MISIONEROS HASTA EL FIN Beatificación de 109 Mártires Claretianos

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Autor: Josu M. Alday, CMF Edita: Misioneros Claretianos

Comisión General de la Beatificación Roma, 2017

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Introducción

La Congregación martirial de los Misioneros Claretianos va siendo reconocida oficialmente por la Iglesia a través de los diversos Decretos de Beatificación. Para nosotros ya eran mártires. Lo de “beatos” no ha hecho más que confirmar el sentido martirial de la vida de tantos hermanos nuestros: sacerdotes, Hermanos y Estudiantes. Jóvenes la mayoría de ellos. El más joven, el Hno. Nicolás Campos, apenas profeso a sus dieciséis años.

Nos alegramos en 1992 al recibir la noticia de la beatificación de los 51mártires de Barbastro. Fue una explosión de entusiasmo para los más ancianos, que se habían formado bajo el recuerdo martirial de aquellos jóvenes; lo fue también para los más jóvenes, que se sintieron fortalecidos en su vocación.

Nos alegramos también en el año 2005 por la beatificación del P. Andrés Solá, martirizado en México junto con un sacerdote joven y un laico. En el año 2013 celebrábamos la beatificación en Tarragona de 23 hermanos claretianos: 7 de Tarragona y La Selva del Camp, y 16 de Sigüenza y Fernán Caballero.

Y ahora, en 2017, celebramos la beatificación nada menos que de 109 mártires, encabezados por Mateu Casals (sacerdote), Teófilo Casajús (Estudiante) y Ferran Saperas (Hermano). Ante esta beatificación, que se celebra en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, el Espíritu del Señor viene a nosotros con su don de fortaleza y de bendición para nuestra Familia Claretiana y para la Iglesia martirial de todos los tiempos.

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1. Una Congregación martirial

La semilla martirial ya había sido lanzada al surco en la persona del mismo Fundador, san Antonio María Claret, en el atentado de Holguín, Cuba (1856); en el joven sacerdote P. Francesc Crusats, fusilado en la revolución de 1868 en La Selva del Camp, Tarragona; en el P. Andrés Solá, asesinado en la persecución anticlerical de México (1927); y en pleno siglo XX, en los más de doscientos misioneros, hermanos nuestros, durante la persecución religiosa en la guerra civil española. Son muchos hermanos de familia para recordar con sus nombres y apellidos. Unos morían en días y lugares distintos. Otros, ejecutados precisamente en lugares tan claretianos como Sallent o Vic, cuna y sepulcro respectivamente del Fundador. Hombres de cátedra y sencillos trabajadores de casa. Catalanes, vascos, castellanos, de toda España. La mayoría, en los primeros meses de estallar la guerra civil en 1936; unos pocos, en 1937.

El día 20 de julio de 1936 eran fusilados en Jaén cuatro misioneros: los primeros de una larga lista que llegaría a superar los 270. Apenas hubo día, en los cinco primeros meses de la contienda, en que no se sacrificara a alguno de nuestros hermanos de Congregación. Cataluña, Huesca y el centro de Castilla fueron la geografía claretiana más ensangrentada: 138, 54 y 45 respectivamente. También Cantabria, Andalucía y Extremadura se vieron salpicadas. En el País Vasco hubo un fusilamiento excepcional: el perpetrado por los nacionales “alzados” en la persona del P. José Otano Miquéliz.

Los mártires fueron a morir como habían vivido: en grupo, en comunidad (como los de Barbastro), consolados y gozosos, jóvenes que se encontraban en los últimos cursos de los estudios eclesiásticos soñando en territorios de misión. Ni una huida. Con aire joven y fortaleza cristiana, presintiendo que iban a morir

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como mártires: “Seis de nuestros compañeros son ya mártires; pronto esperamos serlo también nosotros, pero antes queremos hacer constar que morimos perdonando a los que nos quitan la vida”. Lo demás, ya se sabe. Un camión. De noche. Junto a un ribazo de la carretera. De rodillas unos y con los brazos en cruz otros, esperando la descarga de la fusilería: “Por Ti, Dios mío, la sangre dar”. La Iglesia los ha reconocido como beatos de un seminario mártir. Son ahora nuestros intercesores.

Catorce misioneros, jóvenes Estudiantes de Teología, habían llegado de Zafra a Ciudad Real para estar más seguros. Invitados a seguir el camino hacia Madrid con un salvoconducto especial, subieron al tren a los gritos de “Son frailes; no los dejéis subir al tren; matadlos”. El tren partió, pero al llegar a la estación de Fernán Caballero, dos milicianos ordenaron parar las máquinas. Bajaron del tren a los catorce jóvenes, los colocaron en fila y sonaron los mortíferos disparos. Fueron beatificados en el año 2013.

Estaba la comunidad de Jaén en Ejercicios Espirituales cuando los milicianos intentaron forzar la entrada principal de la casa. Al acudir el Superior a apaciguar la situación, fue recibido a pedradas y tiros. El resto de la Comunidad fue asesinada en la huerta, de forma primitiva y salvaje: al P. Jenaro Millán le clavaron, después de muerto, dos cañas en los ojos y, colgado de ambas, pusieron su Rosario.

El 30 de julio eran fusilados siete misioneros en Madrid. Seis en Don Benito (Badajoz) el día 23 de agosto. Cuatro en Tarrasa el 5 de septiembre y cinco el 22 de noviembre en Paracuellos del Jarama; entre ellos, el gran músico claretiano P. Juan Iruarrizaga. Todos en grupo. Como hermanos. Consolados por la cercanía fraterna y vocacional. Pero no todos tuvieron el consuelo del apoyo comunitario. Más de cincuenta fueron al

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paredón de la muerte solos. Con la incertidumbre de tantas cosas… Pero valientemente, llenos de fe en el Cristo de la Resurrección y de la Vida.

Sobre el P. José de Zabala-Arana, gran escritor vasco y didacta de libros de texto en lengua vasca, todavía no se sabe quiénes ni dónde lo mataron. Por eso no ha entrado en la Causa de los mártires de Castro-Urdiales (Cantabria). Era Superior de San Vicente de la Barquera (Cantabria). Interesado por la suerte de sus hermanos de comunidad, fue detenido en el camino de Bilbao a San Vicente. Y no se sabe más. Sólo que era un buen hijo del Corazón de María y de su pueblo vasco. Y así, otros muchos sin datos ni testimonios, pero sacrificados por la causa de Jesús. Su silencio resulta ejemplar. Constan sus nombres como herencia de familia, aunque sin oficialidad en los protocolos de los procesos martiriales.

En total, más de doscientos hermanos de familia. Con biografías de martirio muy parecidas y al mismo tiempo muy específicas de cada uno. Breves experiencias de fe en el Espíritu del Resucitado y de la mano de María. ¿Doscientos cuarenta, doscientos setenta? De todos modos, son muchos. Hoy quisiéramos recordar a todos con sus nombres y apellidos: los ciento diez sacerdotes; los noventa Estudiantes de filosofía y teología y los más de setenta Hermanos coadjutores. Comunidades de Cataluña, Aragón, Valencia, Andalucía y Castilla deshechas en número y en vitalidad misionera. Con el único consuelo de haber dado un testimonio valiente de su fe en el Cristo que los había llamado a su seguimiento de la mano de María, al estilo de Claret, configurados con Él en su Muerte y en su Resurrección.

