Autor/es Ángel Esparza Arroyo «Los astures»

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●Autor/es Ángel Esparza Arroyo ●Título «Los astures» ●N.º de Vaccea Anuario 5 ●Año 2012 ●Páginas 16-24 ●ISBN 978-84-7359-705-0 ●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=237.pdf

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●Autor/es Ángel Esparza Arroyo

●Título «Los astures»

●N.º de Vaccea Anuario 5

●Año 2012

●Páginas 16-24

●ISBN 978-84-7359-705-0

●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=237.pdf

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1 €

www.pintiavaccea.es

LOS ASTURESNUESTROS ANCESTROS

CUÉLLARCIUDADES VACCEAS

PINTIA CAMPAÑA XXIIEXCAVACIONES EN LAS RUEDAS Y

EN LOS FOSOS DE LAS QUINTANAS

PRODUCCIONES VACCEASLA CERÁMICA

LOS TESOROS PRERROMANOSDE PALENCIA

PINTIA EN LA SENDADEL DUERO

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EDITACentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”de la Universidad de Valladolid

DIRECTORCarlos Sanz Mínguez

COLABORADORESJuan Manuel Carrascal ArranzCarlos Jimeno Velasco

ILUSTRACIONESCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg” yautores de los trabajos respectivos, salvo indicaciónexpresa.

DISEÑOCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”

MAQUETACIÓNEva Laguna Escudero

PORTADAReconstrucción del aristócrata sexagenario de latumba 28 de la necrópolis de Las Ruedas de Pintia,por Luis Pascual Repiso - CEVFW

REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y PUBLICIDADCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”y Asociación Cultural Pintia

IMPRESIÓNOCHOA IMPRESORES / 975 233 827

TIRADA20.000 ejemplares

DEPÓSITO LEGAL: VA 618-2012

ISBN: 978-84-7359-705-0

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Directores:Carlos Sanz Mínguez, Profesor Titular de Prehistoria, Universidad de ValladolidFernando Romero Carnicero, Catedrático de Prehistoria, Universidad de Valladolid

Codirectores Excavación Arqueológica:Roberto De Pablo MartínezCristina Górriz Gañán

CoordinadoraMaría Luisa García Mínguez, Presidenta de la Asociación Cultural Pintia

Becarios adscritos al Proyecto Pintia:Daniel MoralesÁlvaro Sanz García

Personal contratadoFrancisca Maldonado RequenaLuis Pascual Repiso

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Alumnos participantes en la campaña de excavación XXII:

0101 Excavaciones en Pintia. Campaña XXII de excavaciones arqueológicas en Pintia (Padilla de Duero/Peñafiel)

02 Nuestros ancestros. Los Astures

03 Ciudades vacceas. Cuéllar

04 Producciones vacceas. La cerámica

05 Premios recibidos. Un diez para diez

06 Pintia proyecto docente

07 Los animales salvajes en el imaginario vacceo

08 Los tesoros prerromanos de Palencia

09 Pieza del año. Reexcavando la tumba 185

10 Pintia: en la senda del Duero

11 La otra mirada. José Carlos Carballo

12 Noticiario Vacceo

13 Humor Sansón

07

02

03 04

09

08

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PROYECTO PINTIA

Equipo de investigación 2011

Colaboradores:Asociación Cultural Pin�aIgnacio Represa BermejoCarlos SantamarinaCarlos Jimeno VelascoAmador García RivasLuis Alfonso Sanz Díez Elvira Rodríguez Gu�érrez

Voluntariado pin�ano

Michele BittnerAlanna BrownNikolaus CoxKaitlin DanielKirandeep DhaliwalWilliam DoringAudree EspadaMegan Golightly

David HaynesConchi Hernández ManchaAudrey JaksichPatricia MereniukGabrielle MetcalfJason MorrisEthan OrtegaAndrew Robinson

Gustavo RodríguezElvira Rodríguez GutiérrezAlaina SawyerRebecca SextonHayley TravisVictoria WeaverJingyi Zhang

