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64 AVANCE AL ESTUDIO DE LAS CUEVAS PALEOLITICAS DE LA HOZ Y LOS CASARES (GUADALAJARA) Memoria redactada por Antonio Beltrán Martínez e Ignacio Barandiarán Maestu MINISTERIO D E E D U C A C I O N Y CIENCIA. DIRECCION G E N E R A L D E BELLAS ARTES SERVICIO NACIONAL D E E X C A V A C I O N E S ARQUEOLOGICAS EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

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64 A V A N C E A L ESTUDIO DE

LAS C U E V A S PALEOLITICAS DE L A H O Z Y LOS CASARES

(GUADALAJARA)

Memoria redactada por

Antonio Beltrán Martínez e

Ignacio Barandiarán Maestu

M I N I S T E R I O D E E D U C A C I O N Y C I E N C I A . D I R E C C I O N G E N E R A L D E B E L L A S A R T E S

S E R V I C I O N A C I O N A L D E E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S

E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N ESPAÑA

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RECIENTES PUBLICACIONES DE LA INSPECCION GENERAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

1. LANCIA, por FRANCISCO JORDÁ CERDA. 2. HERRERA DE PISUERGA, por A. GARCÍA V BELLIDO, A. FERNÁNDEZ DE AVILES, ALBERTO

BALIL Y MARCELO VICIL. 3. MEGALITOS DE EXTREMADURA, por MARTÍN ALMACRO BASCH. 4. MEGALITOS DE EXTREMADURA (II), por MARTÍN ALMACRO BASCH. 5. TOSSAL DEL MORO, por JUAN MALUQUER DE MOTES. 6. AITZBITARTE, por JOSÉ MIGUEL DE BARANDIARÁN. 7. SANTIMAMIÑE, por JOSÉ MICUEL DE BARANDIARÁN. 8. LA ALCUDIA, por ALEJANDRO RAMOS FOLQUES. 9. AMPURIAS, por MARTÍN ALMAGRO BASCH.

10. TORRALBA, por F. C. HOWELL, W. BUTZER y E. ACUIRRE. 11. LAS NECROPOLIS DE MERIDA, por ANTONIO GARCÍA Y BELLIDO. 12. CERRO DEL REAL (GALERA), por MANUEL PELLICER y WILHELM SCHÜLE. 13. LAS FORTIFICACIONES DEL MONTGO, CERCA DE DENIA (ALICANTE), por HER-

MANFRID SCHUBART, DOMINCO FLETCHER VALLS y JOSÉ OLIVER Y DE CÁRDENAS. 14. NECROPOLIS Y CUEVAS ARTIFICIALES DE S'ON SUNYER (PALMA DE MALLOR­

CA), por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY. 15. EXCAVACIONES EN "ES VINCLE VELL" (PALMA DE MALLORCA), por GUILLERMO

ROSSELLÓ BORDOY. 16. ESTRATIGRAFIA PREHISTORICA DE LA CUEVA DE NERJA, por MANUEL PELLICER

CATALÁN. 17. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS PUNICA "LAURITA", DEL CERRO DE SAN

CRISTOBAL (ALMUÑECAR, GRANADA), por MANUEL PELLICER CATALÁN. 18. INFORME PRELIMINAR SOBRE LOS TRABAJOS REALIZADOS EN CENTCELLES,

por HELMUT SCHLUNK y THEODOR HAUSCHILD. 19. LA VILLA Y EL MAUSOLEO ROMANOS DE SADABA, por ANTONIO GARCÍA Y BELLIDO. 20. EXCAVACIONES EN SEPULCROS MEGALITICOS DE VALDOSERA (QUEROL, TA­

RRAGONA), por JUAN MALUQUER DE MOTES, P. GIRÓ y J . M . MASACHS. 21. CUEVA DE LAS CHIMENEAS, por JOAQUÍN GONZÁLEZ ECHECARAY. 22. EL CASTELLAR (VILLAJIMENA, PALENCIA), por M . A . GARCÍA GUINEA, P . JOAQUÍN

GONZÁLEZ ECHECARAY y BENITO MADARIACA DE LA CAMPA. 23. UNA CUEVA SEPULCRAL DEL BARRANCO DEL AGUA DE DIOS, EN TEGUESTE

(TENERIFE), por Luis DIEGO CUSCOY. 24. LA NECROPOLIS DE "SON REAL" y la "ILLA DELS PORROS", por MICUEL TARRADELL. 25. POBLADO IBERICO DE EL MACALON (ALBACETE), por M. A . GARCÍA GUINEA y

J. A. SAN MICUEL RUIZ. 26. CUEVA DE LA CHORA (SANTANDER), por P. J. GONZÁLEZ ECHECARAY, Dr. M. A . GAR­

CÍA GUINEA, A. BEGINES RAMÍREZ (Estudio Arqueológico); y B. MADARIACA DE LA CAMPA (Estudio Paleontológico).

27. EXCAVACIONES EN LA PALAIAPOLIS DE AMPURIAS, por MARTÍN ALMACRO. 28. POBLADO PRERROMANO DE SAN MIGUEL VALROMANES (MONTORNES, BAR­

CELONA), por E. RIPOLL PERELLÓ, J. BARBERA FARRAS y L. MONREAL ACUSTÍ. 29. FUENTES TAMARICAS, VELILLA DEL RIO CARRION (PALENCIA), por ANTONIO GAR­

CÍA BELLIDO y AUGUSTO FERNÁNDEZ DE AVILES. 30. EL POBLADO IBERICO DE ILDURO, por MARIANO RIBAS BERTRÁN. 31. LAS GANDARAS DE BUDIÑO (PORRINO, PONTEVEDRA), por EMILIANO ACUIRRE. 32. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS DE SAN JUAN DE BAÑOS (PALENCIA), por

PEDRO DE PALOL. 33. EXCAVACIONES EN LA VILLA ROMANA DEL "CERCADO DE SAN ISIDRO"

(DUEÑAS, PALENCIA), por el RVDO. D. RAMÓN REVILLA VIELVA, ILMO. SR. D. PEDRO DE PALOL SALELLAS y D. ANTONIO CUADROS SALAS.

34. CAPARRA (CACERES), por J. M. BLÁZQUEZ. 35. EXCAVACIONES EN EL CONJUNTO TALAYOTICO DE SON OMS (PALMA DE MA­

LLORCA, ISLA DE MALLORCA), por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY. 36. EL TESORO DE VILLENA, por JOSÉ MARÍA SOLER GARCÍA. 37. TRES CUEVAS SEPULCRALES GUANCHES (TENERIFE), por Luís DIECO CUSCOY. 38. LA CANTERA DE LOS ESQUELETOS (TORTUERO, GUADALAJARA), por EMETERIO

CUADRADO, MIGUEL FUSTE y RAMÓN JUSTE, S. J .

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64 A V A N C E A L ESTUDIO DE

LAS CUEVAS PALEOLITICAS DE LA HOZ Y LOS CASARES

(GUADALAJARA)

Memoria redactada por

Antonio Beltrán Martínez e

Ignacio Barandiarán Maestu

MINISTERIO DE E D U C A C I O N Y C I E N C I A . D I R E C C I O N G E N E R A L DE B E L L A S A R T E S

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D E L E G A C I O N D E Z O N A D E L D I S T R I T O U N I V E R S I T A R I O D E Z A R A G O Z A

AVANCE A L ESTUDIO DE LAS CUEVAS PALEOLITICAS DE LA HOZ Y LOS CASARES (GUADALAJARA)

Memoria redactada por ANTONIO BELTRÁN MARTÍNEZ e IGNACIO BARANDIARÁN MAESTU

Autorizada por Orden de 16-VII-64.

Trabajo preparado y redactado dentro del "Fomento de la Investigación en la Universidad".

DIRECTOR: ANTONIO BELTRÁN MARTÍNEZ.

El material se ha depositado, para su estudio, en el Museo Arqueológico de Zaragoza.

Langa y Cía. Tahona de las Descalzas, 6. MADRID. Depósito legal: M . 21.022-1968.