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2. Causa de beatificación de los Siervos de Dios

MATEU CASALS, Sacerdote

TEÓFILO CASAJÚS, Estudiante

FERRAN SAPERAS, Hermano

y 106 compañeros mártires

Edad Apellidos Nombre Lugar del martirio

Fecha Lugar de nacimiento

68 P Blanch Ferrer Jacint Barcelona 21.08.1936 Vilanova de Sau-Barcelona

52 H Capdevila Costa Joan Barcelona 25.07.1936 Sovellas – Girona

38 P Casals Suner Càndid Barcelona 29.07.1936 La Nou-Barcelona

24 E De Esteban Rada

Adolfo Barcelona 31.07.1936 Berbinzana-Navarra

39 P Junyent Estruch Antonio Barcelona 19.08.1936 Valcarissas – Barcelona

60 P Valtierra Alonso Gumersindo

Barcelona 26.07.1936 S. Martín Hum.- Burgos

63 P Montaner Fabré

Ciril Moncada 28.11.1936 Villanueva Gelt- Barcelona

27 P Planas Aguilera Tomás Sabadell 27.08.1936 Barcelona

48 P Girón Puigmitjá Jaume Castellfollit Riu

05.09.1936 S.Cristóbal Fonts-Girona

62 P Alsina Ferrer Joan M. Castellvell Vilar

16.09.1936 Seva – Barcelona

25 E Perich Comas Antonio Castellvell Vilar

16.09.1936 S.Jordi Desvalls – Girona

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23 E Ausellé Rigau Josep Cervera 18.10.1936 La Sellera – Girona

67 P Bover Alvareda Emili B Cervera 20.08.1936 Castelltersol – Barcelona

23 E Bueria Biosca Evarist Cervera 18.10.1936 Montolíu – Lleida

56 P Buxó Font Joan Cervera 18.10.1936 Moncada – Barcelona

44 H Canals Pascual Francesc Cervera 18.10.1936 S. Andrés Barca-Barcelona

26 P Cortadellas Segura

Enric Cervera 25.08.1936 Olujas – Lleida

64 P Jové Pach Lluís Cervera 18.10.1936 Lleida

21 E Loncán Campodarve

José Cervera 18.10.1936 Azlor – Huesca

69 P Matute Tobías Heraclio Cervera 18.10.1936 Alesanco – Rioja

76 H Reixach Vilaró Bonaventura

Cervera 18.10.1936 Olost – Barcelona

23 H Ríus Camps Ramon Cervera 02.09.1936 Santa Fe – Lleida

48 H Roca Buscallá Ramon Cervera 23.09.1936 Alpens – Barcelona

60 H Ros Nadal Josep Cervera 18.10.1936 Artesa – Lleida

73 H Rovira Font Miquel Cervera 18.10.1936 Vic – Barcelona

37 P Serrano Pastor José Cervera 18.10.1936 Corella – Navarra

23 E Solé Vallespí Manuel Cervera 18.10.1936 Fayón – Zaragoza

25 H Arizaleta Salvador

Dionisio Mas Claret 19.10.1936 Guirguillano – Navarra

16 H Campo Giménez de Bikuña

Nicolás Mas Claret 19.10.1936 Agurain-Salvatierra – Álava

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21 H Castán Messeguer

Fernando Mas Claret 19.10.1936 Fonz – Huesca

22 E De las Heras Izquierdo

Eusebio Mas Claret 19.10.1936 Gumiel Mercado-Burgos

22 E Elizalde Garbizu Antonio Mas Claret 19.10.1936 Etxauri – Navarra

57 H Ferrer Escolá Josep Mas Claret 19.10.1936 Alsamora – Lleida

58 P Font Font Manuel Mas Claret 19.10.1936 Torrebeses – Lleida

27 P Leache Labiano Julio Mas Claret 19.10.1936 Monreal – Navarra

19 H Marco Martínez Francisco Mas Claret 19.10.1936 Odón – Teruel

23 E Miguel Moncalvillo

Constantino

Mas Claret 19.10.1936 Quintanarraya – Burgos

66 H Milagro Mesa Francisco Mas Claret 19.10.1936 Tarazona – Zaragoza

21 E Pascual Abad Emiliano Mas Claret 19.10.1936 Milagros – Burgos

42 P Ribé Coma Josep Mas Claret 19.10.1936 Centellas – Barcelona

25 H Senosiain Zugasti

Juan Mas Claret 19.10.1936 Guirguillano – Navarra

20 E Simón Pérez Francisco Mas Claret 19.10.1936 Murtxante – Navarra

28 H Simón Sala Narcís Mas Claret 19.10.1936 Fornells – Girona

24 E Solà Peix Francesc Mas Claret 19.10.1936 S.Juan Abadesas – Girona

58 H Vives Coll Pere Mas Claret 19.10.1936 Pallejá – Barcelona

21 E Pinyol Ricart Jenaro La Floresta 27.08.1936 Torms – Lleida

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25 E Tamarit Pinyol Remigi La Floresta 27.08.1936 Solerás – Lleida

20 E Agorreta Zabaleta

Onésimo Lleida 26.07.1936 Ujué – Navarra

25 E Amalrich Rasclosa

Amat Lleida 26.07.1936 Celrá- Girona

19 E Amargant Boada

Xavier Lleida 26.07.1936 S. Felíu Pallarols – Girona

22 E Caball Juncá Pere Lleida 26.07.1936 Vilanoba Muga – Girona

21 E Casademont Vila

Josep Lleida 26.07.1936 S. Felíu Pallarols – Girona

21 E Casajús Alduán Teófilo Lleida 26.07.1936 Murtxante – Navarra

20 E Cerdá Cantavella

Antonio Lleida 26.07.1936 Játiva – Valencia

20 E Costa Prat Amadeu Lleida 26.07.1936 Merola – Barcelona

22 E Elcano Liberal José Lleida 26.07.1936 Olaritz – Navarra

21 E HortósTura Lluís Lleida 26.07.1936 Argelaguer – Girona

41 P Jové Bonet Manuel Lleida 26.07.1936 Vallbona Monjas – Lleida

21 E López Cots Senén Lleida 26.07.1936 Barcelona

24 E Oscoz Arteta Miguel Lleida 26.07.1936 Artazu – Navarra

22 E Plana Rabuguent

Lluís Lleida 26.07.1936 La Sellera – Girona

20 E Vázquez de Santos

Vicente Lleida 26.07.1936 Villada – Palencia

32 P Prats Gibert Joan Montmaneu

17.08.1936 Selva del Campo-Tarragona

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27 E Vidal Balsells Josep Navés 22.08.1936 Sta Coloma Q-Tarragona

36 P Sitges Obiols Pere S.Martí de Tous

24.09.1936 La Sellera – Girona

41 H Casany Vilarrasa

Antoni S Pere d Arquels

25.08.1936 Riudeperas – Barcelona

66 H Villanueva Olza Julián Su (Lleida) 01.09.1936 Villanueva – Navarra

30 H Saperas Aluja Ferran Tárrega 13.08.1936 Alió - Tarragona

26 P Albi Aguilar Lluís Lleida 21.08.1936 Barcelona

28 P Baixeras Berenguer

Miquel Lleida 25.07.1936 Castelltersol – Barcelona

68 P Busquet Lluciá Joan Lleida 25.08.1936 Montbuy – Barcelona

48 P Codina Picassó Frederic Lleida 25.07.1936 Barcelona

21 H Dolcet Agustí Ángel Lleida 21.08.1936 Soses – Lleida

27 H Garriga Pagés Juan Lleida 21.08.1936 S.MartíSacalm-Barcelona

29 P Lloses Trullolls Agustí Lleida 21.08.1936 Cervera – Lleida

26 P Morell Casbiscol

Xavier Lleida 21.08.1936 Albesa – Lleida

26 P Surribas Dot Frco Xavier

Lleida 26.07.1936 Torelló – Barcelona

22 P Tamarit Pinyol Artur Lleida 25.07.1936 Solerás – Lleida

61 P Torres Nicolau Manuel Lleida 25.07.1936 Almacellas –Lleida

62 P Torrents Figueras

Joan Bautista

Moncada 17.03.1937 La Secuita – Tarragona

20 H Cardona Dalmases

Josep Sabadell 05.09.1936 Molsosa – Lleida

71 P Reixach Reguer Josep Sabadell 25.07.1936 VilanovaSau – Barcelona

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52 P Casals Mas Mateu S.Quirce d Serra

