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BIBLIOGRAFÍA DE ESCRITORAS ESPAÑOLAS (EDAD MEDIA - SIGLO XVIII). UNA BASE DEDATOS* M a DEL CARMEN MARÍN PINA NIEVES BARANDA LETURIO UNED 1. BIESES: BIBLIOGRAFÍA DE ESCRITORAS ESPAÑOLAS La comunicación o comunicaciones que venimos a exponer aquí se puede considerar atípica, no solo por el hecho de que se trate de dos investigadores (as) que trabajan al alimón y suman sus tiempos de palabra, sino también por sus contenidos, ya que además de traer los resultados de una investigación original, hemos venido a hacer la presentación de una herramienta de trabajo ante los especialistas que mejor pueden apreciarla y que mayor partido pueden sacar de ella. A esta herramienta de trabajo la hemos llamado BIESES, acrónimo de Bibliografía de Escritoras Españolas, y es en esencia una base bio-bibliográfica en la que encontrar los datos de las escri- toras españolas desde la Edad Media hasta 1800, incluyendo las fuentes primarias y las fuentes secundarias, cuando las hay. La idea de hacer esta bibliografía nació por un lado del aumento que han sufrido las publi- caciones sobre las escritoras de este período, que han incorporado estudios y ediciones en un número impensable hace apenas dos decenios; y por otro de la falta de herramientas bibliográficas generales posteriores a la excelente bibliografía de Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas. 1 Si a ello le sumamos que tales estudios y ediciones se suelen publicar en medios de escasa difusión, editoriales especializadas con tiradas cortas, están cronológica y geo- gráficamente desperdigados o que parecen pertenecer a áreas aledañas a la literatura, tendremos que la dificultad informativa en esta parcela de estudio es grande. Como es lógico, las carencias documentales tienen consecuencias y así lo comprobamos en el hecho de que los estudios incidan una y otra vez en las mismas autoras dejando de lado una extensa nómina, de que incluso en las más conocidas se olviden datos fundamentales ya publicados en otros trabajos, lo que hace que algunos estudios pierdan gran parte de su valor, e incluso que se repitan errores ya corregidos documentalmente. Con el fin de facilitar la ampliación de nuestros conocimientos en un campo que consideramos de relevancia y gran actualidad, pensamos que el mejor medio era diseñar una herramienta que recogiera de forma renovable y fiable toda la información y la hiciera fácilmente * La realización de este trabajo ha contado con la ayuda del Proyecto de Investigación BFF2003-02610, •Biblio- grafía de escritoras españolas: Edad Media-Siglo XVIIt, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia. 1 2 tomos, Madrid, Biblioteca Nacional, 1903-1905. Hay que recordar a Isabel Barbeito, Escritoras madrileñas del siglo XVII: estudio bibliográfico-crítico, Madrid, Universidad Complutense, 1986 (tesis doctoral); Carolyn L. Galerstein, Women Writers of Spain. An Annotated Bio-Bibliographical Guíde, New York, etc., Greenwood Press, 1986; o Car- men Simón Palmer, Escritoras españolas del siglo XIX. Manual Bio-bibliográfico, Madrid, Castalia, 1991, entre otras referencias. Actas del VII Congreso de la AISO, 2006, 425-435 AISO. Actas VII (2005). M.ª del Carmen MARÍN PINA y Nieves BARANDA LETURIO. Bibl...

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BIBLIOGRAFÍA DE ESCRITORAS ESPAÑOLAS(EDAD MEDIA - SIGLO XVIII). UNA BASE DE DATOS*

M a DEL CARMEN MARÍN PINA

NIEVES BARANDA LETURIO

UNED

1. BIESES: BIBLIOGRAFÍA DE ESCRITORAS ESPAÑOLAS

La comunicación o comunicaciones que venimos a exponer aquí se puede considerar atípica,no solo por el hecho de que se trate de dos investigadores (as) que trabajan al alimón y sumansus tiempos de palabra, sino también por sus contenidos, ya que además de traer los resultadosde una investigación original, hemos venido a hacer la presentación de una herramienta de trabajoante los especialistas que mejor pueden apreciarla y que mayor partido pueden sacar de ella.

A esta herramienta de trabajo la hemos llamado BIESES, acrónimo de Bibliografía de EscritorasEspañolas, y es en esencia una base bio-bibliográfica en la que encontrar los datos de las escri-toras españolas desde la Edad Media hasta 1800, incluyendo las fuentes primarias y las fuentessecundarias, cuando las hay.

La idea de hacer esta bibliografía nació por un lado del aumento que han sufrido las publi-caciones sobre las escritoras de este período, que han incorporado estudios y ediciones en unnúmero impensable hace apenas dos decenios; y por otro de la falta de herramientas bibliográficasgenerales posteriores a la excelente bibliografía de Serrano y Sanz, Apuntes para una bibliotecade escritoras españolas.1 Si a ello le sumamos que tales estudios y ediciones se suelen publicar enmedios de escasa difusión, editoriales especializadas con tiradas cortas, están cronológica y geo-gráficamente desperdigados o que parecen pertenecer a áreas aledañas a la literatura, tendremosque la dificultad informativa en esta parcela de estudio es grande. Como es lógico, las carenciasdocumentales tienen consecuencias y así lo comprobamos en el hecho de que los estudios incidanuna y otra vez en las mismas autoras dejando de lado una extensa nómina, de que incluso en lasmás conocidas se olviden datos fundamentales ya publicados en otros trabajos, lo que hace quealgunos estudios pierdan gran parte de su valor, e incluso que se repitan errores ya corregidosdocumentalmente. Con el fin de facilitar la ampliación de nuestros conocimientos en un campoque consideramos de relevancia y gran actualidad, pensamos que el mejor medio era diseñar unaherramienta que recogiera de forma renovable y fiable toda la información y la hiciera fácilmente

* La realización de este trabajo ha contado con la ayuda del Proyecto de Investigación BFF2003-02610, •Biblio-grafía de escritoras españolas: Edad Media-Siglo XVIIt, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia.

