Avance Junio 2013

download Avance Junio 2013

of 8

Transcript of Avance Junio 2013

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    1/8

    AVANCEVOCERO DEL MOVIMIENTO ACCIN NACIONALISTA PERUANO - MANPE

    BUENOS AIRES - ARGENTINA Junio AO 2013 Distribucin Gratuita.

    ALEMANIA - ARGENTINA - AUSTRALIA - BOLIVIA - EE.UU - ESPAA - MEXICO- FRANCIA- ITALIA - PER - URUGUAY

    LA EPOPEYA DEL MORRO DE ARICA

    Estos fueron los ltimos momentos del Coronel E.P. Francisco Bolognesi defensor de Arica, quienconsciente de la situacin decidi enviar una ltima carta a su espos..."... Esta ser seguramente una de las ltimas noticias que te lleguen de m, porque cada da quepasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendicin o aniquilamiento por elenemigo superior a las fuerzas peruanas son latentes y determinantes. Los das y las horas pasan ylas omos como golpes de campana trgica que se esparcen sobre ste peasco de la ciudadelamilitar engrandecida por un puado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisin de

    pelear sin desmayo en el combate para no defraudar al Per. Que ser de ti amada esposa? Tuque me acompaaste con amor y santidad. Que ser de nuestros hijos, que no podr ver ni sentiren el hogar comn? Dios va a decidir ste drama en el que los polticos que fugaron y los queasaltaron el poder tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapacidad lasentencia que nos aplicar el enemigo. Nunca reclames nada, para que no se crea que mi debertiene precio...

    "Quemar hasta el ltimo cartucho".- La histrica respuesta delCoronel Francisco Bolognesi

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    2/8

    AVANCE MANPE PER2DE COMO EL DIVISIONISMO INTERNO FAVORECI AL ENEMIGO CHILENO

    EL NACIONALISMO CAMPESINO A FINES DE LA GUERRA CON CHILE:UNA REVISIN HISTORIO-GRFICA DE LA EJECUCIN DEL

    GUERRILLERO TOMS LAYMES*Por: Hugo Pereyra Plasencia - Ex-Cnsul del Per en la Argentina

    El problema de la participacin de los campesinos en la guerra contraChile y sobre todo el problema del significado que hay que darle, siguesiendo hoy an tan difcil y tan discutido como el del rol de lasociedad india durante las guerras de la independencia. Nosotrospensamos que esta participacin de la sociedad india campesina tanto enuna como en otra de las dos grandes guerras peruanas fue sin duda tanvariada como las situaciones concretas locales en las cuales seencontraban los indios campesinos en esas pocas. Por este hecho nosparece pues imposible generalizar tal o cual comportamiento a toda lasociedad india campesina cuando sta presentaba ya, por un lado, unaheterogeneidad cierta y que, por otro lado, se encontraba a menudo ensituaciones concretas muy diferentes.

    Patrick Husson. De la guerra a la rebelin (Huanta, siglo XIX), 1992.

    Introduccin

    Este artculo busca hacer una revisin del caso de la ejecucin delguerrillero (1) Toms Laymes en julio de 1882, como tema central dentrode una reflexin mayor sobre el origen y las formas del nacionalismocampesino a fines de la Guerra del Pacfico. En un marco an msamplio, el trabajo podra inscribirse dentro de los esfuerzos queactualmente se orientan a hacer un tratamiento ms detallado de ciertostemas polmicos de este conflicto internacional.

    Esta revisin buscar fundamentarse en la trascripcin y ubicacin encontexto de un conjunto de referencias claves extradas esencialmentede fuentes de la poca. En general, la presente investigacin ha puestonfasis en la utilizacin de este tipo de documentos, tanto peruanos comochilenos. Dos de ellos, de corta extensin, pero muy relevantes para

    apreciar la realidad (o de la ausencia) de manifestaciones nacionalistaspor parte de los campesinos a fines del conflicto han sido transcritoscompletos al final del presente trabajo. Se trata de dos textos brevessuscritos por Cceres en noviembre y diciembre de 1883, que ilustransobre el carcter poco uniforme que revisti la lucha de los guerrillerosindgenas, particularmente en lo que se refiere a sus distintasmotivaciones y a los elementos causales estructuralesenraizados en lassituaciones locales.

    Cabe resaltar la importancia que ha tenido la consulta de materiales deprensa de Lima de la poca, en especial el Diario Oficial, La Situacin y ElComercio. Los dos primeros fueron redactados por periodistas yfuncionarios chilenos de tiempos de la ocupacin de Lima. Tambin hasido utilizado el peridico La Bolsa de Arequipa. De importancia anmayor ha sido la lectura de los documentos suscritos por Cceres que

    fueron difundidos (con muy buen criterio) en versin facsimilar por laComisin Permanente de Historia del Ejrcito del Per en el libroCceres: conductor nacional(1984).

    El autor considera que gran parte de los desenfoques historiogrficossuelen asentarse como producto de la repeticin y combinacin deconclusiones que han sido tomadas de un conjunto restringido detrabajos de investigacin sobre un tema concreto. A nuestro entender, elloviene ocurriendo desde hace un tiempo con el episodio de la ejecucin delguerrillero Laymes en 1884. El hecho de acudir a las fuentes de la pocacon el propsito de releerlas es un sano recurso para abrir nuevas vasque hagan posible acercarse a viejos problemas que han sido resueltosslo en apariencia. De otro lado, al margen de la evidente importancia deponer en contexto, interpretar adecuadamente, y apreciar el trasfondo deun texto de la poca, ello debe realizarse sin forzar su contenido. El

    significado explcito de un documento, tal como fue expresado por suautor o autores, no tiene necesariamente que ser desechado como falso.Adems, si no se hace con rigor, el hecho de parafrasear un texto de lapoca puede llevar a traicionar su sentido exacto. Estos son loslineamientos bajo los cuales nos aproximaremos al estudio del casoLaymes.

    La revisin propuesta ha sido planteada de acuerdo con el espritu deprocurar situar a los actores sociales en los contextos concretos en losque debieron desenvolverse. Segn esta aproximacin, nos alejaremosde la literatura histrica de corte nacionalista o extremista y, en general,de toda tendencia que busque idealizar o romantizar a ciertos autores ygrupos sociales. De muchas formas, esta perniciosa tendencia haalcanzado por igual, en el pasado, a personajes como Andrs A. Cceres(tomado como modelo institucional militar), y a las poblaciones andinasorganizadas como fuerzas guerrilleras (consideradas comorepresentantes del pas autntico y real, en perpetua sujecin al poder y ala opresin del estado republicano). Pocas actitudes han hecho (o hacen)ms dao al trabajo historiogrfico que la excesiva tendencia aesquematizar los comportamientos de ciertos personajes o gruposhumanos o (en extremos verdaderamente graves) incluso a caer en elmaniquesmo. Todos los actores sociales e individuales tienen luces ysombras.

