Beatriz Janin 2005 Los Padres, El Niño y El Analista. Encuentro y Desencuentros. Cuestiones de...

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LOS PADRES, EL NIÑO Y EL ANALISTA: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS Beatriz Janin * odo sujeto se define necesariamente por la relación con sus imá - genes parentales “originarias”: está unido a quienes le dieron la vida y estará ligado a ellos por los lazos del incesto y el parrici - dio, de la sexualidad y la muerte”, afirma André Green (Green, A., 2000, pág. 49). Incesto, parricidio, sexualidad y muerte... de eso se trata... Del amor y del odio, del narcisismo puesto en juego... de las diferentes máscaras que toma el vínculo padres-hijo, de los avatares del Edipo, de la transmisión a través de las generaciones... Cuando nos consultan por un niño, se abre un abanico de posibilidades... ¿A quién escuchar?. Y no sólo eso, ¿a quién hacer venir, a quién observar, a quién hablar? En cada consulta hay muchos sufrimientos en juego. Muchas veces, son los padres los que están angustiados o deprimidos, o sintiendo que todo se quiebra, que el mundo soñado se derrumba... M u chas veces, son ellos los que padecen sentimientos de ve r g ü e n- za (cuando el mundo externo les señala algo que no está bien en la relación con el niño), de miedo (cuando lo suponen incontrolable), de angustia (cuando no pueden poner palabras a lo que los inquie- t a ) . Sabemos que los padres son los primeros erotizadores. Seductores inevi- tables, tocan, besan, abrazan, acunan, pero también frustran, abandonan, prohíben... 15 CUESTIONES DE INFANCIA * Directora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio con APBA). Profesora de posgrado de la Facultad de Psicología de la UBA. Profesora titular de la Carrera de Psicología de UCES. Miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica del Sur.

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Texto de B janin sobre la infancia y el trabajo del analista con el niño y los padres.

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  • LOS PADRES, EL NIO Y EL ANALISTA:ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

    Beatriz Janin*

    odo sujeto se define necesariamente por la relacin con sus im -genes parentales originarias: est unido a quienes le dieron lavida y estar ligado a ellos por los lazos del incesto y el parrici -

    dio, de la sexualidad y la muerte, afirma Andr Green (Green, A . ,2000, pg. 49).

    Incesto, parricidio, sexualidad y muerte... de eso se trata... Del amor y delodio, del narcisismo puesto en juego... de las diferentes mscaras que tomael vnculo padres-hijo, de los avatares del Edipo, de la transmisin a travsde las generaciones...

    Cuando nos consultan por un nio, se abre un abanico de posibilidades...A quin escuchar?. Y no slo eso, a quin hacer venir, a quin observar, aquin hablar?

    En cada consulta hay muchos sufrimientos en juego. Muchas veces, son lospadres los que estn angustiados o deprimidos, o sintiendo que todo sequiebra, que el mundo soado se derrumba...

    M u chas veces, son ellos los que padecen sentimientos de ve r g e n-za (cuando el mundo externo les seala algo que no est bien en larelacin con el nio), de miedo (cuando lo suponen incontrolable),de angustia (cuando no pueden poner palabras a lo que los inquie-t a ) .

    Sabemos que los padres son los primeros erotizadores. Seductores inevi-tables, tocan, besan, abrazan, acunan, pero tambin frustran, abandonan,p r o h b e n . . .

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    * Directora de la Carrera de Especializacin en Psicoanlisis con Nios de UCES (en conveniocon APBA). Profesora de posgrado de la Facultad de Psicologa de la UBA. Profesora titular dela Carrera de Psicologa de UCES. Miembro titular de la Sociedad Psicoanaltica del Sur.

  • Son el primer espejo... de lo que ese nio es para ellos, de lo que querranque fuese. Es decir, el nio se ve en ellos, en lo que son, en lo que fuerony en lo que desearan ser, en sus xitos y en sus fracasos, en su podero yen su impotencia... Y se constituye marcado por esos otros, armando comopuede, cuando puede, una historia propia.

    Sus relatos, la historia que han armado de esa familia, determinarn a esenio...

    Pero tambin hay que tener en cuenta que ese nacimiento, esa irrupcin deun otro, acarrear un cimbronazo importante en las vidas de esa mujer y deese hombre, de esa pareja. Un nacimiento es un acontecimiento, el inicio(y a la vez la culminacin) de una historia que revoluciona, inevitablemen-te, otras historias.

    Encuentro entonces, que puede ser desencuentro, y del cual nadie saldrigual.