1 2 tomos, Madrid, Biblioteca Nacional, 1903-1905. Hay que recordar a Isabel Barbeito, Escritoras madrileñas delsiglo XVII: estudio bibliográfico-crítico, Madrid, Universidad Complutense, 1986 (tesis doctoral); Carolyn L. Galerstein,Women Writers of Spain. An Annotated Bio-Bibliographical Guíde, New York, etc., Greenwood Press, 1986; o Car-men Simón Palmer, Escritoras españolas del siglo XIX. Manual Bio-bibliográfico, Madrid, Castalia, 1991, entre otrasreferencias.

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asequible a los investigadores o curiosos en general. De ahí partió lo que ahora se ha concretadocomo BIESES.

Desde el punto de vista práctico, este objetivo se formalizó con la solicitud en 2003 de finan-ciación al MEC español para un proyecto de investigación con un equipo formado por los siguien-tes investigadores: Nieves Baranda, de la UNED, como coordinadora; y con la participación deMa Carmen Marín Pina (UZA), Emilio Palacios (UCM), Emilio Blanco (UDC) y Jacobo Sanz Hermida(USA), todos ellos con experiencia probada en el trabajo bibliográfico, si bien en diferentes campos,como es bien sabido. La financiación que se nos dio para el trienio 2004-2006 tenía como objetivocubrir los gastos de iniciar esta bibliografía en sus diferentes aspectos, que eran básicamente eldiseño y «alimentación» de una base de datos que pudiera ser accesible por internet para toda lacomunidad científica. Efectivamente para el equipo era indiscutible que debía tratarse de una basede datos, puesto que el manejo actual de la información pasa por las posibilidades ofrecidas porinstrumentos cada vez más complejos en sus prestaciones, pero más sencillos de utilizar y sobretodo de difundir, ya que bien se trate de una base en red o de un CDRom no cabe duda de quela manejabilidad y bajo precio del soporte (por no hablar de otras ventajas a todos evidentes) leproporcionan aún más valor y eficacia.

Para comenzar debíamos plantearnos dos cuestiones íntimamente relacionadas: establecer cuálera la información pertinente que debía contener cada entrada y en qué base de datos, es decir,en qué software podía tener mejor cabida esa información. A la primera pregunta la respuestafue que debía de tratarse de una bio-bibliografía, es decir, que para cada autora se debía incluirun número mínimo de datos biográficos que permitieran ubicarla al menos en el tiempo o en unentorno físico, de ser posible. Esta condición nos pareció necesaria debido a que en su mayorparte se trata de autoras ignoradas, distribuidas a lo largo de más de 300 años, cuyos nombressalvo excepciones no dicen nada (pero nada de nada) a los estudiosos e incluso, cuando se tratade religiosas, se pueden producir homonimias o quasi-homonimias muy confusas.

Aparte de esta certeza, el resto de la información tenía muchos problemas por la variedad demateriales que había que tener en cuenta en las descripciones. No podemos olvidar que la mayorparte de las bases de datos que manejamos (por ejemplo, la de Relaciones de sucesos, la de librosde caballerías, la del Boletín de la AHLM) se restringen a un género o a fuentes actuales, lo quepermite determinar de antemano los descriptores relevantes en casi todos los casos e incluso apor-tar sobre cada elemento una información muy elaborada. En BIESES, al tratarse de una selecciónbasada en el género del autor y al abarcar cuatro siglos, la tipología de los documentos que esnecesario describir es casi tan variada como la de los moldes literarios y los soportes materiales,es decir, casi como el de un catálogo de una biblioteca que deba atender a todos sus fondos enun mismo catálogo. Sin embargo, no basta con hacer una descripción bibliográfica estándar segúnlos modelos habituales de la catalogación, pues hay datos que son muy relevantes para los in-vestigadores y que no están contemplados en una ficha catalográfica. En nuestro caso la tipologíaabarca cartas, poemas y poemarios, obras de teatro, tratados religiosos, autobiografías, ediciones,manuscritos, partes de manuscritos o ediciones, etc., de modo que se debían contemplar muchoscampos. Eso no se podía resolver asignando a cada tipo de obra un conjunto exclusivo de campos,pues entonces las dimensiones de la base y las búsquedas no resultarían operativas. Por otro lado,tal como sucede en este tipo de herramientas informáticas que necesitamos en humanidades, encada campo era casi imposible establecer de antemano el número de caracteres que iban a sernecesarios (por ejemplo, para títulos, pero también para primeros versos, o resúmenes de cartas),lo que suele ser un dato necesario en la mayoría de los programas. Como última exigencia, lasbúsquedas debían poder desarrollarse en varios niveles, para permitir unas ciertas combinacionesdiscriminatorias que afinaran resultados y enriquecieran la utilidad de nuestro trabajo.

Sin entrar en los detalles del proceso informativo sobre las bases de datos documentales quehay en el mercado, terminamos por escoger una base documental diseñada por la empresa españolaMicronet y llamada Knosys, en su versión 2004. La ventaja de esta base es que se puede consultaren internet; que los colaboradores trabajan contra un servidor donde se almacena la información

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y, por tanto, todos colaboran en tiempo real (a pesar de estar físicamente muy distantes); que elnúmero de campos en cada documento puede ser alto; que no es necesario predefinir la extensiónde cada campo y que además de tener una alta posibilidad combinatoria en las búsquedas, éstasse pueden hacer por cadenas de caracteres, es decir, como si toda la información de la base fueraun mismo texto en word donde buscamos ciertas palabras. Para el diseño efectivo de los camposcontamos con la colaboración temporal de Sagrario Arenas, una documentalista especializada enKnosys, que aportaba su experiencia informática y bibliográfica, aunque a la vez nos asegurábamosde que la organización informativa era pertinente y respondía a ciertos estándares descriptivos.

El resultado es una base bibliográfica que consta de un total de 41 campos (lo que es unnúmero muy elevado en comparación con los modelos habituales), que desde su proceso de cons-trucción, que no de consulta (tal número de campos a la vez es inabarcable), podríamos agruparen los siguientes bloques:2

• Campos biográficos. Los primeros campos son los que se refieren al nombre de la autora,sus posibles variantes ortográficas, sus fechas y lugares de nacimiento/ muerte; y su estadocivil.

