Ayuda Humanitaria

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Calidad de la ayuda humanitaria en Colombia Alejandro Santamaría Ángela Balcázar Camilo piñeros jazmín Valbuena Melany jimenez

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Proyecto creado con el fin de describir la situación por la que ha pasado nustro país en el último año.

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Calidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Alejandro Santamaría

Ángela Balcázar

Camilo piñeros

jazmín Valbuena

Melany jimenez

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“Durante el año 2010 Colombia vivió uno de los inviernos más intensos de los últimos 50 años de

acuerdo a reportes del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM),

afectando de acuerdo a cifras oficiales, a más de tres millones de personas en el territorio nacional.

La elaboración de la revista obedece a la necesidad de contar con espacios que muestren como se

encuentra el país después de la pasada ola inernal que le han sobrevenido, con ello se busca con-

cientizar al personal académico y a la ciudadanía en general, acerca de las necesidades existentes

en el campo de ayuda humanitaria.

La Revista tendrá también un espacio de investigación, donde se mostraran las acciones que ha

tomado el Gobierno y las diferentes ONG en casos tan importantes como ola invernal, que actual-

mente está sobrellevando Colombia.

A través de la revista se busca que el lector asuma una actitud crítica frente a la realidad concienti-

zándose del trabajo en equipo que se puede realizar para evitar que las consecuencias de estos

desastres sean aún mayores.”

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“Los fenómenos de la naturaleza que crean situaciones de riesgo para la población colombiana se pueden agrupar en fenó-

menos geológicos, tales como los terremotos, Erupciones Volcánicas y deslizamientos; fenómenos hidrometereológicos,

como las inundaciones, sequías, heladas, maremotos o tsunamis, ciclones tropicales y huracanes y los incendios, fenómenos

de carácter tecnológico tales como los riesgos industriales y sanitarios y fenómenos por Concentración masiva de perso-

nas.”

Tomado de: Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres

El fenómeno de la niña

Colombia ocupa el tercer lugar de países con más muertos por desastres, según la ONU. Con los años, las listas de

fallecidos, desaparecidos y damnificados por deslizamientos de tierra e inundaciones crecen de manera dramática.

¿Qué hace diferente esta tragedia? Los efectos del fenómeno de la Niña arreciaron desde el 2010 las dos temporadas

de lluvias que todos los años tiene Colombia. Nadie estaba preparado para las consecuencias en vidas ni en daños:

según el Instituto Agustín Codazzi, tenemos las inundaciones más grandes de los últimos 100 años y pasarán “meses

o incluso años” para recuperar las tierras productivas que están bajo el agua.

3’043.402 afectados desde abril del 2010. Si fuera necesario albergarlos en un solo lugar, se tendrían que construir 49

edificios Colpatria (el más grande del país) o 54 estadios

El Campin. 415 personas perdieron la vida desde el primero de abril del año anterior. De ellas, 92 murieron durante

2011. Sólo este mes han muerto 71 colombianos, es decir, más de dos muertes al día.

2,4 por ciento del PIB distribuidos entre 2010 y 2014 es la cifra que se estima vale la emergencia por el invierno. Esto

equivale a más 10 billones de pesos, es decir, cerca del 7 por ciento de lo que vale hoy ECOPETROL y mucho más de

lo que esta empresa emitió en acciones en el año 2007 (6 billones de pesos).

4,5 billones de pesos alimentan el Fondo de Calamidades para atender la emergencia, poco más del 1 por ciento del

Producto Interno ruto (PIB).

401 puntos de emergencia en las vías se registraron sólo en lo corrido de abril del 2011, es decir el 58 por ciento del

total de eventos que ocurrieron el año pasado, según la Cámara Colombiana de Infraestructura. 3.500 toneladas de

comida se entregan cada hora a los damnificados en las regiones afectadas. Para transportarla toda en un solo viaje se

necesitarían 300 tractomulas o 35.000 burros.

3 pueblos deberán ser reasentados: Gramalote (Norte de Santander), Útica (Cundinamarca) y Santa Ana en La Moja-

na. Otros 5 en el departamento del Meta están en estudio y podrían tener la misma suerte. No serán los únicos, afir-

man los expertos.

17.000 viviendas rurales están destruidas y otras 140.000 están averiadas. 1.053 inundaciones se han presentado entre

2010 y 2011. Asimismo, 572 deslizamientos de tierra, 5 granizadas, 254 vendavales y 27 avalanchas. 600.000 aves,

en el sector pecuario, murieron por la fuerza del invierno en el último año. Según Fenavi, otras 28 millones de aves

están en riesgo. 115.000 bovinos murieron por las inundaciones. 1‟430.200 animales fueron desplazados por el in-

vierno y se encuentran en riesgo. 1‟324.000 hectáreas afectadas dejó el invierno sólo del año 2010, un 98 por ciento

más de las 26.755 hectáreas que se afectaron en el 2009.

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Asistencia humanitaria en Colombia por parte del Estado (RSS)

El Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada -SNAIPD- coordinado por la Red de

Solidaridad Social (RSS), esta "constituido por el conjunto de entidades públicas, privadas y comunitarias

que realizan planes, programas, proyectos y acciones específicas, tendientes a la atención integral de la po-

blación desplazada"13. Esto quiere decir, que en un primer momento es la RSS la entidad que desde el marco

de la institucionalidad estatal regula todo lo concerniente al tema de la asistencia humanitaria proporcionada

por el Estado, pero a su vez es el máximo ente coordinador de las diferentes entidades que se encuentran tam-

bién vinculadas en la formulación de la asistencia humanitaria a la población desplazada. La información que

provee la RSS para la atención de la población desplazada, se constituye como la base para el diseño

de los planes, programas y proyectos y sus diferentes componentes: prevención, atención humanitaria de

emergencia y acciones de reincorporación de la población a estructuras sociales. Así mismo, permite hacer el

seguimiento a las distintas acciones que las entidades del SNAIPD realizan en beneficio de los desplazados,

con el fin de mitigar el daño ocasionado por el desplazamiento. En términos generales, el sistema está orien-

tado a facilitar a esta población el restablecimiento de una nueva vida en condiciones dignas, mediante el tra-

tamiento de la emergencia de forma oportuna y eficiente; fundamentalmente, este sistema de asistencia se

enfoca bajo tres principios fundamentales:

- "Ser de carácter descentralizado, para responder adecuadamente a las diferentes necesidades, capacidades e

intereses poblacionales y territoriales de quienes han sido afectados por el desplazamiento ; - Contar con me-

canismos eficaces de coordinación entre instituciones públicas nacionales, regionales y locales, organizacio-

nes no gubernamentales, el sector privado y organismos internacionales, de modo que se logre un mayor im-

pacto en beneficio de las poblaciones afectadas ; - Incorporar la participación de las familias y de las comuni-

dades afectadas directa e indirectamente por el desplazamiento forzado en la toma de decisiones, la gestión

de las acciones y el control social sobre las áreas"14

En este sentido, es claro que lo que interesa en un primer momento es la forma descentralizada como el Esta-

do Colombiano intenta asistir a los desplazados por la violencia ; puede encontrarse en un primer momento el

Comité Departamental para la Atención Integral a la Población Desplazada "Los Comités departamentales

son, por excelencia, las instancias articuladoras del Sistema, de la política y de la asignación de los recursos

en su territorio ; son alimentados por los comités municipales y distritales y tienen como insumos básicos las

iniciativas identificadas en las mesas permanentes de trabajo con población desplazada, como escenarios de

participación ciudadana en condiciones de equidad"15 Así, dentro del escenario de asistencia humanitaria a

desplazados, estos comités departamentales son los entes técnicos de todo el proceso de asistencia, esto es,

que al realizar funciones como las de diagnóstico y monitoreo, asesoría técnica, coordinación interinstitucio-

nal, difusión y capacitación, se constituyen como "los vasos comunicantes" del proceso de asistencia desde el

nivel central y hasta los niveles municipales. En segundo lugar se encuentran las Comités Municipales y

Distritales para la atención integral a la población desplazada; por ser las instancias político-administrativas más

cercanas a la población, están llamadas a buscar la coordinación entre los entes departamentales y nacionales, así

como entre la sociedad desplazada. "Cada comité Municipal o Distrital deberá formular su Plan Integral Único para

la atención y prevención del desplazamiento en su correspondiente municipio o distrito. Para hacerlo, partirá de las

necesidades planteadas por las mesas de trabajo permanente con la población desplazada y el diagnóstico municipal

y Distrital (...)"16 Dentro de este escenario descentralizado encontramos también las Mesas Permanentes de Trabajo

con la Población Desplazada ; son las principales instancias de participación por parte de la población y del apode-

ramiento y seguimiento de los proyectos que se viabilizan a través del SNAIPD, su objetivo fundamental es empo-

derar a la población afectada por el desplazamiento y garantizar su visibilidad y acción en las estrategias dirigidas a

la búsqueda de soluciones a su problemática. Finalmente, dentro del nivel descentralizado para

la asistencia humanitaria a desplazados por parte del Estado, se encuentran las Unidades de Atención y Orientación

(UAO); conformadas como espacios interinstitucionales, su función es planificar, organizar y articular la oferta

institucional de atención a la población desplazada por el conflicto armado.