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A V A N C E A L ESTUDIO D E L A C U E V A D E L A HOZ (SANTA M A R I A D E L ESPINO, GUADALAJARA) (*)

Por ANTONIO BELTRÁN

L a cueva de L a Hoz fue descubierta por don Juan Cabré el 4 de sep­tiembre de 1934, quien publicó sobre ella una breve nota (1), única re­ferencia conocida hasta la fecha. Por tal razón exploramos de nuevo la cueva en busca de las figuras grabadas descritas por Cabré, habiéndolas identificado y descubierto otras nuevas.

Después de una serie de visitas emprendimos un trabajo regular con auxilio del equipo del Seminario de Prehistoria y Protohistoria de la Universidad de Zaragoza, durante los días 26 a 30 de junio de 1966, llevan­do a cabo el levantamiento del plano de la cueva, la localización, foto­grafía y calco de las figuraciones y sondeos para tratar de localizar un posible yacimiento. Igualmente, se realizó el estudio de las condiciones de la entrada para la colocación de una reja, dispuesta para su ejecución en el otoño y sufragada por el Servicio de Defensa del Patrimonio Artís­tico Nacional, ya que es «Monumento Nacional» desde el 18 de septiem­bre de 1935.

Es tá situada la cueva en uno de los brazos fluviales que convergen en el río Salado o Linares, a unos 4 km. de Santa María del Espino y en su término y a cosa de hora y media de marcha de la cueva de Los Ca­sares. E l lugar es de gran belleza natural, y la cueva se abre en un gran macizo calcáreo, rodeado de densos pinares. Entre las dos cuevas citadas, el terreno es de arenisca rojiza («rodeno») y pudingas y es famoso en la comarca el lugar llamado «Pradera de los Milagros», con tres altos mo­nolitos pétreos, el mayor de unos 80 m., y en sus proximidades fuentes sulfurosas.

La entrada de la cueva se abre al pie de una mola de 1,340 m., en te­rreno triásico, junto con otra contigua, y poseyendo la que nos interesa

(*) Trabajo preparado y redactado dentro del «Fomento de la Invest igación en la Universidad».

(1) JUAN CABRÉ AGUILÓ, Las cuevas de Los Casares y de La Hoz, «Archivo Español de Arte y Arqueología», n ú m . 30, 1934. Las referencias a La Hoz son de apenas dos páginas, s i tuación sobre el mapa 1:50.000 y una fotografía del exterior de la cueva, pero ninguna otra referencia gráfica al arte parietal de la cueva.

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dos aberturas; del interior de la cueva brota un caudaloso manantial de agua, que puede seguirse hasta la parte más profunda de la caverna. Su desarrollo es sinuoso, dando lugar a una galería estrecha de unos 138 m. de longitud. Existen dos pisos superpuestos y siguiendo, aproximadamen­te, la misma dirección; el superior se halla en estado de abandono, pri­mero por la filtración de su aparato hidrológico y posterior hundimiento, casi completo, de su base, sobre una cavidad inferior por la que hoy se circula y por donde corre el poderoso aparato fluvial a que antes se ha hecho referencia y que desagua por la boca de la cueva. Hay también abundantes bloques clásticos desprendidos del techo, que en varios puntos obstaculizan el paso. Los restos de la galería superior se conservan pa­tentes a unos 82 m. de la entrada y en sus paredes está el grupo de gra­bados más importante de la Cueva. E l otro grupo se concentra en el punto que llamamos «El lago», sala larga y de techo plano y bajo, elabo­rada siguiendo una diaclasa de orientación a partir del plano de estra­tificación horizontal de las calizas; tiene agua permanentemente, en algu­nos puntos hasta casi medio cuerpo en la estación húmeda, y está di­vidido en una especie de vestíbulo y la galería terminal, comunicados por una estrecha gatera. Estas circunstancias hacen penoso y difícil el tra­bajo en esta parte de la cueva, donde no se ha terminado todavía el calco de los numerosos grabados geométricos que contiene y que se han loca­lizado. (Cfs. plano adjunto.)

CATA-SONDEO PARA L A LOCALIZACION D E L Y A C I M I E N T O

Se verificaron tres sondeos en sendos puntos del vestíbulo de la cueva, junto a la entrada más meridional. Se hallaron niveles de tierras muy sueltas, integradas, fundamentalmente, por gravillas y pequeños cantos pizarrosos aplanados, correspondientes, sin duda, al nivel de te­rraza fluvial del riachuelo que surge de la cueva. Arqueológicamente, es estéril .

Sobre estos niveles sólo en escasos puntos pegados a las paredes se superpone un fino estrato o manto de poco más de 0,15 ó 0,20 m. de tierra suelta y oscura, de procedencia en parte orgánica, por descompo­sición de vegetales, y en parte eólica. Solamente se halló un canto de cuarcita, algunos fragmentos de huesecillos de aspecto reciente y un par de fragmentos cerámicos, hechos a mano, de color oscuro, con visible desengrasante calizo y de grosor no superior a los 0,007 m.

Estos sondeos producen la impresión de que nos hallamos en un nivel no estratificado, superpuesto a un tramo-testigo de intensa actividad hidrológica, que ha debido destruir los posibles vestigios de habitación prehistórica.

E L A R T E P A R I E T A L

L a breve exposición de Cabré si túa sus hallazgos en dos puntos: 1. Galería alta, junto a un pequeño arco, donde desaparece el arroyo,

y en ella figuras de animales y tectiformes, de grabado ancho y hondo. «Las figuras de animales representan caballos. Uno, de perfil a la izquier-

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Plano general de la cueva de La Hoz. Se indica con letras la situación de los con­juntos de arte parietal.

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da, completo, pero sin cascos, que mide de alto 77 cm. y de longitud 78 cm. Detrás de él sigue otro en la misma dirección, tocando su hocico a la trasera del anterior, del cual solamente se grabó la cabeza y cuello. A continuación se ve un tercero, de perfil a la derecha, de 57 cm. de longitud.»

2. Lago. «En las paredes y techo de la galería donde empieza el lago, aparecen los primeros indicios de grabados rupestres, pero de una ma­nera indudable, representando tectiformes... de trazo hondo y acanalado, hechos muy probablemente con los dedos cuando la superficie de la roca era más blanda que ahora. E n el lado derecho y a un metro poco más o menos de altura, existen cuatro grabados de ciervos de tipo geométrico, probablemente de edad neolítica, los cuales están alineados de dos en dos y superpuestos entre sí, de perfil a la izquierda, de 20 cm. de altura cada uno y las parejas 35 cm. de longitud. E n el techo del fondo del lago se encuentran nuevos grabados tectiformes, semejantes a los prece­dentes, algunos de ellos determinando especie de madejas. Además, pin­turas en rojo ca rmín : una afecta la forma de una especie de Y , de unos 60 cm. de longitud por 2 cm. de anchura.»

Esto es cuanto nos dice Cabré, sin adjuntar reproducciones de las fi­guras nombradas.

Por nuestra parte, hemos identificado las siguientes figuras:

Galería alia. Pared izquierda. (Plano general, grupo a.)

1. Gran caballo vuelto a la izquierda; la cabeza, casi en relieve, no corresponde al cuerpo por su t amaño excesivo, resultando un animal de­forme, pero, no obstante, de buen arte. E l cuerpo resulta corto. Posee una sola pata por par y está marcada la línea de separación de la crin.

Mide desde la crin a la pata 0,78 m.; del morro a la cola 0,82 m.; del pecho a la cola 0,46 m.

E l surco es muy profundo y ancho y la forma de la pared, con salien­tes curvos, coadyuva a que la cabeza, el cuello y el vientre parezcan estar en relieve.

La conservación es muy buena, aunque la caliza de la pared es muy blanda y decalcificada.

2. Líneas cruzadas, delante de la cabeza del caballo 1. 3. Caballo vuelto a la izquierda, casi pegado al núm. 1. Tiene las

mismas característ icas que el descrito, pero es más regular de propor­ciones.

Mide 0,75 m. de largo. 4. Caballo vuelto hacia la derecha. Es tá grabado en un hueco de la

pared, dentro de él y siguiendo su forma. Falta toda la parte inferior del animal.

Mide 0,95 m. de largo. 5. Sobre la cabeza del núm. 3. Caballo vuelto a la izquierda, de cuer­

po corto, casi sin cuello por la parte superior. Mide 0,42 m. 6. Sobre los cuartos traseros del 4, fuera del hueco. Cabeza de ca­

ballo hacia la derecha. Surco muy ancho y tosco. Es tán marcados el ojo y la boca; el primero oval con doble línea.