05.09.1936 Bagá – Barcelona

61 H Clavería Mas Josep Terrasa 05.09.1936 Vic – Barcelona

76 P Puig Bret Josep Terrasa 05.09.1936 Cistella – Girona

59 H Rafí Figuerola Joan Terrasa 05.09.1936 Vilabella – Tarragona

46 H Solér Maimó Josep Terrasa 05.09.1936 Guardiolada – Lleida

53 H Barrio Barrio Félix Castro Urdiales

14.10.1936 VillafMont Oca – Burgos

43 P Carrascal Mozo Isaac Castro Urdiales

14.10.1936 Castrillo D.Juan-Palencia

55 P Gelada Hugas Joaquín Castro Urdiales

14.10.1936 Olot – Girona

30 P Alonso Santamaría

Marceliano

Alboraya 13.08.1936 Grañón – Rioja

33 P Gordon de la Serna

Ignacio Alboraya 13.08.1936 Jeréz de la Fronera-Cádiz

26 P Francés Toledano

Luis Olocau 21.08.1936 Madrid

39 P Galipienzo Pelarda

Tomás Paterna 01.09.1936 Cascante – Navarra

76 H Facerías Garcés Miguel Alboquers 22.02.1937 Perrarúa – Huesca

27 H Costa Homs Isidre Cervera 11.11.1936 Taradell – Barcelona

45 H Casals Badía Josep Gurb 24.10.1936

26 P Codina Ventayol

Miquel Malla 24.10.1936 Artés – Barcelona

64 P Codinach Espinalt

Joan Malla 24.10.1936 Mura - Barcelona

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46 P Capdevila Porter

Josep Manlleu 25.09.1936 Vic – Barcelona

63 P Blanch Badía Joan SPere dArquells

31.08.1936 Puigpelat – Tarragona

31 H Binefa Alsinella Marià Sallent 25.07.1936 Anglesola – Lleida

61 P Mercer Soler Juan Sallent 25.07.1936 Albiñana – Tarragona

54 H Mur Blanch Marcelino

Sallent 25.07.1936 Riguepeu – Francia

30 P Payás Fargas Jaume Sallent 25.07.1936 Castelltersol – Barcelona

44 P Arner Margalef Josep SSadurníOsorm

07.08.1936 Alcolea Cinca – Huesca

31 P Navarro Martínez

Castor SSadurníOsorm

07.08.1936 Muela de S. Juan – Teruel

35 P Aramendía Urquía

Julio Vic 17.08.1936 Obanos – Navarra

59 P Puigdessens Pujol

Josep Vic 17.08.1936 Vic – Barcelona

3. Más allá de los datos anagráficos

No son sólo datos los que queremos recordar y celebrar, sino sobre todo creyentes concretos, testimonios de seguimiento de Jesús al estilo de Claret, dentro del Corazón de María, auténticos misioneros con espíritu martirial. Personas de carne y hueso, de una u otra edad, de pueblos distintos, en camino hacia la cruz, dejándonos un ejemplo de valentía y fortaleza que produce la gracia del Espíritu. Muchísimos murieron con verdadera experiencia martirial. Con toda una mística que sólo ellos pudieron sentir y que, en ocasiones, manifestaron en escritos testimoniales como éstos:

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• “Perdono a todos los que me quieren mal, y les doy un abrazo de amistad; no guardo rencor a nadie, ni a los que me han tirado en casa como a un perro; también a Ti te lo hicieron” (P. Jaime Payás).

• “No piensen ustedes que tenga miedo: ahora más que nunca doy gracias a Dios por haberme hecho religioso y sacerdote. Religioso-sacerdote, mártir de Jesucristo. ¿Quieren gloria mayor? (P. Javier Morell, a sus padres desde la cárcel de Lleida).

• “Pidan a Dios que si nos van a matar, muramos como mártires” (P. Isaac Carrascal, Castro Urdiales).

• “Matadme cuando queráis; pero eso no, ¡jamás! Soy virgen y virgen moriré” (H. Ferran Saperas).

• “Querido padre… Por aquí estamos sin cuidado alguno confiados solamente en Dios ya que Él es quien rige y gobierna todos los sucesos que están pasando… Pensemos en el cielo y todas las cosas de aquí abajo nos parecerán caducas y sin importancia. No tenga Vd. ningún miedo por mi suerte, pues si preciso fuere estoy decidido a derramar mi sangre por la causa de Jesucristo” (E. Adolfo De Esteban. Extracto de una carta a su padre del 10 de mayo de 1936).

• “Si se da el caso de ir juntos al martirio y yo no me acuerdo, por la impresión del momento, de dar a Vds. la absolución, recuérdenmelo. Si nos quieren matar, quisiera que fuese sólo por Dios, o sea, que me maten celebrando, administrando los Sacramentos o rezando. Pero no por otros motivos humanos o políticos… Si nos matan por fascistas, poca gracia y poco mérito tiene, ya que hay fascistas de todo color. Pero si nos

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matan por decir Misa y por católicos, esto es meritorio ante Dios, esto es ser mártires” (P. Julio Leache).

• Al ser fusilado el P. Marceliano Alonso en Alboraya, perdonó a sus enemigos y exclamó: “Ten compasión de mí, oh dulce madre mía”. “Os perdonamos de corazón, exclamó el P. José Ignacio Gordon de la Serna, refiriéndose a sus verdugos: los miró sonriendo y se extinguió su vida como un holocausto grato al Señor”.

• “¡Qué felicidad morir en tus amores ardiendo, y en tus brazos renacer y morir siempre en tu pecho! ¡Oh Muerte, Muerte, rendido a tus plantas me prosterno! Tú sola puedes calmar mis infinitos anhelos. ¡Salve, gran Libertadora!, mírame en la carne preso. Corta mis duras amarras y el ave alzará su vuelo. Déjame que en tu guadaña imprima un ardiente beso; ante el filo salvador tienes de mi vida el heno… ¡Siega!...Oh, ya soy feliz! ¡Jesús…, Jesús… ya te tengo!” (P. José María Serrano).

• “Yo estoy siempre preparado para dar la vida por Dios. Y en la misa de cada día me preparo y me ofrezco como víctima por los fines que el Padre Celestial sea servido. Cada día rezo por el que me va a matar… Tanto como he querido y he hecho por el obrero, y será el obrero quien me matará” (P. Jaume Girón).

