BARROCO SEPARATAS
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2. El Barroco
Periodo: Siglos XVII y XVIII
Ubicación: Italia, Francia, Holanda, Flandes y España.
Lo que distingue a gran parte de la sociedad barroca y a la vez constituye un o de
los aspectos mas singulares de sus expresiones artísticas es la decadencia de
aquellas reglas y de aquel equilibrio entre sentimientos y razón, entre religión y
filosofía, entre realidad y utopía, que han caracterizado el Renacimiento. Perdida la
fe en un ideal de vida en la que todos los elementos de la experiencia fueran
armonizados simultáneamente, quedaba otra posibilidad para satisfacer las
exigencias del hombre siempre en búsqueda de lo absoluto: quedaba el mundo de la
ciencia o de las pasiones, de la sensualidad o de la retórica. Estas diferentes
soluciones representan los aspectos desconcertantes y hasta contradictorias de una
civilización que conocía en cada uno de ellos altísimos niveles, pero que renunció a
establecer una regla única. Frente a la realidad el hombre no tenía otro camino, pero
jamás podría escapar de la soledad orgullosa, trágica o amarga.
El arte europeo posee su propia expresión en las formas barrocas que tienen su
origen en la Roma de comienzos del siglo XVII y que se transforman en el XVIII en
el estilo rococó. El término deriva del francés rocaille palabra que significa
fragmentos de roca o de conchas y que aludía a un tipo de decoración sinuosa y
caprichosa similar a la aplicada en la decoración de las grutas de los jardines.
El barroco había nacido como una afirmación anticlasicista y al menos en gran
parte, evolucionó en una dirección escenográfica, grandiosa y dramática. El carácter
escenográfico fue el elemento que el barroco y el rococó tuvieron en común, pero el
rococó alivió la carga heroica del barroco y disminuyó los contrastes, introduciendo
un sentido mas alegre de la vida y un refinamiento mundano. Todo asume la
ligereza y la libertad de lo superfluo, lo que sirve únicamente para embellecer o
engalanar, pero al mismo tiempo eso mismo que parece añadido y ornamental
resulta ser determinante.
Artistas:
-Caravaggio: Lo que produjo impresión entre sus contemporáneos no fue solo la técnica y
la manera de pintar, sino su contenido espiritual, el concepto nuevo de la realidad, que
despertó primero curiosidad y después admiración. Pero también su hondo sentido de
percepción de los mas recónditos sentimientos del alma humana, y al mismo tiempo, la
exposición de una visión de la realidad que se fundamentará en una conciencia que rompe
absolutamente con los parámetros establecidos.
En 1959 inicia la gran serie de lienzos monumentales para San Luigi, la estética y la técnica
de Caravaggio discurren entre la experimentación y el hallazgo final de su gran aportación
en el terreno lumínico, el tenebrismo. Eso se produce en un conjunto de cuadros, en general
de pequeño formato, donde los aspectos compositivos apenas tienen interés para el artista,
preocupado como vemos por otra problemática, siendo frecuentes las obras de una o dos
medias figuras. Hay ya una predilección por los tipos populares que toma de su entorno, así
como la elaboración de una atmósfera que envuelve a los personajes. Tal vez sea La cena
de Emaús de la Galería Nacional de Londres, pintada en 1600, la pintura mas significativa,
y donde las actitudes de los personajes, sus gestos y ademanes, aparecen dotados de una
especial violencia, acentuada por los efectos lumínicos. En Caravaggio, finalmente, lo que
hace la luz es aislar las figuras y los objetos. La oscuridad es, precisamente, el espacio
donde la luz no está, y es por esta razón que la luz choca con sus figuras y objetos de la
misma manera que con las formas sólidas e impenetrables, pero sin desvanecerlas.
Caravaggio. La cena de Emaús, 1600. Galería Nacional Londres
-Poussin: La década de 1640 va a constituir el periodo mas fecundo y brillante de sus
trayectoria. El artista llega a la corte francesa después de una larga estadía en Roma, donde
se le encarga una serie de trabajos en grandes formatos que se apartan totalmente de sus
planteamientos del momento: retablos y alegorías monumentales para Richelieu y la
decoración de la llamada galería Larga del Louvre.
El único hecho positivo, y desde luego trascendente para los años siguientes, lo constituye
su acercamiento al hombre que va a influir de forma mas crucial en la definitiva
transformación del arte de Poussin.
Entre los diferentes cambios, el que se refiere a lo temático, con una manifiesta
predilección en lo religioso por asuntos del Antiguo Testamento, y en cuanto a la
inspiración clásica, debe señalarse una profundización en los sentimientos de los héroes
representados que nada tiene ya que ver con las mamóreas divinidades extraídas de Ovidio.
Así, surgen obras como La Eucaristía de la Galería Nacional de Edimburgo, La Sagrada
Familia en la escalera (Galería Nacional de Washington), o el Orden sacerdotal de la
colección Rutland. También su nueva versión de Los pastores de la Arcadia (Louvre),
Apolo y Dafne (Louvre), o Paisaje con Orión del Museo Metropolitano de Nueva York.
La invención de una iconografía basada en temas clásicos, la exuberancia y fina plasmación
del colorido, la preocupación por la textura, con sabia aplicación de la materia y por último,
el equilibrado dibujo, en admirable estilo compositivo, son las notas mas características del
arte de Poussin.