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02 Nuestros ancestros

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Astures, Asturia, una controversia históricaEn el momento del contacto con

Cartago y Roma, algunas poblaciones dela Península Ibérica tenían unas caracte-rísticas que les valieron la denominaciónde ‘pueblos’. Así sucedió, por ejemplo,con los vacceos, quienes en fechas tantempranas como el final del siglo III a.C.o los comienzos del II a.C., van a ser re-petidamente mencionados por los tex-tos clásicos. En cambio, los astures noaparecerán citados hasta un momentomucho más tardío, cuando sean narra-das las duras guerras que Roma hubo de

llevar a cabo entre los años años 29 y 19antes de Cristo para completar la con-quista del territorio peninsular, some-tiendo para ello a los cántabros, losastures y los galaicos.

De este modo, la mayoría de lasfuentes clásicas, tanto literarias comoepigráficas, que se refieren a los astureslo hacen en la época imperial en la queya habían sido dominados e integradosdesde el punto de vista administrativoen un amplio espacio, el llamado Con-ventus Asturum, que tenía como capitaluna ciudad fundada al efecto por el em-perador Augusto y que recibió por ello

la denominación de Asturica Augusta,cuyos restos se conservan todavía en laactual Astorga (León). La ubicación deAstúrica respondía a la necesidad de ar-ticular ese enorme territorio que com-prendía casi completamente lo que hoyson Asturias, León y la parte de Zamoraque está a poniente del Esla y al Nortedel Duero; además, en ese vasto territo-rio también se integraban un pequeñosector orensano y una buena parte de laregión portuguesa de Tras-os-Montes,en torno a Braganza. Dentro de esa re-gión tan dilatada —Asturia empezarána llamarla también los romanos—, elfuncionamiento económico y adminis-trativo debió de producir una cierta sub-división entre los astures augustanos ylos astures transmontanos, respectiva-mente al sur y al norte de la cordilleracantábrica.

Ese estado de cosas correspon-diente a la época romana ha servidocomo punto de partida para la investiga-ción tradicional, que ha venido acep-tando que el poder imperial mantuvo alos astures asentados en su solar primi-genio, imponiéndoles, eso sí, las estruc-turas políticas y organizativas romanas.De esta forma, se ha supuesto que el te-rritorio definido por Roma responderíaen líneas generales al que había venidoperteneciendo a los indígenas durantesu existencia independiente. Actual-mente, sin embargo, hay bastantes indi-cios que permiten dudar de esacorrespondencia; por ello, alguna vez seha llegado a afirmar que quienes entiempos prerromanos se hallaban esta-blecidos al norte de la cordillera Cantá-brica en la actual Asturias pudieron seren realidad los cántabros y los galaicos;e incluso se ha propuesto que tal vez noexistieron unos astures prerromanos enel sentido unitario —un pueblo com-pacto, homogéneo—, sino una serie degrupos más pequeños, heterogéneos,incluso sin buenas relaciones entre sí,

LOS ASTURES

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pero que fueron reunidos forzosamenteen una circunscripción creada en virtudde los intereses de los conquistadores,que dieron entonces a la totalidad elnombre de un grupo concreto. En estesentido, podría hablarse de una creación(inventio) romana de Asturia y de lospropios astures, cuyos antecedentes in-dígenas quedaron bastante difumina-dos. Pero aunque esta idea de laprofunda transformación operada porRoma se ha ido abriendo paso, lo ciertoes que ni siquiera es posible señalar siaquellos que en un principio se denomi-naban astures eran un grupo situado alnorte o al sur de la cordillera. Hay im-portantes razones para defender queeran los establecidas cerca del río Astura—el Esla—, pues en esta zona se desa-rrollaron los acontecimientos bélicosmás importantes, pero también hayalgún argumento para considerar quefueron más bien los establecidos en lazona donde se fundó Lucus Asturum, esdecir, en las cercanías de la actualOviedo.

