Benjamin, Walter - Obras. Libro IV. Vol. I. Apartado Imágenes Que Piensan

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    O B R A S

    libro IV/vol.l

    WALTERBe n j a m n

    Cha r l es B a u d e l a i r e, Ta b l e a u x p a r i s i e n s

    Ca l l e de d i r eccin n i ca

    A l em a n e s

    I n f a n c i a en B e r ln ha ci a el m i l n o v eci en t o s

    Imgenes que piensan

    Satiras, polmicas, glosas

    Reportajes

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    Imgenes que piensan (Denkbilder) es el ttulo bajo el que los editores alemanes de las presen-

    tes Obras completas de Walter Benjamn han reunido varios textos qvie tienen un carcter

    similar a los del libro titulado Calle de direccin nica. El ttulo procede de uno de esos textos.

    [Nota del editor espaol.]

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    IM GENES QUE PIENSA N

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    W a l t e r B e n j a m n y Asj a L a c i s

    NP0LES[I]

    Eiace ahora uno? aos, un sacerdote que haba com etido actos con si-derados inmorales era transportado encima de un carro por las callesde Np oles. Iban pasendo lo entre insultos. Al do blar una esquina

    apareci un cortejo de boda. El sacerdote se pone de pie, hace elsigno de la bendicin y todos los que iban tras el carro caen de rodi-llas. En esta ciudad el catolicismo es capaz de restablecerse en cual-quier situacin. Si desapareciera de la faz de la Tie rra , el ltimo lugar

    del que desaparecera tal vez no sera Roma, sino Npoles.Este pueblo no puede recrear con ms seguridad su rica barbarie,

    surgida del corazn de la ciudad, que hacindolo en el seno de laIglesia. El necesita al catolicismo, pues ste le proporciona unaleyenda la fecha marca da en el calend ario de un m rt irque legaliza

    todos sus excesos. Aq u naci A lfon so de Lig or io, ese santo que flexibi.iz la praxis normada de la Iglesia catlica para que pudiera irsiguiendo hbilmen te el oficio de picaros y putas y con trolarlo con laconfesin que l supo com pen diar e n tres volm enescon p en iten -

    cias severas o suaves. La confesin, y no la polica, est a la altura de laautoadministracin tanto del crimen como de la camorra.

    De esta manera, quien ha sufrido un dao y quiere recupera r lo quele pertenece jams piensa en llamar a la polica, sino que acude directa-mente a un camorrista o bien lo hace a travs de un mediador civil o un

    sacerdote. Y entonces acuerdan un rescate. Desde Npoles a Castellammare, po r los arrabales proleta rios , se extiende el cuartel genera l de lacauiorra. Pues esta criminalidad tan peculiar evita aquellos barrios en

    que quedara a di sposicin de la polica. Est discretamente repartida por

    la ciudad y su pe riferia , y esto es lo que la vuelve peligrosa. E l viajero b ur-gus que avanza kasta Roma yendo siempre de una obra de arte en otra

    como a lo largo de una empalizada no se sentira a gusto en Npoles.

    I Publicad o el 19 e agosto de I 9'-45 en Frankfurter %itung. A d o rn o pen saba que la

    interv enci n dt ;\sja Lac is en la redacc in de este texto sin duda fue m nim a, perono existe base d ocum ental para llegar a esta conclu sin . To do s los dems textos son

    slo obra de Benjamn.

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    2 5 2 IMGENES QUE PIENSAN

    N o h aba m anera ms grotesca para dem ostrarlo que organizandoall un congreso internacional de filosofa. Uno que se deshizo en el

    hum o de la ciudad sin de jar huella, m ientras la proyectada celebra-

    cin del sptimo cen tena rio de la universid ad a la que de ba servirle

    en calidad de aureola de hojalatase desplegaba con el rotundo

    estruendo propio de una fiesta popular. Los invitados a los que les

    haban sustrado todo el dinero y la documentacin en un abrir ycerra r de ojos se pre senta ron ap esadum brados a reclamar en la secre-

    tara. Pero el viajero banal habitual no se orienta mejor. El Baedekerno lo tranquiliza: aqu no hay manera de encontrar las iglesias, lasesculturas ms interesantes estn en un ala cerrada del museo y contralas obras de la pintura local previene la palabra m an ierism o .

    Lo nico de que se puede disfrutar es de su famosa agua potable.

    La pobreza y la miseria se hacen tan contagiosas como se les suele pre-

    sentar a los nios, y el absurdo miedo a ser engaado tan slo es la

    triste racionalizacin de aquel sentimiento. Si realmente, como dijoPladan*, el siglo X I X invirti el orde n medieval y natural de las nece-

    sidades vitales de los pobres , si impu so la vivien da y el vestido a costade la alimentacin, aqu se ha renunciado a estas convenciones. Un

    mendigo que est tumbado en la calzada y apoyado en la acera, agita

    su sombrero con la mano como quien se despide en la estacin. Aqula mise ria te lleva hacia abajo, al igual que hace dos m il aos conducaa las criptas: el camino a las catacumbas pasa hoy todava por un jar-

    dn de los suplicios**, y sus guas an son los desheredados. La

    entrada al hospital de San Gennaro dei Poveri es un complejo de edi-ficios blancos que se va atravesando p o r dos patios. A ambos lados de

    la calle estn los bancos de los incurables, y cuando sales te siguen conunas miradas que no delatan si se aferran a tus ropas para ser libera-

    dos o para expiar pecados innombrables. En el segundo patio, lassalidas de las habitaciones estn enrejadas; tras ellas ios lisiados exhi-ben sus m uo nes y su mayo r alegra es ver a los despreven idos transe-

    ntes que se asustan al verlos .

    * Tal vez se trte del escritor y ocultista francs Jos ph in Pladan (18 58 19 18 ). [N.

    del T.]

    ** Alusi n al ttulo de un libro de Octave M irbeau (l 8 4 8 i g i 7) [N . del T .]

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    NPOLES

    U n anciano va hac iendo de gua y acerca un fa ro l hacia un I nifment de algn fresco pintado en los primeros tiempos del ciislin

    nismo. Y ento nce s pr on u nc ia esa palab ra q ue viene siend o maj.;i< ndurante siglos; pronuncia: Pompeya. Todo lo que el fora.sleio

    desea, adm ira y paga es Po m pe ya . Y ese Po m pe ya hace irresisl i

    ble la im itacin en ye so de los restos de un tem plo, el collar compuesto

    de masa de lava y hasta la pe rson a de l pio jos o gua. E l fetiche es especialmente milagroso, porque lo han visto muy pocos de los que viven

    de l. En todo caso, es ms que com pren sible que se est construyend ouna flamante iglesia de pereg rinac in pa ra la milagrosa Mad onna queah reina. Pues en este edificio, y no en el de los Vettii, vive Pompeyapara los nap olitano s. A l fin y al cabo, se es el luga r do nd e la picaresca

    y la miser ia estn en su casa.

    Los fantasiosos relatos de los viajeros han coloreado la ciudad, que es

    en realidad de co lor gris: ro jo g ris, o cre gris y blan co g ris. Y es i i spor completo frente al mar y el cielo. Pero esto no es problema panel visitante. Pues quien no capte las formas tiene poco que ver en eslesitio. La ciudad es rocosa. Vista desde arriba, desde el castillo de San

    Martn, d ond e no llegan los gritos, la ciudad parece m uerta al ano

    checer, se confunde casi con la roca. Apenas si queda una franja deorilla, y por detrs de ella los edificios se agolpan. Las casas de vecinos, con seis o siete pisos, parecen rascacielos en comparacin con las

    villas. Y en la propia ro ca, cuando llega a la oril la , han excavado cue

    vas. G om o en los cuadros de erem itas del XI V, aqu y all hay unapuerta encajada en la roca. Si la puerta est abierta se ven grandesstanos, que son al t iempo dormitorio y almacn. Unos escalonesconducen al mar, bajando hasta los bares de pescadores instalados en

    grutas naturales. Por la noche sube desde ellos la luz sin brillo y la

    msica suave.La arquitectura es po rosa com o lo es esa piedra. Co nstru ccin y

    accin se van fu nd ien do den tro de los patios, en las arcadas y las escaleras. Se preserva el espacio para que le sirva de escenario a unas cons

    telaciones imprevistas y nuevas." Se evita lo definitivo, lo acuado.Ninguna situacin parece estar pensada, tal como es, para siempre,ninguna figura imp one que haya de ser a s y no de otra m an era .

    As se alza aqu la arquitectu ra, la pieza ms conclu yente que posee lartmica com un itaria. Civilizada, privada y orden ada slo en los gran

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    254 IMGENES QUE PIENSAN

    des hoteles y en los almacenes de los muelles; anrquica, enrevesada ypueblerina en las cal les del centro, hacia donde han abierto final-men te unas grandes avenidas hace apenas hoy cuarenta ao s. Y sloen stas la casa es, en sentido n rd ico , clula a pa rtir de la que n ace laarquitectura urbana . P or el contra rio, en el inte rior lo es el bloque decasas, que aparece ensamblado en sus esquinas por las imgenes

    murales de la Virg en como si lo ce rraran unas grapas de hie rro .Na die se orienta p o r los nm eros de las casas, pues los puntos de

    apoyo son las tiendas, las iglesias, las fuentes. No siempre son senci-llos de encontrar. Pues la tpica iglesia napolitana no resplandece en

    una plaza enorme, limpiamente visible con su nave mayor, su cpulay su coro . Se en cuentra n orm alm en te escondid a, em potrada; ame nudo hasta las altas cpulas slo se ven desde uno s pocos sitios, y ni

    siquiera entonces es sencillo encon trarlas; pu es resulta impo sible dis-tinguir la masa de la iglesia de la masa compuesta por los edificios

    profanos que hay a su alrededor. El forastero ah pasa de largo. Puesla puerta no llama su atencin, ya que a menudo es slo una cortina,mientras en cambio para los iniciados es un portal secreto. Slo unsimp le paso los traslada del revo ltijo de los sucios patios a la soledadpu rificad a de la alta y blanca nave de un a iglesia. Su existen cia privadaes la barroca desembocadura de una vida pblica de enorm e inte nsi-dad. Pues aqu lo privado no se muestra entre cuatro paredes, con lam ujer y los hijos, sino e n la devocin o en la desespe racin. Las callessecundarias dejan ir resbalando la mirada por sucias escaleras haciaunas tabernas en las que, escondidos tras esas grande cubas que pare,

    cen ser columnas de iglesia, tres o cuatro hombres beben separados,cada uno en su asiento.

