Benedict, Ruth - Capitulos 2 y 3 - El hombre y la cultura (comprimido).pdf

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.A ru 6& ffi ry 6f w !p El tittila u las caracteristicas il'e esta Coleccidn hin sido dcbidnmente registrados. Quetla prohibida su rcPtodacciin. -:T - rY r:l 'tl1fiT' COLECCI6N PIRAGUA DIFUSI6N CIENTFICA SERIES DE ESTA COLECCIoN NO\rELr! - CUENTOS ErJsAYos - orrssr6|t crsNrirrca r:tocneri,r - rllsroRrA - rcoNolde cEocnAriiA - vralcs anrc - r,opsie - TEATRo - cr-isrcos poLICIALES - CIENCXTI g r.llaCrXAcr6r't RUTH BENEDICT EL HOMBRtr Y LA CIJLTIJRA ,t INVESTIGACTON SOBRE LOS ORIGENES DE LA CIVIT,ITACI6N CONTEMPOR.(NEA, TrarJucci6n de Lr6w Du;ovNr EDITORIAL SUDAMERICAN,A BUENOS AIRES

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El tittila u las caracteristicas il'e esta Coleccidnhin sido dcbidnmente registrados.

Quetla prohibida su rcPtodacciin.

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COLECCI6N PIRAGUA

DIFUSI6N CIENTFICA

SERIES DE ESTA COLECCIoN

NO\rELr! - CUENTOS

ErJsAYos - orrssr6|t crsNrirrca

r:tocneri,r - rllsroRrA - rcoNolde

cEocnAriiA - vralcs

anrc - r,opsie - TEATRo - cr-isrcos

poLICIALES - CIENCXTI g r.llaCrXAcr6r't

RUTH BENEDICT

EL HOMBRtrY LA CIJLTIJRA

,tINVESTIGACTON SOBRE LOS ORIGENES

DE LA CIVIT,ITACI6N CONTEMPOR.(NEA,

TrarJucci6n deLr6w Du;ovNr

EDITORIAL SUDAMERICAN,ABUENOS AIRES

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II

LA DIVEITSIDAD DE CULTUNAS

La copa de la vida. - Nccesidad de selecci6n. - C6mo

tratan sociedades rlifcrcntes la arlolescencia y la pubertad.

- Pueblos que nunca habirn oido hablar de guerras. -Costurnbres rnatrin:oniales. - llescira sobre rirsgcs culturales.

- Bspiritus guardianes y visiones. - Qnsxmis6{os en laIglesia. - Asoci rciorres sociales, no bloi6gicamente inevitables.

I

Un jefe de los indios Cavadores, corno los lla-rnan los californianos, me habl6 mucho de los hi-bitos de su pueblo en los dias antignos. Eracristiano y iefe entre su pueblo en la plantacidnde perales y damascos sobre tiena irregada, perocriando hablaba de los hechiceros que se transfor-rnaban en osos ante sus propios ojos en la danzaclel oso, sus manos temblaban y su voz se quebrabacle excitaci6n. Incornparable habia sido el poder quesu pueblo tuvo en tiempos lejanos. Preferia hablarcle los alimentos del desierto que comian. Mencio-naba amargamente cada planta arrancada, con unsentido infalible de su importancia. En esos tiem-pos, su pueblo habia comido '1a salud del desierto",decia, y nada conocia del contenido de tarros delata y de las cosas de los despachos de carne. Fue-

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ron tales innovaciones las que los degradaron enestos irltimos tiempos.

Un dia, sin transici6n alguna, Ram6n interrumpi6sus descripciones de la molienda de mezquite y dela preparaci6n de la sopa de bellota. "Al comienzo,dijo, Dios clio a cada pueblo una taza, una tazade arcilla, y de esa taza bebieron su vida." No s6si la rnet6fora aparece en algrin rito tradicional dcsu pueblo que nurlca encontr6, o si era de su propiaimaginaci6n. Cuestt suponer que ia haya oido deIos blancos que conoci6 en l3anning; ellos no seentlegaban aI estudio de la modalidad de pueblosdiferentes. En todo caso, en el espiritu hurnilde deeste indigena, la in:lagen era clara y llena de se'n-tido. "Todos ellos sc surnergian en el agua -aon-tinu6-, pero sus tazas cran riiferentcs. Nuestra tazaahora esti rota. Se ha gastado."

Nuestra tora estd rota. Las cosas que habian cladosignificaci6n a la vida de su pueblo. los ritos do-m6sticos de la cornida, las ob)ignciones dcl sistemaecon6mico, la succsi6n cle liis celremonias en las al-deas, la posesi6n cir Ia clanza del oso, sus rlormasde lo bueno y de Io malo, todo eso habia desapa-recido y con ello la forrna y el sentido de su vida.El viejo se conservaba afn vigoroso y era jefe enlas relaciones con los blancos. No pensaba quese tratase de la extinci6n de su pueblo, pero sipensaba en la perdida de algo clue tenia un valorigual al de la vicla rnisrna: el conjunto de las normasy creencias de su pueblo. Habia otras tazas de vida,y quizAs contuvieian la misma agua, pero la p6rdi-da era irreparable. No era cucsti6n de remondaralgo ac6, de podar algo all"/r. La uiodelaci6n habiasido algo fundamental, algo de una sola picza"Habia sido de ellos.

J/

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Itam6n habia tcniclo experiencia personal en eI

,,r,,toao clc <pc ltabltrba. Cab-algaba sobre dos cultu-

rrs ctr)/os oiolor"t y modos de pensamiento eran in-

c,lrrnJrrrr,r"bles. Es dura suerle' En la civilizaci6n

occiclental, nucstras experiencias han sido diferentes'

fistamos cclucaclos "J .,tu cultura cosmopolita' y

nuestras ciencirrs sociales, nuestra psicologia y nues-

tra tcologia ignoran la verdad expresada en la ima-

r'tn dc Ram6n.'- El curso de Ia vidir y Ia presi6n del ambiente'

pr"to "o hablar cle la fertilidad de la imaginaci6n

l,,rrn""u, proporcionan un ndmero increible de po-

sibles cliric"for."r, todas las cuales pueden, al p-a-

recer, setvir a una sociedad para-vivir el ellas' Es-

;; i;; esqtremas rle la propied-ad, con la jerarquia

social que^ puccle estar asociada a lls posesiones;

q:sthn lds cosas materiales y su tecnologia minucio-

t", "ttti" toclas las facetas il" iu

"ido sexual' del p1-

"-","*" y clel postparentesco; est6n lo-s grupos de

;;li"; qri" p"Ja"" dar estructura a la sociedad;

qjst6 el interLarnbio econ6mico; est6n los dioses y

las sauciones sobrenaturales. Cada una dc estas co-

s;ts y muchas tniis pucden ser seguidas con una

l"i,tr1"ioti.1"d cult,,rai y ceremonial (ue absorban la

'cnergia social y dejen un excedente pequeflo para

la co"nstituci6n de otro, ,*tgot' Aspectos de la vida

{tilc nos parccen los mfs importantes han sido casi

,itraclos -nor alto por pueblos cuya cultura' orlen-

l,;;i; .; o'tra ciirecii6n,iittubu nrucho de ser pobre'

0 cl mismo rasgo pucde ser elaborado con tanto

,'sfrtt'rzo cltre lo l'ortsideremos firnt6stico'

C)currc i n l,r vida cultural lo rnismo que en el

Icrrgrraic; la sclocci6n es la necesidad primera' El,,,,1,,1r,t.,.i, tltt sttnidos que pueden ser producidos por

rnto:;tt'its crtcrt'clltslro"-'ol"iy nuestras cavidades oral

v nasales, es pr6cticamente ilimitado' Las tres o cua-

iro-ao"*"t he sonidos de la lengua inglesa consti-

nr"* una selecci6n que no coin"cide ni- con los de

i;;;;;1;r' "rtr""hitente empare:rtadns con ella

"otf;o a alemin y el franc6s' El total de los, que s9.n

-r"pl""a"t ett lJng.ras diferentes del mundo' nadie

sc ira atrevido a e*stimarlo; cada lengua- debe hacer

srr selecci6n y atenerse a ella so pena,de no ser in-

a"llniUf" del'todo' No podria ser-empleado para la

c'omunicaci6n un lenquaje que usara aun unos po-

;;;-;;"i;""res cle loJ elemintos fontiticos posibles

y"*l"",it*-ente registlaclos' Por otra parte' mucha

clc nuestra incnmprensi6n de las,lenguas no emparen-

tacl.as con la nuestra proviene de nuestras tentativas

r1r: referir al nuestro ios sistemas fou6ticos extraflos'

it*"ooo""*os solamente una K' Si otro pueblo tientr

cinco sonidos de K coiocados en tliferentes posicio-

lles en la garganta y la boc-a, las" distinciones de

",ncabulario-y"sintaxis que- -deqenden

de esas di-

fe'rencias nos ser6n inacJesibles hrrsta clue las domi-

nemos. Tenemos una d y unan' Sus sonidos pueden

o;;-,t; intermediario, aI cual, si no lo identifica-

,rror, Io escrilriremos una vez como rJ y otra como

rr, f*tta""fendo distinciones que-no cxisten' EI re-

crrrisito previo elcmcntal del an6tisis lin$iistico,es

Jl "ooo"l*i".rrto

de este increible nimero de sontdcts

aprovechabies, del que cada lengua hace sus pro-

pias selecciones.En la cultura tambi6n debemos imilginar un gran

arco en el que estdn colocados lcn p:tibt::.t:1":

I

I

I

I

I

i

reses, provistos ya sea Por el ciclo * :111":*"r!Jvr' r'v'^"--- t dir'L'sas actividades del hom-por eI ambiente o las 1 ,t ,^ ^^.^^:r^--1,.re#;. u;;i; q; acumule s6lo una.considerable

.,rooorci6o de e[ds, serian tan inirrteligible como un

i;;;;;i" a; ,rr*.o to.lo, los clics v todos los so-

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nidos gldrticos, todos los labiales, dentales, sibilan-tes y guturales desde los mudos hasta los vocalesy derstlc los orales hasta los nasales. Su identiciadcomo cultirra clepende de la selecci6n de algunossegrncrrtos dc este arco. Toda sociedad humana, entor.las partes, ha hecho tal selecci6n en sus institrr-ciont's cnltur:ales. Desde el punto de vista de otra,cuda una de e.llas ignora los scgmentos fundamen-talcs y desarrolla los carentes de inlportancia. Un;rcrrlturit apenas t'econoce vaiores rnonetarios. Otritlos considera bisicos en todos los carnpos de con-ducta. Eu una sociedad, la teciroic,giu cx increible-mente rnenospreciacla, aun en aquellos aspectos dela vida que palecen necesarios para asegurar la conti-mridad de la existencia; en ctra, irruaimente sirnple.las conquistas tecnol6gicas son comp.*lejas y colTes-ponden con admirable exnctitud a la;ihraci6n. IJna,constituye una enorme superestirrctura cultural so-bre Ia adolescencia; otra, sobre la muerte; otr:a.sobre la vida futura.

