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  • 8/16/2019 bazar americano. reseña de rosalía baltar

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    autor : Adriana Bocchino

    Pierre Bourdieu detrás de cámara:una especie de furia empecinada

     Autoanálisis de un sociólogo, Pierre Bourdieu, Anagrama, Barcelona, 2006.

    Hay un cuento de Julio Cortázar, dicen que el último, en el que el narrador –un viejo escritor y traductor que rememora su trabajo de “escribidor” de cartas para inmigrantes,

    analfabetos y enamorados- traduce e inserta en su relato una cita de Jacques Derrida. En ella el filósofo francés alude a lo poco, casi nada, que queda al final de un camino, podría

    decirse de una vida. Pero además de la cita traducida el narrador nos advierte que traducirá “un poco a la que te criaste” aunque de paso, nos dice, Derrida “también escribe así, sólo

    que parece que lo criaron mejor”.

     

    Esta escena de una ficción argentina condensa metafóricamente el último libro de Pierre Bourdieu (1930-2002), Autoanálisis de un sociólogo. A pesar de la advertencia preliminar

    firmada por el propio Bourdieu -“Esto no es una autobiografía”- y más allá del juego de palabras de vanguardia, este libro es una autobiografía. Sin embargo, cabe ser dicho, lo esen los términos que él mismo plantea en las Notes préparatoires: “Análisis sociológico que excluya la psicología, salvo algunos estados de ánimo”.

     

    Aquí muestra y despliega, en el final de su vida, sabiéndose enfermo, cómo fue “criado” y cómo fue que un aldeano de Bearne, una zona al sudoeste de Francia, devino profesor,

    filósofo primero, sociólogo después, catedrático delCollège de France, editor y militante intelectual. Entonces, también, cómo este hombre, perteneciente a la generación del mayo

    francés que desafió las leyes -y entre ellas posiblemente con mayor furor la ley del padre-, coetáneo de Foucault, Derrida y Deleuze, formado en la misma universidad y en el

    mismo caldo revulsivo posestructuralista, se preocupara por otras cuestiones (o no tanto, pero desde un punto de vista bien diferente) y escribiera sobre ellas. Así, volviéndose un

    sociólogo, más que lo revulsivo en sí, trató de entender, desde su posición, cómo llegó al lugar donde sucedía esa rebelión al t iempo que observó -en su doble acepción- a los que

    estando en el centro absoluto intentaron construir un sistema sin centro, valga la paradoja, y reaseguro de sus espacios de poder dentro del centro de la academia francesa. Recuerda

    también, que mostró y probó, lo más científicamente que pudo, sin mencionar las disputas del ´68 o a sus rivales en el campo sociológico o las estrategias editoriales, cómo, cada

    vez y en cada situación, se cumplía pese a todo una ley del padre construida con paciencia a través de una violencia simbólica no siempre explicitada, ni manifiesta, según un

    formato único. Los “herederos”, aun en la apariencia de la rebelión, se legitimaron cumpliendo con el mandato frente a los extraños. Y Bourdieu fue allí un extraño.

     

    Entre tanto, su fuera de lugar es el punto para explicarse y explicarnos una trayectoria. Y por ello despliega el estado del “campo” para cuando llega a él, con el cual y contra el cual

    se fue haciendo sociólogo y, entonces también, una posición a través de las diferentes “opciones”. En su caso, éstas se mostraron más como rechazos y antipatías intelectuales que

    como adherencias, la mayoría de las veces “apenas articuladas” y un tanto a la “buena de Dios” hasta que, “poco a poco, y casi siempre retrospectivamente”, se mostraron en su

    “diferencia” respecto a autores “como Habermas, Foucault o Derrida”.

     

    Interesa ver cómo, al tiempo que este autosocioanálisis desarrolla una vida académica nos cuenta la vida, “algunos estados de ánimo”, del señor Pierre Bourdieu, articulándose

    teóricamente con aquel desarrollo: el pueblo, sus padres, la escuela, el internado, la pobreza, el servicio mil itar, la universidad, la adquisición de otra lengua en la academia, las

    disputas epistemológicas, el trabajo en Argelia, la vuelta a su pueblo, nuevamente la universidad, la “infinita vergüenza” -nunca superada- de provinciano desclasado. Cómo, por

    obra y gracia de la lectura, de una historia de lecturas cruzada con una historia de vida en términos sociológicos, llega a ocupar un lugar que “naturalmente” no le corresponde al

    tiempo que no hace lo que debe en el lugar al que pertenece, traicionando doblemente su lugar.

