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Baruch Spinoza El Panteísmo, en breve. En la historia que caracteriza la época actual no existe ni el mal ni el bien, no existe el pecado. Cada ser vivo está dominado por la naturaleza de sus instintos y vive en perfecta inocencia. Pero nosotros, la única especie dotada de una mente reflexiva y capaz de pensar, de tener conciencia, nos observamos vivir, envejecer y morir; estamos motivados por dos formas de amor: el amor de sí mismo y el amor hacia los demás. Ninguno de estos dos amores logra superar al otro, y nuestra vida no es más que la dialéctica convivencia de ambos, que se enfrentan en la caverna donde habitan nuestros instintos, nuestras más secretas pulsiones y nuestra energía vital. No existe la metafísica, nada es divino o bien todo es divino, dos maneras de decir la misma cosa: Deus sive natura”. Dios, es decir la naturaleza, todo lo existente. El Spinozismo no es ni un deísmo ni un cristianismo: es una filosofía de la Naturaleza. Para no alejarse demasiado del uso que se da a las palabras, podemos decir que esta naturaleza es “dios”. Lo importante es el análisis y el conocimiento de éste Ser, sin importar la definición que ordinariamente se da a la palabra dios. La filosofía de Baruch Spinoza es un ateísmo bien educado. Henri Gouhier

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Baruch Spinoza

El Panteísmo, en breve.

En la historia que caracteriza la época actual no existe ni el mal ni el

bien, no existe el pecado. Cada ser vivo está dominado por la naturaleza

de sus instintos y vive en perfecta inocencia. Pero nosotros, la única

especie dotada de una mente reflexiva y capaz de pensar, de tener

conciencia, nos observamos vivir, envejecer y morir; estamos motivados

por dos formas de amor: el amor de sí mismo y el amor hacia los

demás. Ninguno de estos dos amores logra superar al otro, y nuestra

vida no es más que la dialéctica convivencia de ambos, que se enfrentan

en la caverna donde habitan nuestros instintos, nuestras más secretas

pulsiones y nuestra energía vital. No existe la metafísica, nada es

divino o bien todo es divino, dos maneras de decir la misma cosa:

“Deus sive natura”. Dios, es decir la naturaleza, todo lo existente. El

Spinozismo no es ni un deísmo ni un cristianismo: es una filosofía de la

Naturaleza. Para no alejarse demasiado del uso que se da a las

palabras, podemos decir que esta naturaleza es “dios”. Lo importante es

el análisis y el conocimiento de éste Ser, sin importar la definición que

ordinariamente se da a la palabra dios.

La filosofía de Baruch Spinoza es un ateísmo bien educado.

Henri Gouhier

Bases filosóficas del pensamiento Spinoziano.

La realidad es para este autor lo mismo que la sustancia, a la que define

como “lo que existe por sí mismo”, por lo cual no necesita de ningún

otro concepto para ser comprendido. Configura eso un monismo

ontológico absoluto, lo que significa que el universo está constituido por

una sola sustancia que es también su causa. Esa sustancia es “dios” que

se identifica con la Naturaleza, “Deus sive Natura” -Dios o la Naturaleza-

dirá Spinoza. La Naturaleza se manifestará activamente -”naturans”- o

pasivamente -”naturata”.

Natura naturans (naturaleza que crea) y natura naturata (naturaleza

creada).

Aristóteles distingue en su Física lo que engendra de lo que es

engendrado. Siglos después la diferencia entre creador y ser creado se

trastoca y funde. El pensador que produce tal cambio es Spinoza, razón

viva del principio de racionalidad. El racionalismo spinoziano concluye

que la natura naturata no es ajena a la natura naturans, porque lo

creado vive en el seno del creador, que sin lo causado pierde potencia.

Esta tesis, unida a la idea de necesidad, lleva a Spinoza a ser acusado,

a la vez, de panteísta y ateo, y expulsado de la comunidad judía de

Ámsterdam.

Desde Spinoza, la idea de un dios omnipotente que puede cambiar la

naturaleza a su antojo por medio de prodigios y milagros comienza a

sufrir una erosión imparable. Un dios que es necesidad y que no existe

más allá de la naturaleza, como sugiere Spinoza, ya no lo puede todo.