"Esta estrategia fue diseñada para atender el desplazamiento individual y familiar en las ciudades capitales, en don-

de se concentra un alto porcentaje de la demanda de los diferentes servicios"17.

Hasta aquí está representado todo el andamiaje institucional del Estado a la hora de fortalecer el proceso

de asistencia humanitaria hacia los desplazados; dentro del marco de la descentralización es pertinente resaltar el

hecho que la RSS se constituye en el ente coordinador de todo el proceso y logra acercarse hasta el nivel más pro-

fundo del nivel centralizado, el municipio, con lo cual, "pareciera" que la asistencia prestada por el aparato estatal

es efectiva.

Además de realizar la coordinación al interior de las organizaciones estatales, la RSS debe coordinar el accionar de

otras entidades independientes del aparato de Estado; depende del aspecto que se quiera atender, el Estado (la RSS)

debe coordinarse con otras organizaciones, en el caso de la asistencia humanitaria "La necesidad humanitaria mejor

atendida de los desplazados ha sido la entrega de alimentos por los tres meses que estipula la ley. La RSS y el CICR

siguen prestando asistencia humanitaria a través de su acuerdo de cooperación para los desplazamientos masivos.

En ocasiones, la Diócesis local complementa esta asistencia. Sin embargo, los desplazamientos individuales no dis-

ponen de una asistencia de atención tan organizada. En términos generales, la RSS atiende a los desplazados indivi-

duales en centros urbanos por medio de una ONG operadora o, si existe, por medio de la UAO. El problema se pre-

senta si no hay presencia de la RSS en un centro urbano determinado con presencia de desplazados, así como en el

caso de desplazamientos individuales en el área rural."18 Cuando se quiere entrar a analizar el papel de cada uno

de los organismos que presta asistencia humanitaria, es realmente complejo definir si sus acciones son o no coordi-

nadas; dentro del esquema teórico es claro que existe concordancia en las acciones que se realizan, pero en la prácti-

ca es muy difícil saber si la asistencia que se presta es realmente coordinada.

"El CICR es una de las principales organizaciones humanitarias que se ocupa de los desplazados internos, pero no

es la única. Por ello, además de desempeñar su cometido específico como intermediario neutral e independiente en

situaciones

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de conflicto armado, se preocupa por mejorar la complementariedad en la labor de los componentes del Movi-

miento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, de las Naciones Unidas y de las organizaciones

no gubernamentales. (...) Más allá del apoyo de las organizaciones humanitarias, es importante recalcar que la

responsabilidad de prevenir y tratar los problemas derivados del desplazamiento interno, incumbe, en primer

lugar, a las autoridades nacionales. Son ellas quienes deben garantizar, en la medida de lo posible, la protección

y asistencia de las personas desplazadas en el propio país."19

Para el caso del CICR, desde 1996 se viene aplicando un modelo de asistencia humanitaria para la población

víctima del conflicto armado en Colombia ; tiene la ventaja frente a otras organizaciones que trabajan en el

país, ya que mantiene una presencia constante en los lugares del conflicto con lo cual se facilita la asistencia de

emergencia, esto es, la que se realiza en los tres primeros meses del desplazamiento, en la que se le suministra

a la población lo necesario para subsistir ; esto se realiza de forma coordinada "(...) La complementariedad se

refiere, por una parte, al tipo de asistencia entregada (alimentaria, no alimentaria, alojamiento, educación, etc.)

y, por otra, a la fase de atención (emergencia, transitoria o de rehabilitación)."20

Queda claro pues, que lo realmente importante dentro del escenario de la asistencia humanita-

ria a los desplazados en Colombia, está en su mayor parte supeditado al hecho de una buena acción del Estado,

en la medida en que este además de ser el directamente responsable del desplazamiento, es quién debe velar

porque haya una coordinación exitosa entre los distintos organismos de atención.

Por otra parte, resulta de suma importancia analizar el tema de la atención humanitaria, por cuanto debe quedar

claro qué se entiende por dicho concepto21, ya que una vez identificados los actores y su importancia en la im-

plementación de la ayuda y luego de caracterizar el término de forma clara, queda por definirse cual es la po-

blación objeto de la asistencia, como último elemento que complementa el modelo

de asistencia en Colombia a los desplazados. Así la atención humanitaria está clasificada por tipos: ayuda o

atención inmediata y atención humanitaria de emergencia.22 La primera se presenta desde el momento mismo

en el que se conoce el desplazamiento, mediante declaración por parte de la población desplazada ante el mi-

nisterio público ; en un periodo máximo de quince días la Red debe incluir en el registro único de población

desplazada a los hogares afectados ; en cuanto a la segunda, cabe resaltar el hecho de que intenta ser un poco

más amplia tanto en cuestiones temporales como en cuestiones de prestación de servicios23. Cabe insistir en el

hecho de que la asistencia que realiza la RSS, esta vinculada de forma creciente con el programa de ONG ope-

radoras de atención humanitaria contratadas bajo el esquema de administración delegada de recursos.24

La asistencia humanitaria en Colombia es coordinada bajo dos esquemas básicos, el primero alude a un enfo-

que poblacional en cuanto que el segundo lo hace dentro del esquema territorial.

"El enfoque es poblacional en tanto analiza las problemáticas y alternativas de desarrollo desde la perspectiva

de los distintos grupos involucrados, a partir del reconocimiento de que estos tienen problemas, intereses e in-

terpretaciones particulares que, por eso mismo, requieren atención diferencial ; y es territorial en tanto conside-

ra las diferencias y particularidades de las diversas regiones de Colombia."25

Dentro de este esquema de atención diferencial, es necesario tener en cuenta en un primer lugar la caracteri-

zación de la población desplazada ; en este sentido, los comités municipales, distritales y departamentales

son los encargados de caracterizar a la población desplazada26 dentro de los territorios afectados e iniciar así

el trabajo conjunto con las demás entidades que participan del proceso (Diócesis del sector, CICR, Cruz

Roja Colombiana, ONG contratadas etc.) A partir de la caracterización de la población afectada, es necesa-

rio indagar sobre las dificultades sociales, culturales y económicas que impidan generar una correc-

ta asistencia a la población desplazada27.

En términos generales, una de las partes más importante dentro del escenario de la asistencia humanitaria,

es lo que se refiere al tema de la identificación de los desplazados, por cuanto, dentro de un país co-

mo Colombia, en el que la crisis humanitaria es profunda, y por momentos logra entre-mezclarse con la

vida cotidiana del país, resulta pertinente identificar a aquellas personas que realmente necesitan el servicio

de asistencia por causa de desplazamiento ; utilizar los criterios que usa el gobierno nacional -territorial y

poblacional- y las entidades descentralizadas que acompañan el modelo de asistencia a desplazados, da

muestra de que el Estado colombiano ha logrado acaparar dentro del "modelo" a la gran mayoría de las per-

sonas que sufren el flagelo del desplazamiento forzado, sin embargo, el conflicto armado en Colombia es

estructural y la emergencia humanitaria también lo es ; por tanto, si se analiza la descripción que líneas arri-

ba se ha hecho sobre el modelo de asistencia humanitaria a desplazados por parte del Estado colom-

biano pareciera que no es necesario preguntarse el por qué de desplazados por la violencia en las principales

capitales del país o por que de la crisis humanitaria de Colombia con un modelo tan estructurado y confia-

ble como el que se tiene. La verdad es que la emergencia humanitaria supera la aplicabilidad del modelo y

que el desplazamiento forzado al igual que la guerra (como aspectos co-relacionados) son elementos difíci-

les de solucionar razón por la cual el modelo aunque se implemente con éxito carece de verdaderas posibili-

dades para implementarse a cabalidad.