Todos ellos se convirtieron, por su experiencia martirial, en testigos auténticos de la verdad sobre la existencia. Así lo afirmó san Juan Pablo II en la encíclica Fides et ratio (1998):

“El mártir, en efecto, es el testigo más auténtico de la verdad sobre la existencia. Él sabe que ha hallado en el encuentro con Jesucristo la verdad sobre su vida y nada ni nadie podrá arrebatarle jamás esta certeza. Ni el sufrimiento ni la muerte violenta lo harán apartar de la adhesión a la verdad que ha

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descubierto en su encuentro con Cristo. Por eso el testimonio de los mártires atrae, es aceptado, escuchado y seguido hasta en nuestros días. Ésta es la razón por la cual nos fiamos de su palabra: se percibe en ellos la evidencia de un amor que no tiene necesidad de largas argumentaciones para convencer, desde el momento en que habla a cada uno de lo que él ya percibe en su interior como verdadero y buscado desde tanto tiempo. En definitiva, el mártir suscita en nosotros una gran confianza, porque dice lo que nosotros ya sentimos y hace evidente lo que también quisiéramos tener la fuerza de expresar” (n. 32).

4. Memoria agradecida

A los 81 años de aquellas muertes, “semilla de cristianos”, la Congregación Claretiana sigue viva, agradecida y feliz ante la nueva beatificación de 109. Recordamos sus nombres y apellidos, edad, condición: sacerdotes (P), Estudiantes (E), Hermanos (H), lugar y fecha del martirio y de nacimiento. Con una media de edad de 39 años. Uno de 16 años, apenas profeso; dos de 19 años, muchos de 20 años, y tres de 76 años: 49 sacerdotes, 31 Hermanos y 29 Estudiantes.

• 60 de la Comunidad de Cervera – Mas Claret (Lleida).

• 15 de la Comunidad de Vic (Barcelona).

• 11 de la Comunidad de Lleida.

• 8 de la Comunidad de Barcelona.

• 8 de la Comunidad de Sabadell (Barcelona).

• 4 de la Comunidad de Valencia.

• 3 de la Comunidad de Castro Urdiales (Cantabria).

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Fechas y lugares inolvidables, como el día 18 de octubre en que fueron asesinados en Cervera once misioneros; y al día siguiente, en Mas Claret, cerca de Cervera, fueron martirizados diez y ocho; el 26 de julio, diez y seis en Lleida; etc. Todos en 1936, excepto dos en 1937.

4.1 Los mártires de Cervera

Desde que en el año 1887 los misioneros claretianos se instalaron en la que había sido Universidad desde 1842, la comunidad llegó a albergar casi quinientos individuos. Al llegar la revolución de 1936 era seminario mayor de la Provincia Claretiana de Cataluña. De aquí salieron hacia Barbastro los Estudiantes del último curso, cuando ya estaban para llegar desde el seminario de Solsona los del primer curso de teología. Si bien la ciudad de Cervera había permanecido tranquila bajo las derechas, el movimiento revolucionario salpicó fuertemente la población. Aunque muchos Estudiantes teólogos se habían trasladado a Barbastro y otros habían sido destinados a otros lugares, la comunidad estaba compuesta por 154 miembros: 30 sacerdotes, 51 Estudiantes teólogos, 35 Hermanos y 38 postulantes. Y se produjo la dispersión y el martirio de tantos y tantos en lugares y circunstancias diferentes, unos en grupo y otros en solitario.

4.2 El grupo de Lleida: 26 de julio de 1936

Catorce Estudiantes jóvenes con el P. Manuel Jové, el célebre latinista de fama internacional, fundador de la revista Palaestra Latina, serían los primeros mártires de la comunidad de Cervera. Bien merecen ser nombrados:

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Onésimo Agorreta

Amat Amalrich

Xavier Amargant

Pere Caball

Josep Casademont

Teófilo Casajús

Antonio Cerdá

Amadeu Costa

José Elcano

Lluís Hortós

Senén López

Miguel Oskoz

Lluís Plana

Vicente Vázquez.

Eran jóvenes, habían caminado varios kilómetros durante día y medio, hasta que llegaron al pequeño pueblo de Montornés donde fueron acogidos en casas de unas familias. Pero no estaban seguros. Era el 25 de julio. Y continuaron la marcha guiados por el P. Jové, conocedor de aquellos rincones. En Ciutadilla fueron reconocidos por los milicianos y detenidos. Entre fusiles, fueron llevados al centro socialista del pueblo, desde donde comenzaría una auténtica vía dolorosa. En el centro socialista fueron relativamente atendidos, pero, tras una llamada al comité de Lleida para saber qué tenían que hacer con ellos, llegó la orden de que se quedaran allí hasta que fueran por ellos. Llegaron en dos coches con un buen grupo de milicianos que se ensañaron sobre todo con el P. Jové, quien, al negarse a pisar el

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crucifijo que le habían tirado del pecho al suelo, casi se lo hicieron tragar con un fuerte puñetazo que casi le rompió los tejidos de la cara. Al ver que uno de los Estudiantes estaba rezando el Rosario, también quisieron hacérselo tragar. Peor fue cuando uno de los milicianos, que había introducido en el maletín del P. Jové unos preservativos, al registrarlo dijo: “¿Es verdad o no es verdad?”. Y, desabrochándole los pantalones, estuvieron a punto de practicarle la mutilación de los genitales hasta que una voz sonó acusadora: “¡Eso, no!”.

Después de una noche entre bofetadas y puñetazos, fueron encerrados en un camión conducido por Ángel Armengol, joven de 29 años, obligado forzosamente a hacer de chófer. Con las manos y pies atados, fueron llevados a Lleida, bajo un sol abrasador, casi sin respirar. Llegados a Lleida, el camión llegó al cementerio y, bajando en dos filas, ante una muchedumbre de milicianos, al preguntarles si renunciaban a la Religión, los misioneros respondieron que preferían morir por Dios. Pusieron a cuatro en la pared a la vista de los otros once. Cayó el primer grupo, después otros dos grupos de cuatro, y el último de tres. Todos gritaban con fuerza: “Viva Cristo Rey!”. Sus cadáveres fueron enterrados en una gran fosa común. Eran entre las dos y las tres de la tarde del día 26 de julio.

4.3 Los mártires del hospital

Los ancianos y enfermos de la comunidad de Cervera ingresaron en el hospital acompañados por los Padres Jaume Girón y Pere Sitges, superior y ecónomo respectivamente. Eran doce: los Padres Heraclio Matute, Lluís Jové, José María Serrano y Joan Buxó; los Estudiantes Josep Ausellé, Evarist Bueria, José Loncán y Manuel Solé, junto con los Hermanos Francesc Canals, Bonaventura Reixach, Josep Ros y Miquel Rovira. Con ellos y con

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tantos otros del hospital se quedó también el P. Joan Buxó, que había sido médico en Barcelona antes que misionero claretiano. ¡Quién iba a pensar que uno como el P. Buxó, que curó a uno de los milicianos más temido en la comarca, sería martirizado por ellos!

En el hospital estaban las religiosas del Corazón de María. Todo funcionaba con normalidad, incluso en lo referente al servicio religioso. Pero, a partir del 26 de septiembre, ante un registro de los milicianos de la FAI, se suspendieron todas las misas. El P. Girón presentía muy dentro de sí el martirio cercano: “Cada día en la misa ruego por el que me va a matar”. Al tener conocimiento del fusilamiento de los quince del grupo del P. Jové, su corazón se resintió de tal manera que se temía por su muerte. “Si me muero de esto –decía– ya no seré mártir. Para morir en estas circunstancias, es preferible que me maten. Prefiero ser mártir”. Como así fue: al salir del hospital el día 3 de septiembre moría fusilado el día 5 en las cercanías de Torá, concretamente en Castellfollit de Riubregós (Barcelona). Una vez muerto, los milicianos le quitaron el reloj y la pluma estilográfica.