    Veamos a continuacin algunos antecedentes historiogrficos relativamenterecientes que pueden ser relevantes para el estudio del tema propuesto. Enla poca de la conmemoracin de los centenarios del inicio de la Guerra del

    Pacfico (abril de 1879) y de las acciones militares de Marcavalle, Pucar yConcepcin durante la llamada Campaa de La Brea (julio de 1882), lahistoriografa peruana y extranjera profundiz en distintos aspectos de lahistoria social y econmica del conflicto, tanto en lo que se refiere al procesomismo, como a sus antecedentes y consecuencias. Entre los historiadoresque plantearon enfoques novedosos sobre el tema podra mencionarse aHeraclio Bonilla quien, en julio y diciembre de 1979, precisamente el ao delcentenario del comienzo del conflicto, public la nota A propsito de laGuerra con Chile y el artculo El problema nacional y colonial en el contextode la Guerra del Pacfico (2). Como puede apreciarse de la lectura de ambostextos, que ya son analizables con cierta perspectiva, se trataba de trabajosque sin duda enriquecieron un panorama donde haba abundadonegativamente la literatura histrica de efemrides militares y que, en elmejor de los casos, salvo algunas notables excepciones, concentrabanicamente su atencin en enfoques de historia poltica sin ahondar en los

    numerosos aspectos de la vida social de la poca. Se trat, en general, detoda una generacin de jvenes investigadores que comenzaron a leer lasfuentes primarias de la guerra con ojos de historiadores de la sociedad y de laeconoma. Entre los aspectos que llamaban su atencin, podran citarse,como ejemplos, las actitudes y comportamientos de la poblacin china quetrabajaba en las haciendas de la costa, y la compleja participacin de loscampesinos en el conflicto. Jorge Basadre no ahond en muchos temas dehistoria social y econmica pero, junto con un notable enfoque poltico,avanz en aspectos tales como las conexiones internacionales y eltratamiento de la nocin de Patria durante la guerra. La historiografarenovadora ampli considerablemente el campo de visin de los temas de laguerra y de los tiempos precedentes y posteriores, y mostr muchasdivergencias con los enfoques llamados (no siempre en forma exacta)tradicionalesdel conflicto. Tambin comenzaron a tener lugar debates en elseno mismo de la nueva historiografa, debido probablemente al carcter

    apasionado, excesivamente generalizador, e incluso prejuicioso, de muchasde las afirmaciones que se hicieron. Algunas de estas polmicas, las ms deellas totalmente informales, como la que gir en torno a la naturalezaexpoliadora o positiva del Contrato Grace esta vez en el mbito especficode la historia econmica parecen haber sido ya esencialmente resueltas.

    Una decantacin semejante no se ha producido, ni de lejos, en el tema de laparticipacin campesina durante la Guerra del Pacfico. Consciente ointuitivamente, todos los historiadores que han estudiado la movilizacin queel general Andrs A. Cceres hizo de los campesinos como pilar esencial dela resistencia en la sierra contra los invasores chilenos (1881-1884), hansentido que este proceso rompa con muchos moldes del pasado. Setrataba, en efecto, de algo mucho ms complejo que rebeliones como la deHuancan en 1866-1867 (Larson 2002: 110), que las tradicionales levas decampesinos, o que la participacin de este sector de la sociedad en losconflictos locales que precedieron a la guerra con Chile. Un general serranoblanco, que arengaba en quechua a sus soldados y campesinos movilizadosiniciaba una guerra novedosa que, sobre la base de un gran conocimientodel terreno, combinaba la accin conjunta de un pequeo ejrcito regular conla actividad de miles de guerrilleros indgenas (3).

    Existe cierta coincidencia entre los investigadores, ratificadaconstantemente por las fuentes, sobre el origen de la participacincampesina en la campaa de La Brea. La causa fundamental parece habersido el tipo de guerra de exterminio que comenzaron a hacer lasexpediciones chilenas que ingresaron a la sierra a partir de la expedicin delcomandante Ambrosio Letelier, que tuvo lugar entre abril y julio de 1881(Bulnes 1955 [1911-1919]: 20-25). Haciendo probablemente eco de JorgeGuillermo Legua (1939: 31-32) y de otros autores, Manrique (1981: 106 y s.)ha sealado que los oficiales de Chile, as como la parte profesional de latropa de ese pas, haban hecho su entrenamiento militar previo en el sur,

    actuando contra los indios bravos araucanos, en enfrentamientoscaracterizados por el saqueo y hasta el exterminio de los oponentes. El msfamoso de los jefes chilenos que se enfrent a Cceres, el coronel Estanislaodel Canto (1840-1923), comenz su carrera militar en las campaas depacificacin de la Araucana (Fras Valenzuela: 397). Los oficiales chilenoseran expertos en este tipo de guerra de arrasamiento e identificaronequivocadamente, por simple percepcin superficial, a los laboriosos y por logeneral pacficos indios peruanos con los levantiscos mapuches de lafrontera sur de Chile. Se trat de un error cuyas consecuencias polticas ymilitares generaron ms de un problema a la causa de los invasores. Labrutalidad de las incursiones chilenas, acompaada de la constanteexigencia de doncellas (un elemento constante que repiten las fuentes de lapoca y que seguramente se remontaba tambin a las tradiciones de lasguerras mapuches), hizo comprender a los campesinos que se estabanenfrentando a una amenaza sin precedentes. As se explica claramente que

    muchos de ellos consideraran a Cceres y a su Ejrcito del Centro comoprotectores o, en todo caso, como aliados en la lucha contra un enemigocomn.

    Aparte del origen, mucho ms difcil resulta precisar la naturaleza de laparticipacin campesina durante la campaa de la sierra, as como eltratamiento de la aparicin de varias formas de nacionalismo dentro de estesector, tema general del presente trabajo, aparte del asunto focal referido a laejecucin de Laymes.

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    3/8

    3AVANCEGran parte de las discrepancias sobre el fenmeno del nacionalismocampesino fueron mencionadas en el artculo de Bonilla El campesinadoindgena y el Per en el contexto de la Guerra con Chile (Bonilla 1990).Planteemos ahora las preguntas que consideramos esenciales: fueronguerrilleros que defendan el terruo como su Patria, con un patriotismoincluso ms sincero que el de muchos terratenientes?, comenzaban acreer en algo ms grande que la simple patria chica de sus pueblos ycomunidades o fueron slo desencadenadores de feroces odios deraza?, qu uni a los guerrilleros y a Cceres?, cul fue el peso de losorgenes regionales y de las situaciones locales de los guerrilleros en eltipo de su participacin en la guerra?, dio Cceres la espalda a susguerrilleros al terminar la Guerra del Pacfico?

    Intentemos reconstruir ahora el episodio focal de este trabajo, vale decir,la ejecucin de Laymes en julio 1884. En la medida de que ello seaposible, esta reconstruccin ser hecha utilizando fuentes de la poca.

    1. La ejecucin del guerrillero Toms Laymes

    ...ni suscribo la tesis segn la cual los grandes hombres son casiinvariablemente hombres perversos (Carr 1972: 72).

    A las cuatro de la tarde del jueves 2 de julio de 1884, el guerrillero TomsLaymes y tres de sus subordinados fueron fusilados en la plaza deHuamanmarca de la ciudad de Huancayo. La ejecucin fue hecha deacuerdo a la sentencia emitida por un tribunal militar que cont con laaprobacin de Cceres. Laymes haba venido operando comocomandante de las montoneras de los pueblos de Chongos Alto,

    Carhuacalln, Huasicancha, Vilca, Calca y Putaca, todos pertenecientesa la provincia de Huancayo (4). El desenlace contrastaba notoriamentecon el tenor de un oficio que Cceres haba dirigido desde Ayacucho, confecha 28 de febrero de 1884, al comandante militar de la zona occidentalde Huancayo, Toms Bastidas, donde deca que el jefe de los guerrillerosde Chongos Altos (probablemente Laymes o un subordinado suyo) lehaba informado que Bastidas amenazaba con desarmar y ejercerhostilidad contra ellos. Cceres ordenaba a Bastidas que se abstuviera defomentar cualquier rencilla entre los guerrilleros y que, en su calidad decomandante militar, les hiciera comprender los verdaderos e importantesfines de la institucin guerrillera (5). Esta actitud de Cceres cambibruscamente el 26 de junio cuando, ya desde Huancayo, dirigi al mismoBastidas (y a otros jefes) un oficio circular impreso, aunque con su firmade puo y letra, donde informaba sobre la prisin y sometimiento a juiciode los Jefes de guerrillas D. Toms Laymes, Faustino Vlches y Gaspar

    Santistevan. Este oficio, dirigido principalmente a los guerrilleros quehaban combatido en Marcavalle y Concepcin contra las fuerzas deChile, en nombre y para prestigio del Per, deca en su parte central losiguiente:

    Desde hace mucho tiempo ha venido recibiendo este Despachorepetidos partes de crmenes y escndalos de todo gnero perpetradospor el referido Laymes y sus Tenientes.