Recuperado el 4de octubre del 2011 de Laserna Botero, Alejandro

http://www.sens-public.org

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¿Cómo Ayudar en Tiempos de Desastre?

Con todos los desastres naturales que se han presentado en el país, pienso que necesitamos estar unidos como una

sola nación apoyándonos y sobre todo haciendo campañas de prevención con el ánimo de evitar que dichas catástrofes

sean aun mayores, llevando toda nuestra atención en sanear de alguna manera las necesidades de la gente, trabajando

con estas personas que en situación de desastre se encuentran desprotegidas.

Uno de las cosas con mayor importancia es saber adaptar la capacidad de los distintos entes que realizan las operacio-

nes humanitarias y organizarlas para atender las prioridades de los afectados, de esta manera y con las ayudas recibidas

en el país lograr mitigar de alguna manera los daños que se han ocasionado.

Sin embargo, haciendo un análisis de la situación actual, vemos como aunque recibamos ayuda, esta no han sido sufi-

ciente pues millones de Colombianos siguen afectados, algunos reportes nos indican que no existe información sufi-

ciente sobre las áreas en riesgo, que las personas no están capacitadas para enfrentar algún tipo de desastre generando

así que las consecuencias sean aun mayores, también existen dificultades para ingresar a algunos pueblos, pues no hay

vías de acceso a estas áreas que están necesitando nuestra ayuda.

Se debe tener en cuenta que existen muchas necesidades de provisión de agua potable y de alimentación, hay falencias

para la reubicación de aquellas personas que ya no tienen un lugar donde vivir, no se ve una acción rápida para conti-

nuar ofreciéndole a los niños afectados una buena educación, y desde mi punto de vista una de las más importantes es

en materia de salud, pues dependiendo del los acontecimientos se presentan aun consecuencias que son de vital trato

para todos estas personas que de una u otra manera están siendo afectados por los distintos desastres que se han presen-

tado en nuestro país.

Lecciones del invierno cuando sale el sol

La Sabana de Bogotá inundada el año pasado.

Foto: Ministerio del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.

Ahora que finalmente salió el sol, la ola invernal dejará de ser un tema. Pero la tragedia no ha cesado. Y ya que llegó el

momento de asumir las consecuencias más profundas del invierno que azotó al país en el último año, no estaría demás

aprender algo para evitar que se repita.

Juan Carlos Orrego comenzó a pensar en prevención de desastres hace veinte años cuando el tema era prácticamente

desconocido en Colombia. Trabajó en el recién creado Programa de Prevención de Desastres de César Gaviria y nunca

abandonó el tema. Ha sido especialista asociado y consultor del PNUD en gestión de riesgos y recuperación post desas-

tres en América Latina y el Caribe y viaja por todo el continente identificando los riesgos que existen y las soluciones

que se pueden implementar antes de que ocurran las tragedias. La Silla Vacía lo entrevistó sobre las lecciones que deja

la ola invernal en Colombia.

La Silla Vacía: Usted dice que duda mucho de que Colombia esté aprendiendo la lección que debería con esta

tragedia invernal. ¿De qué lección está hablando?

Juan Carlos Orrego: hay lecciones de carácter general a nivel del país y hay otras lecciones más locales. Pero en líneas

generales, el país debería debatir sobre tres temas: por qué llegamos a este nivel de destrucción; si vamos a poder salir

de este grado de afectación; y sobre qué puede esperar el país en términos de desastres a futuro.

LSV: Comencemos, entonces, con la primera pregunta. ¿Por qué llegamos a este punto? ¿Era evitable?

Orrego: Las verdaderas causas no han sido explicadas del todo. Es cierto que ha llovido mucho, pero eso para un país

con la ubicación de Colombia y expuesto al fenómeno del Niño es un fenómeno factible y esperable que llueva de esta

manera.

Entonces, ¿a qué obedece la tragedia

A varias causas. En Colombia el sistema de ordenamiento del territorio a escala de los municipios ha funcionado muy

mal porque los Planes de Ordenamiento Territorial nadie los respeta, o no se hacen bien. ¿Por qué se inunda el munici-

pio de Mosquera? Porque un alcalde decide hacer cambios en el POT manipulando al Concejo para autorizar asenta-

mientos humanos en zonas de inundación, en humedales. Lo mismo sucede con las curadurías urbanas que autorizan

construir en humedales como ocurrió en Villa Jiménez en Montería y así por todo el país.

Hay muy poco control sobre el uso del suelo, porque quienes ordenan el territorio son muy vulnerables a presiones polí-

ticas y económicas.

¿O sea que con unos buenos POT habríamos evitado este nivel de daño?

Si, pero hay otros temas. Por ejemplo, nos confiamos mucho en lo diques y jarillones. Esas son soluciones que tienen

unas exigencias técnicas y hay que hacerles mantenimiento o terminan siendo más peligrosas que el problema que que-

rían solucionar.

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¿Cómo así?

Si un dique no se hace con las suficientes consideraciones técnicas y no se le hace control y mantenimiento, la posibili-

dad de que se rompa y entre el agua con poder destructor hace que el riesgo sea mayor al que habría si no existiera ese

dique. Además que previamente ha dado una falsa idea de seguridad, como el Canal del Dique en el departamento del

Atlántico y el jarillón que causó a la inundación en la Universidad de la Sabana recientemente.

En otros casos, las intervenciones puntuales no sirven mucho si no se abordan las causas y no hay una visión regional.

Es lo que sucede en el dique entre Nechí y Achí, sobre el río Cauca, que es de 80 kilómetros y actúa sobre la Mojana,

que es una zona natural de inundación en Colombia.

Mi hipótesis es que buena parte del agua que no entró a la Mojana por el dique Nechi – Achi llevó más agua a la depre-

sión momposina, inundando nuevas poblaciones. Además, muy posiblemente fue el factor que contribuyó a la ruptrua

del Canal del Dique y a la crisis de las graves inundaciones en el Atlántico.

También hay un problema de erosión muy complicado. Las políticas de reforestación no funcionan.

¿A qué se debe la erosión?

A un problema de deforestación y ampliación de la frontera agrícola y minera. Cuando se desprotege la capa vegetal,

grandes cantidades de tierra van a parar a los cauces de los ríos. Es como si tuvieran la cañería tapada. Parte del proble-

ma del río Bogotá es de sedimentación.

En Bogotá existen recursos desde 2007 para hacer el dragado del río Bogotá y no se hizo y las consecuencias se pagan

ahora.

Y también hay un problema con las presas…

Las presas son básicamente un negocio de generación de energía pero no prestan el servicio de regulación de cauces

que deberían. Un país debería hacer una reflexión sobre esto, porque se necesita un control de caudales. En el gobierno

de Gaviria se reestructuró todo el negocio de energía y su negocio se volvió vender agua. Entonces mantienen las pre-

sas al tope.

Existía una Comisión de Presas que debatía pronósticos de inundaciones y una política de manejo de presas pero ya no

existe. Esto fue lo que pasó en Urra. En diciembre, que se inundó Montería, le avisaron a la corporación autónoma re-

gional de allá que iban a soltar agua con solo dos horas de anticipación. Es un manejo poco previsivo de cómo se iba a

manejar la hídrica de la empresa.

Todas estas razones son las que nos tienen en este punto. Pero ya en concreto frente a la atención de la emergencia,

¿cómo evalúa la reacción del gobierno de Santos?

Este gobierno ha comprometido muchos recursos en la rehabilitación y reconstrucción y tiene voluntad de acertar, pero

no estoy seguro de que tenga la información adecuada para tomar decisiones. Me parece que en este tema no están ha-

blando los técnicos, sino solo los políticos.

Es necesario reaccionar frente a la actitud de gobiernos anteriores que ha sido poco responsable frente al tema. La vi-

sión micro gerencial ha hecho daño. El Sistema Nacional de Prevención de Desastres hace algunos años era reconocido

en América Latina por su estructura, estaba concebido para que alcaldes y gobernadores fueran los que dieran la cara.

Pero durante los gobiernos de Pastrana y de Uribe, el Sistema se redujo a la parte asistencialista más básica y centralis-

ta, a atender emergencias, repartiendo mercados y frazadas.

¿De qué manera?

En primer lugar, porque se sustituyó el papel de los gobernadores y alcaldes que debían liderar la reducción de riesgos, la

atención y la recuperación.