Por ejemplo, a ese dios le es imposible cambiar las leyes que rigen el

universo porque tales disposiciones son reflejo de su condición y

expresión de su ser. Dios equivale a un conjunto de leyes necesarias en

sí mismas que ordenan el mundo y lo hacen inteligible. Dios es

naturaleza y viceversa, naturans y naturata. La soberanía, liberada de

una natura naturans supuestamente distinta, suprema y externa, pasa a

ser un atributo humano. La fusión de Spinoza entre el creador y lo

creado coloca al hombre al frente del universo y, también, de su

destino, huérfano de toda relación con un ente externo superior.

Los atributos de la Naturaleza son infinitos pero se concretan en lo que

Spinoza llama “modos”. Los objetos físicos son uno de esos “modos” y

procede del “atributo” extensión -de Dios o la Naturaleza-. De la misma

manera todas las ideas son “modos” que proceden de otro “atributo”, en

este caso el pensamiento.

El hombre, al estar dotado de cuerpo y alma, conoce y se compone de

ambos atributos, tanto la extensión como el pensamiento. Cuerpo y

alma los concibe el filósofo como una unidad formada por cuerpo y

mente, no son dos entes separados. La auténtica comprensión de la

realidad se encuentra, para Spinoza, en poder captar la unidad de este

“todo”. Por un proceso en el que las ordenación de las ideas -concreción

del pensamiento- tiene que coincidir con el orden de las cosas u objetos

físicos -concreción de la extensión-.

Se trata de una visión holista. El holismo considera que todo debe ser

analizado en su conjunto y no en partes separadas, es más las partes y

el todo son inseparables. La filosofía de Spinoza se encuentra

sistemáticamente expuesta en la “Ethica”, obra que fue publicada en

forma póstuma.

Determinismo y libertad

En última instancia el sistema de pensamiento de Spinoza postula que

hay que alcanzar el saber partiendo de ideas. Que posiblemente en su

primer esbozo sean incluso inadecuadas consideradas individual o

aisladamente. Pero una vez enlazadas de manera racional

proporcionarán la intuición necesaria -que Spinoza llama “Amor Dei

Intellectualis” o “amor intelectual de Dios”- para comprender la unidad

total de las cosas.

En esa unidad toda parcialidad será superada llegando así a conseguir la

libertad absoluta que es proporcionada por el conocimiento total del

proceso. Es el conocimiento de la determinación de las cosas,

paradójicamente, lo que proporciona la libertad humana. Una vez el

determinismo ha sido entendido y aceptado por el hombre éste puede

actuar libre y racionalmente desde esas “reglas del juego”. No hay libre

albedrio, todo está determinado.

El pensamiento ético y político

Para Spinoza la función del Estado es proteger a sus integrantes de la

injusticia a partir de los dictados de la razón, que indica que se debe

practicar la tolerancia, que es el elemento esencial que garantiza la

libertad. Spinoza se interesó mucho por la moral social, en el “Tratado

teológico-político” y en el “Tratado político”, publicados respectivamente

en 1670 y 1677, siendo el segundo póstumo. En ambas obras considera

de manera muy realista a los hombres como son, no como deberían ser.

Así dice “todo lo que es, en cuanto es, intenta perseverar en su

existencia”, lo que significa que los humanos obran siguiendo el instinto

de conservación.

La ley, el derecho y la moralidad existen por el Estado. Pero éste se

basa en una convención social por la cual los particulares acuerdan

limitarse mutuamente en su actuar. Esta convención es una “cesión de

derechos” al Estado, cesión que no es definitiva. Dado que lo que el

hombre espera de la comunidad a la que pertenece es su

“conservación”, Spinoza dirá “Dios crea individuos, no naciones”.

De manera que si la comunidad pone en peligro la conservación de sus

integrantes, la dificulta o la perjudica, a estos les asistirá la razón para

reclamar que se les devuelvan todos sus derechos ya que simplemente

los habían cedido para la realización .

Baruch Spinoza.

Por Jorge Luis Borges

Bruma de oro, el Occidente alumbra / la ventana. El asiduo manuscrito

aguarda, ya cargado de infinito. / Alguien construye a Dios en la

penumbra.

Un hombre engendra a Dios. Es un judío / de tristes ojos y de piel

cetrina;

lo lleva el tiempo como lleva el río / una hoja en el agua que declina.

No importa. El hechicero insiste y labra / a Dios con geometría

delicada;

desde su enfermedad, desde su nada, / sigue erigiendo a Dios con la

palabra.

El más pródigo amor le fue otorgado, / el amor que no espera ser

amado.