    En aquellos rincones se hace muy difcil averiguar dnde an sesigue construyendo y dnde ha comenzado la ruin a. Nada est cerrado

    y t erm in ado. Tal p orosid ad aqu se debe no s lo a la in dole ncia propiadel trabajador meridional, sino ante todo y sobre todo a la intensapasin de improvisar. Siem pre ha de haber espacio y ocasin para unanueva ocu rrenc ia. Los edificios as son em pleados en calidad de teatrospopulares. Tod os estn divididos en un sinfn de escenarios animados

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    NPOLES 255

    calle napolitana, disfruta plenamente de su ocio an sumida en mitadde la pobreza,contemplando los varios escenarios. L o que oc urre aquen las escaleras es la ms alta escuela de teatro. Unas que nunca estnpuestas completamente al descubierto, mas tampoco encerradas den-

    tro de la caja enrarecida que es la propia de la casa nrdica, sino quesalen en ciertos puntos de las casas de manera parcial, doblan la

    esquina y desaparecen para reaparecer poco despus.

    La decoracin de las calles se encuentra estrechamente relacionadacon la decora cin teatral tambin respecto de los m ateriales. El papel

    es el protagonista. Espantamoscas rojos, azules y amarillos, altares de

    papeles de colores levantados contra las paredes, rosetas de papelenvolviendo pedazos de carne cruda. Luego las diversas variets consvs habilidades especficas. Uno est arrodillado en el asfalto,teniendo a su costado una cajita; y en esta calle, que es una de las ms

    a ,imadas, con algunas tizas de colores pinta en la piedra un Cristo, ydebajo la cabeza de la V irge n. En torn o a l se va form and o u n c orr o;entonces el artista se levanta, y, m ientras espera ju n to a su obra,quince minutos o incluso media hora, los que lo rodean van dejandocaer unas monedas poco a poco sobre los miembros, la cabeza y eltronco que componen su figura. Hasta que el artista las recoge, todoel mundo se marcha y la imagen al fin desaparece en muy pocos ins-

    tantes bajo las pisadas que la borran.Otra de las habilidades que decimos, y no de las ms raras, es

    cjm er m acarrones con las m anos. A cambio de dinero lo hacendelante de los forasteros. Otras cosas tienen sus tarifas. Los vendedo-

    res pedirn un precio fijo por las colillas de los cigarrillos sacadas delas grietas con cuidado tras la hora de cierre del caf. (Antes las bus-caban con antorchas). Junto a los restos de los restaurantes, crneos

    de gatos hervidos y moluscos, las colillas se venden en los puestos delbar rio del puev to. Y po r todas partes se oye msica: no esa triste,propia de los patios, sino resplandeciente, en plena calle. E l amp lioorganillo callejero, que viene a ser una especie de xilfon o de funci n

    ver tica l, est toao adornado con textos de cancio nes de colo res, que

    aqu pueden comprarse. Uno le da vueltas al manubrio, y otro acerca

    el plato a los que se detienen distrados. As, de esta forma peculiar,

    todo lo alegre es tambin mvil: la msica, y los helados y juguetes sedifunden a lo largo de las calles.

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    IMGENES QUE PIENSAN

    Esta msiquilla es el residuo que queda de los ltimos das festi-vos, as com o un p relu dio de los prxim os. Dado que, en efecto , el

    da festivo impregna de manera irresistible cada uno de los das labo-

    rables. La porosidad es de este modo ley inagotable de esta vida que

    redescubrimos sin cesar. Digamos que una pizca de domingo seencuentra escondida dentro de cada da de la semana, y una de cadada laborable se encuentra escondida en el domingo.

    Y , sin em bargo, no hay una ciu dad que se pueda m archit ar ms

    rpidamente de lo que lo hace Npoles en esas pocas horas que leimpone el descanso dominical. La ciudad est llena de motivos festi-

    vos que han id o anid ando dentro de lo m enos llamativo. B aja r ah las

    persianas equivale al hecho de, en otras ciudades, izar la bandera.

    Nios como teidos de colores pescan en arroyos color azu1 oscuro y

    alzan la mirada hacia las torres de unas iglesias maquilladas de rojo.Por sobre las calles cruzan cuerdas en las que la ropa est tendida

    como banderas en fila. Una especie de soles delicados se inflaman enlas cubas de cristal llenas de bebidas gran izadas. Y hay pab ellone s quelucen da y noche con los plidos jugos aromticos en los cuales lalengua aprende en qu consiste la porosidad.

    Mas cuando la poltica o bien el calendario lo deciden, todas estas

    cosas separadas y ocultas se renen en una fiesta ruidosa, que normal-mente suele culminar con unos fuegos artificiales sobre el mar. As,

    una nica fra nja de fuego se extiende las noches de ju lio a septiembrepo r la costa entre Npo les y Saler no . Se ven de repente grandes bolas

    de fuego ora situadas sobre So rren to, ora sobre M ino ri o Praiano,pero las hay siemp re sobre N poles. El fuego tiene aqu traje y sustan-cia, y esto por ms que se encuentre sometido a las artimaas y a lasmo das. Cada p arro qu ia debe super ar a la fiesta que hacen los vecinos

    a travs de tinos nuevos efectos de luz.Con ello se muestra lo que es el elemento ms antigno, que es de

    origen chino, esa magia celeste de los cohetes que se despliegan enform a de drag n, que resulta ser muy sup erior a la pom pa telrica: esdecir, a los soles pegados al suelo y al crucifijo rodeado por el brillo

    del fuego de Santelmo. En la playa, los pinos del Ja rd n P blico fo r-man como un claustro, y, las noches de fiesta, cuando uno pasa a sutravs, una lluvia de fuego va anidando en todas y cada una de suscopas. Pero no es un sueo. Es la explosin quien obtiene el favor

    popular de la apoteosis. En Piedigrotta, la fiesta grande de los apo

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    NPOLES

    ltanos, este gusto inf an til po r el ru ido m uestra u n rostro salvaje. Km

    la noch e del 8de septiembre unas bandas de hasta cien personas rcco

    rren las calles; soplan en cucuruchos gigantescos, cuyas abertura se

    revisten colocndoles mscaras grotescas. Quieras o no quieras, te

    rodean y de la boca de incontables tubos sale un sonido bronco que

    destroza tu odo . M ucho s neg ocios se basan justam ente en este espec-

    tculo. Los nios que vocean los peridicos arrastran a lo largo de laboca los titulares de Romay del Corriere diNapolicomo si fueran barritisde regaliz. Sus gritos son manufactura urbana.

    El lucro caracterstico y ms pro pio de Np oles roza el jue go de azar, yadems se aferra al da de fiesta. La conocida lista de los siete pecadoscapitales deposit en Gnova la soberbia, la avaricia en Florencia ( I o n

    vie jo s ale m anes eran de otra o p in i n y ll am aban f lo r e n c ia r a loque se suele llamar el amor griego), la lujuria en Venecia, la clera

    en B olo nia , en M iln la gula, la envidia en la gran R om a y la perezaen Npoles. La lotera, que en ningn otro lugar de Ital ia es ms

    voraz y arrebata dora, es el tipo ex ac to de la vid a econm ic a napolitana. Por eso, todos los sbados a las cuatro la gente va a agolparse'

    ante la casa donde se extraen los nmeros. Npoles es una de las pocasciudades con sorteo propio. Con lotera y monte de piedad, el Estadoatenaza al proleta riad o: eso que le da con una ma no se lo va quitando

    con la otra. La embriaguez reflexiva y liberal de los juegos del azar, enque participa toda la familia, es sustitutiva de la alcohlica.

    A ella se as im ila la vida econm ica. Hay un hom bre al lado de unagran calesa desenganchada y puesta en una esquina. La gente se vaagolpando en torno a l. El pescante est abierto; el vendedor sacaalgo de den tro y lo va elogiand o sin para r. An tes que puedas verlo, elobjeto desaparece sustituido por un papel rosa o verde. El vendedorlo levanta con su mano, y lo vende al instante por unos pocos cnti-mos. C on los mismos gestos m isteriosos va sustituyendo un objeto

    tras otro. Habr quiz un premio en ese papel? O bien hay paste-les con una moneda al interior de uno de cada diez? Por qu la

    gente es tan vida y el vendedor tan impenetrable como lo era el magode Aladino? Lo que l va vendiendo slo es pasta de dientes.La subasta es fundamental para esta peculiar economa. El vende-

    dor a mbu lante que desde las ocho de la ma ana ha ido com enzando a

    desempaquetar sus productos, como paraguas, chales y camisas, y a

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    IMGENES QUE PIENSAN

    r selo s m ostrando a ese pblico sie m pre desconfiado, tal com o si lmismo antes que nadie tuviera que examinar la mercanca, y queluego de pronto se acalora y propone precios tan fantsticos queofrece un gran pauelo po r quinientas liras, p ero luego, una vez que

    lo despliega, vuelve a plegarlo con gestos de cansancio, rebajando suprecio a cada nueva doblez que lo reduce, hasta que, finalmente,

    cuando ya es tan pequeo que lo deja encima de su brazo, lo acabavendiendo por cincuen ta , se mantiene fie l estrictamen te a las ms vie -ja s prcticas de las antiguas feria s anuales. Se cuenta n unas historia smuy bonitas de la afici n n apo litana al regateo. En una plaza repleta,a una m ujer m uy gruesa se le cae su aban ico. M ira a su alreded or de s-am parada, pues sus formas le imp iden el agacharse para recog erlo.Entonces aparece un caballero que se declara dispuesto a prestarle lmismo ese servicio por cincuenta liras. Negocian, y la dama recuperasu abanico finalmente po r diez.

    Bello desorden en el almacn! Pues tanto el almacn y como latienda todava son aqu lo mismo: simplemente, bazares. Lo mshabitual es un pasillo largo. En uno que est cubierto de cristal hayuna hermosa tienda de juguetes (en la que tambin puede comprarse

    perfume, e incluso vasos de licor) comparable a las galeras de locuentos. Gomo galera, en realidad, se nos abre la calle principal deN poles, la V ia Toled o. Es un a de las calles con ms trfico de las quehay en el mu nd o. A uno y otro lado de este estrecho pasillo apareceexpuesto todo le que ha llegado a la ciudad portuaria, y todo fresco,

    crudo, tentador. Solamente en los cuentos se describe esa hilera quehas de ir reco rriendo sin m irar ni a derecha ni a izquierda si no quie-res caer en las mands del diablo. Tambin aqu hay unos grandesalmacenes, que en las dems ciudades suelen ser el imn que va atra-

    yendo a los com pradores; mas no tienen encanto , y el surtido que hayen su espacio minsculo es superior a el los. Pero, con unas pocasexistencias com o balon es, jab n o choco late, surge n de donde esta-

    ban escondidos en los pequeos puestos de la venta ambulante.