En segundo lugar, el Sistema Nacional de Prevención estaba diseñado para distribuir responsabilidades entre los ministerios

y para que se coordinaran cabalmente programas de trabajo en prevención de riesgos y atención de emergencias cada uno

trabajando desde su ámbito de competencia, algo que dejaron de hacer la gran mayoría de ellos y por eso llegamos a este

nivel de riesgo.

Una muestra de esta falta de responsabilidad de los sectores del desarrollo con los desastres se observó cuando se comenzó a

formular el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno de Santos: algunos niveles medios de la administración querían dejar

solo cinco párrafos sobre la gestión de riesgos. Sólo la ocurrencia de la tragedia ambiental y la instrucción del alto gobierno

llevó a que se dijeran cosas más serias y se conformara el capítulo VI de Plan de Desarrollo denominado Sostenibilidad am-

biental y prevención del riesgo.

¿Cuáles fueron los incentivos para que el Sistema de Prevención de Desastres se concentrara en repartir mercados?

Es lo más visible. Alguien lo debe hacer porque es importante, pero debe poder hacerse sin dejar de trabajar en la preven-

ción. Concentrarse en el reparto de ayudas desde lo nacional es una estrategia que tiene visibilidad y aceptación popular,

pero que des institucionaliza y es ineficiente. La tradición en los últimos años es que la Dirección de Gestión de Riesgos del

Ministerio del Interior dedicaba su tiempo a atender desastres puntuales, cuando era más importante que garantizara que los

alcaldes hicieran su tarea y contaran con herramientas adecuadas para distribuir responsabilidades nacionales y gerenciar la

reducción de riesgos y la respuesta.

Frente a las actuales inundaciones, la Dirección de Gestión de Riesgos debía estar haciendo el Plan Nacional de Acciones

Específicas para la Recuperación y haciendo que el país se preparara para la primera temporada invernal del 2011 que se

veía crítica. En realidad, después de la tragedia invernal ha estado concentrada en el reparto de ayudas. Mientras tanto, cada

ministro viendo qué hacer sin una coordinación interinstitucional efectiva.

¿Le cree a las cifras de damnificados de esta tragedia?

No le creo. Las cifras tienen un problema y es que el gobierno tiene un sistema de entrada datos pero no de descarga de da-

tos. Entonces, una familia de cinco personas que entró en marzo de 2010 cuando la primera ola invernal y que luego volvió a

recibir ayudas en diciembre la cuentan por dos. En el manejo de desastres es clave manejar información precisa: saber dónde

están los damnificados, quiénes son con nombre y apellido, qué necesitan.

Más allá de las cifras, ¿tiene sentido haber aplicado el mismo modelo que usaron cuando el terremoto del Eje Cafetero?

El modelo del Forec, que se aplicó al terremoto del Eje Cafetero, no se podía aplicar a los 710 municipios afectados por esta

ola invernal como se quiso hacer. Además, querían crear otros comités diferentes a los comités departamentales de desastres,

que ya tenían la experiencia. Al final, tuvieron que montarlos de nuevo.

El gran problema es que no hay un plan de recuperación. La ayuda está llegando de acuerdo a las solicitudes de alcaldes y

gobernadores, pero no está enmarcada en un Plan de Recuperación y tampoco está pensada en el marco del plan de Desarro-

llo ni en los planes municipales.

¿Por qué no se hizo así si parece tan obvio?

Por falta de visión y de responsabilidad. En las emergencias, la propensión a irse por los mercados es muy fuerte. Otra gente

tiene que planear la recuperación. En

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el gobierno estaban confiados en el Registro Único de Damnificados elaborado por el Sena. Pero aún no está y tendrá alcances

limitados.

¿No se supone que el ex presidente de Bancolombia está planeando la recuperación?

Tengo mis reservas, entiendo que están definiendo la estructura de la organización de la gerencia y el DNP avanza en el plan de

recuperación, pero se han dejado pasar meses críticos y se sigue gastando dinero sin que las líneas de política de la recuperación

aparezcan.

La experiencia de empresarios a cargo de procesos de recuperación en América Latina ha sido de extremos. Con Villegas en el

FOREC nos fue bien, en Perú con el terremoto de 2007 y con un empresario a la cabeza del FORSUR, Julio Favre, la experiencia

fue lamentable. Ojalá esta sea positiva, pero hay que estar atentos.

¿En qué consiste la recuperación?

Es la recuperación física de las escuelas, de las viviendas, pero también la recuperación del proyecto de vida. El gran problema es

cuando se acabe el invierno, para la gente más pobre será más difícil recuperarse por la invisibilidad que tendrán. Muchos de los

afectados son pescadores. ¿Quién está pensando en cómo recuperar la forma de vida de los pescadores?

Pero dada la magnitud de la tragedia y que sigue lloviendo, ¿es posible hacer algo?

Claro. Se pueden generar programas inmediatos de empleo, lo que llaman ‘cash for work’. En los desastres con frecuencia el pro-

blema de falta de efectivo es muy grande. Uno puede contratar a los mismos damnificados para que saquen el barro o reparen

viviendas a cambio de efectivo. Los microcréditos funcionan bien en el post-desastre. Si no se piensa de una vez en cómo recupe-

rar los proyectos de vida, en dos años ya no se va a hacer.

¿Qué es lo que este gobierno ha hecho mejor en el manejo de esta tragedia?

Es positivo que el gobierno haya mostrado interés, que ha comprometido recursos y que le paren bolas al asunto. Parece obvio

pero no lo es. Es positivo que hay un involucramiento significativo de los alcaldes y gobernadores.

¿Y qué es lo peor?

Me preocupa que se cometió un error al haber querido cambiar la institucionalidad de prevención de desastres en lugar de co-

rregir sus errores y fortalecerla. Se creó la gerencia del Fondo de Colombia Humanitaria cuando se debió más bien fortalecer la

Dirección de Gestión de Riesgos y a todo el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres. En su momento esto

generó un problema porque los comités de desastres decían, a quién le hacemos caso, pero después el daño mayor es que le

restó autoridad y poder a la Dirección de Gestión de Riesgos como cabeza del Sistema Nacional de Prevención.

No ha existido un proceso de planificación de la emergencia y de la atención desde lo nacional. El país ha debido tener un Plan de

Acciones Específico en diciembre pasado y no lo tiene.

¿Cuáles son los escenarios que vislumbra para esta tragedia?

Me preocupa que lo que termine pasando es que la gente realmente afectada no le crea mucho al proceso de recuperación y tan

pronto llegue el verano vuelvan a sus condiciones de vida salvo en sitios invivibles como Gramalote, pero empezarán desde más

abajo.

¿Qué pasa cuando no se hace un plan de recuperación?

El tema de la pobreza y la miseria se agudizan. Hay evidencia, por ejemplo, que el problema de las maras en Centroamérica, so-

bre todo en Honduras, se disparó a raíz de la crisis del Huracán Mitch, 2008.

¿Cómo fue esa relación entre la tragedia y estas peligrosas pandillas?

Son desastres que pegan tan duro que acaban con empleos y parte de nuestra crisis es que quienes terminan deci-

diendo son los bancos.

¿Qué tienen que ver los bancos con esto?

En la recuperación después de un desastre los bancos de desarrollo juegan un rol fundamental porque son los que

tienen los créditos. Pero ellos le cargan a la infraestructura porque es lo que saben hacer y dejan de lado el tema de

desarrollo en términos de recuperación de actividades productivas, la recuperación socioafectiva, del capital so-

cial.

¿Pero los bancos no prestan la plata para lo que diga el gobierno?

Se supone que los bancos ayudan a identificar necesidades financieras de recuperación pero al final terminan di-

ciendo cuáles son. El riesgo es que se convierta en tema de desarrollo orientado exclusivamente hacia la infraes-

tructura y todo el tema de desarrollo social quede rezagado.

¿Y cuáles son los riesgos en el proceso de recuperación?

En los desastres hay muchos perdedores y algunos ganadores. Hay que estar atentos y vigilantes con los que se

quieren beneficiar a punta de corrupción en la escala municipal, nuestro país es muy vulnerable a eso. En los pro-

cesos post desastres en América Latina la inversión preferida ha estado en infraestructura, mucha de la cual se ha

prestado para corrupción. En eso el ciclo ha sido perverso, el costo de la corrupción se ha pagado disminuyendo la

calidad de las obras, generando nuevas condiciones de riesgo. Es un cuento sin fin.

Y entonces, ¿qué puede esperar el país en términos de desastres a futuro?