• Campos de autor. Son los campos que se utilizan para los autores de las referencias secunda-rias, las ediciones con editor literario, los estudios u otros textos sobre las autoras. Se dividenen dos tipos: en el de un autor principal o en el de autores secundarios, por ejemplo, eleditor literario de un texto, colaboradores, traductores, etcétera.

• Campos de títulos y descripción de obras. Aquí se insertan una serie de campos, de loscuales el principal es el de título, pero que puede ser complementado por otros camposcuando se estén describiendo piezas que pueden requerir otros elementos de descripción.Así los poemas, además del título, cuentan con campos específicos para incluir la rúbrica yprimer verso; y para las cartas está previsto que se incluyan datos como el destinatario, loslugares de emisión y recepción o un resumen mínimo del contenido.

• Campos de edición. Para insertar los datos de edición de los impresos o los manuscritos hayun bloque de campos que se refieren a la editorial, el año, el n° de páginas o volúmenesy la serie.

• Campo de notas. En cada caso existe un campo de notas que permite añadir información muyvariada sobre el documento. Este campo ha resultado de gran utilidad porque nos permiteintroducir información que puede ser imprescindible o muy útil, pero que no tiene cabida enlas descripciones estandarizadas. En este campo se pueden incluir noticias como la existenciade un facsímil de la obra descrita; el hecho de que, por ejemplo, esté en latín; la fuenteinformativa cuando se trata de la referencia de una obra perdida o dudosa; etcétera.

Generalmente uno de los problemas que se presentan en nuestras bibliografías en bases dedatos (piensen, por ejemplo, en la de Chadwyck & Healey, que dirige Carmen Simón y que todosempleamos) es la dificultad para describir documentos editados dentro de otros documentos, porejemplo, un poema en un artículo; un artículo en una revista o colectivo, etc. Esta dificultad lahemos salvado creando un bloque de campos, similar al anterior (autor, título y datos de publi-cación, básicamente), pero precedidos de la preposición EN_... Además, para algún caso que se

2 No se mencionan en esta descripción campos de uso interno que no aparecerán a la vista del usuario de labase, por ejemplo, la «clase de documento», que se encuentra al inicio y sirve para establecer los campos que tendránque ser empleados en la descripción; o los de •Observaciones» e «Incluir», el primero empleado para dejar constanciade informaciones internas sobre el proceso de trabajo, bien para uno mismo (por ejemplo, dando cuenta de quela referencia aún está incompleta) o para otros colaboradores (decirle al revisor que tenga en cuenta algún aspectopreciso). El campo de «Incluir» sirve para darle el visto bueno al documento una vez ha sido revisado. Asimismoexiste un campo siempre visible que incluye el nombre del colaborador del proyecto que ha realizado la entrada, deeste modo se hace posible incluir las aportaciones al curriculum vitae del investigador ya que están perfectamenteidentificadas y pedir la colaboración de otros investigadores o alumnos.

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ha presentado, hemos considerado necesario crear otro nivel de inclusión similar precedido porla preposición CON_..., en realidad abreviatura de Contenido. De este modo, la presentación deldocumento, por ejemplo, en un artículo en unas actas, establece claramente quién es el autorprincipal del trabajo y el título del mismo y a quién hay que atribuirle la publicación del volumencolectivo y su título, etc., incluidas las páginas que ocupa la referencia.

Por último y para todas las referencias hay un grupo de dos campos que podríamos llamar decontenidos y que sirven para detallar los temas del documento descrito. Uno de ellos es el campoque llamamos «Contiene», que nos permite incluir con sus páginas exactas las menciones de variasautoras en una misma referencia bibliográfica, cuando es necesario. El otro es quizá uno de loscampos más importantes y útiles, es el campo de «Materia», donde se recoge la información relevantede cada documento, temas que trata, categoría genérica, tipo de entrada, autoras mencionadas,época, etc. Las búsquedas a partir de combinaciones establecidas en este campo permiten unariqueza informativa muy útil para evitar el «ruido» sin impedir recuperaciones amplias.

Creo que solo con esta somera descripción se puede percibir que se trata de una base dedatos ambiciosa, que quiere ofrecer una información compleja, susceptible de búsquedas refinadasy discriminatorias, pero que a la vez no deja de ser una base bio-bibliográfica. Desde luego queen las consultas no se desplegarán toda esa variedad de campos, sino solo los que contieneninformación, los empleados para describir cada documento.

Hoy por hoy, después de un período de pruebas que tampoco nos evitarán ajustes futu-ros, tenemos incluidas más de 1.300 entradas de parte de las autoras más relevantes del períodoy de una gran cantidad de historias de la literatura, manuales, etc., pero aún lo consideramosinsuficiente para ponerlo a consulta pública. Lo que esperamos es que para comienzos del2006 estén incluidas todas las obras de las autoras más atendidas por la crítica (unas 25), lo quecreemos sería un punto de partida suficientemente válido al mejorar algunas otras bibliografíasexistentes. A partir de entonces y a través de la página web del proyecto, que ya hoy existe,<http://www.uned.es/bieses/>, se podrán realizar las consultas.

Sin duda el mejor medio de verificar la validez del trabajo es utilizarlo en una investigaciónconcreta y hemos elegido un terreno que esperamos sirva para probar la herramienta a la vezque demostrar su necesidad: la presencia, mejor dicho, ausencia de las escritoras medievales y delSiglo de Oro a lo largo de la historia literaria, el silencio en torno a ellas, las omisiones de susobras o su presencia en algunos momentos y estudios.

Quienes damos cursos sobre escritoras del pasado sabemos que es un comentario reiterado enalumnos licenciados en filología hispánica la sorpresa ante el descubrimiento de una literatura, deunas autoras y de unos problemas metodológicos que ignoraban casi totalmente a pesar de suscuatro o cinco años de carrera. Algunos podrían creer que esta ausencia se debe a que las autorasescribieron para sí mismas o para un entorno íntimo, quizá a que sus obras nunca fueron publica-das o a que se han conservado en manuscritos largo tiempo ignorados. Sin embargo, no permitensostener tales creencias las obras especializadas, en particular los Apuntes para una biblioteca deescritoras españolas de Manuel Serrano y Sanz, donde entre 1500 y 1700 aproximadamente hayunos quinientos nombres y más de cincuenta obras diferentes publicadas.3 Decir que esta ausenciaen la historia literaria solo es posible si se explica por razones de exclusión de género es casi unasimpleza; lo que nos interesa es observar cómo opera esa exclusión, dónde se produce el corte quedeja a una escritora que ha visto su obra impresa o que ha gozado de cierta fama en su época fuerade la historia, es decir, cómo se pasa de la visibilidad a la invisibilidad o raramente viceversa.