    El trabajo psicoanaltico con los padres

    En 1980 se realiz un Congreso de FEPRA, en Rosario, sobre Actualizacio-nes en Psicoterapia. En el mismo, present mi primer trabajo sobre este te-ma: la articulacin teora-clnica en el psicoanlisis con nios. Ah, toman-do los desarrollos freudianos, planteaba la necesidad de incluir a los padresen el anlisis de un nio:

    En tanto extensin del psiquismo del nio, los padres estn siemprei nvo l u c rados en el tratamiento de ste. Pero la evaluacin del gra d ode diferenciacin yo-mundo externo, del grado de estructuracin dela p a rato psquico, de la instauracin o no de la represin primaria,del grado de desarrollo del proceso secundario y del principio derealidad, nos posibilitar plantear diferentes abordajes en la tera p i a .As un infante que depende de la mirada aprobadora o prohibidoradel adulto para calificar sus acciones, diferir de un latente, en queel sntoma muestra el conflicto defensivo y de un pber, en que lairrupcin pulsional hace peligrar la organizacin del apara t o . . . (Ja-nin, 1980).

    Afirmaba all que, de acuerdo a los tiempos de la estructuracin psquica,podamos pensar el lugar que otorgbamos a los padres en el tratamiento.Tiempos lgicos que debemos detectar...

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  • Y tambin que no slo es importante escuchar a la madre, sino que elpadre tambin puede actuar con el nio aquello que no puede deciren el anlisis de su hijo y que ubicar al analista en lugar de juez, pa-dre, rival, hijo. Adems, as como el nio construye la idea de tenerun padre, el hombre conquista el lugar de padre, es decir, que a la pa-ternidad se accede, por lo cual es fundamental su inclusin en el an-lisis del hijo.

    Aprend tempranamente que abrirle la puerta a los padres no slo evitaque entren por la ventana, sino que es siempre posibilitador de tra n s f o r-maciones.

    A lo largo de todos estos aos fui pensando no slo la necesidad del traba-jo con los padres sino, fundamentalmente, los efectos que produce y losmodos de intervencin con ellos.

    Para los analistas, los padres suelen aparecer como el mayor obstculo enel tratamiento de un nio pero tambin como la garanta de que ste se de-sarrolle.

    Monstruos a vencer o posibilitadores, jueces implacables de nuestro traba-jo, escollos en el camino, colaboradores fundamentales, de qu se tratatrabajar psicoanalticamente con los padres?

    Encuentros y desencuentros...

    Le parece que hable sobre mis miedos? Ser necesario?, pregunta unamam que a su vez consulta porque su hijita no se puede separar de ella.Qu tiene que ver mi historia en todo esto?, pregunta un pap cuyo pa-dre falleci cuando l era pequeo. Nosotros somos una familia normal...hace aos que no hablo con mi pap pero eso qu tiene que ver con quenuestra hija no hable?, dice otro.

    Se expresan algunas certezas: Yo soy la nica que decido sobre la vidade mi hijo, dice una madre en un ataque de furia porque le sugiero queel pap puede traerlo al consultorio (dado que ella manifiesta dificulta-des laborales para traer al hijo a las sesiones). Yo soy la nica que loentiende y que sabe lo que le pasa, qu me puede decir usted que yoya no sepa?.

    Y algunas reflexiones: Me acord que cuando l era chico mis padres me

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  • decan que tuviese cuidado, que si no lo educaba bien, cuando fuera gran-de iba a hacer cualquier cosa y se me ocurri que esto poda tener algo quever. Yo me llevo muy mal con mi mam, la odio y tengo mucho miedoque esto se repita con mi hija.

    Cuando hablamos de encuentros y desencuentros evocamos situa-ciones tempranas, un encuentro-desencuentro que, all en los orge-nes, dej marcas. Marcas que se ponen en juego, que se repiten, quese reorganizan, que se van enlazando en una historia en las entrevis-t a s .

    As, nos encontramos siendo el personaje temido... idealizado... odiado...Testigo que al atestiguar incide en los avatares del proceso.

    Desde las primeras entrevistas, el modo en que los escuchemos va a ir de-finiendo un modo de trabajo. En tanto no nos consideremos poseedores dela verdad sobre lo que se debe hacer con un nio, podremos atender loque dicen siguiendo el hilo de su discurso, las ligazones que realizan, elmodo en que asocian un acontecimiento de la vida del nio con otros su-cesos, la forma en que van plasmando diferentes imgenes, impresiones, desu hijo y de ellos mismos.

    Vas que se van abriendo y que van permitiendo que ciertas conexiones va-yan quedando al descubierto. Desde las primeras entrevistas, los seala-mientos hechos por el analista, as como aquello que ellos se escuchanpor primera vez, marcan la apertura del trabajo analtico.

    Las primeras entrevistas

    Cuando los padres consultan por un hijo, la sensacin suele ser de des-garro, de muchsimo dolor, de ruptura interna frente al embate narc i s i s-ta que supone que un hijo tiene problemas. Y si el hijo es aquel que de-be cumplir los deseos insatisfechos, los proyectos truncos, la constata-cin de que hay dificultades que ni el nio ni ellos pueden resolver so-los y que necesitan ayuda ser vivida generalmente como un golpe in-s o p o r t a b l e .

    Nos encontramos entonces con un dolor muy intenso, con sensaciones deprdida de una imagen de nio perfecto y con diversos intentos de reparar,modificar o desmentir el problema.