Nicolás Poussin. Los pastores de la Arcadia, 1650-1655. Museo del Louvre. Paris
-Rembrandt: Un nuevo periodo se abre en el proceso evolutivo de la obra de Rembrandt a
partir de 1640, y hasta 1647. Se trata de una etapa de asimilación de elementos de las
diferentes corrientes del barroco internacional que va adaptando a sus propios cauces
expresivos, los cuales discurren ahora por caminos inundados de un acusado pálpito interno
con fuertes contrastes y una mayor dimensión dramática, que refleja su propio estado
anímico producido por la muerte de sus esposa, que le afectó profundamente, sumiéndole
en una crisis que le servirá para su arte. De esos años tenemos su obra mas célebre, la
llamada La ronda de noche (Rijksmuseum, Amsterdam), cuyo verdadero título es La
compañía del capitán Frans Banningh Cocq y el teniente Willem van Ruytenburg, de 1642,
y que en realidad viene a ser un cuadro corporativo, fiel a la tradición holandesa.
Rembrandt trabaja incansablemente buscando las fórmulas expresivas ideales para su
pensamiento artístico, que van surgiendo tanto desde planteamientos técnicos-mayor
riqueza de empastes, cromatismo mas variado a partir de una imprimación parda con ocre
aglutinado, a la manera de Tiziano, que le obliga a elaborar desde tonalidades oscuras y una
especial predilección por el tratamiento de las texturas-; al mismo tiempo que lucha con una
serie de conflictos íntimos y cotidianos en su vida doméstica.
Rembrandt. La ronda de noche, 1642. Rijksmuseum. Amsterdam
-Vermeer: En su exiguo catálogo pueden definirse dos etapas plenamente diferenciadas.
En la primera que puede fecharse entre 1635 y 16660, la preferencia temática de Vermeer
se inclina hacia los asuntos religiosos y mitológicos. Asi encontramos obras como Cristo en
casa de Marta y María (Galería Nacional de Escocia, Edimburgo) y Diana y las ninfas
(Mauritshuis, La Haya), La alcahueta (Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde),
advirtiéndose en otras ecos cromáticos de la primera etapa de Rembrandt.
A partir de 1660, el arte de Vermeer, con sus minuciosos interiores y un esquema
invariable, la figura humana se sitúa en un plano medio y la claridad procede de una puerta
o ventana del fondo, por donde penetra la luz característica del país, nos ofrece algunas de
las composiciones mas bellas de la centuria.
Vermeer cuida cada detalle del proceso artístico, desde la minuciosa preparación del
soporte hasta las pinceladas finales en las que a través de las sombras reproduce texturas de
finísimas veladuras, fruto de un hábil modelado. Y asi surgen esas secuencias de la vida
doméstica, plenas de serenidad y repletas de hondura apasionada, con múltiples sugerencias
para el espectador, tal y como nos ocurre con La encajera (Louvre) o con algunos de los
retratos conservados.
Jan Vermeer. La encajera, 1665. Museo del Louvre. Paris
-Rubens: En 1609 el arte de Rubens ha alcanzado un grado de madurez que se expresa
desde un nuevo sentimiento de la pintura. Las reminiscencias venecianas ya solo son
recursos sugerentes de los que se vale para encauzar y dar forma a un concepto plástico
absolutamente revolucionario. Y así, surge El Alzamiento de la Cruz para la catedral de
Amberes, al mismo tiempo que se interesa por el grabado, colaborando con Moretus e
ilustrando el Breviarium y Misale Romanum.
De estos años, en los qu a la protección de los archiduques habrá que añadir el mecenazgo
de Nicolás Rockox, se deben obras como el Juicio Final (Pinacoteca de Munich), la Piedad
(Museo de Viena), Susana y los viejos (Galeria Borghese, Roma), o La incredulidad de
Santo Tomás, que realiza por encargo de Rockox.
A partir de 1630 su obra alcanza un cromatismo pleno de exuberantes matices a base de una
técnica de desbordantes efectos y desde una creatividad nunca imaginada. Su matrimonio
con Elena Fourment viene a colaborar a un estado de ánimo de exultante vitalidad.
Pedro Pablo Rubens. Susana y los viejos, 1609-1615. Galería Borghese. Roma
-Velázquez: En 1651 el arte de Velázquez ha llegado a su punto máximo de madurez, y los
diferentes retratos de las infantas constituyen un verdadero prodigio de refinamientos y
evanescentes acentos. Dos obras maestras señalarán la conclusión final de su significación
plástica, Las Meninas y Las hilanderas.
La curiosa mezcolanza en un retrato colectivo de mediados del siglo XVII, de reyes,
infantas, criados y bufones sirve de pretexto para establecer una composición en la que se
vulneran todas las reglas convencionales del espacio y donde la misma atmósfera ambiental
sustituye perspectivas usuales ofreciéndonos la visión exacta de una mirada a través de uno
de los ventanales del antiguo Alcázar.
En la misma tesitura está ejecutada la pintura de Las Hilanderas o Fábula de Aracne. Hay
un contraste entre las faenas del primer término y el ambiente de corte del segundo, que dan
a este cuadro ese ambiente mágico que lo coloca como el mas alto exponente de la
sabiduría pictórica en la época barroca.
Diego Velázquez. Las Meninas. 1656. Museo del Prado. Madrid