Los astures y sus características arqueológicas Saltando por encima de esos

problemas, aceptaremos que todo eseámbito geográfico mencionado entre elCantábrico y el Duero, con su enorme ta-maño y variados ecosistemas, pudoconstituir en los últimos siglos antes deCristo —finales de la Edad del Hierro—

una misma área cultural, y trazaremosde forma tentativa su caracterización ar-queológica. La tarea no es sencilla, notanto por la fragmentación de los es-

fuerzos investigadores, sino por razonesobjetivas, sin olvidar que las poblacionesque vivieron sucesivamente en unas yotras zonas venían integrándose yadesde el segundo milenio a.C. en tradi-ciones culturales diferentes, el denomi-nado Bronce Atlántico o las culturas delmundo meseteño.

En realidad —y de ahí las sospe-chas de que había una gran diversidaden esas poblaciones— apenas puedenreconocerse unos pocos rasgos comunesa todo el supuesto territorio astur de lostiempos estrictamente prerromanos: enprimer lugar, el tipo de poblamiento, conel castro como unidad organizativa esen-cial; en segundo lugar, las bases econó-

Planta del Castro de Fresno de la Carballeda (Zamora), con muralla, foso y campo de piedras hincadas.

El Cerco (Sejas de Aliste).

Página anterios. Una de las propuestas de delimitación del territorio deAsturia (s/ Exposición Astures 1995).

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micas; en tercer lugar, ciertos rasgos dela cultura material, como la cerámica yalgunos elementos metálicos; por úl-timo, en el terreno de las creencias, lacompleta ausencia de manifestacionesfunerarias y algunos indicios acerca dela religión.

El castro, un poblado sobre unaaltura fortificada, es la unidad básica dela ocupación del territorio. Estamos anteun poblamiento disperso, con una bajadensidad de población, ya que los po-blados están distanciados para no com-petir por los recursos. Cada uno de loscastros busca la autosuficiencia, y porello se dispone en un lugar elegido deforma que la proporción entre tierrascultivables, pastizales y zonas forestalespueda procurar casi todo lo necesariopara la comunidad, debiendo proveerseapenas de ciertas materias primas —mi-nerales, por ejemplo— que no se en-cuentran por todas partes. Pero eso noes el único interés que guiaba a los po-bladores de los castros, pues en su elec-ción había sin duda una preocupacióndefensiva: en vez de elegir lugares de có-modo acceso, inmediatos al agua y lastierras de cultivo, se escogían otros concierta dificultad, alturas pequeñas perocon fuerte pendiente, rodeadas por ríoso arroyos, detalles que reforzaban le-vantando como mínimo una muralla trasla que se protegían las cabañas. Es bas-tante frecuente que la muralla estuvieseprecedida por un foso, cuya excavaciónservía también para suministrar el ma-terial constructivo para aquélla; y enocasiones se encuentra más de una líneade defensas. No en todo el territorio que

nos ocupa, sino en las zonas de Zamoray Tras-os-Montes había barreras de pie-dras hincadas, una defensa complemen-taria que acentuaba la dificultad parauna acometida por sorpresa al poblado.Pero el elemento esencial era siempre lamuralla, cuya protección es innegable,pero que constituía también un símbolode la propia comunidad, y su referentevisual en el paisaje.

En segundo lugar, el tipo de eco-nomía, agropecuaria, con proporcionesvariables de agricultura cerealista y ga-nadería de vacuno, ovicápridos y cerdos,que complementaban mediante el apro-vechamiento de todos los recursos dis-ponibles: el bosque; la caza, por ejemplo,de ciervos; los barros locales para la ac-tividad alfarera y los minerales, comolos de cobre o de hierro, pepitas de oro

en el Bierzo y las montañas leonesas,etc. Pero los minerales tienen una distri-bución muy restringida, por lo que algu-nos poblados debieron de asumir unpapel abastecedor para los de aquellaszonas carentes de ese recurso. Tambiénhabría diferencias en la agricultura, deescanda en Asturias, de centeno y mijoen las montañas leonesas, triguera enlas llanuras sedimentarias orientales, ha-biendo en éstas excedentes de produc-ción para poder adquirir los minerales,inexistentes en este tipo de terreno, ytambién para generar desigualdades so-ciales.