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  • H ay padres que llegan a la consulta enviados por terceros y en plenadesmentida, atribuyendo las dificultades a otros (maestras, otros nios,etc.), afirmando que no es su hijo el que presenta problemas. Es habi-tual en estos casos que estn muy enojados, suponiendo una alianzaimplcita del psicoanalista con aquellos a quienes ubican como acu-sadores. Sin embargo, la desmentida (como coexistencia de dos se-ries de representaciones que se oponen) es una defensa frente al regis-tro de lo intolerable, lo que hace pensar que hay una percepcin de ladificultad, pero frente a la misma, aparece otra aseve racin. Esto que-da claro a lo largo de las entrevistas, cuando pueden ir planteando loque les angustia.

    Quizs la primera cuestin a tener en cuenta cuando entrevistamos a lospadres es que no sabemos de antemano quines son ni por quin con-s u l t a n .

    Como psicoanalistas, debemos partir de la idea de que el otro es, fun-damentalmente, otro sujeto, un desconocido que podr evocar en noso-tros ciertos sentimientos, ciertas historias pasadas, ciertos personajes den u e s t ra vida, pero que, ante todo, es otro semejante diferente, alguienque nos habla, como puede, de su sufrimiento. Y que, por ms que nosrecuerden a otros pacientes, a otras consultas, no ser nunca lo mismo,sino que, inevitablemente, habr algo de lo novedoso, historias a deve-l a r, a explora r...

    Desde la primera entrevista, el escuchar a los padres como consultan-tes, impica ubicarlos como otros con los que iremos descubriendo de-seos, identificaciones, repeticiones... Otros con los que abriremos une s p a c i o .

    No tenemos un cuestionario ni una planilla a completar... No hacemos unaanamnesis. Simplemente, somos parte de un encuentro con uno o con va-rios sujetos que se acercan a nosotros a consultar por un tercero: el hijo. Y,como toda consulta, implicar hablar del propio sufrimiento y de quinesson ellos mismos.

    Ser igual que el abuelo?. Es as desde que naci, no hace caso... . Por qu esto a m?. Yo creo que se da perfectamente cuenta de quenos molesta con sus gritos, y por eso grita.... Estamos hartos de quenos llamen de la escuela para quejarse de su conducta. No soportom s .

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  • Preguntas, pedidos, requerimientos, acusaciones, lamentos, a los que nopodremos dar respuesta de inmediato. Y que nos introducirn en un cami-no de descubrimientos sucesivos...

    Las entrevistas abiertas, planteadas como un espacio no pautado, per-miten encuadrar la relacin en un marco psicoanaltico, posibilitando elt rabajo posterior. As, queda iniciado un camino en el que se podr in-vestigar en la historia de cada uno de los padres, en su historia comopareja, en las representaciones que sostienen de s mismos y de sus hi-jos, en las fantasas que albergan sobre la maternidad y la paternidad,en el cruce de identificaciones, en los ideales y temores. Se les propo-ne un espacio en el que pueden asociar, recordar, pensar, en el que sone s c u chados sin prejuicios ni mandatos.

    El relato que los padres realicen sobre la vida del hijo es clave para pensarlas vas identificatorias que le han sido propuestas a ese nio, los deseosque se han jugado con l, las posibilidades de transmitir o no un deseo deque l viva y crezca.

    La idea de futuro, el ubicarlo en un devenir, el poder pensar al hijo siendol mismo y a la vez otro, abre un espectro de posibilidades.

    Con los padres, deberemos evaluar si pueden historizar la vida del ni-o, fantasear sobre su futuro, a la vez que ubicarlo como ser pasible demodificaciones, logros, avances y como sujeto que sufre. Cuando estono se da, iremos ayudando a construir esa representacin de otro. Pa-ra eso, las entrevistas en las que pueden hablar de su propia historia, desu propio deve n i r, de sus sufrimientos y proyectos, son un espacio queabre y se abre a las diferencias.

    La escucha debe ser desprejuiciada. No es slo que nos posicionamoscomo no-jueces, sino que efectivamente nos ubicamos como aquellosque estn dispuestos a escuchar sin emitir juicios de va l o r, sin suponer-nos poseedores de un saber sobre el modo en que se debe criar a unn i o .

    Las entrevistas no tienen como finalidad extraer datos objetivos de la his-toria del nio (quin podra relatar de un modo objetivo una historia?),sino conocer el relato que ellos hacen, la construccin-mito que le transmi-ten al hijo, lo que dicen y lo que ocultan.

    Cuando en su relato insiste el tema de la alimentacin, por ejemplo, tendre-

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  • mos que ir abriendo preguntas en relacin a su propia historia de alimenta-cin, a sus recuerdos, pero tambin ver con qu se asocia en ellos y qu re-presentacin del hijo predomina en relacin a la comida.

    Es frecuente que los padres lleguen con un discurso armado, casi prepara-do de antemano y que slo podamos correrlos de all en la medida en quepidamos que nos cuenten situaciones vividas con el nio, fantasas en rela-cin a l y a lo que es ser padre y madre, recuerdos... El trabajo sobre estasproducciones produce transformaciones en el modo en que el nio es in-vestido e identificado por los otros.