    La vida privada es mestiza, parcelada y porosa. Lo que distingue a

    Npoles del conjunto de todas las grandes ciudades es precisamente lo

    que tiene en co m n co n cualquier poblado de hotentotes: toda acti-

    tud o actividad privada se encuentra inundada por corrientes de ur/i

    intensa vida comunitaria. El existir , que para los noreuropeos sin

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    NPOLES 259

    duda es el asunto ms privado, aqu es un asunto colectivo, como en

    un poblado ce botentotes.Por lo tanto la casa no es el refugio en que entran las personas,

    sino ese depsito sin lmites del que las personas van brotando. Lo

    vivo no sale s lo p o r las puerta s. Y no va slo al vestbulo , donde la

    gente trabaja sentada en sus sillas pue s tien en la capa cidad de c o n -

    vert ir su cuerpo en una mesa. Los enseres propio s de la casa cu elgande los balcones muchas veces, como si fueran tiestos cargados conplantas. De las ventanas de los pisos superiores salen en unas cuerdasunas cestas para el cor reo , la fruta y la verdu ra.

    A l igual que la casa reapare ce en la ca lle , co n sus sillas, altar y ch i-menea, tambin, pero de forma mucho ms ruidosa a su vez la calleentra en la casa. Hasta la casa ms pobre est llena de cirios, junto asantos de yeso, fotos en montn en las paredes y grandes camas dehierro, al igual que la calle est repleta de carros, de personas y de

    luces. La miseria ha llevado aqu a cabo una peculiar ampliacin delos lmites que es sin duda un reflejo de la brillante libertad de esp-ritu. Para do rm ir y comer no hay hora rios, y a menudo tampoco haym lugar.

    Cuanto ms pobre es un barrio, tambin ms numerosos los figo-nes. E n la calle hay fogo nes en los cuales cua lquiera p uede coger loque precise. Los m ismos platos saben de m anera bastante diferen tecon cada coc inero ; no se guisa al tunt n, sino se hace siguiendo unasrecetas muy bien acreditadas. La forma en que la carne y el pescado

    estn expues' os en el escaparate de la trattoriams pequea tiene unmatiz que alcanza ms all de las exigencias del experto. Este pueblode viejos m arineros ha creado en el mercado del pescado un re fugioque muestra yna grandeza holandesa. Estrellas de mar, pulpos y can-grejos de las ricas aguas de su golfo cubren todos los bancos y a

    menudo son devorados crudos slo con un poco de limn. Hasta los

    banales animales terrestres ah resultan fantsticos. En el piso cuartoo quinto de estas grandes casas de vecinos puede incluso haber vacas.Los animales no salen a la calle, y sus pezuas son al fin tan largas que

    y* no pueden ni ponerse en pie .

    Pero, cm o do rm ir en estas casas? A h dentro se meten todas las

    c?mas que caben, pero aunque stas sean seis o siete, tan slo suele ser

    na mitad dei nm ero de los que viven en ellas. P or eso resulta muyhabitual que po r la noch e, a las doce , o incluso a las dos, todava haya

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    26o IMGENES QUE PIENSAN

    nio s en la calle. A m edioda du erm en, tras el m ostrado r o er la

    escalera. Este sueo, que tambin hom bres y mujeres recuperan a tre-

    chos en rincones en sombra, no es el protegido ce los nrdicos.

    Tambin a este respecto se entremezclan el da y la noche, ruido y

    silencio, luz exterior y oscuridad intern a, el hogar y la calle.A s sucede in clu so en los juguetes. L lorosa, con los colores pli-

    dos del KindIde Mnich*, se ve a la Virgen en las paredes de las casas.El Nio, que ella extiende como un cetro, lo encontramos tambinigual de rgido, todo envuelto en paales y sin brazos ni piernas, encalidad de mueco de madera en las tiendas ms pobres de SantaLuca. Compuestos de estas piezas, los muecos pueden ponersedonde quieran. El redentor bizantino, que tambin lleva un cetro en

    sus manitas y una varita mgica, sigue hoy mantenindose. Detrs seve una m adera tosca, s lo se pin ta el lado delantero. Traje azul, pun-tillas blancas, orlas rojas y mejillas rojas.

    Pero el demonio de la impudicia se ha infi ltrado en algunosmuecos, que estn expuestos en los escaparates bajo el papel de car-

    tas, las pinzas de madera e incluso las ovejas de hojalata. En unos

    barrios tan superpoblados los nios saben todo en cuanto al sexc con

    enorme rapidez. Si es que acaso llegan a ser demasiados, si el padremu ere o si la mad re est enferm a, no hay que rec ur rir a los parientes

    ms o menos cercanos. Una vecina acoger a su mesa a un nio porun tiempo, o incluso a veces durante mucho tiempo, y de este modolas familias se entremezclan en unas relaciones que equivalen a las de

    una adopcin.

    Los cafs son los autnticos laboratoriQs de este gigantesco proceso demezcla. La vida nunca puede ir a sentarse en ellos para luego estan-carse. Los cafs de Npoles son siempre unos sobrios espacios abier-

    tos del mismo tipo del caf poltico; el caf burgus y literario propiode Vien a es lo co ntrario. Los cafs napolitanos tambin son contun-dentes. No es posible quedarse mucho rato en uno. Una taza deespresso bien caliente esta ciud ad es tan ins up era ble en todo lo que

    hace a las bebidas calientes como en sorbetes, heladc s y mantecados

    * El Kindi es un nio que desde hace siglos simboliza a la ciudad de Mnich. [N. del

    T .]

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    MOSC

    invita al cliente a salir enseguida. Las mesas brillan tanto como el

    cobre, suelen ser pequeas y redondas, y los obesos se han de dar la

    media vuelta titubeantes en el propio umbral. Slo algunas personas

    pueden estar sentadas, y eso por poco tiempo. Para hacer su pedido,

    con tres rpidas seas de la mano les basta.El lenguaje de gestos aqu llega an ms lejos que en cualquier

    otro sitio del conjunto de Ital ia. La conversacin es por completoimpenetrable para el forastero. Orejas, nariz, ojos, pecho y hombros

    son como estaciones em isoras que a su vez los dedos van po nien do enmarcha. Este reparto se da del mismo modo en lo que respecta a suerotismo, con caprichosa especializacin. Los diversos gestos auxilia-

    res, como los co ntactos impac ientes, llam an la atencin del forasterocon una regularidad tan extremada que excluye el azar. Aqu seria

    vendid o y tra ic io n ado , pero el bondadoso napoli tan o lo en va unoskilmetros ms all, lo enva hasta M ori. Vedere Napoli epoiM ori , le diee

    utilizando un viejo chiste. V er N poles y despus m o rir , traduce eldespistado forastero.

    MOSC[2]

    i

    Al estar en M osc se aprende a ver a B e r ln m ucho ms rpid am enteque no el pro pio M osc. Para qu ien vuelve de Rusia, B erl n pareceestar recin lavada. No hay suciedad, pero tampoco nieve. Se ven lascalles tan tristemente limpias como se percibe en los dibujos deGrosz*. Y tam bin re sulta ms patente la verd ad vital que hay en sus

    tipos. Sucede con la imagen tanto de la ciudad como de las personaslo mismo que con la imagen propia de los estados espirituales: la

    2 Public ado en la revista Die Kreatur en el 1 9 2 7 [Benjam in estuvo en Mosc entre el 6

    de diciem bre de 19 2 6 y el I de febrero del ao 19 2 7 ; fue una poca de calma rela -tiva: la lucha entre los dirigentes comunistas por suceder a Lenin (que haba muer-

    to en enero del 1924) impidi a stos perseguir intensamente a los miembros de la

    oposicin. Cuando Stalin elimin a sus rivales, a fines de 1927 comenz la fase

    ms brutal de la dictadura sovitica. N . del T .]

    * George Grosz (1 8 9 3 - 1 9 5 9 ), dibujante expresionista. [N. delT.]

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    262 IM GENES QUE PIENSAN

    nueva ptica que se obtiene de ellos es el fruto firme e indudable acuna estancia en Rusia. Con ello, aunque conozcas poco a Rusia, lo que

    vas aprendie ndo es a observar y a ju zgar a Europa con el conocim ie ntobien consciente de aquello que est ocurr iend o en Rusia. Eslo es sinduda lo pr im ero que obtiene en Rusia el europeo perspicaz. P or eso,la estancia en Rusia es para los forasteros una piedra de toque muy

    precisa. Te obliga a elegir tu punto de vista. Por supuesto, en el fondo,la nica garanta del conoc imiento correcto es tomar po stura antes dellegar. E n Rusia solamente puede ver el que ya se haya decidido. E n u npunto de inflexin histrico como ese que el hecho de la R us ia sovi-tica tal vez no establece, p ero que s indica, la cuestin no es qu rea-lidad es mejor, qu voluntad est en el mejor camino, sino ms bien:

    qu realidad se hace convergencia interio r con la verd ad?, qu ve r-dad se prepara interiormente para converger con lo real? Slo aquelque d aqu una respuesta clara es objetivo. Pero no frente a sits

    contem por neos (en realidad no se trata de eso ), sino antes bien frentea los acontecimientos (dado que esto es lo decisivo). Slo aquel que enel seno de la decisin hace una paz dialctica con el mundo puede cap-tar lo concreto. Pero el que quiera decidirse a partir de la base de loshechos ver cmo los hechos le van dando la espalda.

    A l volver de scubres so bre to do una cosa: que B erln es una ciudaddesierta. Las perso nas y grupos que se mueven p or sus calles tienen lasoledad a su alrededor. El lujo de Berln te parece indecible. Empieza

    ya en el m ism o asfa lto, pues las aceras son de anchura prin cipesca,

    convirtiendo al pobre en un seor que pasea por la entrada a su can-tillo. Las calles de B er ln se encuentran p or tanto regiamente so lita-rias y desiertas. Pero no slo en el barrio del Oeste*. En Mosc haytan slo tres o cuatro lugares en los cuales puedes avanzar sin aquellaestrategia de empujar y serpentear que has aprendido en la primerasemana (al tiempo que la tcnica de moverse en el hielo ). Gu ando lle-gas al bulevar Staleshnikov, respiras aliviado: por fin puedes detenertedescuidado ante los escaparates y seguir tu cam ino sin p articipar en ellento serpenteo al que la estrecha acera ha acostumbrado a la mayor i.

