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BARROCO IBEROAMERICANO: identidades culturales de un imperio volumen II Carme López Calderón María de los Ángeles Fernández Valle María Inmaculada Rodríguez Moya (Coords.) Andavira Editora

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BARROCO IBEROAMERICANO:

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Carme López CalderónMaría de los Ángeles Fernández Valle

María Inmaculada Rodríguez Moya(Coords.)

Andavira Editora

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Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio

Vol. II

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Carme López CalderónMaría de los Ángeles Fernández Valle

María Inmaculada Rodríguez Moya(coords.)

Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio

Vol. II

Andavira EditoraSantiago de Compostela, 2013

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López Calderón, C., Fernández Valle, Mª. A., Rodríguez Moya, Mª. I. (coords.)Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio, Vol. II, Santiago de Compostela, Andavira Editora, 2013.ISBN: 978-84-8408-743-4Depósito Legal: C 2371-2013

© Los autores de los textos

© Edita: Andavira EditoraDiseño y maquetación: Adrián Hiebra PardoImpreso en España/ Printed in Spain

Imagen de cubierta: Entrada del Virrey Morcillo en Potosí, Melchor Pérez de Holguín, 1716. Museo de América, MadridAgradecemos la cesión de la imagen

Organizan:CEIBA. Centro de Estudios del Barroco IberoamericanoGrupo de Investigación Iacobus (GI-1907). Universidad de Santiago de CompostelaIconografia i Història de l´Art. Universidad Jaume I (Castellón)Área Historia del Arte. Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)

Colabora:Escuela de Estudios Hispano- Americanos (CSIC)

Proyectos de Investigación:

HAR20011-22899. Encuentros, intercambios y presencias en Galicia entre los siglos XVI y XXGRC2013-036. Programa de Consolidación e Estruturación de Unidades de Investigación CompetitivasA3-041329-11. Red de Arquitectura Vernácula Iberoamericana (Red-Avi)P09-HUM-4523. Visibilia. Red de Patrimonio Artístico de AndalucíaHAR2012-30989. Las siete maravillas. Evocaciones y reedificaciones del mito en la Edad Moderna

Si deseas este libro en formato papel, pincha en http://www.meubook.com/pg/profile/ceiba

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ÍNDICE

Volumen iI. Mística ciudad de dios

17 O Príncipe dos Patriarcas S. Bento: ejemplo de virtud para el buen gobierno. Rosa Margarita Cacheda Barreiro

31 El clero se retrata: Imágenes de eclesiásticos quiteños durante el Barroco. Ángel Justo Estebaranz

51 Quién es quién en la Elogia Mariana de A.C. Redelio. Carme López Calderón

65 Retratos de hombres santos y beatos: místicos modelos para la sociedad valenciana en la Edad Moderna. Cristina Igual Castelló

81 Nuevas aportaciones en torno a la Iconografía de San Juan de Dios en América y Filipinas. José María Valverde Tercedor

95 Sermones cuaresmales del siglo XVII. Cecilia A. Cortés Ortiz

109 La leyenda y milagros de la Virgen de las Angustias de Granada: un ejemplo de historia hagiográfica barroca en un documento jurídico. José Antonio Peinado Guzmán

127 Prácticas, ingenios persuasivos y retórica visual de la imagen de devoción en Nueva España. Sergi Doménech García

145 La arquitectura oblicua de Juan Caramuel, un enfoque casuístico. María Elisa Navarro Morales

ii. La ciudad de Las daMas

157 Usos y funciones de la imagen barroca en la vida conventual femenina. María Eugenia Fragozo González

165 Sor Mariana de la Cruz y Sor Ana Dorotea de Austria: el poder de las Religiosas Habsburgo de las Descalzas Reales de Madrid. Rocío Martínez López

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181 Estoy crucificada con Cristo: en torno a la representación de la Religiosa mortificada del Monasterio de la Concepción de Riobamba (Ecuador). Ángel Peña Martín

199 Amalia Mesa-Bains´s Domesticana Baroque. Kat Austin

215 El retrato civil femenino: imagen y representación de la mujer cristiana en la Nueva España (Siglo XVIII). Elsaris Núñez Méndez

231 La “jaula” de las virreinas. Polémica en torno a un asiento indecoroso en la catedral de México. Francisco Montes González

iii. Varones iLustres en santidad, Letras y zeLo

251 Imágenes del barroco colonial en el Archivo Fotográfico del CSIC: legados Angulo, Marco Dorta y Sebastián. Un Proyecto de Investigación. Wifredo Rincón García

277 Domingo de Andrade y el conjunto de retablos del convento dominico de Santa María A Nova de Lugo. Ana E. Goy Diz y María Teresa García Campello

301 El arzobispo Bartolomé Rajoy y Losada (1751-1772) y la construcción del Hospicio de Pobres en Santiago de Compostela. Javier Raposo Martínez

319 Juan Manuel de Moscoso y Peralta, Arzobispo de Granada (1789-1811) y su contribución al palacio de retiro de Víznar. Laura Luque Rodrigo

335 D. Manuel Antonio Rojo del Río Lafuente Lubían y Vieyra: su labor de mecenas en Filipinas y Nueva España durante el siglo XVIII. Ana Ruiz Gutiérrez

345 Diego Fernández de Córdoba, aportaciones de un virrey de Nueva España y del Perú. Sarai Herrera Pérez

357 Manuel de Amat: Arte y mecenazgo en Lima (1761-1776). Priscila del Águila Chávez

375 Joaquín de Peramas. Un ingeniero militar en América. Pedro Cruz Freire

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389 Claves estilísticas y formales en torno a la paleta de Sebastián Martínez. Rafael Mantas Fernández

407 La trayectoria artística de Fray Manuel de los Mártires, maestro de obras de Santo Domingo de Bonaval. Paula Pita Galán

425 El Padre Anton Sepp y su impronta en la fundación del pueblo de San Juan Bautista. Pablo Ruiz Martínez-Cañavate

441 Uma nova visualidade na pintura colonial paulista: o restauro das obras do Padre Jesuíno do Monte Carmelo. Myriam Salomão

455 Perfil intelectual de Juan Interián de Ayala, autor de El Pintor Cristiano y Erudito. María Antonia Argelich Gutiérrez

465 Imágenes del barroco mexicano en el legado fotográfico de Diego Angulo al CSIC. Álvaro Pascual Chenel y Fernando Villaseñor Sebastián

Volumen ii

iV. eL gran teatro deL Mundo

17 La figura del demonio en el teatro y la pintura del Siglo de Oro español. Arsenio Moreno Mendoza

27 Plazas efímeras del Barroco Hispánico. Francisco Ollero Lobato

57 Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto. María Inmaculada Rodríguez Moya

87 Días de transición en la Lima Barroca. Entre las exequias de Felipe IV y la aclamación de Carlos II (1666). Juan Chiva Beltrán

105 Construiré un monumento más imperecedero que el bronce: el Túmulo Imperial de la gran ciudad de México, 1560, primera relación funeraria de la Nueva España. Víctor Manuel Sanchis Amat