El caso de la adolescencia es particularments in-teresante, porque estd a la vista en nuestra pro-pia civiiizaci6n y porque tenemos una copiosa infor-maci6n de otras culturas. En nuestra civilizailin,toda una biblioteca de estudios psr'col6gicos hasubrayado la inevitable inquietud del periodo clcla pubertad. En nuestra tradiciirn es un estado fisio-I6gico tan definidamente caracterizado por explo-siones y rebeliones dorn6sticas, corno la tifoidea sei

sefiala por la fiebre. No es cuesti6n de hechos. Ellosson comuncs en Am6dca. La cuesti6n es mdrs I irrrla <lc srr inevitabilidad.

El t-'xarncrr rn6s ligero de los modos en que $o-ciedatles difcrcntes han tratado la adolescencia.sefiala t'stc hot'Jro ineludible. .dtrn en esas crrlfuras

que han hecho mucho de este rasgo, la edad enque concentran su atenci6n varia en un gran mar-gen de affos. Por eso salta inmediatamente a la vis-ta que lris llar:nadas instituciones de la puberta<ltienen un nombre inapropiado si segtrimos pensan-do en Ia ptrbertacl biol6gica. La pribcrtad que rc-conocen es social y las ceremoniils son, en una uotra manera, un reconocimiento dc la nueva situa-ci6n a tpie llega el joven. Esta investidura c<-rir

nllevas ccupacicnes y obligaciones tienc consecuen-cias tan variadas y tan condicionaclas cultua'almentecomo las ocupaciones y las obiigaciones rnisrnas.Si se ccncibe como {nico debel honorable de ls.condici6n de hornbre el relacionado con hechos cle

guerra, la investidura de guerrero es posterior v d*:r

una clase cliferente que en una sociedad donde loputrertad da principalmente privilegio a la clanzaen una rr:presentaci6n de dioscs enmascarados.

A fin de cornprender las instituciones de la pu*bertad, no se requiete ya la naturaleza necesariade rites de passage; rn6s bien corresponcle conocerlo que en cliferentcs culturas se identific:a con el.

comienzo cle la pubertad y sus m6todos de admi-si6n en el nuevo estado. Lo que condiciona en r.ura,

cultura la cerernonia de la p':l>ertad no es la pu-bertad biol6gica, sino lo que ia caiidad cle adrrltosignifica en ella.

La condici6n de adulto en la parte central *r,''

Norteam6lica significa rnilicia. El honor es cl granobjetivo cie toclos los hombres. El tema que cons-tanterncnte aparece con Ia llegada a cdad del joven-tanto como Ia preparaci6n para el camino de hguerra en toda edad, es un rito migico por el 6xitclen Ia guerra. No torturan a otr:o sino a si misrnos;cortan ionjas de sus brazos y piernas, golpean srrs

40 r{l

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rledos, levantan cargas pesadas enganchadas en suspechos o en los mtsculos de sus piemas. Su recorn-pensa cs el acrecentamiento de hazaffas en actosde guerra.

En Australia, en cambio, la pubertad significaparticipaci6n en un culto exclusivamente masculino,cuyo lasgo fundamental es la exclusi6n de las rnu-jeres. Toda mujer es conducida ala muerte por elfinico motivo de oir el rugido del toro brarrndoren las ceremonias, y jamSs debe saber nada de losritos. I-as ceremonias de Ia pubertad son minucio-sas y simb6licas repudiaciones de todo lazo con elsexo femenino. Los hombres son simb6licamentehechos autosuficientes y convertidos en elementototalmente responsable de la comunidad. Para al-canzar este fin, usan ritos sexuales dr6sticos y con-fieren garantias sobrenaturales.

Los hechos claramente fisiol6gicos de la adoles-cencia son, por eso, primero interpretados social-rnente aun alli donde son subrayados. Pero un exa-rnen de las instituciones de la pubertad pone en elaroun hecho m6s. La pubertad es fisiol6gicamenteasunto diferente en el ciclo de vida del var6n y dela mujer. Si la acentuaci6n cultural siguiera a laacentuaci6n fisiol6gica, la ceremonia de las mucha-chas seria m6s marcada que la de los muchachos;pero no es asi. Las ceremonias destacan un heehosocial. Las prerrogativas de adulto de un hombretienen mayor alcance en cualquier cultura que las<le la mujer, y en consecuencia, corno en los ejem-plos anteriores, es m6s comrin que en las sociodadessc tome nota de los periodos en los muchachos quecn ]as muchachas.

Sin embargo, la pubertad de las muchachas yrle los muchachos puede ser socialmente celebrada

en la misma tribu de modos id6nticos. Alli donde,como en el interior de la Columl'lia Brit6nica, losritos de la adolescencia constituyen una preparaci6nmSgica para todas las ocupaciones, las muchachasson incluidas en los rnismos t6rminos que los mu-chachos, Los muchachos hacen. roclar piedras delas montafias y las tiran al valle para hacer Sgilessus pies, o arrojan palos de juego para ser afortu-nados en el juego; las muchachas conducen aguadesde fuentes distantes o levantan piedras dentro desns vestidos para que sus hijos puedan nacer tanf6silmente corno la piedra cae al sueltt.

En una tribu como los lJandi, cler ia regi6n delos lagos del este de Africa, tambidn los muchachosy las muchachas participan en un rito uniforme dela pubertad, aunque, a causa dctr papcl dominantedel hombre en la cuitura, el periodo cle entrena-miento del muchacho es m6s acenh-rado que el dela mujer. Aqui los ritos de la adolescencia son unaordalia impuesta por los ya admiticlos al estadoadulto a aquellos a quienes est6n forzados ahora aadmitir. Requieren de e,llos el m6s completo estoi-cisrno frente a las torturas minuciosas asociadas conla circuncisi6n. Los ritos de los dos sexos son se-

palados, pero siguen el rnismo modelo. En uno yotro, los novicios llevan para la ceremonia las ropasde sus novios. Durante el acto, sus rostros disimu-lan cualquier dolor, y la retribuci6n de la bravuraes dada con gran regocijo por el amante, el cualavanra. para recibir de vuelta alguno de sus ador-nos. Para todos, muchachos y muchachas, marcanlos ritos stt entrdo en una nueva situaci6n sexual:el muchacho es ahora un guerrer:o y puede tomaruna novia; la muchacha es casadela. Las pruebasde la adolescencia son para an-rbos una ordalia pre-

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,!'

marital en la qlre la palma les es adjudicada porsus amantcs.

Los ritos de la pubertad tarnbi6n pueden serconstluidos sobre los hechos de Ia pubertad de lir:;mucrhachas v no achnitir extensi6n a los muchachos.Uno de los rnhs ingenucls de ellos es la institnci6ridc Ia casir de cngordamiento de muchachas en clAfrica central. En la regi6n donde Ia bellez.q {c-menina esti s6lo icientificada con la obesidacl, Iamuchacha en prrbertad es separada, a veces dlr-rante afios, aiirnentada cou manjares dulces y gr&:os,sin desarrollar actividad, y su cuerpo untadil iisi-duamente con accites. Se tre ensefia durante rrr;k'tiempo sus del-le,r'cs futuros, 1r su reclusi6n terrnj,l:rcon una os;tentaci6n d.e su corpulencia, que es $e-guida por su casanriento con su arrogante novio.No se consiclclir ncrcesario que el hombre cumpla cnmanera sirnilar prcparativos antes del matrimoniri.

Las ideas l:iabitueiles en torno de las cuales se eili-fican las irrstituciones cle la pubertad cle las rnuclrn-chas, y que lo se e>;tiendcn, desde luego, a losrnuchachos, solt las que tien(rn que r;er con la me ls-truaci6n. La impureza de la mujer menstrual es unaidea_ampliarnente difundida, I en no pocas regio-nes la primera menstruaci6n se convierte en facode todas iils actitudes sociales. Los ritos de la pu-bertad en estos casos son dc carhcter totalmeitt:distinto de los que hernos ccmentaclo. Entre los ir:r-dios Acarreadoles, cle tra Coltiutbia Brit6nica, el tc-mol y erl horror de tra pub,.:rtad de una muchachallcgaba a aito gr.rdo. Aqui, tres o cuatro afios dercclusi6n eran llilrrtrdos "el entierro cn vida" y lamuchacha vivirr on todo este tiempo sola en la scl-va, cn una choz:.1. c1e ramas, lejos de todo caminofrccucntaclo. Iir:a rura amenaza plra. toda Bcr.s()!lir

44 45

que recibiesc cle ella una rnirada, y su simple pasoprolanaba uu& senda o nn i'io. Ilstaba cubierta conLrn gran pafiuclo de cuero curtitlo clue tapaba su

cara y sus ilr:chos y caia lrasta el srielo. Sns brazosv liic{nas se hallaban €nvueltos con fajas fibrosas

1:ara protegerln dcl inal espiritrr c1e que estaba lle-nn. .E-ctaba r:lla rnisnra cln peligro y era una fuentede peligro para cualquier otro.

I;rs ceremonias de la pubertacl clo las muchachascorrrtmidas sobi'e ideas asociadas con la mestnta-cidn son f6cjlmentc couvertiblcs cn algo que, en loconfrrnrento a la condlilcta clei individuo, es abso-Iutr"rricnte contralio. SicIryrrc lral' cio:; posibles as-

pccio$ en lo sagrado: puede !icr- rlna fuente depeligr"o o rina frrentt c1e hcudici6n. Ill-algunas tri-bus, i*s 1:rirneras nrensttuaciones r1e las muchachasson riiia pot{j$tc Jrc,ndici(iil sobrenatrnal.

