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Arqueología Bajo el Agua Flor Trejo Rivera

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ArqueologíaBajo el Agua

Flor Trejo Rivera

1. El agua: frontera que seduce................................................................ 1

2. Lograr lo imposible: inventos para permanecer bajo el agua........... 4

3. ¿Y si hacemos arqueología bajo el agua?........................................... 8

4. La Arqueología subacuática.................................................................104.1. Técnicas de rastreo e identificación4.2. Técnicas de trabajo arqueológico bajo el agua4.3. Metodología A. Recorrido B. Reconocimiento C. Registro y recuperación de materiales

5. Conclusión.............................................................................................30

Referencias geográficas...........................................................................31

Glosario......................................................................................................32

Bibliografía.................................................................................................36

Selección de Piezas...................................................................................37

Créditos.......................................................................................................78

Índice

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ArqueologíaBajo el Agua

ii Fundación Cultural Armella SpitalierArqueología Bajo el Agua

Estamos a punto de adentrarnos en un mundo hasta hace poco desconocido. Un mundo compuesto por muchos mundos, verdaderas cápsulas de tiempo que durante cientos, o inclu-so miles de años, permanecieron resguardados por los mares o por las aguas de un cenote o de una cueva que, aunque ahora se encuentra sumergida, fue alguna vez refugio seco de animales hoy extintos, o de grupos humanos que pisaban por primera vez aquellos lares.

Toda esta riqueza arqueológica e histórica compuesta lo mismo por esqueletos humanos y animales, ofrendas prehispánicas, objetos coloniales y restos de embarcaciones de diver-sas nacionalidades que encontraron su fin al surcar nuestros océanos en los últimos cinco siglos, constituye el patrimonio cultural subacuático de México, un legado tan importante como el que se encuentra en tierra y del cual los mexicanos nos sentimos tan orgullosos.

A lo largo de este recorrido preparado por la historiadora Flor Trejo Rivera, investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sabremos de los esfuerzos del hombre por llegar al fondo de los mares, en épocas remotas con fines bélicos o en busca de ofrendas dignas de sus deidades, y en tiempos más recientes para extraer los fragmentos de historia que allí se encuentran.

También conoceremos los recovecos de la arqueología subacuática. ¿De qué se trata esta disciplina relativamente joven en el planeta? ¿Cuál es su propósito al escudriñar los fondos acuáticos? ¿Qué encuentra un arqueólogo en el fondo de los océanos, o al descender por entre las turbias aguas de un cenote maya? ¿Cómo estudia ese material, cómo lo preserva, cómo lo comparte con aquellos que no tienen el privilegio de poder visitar esos sitios?

Esperamos que al final de esta inmersión en una importante parte del patrimonio cultural que yace bajo las aguas de nuestro país, comprendamos mejor el valor de este legado que ha permanecido tanto tiempo esperándonos para contarnos los hechos de los que fue testigos y que hablan de nuestro propio pasado.

Arqueóloga Pilar Luna ErreguerenaSubdirectora de Arqueología Subacuática

Instituto Nacional de Antropología e Historia

Prólogo

1 Fundación Cultural Armella SpitalierArqueología Bajo el Agua

El agua: frontera que seduce1.0

Cuando caminamos a la orilla del mar, de un río o una laguna, ¿quién no ha sentido la curiosidad de tocar el agua, de sentirla bajo los pies, de observar a los animales y las plantas que viven en el interior? Incluso el constante rumor parece una voz que nos invita a sumergirnos.

El hombre, un ser de naturaleza terrestre para quien el agua siempre ha sido un reto, ha demostrado a lo largo de la historia su audacia para traspasar las fronteras de lo inimaginable, en pos de los secretos ocultos en ese medio tan ajeno a él.

Es fácil imaginar que los primeros acercamientos a los cuerpos de agua fueron similares a los de un niño que se atreve a sumergirse poco a poco, a tocar la arena, las plantas, las conchas y caracolas que había sentido primero con los pies.