Aunque nuestro programa de trabajo incluye la revisión de la presencia de escritoras desde laEdad Media hasta el siglo XVIII, los imperativos de espacio aquí marcados nos exigen limitarnos

3 Este número de obras publicadas atiende solo a las que una autora publica de forma independiente y a sunombre. La precisión en estos datos será posible una vez esté completa la información en BIESES. Hoy por hoy nosbasamos en cómputos manuales a partir fundamentalmente de los Apuntes de Serrano y Sanz.

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al siglo XX y eso con grandes premuras. Ahora bien, no es posible olvidar que una buena partedel canon literario español se forjó en esos siglos aquí omitidos y que en la actualidad somosherederos de esas concepciones que cambian muy lentamente, pero que en todo caso no justificanla reiterada desidia hacia las escritoras.4

2. ESCRITORAS MEDIEVALES Y ÁUREAS EN LAS HISTORIAS DE LITERATURA DEL SIGLO XX

A comienzos de la pasada centuria se publicaron dos importantes repertorios de escritoras, losya citados Apuntes de Serrano y Sanz y la reedición de la obra de Pérez de Guzmán y Gallo, Bajolos Austrias. La mujer española en la Minerva literaria castellana,5 una mina de datos e informaciónmal explotada, cuando no ignorada, por la crítica, pues pocos son los historiadores que se hanservido de ella para trazar una historia de la literatura más fidedigna con la realidad histórico-literariade las mujeres. En general se puede decir que la historiografía literaria de este período muestraun desinterés total y absoluto por las escritoras, similar, por otro lado, al de los siglos precedentes.Los historiadores de la literatura en el siglo veinte se plantean problemas de periodización, degéneros literarios, de nociones historiográficas, pero en ningún momento se cuestionan la realidady alcance de la escritura femenina, la necesidad de revisar los cambiantes criterios de selección degénero seguidos por la crítica, de replantearse y ampliar el corpus, la nómina heredada de escri-tores e integrar en ella a otras escritoras. No es cuestión de sumar precipitadamente nombres deescritoras sin más, sino de recuperar sus obras con ediciones y estudios rigurosos y de revisar loscriterios estéticos, sociológicos, o de otro tipo hasta ahora utilizados en esa selección finalmenteinstitucionalizada como literatura canónica.

Para hacer este rastreo, repasamos medio centenar de historias específicas de la literaturaespañola y de la literatura universal, manuales universitarios y otros más escolares, así como dedivulgación general, historias de la literatura escritas por hispanistas españoles o extranjeros. Encualquiera de los casos, hemos procurado revisar aquellas obras que han marcado época en laHistoria de la Historia de la literatura española, guiándonos por el proceloso mar de esta disci-plina humanística «toda problemas» y en permanente estado de re-elaboración por los iluminadorestrabajos de Campos F. Fígares, Gómez Moreno y Blecua recogidos en el excelente libro Historialiteraria / Historia de la literatura coordinado por Romero Tobar.6

La historia de las historias de la literatura española de los primeros sesenta o setenta años delsiglo XX está muy marcada por el magisterio de Menéndez Pelayo, quien aunque siempre se mos-tró reacio hacia este tipo de obras, como expresamente manifiesta en el prólogo a la traducciónespañola de la obra de Fiztmaurice-Kelly, durante mucho tiempo las orientó con sus escritos.7 Laatención que el polígrafo santanderino prestó a las escritoras medievales y áureas es realmentemuy exigua y hay que espigarla por sus diferentes libros. Limitándonos a las famosas «memoriasde la asignatura a su programa de oposiciones» (1878), de alguna manera su personal historiade la literatura, en los epígrafes de sus temas incluye a algunas escritoras de las que después seocupará brevemente en trabajos posteriores; es el caso de Teresa de Cartagena, recuperada por sumaestro Amador de los Ríos (1861-1865), Cristobalina Fernández de Alarcón, Teresa de Jesús, Sor

4 Se publicará próximamente la versión completa de este trabajo con el estudio sobre todos esos siglos.5 Manuel Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1833, 2 tomos,

Madrid, Biblioteca Nacional, 1903-1905, con reimpr. en Madrid, Atlas, BAE, CCLXVIII-CCLXXI; Juan Pérez de Guzmány Gallo, Bajo los Austrias, la mujer española en la Minerva literaria castellana, Madrid, Escuela Tipográfica Salesiana,1923, inicialmente publicado como artículos en La España Moderna entre junio y octubre de 1898.

6 Leonardo Romero Tobar (ed.), Historia literaria / Historia de la literatura, Zaragoza, Prensas Universitarias,2004.

7 Mar Campos F. Fígares, «Una lectura de historias (de la literatura)., en Romero Tobar (2004), pág. 241. Véase elprólogo a la edición castellana de Jaime Fitzmaurice-Kelly, Historia de la literatura española, Buenos Aires, Anaconda,s.a. [1901].

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Marcela de San Félix, Oliva Sabuco y María de Zayas. Se fija así una nómina de escritoras historiadasque, con ligeras variaciones, supresiones o adiciones, se consolida en las historias de la literaturaposteriores. El repaso de más de una treintena de ellas, aparecidas entre 1901 y 1969,8 brinda unalista de sesenta autoras, en la que las más citadas, con sus correspondientes frecuencias, son lasque figuran en el cuadro del Apéndice 1, en el que se aprecia la importancia prestada a Teresade Jesús, María de Zayas y María de Jesús de Agreda.