    Estos individuos, olvidando la noble misin que deban desempear enlos pueblos y lejos de servir de garanta a la vida y a la propiedad de losvecinos, lo han atropellado todo, cometiendo asesinatos alevosos,incendiando y saqueando poblaciones enteras y ejercitando brbarasvenganzas personales.

    La monstruosidad misma de los crmenes que se me denunciaban, mehaca dudar de ellos, y me contrajo a reunir todas la piezas de acusacincontra Laymes investigando por conductos respetables la verdad de lascosas.

    Existan ya estos antecedentes, cuando el referido Laymes alentado, sinduda, por la impunidad en que quedaban sus delitos, llev su audaciahasta desobedecer las rdenes que en repetidas ocasiones le impart yromper salvo-conductos que llevaban mi firma; agregando a sudesobediencia palabras irrespetuosas que ponan de manifiesto sushbitos de indisciplina y sus propsitos de sedicin.

    Ante una conducta tan reprobable que tenda a desmoralizar los pueblos ya bastardear el objeto de la noble institucin de las guerrillas que tantosdas de gloria han conquistado para el Per, he ordenado [la prisin] ysometimiento a juicio de Laymes, Vilches y Santiste[van] [roto] ademstodas las medidas conducentes a prevenir desrdenes en las fuerzas[roto].

    Es tiempo ya de que la justicia ejerza su imperio sobre todos: lo mismopara el rico [roto: que?] [pa]ra el pobre; para el Jefe como para elsubalterno.

    Los guerrilleros no son una horda de bandoleros sin ley y sin respeto a laautoridad. Ellos son los ciudadanos armados en defensa de los ms santoy ms noble que pueda existir en una sociedad civilizada; el honor de laPatria, el derecho de propiedad y la vida del hombre.

    Manifestar propsitos contrarios como lo han hecho Laymes y sustenientes, es presentarse como una turba sin Dios, sin Patria y sinconciencia, entregada al torrente devastador de todas las malaspasiones (6).

    Cceres suscriba este oficio (7) a Bastidas y a otros jefes guerrillerosapenas veinte das despus de haberse dirigido por escrito al jefe de lasfuerzas chilenas de Jauja reconociendo el Tratado de Ancn como hechoconsumado, en alusin a la aprobacin de este instrumento por la

    Asamblea iglesista que tuvo lugar en marzo de 1884 (Basadre 1983 t. VII:5 y s.).

    Muy poco tiempo antes de su oficio del 6 de junio al jefe chileno, en un dano precisado del mes anterior, Cceres haba ingresado a Huancayo enviaje desde sus acantonamientos de Ayacucho, atravesando lneas deguerrilleros en armas y en medio de una gran tensin que reinaba en esaciudad y en todo el departamento de Junn, en general. Segn loscomentarios del corresponsal de El Comercio, Manuel A. Ferrandis, y otrasinformaciones aparecidas posteriormente en este peridico, ello se debaa que los guerrilleros de los pueblos vecinos comandados por elsanguinario caudillo Toms Laymes, haban tratado de saquearHuancayo aprovechando la retirada de los chilenos. Segn el citadocorresponsal, los guerrilleros haban abrigado este propsito durante seismeses, vale decir desde diciembre de 1883 (8).

    Segn otras fuentes, los ltimos meses de 1883 fueron de particularviolencia campesina en la Sierra Central y en otras reas del Per entre lasque cabe citar a los valles de Santa y Caete (9). Como explicacin de estaamenaza de convulsiones sociales, en el caso del centro, Ferrandisdeca que todos estos pueblos habran buscado en la venganza unacompensacin a las exacciones de que han sido vctimas durante lainvasin chilena (10).El ingreso de Cceres en Huancayo haba sido precedido en pocos das,probablemente tambin en mayo, por el de su secretario, el coronel ArturoMorales Toledo. Acompaado de una pequea escolta, y pese a la actitudhostil de los guerrilleros, este alto oficial se haba presentado al jefe deellos, concentrados en Quebrada Honda (a legua y media de Huancayo),exigiendo se retirasen a sus pueblos e impidiendo as los desbordessociales (11). Hay fuertes indicios de que el interlocutor de Morales Toledohaya sido el propio Laymes quien, durante el juicio que se le comenz en

    junio de 1884 declar que habra saqueado la ciudad de Huancayo a noimpedrselo la actitud resuelta de la juventud de esta ciudad y tambin laoportuna llegada del ejrcito del general Cceres, sucesos que leimpidieron castigar severamente a los argollistas (12). Este ltimo trminoera usado repetidamente por los guerrilleros para referirse a los quecolaboraban con los chilenos, aunque para esa poca ya haba sidogeneralizado por los guerrilleros ms belicosos a la totalidad de lossectores blancos y urbanos, fuesen colaboracionistas o no. Con estosantecedentes, el 25 de junio de 1884 (el da anterior a la difusin del yacitado oficio circular de Cceres sobre el caso) Laymes ingres aHuancayo por orden de Cceres al mando de mil quinientos indios ms omenos [...] la cuarta parte con rifles de precisin y el resto con lanzas ochuzos, entre ellos doscientos bien montados. Una vez efectuado elacuartelamiento de esta tropa, Laymes y sus lugartenientes fueronreducidos a prisin por sorpresa (13). Interesa conocer ahora quin haba

    sido Laymes, y cul fue el camino que lo condujo hacia su cruento final.

    2. La trayectoria de Laymes

    Cmo era Laymes y cules eran sus seas generales de identidad? Elreporte periodstico de su ejecucin, publicado el 19 de julio de 1884 en eldiario El Comerciode Lima, que tiene todas las trazas de haber sidoredactado por un testigo de su juicio y ejecucin, describe lo siguiente:

    Presentse ste ante el jurado, y vimos en l un hombre de regularestatura, musculoso, delgado, lampio, de color mestizo, ojos pardos,mirada serena, nariz aguilea, boca grande y labios delgados. Tomada lainstructiva dijo: (en muy mal castellano) que se llamaba Toms Laynes

    [sic], que era natural de la provincia de Huanta, de treinta y un aos de edady casado (14).

    Este testimonio indica que si bien Laymes era en trminos de la cultura uncampesino pobre, racialmente era sin lugar a dudas un mestizo. De otrolado, Laymes haba nacido ms al sur, en Huanta, en un espaciosocioeconmico diferente (15). Ambos datos son muy interesantesporque, para comenzar, ponen en duda la imagen que lo ha presentadoalgunas veces como una suerte de hroe popular indio.