115 Exequias de Felipe IV en México y Lima: consolidación del poder monárquico. Jennifer Solivan Robles

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131 Las representaciones teatrales realizadas en América Portuguesa por ocasión de la aclamación del Rey José I: el teatro de la colonia a caballo entre las tradiciones castellana e italiana. Rosana Marreco Brescia

143 Fiestas y la Peste en la Sevilla de la Edad de Oro. Ellen Alexandra Dooley

155 La ciudad como un gran escenario. Jaén en el Siglo de Oro. José Manuel Almansa Moreno

173 Las iglesias de realengo de Cundinamarca y Boyacá: construcción y provisión de ornamentos. Guadalupe Romero Sánchez

189 A Casa Nobre no Vale do Côa: um olhar sobre a estética barroca no final do século XVIII. Ana Celeste Glória

207 Análisis formal comparativo del retablo con soportes de tipo salomónico en la la región Puebla Tlaxcala. Un acercamiento. Agustín René Solano Andrade

225 La escalera monumental en el Barroco Iberoamericano. Un escenario para la vida pública. Miriam Elena Cortés López

241 El órgano Almeida e Silva/Lobo de Mesquita de Diamantina (1782-1787): ingenio autóctono en el ultramar lusitano. Marco Brescia

V. Ver, oir, oLer, gustar, tocar

257 Abril para morir. Colecciones artísticas sevillanas en el año de la peste (1649). Fernando Quiles García

275 Los Desastres de la Guerra de Goya como un libro de emblemas estoicos. José Manuel B. López Vázquez

305 Elementos para una gramática sensorial del barroco novohispano: análisis de Los Sirgueros de la Virgen (1620). Beatriz Barrera Parrilla

317 Para imaginar lo desconocido. De turcos, herejes, indios y mártires. Juan Manuel Monterroso Montero

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335 “A los ojos se muestra y a los deseos se pinta”. Retratos divinos indianos en el Viejo Mundo. María de los Ángeles Fernández Valle

353 El deleite de la vista y el oído en representaciones teatrales y otras celebraciones de época moderna. Javier Cruz Rodríguez

367 Nota de las maderas finas que podrán hacerse conducir de La Habana, para muebles y otros adornos del Real Palacio Nuevo. Ana Amigo Requejo

381 Barrocofagia. Luis Vives-Ferrándiz Sánchez

397 Recepción y asimilación en América del traje y los textiles europeos. Mestizaje y moda en la nueva imagen de la sociedad Novohispana. David Martínez Bonanad

413 Pathos y Decoro en el Cristo de la Caída del Vía Crucis Angelopolitano. Claudia Cristell Marín Berttolini

425 Desde el artista singular: la pervivencia del bodegón barroco en la pintura española del XIX. Diego Rodríguez Paz

437 Persistencias: la continuidad del Barroco hasta el siglo XIX en el estado brasileño de São Paulo. Mateus Rosada y Maria Ângela Pereira de Castro e Silva Bortolucci

449 En torno a un “arte degenerado”: La valoración del barroco en una revista gallega de finales del siglo XIX. María Rivo Vázquez

461 La pervivencia de la estética barroca en la pintura religiosa de principios del siglo XIX en Jaén. Mar Rodríguez Rodríguez

475 Regresar a la ciudad que fue. Iconografía urbana de la arquitectura barroca en Pontevedra. Carla Fernández Martínez

Vi. Viage de tierra y Mar, feLiz por Mar y tierra

491 Cuando la Universidad de Santiago de Compostela buscó su gloria en ultramar. José Manuel García Iglesias

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513 La plata de Indias y el Barroco gallego. Las iniciativas artísticas de los gallegos

residentes en el Nuevo Mundo durante el periodo colonial.

Domingo L. González Lopo

545 Platería americana en Córdoba y su provincia.

María del Amor Rodríguez Miranda

555 La Imaginería Indígena Barroca en la ciudad de Córdoba y su Provincia.

Simbología y mística eterna.

María José Escribano Nieto

567 Vínculos a través del océano: la presencia de la patria de origen en las últimas

voluntades del colectivo portugués en Lima en el siglo XVII.

Gleydi Sullón Barreto

581 En torno a las fi estas de beatifi cación de la Rosa indiana (1668-1671).

Ybeth Arias Cuba

593 Viaje por mar y tierra del marqués de Villena, virrey novohispano (1640-1642).

Isabel Sáinz Bariáin

605 Memoria y travesías de un jesuita de habla alemana desde la Sierra Tarahumara.

Carlos Urani Montiel Contreras

617 El viaje iconográfi co de Jesús recogiendo sus vestiduras desde España a

Iberoamérica: una propuesta de clasifi cación de una familia desconocida y dispersa.

Antonio Rafael Fernández Paradas

633 Misiones Jesuíticas en el Amazonas Brasileño. Arte, Arqueología y Adaptaciones.

Renata Maria de Almeida Martins

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Presentación

Durante los días 27, 28 y 29 de mayo de 2013 la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela acogió el I Simposio Internacional de Jóvenes Investigadores del Barroco Iberoamericano, un encuentro cuya modesta génesis difícilmente hacía presagiar la buena acogida que habría de recibir.

A efectos de organización, desde un primer momento tuvimos claro tanto quiénes serían los principales destinatarios –los jóvenes investigadores- como el tema nuclear en torno al que giraría: el Barroco Iberoamericano. El carácter internacional que debía tener resultaba, por tanto, incuestionable, objetivo que se cumplió con creces al contar con más de sesenta investigadores procedentes de España, Portugal, Francia, México, Brasil, Estados Unidos y Canadá. Asimismo, tampoco hubo duda alguna acerca del enfoque interdisciplinar que debía recibir; no en vano, cualquier intento por comprender el significado y la dimensión de una cultura pasa necesariamente por el conocimiento de las distintas manifestaciones surgidas a su amparo y entre sí retroalimentadas. Con semejante propósito en mente propusimos como subtítulo del simposio el lema Identidades culturales de un Imperio Barroco y bautizamos sus seis secciones con otros tantos nombres de filiación literaria: El gran teatro del mundo; Mística ciudad de Dios; La ciudad de las damas; Varones ilustres en santidad, letras y zelo; Ver, oir, oler, gustar, tocar; y Viage por tierra y mar, feliz por mar y tierra. Dichas secciones se han respetado, aunque reordenadas, en los dos volúmenes de este libro, en donde se reúnen, revisadas y ampliadas, tanto las comunicaciones de los participantes como las ponencias presentadas por los miembros del Comité Científico.

En este sentido, deseamos expresar nuestro más sincero agradecimiento a los profesores Ana María Aranda Bernal, Ana E. Goy Diz, Ángel Justo Estebaranz, Arsenio Moreno Mendoza, Beatriz Barrera Parrilla, Domingo L. González Lopo, Fernando Quiles García, Francisco Ollero Lobato, José Manuel García Iglesias, José Manuel B. López Vázquez, Juan Chiva Beltrán, Juan Manuel Monterroso Montero, Rosa M. Cacheda Barreiro, Víctor Mínguez Cornelles y Wifredo Rincón García por haber compartido con los jóvenes investigadores que aún estamos empezando una pequeña muestra de los estudios que en la actualidad

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están llevando a cabo. Igualmente, tampoco queremos olvidar las intervenciones de los profesores Alfredo J. Morales Martínez y Miguel Ángel Castillo Oreja, quienes amablemente accedieron a participar en la mesa redonda que puso fin al encuentro.

