Bibliografía de Sergio Mondragón

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FIGURAS DE LA LETRA SERGIO MONDRAGÓN SEMBLANZA Nació en Cuernavaca, Morelos, el 14 de agosto de 1935. El poeta y ensayista, estudió periodismo en la Escuela Carlos Septién García. Ha sido profesor de literatura en las universidades Iberoamericana, de México; de Illinois, Indiana y Ohio, en los E.U.A.; coordinador de las oficinas de actividades literarias y de publicaciones del ISSSTE; cofundador y codirector de la revista de poesía El Corno Emplumado; corresponsal en Japón del periódico Excélsior; fundador de Bandera; editor de Memoranda y Revista Latinoamericana de Estudios Budistas. Becario del Centro Mexicano de Escritores, 1965. Forma parte del SNCA desde 2000.

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Sergio Mondragón (México), poeta y periodista mexicano, es el editor de la revista cultural El corno emplumado y empeñoso difusor de la cultura nipona en América Latina.

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FIGURAS DE LA LETRA

SERGIO MONDRAGÓN

SEMBLANZA

Nació en Cuernavaca, Morelos, el 14 de agosto de 1935. El poeta y ensayista, estudió periodismo en la Escuela Carlos Septién García. Ha sido profesor de literatura en las universidades Iberoamericana, de México; de Illinois, Indiana y Ohio, en los E.U.A.; coordinador de las oficinas de actividades literarias y de publicaciones del ISSSTE; cofundador y codirector de la revista de poesía El Corno Emplumado; corresponsal en Japón del periódico Excélsior; fundador de Bandera; editor de Memoranda y Revista Latinoamericana de Estudios Budistas. Becario del Centro Mexicano de Escritores, 1965. Forma parte del SNCA desde 2000.

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BIBLIOGRAFÍA

Antología. Poesía norteamericana del siglo XX, SEP, 1969. Poesía latinoamericana, Ohio University Press, 1970. República de poetas, Martín Casillas, 1985. Un rebaño bajo el sol. Antología de poesía japonesa moderna (en colaboración con Atsuko Tanabe), UAM, 1988. Ensayo Lincoln, leñador de América, SEP, Cuadernos de Lectura Popular, 1965. Poesía Yo soy el otro, El Corno Emplumado, 1964. El aprendiz de brujo, Siglo XXI, 1969; SEP/Siglo XXI, Lecturas Mexicanas, 1986. Pasión por el oxígeno y la luna, Premiá, 1982. El aprendiz de brujo y otros poemas, SEP, Lecturas Mexicanas, 1986. El ocre de los lodos, Ediciones Toledo, 1991. Las eras imaginarias, CONECULTA- Tamaulipas/Eón, 1998; Eón/The University of Texas, El Paso, 2002.

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ANTOLOGÍA

El aprendiz de brujo (Fragmento, Editorial Siglo XXI, 1969) Urnas, moscas y cigarras Heme aquí de nuevo metido entre palabras las voces del bosque relumbran eléctricas y etéreas el galope del poema se oye ya, ya se oye venir el olor del incienso juega con el idioma con este idioma de moscas solares juega con esta vara, con mi rubor de ser extraño a este medio ¿cuál medio? dijeron las cigarras detrás de un brillo el medio original, el eje de la rueda, el canasto rebosado de legumbres y tú, poema ¿qué cara tienes? es tu cara la del temblor de mis manos

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es tu cara la cara de la luna o es el charco del amanecer entre dioses apócrifos y prostitutas de piedra y sesiones de humo y vasos de rocío ¿cuál es? y yo, que no soy el poema ni el caballo ni la ribera yo que sólo soy una figura, uno más en la lista interminable yo que orino hacia el cielo oh, yo soy este pedazo de hierro que espera la resurrección ja, ja, dijeron las cigarras con los cuernos encendidos ¿por qué esperar? gritaron las estatuas y un perro de maleza ladró y otro miró hacia el norte y huyó esperar es estar y vosotros estáis caminando en el centro del paraíso, clamaron los astros oh qué voces oh qué estruendo de bestias oh estante de huesos, tú no puedes firmar lo ya ritmado tú apenas puedes inclinarte hacia el agua tú eres como yo, desolación y campo de las urnas ¿cuáles urnas? volvieron a gritar las cigarras sosteniéndose el ala, haciéndose pantalla con las manos cuáles urnas pues las urnas que nos guarden las urnas rellenas de oro y las urnas en blanco y negro las ajedrezadas, las de arlequín, las urnas en las que bebemos el agua de la vida, el agua que se desliza de prisa y cuando la buscas ya se ha ido sudan mis manos y las palabras se agrupan y echan a volar había dejado la ventana abierta y con esto de las urnas y las estatuas

