Basta de Maltrato

3
E s un segundo, sólo quiero hacer una consulta”, dice la mujer con una sonrisa de pequeña discul- pa mientras se instala de lo más cam- pante en el mostrador, ignorando la enorme cantidad de gente que está en la misma situación que ella, es de- cir, esperando ser atendida. Parece que cada vez más segui- do, en la vida cotidiana, se viven agresiones pequeñas y no tan pe- queñas que causan desconcierto, im- potencia y hasta rabia en quienes las sufren y no saben cómo reaccionar en el momento. Son actitudes descor- teses de personas que hacen de la agresión su forma de abrirse paso en el mundo, y van desde aquella mujer que se “coló” en la fila del banco porque “sólo pide cambio”, hasta un compañero de trabajo que se violen- ta y dice cosas fuera de lugar. Enton- ces, ¿cómo reaccionar de la forma adecuada ante estas situaciones? ¿Es mejor callar o enfrentar? Y, al mismo tiempo, ¿cómo hacer para defenderse, pero sin ponerse a la al- tura de los agresores? FALTA DE LEY “Toda la semana pasada estuve volviendo más tarde a mi casa, y una de esas noches, al subir al tren, había un hombre que estaba fuman- do –cuenta Rocío (29)–. Particular- mente, no me hace mal el cigarrillo, pero está prohibido fumar y, ade- más, con la aglomeración, el humo se torna muy molesto. Estaba a pun- to de decirle algo, pero después pre- ferí no hacerlo porque uno no sabe cómo puede reaccionar la gente y me dio miedo pasar un mal rato.” Es muy común que esto suceda: a pesar de saber que alguien está en falta, uno duda en hacérselo notar porque existe el temor de que el otro (que desde el vamos demuestra po- ca consideración) reaccione con violencia. Según Mario Malaurie, que es psicólogo social y fundador de la Escuela Psicoanalítica de Psi- cología Social, esto sucede porque estamos poco acostumbrados a va- lernos de la fuerza de las palabras. Así, frente a una injusticia o un atro- pello, lo más común es no hacer na- da o reaccionar con violencia física, en vez de usar el poder que propor- ciona la palabra que, bien emplea- da, marca la diferencia entre lo que se debe y lo que no se debe hacer. “Somos sujetos del derecho pero no estamos seguros de ello –sostiene el especialista–. La sorpresa puede im- pedirnos esgrimir un argumento que AGRESIONES C O T I D I A N A S ¡ B A S TA YA ! En la calle, en el trabajo y hasta en la familia, las agresiones y las descortesías suelen repetirse. Cómo se hace para no dejarse intimidar y, a la vez, no responder con la misma moneda. C O M P O RTA M I E N T O agresiones 6/22/06 3:02 PM Página 2

description

Lo cotidiano es lo que daña y lo que desgasta. En esta nota hablamos de las agresiones que van desde las descortesías hasta la violencia. Publicado en revista ELLE.

Transcript of Basta de Maltrato

Es un segundo, sólo quiero haceruna consulta”, dice la mujer conuna sonrisa de pequeña discul-

pa mientras se instala de lo más cam-pante en el mostrador, ignorando laenorme cantidad de gente que estáen la misma situación que ella, es de-cir, esperando ser atendida.

Parece que cada vez más segui-do, en la vida cotidiana, se vivenagresiones pequeñas y no tan pe-queñas que causan desconcierto, im-potencia y hasta rabia en quienes lassufren y no saben cómo reaccionaren el momento. Son actitudes descor-teses de personas que hacen de laagresión su forma de abrirse paso enel mundo, y van desde aquella mujerque se “coló” en la fila del bancoporque “sólo pide cambio”, hasta uncompañero de trabajo que se violen-ta y dice cosas fuera de lugar. Enton-ces, ¿cómo reaccionar de la formaadecuada ante estas situaciones?¿Es mejor callar o enfrentar? Y, almismo tiempo, ¿cómo hacer paradefenderse, pero sin ponerse a la al-tura de los agresores?