L-,1:,t::e los Apaches he vjsto a los sacerdotes rnis-mcs pasar cle rodillas antr: unA hilelir de solernnesper.lrioiias muctrrachas, para lccibir de elias la ben-clicidn de sr,i tacto. 'fsdns los cirjcos y la gentevicja acuden terlbil6n, ilevados por la necesidadde apartar dc s{ Ia enfermeclad. Las mucliachas ado-lesccntes no s{Jn segregadas corno fucntes de pe-ligr"o; se las corteja corno fuentes directas de ben-dici6n sobrenatu.r-al. Puesto aue las ideas que sirvende base a los ritos de la pubertad para las niflas,tanto entre los Acarreadores cr:rno entre los Apa-che;s, est6n fundadas en creencias concernientes a

" la rnernstruacidrn, ellas no sc extiendcn a los mucha-chos; y la pubertad de 6stos es sefiaiada, en cam-bio, Iigeramente y con simples demostraciones ypruebas de hombria.

Por eso, la conducta del adolesccnte, aun de las

muchachas, no est6 dictada por alguna caracteristica

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fisiol6gica del pcriodo mismo, sino mds bien porrequisitos matrimoniales o m6gicos, socialmente li-gados a ellos. Estas creencias hacen la adolescen-cia, en una tribu, serenamente religiosa y benefac-tora, y en otra tan peligrosamente impura, que lirniira ha de gritar, advirtiendo a los otros que debeirevitarla, en los bosques. La adolescencia de mrr-chachas, como hemos visto, puede, igualmente, st'l'tema no utilizado por una cultura para formrrinstituciones. Aun donde, como en Ia mayor partcde Australia, la adolescencia de los rnuchachosrecibe un tratamicnto minucioso, puede ocurrir qut:los ritos sean una introducci6n, en el estatuto de lapubertad, de la participaci6n masculina en 1o"-

asuntos tribales; v Ia adolescencia femenina pasrrsin ninguna especie de reconocimiento formal.

Estos hechos, sin embargo, dejan airn sin contes-tar la pregunta fundamental. 6Todas las cultu.-etsno han de hacer frente a la turbulencia natural qlc:

este periodo aunqlrc no se le d6 expresi6n institrr-cional? La doctora N'Iead ha estudiado esta cuestidnen Samoa. Sus prirneros afios despu6s de la infan-cia los pasa la nifia en pequefios grupos de la vc-cindad, de los que estdn estrictarnente excluidos Xos

pequeflos varoncs. El rinc6n de Ia aldea a que ellapertenece resulta de surna importancia, y los peqrre-fios muchachos son enemigos tradicionales. Eilatiene un solo cleber, el de atender criahlras, perom6s bien toma al niiio consigo en vez de atenderloen la casa, y su juego no es seriamente obstaculi-zaclo. Un par de aflos antes de la pubertad, cuanikrsc ha hecho bastante fuerte como para cumplir tr-rcas dificiles y de bastante edad para aprendcrt6cnicas mr'rs hairilidosas, deja de asistir al gru1xrde jucgo cle las muchachas en que ella se for:nei.

Adopta ropa de mujer y debe contribuir al trabaiodel iostenilmiento de la casa. Es un periodo de vidasin inter6s para ella y completamente sin alborotos.

La prrbertad no trae cambio alguno.Iio* po"ot aflos despu6s llega a estar en edad;

co-m"ai6tt los afios agradables de casuales e irres-

ponsables asuntos amoiosos que prolongar6 todo 1o

posible en el periodo en que el matrimonio ya es

considerado conveniente. La pubertad misma no es

sefialada por un reconocimiento social, ni un cambio

de actitud o de expectativa; su lecato preadoles-cente se supone que permanece sin cambiar por unpar de aflos' La vida de la muchacha en Sarnoa.

Estd bloqueilda por otras consideraciones que las

de la rnidurez fisiol6gica del sexo, y la pubertadcae en un periodo particularmente no subraya<lo

y pacifico, durante el cual no se manifiestan con-

ih&or de Ia adolescencia. Por eso, la adolescencia

no s6lo puede pasar culturalmente sin ceremonias,

sino qud puede carecer de importancia, en la vida

"*o.iottul del ioven y en la actitud de la aldea'

La milicia es otro tema social que puede o no

ser utilizado en una cultura' Donde la guerra se

lleva a cabo frecuentemente, puede hacerse con

objetivos supuestos, con organizaci6n opuesta en rc-laci6n con el Estado, y con sanciones opuestas' Lagueffa puede s€r, como lo fue entre los aztecas, urtirodo db obtener cautivos para los sacrificitls religio-sos. En cuanto los espafioles luchaban para matar,

rompieron las reglas de la lucha se$in las normal;

articas. Los aztecas cayeron en espanto y Cortirs

entr6 triunfante en la CaPital.Hay aun, desde nuestro punto de vista, nociones

m6s curiosas, asociadas con la milicia, en diferen-tes partes del mundo. Para nuestro prop6sito, es

I

k

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suficiente sefialar etas regiones donde no ocurrennunca cntre grupos sociales encuentros organizadospara las matanzas mutuas. 56lo nuestra familiari-rlaci con la guerra hnce inteligible que un estadorle lucha pueda altemar con un estado de paz enlas rclaciones de una tribu con otra. l,a idea es,naturalrncnte, muy corniln sobre la tierra. Pero, poruna parte, no cabe para ciertos pueblos concebir laposibilidad de un estado de paz, que a su juicioeqrrivalclria a adrnitir las tribus enemigas en lacatcgoria de seres hr,rmanos, lo que por definici6nno son, aun cuando la h.ibu excluida sea de supropia {az.a y cultnra.

Por otra parte, puede ser igualrnente inconcebi-ble para un 1:ueblo la posibilidad de un estado degrrelra. f{asmussen cucnta la confusi6n con que losersquirnales o)/er'on su exposici6n sobre nueshascnstumitres. Los cscll,lirnales entienden firuy bien elacto c{e matar a ur hom'nre. Si est6 en vuestr.o ca-n:ino, si estim:iis vuestra propia f.uerza v si est6isrlis1;Lresto a iraccrlo, lo matdis. Si soy fuerte, nohay sauci6n social. Pero la idea c1e qne una pobla-ci<1n d.e esquirnales salga ccntra otra poblaci6n deesquilnaies en grrerra, en orden de batalla; o unatribu contra otra tribu o aun contra otra poblaci6nclispuesta en una ernboscada guerrera, les es ex-traf,a-. Todo acto de matar merece la rnisma cali-ficaci6n, y no hay divisi6n en categorias, corno en-tlc nosotros: la una, meritoria; la otra una ofensacapital.

Yo misma tratd de habtrar de la guerra a los in-t'lios N{isioneros de Cali{ornia, pe}:o me fue irnpo-siblc. Su incomprcnsi6n de la guerra es abismiitica.No tenian en slr propia cultura la base que per-:mitiera concebir esa idea, y sus tentativas de razo-

nar sobre elta rccluieron las grandes guerras a loque nosotros solnos capaces de pensar con fervor

rioral sobre las disputis callejeras. No tenian una

pauta cultural para la distinci6n.- L* g,r*rr", y-hernos de aclmitirlo por fucrza atrn

frente a su inrnenso hrgar en nuestra civilizaci6n'

es un rasgo social. En il caos-que sigui6 a la pri-

mera quer.a rnundial, todos los argurnentos que

exponiin sus cstimulos al corairi al altruismo y las

iniocaciones de valores espiritunles, sonaban a falso

y ofensivo estrtipito. ,La-!uen'a en .nucstra civili-

'z"aci6n es buen elemplo de ias magnitudes destruc-

toras a q.t" porrtl" liegar r,n rasgo culhrrLrl dado'

Si irrstifi&mdt l* gu"ti", es porque totlos los pnt'-

blo.s sicmpre justifican los rasgos- que po$een' nt)

porquc la"gtteit'a pueda afrontar el examen objetivtr

de sns n6ritos'La guer:ra no es un caso aislado' En todas lns

oartes''clel tnunclo y dentro de todos los niveles dtr

iornplefidad cttltuial, es posible- hallar- eiernplns

de li anogante y muy frecuente elaboraci6n asocial

cle un ,ur-go "uitr.ual.

Diciros casos son rniis clar:os

clondc, "o*o "tt las regulaciones cle la alimenta-

ci6n o el matrirnonio, p6r ejemplo, el riso tradicio-

nal sigue un crrrso op-uesto- a lras corrientes biol6'sicas."La organizaci6i social en antropologia tienc

in sentr'tlo completarnente especializado detrido a'

la unanirniclad de todas las sociedndes humanas rlrt

sefralar grupos dc parentesco entre los -que oI rna^

trimoniJ esi6 ptohibido. Ningirn puet'lo- colrocidG

considera a toilas las mujeres como posibles esptl-

sas. Esto no se debe, como se ha supuesto tan a

menriclo, a un ernpefio en pr:evenir el incesto se-

grin nuestra ,rlantla cle pensar,-q"."0 ": muc'has

iia.tes tle la ticrra cs la priura del hombre a me-

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Page 9: Benedict, Ruth - Capitulos 2 y 3 - El hombre y la cultura (comprimido).pdf

nudo la hija del hermano de la propia madre, laesposa predestinada. Los parientes a quienes se re-fiere la prohibici6n, difieren manifiestamente entrepucblos distintos, pero todas las sociedacles huma-nas cstablccen igualmente una restricci6n. Ningunaidea humana ha recibido, en la cultura, elabora-ci(rn mis constante y compleja que la del incesto.Los grupos incestuosos son a menudo las unidadesl'uncrlonalmente m6s importantes en ia tribu, y lostlcbr:res de cada individuo en relaci6n con cual-tluicr otro estin definidos por sn respectiva posi-<:i6n en esos gmpos. Estos grupos funcionan comorrnic{ades en las ceremonias rciigiosas y en losciclos de intercamhio econ6nrico, y nlrnca se exa-gcra el importante papel que han cumplido en lahistoria.