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el poema también echó a volar ya está volando, ya quedó fuera de mí, ya yo no soy el mismo ya nadie es lo mismo ya el idioma se precipitó de cabeza en el abismo de las moscas En julio y en hebreo Dos pájaros se aman en el aire se separan y se vuelven a besar dos hojas muertas sobre las líneas cortas, breves de un grabado en la palma de la mano el jugo de dos naranjas y la disciplina de observación de mi sustancia en un recato de búsqueda interior con las piernas cruzadas, la razón jugando a la raíz cuadrada del círculo: éste es el principio de mi mañana mientras el sol vuela y ladran unos perros y mis dos hijas charlan y se aman en julio y en hebreo como dos pájaros que vi al comenzar esta aventura en la ventana El laberinto No basta mirar

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es necesario poner en movimiento los sueños del caballo de mar de la memoria los suntuosos palacios soñados esta madrugada no basta escribir el poema es necesario zambullirse en la concentración del barrer del amar del mirar el cuerno de una hormiga es posible entonces echar a correr de cara hacia el misterio contenido en una taza de té; el poema se organiza luego la máquina se para y el paisaje comienza a cantar se desliza la mano sobre el lomo del viento un nuevo grito en el bosque se inaugura un nuevo canto gotea hacia el asfalto mi perro reza de rodillas mi molinillo de oraciones trepida con el viento ya todo es una feria volteada de cabeza como una virgen perseguida en los pasillos del laberinto el místico laberinto de una vara y una caja de laca

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en la que guardo mi poema lo doblo y lo coloco en los estantes de la cabeza mientras sales a la calle y andas como entre los libros de la biblioteca como entre el recuerdo del poema que tramas mientras te repites no basta mirar es necesario Con esta fecha quedo separado (y unido) (en ocasión de mi salida de la revista “el crono emplumado”) Corno emplumado letanía de siete años, uno por cada día de la semana, uno por cada nota de la escala, por cada uno de los colores después de la lluvia, siete planetas, siete perfumes, siete palpitantes corazones pendientes del collar de coatlicue, siete glándulas que tiritan de impaciencia, siete años de tu (mi) vida, corno emplumado, siete años y tres niñitos, una esposa, un jardín de muros calientes y bugambilias, de ceremonias

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entre los prados; ahora comienza otra aventura, cabroncito, hijo mío, papi mío, llegó la hora de tomar la mochila y partir, dios te bendiga, dios nos agarre confesados, corno emplumado, gracias por las palizas, por los amores, por tanto jazz, gracias por llenarme de amigos las espaldas, por colmar de cartas mis gavetas, de poemas mis mañanas, corno emplumado, joven navío blanco que zarpa en la clara mañana, corno emplumado, me voy en el avión del mediodía, no olvides saludar con cortesía, corno emplumado, no te comas las uñas, corno emplumado, sé dócil y no hagas esfuerzo alguno, corno emplumado, déjate llevar por el viento de abril en cualquier época del año, corno emplumado, nunca te olvidaré, corno emplumado, pero ahora mismo le tuerzo el cuello a tu recuerdo, corno emplumado, ya nos exprimimos suficiente, ya nos amamos

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bastante, corno emplumado, adiós. El ocre de los lodos (Fragmento, Ediciones Toledo, 1991) Antipoema No estoy mirando el paisaje de ondulantes colinas. No es verdad que esta máquina de escribir este cuarto y mi persona sean visitados por un hálito de muerte o un soplo de vida nueva. Abril no es el mes más cruel y el otoño no recorre las islas. Tampoco los patios de abril ni el perfume de las uvas de otoño. Es mentira que el cuarto se cubra con polvo de oro siquiera por un instante. Soy un escribano sin imágenes de carne ni ojos como dagas. Soy este murmullo y la quemadura de un fuego resignado. Soy invención y mentira: describo lo que no miro, me desplazo sin moverme de la silla, respiro atmósferas de rosas no en jardines inauditos y aniesgo múltiples vidas en los desvanes de palabras enormes: universo, eternidad.