    En el distinguido barrio del Oeste transcurri enteramente la infancia de

    Ben jam in ; vase en este volumen el l ib ro de 1 9 3 2 1 9 3 8 t itulado Infancia en Berln hacia

    el mil novecientos. [N. del T . ]

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    MOSC 263

    Pero qu lleno (y no slo de un nmero sobreabundante de perso-nas) se encuentra Mosc, y qu vaco y muerto est Berln! En Mosclas mercancas salen de las casas por doquier, se disponen colgadas enlas vallas, se apoyan en las verjas y repo san so bre el pavim ento . Cadacincuenta pasos hay mu jeres vend iendo cigarrillos, m ujeres con fruta,mujeres con dulces. Tie ne n al lado un cesto para transportar la me r-

    canca, y a veces tambin un pequeo trineo. Un trapo de lana decolores protege ah del fro a las manzanas o naranjas que venden, yarriba del todo hay dos ejemplares como muestra. Al lado aparecen

    figuras de azcar, caramelos y nueces. Es como si, antes de salir decasa, una abuela buscara todo lo necesario pa ra con seguir sor pre nd era sus nietos. Ah or a se ha detenido en plena calle a descansar un poc o.En las calles de B er ln no hay estos puestos c on trineo s y sacos, y bs-culas y cestos. Co m parad as co n las calles de M osc, las de Be rln sonuna pista de carreras vaca y limpia por la cual los corredores en su

    com peticin de una semana avanzan sin sentido, inconso lables.

    La ciudad parece ya entregarse en la estacin de ferrocarril. Los quios-cos, las lmparas de arco y los bloques de casas de repente cristalizan enfiguras que sabemos que nunca volvern. Pero esto se deshace encuanto busco nombres. Tengo que retirarme para hacerlo... Al princi-pio no se ve nada ms que la nieve: la nieve sucia que ya ha ido fra-

    guando y la limp ia que avanza lentam ente. Gu an do llegas, com ienza elestadio imVntil. En el grueso hielo de estas calles hay que volver aapr end er a andar. La selva de casas es tan im pe ne trable que la m iradaslo capta lo que brilla. U n luciente rtulo co n la inscripcin K fi r resplandece al inic io de la noch e. Y la pe rcibo com o si la Tverskaia, la

    vieja calle hac ia T ver que sigo ahora , en realidad fu era una ca rre tera yalrededor no se viera nada ms que la inme nsa llanur a. Antes de des-

    cubrir el verdadero paisaje de Mo sc, antes de ver su ro verdad ero, yantes de encontrar sus verdaderas alturas, cada cruce se vuelve para mla sospecha de un ro, cada nm ero inscrito en un p ortal es una seal

    trigonom trica y cada una de sus plazas gigantescas parece ser un lago.

    Cada paso en efecto se da aqu sobre un suelo co n no m bre. Y encuanto ve un o de esos nom bres, la fantasa construye todo un b arrio en

    un momcr o en torn o a ese son ido. Lue go esto va a ir con tradiciendo

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    266 IMGENES QUE PIENSAN

    soviets, ya no se pueden masticar en pblico). Los puestos de comidase am onto nan alrede dor de las bolsas de trabajo. En ellos se vendenpasteles calientes y salchichas asadas en ro dajas. Pero todo sucede en el

    silencio, sin que se escuchen gritos ni pregones co mo esos que emitenlos vendedo res del sur. A q u los vended ores se dirigen a los diferentestransentes con discursos serios, reposados, susurrados incluso, quetienen algo de la humildad de los mendigos. Slo una casta recorre

    ruidosa las calles: los traperos, siempre con su saco a las espaldas; sugrito melanclico resuena a travs de cada barrio una o varias veces

    po r semana. La venta am bulante es en parte ilegal y p o r eso procur ano llamar la atencin. Unas mujeres que llevan en las manos, sobreun a capa de paja, algo de carne cruda, o un jam n , o un pollo , estnpuestas de pie y ofrecen su mercanca a los que pasan. So n ven ded o-ras que carecen de permiso. Son demasiado pobres para pagar la tasade un puesto de venta y no tien en el tiempo de hacer cola durantemuchas horas para ob tener una co ncesin semanal. Si de pron to seacerca un m iliciano , ellas salen co rrien do a toda prisa. La venta calle-

    je r a se cu lm in a en lo s grandes m ercados de la Sm ole nskaia y delA rbat. Pero ta m bi n de la Suja re vskaia . Este m ercado, que es el msfamoso, se encuentra debajo de una iglesia que se alza con sus cpulasazules por sobre los puestos. Pero antes se pasa por el barrio de loschatarreros, que depositan sin ms sus mercancas encima de la nieve.

    A q u hay m uchas vie ja s cerraduras, ju n to a cin ta s m tr ic as, h e rra -mientas, enseres de cocina, y mucho material electrotcnico. Tam-

    bin se hacen aqu reparaciones; po r ejem plo, he visto soldar c on un

    soplete. Pero no hay asientos, y todo el mundo est puesto de pie, ohablando o vendiendo. En este mercado se reconoce la funcinarqu itectnica de la m ercanca: los trapos y las telas van form and opilastras y columnas; los zapatos, walinki, que cuelgan de los cordonesencima de las mesaj del mostrador, sirven de tejado a cada puesto;unas grandes garmoshkas (acordeones) form an m uros son oros, como

    si fueran muros de Memnn*. No s si en los muy escasos puestos

    * Alu sin a los colosos de M em n n, dos esculturas de pied ra que flanqueab an la

    en trada al^ m p lo fun erario del faran egipcio Amen ofis III . A con secuen cia de las

    grietas provocadas por un terremoto, la escultura ubicada al norte emita sonidos

    misteriosos cuando iba avanzando la maana, tan pronto como el Sol calentaba la

    piedra. [N . del T .]

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    MOSC 267

    donde se ven imgenes de santos todava se venden en secreto esosextraos iconos cuya venta ya prohibi el zarismo. En ellos puede

    verse a la Madre de D io s con sus tres m anos. Est se m ides uda. Desdeel ombligo asciende una m ano robusta y bien form ada. A derecha e

    izquierda se extienden las otras dos, que hacen el gesto de la bendi-cin. Las tres manos sirven como smbolo pa ra la Santsima Tr inida d.

    Y he visto otra im agen de la M adre de D io s que nos la m uestra con elvientre abie rto, de ah sa len nubes en lu gar de tr ip as, y en m edio deellas baila el N m o Jes s, que sujeta un violn con u na m ano. Go m o la

    venta de ic onos ta m bi n form a parte del com ercio de im genes enpapel, estos puestos de imgenes de santos se encuentran situados

    ju nto a los puestos de papele ra , rodeados p o r tanto p or diversas im -genes de Le nin , al que representan detenido entre dos gendarm es. Laabigarrada vida callejera no desaparece por completo de noche. En laoscuridad de los portones te encuentras pieles en montones tan altos

    como casas. Los serenos se acurrucan dentro, sentados en sillas, y, devez en cuando se levantan, siem pre muy lenta m ente .

    4

    Los nios son importantes en la imagen de las barriadas proletarias.A h son ms nu m erosos que en cua lq uier otro b arr io , m ovi ndosepor ellos con mucha ms decisin y diligencia. Pero todos los barriosclf M osc rebo san de n io s, y en ellos ya hay un a jer ar q u a c om u-

    nista. En lo mp alto estn los komsomoles, porque son los mayores; tie-nen sus clubes en todas las ciudades, siendo el mejor vivero que tienepartido. Los nios ms pequeos a los seis aos se convierten en< pioneros. Tambin ellos se renen en sus clubes y llevan puestauna corbata re:a como su orgulloso distintivo. Por ltimo, los bebsse denom inan '

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    268 IMGENES QUE PIENSAN

    Mosc existen hace aos los llamados locales para nios>>. Normal-

    mente se encuentran dirigidos por una empleada que slo suele tener

    un ayudante. Su tarea consiste en abordar a los nios que andan por

    su bar rio. Se reparte comida y se organizan jueg os. A l princ ipio vie-nen veinte o cuarenta nios; pero cuando u na directora hace bien su

    trabajo, a las dos semanas pu eden ser ya varios centenares. Lo s m to-dos pedaggicos tradicionales nun ca sirven de m ucho al parecer conestas masas de nios. Para llegar a ellos, para conseguir ser odo por

    ellos, hay que hablarles directa y claramente, de la misma manera quese habla en la calle, igual que en la vida colectiva. En la organizacinde estas bandas de nios la poltica no es una tendencia, sino unobjeto de estudio tan directo y tan obvio, un material tan claro y evi-

    dente como lo son comercios y muecos para los nios burgueses. Sitenemos en cuenta que la directora est obligada a supervisar a los

    nios ocho horas al da, es decir , mantenerlos ocupados, y, porsupuesto, darles de comer, llevando la contabilidad de lo que se gastaen leche, pan y otros materiales, si tenemos en cuenta que la directoraes responsable para todo esto, nos resulta evidente que este tipo con-creto de trabajo deja muy poco tiempo a la vida privada de aquel quelo ejerce. Pero en medio de todas las imgenes de una miseria infantil

    no superada, el que preste atenc in ver una cosa: el orgu llo liberado

    de los proletarios concuerda como tal con la actitud liberada igual-men te de los nio s. A l visitar los museos de Mo sc, la m ejor sorpresa

    es contemplar cmo los nios y los trabajadores se van moviendo con

    no rm alidad po r todas estas salas, ya sea en g rupo s (a \eces girando entorno a un gua) o de manera individual. Pues aqu no se ve ese des-nimo de los muy escasos proletarios que apenas se atreven a mos-trarse a los dems visitantes de nuestros museos. Por cuanto en Rusiael pro letariado ha empezado realmen te a toma r posesin de la culturaburguesa, mientras que en Alemania los pocos proletarios que lointentan parece que estuvieran preparndose a un robo. Porsupuesto, en Mosc hay tambin algunas colecciones en las que lostrabajadores y los nios parecen sentirse a gusto en seguida. Por

    ejemplo, el Museo Politcnico, con sus mil lares de experimentos yaparatos; docu m entos y maquetas sobre la historia del trabajo y de laindu stria. O tro ejem plo es el Museo del Jug ue te, que, bajo la exce-lente direcci n de Bartra m , ha ido reu nien do una instructiva y valiosacoleccin de juguetes rusos, resultndoles til po r igual a los invest

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    MOSC 269

    gadores y a los nios, que se pasean horas por sus salas (a medioda

    hay un gran teatro gratuito de tteres, al que slo resulta comparable

    en belleza el del Luxemburgo parisino). Otro ejemplo ms es lafamosa Galera Tretiakov, que nos permite comprender por vez pri-mera lo que significa la pintura de gnero, y adems por qu es tanadecuada en el caso co ncreto de los rusos. E l proleta rio halla aqu losdiversos temas de la historia de su movim iento: C on sp irad or s o r-prendido por los gendarmes, Regreso de un desterrado de Siberia , L a p ob re institutriz en el da en que empieza a trabajar en lacasa de un rico comerciante. El que estas escenas estn representa-das a la man era p ro pia de la pintu ra burgu esa sin duda que no es algonegativo, sino que las acerca ms al pblico que ahora las contempla.