¿Y el P. Sitges? Por allí anduvo hacia Igualada como un campesino más. Cuatro días en una cueva, después… lo de siempre. Cerca del pequeño pueblo de Sant Martí de Tous fue tiroteado y dejado abandonado. Después de cuatro días, un joven lo encontró cadáver. Dentro de la ropa, un rosario y un pequeño crucifijo con una reliquia del Padre Claret. El Comité del pueblo mandó rociar su cuerpo con gasolina.

En el hospital de Cervera quedaban los otros doce. Parecía que todo estaba en calma y era noche. Todos acostados por indicación del P. Buxó. Hasta que una voz les gritó: “¡Venga, arriba todos! Levántense porque los tenemos que llevar a un sanatorio”. De traslado, nada. Fueron fusilados todos. Incluso el

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Hermano Francesc Canals, ni anciano ni enfermo, sino enfermero de todos. Y el mismo Estudiante Evarist Ausellé, que se había refugiado en el hospital. Pudieron huir, pero no lo hicieron. Prefirieron quedarse con sus hermanos y sufrir todos el martirio. Faltaba el P. Joan Buxó. Había atendido al miliciano Enrique, con una pierna rota. Y fue precisamente él uno de los tres que le dispararon después de haberle dicho: “¿Dónde querrás que te dé la inyección?”. Les quiso besar la mano a los que le iban a matar, pero le respondieron: “¡Bésate la tuya!”. Eso sí, a él y a los tres seglares que iban con el P. Buxó, les permitieron rezar antes de morir. Fue el 18 de octubre de 1936.

4.4 Martirio del grupo de Mas Claret

Con el nombre de Mas Claret se conoce una finca rústica, propiedad de la comunidad claretiana de Cervera, a unos siete kilómetros de distancia de la ciudad.

El 18 de julio de 1936 residían en Mas Claret cuatro Sacerdotes: Manuel José Bonet, Manuel Font Font, Julián Pastor Redondo y José Mir Tristany; dos Estudiantes: Francisco Solá Peix y Pedro Adern; y cinco Hermanos: Pedro Vives Coll, José Ferrer Escolá, Esteban Mestres, Narciso Simón Sala y Francisco Bagaría Ayats. Los tres últimos eran los que llevaban el peso principal de la finca para el sustento de la comunidad de Cervera. Los otros ayudaban en lo que podían, y su estancia obedecía a motivos de salud.

El día 21 de julio todos los misioneros que residían en el edificio de la ex-universidad de Cervera, más de un centenar, fueron obligados por el Ayuntamiento de la ciudad a dejarlo en el plazo de una hora. El grupo más numeroso salió en camiones con dirección a Solsona; llegaron hasta el pueblo de Torá,

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distante unos quince kilómetros de Cervera, y desde Torá retrocedieron hasta San Ramón y descansaron en el convento mercedario de este pueblo.

El día 23 de julio, viendo que la persecución religiosa aumentaba en la comarca, algunos Padres de la finca de Mas Claret celebraron la Eucaristía a las tres de la madrugada, administraron la comunión a los Estudiantes y Hermanos y escondieron los vasos sagrados de más valor, en previsión de lo que pudiera ocurrir. El P. Mir esperó a celebrar más tarde, con el fin de dar ocasión a algunos vecinos que solían acudir a Mas Claret para oír misa y recibir la comunión. Al celebrar esta segunda misa, se dejó una hostia consagrada con el fin de celebrar una función eucarística de desagravio a la una de la tarde, con asistencia de todos los que residían en el Mas Claret y de algunos seglares vecinos. Ese día 23 salieron del convento de San Ramón hacia Mas Claret la mayor parte de los Estudiantes que se encontraban allí. Llegaron por la tarde.

El día 24 de julio a las 8 de la mañana se presentaron en el Mas Claret los del Comité de Cervera, con su presidente Dionisio Jover, para hacer un inventario de todo cuanto había en la finca, y manifestaron que todos los que antes estaban allí podían seguir allí como trabajadores, sin que nadie se atreviese a ausentarse sin su permiso. Es decir, quedaron en estado de prisioneros hasta el día en que fueron asesinados. Ninguno de ellos se movió del Mas Claret, ni fue conducido a ninguna parte. Pero a todos los que se habían refugiado allí el día 23, el Comité les extendió pases para que pudieran marchar a sus respectivos pueblos; algunos se marcharon y otros huyeron sin ningún pase.

En ese mismo día, el P. Felipe Calvo formó dos grupos de Estudiantes para dirigirse a diversas localidades que parecían ofrecer asilo seguro y así descongestionar la finca de Mas Claret.

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Antes de despedirles, pronunció una sentida plática ante la proximidad del posible martirio, todos besaron el Crucifijo y juraron fidelidad con gran emoción. Fuera de la capilla de la finca se despidieron mutuamente prometiéndose que quien primero llegara al cielo rogaría por la fidelidad de los otros.

El primer grupo la formaban el P. Jové y catorce Estudiantes de Teología que estaban en Mas Claret, de donde salieron hacia Ciutadilla: Agorreta, Amalrich, Amargant, Caball, Casademont, Casajús, Cerdá, Costa, Elcano, Hortós, López, Oscoz, Palau, Vázquez. Todos ellos fueron distribuidos en diferentes grupos, con destino a Vallbona y pueblos limítrofes. Pero fueron capturados por el camino y los quinces murieron asesinados poco después en el cementerio de Lleida, el 26 de julio entre las dos y tres de la tarde.

El segundo grupo tenía como destino Bellvís, pueblo del P. José M. Mir, y estaba formado por los Padres Mir y Julián Pastor con seis Estudiantes teólogos. Todos ellos llegaron a feliz término, después de muchas peripecias, y encontraron refugio en varias familias del pueblo y alrededores. Pero algunos también fueron detenidos, aunque se salvaron todos. Y pronto supieron que los del primer grupo habían sido fusilados.

Un tercer grupo, integrado, entre otros, por algunos más delicados de salud, se quedó en Mas Claret: Francisco Simón, Antonio Elizalde, Emiliano Pascual, Eusebio de las Heras, Constantino Miguel, Francisco Solá, José Ribé, Julio Leache, Narciso Simón y algunos más. El Comité siguió controlando este grupo con sus visitas para proveerse de huevos, gallinas, etc. A partir del día 29 de julio, el control fue más exigente: tuvieron que salir todos a formarse y saludar con el puño cerrado al Comité cuando llegó. Y esa ceremonia tuvieron que repetirla todos los días, mañana y tarde. El día 1 de agosto se presentaron

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unos individuos armados, llamados Escamots, con amenazas y demás. Se llevaron a los Padres Juan Agustí y Felipe Calvo y fueron conducidos a la Generalidad. El Hermano Esteban Mestres escapó de ellos aquel mismo día. Le tiraron algunos tiros, pero pudo huir, siendo asesinado más tarde en Barcelona.

El día 15 de agosto, el Comité de Cervera les prohibió rezar en comunidad. Y a las diez de la noche comenzó un nuevo calvario. Se presentaron un coche y un camión. No sabiendo de qué se trataba, algunos se escaparon. Era el Comité que venía a buscar provisiones. Al comparecer algunos religiosos para ofrecerles lo que pedían, fueron muy burlados y provocados en la castidad, con palabrotas soeces y atrevidas. Esta escena fue el primer eslabón de una cadena de provocaciones de los milicianos a las que se unieron también milicianas con el mismo fin. Todos fueron invitados a blasfemar y a apostatar, pero los misioneros se negaron.