Un encuentro en el que, además, tuvimos la ocasión de realizar una visita nocturna a la Catedral de Santiago y de conocer también in situ dos ejemplos fundamentales del patrimonio compostelano: el Monasterio benedictino de San Martín Pinario y la antigua iglesia de la Compañía de Jesús, actual iglesia de la Universidad. A mayores, la tecnología nos permitió disfrutar de las exposiciones virtuales Imágenes del barroco colonial en el Archivo fotográfico del CSIC: legados Angulo, Marco Dorta y Sebastián; Archivo fotográfico Enrique Marco Dorta (1940-1975), CEDODAL- Buenos Aires; y Representación artística, cultura y entorno en Chucuito colonial. Proyecto de investigación de la Universidad de Buenos Aires.

Nada de esto habría sido posible sin el apoyo que desde el primer momento nos brindaron el Grupo de Investigación Iacobus de la Universidad de Santiago de Compostela, el Área de Historia del Arte de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y el Grupo de Investigación Iconografia i Història de l Art de la Universidad Jaume I de Castellón, que en la actualidad trabajan juntos para desarrollar el proyecto del Centro de Estudios del Barroco Iberoamericano (CEIBA): un centro de investigación interuniversitario que pueda reunir a todos aquellos/as investigadores/as que tengan como eje de sus estudios la cultura barroca en la Península Ibérica y en Iberoamérica. Asimismo, también queremos agradecer a la Escuela de Estudios Hispano-Americanos (CSIC) la colaboración prestada.

Aguardamos que este libro sea sólo el primero de una larga serie que resulte de encuentros tan fructíferos como lo fue este I Simposio de Santiago, no sólo en términos académicos, sino también humanos. De momento, ya estamos trabajando en la siguiente cita: Castellón 2015. Allí os esperamos.

Carme López CalderónUniversidad de Santiago de Compostela

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Las iglesias de realengo de Cundinamarca y Boyacá:

construcción y provisión de ornamentos

Guadalupe Romero SánchezUniversidad de Granada

[email protected]

introducción

Al igual que ocurría en otros territorios vinculados al Virreinato del Perú, en el Nuevo Reino de Granada se estaba organizando a la población indígena en núcleos urbanos, denominados pueblos de indios, con el objetivo de propiciar su aculturación y conversión al cristianismo. Estos pueblos podían estar encomendados a particulares que hubieran destacado sobre manera en algún aspecto relacionado con la conquista y pacificación de las Indias, así como haber desarrollado importantes labores de administración, entre otras1. A ellos se reservaba el derecho por “varias vidas” del disfrute de una parcialidad de indios que siempre era cambiante y cuyos límites y población variaba constantemente. Entre las obligaciones del encomendero estaba la vigilancia del buen tratamiento de los indios sujetos a él, el cuidado de que siempre hubiera doctrina y que ésta se desarrollara de manera ininterrumpida durante todo el año, por tanto y en relación al tema que nos ocupa, la construcción de un templo doctrinero decente donde decir misa y capaz, era una acción obligatoria del cargo y necesaria para los fines de la Corona. A pesar de esa obligación inherente al título de encomendero de un pueblo de indios en Nueva Granada, la mayoría de ellos harán caso omiso a la orden de construcción de las iglesias y en la mayoría de los casos serán los

[1] Gamboa M. et al. “La encomienda y las sociedades indígenas del Nuevo Reino de Granada: el caso de la Provincia de Pamplona (1549-1650)”, Revista de Indias, 232, 2004, 749-770. González, Mar-garita. El resguardo en el Nuevo Reino de Granada. Bogotá, La Carreta, 1979. Colmenares, Germán. Encomienda y población en la provincia de Pamplona 1549-1650. Bogotá, Universidad de los Andes, 1969, del mismo autor citar también sus trabajos Historia económica y social de Colombia I, 1537-1719. Bogotá, Tercer Mundo, 1997 y La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1984.

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curas doctrineros, los que por su cuenta decidirán levantar ramadas provisionales de bahareque y paja donde poder desarrollar las labores de evangelización, a la espera del cumplimiento de la edificación de una iglesia de mampostería con carácter permanente.

Esta situación de dejación por parte de los encomenderos se verá claramente en los autos de visita redactados por los oidores visitadores de la tierra vinculados a la Real Audiencia de Santafé. En un auto emitido por las autoridades neogranadinas en 1590 se exponía “… que se enseña a los naturales en casas pajizas con riesgo de fuegos y poca decencia…”2. En la inspección del templo de Cucunubá en agosto de 1594 se dejó constancia de que la iglesia “se halló ser de vahareque, cubierta de paja syn puertas ningunas”3; de la inspección de Pausaga, emprendida 3 meses más tarde se desprende que:

…consta por vista de ojos, paresçe que la yglesia del dicho pueblo, en que al presente se çelevra el culto divino, es y siempre a sido de vahareque, cubierta de paja, syn puertas ny çerradura, cosa muy yndeçente y contra lo que çerca dello está dispuesto y hordenado por el rey Nuestro Señor, y en ella ay falta de algunas cosas, siendo obligado el encomendero a lo tener,…4

Para fines del siglo XVI la situación de la mayoría de los pueblos neogranadinos era semejante a las descripciones aportadas en estos documentos. Las leyes y obligaciones impuestas por la Corona habían sido desatendidas por todos, especialmente por los encomenderos, por lo que las autoridades se verán obligadas a tener que adoptar medidas más drásticas, entre las que se encontraba la posibilidad de poder suprimir las encomiendas a particulares y vincular algunos de estos pueblos bajo protección de la Corona, serán los llamados “pueblos de la Real Corona”, apelativo que aparecerá siempre referenciado en la documentación cuando se actúe sobre ellos.

Pero como es bien sabido, ya a mediados del siglo XVI, concretamente en 1542, se emitirán normas que tenían entre sus fines actuar sobre la figura del

[2] 1590. Auto emitido en Santafé relativo al pago fraccionado de las iglesias doctrineras. Archivo General de Indias. SANTA_FE,66, N.96, Imagen 1.

[3] 1594, agosto, 20. Cucunubá. Inventario de los bienes y ornamentos de la iglesia del pueblo de Cucu-nubá, en él también se aportan datos sobre los materiales con que se construyó este templo y el de Bogotá. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Cundinamarca. Tomo 4. Rollo 42. Folios 110r-111r.

[4] 1594, noviembre, 26. Pausaga. Auto por el cual se ordena que se construya una iglesia firme en el pueblo de Pausaga en el plazo de un año y que se doten de los ornamentos necesarios para la misa. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Cundinamarca. Tomo 8. Rollo 46. Folios 415r-415v.