Vencer el temor ante un elemento diferente fue uno de los mayores desafíos para los primeros grupos humanos, movidos en un principio por la curiosidad y después motivados por la búsqueda de alimento y de piezas como corales y perlas para utilizarlos como adornos o para el intercambio comercial.

El agua, aunque era un elemento ajeno para las capacidades respiratorias y motrices del hombre, no impidió operaciones militares bajo el agua, ni tampoco la recuperación de restos de barcos hundidos. La historia nos muestra cómo bajo el agua, pero sobre todo en el fondo del mar, existían los suficientes estímulos para sumergirse y recuperar frutos y misterios.

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En el caso de México, en algunos códices en donde se representa a nuestros antepasados prehispánicos navegando, se puede apreciar el co-nocimiento de algunos habitantes del mundo acuático en los dibujos de mo-luscos, crustáceos, peces y reptiles.

En la pintura mural de Chichén Itzá (Yucatán) se puede apreciar que los mayas supieron sacar provecho del extenso litoral que rodea la región. El mural es testimonio de un eficiente sistema de navegación que permitía el intercambio de productos entre distintas regiones. También se distinguen representaciones de fauna acuática diversa.

Significado y uso de las conchas entre los mesoamericanos

La concha, al estar asociada con el mar, adquirió significados mágicos y va-lores religiosos. En los pueblos antiguos de México, las conchas podían re-presentar el nacimiento o el sacrificio y se consideraban el símbolo de alguna deidad, como Tecuciztécatl, dios del caracol marino. Los moluscos eran uti-lizados como alimento y sus conchas generaban una industria dedicada a la fabricación de ornamentos, utensilios, herramientas, armas e instrumentos musicales (trompetas, cascabeles, silbatos y marimbas). Además de ser mate-ria prima, la concha fue utilizada como moneda, ya sea en su forma natural o trabajada en forma de cuentas.

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Imagen de una raya amarilla (Urolophus jamaicensis), especie que se encuentra frecuentemente entre los vestigios arqueológi-cos sumergidos.

Por ejemplo, en el mural del Templo de los Guerreros, localizado en Chichén Itzá, Yucatán, se dis-tinguen caracoles, cangrejos, rayas, tortugas y peces, que hacen evidente su empleo como alimento, mercancía de intercambio y ornato. Los objetos hechos de la concha llamada spondylus, localizados en algunas ofrendas y sitios arqueológicos, son la evidencia material de las excursiones bajo el agua durante la época prehispánica. Sin embargo, esta actividad no se registró en ningún códice, por lo que solamente podemos imaginar el uso de la técnica básica del buceo a pulmón.

Moluscos productores de tintes

Los moluscos, además de ser alimen-to, también se utilizaban para produ-cir tintes. De ciertos géneros de gaste-rópodos como el Purpura y el Murex se extraía el color púrpura con el que se comerció desde épocas muy anti-guas en el Mediterráneo, el Oriente y Mesoamérica.

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Ilustración de 1720. Máquina hydroándrica o vestidura para cubrirse dentro del agua.(1)

1583. Dibujo de una campana para bucear inventada por José Bon.(2) El inventor aseguraba que el ingenio permitía a un hombre permanecer más de un cuarto de hora bajo el agua. Consistía en una campana de bronce con cuatro hileras de anclaje dispuestas verticalmente y equidistantes entre sí por donde circulaban los cabos de sujeción que permitían subirla y bajarla.

Lograr lo imposible: inventos para permanecer bajo el agua2.0

La experiencia constante en las actividades de pesca y recolección de elementos de ornato, cotizados según sus características, rareza y dificultad para extraerlos, permi-tió la familiarización con los cuerpos de agua y propició el empleo de algunos ingenios para sumergirse, pasar des-apercibidos y llevar a cabo estrategias militares. Desde una vara de bambú para ocultarse bajo el agua, los inven-tos se volvieron más complejos, hasta el diseño de cam-panas para sumergirse y los primeros trajes de buceo.