    La repeticin en juego

    La constitucin psquica se da en una historia que excede al nio mismo,una historia signada por otros que a su vez estn sobredeterminados, escin-didos.

    Hemos dicho muchas veces que una cuestin que marca la especificidaddel psicoanlisis con nios es que aquellos que consultan por el nio estnimplicados en una relacin estructurante.

    La sexualidad materna marca un cuerpo abriendo caminos, diferencian-do zonas, recorridos de placer y de prohibicin. La capacidad mediati-z a d o ra y continente de la madre posibilita ligar el dolor que irrumpicon la fuerza de un rayo, destruyendo conexiones. Por identificacinprimaria con un semejante investido especialmente se constituye el yocomo yo de placer. La estabilizacin de la represin primaria, como di-visoria intersistmica, es efecto de una larga historia de prohibiciones,en que la madre transmite, en su rechazo a la sexualidad incestuosa, supropio sistema de normas.

    H ay ciertas leyes que rigen el modo en que los procesos psquicos delos padres inciden en los del hijo, como las que nombra Freud: conta-gio afectivo, transmisin de supery a supery, proyeccin e identifica-cin.

    Tambin podemos hablar de una transmisin que se da a travs de lasg e n e raciones ms all de la gentica, que hace que lo no tramitado delos antepasados retorne desde el nio. As, Freud habla de la constitu-cin sexual como un vivenciar pre-histrico, como residuo de vive n c i a sde varias genera c i o n e s .

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  • Los padres suelen repetir con los hijos el vnculo que tuvieron con suspropios padres, los modos de acariciar, de prohibir, fundando en el otrocaminos ergenos, privilegiando vas narcisistas, transmitiendo normase ideales.

    En algunos casos, se ponen en juego los ideales del ideal del yo, los pro-yectos inconclusos. Se espera que el nio cumpla lo que los padres nopudieron hacer. En otros, lo que se espera es que el hijo cubra ya, en loinmediato, el agujero dejado por la propia insatisfaccin. Y tambin es-tn aquellos que suponen una repeticin permanente de la no-salida ye s p e ran del hijo el cumplimiento del vaticinio de fracaso. En estos lti-mos prevalece un tipo de pensamiento pesimista (siempre va a serigual, es un fracasado) que deja al nio en una red de profecas mor-t f e ras y lo arroja a una disyuntiva difcil de resolver: o confirma con suf racaso la palabra paterna o cuestiona la palabra de los padres, quedn-dose sin soporte externo.

    En cada uno de estos casos, el trabajo psicoanaltico con los padresser diferente. En tanto lo que predomine sea el narcisismo materno-paterno, ellos sern el centro de la escena, los protagonistas a los quehabr que contener, organizar, sostener y, sobre todo, escuch a r, ligan-do su discurso con sus angustias, sus temores y sus deseos, ay u d n d o-les a hacer un reordenamiento de sus ejes identificatorios en el lugarque se dan a s mismos y le dan al otro. Las intervenciones se centra-rn en su sufrimiento y en el modo en que repiten pedazos de su his-toria.

    Los padres suelen reencontrarse en el hijo no slo con los propios aspectosamados sino tambin con aquello insoportable de s, que vuelve desde elotro. En esos casos, el hijo repite lo que se intent expulsar, que retorna des-de lo idntico no-pensado.

    El modo en que reaparece en los hijos lo desestimado, lo desmentido y loreprimido de los padres, marca diferencias.

    Lo reprimido retorna, desde el nio, en forma de sntoma o en funciona-mientos que esbozan el armado de un sntoma. Cuando predomina la re-presin, se transmiten las representaciones reprimidas pero tambin las nor-mas y prohibiciones que impulsaron la represin, las fallas del mecanismodefensivo, las grietas que deja. Este tipo de repeticin posibilita la construc-cin de fantasas.

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  • Cuando lo que se presentifica en el nio es algo del orden de lo desmenti-do en los padres, esto aparece como una defensa a ultranza del narcisimoy entonces lo que hace es repetir ciegamente un mecanismo que lo lleva aactuaciones permanentes. Tiene que sostener la desmentida porque en esose le va el ser, lo que lo lleva a una pelea con el mundo a expensas delprincipio de realidad.

    Y si lo que predomina en los padres es la desestimacin, el nio pasar aser la presentificacin de lo rechazado, y puede tener un lugar en el deliriopaterno/materno, o llenar agujeros representacionales de los otros, lo quelo deja sin pensamiento propio. El nio queda como representante de aque-llo desestimado, como lo siniestro. Y l mismo se ver en dificultades parasostener pensamientos.

    Si, como dice D. Anzieu (1995), el nio puede pensar en tanto est in-merso en un mundo de pensamientos, en el que es pensado, el tra b a j ocon los padres, como posibilitador de un espacio en el que el nio seapensado, permite la construccin del aparato para pensar los pensa-mientos en el hijo.