'dlgunas regioncs tratan el tabLi del incesto conn'lodcraci6n. A pesar de las restricciones, puedehaber un nrimero considerable de mujeres suscep-tibles de caserse con un hombre. En otras, el grupoque es tabri se ha extendido por una ficci6n socialhasta incluir vasto nrimero de individuos a quienesno cabe atribuir antepasados comunes, y, en con-secuencia, la elecci6n de c6nyuge es excesivamentelimitada. Esta ficci6n social recibe expresi6n inequi-\/oca elr los t6rminos de parentesco empleados. Envcz de distinguir el parentesco lineal del colateral,c,omo lo hacemos en la distinci6n entre padre y tio,hurmano y prima, un solo t6rmino significa literal-rncnte "hombre del grupo de mi padre (parentesco,Ioculitlad, etc.), de su generaci6n", t6rrnino que nodistingue entre lineas directas y colaterales, peroqrrc lrrce otras distinciones que a nosotros nos soncxtrairas. Ciertas tribus de la Australia Oriental usanen una forma extrema de este llamaclo sistema cla-

silicatorio de parentesco. Aquellos a quienes llamanhcr:rnanos y hemranrrs, son todos los de su genera-ci6u en quienes reconocen aigfin parentesco. Nohav categoria de primo o algo que le corresponda;todos los parierntes de la propia generaci6n de unoson sus hcrruitrtos y hr:rmanas.

I:lsta rnanera cie considerar el parentesco no es

riil'{r en el munclo, pero Australia tiene, adem6s, unhorrcr sin paralclo al matrimonio de la hermana ynn clesarrollo sin paralelo de las restricciones exog6-micl'ls" Asi los Kurniri, con su sistema de paren-tcsco extrem:lt1anrr.'ntc clasi{icatorio, sienten el ho*rror . australiano de la relaci6n sexual con todassus ""hermanas", estcl es, con las mujeres de su pro-pia generacitln que en algtin modo les est6n em-parentadas. Junto a esto tienen los Krirnai estrictasregirs de localidad en la elecci6n de c6nyuge. Ar.eces dos localidades, de las quince o diecis6is gueconrponen tril tribu, dcben intercambiar las muje-res; y no puerlcn tenel esposas en ningrin otro grupo.A vlrces hay un grupo de dos o tres localidades quepurrdsn intercambiar con otras dos o tres. Mis aun,como en toda Australia, los hombres viejos sonrm grupo privilegiado y sus prerrogativas se extien-den al rnatrimonio con las mujeres j6venes y atra-yentes. La consecuencia de estas reglas, natural-mente, es que en todo el grupo local que debe porprescripci6n a}:soluta proporcionar al hombre jovenuna esposa, no iray mr,rchacha que no est6 afectadapor alguno de estos tabfs. O es una de esas quea trav6s del parcntesco con su madre es su 'her-mana", o ya esti pactada para un hombre viejo, ole est6 vedada por alguna raz6n mcnor.

Esto no conduce a los Kuruai a cambiar la f6r-mula de sus reglas exogS.micas. Insisten en ellas con

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muestras cle violencia. Por eso, el rinico modo r:nque usualmente pueden casarse es suhlev6nr:1os,contra las reglas establecidas. Se frigan, Tan pron-to como la aldea sabe que ha ocurrido una fugir..se pono en su persecuci6n, y si la pareja es halladit,ambos son rnuertos. No es obst6culo a ello el qut:quizis todos los perseguidorcs cstdn casados t:rtfugas. La indignaci6n moral ers rnuy grande. ltray,sin ernbargo, un& isla tradicionalmente conocicincomo asilo seglrro; y srl la pareja puede llegar alliy quedar hasta el nacimiento cle un nifio, se LL

recibe de nuevo, con descargas, pcro puede clt-fenderse. Despu6s que ha recibido r.rna paliza, ctliriren situaci6n tle gente casada de la tribu.

Ins Kurnai plantean srr dilcma cultural en fornxLbastante tipica. Han cxtcndido y complicado rrn

aspecto particular de la condr.rcta, aunque sea unriesgo para la sociedad. Deben rnociificarlo o trir-tarlo cun un subterfugio. Y usan uvl subterfrrgio.Evitan la extinci6n, y mantiellen srr rnoral sin rt:-visi6n admitida. Esta manera de tratar las rnom:snada ha perdido con el progreso cle la civilizaciE')n.La generaci6n vieja de nuestra propia civilizilci<irrmantenia similarmente la monogamia y sctlxtrtahala prostituci6n, y los panegiricos de la monogamiirnunca fueron tan fervientes corno en los grarrtlcsdias de los barrios de luces rojas. Las socieda-des siempre han justificado las fonrras tradicir,rna.lcs

favoritas. Cuando esos rasgos rlt:sa;;arr:cen pot'riilrlya no son cumplidos y alguna ftlrrrra cle condnc'tllsrrplcmentaria es requerida, cle buenil gana se sl'rlt"aparentemente a la forma traclicionrl como si litcrlnducta suplementaria no existiera.

Un cxamen a vuelo de pijaro clc las formas tlrl-turales lrunritnas pone en clar:o lo err6neo dt-' rli-

versas concepciones corrientes. En primer lugar, las

instituciones que las culturas humanas construyensobre las srrgesti<lnes presentadas por el ambienteo por las nccesidndes fisicas del hombre' no res-

pondet al irnpulso original tan estrechamente comcl

cou facilidad lo imaginamos. Estas sugestiones son

en realidarl simples esbozos generales, una lista dehcchos simples. Son potencialidades minimas, y laclaboraci6J que en torno a ellas se produce es

ciictada por muchas considelaciones extrairas. Laguerra no es la er1:resi6n del instinto de pugnaci-clad" X,a pugnacidad es una sugesti6n tan pequefiaen el equipo humano, que se podria prescindir de

dnrle cualquier expresi6n en las relaciones inter-tritrales, Cuanclo se la convierte en instituci6n, laforma que adopta sigue conductos de pensamientodistintoi de aquellos-que est6n implicitos en el im-pulso original. La pugnacidad no es m6s que eltoque aI gtrobo de las costumbres' un toque quetambi6n puecle ser rechazado.

Tal visi6n de los Procesos culturales requiere unareconstrucci6n de muchos de nuestros razonamien-tos. Estos razonamientos est6n habitualrnente basa-

dos en la suposici6n de que es imposible la actua-

cidrn del hombre sin esas formas tradicionales Par-ticerlares. Aun rasgos muy especiales se destacan

segdn esta manera de iuzgar; es lo que ocurre con

la- forma especiai del impulso econ6mico 1u9surge en t oeitto sistema pirticular {e- propiedadprivada. Es esta una motivaci6n notablemente es-

peciat y hay pruebas de que en nuestra prcpia ge-

ireraci6n elh le modifica fuertemente. En todo caso,

no hemos de confundir la cuesti6n encarSndola co-

mo si fuese asunto de valores biol6gicos de per-vivencia. El autosostenimiento es un motivo que

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Page 11: Benedict, Ruth - Capitulos 2 y 3 - El hombre y la cultura (comprimido).pdf

nuestra civilizaci6n ha adoptado. Si nuestra estruc-tura econ6mica cambia de moclo que este motivoya no sea un impulso tan potent€ como fue en la erlide la gran colonizaci6n y del industrialismo expan-sivo, hay muchos otros motivos qrle serian acopia-dos para una organizaci6n econ6mica modificada.Cada cultura, cada era, explottr unas pocas deun gran nirmero de posibilidades. Los cambiospueden ser muy intranquilizadores, e implicar gran-des p6rdidas, pero esto es clcbido a la dificultaddel cambio mismo, no al hecho cle que nuestriredad y pais hayan acertado con la irnica posiblcmotivaci6n capaz de conducir la vida humana. Elcambio, debemos recordar, es inevitatrle, a pesar'de todas las dificultades. Nuestros temores frentca minimas rnudanzas en la costurnbrc son cclrnple-tamente desproporcionados. l,as civilizaciones puc>den cambiar mucho mis radicalnrcnte de lo cluecualquier autoridad humana haya imaginado o te-nido la voluntad de cambiar; y tambi6n sonlentamente practicables. Los menores cambios queocasionan hoy tanta protesta, como el aumento dcldivorcio, la creciente secularizaci6n en nuestras ciu-dades, el predominio del partido demag6gico y mu-chos m6s, podrian ser adoptados prontamente enun patr6n de cultura ligeramente distinto. Haci6n-dose tradicionales, tendrian la misrla riqueza cle

contenido, la rnisrna importancia y vaior- que lasnormas m6s viejas tuvieron en otras generaciones.

La verdad del asunto es, miis bien, que constitu-yen legi6n los posibles motivos e instituciones hu-manas, en cualquier plano de slmplicidad o corn-plejidad cultural, y que la sabiduria coruiste en lamayor tolerancia frente a sus divergencias. Nadiepuede participar plenamente en una cultura a me-

nos que haya sido formado en ella y haya vividode acuerdo con sus formas, pero ha de admitir queotras culturas tengan para quienes participan en ellasla misma significaci6n qLle reconoce a la suya propia.

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La diversidad de la cultura no resulta solamentede la facilidad con que las socredades elaboran orechazan posibles aspectos de existencia. Es debidaa un complejo entrelazamiento de rasgos cultura-les. La forma final de cualquier instituci6n tradi-cional, como 1o acabamos de decir, va rnucho m6sleios que el impulso humano original. Esta formafinal depende, en gran medida, del modo en que elrasgo se ha ligado con otros rasgos de diferentescampos de la experiencia.

Un rasgo ampliamente difundido puede estar sa-turado de creencias religiosas en un pueblo, y fun-cionar como un aspecto importante de su religi6n.En otra zona puede ser por cnmpleto materia deintercambio econ6mico y constituir, por eso, un as-pecto de su r6gimen monetario. Las posibilidadesson ilimitadas y las adaptaciones resultan a me-nudo desconcertantes. La naturaleza del rasgo ser6completamente diferente en las diversas zonas, se-grin los elementos con los que se ha c'ombinado.

