aviso · 2020. 1. 21. · desde nuestro interior, es la vida misma de Cristo Resucitado, que se nos...

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El segundo es “no comenzar y no terminar nunca un día sin al menos un breve contacto con Dios”. Y el tercero, “en el camino de nuestra vida, seguir las 'señales del camino' que Dios nos ha comunicado en el Decálogo leído con Cristo, que es simplemente la definición de la caridad en determinadas situaciones”. “De ahí que la caridad para con Dios y para con el próji- mo sea el signo distintivo del verdadero discípulo de Cristo. Esta es la verdadera sencillez, grandeza y profundidad de la vida cris- tiana, del ser santos”, añadió. “¡Qué grande y bella, y también sencilla, es la vocación cristiana vista desde esta luz!”, exclamó el Papa. “Todos estamos llamados a la santidad: es la medida misma de la vida cristiana”. “Quisiera invitaros a todos a abriros a la acción del Espíri- tu Santo, que transforma nuestra vida, para ser, también nosotros, como piezas del gran mosaico de santidad que Dios va creando en la historia, para que el Rostro de Cristo resplandezca en la ple- nitud de su fulgor”. Por ello, exhortó, “no tengamos miedo de mirar hacia lo alto, hacia la altura de Dios; no tengamos miedo de que Dios nos pida demasiado, sino que dejemos guiarnos en todas las acciones cotidianas por su Palabra, aunque nos sintamos pobres, inade- cuados, pecadores: será Él el que nos transforme según su amor”. Los santos, afirmó el Papa, “nos dicen que es posible para todos recorrer este camino. En todas las épocas de la historia de la Iglesia, en toda latitud de la geografía del mundo, los santos per- tenecen a todas las edades y a todo estado de vida, son rostros concretos de todo pueblo, lengua y nación. Y son muy distintos entre sí”. En su opinión, “muchos santos, no todos, son verdaderas estrellas en el firmamento de la historia”, y no solo “los grandes santos que amo y conozco bien”, sino también “los santos senci- llos, es decir las personas buenas que veo en mi vida, que nunca serán canonizados”. “Son personas normales, por decirlo de alguna manera, sin un heroísmo visible, pero que en su bondad de todos los días, veo la verdad de la fe. Esta bondad, que han madurado en la fe de la Iglesia es para mi la apología segura del cristianismo y la señal de donde está la verdad”. l Papa Benedicto XVI afirmó hoy, 13 de Abril, ante los peregrinos reunidos en la plaza San Pedro para la Audien- cia General, que la santidad es algo “sencillo” y al alcance de todos. Concretamente, subrayó que “lo esencial” es ir a misa los domingos, rezar cada día, e intentar vivir conforme a la voluntad de Dios, es decir, el amor a los demás. El Papa quiso dedicar el encuentro de hoy a reflexionar sobre el hecho mismo de la santidad, cerrando con ello un ciclo sobre historias de santos que comenzó hace dos años, y en el que ha recorrido las biografías de teólogos, escritores, fundadores y doctores de la historia de la Iglesia. En su meditación, el Pontífice subrayó que la santidad no es algo que el hombre pueda conseguir por sus fuerzas, sino que viene por la gracia de Dios. “Una vida santa no es fruto principalmente de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces Santo, que nos hace santos, y la acción del Espíritu Santo que nos anima desde nuestro interior, es la vida misma de Cristo Resucitado, que se nos ha comunicado y que nos transforma”, explicó. La santidad, afirmó, “tiene su raíz principal en la gracia bau- tismal, en el ser introducidos en el Misterio pascual de Cristo, con el que se nos comunica su Espíritu, su vida de Resucitado”. Sin embargo, añadió, Dios “respeta siempre nuestra libertad y pide que aceptemos este don y vivamos las exigencias que com- portan, pide que nos dejemos transformar por la acción del Espíritu Santo, conformando nuestra voluntad a la voluntad de Dios”. Partiendo de esta premisa, de que el amor de Dios ya ha sido dado por el bautismo, ahora se trata, explicó, de “hacerlo fructificar”. “Para que la caridad como una buena semilla, crezca en el alma y nos fructifique, todo fiel debe escuchar voluntariamente la Palabra de Dios, y con la ayuda de su gracia, realizar las obras de su voluntad, participar frecuentemente en los sacramentos, acercar- se constantemente a la oración, al servicio activo a los hermanos y al ejercicio de toda virtud”, explicó, citando la Gaudium et Spes. Lejos del lenguaje solemne, el Papa propuso “ir a lo esen- cial”, que son tres puntos: el primero, “esencial es no dejar nunca un domingo sin un encuentro con el Cristo Resucitado en la Eucaristía, esto no es una carga, sino que es luz para toda la semana”. De Domingo de Resurrección año XVI · número 854 · 24/4/2011 interés iesta de la Pascua del Señor. Del Paso de la muer- te a la vida. Paso precedido y figurado en el Anti- guo Testamento por la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, inaugurada por el Paso de Yahvé por delante de las casas de los israelitas, sin tocarlas, mientras castigaba las de los egipcios, seguida por