”) y que fuera receptado por el art. 3270 en estos términos:

“Nadie puede transmitir a otro sobre un objeto, un derecho mejor o más extenso que el que

gozaba; y recíprocamente, nadie puede adquirir sobre un objeto un derecho mejor y más

extenso que el que tenía aquel de quien lo adquiere”.

Son modos derivados, por ejemplo, la tradición y la sucesión en los derechos del

propietario (art. 2524: 4 y 6, respective)28.

Por su parte, los modos de adquisición derivados admiten una subdivisión: por

sucesión inter vivos (vgr. la tradición, art. 2524: 4°) y mortis causa, que de manera general

24 Seguimos en el punto a Maynz, “Cours de Droit Romain”, §95, 5: “Empleando la palabra un

poco vaga modo de adquirir, hemos querido comprender todas las causas que puedan dar nacimiento a un derecho”

25 López de Zavalía, F., ob. cit., t. I, p. 270. 26 No hay acuerdo doctrinario con relación a la usucapión. 27 Vgr., el art. 3266 dice: “Las obligaciones que comprenden al que ha transmitido una cosa, respecto a la

misma cosa, pasan al sucesor universal y al sucesor particular; pero el sucesor particular no está obligado con su persona o bienes, por las obligaciones de su autor, por las cuales lo representa, sino con la cosa transmitida”.

28 López de Zavalía, F., ob. cit., t. I, p. 273, para quien son modos derivados de adquisición: uno de los casos de especificación (inc. 2) esto es el de la adquisición de la nueva especie por el transformador, cuando el dueño opta por recibir el valor de la materia (art. 2570) y uno de los casos de accesión (inc. 3) esto es el de la conservación de lo hecho, del art. 2589.

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prevé el art. 2524: 6°, y de manera particular, por ej., el art. 3766 para el caso del legado de

cosa determinada. Surge con claridad que la sucesión será mortis causa si el hecho de la

muerte del causadante integra el factum generador, por el contrario, será inter vivos si no la

integra29.

IV DERECHOS REALES SOBRE COSAS MUEBLES NO REGISTRABLES

a) La cuestión en el derecho francés

Con el incremento del tráfico comercial se hicieron evidentes las falencias del sistema

reivindicatorio en materia mobiliaria, toda vez que, en un sinnúmero de situaciones, el

poseedor de una cosa mueble se encontraba impedido de acreditar que la había adquirido de

quien detentaba el derecho a transmitirla.

Por otra parte, el precario sistema permitía al propietario sustraer la cosa de manos de

sus acreedores, mediante la asistencia fraudulenta de cómplices reivindicantes.

A fin de poner coto a tales artimañas consumadas, reitero, por la vía reivindicatoria, los

tribunales franceses principiaron determinando que la acción reivindicatoria se prescribía por el

plazo de tres años. Ulteriormente, en el siglo XVII, el Chatelet de Paris30 sentó el criterio

consistente en que la posesión hace que se presuma el título; equivale al título; “En materia de

muebles, la posesión equivale al título”, por lo cual el poseedor quedaba eximido de probar su

título y el de su transmitente.

Sin perjuicio de lo expuesto, en aquellos casos en que la cosa no había sido ni robada

ni perdida –existía desprendimiento voluntario del dómino a favor de un tercero31-, pero era

obtenida de quien no era el propietario, el adquirente quedaba desprotegido aun siendo de

buena fe. Entonces, el Chatelet de Paris, apartándose de la máxima “nemo plus iuris ad alium

transferre potest quam ipse habet”, concluyó que la posesión de buena fe produce la

transmisión inmediata de propiedad, salvo que la cosa fuere robada o perdida; en este caso, el

propietario podía reivindicar del poseedor aunque fuese de buena fe.

Empero, tal regla no resultó aplicable a las convenciones celebradas entre el

propietario y el adquirente, donde de estar viciado de nulidad el acto jurídico en virtud del cual

29 López de Zavalía, F., ob. cit., t. I, p. 278. 30 Tribunal del Crimen de la capital Francesa. 31 En este aspecto, tanto el derecho germánico como el antiguo derecho francés se apartaron del criterio

romano que admitía la reivindicación de muebles, sin distinguir si el propietario habíase desprendido voluntariamente de la cosa o se lo había privado a su pesar. Efectivamente, la solución propiciada por el tribunal francés encontró su justificación en la imprudencia del propietario que había depositado su confianza en un detentador que no la merecía: “Allí donde hayas puesto tu confianza, allí has de buscarla”, dice el antiguo proverbio alemán. Vide Mazeaud, “Derecho Civil”, Parte Segunda, Vol. IV, ed. EJEA, 1969, p. 239. Papaño, Kiper, Dillon y Causse, “Derechos Reales”, T I, Bs. As, 1995, p. 263, “El sistema romanista antes descrito conduce a la protección del verdadero propietario en tanto no se haya operado la usucapión a favor del actual poseedor. En cambio, para el supuesto de desprendimiento voluntario, nuestro código sigue el sistema francés, optando por favorecer la situación del tercero adquirente de buena fe”.