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En esta tarde de domingo invento y escribo para calmar la inquietud que cosquillea en mis dedos y me ata como un opio; escribo para crear paisajes que no miro pero que amo, pongo la palabra amor y me dan ganas de volver... amor el amor ese amor tan desasido para siempre... Mandala Quiero deslizarme por tus manos y tu cuello como un molusco quiero tus piernas alrededor de mi cintura quiero tocar adentro de tu cuerpo aspirar tu respiro como un humo visionario perder el equilibrio entre tus brazos quiero tocar tus ingles y cabellos y tus muslos otra vez quiero entrar en tu cuerpo como se entra en la playa en una noche sin luna con la razón extraviada quiero perderme entero en el campo de tu ser desfallecer junto a ti correr en tus pensamientos

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en el conocimiento de ti ganar el conocimiento quiero que el ánfora de tu agua el receptáculo de tus ensoñaciones espirituales y corpóreas el olor de tu carne la palabra todo en tus ojos en blanco quiero arribar al ser en el barco de tu cuerpo sostenerte en vilo sobre los acantilados sobre los desfiladeros horrendos de tus palabras sin sentido quiero que el sol reflexiones en el huevo de tus manos que en tu cuerpo empapado en tus jugos inmortales el mar se ponga a soñar mientras deshace olas frescas El futuro Es un caballo hermético de músculos blancos atosigado por la prisa. Luego es un joven tridimensional al que se confunde con un caballo. Unas hebras en el agua son el testimonial de que las cosas pasan. En un agua muy clara que corre a velocidad entre piedras redondas y calientes

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sobre rocas en las que el tiempo agoniza solloza mi corazón, que siempre llega tarde, por lo que sólo queda repetir: es un caballo hermético, un joven, un agua tridimensional, una pura eufonía... Espejo Yo repito mis gestos día con día. El desafío del espejo lo recojo: sólo un agua natural y primitiva me responde: es Narciso en la escalera es el lirio de los años que desfilan y reptio y repito y froto a ver si la luz estalla y quiebra este espejo estéril y empañado. Reino imantado del poema El lenguaje, el cuerpo, el mundo y su paisaje… El poeta, sus piruetas, sus visiones y sus tretas: en el reino imantado del poema, donde todo se ve transfigurado. Hojarasca, 2005.

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Copista Del abrojo que alegre el viento arrastra surge un fuego que respeta mis manos añosas de pirú; del destello fugaz en los campos del sol; de la luna de labios resecos que besa mi boca terrena… de semejantes construcciones brota el lenguaje que me inspira con sílabas ligeras, con visiones frescas: todo lo cual es una cálida promesa, la señal de que el Verbo retoña en mis comarcas y madura huertas y cantos en mis manos de copista: el copista: ese ser que aprende a escribir y a mirar con pacienica en la naturaleza de las cosas. Hojarasca, 2005. Más allá de las ávidas bocas se engendra el poema Más allá del sentimiento de lo humano y lo inhumano se engendra el poema: antigua criatura hecha con el humor del mundo; visible en todo cuanto existe; escrita sobre un espejo de agua con lápiz que trasuda el semen del cielo y los infiernos que moja las piernas ancestrales de la noche. El poema ambigua criatura gestada más allá de las ávidas bocas de la ardiente realidad en la que todos actuamos desesperadamente con los labios resecos. Hojarasca, 2005.

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ENTREVISTA

Entrevista. Mexicano Sergio Mondragón comenta sobre poesía latinoamericana Encuentros de papel Escritor narra su experiencia en Japón como periodista y autor Recuerda cómo surgió la emblemática revista El corno emplumado Por Diego Lazarte [México]Sergio Mondragón, poeta y periodista mexicano, es el editor de la revista cultural El corno emplumado y empeñoso difusor de la cultura nipona en América Latina. En un café cercano a la estación Barranca del Muerto del DF atendió nuestras preguntas. ¿Cree en la existencia del neobarroco latinoamericano? –Creo que sí junto a un neorromanticismo latinoamericano. Nunca ha dejado de estar vivo el romanticismo. En la década de los 60, cuando empecé a leer y a escribir, me alimenté de Alejo Carpertier y en particular su novela El siglo de las luces. El libro es como si te estuvieras viendo en un espejo. Tú crees que estás aprendiendo del libro, pero en realidad estás asimilando de ti mismo. Ahí entendí que los latinoamericanos somos de temperamento barroco. ¿Qué escribió en su primera estancia en Japón? –Escribí poemas de lo que estaba viendo y viviendo. Sobre todo del paisaje que es tan singular. Por todas partes te asalta la estética. Es un país de gente muy consciente de la belleza, de producirla y conservarla. Ya sea por fuera o por dentro, ya sea en la casa habitación, en la calle o en el campo. Esos poemas los publiqué en un libro que llamé Pasión por el oxigeno y la luna. ¿Cómo conoció al poeta Kawabata? –Fui a Japón como corresponsal del diario Excélsior. Una de las consignas que llevaba era entrevistar a Kawabata, quien había ganado el premio Nobel hacía poco. Para llegar