el Paso del Mar Rojo y del Éxodo por el desierto hasta finalizar por el Paso del Jordán al entrar en la tierra pro- metida. Dios salva a su pueblo. La celebra- ción de la Pascua conmemora y actualiza este hecho de la salvación. Pero, ahora, para los cristianos, la Pascua es, sobre todo, la celebración del Paso del Señor de la muerte a la vida: la Resurrección. Este es el verdadero Paso, la verdadera Pascua. Cuando hablamos de la resurrec- ción, en nuestra sociedad occidental, no podemos prescindir de las concepciones que rodean la idea de la resurrección, vin- culadas a la idea bíblica y a la idea griega de la inmortalidad, de las que somos, que- rámoslo o no, tributarios. Según la concep- ción griega, el alma del hombre, incorrupti- ble por naturaleza, entra en la inmortalidad divina en el mismo momento en que la muerte le ha libe- rado de las ataduras del cuerpo. Aquí no hay resurrección posible. Hay, simplemente, inmortalidad del alma. Según la concepción bíblica, la persona humana entera está condenada, por su condición presente (el pecado de Adán), a caer bajo el poder de la Muerte: el alma queda- rá prisionera del “Sheol” (lugar también llamado “Infier- nos” –Jesús descendió a los infiernos, decimos en el Credo, antes de resucitar- o “Hades”), mientras que el cuerpo se pudrirá en la tumba. Pero esto sólo constituye un estadio transitorio del que el hombre re-surgirá vivo, por una gracia divina, como quien se re-alza de la tierra en la que yacía, como quien se re-despierta del sueño en el que había caído. Aquí, la persona humana entera re- surge. Aquí hay resurrección. El alma, que estaba prisio- nera, vuelve a recuperar su cuerpo y re-nace para la vida eterna. Esta idea bíblica constituye el centro de la fe y de la esperanza cristianas desde el momento en que Cristo volvió a la vida como “primogénito de entre los muertos”. Durante su vida pública Jesús manifiesta el poder que ha recibido del Padre haciendo volver a la vida, terrestre, eso sí, a algunas personas: la hija de Jairo (Marcos 5, 21-42), el hijo de la viuda de Naín (Lucas 7, 11-17), su amigo Lázaro (Juan 11). Estas resurrecciones son el anuncio de su propia resurrección, que será de naturaleza totalmente diferente. Estas resurrecciones son para esta vida; la suya será para la vida eterna, para el mundo nuevo que Él mismo inaugura como “primogé- nito”, como primer nacido. A pesar de que, en numerosas oca- siones, Jesús había anunciado a sus discí- pulos su muerte y su resurrección al tercer día, ninguno de ellos comprendió sus pala- bras ni pensó que hablaba en serio. Mateo nos referirá este anuncio de Jesús como el “signo de Jonás”: “porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra” (Mateo 12, 40). Juan se referirá a las pala- bras de Jesús a los judíos, como el “signo del Templo”: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré…Él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2, 19-21). Y Juan añade a continuación: “Cuando resucitó de entre los muertos se acordaron sus discípulos de que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús les había dicho”. De hecho, la muerte y la sepultura de Jesús les habían sumi- do en la desesperación. Cuando María Magdalena les anuncia que le ha visto vivo “no lo creyeron” (Marcos 16, 11). Cuando dos discípulos les dan la noticia de que le han visto “ni aún a estos creyeron” (Marcos 16, 13). Jesús resucitado, empeñado en que los discípulos crean en su resurrección, se les aparece “durante cuarenta días” (Hechos de los Apóstoles 1, 3), es decir en el período que media entre su Resurrección y su Ascensión. Porque la cosa no era sencilla. Si ya el hecho de ver a un resucitado era difícil de creer, todavía era más difícil “reconocer” al Jesús terrestre en el Jesús resucitado. Les tiene que insis- tir en que no es un fantasma, que es Él, con su propio cuerpo. Pero, claro, este cuerpo escapa a las condiciones habituales de la vida terrestre. El cuerpo de Jesús es un cuerpo de “gloria”, celeste. Por eso, por ejemplo, los dis- cípulos de Emaús, van caminando un buen rato con Él y no lo reconocen a primera vista. Jesús, el “primogénito”, entró el primero en este mundo nuevo que es el universo rescatado. Y su Resu- rrección nos abre la puerta a nuestro propio rescate, para que nosotros también podamos resucitar con Él a la nueva vida en el mundo nuevo. San Miguel Arcángel La voz de la parroquia El Señor resucitó F DESTRUID ESTE TEMPLO, Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ A. O. aviso s La receta del Papa para ser santo: Ir a misa, rezar, amar al otro E El programa de celebraciones de las próximas fiestas de nuestra patrona, Nª Sra. del Retamar es el siguiente: •Triduo – Los días 28, 29 y 30 de Abril a las 18:30 h. •Misa solemne y Procesión – El día 1 de Mayo a las 11 h. (se suprime la Misa de 12 h.) •Romería - El lunes 2 de Mayo sal- drá de la Iglesia a las 11:30 h. La Misa en la Ermita a las 13 h. aviso 1 Festividad de Ntra Sra. del Retamar “¡Qué grande y bella, y también sencilla, es la vocación cristiana vista desde esta luz!”