    Podemos pensar aqu la pulsin de muerte, como la insistencia de aque-llo c u yo objetivo ltimo permanece idntico: abolir el pensamiento enel vaco de la nada (Moury, 1989, pg. 189). Lo que se produce a ve-ces es la repeticin del vaco, como en algunos trastornos de atencin,cuando el problema no es que el nio inviste otros aspectos del mundode aquellos que el contexto le exige sino que se borra y borra elm u n d o .

    Ren Kas, plantea que la repeticin puede ser repetitiva o transformadora.Y, retomando la teora de Bion, habla de transmisin de objetos transforma-bles y transmisin de objetos no-transformables. Los objetos transformablessuponen que el que los recibe puede modificarlos. Implica el predominiode la represin en aquel que transmite y la posibilidad de ser reincorpora-dos por el psiquismo infantil (Kas, 1993).

    Los objetos transformables forman el material que se transmite de gene-racin en generacin, que va sufriendo transformaciones a lo largo deesta transmisin . Por el contrario, los objetos no transformables son co-mo cosas en s que atacan el aparato de pensar y traducir de losmiembros de la familia, permaneciendo como objetos enquistados,i n e r t e s .

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  • H ay, segn este autor, formas vivificantes y erotizadas de la tra n s m i s i n(as, la trasmisin de los deseos, como caminos abiertos en el hijo a par-tir del erotismo materno-paterno, o la transmisin de ideales comoaquello a alcanzar) y tambin formas y modalidades mortificantes, co-mo la insistencia de la transmisin de lo inerte, de los enquistamientosy las fosilizaciones psquicas (como cuando lo que se transmite es la im-posibilidad de elaborar un contenido psquico, o los agujeros dejadospor vnculos violentos, o lo inelaborable de una vivencia traumtica). Esd e c i r, lo no-inscripto, lo no-representado, lo que est encriptado tam-bin se transmite y marca un tipo de repeticin en la que no hay tra n s-formacin alguna ni traduccin: queda una marca que insiste en una re-peticin siempre idntica a s misma. As, lo no metabolizado de los pa-dres suele transmitirse en forma bruta, en una repeticin idntica. Ycuando el afecto, la idea delirante o la vivencia traumtica se tra n s m i-ten a los hijos, estos repetirn en su vida esos trozos de vida ajenos.H ayde Faimberg afirma que, en estos casos, el psiquismo parece va c opero en realidad est lleno de una historia que corresponde a otro( Faimberg, en Kas y otros, 1993).

    Las identificaciones

    Una pareja consulta porque su hija de dos aos presenta constipacin per-tinaz. A punto de recurrir a una operacin, deciden probar con un trata-miento psicoteraputico. A lo largo de las sesiones una escena se repite: elreproche por lo que el otro no da, por lo que niega, por lo que acapara pa-ra s. Dinero, amor, caricias, van siendo reclamados. Cada uno ha armadouna representacin del otro como poseedor de bienes que no comparte.As, durante muchos meses, se van desplegando las constipaciones de ca-da uno. Mientras tanto, la nia deja de estar constipada y las dificultades sepresentifican en otro lugar.

    Una pareja consulta porque su hija llora al quedarse en el jardn de infan-tes... Pero en la medida en que se los escucha pueden ir hablando de queellos no soportan el crecimiento de sus hijos, que ste presupone para ellosun abandono, una ruptura de un vnculo muy preciado, imgenes de vejezy muerte.

    Una pareja llega al consultorio porque su pequea hija no habla. Mi papse fue de casa cuando yo era chica pero de eso no quiero hablar, dice lamadre. Yo con mi padre no me hablo desde hace varios aos, pero noquiero ni pensar en eso, afirma el padre. Quin es el portador del silen-

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  • cio, de qu no se puede hablar? Silencios que se reiteran. De cuntos se-cretos familiares es portadora esta nia? Ser posible que ella hable sin quelos padres puedan comenzar a poner en palabras tanta ausencia?

    A veces, los padres consultan por un nio con el que se identifican total-mente, identificacin que borra diferencias y que deja al nio sumido en unser sin ser, en tanto slo puede existir como fotocopia de alguno de susprogenitores. De este modo, el nio queda inscripto en una repeticin en laque l carece de destino propio. La afirmacin Es igual a m, puede ser-vir tanto para minimizar el sufrimiento del nio como para desconocerlocomo sujeto. Pero tambin puede ser el primer paso para un intento decomprensin del sufrimiento del otro.

    Una de las cuestiones centrales en las entrevistas con los padres es permi-tir el despliegue de las identificaciones: con quin se identifica el nio?,quin es ese nio para ellos? Hay infinitas posibilidades, pero vamos a des-cribir algunas; el nio puede ser confundido con: otro muerto, otro odiado,otro idealizado, y en los tres casos no se lo mira ni escucha. He escuchadoafirmaciones tales como: Ocult una mala nota. Eso es muy grave. Si mien-te ahora, que tiene ocho aos, es posible que a los veinte termine preso, co-mo el to. Qu lectura se est haciendo de la situacin de un nio de ochoaos? Otra: Le cuesta aprender a leer. Seguramente, va a tener que ir a unaescuela especial, como el hermano mayor. O: Ya a los cuatro aos me do-mina, es violento como era mi pap. Yo no puedo con l. As, se le atribu-ye a un nio un destino ajeno y no se le da otra salida. La afirmacin incon-ciente: l es otro, opera como enunciado desubjetivizante. Si uno slo esactor de una historia que ya se encuentra escrita y slo puede cumplir conel papel asignado, la subjetividad se borra.