FALTA DE LEY“Toda la semana pasada estuve

volviendo más tarde a mi casa, yuna de esas noches, al subir al tren,

había un hombre que estaba fuman-do –cuenta Rocío (29)–. Particular-mente, no me hace mal el cigarrillo,pero está prohibido fumar y, ade-más, con la aglomeración, el humose torna muy molesto. Estaba a pun-to de decirle algo, pero después pre-ferí no hacerlo porque uno no sabecómo puede reaccionar la gente yme dio miedo pasar un mal rato.”

Es muy común que esto suceda: apesar de saber que alguien está enfalta, uno duda en hacérselo notarporque existe el temor de que el otro(que desde el vamos demuestra po-ca consideración) reaccione conviolencia. Según Mario Malaurie,que es psicólogo social y fundadorde la Escuela Psicoanalítica de Psi-cología Social, esto sucede porqueestamos poco acostumbrados a va-lernos de la fuerza de las palabras.Así, frente a una injusticia o un atro-pello, lo más común es no hacer na-da o reaccionar con violencia física,en vez de usar el poder que propor-ciona la palabra que, bien emplea-da, marca la diferencia entre lo quese debe y lo que no se debe hacer.“Somos sujetos del derecho pero noestamos seguros de ello –sostiene elespecialista–. La sorpresa puede im-pedirnos esgrimir un argumento que

AGRESIONES C O T I D I A N A S¡ B A S TA YA !

En la calle, en el trabajo y hasta en la familia, las agresiones y lasd e s c o rtesías suelen repetirse. Cómo se hace para no dejarse intimidar

y, a la vez, no responder con la misma moneda.

C O M P O RTA M I E N T O

agresiones 6/22/06 3:02 PM Página 2

ponga al otro en su lugar, y de esemodo recuperar el nuestro.”

Pero las cosas no son tan sencillasen la vida diaria y, si a uno lo atacatanto temor o incertidumbre a la horade decir las cosas, es porque vivimosen una sociedad que relativiza lacuestión de la ley, tanto la que figuraen los códigos como las leyes tácitasy cotidianas que tienen que ver con elrespeto hacia los demás. Por ejemplo,basta con circular por las calles paracomprobar que el acatamiento a lasleyes de tránsito es sumamente pobre:semáforos ignorados, ausencia de laprioridad peatonal y, a la vez, trans-gresiones de los mismos transeúntes.

En este sentido, el “no hacer nada”tiene que ver con una precaución res-pecto de la reacción del otro y tam-bién con una sensación de que “nadanos apoya” a la hora de querer hacercumplir las normas de convivencia.Sin embargo, esta realidad no anulael sentimiento de rabia o impotencia.

“No saber qué hacer o no reac-cionar a tiempo no es más que actuarcomo un ser humano –tranquiliza ladoctora Raquel Rascovsky de Salva-rezza, médica psicoanalista y miem-bro de la Asociación PsicoanalíticaArgentina–. Sobre todo, hay queaceptar nuestras posibilidades e im-posibilidades y no funcionar en espe-jo, respondiendo de acuerdo con lasituación de agresividad o descorte-sía.” Desde este punto de vista, a ve-ces es mejor dejar pasar las cosas,siempre y cuando esta inacción nomelle la autoestima ni sea una cons-tante respuesta frente a los demás.

EN LA MIRA DEL OTROUna de las formas de agresión di-

recta, y donde no se puede eludir al-gún tipo de respuesta, es cuandouna persona nos ataca en forma per-sonal. Esto no significa respondercon la misma agresión o tratar de im-ponerse, sino simplemente hacerlefrente a la situación.

“A los tres meses de haber entra-do a trabajar, me dieron un ascensode categoría, con la posibilidad de

que otros emiten y cargarlos de porvida, sin pensar si esa persona teníao no autoridad para opinar.