Tenemos condiciones de riesgo creadas que nos deben obligar a ser mas cuidadosos que el resto de latinoamerica-

nos con este tema. En Tumaco, por ejemplo, tenemos más de 100 mil personas que enfrentan el riesgo de un tsu-

nami, tenemos el riesgo de terremoto en ciudades grandes y cerca de 80 municipios que tienen condiciones para

un desastre grave.

Tal vez los colombianos sentimos que tenemos suficiente con los problemas de seguridad, desempleo y no quere-

mos ver nuestros problemas de riesgos de desastres.

En realidad, es mejor que hablemos ahora de los desastres, sus causas y como enfrentarlos, porqué será muy difícil

tener el país que queremos sin tomarnos en serio el desafío del manejo de nuestros riesgos.

Tomado de: Juanita León, 22 de junio, 2011

http://www.lasillavacia.com/historia/lecciones-del-invierno-cuando-sale-el-sol-25344

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Page 9: Ayuda Humanitaria

Implementación de la reforma humanitaria en Colombia

El proceso de Reforma Humanitaria (RH), iniciado hace tres años en Colombia, ha mejorado significativamente la

calidad de la coordinación y respuesta humanitaria. Aunque aún queda mucho por hacer para consolidar plenamen-

te la reforma, Colombia ha progresado notablemente hacia su objetivo último, que es “mejorar la efectividad de la

respuesta humanitaria asegurando una mayor previsibilidad, responsabilidad y colaboración; y llegar a más benefi-

ciarios, con una ayuda y protección más comprensiva basada en las necesidades, de una manera más eficaz y opor-

tuna”.[2]

¿Por qué Colombia?

En el 2006 se seleccionó a Colombia como uno de los países en que se llevaría a cabo la reforma, teniendo en

cuenta una serie de razones. La primera y más importante era la necesidad de abordar mejor los problemas huma-

nitarios de los más afectados por el prolongado conflicto armado interno del país, y por los cada vez más severos

desastres naturales. Con las diferentes facciones armadas encerradas en una lucha constante, y con dos temporadas

anuales de lluvias inundando de manera recurrente vastas zonas del país, las comunidades rurales siguen siendo

extremadamente vulnerables.

El segundo factor fue el aumento de la presencia humanitaria internacional, que requería de mejores mecanismos

de coordinación para garantizar la no duplicidad y una respuesta humanitaria con un valor añadido. Se consideró

que era necesario no sólo mejorar la coordinación dentro de la comunidad humanitaria internacional, sino también

entre las organizaciones internacionales y las autoridades nacionales. El Gobierno de Colombia es, en términos

generales, el principal proveedor de asistencia a los desplazados internos ($500 millones anuales desde el 2004).

Sin embargo, las capacidades institucionales locales de respuesta son a menudo insuficientes o limitadas por la

magnitud de las emergencias, bien sea porque los presupuestos municipales dejan márgenes muy estrechos para la

asistencia humanitaria o porque hay brechas de conocimiento técnico. En algunos casos, tales como el desplaza-

miento causado por la erradicación de cultivos ilícitos, el Gobierno Central no proporciona ningún tipo de asisten-

cia y la capacidad local de respuesta es rápidamente desbordada. Aunque la Corte Constitucional ha establecido un

marco jurídico sólido para la atención a los desplazados internos y grupos vulnerables, y el compromiso del Go-

bierno es significativo, para incrementar la capacidad nacional de respuesta se necesita un cambio considerable en

la forma en que las organizaciones humanitarias trabajan. Esto incluye un aumento de la presencia humanitaria en

el terreno; el establecimiento de mecanismos de coordinación efectivos a nivel local; el análisis de las necesidades

sectoriales, geográficas y demográficas con programas de respuesta humanitaria basados en evidencias reales; el

desarrollo de estrategias de movilización de recursos; y el establecimiento de un Equipo Humanitario consolidado.

Finalmente, se reconoció que la aplicación de la Reforma Humanitaria en Colombia representaba una oportunidad

para desarrollar un marco de acción humanitaria basado en el contexto. Aunque las directrices de política global

resumen los principales componentes de la RH, en Colombia – como en muchos otros países –el objetivo fue des-

de el principio que las nuevas estructuras y mecanismos reflejaran y se ajustaran al contexto local.

La Reforma Humanitaria en Colombia

En septiembre del 2006, un grupo de delegados del Comité Permanente Interagencial (conocido como IASC, por sus

siglas del nombre en inglés “Inter-Agency Standing Committee”), dirigido por Dennis McNamara, Representante

Especial de las Naciones Unidas para el Desplazamiento Interno, visitó Colombia. La delegación hizo nueve reco-

mendaciones al Coordinador Humanitario y al Equipo de las Naciones Unidas en Colombia, que todavía sirven hoy

como punto de referencia para medir el progreso en la aplicación de la RH:

Consolidar el Equipo Humanitario del país (IASC CT o “IASC Country Team” en inglés) como el principal mecanis-

mo para la coordinación, formulación de políticas y toma de decisiones en temas relacionados con la respuesta

internacional.

Garantizar un enfoque coherente y una visión común para la acción humanitaria.

Coordinación con las autoridades gubernamentales, las instituciones del Estado y la sociedad civil.

Desarrollar una estrategia para el IASC Colombia y un plan de trabajo anual.

Establecer tres Grupos Temáticos IASC para promover enfoques comunes y evitar la introducción de demasiados

mecanismos de coordinación (los grupos son Protección, Asistencia y Servicios Básicos, y Recuperación Tem-

prana).

Reforzar la presencia humanitaria en el terreno.

Promover enfoques que sean específicos a las distintas áreas y comunidades.

Reforzar las instituciones locales a través de programas de generación de capacidades.

Mejorar la gestión de la información sobre la situación y respuesta humanitaria para asegurar su actualización y dis-

ponibilidad en todo momento.

Un IASC CT fue establecido en Colombia con la participación de 11 agencias de la ONU y cerca de un 80% de todas

las organizaciones internacionales no gubernamentales (OING) humanitarias que operan en el país, con el CICR, la

FICR y ECHO actuando en calidad de observadores. Las reuniones mensuales del IASC CT son presididas por el

Coordinador Humanitario (CH) y sirven para compartir información y facilitar la planificación y toma de decisiones

sobre cuestiones estratégicas. Los tres Grupos Temáticos, con sus subgrupos, corresponden a áreas de interés dentro

del Enfoque de Grupo Sectorial (o “Cluster Approach”) a nivel mundial. Estos grupos asumen el liderazgo en el desa-

rrollo y puesta en funcionamiento de los planes sectoriales. Un Grupo Inter-Temático también fue creado para garanti-

zar la coherencia entre los tres grupos y sus subgrupos. El primer objetivo del IASC CT y de los Grupos Temáticos

fue la realización de una evaluación de las necesidades del país - que se ha mantenido actualizada desde entonces - y,

de acuerdo con sus resultados, establecer Mecanismos de Coordinación Local (o LCM, del nombre en inglés) del

IASC.

En la actualidad, hay nueve mecanismos de coordinación como el IASC en regiones y provincias consideradas como

“zonas rojas” y en las que, a su vez, se da prioridad a comunidades específicas. La selección de las nueve regiones

prioritarias se basó en investigaciones llevadas a cabo e información recopilada por OCHA. Los planes de trabajo

humanitario formulados al comienzo de cada año han ayudado a reunir las capacidades conjuntas de las agencias de

las Naciones Unidas y organizaciones internacionales no gubernamentales en la práctica para hacer frente a emergen-

cias prolongadas y repentinas. Además, a través de los LCM, la comunidad humanitaria ha llevado a cabo actividades

de promoción destinadas a integrar asuntos humanitarios y de desarrollo en los Planes de Desarrollo Departamentales

y Municipales y en otras políticas, tales como planes de contingencia, protección de civiles, y preparación y reducción

del riesgo

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Page 10: Ayuda Humanitaria

de desastres. El objetivo de este proceso es asegurar una fuerte presencia y cobertura en áreas propensas a emer-

gencias humanitarias. Los LCM son facilitados por OCHA. Los Grupos Temáticos proporcionan asistencia técnica

y trabajan en conjunción con los LCM, con el fin de garantizar enfoques específicos de área y sector. Entre las

iniciativas llevadas a cabo por los LCM están las misiones conjuntas de terreno y la elaboración de informes de

seguimiento sobre situaciones humanitarias, el apoyo para la implementación de proyectos financiados a través del

Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF) y actividades más amplias de promoción llevadas a cabo con

defensores del pueblo regionales y gobernadores.