    Y esto solamente puede engendrar fracasos, lo que incrementa en los pa-dres la decepcin y el odio.

    Los padres en los que predomina la conflictiva narcisista tienden a identifi-car al nio consigo mismos, a considerarlo como un aspecto propio siem-pre que el nio coincida con los aspectos idealizados del propio yo-ideal.Pero cuando se muestra diferente a lo esperado, pasa a ser el otro, el ex-trao, el no-yo. Tambin, el nio puede ser el portador de lo propio re-chazado de s mismo.

    La parte clivada o alienada del yo es identificada con la lgica narcisistade los padres segn la cual todo lo que merece ser amado es yo, aunque

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  • esto venga de ti, el nio, lo que reconozco como viniendo de ti, el nio,lo odio; adems te cargar con todo lo que no acepto en m: t, el nio, se -rs mi no-yo (Faimberg, 1993, pg 84). Es decir, la lgica del yo del placer,el juicio de atribucin, rige el vnculo en estos casos.

    M u chas veces, en las consultas, madre o padre afirman que el nio esigual al otro progenitor, cuando hacen referencia a los aspectos rech a z a-dos. Pero si todo nio se identifica al padre y a la madre en ciertos ra s g o s ,cmo se puede sentir un nio que se siente rechazado por ser una suer-te de reflejo de otro? Si lo que se rechaza de l es aquel aspecto de la ma-dre o el padre al cual se ha identificado, le resultar difcil entender esasancin.

    Es frecuente que, en los motivos de consulta, aparezca otro tipo de decep-cin: de los padres en relacin a s mismos. Han intentado diferenciarse delos propios padres, de no repetir sus errores y se han reencontrado con lotemido. Esto resulta en una decepcin en relacin a las propias posibilida-des de transformacin.

    Esto puede generar mucho enojo consigo mismo, por haber fallado al ideal depadre o madre, por haber traicionado un mandato o por sentirse atrapado enuna identificacin rechazada. Pero tambin puede generar mucho enojo con elhijo, en tanto ste puede ser vivido como el causante del fracaso.

    Las entrevistas posteriores

    Hablamos ya de la importancia de escuchar a los padres en las primeras en-trevistas, de encarar la consulta como una apertura.

    Considero que el psiquismo se constituye en base a vivencias, que es a par-tir del encuentro de lo pulsional con la realidad psquica de los padres, quequedan inscripciones, marcas, que se organizan y reorganizan de acuerdoa ciertos criterios lgicos. Fantasas primordiales, modos de enlace entre lasrepresentaciones, tipos de pensamiento predominante arman caminos so-bre la base de las huellas que dejaron las vivencias. Y entiendo que las vi-vencias con ambos padres dejan marcas privilegiadas, tanto las vivencias deplacer como las de dolor.

    En tanto la realidad fundamental para un nio es la realidad psquica de suspadres, es imprescindible trabajar con esa realidad psquica para posibilitartransformaciones en el nio mismo.

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  • Si bien no creo que sea en todos los casos suficiente el trabajo con lospadres, en tanto hay combinaciones y repeticiones que vienen dndoseya en la historia del nio y que ste tendr que tra b a j a r, pienso que escondicin necesaria que se realicen ciertas modificaciones que quie-bren la repeticin en la relacin padres-hijos. Si en el transcurso delanlisis, el nio repite con el analista trozos de su historia, pero tambinesa historia se est escribiendo dentro y fuera de la sesin, trabajar conlos padres es fundamental.

    Cmo trabajar con los padres? Qu entendemos por trabajar con ellos?

    En primer lugar, ubicarse como psicoanalista con los padres implica escu-char todo su discurso sin establecer privilegios a priori, intentar el rastreo ensu historia infantil, dirigirse a ellos, no para dar informacin acerca de loque supuestamente le ocurre a un tercero, sino remitindolos a sus propiasvivencias, sentimientos e ideas.

    El trabajo con padres implica hacerles repensar su historia, poder encontrar lospuntos de repeticin, ayudarlos a diferenciar su propia historia de la del hijo.

    No es un trabajo pedaggico. No somos maestros ni jueces. Nos ubicamoscomo analistas con ellos.

    Permitirles armar el decurso de la entrevista, escuchar su sufrimiento, teneren cuenta el dolor que est presente en la consulta por un hijo, ayudarlos arecuperar su propia historia, pensar qu desencaden en ellos la irrupcinde este hijo en su vida, posibilitar que se abra un espacio para que el ni-o arme a su vez l su propia historia.

    Frente a cada decir, deberemos ir transitando con ellos un recorrido en elque vayamos desarmando, en idas y vueltas, las vas de la repeticin.