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encomendero, restándole poder a favor del Rey, son las llamadas Leyes Nuevas5,

que si bien tendrán un mayor seguimiento en otras regiones americanas en el caso de Nueva Granada tendrá poca impronta por la oposición frontal de los particulares y encomenderos6, de hecho si observamos la tabla de pueblos puestos en la Real Corona en los territorios más poblados de Cundinamarca y de Boyacá nos daremos cuenta de que su número poco o nada va a variar a lo largo de los siglos XVI y XVII, siendo abrumadoramente mayoritario el número de pueblos sujetos a títulos de encomiendas que de realengo. El investigador Ruiz Rivera nos aporta sobre este asunto algunos datos de sumo interés referentes al territorio de Santafé, según este autor en la última década del siglo XVI existían 51 encomenderos, que junto con otras 9 encomiendas de la Real Corona sumaban un total de 60. En 1640 se identificaron 48 encomiendas, de los cuales 8 eran de realengo. 50 años más tarde contabilizaron 55 pueblos encomendados estando 47 puestos en particulares y 9 en el Rey. Puede apreciarse, por tanto, que aunque varíe la nómina de pueblos de realengo, entre los que puede encontrarse según la fecha Cajicá, Chía y Saque, Choachi, Fontibón, Fosca, Fusagasugá, Guasca y Siecha, Natagaima, Pasca y Tunjuelo en Santafé, su número total es más o menos homogéneo7. En Tunja debemos añadir los pueblos de Chivatá, Duitama, Mongua, Monguí, Monquirá, Sámaca, Sogamoso y Turmequé, como los más importantes pertenecientes a la Corona, aunque con la advertencia de que según el año de estudio el conjunto de pueblos puede variar.

La asignación de estos pueblos a la Corona se hizo atendiendo a múltiples factores entre los que debemos tener en cuenta su cercanía a las principales ciudades, el número de indígenas tributarios y su rentabilidad, que revertiría de esta manera directamente en el Estado evitando que cayera en manos de

[5] Entre estas medidas cabe destacar las contenidas entre los capítulos XXVI y XXXVIII. En ellos se despojaba a los funcionarios públicos de las encomiendas concedidas, se quitaba la facultad a las au-toridades de las Indias de conceder encomiendas, se derogaba la sucesión por dos vidas, se ordenaba reducir los repartimientos más extensos en otros más pequeños para beneficiar a más personas y no concentrar así demasiado poder; se privaba de encomiendas a las personas que no tuvieran título o a las que hubieran impuesto abusos y malos tratos excesivos a los indios, entre otras. Para profundizar en el análisis de estas leyes ver: García Bernal, Manuela Cristina. Yucatán. Población y encomienda bajo los Austrias. Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos - CSIC, 1978; Eugenio Mar-tínez, María Ángeles. Tributo y trabajo del indios en Nueva Granada. Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos - CSIC, 1977; Orlando Melo, Jorge. Las Leyes Nuevas y su promulgación en Nueva Granada (1542-1548). Bogotá, Universidad de los Andes, 1968.

[6] Un conjunto de alegaciones interesantes serán las presentadas por los procuradores generales de Santafé, Tunja, Vélez y Los Panches el 3 de febrero de 1547, lo que avivará muchísimo el debate.

[7] Ruiz Rivera, Julián B. Encomienda y mita en Nueva Granada. Escuela de Estudios Hispano-Ameri-canos - CSIC, 1975, p. 199.

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encomenderos. Por el contrario, no es extraño que las autoridades neogranadinas decidan encomendar a particulares pueblos que se debía agregar al Rey alegando los altos costes de su mantenimiento y la obtención de mayores rentas con su cesión a un encomendero.

Los teMpLos de doctrina y su financiación

Una de las principales excusas que ponían los encomenderos a la obligación incumplida de construir iglesias permanentes en los pueblos de indios era el desconocimiento de la parte que ellos debían costear de las mismas:

…se me ha hecho relaçión que en todos o los más pueblos de yndios de él no ay yglesia, sino solamente unas ramadas o buyos de paja donde se dize misa, lo cual se haze en ellos con mucha indecencia y descomodidad de los oyentes, y aunque muchas vezes se ha hecho ynstançia en que se hagan las dichas iglesias no se ha proveydo por no tener orden de cómo se ha de pagar la costa…8

Este argumento, repetido en múltiples ocasiones hará que se emitan constantemente autos repitiendo una y otra vez el sistema de pago por tercios, el cual quedará recogido finalmente como condición diferenciada y a modo de “recordatoria” en los contratos de obras de las iglesias realizadas a fines del siglo XVI y las primeras décadas del XVII. La primera cédula emitida sobre este asunto está fechada en 1551, en ella ya se reflejaba el sistema de pago por tercias partes, del siguiente modo:

…la terçia parte se pague de la Hazienda Real del Enperador y Rey Nuestro Señor, y que con otra terçia parte ayuden los yndios de ese obispado y que con otra terçia parte los vezinos y moradores encomenderos que tuvieren pueblos encomendados en él, y que con la parte que cupiere a Su Magestad de los pueblos que tuvieren en su Real Corona contribuya Su Magestad como cada uno de los dichos encomenderos9.

La estrategia de los encomenderos, en opinión de los oficiales reales era alargar las gestiones a la espera de que cada cierto tiempo hubiera un cambio de presidente o de oidores que volvieran a comenzar el proceso de visitas y así alargar la construcción de las iglesias de manera interminable. Mientras tanto, la labor de doctrina quedaba relegada a un segundo plano, por no poder el cura disponer de los indios, que estaban ocupados en otros menesteres, ni contar con un sitio decente donde dar cabida a todos y proceder con su evangelización. Los

[8] 1587, septiembre, 28. Auto por el cual se ordena que se edifiquen las iglesias de indios por tercias partes. Archivo General de Indias. SANTA_FE,66, N.96, Imagen 9.

[9] 1551, noviembre, 10. Villa de Madrid. Forma de pago de las iglesias que se debían de hacer en el Nuevo Reino de Granada, diferenciando su coste total en tercios y dejando claro a quién correspondería, en cada situación, hacerse cargo de los mismos. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 15. Rollo 15. Folio 295r.

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encomenderos, con estos actos, hacían dejación de funciones, situación que llevará a plantearse en varias ocasiones la necesidad de incorporar ciertas doctrinas a la Corona, aunque como hemos visto estas amenazas en un elevadísimo porcentaje no se llevaron a cabo.

Es así como, ante una petición reiterada de los encomenderos para que las autoridades clarificaran exactamente el importe que debían gastar y, por tanto, el grado de suntuosidad que debía tener el templo doctrinero, desde la Audiencia se emitirán diferentes autos, incluyendo cada vez más información, aunque sin precisar importe. En una cédula de 159010, se hacía memoria de otras otorgadas con anterioridad, una datada el 28 de septiembre de 1587 donde se repetía el sistema de tercios tanto para los pueblos encomendados como para los adscritos a la Corona donde el Rey pagaría la parte correspondiente al encomendero, cubriendo por tanto dos tercios del total, y otra emitida el 22 de diciembre del mismo año donde otorga la merced de contribuir con un ornamento, un cáliz y una campana al ornato de cada iglesia construida y por construir11. No obstante, debemos precisar que el envío de esos bienes se haría solo una vez a cada pueblo y que tanto las reparaciones del edificio como su posible reconstrucción serían a cargo del encomendero o del Rey, en función de la titularidad de la doctrina12.