Otro elemento común sería,como se ha dicho, una parte de la cul-tura material, especialmente la cerá-mica, al menos en líneas generales.Hecha predominantemente a mano —eltorno será introducido tardíamente—,presenta formas predominantementeglobulares, con pastas variadas, con aca-bado rugoso o bien espatulado y hastabruñido, tal vez por responder a funcio-nes diferentes. La producción cerámica,comparada con la de otras áreas penin-sulares, produce una impresión de so-briedad, tanto por sus colores pardos uoscuros como por lo limitado de la de-coración, con sencillos temas incisos,bruñidos o estampillados que ocupabanuna pequeña parte de los recipientes,que eran en su mayoría lisos. No falta-rán especialistas que tras esa sencillezquerrán ver la expresión de una ideolo-gía social que trata de frenar las tenden-cias hacia la diferenciación. Que talestendencias existían, lo reflejarían, encambio otros elementos comunes, comoalgunos objetos de adorno personal: así,el “broche tipo Majúa” con sus presillas,que en realidad ni siquiera es exclusivo

Cerámicas con decoración estampada y bruñida de castros de Asturias, León y Zamora.

Adornos de bronce: broches (en el centro) y fíbulas hallados en castros de Asturias y León.

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de esta zona, como también ocurre conlos imperdibles más comunes, las fíbu-las de pie alto, que exhiben un volumi-noso remate, troncopiramidal o detorrecilla lateral. Destacan por su visto-sidad las joyas, especialmente de oro,entre las que pueden mencionarse lashalladas en Asturias (collares rígidos otorques, como el de Langreo, y especta-culares diademas como la de Moñes),pero también las fíbulas o los adornosde pelo de San Martín de Torres o de lostesoros de Arrabalde. Son mucho más

abundantes las joyas de plata (torques,fíbulas y diversos tipos de pulseras y bra-zaletes), que se relacionan claramentepor su estilo con las encontradas en te-soros del área vaccea, como los de Pa-lencia o Padilla.

Más modestos, los objetos dehierro, aunque no muy abundantes de-bido a la mala conservación, ilustran lapenetración de este metal en muy di-versas esferas de la vida, desde el arma-mento (debió de ser variado, peroapenas se han conservado puñales y

puntas de lanza) a las artesanías (hoces,picos y otras herramientas). Tambiénpuede anotarse, para terminar, la per-sistencia en estas tierras de ciertos ele-mentos líticos que continúan en vigoren plena Edad del Hierro, haciéndose enpiedra elementos domésticos, por ejem-plo las pesas de telar o las fusayolas parahilar, cuya fabricación ha asumido enotras regiones la alfarería.

En último lugar, decíamos, res-pecto al ámbito de las creencias, que no

Símbolos de jerarquía eran los torques, como estos de Astorga (León) y Cangas de Onís (Asturias) (Fotos García Vuelta/MAN).

El monte Teleno (León), una de las deidades de los astures.

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hay ni rastro de sepulturas, ni de incine-ración —el rito más extendido entre laspoblaciones prerromanas, por ejemploentre los vacceos— ni de inhumación,por lo que se ha especulado con ritualesno conservadores del cuerpo, como laexposición de cadáveres o su entrega alas aguas, pero no hay prueba alguna. Sidel mundo de ultratumba nada se sabe,al menos hay algunos indicios acerca dela religiosidad de estas gentes. Cierta-mente, la información disponible estambién de época romana, pero en estecaso los especialistas —filólogos, epi-grafistas, historiadores de la Antigüe-dad— creen posible rastrear el fondoprerromano, indígena, de una religiónde fuerte componente animista, en laque se veneraba a diversos elementosde la naturaleza, como ciertos ríos omontes —por ejemplo, Nabia o Tileno,este último identificado con el Teleno,cumbre culminante de los Montes deLeón—, habiendo también algunas dei-dades protectoras de la agricultura, enlas actividades guerreras, etc., comoAerno, Bandua, Deganta o Cenduedia.Al mundo de los ritos y ceremonias de-bieron de pertenecer unos calderos dechapa de bronce con un asa que se en-ganchaba en unos apliques decorados.Los moldes para fundirlos se han halladoen distintos castros de la zona.