Hacia mediados de septiembre comenzaron los del Comité a quejarse de que eran demasiados los religiosos y que trabajaban poco. Tuvieron que organizarse mejor para el trabajo. En este ambiente pasaron aquellas semanas hasta que llegó el día 19 de octubre de 1936. Les dijeron que prepararan ropa de fiesta para hacerles una fotografía. Cogidos como corderos, con el pretexto de una fotografía, iban a ser ametrallados. Agrupados de cuatro en fondo entre cuerdas y fusiles. Sería un martirio mucho más doloroso. Sucedió entre las cuatro y cinco de la tarde. Luego serían quemados con paja y sepultados. Cuatro milicianos cuidaron de avivar el fuego durante los días que estuvieron ardiendo los cadáveres, desde el lunes al atardecer, hora del asesinato, hasta el viernes a primera hora de la mañana, en que fueron sepultados allí mismo. Unos campesinos fueron encargados de la sepultura. Además de los milicianos, había también en la finca unos trabajadores de la Colectividad de

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Campesinos. Los milicianos habían comenzado a construir la zanja. El jueves por la tarde se marcharon y dejaron encargados a los trabajadores de la Colectividad para que ellos mismos cuidaran de enterrarlos al día siguiente. Después de la guerra, sus restos fueron trasladados primeramente a una habitación de la casa de la finca y más tarde al Panteón de la Congregación en el Cementerio de Cervera.

Los nombres de los 18 misioneros fusilados son:

• Tres Sacerdotes: Manuel Font Font, José Ribé Coma y Julio Leache Labiano.

• Seis Estudiantes: Francisco Simón Pérez, Francisco Solá Peix, Antonio Elizalde Garbisu, Eusebio de las Heras Izquierdo, Constantino Miguel Moncalvillo y Emilio Pascual Abad.

• Y nueve Hermanos: Francisco Milagro Mesa, Pedro Vives Coll, José Ferrer Escolá, Dionisio Arizaleta Salvador, Juan Senosiain Zugasti, Fernando Castán Messeguer, Narciso Simón Sala, Francisco Marco Martínez y Nicolás Campo Giméz de Bikuña.

Con ellos iba también custodiado el donado de la Comunidad Rosendo Poquet Galcerán, que murió fusilado como los demás. Allí fueron, camino del martirio, animados por la fe y la mística vocacional claretiana. Y en comunidad.

4.5 Mártires en solitario

El Hermano Ferran Saperas Aluja: mártir de la castidad

Nació en Alió (Tarragona) el 8 de septiembre de 1905. Al concluir el servicio militar en Barcelona, ingresó en la Congregación claretiana con vocación de Hermano coadjutor, connovicio de muchos del grupo de los mártires de Barbastro.

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Dispersa la comunidad de Cervera y al no poder quedarse en la finca de Mas Claret por prohibición del Comité, se refugió en el pueblo de Montpalau, cerca del Mas, en casa del señor Riera, bastante frecuentada por ser estanco y taberna. Al no ser el lugar más apropiado, se dirigió a la casa de campo de su amigo Bofarull, pero es detenido. Se declara religioso y empieza su calvario. Primero es obligado a blasfemar, sin conseguirlo. “¡Matadme, si queréis; pero eso, no!”, repetía una y cuantas veces le provocaban con propuestas obscenas. Ya en Cervera, lo llevaron a unos prostíbulos, obligado a consentir en propuestas las más vulgares y soeces. El Hermano Saperas respondía siempre: “¡Virgen soy, y virgen moriré!”. Al no conseguir nada en Cervera, lo llevaron a Tárrega con las mismas intenciones. Todo en balde. Inútil reproducir aquí todo lo que en el Proceso declararon muchos testigos al respecto. Se les ocurrió mutilar los genitales del Hermano, pero desistieron. Al final, camino del cementerio, lo iban a matar y les dijo: “¡Yo os perdono! ¡Yo os perdono! ¡Yo os perdono!”. Vino la descarga y ya en el suelo decía: “¡Madre! ¡Madre mía!”.

El P. Ángel Pérez Santamaría fue asesinado a quemarropa el día 7 de agosto en el camino de Cubells por una miliciana. Una vez muerto, lo ató a la trasera del coche y después de arrastrarlo unos metros, lo remató allí mismo.

El P. Joan Prats, profesor de derecho canónico, fue fusilado el 17 de agosto en Montmaneu. Al fallar la puntería de quien había designado para disparar los otros milicianos, le destrozaron el cráneo a pedradas.

Los Estudiantes Jenaro Pinyol y Remigi Tamarit fueron detenidos por el Comité de Borges Blanques mientras se dirigían a sus familias. Les permitieron escribir algo a sus familias, rezar

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antes de morir y no morir de espaldas sino de frente gritando ¡Viva Cristo Rey!

El P. Emili Bover moría en el cementerio de Cervera el 20 de agosto exclamando: “Os perdono de corazón por amor de Dios”. Y quiso besar la mano de quien le iba a disparar.

El joven sacerdote P. Enric Cortadellas fue detenido cuando se encontraba en casa de sus padres. Eran las tres de la mañana del 24 al 25 de agosto cuando caía bajo las balas en el cementerio de Cervera. También el joven H. Ramon Rius era detenido abrazado a su madre cuando ésta le decía: “Si te quieren hacer renegar de la fe y de Dios, de ninguna manera lo hagas. Prefiere morir mil veces antes que apostatar”. Era un 2 de septiembre.

El P. Joan Alsina y el E. Antoni Perich el 16 de septiembre eran sacados de la cárcel de Manresa junto con seis seglares para ser fusilados en el cementerio de Castellvell del Vilar.

Y ocho más que por falta de testigos no han entrado en los procesos canónicos, pero tienen el mismo mérito. Son: los Padres Josep Folqué y Dionis Ponsa; los Estudiantes Josep Reixach, Irineo Jiménez y Daniel Sáenz; y los Hermanos Esteve Mestres y Agustín Trallero.

4.6 Dos mártires del Seminario de Solsona (Lleida)

De los setenta misioneros que componían la comunidad del Seminario de Filosofía sólo dos iban a sufrir el martirio: el E. Josep Vidal y el H. Julián Villanueva. El resto se había dispersado el día 21 de julio para poder atravesar los Pirineos hacia Francia. La iglesia y el seminario quedaron en llamas.

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El joven E. Josep Vidal era detenido el día 22 de agosto en la casa de campo El Grifé, del pueblecito de Navés, por su condición de militante de la Acción Católica y religioso. En medio de la noche, unos disparos, y su cuerpo abandonado en medio de la carretera. Al amanecer, el conductor del autobús entre Solsona y Berga tuvo que bajarse para retirar su cadáver.

Y el H. Julián Villanueva, de 67 años, natural de Villanueva en Navarra. Al preguntarle quién era, respondió abiertamente al miliciano: “Yo soy religioso, católico, apostólico, romano y, además, navarro”. Y al insinuarle que era un holgazán como todos los frailes, respondió: “Pues ha de saber usted que yo en mi casa tenían un buen pasar; y, sin embargo, en mis cuarenta años de religioso he vivido siempre de mi trabajo y me he ganado el pan… Y esos zapatos que lleváis, trabajo mío son…”. El H. Julián era el zapatero de la comunidad y tenía preparados los zapatos para los Estudiantes que pasarían a Cervera. Al final, se lo llevaron en coche hasta un bosque del pueblecito de Su (Lleida), lo desnudaron, le quitaron las pocas pesetas que llevaba; el rosario, las medallas y el crucifijo quedaban fijas en su pecho y antes de morir oró de rodillas diciendo: “Sabed que no me da miedo la muerte. Ofrezco mi vida por Dios y por las almas. Os perdono este crimen que vais a cometer conmigo y pido a la Divina Misericordia que acepte mi sangre por vuestra salvación”. Fue el 1 de septiembre de 1936.