Esta situación será una de las razones por las que se retrase la construcción de los templos doctrineros en el siglo XVI, a la dejación de los encomenderos debemos sumar, entre otros, la falta de oficiales de albañilería y carpintería en quienes contratar las obras, la falta de reducciones efectivas de la población, la ausencia de indios agregados en pueblos, la carencia de la delimitación urbana de los mismos,... Sin embargo, debemos destacar que la realidad de los pueblos adscritos al Rey será muy diferente de la que hemos resaltado de los pueblos en encomienda, quizás por la cercanía de éstos a las ciudades y, por tanto, a un control más directo de las autoridades, quizás por contar estos pueblos con más número de indios regularizados, quizás por la necesidad de dar ejemplo con sus acciones dejando constancia de la voluntad del Rey de que los indios fueran

[10] 1590. Auto emitido en Santafé relativo al pago fraccionado de las iglesias doctrineras. Archivo General de Indias. SANTA_FE,66, N.96, Imagen 1.

[11] 1587, diciembre, 22. Auto por el cual se concede la donación de un ornamento, un cáliz y una campana a todos los pueblos de indios. Archivo General de Indias. SANTA_FE,66, N.96, Imagen 13.

[12] Posteriormente también se dejará constancia de que el Rey contribuiría con la construcción de los templos doctrineros permanentes encomendados a particulares con la cesión de un tercio del valor de la obra, aunque ésta solo se concedería una sola vez. Ver: Romero Sánchez, Guadalupe. Los pueblos de indios en Nueva Granada. Granada, Editorial Atrio, Universidad Nacional de Colombia, 2010, pp. 55-60.

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instruidos cuanto antes en los asuntos de la fe cristiana o quizás porque se sabía perfectamente que las obras eran costeadas por las arcas reales. Así, mientras en otros lugares no se construirá un templo de mampostería hasta bien entrado el siglo XVII, en los pueblos de la Corona la situación será muy diferente13 [fig 1].

un contrato de obra MúLtipLe para Las igLesias deL rey

En 1579 se emitió un auto donde se especificaba las condiciones arquitectónicas con las que debían construirse varias de las iglesias situadas en pueblos de indios adscritos a la Real Corona, como eran Cajicá, Pasca, Chía y Saque14. Este auto es de gran importancia, ya que no solo nos aporta una descripción de las iglesias proyectadas sino también de sus dimensiones generales, tratándose del documento más antiguo que hemos podido localizar de esta naturaleza y que en el proceso de remate de las obras se hará extensible a otros pueblos de realengo, obteniendo así mayor importancia.

[13] Para ampliar datos referentes a la fecha de construcción de algunas de las iglesias doctrineras cons-truidas en Nueva Granada ver: Romero Sánchez, Guadalupe. Iglesias doctrineras y trazas urbanas en Nueva Granada. Granada, Editorial de la Universidad, 2012. Edición e-book de 994 páginas.

[14] {1579}. Traza y condiciones con las que se han de hacer las iglesias doctrineras de los pueblos de Cajicá, Chía, Pasca y Saque. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folios 850r-850v.

Figura 1Vista aérea de la

Iglesia de Otenga. Colombia.

Fotografía: Miguel Darío Cárdenas

Angarita

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La calidad de documento que presentamos es muy elevada, en primer lugar por tratarse de un auto unificador de una tipología arquitectónica como fue la iglesia de doctrina, susceptible de ser construida en varias localidades siguiendo para ello la misma traza y condiciones. Aunque debemos especificar que estas dimensiones generales podrán variar en cada caso particular. Las condiciones que debían pregonarse para la puja de constructores se dividen entre las obras de albañilería y de carpintería, en cuanto a las primeras se dice lo siguiente15:

- La longitud de la capilla mayor debía ser de 37 pies de hueco desde el testero hasta el arco16, sin contar con el grosor de las paredes, el cual se excluiría de este cómputo general. En su interior se colocaría un altar mayor al que se accedería mediante una grada de cuatro escalones con sus mamperlanes17.

- La reja de la capilla mayor debía estar separada del arco toral, teniendo de hueco 19 pies de ancho. El conjunto de la cabecera se completaría con la delimitación de dos capillas laterales a ambos lados del arco toral, en las cuales se levantarían dos altares que debían medir de longitud siete palmos y medio18 [fig. 2].

- El cuerpo de la iglesia debía medir 80 pies de longitud por su parte interna, es decir, sin contar el grosor de las paredes, medida que se contaría desde la ubicación de la reja hasta la puerta de entrada.

- Como refuerzo, la capilla mayor debía contar con la construcción de cuatro rafas de ladrillo. El resto de la cabecera se debía construir con piedra y cal, con muy buena mampostería.

- En el cuerpo de la iglesia se contaba con la construcción de siete rafas en los laterales, levantadas con ladrillo y cal hasta la esquina de la puerta. Estos contrafuertes se ejecutarían con 7 ladrillos de largo y con 6 por la parte menor como trabazón de las tapias. A la altura de la

[15] Estos datos se presentan en el mismo orden en que el aparecen en el documento original. [16] Entendemos que se trataría del arco toral.[17] Antiguamente referenciado como pirlanes.[18] Sobre la disposición de estos altares poco sabemos si bien pudieron estar dispuestos como los de

la iglesia de Chivatá.

Figura 2Interior de la Iglesia

de Chivatá. Colombia.

Fotografía: Guadalupe Romero Sánchez

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portada principal se levantaría una espadaña de mampostería, ladrillo y cal, con 3 ojos para tres campanas, 2 grandes y una más pequeña19. Exteriormente tanto la iglesia como la sacristía estarían tejadas [fig. 3].

- Se debía levantar un “terrapleno de un estado zu alto por la humedad”, esto equivalía aproximadamente a la estatura regular de un hombre y solía calcularse en siete pies de altura o profundidad20. El cimiento se debía levantar desde el terraplén y tenía que subir hasta alcanzar una altura de media tapia de

mampostería por encima de la línea del mismo. La altura general del templo debía ser de 5 tapias desde la línea del terraplén, siendo la capilla mayor de una tapia más alta, es decir, de un total de 621.

- En cuanto a las ventanas se cuentan un total de 4, una ubicada en un lateral de la capilla mayor, otra en el lugar donde se levantaran los altares colaterales, otra en el cuerpo de la iglesia y otra sobre la puerta principal de entrada, todas ellas protegidas con ventanas de madera.

- La sacristía debía ser cuadrada y medir 20 pies por lado e igualmente se debía reforzar con unas rafas. La puerta de acceso se colocaría tras el último escalón del altar. En su interior se abriría una ventana con una reja de madera gruesa para permitir la entrada de luz en su interior.