Es interesante cómo la lucha entre distintas socie-dades motivó al hombre a vencer el temor ante un

elemento diferente. Domi-nar el agua era una nece-sidad, pues se considera-ba un medio estratégico para la guerra. Existen registros de épocas tan remotas como la antigua Grecia, donde se narra cómo se utilizaban odres de cuero con aire adentro para sumergirse y causar estragos en embarcacio-nes enemigas, barrenán-doles el casco o cortándo-les las amarras para que se fueran a la deriva y se estrellaran.

Además de estos ingenios, la observación de la naturaleza les pro-porcionó inspiración para encontrar la manera de respirar bajo el agua. Las cañas o juncos fueron empleados como tubos respirato-rios, antecedente de lo que ahora conocemos como snorkel. Pero el reto de las profundidades llevó a algunos inventores a buscar la manera de proporcionar aire por mayor tiempo, pues algunas acti-vidades, como investigar los secretos sumergidos en las aguas o la recuperación de restos de barcos hundidos, así lo requerían.

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Las campanas de buceo fueron la primera solución para poder obtener un depósito de aire bajo el agua que le permitiera al buzo llevar a cabo una actividad por un lapso de tiempo determinado. Pero este in-vento, con todas sus variantes, tenía dos inconvenientes principales: el aire contenido en la campana se enrarecía y dificultaba la respiración, y se corría el riesgo de que el aparato perdiera estabilidad, inundán-dose el interior de la cámara poniendo en peligro la vida del buzo.

Los materiales y los sistemas de funcionamiento de las campanas fueron modificadas desde las pesadas de roble recubiertas de plomo hasta las de chapa de acero, pasando por las fundidas en bronce de una sola pieza o las de hierro fundido. Cuando eran de madera se lastraban con lingotes de plomo, piedras o sacos de arena para hacer que se hundieran y se mantuvieran perpendiculares a la superficie del agua.

Con el transcurso del tiempo y la experiencia adquirida en las inmersiones, la idea evolucionó hasta encontrar una solución para el suministro de aire desde la superficie por medio de bombas o compresores. Este cambio permitió au-mentar el tiempo de inmersión.

Los impedimentos tecnológicos no fueron un obstáculo para la conquista de las profundidades. La experiencia bajo el agua, los animales que habían observado, la perspectiva de construir muelles y puentes, además de la posibilidad de re-cuperar barcos hundidos, fueron motivación suficiente para seguir diseñando y mejorando los ingenios para aumentar el tiempo de permanencia bajo el agua, trabajar con menor esfuerzo y mayor seguridad.

A finales del siglo XVI, Jerónimo de Ayanz presentó ante las autoridades españolas una serie de inventos para hacer trabajos bajo el agua. El diseño de sus ingenios destaca porque se anticipó casi cuatro siglos a los adelantos técnicos en materia de buceo y navegación submarina. Entre sus di-seños propuso dos versiones de tubo respirador con válvula de purga a base de un pellejo de piel de cabra lleno de aire con tubo y embocadura para respirar, concepto que permitía al buzo montarse en él y desplazarse bajo el agua nadando; unas gafas de buceo; chaleco con suministro de aire desde la superficie, así como una embarcación submarina de madera con remos para avanzar bajo el agua. Como resultado, el rey Felipe III le otorgó en 1605 una patente por 20 años.

Casco de escafandra. La escafandra es un traje especial diseñado para perma-necer bajo el agua. El casco metálico, cuenta con tres mirillas de vidrio para poder tener una visión en varias direc-ciones y se atornilla a un traje de tela impermeabilizado.

Ilustraciones de inventos de Jerónimo de Ayanz.