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Mide 0,35 m. del morro al cuello y 0,24 de la oreja a la boca. 7. Restos de figuras, a la derecha del 4, muy borrosas, entre ellas un

caballo.

Galería alta. Pared derecha. (Plano general, grupos b y c.)

Partiendo del fondo, frente al grupo 7, 8. Rayas verticales cruzadas por otras inclinadas. 9. Tectiforme geométrico.

10. Caballo vuelto a la derecha. Crines en la cabeza y pata de a t rás indicada. Menos visible que los de la pared derecha.

Mide 0,56 m. de largo.

Galería del Lago.

11. E n el vestíbulo y a la izquierda. Signo en forma de tridente, pintado en color rojo desvaído. (Plano general, grupo d.)

12. Grupo de ciervos nombrado por Cabré que no hemos podido encontrar.

13. «Y» de 0,78 m. de longitud, pintada en color rojo claro brillante. Cerca de ella manchas en carmín, oscuras, ilegibles. (Plano general, gru­pos e, f, g.)

14. Grupo de maccaroni, frente al desagüe del lago, en el techo. 15. E n el techo de la galería y en una extensión de varios metros,

grupo de dibujos geométricos representando meandros, chozas y figuras geométricas simples. Una posible cabeza a izquierda, de trazo múltiple.

E n general los trazos son muy finos y la pared está fuertemente cal-citada.

* * *

Acerca de la cronología de estas figuras, puede adelantarse que los grabados son del ciclo auriñaco-perigordiense de Breuil , probablemente de la fase más antigua los del Lago y de la media los de la Galería alta. No hay inconveniente en situar en parecidas fechas las dos pinturas que hasta ahora hemos localizado.

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L A C U E V A D E LOS CASARES (RIBA D E S A E L I C E S , GUADALAJARA)

Primera campaña de excavaciones y trabajos, junio de 1966. Informe preliminar (*)

por ANTONIO BELTRÁN E IGNACIO BARANDIARÁN

La cueva de Los Casares se halla a unos cuatro ki lómetros al norte de Riba de Saelices (Guadalajara), en una ladera de cota 1.050-1..060 del pico Pedriza del Mirón, justamente sobre la salida de una angostura del valle del río Linares o Salado, confluente del Tajo, con el que se une unos 20 km. aguas abajo, cerca de Canales del Ducado. E n uno de los riachuelos que originan este valle, a cosa de hora y media más al norte, se halla la cueva de La Hoz, también con arte parietal paleolítico (Fi­guras 1 y 2).

La cavidad, con un amplio vestíbulo, se ha originado aprovechando una formación de calizas estratificadas horizontalmente, que coronan un poderoso manto de areniscas rojizas de aspecto triásico. Estas, en un corte vértico-transversal por el punto de apertura de la cueva, muestran una pendiente de buzamiento de 18 a 20° y están cubiertas por dos estratos, como mínimo, de caliza, al parecer más débil el inferior, a cuyas expensas se han desarrollado una serie de cavidades de las que la mayor, que se abre hacia el W., es la que recibe el nombre de Los Casares y nos ocupa en este informe. A unos 80 m. al N W . hemos localizado otra cueva, estrecha y de unos 40 m. de recorrido, que tal vez comunique con Los Casares y que es llamada La Cuevecilla.

E l topónimo se debe, con certeza, a los restos de un despoblado me­dieval, cuyos muros, aún patentes, se completan por una torre que se yergue justamente sobre el vestíbulo de la cueva.

Las excavaciones se llevaron a cabo por carecerse de toda informa­ción sobre el yacimiento, si exceptuamos unas noticias de industrias líti-cas recogidas por Cabré en la ladera y nombradas sin descripción com­pleta y sin reproducción de las piezas. Aunque la continua ocupación de

(*) Trabajo preparado y redactado dentro del «Fomento de la Invest igación en la Universidad».

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la cueva hasta nuestros días, la explotación del sirle de las ovejas en ella guardadas y el insistente rascado de su suelo en los trabajos de extrac­ción hacían temer que no hubiese nada del antiguo yacimiento, decidi­mos llevar a cabo la excavación en los rincones de la cueva y lugares donde pudiera hallarse depósito intacto; por otra parte, una ligera explo­ración de los grabados y pinturas nos most ró que las publicaciones de

FIG. 1.—Situación de Riba de Saelices en la provincia de Guadalajara.

Cabré (1) habían recogido sólo una parte de las representaciones, de las que nosotros hemos llegado a fijar 168 y aún quedan bastantes por investigar. Además, advertimos imprecisiones en el plano y cierto con­vencionalismo en algunas representaciones gráficas de los grabados, especialmente en lo que se refiere al retoque de los clisés fotográficos, eliminación de líneas en los calcos y otros extremos que postulaban una revisión a fondo.

(1) La cueva de Los Casares fue descubierta en 1933 por F. Layna y Serrano, erudito de Guadalajara, llamado por el maestro de Riba, Rufo Ramírez Medina y por el hermano de éste, Claudio, quienes enterados de los descubrimientos de Alta-mira y Alpera pensaron que las l íneas que se veían en Los Casares podrían ser de la misma naturaleza. En 1934 estudiaron la cueva Juan Cabré Aguiló y su hija En­carnación, permaneciendo en ella de junio a septiembre de 1934 y descubriendo en

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Dicho trabajo se verificó durante el mes de junio de 1966, días 4 al 26, verificando previamente cuatro visitas de inspección y después otras tres de comprobación de extremos concretos, sin haber terminado, hasta ahora, totalmente la preparación de la publicación in extenso (2).

R E C O N O C I M I E N T O D E L A C U E V A Y P L A N I M E T R I A

Esta parte del trabajo se llevó a la práctica por un equipo dirigido por el profesor Barandiarán.

La Cueva de Los Casares tiene una longitud total de 264,37 m., aparte un divertículo lateral en el Seno A (3). Aprovecha, en plano horizontal, la zona de contacto de los dos estratos calizos y, para su recorrido, las lí­neas de diaclasas que siguen una dirección W.-E. bastante constante. Es, en general, estrecha y alta, a excepción de los ensanchamientos del ves­tíbulo y del Seno A. Su aparato hidrológico parece estar en trance de paralización, lo que no obsta a la formación de algunos puntos de en-charcamiento, que alcanzan su máximo caudal de tres a cuatro meses después de haberse producido las precipitaciones exteriores.

Para las determinaciones planimétr icas se ha utilizado, dadas las di­ficultades de recorrido de algunos tramos, el más simple sistema; es decir, tomar rumbos magnéticos determinando 27 hitos en su recorrido y señalando por perpendiculares tomadas a intervalos regulares las respectivas anchuras de las galerías. A causa de la falta de precisión de la brújula de mano, hemos repasado cuidadosamente todos los rumbos, tolerando un error máximo de 3,5°, siendo el error medio admitido del orden de 1,61°. tal espacio de tiempo la cueva de La Hoz. Breuil vis i tó Los Casares en mayo de 1941, invitado por el Gobierno español . A Cabré y a su hija debemos la totalidad de la bibliografía sobre la cueva, puesto que sobre lo que de ella escriben otros arqueó­logos es tá tomado de sus artículos, incluso las fotografías y diseños. E l trabajo bás ico es: JUAN CABRÉ AGUILÓ, Las cuevas de Los Casares y de La Hoz, «Archivo Es­pañol de Arte y Arqueología», 30, 1934, 30 págs., X X I V láms. y algunas complementa-ciones y rectificaciones en otro del mismo autor, Figuras antropomorfas de la cueva de Los Casares (Guadalajara), «Archivo Español de Arqueología», 40, 1940, pá­ginas 81-96, 10 figs. Otras notas informativas o resúmenes en: CABRÉ, La cueva de Los Casares, «Las Ciencias», Madrid 1934. M. ENCARNACIÓN CABRÉ, Neu entdeckte Felsen-málereien aus der alten Steinzeit Mittelspaniens, «Die Umschau in Wissenschaft und Technik», cuaderno 40, 29 sept. 1935, págs. 797-799, 7 figs. J. y E . CABRÉ, La cueva de Los Casares, Riba de Saelices (Guadalajara), «XV Congrés International d'Anthropo-logie et d'Archéologie Préhistorique», Bruselas 1935, págs 402416. Poco interés, salvo para la historia del descubrimiento, tiene F. LAYNA Y SERRANO, El poblado ibérico, el castro y la caverna prehistórica con relieves en Riba de Saelices (Guadalajara), «Boletín de la Sociedad Española de Excursiones», XLI , 1933, pág. 183. Otra infor­mación de CABRÉ en* Cave art of some 30.000 years ago: A wonderful discovery in Spain, «The Illustrated London News» , 5.014, 25 de mayo de 1935.