Bs importante poner en claro este proceso paranosotros mismos, porque de otro modo caeriamosfdcilmente en la tentaci6n de generalizar en una leysociol6gica los resultados de una combinaci6n lo-cal de lasgos, o supondriamos ilue su uni6n es unfen6meno universal. El gran periodo del arte pl6s-tico en Europa tuvo motivaci6n religiosa. Las artes

II

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pintaron y difundicron las escenas y dogmas reli-giosos que eran fundamentales en la concepci6n deese periodo.La estdtica europea moderna seria com-pletamente diferente si el arte medieval hubierasido puramente decorativo y no hubiera hecho causacomrin con la religi6n.

Ilist6ricamente, los grandes desarrollos en el artehan estado a menudo notoriamente separados de lanrotivaci6n y del uso religiosos. El arte puede ha-Ilarse completarnente separado de la religi6n, aundonde ambos est6n altamente desarrollados. En lospueblos del sudoeste de los Estados Unidos, las for-mas de arte en la alfareria y el tejido merecen elrespeto del artista de cualquier cultura, pero sus

tazones sagrados, llevados por los sacerdotes o co-locados en los altares son burdos, y las decoracionesrudas y no estilizadas. Los museos han sabido des-ec{rar obietos religiosos del sudoeste porque estat-

ban muy por debajo del nivel de los que hace lamano de obra corriente. "Hemos de poner aqui unarana", dicen los indios Zufli, significando que lasexigencias religiosas excluyen toda necesidad artis-tica. Esta separaci6n entre arte y religi6n no es

un rasgo peculiar de los Pueblo. Tribus de Sud-amdrica y de Siberia hacen la misma distinci6n,aunque la fundan en motivos diversos. No ponensu destreza artistica al servicio de la religi6n. Porcso, en vez de encontrar las fuentes del arte en unasunto localmente importante, en la religi6n, comolo han hecho a veces los m6s vieios critieos de arte,necesitamos m6s bien explorar la extensi6n en qlueambos pueden interpretarse mutuamente, y las con-secuencias que tal combinaci6n trae a la vez parael arte y la religi6n.

I,a interpretaci6n de diferentes campos de la ex-

rlperiencia y su consiguiente modificaci6n, puede, upi tecer en todos los aspectos de la existencia: elecon6mico, el de las relaciones sexuales, eI delfolklore, el de la cultura material y el de la religi6n.El proceso puede ser ilustrado con uno de losrasgos religiosos difundidos entre los indios norte-arnericanos. Al norte y al sur del continente, en cadaregi6n cultural, excepto en los Pueblo del sudoeste,el poder sobrenatural era logrado en un ensuefio oen utra visi6n. El 6xito en la vida, segrin sus creen-cias, ela debido a contacto personal con lo sobre-

' natural. La visi6n de cada hombre le daba poderpara toda la duraci6n de su vida, y en algu-nas tribus renovaba constantemente su parentescopersonal con los cspiritus rnediante la brisqueda denlre'ras visiones. Ya viese un animal o una estrella,un planeta o un ser sobrenatural, lo adoptaba comoun protector personal, y podia acudir a 6l en caso

de necesidad. Tenia deberes y obligaciones de todasuerte con su patr6n visionario; tenia que darleobsequios. En retribuci6n, el espiritu Ie daba lospoderes especificos que le prometia su visi6n.

En cada gran zona de la Am6rica del Norte, to-maba este complejo del espiritu guardi6n formadiferente de acuerdo con los otros rasgos de lacultura, con los que estaba m5s estrechamentc aso-

ciado. En las rnesetas de la Columbia Brit6nica se

entrelazaba con las ceremonias de la adolescensiade que acabamos de hablar. Muchachos y mucha-chas se dirigian en la adolescencia a las montafiaspara una preparaci6n m6gica. Las ceremonias de lapubertad tenian una vasta difusi6n al norte y aliur de la costa del Pacifico t ! en la mayor parte deesta regi6n eran completamente distintas de las

prdcticas del espiritu guardiAn. Pero en la Colum-::.. " "

. {.:l :.,.F?.

Page 13: Benedict, Ruth - Capitulos 2 y 3 - El hombre y la cultura (comprimido).pdf

bia Britrinica estaban entrelazadas. La culminaci6nde la preparaci6n m6gica de la adolescencia en losmuclrirchos, ela la adquisici6n de un espiritu guar-di6n quc con sus dones dictaba la profesi6n del

ioven para toda su vida. Se hacia grrerrero, hechi-cero, cazador o jugador de acuerdo con el visitantesobrcnatural. Tambidn las muchachas recibian es;-

piritus guardianes que representaban sus deberesdom6sticos. Tan fuerte es la experiencia del espi-ritu guardi6n entre esos pueblos modelados porsu asociaci6n con el ceremonial de la adolescencia,que los antrop6iogos que conocen esta regi6n hansostenido que todo complejo de la visi6n entre krsinfios americanos tenia su origen en los ritos dela pubertad. Pero no hay, entre ellos, conexi6ngen6tica, Est6n localmente entrelazados /, en lacombinaci6n, los rasgos de uno y otro han adqui-rido formas especiales y caracteristicas.

En otras partes del Continente, el espiritu guar-di6n no es buscado en la pubertad, ni por todoslos j6venes de la tribu. En consecuencia, el com-plejo no tiene en esas culturas relaci6n de especiealguna con los ritos de la pubertad, aun donde 6stosexisten. En las llanuras del sur, son los hombresadultos quienes deben adquirir sanciones misticas.El complejo de visi6n se cntrelaza con un rasgo muydistinto de los ritos de la pubertad. Los Osage es-t6n organizados en grupos pox parentesco, en losque la descendencia es trazacla a trav6s del padrey se prescinde de la linea materua. Estos grupos dr:clan tienen en herencia comtin una bendici6n so-brenatural. La leyenda de cactra clan relata c6mosu antcpasado busc6 una visi6n y fue bendecidopor el animal cuyo nombre ha heredado el clan. Elautepasado del clan del mejill6n busc6 siete v€co:^,

58 5S

con l6grimas en sus ojos, una bendiciirn sobrena-tural. Por fin dio con el mejill6n y le habldrdici6ndole:

1Oh, abuelo!:Los pequefios no tienen con qu6 haccr sus cuerpos.A esto le contest6 el mejill6n:dices que los pequeiios no tienen nadn con qu6 hacer su:

Icuerpcs,.Que los pequeflos hagan sus cuerpos cle rni.Cuando los pequefios hagan de mi sus cuerpos,siempre vivirii.n hasta ver ia vejez.Contempla las arrugas de mi pielque hice que sean los mcdios de alciurzar la vejez.Cuando los pcquefios hagan de mi sus cuerpossiempre vivirin hasta ver los signos de la vejcz sobre su piel..Las siete vueltas del rio (de la vidtr)pas6 con 6xito.Y de mis viajes, ni los mismos dioses tierern la fucrza par:r

[ver los rastros que dejo.Cuando los pequeiros hagan de mi sus cuerposnadie, ni aun los dioses, podr6 ver el rastro rlue dejen.

Entre esas gentes se encuentran los elementos;familiares cle la brisqueda de la visi6n, pero ellafue alcanzada por un primer antepasado del clan,y sus bendiciones son heredadas por un grupo deparentesco consanguineo.

Esta situaci6n entre los Osage presenta uno delos cuadros m6s completos en el mundo del tote-mismo: la estrecha uni6n de la organizaci6n social yla veneraci6n religiosa del antepasado. El totemis-mo es descrito en todas partes del mundo, y losantrop6logos han sostenido que el totem del clanse ha originado en el 'totem personaf' o espirituguardiin. Pero la situaci6n es exactamente an6logaa la de las mesetas de la Columbia Brit6nica, don-de Ia brisqueda de la visi6n se combina con losritos de la adolescencia, s6lo que aqui se ha com-

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hrinado con privilegios hereditarios del clan. Tanfuerte se ha hecho esta nueva asociaci6n que yano se piensa que la visi6n d6 a rrn hombre poderrrrrtomhticamente. Las bendiciones de la visi6n s6loson alcanzaclas por la herencia, )' entre los Osagelnn aparecido largos cantos que describen los en-cucntros del antepasado y detallan las bendicio-xles que sus descendientes pueclen reclamar enconsecuencia,

En todos estos casos, no es solamente el com-plejo de visi6n el que recibe un caricter diferenter:n distintas regiones, segrin se entrelace con losritos de la pubertacl o con la organizaci6n en cla-nes. Las ccremonias cle la adolescencia y la orga-nizaci6n social estSn igualmente coloreadas por elentretejido de la bfsqueda de la visi6n" La inter-acci6n es mutua. BI complejo de visi6n, los ritos de!n pubertad, la orgarrizaci6n en los clanes y muchosotros rasgos que entran tambi6n en estrecha rela-ci6n con la visi6n, son hilos trenzados en muchascornbinaciones. No cabe exagerar las consecuen-aias de las diferentes combinaciones que resultande este entrelazamiento de rasgos. En las regionescle que acabamos de hablar, tanto donde Ia expe-riencia religiosa estaba ligada con los ritos de lapubertad como donde estaba ligada por la organi-eaci6n en clanes -y como corolario natural de laspr6cticas asociadas*, pueden todos los individuosde la tribu recibir, de la visi6n, potencia para el6xito de cualquier empresa. El buen resultado enc"nalquier ocupaci6n era acreditado -a pedido delindividuo- a una experiencia de visi6n. Un juga-r.lor o un cazador aforfunaclos extraian su fuerz-acle ella, como lo hace un hechicero exitoso. Delrcuerdo c)on su dogma, todos los caminos de la

prosperidad est6n cerrados a quiencs no han lo-grado tener un patrono sobrenatural.-

Bn California, en cambio, la visi6n era la defensa

profesional del hechicero. Lo seflalaba como una

persona apafie. Por eso es iustamente en. esa regi6rrdonde se desarrollaron los aspectos rnirs extraflos;

de esta experiencia. La visi6n ya no era una li'gera.

alucinaci6n para la cual se prepararia Ia situaci6n

mediante el ayuno, la tortura y el aislamiento' Erauna experiencia de trance qur: fi)mPrendia a los

miembros excepcionalmente inestables de la comll-nidad y espccialmente a las mrrieres. Entre los

Shasta, era convenci6n el que solamente las muic-res fueran bendecidas. La experiencia requericl*era definitivamente catal6ptica y llegaba al noviciodespu6s de un sueiio preliminar que habria prt-parado el camino. La mujer caia al suelo sin selr-

liao y rigida. Cuando se recuperaba manaba san-

gre cle so boca. Todas las cerernonias por las cualcs"

durante airos despu6s, hacia valer su pretensi6n der

ser hechicero, etin otras tantas demostraciones de

su adaptabilidad a postrrras catal6pticas y se las

consid&aba como la curacion salvadora de su vida"En tribus como los Shasta no solamente la experien'-

cia de la visi6n habin cambiado su cardcter en ulliit

violenta posici6n que diferenciaba a los profesiona-les de lJ rehgi6n de todos los demis, sino clue e)

carActer de los hechiceros era igualmente rnoclifi-cado por la naturaleza de la experiencia de tranur.Eran definitivamente los ntiembros inestables clrr

Ia comunidad. En t-:sta regi6n, los torrreos entre he-

r:hiceros tomaban la forma de danzas, esto es, st-r

tratabir de ver qui6n resistiria mis en una danza }a

llostura catal6ptica que inevitablemente los alcan-

ztria. Ambas,^la exliericncia cle la visi6u y la he-

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r-hiceria, han sido profundamente afectadas por elcstrecho parentesco en que han entrado. La com-binaci6n de los rlos rasgos, no rnenos que la combi-naci6n de la expcriencia de la visi6n y los ritosde la pubertad o la organizaci6n en clanes hanrnoclificado dristicamente ambos campos de laconducta.