    Gom o Proust seala varias veces, la edu cacin artstica no vien e direc-tamente fomentada por la contemplacin de obras maestras. Elnio o el proletario que se estn educando considera que son obra

    maestras cosas distintas que un coleccionista. Estos cuadros tienenpara l significado slido, aunque efmero, mientras el criterio msestricto slo le es necesario frente a aquellas obras actuales que serefieren a l, o a su trabajo y a su clase,

    5

    La me ndic idad n o es agresiva, com o sucede en el sur, don de el insist irdel andrajoso delata un resto de vitalidad. Aqu, la mendicidad es

    como una gran cor po raci n de m oribu nd os. Las esquinas de las callr.sde muchos barrios se encuentran ocupadas por fardos llenos de andra

    jo s: camas del gigante sco lazareto ten did o al aire libre y llam adoM os c . U no s largos discursos imp lorantes se dirigen a todos I o n que pasan. U no de los mendigos va emitiendo un largo quejido en vozmuy baja en cuanto ve acercarse a una persona de la que espera a lgo; a.siaborda a los forasteros que no saben ruso. Otro mendigo adopta laactitud de aquel po bre para el cual San M artn est partien do su abrigocon la espada en los cuadros antiguos: se arrodilla con los dos bra/.os

    extendidos. Poco antes de las Navidades, dos much achos cub iertos conharapos se sentaban cada da en plena nieve ante la fachada del Muscode la Revolucin, realizado lo cual lloriqueaban. (Nunca habranpodido hacerlo as ante las puertas del viejo Club Ingls, que era el rn,s

    distinguido de Mosc, al que antes perteneciera ese edificio). Habra

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    270 IMGENES QUE PIENSAN

    que conocer tan bien Mosc como realmente lo conocen estos niosmen digos. El los saben que en un cierto m om ento y que jun to a unacierta tienda hay un rincn al lado de la puerta en el que puedencalentarse durante diez minutos; ellos saben, en dnde, durante ciertoda de la semana y a cierta hora del da pueden conseguir para comerunos mendrugos de pan, y dnde habr despus un sitio l ibre para

    po de r d orm ir entre anas caeras apiladas. H an convertido su me nd i-cidad en una forma de arte con variaciones y esquemas incontables.Controlan en los r incones animados a los que van a la panadera,hablan con un diente y lo van siguiendo e im ploran do, hasta que les da

    un trozo de su b o llo . Otros estn apostados en una estacin gran de deltranva, e ntran en un vagn, cantan una ca ncin y jun tan unos kopeks.

    Y hay algunos lugar es , en realidad muy pocos, donde la venta am bu-lante tiene el aspecto de la mendicidad. Unos cuantos mongoles seapoyan en la pared de Kitai Gorod. Apenas se separan cinco pasos los

    un os de los otros para vend er sus carteras de pie l; y, cada uno de ellos,tiene exclusiva y justam ente la misma m ercanca. T ien en que estar deacuerdo sin duda enlre ellos, pues no pued en hacerse competencia de

    forma tan intil. Muy probablemente, en su pas el invierno no sea

    men os du ro, y sus abrigos deshechos en harapos no son peores que losde los nativos. P ero, a pesar de ello, estos m ongoles son las nicas pe r-sonas en Mosc a las que compadeces por el clima. Hay incluso algu-nos sacerdotes que piden limosna con destino a su iglesia. Pero es raro

    ver que alg uie n d algo. La m endic id ad aqu ha perd id o su base ms

    slida, es decir, esa mala conciencia social que abre los bolsillos msfcilmente que la compasin. Por lo dems, parece una expresin de lainmutable miseria de estos mendigos (o quiz slo sea consecuencia deuna organizacin inteligente) que de todas las instituciones de M osc

    ellos sean los nicos fiables, y que conserven siempre su lugar mientrastodo cambia en torno a ellos.

    6

    Ca da pen sam iento, cada da y cada vida se ve aqu com o pu esto sobre lamesa de un lab ora torio. Y cual si fuera u n metal del que hay que

    extraer por cualquier medio cierto material desconocido, hay que

    hacer con l experimentos hasta el ms comp leto ago tamiento. Y n in -gn organismo, ni ninguna posible organizacin, puede sustraerse a

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    MOSC 271

    este proceso. Los empleados son reagrupados y trasladados en el inte -

    rior de las empresas, las oficinas en los edificios, y los muebles, en fin,en las viviendas. Las nuevas ceremonias destinadas a imponer un nom-bre, del mismo modo que los matrimonios, se celebran se celebrandentro de los clubs como si fueran instituciones experimentales. Losreglamentos cambian de un da para o tro, per o tamb in las paradas del

    tranva; las tiendas se convierten en restaurantes y, semanas despus,en oficinas. Esta asombrosa reordenacin (que aqu l lamanremonta) afecta no a Mosc: a toda Rusia. Dicha pasin contienetanto una ingenua voluntad de hacer el bien como una infinita curio-sidad. Muy pocas cosas determinan actualmente con ms fuerza aRusia. El pas est movilizado da y noche, y tambin el partido, antesque nadie. Lo que sin duda distingue al bolchevique, al comunista

    ruso, de sus camaradas de occidente es su disposicin sin condicionesa una completa movilizacin. La base de su existencia es tan exigua que

    el bolchevique est siemp re perfectam ente dispuesto a la partida. Pues,de lo con trario , no estara a la altura propia de esta vida. E n qu otrolugar es hoy posible que un da un destacado militar sea nombrado

    director de un gran teatro? El actual director del Teatro de la Rev olu-

    cin es de hecho un antiguo general. Es verdad que era un escritorantes de convertirse en general victorioso. Pero adems, en qu otropas se pod ran or un as historias como la que contaba el otro da po rejemplo el porLero de mi ho tel? Hasta el 192 4 trabajaba en el K re m -lin. Pero un da le vino un imprevisto y fuerte ataque de citica. El

    partido hizo quf. lo trataran sus mejores mdicos, lo envi a Crimea atomar all baos de bar ro , lo someti a radioterapia. Co m o nada tuvoxito, le dijero n: U sted necesita un puesto en el que pueda cuidarse,

    estar sentado en un lu gar caliente, n o ten er que moverse en ab solu to.

    Al da sigu iente era portero de un hote l. Cuando se cu re , reto rnar alK rem lin. A l fin y al cabo, la salud de los camaradas es pro pied ad valio-

    ssima del partido, que, en determinadas circunstancias, puede a dop -tar cualquier medida que crea necesaria en relacin con la conserva-cin de una persona, incluso sin tener que consultarle. As lo exponeal menos Bors Pilniak en uno de sus magnficos relatos*. Un alto fun

    Bors Pilniak, Cuento de la Luna no apagada, del ao 1 9 2 7 ; el protagonista de esta nove-la es el general Mijal V . Frunze (1 8 8 5 1 9 2 5 ). Nacido en 1894., fue deportado en

    19 3 5 ; no se sabe cundo mu ri este escritor. [N . del T .]

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    IM GENES QUE PIENSAN

    cionario es operado contra su voluntad, y po r fin muere. (Pilniak men -

    ciona un nom bre muy famoso entre los de los mu ertos de los ltimos

    aos). Ning n saber ni capacidad se queda aqu sin ser aprovechado por

    la potente vida colectiva. El especialista es el modelo de una completa

    objetividad, siendo por ello el nico ciudadano que representa aqualgo efectivo fuera del crculo de la accin poltica. Aveces, el respeto

    que ste insp ira roza claram ente el fetichismo . A s, la Academ ia de laG uerr a contrat como p rofeso r a un gen eral que tena una fama terro-

    rfica po r su comp ortamiento en la G uerra Civil. Iba haciendo ahorcarsin ms prembulos a todos los prisioneros bolcheviques. Los europeos

    no p odem os com pren der este punto de vista, que subordina el prestigio

    ideolg ico a las condiciones objetivas. Pero este hecho tambin es carac-terstico en el lado contrario. No slo los militares del imperio zaristade repente se ponen, como es sabido, al servicio de los bolcheviqxies.Con el tiempo, tambin los intelectuales regresan como especialistas a

    los puestos que sabotearon en la Guerra Civil. La oposicin como seentiende en Occiden te inteligencia que se encue ntra al ma rgen y que

    languidece bajo el yugono existe, o mejor dicho: ya no existe. O firmun alto el fuego con los bo lchev iques con algnnas reservaso ha sido

    sin ms exterminada. H oy en Ru sia no hay otra op osicin, en especial

    fuera del Partido, que la ms leal. Pues esta nueva vida sin duda es unacarga muy pesada para el que la observa desde fuera. Soportar esta vidaociosamente es del todo imposible, pues, en cada uno de sus detales,slo se vuelve hermosa y comprensible a travs del trabajo. Incorporar

    unas ideas propias a un campo de fuerzas presupuesto, poseer un man-dato po r ms que ste sea virtual, el contacto orga nizado y garantizadocon los diferen tes cam arad as... esta vida se encu entra tan ligada a estascosas que el que renuncia a ellas o el que no las puede conseguir se atro-

    fia espiritualmente po r com pleto com o si estuviera algunos aos ence-

    rrado solo en un a celda.

    7

    El bolchevismo ha eliminado por completo la vida privada. Los car-gos, la poltica y la prensa son tan pod eros os que no queda n i tiempopara intereses que no confluyan con ellos. Por lo dems, tampocoqueda espacio. Las viviendas que antes albergaban en sus cinco u ochohabitaciones a una sola familia ahora aco gen tranq uilamente a ocho.

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    MOSC

    A l entrar a una casa se est entr ando a una pequea ciu dad o a vece,s

    incluso a un hospital de campaa. Ya en el mismo vestbulo puedes

    dar con camas. Entre las cuatro paredes tan slo se pernocta, y por lo

    general el escaso inventario es todo cuanto queda de los trastos

    pequeoburgueses, que resultan an ms deprimentes porque la casatiene pocos muebles. Al mobiliario pequeoburgus le pertenece elcompleto conjunto: algunos cuadros tienen que cubrir las paredes;

    unos almohadones, el sof; unas fundas, los mismos almohadones;unas figuras cubren las repisas; cristales de colores las ventanas.(Todas estas viviendas p eque ob urgue sas so n campos de batalla p ol-los cuales ha ido pasan do, v ictoriosa, la fu ria m erca ntil del capital; nln

    ya no puede darse nada hum ano). De esto slo han quedado algunascosas. Todas las semanas, por ejemplo, cambian de sitio los muebles

    en un os cuartos ya casi vacos: es el n ico lujo que la gente se perm itecon ellos, siendo al tiempo un medio radical para expulsar de la casa

    hasta la ltima huella de confort, junto con la melancola tanintensa que se paga siemp re p or tene rlo. T odo s so por tan su existenciaah den tro po rq ue su mod o de vida les ha alejado de ella. Su residencia ahora es la oficina, es el club, es la calle. Del viejo ejrcito de un

    cionarios mviles aqu slo se encuentra lo q ue fuera su train. Las coitinas y biombos, que slo suelen llegar a media altura, multiplicanpor fuera el nmero de habitaciones disponibles. Pues cada ciudadao slo tiene derecho a trece metros cuadrados de superficie habitable. Por la vivienda paga de acuerdo con sus ingresos. El Estado

    aqu todas las casas son de su pro pie da dles cobra u n rub lo al mes alos parados a cuenta de la misma su perficie p o r la que, quienes tienenms din ero , pagan sesenta rublos y hasta ms. Q uien pretenda dispo ner de ms espacio del establecido de ese modo sin duda ha de pagaruna cantidad considerable si no lo puede justificar laboralmenle.