El progreso en el conocimientode los poblados

Las excavaciones arqueológicas,conducidas cada vez con mejores méto-dos y técnicas, han ido suministrandouna información muy valiosa para pro-fundizar en el conocimiento de los cas-tros, unidades residenciales de losastures. Entre las novedades cabe des-

tacar la creciente antigüedad de estetipo de poblados, que en algunos casosremontaría al tránsito del Bronce Final ala Edad del Hierro, hacia el 800 a.C: enAsturias arranca entonces el castro deChao Samartín, en Grandas de Salime,fuera del área que nos interesa, perotambién podría hacerlo alguno de lazona central, como los de La Forca(Grado) y Camoca (Villaviciosa); y otrotanto sucede en tierras meseteñas comoilustra el zamorano castro de La Mazada(Gallegos del Campo). Pero los castrosque podrían tomarse en consideración

Muralla construida a base de módulos en el castro de Campa Torres (Gijón) (s/ Maya y Cuestra).

Asa de caldero y aplique para encajarla (castrode Campa Torres, Gijón). Abajo: moldes parafundir esos apliques (castros de S. Martín deCastañeda (Zamora) y S. Juan de Paluezas (León).

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para tratar de los astures son más re-cientes, del final de la Edad del Hierro,en los últimos siglos de la Era.

En la zona central de Asturias, lasexcavaciones de castros como CampaTorres (Gijón), Moriyón (Villaviciosa) yLlagú (Oviedo), donde se ha observadoque, en un momento determinado, apartir del siglo IV a.C., se recomponen,ahora mediante un peculiar procedi-miento de construcción de las murallas.En efecto, en vez de constituir como eshabitual una obra sin interrupciones,estas murallas se hacen a base de mó-dulos; dicho de otra forma, en lugar deser una cinta continua, parecen compar-timentos puestos unos a continuaciónde otros. Esta particular técnica, que po-dría permitir una mejor conservación dela muralla, pues un derrumbe solo afec-taría a un tramo reducido, debe de tenertambién un componente simbólico,pues acentúa el aspecto monumental dela defensa. En estos castros también sehan documentado fosos, y escaleras deacceso a la parte superior de la muralla.

En tierras leonesas, tanto en elBierzo como en la Cabrera, las excava-ciones han sacado a la luz un tipo de cas-tro prerromano —la Corona deCorporales, el Castrelín de San Juan dePaluezas o el inacabado Castro de Bo-rrenes, son magníficos ejemplos— queseguramente estaba muy extendido por

toda la zona occidental, incluyendo lossectores zamorano y portugués, carac-terizado por el control visual y efectivode las tierras del entorno. Muralla y fosoeran lo primero que se construía, com-pletándose después con edificios cuyoarranque era de piedra y parte del al-zado vegetal y de barro. Unas veces se

trata de verdaderas cabañas, y otras dealmacenes, corrales etc, siendo de graninterés dos aspectos: en primer lugar,que no eran pequeñas viviendas, ya quecada familia debía de contar con una‘unidad de ocupación’, esto es, el con-junto completo integrado por varias edifi-caciones contiguas dedicadas a habitación,

Escalera de acceso a la muralla del castro de Llagú (Oviedo) (Foto de Maya y Mestres).