En febrero del 2009, el CH y OCHA organizaron un retiro nacional para evaluar el funcionamiento de estas refor-

mas, así como para definir las prioridades y metas del año. Un resultado importante de esta reunión fue la prepara-

ción de un documento conjunto sobre criterios de impacto e indicadores para medir mejor los avances. En particu-

lar, los participantes coincidieron sobre la necesidad de incrementar la respuesta humanitaria en zonas donde antes

no había presencia, de transversalizar la respuesta a desastres dentro de la estructura del IASC, y de fortalecer la

promoción y la defensa del humanitarismo en Bogotá y en el terreno.

La capacidad general del IASC Colombia para abordar las necesidades humanitarias se ha visto impulsada a través

de la movilización de recursos adicionales desde 2007. En particular, $11 millones de la Ventana de Respuesta

Rápida del Fondo Central de Respuesta a Emergencias (FCRE) establecido por la ONU, que se han asignado para

responder a las emergencias relacionadas con desastres; y $5 millones adicionales de la Ventana para Emergencias

con Financiación Insuficiente han sido utilizados para abordar necesidades de protección y asistencia entre comu-

nidades afro descendientes e indígenas en la costa Pacífica de Colombia. Mientras tanto, en el 2009, se estableció

un Fondo de Respuesta a Emergencias (FRE) - un fondo canasta local principalmente para las ONG-, bajo la su-

pervisión del CH y administrado por OCHA. Los delegados de los Grupos Temáticos constituyen un comité eva-

luador que examina los proyectos presentados al Fondo.

Colombia no tiene un Proceso de Apelación Consolidado (CAP) y, si bien el Gobierno sostiene que la capacidad

nacional hace que este mecanismo sea innecesario, también reconoce que las agencias de las Naciones Unidas y

sus ONG socias necesitan una planificación y mecanismos de financiación más coherentes y estratégicos. El Go-

bierno y el Subsecretario General de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, John Holmes, quien visitó

Colombia a principios del 2009, acordaron que el IASC CT desarrollaría marcos humanitarios locales o planes

para las regiones más afectadas del país.

También vale la pena mencionar que el Equipo Técnico de Emergencia de las Naciones Unidas (UNETT), que

incluye organizaciones internacionales no gubernamentales, la Cruz Roja Colombiana y autoridades nacionales, ha

elaborado un Plan de Respuesta a las Inundaciones con el fin de atender las necesidades humanitarias inmediatas

causadas por dichos desastres naturales, y movilizar recursos para asegurar la recuperación temprana y alcanzar

soluciones más duraderas, en particular en los temas de agua y saneamiento, y generación de ingresos. El UNETT

y la amplia estructura de la Reforma Humanitaria, aunque se dividen en los temas de desastres naturales y emer-

gencias complejas, interactúan en una serie de niveles e involucran a muchos de los miembros de ambos.

¿Qué se ha logrado?

La puesta en funcionamiento de la RH ha significado un nuevo lenguaje y forma de pensar; la organización de

numerosas reuniones para establecer un terreno común sobre guías estratégicas y operacionales; (re)pensar los

términos de referencia para los Grupos Temáticos; emprender la producción colectiva de planes de acción comu-

nes; y mantener el nivel necesario de compromiso y participación entre los actores clave. Durante los primeros

tres años de la reforma se ha ido observado una mejora gradual general de la coordinación humanitaria y de la

efectividad de respuesta. Los costos logísticos y de información han disminuido significativamente como conse-

cuencia de una mayor coordinación y sinergia. Las misiones conjuntas se han convertido en una característica

distintiva y estándar, involucrando a las agencias de las Naciones Unidas y a sus organizaciones no gubernamen-

tales internacionales socias. Aún más importante, la implementación de la RH está contribuyendo a definir la

propiedad de estrategias comunes, planes, intervenciones y acciones, y ha mejorado la interacción entre la comu-

nidad humanitaria internacional y las autoridades gubernamentales colombianas.

Sin embargo, por más significativos que hayan sido estos avances, siguen existiendo desafíos. La presencia in-

ternacional en el terreno es todavía insuficiente y aún se necesitan mayores esfuerzos para reforzar la protección

de civiles. Dado que Colombia es un país extenso y diverso, y la protección a través de la presencia física es

esencial, los operativos humanitarios deben aumentar su presencia para asistir y defender a las comunidades

afectadas por conflictos y desastres, y responder mejor a necesidades específicas a nivel local. También es im-

portante enfatizar que todas las intervenciones humanitarias deben reflejar e incorporar las preocupaciones con-

textuales específicas en el ámbito de la protección. Se necesita un enfoque diferenciado que reconozca

las distinciones de género, edad y comunidad (afrocolombianas e indígenas). Esto incluye apoyar los esfuerzos

para prevenir el desplazamiento, tales como el Sistema de Alerta Temprana de la Defensoría del Pueblo, con

miras a desarrollar un diálogo estratégico y sistemático con los militares y las demás partes del conflicto y la

puesta en funcionamiento de una estrategia para reducir la violencia sexual y de género, como un componente

integral del trabajo humanitario.

Finalmente, en ausencia de una CAP, es necesario encontrar formas para garantizar la financiación de las opera-

ciones humanitarias en Colombia que permitan flexibilidad y respuesta rápida a conflictos y desastres regionali-

zados. Es especialmente importante continuar el diálogo con el Gobierno colombiano sobre cómo movilizar y

administrar recursos, incluyendo el aumento de sus propios presupuestos para financiar intervenciones humanita-

rias. Una posible solución podría ser la definición de planes locales de acción humanitaria, uno de los cuales está

siendo preparado para la costa del Pacífico. En este sentido, la reciente aprobación de $5 millones a través de la

Ventana para Emergencias con Financiación Insuficiente es un avance importante. Los donantes están cada vez

más interesados en mecanismos de canasta de fondos y han apoyado la creación del FRE para Colombia. Es

esencial relacionar la financiación humanitaria con temas relacionados con la pronta recuperación y la prepara-

ción, y vincular el trabajo humanitario y la ayuda de emergencia a soluciones duraderas.

Tomado de: Bruno Moro, ONU Colombia[1] http://www.odihpn.org/report.asp?id=3059

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Page 11: Ayuda Humanitaria

Colombia Humanitaria toma medidas para evitar más retrasos en obras de ola invernal

Con el conocimiento de los retrasos en obras de la pasada ola invernal, Germán Vargas Lleras Ministro del Interior

abrió la posibilidad de que Colombia Humanitaria ejecute directamente las obras para evitar más retrasos.

Los estudios del IDEAM señalan que se aproxima una segunda ola invernal incluso más fuerte que la primera que azo-

tó varias poblaciones del país, con lo cual se evidenciaron los atrasos en las obras y la necesidad de ejecutar lo más

pronto posible.

El Ministro participó en la Asamblea General de Gobernadores con quienes, “acordó dedicar esta semana a concretar

las medidas que no retarden más la ejecución de esos recursos. Estamos ad portas de una nueva ola invernal y tanto

Colombia Humanitaria como las personas que tienen esa responsabilidad están obligados a facilitar la ejecución de los

recursos y la construcción de las obras”.

Tal como lo había hecho el Presidente Juan Manuel Santos en el pasado, Vargas Lleras invitó a alcaldes y gobernado-

res a que realicen una pronta y pertinente gestión para ejecutar estos recursos en las respectivas obras.

“Ninguna parte del territorio nacional se puede quedar sin adelanto de obras y, en los casos en donde francamente la

entidad territorial no pudo, o no supo cómo hacerlo, pues Colombia Humanitaria tiene que entrar de plano a ejecutar

dichos recursos”, agregó el Jefe de la cartera, al tiempo que acordó enviar a los departamentos comisiones de segui-

miento que faciliten el proceso de ejecución de las obras.

Colombia Humanitaria responde

El tema de prevención de la temporada de lluvias que se avecina despertó la masiva participación de la ciudadanía en

Urna de Cristal TV. Varias de las preguntas que enviaron los colombianos a nuestro portal, no pudieron ser respondi-

das en el programa. Por eso Colombia Humanitaria respondió por vía escrita. "La gestión de apoyo a los damnifica-

dos fue buena pero se perdió credibilidad cuando escuchamos testimonios de damnificados a los cuales no les

llega ayuda y otros compraron mercados donados, ¿Qué ha hecho el gobierno para evitar esto?" Carmen Ceci-

lia Ochoa. Piedecuesta, Santander.

