Aviva el fuego, que no se apague

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Mayo 4/ 2014 Mensaje Dominical Pst. Parrish Jácome Hernández El Gran Panorama Texto: 2 Timoteo 1: 6 - 7 www.iglesiabautistaisrael.com [email protected] La responsabilidad que se asume cuando la gracia del Señor llega es ineludible, abrazar la fe no es una acción pasiva, donde todo se espera recibir sin asumir un compromiso constante, el beneficio de haber sido alcanzado por el evangelio de salvación y vida eterna, demanda una acción contundente de forma diaria y constante. Avivar el fuego, aquel que nos fue regalado cuando el Espíritu Santo llegó a nuestra vida es determinante, asumiendo la dedicación y entrega para que la gracia del Señor se vaya interiorizando en nuestra vida. Cultivar las disciplinas espirituales, donde la oración, el ayuno, la lectura de la palabra, el servicio, el congregarse, van acompañando este proceso es vital para no caer en el error de pretender levantar un "fuego extraño" falso, mentiroso, impropio, por cuanto no vino de Dios, sino que se ha querido provocar. Mantener nuestro corazón siempre encendido es la demanda, el requerimiento de quienes llamados a ser sacerdotes cuidan el altar manteniéndolo siempre encendido, preocupados que la leña nunca falte, para que esa llama alumbre y aclare la verdad siempre en nuestra vida. Descuidar esta responsabilidad traerá consecuencias tristes, dolorosas, perdiendo la oportunidad de disfrutar la gracia que vino para transformar y hacer cambios notorios. Hacer nuestra parte será vital para que el fuego no se apague. ¿Has experimentado momentos cuando tu relación con el Señor y su obra se ha enfriado? ¿Cómo lo has enfrentado? Al recordar tus primeros pasos en la fe; ¿Qué vivencias generó la presencia del Señor en tu vida? Con el pasar del tiempo, ¿has logrado mantenerlas o cesaron? Recordando esos momentos de intimidad con el creador; ¿Cuáles fueron los aspectos que ayudaron a mantener una relación viva y entusiasta con el Señor y su obra? El fuego en el ámbito espiritual es un símbolo de la presencia de Dios; ¿En tu vida ese fuego es visible? ¿De qué forma? El fuego espiritual no se provoca, se recibe; sin embargo la responsabilidad del creyente es de mantener la llama encendida; ¿Qué estás haciendo para que eso ocurra? ¿Cuáles son las decisiones o los compromisos que consideras debes realizar para mantener siempre el fuego encendido? ¿Qué decisiones debes tomar para que acontezca? Ƥ Considere las siguientes preguntas, reflexione en ellas y responda con claridad. × Cultiva tu intimidad con Dios, no la descuides. Los cambios provocados por la tecnología siguen generando inquietudes o polémicas en diferentes campos de la vida cotidiana. Un reciente artículo de Jessica Ravitz, columnista de CNN, propone un debate sobre la influencia del internet para que muchos hayan perdido su vinculación a un credo o religión en particular. La tesis se sustenta en la historia de la humanidad, tomando como punto de partida los cambios que se provocaron por los grandes descubrimientos, donde la masificación de un servicio se convirtió en un desafío para sostener sus valores. El panorama cambiante se produce cuando un número significativo de personas buscan en línea un sustento espiritual y religioso sin vinculación o contacto físico con la comunidad de fe. La influencia que en el pasado se reducía a la familia, amigos, personajes de la ciudad, experimentó un salto exponencial, imposible de cuantificar, al recibir información o datos constantes de una red digital que levanta una cultura global. Sostener los valores cristianos que distinguieron en el pasado a diversas generaciones vinculadas con una iglesia se transforma en la actualidad en el mayor desafío. Conservar ese vínculo, ese sentido de pertenencia que ligó familias con iglesias por varias década, fue una constante que comenzó a desmoronarse, cuando se dejó de lado la relación personal e irremplazable con el creador que repercute en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana. La presencia del rito como elemento más significativo de la fe perdió su eficacia, al centrarlo todo en una práctica que dejó de mostrar al invisible. Un fuego que en un momento se encendió, prendió en el interior, se fue apagando lentamente, sin darse cuenta que produciría una separación, un divorcio, una muerte espiritual irremediable. Conservarlo encendido con buena llama es la responsabilidad de quienes habiendo conocido la verdad, la acogen, la interiorizan y la encarnan, asumiendo que mantener el fuego encendido es la prioridad para no perder el rumbo. “Avivar es una acción contun- dente, constante, donde el descanso es imposible, siendo necesario ese compromiso permanente que cuida los detalles.” Aviva el g o