En todos estos repertorios consultados, las escritoras siempre aparecen integradas en los períodosy géneros correspondientes junto a los escritores, lo mismo que en los índices generales, y sólo enun caso, en la obra citada de Blanco Sánchez (1924) hay un intento fallido de «segregación», decrear un capítulo aparte con las escritoras que recuerda el apéndice Gynaeceum Hispanae Minervaeañadido por Nicolás Antonio a su Bibliotheca Hispanae sive Hispanorum (1677).9 Los criterioscronológicos y genéricos rigen la clasificación de las autoras, si bien la ubicación de algunas deellas no siempre está clara y surgen vacilaciones, p. ej., a la hora de situar a Zayas y a Carvajalentre los cultivadores del cuento y la novela corta o entre la novela picaresca, como hacen JoséRogerio Sánchez (1928) y Montoliu (1947). Vistas en conjunto, en las listas se aprecian variaciones,entradas y salidas sin comentario alguno (Florencia Pinar, Feliciana Enríquez de Guzmán), llamativasomisiones con respecto a los repertorios dieciochescos o a las historias de la literatura decimonó-nicas (Isabel de Villena, Bernarda Ferreira de Lacerda) y expresas reivindicaciones. En torno a losaños treinta, p. ej., hay una fervorosa recuperación de Mariana de Carvajal, a la que si bien habían

8 Pedro Muñoz Peña, Compendio de la historia general de la literatura y especialmente de la española, Valladolid,Imp. y lib. D J. Montero, 1902; Ángel Salcedo Ruiz, La literatura española. Resumen de historia crítica, 4 tomos, Madrid,Casa Editorial Calleja, 1915 (2a ed.); Julio Cejador y Frauca, Historia de la lengua y literatura castellana (comprendidoslos autores hispanoamericanos), 7 tomos, Madrid, Gredos, 1915-1922, facsímil 1972; F. Navarro y Ledesma, Leccionesde literatura, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1917 (5a ed.); José Rogerio Sánchez, Resumen de lahistoria de la lengua y literaturas españolas, Madrid, Imprenta de los Hijos de Gómez Fuentebro, 1918; Rufino BlancoSánchez, Elementos de literatura española e hispanoamericana, Madrid, Tip. de la «Revista de Archivos, Bibliotecasy Museos», 1924 (3a ed.); Narciso Alonso Cortés, Historia de la literatura española, Valladolid, Librería Santarén, s.a.(h. 1930) (4a ed.); Juan Hurtado, J. de la Serna y Ángel González Palencia, Antología de la literatura española, Madrid,1926 (2a ed.); Abigail Mejía, Historia de la literatura castellana. Estudio histórico crítico que comprende la literaturahispanoamericana y de un modo especial la Historia de la literatura en Santo Domingo, Barcelona, Imprenta-EditorialAltes, 1929; Paul van Tieghem, Compendio de historia literaria de Europa desde el Renacimiento, Madrid, Barcelona,Espasa-Calpe, 1932; Ludwig Pfandl, Historia de la Literatura Nacional Española en la Edad de Oro, Barcelona, Sucesoresde Juan Gili, 1933; P. Alberto Risco, Historia de la literatura española y universal, Madrid, Razón y Fe, 1934 (9a ed.);Juan Chabás, Breve Historia de la Literatura Española, Barcelona, Joaquín Gil Editor, 1936 (2a ed.); Ángel ValbuenaPrat, Historia de la literatura española, 2 tomos, Barcelona, Gustavo Gili Editor, 1937; Ramón D. Peres, Historia de lasLiteraturas Antiguas y Modernas, Barcelona, Editorial Ramón Sopeña, 1941; José Rogerio Sánchez, Historia general dela literatura, Ávila, 1941 (2a ed.); A. Henschke, Historia de la literatura. Maravillosa síntesis de la literatura universal,Barcelona, Editorial Labor, s.a. (h. 1943) (2a ed.); Juan Hurtado y Ángel González-Palencia, Historia de LiteraturaEspañola, Madrid, Tipografía de Archivos, Olózaga, 1943 (5a ed.); Jorge Campos, Historia universal de la literatura,Madrid, Pegaso, 1946; Ciríaco Pérez Bustamante, Historia de la literatura universal, Madrid, Atlas, 1946; Aubrey F. G.Bell, Literatura castellana, Barcelona, Editorial Juventud, 1947; Manuel de Montoliu, Manual de historia de la literaturacastellana, Barcelona, Editorial Cervantes, 1947 (5a ed.); Agustín del Saz, Historia de la literatura, Barcelona, EditorialJuventud, 1958; José Manuel Blecua, Historia de la literatura: sexto curso, Zaragoza, Librería General, 1962; Edwardvon Tunk, Historia Universal de la Literatura, 3 tomos, Madrid, Revista de Occidente, 1962; Ángel del Río, Historiade la literatura española. Tomo L Desde los orígenes hasta 1700, New York, Holt, Rinehart and Winston, 1963; GeraldBrenan, The Literature ofthe Spanish People. From Román Times to the Present Day, Great Britain, Penguin Books, 1963;Juan Luis Alborg, Historia de la Literatura Española. Tomo I, Edad Media y Renacimiento, 5 tomos, Madrid, Gredos,1966-1996; Emiliano Diez Echarri y José María Roca Franquesa, Historia de la literatura española e hispanoamericana,Madrid, Aguilar, 1968 (Ia reimpr); Guillermo Díaz-Plaja (dir.), Historia general de las Literaturas Hispánicas, 6 tomos,Barcelona, Vergara, 1968; Jean Descola, Historia literaria de España. De Séneca a García Lorca, Madrid, Gredos, 1968;Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la literatura universal, 4 tomos, Barcelona, Planeta, 1968.

' Sobre la misma, véase Lola Luna, «Escritoras para una historia literaria», en Leyendo como una mujer la imagende la Mujer, Barcelona, Anthropos, 1996, págs. 129-37; Franoois Géal, «Nicolás Antonio juge de la femme de lettres átravers la Bibliotheca Hispana Nova; en Rélations entre hommes etfemmes en Espagne aux XVIe et XVIle siécles. Réalitésetfictions, ed. Augustin Redondo, Paris, Publications de la Sorbonne, 1995, págs. 39-52.