    Las primeras informaciones ms o menos seguras sobre la vida deLaymes se encuentran en las Memorias del comandante Jos GabinoEsponda, militar de carrera, mestizo del pueblo de Sicaya, quien fue uno delos activos colaboradores de Cceres en la organizacin de las guerrillasen tiempos de la segunda incursin chilena a la Sierra Central (febrero-julio1882). Refiere Esponda en este fragmento que refiere hechos ocurridosentre febrero y marzo de 1882:

    Inici la ardua tarea de fomentar guerrillas por los pueblos de ChongosAlto y Huasicancha. En este ltimo hall al cabo primero Toms Laimes,quien formara en la primera compaa del batalln Manco Cpac Nro. 81en las jornadas de San Juan y Miraflores y el que entusiastamente cooperconmigo en la formacin de las guerrillas (Esponda 1936: 21-22).

    Estas acciones se dinamizaron, y terminaron en un alzamiento general delos pueblos situados en el eje Jauja-Huancayo, particularmente luego de laemboscada con galgas de Sierralumi contra un destacamento chileno acomienzos de marzo de 1882, llevada a cabo por la comunidad de Comas(Manrique 1981: 150). Los campesinos precariamente armados, entre losque debieron encontrarse Laymes y sus fuerzas del rea de Colca, encompaa de los jefes militares enviados por Cceres, enfrentaron la feroz

    represin chilena:

    Para dominar la insurreccin, Canto resolvi hacer una excursincombinada por ambas orillas del ro de Jauja, o sea una correra o maln alestilo de los que se usaban con los araucanos [...] Todos los grupossumaban once compaas de infantera, cuatro de caballera y cuatropiezas de montaa. Su total aproximado deba ser alrededor de 1.200hombres. Era una expedicin en forma que todas las comunidades

    MANPE PER

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    4/8

    AVANCE 4reunidas con sus muchos miles de combatientes no podran resistir. La

    expedicin sali el 19 de abril [de 1882] y anduvo diez das recogiendocuanto encontraba en pueblos y campos. No tuvo que sostener ningncombate digno de mencin sino encuentros aislados, pero la razzia tuvopor resultado arrebatar a los indgenas sus ltimos recursos (Bulnes 1955[1911-1919]: 150).Otra fuente chilena, escrita a menos de un mes de los dramticos sucesosde abril de 1882, es un poco ms sincera sobre las dificultades que estelevantamiento acarre a las fuerzas ocupantes:

    Hay constancia de que no han sido los indios los que por s solos hanlevantado el grito de rebelin, sino que han obedecido a inspiraciones deciertos sacerdotes y de oficiales que dicen pertenecer al ejrcito del

    general Cceres. La prueba de ello es que el cura de Huaripampa cay,lanza en mano, animando a sus combatientes y exhortndolos a norendirse jams. Confirma tambin lo que decimos, el hecho de habersecapturado al coronel Samaniego y a varios oficiales, los que fueronpasados por las armas con todas las solemnidades de estilo en la plaza deHuancayo (16).

    Un testigo peruano de la poca, el terrateniente Luis Miln Duarte, recogilos mismos acontecimientos desde otro punto de vista probablemente mscercano a la matanza que realmente ocurri. Duarte lleg a ser uncolaboracionista convencido de la inutilidad de la continuacin de la guerraluego de la cada de Lima. Su Exposicinde 1884 es una fuenteexcepcional escrita aproximadamente dos aos despus de los sucesosque hemos referido. En esencia, Duarte habla en ella del efecto que laspenetraciones invasoras tuvieron para despertar la belicosidad de las

    comunidades, as como del desencadenamiento del levantamiento de lospueblos aliados del Mantaro contra las tropas chilenas, que tuvo su etapade mayor tensin entre marzo y abril de 1882. El espritu de este texto, desabor antiindgena da, paradjicamente, una idea bastante objetiva sobrela primera experiencia militar de cierta envergadura que debieronexperimentar los recin organizados guerrilleros como el cabo Laymes.Es, en verdad, uno de los pocos testimonios sobre la desesperada defensade Chupaca que tuvo lugar el 19 de abril de 1882. De las informacionesque Duarte transmite se deduce la existencia de un sentimientovirtualmente unnime de resistencia en el lado peruano, que se romperadespus. En efecto, en esa primera etapa de la campaa de la sierra tuvolugar la formacin de una suerte de frente unificado entre los campesinospobres de las alturas (como Laymes), los soldados de Cceres, losmestizos de cierta posicin (como Esponda), los indios hispanohablantesarrieros del rea (17), los curas de los pueblos, e inclusive un sector de

    terratenientes (18).El cuadro dantesco de las masacres de abril de 1882 explica el entusiastaapoyo que recibi Cceres en la regin cuando, poco tiempo despus, acomienzos de julio, en las acciones de Marcavalle, Pucar y Concepcin,desencaden una ofensiva contra el ejrcito del coronel Canto quepreludi un retiro temporal de las fuerzas chilenas de la Sierra Central, enlo que sin duda fue el punto culminante de la campaa (19). Continuemosrastreando la trayectoria de Laymes en la siguiente etapa de la campaa.

    Laymes fue un guerrillero campesino tpico que no dio el salto hacia suincorporacin al ejrcito regular que fue derrotado en Huamachuco en juliode 1883. Empujado por los chilenos, Cceres se haba visto obligado aabandonar temporalmente el escenario de la Sierra Central desde mayode ese ao para marchar al norte Qu hacan, entretanto, Laymes y por lomenos un sector belicoso de los guerrilleros en esta zona? Una fuente querecogi tradiciones orales del rea 15 aos despus de los sucesos, hablade la violenta penetracin en Huancayo, el 4 de julio de 1883 (seis dasantes de la batalla de Huamachuco), de guerrilleros armados con rifles ylanzas, que robaban y asesinaban aprovechando la desocupacin de laciudad por la expedicin chilena del coronel Martiniano Urriola (Raz1899:15). Antes, el 20 de mayo, los montoneros (en el sentido mstradicional de esta palabra) haban atacado esa misma ciudad (TelloDevotto 1944: 39). En general, entre mayo de 1883 (cuando Cceresmarchaba al norte rumbo a Huamachuco) y mayo de 1884 (cuando seprodujo el regreso de Cceres a Huancayo), el entusiasmo blico de losterratenientes y la actividad violenta de cierto tipo de guerrilleros parecenhaber tenido una relacin inversamente proporcional. En el distrito deColca, por ese tiempo,Todos los anexos, caseros y haciendas de este distrito han sido el teatrode las correras de la montonera que, formada por sus mismos habitantes,saqueaba las haciendas circunvecinas, incendindolas despus, yasesinando sin piedad a cuantos tenan la desgracia de caer en susmanos; ms an si eran blancos, a quienes daban el epteto de chilenistaso argollistas (Rez 1899: 19).

    A esos das de zozobra para los blancos del rea, entre 1883 y 1884,corresponde tambin la siguiente cita de Luis Miln Duarte:Esos mismos guerrilleros dieron muerte inicua a los muy dignos jvenesLa-Barrera, Weclock, Hugues y Giraldes. La-Barrera era de Hunuco,hacendado. Fue asesinado por los guerrilleros de Pazos que mutilaron sucuerpo, paseando su cabeza en una infernal algazara en Pampas, capitalde Tayacaja. Noble vctima sorprendida en medio de sus labores. Hugues(Fernando) sufri en Huancayo dos crueles rejonasos [sic] en su mismacasa, el da que penetr la montonera de Acostambo. Fue distinguidsimoen la juventud y comerciante honorable. Las crueldades de que fueronblanco los S.S. Weclock y Giraldes (Narciso) las conoce todo el pas,

    porque no ha habido alma honrada que no se hubiese indignado Susverdugos fueron los guerrilleros de Moya. Pues bien con excepcin deGiraldes, las otras tres vctimas eran entusiastas partidarios de losguerrilleros! Giraldes era el ciudadano ms pacfico, entregado a laagricultura y prescindente de la poltica; pereci por seguir la suerte deWecklock. D. Carlos Weclock, cnsul de Guatemala, comerciante deConcepcin, excelente sujeto, ardoroso partidario de la guerra sin fin, fueel jefe de la oposicin en Concepcin, a los preliminares de paz (Duarte1983 [1884]: 51 y s.).