    Adem s , aparta rse del cam in o m arcado conduce a u n aparato bur

    crtico enorme, as como a unos costes gigantescos. El afiliado a unsindicato que p resenta un certificado de enferm edad y sigue el prot edimiento norm almen te previsto puede alojarse en un m odern o sana

    torio, acud ir en Crim ea a un balneario y someterse a costosos tratamientos con rayos sin pagar un cntimo por ello. Pero el que est almargen del sistema puede pedir limosna y arruinarse si no es miernbro de esa nueva burguesa que s puede pagar varios miles de rublo*para conseguir el tratamiento. Las cosas que no se pueden justificar ni

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    274 IMGENES QUE PIENSAN

    interior del marco colectivo exigen un desproporcionado sacrificio.Por la misma razn no hay vida h og are a, ni cafs tampoco. Librecomercio y libre inteligencia han sido totalmente eliminados. Esto haquitado a los cafs su pb lico. Para despach ar los asuntos privados yaslo quedan el club y la oficina. Pero ah se acta siempre a las rde-nes de ese nuevo b)>t, lo que significa el nuevo entorno para el que slo

    existe la funcin clel creador colectivo. Los nuevos rusos piensan queese medio es hoy el nico educador fiable.

    8

    Para los ciudadano s de M osc cada da est siempre repleto. A todashoras se celebran reunion es en oficinas, fbricas y clubs; a men udo nodisponen de un lugar, as que se celebran en el ngulo de una redac-cin bien ruidosa o en una mesa de cantina. Siemp e hay una especie

    de seleccin natural y como una lucha por la vida en cada una de estasreun iones. E n cierto m odo , es la sociedad la que las disea y planifica,

    siendo tambin la que las convoca. Pero esto tiene que hacerse muchasveces hasta que una de tantas reunio nes sale p o r fin b ie n , es capaz de

    vivir , est adaptada, tien e realm en te su lu gar. Que nada pase como estpensado , que nada ocu rra com o se esperaba, esta expresin banal de loreal como lo conocemos en la vida se manifiesta aqu en cada caso demodo tan intenso e inquebrantable que el fatalismo ruso se vuelve cla-ramente comprensible. Si en el conjunto de lo colectivo se impone

    gradual y lentamente lo que es el clculo civilizatorio, por el momentoesto slo va a complicar an algo la cuestin. (Una casa que slo tieneve las est ms preparada que una casa que tie ne luz el ctr ic a, pues lacentral elctrica se viene estropeando sin parar). Pese a la actualracionalizacin, el valor del tiempo no es conocido ni siquiera en

    la propia capital de Rusia. El Trud, el Instituto Sindical de Estudio delas Cien cias del Traba jo que dirige Gastiev, im puls u na campaa con

    carteles po r la mejora de la puntualidad. Desde entonces m uchos relo -je ro s se haii es ta blecid o aqu, en 'M osc, donde se agolp an de fo rm atodava medieval y gremial entre K usnetzky Most y la Uliza G erzena, enel conjunto de unas pocas calles. Pero quin los va a necesitar? El

    dicho E l tiempo es or o , cosa que de mod o sorpren dente se le atri-

    buye a Lenin en algunos carteles, muestra un sentimiento por com-

    pleto ajeno a los rusos. Los rusos pierden el tiempo en cuanto pueden

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    MOSC 275

    (Se podra d cir que los minutos son como un aguardiente del quenunca se hartan, de manera que el tiempo los embriaga). Cuando enplena calle rued an alguna escena para una pelcula, los que pasan olvi-dan dnde iban, observan el rodaje durante horas y llegan perturbadosal trabajo. Parece pues que el ruso va a seguir siendo a sitic o en loque hace al tiempo. Una vez tuve que pedir que me despertaran a las

    siete: Por favor, maana llmenme a las siete. Lo cual inspir alSchwejzar,como llaman al portero del hotel este monlogo ms que sha

    kespeareano: S i pensamos en ello, d espertaremos; si no pensamos,uo nos despertamos. Por lo general pensamos en ello, y entonces sin

    duda despertamos. Pero aveces sin duda lo olvidamos, al no pensar en

    ello. Entonces, claro es, no despertamos. Porque no es nuestra obliga-cin; pero si se nos ocurre, s lo hacemos. A qu hora q uerr que lodespierto? A las siete? Vam os a apuntar. Y a ve que dejo esta nota aqu.Sino lavemos, no lo despertaremos. Pero, generalmente, desperta-

    mos. La unidad de medida temporal es la palabra ssitschass, que signi-fica en seguida. Eso lo puedes or como respuesta diez, veinte o

    treinta veces, y pasan horas, das o semanas hasta que la promesa al finse cumple. No es fcil or un n o como respuesta. Y es que de la res-

    puesta negativa ya se encarga el tiempo. De ah que las catstrofes tem-porales y las colisiones en el tiempo estn a la o rde n del da, co mo laremonta de que hablamos. Gracias a ellas cada hora est repleta,cada da es agotado r, cada vida se vuelca en el instante .

    9

    Ir en tranva po r M osc es ante todo una e xperien cia tctica. E l quellega aprende aqu a adaptarse al ritmo peculiar de la ciudad y de supoblacin, mayoritariamente campesina. Y tambin ve cmo se entre-

    mezclan el imp ulso tcnico y la for m a de existencia primitiva: el expe -rimen to hist rico un iversa l que es el p ro pio de la nueva Rusia lo

    reproduce a pequea escala un viaje cualquiera en el tranva. Las revisoras, envueltas en su abrigo, se sientan en su sitio en el tranva comolas mujeres samoyedas en el inte rior de su trineo . La subida a un vagn

    que va repleto exige siempr e algunos em pujo nes hech os de resistencias

    y de im pulsos que se desarrollan en silencio y con una gran cord ia li -

    dad. (Nunca he odo pronunciar ni una mala palabra en esta delicada

    circunstanci V Una vez dentro, empieza la aventura. Por las ventanas

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    IM GENES QUE PIENSAN

    siempre congeladas nunca se ve dnde est el tranva. Aunque, si loaveriguas, no te sirve de mucho. El camino hacia la salida queda obs-truido p or el tap n hum ano . Dad o que se sube por ia parte trasera y se

    baja por la parte delantera, hay que abrirse paso a travs de la masa. En

    general, el viaje se produce a empellones; y, en las estaciones impor-tantes, el tranva casi se vaca. As tambin en el caso de Mosc el tr-

    fico es sin duda en buena parte un m od erno fenm eno de masas. Pue-des toparte un a caravana de trineos que imp ide p asar po r un ? calle,dado que la carga que exigira un camin va siendo parcialmen te trans-

    portada mediante cinco o seis grandes trineo s. Y aqu los trineos pien-san siempre primero en el caballo, slo despus en el pasajero. Ade-ms, no cono cen n ing n lujo . Un a bolsa de paja para el caballo y unamanta para el pasajero: de verdad eso es todo. En el banquito slocaben dos personas; y, como no hay respaldo (si no llamamos as a unborde bajo), hay que mantener el equilibrio en las muchas curvas

    repentina s. To do est hecho pen sando en ganar la mayor velocidad; losviajes larg os no son recom endables en cuanto hace fr o , p o r ms quelas distancias son enormes dentro de este pueblo gigantesco. El trineo,el iswoschtschik, va avanzando muy pegado a la acera. El cliente no va

    como sentado en un tron o, no queda po r encim a de la gente, y con sumanga roza a los peatones. Esto es una experiencia sin duda incompa-rable para el tacto. M ientras los euro peos van viajando a gran velocidadmientras disfrutan de su seoro y superioridad sobre la gente, el mos-covita viaja introducido en un trineo pequeo, mezclado con las per-

    sonas y las cosas. Guando adems lleva una caja, una cesta o un nioel tr ineo es el m edio de transporte ms barato par?, todas estas cosas,

    el moscovita se ve en verdad embutido en el trajn de la calle. Aqu nohay ya mirada desde arriba, sino tan slo un roce delicado, y percibidoa gran ve locidad, con las piedras, persona s y caballos. De este modo, te

    sientes como ^.n nio que se va deslizando por su casa sobre una sillita.

    IO

    La Nav idad es una fiesta del bosqu e ru so. C o n sus abetos, sus velas ysus adornos se instala por semanas en las calles. I ues el Adviento de

    los cristianos ortodoxos se une a la Nochebuena de los rusos que cele-bran la fiesta segn el calendario occidental, que es tambin ahora elnuevo calendario, el oficialmente establecido. Creo que en ningn

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    MOSC

    otro lugar se ven u nos ado rnos tan bon itos colgados de los rboles de

    Navidad. Hay barquitos y pjaros y peces, y casit as y frutas que se igol

    pan en tiendas y m ercad os ca llejeros , y elNM useo Ku star ny , dedicado

    al Ar te P op ula r m on ta en este tiemp o cada ao un a especie de le m

    navidea. En una cruce encontr a una mujer que venda adornoipara el rbol. Aquellas bolas rojas y amarillas relucan al Sol; como un

    cesto encantado de manzanas dentro del cual rojo y amarillo se reparten en frutas difere ntes . Lo s abetos van atravesando p or la calle en 11 ineos. Los pequeos los adornan slo con cintas de seda; en la eaquias hay unos bosquecillos con trenzas azules, o rosas o verdes. (Ionello los jugu etes nav ideo s van dic iend o a los ni os , aun que NnnNicols no sea aqu el que los haya trado, que ellos proceden de hnprofundidades de los bosques de Rusia. Es como si la madera verdeciera slo en manos rusas. La madera verdece y enrojece y se cubre deoro, toma el colo r azul y, fin alm ente, se cong ela negra. Y es que ule

    ms, en ruso, ro jo y b ello son la misma palabra. Y sin duda lalea que va ardiendo dentro de la estufa es la ms mgica de las Irainformaciones de todo el bosque ruso. La chimenea no parece ardermejor en nin g n sitio com o aqu. El fuego pre nde en todas las made

    ras que antes el campesino talla y pinta. Y, cuando las cubre con barniz, hay fuego congelado en sus colores. Rojo y amarillo en la balnlaika, como negro y verde en la garmoschka, que es ese pequeroacorden de los nios, y adems todos los matir~s en los treinta y eihuevos enc errad os un os d entro de otros. Pero tam bin la noche

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    IMGENES QUE PIENSAN

    dra, y a la izquierda un arbo lito d esnud o, sin hojas. So bre el delantalde la mujer leemos lo siguiente: mosselprom; es decir, la soviticaMadonna de los cigarri l los.