“Si nos ocurre una agresión en lacalle o en lugares públicos, lo mejoren esa situación es no engancharse yno pelear porque no sabemos con quépuede salir esa persona, ya que no laconocemos –opina Muradep–. Ahorabien, en caso de que se trate de al-guien con quien trabajo o un familiar,escucharlo y no engancharse en la pe-lea permitirá que podamos tener unaconversación que aclare la situación.”

Cuando la persona que agrede sesiente escuchada, uno tiene la o p o r t u-n i d a d de hacer preguntas e indagaracerca de lo que le está pasando ydetectar qué lo inquieta y por qué es-tá tan afectado por su estado emocio-nal. Además, si uno escucha, tam-bién tiene la posibilidad de ser escu-chado y así dar el propio punto devista. En estos casos, lo ideal es espe-rar un momento de tranquilidad paraque sea más sencillo establecer unaconversación. Y, con esta actitud, le-jos de quedar como una tonta o co-mo una persona sin carácter, se reve-la un acto de inteligencia y la capaci-dad de esperar a que amaine laemocionalidad de la situación.

¿Y POR CASA...?Muchas veces, ante la posibilidad

de la agresión, uno planea de quéforma podría defenderse si las cosasse ponen difíciles. Pero hay que tenercuidado con echarle siempre la culpaal otro, porque también es necesarioreflexionar acerca de la propia res-ponsabilidad que tuvo uno mismo endeterminada situación. Es que, en al-guna medida, todas las personas po-seen una cuota de violencia e incerti-dumbre que, ante una situación deimpotencia, se manifiesta agredien-do a los otros y a sí mismo.

En este punto, entonces, es intere-sante preguntarse qué significa, enrealidad, “defenderse”. Sin ir más le-jos, puede tomarse el ejemplo de lasguerras, que surgen de que ambosbandos piensan que sus reclamos son

un consiguiente aumento de sueldo–cuenta Lucía (38, geógrafa)–. A lospocos días de la novedad, escuchéa un compañero decir que yo erauna trepadora, mientras insinuabaque había hecho favores sexuales.Para mí, fue violentísimo y lo únicoque atiné a hacer fue decirle que eraun resentido y un desubicado, y quediera pruebas de lo que decía.”

Al respecto, Lidia Muradep, direc-tora y fundadora de la Escuela Ar-gentina de Programación Nerurolin-güística y Coaching, explica que, sialguien se torna agresivo y dice co-sas fuera de lugar, es porque estáatrapado en un estado emocionalque tiene que ver con su propia ex-periencia. Por eso hay que estaratento: porque muchas veces unopuede quedarse atrapado en juicios

ANTE UNA

AGRESIONl

Si es un desconocido, dejarlopasar porque no se sabecómo puede reaccionar.

l

Si es una persona conocida,escuchar lo que tiene paradecir con la mayor calma

posible.l

Analizar qué ha hecho unomismo para generar la

situación.l

Intentar dar una respuestainteligente, que hagareflexionar al otro.

l

Si no daña la autoestima,ignorar el hecho.

l

Si se trata de una descortesíamás que de una

agresión, hacerle notar a lapersona que

ha procedido mal.

agresiones 6/22/06 3:02 PM Página 3

justos, invalidando el punto de vistadel otro. Según Lidia Muradep, a losseres humanos les pasa lo mismo:“¿Hay que defenderse o hay queconversar? –se pregunta la especia-lista en PNL–. Porque probablementelas cosas que callamos, que no deci-mos y que pensamos de la otra per-sona, aunque no las digamos, sonpercibidas por el otro”. Es que el si-lencio hace que uno lleve ese diálo-go interno al trabajo, a la casa e in-clusive hasta los sueños, donde se si-gue relacionando con esa personadesde la bronca y el malestar, sinque el individuo en cuestión se ente-re nunca en forma directa.