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En 1819 el ingeniero inglés Augusto Siebe presentó el primer invento de traje y casco. Consistía en una escafandra de metal unida a una cha-quetilla hasta la cintura, de forma que el aire que se mandaba con una bomba salía por debajo de la chaquetilla. El inconveniente era que si el buzo se inclinaba demasiado durante su trabajo el artefacto se llenaba completamente de agua. 18 años después, este mismo inventor logró perfeccionar su equipo transformándolo en un traje cerrado.

A lo largo de tres siglos se experimentó con aparatos de inmersión. En algunos casos se alcanzaron profundidades cercanas a los 40 metros y una permanencia bajo el agua de alrededor de tres o cuatro horas. Sin embargo, los diseños de estos rudimentarios trajes de buceo eran mantenidos en secreto por sus inventores a fin de retener sólo para ellos el beneficio de la tecnología. No compartir las caracterís-ticas de sus inventos dio como resultado cierto retraso en la solución de las dificultades que el buceo presenta, como son los problemas de descompresión.

Primer manual de buceo

En 1836 los hermanos Juan y Carlos Deane, origi-narios de Inglaterra, dedicados activamente a ope-raciones de salvamento, publicaron un Manual de buzos donde plasmaron sus experiencias. Este fue el primer documento de este tipo que se editó en el mundo.

Durante todo el siglo XVIII se trabajó en el perfeccionamiento del traje de buceo, base para que, en los primeros años de la siguiente centuria, naciera la escafandra. Durante un par de décadas se experimentó con las dificultades que padecía el buzo al usar casco abierto, pues los mo-vimientos bruscos hacían que el casco se inundara, hasta que el uso de nuevos materiales permitió pasar al diseño del traje cerrado. Este éxito, por medio del cual se había logrado por fin un traje hermético o estanco, dio paso a la historia moderna del buceo.

Sin embargo, el buzo necesitaba mayor autonomía de desplazamiento y también un sistema donde pu-diera portar su propio aire para respirar sin depender de la superficie. A lo largo del siglo XIX se buscó la manera de dotar al buzo de un aparato respiratorio submarino autónomo y automático, logro alcanzado hasta las primeras décadas del siguiente siglo por los franceses, principalmente.

Escafandra de Augusto Siebe.

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El éxito y avance tecnológico en el uso de aire comprimido permitió que la década de los 40 culminara con la aporta-ción del invento revolucionario de dos franceses: Jacques Yves Cousteau, en ese entonces teniente de navío de la Armada Francesa, y Emile Gagnan, ingeniero experto en equipos industriales de gas. Ambos lograron diseñar un me-canismo automático que suministrara aire al buzo conocido como Aqua-lung; el nuevo regulador sumado a un conjun-to de botellas con suficiente aire almacenado y unas aletas permitió al hombre adentrarse con facilidad en el misterioso mundo de las profundidades.

A partir de esta etapa se ha ido perfeccionando el equipo de inmersión para mayor movilidad, seguridad del buzo y completa autonomía de la superficie, e incluso para lograr el descenso a mayores profundidades. Al equipo de buceo ac-tualmente se le conoce como SCUBA que en inglés significa Self Contained Underwater Breathing Apparatus, es decir, equipo de buceo autónomo.

Jacques-Yves Cousteau (1910-1997) fue un oficial naval francés destacado por su pasión por el mar y sus misterios. Junto con Emi-le Gagnan inventó el sistema de buceo autónomo conocido como “Aqua-lung” que propició la popularización del buceo hasta conver-tirlo en un deporte.

Las referencias más tempranas sobre un sis-tema propulsor en los pies se encuentra en el Codex Atlanticus (1500) de Leonardo da Vinci y consiste en un bosquejo de aletas. Un siglo después, el físico Giovanni Alfon-so Borelli analizó la mecánica anatómica de los animales y adaptó un tipo de membranas parecidas a las patas de la rana a un traje adecuado para la natación. Sin embargo, no fue sino hasta 1924, con el invento del francés Louis de Corlieu, que se fabricaron las auténticas aletas de goma vulcanizada, mismas que aparecieron por primera vez en el mercado en 1935.