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se transmitió la cosa, la posesión de buena no suplía el vicio del título, aunque si creaba una

presunción a favor del poseedor de buena fe que debía de ser desvirtuada por el propietario

que alegaba la existencia del defecto nulidificante.

Es con estos dos significados que la regla “En materia de muebles, la posesión

equivale al título” quedó plasmada en el primer párrafo del artículo 2279 del Código Civil

francés.

b) La cuestión en el derecho argentino

Si bien nuestro sistema se ha inspirado en la citada preceptiva del Código Napoleón,

siguiendo algunos de sus lineamientos, las soluciones propuestas por Vélez no son idénticas.

El art. 2412 reza: “La posesión de buena fe de una cosa mueble, crea a favor del

poseedor la presunción de tener la propiedad de ella, y el poder de repeler cualquier acción de

reivindicación, si la cosa no hubiese sido robada o perdida”.

El citado artículo sólo protege a quien tiene possessio, es decir a quien, por sí o por

otro, tenga una cosa bajo su poder, con intención de someterla al ejercicio de un derecho de

propiedad (art. 2351), en tanto que el art. 2363 presume iuris tantum32 la posesión, una vez

probado el corpus33, puesto que el poseedor no tiene obligación de producir su título a la

posesión, sino en el caso que deba exhibirlo como obligación inherente a la posesión. El posee

porque posee34.

Claro está que la presunción de propiedad no puede ser invocada por la persona que

se encuentre en virtud de un contrato o de un acto lícito o ilícito, obligada a la restitución de la

cosa (art. 2414).

Asimismo, la posesión debe ser de buena fe (fides), la que se da “cuando el poseedor,

por ignorancia o error de hecho, se persuadiere de su legitimidad” (art. 2353). La buena fe es

presumida iuris tantum por la ley, puesto que “todo poseedor tiene para sí la presunción de la

buena fe de su posesión, hasta que se pruebe lo contrario, salvo los casos en que la mala fe se

presuma” (art. 2362).

En cuanto a la cosa, ésta no debe ser perdida o robada, por lo que debió salir

voluntariamente de la esfera de poder de su propietario.

32 Siendo una presunción que admite prueba en contrario, la calidad de poseedor podrá ser desvirtuada

aportando el interesado la prueba en tal sentido (arts. 375 del C.P.C. C. de la Pcia. de Bs. As. y 377 del CPCC de la Nación).

33 Bueres - Highton, “Código...”, p. 168. 34 Recordemos que, en la teoría de Savigny, para que exista posesión deben darse dos elementos: el

corpus y el animus domini. El corpus consiste en el poder fáctico sobre la cosa: la posibilidad de disponer físicamente de ella, pero esta relación con la cosa debe ser querida, es necesario que concurra un mínimo de voluntad. Por su parte, el animus domini está dado por una conducta del sujeto: ejercer el poder físico sobre la cosa sin reconocer en otra persona un señorío o derecho superior.

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A esta altura estamos en condiciones de afirmar que el poseedor de buena fe de una

cosa mueble no robada ni perdida adquiere su propiedad ope legis, basada en una presunción

iuris et de iure35.

1.- Efectos de la regla “posesión vale título”

Ahora bien, la regla “posesión vale título” que dimana del art. 2412, tiene dos efectos o

funciones sumamente prácticos:

a- El poseedor que fuere demandado por reivindicación por un tercero –queda excluido

el “anterior propietario”- podrá repeler la acción incoada.

b- Si, además, el poseedor ha adquirido la cosa a título oneroso de la persona a la cual

el “anterior propietario” se la había confiado, podrá repeler también la acción reivindicatoria que

intentare aquel “anterior propietario” (art. 2767). En este caso la ley exige que se sume el

requisito del titulo oneroso a la possessio, fides y res habilis.

c- Afirmamos que quien posee en las condiciones del art. 2412 tiene título de dueño.

Entonces debemos concluir que el dueño de la cosa, en virtud de aplicación del art. 2412, en

caso de sufrir una desposesión podrá reivindicar la cosa del despojante o de un tercero

adquirente36, en tanto no se haya operado a favor de estos últimos la prescripción adquisitiva.

2.- ¿Existe contradicción entre los arts. 2412 y 2767?

La presunta contradicción que, el lector habrá advertido, existe entre los arts. 2412 y

2767 ha sido resuelta por parte de la doctrina, alegando que este sería uno de los casos en los

cuales cabe diferenciar a los derechos reales verdaderos de los putativos. Así, el poseedor de

buena fe subadquirente a título oneroso de una cosa es propietario erga omnes o propietario

verdadero, en tanto que el poseedor de buena fe que subadquirió gratuitamente es propietario

putativo, porque puede hacer valer su título frente a todos menos ante el “anterior

propietario”37.