"Reconociendo la urgencia que provoco el fenómeno de la Niña, el Gobierno Nacional decidió emprender un modelo de

atención a la población basado en la confianza en las entidades territoriales. De esta manera se informó a los Gober-

nadores y Alcaldes de ciudades capitales que debían hacer una solicitud inmediata de ayuda basándose en un listado

estimativo del número de personas que habían resultado afectadas y que necesitarían mercados y kits de aseo. Los

mandatarios departamentales y municipales presentaron sus solicitudes y se enviaron los recursos inmediatamente.

Debido a la magnitud de la urgencia en ese momento, las entidades territoriales no tenían en su totalidad identificada

a la población afectada, por lo que pudo presentarse algún tipo de inconveniente con el registro, pues se desbordo

completamente la capacidad de dichas entidades.

Sin embargo para las segundas entregas se establecieron nuevos controles, se pidió de forma anticipada tener el regis-

tro de las personas que recibirían las ayudas y se solicitó a los Gobernadores y Alcaldes de ciudades capitales, res-

ponsables de esta operación, hacer la coordinación respectiva con los Comités Locales de Prevención y Atención de

Desastres para que se logre llegar a todos

¿los afectados.

Cuando a Colombia Humanitaria llega algún tipo de denuncia o queja de los afectados por falta de atención se

pone en conocimiento al Gobernante correspondiente y se pide una solución al problema. Se ha informado a la

Contraloría sobre los casos particulares y a la Procuraduría para que hagan el respectivo seguimiento."

"¿Qué entidad es la encargada de capacitar a la gente para saber qué hacer en caso de una emergencia inver-

nal?" Claudia Cristina Gaitán. Bogotá, Cundinamarca.

"Dentro del Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres se encuentran los Comités Regiona-

les y Locales de Prevención y Atención de Desastres ubicados en los departamentos y municipios, respectiva-

mente quienes cuentan con los organismos de socorro, todas estas entidades están en capacidad de enseñar y

capacitar a la comunidad sobre la forma de actuar ante los diferentes eventos que se puedan presentar por las

lluvias.

De otra parte es importante informar que la estrategia de respuesta propuesta por la Dirección de Gestión del

Riesgo del Ministerio del Interior, en cabeza de Carlos Iván Márquez Pérez, fue avalada por el Consejo de Mi-

nistros y se dispondrá de un presupuesto de 53 mil millones de pesos para subsidios de arriendo, Asistencia

Humanitaria de Emergencia, Maquinaria, Combustible y obras de mitigación.

De acuerdo con los pronósticos del IDEAM, la Segunda Temporada de Lluvias de 2011 se caracterizará por un

incremento en las lluvias, debido a la probabilidad de un enfriamiento del Océano Pacífico durante el último

trimestre del año. Se esperan entonces precipitaciones, particularmente en las regiones Caribe, Andina (norte y

centro) Pacífica, norte de la Orinoquía y Piedemonte Llanero."

"Se viene de nuevo la temporada de lluvias y al parecer va ser más fuerte que la pasada. ¿Qué medidas ha to-

mado el gobierno para prevenir nuevas tragedias en las zonas de más alto impacto? ¿Está el país preparado?

¿Qué planes de contingencia hay?" Melissa Villanueva Ayure. Bogotá, Cundinamarca.

"Ante el panorama definido por el IDEAM, la Dirección de Gestión del Riesgo propone acciones a corto plazo,

entre las que se proponen:

Activación de los Planes de Contingencia y Emergencia, en el orden nacional, departamental, local, secto-

rial e institucional, sin olvidar el alistamiento de herramientas para captura de información y la acti-

vación de los Comités Regionales y Locales de la Prevención y Atención de Desastres (Crepad y Clo-

pad).

El presupuesto para la respuesta a emergencias es de 53 mil millones de pesos, distribuidos en las lí-

neas de Asistencia Humanitaria de Emergencia (menajes, alimentación, carpas), Maquinaria y Com-

bustible (alquiler de maquinaria, dragados, limpieza de caños), Subsidios de Arriendo, Obras y Labo-

res de Mitigación.

Activación de unidades de apoyo Para ofrecer una respuesta adecuada a la emergencia que se puede susci-

tar por la Segunda Temporada de Lluvias se activaron las siguientes unidades del Sistema Nacional para

la Prevención y Atención de Desastres (Snpad):

Comité Técnico Nacional: Evaluación de Daños, Necesidades y Riesgos Asociados; Apoyo Técnico a comi-

tés Regionales.

Sala de Crisis del SNPAD Llamado especial Para la Respuesta a la Segunda Temporada Invernal, la Di-

rección de Gestión del Riesgo hizo un llamado especial a diferentes sectores que conforman el SNPAD

Tomado de http://www.urnadecristal.gov.co

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Page 12: Ayuda Humanitaria

"Los desastres no son ni naturales ni castigos de Dios"

Por César Paredes, periodista de Semana.com

INVIERNO Gustavo Wilches Chaux, gestor de medio ambiente, explica cómo debe ser la recuperación del

país. "El Estado ha hecho lo posible por rescatar a los náufragos, pero no por evitar más naufragios".

Martes 18 Enero 2011

La oleada invernal ha dejado a su paso en Colombia más de dos millones de damnificados y varios centena-

res de muertos. Ambientalistas advierten que el fenómeno se debe al calentamiento global. Mientras tanto, el

Gobierno alista un plan de recuperación para aliviar el daño económico y social.

En entrevista con Semana.com Gustavo Wilches Chaux, analista de RazónPública.com y experto en medio

ambiente y gestión del riesgo, aduce que la recuperación del país se debe enfocar en los derechos de la pobla-

ción damnificada. En su criterio, es necesario revaluar el modelo de desarrollo que permite que el hombre

intervenga sin control su hábitat.

Semana.com: En un artículo recientemente publicado en RazónPública.com, usted plantea que la

política de recuperación de las zonas afectadas por el invierno se debe enfocar en fortalecer la

capacidad de las personas. ¿Eso qué significa?

Gustavo Wilches Chaux: Entré al tema ambiental porque mi ciudad, Popayán, fue destruida por un terre-

moto en 1983. No llegué de afuera a esa situación, sino que comencé a vivirla desde adentro. Entendí que un

desastre es una ruptura, es una especie de muerte en la que nace una nueva persona con una nueva relación

en un nuevo territorio.

La recuperación de una comunidad es como una araña y una telaraña. La araña es la comunidad y la telara-

ña es el objeto de intervención. El reto es fortalecer la araña que ha quedado viva, pero traumatizada, para

que pueda poner al máximo toda su capacidad de crear una nueva telaraña. Pero si le reconstruyo su telara-

ña –así sea con materiales de la era espacial–, y la pongo sobre la telaraña, probablemente no funcione. Este

es un trabajo de recomposición de relaciones entre seres humanos y sus territorios.

Semana.com: Usted hizo una lista de derechos de las comunidades afectadas o en riesgo. ¿Cuáles son los de-

rechos más importantes de una persona damnificada o en riesgo de un desastre?

Gustavo Wilches Chaux especia-

lista en Derecho Ambiental y

Gestión del Riesgo advierte que

el cambio climático debe ser

tomado en serio.

G.V.C.: El enfoque de derechos tiene una ventaja, y es que se centra en los seres humanos. Los discursos aguantan

todo y la mayor parte son impecables, el problema es llevarlos a la práctica.

El primero de los derechos es el de protección, y el Gobierno ha hecho un esfuerzo por garantizarlo. Es fundamental.

Pero hay otros como el derecho a la continuidad, que es necesario atender. Por alguna razón, cada gobernante tiene sus

desastres. El terremoto de Popayán ocurrió en el gobierno de Betancur, el de Tierradentro en la etapa de transición de

los gobiernos de Pastrana y Samper. Pero por alguna razón cada uno se vuelve problema del gobierno anterior, y dejan

de ser prioritarios. Hay volcanes que siguen activos y procesos que siguen funcionando. Es necesario entender que es-

tos son procesos de muy largo plazo que duran mucho más de un período presidencial.

Otro derecho es a la prioridad. Se dice con frecuencia que un desastre es una oportunidad. En 1984, cuando era director

del SENA en Cauca y estábamos instrumentando el plan de recuperación después del terremoto de Popayán, llevé un

documento a Jamaica en el que argumentaba que el ideograma que usaban los chinos para significar la crisis es una

mezcla de peligro y de oportunidad. En la medida en que ha pasado el tiempo me doy cuenta de que la característica de

un desastre es que es un desastre. Puede ofrecer algunas oportunidades para hacer algunas transformaciones que sería

difícil hacer en condiciones normales, pero no se puede descuidar la prioridad que tienen quienes han sufrido. Primero

hay que lograr la recuperación real, sólida y sostenible de la relación de la gente con su territorio.