    A veces, contener, sostener, armar redes...

    Cuando los padres estn desbordados, cmo contener el desborde? Cuan-do lo que se les devuelve es una representacin de ellos en la que estn in-cludos sus sentimientos, su angustia, sus miedos, podrn ir ligando lo queviven como disonante de s mismos, unificndose y tolerando sus propiosafectos, pensamientos, deseos.

    Al darles un espacio en el que la descarga afectiva se pueda ir transforman-

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  • do en asuncin de sus sentimientos y en reflexin sobre los mismos, seinaugura una mirada diferente sobre s mismos.

    Si pueden conectar su historia con la del nio podrn ir registrando las vasidentificatorias y esto abrir el camino para que le otorguen al nio un otroespacio, para que lo ubiquen como semejante.

    Para ser sostn de otro uno tiene que poder sentirse sostenido internamen-te, tener una representacin de s que le permita tolerar los avatares del vn-culo con los otros. Si el analista puede registrar y soportar el sufrimiento enjuego en el discurso de los padres, construir una va para que ellos regis-tren y soporten el sufrimiento del nio.

    Una cuestin que insiste con muchos padres es la idea de atemporalidad,de presente eterno. Siempre fue y ser as, suponiendo que el hacerse pisde noche, o tener bajo rendimiento escolar, es un rasgo del nio, no unacondicin transitoria.

    Corrindolo al nio del lugar de portador de una enfermedad de por vida, ubi-cndolo como alguien que tiene dificultades a ser solucionadas, tambin les po-sibilitamos a ellos recobrar esperanzas, sueos, lo que va a derivar en una libi-dinizacin del nio mismo y en un resarcimiento del derrumbe narcisista. A l g opuede ser proyectado y los cambios son posib l e s .

    Hay que tener en cuenta que esto no supone aconsejar, ni dar indicaciones,lo que sera desconocer las determinaciones complejas de la conducta hu-mana. En tanto todos los padres hacen lo mejor posible en el vnculo consu hijo, tenemos que pensar que lo que puede producir transformacionesson aquellas intervenciones que los ayuden a ocupar un lugar diferente, aencontrar caminos creativos.

    Cuando los padres afirman: Es terrible, si no damos por supuesto que to-dos tenemos la misma idea sobre lo que implica ser terrible, ser posible in-dagar sobre qu significa para ellos. Trabajando y desarmando certezas deltipo: Es violento o Como es as, yo no puedo con l, poniendo en du-da esas aseveraciones, remitindolos a su historia y a sus ideales, rearman-do con ellos la historia del nio, se ir construyendo otra imagen del nioy posibilitando un vnculo diferente.

    Tener algunas entrevistas vinculares del nio con la madre y del niocon el padre, as como algunas entrevistas familiares, puede ser de

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  • g ran ayuda en el marco del anlisis de un nio.

    Estas entrevistas nos permiten ir viendo, en el presente, la repeticin de estilosvinculares, la adjudicacin de lugares, de modos de dirigirse a los otros.

    A veces, aquello que los padres no podran relatar, porque no lo han registra-do concientemente, se hace evidente en el espacio analtico. Esto permite re-tomarlo y trabajarlo con ellos, posibilitando la asuncin de determinacionesque de otro modo quedaran ocultas o tardaran mucho ms tiempo en deve-larse. A veces, facilita tambin la conciencia por parte de ellos de algunos ac-tos y gestos que permanecan opacos, invisibles o eran desmentidos.

    Transferencias mltiples

    Transferencias y contra t ransferencias mltiples... El nio jugar con nosotrosa c e rcamientos y distancias. Cada uno de sus padres pondr en juego sus pro-pias y viejas historias en su repeticin con el analista. Seremos ubicados comopadres de ellos mismos, como atacantes externos, como modelos, como juecesy por momentos como el hijo. Repetirn con nosotros los deseos e ideales quejuegan con su hijo. Y esta repeticin nos posibilitar ir desanudando, en el aquy ahora de la transferencia, lo que se pone en juego con el nio. As, podremosser maltratados, desodos, temidos o amados.

    Podemos descargar?, preguntan unos padres para los que la analista esuna suerte de tacho de basura (al igual que el nio?). Tambin, en la pri-mera entrevista, solemos escuchar: Ya est todo bien. Desde que la llam,me tranquilic y todo cambi. Lugar de bruja-maga, que hace milagros.Hemos pasado a ocupar el lugar de un nio que llega como el salvador?

    Pero tambin nosotros, analistas, actuaremos, sentiremos, recordaremoscon cada uno de ellos trozos de nuestra historia, rediviva en la relacintransferencial con ese nio, con esa madre, con ese padre. Trozos diferen-tes de diferentes historias...

    As, pensar las transferencias de los nios es pensar en las transferencias delos padres, de los abuelos y tambin en las del analista.