Alegría y Tristeza

Vitalidad y alegría son sinónimos. La alegría (el Bien) coincide con el

sentimiento de pertenencia a la especie y a la naturaleza. Lo contrario,

la tristeza, el odio a sí mismo y a los demás es el Mal. Este es el mal en

que están profundamente sumergidas las sociedades depredadoras, las

multinacionales y los sistemas ideológicos y financieros actuales. Un

hombre o una sociedad “moral” es aquel o aquella que se supera, que

busca de sublimar sus instintos. Y la única virtud que puede ayudar en

ésta empresa es la alegría. (La alegría, por cierto, no figura en ningún

mandamiento de las leyes divinas....). La alegría es la virtud que hay

que practicar, de la cual deriva la posibilidad de amar y socorrer al

prójimo. De sentirse responsable de él, como lo han señalado entre

otros Fiódor Dostoievskij y Emmanuel Levinas. La alegría en una

sociedad se da cuando ésta sociedad está en armonía con sí misma. La

libertad es alegre y la alegría es libre…...( Las guerras no son alegres,

las rapiñas tampoco: por ello decimos que el actual sistema capitalista

es altamente inmoral).

La alegría es un afecto – lo subraya muy bien Baruch Spinoza –pero es

también una virtud. En la parte tercera de su obra La Ética, “Origen y

Naturaleza de los Afectos” Spinoza dice textualmente: “Entiendo por

alegría la pasión por la cual la mente pasa a una mayor perfección; por

tristeza en cambio es la pasión por la cual se pasa a una perfección

menor. A parte de éstos dos afectos no conozco ningún otro afecto

primario; de hecho todos los demás derivan de éstos dos “.

La neurobiología actual demuestra que el dolor y el placer no son

imágenes especulares uno del otro, al menos no en lo que concierne a

sus respectivos papeles en el instinto de supervivencia. De algún modo,

y con mayor frecuencia, es la señal relacionada con el dolorla que nos

hace apartar del problema inminente, tanto en el momento como en el

futuro anticipado. Es difícil imaginar que los individuos y las sociedades

capitalistas gobernadas por la búsqueda del placer, tanto o más que por

la evitación del dolor, puedan sobrevivir en absoluto. Algunas

tendencias sociales actuales en culturas que son cada vez más

hedonistasvienen a apoyar ésta opinión.

Las investigaciones sobre los correlatos neurales de determinadas

emociones que han llevado a cabo el grupo de científicos formado

alrededor del neurobiólogo Antonio Damasio han suministrado múltiples

evidencias de que “existen muchas más variedades de emociones

negativas que de emociones positivas, y está claro que el cerebro

maneja con sistemas distintos las variedades positivas y negativas de

las emociones”.

“Todas las familias felices se parecen; cada familia

desgraciada, es desgraciada a su manera”

Ana Karenina - Lev Tolstói.

Moral y Ética.

Si no existe un dios externo, si lo que entendemos por “dios” es en

realidad la propia la naturaleza ( “Deus sive Natura”…. ), es decir todo

el Cosmos, todo lo existente; entonces no hay ninguna metafísica ni

existe el pecado. ( “En la religión , el pecado es la ofensa al dios

externo”) . Por consiguiente es obvio que „La Moral‟ es un instinto

natural, como también es un instinto natural el amor a sí mismo. Son

dos instintos de supervivencia que pertenecen a la naturaleza de

nuestra especie homo sapiens. Uno de éstos dos instintos, el amor a sí

mismo, hace que nuestra especie sea diferente de todas las demás. El

amor a uno mismo preside la supervivencia del individuo, mientras que

el primer instinto, o sea el „sentimiento moral‟ preside la supervivencia

de la especie.

La distinción cartesiana entre “Res cogitans” y “Res extensa” fue

adoptada por las religiones, específicamente el cristianismo, que coloca

la moral en el ámbito de la razón y el egoísmo en el ámbito del cuerpo.

Craso error. El sentimiento moral no es un producto de nuestra

racionalidad ni es necesario que exista un “dios” para explicarlo. Como

tampoco es necesario que exista un diablo para explicar el amor egoísta

por uno mismo. En ambos casos se trata de potentes instintos de

sobrevivencia. Las demás especies no saben que van a morir. Nosotros

si estamos conscientes de ello; por eso tratamos de distinguirnos, de

transgredir, de acumular, de dominar.

El Mal y el Bien.