Como ya se ve, ignorar ono una agresión depende dela magnitud, de las circuns-tancias, y de decidir que esmejor retomar la cuestión enmomentos de mayor calma.“Por mi parte, vuelvo al resca-te del uso de la palabra apro-piada –insiste el psicólogosocial Mario Malaurie–. Creoque una ironía o un recorda-torio acerca de las reglas deconvivencia, que el otro mues-tra desconocer, son una for-ma de ponerlo en su lugar.Recuerdo un hecho en la épo-ca en que los colectiveroscortaban y cobraban bole-tos: un anciano subió con mu-chas monedas y el chofer, alrecibirlas, las arrojó al sueloen señal de repudio. El viejose sentó tranquilamente en laprimera butaca y luego deacomodarse le dijo: ´¿Ve?Por cosas así, usted nuncasaldrá de ese asiento’.”

ENSEÑAR CON EL EJEMPLO

Luego de tres años de estar enBarcelona (España), Hernán volviócon su novia Celeste a vivir a BuenosAires, donde piensan armar su fami-lia. Y, una vez pasados la nostalgia yel reenamoramiento del terruño, vinoel asombro: “El otro día, en el super-

natural… y la verdad es que yo noquiero estos hábitos para mis hijos.”

Ante un mundo de agresiones,uno inevitablemente se pregunta có-mo hacer para educar a los chicosde manera tal que no sean agresi-vos, pero que tampoco se dejenatropellar por los demás. Al respec-to, los profesionales consultadoscoinciden en que el ejemplo de lacasa y la enseñanza del respetoson las mejores estrategias.

“Enseñar a los chicos a defender-se es fundamental, ya que esto lespermitirá hacerse respetar como se-res legítimos; es tan importante en-señarles a defenderse como ense-

ñarles a respetar a ese otroser, con sus diferencias”, resu-me Muradep.

Si los padres son amigos ocompañeros de sus hijos, se sa-ben defender y defienden a sushijos, éstos aprenderán a defen-derse –asevera la doctora Ras-covsky–. Mientras que, por elcontrario, si viven atemorizadosfrente a sus progenitores, el mie-do les impedirá establecer bue-nas defensas en su vida futura.

“Formamos a los hijos bási-camente con dos categoríascentrales, que son el amor y laley, y ellos actuarán luego en lavida cotidiana de acuerdo conlo que les hayamos instaladocomo valores morales y éticos–explica Malaurie–. No es posi-ble enseñarles a defenderse delas faltas de respeto de un extra-ño si les hemos mostrado, al for-marlos tempranamente, nuestrodesprecio por esa noción.”

Al mismo tiempo, podríapensarse que cierta capacidad

de agresividad es algo necesario, unpotencial que porta cada personacomo parte de una estructura destina-da a preservar la vida. Pero no setrata de alentar a los chicos para quevivan a la defensiva, sino de criarlosen una atmósfera de mutuo respeto,donde haya formas adecuadas dezanjar conflictos. n LORENA LOPEZ

mercado, una mujer, viendo que yollegaba a la caja primero, corrióunos pasos para ´ganarme´ y lo hizocomo si nada –dice Hernán, todavíadesconcertado por los códigos loca-les, que había empezado a olvidar–.Lo mismo pasa con la basura: muchagente tira botellas, papeles y hastaun pañal en la calle de la forma más

C O M P O RTA M I E N T O

AGRESIONES C O T I D I A N A S¡ B A S TA YA !

CON LOS MASCHICOS

l

Si una situación deagresividad afecta a un niño,explicarle luego qué significa

el respeto hacia los otros.l

Enseñar con el ejemplo: serrespetuoso con los demás es

la mejor escuela.l

Hacerle notar la importanciade los pequeños detalles de

cortesía.l

No festejarle las groserías.

agresiones 6/22/06 3:02 PM Página 4