Del mismo modo, en nucstra propia civilizaci6nresulta hist6ricamente clara la separaci6n entre la,fglesia y la sanci6n del matrimonio, aunque el sa-cramento religioso del matrirnonio dict6 durantesiglos los procesos de acci6n tanto en la conductasexual como en la Iglesia. El car6cter peculiar delmatrirnonio en esos siglos era debido al enlaza-niiento de dos rasgos culturales esencialmcnte no.cmparentados. Por otra parte, eI matrimonio hasidlo a menudo el rnedio por el cual tradicionalmentese transferia la riqueza. En culturas donde estoocurre, la estrecha asociaci6n del rnatrimonio cnnla transferencia econ6mica puede cubrir del todoel hecho de que eI matrimonio es fundamentalmenteasunto de adaptaci6n sexual de crianza de los nifios.El matrimonio, cn todo caso, debe ser entendido enrclaci6n con oh'os rasgos a los que se ha asimilado,y no hemos de caer en la confusi6n de peusar queel "matrimonio" puede ser comprendido en los doscasos mediante la misma serie de ideas. Debemosreconocer los diversos componentes reconstruidosen el rasgo resultante.

Necesitamos en gran medida de habilidad paradescomponer rasgos de nuestra propia herencia cul-tural en sus varias partes. Nuestras discrrsiones sobrecl orde.n social ganarian en claridad si aprendi6ra-mos a comprende,r dc este modo la complejidad denuestla cori<luctu aun mis sin-rple. Las diferencias

raciales y las prerrogativas cle prestigios se hanenlazado tanto en los pueblos anglosajones, queno salremos separ"atr lirs cuestiones biol6gicas deraza de nuestros prejuicios socialmente condiciona-dos, Aun entre naciones tan ccrcanamente empa-rentadas con los anglosajones como son los pueblosIatinos, tales prejuicios toman fonnus diferentes, democlo que en los paises colonizados por Espafia yen las colonias britfnicas las diferencias raciales notianen la misma significaci6n social. El cr.istianism,o

)' la posici6n de las mujeres son, igualmente, ras-gos hist6ricamente vinculados, y cn diferentes 6po-cas han actuado entre s{ reciprocamente de muyrlifer:entes rnodos. La presente elevada posici6n delas nrujcres en los paiscs cristiancls, no es 'iesulta-do" del cristianismo rn/rs de lo que lo fue el aco-plarniento de la mujer con las tentaciones mortalesrii: origen. Estas interpretaciones de rasgos ocurreny ctresaparecen, y la historia de la cultura es engrado considerable una historia de sus naturalezas,,clestjnos y asociaciones. Fero es uruy ilusoria lagen6tica qne vemos tan f6cilmente en un rasgoconrplejo y tambi6n lo es nuestro horror ante cual-quier perturbaci6n de estas interrelaciones. La di-versidad de las combinaciones posibles es intermi-erable, y 6rdenes sociales adecuados pueden ser,construidos indistintamente sobre una gran varie-dad de esos cimientos.

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LA INTEGNACION Dtr L4, CULTURA

decir que en casos de homicidio se est6 exento deculpa si las relacioncs entre paises vecinos han sidorDtas, o cuando uno rnata por costumbre sus dospriroeros hijos, o cuando el esposo tiene derechoclc vicla y muerto sobre su esposa; hasta puede serdeber del hijo matar a sus padres antes de quescan viejos. Puecle ocurrir que sean matados losque roban un ave, o los que tienen primero sus dien-tes srrperiores, o los que han nacido en dia viernes.Hntre algunos pueblos sufre una persona tormen-tos por haber causado una muerte accidental; paraotros es asunto sin consecuencias. Talnbi6n el sui-ciclio puede ser asunto ligero, el refugio de alguienque ha sufrido algdn leve desaire, un acto queocutrre constantcmente en una tribu. Puede ser elacto rnSs elevado y m6s noble que el hombre sabiologre ejecutar. El solo relato del suicidio, por otra.par:te, puede ser materia de jocosa incredulidad yel aeto mismo imposible de ser concebido comoaigo humano. C) puede ser un crimerr punible porllr ley o considerado como un pecaclo ante loscliosos.

l,,a diversidad de la costumbre en el mundo ncrcs, sin embargo, aigo que s6lo podamos refelir ynada mis. La autotortura aqui, la caceria de ca-bezas all6, la castidad prernupcial en uno tribu yJa tricencia del adolescente en otra, no son unalista de hechos sin relnci6n entre si, cada uno deIos cuales deba ser sah,rdado con sorpresa donde seencuentre o donde, est6 ausente. Tampoco son for-tuitos los tabris de ntatarse uno mismo o a otros,aunque no se rerlacionen con urra norrna absoluta.La significaci6n de la conducta cuitural no est6agotada cuando hcmos comprendido claramentequ? es local, hccha por el hombre y enorrnemente

III

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#fifl'

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Toda norma de conducta es relativa. * Ivlodelaci6n dc laculfura. - Deficiencia de la mayor PlrtL' de la obra attro-pol6Srca.

- La visi6n del c,onjunto. -La Decade*cia tle

bcafr.ente, de Spengler. - Hohbre fdustico y hornbre

alxrlineo. - La civiliiaci6n occidental es demasiado iritrin-

dda p"ra ser estudiada. - [Jna lrreitlr por tribus primitivas'

La diversidad de las culturas puede ser intermi-nablemente documentada' Un campo de conductahumana puede ser ignorado cn illgttnas sociedades

o existir escasamente; en algunos casos hasta puctltlno ser imaginado; o bien puede monopolizar toda

la conducta organizada de la socieclad,- y las rnisextrafias sifuaciones ser mauiprrlatlas solamente cYr

sus t6rminos. Rasgos que no tienen relaciones in-trinsecas entre si y que sou hist6ricamente indc-pendientes, se combinan y so vuelvan inextricablcs,dando por resultado una condricta tlue no tiene drr-

plicado en regiones que no hacen -tales identifi-

caciones. Como corolalrio, y cn cualquier aspectrr

de la conducta que fuese, ser establecen, en cultu-ras diferentcs, normas que van clesde el polo negtl-tivo hasta el positivo. Podrianros suponer que ellcuanto al acto de matar, todos los pueblos concor-darian en la cclnclena. I\{as, aI contrario, se puede

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64 65

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variable. Tiende tambi6n a ser integrada. Una cul-tura, corro un individuo, es una pauta m6s o menoscohcrente cle pensamientn y acci6n. En toda cultu-ra hay prop6sitos caracteristicos, no necesariarnentecompartidos por otros tipos de sociedail. Merced acstos prop6sitos, cacla pueblo consolida mis y m6ssu experiencia, y en proporcilln a la urgencia tltresos impulsos Ios rerigl:nes ircrterogdneos de la con-ducta adqtrieren aspectos de mayor congruenc.ia.Tomados por una cultura bien intcgrada, los actosmenos ordenados se convierten en caracteristicosde sus fines peculiares, a rnenudo por las metamor*fosis mds desemejantes. Solarnente podemos enten-der Ia forma que estos actos adoptan entendiencloprimero las principales fuentes emocionatres e inte-lectuales de esa sociedad.

Tal modelaci6n de ia cultura no puede ser igno-rada como si fuese un detalle sin irnportancia. Eltodo, como insiste la ciencia moderata en muchoscampos, no es meramente la surna de sus parte$,sino el resultado de un rinico ordenarniento y deuna rinica interreltrci6n de las partes rlue han pro-ducido una nueva entidad. La p6lvora de cafi6u noes meramente la suma de azufre y carbono y sali-tre; y aun el mayor conocimiento de estos tres ele-mentos en todas las formas que puedan presentaren el estado natural no nos mostraria l:a naturalezirde la p6lvora de cafi6n. Nuevas potencialidades sehan producido en el, compuesto resultante, poten-cialidades que no estaban presentes en sus cle-mentos; y su modo de presentarse es completa-mcnte distinto del de cualquiera de sus elementost.:n otras combinaciones.

lgualmente, son las culturas m6s que la suma dr,sus rasgos. Podemos conocer todo acerca de la dis-

trihuci6n de las formas de matrirnonio de una tri-bu, sus danzas rituales y las iniciaciones de la pu*bertad, y, sin embargo, no entender nada del cin-iunto de la cultula que ha usado de estos e.lementospara su propio fin. Este fin elige de entr.e los rasgosvariados de las regiones circundantes aquellos quepuede emplcar y descar:ta los c1trc. no Ie son utili-zables. Otros rasgos los fundr: crn conformiclad consus exigencias. El proceso en marcha no ha de serconsciente durante todo el curso; pero pasarlo poralto cn el estudio cle la modelaci6n cle la condrictahumana es lenuncrlar a Ia posihilidad clc una in-terpretaci6n inteligerrrte.