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citado ya en el siglo pasado Fillol, Ticknor o Mudarra junto a María de Zayas,10 se había apeadode muchos manuales posteriores y Pfandl la recobra defendiendo su valía por encima de la dela madrileña, de la misma manera que también el historiador alemán saca a la palestra la figurade Catalina de Mendoza, sobre la que pasa luego sin embargo de puntillas. Hurtado y GonzálezPalencia, por su parte, rescatan sin comentario alguno a la novelista Laura Mauricia (Leonor deMeneses), autora de la novela corta El desdeñado más firme (1655), cuya resurrección también esefímera, porque vuelve a desaparecer en el resto de manuales. A excepción de Teresa de Jesús,la atención que se les presta a todas estas escritoras es muy pobre, a veces reducida a una o doslíneas, porque se les considera autoras «menores». Las aproximaciones al estudio de los textos sonescasas y sólo puntualmente, como en el caso de Pfandl, se comentan, p. ej., los argumentos y lastécnicas compositivas, en un intento de acercamiento más crítico a partir de las obras, estudio quese ve lastrado, sin embargo, por apreciaciones y juicios morales y sexistas. La escritura femeninano acaba de aceptarse como tal y hay un intento de asimilarla a la masculina; es curioso, p. ej.,el cierre de Cejador a su entrada de Santa Teresa, de la que acaba destacando su carácter varonil:«Su carácter varonil está retratado en aquellas palabras del Camino de perfección: "Es muy de mu-jeres, y no querría yo, hijas mías, lo fuéssedes en nada, ni lo pareciéssedes, sino varones fuertes"»(vol. II, tomo III, págs. 72-76), una cita totalmente descontextualizada empleada para autorizar suvalía por medio de su asimilación al grupo de autores-hombres.

En el caso de María de Zayas, alarma a los historiadores su ligereza, rayana en inmoralidad.Sus obras se reconocen ingeniosas, divertidas, se colocan entre los grandes cultivadores del génerode la novela corta, pero para muchos pecan de inmorales; así lo entiende Gayangos, en las notasa la citada edición de Ticknor: «de lo más verde e inmodesto que me acuerdo haber leído nuncaen semejantes libros», a propósito de El prevenido engañado (pág. 345). Cejador, en cambio, aducecomo autoridad el juicio de Fernández de Navarrete, para quien la autora carece «de la observacióny de aquel íntimo conocimiento de las escenas del mundo que sólo puede adquirir un hombre, yde que está privada una señora por el retiro y circunspección con que la obliga a vivir el decorode su sexo» (pág. 142); Alonso Cortés considera sus novelas «exageradas en la pintura de las malascostumbres» (pág. 217) y todavía en la década de los sesenta Blecua la tacha de «algo desenvuelta»(pág. 153). El juicio más ácido de todos es, sin embargo, el de Pfandl: «¿Se puede dar algo másordinario y grosero más inestético y repulsivo que una mujer que cuenta historias lascivas, sucias,de inspiración sádica y moralmente corrompidas?» (pág. 370), rebatido años después, en la décadade los cincuenta por Diez Echarri y Franquesa, que eliminan el calificativo de «inmoral» y rehabilitansu figura. A juzgar por estos comentarios, la escritura, la creación literaria, sigue considerándose cosade hombres porque, para escribir bien, hay que observar y conocer el mundo y esto está vedadoa las mujeres, recluidas por educación entre las cuatro paredes de casa. Si la escritura femenina esvaronil, se considera buena, y si es inmoral, totalmente inaceptable, pues hay temas y tratamientosque por norma están vedados a las mujeres. Se trata, en definitiva, de los mecanismos estudiadospor Joanna Russ11 para evitar la intrusión de miembros del grupo subordinado en el grupo domi-nante: una mujer si escribe bien es porque es más que una mujer y, por tanto, varonil.

Pese a su «desenvoltura», María de Zayas es sin duda una de las escritoras de los Siglos deOro con mayor proyección internacional, como se evidencia en los comentarios sobre el influjoejercido en novelistas y dramaturgos europeos, lo que no le asegura, sin embargo, un puesto fijoen las historias de la literatura universal, reservado siempre y sin discusión para Teresa de Jesús,una escritora de talla mundial.

10 J. V. Fillol, Sumario de las lecciones de un curso de literatura general y principalmente española con sujeción alprograma mandado observar por la Dirección General de Instrucción Pública en 1° de Agosto de 1846, Valencia, Imp.de José Domenech, 1872 (31 e<±); P. Mudarra y Párraga, Lecciones de literatura general y española, 2 tomos, Sevilla,Girones, 1881 (2a ed.); George Ticknor, Historia de la literatura española, 4 tomos, Madrid, Rivadeneyra, 1849.

11 Joanna Russ, How to Suppress Women's Writing, London, The Women's Press, 1984, págs. 23-24. Se ocupatambién del tema Laura Freixas, Literatura y mujeres, Barcelona, Destino, 2000.

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A partir de los años setenta se advierten nuevos rumbos en las historias de la literatura espa-ñola, sin embargo se avanza muy lentamente en el conocimiento de las escritoras. La introduc-ción por estos años del concepto de «género» como categoría fundamental de la realidad y dela percepción social, cultural e histórica cambia el panorama de la investigación historiográfica,pero desde luego no se refleja en la historiografía literaria hispana, en la que sí han desapa-recido por incorrectos los juicios de valor sexistas pero posiblemente no los prejuicios que losfundaban. La lista de cuarenta y siete autoras confeccionada a partir de dieciocho historias de laliteratura examinadas,12 parcialmente recogida con sus frecuencias en el cuadro del Apéndice 2,muestra reajustes con respecto a la anterior y el hallazgo de nuevas autoras. En esta década delos setenta se publica la Historia de la literatura dirigida por R. O. Jones (1973-1974), formadapor una serie de manuales firmados por diferentes hispanistas ingleses que, excepto el relativoa la Edad Media a cargo de Deyermond, que exhuma a Leonor López de Córdoba, prestan unaatención prácticamente nula a la literatura femenina13. Es en la década de los ochenta cuando seadvierte aparentemente un interés mayor por las escritoras, Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceresdan un importante paso adelante y reúnen el corpus que pasa a ser canónico por estos años:Teresa de Cartagena, Leonor López de Córdoba, María de San José, Teresa de Jesús, Mariana deCarvajal, Bernarda Ferreira de Lacerda, María de Jesús de Agreda, María de Zayas, Ana Caro,Feliciana Enríquez de Guzmán.14