Todo esto son gérmenes anárquicos y disgregantes, peligrosos para a

supervivencia de nuestra propia especie. Esto es lo que conocemos

como „El Mal‟. Es aquí donde, para moderar éstos riesgos de anarquía

biológica y social, interviene con fuerza el instinto moral. La actuación

”ética” es aquella que cumple con las regulaciones de convivencia que

nos imponemos los hombres para no destrozarnos entre nosotros. No

matarás, no codiciarás las riquezas, las mujeres ajenas….. son

limitaciones éticas que desde hace miles de años imponen las leyes

humanas y que no son dictadas por ningún dios, aunque muchos

mandamientos o preceptos religiosos ( prácticamente en todas las

religiones ) coinciden plenamente con las regulaciones éticas que el

hombre ha venido desarrollando.

El instinto de sobrevivencia de la especie es el fundamento de la moral.

Cumplir con el instinto moral es „El Bien‟. Este instinto es el que

determina las regulaciones civiles; de ahí emanan las necesidades de

leyes y su voluntad de establecer y determinar los comportamientos

individuales que definen lo malo o lo bueno. Lo permitido y lo prohibido.

Simétricamente, lo mismo sucede con el instinto egoísta.

En resumen, los instintos ordenan, la razón escoge los modos más

eficaces de realizarlos y la voluntad de los individuos y de las sociedades

humanas los transforman en acciones. Buenas o malas, según vayan en

pro o en contra de los instintos que nos proporciona la naturaleza.

Res cogitans y res extensa.

Estos dos términos hacen referencia al conocido “dualismo” cartesiano.

“Res” en latín es “cosa”; “Extensa”, siempre en latín es “con

dimensión”. Cogitans es el pensamiento. Asi, „Res extensa‟ se refiere

al cuerpo, (cosa extendida) y „Res Cogitans‟ es el espíritu, el alma. ( la

Cosa pensante)

Descartes, como la gran mayoría de los europeos de su época, pensaba

que dentro del género humano, el hombre y tan solo hombre ( con

exclusión de los demás animales) estaba formado por una parte mortal

(el cuerpo) y una parte inmortal, el alma. Es decir, una Res Cogitans y

una Res extensa. Para mayor claridad: res cogitans es pues “cosa

pensante”. Sobre éste concepto me parece que no puede haber dudas.

Descartes en las meditaciones metafísicas se da cuenta que todo puede

ser puesto en cuestión y que toda la realidad, percibida o pensada, es

dudosa. Ni siquiera podemos fiarnos de lo que nos entregan los

sentidos, pues pueden engañarnos. O podría ser todo un sueño. Pero de

algo puede estar seguro: de que piensa. Pues aunque esté soñando, es

cierto que en ese sueño es un algo que piensa, es un “res cogitans”.

Luego a partir de esta primera certidumbre, de afirmarse a sí mismo

como res cogitans, parte desde esta “racionalidad”, de este pensar, en

busca de develar qué podemos decir del mundo físico. Descartes en su

habitación toma un pedazo de cera y lo derrite. Se da cuenta que, al

parecer, hay un cambio, pero que la cera sigue siendo cera. “No queda

ciertamente más que algo extenso, flexible y mudable” dice Descartes.

Descubre que los cuerpos son un algo que es extenso: la „Res extensa‟.

El error de Descartes.

Para Antonio Damasio, quien a nivel mundial es uno de los más

prestigiosos investigadores en neurofisiología, el error que cometió

Descartes en su tesis sobre el dualismo, fue el de separar el cuerpo de

la mente. “Pensar, al contrario de lo que afirma Descartes, no es igual a

ser. Se trata justamente de lo contrario : en el principio fue el ser,

posteriormente el pensar. Creer que las operaciones más refinadas de la

mente están separadas de la estructura y del funcionamiento del

organismo biológico es un error, porque cerebro y cuerpo constituyen un

organismo indisociable integrado por circuitos reguladores bioquímicos y

neurales que se relacionan con el ambiente como un conjunto, y la

actividad mental surge de ésta interacción”.

El amor

Para Spinoza , el amor que lo domina todo es el amor hacia la vida ; y

el único pecado concebible es aquel contra la vida, su dignidad, su

libertad. No una vida idealizada, sino una vida históricamente

determinada por los instintos que se miden, se combaten, se

trascienden , se transfiguran, convirtiéndose en pasiones y sentimientos

analizados a través de la lente de la razón; es decir, del pensamiento

que se ve a sí mismo y que se observa vivir.