Esta integraci6n de las culturas no cs ni en lo m6sminimo mistica. Es el mismo proceso mediante elcual, en arte, se produccl y persiste un estilo. Laarquitectura g6tica, comenzatrdo cn lo que cra pocom6s que una preferencia por Ia altura y la luz,se c,onvirti6, por obra de algirn canon de gusto quese desarroll6 dentlo de su t6cnjca, en e[ tinico yhomog6neo arte del siglo xrrr. Ercluyir elementosque eran incongnrcntes, rnodific6 otros para susfines e invent6 otros que coirrcidian con su gus-to. Cuando describimos el proccso hist6r:icamente,usamos de modo inevitable forrnas ar:rimisticas de ex-.presi6n, como si hubicra clecci<in y finahidatl en elcrecimiento de esta gran forma de artc. Ello scr

debe a dificultades de nuestras formas de len-guaje. No hubo eleccirin consciente ni prop6sito.Lo que al principio no ftre rniis que un ligero sesgoen fonnas locales y t6cnicas, se expres6-cada vezm6s poderosamente, se integr6 cn formas m6s vmas definidas: asi apareci6 r:l arte g6tico.

Lo que ha ocurrido en los grandes estilos ar.tis^-ticos ocurre tambidn en las ctrlturas como coniunto.

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"Totla la conclucta diversa en la obtenci6n de los

*"aiot de srrbsistoncia, en el matrimonio como en

;;-;;." \' cu c'l culto <le los dioses' es definida

;; ";;;;ttls cohcrentes cle acuerdo con las re-

;i;-?;;;;;i";t;; tl. sclccci6n qtle se desenvuel-

li"tt .f"",to clc la cultura' Algururs crtlturas' como

oinr,tr,ro pcrioclos clcl arte' carcccn cle tal integra-

citiu y ,i""r",. cle rnuchas otras conocemos muy

noco .ltaril comllrctnclcr los motivos que actrian en

5l#. til; i;;-;;,";-t, c'alqtriera sea s" 'ivel

de

*"*pfqta"a' aun el nrtis sirirple' la hau .t:g:*:'Talei cultnrlrs son aclrluisicioni:s nriis o n-renos exr-

turu, ,t* conrluctir intcigracla, y la maravilla es que

i*u= ,o",ot cle csirs posibles configuraciones''--i; il;; t1e la a'tropologia' sin eybal,go la,i*oao- pr"ponderantem""'tt d""di"ltda al anilisis de

;;ry"; luliotokr, rn:'is q.c L"tt"*:,de las cul-

turas cclmo conjuntos aiticulaclos' Esto -se ha de-

#,1" ;';;n m"tlitt,, a la nat.raleza de las m6s

antiguas clescripcioncs etrNll6gicas' Los autrop6lo-

l"t?fltr""t .o',:t'fleiarorl ttrl'collocimiento de pri-

il*" f,,""t" a..' loi pr"'blos primitivos' Fueron

estucliosos pacicnt<:s cfite tenia'i .a su disposici6n

iou- ooA"ani"s cle viajr:ros v misioncros y los re-

luto, for*olcs v "stit'cmtilicos dc los etn6logos

-a, ontig.,os. F,,e p*iUt" itazar' a partir de estos

;;;ll"t i. clistribuii6n cle ]a costurnbre de hacer

saltarlosclierrtesoladeaclir,inaci6rrporlasvis.t"rn r, p"rn no fuc nosible ver c6rno estos rasgos

;;;"' "-pot.o.1o"en tribus distintas dentro de

configuraciones r:aracteristicas que daban forma y

sentido a los Proccdimientos'Estuclios cle la cultura como La rama dorada

rr los habituales volirmenes etnol6qicos compara-

itr"t, t"" ex6mcnr:s analiticos de rasgo e ignoran

todos los aspectos de la iltegraci6n cultural' Las

nr6cticas reiutilas al matrimonio o a Ia muertc

loo it,rtt."aas por trozos de conclucta elegidos sin

aiscri*i"*"i6n ie ltrs culturas mi:s diferentes' y el

estudio construye una especie de- nronstruoso Fran-

kenstein mec6nicro, "oo

iI ojo dcrecho de Fiji' -elizouie:.*do de Europa, una pierna de Tierra detr

liri"go y otra tie liahiti, y los dedos de la mano

;;;il pr'cs clc regiones d'Jerentes tambi6n' Se-

mciantc figur* ,'n "6,,",ponde

a rrua rcalidad del

#;; " i"l p..'scnte. Airarcc" rrnt.<li{icultad fun-

tlamental, la irisma c1ue, cliganros' si la psi<luiatria

terrninara con un catilogo tie los simllolos {e que

hu"".t .tro los individuo"s psic6pat'ls y no hiciesc

el estudio cle los tipos de corlcluctil sintomStica

]"tq"iroft.nia, histei'ia y cicsrirclenes maniacode*

nresivos- a clrle pcrtenect'n' El prrilcl dcl rasgo cs

'la conducta ilel ^psic6pata, y el grado en que 9s

.li.r6-i"o en la |erso'nalidad totil y su relaci6n

con todos los otios rengloncs de la erxperiencia'

aiii"t"tt completamente. Si nos interesan los pro-

cesos mentalts' s6lo podremos satisfacer nuestro'

i;*€t relaciontrnclo c'i sinrbolo l.rirrticular con la

configuraci6n total dcl intlivldrro'Ha? ,r..a irrealiclad iguahnente grande en es-

tudiol similares de la ctiltura' Si estamos interesa-

Jo, "r,

plocesos culturaies, el rinico modo en qr"rcl

;;l;;"""ocer la significaci6n dc un.dctalle dado

de conducta consiste E" pott"tlo en rclaci6n con el

foncio de los motivos, emociones y valores insti-

i"iaot en esa cultura. Lo mis escncial, asi parece

hoy, es estudiar la cutrfura viviente' conocer sus

h66itos de pensamiento y las funciones de sus

i"Jl""i"""tiy aot cunocimiento no puecle resultar'

de discccion.-tt y r*cot strucciones postntortem'

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I-a necesidad de estudios funcionales de la cul-tura hir sido subrayrrda con insistencin por Mali-rro'"r'ski. fll cliticr los hal:ituales estudios minuciososil marlera clo discccioncs posttnortenr' de orga-nisrnos quo clcbitirar:tos cst.ttdiar err su actividatll.ivic'nto y {uncioual. Uno tle los merjores y m6santigr,ros cuadros dctalltdos tlc un pireblo primitivoque han hecho posilllc lrL etnoiclgia tnotlernit, es el.

extenso relato dr: Nliriinolvski sobro los isleiros de:

Trobriand, en N{elanr:sja. Sin enrbargo, Nlalinowski,cri sus generalizaciones ctnol6gicas, se contenta consubrayar que los rasgos tienen una conexi6n vivienter,n tra culturtr de que forman parte-', en la que funcio-nan. Entonces generilliza los rasgos dc los Tro-l:rriancl -la importancia de sus obligaciones reci-pr:ocas, el cirlrlctcr local do su magia, su {arniliitdom6stica- conro r'/rlidos para el mundo primitivtl'en vez de reconocer la configuruci6n cle los mismoscomo Lrno cntre muchos tipos observados, cada unode ellos con sus orclcnamientos caracteristicos en

las esferas econ6mica, religiosa y dom6stica.El estudio dc la conducta cultrrral ,va no pucde ser

encarado cstablccien<lo la equivalencia de ordena-.mientos locales perrticulares con lo geu6rictrrnenteprimitivo. Los antrop6logos se apartan del estudio,rle la cultura prirnitiva para ir al de las culturasprim,itiaas, y las inferencias de este cambio cle 1o

singular a lo plural apenas ahora comienzan a ser

evidentes.La importancia del estudio de la configuraci6n

del conjunto cn oposici6n al an6lisis de sus partes,se acentira en uno tras otro oampo de la cienciarnodcrna. Wilhelm Steln lo hizo bdsico en su obrade filosofia y psicologia. Insiste en que la totalidadindivisa de la persona debe ser el punto de partida.

Critica los estudios atomisticos que han siclo casiuniversales tanto en la psicologia introspectiva co-mo en la experimental, y los reemplaza por: lainvestigaci6n de la configuracidn de la personali-dad" Toda la escuela clc Ia Esfrurc ture. se ha dedicadoa trabajar clc este modo eln carnpos diversos. \lio-rringi;r ha mostrado cudn fundarnental difererrcia clecriterio introduce esa escuela err el campo de lacstirtica. Y coteja el artr: altarnentc desarrollado dedos periodos, el griego y el bizantino. La criticaiurtigua, insiste, quc definia el arte en t6rminos ab-solutos y lo identificaba con los tipos cldsicos, posi-blemente no entcrrderia procesos de arie como losrepresentaclos en la pintrrr-ir o cl mosaico bizantinos.I.,irs conquistns tlt lrno no pueden srr juzgadas enfnnci6n del otro, porque cada cutrl queria alcanzilrfines cornpletamente peculiares. En su arte procrlra-rou los griegos clar expresi6n a su propio placer en liractividad; buscaron corporizar Ia idcrrtificaci6n cier

su vitalidad con el mundo objetivo. El alte bizanti-r.lor por su partr:, objetivaba la abstracci6n. objetivabaun profundo srrntimiento de separraci6n frcnte a lanaturaleza extcrior. Toda comprensi6n dc arnbosclebe tomar en cuenta, no solamente cornparacionesdr: habilidaci artistica, sino rnucho mfs las diferen-cias de intonci,dn artistica.

l"as dos forrnas fueron opuestas configuracioncsintegradas, cada una de las cuales us6 de {ormas ytipos qrre eran inconccbible's cn la otra.