3.- Adquisición derivada, inter vivos, de derechos reales sobre cosas muebles no

registrables

Todos los derechos reales que recaen sobre cosas muebles se ejercen por la posesión,

sean estos sobre cosa propia (dominio y condominio), sobre cosa ajena de disfrute (usufructo y

35 Bueres - Highton, ob. cit., T.V, p. 169, “La posesión de buena fe de una cosa mueble no robada ni perdida

engendra a favor del poseedor (...) Presunción errefragable (iuris et de iure) de propiedad, título de propietario conferido por la fuerza de la ley”. López de Zavalía, F., ob. cit., t. II, p. 226, “hay una adquisición legal, por el mecanismo de una presunción iuris et de iure, que consagra algo que, si bien no es usucapión, tiene puntos en contacto con ella, por lo que plásticamente puede ser configurada como prescripción instantánea”.

36 López de Zavalía, F., ob. cit., t. II, p. 231, “desde luego que quien inicia su posesión furtivamente, no puede invocar la regla ‘posesión vale título’, al ser su señorío fáctico, por hipótesis, de mala fe. Pero con toda la buena fe del mundo, tampoco podría invocar la regla el subadquirente de un poseedor vicioso, porque la cosa misma está mancillada con un vitium rei”.

37 Gatti, E. y Alterini, J.H., “El derecho real. Elementos para una teoría general ”, Bs. As., 1974, p. 130.

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uso) o sobre cosa ajena de garantía (prenda), y, como lo adelantáramos, en la adquisición de

todo derecho real deben concurrir, inexorablemente, título suficiente y modo.

En el caso de la adquisición derivada por actos entre vivos el modo es la tradición38,

que consiste en la entrega y recepción voluntarias de una cosa, mediante la realización de

actos materiales del tradens y del accipiens, o de uno de ellos con el asentimiento del otro

(tradición posesoria) - arts. 2378 y 2379 -, que implica para el primero la transmisión o

constitución de un derecho real sobre el objeto de la tradición, con capacidad y legitimación

para ello y en cumplimiento de la obligación que le impone un título suficiente, y, para el

segundo la adquisición de ese derecho real, en virtud de ese título, para lo cual está

capacitado39 (arts. 2381, 2392, 2393).

La traditio tiene una doble función: poner al adquirente en la posesión de la cosa y

darle publicidad al acto transmisivo, anoticiando a los terceros interesados a los cuales,

consecuentemente, el negocio les será oponible.

Así es que antes de la tradición de la cosa, el acreedor no adquiere sobre ella ningún

derecho real (art. 577) y porque todos los derechos que una persona transmite por contrato a

otra persona, sólo pasan al adquirente de esos derechos por la tradición, con excepción de lo

que se dispone respecto a las sucesiones (art. 3265).

En síntesis, en materia de cosas muebles no registrables los derechos reales requieren

para su constitución, de manera derivada y por actos inter vivos, de la concurrencia de título

suficiente y de la tradición como modo40, mediante la cual se transmite la posesión y se le da

publicidad al acto.

V DERECHOS REALES SOBRE COSAS INMUEBLES

En el terreno de las cosas inmuebles, respecto de la transmisión de derechos reales

por actos entre vivos acontece, mutatis mutandis, lo antes señalado para las cosas muebles,

puesto que deberán concurrir título suficiente y modo, a la sazón la traditio (vide arts. 2378,

2379, 2380, 2383, 2384).

38 El vocablo tradición tiene su origen en el latín tradere que se compone de trans, que significa “a través”, y

dare, que significa “dar”. 39 Gatti, E., ob. cit., p. 335. 40 Lo expuesto no determina que la tradición deba hacerse siempre mediante la entrega en mano de la cosa,

puesto que, en algunos casos, es suficiente que se ponga a la persona en presencia de la cosa con la posibilidad física de tomarla (art. 2374). Si la cosa cuya posesión se trata de adquirir estuviere en caja, almacén o edificio cerrado, bastará que el poseedor actual entregue la llave del lugar en que la cosa se halla guardada (art. 2385). Asimismo, la tradición quedará hecha aunque no esté presente la persona a quien se hace, si el actual poseedor remite la cosa a un tercero designado por el adquirente, o la pone en un lugar que esté a la exclusiva disposición de éste (art. 2386). Tampoco es necesaria la tradición de la cosa, sea mueble o inmueble, para adquirir la posesión, cuando la cosa es tenida a nombre del propietario, y éste por un acto jurídico pasa el dominio de ella al que la poseía a su nombre, o cuando el que la poseía a nombre del propietario, principia a poseerla a nombre de otro (art. 2387). En el caso de cosas muebles que no están presentes, la tradición se entiende hecha por la entrega de los conocimientos, facturas, etcétera, en los términos que lo dispone el Código de Comercio; o cuando fuesen remitidas por cuenta y orden de otros, desde que la persona que las remite las entrega al agente que deba transportarlas; con tal que el comitente hubiese determinado o aprobado el modo de la remisión (art. 2388).