     

    Se trata de un esfuerzo por explicarse y comprenderse “en las briznas de objetivación” de sí mismo que ha ido dejando por el camino en el decurso de su investigación. Desde los

    “ritos de institución” de la institución escolar, Bourdieu recupera lo esencial de la “tramoya” del proceso de consagración que lleva a los elegidos “a elegir la escuela que los ha

    elegido, a reconocer los criterios de elección que los han constituido como élite” y a elegir la “disciplina reina”, es decir “el lugar donde se escenifica la ambición intelectual a la

    francesa en su expresión más elevada”. El momento en el que Bourdieu llega al “campo” coincide con el reinado del intelectual total, cuya figura acaba de inventar e imponer Jean-Paul Sartre mediante la estimulación de la “disertaciónomni re scibili”, piedra angular de todo el dispositivo –dice irónicamente Bourdieu- que hace de la fe en la omnipotencia

    retórica el mejor estímulo para la exhibición teatralizada de la improvisación filosófica. Y allí, justo allí, se produce la “sacudida de 1968” que permite instalar en el centro de la

    “disciplina reina” el problema del poder y la política “tal como lo hicieron Foucault y Deleuze”. En ese movimiento Bourdieu se vuelve sociólogo tratando de entender lacollusio en

    laillusio, la complicidad fundamental en la fantasmagoría colectiva que garantizó a cada uno de sus miembros la experiencia de una exaltación del yo.

     

    Lo que fascina en esta autobiografía sociológica, según la particular sociología pensada por Bourdieu, es que en tanto cuenta una vida nos cuenta cómo nace, se desarrolla, se

    rectifica y prueba una teoría de la sociedad, una serie de conceptos e ideas teóricas arraigadas, nutriéndose y debiéndole todo a una vida en una sociedad determinada. Y al mismo

    tiempo muestra, y prueba, que no hay una teoría o una filosofía que no esté radicada en una vida, es decir, en una historia de vida radicada en una sociedad, así como lo está

    cualquier otro producto de la cultura, el arte, el deporte, la moda, los libros, los muebles, la escuela, la universidad, los amigos, las concepciones políticas o religiosas. Es claro,

    Bourdieu aplica aquí lo que ha venido desarrollando desde sus primeros trabajos sobre la cultura o, mejor dicho, una genética de los diferentes productos de la cultura, a su propia

    vida académica, crítica y teórica.

     

    Redactado entre octubre y diciembre de 2001 –aunque llevaba años trabajando sobre este texto, en especial sobre qué forma convenía darle- fue pensado para el último curso que

    dictó en el Collége de France, como una nueva versión del capítulo final de Science de la scienci et réflexivité   [ El Oficio de científico (2003), en castellano]. Para marcar lcontinuidad entre los dos textos los tituló de igual manera, “Esbozo para un autoanálisis”, pero preparado para ser publicado en Alemania, la presente edición es traducción de esta

    versión incluido su título.

     

    Así como en 1982 Pierre Bourdieu, cuando ingresa al Collége con la Leçon sur la leçon -una impresionante conferencia donde ajusta cuentas con la tradición interna del Collége 

    se abre y posiciona decididamente como sociólogo-, se despide aquí, su última conferencia, “sometiéndose” al ejercicio de la reflexividad, él mismo como objeto de estudio

    garantía última del carácter científico de las propuestas enunciadas mediante el control, el autocontrol, del investigador: “Esto no es una autobiografía –dice en alguna de la

    versiones de este texto-. Es un género que no sólo me está vedado porque he (d)enunciado la ilusión biográfica; me resulta profundamente antipático, y la aversión, mezclada con

    temor, que me ha inducido a desanimar a varios “biógrafos” es fruto de razones que considero legítimas”.

     

    (Actualización abril - mayo - junio - julio 2007/BazarAmericano)