Éstas son las escritoras mencionadas con comentarios que demuestran un conocimiento másdirecto de los textos o cuando menos de la bibliografía pertinente más reciente. Esta lista, dondese recobra a la ignorada Bernarda Ferreira de Lacerda, se va a perpetuar y ampliar en la inno-vadora Historia y crítica de la literatura española, publicada entre 1980-1983 bajo la supervisiónde Rico y realizada por diferentes especialistas en la materia, diez años después completada conlos respectivos suplementos.15 Esta excelente y renovadora obra no supone, sin embargo, gran-des avances en el trazado de la historia de la literatura femenina, pues su presencia es mínimapese a lo que podría deducirse de la lista de autoras citadas en los índices: Teresa de Cartagena,Leonor López de Córdoba, Florencia Pinar, Mayor Arias, Luisa Sigea, Beatriz Bemal, Catalina deMendoza, Teresa de Jesús, María de San José, María de Jesús de Agreda, Cristobalina Fernándezde Alarcón, Mariana de Carvajal, María de Zayas, Ana Caro, Oliva Sabuco, Ana Abarca de Bolea,Feliciana Enríquez de Guzmán, Bernarda Ferreira de la Cerda, Sor Gregoria de Santa Teresa,María del Cielo.

Sólo Teresa de Jesús merece un capítulo propio y de los estudios seleccionados dos se ocu-pan parcialmente de Teresa de Cartagena y de María de Zayas. Del resto de escritoras sólo unaparte (López de Córdoba, Florencia Pinar, Mayor Arias, Luisa de Carvajal, Zayas, María de Jesús deAgreda, Ana Abarca y Sor Marcela) se citan, y de forma desigual, en los estados de la cuestión queabren cada capítulo; y otras, como Sigea, María del Nacimiento, Catalina de Mendoza o FelicianaEnríquez de Guzmán, se mencionan colateralmente a propósito de otros autores. Por otro lado,como en otras historias de la literatura, también en ésta la recuperación de las escritoras acabasiendo muy parcial, pues se rescata una faceta y se silencia otra, en este caso de forma más evi-

12 Entre ellas, Emilio González López, Historia de la literatura española. Edad Media y Siglo de Oro, New York,Las Araericas Publishing Company, 1972; José María Diez Borque (coord), Historia de la literatura española, 3 tomos,Madrid, Guadiana, 1974-1975; José María Diez Borque, Historia de la Literatura Española, 3 tomos, Madrid, Taurus,1980; Carlos Blanco Aguinaga, Julio Rodríguez Puértolas, Iris M. Zavala, Historia social de la literatura española (enlengua castellana), 3 tomos, Madrid, Castalia, 1978-1979; Miguel Diez Rodríguez, M. Paz Diez Taboada y Luis de TomásVilaplana, Literatura española. Textos, crítica y relaciones, vol. L, Edad Media y Siglos de Oro, 2 tomos, Madrid, EditorialAlhambra, 1980-1984, además de las citadas en las notas siguientes.

11 R. O. Jones (dir.), Historia de la literatura española, 6 tomos, Barcelona, Ariel, 1973-1974.14 Felipe B. Pedraza Jiménez y Milagros Rodríguez Cáceres, Manual de Literatura Española, tomos. 1-4, Tafalla

(Navarra), Cénlit, 1980-1981 (la obra completa consta de 16 ts. cuya publicación se prolonga hasta 2005).15 Francisco Rico (dir.), Historia y crítica de la literatura española, 9 tomos y sus respectivos suplementos, Bar-

celona, Crítica, 1980-2000.

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dente por el diseño y concepción de la obra. Es lo que sucede, p. ej., con Ana Caro, de la quese comentan sus dotes poéticas pero se ignora su condición de dramaturga y de cronista, muchomás significativa e importante, o lo que acontece también con María de Zayas, a la que se estudiasólo como novelista y se desatiende su faceta como poeta y dramaturga, si bien, como decimos,este es un mal común a otras obras de este tipo. Estimables historias de la literatura posteriores,como las coordinadas por Meregalli, Rozas, Canavaggio o Pérez Priego16 vuelven a silenciar a lasescritoras y se fijan sólo en el triunvirato finalmente canonizado: Teresa de Jesús, María de Jesúsde Agreda y Zayas.

Pese a que la crítica sobre las escritoras medievales y áureas se ha incrementado y se haavanzado sustancialmente en el conocimiento de sus obras, las historias de la literatura, con muypocas excepciones, siguen siendo, como vemos, muy conservadoras e inmovilistas e incorporanmuy lentamente estos avances. Si trazamos una historia de las permanencias, Teresa de Jesússiempre ocupa un lugar central e inalterable. La autoridad otorgada por el propio Fray Luis conla edición de sus obras, la influencia ejercida sobre otras monjas y sus escritos, convirtiéndoseen modelo normativo, abre un proceso de «canonización» que se consolida ya en el siglo XVIII,siglo en el que se produce una revalorización de la mística y se la sitúa al lado de fray Luis deGranada y Fray Luis de León en obras tan influyentes como la de Antonio de Capmany.17 Teresade Jesús alcanza el estatus de los grandes escritores y como estos, tal y como explica Kermode,18