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2 Timoteo 1: 6 - 7 Avivar es una acción contundente, constante, donde el descanso es imposible, siendo necesario ese compromiso permanente que cuida los detalles. Pst. Parrish Jácome H. Iglesia Bautista Israel www.iglesiabautistaisrael

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Page 1: Aviva el fuego, que no se apague

Mayo 4/ 2014Mensaje Dominical

Pst. Parrish Jácome Hernández

El Gran PanoramaTexto: 2 Timoteo 1: 6 - 7

[email protected]

La responsabilidad que se asume cuando la gracia del Señor llega es ineludible,

abrazar la fe no es una acción pasiva, donde todo se espera recibir sin asumir un

compromiso constante, el beneficio de haber sido alcanzado por el evangelio de

salvación y vida eterna, demanda una acción contundente de forma diaria y constante.

Avivar el fuego, aquel que nos fue regalado cuando el Espíritu Santo llegó a nuestra

vida es determinante, asumiendo la dedicación y entrega para que la gracia del Señor

se vaya interiorizando en nuestra vida. Cultivar las disciplinas espirituales, donde la

oración, el ayuno, la lectura de la palabra, el servicio, el congregarse, van

acompañando este proceso es vital para no caer en el error de pretender levantar un

"fuego extraño" falso, mentiroso, impropio, por cuanto no vino de Dios, sino que se ha

querido provocar.

Mantener nuestro corazón siempre encendido es la demanda, el requerimiento de

quienes llamados a ser sacerdotes cuidan el altar manteniéndolo siempre encendido,

preocupados que la leña nunca falte, para que esa llama alumbre y aclare la verdad

siempre en nuestra vida. Descuidar esta responsabilidad traerá consecuencias tristes,

dolorosas, perdiendo la oportunidad de disfrutar la gracia que vino para transformar y

hacer cambios notorios. Hacer nuestra parte será vital para que el fuego no se apague.

¿Has experimentado momentos cuando tu relación con el Señor y su obra se ha

enfriado? ¿Cómo lo has enfrentado?

Al recordar tus primeros pasos en la fe; ¿Qué vivencias generó la presencia del Señor

en tu vida? Con el pasar del tiempo, ¿has logrado mantenerlas o cesaron?

Recordando esos momentos de intimidad con el creador; ¿Cuáles fueron los aspectos

que ayudaron a mantener una relación viva y entusiasta con el Señor y su obra?

El fuego en el ámbito espiritual es un símbolo de la presencia de Dios; ¿En tu vida ese

fuego es visible? ¿De qué forma?

El fuego espiritual no se provoca, se recibe; sin embargo la responsabilidad del

creyente es de mantener la llama encendida; ¿Qué estás haciendo para que eso ocurra?

¿Cuáles son las decisiones o los compromisos que consideras debes realizar para

mantener siempre el fuego encendido? ¿Qué decisiones debes tomar para que

acontezca?

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Considere las siguientes preguntas, reflexione en ellas y responda con claridad.

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Cultiva tu intimidad con Dios, no la descuides.

Los cambios provocados por la tecnología siguen generando inquietudes o polémicas

en diferentes campos de la vida cotidiana. Un reciente artículo de Jessica Ravitz,

columnista de CNN, propone un debate sobre la influencia del internet para que muchos

hayan perdido su vinculación a un credo o religión en particular.

La tesis se sustenta en la historia de la humanidad, tomando como punto de partida los

cambios que se provocaron por los grandes descubrimientos, donde la masificación de

un servicio se convirtió en un desafío para sostener sus valores. El panorama cambiante

se produce cuando un número significativo de personas buscan en línea un sustento

espiritual y religioso sin vinculación o contacto físico con la comunidad de fe.

La influencia que en el pasado se reducía a la familia, amigos, personajes de la ciudad,

experimentó un salto exponencial, imposible de cuantificar, al recibir información o datos

constantes de una red digital que levanta una cultura global. Sostener los valores

cristianos que distinguieron en el pasado a diversas generaciones vinculadas con una

iglesia se transforma en la actualidad en el mayor desafío.