    Una vieta clnica puede acercarnos algunas ideas:Consultan por la fobia a los aviones y a los ascensores de Juan, de nueve aos.Vienen el padre, la madre y el nio a la primera entrevista. Juan los hace subirpor la escalera, por lo que los padres llegan agotados. El chico entra gritando,

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  • se tira en el divn diciendo que l no tiene por qu ve n i r, que ellos son los lo-cos, que l est bien, que le tiene miedo a cosas que dan miedo, que los av i o-nes se caen, que los ascensores se caen y que l puede vivir sin subir a un as-censor ni a un avin. Que ellos son idiotas y por eso no se dan cuenta y que nova a vo l ve r. Los padres me cuentan que en el ve rano hicieron un viaje, pero quea ltimo momento, Juan no quiso subir al avin y se qued con los abuelos. At ravs de entrevistas con los padres se va planteando el siguiente cuadro fami-liar: toda la familia depende, laboralmente, del abuelo paterno, quien descali-fica a los padres delante del nio. Este hombre, que ocupa una encumbrada po-sicin econmica y detenta un gran poder, tiene fobia a los aviones, justificn-dola como temor lgico a mquinas peligrosas. l supone que los temores delnio se deben a su inteligencia y se ha enfurecido con los padres por la deci-sin de stos de consultar. Trabajo con los padres la dependencia de este abue-lo, que aparece como el padre de la horda primitiva. En l se ha delegado la pa-ternidad. Por qu nio consultan, qu temores los agobian? Quin es este ni-o en esa familia, heredero directo del abuelo? Una herencia en la que se da alpadre por inexistente, muerto. La reasuncin por parte de los padres de sus fun-ciones, la apropiacin de su historia, abre nuevos caminos. Pero esto slo es po-sible cuando se revee el recorrido identificatorio, cuando se ponen en juego lascertezas, cuando se va reubicando cada uno de ellos en la trama familiar, des-de una posicin activa. Slo despus de un tiempo de trabajo con ellos, vuelvoa citar al nio, que parece bastante ms dispuesto.

    Hay que tener en cuenta que con los padres soportamos mltiples transfe-rencias. Pero tambin nosotros transferimos sobre ellos nuestros propios te-mores, fantasas, historias... Cada uno de ellos evocar en nosotros pedazosde nuestra historia, imgenes de nuestra infancia, de los padres propios yajenos, y tambin de los padres mticos y terrorficos. Registrar qu nos ocu-rre a nosotros en las entrevistas, a quin le hablamos, qu afectos despier-tan en nosotros los padres, nos permite diferenciar nuestra conflictiva de lade ellos, sin actuar nuestras propias transferencias.

    El trabajo psicoanaltico con los padres es siempre posibilitador. Ya sea quetrabajemos slo con ellos, o preferentemente con ellos, ya sea que ponga-mos el acento en el trabajo con el nio, las entrevistas con los padres alla-nan el camino de la cura.

    A la vez, complejizar y subjetivar son metas de todo anlisis, no slo conlos nios sino tambin con los padres.

    Quizs perdernos, reencontrarnos, acompaar al nio y a su familia en los

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  • movimientos de idas y vueltas, de encuentros y desencuentros, de silenciosy gritos, ser el camino que haga posible el anlisis de un nio.

    Primera Versin: 18/10/04.Aprobado: 1/11/04.

    Bibliografa

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    Resumen

    Las entrevistas con los padres a lo largo del tratamiento psicoanaltico de unnio suponen un trabajo de develamiento de identificaciones, repeticionesy proyecciones. El rearmado de historias y la reubicacin de lugares se vanrealizando a lo largo del tratamiento.

    Hay mltiples transferencias en juego: padres, abuelos, maestros y mlti-ples transferencias recprocas del analista.

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  • Esto requiere diferentes tipos de intervenciones, tendientes a posibilitar laconstruccin de una nueva historia.

    Palabras clave: intervenciones psicoanalticas; primeras entrevistas; transfe-rencia; repeticin; identificacin.

    Summary

    The task involved when the parents of a child undergoing a psychoanalyti-cal treatment are interviewed is one of unraveling identifications, repetitionsand projections. During the course of the treatment, histories are rewrittenand places are reappraised. Multiple transferences are put into play: parents,grandparents, teachers as well as various counter-transferences on thepsychoanalysts side.

    Thus, various different types of intervention are required, so as to make theconstruction of a new history possible.

    Key words: psychoanalytical interventions; first interviews; transference; re-petition; identification.

    Rsum

    Les entretiens avec les parents tout au long du traitement psychanalytiquedun enfant supposent un travail de dvoilement didentifications, de rp-titions et de projections. Les reconstitutions dhistoires et la rattribution desplaces se font de manire progressive au fil du traitement.

    Une multiplicit de transferts sont en jeu: parents, grands-parents, institu-teurs... ainsi quune multiplicit de transferts rciproques de lanalyste.

    Tout cela ncessite diffrents types dinterventions, tendant rendre possi-ble la construction dune nouvelle histoire.

    Mots cls: interventions psychanalytiques; premiers entretiens; transfert;rptition; identification.

    Beatriz JaninAv. Crdoba 3431, 10 A(1188) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4963-2777; [email protected]

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