El Castrelín (San Juan de Paluezas, León). Varias construcciones contiguas formaban cada una de la ‘uni-dades de ocupación’ de carácter familiar (s/ Sánchez-Palencia).

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cocina, granero, etc; en segundo lugar,que ni en lo constructivo ni en el equi-pamiento doméstico se advierten dife-rencias entre unas y otras unidades, a noser la existencia en cada castro de un ta-ller metalúrgico. De todo ello se deduceun modelo de sociedad básicamenteigualitaria y que pone el acento en la fa-milia y lo comunitario.

Un yacimiento de gran interés esel de Manganeses de la Polvorosa (Za-mora), donde las excavaciones efectua-das con motivo del trazado de la autovíahan permitido conocer aspectos muynovedosos. Por ejemplo, que el castro,inicialmente limitado a la zona superioramurallada (La Corona), creció muypronto, amurallándose también unaparte de la zona baja (El Pesadero),donde se produjo una gran expansióndel poblado. En este caso, además de loselementos comunes mencionados entantos otros castros, se documenta en lafase II un importante desarrollo agrope-cuario y de las artesanías y, en general,una fuerte vinculación cultural a las lla-nuras sedimentarias que, al oriente delEsla, eran el solar de los vacceos. Esa in-fluencia, bien patente en la cultura ma-terial —cerámicas a torno condecoración pintada, abundantes ele-mentos de adorno broncíneos—, comoen la propia arquitectura, con casas deplanta rectangular con alzados de adobey tapial, se advierte también en otros

poblados que se consideran claramenteastures, por ejemplo los de Villasaba-riego, San Martín de Torres o Fuentes deRopel, que parecen ser auténticos op-pida, núcleos que están a punto de con-vertirse en verdaderas ciudades, biendistintas de los pequeños castros, nosolo en tamaño, sino en el tipo de socie-dad.

Una organización social enigmáticaUno de los aspectos más llamati-

vos es la heterogeneidad en cuanto a laorganización de la sociedad, pues los in-dicios disponibles apuntan en direccio-nes muy distintas. Por ejemplo, loscastros de las zonas de montañas y pe-nillanuras parecen haber tenido una or-ganización de tipo comunitario, conmecanismos para frenar las tendenciashacia la aparición de fuertes desigualda-des entre los individuos. En cambio, enlas zonas más llanas hemos visto comoalgunos castros han ido adquiriendo unagran importancia, constituyéndose enoppida, esos núcleos de carácter pro-tourbano con actividades muy especiali-zadas, en definitiva socialmente másdiversificados. Pero el conocimientomás importante procede también de laepigrafía que, aun correspondiendo ya ala época imperial, encierra una valiosainformación para rastrear la realidadprerromana, ya que los sistemas ono-

másticos indígenas perduraron bastantetiempo hasta ser borrados por la ono-mástica latina. Por ello ha podido esta-blecerse que en una zona, la de Asturiaso las de las montañas Galaico-Leonesaso el Bierzo el nombre de cada personaiba acompañado por la mención de undeterminado castellum, es decir, el cas-tro que constituía su comunidad de per-tenencia. En otros sectores, en cambio,el nombre personal iba seguido de la de-nominación de una gens o linaje; e in-cluso en otras zonas se empleaba otrosistema, siendo los grupos de paren-tesco aludidos mediante un genitivo plu-ral (p.ej, Legirnicorum).

Esa heterogeneidad en cuanto alos tipos de sociedad, ¿viene a confirmarque todas estas poblaciones carecían deunidad, habiendo sido artificialmenteunificadas por Roma? ¿O estamos antediferencias internas, dentro de unmismo pueblo, debidas al grado de evo-lución social experimentado de distintaforma en los unos y otros sectores geo-gráficos? A este respecto hay un pasajeinteresante en el texto del historiadorromano Floro relativo al momento clavedel Bellum Asturum o guerra contra losastures: en efecto, éstos organizaron unnutrido contingente y lo dividieron entres columnas para atacar por sorpresalos tres campamentos de los romanos, yel resultado final de la guerra pudohaber sido otro de no ser por la traiciónde los brigecinos, quienes advirtieron a

El Pesadero (Manganeses de la Polvorosa): zona de expansión de viviendas y talleres al pie del castro (Foto Junta de Castilla y León).