(2) La excavación, dirigida por el prof. A. Beltrán, tuvo por colaboradores al profesor I. Barandiarán y a los miembros del Seminario de Prehistoria de Zaragoza, señores Beltrán Lloris, Fatás Cabeza y señoritas Concepción Blasco, Josefa Hernán­dez Esteruelas, Josefa Lozano y Cristina Monterde. Se utilizaron en los trabajos cuatro peones. La excavación fue financiada por el «Fomento a la Investigación», del Ministerio de Educación y Ciencia. E l estudio de la fauna ha sido confiado a don Jesús Al tuna, del Laboratorio de Paleontología de la Sociedad Aranzadi de San Sebast ián.

(3) Para evitar confusiones se respetan las denominaciones de Cabré.

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FIG. 2.—Valle del río Linares, desde la cueva de Los Casares hasta Riba de Saelices.

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FIG 3—Plano general de la cueva de Los Casares.

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De esta forma se ha realizado un plano de conjunto de toda la cueva a escala 1/100, en el que el equipo dedicado a la investigación y compro­bación del arte rupestre ha señalado la situación exacta de las figuras y planos particulares para situar la localización del posible yacimiento del vestíbulo y de los Senos A, B y C, éstos a escala 1/50 (Fig. 3). Tanto el vestíbulo como el Seno A se dividieron mediante una cuadrícula re­gular de un metro de lado, partiendo de una teórica línea O, siguiendo el rumbo W.-E. y a partir de ella, mediante paralelas y perpendiculares, se determinaron tramos de un metro, designados con números sucesivos, partiendo de la línea O, pares los septentrionales e impares los meri­dionales, y con letras a partir de A, que se situó a la entrada de la cueva, los perpendiculares; terminado el alfabeto se repitieron las letras desde el principio con la mención '. La línea O supone, además, un nivel horizontal estable, al que se refieren todas las profundidades de la ex­cavación (Fig. 4).

y A B c d

7¡T F C H I t K 1 . M N K I O p a B Í T U V W X V Z A W C D B r -

FIG. 4.—Planta del vestíbulo de la cueva de Los Casares, indicándose en línea continua el límite del manto estalagmítico y terrazas subyacentes. Y con trazos oblicuos (o pun­

teado) las zonas excavadas.

Las referencias a la situación e inventario de cada pieza se obtienen recogiendo la sigla del cuadro correspondiente y tres coordenadas expre­sadas en cen t ímet ros : x, la profundidad bajo la línea O; y, la distancia al costado Norte del cuadro; z, la distancia al costado Este.

R E V I S I O N Y ESTUDIO D E L A R T E P A R I E T A L

Se llevó a cabo, sin haberlo concluido hasta la fecha, por un equipo, bajo la dirección inmediata de A. Beltrán, interviniendo en el calco de las figuras no descubiertas por Cabré o publicadas con errores, Miguel Bel­trán Lloris. E l sistema de trabajo fue la fotografía en color y negro de

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las figuraciones, calco de los grabados inéditos o de los publicados de­fectuosamente, fijación topográfica de .todas y comprobaciones acerca de la técnica y superposición de los grabados. Para facilitar el trabajo se dispuso de faros de automóvil conectados a una bater ía eléctrica.

Todas las representaciones han sido numeradas, llegándose a 168 nú­meros, sustituyendo la numeración por paneles, realizada por Cabré, quien llegaba a 27.

Las nuevas representaciones halladas son: Seno A, cuadrúpedo, caba­llo al parecer (8); en el panel 6, antropomorfos (14, 15); panel 9, nueva interpretación de todas las figuras; panel 10, grupo de grabados (56-58) con un antropomorfo; panel 11, cabeza de caballo (62); grieta entre los paneles 12 y 13 de Cabré con grabados geométricos y un serpentiforme pintado de color rojo oscuro (72-74); panel 17, cabecita de caballo (88) y a continuación de este panel, tectiforme pintado en rojo, trazos negros borrados y grabado de cuadrúpedo (100-101); al extremo del panel 18, numerosos signos geométricos y una línea dorsal de cuadrúpedo, gra­bado (107 bis), un tectiforme pintado en rojo (111); panel 21, un tecti­forme negro como el 117 publicado por Cabré (121); panel 24, tectiforme rojo (144); panel 25, cabezas esquemáticas de cabras (157-158).

Hay zonas de la cueva, como el Seno A, que necesitan una cuidadosa revisión, ya que el número infinito de líneas, muchas naturales, oculta figuras, que hemos encontrado ya en gran parte, pero que han de ser aún calcadas.

E X C A V A C I O N E S E N E L V E S T I B U L O

Realizadas por un equipo, bajo la inmediata dirección de I. Barandia­rán entre los días 11 y 23 de junio, trataron, en primer lugar, de com­probar las noticias de don Juan Cabré referentes a algunos materiales líticos de aspecto prehistórico procedentes de la pendiente de la cueva, hasta el r ío Linares, que supuso extraídos del interior de la cueva.

E l primer objetivo fue, pues, localizar la presencia del posible yaci­miento y su extensión. No obstante, los primeros estudios llevaron al con­vencimiento de que el yacimiento debió ser arrasado, casi totalmente, des­de antiguo, dada la incesante ocupación de la cueva y que sólo en algunos puntos marginales, junto a las paredes podr ían conservar algún estrato intacto (Fig. 5). L a mayor parte del vestíbulo ha sido vaciada y enlosada toscamente con gruesos bloques de piedra, especialmente en el centro, de­biendo atribuirse esta obra a los pastores que han encerrado aquí sus re­baños hasta poco antes de la excavación (4).

E n el corte visible junto a los costados del vestíbulo se notaba una secuencia estratigráíica en la que el nivel superior estaba constituido por un denso manto estalagmítico que cubría, cementándolos, abundantes blo­ques clásticos de t amaño grande; éstos yacían sobre una densa estruc­tura de gravas y cantos rodados que hay que atribuir a terrazas fluviales

(4) La cueva de Los Casares, Monumento Nacional (18 sept. 1935), ha servido para encerrar ganado hasta nuestra excavación, que deb ió iniciarse con la extrac­c ión de muchas cargas de estiércol . Posteriormente, de acuerdo con la Dirección General de Bellas Artes y con los propietarios de la cueva, se ha dejado de guardar ganado y se ha autorizado la percepción de una entrada a los visitantes.

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estériles, de más de un metro de espesor. Por consiguiente, parecía fuera de lugar la búsqueda de restos de habitación prehistórica bajo el nivel estalagmítico y de bloques de hundimiento del techo y bajo la potente terraza que tanto si consideramos su formación a partir del exterior por aportes del río Linares, cuyo nivel de base está hoy a más de 60 m. bajo la cueva, como si pensamos en una intensa actividad del sistema cárs-

FIG. 5.—Cortes verticales (longitudinal y transversal: en dirección W . - E . y N.-S.) del ves­tíbulo de la cueva, por la línea O y la divisoria de los tramos R-S, respectivamente.

tico de la cueva que hubo de cesar hace mucho tiempo, necesitaba un margen cronológico tan amplio que hacía imposible la existencia de un habitat anterior.

Así las cosas, se procedió al cuidadoso examen de la superficie intacta sobre el manto estalagmítico, excavando y cribando la totalidad de las tierras que apareciesen, y haciendo sondeos en diversos puntos del vestí­bulo para determinar el nivel de las terrazas, comprobar el proceso de génesis y desarrollo de la cueva y tratar de determinar la presencia de yacimiento (5). Especial interés presentaban las cuevecillas o estrechas galerías del fondo del vestíbulo, situadas al S. de la que da acceso al interior de la cueva y que pudieron comunicarse con el Seno A de la mis­ma. E n la número 1, la más septentrional, recogimos los únicos indicios paleolíticos de habitación en una superficie inviolada de poco más de cinco metros cuadrados; la número 2 se mos t ró estéril en la zona que se pudo excavar, poca a causa de lo bajo del techo, en algunos puntos menos de 0,20 m. hasta el suelo.