4.7 Otras comunidades martiriales

Además de los misioneros asesinados en torno a las comunidades formativas, otros sufrieron también la muerte violenta en las comunidades de Lleida, Barcelona, Sabadell, Vic, Sallent, Valencia y Castro Urdiales (Cantabria).

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Una vez saqueada la casa e iglesia de San Pablo, los once misioneros de la comunidad de Lleida se refugiaron en una casa de familia. Allí fueron apresados: seis fueron conducidos a la cárcel. Al P. Joan Busquets, de 68 años, lo dejaron en la casa, y al superior, P. Frederic Codina, lo presentaron ante el Comité Revolucionario para volver también a la cárcel. Mientras iba caminando custodiado por un pelotón de milicianos, descargaron sus fusiles contra él en la plaza de la Paheria, en pleno centro de la ciudad. Uno de los milicianos que disparó había sido monaguillo en la iglesia de San Pablo. Fue el 21 de julio. Fue el primero de los misioneros claretianos asesinados en Cataluña.

Los Padres Agustí Lloses, Artur Tamarit, Manuel Torres, Miquel Baixeras, Lluís Albi y Xavier Morell, con los Hermanos Joan Garriga y Ángel Dolcet, internados en la macro-cárcel de Lleida, esperaban morir de un día a otro. Los primeros fueron Tamarit (hermano de Remigi, asesinado el 27 de agosto en La Floresta) Torres y Baixeras (hermano de uno de los mártires de Barbastro). Fue el 25 de julio.

El 21 de agosto serían martirizados setenta y cuatro (entre ellos el obispo Monseñor Huix y los claretianos Lloses, Albi, Morell, Garriga y Dolcet) sacados de la cárcel hacia el cementerio.

¿Y el joven sacerdote de la comunidad de Selva del Camp, P. Xavier Surribas? Al quitarle la borra de verano y descubrir que tenía la coronilla de clérigo, al llegar a la estación de Lleida, un miliciano le dejó acribillado a balazos. Tenía 26 años.

En Barcelona los misioneros claretianos tenían dos comunidades: la de Gracia, curia provincial, colegio, iglesia, casa de predicación, etc. Total 56. Y la de la calle Ripoll como Procura de las Misiones de la entonces Guinea Española, con nueve

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misioneros. De todos ellos sólo 20 conseguirían la palma del martirio, siguiendo la rutina normal hasta llegar a la muerte: registro, declaración en la Comisaría correspondiente, muerte y cadáver encontrado.

El día 25 de julio el H. Joan Capdevila, administrador de la sucursal de la editorial Coculsa.

Al día siguiente el P. Gumersindo Valtierra, superior de Ripoll.

El día 29 el P. Cándid Casals, superior de la comunidad de Gracia.

El 31 el cadáver del E. Adolfo De Esteban aparecía detrás del hospital de San Pablo.

El 22 de agosto aparecía en el Clínico el cadáver del P. Antoni Junyent, a punto de sacar el billete para Argentina.

Un día antes, el P. Jacint Blanch era asesinado en Pedralbes.

El 27 sería fusilado en las cercanías de Sabadell el P. Tomàs Planas, esperando marchar a Roma a cursar estudios superiores. Tenía 30 años.

Al día siguiente salía de la cárcel de San Elías el P. Ciril Montaner, egregio misionero en Guinea Ecuatorial, para encontrarse con la muerte violenta.

En la comunidad de Sabadell se encontraban once misioneros: ocho sacerdotes de edad avanzada que ejercían el ministerio de las confesiones, y tres Hermanos cuidadores de la casa. De todos ellos, sólo ocho llegarían a engrosar la lista de los mártires:

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Josep Reixach: a las tres de la mañana del día 25 de julio le dejaron en la calle herido, desangrándose, hasta llegar a la Casa de la Caridad. Pero ya era tarde. Dirigiéndose a los milicianos les dijo: “Si sois vosotros quienes me habéis disparado los tiros, os perdono de corazón. Quiero morir como Jesús que también perdonó a quienes le acaban de sacrificar”. Tenía 71 años.

Tomàs Planas, + el 27 de agosto.

Mateu Casals, superior de la comunidad, + el 5 de septiembre.

Josep Puig, apenas celebradas sus bodas de oro sacerdotales, + el 5 de septiembre.

Josep Clavería, Joan Rafí y Josep Cardona, + el 5 de septiembre.

Joan Torrents, + el 17 de marzo de 1937.

Las comunidades de Sallent y Vic, cuna de San Antonio María Claret y cuna de la Congregación por él fundada, se vieron también salpicadas por la sangre de sus misioneros.

Cinco en Sallent:

Josep Capdevila, superior, + el 25 de septiembre en Manlleu.

Jaume Payàs, director del Colegio, el anciano Joan Mercer, y los Hermanos Marcelino Mur y Marià Binefa, asesinados el 25 de julio en Sallent.

La Iglesia de la Merced en Vic quedó completamente destruida; la casa y noviciado, incendiados. Los restos de san Antonio María Claret, escondidos en la casa de la familia Bantulà.

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Toda la población se encontró bajo la ira revolucionaria. Los misioneros de la comunidad, setenta y ocho, contando los novicios, serían perseguidos y un buen grupo asesinados. Los padres José Arner, maestro de novicios, y Casto Navarro, su ayudante, fueron las primeras víctimas en la noche del 7 al 8 de agosto en Sant Sadurní d’Osormot, cerca de Vic, después de ocho días de martirio anticipado. Los novicios de la zona roja fueron enviados a sus familias y los de la zona nacional a la Casa de la Caridad.

Los padres Josep Puigdessens, preclaro profesor de filosofía, y Julio Aramendia, competente escritor espiritual a su edad de 30 años, se encontraban juntos en Vic para preparar un estudio sobre La Santidad, argumento de veracidad de la Iglesia Católica. Refugiados en casa de una hermana de Puigdessens, y delatados por una vecina, muy de madrugada del día 17 de agosto, eran acribillados en la carretera de Manlleu, muy cerca de Vic.

Cuando el P. Joan Blanch se dirigía a predicar en el pueblo de Guisona, tuvo que refugiarse durante más de un mes en casa de la familia Lloses, la del padre Agustì, mártir de Lleida, hasta que el día 31 de agosto unos milicianos se lo llevaron, junto con el dueño de la casa, para terminar cadáveres en una cuneta de San Pere d’Arquells. Fue el 31de agosto.

El día 24 de octubre recibían la palma del martirio los padres Joan Codinach, misionero en el Chocó colombiano, Miquel Codina, joven profesor del Teologado en Cervera, y el Hermano José Casals, misionero excelente desde su servicio a la comunidad. Se habían refugiado en la casa de campo El Vivet. Y hasta allí llegaron los milicianos para meterlos en la cárcel de Vic y terminar con sus vidas en Manlleu y Malla.

