El badminton tiene su origen en un castillo inglés hacia finales del siglo XIX, donde un grupo de militares decidió pasar un rato jugando al tenis con los corchos de botellas de champán. Así nació un nuevo deporte que recibió el nombre del lugar: badminton.

A España llega por Galicia hacia los 80 y desde entonces tiene un gran auge. En las Olimpiadas de Barcelona 92 entra en el programa como deporte de exhibición y a partir de ahí se convierte en Olímpico.

En la actualidad, el mayor potencial nacional se encuentra en Andalucía, aunque comunidades como Madrid, País Vasco, Islas Baleares, Asturias e incluso Aragón destacan por su cantera.

Sobre un espacio de juego delimitado por líneas, dos o cuatro jugadores se intercambian un objeto volante por encima de una red, utilizando para golpearlo unas raquetas de características especiales. El objetivo es golpear de tal forma el volante que el contrario no pueda devolverlo y caiga dentro de los límites de su terreno de juego, habiendo pasado por encima de la red.

En el deporte reglamentado, el terreno de juego es rectangular, dividido en dos partes iguales por una línea central, sobre la que se sitúa una red a la altura de 1,55 metros, y que está sujeta por dos postes a los lados del terreno.

La forma de agarrar la raqueta se denomina “presa”. Se coge con una mano rodeando el mango con todos los dedos y con el pulgar entre el dedo índice y los demás.

Se saca desde la zona de servicio derecha, golpeando el volante en diagonal hacia la zona opuesta. El volante tiene que pasar por encima de la red, en caso de que el contrario no lo devuelva o cometa falta, se consigue el punto.

Si conseguimos punto, el siguiente saque se realiza desde la zona izquierda, es decir, se alternan los dos lados de acuerdo con la puntuación (tanteo par del lado derecho y tanteo impar del izquierdo).

Si cometemos falta, perdemos la posibilidad de sacar y el adversario sumará un punto.

Se utiliza para cualquier intervención. Es importante adoptarla en el centro

de la pista. Pies paralelos y separados, piernas

ligeramente flexionadas. Tronco inclinado un poco hacia

delante. Los brazos adelante y algo

flexionados, situando la raqueta a la altura de la cabeza, en una posición que nos permita estar preparados para cualquier acción.