- El ancho del templo debía de ser de 32 pies.- Se debía encalar el templo y la sacristía en su totalidad, tanto por el interior

como por el exterior.- La capilla mayor se tenía que enladrillar todo su espacio hasta la altura de la

reja, a los lados de ésta se levantarían unos poyos con sus mamperlanes. - Frente a la iglesia se tenía que delimitar el espacio para el patio o atrio

rectangular, de 25 pies de longitud por 20 pies de anchura22. La pared de demarcación sería de mampostería y subiría desde el terraplén en media vara de

[19] Estas espadañas, sencillas, pudieron haberse levantado a la derecha de la portada principal como en Otenga o Sáchica, a la izquierda como en Busbanzá o Tausa Viejo, o centrada como en Oicatá.

[20] Otra posible acepción del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua podría ser una medida de superficie que tenía 49 pies cuadrados, sin embargo, nos inclinamos más por la defini-ción que hemos aportado en el texto.

[21] En este apartado se especifica la obligación del albañil a tener que construir todas las tapias del templo ubicadas entre las rafas.

[22] Algunos de los ejemplos que se conservan son los de Oicatá o Sáchica.

Figura 3Espadaña de la Iglesia

de Tausa Viejo. Colombia.

Fotografía: Guadalupe Romero Sánchez

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altura. Sobre ese muro se construirían algunos poyos donde los indios pudieran sentarse durante el seguimiento y rezo de la doctrina [figs. 4 y 5].

Obras de carpintería:- Se tendría que realizar una armadura de madera para cubrir el espacio de

la iglesia y de la sacristía, con sus cercos y tirantes dispuestos de dos en dos y separados cada pareja por una distancia de 10 pies, condición que será habitual en la construcción de todos los templos de doctrina. Debajo de los tirantes deberían disponerse canes de madera en ambos lados de la armadura. Por la parte de la portada, la techumbre debía sobresalir unos ocho pies, a manera de voladizo, para evitar que la puerta se mojara cuando llovía. Con esta última condición se conformaría el espacio del soportal, quizás uno de los elementos más característicos de los templos doctrineros neogranadinos, siendo una de sus estructuras definitorias y diferenciadoras. Toda la estructura debía estar tejada exteriormente.

- En el interior del templo se debía disponer dos rejas de madera, una cerca de los altares colaterales de la capilla mayor, cuya altura debía llegar hasta las vigas del tejado, la otra estaría tras la puerta principal del templo delimitando un espacio a manera de capilla bautismal, su longitud, anchura y altura no se especifica, resolviendo que sus dimensiones tenían que ser las obligadas en función de su uso, pudiendo ser su altura también hasta las vigas si se consideraba que era lo necesario. En su interior estaría la pila bautismal y una alacena de madera que tendría que realizar el carpintero, que se ubicaría en la pared y que serviría para guardar el óleo y crisma.

- Como condición también se encuentra la obligación de tener que realizar las puertas para la iglesia y la sacristía, los mamperlanes para los poyos y las rejas para las ventanas, así como la cimbra para la construcción del arco toral, y un cajón alto de tres servicios para los ornamentos.

- Igualmente tendría el deber de serrar la madera para las puertas y para la realización de doce bancos para el servicio de la iglesia.

Figura 4Barda de mampos-tería de la Iglesia de Oicatá. Colombia.

Fotografía: Guadalupe Romero Sánchez

Figura 5Exterior de la Iglesia

de Sáchica. Colombia. Fotografía: Guadalupe

Romero Sánchez

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- Se tendría que hacer dos cruces de madera de gran estatura, una se ubicaría en el patio de la iglesia y la otra en la entrada del pueblo.

- El carpintero debía realizar también una mesa para la iglesia y unas andas con su “tolda” para poder trasladar a los muertos en su entierro.

Para la ejecución de las iglesias se concreta como última condición el hecho de que por parte de la Corona se pondrían a disposición de los constructores tanto el servicio de mano de obra, que sería a cuenta de los indios de cada pueblo, como los materiales de obra necesarios. Los oficiales solo tendrían entonces que poner su trabajo y sus herramientas, exceptuando azadones, palas o barras que esto también corría a cuenta del Estado.

Uno de los postulantes para la construcción de estos templos será el albañil Antonio Cid, quien se comprometerá a hacer las iglesias completamente de mampostería, sin realizar ninguna tapia de tierra, añadiendo además la obligación de construir el templo del pueblo de Sogamoso, de 20 pies más largo que el resto de las iglesias pero con las mismas condiciones, y el de Tunjuelo, de 80 pies de longitud por 28 de anchura, el cual realizaría con los materiales que les facilitaran, incluso de mampostería. Cid se obligaba a través de esta postura a dejar todas las iglesias perfectamente construidas tanto en lo tocante a la albañilería como a la carpintería23.

Con este documento se inicia un proceso bastante largo, aunque muy interesante, de posturas y bajas entre diferentes oficiales establecidos en el Nuevo Reino de Granada, que harán que de manera continuada se baje el precio a cobrar por la ejecución de las obras hasta una cantidad irrisoria que luego afectará a la solidez de las edificaciones24. Este hecho derivará en una petición presentada por los albañiles y carpinteros Nicolás Alonso, Diego de León, Antonio Díaz, Juan de Robles y Juan Gonesia intentando que se expulsara de Santafé a Antonio Cid, el cual hacía competencia desleal debido a que tenía a su mujer en España y se había desentendido de ella, por lo que, solo tenía que ganar dinero para sustentarse él y pagar sus deudas, y eso hacía que ninguno de ellos pudiera competir con él25. Además, se ponía de relieve que siendo albañil contratara también las obras

[23] {1579, noviembre, 26} Postura de Antonio Cid. Archivo General de la Nación de Colombia. Sec-ción Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 855v.

[24] El estudio pormenorizado de estos documentos de posturas, bajas y remates puede consultarse en: Romero Sánchez, Guadalupe. Los pueblos de indios en Nueva Granada. Colombia-Granada, Edito-rial de la Universidad Nacional de Colombia y Atrio, 2010, pp. 122-129.

[25] {1580}Petición de albañiles y carpinteros para que se vuelvan a pregonar las obras rematadas en Antonio Cid y se dicte su expulsión. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folios 859r-860r.

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relacionadas con la carpintería, lo cual iba en detrimento de la calidad final de la obra, que aun siendo humilde debía ser permanente y digna.

Lo más interesante de este proceso es ver cómo se van agregando iglesias de otros pueblos en las posturas realizadas, hemos visto que si en un principio se pregonaban las condiciones para la construcción de los templos de Cajicá, Chía, Pasca y Saque, ahora se suman las de Sogamoso y Tunjuelo, todas pertenecientes a la Real Corona y todas supuestamente en pregón. El origen de la polémica entre Antonio Cid y Nicolás Alonso, uno de los postulantes para la realización de estas obras y uno de los firmantes de la petición de expulsión, pudo ser según Cid que él había declarado ante los oficiales que la iglesia mayor de Santafé, que estaba a cargo de Alonso, tenía fallas constructivas, y que por tanto actuaba por venganza26.