No nos cabe duda que la cueva debió guardar un importante yacimien­to que ha desaparecido y que podemos reconstruir partiendo de la exca­vación de la Cuevecita 1 (Fig. 6) y de los sondeos del vestíbulo, en los que faltan, indudablemente, los más recientes testigos, a partir del Paleolítico Superior y, por lo tanto, los que pudieran ponerse en relación con el arte parietal del interior.

(5) Las prospecciones en tal sentido se realizaron muy cerca de la entrada, en los cuadros 2, 4, 6/D, E , F; en el corte del fondo del vest íbulo en los cuadros 4, 2, 1/W y 2 V y 1 W; y junto a las paredes laterales, meridional y septentrional, en tres puntos diversos.

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E S T R A T I G R A F I A D E L V E S T I B U L O (Figs. 6 y 7)

Nivel superficial

E n la cuevecita 1 y en puntos sueltos de la 2 puede seguirse este nivel constituido por tierras negruzcas, de indudable origen orgánico a causa del denso manto de estiércol de ganado lanar y cabrío que cubría la mayor parte del vestíbulo. E n este nivel hay algunas piedras calizas in­formes y cantos rodados de cuarcita o de caliza compacta, junto con algu­nas esquirlas de pizarra. Se trata, sin duda, de restos de los estratos superiores hoy desaparecidos, mezclados con otros más recientes a causa

FIG. 6.—Corte vértico-longitudinal de la «cuevecita núm. 1», al fondo del vestíbulo de Los Casares, con los niveles arqueológicos descubiertos.

de las remociones que han afectado al relleno de la cueva. E n el cuadro 2 F', este nivel superficial profundiza más en los inferiores.

Entre las piezas recogidas señalamos las que, a nuestro juicio, deben relacionarse con culturas más antiguas.

a) Industria l í t ica: 1 canto de cuarcita con señales de haber servido como percutor (fi­

gura 8, 1). 1 extremo de lámina (6) de sílex truncada, con dudosos retoques en un

lado (Fig. 8, 2). 1 lasca de cuarcita de talón liso. 4 lascas de cuarcita y sílex atípicas.

(6) Utilizamos el término «lámina» como traducción de lame, sin terciar en la discusión terminológica sobre este y otros términos utilizados por la ciencia fran­cesa. Algunos colegas de esta nacionalidad son partidarios de esta traducción para evitar la confus ión de traducir «lame» y «feuille» por la misma palabra española. Todas las veces que se encuentre en nuestro trabajo la palabra «lámina» es traduc­c ión de «lame». Para el resto de los términos utilizamos, en lo posible, la nomen­clatura de F . Bordes.

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FIG. 7.—Corte teórico de la estratigrafía del vestíbulo de Los Casares.

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1 lasca de desecho de talla y 2 de descortezamiento o desbastado de un nodulo.

1 núcleo atípico de cuarcita. 3 nodulos de cuarcita con alguna señal de lascado.

b) Industria ósea :

1 esquirla de hueso con ligeras marcas como de rascado con instru­mento agudo de sílex (Fig. 8, 3).

c) Fauna (clasificada por el licenciado Jesús A l tuna Echave): 1 canino de Crocuta crocuta. 1 molar de Equido. 1 incisivo de Sus scrofa. 1 molar de Rupicapra rupicapra. 1 molar de cabra montes. Huesos diversos de gato montes, conejo y ave.

Se observa sólo en una pequeña extensión de los Cuadros 2 E ' y 2 F ' . Es un ligero manto estalagmítico de apenas 0,02 m. de espesor.

Se extiende sólo bajo el nivel anterior, habiendo sido como él casi to­talmente arrasado. Está constituido por un estrato de tierra de tonalidad mar rón amarillenta, bastante fina, con un espesor de 0,04 a 0,05 m. Es­tando resguardado por la colada estalagmítica del Nivel I, nos asegura­mos de que no ha sido removido en épocas recientes. Los materiales recogidos son:

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FIG. 8.—Materiales procedentes del nivel superficial, revuelto.

Nivel I

Nivel II

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a) Industria l í t ica: 1 dudosa «punta retocada» sobre sílex muy patinado o caliza compac­

ta rota por un lado y con talón diedro (Fig. 9, 2). 1 «punta musteriense» alargada, incompleta. Está trabajada sobre las­

ca de sílex con el bulbo de percusión ablacionado. Parece haberse roto la parte izquierda del borde, lo que ha impedido la continuación del retoque por ese lado; dicho retoque es escamoso y cubre, al ha­cerse algo oblicuo, toda la extremidad distal de la pieza (Fig. 9, 3).

1 raedera doble, biconvexa, trabajada en los bordes de una lasca grue­sa de sílex, de talón facetado y con señales de comienzo de ablación del bulbo de percusión (Fig. 9, 4).

FIG. 9.—Material lítico del Nivel II.

1 lasca de cuarcita, rota, con algunos retoques aplanados sobre el bor­de del extremo proximal de su cara dorsal (Fig. 9, 5).

1 lasca de sílex con talón diedro (Fig. 9, 1). 2 lascas de talla. 1 nodulo del que se extrajeron algunas esquirlas.

b) Fauna (clasificación de J . Altuna): 2 piezas dentarias de Equido. 1 fragmento de canino de Crocuta crocuta.

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1 mandíbula de conejo. Fragmentos indeterminables.

Nivel III

Manto estalagmítico coincidente en extensión con los dos niveles pre­cedentes, de un grosor variable que no sobrepasa, en ningún caso, los 0,10 m.

Nivel IV

Lo hemos localizado en toda la extensión de la Cuevecita núm. 1; es decir, en buena parte de los Cuadros 2 C , 4 C , 2 D', 2 E ' , 4 E ' y 2 F ' . Se trata de un estrato de color amarillento-ocre, de tierra bastante fina y compactada, con aspecto, en algunos puntos, de mezcla arenosa. E n 2 F ' parece haber sido destruido, parcialmente, en la zona superior. Su espesor máximo, tras el mogote estalagmítico del centro de la pequeña galería (llega a una profundidad de — 0,50 ó — 0,55 m. bajo la línea O), es de 0,25 metros y algo más fino en la embocadura de la Cuevecita. A partir de los 0,10 m. de su masa se va haciendo más pedregoso, arcilloso y húmedo, estando en algunos puntos cementado por una dura colada estalagmítica y volviéndose de color más oscuro. E n algunos lugares (por ejemplo en 2 D' y 4 D') son muy abundantes las esquirlas óseas, siempre fragmenta­das y en estado de avanzada fosilización. A l excavar las zonas más profun­das del Nivel comenzó a brotar agua en bastante cantidad, lo que dificultó extraordinariamente los trabajos, encharcando la cantera. E n este Nivel se han recogido diversas piezas de in te rés :

a) Industria lítica

1 lasca de talón liso, en sílex muy patinado, de aspecto poco típico (Fig. 10, 1).

2 lascas de cuarcita con el talón facetado y carácter Levallois atípico (Fig. 10, 2 y 3).

1 punta de aspecto «levalloisiense» (?), en cuarcita, con ligeros reto­ques y el talón facetado (Fig. 10, 4).

1 punta retocada, en sílex, de talón muy fino (Fig. 10, 5). 1 punta pequeña, en sílex, con retoque fino y abrupto en ambos bor­

des (Fig. 10, 6). 1 punta de sílex de talón liso (Fig. 10, 7). 1 «punta musteriense» de t amaño reducido, con el talón facetado. Es

un buen ejemplar en sílex (Fig. 10, 8). 1 «punta musteriense» con la base ablacionada casi por completo. Con­

serva en su cara dorsal el córtex del sílex (Fig. 10, 9). 1 dudosa «raedera doble, recta-curva», con talón facetado convexo.

Tra tándose de una lasca de escaso grosor y con un retoque dema­siado abrupto, es difícil hacerla encajar exactamente, con el tipo número 12 de la sistemática del Paleolítico medio de F. Bordes (Fig. 11, 2).