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De

Domingo de Resurrección

año XVI · número 854 · 24/4/2011

interés

iesta de la Pascua del S

eñor. Del P

aso de la muer-

te a la vida. Paso precedido y figurado en el A

nti-guo Testam

ento por la liberación del pueblo deIsrael de la esclavitud de E

gipto, inaugurada por elP

aso de Yahvé por delante de las casas de los israelitas,sin

tocarlas, m

ientras castigaba

las de

los egipcios,

seguida por el Paso del M

ar Rojo y del

Éxodo por el desierto hasta finalizar por el

Paso del Jordán al entrar en la tierra pro-

metida. D

ios salva a su pueblo. La celebra-ción de la P

ascua conmem

ora y actualizaeste hecho de la salvación. P

ero, ahora,para los cristianos, la P

ascua es, sobretodo, la celebración del P

aso del Señor de

la muerte a la vida: la R

esurrección. Este es

el verdadero Paso, la verdadera P

ascua.C

uando hablamos de la resurrec-

ción, en nuestra sociedad occidental, nopodem

os prescindir de las concepcionesque rodean la idea de la resurrección, vin-culadas a la idea bíblica y a la idea griegade la inm

ortalidad, de las que somos, que-

rámoslo o no, tributarios. S

egún la concep-ción griega, el alm

a del hombre, incorrupti-

ble por naturaleza, entra en la inmortalidad

divina en el mism

o mom

ento en que la muerte le ha libe-

rado de las ataduras del cuerpo. Aquí no hay resurrección

posible. Hay, sim

plemente, inm

ortalidad del alma. S

egúnla concepción bíblica, la persona hum

ana entera estácondenada, por su condición presente (el pecado deA

dán), a caer bajo el poder de la Muerte: el alm

a queda-rá prisionera del “S

heol” (lugar también llam

ado “Infier-nos” –Jesús descendió a los infiernos, decim

os en elC

redo, antes de resucitar- o “Hades”), m

ientras que elcuerpo se pudrirá en la tum

ba. Pero esto sólo constituye

un estadio transitorio del que el hombre re-surgirá vivo,

por una gracia divina, como quien se re-alza de la tierra

en la que yacía, como quien se re-despierta del sueño en

el que había caído. Aquí, la persona hum

ana entera re-surge. A

quí hay resurrección. El alm

a, que estaba prisio-nera, vuelve a recuperar su cuerpo y re-nace para la vidaeterna. E