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a él me contacté a través de mi maestra de japonés con un poeta que vivía en Nagoya. Ese poeta telefoneó a Kawabata, quien acepto recibirme en su casa de la ciudad de Kamakura. Cuando llegué, abrió la puerta vestido con un kimono y desde allí me dijo: “siento mucho que no le voy a poder dar la entrevista porque no me siento bien. Estoy muy deprimido. Le ruego me perdone”. Así con caravanas de disculpa. Era tan convincente que decía la verdad, que no era un pretexto o una descortesía. Le dije adiós y muchas gracias. Al día siguiente apareció en los periódicos su muerte. Háblenos un poco sobre la época de El corno emplumado. –Yo era compañero de banca del poeta Homero Aridjis. Un día salíamos a un café. Me dijo que me iba a presentar a un poeta beat. Me llevó donde vivía Philiph Lamantia, quien era un poeta joven muy conocido en los Estados Unidos, que había venido atraído por los indios, los volcanes y la droga. Allí conocí al poeta mexicano, Juan Martínez, con ellos empezamos a leernos poemas en español e inglés. A ese núcleo empezaron a acercarse otros más como el nicaragüense Ernesto Cardenal, luego llegó Allen Ginsberg y Margaret Randalf. Con esa informalidad empezó a crecer la idea de hacer una revista. Y como era una conjunción de ambas culturas dimos el horne americano del jazz y las plumas de Quetzalcoatl del mundo mesoamericano: así nació El corno emplumado. Texto tomado de: http://www.elperuano.com.pe/edicion/noticia.aspx?key=sOYBytcVE1E=

Entrevista a Sergio Mondragón 70 años de Sergio Mondragón Edgardo Méndez ¡Estoy dispuesto a ir metafísicamente a donde la investigación me lleve! Un día, mientras estudiaba en la escuela primaria, Sergio Mondragón vio por la ventana un ave en un limonero. De pronto volvió la vista a su libro y leyó: “descansaba la pájara pinta, a la sombra de un verde limón, con las alas tocaba las ramas, con el pico picaba la flor”. En ese momento “el infante quedó deslumbrado al ver que las palabras del poema poseían un ritmo y que podían representar lo que él estaba viendo”.

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“Escribir poesía conlleva una contemplación del mundo, del lenguaje y del cuerpo que está escribiendo. La poesía se da en un momento de conjunción entre estas entidades: mundo, cuerpo y lenguaje”, declaraba el poeta en una entrevista en el 2004. A los 18 años un vendedor de libros se acercó a Mondragón a ofrecerle las obras completas de Shakespeare; el adolescente abrió el libro al azar y “fue tan deslumbrante” lo que leyó que quedó “verdaderamente prendado de esas palabras. Inmediatamente sentí la necesidad de escribir”. Aquí nació el escritor. Años mas tarde, cuando estudiaba en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, “mi compañero de banco, Homero Aridjis, me llevó a conocer al poeta Juan Martínez, el cual me indujo a leer a los poetas europeos románticos y simbolistas. Juan y aquellos poetas fueron una verdadera revelación: me enseñaron una forma de entender la vida. A partir de ese momento sentí nacer en mí un compromiso de por vida con la poesía y las palabras”. Hoy, a sus 70 años, este compromiso sigue en pie. Sergio Mondragón, poeta, editor, periodista, traductor y promotor cultural, ha dedicado su vida a la creación y a la investigación y promoción de la literatura. Su obra poética está compuesta por cinco libros: Yo soy el otro, El aprendiz de brujo, Pasión por el oxígeno y la luna, El ocre de los lodos y Hojarasca. Ha publicado una antología de poetas hispanoamericanos, República de Poetas, y la Antología de Poesía Japonesa Moderna. Un rebaño bajo el sol. Así mismo, fue en los años 60 cofundador y coeditor de la revista El Corno Emplumado, y en los 90, de la Revista de Estudios Budistas y de Japónica. Después de setenta años (para él, “un parpadeo”) Sergio Mondragón se encuentra en plena labor de investigación de lo vital, dispuesto a ir “a donde ésta me lleve, así como me llevó a Japón y a vivir en la sierra mazateca, a la poesía y a la práctica budista; ¡hoy, estoy dispuesto a ir metafísicamente a donde la investigación me lleve!”. Al poco tiempo de asumir aquel compromiso de por vida y trabar amistad con aquellos poetas , Mondragón conoció al célebre poeta norteamericano Philip Lamantia, quien “traía con él la atmósfera, el lenguaje y la carga intelectual de los beats”. Poco a poco Mondragón fue conociendo a otros poetas que se reunían en torno a Lamantia y fue entre ellos que surgió la idea de hacer una revista que “publicara tanto a los poetas que escribían en lengua inglesa como a los que lo hacían en español”. Así nació El Corno Emplumado. Sergio Mondragón fue coeditor de esta revista y señala que fue muy interesante “descubrir coincidencias entre lo que ocurría en la poesía en lengua inglesa y en la de hispanoamérica”. El autor señala que “ambos países se encontraban en un momento de ruptura. En México se abandonaban los paradigmas de la generación de los “contemporáneos”, y en Estados Unidos los beats ya no escribían como Ezra Pound o T.S. Eliot”. ¿Cómo definiría usted a los poetas beats?