Nuestro pensamiento es capaz de inventarse y figurarse muchos

mundos; es una fábrica de ilusiones que nos ayudan durante el viaje,

de esperanzas que alimentan nuestra energía vital, de arquitectura

morales indispensables para proteger nuestra sociabilidad. Somos una

especie pensante y sociable, por ello construimos reglas morales que

permiten la convivencia en un determinado contexto histórico. Es por

eso que aquí no hay pecados, sino únicamente delitos. Cuando una era

termina, termina también una moral; se lleva a cabo una revolución

que desmantela la antigua arquitectura para construir otra de manera

tal que la vida pueda proseguir siendo alimentada y encauzada por

nuevos límites, nuevas corrientes, nuevas fuentes.

No hay ningún otro sentido más que aquel que nuestra especie es capaz

de narrar, interpretar, transfigurar, inventar. ¡ Incluso hemos inventado

el tiempo !. El tiempo va a morir con nosotros. La moral va a morir con

nosotros. Lamentablemente ya están muriendo y esto no es una buena

señal. Cuando nos negamos a recordar el pasado no se puede construir

el futuro, se vive aplastados por un eterno presente, como los animales

que - de hecho- viven fuera del tiempo. Cuando se desmantela una

arquitectura moral – como lo estamos ya haciendo - sin construir otra,

el río de la vida deja de fluir convirtiéndose en un pútrido pantano.

Tenemos que rebelarnos a que ésta sea nuestra suerte, debemos

exorcizar éste inminente peligro.

Lo que nos dice el dios de Spinoza:

” ¡ Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho ! Lo que

quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero

que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he

hecho para ti. ¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos

que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en

las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en

donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había

nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo

malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes

expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por

todo lo que te han hecho creer. Deja ya de estar leyendo supuestas

escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes

leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en

los ojos de tu hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi

trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni

me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de

pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice.. yo te llené

de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de

necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo

culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte

por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear

un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto

de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes;

esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean

culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para

ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu

estado de alerta sea tu guía. Esta vida no es una prueba, ni un escalón,

ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso.

Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas. Te

he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay

pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.

Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar

un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única

oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues

habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por

seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal; te voy a

preguntar ¿Te gustó?..... ¿Te divertiste?... ¿Qué fue lo que más

disfrutaste? ¿Que aprendiste?... Deja de creer en mí; creer es suponer,

adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas

en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando

arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el

mar. Y ya deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?

Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes

agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones,

del mundo. ¿Te sientes observado, temeroso ?..... ¡Expresa tu alegría!

Esa es la forma de alabarme. Deja de complicarte las cosas y de

repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único

seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de

maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas

explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame

dentro... ahí estoy, latiendo en ti, dentro de ti. Soy tu mismo”.

Lo que nos dice el dios de Spinoza.

Por: Swami Anand Dilvar ( Francisco Javier Ángel Real )

Escritor Mexicano.

Notas Biográficas.

Baruch Spinoza (Amsterdam, 1632 - La Haya, 1677) Filósofo holandés.

Hijo de judíos españoles emigrados a los Países Bajos, estudió hebreo y

la doctrina del Talmud. Cursó estudios de teología y comercio; por la

fuerte influencia que ejercieron sobre él los escritos de Descartes y

Hobbes, se alejó del judaísmo ortodoxo. Su crítica racionalista de la

Biblia y su filosofía según la cual mente y cuerpo son lo mismo, visto

desde dos ángulos diferentes provocó mucha oposición y hostilidad

entre sus contemporáneos. La mente, les decía Spinoza, es la idea del

cuerpo, y éste es el aspecto extenso de la mente. Si se agrega a éstas

ideas el concepto de un dios impersonal y el rechazo de la libertad de la

voluntad, el escándalo fue tal que los rabinos decidieron excomulgarlo

en 1656. A raíz de ello, se retiró a las afueras de Amsterdam,

trabajando el resto de su vida como pulidor de lentes.

Durante este período escribió un Breve tratado acerca de Dios, el

hombre y su felicidad, y parece que también el De la reforma del

entendimiento y un polémicoTratado teológico-político, que se

publicarían más tarde. Renunció a una cátedra en Heidelberg (1673)

para mantener su independencia intelectual. En 1675 terminó su obra

más importante, la Ética demostrada según el orden geométrico,

iniciada catorce años antes y que se publicaría en forma póstuma, en

1677. Algunos años antes había emprendido la redacción del Tratado

político, que quedó inconcluso. Spinoza, al identificar a dios con la

naturaleza, representa el mayor exponente moderno del panteísmo.

No lamentar, no reír, no detestar, sino comprender.

Baruch Spinoza.