    1 1

    El verde es sin duda el mayor lujo del invierno en Mosc. Pero en latienda de la Petrovka no relucen siquiera con la mitad de belleza queen la calle los ramos de claveles, de rosas y de lirios de papel. En elmercado son el nico producto que tiene un puesto fijo, y aparecen

    ora entre los vveres, ora entre cacerolas y tejidos. Pero las flores bri-llan ms que cualquier otra cosa, ms que la carne cruda, ms que laslanas de colores e incluso que las siempre relucientes bandejas. Por

    A o Nuevo an hay otr os ram os. E n la plaza de Strastn aia me en con-

    tr de pasada unas varitas que llevaban pegadas unas flor es ro jas, blan-

    cas, verdes y azules, cada rama de un color distinto. Al hablar de lasflores de Mosc sin duda n o se puede n o lvidar las heroicas rosas navi-deas. Tampoco las alargadas malvarrosas para las pantallas que el

    vendedor lleva por las calles. N i las cajitas de cr istal llen as de flo res, enmedio de las cuales aparece la cabeza de un santo. Tampoco lo qu lahelada inspira aqu, los trapos campesinos, cuyos dibujos, que vancosidos en una lana azul, imitan la escarcha que cubre las ventanas.Ni, por ltimo, esas candentes flores tostadas de azcar en la superfi-

    cie de las tartas. El pastelero de los cuentos.infantiles parece sobrevivir

    slo en M osc. Slo aqu hay dulces hechos solam ente co n hilos deazcar, esos concs dulces en los que la lengua se resarce del amargo

    fro. Ah la nieve y las f lores se unen por completo en el almbar;sumida en l, la flora de mazapn parece haber cumplido finalmenteel autntico sueo invernal de Mosc: florecer desde el blanco.

    12

    El poder y el dinero son en el capitalismo magnitudes conmensurablesmu tuament^. Un ;; cantidad dada de dinero siempre p uede cambiarsepor un cierto poder determinado, y el valor de venta de un poder

    igualmente se puede calcular. As sucede siempre en general. Slo se

    puede hablar de corrupcin cuando este proceso se gestiona de una

    manera demasiado abreviada. Este proceso tiene en todo caso en la

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    MOSC 279

    interrelacin que se pro du ce entre la prensa , las autoridades y los trustssu concreto sistema de distribucin, dentro de cuyos lmites est legali-zado. El Estado sovitico lia interrumpido esta comunicacin dadaentre el dinero y el po de r. E l Estado reserva el po de r al Partido, m ien -tras el dinero se lo cede al nepman*. Es impensable que alguien que des-

    empee un cargo en el Partido, aunque sea muy alto, se quede con

    algo para asegurarse su futuro o pensando en sus hijos. El Par-tido Comunista garantiza a sus miembros un mnimo de existencia;pero lo hace en la prctica, sin estar obligado a ello. Y , a cam bio, co n-

    trola las ms remotas actividades econmicas de sus afiliados, mientras

    que limita sus ingresos a un total de 2 5 rublos al mes. Esta barreraslo se puede sobrepasar mediante actividades literarias al margen de lapropia pr ofes in . La vida de la clase dom inante se somete a esta disci-plina. Pero su p oder no slo consiste en la capacidad de gobernar. La

    actual Rusia no es un Estado de clases, sino directamente un Estado de

    castas. Esto quiere decir que la posicin social de un ciudadano ya nola establece el aspecto exterior, representativo, de su existencia (tal

    como lo son la ropa o la casa), sino su relacin con el Partido. Esto esdecisivo hasta para aquellos que no le pertenecen al Partido de modoinmediato. Tambin estas personas tienen oportunidades de trabajomientras que no rechacen pb licamente el rgim en. Y tambin entreellas existen diferencias muy precisas. Pero por ms que sea exagerada(o que est superada) la idea europea de que el Estado ruso oprime

    totalmente a quienes piensan de otra manera, fuera de Rusia en cam-

    bio casi no se conoce la aterradora exclusin social que aqu sufre elnepman. De otra manera no podra explicarse el silencio y la descon-

    fianza que se pe rcibe n n o solamen te frente al fora stero. Si pregun tas a

    alguno que no conozcas mucho qu opina de una obra de teatro cualcruier'a o de una pelcula del m on tn , norm alm ente te respon der conesta frmula: P o r aqu se d ic e ... , o: P red om ina la conviccin dequ f\... Y dan diez vueltas en la lengua a dicha frase antes de pr on un -

    ciarla delante de extraos. Pues, en cualquier momento, el Partido

    * Nepman s ign if ica ho m b re de la Nueva Polt ica Econ m ica (N E P ) . La N EP estu-

    vo en vig or en '.re 1 9 2 1 y 1 9 2 8 : a la vis ta de la ca ta st r fica si tu aci n ec on m ic a,

    Lenin reintrodujo en la economa sovitica algunos elementos procedentes de la

    actividad privada comercial. El tipo humano que surgi sera el nepman, visto como

    una especie de estiaperlista. [N . d e lT .l

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    28o IM GENES QUE PIENSAN

    podra tomar postura en el Pravda, y nadie qu iere verse enteramentedesautorizado. Pues, para la mayora de la gente, ja que es la opinin

    autorizada es hoy, sin duda alguna, si no el nico bien, la nica garan-

    ta de otros bienes, con lo cual todo el mundo es tan prudente en el

    uso de su nom bre y de su voz que los ciudadanos de cond icin demo-

    crtica no pueden siquiera comprenderlo. Dos hombres que se cono-cen de hace tiempo estn conversando; el primero dice: Ayer vino a

    verm e ese tal M ijilovich para bu scarse un pues to en m i oficin a. Dice

    que te co n oc e ; y el otro contesta: E s un camarada muy capaz, tanpuntual como trabajador. Despus de eso, pasan a otro tema, rero,al separarse, pro po ne el prim ero: P od ras ser tan amable de poner

    p or escrito en unas pocas palabras tu op ini n sobre ese M ijilovich ?.

    El dominio de la clase recurre aqu a smbolos con que caracterizaa su enemigo. Eljazz tal vez sea el ms popular. No es nada raro quetambin a los rusos les guste escucharlo. Pero el bailarlo est prohi-

    bid o. A s que lo guard an en una vitrina, cual si se tratara de un reptilvenen oso, y del m is m o m odo lo presen tan com o atracci n en lasrevistas. Eljazc sigue siendo smbolo del burgus. Est entre esoselementos primitivos con cuya ayuda la propaganda ha creado enRusia una imagen grotesca del tipo burg us. A m enud o es tan slouna imagen ridicula que hace pasar por alto la disciplina y superiori-dad del enemigo. Esta visin deformada del burgus tiene un compo-nente nacionalista. La entera Rusia ha sido propiedad de los zares.(Quien recorre los inacabables tesoros acumulados en las colecciones

    del Kremlin se encuentra tentado de decir: slo una de las propieda-des). De la noche a la maana el pueblo se ha convertido en su con-

    ju n to en heredero de esa riqueza in calculable . Y ahora va haciendo el

    inventario de toda su riqueza en personas y en tierxas. U n trabajo queimpulsa en la consciencia de haber logrado cosas bien difci les,habiendo construido un nuevo orden poltico pese a la hostilidad demedio continente. Todos los rusos se unen para admirar este logronacional . Esta esencial transformacin del poder hace que la vidatenga aqu tan potente conte nido . La vida est tan cerrada sobre s y es

    rica en tantos acontecimientos, y al tiempo es tan pobre y atesora tan-tas perspectivas como la vida de un buscador de oro en Klondyke.Hoy en Rusia se excava en busca del poder de la maana a la noche.La combinatoria ms completa de las existencias esenciales no es nada

    al compararla con las constelaciones incontables que ie presentan aqu

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    MOSC 2 8 1

    a un individuo en el curso de un mes. Por cierto, la consecuenciapuede ser un intenso estado de embriaguez, no siendo ya posible ima-

    ginarse la vida sin sesiones y comisiones, debates, resoluciones y vota-

    ciones (todo lo cual son guerras o al men os m aniobras p rocedentes dela voluntad de po de r). Da igual en todo caso, pues las prximas ge ne-

    raciones de ruso s ya estarn adaptadas a esta vida, cuya salud im po neeste presupuesto imprescindible: que no se abra una Bolsa negra delpoder (como le sucedi a la propia Iglesia). Si la correlacin europeade poder y dinero se llegara a infiltrar en Rusia, no estara perdidosolamente el pas, ni siquiera el partido, sino directamente el comu-nismo. Aqu la gente no tiene todava los conceptos europeos de con-

    sumo y las necesidades europeas de consumo. Esto tiene ante todo sus

    concretas causas econmicas. Mas tambin es posible que se est reali-zando una intencin perspicaz del Partido: llegar a equiparar el nivelde consumo con el que tiene Euro pa occidental; ana prueba de fuego

    para el funcionariado bolchevique, en un momento elegido l ibre-mente e imp uesto con la ms plena seguridad de ob tener la victoria.

    13

    En la pared del Club de los Soldados del Kr em lin hay un m apa deEuropa . A su lado hay una manivela. Gu ando se gira dicha manivelase ve lo siguiente: una lamparilla diminuta va iluminando uno trasotro los lugares a travs de los que Lenin fue pasando en el curso de

    su vid^. Desde Simbirsk, en donde naci, pasando por Kazn yPetersburgo, por Ginebra, Pars, Cracovia y Zrich y al f in Moschasta acabar en Gorki, es decir, el lugar donde muri. No hay otrasciudades indicadas. El contorno completo de este mapa, realizado enrelieve de madera, es anguloso, recto y esquemtico. Ah la vida deLenin se parece al desarrollo de una expedicin de conquistas colo-niales po r Eur op a. E n cuanto a Rusia, empieza a ornar form a ante elhombre del pueblo. En la cal le, en la nieve, muchos vendedoresambulantes te ofrece n mapas de la Federa cin de Repblicas So cialis-

    tas y Soviticas. Meyerhold ha empleado dicho mapa en D. E. (/AmEuropa!)*; Occidente es en l slo un complejo sistema de pequeas

    * Vsivolod C . Me yerhold autor y director teatral, mu ri fusilado. [N.

    del T .]