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- To beat es golpear . Ellos se definieron como una generación golpeada. Beat es también la raíz de beatitud, por lo que se definieron así mismo como una generación sagrada. De aquí se desprende el hecho de que todos los seres humanos son sagrados, dignos por ello de todo respeto y consideración, cosa que la sociedad en general no toma en cuenta. El sistema mata, exige, destroza todo aquello que no está en su línea o que va en su contra. Los beatniks hablaron y protestaron fuertemente contra este estado de cosas. Ante un mundo caótico tomaron una actitud de serenidad y realizaron viajes exteriores e interiores a través del uso de las drogas y de la meditación. Como escribió Eliot en “La tierra baldía”: ¿pondré por lo menos orden en mis tierras ?, ellos decidieron poner orden en su propia vida para no unirse al caos generalizado. Y hubo mil versiones y conclusiones en la interpretación de este poner orden en mis tierras; cada quien lo hizo a su manera, lo mejor que pudo. En busca de este orden y dado que él y su familia fueron acosados por el gobierno, en una de las secuelas del movimiento de 1968, tuvieron que salir del país. “Durante muchos años fuimos victimas de esta circunstancia. Yo terminé dando clases de literatura en universidades de los Estados Unidos.” Estando en el vecino país, Sergio se encontró en medio de una situación “igual de asfixiante que la de México. Era el final de la guerra de Vietnam. Había más de 300 universidades en huelga como medida crítica contra esa guerra. Existía allá mucha represión contra los estudiantes y contra el pensamiento antibélico.” A los dos años el poeta concluye que “la presión y el caos que se vivía en los Estados Unidos era igual que la que se vivía aquí.” Entonces regresa a México, pero al poco tiempo decide viajar al Japón. “Se lo comuniqué a Octavio Paz y éste me recomendó con Julio Scherer a fin de obtener una corresponsalía de Excélsior en Japón.” Después de estar algunos meses como corresponsal, Mondragón se asomó “al mundo del budismo Zen” y quedó, como años antes le había ocurrido con la literatura, “prendado y comprometido con ese universo.” ¿Qué es para usted lo más significativo del Budismo? -El budismo nos hace conscientes del .aquí y del ahora. De la suprema importancia y trascendencia que reviste el momento presente. No hay actos o tiempos grandes o pequeños. Todo es supremamente significativo, y depende de nuestra actitud existencial hacia ello el que la realidad omnipresente revele su carga de trascendencia. Este enunciado me interesa mucho, pues afecta mi vida personal, me compromete a hacer y considerar las cosas con todo cuidado, por lo menos teóricamente, en el peor de los casos. Otra idea del budismo que me atrae mucho es el principio de la interdependencia: la comprensión de que somos seres interdependientes. Que dependemos de los demás; que la sociedad, el devenir, los otros, nos han dado todo lo que somos y todo lo que tenemos... ¡Desde nuestro propio cuerpo y pensamiento, hasta las cosas materiales...! Anónimas manos y esfuerzos en una cadena interminable hicieron su parte para que nos alimentemos y podamos estar vestidos; materializaron la silla en la que nos sentamos, la