1 raedera «déjete» doble, convexa-cóncava, sobre lasca de sílex de talón liso. Siguiendo las recientes precisiones del doctor Pradel a la

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FIG. 10.—Material lítico del Nivel IV.

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FIG. 11—Material lítico del Nivel IV.

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FIG. 12.—Material lítico del Nivel IV.

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tipología de Bordes podr íamos también considerarla como «punta» (Fig. 11, 1).

1 raedera convexa en sílex, con retoque escamoso escaleriforme y po­sible ablación del talón y del bulbo de percusión (Fig. 11, 4).

1 dudosa raedera transversal recta sobre cuarcita (Fig. 11, 7). 1 raedera transversal recta sobre lasca de sílex de talón facetado,.con

un ligero golpe de ablación del bulbo (Fig. 11, 6). 1 raedera transversal convexa, en cuarcita, de talón convexo y con re­

toque escamoso; peculiar muestra del tipo de La Quina (Fig. 11, 5)* 1 raedera transversal convexa, en sílex, de t amaño pequeño (Fig. 11,9). 1 lasca de cuarcita con comienzo de retoque amplio a un lado; es pie­

za de descortezamiento de un nodulo (Fig. 11, 8). 1 raspador frontal alto y apuntado en extremo de lasca de sílex, con

el bulbo y el, talón parcialmente ablacionados (Fig. 11, 10). 1 lámina fina de sílex, de talón facetado convexo, con los bordes par­

cialmente rebajados con retoque abrupto, en forma de «couteau á dos» (Fig. 10, 10).

1 lámina de sílex muy. patinado, con base, al parecer, facetada; posible lámina de borde atípica (Fig. 10, 11).

1 lasca de sílex de talón facetado (?), rota en su extremidad distal, con restos de retoque abrupto en un lado (Fig. 11, 3).

1 dudoso pico de cuarcita (Fig. 11, 11). 1 bifaz de t amaño mediano, en cuarcita, trabajado completamente en

una cara y solamente en forma burda en la otra. Encajando bien en­tre los útiles ovalados y los discoideos creemos que puede clasificar­se como «limande» (Fig. 12, 1).

1 «disco» bifaz en cuarcita (Fig. 12, 2). 1 «disco» dudoso en cuarcita (Fig. 12, 3). 1 laminilla de sílex de sección trapecial (Fig. 12, 6). 1 lasca atípica con talón acaso facetado, en sílex muy patinado (fi­

gura 12, 7). 1 nodulo desbastado por su cara inferior y casi completamente en

torno, como preparando un núcleo Levallois (Fig. 12, 4). 1 núcleo cónico de cuarcita, con señales de preparación del plano de

percusión (Fig. 12, 5). 1 núcleo pr ismát ico de cuarcita y 1 de sílex. 1 núcleo de forma cónica aplanada, de sílex. 1 núcleo atípico, de sílex. 6 lascas atípicas, de sílex y cuarcita. 9 lascas de desecho de talla.

14 lascas de descortezamiento de nodulo. 1 lámina simple. 5 nodulos de los que se han extraído esquirlas. 7 nodulos de cuarcita con alguna rotura de «débitage».

b) Industria ósea

1 esquirla de hueso con un extremo aguzado como espátula o alisador (Fig. 13, 1).

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1 esquirla en media caña de diáfisis ósea con serie de marcas paralelas oblicuas al eje, realizadas, al parecer, con un instrumento de sílex. Acaso simples restos de descarnamiento (Fig. 13, 2).

c) Fauna (clasificación de J. Altuna)

Son abundantes las esquirlas y piezas dentarias, llamando la atención el indudable machacamiento a que han sido sometidas muchas de éstas. Sin entrar en relaciones concretas seña la remos:

20 fragmentos diversos de Equido. 19 de Rhinoceros sp. 16 de cabra montes. 14 de conejo (Oryctolagus cunniculus).

12 de ciervo. 9 de hiena (Crocuta crocuta). 7 de corzo. 6 de leopardo (Félix pardus). 4 de diversas aves. 3 de zorro. 3 de sarrio. 2 de jabalí .

FIG. 13.—Material óseo del Nivel IV.

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FIG. 14.—Material lítico del Nivel V .

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2 de Gran Bóvido (Bos o Bison). 2 de Castor fiber.

Restos individuales de lobo, gato montes y sapo.

Nivel V H a sido determinado en la misma extensión del nivel precedente, del

que es subyacente sin ninguna capa estéril de separación, presentando una estructura arcillo-arenosa con abundantes esquirlas óseas, fuertemente desmenuzadas y a veces incrustadas en resistentes masas estalagmíticas que dificultan su excavación. Especialmente se muestra este nivel tenaz en el Cuadro 2 D'. A — 0,65 m. de profundidad, en el lado meridional del Cuadro 2 C hay un duro manto de colada estalagmítica de unos 0,03 m. de espesor, bajo el cual continúa el mismo Nivel V . Su grosor oscila entre los 0,18 y 0,26 m.

E l escaso material lítico recogido y la mayor parte de los fragmentos de hueso se hallaron en la zona superior de este estrato.

a) Industria l í t ica: 1 raedera transversal convexa, en cuarcita, con retoque escamoso es-

caleriforme, tipo La Quina (Fig. 14, 1). 1 lasca de sílex de talón facetado y ligeros retoques en su borde dis-

tal, como posible raedera transversal convexa (?) (Fig. 14, 2). 1 pieza gruesa de cuarcita, trabajada sólo por una cara y la mitad supe­

rior de la otra, en forma burda, ovalada como «limande» (Fig. 14, 4). 1 lasca gruesa de cuarcita, trabajada como «disco» (Fig. 14, 3). 1 núcleo poco típico de cuarcita, de forma cónica aplanada, dudosa­

mente Levallois. 1 lasca de sílex, atípica, de talón liso. 2 lascas de talla y 3 de simple descortezamiento. 2 nodulos de los que se extrajeron esquirlas y otro apenas desbastado.

b) Fauna (clasificación de J. Altuna): 6 restos de cabra montes. 4 de Crocuta crocuta. Restos únicos de equido, conejo, lobo, ciervo y ave. Pequeños fragmentos de esquirlas inclasificables.

Nivel VI.

E n la excavación de los Cuadros 2 C y 4 C , bajo el nivel anterior, se presenta el V I , estéril en lo que se refiere a restos líticos u óseos. Está formado por tierras absolutamente cementadas por la filtración de aguas muy cargadas de carbonato calcico, con un espesor variable entre los 0,05 y 0,10 m.

Nivel VII

Formado por un duro manto estalagmítico que en algunos lugares del fondo del vestíbulo cementa grandes bloques clásticos desprendidos, sin

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duda, del techo. Parece indicar este nivel el momento en que, tras di­versos hundimientos que conformaron el vestíbulo y de un período muy húmedo y de gran actividad en el aparato cárstico de Los Casares, se ins­talar ían en la cueva los primeros grupos humanos.

Su espesor sobrepasa el medio metro en algunos puntos, siendo su presencia observada en todos los testigos que, junto a las paredes del vestíbulo, han sobrevivido a las sucesivas remociones.

Nivel VIII

De arenas y gravillas rojizas, a veces muy compactadas, estériles a ex­cepción de su zona superficial en la que aparecen escasas esquirlas y res­tos faunísticos, testigos de una esporádica y poco intensa vida animal en Los Casares, si no es que proceden de deslizamientos de los niveles supe­riores, pues fueron localizados junto a grietas de las paredes. E n 14 S re­cogimos un canino de hiena, una falange de cabra montes; en 2 A, un mo­lar de ciervo y un fragmento dudoso de molar de Félix pardus.

Este nivel, lo mismo que el Nivel X , parece formado por una terraza de aporte fluvial y ha sido especialmente estudiado en la prospección del fondo del vestíbulo (Cuadros V-W en 1, 2, 4 y 16, 18) y junto a la boca de la Cueva (Cuadros 2, 4, 6/D, E , F), realizándose análisis granulométr icos de estructura y composición.

Se trata, como hemos dicho, de un estrato de arenas rojas con esca­sos y pequeños cantos rodados, que en las muestras estudiadas son más del doble los de caliza compacta que los de arenisca y no los hay de cuar­cita. Su índice de aplanamiento es de 2,66 y puede corresponder a una formación fluvial periglaciar. Es muy difícil señalar una orientación pre­dominante en la disposición de cantos y gravas gruesas. Su espesor, que llega a los 0,40 m. en algunos puntos, indica un largo período de depósito.