una vez canonizada pierde su temporalidad y se convierte en un valor intrahistórico; es la únicaque se muestra inamovible con el paso del tiempo y pasa a ser cita obligada desde el siglo XVIIen las historias de literatura española y universal. A su zaga se sitúa, en segundo lugar, María deZayas, la novelista ingeniosa, atenta a la condición femenina, autora de entretenidas tramas amo-rosas consideradas inmorales para la crítica puritana de la primera mitad del XX, pero finalmentesalvada y hoy muy estudiada. En tercer lugar, y tras la estela de la abulense se ubica a Maríade Jesús de Agreda, la Santa Teresa del Barroco como la llamó Valbuena (pág. 495), siendo sucondición de mística, pero sobre todo el epistolario intercambiado con Felipe IV y el influjo quesobre el monarca pudo ejercer, más que sus dotes literarias, no siempre reconocidas, lo que laavalan y la alzan a los primeros puestos. Estas tres autoras son las que consiguen hacerse unahabitación propia en las páginas de estas historias; el resto: Teresa de Cartagena, Oliva Sabuco,Mariana de Carvajal, Marcela de San Félix, Ana Caro o Cristobalina Fernández de Alarcón entrany salen al vaivén del tiempo y luchan por perpetuarse y no caer en el olvido. Otras, aunque senombran dos o tres veces, han sido totalmente ignoradas sin reconocer lo que su obra ha apor-tado a la historia de la literatura y en concreto a la femenina, como es el caso de Beatriz Bernal,la primera novelista española con obra publicada, autora del libro de caballerías Cristalián deEspaña, o Feliciana Enríquez de Guzmán, la primera dramaturga con obra también publicada, laTragicomedia de los Jardines y Campos Sábeos. Proscritas y en silencio quedan, entre otras, Isabelde Villena o las aragonesas Ana Abarca de Bolea o Luisa de Padilla, escritoras con abundantee importante producción, rescatadas por la crítica reciente pero todavía no legitimadas por losmanuales, por no hablar de un buen número de poetisas y escritoras profanas y conventuales demuy diferente calidad pendientes de estudio. La crítica feminista considera una amplia muestrade estilos y formas en los que toma cuerpo la escritura de mujeres: autobiografías, cartas, relatosorales, poesía privada; todo este material, en parte reunido ya por Serrano y Sanz, necesariamente

16 Franco Meregalli (coord), Historia de la literatura española, 2 tomos, Madrid, Cátedra, 1990; Juan Manuel Rozas«y otros», Historia de la Literatura, Madrid, UNED, 1996 & reimpr.); Jean Canavaggio (dir.), Historia de la LiteraturaEspañola, 6 tomos, Barcelona, Ariel, 1994-1995; Miguel Ángel Pérez Priego, José Rico Verdú y Juan Manuel Rozas,Historia de la literatura española de la Edad Media y Siglo de Oro, Madrid, UNED, 1995.

17 A. de Capmany y de Montpalau, Teatro histérico-crítico de la eloquencía española, 5 vols., Madrid, Antonio deSancha, 1786-1794.

18 La cita en José María Pozuelo Yvancos y Rosa María Aradra Sánchez, Teoría del canon y literatura española,Madrid, Cátedra, 2000, pág. 229.

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ha de ser investigado porque, como explica Robinson, las circunstancias que impulsaron a muchasmujeres a escribir son las mismas que impidieron que su cultura las considerara escritoras.19 Detodo este material tienen que dar cuenta de alguna manera las historias de la literatura española.Como ya hemos comentado, no se trata de acarrear nombres e incluir a todas, sino de tener encuenta, a la hora de construir estas historias de la literatura, lo que fue la escritura femenina enla época medieval y de los Siglos de Oro, su conciencia autorial, la difusión de sus obras, lasdificultades que hubieron de sortear para ser reconocidas, para conseguir que su voz se escucharay que sus obras llegaran a la imprenta.20 Se trata de dejar sitio a esta otra realidad que, unida alcanon existente, estará más cerca de contar la verdad, porque hoy por hoy, a partir de las historiasde la literatura del XX, los lectores lamentablemente se forjan una historia de la literatura escritapor mujeres totalmente desvirtuada y falseada. La realidad es muy distinta a la que muestran estaslistas de escritoras y así lo está demostrando la crítica más reciente, empeñada en descubrir a lasescritoras a través de ediciones de sus libros y de estudios concretos, trabajos que son los quefinalmente han de legitimarlas. En este sentido, la base de datos BIESES (Bibliografía de EscritorasEspañolas) pretende ser una útil herramienta de trabajo que dé precisa cuenta de todos estosavances bibliográficos, a la par que una sólida y rigurosa fuente de información para acometer einiciar nuevas investigaciones que ayuden a trazar, en último término, una historia literaria de laescritura femenina más fiel que la heredada, pues las mujeres, además de leer, inspirar o recibirlas obras literarias, también escriben, aunque su propia condición femenina impida muchas vecesjuzgar su capacidad creadora, su valía como escritoras.

APÉNDICE 1

Teresa de Jesús

María de Jesús de AgredaGalindo, Beatriz

Sabuco, OlivaCartagena, Teresa de

a Lope de Vega, Marcela deo Carvajal, Mariana deb Isabel 1 (la Católica)LU Sigea, Luisa

Osorio, Constanza deFrancisco de Santa Teresa

Fernández de Alarcón, CristobalinaCaro, Ana

Bernal, BeatrizNarváez, Hipólita de

María do CeoGómez de Avellaneda, Gertrudis ""

Citas entre 1900 y 1970

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Frecuencia

19 Lillian S. Robinson, «Traicionando nuestro texto. Desafíos feministas al canon literario", en El canon literario,compilación de textos y bibliografía Enric Sulla, Madrid, Arco/Libros, Biblioteca Philologica, Serie Lecturas, 1998,pág. 135.

20 Nieves Baranda, «Las escritoras españolas en el siglo XVI: la ausencia de una tradición literaria propia», en Lasmujeres escritoras en la historia de la Literatura Española, coords. Lucía Montejo Gurruchaga y Nieves Baranda Leturio,Madrid, UNED, 2002, pág. 51.

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APÉNDICE 2

Teresa de Jesús

Zayas, María de

María de Jesús de Agreda

Cartagena, Teresa de

n Caro, Ana

8 Isabel 1 (la Católica)

w Fernández de Alarcón, Cristobalina

Enríquez de Guzman, Feliciana

Carvajal, Mariana de

Sabuco, Oliva

Pinar, Florencia

Lope de Vega, Marcela de

Lacerda, Bernarda Ferreira de

Cecilia del Nacimiento

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Citas a partir de 1970

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Frecuencia

14

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