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casa que habitamos, la ciudad en la que vivimos, la educación que hemos recibido. ¡Toda la historia personal y social es fruto de una sucesión de causas y efectos, de una eternidad de esfuerzos humanos anónimos de la que somos beneficiarios! Esta sucesión no sólo nos conecta con la sociedad humana sino también con el mundo natural. Esta taza de café –dice mientras sostiene la taza entre sus dos manos- es posible gracias a que hay una temporada de lluvias y otra de secas que hace que el café crezca y madure correctamente en los campos. Comprender esta interdependencia me hace sentirme parte del todo y gracias a esta comprensión nunca me siento solo; me siento solidario con el mundo que va a morir, porque todo, hombres, plantas y animales, somos impermanentes, –continuó tranquilo y sonriendo- y esto nos da una hermandad, una solidaridad, una cierta sensación de acompañamiento. También la noción de causa y efecto es muy importante para el estudioso budista: no hay actos neutros, todo lo que hacemos (o dejamos de hacer) tiene consecuencias o efectos; esta idea nos hace responsables de nuestros actos. En fin, ahí están esbozadas unas cuantas ideas de lo mucho que podemos aprender de la enseñanza y práctica del Buda. ¿Podríamos decir que se convierte al igual que algunos beats en un Vagabundo del Dharma? —Muchos de los beatniks fueron también aficionados al budismo. El Dharma es el conjunto de leyes universales; es el principio que rige al cosmos y a la vida humana. Ser Vagabundos del Dharma es afirmar que el cosmos es la casa de uno, residencia que se acepta y en la que uno se siente bien, y para lo cual parece suficiente la pura existencia. Mientras se encontraba en Japón, declara, se dio cuenta de que no conocía bien México... De que no conocía el mundo indígena. Entonces sintió una enorme falta, una gran nostalgia, y vio la necesidad afectiva e intelectual de conocer el país.” Con esta finalidad, y aprovechando su educación periodística, Mondragón entró en contacto con la central campesina “Jacinto López” y propuso hacer un periódico que uniera a los distintos grupos campesinos del país afiliados a la organización. El periódico se llamó Bandera. “Para esto tuve que pasar varias temporadas en distintas regiones indígenas de México, principalmente en la sierra mazateca y en Sonora, con los grupos yaquis y mayos, los cuales tienen culturas en algunos aspectos diferentes a las de los mazatecos, chinantecos o mixes de Oaxaca o Veracruz”. El periódico se publicó durante unos diez años. “Me deslumbró el universo de los indios”, declara el poeta con nostalgia y añade que “es una verdadera lástima que tratemos a nuestros indígenas con la punta del pie; por eso y por hambre se ha ido un enorme número de ellos a los Estados Unidos. Es abismal y abyecta la ignorancia y estupidez con que hemos actuado históricamente en contra de esos compatriotas, hermanos nuestros”. “Aprendí mucho de ellos. México se salvaría de su vergonzoso subdesarrollo el día en que pudiéramos disfrutar y cultivarnos en ese mundo indígena. Hay allí una sabiduría

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ancestral”, concluye Mondragón. “Esta experiencia contribuyó a darme una identidad propia completa, a saberme y sentirme absolutamente un mestizo, orgulloso de mis sangres y de mis antepasados”. En esta etapa de su vida, por decirlo de alguna forma, hay un silencio editorial, pues entre El aprendiz de brujo y Pasión por el Oxígeno y la Luna hay alrededor de diez años de distancia… —Yo escribo despacio. Aunque ahora que soy miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte estoy escribiendo de manera constante y más fluida. Llevo cinco años escribiendo todos los días. En esta etapa he escrito más que en toda mi vida anterior. Actualmente escribo un libro de poemas y un libro de ensayos literarios que tienen que ver con esta característica de la lengua española que es construir y destruir formas poéticas de manera constante. Estoy tratando de rastrear desde sus orígenes, en la edad media, y hasta el día de hoy, este esfuerzo de experimentación de nuestra lengua, algo que no se da en todas las lenguas: por ejemplo en el idioma japonés, que desde su creación y hasta finales del siglo XIX, no se escribe un solo verso que no tenga o cinco o siete sílabas. Después de laborar a lo largo de veinte años en el ISSSTE como encargado del área de actividades literarias, donde realizó talleres, edición de revistas y libros, lecturas y charlas de escritores y poetas, Sergio, junto con Atsuko Tanabe, publicó la Antología de Poesía Japonesa moderna. Un rebaño bajo el sol, que da testimonio de ese estado de cosas y de la apertura del Japón al mundo occidental y al verso libre y a numerosas otras formas poéticas occidentales. Posteriormente, como aficionado y estudioso del budismo, Mondragón edita la Revista de Estudios Budistas. Actualmente colabora con la asociación budista laica de nombre Reiyukai, para la cual ha hecho la traducción de un texto antiquísimo llamado “Sutra del Loto.” En toda su obra vemos al amor como tema central, ¿qué nos puede decir al respecto? —Ese amor brota de un sentido de unidad con los seres y con la naturaleza. Sé que somos criaturas absolutamente dependientes de la naturaleza, la cual está emblematizada y metaforizada por el follaje, el cual, a su vez, también emblemáticamente, depende de uno, de que lo reguemos y lo cuidemos. El poema es en realidad esa relación entre el follaje y el poeta, entre los seres y el poeta, una relación de amor. Y no hay separación entre todas estas partes. Vivo la vida como una unidad de causas y efectos que reúne tanto lo negativo como lo positivo, lo ominoso y lo desdeñable tanto como lo bello y noble. Yo espero poder trasmitir este sentido de unidad en lo que escribo y hablo. Texto tomado de: http://www.literatura.inba.gob.mx/literaturainba/escritores/escritores_more.php?id=5860_0_15_0_M