    Parece ser que es el mismo Giraldes, quien aparece mencionado en formams precisa como argollista y oponente de los guerrilleros de la bandaoriental del Mantaro, en otro documento independiente del anterior,fechado el 16 de abril de 1882. Nos referimos a la clebre carta que los jefesguerrilleros de Comas dirigieron al terrateniente colaboracionista civilistaJacinto Cevallos, que ha sido con justicia mencionada en la historiografadel siglo XX como una prueba evidente de la existencia de un sentimientonacional por lo menos en algunos sectores del campesinado, aunque, eneste caso, asociado a rivalidades de clase (Manrique 1981: 394). La cita deDuarte anteriormente copiada tambin es muy valiosa porque sugiere quepor lo menos cierto tipo de guerrilleros, ante la ausencia de Cceres y de loschilenos, no hacan en los hechos ninguna distincin entre patriotas ychilenistas. Sigamos con Laymes, ya en los das finales de su vida.

    Si bien es cierto que durante el juicio previo a su ejecucin, que se realizentre junio y julio de 1882, Laymes declar no haber estado involucradodirectamente en los asesinatos de los notables Weeclock y Giraldes, s dijoque..era cierto que haba asesinado y hecho asesinar a todos los que juzgabatraidores a la patria. Que as mismo era cierto que haba cortado diversosmiembros del cuerpo a los que crea sus enemigos y a sus guerrilleros,cuando incurran en alguna falta [...] que haba incurrido en los delitos deasesinato, robo, flagelacin, mutilacin y estupro y que los que lo habanayudado en estas criminales tareas eran los capitanes montoneros,Vilches, Santisteban y Briceo, su ayudante de ms confianza y el asesinode los seores Weelock [sic] y Giraldez (20).

    En un extrao pasaje de estas mismas declaraciones registradas por un

    reportero, Laymes admiti haberse hecho tributar homenajes como a Incaemperador, aunque a causa del estado de embriaguez en que seencontraba continuamente, y por el cual haba incurrido en todos suscrmenes. Como seala Mallon, esta curiosa referencia podra tal vezinterpretarse a la luz de la eventual participacin de Laymes en fiestascampesinas, asociadas a interminables libaciones, donde el Inca aparecacomo uno de los personajes (Mallon 1995: 203-204). De otro lado, Laymesasumi la responsabilidad de haber contribuido con las montoneras alsaqueo de las haciendas Tucle, Canipaco, Laive e Incahuasi, todas deganado lanar, y que el fruto del robo lo haba repartido a las fuerzas de sudependencia (21). En su polmicaExposicin de 1884, el colaboracionistaLuis Miln Duarte hablaba de su hacienda Ingahuasi (Duarte 1983 [1884]:50). Por su parte, la seora Bernarda Pilago, ta de Cceres, haba sido latradicional propietaria de la hacienda Tucle desde los tiempos delpresidente Castilla (Smith 1989: 67 y 70). La hacienda Laive era de los

    hermanos Valladares, cuya nica integrante femenina estaba casada conel ubicuo Duarte (Smith 1989: 64; Basadre 1983 t. VI: 325). Adems de suparticipacin directa o indirecta en estos crmenes y robos, ya hemosmencionado anteriormente que, desde diciembre de 1883, Laymesconcentraba sus efectivos cerca de Huancayo para saquear esta ciudad,donde los guerrilleros ya haban incursionado en mayo y julio de ese ao.Segn otra fuente publicada en 1899, el 21 de mayo de 1884, poco antes dela entrada de Cceres a Huancayo, los jvenes de esa ciudad, informadosde las asechanzas de Laymes y de sus hombres, alcanzaron a atajarlo en elpueblo de Huamancaca-grande, a orillas del Mantaro:

    Este pueblecito rememor el cronista local Rez unos quince aosdespus de los sucesos es clebre en la historia de Huancayo por elcombate entre parte de la juventud de esta ciudad y los bandidos que, con elnombre de guerrilleros, mandados por Tomas Laimes, venan a saquear la

    poblacin, aprovechando de que no haba fuerza alguna en ella. Mandaronun ultimtum intimando a la ciudad que se entregara a su merced en elperentorio trmino de dos horas, y amenazando entrar a sangre y fuego sias no se haca. Huancayo, que recordaba con horror los crmenescometidos por la montonera de Huari el 4 de julio de 1883, respondi queantes sucumbira luchando el ltimo de sus hijos, que entregar la ciudad alsaqueo y vandalaje. Laimes vena a atacar la poblacin por el citadoHuamancaca, cuando se encontr con parte del escuadrn de 80 jvenesque iban haciendo un reconocimiento. Inmediatamente se empe elcombate entre los 25 de la avanzada de jvenes y parte de los montonerosque en nmero de ms de 5,000 y provistos de todas armas, parecan unahorda de brbaros. La accin tuvo lugar el 21 de mayo de 1884, y dur seishoras, terminando con la retirada de ambos al aproximarse la noche (Raz1899: 17 y s.).Una tradicin local hablaba del rbol de cedro, a cuya sombra [Laymes]cometa mil atrocidades con mujeres y hombres, orgas y atroces torturas asus enemigos. Esta misma tradicin menciona la sorprendente respuestaque Laymes habra dirigido a Cceres cuando fue llamado a Huancayo afines de junio de 1884: Dgale a Cceres que soy tan general como l y siquiere que vaya a Huancayo, que prometa tratarme de igual a igual (TelloDevotto 1971: 74 y s.). Hay un prrafo del antes citado oficio de Cceres del26 de junio de 1884 informando sobre la prisin de Laymes, que podraestar refirindose a esta respuesta (...agregando a su desobedienciapalabras irrespetuosas que ponan de manifiesto sus hbitos de indisciplinay sus propsitos de sedicin...).Veamos ahora cmo ha sido interpretada la ejecucin de Laymes en lahistoriografa del siglo XX hasta el presente.3. Interpretaciones de la ejecucin de LaymesCceres no cita el episodio en sus Memorias (1973 [1924]), lo que podrarevelar un ocultamiento deliberado o la conviccin de que era un episodiosin mayores consecuencias que ni siquiera mereca ser explicado. Basadre

    tampoco toca el tema en su Historia de la Repblica del Per (1983 tomosVI y VII). En cuanto a las interpretaciones modernas de la muerte deLaymes, la ms completa y difundida corresponde a Nelson Manrique,quien la condens en su libro Las guerrillas indgenas en la Guerra conChile de 1981. Segn ella, la movilizacin de guerrilleros como Laymes(expresado en un lenguaje acadmico marxista muy en boga en losochentas) desbordaba [...] claramente los lmites que la sociedadterrateniente impona a la accin autnoma de

    MANPE PER

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    5/8

    AVANCE 5los indgenas, expresando un potencial revolucionario an confuso ylarvario, pero no menos amenazador, por ello, para los intereses de laelite regional (Manrique 981: 361). Manrique asign al fusilamiento delguerrillero un peso extraordinario dentro del proceso histrico posterior ala Guerra del Pacfico, como un gesto que expres un trnsito negativo enla actitud de Cceres hacia los guerrilleros. Ms recientemente, inspiradaen Manrique, Brooke Larson ha resumido claramente esta percepcin:

    ...los cambios en el curso de la guerra partidaria entre 1883 y 1884asestaron un golpe letal a los movimientos guerrilleros del Mantaro. Yapara comienzos de 1884, las faccionalizadas lites peruanas habancomenzado a dejar de lado sus diferencias y cerrar filas contra lacreciente amenaza de la anarqua rural en la Sierra Central. En junio de

    ese ao, Cceres le dio la espalda a sus propios soldados campesinospara forjar alianzas tcticas con Iglesias, acomodndose al Tratado de

    Ancn. La guerra civil haba terminado. Cceres poda capitalizar susheroicos esfuerzos en la resistencia, pero slo si apostaba por losoligarcas costeos y hacendados serranos. En particular necesitaba de

    estos ltimos en su propia provincia de Junn, para que respaldaran su pujapor el poder y para ganrselos deba aplastar a las guerrillas que alguna vezhaban defendido a la nacin en nombre suyo. Hizo esto con un gesto brutal.En julio de 1884, apenas un mes despus de que aceptara cumplir con elinfame Tratado de Ancn, Cceres captur, juzg y ejecut en la plaza deHuancayo a Toms Laimes, un jefe guerrillero y sus tres asistentes.

    Con esta matanza, Cceres lanz una campaa militar y retrica derepresin. Posteriormente, como Presidente, lanz todo el peso de su cargocontra las montoneras. En mayo de 1886 se uni a una conspiracin deoficiales para desacreditar a las guerrillas y borrarlas del recuerdo oficial delos hroes de la guerra. Privados de su estatus como patriotas y veteranos,las montoneras fueron transfiguradas en hordas salvajes y criminales

    comunes que asaltaban a los hacendados y peones amantes de la paz de laregin (Larson 2002: 131).

    Corresponde hacer ahora una reinterpretacin basada tanto eninvestigaciones recientes como en documentos de la poca.

    El Inca ColonialPablo Macera

    A fines del siglo XVII, dos indiomestizos nobles del Per deambulaban porEspaa en busca de algo ms que mercedes personales porquepretendan que los reyes de la corona espaola (Felipe IV, Carlos II)reivindicaran a la nobleza indgena americana y dentro de ella a la estirpeinca. Ambos eran clrigos aunque de distinta jerarqua. El padre BernardoInga solo era presbtero de los clrigos menores mientras que Don JuanNuez Vela de Ribera haba llegado a ser Racionero en la catedral de

    Arequipa. El intercambio epistolar entre ambos durante los aos16901693 ocasion un rarsimo expediente formado por dos impresos ycinco figuras. Los impresos son: a) la Carta enviada por el padre BernardoInga desde Sevilla 1690 a Nuez Vela de Ribera y b) la Respuesta queste le dio en Madrid 1693 dirigida adems (en tono garcilacista) a todoslos caballeros indios provenientes de la estirpe regia de los monarcas delPer y a todos los indios y mestizos, sus parientes y amigos. Las dosmisivas aparecen asociadas con cinco figuras. Dos de ellas en blanco ynegro son grabados y dibujos a pluma de los reyes Felipe IV (grabado1662) y Carlos II (con aadido a pluma), cada uno de ellos calificado de

    Catlico Inga. Otros dos dibujos representan en color escudos nobiliarios,algunos de cuyos cuarteles ostentan emblemas incas. Unocorrespondera a Nuez Vela; el otro de mayor jerarqua lleva trescuarteles con smbolos incas: Serpientes, falcnida andina,mascapaycha, felino, arco iris. Y por ltimo, como pieza principal, lapintura de un Inca joven de cuerpo entero cuyo nombre no aparecesealado. Tiene el ndice derecho alzado en ademn de autoridad. No esposible saber si los autores de las cartas fueron tambin responsables delas pinturas o si las encargaron a un tercero. El Inca, personajedominante, sostiene en su mano izquierda una alabarda de oro. Tambinson de oro los hilos de la basta de su tnica negra y las joyas que adornanlas muecas, hombros, rodillas y empeines; as como el disco solar queostenta en el pecho. Viste una tnica blanca bordeada de tocapus y condibujos de cantutas en toda su parte frontal. En el lado superior a la manoderecha del personaje aparece un escudo en el cual los emblemas son

    incas pero acuartelados al modo espaol. Esos blasones parecen evocaren parte tanto a las primeras como a las segundas armas de los incasdiseadas por Guamn Poma de Ayala (sierpes, mascapaicha, Sol...). Laimpronta colonial estara en el castillo o torren de Sacsahuaman que enalgo se parece sin embargo al Pacarec Tampu (Pacarina de losTampu/Latcham) de las Primeras Armas. No es fcil ubicar al personajede esta pintura. Representaba a un soberano inca anterior a la conquistaespaola?. O a cualquiera de los miembros de la nobleza colonialcusquea?. A favor de lo colonial estara el arreglo herldico y su parecido

    con el Retrato de Don Alonso Chivantopa ejecutado en fecha posterior. Endiscusin estara el hecho de que este Inca no es decididamente un orejnaunque lleva dos aretes de oro, ausentes en la Procesin del Corpus, peroque no dejan de exhibirlos algunos retratos coloniales de incas nobles. Losadornos que ornamentan la cabeza del inca tendran que ser examinados

    con mayor detencin. Algunos de ellos reproducan modelos precoloniales:llawtu, maskapaycha, tupaqochor. La impronta colonial estara presente enel Suntur Paucar (ver Procesin del Corpus) adaptado a la cabeza enminiatura, complejo pero no opaca sin embargo la deliberada presentacinarcaica de la vestimenta: la tnica es corta y arriba de las rodillas, los brazosdesnudos... Para complicar todo, la vestimenta de este inca no coincide conninguna de las descripciones que da Nuez Vela con la excepcin de MancoCapac sobre cuyo vestuario nada dice. Es Manco Capac?. O debemospreferir una figura colonial a pesar del vestido arcaico?.De Bernardo Inga y Juan Nuez de Vela no conocemos ms de lo que ellosmismos revelan en sus respectivas misivas. El ms importante comodijimos parece haber sido Juan Nuez de Vela que no era indio sino mestizoy cuyo puesto de Racionero nos sorprende[1]. Por el lado espaol, NuezVela descenda de un primo del Virrey Blasco Nuez Vela. Por el lado indiosus antepasados eran don Francisco Comar y Don Felipe Carlos Sinchi