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Carisio y éste pudo acudir con su ejército.La explicación de ese comportamientotan poco lucido de los brigecinos podríaestar en esas marcadas diferencias: al-gunos poblados astures de las zonas másorientales, de feraces llanuras, habíanido evolucionando hacia una sociedadmás jerarquizada, con un nivel casi ur-

bano, y por ello los habitantes del oppi-dum de Brigeco —seguramente el cas-tro de la Dehesa de Morales, en Fuentesde Ropel (Zamora)— o al menos su élitedirigente, percibiendo como ventajosa lasituación de sus vecinos los vacceos,eran proclives a pactar con los romanos,y abrazaron su causa.

El finalLos acontecimientos se precipita-

ron tras el fracaso de la sorpresa. Des-baratados los contingentes astures porlas tropas del legado augusteo PublioCarisio, terminaron concentrándose en

La influencia vaccea se hace patente en las cerámicas a torno y con de-coración puntada de los castros más orientales, por ejemplo en Lancia(s/Celis).

En Villasabariego (León), se localiza la ciudad romana de Lancia, sobre el solar del poblado astur (Foto aérea de J. Liz)..

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Lancia, donde se dio la batalla práctica-mente definitiva en el año 25 a.C, aun-que todavía habrá focos de resistenciaen las zonas más agrestes, con enfrenta-mientos desconocidos pero que debie-ron de provocar, por ejemplo, laocultación de tesoros como los zamora-nos de Arrabalde o Rabanales, unasjoyas que nunca pudieron ser recupera-das por sus dueños. El mencionado oppi-dum de Lancia se salvó de la destrucción,transformándose con el tiempo en laciudad romana, actualmente en cursode excavación, sita en las inmediacionesde Villasabariego (León).

Comenzará así un profundo cam-bio en esa zona, comenzando tal vez porla unificación jurídico-administrativa, laformación de esa Asturia anteriormentemencionada. Desde luego, los propósi-tos de Roma estaban bien claros, puesobligaron a los sometidos a vivir de otraforma, en algunas ocasiones, en pobla-dos de nueva planta; otras, en sus viejos

castros, pero siempre dentro de unacompleta reorganización de la produc-ción agrícola y ganadera y con unaenorme importancia de la minería,orientada hacia los intereses de Roma.El propio Floro se refiere a las riquezasminerales que los astures hubieron de‘obtener para otros’. Testimonio imbo-rrable de ello son las grandes explota-ciones auríferas de las Médulas y deotros sectores del Bierzo, de la Cabrera,o del occidente asturiano, y también losgrandes escoriales de la zamorana Sierrade la Culebra, relacionados con la ex-tracción romana de minerales de hierro.

Algunos de los viejos castros quevenimos asignando a los astures prerro-manos terminarán siendo importantesnúcleos de esa Asturia romana, habién-dose conservado sus nombres: Lancia(Villasabariego), Bedunia (San Martín deTorres), Brigeco (Fuentes de Ropel),Noega (castro de Campa Torres, Gijón),

Paelontium (Piloña), etc. Pero ahoraserán una realidad bien distinta, dentrode las estructuras de encuadramientoromano, formando parte de una tramaque abarca desde numerosos pobladospequeños hasta importantes fundacio-nes de nueva planta (Asturica Augusta,Lucus Augusta, Legio).

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Un viaje virtual por los castros astures y laromanización:http://www.fundacionlasmedulas.org/visita/main.htm

Ángel Esparza ArroyoUniversidad de Salamanca

El tesoro 2 del castro de Arrabalde (Zamora), un lote de joyas que fue escondido durante la guerra de Romacontra los Astures (Foto Junta de Castilla y León).