Conservar ese vínculo, ese sentido de pertenencia que

ligó familias con iglesias por varias década, fue una

constante que comenzó a desmoronarse, cuando se dejó

de lado la relación personal e irremplazable con el creador

que repercute en los diferentes ámbitos de la vida

cotidiana. La presencia del rito como elemento más

significativo de la fe perdió su eficacia, al centrarlo todo en

una práctica que dejó de mostrar al invisible.

Un fuego que en un momento se encendió, prendió en el

interior, se fue apagando lentamente, sin darse cuenta

que produciría una separación, un divorcio, una muerte

espiritual irremediable. Conservarlo encendido con buena

llama es la responsabilidad de quienes habiendo conocido

la verdad, la acogen, la interiorizan y la encarnan,

asumiendo que mantener el fuego encendido es la

prioridad para no perder el rumbo.

“Avivar es una acción contun-

dente, constante, donde el descanso

es imposible, siendo necesario ese compromiso permanente que

cuida los detalles.”

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El crecimiento que una persona experimenta se evidencia cuando su mirada, su

interés, sus preocupaciones están centradas en suplir o acompañar las necesidades

de quienes también se encuentran en el camino. Superar la visión individualista que

centra toda la atención en sí mismo, es un indicador incuestionable de haber

avanzado, transitando en una senda que muchos se atreverían a llamar madurez.

Pablo ha transitado por la fe cristiana con gran suceso, sus experiencias no puedan

perderse o enterrarse cuando terminen sus días, sus vivencias deben ser útiles para

sus compañeros, amigos o discípulos en este camino. Una decisión que con valentía

la enfrenta cuando escribe de forma pastoral a sus jóvenes acompañantes, Timoteo

y Tito, líderes de nacientes iglesias.

Las visitas realizadas en diversas ocasiones a las congregaciones que se fueron

comenzando en el Asia Menor, han dejado muchas lecciones, aprendizajes,

sinsabores, capaces de ir creando una amalgama de vivencias que deben ser

compartidas. Un esfuerzo que se integra cuando en sus cartas a Timoteo busca

rescatar los aspectos fundamentales que en el ejercicio del servicio cristiano no

pueden olvidarse.

La grandeza de un siervo fiel, humilde, dispuesto a compartir sin reserva, es la tónica

que encontramos en el apóstol Pablo, presto a mirar a un joven creyente con la

ternura de un padre. Una relación tan estrecha donde el consejo, la instrucción, las

demandas, fluyen con una naturalidad que manifiesta la autoridad espiritual de quien

con su ejemplo se ha ganado el corazón de este discípulo.

La segunda carta es una oportunidad para refrescar algunas verdades, donde la

influencia marcada de los antecesores termina siendo el punto de partida y conexión

para levantar los cimientos de una fe verdadera. Levantar los indicadores que

manifiestan esa relación y servicio con el Señor es vital, desechando los parámetros

externos, para insistir en los internos, aquellos que no se ven a primera vista, pero

hacen la diferencia.

Limpia conciencia es un termómetro que se presenta como un referente de un

creyente, un discípulo del Maestro, donde la intencionalidad de las acciones siempre

serán pesadas, buscando encontrar la motivación que las empuja. Una conciencia

que todo lo escudriña y lo somete a prueba, otorgando su aprobación y también su

rechazo a ciertas conductas impropias e inadecuadas.

La expresión tangible de una limpia conciencia se produce al ser honesto, sincero,

verdadero, nada se realiza por un interés oculto que mueve el corazón. Pablo llegó

a sentir un verdadero amor, desinteresado, presto a invertirse sin reserva alguna en

la vida de este joven discípulo a quien le dedica tiempo para su completa formación.

Timoteo tiene aspectos a su favor, la vida de fe no es desconocida, ha recibido los

mejores ejemplos de quienes con su caminar diario fueron dejando con sus palabras

y acciones marcas imposibles de borrar. La madre Eunice y su abuela Loida se

tornaron en sus más altos referentes de una fe sincera, honesta, aquella que está

viendo también encarnada en el accionar de su mentor Pablo.