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Pero, a diferencia de lo que ocurre con las cosas muebles, para que el acto jurídico en

virtud del cual se pretenda efectuar la transmisión (vgr.: compraventa, permuta, etc.) sea

considerado título suficiente, deberá ser otorgado mediante escritura pública (art. 1184, inc. 1°),

pues se trata de una formalidad ad solemnitatem41.

Yendo a la tradición, la función de esta se acota a transferir la posesión pero no a dar

publicidad al acto, puesto que la adquisición o transmisión de derechos reales sobre inmuebles,

solamente se juzgará perfeccionada mediante la inscripción de los respectivos títulos en los

registros inmobiliarios de la jurisdicción que corresponda. Esas adquisiciones o transmisiones

no serán oponibles a terceros mientras no estén registradas (art. 2505, según ley 17711).

Debemos advertir que de la frase “solamente se juzgará perfeccionada”, utilizada por el

art. 2505, no debe seguirse que la inscripción registral tiene carácter constitutivo del derecho

real, puesto que el art. 2 de la ley 17.801, aclara que la registración impuesta por el art. 2505

del Código Civil sólo es necesaria para otorgar publicidad al acto y oponibilidad a terceros, es

decir que sólo tiene efecto declarativo.

Sintetizando, diremos que, en materia inmobiliaria, habiendo mediado tradición y título

suficiente, o sea el acto jurídico apto para logra la transmisión del derecho real instrumentado

en escritura pública, se habrá constituido el derecho real, el que será oponible a las partes, a

los intervinientes en el acto y a los terceros no interesados. Respecto de los terceros

interesados el derecho real recién les será oponible una vez efectuada la inscripción en el

Registro de la Propiedad Inmueble, pues luego de dicho trámite adquirirá publicidad: el derecho

real ya constituido (título suficiente más modo) es declarado (inscripción registral).

VI DERECHOS REALES SOBRE COSAS MUEBLES REGISTRABLES

a) Introitus

Los avances industriales, tecnológicos y científicos, el aumento vertiginoso del tráfico

comercial, las exigencias del “mercado“ de una economía capitalista, y la consecuente

necesidad de asegurar los derechos transmitidos, tanto respecto de sus titulares como de los

terceros interesados, entre otras circunstancias, determinaron que el esquema previsto por

nuestro Código Civil para la constitución de derechos reales comenzara a aparecer como

insuficiente con relación a determinadas cosas muebles. Estas, debido a su importancia

económica y a la posibilidad de su individualización42, requerían de la creación de regímenes

especiales que satisficieran las nuevas demandas y las excluyeran del principio general

preceptuado por el art. 2412, en virtud del cual “posesión vale o equivale a título”.

41 No se requiere escritura pública en los casos de subasta judicial, medianería, derechos reales tácitos (por

ej.: constitución de una servidumbre por destino del padre de familia). 42 Gatti, E., ob. cit., p. 347: 2.a, Papaño, Kiper, Dillon, Causse, ob. cit., p. 274: VII.

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Paulatinamente, se fueron sancionando normas que vinieron a cubrir el referido déficit:

el decreto ley N° 6.582 del año 1.958 –modificado por las leyes 14.467, 22.977 del 21/11/83 y 24.673 del 20/8/96- para

los automotores; el Código Aeronáutico ley 17.285, del año 1.967 -modificado por las leyes 19620, 20509 y

22390-, para las aeronaves43; la Ley de Navegación 20.094, del año 1.973, para los buques44; la

ley 20.378 del año 1.973 de Propiedad de Equinos de Sangre Pura de Carrera; la ley 22.939

de Marcas y Señales, del año 1.983, regulativa de la propiedad del ganado.

Las mentadas normas institucionalizaron la registración para las cosas muebles objeto

de su regulación, en algunos casos con carácter meramente declarativo (sólo para la

oponibilidad de las transmisiones a terceros), tal el caso de la Ley de Navegación (arts. 156,

158, 159) y del Código Aeronáutico (art. 49). En otros casos, la inscripción registral tiene efecto

constitutivo, como acontece con el ganado (ley 22.939: art. 12 y mensaje de elevación de la

ley), los caballos de pura sangre de carrera (arts. 1 y 2 de la ley 20.378) y los automotores.

b)- De los automotores

1.- Definición de automotor

El Decreto-Ley 6582/58, creador del Registro Nacional de la Propiedad del Automotor

(ref. ley 24.673), nos da una definición de automotor a través de su art. 5: “A los efectos del

presente Registro, serán considerados automotores los siguientes vehículos: automóviles;

camiones, inclusive los llamados tractores para semirremolque; camionetas, rurales; jeeps;

furgones de reparto; ómnibus; microómnibus y colectivos, sus respectivos remolques y

acoplados, todos ellos aún cuando no estuvieran carrozados, las máquinas agrícolas incluidas

tractores, cosechadoras, grúas, maquinarias viales y todas aquellas que se autopropulsen. El

Poder Ejecutivo podrá disponer por vía de reglamentación, la inclusión de otros vehículos

automotores en el régimen establecido”.