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ANTE LA CRÍTICA

Sergio Mondragón: vigencia del Aprendiz de brujo Ricardo Venegas Si creen que voy a decir que imagino una puerta y salgo por ella hacia otros reinos, lo lamento Juan Manuel Roca Hay quienes, obsesionados por las etiquetas, colocan signos, nombres, oraciones, símbolos o números con tal de clasificar, pero ¿cómo nombrar al misterio? En las que fueron las últimas líneas de su obra, Octavio Paz dijo: “Vivir es también pensar y, a veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía.” Pero, ¿cuál es el juego de la escritura? Allan Poe aseguraba que el principio y el final de un poema podían ser calculados. Para Baudelaire, creador del poema en prosa, el poema es un todo estético, hasta lograr circularidad en la obra. Para Vicente Huidobro el poeta no debería merodear la flor: “¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!”, sino: “Hacedla florecer en el poema/ Sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el sol./ El poeta es un pequeño Dios.” El poeta Raúl Gustavo Aguirre pronunció: “La poesía es algo maldito y es necesario explicar de nuevo este lugar común. Maldita por ser la moral más pura en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo de máscaras, la hombría cierta ante la intelectualidad bufona y pierdetiempo. Maldita por ser la inteligencia y el amor fundiendo juntos. Maldita por sus exigencias, por su avidez de conciencia y de verdad, por su necesidad de existir sin condiciones.” Aunque el poeta no es quien oferta definiciones de su arte, “el animal metafísico cargado de congojas” (Huidobro dixit) debe olvidar su nombre para ser un medio en el que confluyan los significados en varios planos. Devienen las palabras de Olga Orozco cuando nos advierte que una definición de la poesía es anacrónica porque ésta, al enunciarla, ya cambió, está en constante movimiento.

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El poeta colombiano Jotamario Arbeláez, al realizar un recuento sobre el movimiento nadaísta dice: “La revista El corno emplumado de México, dirigida por Sergio Mondragón y Margaret Randall, publicaba nuestros escritos y nos tendía un puente para la comunicación, lo mismo hacía Ernesto Cardenal, el poeta sacerdote revolucionario.” José Agustín es contundente: “En México se dieron pocos beatniks. El más connotado de todos fue el poeta Sergio Mondragón, quien [...] fundó El Corno Emplumado, una excelente revista literaria, bilingüe, donde publicó la plana mayor de los poetas beat de Estados Unidos.” Reinventar el lenguaje, hablar con el idioma del fuego, oficiar como aprendiz de brujo, posesionarse del otro: entrar en la locura y regresar. Domar el orbe de palabras erosionadas por la repetición estéril de un cielo gobernado por la mercadotecnia. Si el poema contradice al tiempo, el tiempo de la poesía es otro. Ante esta indiferencia, la poesía incursiona en los terrenos del espíritu, sitio donde la verdad es entrega, el silencio del poeta que regresa del viaje con mirada distinta. La poesía de Sergio Mondragón nos enseña a mirar. Javier Sicilia lo confirma así: “Una poesía así trabajada desde lo más íntimo, nos transforma o no sirve para nada.” Por ello dice en su Reencuentro con una amiga: “Pongo una fecha/ la recuesto en el tiempo/ vibra una hoja/ en la boca del libro/ bosques de calendarios/ se dan cita a las cinco/ sopla el viento de siempre/ vuelan los años atareados/ en fila hacia el encuentro/ surgen escenas desterradas/ al desván olvidado/ mientras corro a buscarte.” Testimonio de que en el poeta se conjugan los tiempos, la obra de Sergio Mondragón ofrenda una poesía sin etiquetas. Llegar a la poiesis que encierra la convicción de dar sin esperar el aplauso o la regalía, es un guiño de ojos al lector: léeme, aunque no soy el camino, la verdad y la vida; hay puertas que se abren, como las de la percepción. Texto tomado de: http://www.jornada.unam.mx/2009/03/22/sem-ricardo.html Sergio Mondragón Edgardo Méndez “Escribir, para un poeta, es cultivar una actitud interior de apertura hacia el sitio de donde brota el ser.” “Mis poemas son hojas que se desprenden de su árbol y navegan solas, brevemente, en el aire. Si acaso mis poemas, puestos uno junto a otro, son hojarasca arrastrada por el suelo que suena un momento y luego se detiene.”