La psicologia de Gestalf (configuraci6n) ha h*cho algunos trabajos muy notables para probar laimportancia que tienc el tomar corno punto departida el todo y no sLis partes. l,os psic6logos dela Gestalt han mostrado que ningirn andlisis de loselementos separados puede dar cuenta de la expe-

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riencia total en la m6s simple percepci6n sensible.No basta con dividir percepciones en fragmentos ob-

ietivos. La obra formadora subjetiva, los moldcsproporcionaclos por la experiencia pasada, son es6sr-

ciales y no pueden ser omitidos. Las'propiedad.es dototalidad" y las "tendencias de totalidad" debe,n sr:restudiadas a la vez quc los simples mecanismos dr:asociaci6n con los que la psicologia se daba porsatisfecha desde el tiempo de Locke. El conjuntr>determina sus partes; no solarncnte su relaci6n, sine;

su naturaleza misma. Entre clos conjuntos hay un:.r

discontinuidad especifica, y tocla interpretaci6n detretomar en cuenta sus naturalezas diferentes, por e.rl-

cima del reconocimiento de los elernentos similaresque hay en ambos. La obra de la psicologia de laCestalt se ha cumplido principalmente en esos carn-pos en que la prueba puede ser experimentalmentelograda en el laboratorio, pero sus inferencias vanmis all6 clue las simples dernostraciones vinculadnsa su labor.

La importancia de la inteqraci6n y de la corrfigr-raci6n fue subrayada por Wilhelm Dilthey en lasciencias sociales cn la ultima generaci6n. Su inter6sprimordial abarcaba las grandes filosofias e inter-pretaciones de la vida. Especialmente en Die Typt:rtder Weltansclwmrng anabza parte de la historia dclpensarniento para sefialar la lelatividad de los sistr."-

mas filos6ficos. Los ve como grandes expresiones dela variedad de la vida, de los genios, Lebenstim,m.u.n-gen, de actitudes integradas cuyas categorias frrn-damentales no pueden ser resueltas una en otra.Arguye vigorosamente contra la suposici6n de qtrealgunas de ellas puedan ser definitivcrs. No establcceque sean culturales las diferentes actitudes que dis-cute; pero su obra, por haber tomado para esturlio

ias grandes configuraciones filos6ficas y periodoshist6ricos como el de Federico el Grande, ha condn-cido naturalmente a un reconocimiento m6s y misconsciente del papel de la cultura.

Este reconocimiento ha tenido su expresi6n. m6sdefinida en Osvgald Spengler. So Decaclancia de Oc-cidste debe el titulo, no a su tema de las ideasde destino, corno llama a la modelaci6n dorninankrde una cir,'ihzaci6n, sino a una tesis que no tienerelaci6n con nuestro estudio presente, esto es, queesas configuraciones culturales. tienen, como un or-ganismo, un lapso de vida que no pueden exceder-Esta tesis del sino de las civilizaciones es sostenidir.sobre Ia base del traslado de los centros culturalersen la civilizaci6n occidental y la periodicidad de al-tas conquistas culturales. Apoya esta descripci6n era

la analogia, que nunca puede ser m6s que una analo-gia, con el ciclo del nacimiento hasta la muerte cie

los organismos vivientes. Cree que cada civilizaci6ntiene su juventud vigorosa, su fuerte edad adulta ysu senectud en desintegraci6n.

Es esta irltima interpretaci6n cle la historia la quegeneralraente se identifica con La Decaderwia deOooid.ente; pero el an6lisis m5s valioso y original dcSpengler es el que hace de las configuracionesopuestas dentro de la civilizaci6n occidental. Distin-gue dos grandes ideas de destino: la apolinea, dclmundo cl6sico, y la f6ustica, del mundo moderno.El hombre apolineo concebia su alma "como uncosmos ordenado en un grupo de partes excelentes""En su universo no habia lugar para su voluntad, yel conflicto era un mal que su filosofia vituperaba.La idea de un desarrollo interno de la personalidacnle era extrafla, y veia la vida como bajo la sombrade la catAstrofe siempre brutalmente amenazadora

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desde fuera. Sus culminaciones tr6gicas eran destruc-ciones desenfrenadas del agradable paisaje de laeristencia. normtrl. El mismo acontecimiento podiahaber sr-rcedi<.lo a otro individuo del mismo modo ycon los misrnos resrrltados.

For otra partc, su cuaclro fhustico es el de un;rf'ucrza quc lrrcha irrtcrrnina];lcrncnte con obst6culos.Sr.r versi6n clcl curso clc la viclt individual es Ia dcr

un desarrollo interno, y las cat-fstrofcs clc'la existen-cia se produccn corno Ia cuhninaci<in incvitable desus preferencias y experiencias pasaclas. EI conflictoes la esencia de la existcncitr. Sin 6l no tienc sentidola vida personal; sin 6l s6lo puedcrr ser alcanzadostros valores mis superficiales de la existencia. Elhornbre f6ustico anhelir lo infinito, y su arte procutlalcanzarlo. La {hustica y la apolinea son interpreta-ciones opuestas de la existenciit, y los valores quesurgen en la una son extrafios v triviales para la otra.

La civilizaci6n del mundo clisico estaba constnii-da sobre la visi6n. apolinea clc lrr vida; cl mundornodemo ha estaclo elaborando en todas sus institu-ciones las inferencias de la visi6n f6ustica. Spen-glcrr da tambi6n una ojeada a la concepci6n delegipcio, "que se vein a si rnismo como movi6ndosepor.. una estrecha e inexorablemente prcscrita sendnvital para llegar por fin arnte los jueces de la mr.rerte",y sobre la magia, con su. estricto dualismo de cuerpoy alma. Pero sus grandes asuntos son l<l apolineo y lo{6ustico; considera las matem6ticas, la arquitectur.a,la mirsica y la pintura como expresi6n de estas dosgrandes filosofias opuestas de diferentes periodos dr:Ia civilizaci6n occidental"

La imprcsi6n confusa que producen los voltimenesde Spenglcr cs debida s6lo en parte a la manera desu presentaci6n. En grado aun mayor es la conse-

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cuencia de las complejidades no resueltas de lascivilizaciones de que trata. Las civilizaciones occi-dentales, con su diversidad hist6rica, su estratifica-ci6n en ocupaciones y clases, su incomparable ri-queza de detalles, no fueron airn suficientementccntendidas para ser resumidtrs en un par dc f6nnu-ias. F'uera de ciertos circulos intelectualcs y artisticosmuy restringidos, el hornbre fiiustic<1, si alguna vezexisie, no tiene su carnino propio en nlrcstra civili-zaci6n. Est6n los fuertes hombre,s dc acci6n y los"Ilabbits" tanto como los fdusticos, y rringrin cuadroctnoi6gico satisfactorio cle la civilizaci6n modernapuede ignorar tales tipos constantcn-rcnte lepetidos.Es legitimo caracterizar nuestra pauta ctrltural cornoplenamente extravertida, orientacla en. Lnta intermi-nable actividad mundana, en la invenci6n, en elgobierlo, y, como dice Edward Carpentcr,

-tomando

sus trenes interminablemente". Y es igualmente le-gitimo caracterizarla como f6ustica, con. un anhelocle infinito.

Antropol6gicamente hablando, el cturdro de Spen-gtrer de las civilizaciones del mundo sufre del hechode que en su obra trata la sociedad moderna estra-tificada como si tuviese la homogcneidad esencialde una cultura primitiva. En el presente estado denuestro conocimiento, los datos hist6ricos de la cul-tura europea occidental son demasiado complejos ylas diferencias sociales demasiado minuciosas paraprestarse al an6lisis necesario. Por sugestivo que eltexto de Spengler sobre el hombre fiustico resultepara un examen de la literatura y la filosofia euro-peas, y aunque sea iusta su acentuaci6n de la rela-tividad de los valores, su an6lisis no puede serdefinitivo puesto que cabe trazar otros cuadrosigualmente v6lidos. Retrospectivamente, quizi sea

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posible caracterizar de modo adecuado un conjuntogrande y complejo como Civilizaci6n Occidental.Pero a pesar de la importancia y la verdad del pos-tulado cle Spengler de inconmensurables ideas dedestino, al preserrtc la tentativa de interpretar elmundo occidcntal en t6rminos de algrin rasgo dadotermina cu confusi6n

Una de las justificaciones filos6ficas para el estu-dio de los pueblos primitivos es que tros fen6merrosde las culturas m6s simples pueden poner en clarohechos sociales que de otro modo son desconcertan-tes e inaccesibies a la comprobaci6n. En ningunaparte es esto m6s verdadero que trat6ndose de lirsconfiguraciones culturales fundarnentales y distinti-vas que modelan la existencia y c\ondicionan lospensamientos y emociones de los individuos qu€)participan en esas culturas. Todo el 1:roblema de laforrnaci6n de la pauta de los hhbitos del individuobajo la irrfluencia de la costumbre tradicional, puc:deser mejor cornprcndido al presentarse a trav6s delestudio de los pueblos rn6s simples. Esto no significaque los hechos y procesos que podemos descubrir clc:

este modo est6n limitados en su aplicaci6n a lascivilizaciones primitivas. Las con{iguraciones cultu-rales son igualmente coactivas e igualmente signifi-cativas en las sociedades mds elevaclas \r mis c,:rnr-plejas de que tenemos conocimiento. Fero aqui cImaterial es demasiado intrincado y clemasiado cer*cano a nuestros ojos para poder considerarlo con6xito.

La cornprensi6n que necesitamos dc nuestros pro-pios procesos culturales puede ser rn6s econ6rnica-mente lograda rnediante un rodeo. Cuando las re-laciones histllricas de los seres humanos y sus in-mediatos antecesores en el reino anirnal fueron

demasiado intrincadas para ser utilizadas en el esta-blecimiento del he.cho de la evoluci6n biol6gica,ernple6 Darwin en lugar de ellas la estructura delos escarabajor; y, asi, los procesos que en la com-pleja organizaci6n fisica del hombre son confusos,se hicieron transparentes en su l6gic:r al emplearun rnaterial m6s sirnple. Lo mismo ocurre con elestudio de los mecanismos culturales. Nccesitamostodas las luces que podamos obtener del estudioclel pensamiento y de la conducta tal como estinorganizados en los grupos menos complicados.

IIe elegido tres civilizaciones primitivas para des-cribirlas con algdn detalle. Unas pocas culturas en-tendidas como coherentes organizaciones de con-ducta son mfs ilustrativas que muchas tomadassolamente en sus puntos cuhninantes. I.a relaci6ncle las motivaciones y fines con los renglonesseparados de la conducta cultural, en el nacimiento,en la pubertad, en el matrimonio y en la muerte,nllnca puede ser puesta en claro pol una visi6n queabarque el muudo. Debemos atenernos a una tareamenos ambiciosa, a Ia interpretaci6n de los mriltiples aspectos de unas pocas culturas.

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