sta idea bíblica constituye el centro de la fe y dela esperanza cristianas desde el m

omento en que C

ristovolvió a la vida com

o “primogénito de entre los m

uertos”.D

urante su vida pública Jesús manifiesta el poder

que ha recibido del Padre haciendo volver a la vida,

terrestre, eso sí, a algunas personas: la hija de Jairo(M

arcos 5, 21-42), el hijo de la viuda de Naín (Lucas 7,

11-17), su amigo Lázaro (Juan 11). E

stas resurreccionesson el anuncio de su propia resurrección, que será denaturaleza

totalmente

diferente. E

stas resurrecciones

son para esta vida; la suya será para la vida eterna, parael m

undo nuevo que Él m

ismo inaugura com

o “primogé-

nito”, como prim

er nacido.A

pesar de que, en numerosas oca-

siones, Jesús había anunciado a sus discí-pulos su m

uerte y su resurrección al tercerdía, ninguno de ellos com

prendió sus pala-bras ni pensó que hablaba en serio. M

ateonos referirá este anuncio de Jesús com

o el“signo

de Jonás”:

“porque com

o estuvo

Jonás en el vientre de la ballena tres días ytres noches, así estará el H

ijo del hombre

tres días y tres noches en el seno de la tierra”(M

ateo 12, 40). Juan se referirá a las pala-bras de Jesús a los judíos, com

o el “signodel Tem

plo”: “Destruid este tem

plo, y en tresdías lo levantaré…

Él hablaba del tem

plo desu cuerpo”

(Juan 2, 19-21). Y Juan añade a

continuación: “Cuando resucitó de entre los

muertos se acordaron sus discípulos de que

había dicho esto, y creyeron en la Escritura y

en la palabra que Jesús les había dicho”. De

hecho, la muerte y la sepultura de Jesús les habían sum

i-do en la desesperación. C

uando María M

agdalena lesanuncia que le ha visto vivo

“no lo creyeron” (Marcos 16,

11). Cuando dos discípulos les dan la noticia de que le han

visto “ni aún a estos creyeron” (Marcos 16, 13). Jesús

resucitado, empeñado en que los discípulos crean en su

resurrección, se

les aparece

“durante cuarenta

días”(H

echos de los Apóstoles 1, 3), es decir en el período que

media entre su R

esurrección y su Ascensión. P

orque lacosa no era sencilla. S

i ya el hecho de ver a un resucitadoera difícil de creer, todavía era m

ás difícil “reconocer” alJesús terrestre en el Jesús resucitado. Les tiene que insis-tir en que no es un fantasm

a, que es Él, con su propio

cuerpo. Pero, claro, este cuerpo escapa a las condiciones

habituales de la vida terrestre. El cuerpo de Jesús es un

cuerpo de “gloria”, celeste. Por eso, por ejem

plo, los dis-cípulos de E

maús, van cam

inando un buen rato con Él y

no lo reconocen a primera vista.

Jesús, el “primogénito”, entró el prim

ero en estem

undo nuevo que es el universo rescatado. Y su R

esu-rrección nos abre la puerta a nuestro propio rescate, paraque nosotros tam

bién podamos resucitar con É

l a lanueva vida en el m

undo nuevo.

SanMiguel

ArcángelLa

vozde

laparroquia

El S

eñor resucitó

F

DES

TRUID

ESTE

TEMPLO

,YEN

TRES

DÍAS

LOLEVA

NTA

A. O.

aviso

s

La receta del P

apa p

ara ser santo: Ir a m

isa, rezar, amar al otro

E

El

pro

gra

ma

de

cele

bra

cio

nes

de

las

pró

xim

as

fiesta

s

de

nuestra

patro

na, N

ª Sra

. del R

eta

mar e

s e

l

sig

uie

nte

:

•Trid

uo –

Los d

ías 2

8, 2

9 y 3

0 d

e

Ab

ril a la

s 1

8:3

0 h

.