2.- Derechos reales sobre automotores

Como ya dijimos, por obra del decreto ley 6582/1958, los automotores quedaron

sujetos a un tratamiento especial, siendo excluidos del régimen disciplinado por el art. 2412 del

CCiv.

Leyendo el art. 1 del citado decreto ley, vemos que para constituir o transmitir un

derecho real sobre un automotor es insoslayable la inscripción registral: “La transmisión del

dominio de los automotores deberá formalizarse por instrumento público o privado y sólo

43 Código Aeronáutico Ley 17285, art. 36: “Se consideran aeronaves los aparatos o mecanismos que puedan circular en el espacio aéreo y que sean aptos para transportar personas o cosas”.

44 Ley de Navegación 20.094, art. 2: “Buque es toda construcción flotante destinada a navegar por agua. Artefacto naval es cualquier otra construcción flotante auxiliar de la navegación pero no destinada a ella, aunque pueda desplazarse sobre el agua en cortos trechos para el cumplimiento de sus fines específicos”. Art. 154: “La expresión buque comprende no solamente el casco, mástiles, velas y las máquinas principales y auxiliares, sino también todas las demás pertenencias, fijas o sueltas, que son necesarias para su servicio, maniobra, navegación y adorno, aunque se hallen separadas temporariamente. No están comprendidas en ellas las pertenencias que se consumen con el primer uso”.

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producirá efectos entre las partes y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción en el Registro Nacional de la Propiedad del Automotor”. De los diáfanos términos

de la preceptiva no puede sino sostenerse que la inscripción registral tiene carácter

constitutivo45.

Allende de lo expuesto, nos apresuramos en advertir que la sola inscripción registral no

confiere el dominio sobre el automotor, sino que se requiere la concurrencia de dos elementos:

uno subjetivo, consistente en la buena fe en la registración, y uno objetivo, que está dado por la

necesidad de que el locomóvil no sea robado o hurtado. Así lo prevé el art. 2, que reza: “La

inscripción de buena fe de un automotor en el Registro confiere al titular de la misma la

propiedad del vehículo y el poder de repeler cualquier acción de reivindicación, si el automotor

no hubiese sido hurtado o robado”46.

Podemos apreciar que, en el caso, también tiene vigencia la teoría antes explicada de

título suficiente y modo. Cuando el art. 1 sostiene que “La transmisión del dominio de los

automotores deberá formalizarse por instrumento público o privado”, se está refiriendo

claramente al título suficiente (vgr.: contrato de compra-venta), y cuando establece que “sólo

producirá efectos entre las partes y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción”

nos aporta el modo, a la sazón inscripción registral, que desplaza a la tradición que, como

viéramos, es el modo previsto para las cosas muebles no registrables y para los inmuebles,

tratándose de transmisiones derivadas y por actos inter vivos.

Ajustándonos a lo hasta aquí dicho, podemos concluir que para que se constituya un

derecho real sobre un automotor deberán concurrir título suficiente y modo, y que hasta tanto

no se efectúe la inscripción en el registro no habrá un nuevo dueño, existiendo sólo entre las

partes contratantes los derechos y obligaciones personales nacidos del acto jurídico que

celebraran.

No huelga destacar que la falta de registración puede ocasionar graves consecuencias

tanto para el vendedor como para el comprador, puesto que aquél seguirá siendo el dueño y

responsable ante los terceros por los daños y perjuicios que el automotor les provoque, salvo

que haya mediado denuncia de la venta antes del acaecimiento del hecho dañoso47, y el

comprador podrá verse privado de la posesión del automovil o limitado en la libre disponibilidad

de los derechos personales que sobre el haya adquirido por las medidas cautelares decretadas

contra el vendedor (ej.: embargo).

45 Moisset de Espanes, L., “Dominio de automotores y publicidad registral”, Hammurabi, 1981, p. 43; Gatti, E., ob. cit., p. 349; Papaño, Kiper, Dillon, Causse, ob. cit., p. 276; Highton, Elena I., “Posesión”, 1979, p. 159, § 214.

46 Highton, Elena I., ob. cit., p. 160, “La inscripción sustituye la tradición que ya es innecesaria (...) El art. 2 sustituye la posesión del art. 2412 por la inscripción y en lugar de decir que ‘la posesión crea una presunción de propiedad’ estipula que ‘la inscripción confiere la propiedad’ (...) La máxima que correspondería aplicar es ‘inscripción vale título’ siempre que se trate de inscripción que cumplimente las demás condiciones: buena fe y automotor no robado ni hurtado”. También Gatti, E., ob. cit., p. 349.

47 Decreto-Ley 6582/58, art. 27: "Hasta tanto se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y perjuicios que se produzcan con el automotor, en su carácter de dueño de la cosa. No obstante, si con anterioridad al hecho que motive su responsabilidad, el transmitente hubiere comunicado al Registro que hizo tradición del automotor, se reputará que el adquirente o quienes de éste último hubiesen recibido el uso, la tenencia o la posesión de aquél, revisten con relación al transmitente el carácter de terceros por quienes él no debe responder, y que el automotor fue usado en contra de su voluntad”.