Semana.com: En algunos de sus escritos usted cuestiona el enfoque desarrollista…

G.W.C.: Pienso que el cambio climático va en serio. Lo estamos viendo en Australia, en Europa, en Japón,

en China... La capacidad de convivencia entre las sociedades humanas y las dinámicas del planeta se ha per-

dido en algunos sitios de manera más dramática que en otros. Se está agudizando la variabilidad climática.

La „Niña‟, por ejemplo, que es un fenómeno normal, por el efecto del cambio climático, ahora se presenta

con más intensidad. No me extrañaría que el „Niño‟ que viene sea más fuerte.

Lo que ha producido esa variabilidad climática es la manera como hemos entendido el desarrollo. Por miles

de años las plantas habían almacenado el gas carbónico bajo la tierra en forma de petróleo y carbón. Ahora

lo estamos liberando. Como la tierra es un ser vivo, que tiene su sistema de inmunización, está haciendo sus

ajustes.

Paradójicamente, lo que se propone es reconstruir con más de lo mismo que ha causado el daño, en lugar de

mirar, por ejemplo, cómo algunas comunidades de la costa caribe han logrado mantener la relación con su

entorno. Pero fue tanta el agua, que esa adaptación se rompió. Sin embargo, los gérmenes conceptuales para

lograr la recuperación de las comunidades con su territorio están en esas culturas. Pero en lugar de mirar

eso, pensamos en obras de infraestructura en aras de la competitividad económica del país y dejamos un as-

pecto fundamental de la competitividad, que es tener un país capaz de aguantar los efectos del clima, la visi-

ta de un huracán, una sequía, y sobre todo capaz de mantener la convivencia entre los seres humanos.

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia

Page 13: Ayuda Humanitaria

Semana.com: Usted ha trabajado en los programas de reconstrucción del Terremoto de Popayán

(1983) en el de Tierradentro (1994) y en el del Eje Cafetero (1999). ¿Qué aprendimos en esas expe-

riencias y qué nos falta?

G.W.C.: Hemos aprendido muchas cosas. Eso está consignado en las normas. Después del desastre de Armero se creó

el Sistema Nacional de Atención y Prevención de Desastres, que nació formalmente en 1986. Con la Constitución de

1991 nació el Sistema General Ambiental, Ley 99 de 1993.

Pero parece que en la práctica no hemos aprendido tanto, que no hemos hecho una evaluación profunda de los hechos.

Hace años, para un encuentro sobre la reconstrucción de Bogotá, ante la posibilidad de un terremoto de gran magnitud,

me preguntaba qué desastre ha habido en Bogotá de características nacionales. La respuesta fue el 9 de abril de 1948, el

asesinato de Gaitán, que tuvo repercusiones nacionales. La manera como se reconstruyó, entre comillas, no sólo la ciu-

dad sino la gobernabilidad en el país generó la violencia y sentó las raíces para esa guerra que vivimos todavía. En zonas

tan críticas como son las que hoy están afectadas por la oleada invernal hay unos procesos complicadísimos entre los

sectores sociales y sus territorios. Lo que puede ocurrir es que se agudicen las razones del conflicto y se esfumen las

posibilidades para la paz.

Semana.com: Usted dice que los desastres no son ni naturales ni “castigos de Dios”. ¿A qué se

refiere?

G.W.C.: Esa es una pelea que considero perdida. Que los desastres son castigos de Dios se escucha con me-

nos frecuencia, pero siempre se habla de tragedias naturales, desastres naturales o de catástrofes naturales.

¿Cuál es la importancia de quitarle el adjetivo? La humanidad se demoró mucho tiempo en ver la relación

entre el coito y el parto, después de nueve meses. De la misma manera, aún no es tan notoria la relación entre

desastres y errores o decisiones del desarrollo equivocadas que se han tomado en algún momento. Sin embar-

go, cada vez la gente afectada por el desastre dice que eso no es natural, o sea que no es la naturaleza la que

lo genera, sino que nosotros creamos las condiciones para que la naturaleza pase una cuenta de cobro que

tiene que pasar tarde o temprano.

Semana.com: En Gramalote todavía hay casas habitadas por personas que se resisten a evacuar.

¿Hasta dónde llega el derecho de las personas a permanecer en el sitio afectado, y el deber del Estado

de protegerlos?

G.W.C.: Ese tema es muy polémico. Tengo la imagen marcada de unos indígenas que fueron evacuados de

las orillas del río Páez, en 1994, ante una inminente inundación. Cuando bajaron de los helicópteros, tenían

terrones de tierra en las manos. No querían desprenderse de su origen. Pero, por otro lado, en Argelia, Valle,

ante una amenaza de un deslizamiento, había gente insistiéndole a un jefe de familia para que evacuara. Él no

quiso, vino el deslizamiento y mató a la familia. Llegaron unos voluntarios rescatando los cadáveres y cayó

otro deslizamiento y también murieron.

Lo que digo es que el Estado tiene la obligación de evacuar, pero, por otra parte, para la gente es más acepta-

ble un riesgo conocido que un riesgo por conocer. Considero que no hay que esperar a que las situaciones

sean extremas, sino que se pueden prever con mucho tiempo de anticipación y crear territorios seguros para

que cuando la gente salga de su sitio no le sea tan traumático abandonar su territorio.

Semana.com: ¿Además de las instituciones del Estado, cómo se debe vincular la gente en el proceso de recupera-

ción de una región?

G.W.C.: Las personas afectadas, los actores locales son la araña. Todo lo que venga de afuera debe fortalecer esa ara-

ña. Los procesos verdaderamente participativos se dice que son más lentos, que se agotan en discusiones, que para eso

hay técnicos que saben hacer las cosas. Pero el hecho de que sean más lentos puede generar verdaderos compromisos y

soluciones duraderas.

Mafred Max Neef, un chileno que ha aportado mucho a la teoría del desarrollo humano, hace una comparación entre la

leche materna y la leche en polvo. Dice que mientras la leche materna nutre al bebé, crea lazos afectivos entre la madre

y el niño, espacia los períodos gestantes de la madre –entonces es una especie de control natal– y fortalece el sistema

inmunológico del niño como el de la madre, la leche en polvo sólo satisface la necesidad nutricional. Puede ser más

cómodo para algunas mamás preparar el tetero con leche en polvo, pero esa comodidad y esa eficacia van en perjuicio

de otros procesos que son fundamentales.

Cuando alguien ha intervenido en la construcción de su casa, y me refiero no sólo a su lugar de residencia, sino a su

hábitat, es posible que su relación con el territorio sea mucho más profunda. Ahora, si una persona ha perdido todo y

está viviendo en un cambuche, pues una casa le puede solucionar un problema inmediato. Pero todo lo que se haga en

términos de proteger las necesidades inmediatas de la gente debe ser un insumo para el más largo plazo.

Semana.com: Desde su óptica, parece muy importante ligar la gestión del riesgo con la protección

del medio ambiente. ¿Por qué?

G.W.C.: Porque es lo mismo. Son dos maneras de decir lo mismo. Una buena gestión ambiental es la mejor gestión del

riesgo. Por eso es que ahora aparecen cuestionadas las CAR. Recuerdo que en una charla la posición de algunos direc-

tores de esos organismos era que ese tema de la prevención no les correspondía. Yo le decía a un director de rescates de

la Defensa Civil: “En la medida en que usted trabaje más es porque hemos fracasado”.

Semana.com: Finalmente, ¿cómo le ha parecido la actuación del Gobierno en esta emergencia?

G.W.C.: Uno se entusiasma cuando ve al Presidente de la República con el chaleco del Sistema Nacional de Atención

y Prevención de Desastres y a los gobernadores. Creo que el Estado y la sociedad en general están haciendo lo posible

en el manejo de la emergencia, están haciendo lo posible por rescatar a los náufragos. En lo que no se está haciendo lo

necesario es en evitar que haya más naufragios.

Tomado de: http://www.semana.com/nacion/desastres-no-ni-naturales-ni-castigos-dios/150352-3.aspx

Calidad de la ayuda humanitaria en ColombiaCalidad de la ayuda humanitaria en Colombia