Nivel IX

Se puede estudiar en 14 S y 14 T, en algunos puntos del fondo del ves­tíbulo, cerca de la galería de acceso al interior de la cueva y, sobre todo, junto a la boca exterior. Es un nivel de estalagmita fina y compacta que no sobrepasa los 0,05 m. de espesor y debe corresponder a un período muy húmedo, en el que se detuvo la formación de la terraza subyacente y antes de estructurarse la que se le superpone.

Nivel X

Corresponde a una terraza inferior que se diferencia ligeramente de la que denominamos Nivel VI I I por una mayor abundancia y t amaño de cantos rodados que se mezclan con las arenas. Se puede seguir su exten­sión por todo el vestíbulo y será interesante comprobar su existencia en las zonas interiores de la cueva. E n las muestras estudiadas, junto a la boca y en el fondo del vestíbulo, se observa un índice de aplanamiento de cantos del 1,97 que, según las observaciones de Graulich, puede corres­ponder a un período fluvioglaciar tanto como a un fluvial templado-cálido. Ahora los cantos de caliza compacta superan en proporc ión de 10 a 1 a los areniscos.

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Esta terraza tiene un espesor variable que sobrepasa en algunos pun­tos el medio metro y que descansa, directamente, sobre el suelo natural de la cueva, de caliza muy endeble, que se deshace fácilmente en pequeñas lajas.

E n casi todo el vestíbulo ha sido respetada esta terraza y su superficie se ha regularizado, seguramente en época muy moderna, mediante un piso de losas recortadas, en muchos casos a partir del Nivel estalagmítico VI I o con los bloques clásticos que ese mismo nivel incluye.

E L POZO MEDIEVAL DEL VESTÍBULO

Al realizarse la comprobación de la estratigrafía en la boca de la Cueva pudo observarse en 2 D, 4 D, 2 E y 4 E,. un pozo artificial cavado en los niveles de gravas y arenas y en la misma roca de base. Tiene boca circular de 1,70 m. de diámetro y se ensancha en el fondo hasta 2,50 m., alcanzando una profundidad máxima de 1,40 m. (Fig. 15). Sus paredes

FIG. 15.—Pozo artificial junto a la boca de la cueva.

están perfectamente regularizadas y en el fondo se han hallado abundan­tes fragmentos cerámicos medievales, lo que data su construcción, segu­ramente coetánea de la torre que corona el cerro donde se abre la cueva. Ignoramos, hasta ahora, la finalidad del pozo.

PROSPECCIÓN E N E L S E X O A

E n los días 24 y 25 de junio se realizó un sondeo en el Seno A, bajo los grabados 4 y 5 en los Cuadros 4 R', 6 R' y 8 R'. Los resultados obtenidos exigen una campaña definitiva, pero provisionalmente podemos avanzar los siguientes niveles:

Nivel a) Superficial, con escasos restos de cerámica moderna; otros con rayas incisas de aspecto medieval y algunos huesos de al imañas en 0,10 m. de espesor.

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Nivel b) De tierra grisácea clara, resto acaso de cenizas en unos 0,04 metros de espesor y estéril. Manteniéndose intacto este estrato en la ex­tensión excavada nos garantiza la no remoción reciente de los niveles sub­yacentes.

I B .

FIG. 16.—Punta de sílex del Nivel c) del Seno «A».

FIG. 17.—Material lítico del Nivel d) del Seno «A».

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Nivel c) De unos 0,02 m. con cenizas y carbones. E n él hemos recogi­do diversos fragmentos de cerámicas bastas de color oscuro, con espatu-lado brillante, de la Edad del Bronce, más una típica punta de sílex de sección lenticular, trabajada completamente con retoque plano bifacial y poseyendo dos pequeños apéndices laterales (Fig. 16). Hay algunos res­tos de animales, équido, corzo, cabra montes y bóvido.

Nivel d) E n tierra arenosa rojiza que excavamos parcialmente, lle­gando a casi los 0,20 m. de profundidad, con restos faunísticos de interés : hiena, Félix pardus, Rhinoceros sp., sarrio, cabra montes, jabalí , lince, lobo, conejo y diversas aves. Se recogieron cuatro piezas líticas en sílex (Fig. 17). Este nivel se halla en algunos puntos separado del anterior por un durís imo manto estalagmítico.

I N T E R P R E T A C I O N D E L R E L L E N O ARQUEOLOGICO D E L A C U E V A D E LOS CASARES

E n este informe preliminar sólo plantearemos a grandes rasgos las característ icas generales de la seriación estratigráfica observada (7).

I. RELLENO DEL VESTÍBULO

L a escasez de materiales recuperados de lo que debió ser un habitat muy denso en esta parte de la cueva impide precisiones demasiado exac­tas. Cabré señaló el hallazgo en la ladera del cerro de una industria lítica que l lamó «pre-madalenense», que puede agruparse en dos conjuntos dife­rentes : uno de tipos pequeños («puntas con retoques marginales, raspa­dores aquillados y cónicos, predominando los de este úl t imo tipo, de re­gular t amaño y carácter auriñacense») y el otro de tipos de mayor t amaño («raspadores de dorso alto, hachas de mano discoideas, hojas, etc., de cuarcita»). De esta escueta descripción que hemos dado textualmente podría deducirse la presencia de dos estadios culturales: uno, auriñaco-perigordiense, y otro, del Paleolítico medio. Las búsquedas que emprendi­mos en la citada ladera han sido infructuosas y los datos de Cabré no permiten mayores precisiones.

Por nuestra parte, fundados en los hallazgos líticos de la excavación del fondo del vestíbulo, en la Cuevecita 1, podemos hacer una distribu­ción de las industrias partiendo de la materia prima utilizada y de su carácter de «piezas» (en sentido amplio), «núcleos» o piezas de desecho, en la forma siguiente:

Piezas Núc leos Desecho TOTAL

Sílex 19 4 10 33 Cuarcita 15 1 57 73 Cuarzo 0 0 2 2

(7) Es tá en preparación la publ icación extensa de la cueva de Los Casares, por Antonio Beltrán (arte parietal) e Ignacio Barandiarán (industrias y yacimiento), con la colaboración de especialistas en paleontología (J. Altuna), sedimentología , palino-logía, etc., recogiéndose los resultados de las campañas de 1967 y 1968, en el Seno «A».

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La escasa diferencia de proporción entre los instrumentos trabajados y las piezas de desecho no es un argumento que nos haga suponer una fabricación en otro lugar alejado, por cuanto la Cuevecita 1 ocupa una posición periférica en relación con el punto donde estar ían establecidos los hogares-talleres principales de esta misma Cueva.

Por otro lado, hemos de notar que es difícil observar una diferencia radical en el contenido instrumental de los tres estratos fértiles II, IV y V , siendo muy escasos los materiales de los Niveles II y V y sucediéndose los tres, realmente, sin interrupción, ya que el Nivel estalagmítico III sólo puede seguirse en una reducida extensión, y en conjunto en un espesor inferior a 0,60 m.

E l carácter general de estas industrias parece corresponder bastante netamente a los estadios musterienses denominados de tipos pequeños.

Aplicando los ensayos tipológicos de F. Bordes al conjunto instrumen­tal de Los Casares podr íamos, con algunas dudas, plantear el siguiente cuadro de distribución, manteniendo algunas reservas en varios casos, bien por la tosquedad del trabajo, bien por la utilización de cuarcitas de grano bastante grueso.

2. Lascas Levallois atípicas 4. Puntas Levallois retocadas (?) ... 5. Puntas seudo-Levallois 6. Puntas musterienses 7. Puntas musterienses alargadas...