Una de las órdenes de expulsión se dará el 23 de agosto de 1580, con ella los oficiales de la Audiencia ordenaron:

Que dentro de ocho días salga desta çiudad y baya derecho a la costa de Cartagena, y en los primeros navíos que de allí partieren para España se embíe para que vaya a hazer vida maridable con su mujer y no vuelva ni está más en esta parte, so pena de que pasado el dicho término no saliere desta çiudad,… lo lleve a la dicha costa y lo entregue a Pedro Bique, capitán de las galeras para que sirva en ellos de soldado por tiempo y preçío de encomios y no los quebrante ni salga dellos so pena de que sirva el tiempo doblado en la qual dicha pena, e no cumpliendo lo qontenido en este auto le den por condenado27.

A pesar de ello, tres años más tarde volvemos a encontrarnos a Antonio Cid en Santafé, de hecho, en una declaración firmada por Diego López, oficial nombrado por los oficiales reales, y Juan de Robles, nombrado por Cid, se expusieron las obras y demasías que éste hizo en la construcción de la iglesia de Cajicá, la cual recayó como vemos finalmente en él28.

De la declaración se extrae que la longitud del altar mayor fue de dos pies más de lo que estaba obligado, es decir, de 39 pies en lugar de 37. La distancia del arco toral a la reja estaba establecida en 19 pies y Cid la fijó en 24. La longitud del templo, que se preveía de 80 pies, la hizo finalmente de 90. En cuanto a las ventanas se hicieron 3 de las 4 que había proyectadas, una en la cabecera y dos en los laterales de la iglesia, la que se debía realizar sobre la puerta de entrada no

[26] {1580} Argumentación de Antonio Cid sobre el pregón de las iglesias. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 861r.

[27] 1580, agosto, 23. Auto ordenando la expulsión de Antonio Cid. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 861v.

[28] 1583, febrero, 15. Declaración de Diego López y Juan de Robles sobre el estado de la obra de Cajicá construida por Antonio Cid. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folios 877r-879v.

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se hizo, en su lugar se hizo un encasamiento para colocar una imagen. Tampoco había podido encalar del todo el templo debido a que las obras de la sacristía no se habían terminado, así que solo se había encalado de momento la iglesia por dentro. La armadura se había construido fuerte y con una varazón gruesa, contando además con nudillos muy bien dispuestos y acabados. Del resto de obras de carpintería se especifica que faltaba por hacer la alacena, así como las puertas, cajones, mesas, bancos, andas y cruces, es decir, prácticamente todos los elementos a excepción de la las rejas de las ventanas y las rejas interiores del arco toral y capilla de bautismo. Por último en cuanto a la altura del templo se contaban dos tapias más en alto de lo que estaba previsto en un principio, lo cual convenía según Cid por el ornato del templo y porque resultar ser una buena obra.

Antonio Cid argumentará que la decisión de alargar el templo más allá de lo que estaba obligado le correspondió al tesorero Gabriel de Limpias quien le dijo que la iglesia resultaría pequeña, suponemos para el número de indios reducidos en ese pueblo, por lo que le ordenó alargarla de los 136 pies totales hasta los 160, haciéndola él de 16529. Para calibrar el presupuesto le ordenó que redujera costes en la altura del templo, ordenándole que la rebajara en media tapia de altura en su totalidad. Esta condición no la cumpliría Antonio Cid ya que considerará que una iglesia tan alargada quedaría aún menos proporcionada si se bajaba el tejado más, por lo que lejos de cumplirlo la hará más alta, lo cual era en provecho y ornato del templo.

En relación a la iglesia de Tunjuelo se emite un auto el 17 de agosto de 158030 que contiene la traza final con la que se tendría que construir, resumiendo el texto, la iglesia se realizaría con 100 pies de longitud por 32 de anchura teniendo su capilla mayor ochavada y no con el testero plano, como se habían hecho la mayoría31. Se

[29] (sin año) Petición de Antonio Cid para que le paguen las obras que hizo de más en la iglesia de Cajicá. Archivo General de la Nación de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 883r. La medida de 136 pies se corresponde exactamente con el documento origi-nal, sin embargo al hacer la suma de las longitudes presentadas en el documento de demasías resulta 153 y no 165 pies, lo que lleva a pensar en un error de cálculo o en que los 12 pies restantes no están reflejados pudiendo contarse entre ellos la medida de un soportal o el ancho del arco toral.

[30] 1580, agosto, 17. Tunjuelo. Traza según la cual se debe levantar la iglesia del pueblo de Tunjuelo. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folios 862r-862v.

[31] Un dato significativo es que en el reconocimiento que se hace 5 años más tarde por los oficiales reales para fijar las demasías hechas en la iglesia especifican que la capilla mayor tenía forma en ochavo aunque en las condiciones fijadas se decía que debía estar recto, por lo que pensamos que el documento con la traza de las condiciones fue modificado a posteriori, ya que la palabra ochavada

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fijaba la condición de tener que levantar un terraplén en medio estado de altura y sobre él construir el templo con una altura de 5 tapias la nave y de 6 la capilla mayor, estando conformada cada tapia de 5 palmos. En el interior tenía que llevar un arco toral de ladrillo con sus estribos. La puerta principal se ejecutaría con este mismo material y sobre ella estaría la espadaña subiendo en altura lo que se considerara necesario, con tres ojos, dos grandes y una más pequeño situado más arriba, entre los dos anteriores, todo levantado con ladrillo al igual que estaba la de la iglesia de Fontibón [Fig. 6]. Sobre la puerta se abriría una ventana, dos más en la cabecera y en el cuerpo otra, además de dos altares colaterales y un altar mayor al que se ascendería por una gradería de 4 escalones. Completaría la cabecera una reja con sus poyos. La sacristía sería de 20 pies cuadrados. Por el exterior se levantarían rafas de ladrillo, al menos una por ángulo de la capilla y dos a los lados de la portada, siendo el resto de la obra de mampostería. Se debía de entregar encalada por dentro y por fuera. El patio delimitado por una barda de mampostería se situaría frente a la portada principal, éste se alzaría hasta alcanzar dos tercios de vara y llevaría sus poyos en todo el perímetro. El alero exterior sería de tres ladrillos teniendo la obligación de tejar el resto. En cuanto a las condiciones de carpintería no diferirían demasiado de las analizadas para las iglesias de Cajicá, Chía, Pasca y Saque, en ellas se incluiría la cubierta de madera con parejas de tirantes labradas separados por diez pies, la creación de las rejas para las ventanas y para la pila bautismal y el agua bendita que debían ascender hasta las armadura, una cajonera, unas andas con su tolda, una cruz grande para el patio, un atril y un facistol, diez bancos, el eje de las campanas y los mamperlanes para los poyos y gradas.

va entrelíneas, y que en las primeras condiciones que tenían los oficiales tasadores figuraba aún la obligación de hacer el testero plano. Es interesante conocer la opinión de los oficiales al respecto resolviendo que se ganó en ornato y que esa forma poligonal era más adecuada para la ubicación del retablo. 1585, septiembre, 1. Tunjuelo. Reconocimiento de las obras realizadas en la iglesia de Tunjuelo por Pedro de Ribera, atendiendo a las modificaciones que en ella se pudieran encontrar del contrato original. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folios 889r-889v.