Una ruta que al ser clara se puede seguir, disfrutando de esos referentes que al

estar presentes serán la principal motivación para avanzar, continuando con ese

mismo espíritu que les ha caracterizado. Explorar otra ruta, considerar un camino

alterno no justifica, pone en riesgo un modelo que ha probado la validez e impacto

que ha generado sin cuestionamiento alguno.

El impacto de una fe sincera, auténtica, se plasma de inmediato, Pablo no duda que

El Texto No es un Pretexto la vivencia de Timoteo con su madre y abuela, logró incorporarse en su caminar diario

de fe, al punto de manifestarlo como una verdad irrefutable. Timoteo tiene una base

firme sobre la cual se puede edificar, construir, correspondiéndole llevar adelante

aquellos aspectos que en su ejercicio cotidiano de fe, no debe descuidar.

El aporte de Pablo viene de inmediato trayendo a su discípulo un consejo, llama la

atención que con la autoridad espiritual que el apóstol tiene sobre Timoteo, no la

utilice para demandar aquello que con un tono de recomendación se lo presenta.

Avivar el fuego implica tomar acción, responsabilizarse sobre una gracia, carisma,

don otorgado de forma inmerecida, asumiendo un compromiso en preservarlo de

forma permanente.

El fuego al cual Pablo hace referencia es determinante en el ámbito espiritual, las

referencias bíblicas son muy amplias para situarlo como un elemento distintivo de la

deidad, característico para evidenciar su poder, su presencia, su juicio. El pueblo de

Israel comienza a familiarizarse con esa figura cuando en la salida de Egipto y en

camino a la tierra prometida en el desierto, esta manifestación está muy presente.

La columna de fuego que acompañaba al pueblo de Israel lo alumbraba, vinculando

el sentido metafórico que presenta una verdad inquebrantable, el creador como la luz

del mundo ilumina el camino de su pueblo, de forma directa o posteriormente usando

su palabra. Una presencia que nunca se apartó, en el día la columna de nubes y en

la noche la columna de fuego.

El fuego fue una manifestación del mismo creador, cuando su gloria toma esta

apariencia ante los hijos de Israel. Resulta claro que el deseo que se establece a los

sacerdotes que el fuego sobre el altar permanezca encendido y cada mañana se lo

estimule mediante la colocación de leña expresaba la metáfora de un altar personal

que nunca se apagará, manteniéndose siempre encendido.

Un fuego que no es propio, no se puede producir, al ser vinculado con el Eterno es de

su pertenencia, correspondiéndole al sacerdote y posteriormente a todo creyente

conservarlo encendido. Esta consideración es básica al reconocer una triste

experiencia que terminó con las vidas de Nadab y Abiú, quienes comenzaron a

levantar un "fuego extraño" que no fue aceptado por el creador.

Juan el Bautista lo presenta como un elemento distintivo de Jesús, era el Mesías

quien vendría a bautizar en Espíritu Santo y fuego. Pablo entiende que Timoteo lo ha

recibido mediante la fe no fingida que abrazó y en su ministerio de servicio pastoral

cuando es consagrado mediante la imposición de las manos del presbiterio.

El fuego que viene de lo alto, muchas veces será cuestionado, obstaculizado,

ridiculizado, requiriendo de quien lo ha recibido la fortaleza para salir adelante en

medio de todas estas circunstancias adversas. Hacer uso del espíritu de poder, amor

y dominio propio, será gravitante para no desmayar o dejarse seducir de un "fuego

extraño" que termine por enterrar esa relación auténtica con el Eterno.

La responsabilidad de avivar el fuego es ineludible, corresponde a cada creyente

cuidar esa gracia inmerecida, sosteniéndola en oración, clamor, ruegos,

alimentándose de la palabra, rodeándose de hombres sabios que sean aptos para

enseñar. Un proceso que nunca termina, donde cada día la ausencia o presencia de

esta acción irá oscureciendo o alumbrando la presencia del Señor en las vidas.

Avivar es una acción contundente, constante, donde el descanso es imposible,

siendo necesario ese compromiso permanente que cuida los detalles, aquellos que al

ser atendidos van formando el carácter y provocando los cambios duraderos. Quien

aviva comprende la importancia y valor de este fuego, donde la llama al estar siempre

avivada cumplirá su rol de alumbrar y acercar la verdad.

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