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VII REIVINDICABILIDAD EN MATERIA AUTOMOTOR

a) Introitus

Siguiendo el camino que hemos trazado, ha llegado el momento de recordar que la

acción de reivindicación es una acción que nace del dominio que cada uno tiene de cosas

particulares, por la cual el propietario que ha perdido la posesión, la reclama y la reivindica,

contra aquel que se encuentra en posesión de ella (art. 2758) y que las cosas particulares de

que se tiene dominio, sean muebles o raíces, pueden ser objeto de la acción de reivindicación

(art. 2759).

Aclaramos también, desde el comienzo, que la acción reivindicatoria no sólo queda

limitada en su ejercicio al dómino, al condómino y al titular del derecho real de propiedad

horizontal, sino que una interpretación amplia de las normas legisladas en el Código Civil nos

lleva a aseverar que también están activamente legitimados los titulares de los demás derechos

reales que se ejercen por la posesión: usufructo, uso, habitación, anticresis y prenda.

Aplicada la normativa a los automotores, cosa mueble registrable, diremos que quienes

sean titulares de un derecho real de dominio, condominio, usufructo o uso, estarán activamente

legitimados para intentar la acción reivindicatoria frente a la desposesión sufrida.

Hay desposesión cuando el poseedor de una cosa es privado de la posesión, contra su

voluntad, es decir mediando hurto, robo o estafa. También cabe contemplar el caso en el que el

poseedor se desprende voluntariamente de la cosa dándola en locación, comodato, depósito,

etc., y quien está obligado a restituir la cosa, abusando de la confianza que en él ha

depositado el propietario, intervierte su título dejando de ser tenedor para comenzar a ser

poseedor (arts. 2372, 2364, 2372 y 2458).

b) Análisis de los diferentes supuestos que pueden dar lugar a la acción reivindicatoria

1.- Acción intentada contra el despojante

El titular registral de un automotor víctima de desposesión, siempre podrá reivindicar

contra el despojante, haya éste podido o no registrar a su nombre, puesto que resulta ser un

poseedor ilegítimo, de mala fe y vicioso.

En otras palabras, aún si el despojante lograse inscribirlo bajo su titularidad, para lo

cual necesitará de seguro falsificar documentación, no adquiere la propiedad del vehículo

porque el art. 2 del decreto ley 8265/1958 requiere que a tal fin, como ya vimos, exista buena

fe.

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Hacemos notar que el despojante, haya o no inscripto a su nombre, no podrá oponer la

prescripción adquisitiva sino hasta transcurridos veinte años, contados desde que se ha

purgado el vicio (arts. 3959, 4015, 4016).

2.- Acción intentada contra un subadquirente que no inscribe

Supongamos ahora que el despojante, quien ha logrado registrar el automotor bajo su

dominio, lo transmite a un tercero que no efectúa la inscripción en el registro.

Entendemos que en este caso la acción reivindicatoria prosperará, incluso aunque el

tercero desconociese que el automotor hubiese sido obtenido por su transmisor mediante

despojo, toda vez que resulta ser un poseedor de mala fe. Y esto es así porque la inscripción

es un requisito insoslayable, exigido por el derecho –cuyo error no es excusable (arts. 923,

2356, 4006, 4007)-, para adquirir el dominio de un automotor (arts. 1 y 2 del decreto-ley

6582/58 y 4009 del CCiv.).

En el presente supuesto, el tercero podrá excepcionarse alegando la prescripción

adquisitiva, pero en tal caso debe haber poseído por el término de veinte años y en las

condiciones exigidas por los arts. 4015 y 4016.

Es de hacer notar que un sector de la doctrina propicia la aplicación, por analogía (art.

16 CCiv.), de la usucapión decenal prevista por el art. 162 de la Ley de Navegación 20094 para

la adquisición de buques en ausencia de justo título y buena fe. Este razonamiento

consecuencialista, se justifica plenamente: “...transcurridos los 20 años el automotor sufre un

desgaste que es irreversible y además, como es de público conocimiento, salvo que se trate de

un auto de colección o de una marca muy valiosa, su valor de mercado será casi nulo, por lo

que el poseedor puede haber perdido el interés en consolidar su situación”48.

3.- Inscripción registral de un automotor robado o hurtado

Estamos frente a un supuesto en el adquirente de un automóvil robado o hurtado

procede a efectuar la registración a su nombre: el despojante fragua documentación y

haciéndose pasar por el titular transmite el automotor a un tercero que lo inscribe a su nombre.