10. Raederas dobles recto-convexas. 14. Raederas dobles biconvexas ... 16. Raederas dobles cóncavoconvex. 18. Raederas convergentes convexas. 21. Raederas transversales rectas ... 22. Raederas transversales convexas. 25. Raederas de retoque abrupto ... 29. Raspadores 35. Láminas de borde rebajado 36. Láminas de borde atípicas 44. Retoque plano (?) 47. Retoque abrupto fino (?) 61. Varios

«Limande» «Disco» Núcleo cónico Núcleo Levallois Núcleo pr ismát ico Lascas no Levallois Láminas no Levallois

N I V E L E S T O T A L

II IV V

1 3 0 4 1 3 0 4 0 1 0 1 0 2 0 2 1 0 0 1 0 1? 0 1? 1 0 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 2 0 2 0 2 2 4 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 1 0 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 1 2 0 2 1 3 0 1 0 1 0 1 1? 2 0 2 0 2 0 6 1 7 0 2 0 2

Una observación tecnológica del conjunto nos revela una frecuente preparación por facetas del talón y una estructura general del dorso de

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las lascas que han de relacionarse con la técnica Levallois, llegando a totalizar su Indice tipológico hasta un 26,7. E l facetado de los talones en su Indice estricto llega a ser un 52,63. Son muy notables los índices de Raederas (37,93) y Charentiense (quizá un 20,68), el cual incluye la ex­presión de las más característ icas raederas del tipo de La Quina. E l par de huesos trabajados del Nivel IV se muestra muy en consonancia con lo que se conoce de la tipología ósea de estos momentos del Paleolítico medio.

Así, aun admitiendo la presencia de algún elemento de posible tradi­ción Achelense, creemos que el Musteriense de Los Casares debe corres­ponder a un Musteriense tipo La Quina que, por una mayor o menor in­filtración de elementos levalloisienses pudiera ser considerado, acaso mejor, tipo La Ferrassie. Insistimos en la inseguridad de aplicación de un estricto método estadístico a un conjunto tan exiguo.

L a fauna recogida, en espera del estudio definitivo que habrá de deter­minar específicamente algunos géneros, como los Equidos y Rhinoceros, por ejemplo, se muestra en consonancia con lo observado en yacimien­tos contemporáneos .

E l Musteriense, quizá algo reciente, marca, por lo tanto, el comienzo del habitat humano en Los Casares, ignorando por ahora si la cueva, abandonada después, fue visitada esporádicamente por los autores de los grabados y pinturas del interior, o si, lo que parece más probable, conti­nuó siendo habitada en el Paleolítico superior, siendo entonces los ins­trumentos llamados por Cabré de aspecto pre-magdaleniense, restos de los niveles hoy desaparecidos.

L a densa capa de estiércol que cubría totalmente los niveles excava­dos y el agua que se filtraba debieron alterar totalmente el contenido en carbono 14 de los restos óseos hallados, con lo que tan importante siste­ma de datación, suponiendo que pudiese llegar a las lejanas fechas de tales estratos musterienses, no ha podido ser aplicado y menos los previs­tos para épocas más antiguas, menos vulgarizados en su aspecto práct ico. Esperemos que los niveles del Seno A nos proporcionen materiales apro­vechables.

II. RELLENO DEL SENO A

Afortunadamente, al menos en buena parte, los niveles de esta pri­mera sala de Los Casares han permanecido intactos. Por ello hemos po­dido comprobar, aparte de los restos de visitas recientes, al menos indi­cios de tres etapas culturales: medieval en superficie, de la Edad del Bronce en la capa intermedia y acaso Paleolítico en el fondo de la exca­vación, no terminada aún. E n esta capa el instrumental lítico y la fauna podrían ser paleolíticos y no aparece ya cerámica.

Es probable una comunicación del extremo occidental de este Seno A con el fondo de la Cuevecita 1, con lo que los niveles fértiles de los de ésta y aquél apenas distarían unos 11 m.

Una próxima campaña de excavaciones, en la que habrá que incluir la exploración de una estrecha galería contigua a la entrada del Seno A, darán acaso la solución a buen número de los problemas del poblamiento prehistórico de Los Casares, planteados en el vestíbulo y aún sin solución.

Zaragoza, noviembre de 1966.

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39. EL COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE TAURO ALTO (EN MOGAN, ISLA DE GRAN CANARIA), por SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ.

40. POBLADO DE PUIG CASTELLAR (SAN VICENTE DELS HORTS, BARCELONA), por E. RIPOLL PERELLÓ, J. BARBERA FARRAS y M. LLONCUERAS.

41. LA NECROPOLIS CELTIBERICA DE LAS MADRIGUERAS (CARRASCOSA DEL CAMPO, CUENCA), por MARTÍN ALMACRO GORBEA.

42. LA ERETA DEL PEDREGAL (NAVARRES, VALENCIA), por DOMINCO FLETCHER VAIXS, ENRIQUE PLA BALLESTER y ENRIQUE LLOBREGAT CONESA.

43. EXCAVACIONES EN SEGOBRIGA, por HELENA LOSADA GÓMEZ y ROSA DONOSO GUERRERO. 44. MONTE BERNORIO (AGUILAR DE CAMPOO, PALENCIA), por JULIÁN SAN VALERO

APARISI. 45. MERIDA: LA GRAN NECROPOLIS ROMANA DE LA SALIDA DEL PUENTE (Memoria

segunda y última), por ANTONIO GARCÍA Y BELLIDO. 46. EL CERRO DE LA VIRGEN, por WILHELM SCHÜLE y MANUEL PELLICER. 47. LA VILLA ROMANA DE LA TORRE LLAUDER DE MATARO, por MARIANO RIBAS

BERTRÁN. 48. STLLOT, por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY y OTTO HERMANN FREY. 49. LAS CASAS ROMANAS DEL ANFITEATRO DE MERIDA, por EUCENIO GARCÍA SANDOVAL. 50. MEMORIA DE LA EXCAVACION DE LA MEZQUITA DE MEDINAT ALZAHRA, por

BASILIO PAVÓN MALDONADO. 51. EXCAVACIONES EN EL CIRCULO FUNERARIO DE "SON BAULO DE DALT" (SANTA

MARGARITA, ISLA DE MALLORCA), por GUILLERMO ROSSELLÓ BORDOY. 52. EXCAVACIONES EN EL CERRO DEL REAL (GALERA, GRANADA), por MANUEL PE­

LLICER y WILHELM SCHÜLE. 53. CUEVA DEL OTERO, por P. J. GONZÁLEZ ECHECARAY, DR. M . A. GARCÍA GUINEA y

A. BECINES RAMÍREZ. 54. CAPARRA II (CACERES), por J. M. BLÁZQUEZ. 55. CERRO DE LOS SANTOS (MONTEALEGRE DEL CASTILLO, ALBACETE), por

A. FERNÁNDEZ DE AVILES. 56. EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN IBIZA, por MARÍA JOSÉ ALMACRO GORBEA. 57. EXCAVACIONES EN NIEBLA (HUELVA), por JUAN PEDRO GARRIDO ROIZ y ELENA

M . a ORTA GARCÍA. 58. CARTELA, por DANIEL E. WOODS, FRANCISCO COLLANTES DE TERÁN y CONCEPCIÓN FER­

NÁNDEZ-CHICHARRO. 59. LA NECROPOLIS DE "ROQUES DE SAN FORMATGE" (EN SEROS, LERIDA), por

RODRIGO PITA MERCÉ y Luis DÍEZ-CORONEL Y MONTULL. 60. EXCAVACIONES EN LA NECROPOLIS CELTIBERICA DE RIBAS DE SALICES, por

EMETERIO CUADRADO. 61. EXCAVACIONES EN MONTE CILDA (OLLEROS DE PISUERGA, PALENCIA), por

M. A. GARCÍA GUINEA, J. GONZÁLEZ ECHECARAY y J . A. SAN MICUEL RUIZ. 62. OTRA CUEVA ARTIFICIAL EN LA NECROPOLIS "MARROQUIES ALTOS", DE JAEN

(CUEVA IV), por M . a ROSARIO LUCAS PELLICER. 63. EXCAVACIONES EN HUELVA, EL CABEZO DE LA ESPERANZA, por JUAN PEDRO

GARRIDO ROIC. 64. AVANCE AL ESTUDIO DE LAS CUEVAS PALEOLITICAS DE LA HOZ Y LOS CA­

SARES (GUADALAJARA), por ANTONIO BELTRÁN MARTÍNEZ e IGNACIO BARANDIARÁN MAESTU.

NOTICIARIO ARQUEOLOGICO HISPANO

Tomo VIII-IX. 1964-1965.

Dirección:

INSPECCION GENERAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS Medinaceli, 4. Apartado 1.039, MADRID

Precio: 110 ptas.