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    IMGENES QUE PIENSAN

    pennsulas rusas. El mapa est hoy a punto de convertirse en centrodel nuevo culto de los iconos rusos, al igual que sucede con el retratode Le nin . Sin duda el fuerte sentimiento n aciona l que el bolchevismoha otorgado a la totalidad de los rusos, sin la menor distincin, le hadado una nueva actualidad al mapa de Europa. Los rusos quierenmedir y comparar, y tal vez tambin quieren disfrutar del intenso

    delirio de grandeza que se produce slo con mirar hacia Rusia. Puesen efecto a los ciudadanos de los ms diversos pases de Europa hayque reco me ndarles seriamente que d irijan la vista a su pas en el mapque form a con los pases vecinos, a Alem an ia jun to con Po lonia, obien jun to con Francia, o incluso jun to a Dinamarca; y en general atodos los europeos hay que recom endarles que exam inen con aten-cin su pequeo continente colocndolo al lado de un mapa deRusia, dond e no ser sino un nervioso y deshilachado terr itorio en

    un extremo del ren oto Oeste.

    14

    C m o le va al literato en u n pas donde su cliente es el proleta riado?Los tericos del bolchevismo han subrayado que la situacin del pro-letariado en Rusia tras esta victoriosa revolucin es muy diferente de lasituacin de la burguesa en el 1789* Por entonces, mucho antes deconquistar el poder, la clase vencedora se haba ido asegurando,durante dcadas de confrontaciones, el dominio del aparato ideol-

    gico. La organizacin intelectual y la educacin llevaban ya impreg na-das mucho tiempo con las ideas del tercer e stado; la batalla de em anc i-

    pacin espiritual se libr de este modo tiempo antes de la batalla deemancipacin poltica. En la Rusia de hoy la situacin es del todo dife-rente. Hay millones y millones de analfabetos para los cuales aqu anhay que echar los cimientos de una formacin general. Es la tareanacional de Rusia. La form acin p rerrevolucionaria del pas era inespecfica, europea. E l com ponente europeo de la forma cin sup erior yo] corhponente nacional de la formacin elemental buscan hoy enRusia su equilibrio. Pero, ste slo es un aspecto dentro de la cuestineducativa. Otro es que el triunfo de la revolucin ha acelerado en

    muchos campos el ritmo que lleva la asimilacin con Europa. Hay asliteratos como Pilniak que quieren ver en el bolchevismo la culmina-

    cin de la obra que iniciara tiempo atrs Pedro el Grande. Cabe pues

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    MOSC

    suponer que, en :1mbito de la tcnica, este proceso acabar po r tenerxito ms tarde >ms tem pra no , pese a los avatares de los pr im ero saos. Pero n o as en los mb itos intelectual y cientfico . Lo s valoreseuropeos estn siendo pop ularizados hoy en Rusia en la versin desfi-

    gurada y lamentable que le debem os al im perialism o. A s, el SegundoTeatro Acadmico (institucin subvencionada por el Estado) ofrece

    una rep resentacin de la Orestada en la que una Grecia polvorienta sepavonea tan rancia y falsamente como en el escenario de un teatroprincipesco de A lem an ia. Go m o lo pe trificado de su gesto no es en ssimplemente depravado, sino que adems es una copia del teatro decoree en el Mosc prerrevolucionario, resulta ser ms triste todava que

    en Stuttgart o erj Anhalt. P or su parte, la Ac ade m ia de las Cie ncias haelegido a un hombre como Walzel, figura tpica del nuevo catedrticoque hace aqu la postura esteticista, para incluirlo entre sus miembros*.Es as bien p roba ble que la nica cultura occidental que R usia entienda

    tan clara y vivamente que le valga la pena confrontarse con ella sea laque existe en Estados Unido s. Y , po r el contrario, la ap rox im aci n

    cultural en cuanto tal (sin que se d sobre el fundamento de unacomunidad eco nm ica y poltica concreta) es aqu solamente un inte-

    rs de la variante pacifista del imperialismo, slo apropiada para char-latanes, lo que representa para Rusia como un fen m eno de restaura-cin. El pas est separado de Occidente, ms que por fronteras ycensura, por la intensidad de una existencia que no se puede comparar

    con la de Europa. O quiz dicho ms exactamente: todo el contacto

    con el exterior pasa por el m edio del Partido , y adems se refiere sobretodo a cuestiones polticas. La vieja burguesa ha sido totalmente ani-quilada; la nueva burguesa no est material ni esp iritualmen te en c on -diciones de ma ntener relaciones con el exterior. Y sin duda los rusosconocen en consecuencia el exterior mucho menos de lo que el exte-rior (con la excepc in tal vez de los pases latinos) hoy conoce a Rus ia.

    Cuando una em inencia rusa pone junto s a Proust y a Bronnen** p or -que son dos autores que eligen la materia de sus temas de entre la p ro -blemtica sexual, vemos con claridad que lo europeo aparece en Rusia

    * Oskar Walzel (1^ 6 4 19 4 4 ) pro feso r de historia de la literatura, es autor del libro

    titulado Gehalt und Gestalt im Kunstwerk des Dichters. [N. del T . ]

    * * A r n o l t B r o n n e n ( l8 9 5 ~ I9 5 9 )> autor de obras teatrales que causaron un escndalo en orme en Aleman ia. [N . del T . ]

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    IM GENES QUE PIENSAN

    en una perspectiva m uy estrecha. Y cuando uno de los autores do m i-

    nantes de Rusia dice de pronto en una conversacin o^e Shakespearefue uno de los grandes escritores anteriores a la invencin de la

    impren ta, esta inm ensa laguna cultural solamen te se puede com pren-

    der desde las peculiares condiciones que son las propias de esta litera-

    tura. Unas tesis y dogmas que en Europa son, hace al menos ya dos-cientos aos, inaceptables para los literatos por ajenas al arte y la

    cultura, son fundamentales en la crtica y en los productos de la nuevaRusia. La tendencia y el tema son an aqu considerados lo nicoimportante. Las controversias formales an tenan cierta relevancia

    durante la poca de la Guerra Civil, pero ahora han enmudecido. La

    doctrina oficial es que lo decisivo para establecer la acritud revolucio-

    naria o con trarrevoluc ionaria de una o bra es sin ms la materia, no la

    forma. Estas doctrinas quitan irrevocablemente lo que es su propiabase al literato, com o la econ om a lo hizo antes desde el pun to de vista

    material. Rusia va en este punto por delante de maestro desarrollooccidental, pero quiz no tanto como suele creerse. Pues tambin enEuropa, ms tarde o ms temprano, el escritor profesional desapare-cer con la clase media, triturada en la lucha entre capital y trabajo. Eseproceso ya se ha dado en Rusia: el intelectual es ante todo un funcio-na rio que trabaja en el departam ento de Cen sura , de Ju sticia o deHa cienda, donde se libra de su decadencia y participa directamente enel trabajo, lo que en Rusia equivale estrictamente a participar en elpoder. El intelectual es aqu miembro de la actual clase dominante.

    Entre sus diversas organizaciones la ms desarrollada es la WAPP, laA socia ci n Panrusa de lo s Escrit ores P roletario s, que propugn a sinms la dictadura hasta en el mbito de la creacin espiritual. De estem od o la WA PP da buena cuenta de la realidad en el pas: el paso de losmed ios espirituales de pro du cci n a las mano s de la generalidad slo sepuede separar en apariencia del paso de los medios materiales. Porquepor ahora el proletario slo se puede hacer con ambos medios prote-gido p or la dictadura.

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    De vez en cuando ves vagones de tranva que estn decorados condibujos de empresas, de reuniones de masas, de soldados de los regi-mientos del ejrcito rojo o de agitadores comunistas. Son regalos que

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    MOSC

    los trabajadore s de una fbrica han. ido hac iend o ai soviet de Mosc.

    En estos vagones circulan los nicos carteles de contenido poli! ;co

    que hoy todava s ven en Mosc. Pero son, con macho, Io1' carteles

    ms interesantes. Porque los carteles comerciales r o pueden ser ms

    sosos en ningn otro sitio. El penoso nivel que tienen los anunciosilustrados es la n ica semejanza entre M osc y Pars. Muchos murosde iglesias y conventos ofrece n p or do qu ier unas supe rficies magnl icas para fijar carteles, pero hace tiempo que fueron despedidos losconstructivistas, suprematistas y abstraccionistas que durante la poendel comunismo de guerra pusieron su capacidad de propaganda alservicio de la revolucin. Lo que hoy se exige exclusivamente es unaclaridad banal y simple. La mayor parte de los carteles que aqu vemos

    repeleran al occidental. Por el contrario, las tiendas de Mosc son

    muy incitantes; tienen siempre algo de tabernas. Los rtulos de losestablecimientos sealan en vertical hacia la calle, com o los antiguos

    emblemas que haba en las posadas, las doradas bacas de los peluqueros y las chisteras ante las tiendas de sombreros. Pero tambin se venciertos motivos de modo aislado e individual, que resultan bonitos einocentes: uno s zapatos caen de una cesta, y un p err o est huyendocon una sandalia en la boca; ante la puerta de una cocina turca, unoNseores con un fez en la cabeza acomodados ante sendas mesas. Se veque, para u n gusto prim itivo, el elogio an est ligado a la narrac in,al ejemplo o a la ancdota. Por el contrario, el anuncio occidentalconvence sobre todo por el gasto que la empresa anunciada es capa/,

    de afrontar. Aqu, en casi todos los letreros se muestra directamentela mercanca. Por lo dems, el comercio no conoce el empleo de unlema contundente. La ciudad, que es tan imaginativa en todo tipo deabreviaturas, no posee an la ms sencilla: la que designa el nombrede la empresa. M uy a m enu do, el cielo vespertino de Mosc reluce

    entero con un azul terrible: y es que, sin darte cuenta, lo has mirado atravs de las gafas en orm es y azules que sob resalen de las pticas pu es-tas a la man era de seales. U na vida m ord iente y silenciosa que parece

    cargar contra s misma asalta de repente a los transentes desde los

    negros arcos y los gran des m arcos de las puer tas co n letras negras yazules, amarillas y rojas, como un dardo, o como la imagen de unasbotas o de la rop a fresca y recin plan chada , com o u n escaln viejo ydesgastado o como un slido tramo de escalera. Hay que ir reco-rriendo en tranva las calles para ver el m od o en que esta lucha con ti-

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