En este caso, haya o no mediado buena fe por parte del tercero lo cierto es que el

automotor ha sido sustraído ilícitamente a su propietario, contra su voluntad, motivo por el cual

podrá reivindicarlo contra quien lo tuviese inscripto a su nombre (art. 3, decreto ley)

Pero cabe aclarar que el decreto-ley en estudio no es tan riguroso con quien inscribió

de buena fe y adquirió a título oneroso, porque en este caso:

a.- el reivindicante está obligado a resarcir al tercero lo que hubiese abonado (art. 3 del

decreto ley 6582/1958), con la posibilidad de repetir lo que pagase, contra el vendedor de mala

fe (art. 4, in fine, seg. ley 22.977);

48 Kiper, Claudio Marcelo, “La prescripción adquisitiva de cosas muebles y el proyecto de unificación de la

legislación civil y comercial”, L.L., 1988-C-881.

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b.- el tercero puede repeler la acción reivindicatoria si ha poseído, de buena fe y de

manera continua, por el término de dos años, puesto que este caso opera la prescripción

adquisitiva, la que comienza a correr a partir de la inscripción. Asimismo, debe haber ejercido

su posesión de manera continua y de buena fe (art. 4). Por el contrario, si el adquirente lo ha

sido de mala fe podrá prescribir a su favor recién transcurridos veinte años49.

La sentencia que declara el derecho del reivindicante y ordena el reintegro de la cosa al

titular despojado, también deberá disponer la rectificación del asiento registral de manera tal

que la titularidad quede en cabeza del reivindicante.

Prevenimos que las soluciones dadas en este apartado sólo son aplicables si el

automotor ha sido robado o hurtado, y no si la cosa ha salido voluntariamente de su titular

aunque hubiere mediado estafa o abuso de confianza. Los conceptos de cosa hurtada o

robada deben buscarse en las disposiciones del Código Penal (arts. 162 y 164, respective) y en

el art. 2766 del Código Civil, que reza: “la calidad de cosa robada sólo es aplicable a la

sustracción fraudulenta de la cosa ajena, y no a un abuso de confianza, violación de un

depósito, ni a ningún acto de engaño o estafa que hubiese hecho salir la cosa del poder del

propietario”.

En cuanto a la buena fe, ésta existirá siempre que el tercero hubiere estado

persuadido, por ignorancia o error de hecho excusable, de la legitimidad del derecho que le es

transferido (arts. 2356 y 4007 del Código Civil). Para que el error de hecho sea excusable el

tercero debió de haber obrado con la debida diligencia, es decir habiendo realizado aquellos

trámites y/o indagaciones que el caso le exigía, y aún a pesar de ello pudo ser engañado.

4.- Inscripción registral de un automotor que no es robado ni hurtado, pero que ha sido

transmitido a non domino

En este apartado nos ocuparemos del siguiente supuesto: el propietario del automotor

lo ha dado, voluntariamente, a una persona que se encuentra obligada a su devolución en

razón de la causa detentionis, pero el tenedor, abusando de la confianza que el poseedor le

depositara, intervierte el título (arts. 2364, 2372 y 2458) y transmite la cosa a un tercero, quien

la inscribe a su nombre.

La solución variará si el tercero adquirente inscribe de mala fe, si lo hace de buena fe

habiendo adquirido a título gratuito o, por último, si adquirió a título oneroso.

A) Adquirente de mala fe

Nada agrega la circunstancia de que el adquirente haya adquirido a título gratuito u

oneroso, si ha mediado mala fe, puesto que esta circunstancia es óbice para que opere la

49 Kiper, Claudio Marcelo, “La prescripción adquisitiva de cosas muebles...”, L.L., 1988-C-868.

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transmisión de la propiedad (decreto ley: art. 2). La acción reivindicatoria procede llanamente,

sin condicionamiento alguno.

B) Adquirente de buena fe y a título gratuito

Estamos frente al caso contemplado in terminis por el art. 2do. del decreto ley: “La

inscripción de buena fe de un automotor en el Registro confiere al titular de la misma la

propiedad del vehículo y el poder de repeler cualquier acción de reivindicación, si el automotor

no hubiese sido hurtado o robado” y al cual le resulta plenamente aplicable la distinción que

hiciéramos entre derecho real putativo y derecho real verdadero.

En el caso, el adquirente de buena fe y a título gratuito es propietario putativo, porque

puede oponer su titularidad frente a todos menos ante el anterior titular registral despojado,

quien podrá reivindicar exitosamente pues “Sea la cosa mueble o inmueble, la reivindicación

compete (...) contra el actual poseedor, aunque de buena fe, que la hubiese de un enajenante

de buena fe, si la hubo por título gratuito y el enajenante estaba obligado a restituirla al

reivindicante” (art. 2.778), siempre que el adquirente no hubiese ya adquirido por prescripción.

Sin perjuicio del silencio legal respecto del plazo de prescripción, creemos que

corresponde aplicar el de dos años que prevé el art. 4 para el adquirente de buena fe de un

automotor robado o hurtado50.

C) Adquirente de buena fe y a título oneroso

Seguiremos la línea de pensamiento plasmada en el apartado que antecede, en el cual

sostuvimos que el subadquirente a non domino, de buena fe y a título gratuito, es propietario

putativo, porque puede oponer su titularidad frente a todos menos ante el anterior titular

registral despojado, quien puede reivindicar. Así lo prevé explícitamente el antes transcripto art.