Figura 6Exterior de la Iglesia

de Fontibón. Colombia.

Fotografía: Guadalupe Romero Sánchez

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El encargado de construir el templo fue Pedro de Ribera, después de que el difunto Diego López lo dejara a su cargo en su testamento, junto a él previsiblemente había estado trabajando desde el principio32. A pesar de que el documento está firmado por el tesorero Gabriel de Limpias, más tarde, según el propio Ribera sería este oficial que le pediría que alargase el templo en 25 pies33, al igual que había ocurrido en Cajicá, construyéndolo finalmente con 28 pies de más. Del reconocimiento se extrae que al templo le faltaban 4 dedos de altura, que la sacristía estaba proporcionada aunque uno de sus lados medía 14 pies y no 20. Lo único que quedaba por hacer era enladrillar la cabecera y añadirle los mamperlanes a los poyos y gradas34.

En otra inspección que hicieron del templo el albañil Juan de Robles y el cantero Domingo Moreno, se dejó constancia de otras demasías realizadas por el albañil y el cantero, como por ejemplo el levantamiento de dos rafas más a cada uno de los lados del templo o la apertura de otras dos ventanas para la mejor iluminación del interior. Sobre la cabecera se vuelve a insistir en que ochavada resulta una obra más fija que si fuera plana35. Estos oficiales nos informan igualmente que Ribera empleó dos años en la construcción del templo debido a que no se le facilitaron los materiales de construcción a pie de obra como se regulaba en el pliego de condiciones, con lo cual la habrían dado acabada en menos de ocho meses. Por ello tuvieron que ir al arcabuco por madera y trasladar la cal con ayuda de algunos indios que pudieron reunir de otros pueblos cercanos. En opinión de Moreno y Robles ese tiempo se podía haber empleado en hacer otros templos u obras de albañilería, que tantas había por hacer en toda la ciudad de lo que habrían sacado mayor rentabilidad. Por eso propone fijar una compensación económica final de 280 pesos de oro de veinte quilates en concepto de demasías.

En la respuesta negativa que el fiscal Bernardino de Albornoz da a la paga de demasías a los constructores de las iglesias de la corona se aporta información muy interesante de todos estos templos construidos:

[32] {1585}. Petición de Pedo Ribera para que se envíen a oficiales a tasar la obra de la iglesia de Tunjuelo que hizo junto con Diego López ya difunto. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 890r.

[33] {1585}. Petición de Pedo Ribera para que se valoren las demasías que hizo en el templo. AGN de Co-lombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 887r.

[34] 1585, septiembre, 1. Tunjuelo. Reconocimiento de las obras realziadas en la iglesia del pueblo de Tun-juelo por Pedro de Ribera. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 889r-889v.

[35] 1585, septiembre, 30. Santafé. Reconocimiento de las obras de Tunjuelo realizadas por Domingo Moreno y Juan de Robles. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 910r-912r.

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... y así lo pido que la parte contraria o en quién fue rematada la obra de la dicha yglesia y de sus fiadores den nueva seguridad y bastantes fianças de que la obra está firme y vien hecha de suerte que al cabo de poco tiempo no remanezca (sic) alguna falsedad y flaqueza en la dicha obra de que venga en peligro de arruynarse y caerse como lo han hecho al presente las yglesias de los pueblos de Fusagasugá, Pasca y Chía y Saque, y aún la de Fontibón, que por ser pueblo de vuestra real corona y no estar pesente la persona que lo paga, como en los repartimientos están los encomenderos, que hazen las semejantes obras tan faltas, frágiles, y de cumplimiento qie solo vienen muchas veces aser para llevarse de vuestra real caxa mucha cantidad de pesos de oro como en las dichas yglesias se ha gastado...36

Ciertamente, la dinámica general que van a vivir estas iglesias en el cambio de siglo va a ser sin duda las numerosas inspecciones, tasaciones, reformas sufridas por la mala calidad de las obras, lo cual en opinión del fiscal era un fraude manifiesto por la falta de control de las autoridades reales que estaban ausentes de los pueblos al contrario que los encomenderos. A raíz de todos estos casos el oidor Luis Henríquez convocará a los principales oficiales constructores para que le den su opinión sobre cómo mejorar la calidad de las obras, de entre ellos las argumentaciones de Juan de Robles serán fundamentales, tratándose del origen del cambio en el sistema constructivo de estos templos que se reforzarán con mayor proporción de cal en su mezcla y con la preferencia por la adjudicación directa en lugar de la práctica de bajas.

Por otro lado, las iglesias de Duitama y de Sogamoso sufrirán un proceso diferenciado de construcción que han sido analizados en otros trabajos anteriores, destacamos un elemento que sin duda formaba parte de estos templos y que denotaban estéticamente su carácter de pertenencia como era la ubicación en las fachadas de escudos de armas de Castilla realizados en piedra, cuya ejecución recayó en Miguel de Miranda37. Queda de relieve por tanto, la pronta realización de los templos de la corona en comparación con otros templos doctrineros encomendados donde se verá elementos propios de evangelización que posteriormente no se referenciarán en otros contratos como fue la construcción de los patios delimitados por bardas de mampostería o la ubicación de cruces atriales en los atrios. Estos templos de sello real serían muy semejantes en estructura del resto de templos de doctrina pero por los hechos expuestos su historia constructiva resulta mucho más dilatada y compleja, además de que

[36] {1585, octubre, 2}. Petición de Bernardino de Albornoz para que se tengan por injustos los pagos de demasías en las obras de las iglesias. AGN de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 21. Rollo 21. Folio 914r-914v.

[37] Romero Sánchez, Guadalupe. “El pueblo de Duitama de la Real Corona: arquitectura religiosa y urbanismo”, Ensayos. Historia y Teoría del Arte, 18, 2010, pp. 7-29.

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Guadalupe ROMERO SÁNCHEZ

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como hemos visto contendrán elementos como los escudos de armas que dejarán visible su carácter realengo38 .

[38] En las primeras décadas del siglo XVII muchas de estas iglesias de la Corona se confiarán a los jesui-tas, emprendiendo un nuevo camino muy interesante por la aplicación de las artes, especialmente de la música en la labores de evangelización, ver: González Mora, Felipe. Reducciones y haciendas jesuíticas en Casanare, Meta y Orinoco, ss. XVII-XVIII. Arquitectura y urbanismo en la frontera oriental del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2004 y Toquica Clavijo, María Constanza et al. Desde Roma por Sevilla al Nuevo Reino de Granada: La Compañía de Jesús en tiempos coloniales. Bogotá, Museo de Arte Colonial, 2004.