    Puma Inga, testigos y actores de la conquista espaola. Don FranciscoComar fue un equvoco hroe colaboracionista citado en la Historia de lasrdenes militares, escrita por Francisco Caro de Torres: durante el sitio delCusco uno de los guerreros de Manco desafi a singular batalla y desde elbando espaol le respondi Francisco Comar Inga colaborador de losPizarros; Comar obtuvo la victoria y se convirti en hombre de estima yconfianza para los espaoles[2]. En cuanto a don Felipe Carlos SinchiPuma Inca, otro de los abuelos de Nuez Vela, fue el misterioso y elusivoembajador que lleg hasta Carlos V en nombre de los Incas. Habra sido leala los conquistadores europeos como lo demostr en Panam de vuelta deEspaa al Per perdiendo la vida de un arcabuzaso que los rebeldes a sumagestad le dieron[3]. Premunido de sus parentescos y quizs tambin desus conocimientos Nuez Vela parece haber asumido el liderazgo en lasgestiones que en Espaa realizaba junto con Bernardo Inga. En la divisinde trabajo correspondi a Bernardo Inga insistir en el vnculo de los incas

    con la alta nobleza peninsular. Para ello asumi una postura genealgicaque podramos llamar oficialista. Segn l la varona de Huayna Capacfeneci con la muerte de Don Melchor Carlos. Slo subsistan las estirpesvinculadas a Coyas y ustas. Esta postura beneficiaba no solamente a lospropios reyes espaoles y a la negociacin hecha por Sairy Tpac y sudescendencia femenina sino que adems permita incrementar lasaspiraciones de indios, mestizos y criollos vinculados fuese a ladescendencia femenina inca o a las panacas anteriores a Huayna Cpac.Para Nuez Vela quedaron reservadas las cuestiones genealgicas ydinsticas ms difciles. No quera herir la susceptibilidad hispnica perotampoco perjudicar a su propio linaje. As es como entendemos que a pesarde mencionar la legitimidad de la sucesin en Huscar no lo incluye en sunumeracin como tampoco, por supuesto, al Inca Atahualpa. Para NuezVela slo fueron once los incas gentiles que terminaron con Huayna Cpacy no menciona a la lnea Vilcabamba: Manco, Sayre Tupac y menos anTupac Amaru[4]. De modo que el emperador Carlos es mencionado comoInga XII. Con lo cual, segn Nuez Vela la gran monarqua hispana fueconvertida en una monarqua mestiza. En lnea sucesoria seguan Felipe elPrudenteInga XIII, Felipe el PiadosoInga XIV, Felipe GrandeInga XV,Carlos II Inga Catlico XVI[5].

    A pesar de esta simplificacin Nuez Vela no ignoraba los desacuerdos enlas diferentes Capacuna, que respondan a intereses y rencores dinsticosantiguos mantenidos por los descendientes coloniales de las diferentespanacas incas. Algunas versiones podran incluir a Urco como noveno inca(y de esa fuente lo transcribi Antonio de Herrera). Hubo que esperar hastala derrota espaola e independencia criolla para que resucitara la memoriade algunos incas excluidos. As fue el caso de Justo Sahuaraura, quien alrespecto present dos versiones diferentes: en su impreso de Pars omitila figura de Manco Inca y salt de Atahualpa 13 a Sairy Tupac 15 paraconcluir con un Tupac Amaru sin numeracin. Mientras que en la versinmanuscrita omiti al inca Atahualpa y no solo coloc la imagen de Manco

    sino que incluy a Sairy Tupac y al 16 inca Tupac Amaru para concluir en supropio pariente el prncipe Cristbal Paullo como titular 17 de la varonainca[6].No nos detengamos en estas implicaciones genealgicas y polticas. Sinperjuicio de haber seguido al Memorial de fray Buenaventura de Salinas, loque ms sorprende en la carta de Nuez Vela y su Real Serie de los IncasGentiles es su aparente conocimiento de fuentes no convencionales sobrela historia Inca y sus coincidencias con algunas versiones de GuamnPoma. Antes que nada revela profunda enemistad contra el Inca

    MANPE PER

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    6/8

    AVANCE 6Pachacutec, el Inca que con su honda lanzaba pedazos de oro al SolAnti,

    naciente. Pachacutec haba sido prncipe de aviesas y depravadascostumbres muy dado a la glotonera, ebriedad. Bajo su reinado secometieron abominables delitos y en castigo Dios envi siete aos de sequa,hambre y pestilencia, terremotos, resacas del mar. Tanto que los habitantescreyeron haba llegado el fin del universo y por eso a este inca lo llamaronPachactec. Tampoco simpatizaba con Yoque Yupanqui (mal agestado, denimo perverso) ni con la sed de oro de Capac Yupanqui o con el lascivo IncaRoca.Por contraste Nuez Vela elogia a Wiracocha Inga que era hermoso afable ymanso de corazn. Tena gallardo entendimiento y por discurso naturalconoci la existencia de la primera causa y persuadi a sus vasallos que elSol no era supremo dios sino que haba un seor oculto en el cielo que

    mandaba sobre el Sol. No parece que esta opinin provenga exclusivamentede sus lecturas de Garcilaso de la Vega o Buenaventura de Salinas queNuez Vela cit. Correspondera esta actitud ms bien a un viejo rencor entrelas panacas incas. Hay indicios que la lnea legitimista HuaynaCpacHuascar fue contradicha por los miembros de la panaca Pachacutec(partidaria de Atahualpa) mientras que las de Wiracocha y Tpac IngaYupanqui apoyaron a Huscar. En todo esto Nuez Vela se mueve ms omenos en los mismos trminos que la mayora de los autores por entoncesconocidos. En cambio intrigan las similitudes entre esta Capacuna de NuezVela y la Capacuna de Guamn Poma de Ayala, a pesar de la distancia decien aos entre ambos autores. De los nueve incas que describe Nuez Vela(sin mayor referencia a Manco Cpac) y con las excepciones de Inca Roca yYahuar Huaca hay similitudes parciales en cuanto a la vestimenta en nomenos de siete de ellos. En Sinchi Roca coinciden la borla o llautocarmes/colorado, la camiseta rosada y el manto encarnado. En YoqueYupanqui la manta amarilla y la camiseta morada, si bien Nuez Vela no

    menciona las tres vetas de tocapo que cita Guamn Poma. En CpacYupanqui son iguales los colores de las mantas y parte de la camiseta. Comotambin el color de la manta en Huiracocha. Lo mismo en Pachactecadems del color anaranjado de la camiseta. O en la manta tornasol de TpacInga Yupanqui si bien Nuez Vela no menciona los tocapos y, por ltimo lacamiseta verde y anaranjada de Huayna Cpac. En algunos casos NuezVela, adems de las coincidencias bsicas, noticia caractersticas que no dioGuamn Poma: mariposas carmeses de Mayta Cpac, plumas de variospjaros en Inca Roca, pluma de guacamayo en Wiracocha[7].Todas estas descripciones parecen relacionadas con una matriz muy antiguavinculada a expresiones tan diferentes como el Poquecancha, los blasonesde panacas en keros tempranos no figurativos, las telas pintadas del virreyToledo, los lienzos vistos por el cronista Garcilaso, los dibujos en blanco ynegro de Guamn Poma, los dibujos a color de los colaboradores indios delcronista Murua (incluyendo al propio Guamn Poma para los esquemasbsicos sin color)... Parecera que las dificultades de la comunicacinlingstica entre indios y espaoles impuls un verdadero furor plstico. Loscuras catequizaban con dibujos, los indios pintaban sus pecados[8] odibujaban el secreto de los Ceques para Polo de Ondegardo... Ya en fechasms prximas a Nuez Vela estara la Procesin del Corpus[9]. Quizs por elmismo tiempo prosperaron las Efigies con la sucesin ininterrumpida de incasy monarcas europeos. Una de los ms clebres hecha a mediados del XVIIIguardaba el Beaterio limeo de Copacabana del que en fechas anterioreshaba sido Capelln Nuez Vela. Ese lienzo evocaba tradiciones que lovinculan con aquellos autores (Guamn Poma, Montesinos) que hablaron delas edades anteriores a los incas, edades que segn Copacabana serancuatro, correspondientes a otros tantos capitanes unidos a sus consortes. Demodo que a los quince incas gentiles habra que aadir otros 104 anteriores aManco Cpac que obviamente no aparecen en esta Efigie[10]. Otrosejemplares de estas Efigies fueron rematadas por la casa Sothebys (1983-1984). Aunque obras de diferentes autores coinciden en mucho las obras

    mencionadas, sea por conocimiento mutuo o por referencia a una tercerafuente: las mismas Armas del Imperio (Jaguar entre arbustos); la esposa deManco Capac es Mama Huaco, hay un Inca intermedio entrePachacutec/Tupac Yupanqui, incluyen a Huscar y Atahualpa.Ninguno de estos asuntos a los que nosotros hoy da damos prioridad tenanla misma importancia en la perspectiva de Nuez Vela y de su asociadoBernardo Inga. Solo constituan el teln de fondo para respaldar ambiciosasgestiones. Entre otras las siguientes:- 24 hbitos de rdenes militares para repartir entre nobles, indios y mestizos.- Solicitud para que en todas las ciudades cabezas de obispado se fundaraColegios Reales donde los mancebos indios pudieran estudiar Gramtica yTeologa.- Por aquel entonces lo haban nombrado Capelln de la iglesia limea deCopacabana destinada a doncellas indias. Nuez Vela peda que el sitio fueradeclarado Iglesia Real y se le reconociera por consiguiente como CapellnReal de la misma.