2778.

Consecuentemente, si el registrador ha sido adquirente de buena fe y a título oneroso,

entonces resulta ser titular de un derecho real verdadero que puede oponer erga omnes, es

decir incluso contra el anterior propietario despojado.

Esta conclusión apontoca en lo que entendemos una hermenéutica integradora de los

arts. 2 y 3 del decreto-ley sub examine con el art. 2.767 del Código Civil, al cual se debe acudir

a fin de encontrar un remedio idóneo para el entuerto planteado, toda vez que prevé que “La

acción de reivindicación no es admisible contra el poseedor de buena fe de una cosa mueble,

que hubiese pagado el valor a la persona a la cual el demandante la había confiado para

servirse de ella, para guardarla o para cualquier otro objeto”.

50 Si puede prescribir a su favor el adquirente de un automotor robado o hurtado, a fortiori podrá hacerlo

quien adquirió a non domino.

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5.- Inscripción registral de un automotor en virtud de un título nulo o anulado

A) Efectos entre los otorgantes del acto

Habíamos aseverado que dentro del campo de la constitución de derechos reales

sobre automotores es plenamente aplicable la teoría del título suficiente y el modo, puesto que

el art. 1 del decreto-ley estipula que la transmisión del dominio de los automotores deberá

formalizarse por instrumento público o privado (título) el que sólo producirá efectos entre las

partes y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción (modo).

Por lo tanto, para que se efectivice la constitución del derecho real deben concurrir

título suficiente y modo. De lo expuesto se sigue que si alguno de ellos faltase o fuere

deficiente no podrá operarse la transmisión del derecho real.

El acto jurídico será insuficiente si alguno de los otorgantes es incapaz (arts. 52 y

ssgtes. y 1.040 y ssgtes. del Código Civil) o si se encuentra viciado por error, dolo, violencia,

intimidación o simulación (art. 954). Y siendo el acto nulo o anulable, pronunciada la nulidad

por los jueces vuelve las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes del acto

anulado (art. 1.050), y que la anulación del acto obliga a las partes a restituirse mutuamente lo

que han recibido o percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado (art. 1.052).

Planteadas las cosas de este modo, debemos concluir que, aunque se realice la

inscripción en el Registro de la Propiedad Automotor, no habrá transmisión del derecho real si

falta el acto jurídico causal o si éste no es suficiente, toda vez que si bien la inscripción registral

tiene carácter constitutivo no es un acto abstracto, sino que debe fincar en una causa.

Entonces, no obstante efectuada la inscripción, el propietario seguirá siendo el anterior

titular registral. La lógica consecuencia es que el “transmitente” podrá reivindicar del

“adquirente”, puesto que éste no resulta propietario. La solución es la contemplada por el art.

2.778: “Sea la cosa mueble o inmueble, la reivindicación compete contra el actual poseedor,

aunque fuere de buena fe que la hubiese tenido del reivindicante, por un acto nulo o anulado”.

B) Efectos en relación a terceros

El problema a resolver en este punto es el siguiente: el adquirente en virtud de un acto

jurídico nulo o anulable, luego de efectuar la inscripción registral, transmite el automotor a un

tercero que lo inscribe a su nombre, de buena fe.

Por su parte, el primigenio titular –el otorgante del acto nulo o anulable- pretende

reivindicar contra el tercero adquirente. ¿Tendrá andamiento la acción reivindicatoria?. La

respuesta negativa la da el art. 2 del decreto-ley, en tanto determina que “La inscripción de

buena fe de un automotor en el Registro confiere al titular de la misma la propiedad del

vehículo y el poder de repeler cualquier acción de reivindicación, si el automotor no hubiese

sido hurtado o robado”.

La solución dada no nos parece la más idónea, no obstante resultar de una

interpretación ajustada al régimen instaurado por el decreto-ley y ser congruente con lo resuelto

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por los arts. 2412 y 2413 del CCiv. para los muebles no registrables en idéntica situación,

porque entendemos que, aunque se prefiera la seguridad dinámica frente a la seguridad

estática51, no cabe darle idéntico tratamiento a quien adquiere a título gratuito y quien lo hace a

título oneroso.

Por ello nos parece correcta la propuesta del art. 389 del Proyecto de Código Civil

(Comisión decreto 685/95) que detiene la acción reivindicatoria recién frente al subadquirente

de buena fe y a título oneroso. El citado artículo reza: “Efectos respecto de terceros. Todos los

derechos reales o personales transmitidos a terceros sobre un inmueble o mueble registrable,

que ha llegado a ser propietario en virtud de un acto inválido, quedan sin ningún valor, y

pueden ser reclamados directamente del tercero, salvo contra el subadquirente de derechos

reales de buena fe y a título oneroso. Los subadquirentes no pueden ampararse en su buena fe

y título oneroso si el acto se ha realizado sin intervención del titular del derecho”.

51 Prósperi, Fernando F., “Régimen Legal de Automotores”, Ediciones la Rocca, 1997, p. 55.