•M

isa s

ole

mne y P

rocesió

n –

El d

ía

1 d

e M

ayo

a la

s 1

1 h

. (se s

up

rime la

Mis

a d

e 1

2 h

.)

•R

om

ería

- El lu

nes 2

de M

ayo

sal-

drá

de la

Igle

sia

a la

s 1

1:3

0 h

. La

Mis

a e

n la

Erm

ita a

las 1

3 h

.

aviso 1

Festividadde

NtraSra.

delRetam

ar

“¡Qué grande y bella, y tam

bién sencilla, es la vocación cristiana vista desde esta luz!”

Page 2: aviso · 2020. 1. 21. · desde nuestro interior, es la vida misma de Cristo Resucitado, que se nos ha comunicado y que nos transforma”, explicó. La santidad, afirmó, “tiene

a secuencia es una com-

po

sición

litúrgica

enform

a de p

oema, interp

o-lad

a tras

la últim

a nota

con la que se concluía el

aleluya (jubilus). E

l jubilus

era lap

rolongación musical q

ue perm

i-tía gustar y exp

resar largamente

la alegría de la alab

anza del ale-

luya. San A

gustín hablab

a de él:

“El júb

ilo es un sonido q

ue indica

la incap

acidad

d

e exp

resar lo

que

siente el

corazón. Y

este

mod

o de cantares el m

ás ade-

cuado cuand

o se trata del D

iosinefab

le. Porq

ue, si es inefable,

no pued

e ser traducid

o en pala-

bras. Y, si no p

uedes trad

ucirloen p

alabras y, p

or otra parte, no

te es lícito callar, lo único que

pued

es hacer es cantar con júbi-

lo. De este m

odo, el corazón se

alegra sin palab

ras y la inmensi-

dad

del gozo no se ve lim

itada

po

r uno

s vo

cablo

s. “C

antadle

con maestría y júb

ilo”C

on el tiemp

o se sintió lanecesid

ad

de

dar

contenido

aesa m

elodía: surge así la secuen-

cia. Es una p

ieza extrabíb

lica yd

e insp

iración p

rivada

que

seintro

dujo

en

la liturg

ia. S

ob

retod

o en la Ed

ad M

edia la secuen-

cia tuvo gran acogida. Luego han

sido

red

ucidas

deb

ido

a

sucarácter extrab

íblico (no ad

ecua-d

o, pues, p

ara el marco d

e laLiturgia

de

la P

alabra)

y a

suexcesiva d

uración.

LLaa

ssee

ccuu

eenn

cciiaa

VV

iiccttiimm

aaee

pp

aass

LLaa

ssee

ccuu

eenn

cciiaa

VV

iiccttiimm

aaee

pp

aass

-- --cc

hhaa

lliiss llaauu

ddee

sscc

hhaa

lliiss llaauu

ddee

ssTanto

el

texto

com

o

lam

úsica de la secuencia se atrib

u-yen

a W

ipo

de

Borgoña

(990-1050),

capellán

de

la corte

de

Conrad

o II y de su hijo E

nrique III.

San

Mig

uelArcángel

La Secuencia

de P

ascua

LunesMartes

MiércolesJuevesViernesSábado

252627282930

SSeegg

uunn

ddaa llee

ccttuu

rraaLectu

ra d

e la

carta

del a

sto

l san P

ab

loa lo

s C

olo

senses. 3

, 1-4

.

Herm

anos:

Ya que hab

éis resucitado

con C

risto,

buscad

lo

s b

ienes d

e allá

arriba,

do

nde

está Cristo

, sentado

a la derecha d

e Dio

s;asp

irad a lo

s bienes d

e arriba, no

a los d

ela tierra.

Po

rque hab

éis muerto

, y vuestra vida

está con C

risto esco

ndid

a en Dio

s. Cuand

oap

arezca C

risto,

vida

nuestra, ento

ncestam

bién vo

sotro

s apareceréis, juntam

enteco

n él, en glo

ria.