    - Hizo tambin gestiones ante la Compaa de Jess y escribi a su Prepsitogeneral Tirso Gonzales para pedirle que los jesuitas del Per admitieran a losindios y mestizos al estudio de latinidad sin que los echen de las clases degramtica como de ordinario se experimenta.- Al mismo tiempo mantuvo relacin epistolar con el padre Pablo de SanLucas que en el reino de Cerdea era Provincial de la Congregacin de laMadre de Dios de las Escuelas Pas. Ese instituto se dedicaba a ensearlatinidad y ciencias a los sectores socialmente ms pobres. Al parecer tuvoalgn xito, pues le respondieron positivamente y Nuez Vela pudo ensoarescuelas para indios en todo el Per. Como aquella escuela solitaria que pocodespus (al alimn con los jesuitas) fund en Paucartambo el magnateMrquez de Escudero.Ignoramos el xito que pudieron alcanzar Nuez Vela y Bernardo Inga en loque respecta a sus ambiciones personales. En cambio sabemos quefracasaron sus pedidos a favor de los indios peruanos. Lo pondran enevidencia casi cincuenta aos ms tarde tanto la Representacin verdaderacomo el Planctus indorum christianorum in America peruntina (Calixto de SanJos Tupac Inca, Antonio Garro, Isidro Cala y Ortega). Ninguno de ellosalcanz en los siglos XVIIXVIII justicia civil y menos todava amparo de laIglesia porque en Amrica el Estado eclesistico es como un mar lleno conslo peces espaoles. Al final, cansados, hartos, terminaron muchos indios,nobles y del comn, escogiendo el camino de Tupac Amaru, que tampococondujo a nada; y as qued nuevamente abierta la exasperacinpentecostal.

    El trfico interno est dominado por LAN. Muchosdestinos del interior no cuentan con vuelos regularespor un criterio estrechamente comercial.

    Cuando el Per se

    Qued Sin Cielo

    El Per no tiene una aerolnea de bandera representativa de capitalesnacionales.

    Nuestra lnea presumiblemente de bandera es decir, que debierarepresentar al pas al negociar frecuencias, destinos y servicios es LANPer, una sucursal chilena.

    La ubicacin geogrfica del Per es estratgica, con atractivos tursticosespeciales, y el aeropuerto Lima-Callao se perfila como un hubsudamericano, pero hasta nuestro trfico interno est dominado por LAN.

    Sin duda que la Lnea Area Nacional de Chile (LAN) se ha convertido enuna gran empresa internacional (y un gigante en el rea de la carga), peropocas naciones ceden tanta soberana como el Per a un servicio quepertenece a un pas vecino.

    De ese desvaro lo debemos culpar al fujimorato, que remat a Aeroperpara que Aeromxico la fagocitara, empuj la liquidacin de Faucett ycambi la ley para vendernos por un plato de lentejas (o porotos).

    Para contar con una lnea area nacional de bandera, y prestar un adecuadoservicio interno en un pas con la accidentada topografa del Per, no esnecesario ser una potencia econmica.

    En abril le toc a Ethiopian Airlines la distincin de reanudar los vuelos de losfamosos Boeing 787 Deamliners.

    En enero la actividad de estos flamantes jets, de diseo ultraavanzado,haba sido paralizada en el mundo entero por la FAA al detectarse fallas ensu sistema de bateras.

    Pero superadas estas, Ethiopian Airlines despach su primer vuelo de AddisAbeba a Nairobi sin incidentes.

    Ethiopian Airlines posee una flota de cuatro Boeing 787 (que cuestan US$110 millones cada uno), adems de mltiples otros aparatos.

    Sin embargo, la antiqusima Etiopa es hoy un pas miserable comparadocon el Per.

    Su extensin geogrfica es igual a la nuestra, pero su economa no llega aun tercio de la peruana (PNB de US$ 103,100 millones contra US$ 325,400millones estimados en el 2012). Jorge Chvez, paladn de laaviacin peruana

    Y el ingreso per cpita anual de los etopes es una dcima parte del de losperuanos (U$ 1,200 anuales vs US$ 10,700).

    Aun as, Ethiopian Airlines, que es de propiedad estatal desde que lafundara el emperador Haile Selassie en 1946, llega a 89 ciudades en elmundo y a todo su territorio nacional.

    En el Per del siglo XXI, en cambio, las frecuencias areas han sidoreducidas o cortadas a muchas localidades del interior con un criterioestrechamente comercial marginando rutas que no son carnecita.

    Las aerolneas nacionales existentes, mientras tanto, son marginales y nocuentan con apoyo financiero o estatal adecuado.

    Julin Palacn, presidente de la Comisin de Derecho Aeronutico y de la

    Aviacin Comercial del Colegio de Abogados, bien ha descrito nuestrasinauditas carencias en este rubro en una conferencia titulada Soberana enel espacio areo.

    As que solo cabe preguntar: Jorge Chvez, all arriba, nos puedesexplicar por qu nuestro pas no levanta vuelo en este tema fundamental?

    MANPE PER

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    7/8

    AVANCE 7

    CORREDOR PERUANO Y AGAPERFeria de la Cocina Peruana en el Abasto

    MANPE PER

    EXITO TOTAL

    Francisco Azarte Mara Suarez

    Restaurante en Buenos AiresIntegrantes Grupo Chasca

    Publico disfrutando el evento Los ricos picarones

    Se llev acabo en elcorredor peruano elf e s t i v a l d e l ag a s t r o n o m aP e r u a n a ,p a r t i c i p a r o nr e s t a u r a n t e s yp e q u e o se m p r e n d e d o r e smostraron lo ricoque es nuest racomida. Todo ello sehizo posible a la

    gestin realizadop o r e l G r u p oCorredor Peruano,Siempre trabajandoen una verdaderai n t e g r a c i n d enuestros pueblosPer y Argentina.

  • 7/28/2019 Avance Junio 2013

    8/8

    AVANCE

    Colaborarn:Francisco Flix Azarte A.

    Ciro lvarez RoblesD R j

    AzarAzarGRUPO S.AAVANCEVocero del Movimiento de Accin Nacionalista Peruano.MANPERegistro de propiedad Intelectual en Trmite.

    Gentileza:

    8

    Estimados Lectores: Usted puede publicar articulos enNuestra revista AVANCE, sirvase enviarnos a.

    [email protected]

    http://manpearg.blogspot.com

    www.manpe.org.pe

    ....Nacimos para Usted.

    MANPE PER

    MANPE CUSCO

    MANPE CRECE

    .

    En el Pukar, estarn los que pueden,No los que quieren.