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Y el último mártir de la comunidad de Vic sería el anciano y enfermo Hermano Miguel Facerías, sastre, agricultor, cocinero. Era el día 22 de febrero del año 1937, cuando cumplía sesenta y siete años, y quedaba tendido en la carretera de Alboquers.

Valencia fue también escenario martirial con la muerte de cuatro Padres de la reciente fundación en un piso cerca de la iglesia de San Vicente Mártir: Marceliano Alonso, José Ignacio Gordon, Tomás Gallipienzo y Luis Francés. No se encontraban en casa cuando fueron detenidos sino refugiados en diversos lugares y circunstancias, para terminar asesinados fuera de la ciudad de Valencia: en Alboraya, los padres Marceliano y José Ignacio, el día 13 de agosto; en Olocau, el P. Luis (+ 21 de agosto) y en Paterna el P. Tomás (+ 1 de septiembre).

Tratándose de Valencia, cómo no recordar a la misionera claretiana María Patrocinio Giner, beatificada junto con otros 232 mártires de la Archidiócesis de Valencia el 11 de marzo del año 2001. Nació en Tortosa (Tarragona) en 1874. Por muchos años desempeñó el cargo de formadora de las jóvenes generaciones de claretianas y educadora en Carcagente (Valencia). Murió mártir en el Portichol de Valldigna (Valencia) el 13 de noviembre de 1936.

En la Causa de Beatificación de los 109 misioneros claretianos, están incluidos tres de los nueve que componían la comunidad del Colegio Barquín del Corazón de María, en Castro Urdiales (Cantabria): los Padres Joaquín Gelada, Isaac Carrascal y el H. Félix Barrio.

Al verse obligados a abandonar el Colegio, se acogieron en el Asilo regentado por las religiosas Siervas de Jesús del que los Padres eran capellanes. En él acogían a muchas niñas de familias obreras. Creyeron que su misión era permanecer allí junto con las religiosas que cuidaban del asilo, hasta que se

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dieron cuenta de la situación al saber que otros misioneros de las comunidades de Castro Urdiales y San Vicente de la Barquera habían sido fusilados. El día 13 de octubre eran detenidos los tres Padres del asilo y conducidos al convento de las monjas Clarisas convertido en cárcel. De aquí, un coche les esperaba en el antiguo colegio Barquín. Fueron asesinados cerca de Torrelavega.

5. Horizonte eclesial

Esta beatificación de los 109 misioneros claretianos no es sólo un acontecimiento reservado a la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María (Claretianos), una joya más en su tesoro martirial, sino que es un acontecimiento eclesial. Son mártires de la Iglesia. Son mártires de todos. La Iglesia ha estado siempre atenta a la voz y al testimonio de sus mártires. El martirio ha sido una constante en la historia de la Iglesia porque del testimonio de quienes entregaban su vida por el Evangelio de Jesús nacía con fuerza la adhesión a la comunidad de creyentes.

“Algunos cristianos - recordaba el Concilio Vaticano - ya desde los primeros tiempos, fueron llamados, y seguirán siéndolo siempre, a dar este supremo testimonio de amor ante todos, especialmente ante los perseguidores. Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se asemeja al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se conforma a Él en la efusión de su sangre, es estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor, Y, si es don concedido a pocos, sin embargo, todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia” (Lumen gentium, n. 42).

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Bastaría con recordar a los mártires de Roma, de Lyon, de Cartago, de Córdoba, de… Tantos martirios a lo largo de la historia de ayer y de hoy, en persecuciones religiosas como la de México, de la España del 1936, la de la llamada “Iglesia del Silencio”, de Albania, etc. Mártires como los beatos Maximiliano M. Kolbe, Titus Brandsma, Oscar Arnulfo Romero, Giuseppe Puglisi, Benedict Daswa, etc. El 30 de junio del año 2014, haciendo memoria de los mártires de los primeros siglos, el papa Francisco recordaba con firmeza que “todavía hoy es tiempo de los mártires” y que en nuestros días “no hay menos mártires que en tiempos de Nerón. Los cristianos son perseguidos en Oriente Medio donde son asesinados o se ven obligados a huir, también «de modo elegante, con los guantes blancos… Oremos por nuestros hermanos que hoy viven en persecución»”. Y en el Ángelus del día 23 de junio del 2013 había dicho:

“Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una multitud inmensa los hombres y las mujeres que sacrificaron la vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo, hay muchos, muchos, muchos mártires —más que en los primeros siglos—, que dan la propia vida por Cristo y son conducidos a la muerte por no negar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia. Hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos”.

Puede cambiar el nombre de los perseguidores, los contextos históricos y políticos, pero las dinámicas son las mismas.

Al recordar hoy a los 109 mártires claretianos, reconocidos oficialmente por la Iglesia, escuchamos la llamada a continuar una reflexión sobre la espiritualidad martirial que tal vez ha quedado eclipsada y poco presente en el siglo XX y en el

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presente. Nuestros hermanos mártires, y todos los mártires, han demostrado el verdadero rostro del ser humano, y al mismo tiempo han demostrado que los verdugos, que se creían superhéroes, en realidad se redujeron a bestias. Los mártires son capaces de salvar a la humanidad precisamente porque salvaron su fe. En este sentido los mártires tienen mucha fuerza. Han demostrado que se puede vencer el mal con el bien. “Os perdonamos” eran las últimas palabras pronunciadas por nuestros mártires. Otros no llegaron a pronunciarlo con la boca, pero sí con el corazón. Y han demostrado que se puede perdonar cuando hay amor.

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ORACIÓN

Te damos gracias, Padre,

por las vidas entregadas de nuestros hermanos

Mateu, Teófilo, Ferran y sus 106 compañeros mártires.

Su sangre derramada

rubricó su compromiso de seguir a tu hijo Jesucristo

hasta las últimas consecuencias.

Sostenidos por tu gracia,

murieron perdonando a sus verdugos

y ofreciendo sus vidas como pan de Eucaristía.

Ayúdanos, Padre, a acoger su testimonio

para que también nosotros

seamos testigos creíbles del Evangelio

y artesanos de reconciliación

en la Iglesia y en el mundo.

Concédenos que, con la fuerza de tu Espíritu Santo

y siguiendo el ejemplo del Corazón de María,

escuchemos siempre tu Palabra,

la guardemos en el corazón

y la anunciemos a todos

con el testimonio de una vida alegre y entregada.

Amén.

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P. Mateu Casals E. Teófilo Casajús H. Ferran Saperas

“En las últimas décadas, con ocasión de las

beatificaciones de hermanos nuestros, hemos

contemplado con gran alegría el amor, aprecio y

fidelidad a la vocación demostrados por tantos

misioneros claretianos de todos los tiempos y

procedencias. Nos impresiona y llena de gozo

también constatar la entereza fiel y sencilla con

la que miles de personas con las que compartimos

la fe han conservado los dones de Dios en medio

de la dificultad” (MS 28).

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Contenido

1. Una Congregación martirial

2. Causa de Beatificación de los 109 mártires claretianos

3. Más allá de los datos anagráficos

4. Memoria agradecida

4.1. Los mártires de Cervera

4.2. El grupo de Lleida

4.3. Los mártires del Hospital

4.4. Martirio del grupo de Mas Claret

4.5. Mártires en solitario

4.6. Dos mártires del Seminario de Solsona (Lleida)

4.7. Otras Comunidades martiriales: Lleida, Barcelona,

Sabadell, Sallent, Vic, Valencia y Castro Urdiales

(Cantabria)

5. Horizonte eclesial de los mártires

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