Palab

ra de D

ios

Ofrezcan lo

s cristianos

ofrend

as de alab

anza a g

loria d

e la Víctim

a p

rop

icia de la P

ascua.C

ord

ero sin p

ecado

q

ue a las ovejas salva,

a Dio

s y a los culp

ables

unió co

n nueva alianza.Lucharo

n vida y m

uerte en sing

ular batalla,

y, muerto

el que es la V

ida,

triunfante se levanta.«¿Q

ué has visto d

e camino

, M

aría, en la mañana?»

«A m

i Seño

r glo

rioso

, la tum

ba ab

ando

nada,

los áng

eles testigo

s,sud

arios y m

ortaja.

¡Resucitó

de veras

mi am

or y m

i esperanza!

Venid a G

alilea, allí el S

eñor ag

uarda;

allí veréis los suyo

s la g

loria d

e la Pascua.»

Prim

icia de lo

s muerto

s, sab

emo

s po

r tu gracia

que estás resucitad

o;

la muerte en ti no

mand

a.R

ey vencedo

r, apiád

ate d

e la miseria hum

anay d

a a tus fieles parte

en tu victoria santa.

SSeeccuu

eenn

cciiaa

EEvvaann

ggeelliioo

Lectu

ra d

el s

anto

evang

elio

seg

ún s

an

Juan. 2

0, 1

-9.

El p

rimer d

ía de la sem

ana, María M

ag-d

alena fue al sepulcro al am

anecer, cuando

aún estaba oscuro, y vio la losa q

uitada d

elsep

ulcro.E

chó a correr y fue dond

e estaba S

imón

Ped

ro y el otro discíp

ulo, a quien tanto q

ue-ría Jesús, y les d

ijo:- «S

e han llevado d

el sepulcro al S

eñor yno sab

emos d

ónde lo han p

uesto. »S

alieron Ped

ro y el otro discíp

ulo camino

del sep

ulcro. Los dos corrían juntos, p

ero elotro d

iscípulo corría m

ás que P

edro; se ad

e-lantó y llegó p

rimero al sep

ulcro; y, asomán-

dose, vio las vend

as en el suelo; pero no

entró.Llegó tam

bién S

imón P

edro d

etrás de él

y entró en el sepulcro: vio las vend

as en elsuelo y el sud

ario con que le hab

lan cubierto

la cabeza, no p

or el suelo con las vendas,

sino enrollado en un sitio ap

arte.E

ntonces entró tamb

ién el otro discíp

ulo,el q

ue había llegad

o prim

ero al sepulcro; vio

y creyó.P

ues hasta entonces no habían entend

i-d

o la Escritura: q

ue él había d

e resucitar de

entre los muertos.

Palab

ra del S

eñor

PPrriimm

eerraa

lleeccttuu

rraaLectu

ra d

el lib

ro d

e lo

s H

echo

s d

e lo

s a

sto

les.

10

, 34

a. 3

7-4

3.

En aq

uellos días, P

edro tom

ó la palab

ra y dijo:

- «Conocéis lo q

ue sucedió en el p

aís de los jud

íos, cuando

Juan pred

icaba el b

autismo, aunq

ue la cosa emp

ezó en Gali-

lea. Me refiero a Jesús d

e Nazaret, ungid

o por D

ios con la fuer-za d

el Esp

íritu Santo, q

ue pasó haciend

o el bien y curand

o a losop

rimid

os por el d

iablo, p

orque D

ios estaba con él.

Nosotros som

os testigos de tod

o lo que hizo en Jud

ea y enJerusalén. Lo m

ataron colgándolo d

e un mad

ero. Pero D

ios loresucitó al tercer d

ía y nos lo hizo ver, no a todo el p

ueblo, sino

a los testigos que él hab

ía designad

o: a nosotros, que hem

oscom

ido y b

ebid

o con él desp

ués de su resurrección.

Nos encargó p

redicar al p

ueblo, d

ando solem

ne testimonio

de q

ue Dios lo ha nom

brad

o juez de vivos y m

uertos. El testi-

monio d

e los profetas es unánim

e: que los q

ue creen en él reci-b

en, por su nom

bre, el p

erdón d

e los pecad

os.»Palab

ra de D

ios

Palabra

deDios

VerbumDei

LunesMartes

Miércoles

JuevesViernesSábado

252627282930

LunesSanto

Martes

Santo

Miércoles

Santo

JuevesSanto

ViernesSanto

Sábado

Santo

He2,14.22-33

/Sal15

/Mt28,8-15

He2,36-41

/Sal32

/Jn

20,11-18He3,1-10

/Sal104

/Lc

24,13-35He3,11-26

/Sal8

/Lc

24,35-48He4,1-12

/Sal117

/Jn

21,1-14He4,13-21

/Sal117

/Mc16,9-15

·

Se canta facultativam

ente el día d

eP

ascua y durante la octava. C

omien-

za con una invitación a la alabanza d

ela V

íctima p

ascual. Luego se estable-

ce un diálogo entre la p

regunta de la

comunid

ad y la resp

uesta de la M

ag-d

alena que ha encontrad

o al Señor

resucitado. E

n su breved

ad es m

uyrica en tem

as teológicos que sub

ya-cen a d

icho diálogo:

LLaa tteeoolloo

ggííaa dd

eell ccoorrdd

eerroo pp

aassccuuaallLLaa tteeoo

lloogg

ííaa ddeell ccoo

rrddeerroo

ppaassccuuaall

Su inm

olación era el centro de

la pascua en el A

ntiguo Testamento.

La inmolación anual veterotestam

en-taria es m

emorial y figura d

e Cristo,

Cord

ero de D

ios. Nuestra secuencia

invita al “sacrificio de alab

anza” enhonor d

e la Víctim

a, alabanza q

ue esauténtica cuand

o expresa el d

on de la

prop

ia vida a D

ios.

HHiissttoo

rriicciiddaadd

dd

ee llaa

rreessuurrrreecccciióó

nn

yyHH

iissttoorriicciidd

aadd

ddee

llaa rreessuu

rrrreecccciióónn

yy

tteessttiimmoo

nniioo

ddee lloo

ss ddiissccíípp

uulloo

sstteessttiimm

oonn

iioo dd

ee llooss dd

iissccííppuu

llooss

Nad

ie fue testigo del m

omento

mism

o d

e la

resurrección p

ero la

tumb

a vacía

aparece

en tod

os los

textos evangélicos

como

elemento

histórico de la m

isma. La tum

ba vacía

constituye la huella “negativa” en lahistoria

(ausencia d

e cad

áver) q

uep

ermite vincular a Jesús crucificad

ocon Jesús resucitad

o. El testim

oniod

e los discíp

ulos (Magd

alena, muje-

res, apóstoles) hace d

e la resurrec-ción un acontecim

iento histórico por

cuanto manifestarán su fe en el resu-

citado, q

ue se les ha aparecid

o, hastael p

unto de d

ar la vida en testim

oniom

artirial (1Co 15,3-9).

LLaa

r reessuu

rrrreecc

cciióó

nn,, mm

iisstteerriioo

ddee

ssaall

LLaa

rreessuu

rrrreecc

cciióó

nn,, mm

iisstteerriioo

ddee

ssaall-- --

vvaacciióónn

vvaacciióónnLa salvación se nos d

a total-m

ente, no en la pasión y m

uerte de

Cristo, sino en el d

on que el resucita-

do hace d

el Esp

íritu Santo (Jn 20,21;

Rm

4,25; Hch 2,36). La P

ascua, mis-

terio de salvación, d

ebe entend

erse,p

ues, como p

aso de la m

uerte a laresurrección, a la vid

a gloriosa que

Cristo com

unica a la humanid

ad y en

la que ésta p

articipa p

or la fe y lossacram

entos (Hb

7,25).

SSaallmm

oo rree

sspp

oonn

ssoo

rriiaall..

Sal 1

17

, 1-2

. l6ab

-17

. 22

-23

. É

ST

EE

SE

LD

ÍAE

NQ

UE

AC

TU

ÓE

LS

OR: S

EA

NU

ES

TR

AA

LEG

RÍA

YN

UE

ST

RO

GO

ZO

Texto dela sem

anaP

or Pablo C

ervera Barranco, S

acerdote responsable de “Magnificat”

L