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Poeta, periodista, traductor, “aficionado al budismo”, como dice; promotor cultural y estudioso de la cultura oriental, ha buscado como San Juan de la Cruz, el camino interior de la mística a través de su vida y su poesía. Entre sus actividades más significativas está la de haber fundado y coeditado la revista El Corno Emplumado, la cual tuvo una gran repercusión dentro de la difusión de la poesía mexicana, latinoamericana y norteamericana durante los años 60. Dentro de su labor como poeta ha escrito cinco libros de poesía: El Aprendiz de Brujo, Yo soy el otro, Pasión por el oxigeno y la luna, El ocre de los lodos y Hojarasca. En el campo de la traducción, entre otros libros compiló y tradujo junto con Atsuko Tanabe Un rebaño bajo el sol. Antología de poesía japonesa moderna. El Corno emplumado fue una revista bilingüe en la cual se publicaron poemas de escritores mexicanos, latinoamericanos y norteamericanos. Afirma Mondragón que su obra tiene influencia de los beatniks puesto que de ellos aprendió “la visión sacramental de la realidad, la respiración larga de los versos y el gusto por el jazz”. Su primer libro de poesía, Yo soy el otro, apareció en las ediciones de esta revista. El segundo poema de la obra muestra revelaciones: “Delirio” …quiero devolver a la naturaleza mi pasión en toda su virginidad… Baudelaire. delirio del pájaro que devora mi corazón corazón que respira preso en oscuras galerías negadas a la luz de tu mirada delirio de cuchillos que desgajan mi vientre habitación de larvas y cantáridas delirio de muchachas que cantan en el ojo del mar mar incansable que carcome mi pecho pecho delirante estropeado por el mástil que me sujeta: no hay delirio sin fiebre de frutos afiebrados, no hay canciones sin muchachas abiertas al acoso del verano sólo hay delirio en mitad de la tormenta, sólo delirio en el murmullo fosforescente de una noche de calor, desamparada y susurrante, noche que moja mis dedos y escurre sus secretos de pájaros dormidos sólo delirio en la soledad de una nostalgia, en el hueco de mi brazo y en tu mano extendida sólo deliro del pájaro que anida en mi recuerdo, ese pájaro herido que adorna la lujosa cicatriz que el mar causó y casi se abre al olor de tu pisada.

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Durante esta época el autor hizo una profunda amistad con poetas de la talla de Juan Martinez, Homero Aridjis y Philip Lamantia, quienes, en sus palabras, ”lo enseñaron a poner por escrito los poemas”. En 1969 aparece El aprendiz de Brujo bajo el sello editorial Siglo XXI. En esta obra podemos viajar por una ruta de descubrimiento interior y agradecimiento por la existencia. Así mismo, podemos imbuirnos de pasiones amorosas, casi religiosas, y de cuadros vertiginosamente estáticos en los que el poeta dibuja paisajes interiores y exteriores llenos de sentidos. “Buenos días” buenos días vida, mi única compañera, mi perro fiel, mi vianda, mi mochila inseparable, mi auto Ford turbiamente conseguido a los 18 años buenos días muros de madera, manos para escribir poemas y marcar números telefónicos que me acercan a voces lejanísimas, a olas negras buenos días concierto de mozart, vaso de leche, dedos quemados al preparar el desayuno, taza de café, laurindo almeida buenos días memoria, largos músculos de mis piernas, depresión en los muslos, reloj, alegría, súbito florecimiento de praderas en mi pecho, emoción, sabor del alimento buenos días corazón, buenos días hojas de papel, buenos días universo, buenos días Dios. A raíz de los trágicos sucesos de 1968 el poeta viajó a los Estados Unidos, donde trabajó como profesor universitario y después a Japón, como corresponsal del periódico Excélsior. Aunque más tarde se internó en un monasterio budista para practicar el Zen. Durante esta época el escritor pudo imbuirse de la cultura oriental, la cual siempre ha estado presente, tanto en su vida como en su obra. Después de este viaje, Mondragón regresa a nuestro país y se interna en el México indígena fundando el periódico Bandera de la central campesina “Jacinto López”. En una entrevista del año 1986, Mondragón dice que los indígenas “son una reserva humana que nos está esperando y que todavía no aprovechamos.” Y concluye: “Ojalá que no la destruyamos y podamos reconocerla dentro y fuera de nosotros y la tratemos como debe ser tratada.” “Te he perseguido desde el día en que nací, belleza, te he buscado sin cesar, fiel a mi pasión por el oxígeno y la luna”. En 1982 Mondragón se establece en la ciudad de México y publica Pasión por el oxigeno y la luna. En el cual, para Oscar Wong, “asume la connotación de un profeta: un visionario que retoma la voz del inconsciente colectivo para cantar la fascinación de la existencia”. Sergio Mondragón en una entrevista declara que: “ve hacia atrás El Aprendiz de Brujo como el continuo vivir apasionado, lo que se resuelve literariamente en anécdotas y temas que se expresan en el versículo o el verso corto y libre”. Y ahora, después de los años y de haber viajado, no sólo en el interior de la conciencia sino en la faz de la tierra:

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Japón, Estados Unidos y la Sierra Mazateca, busca a través de la palabra, o en esta misma, la sabiduría”. “El fondo del corazón” 1-poema, roca que vuelas, mis manos te persiguen tropiezo y caigo hacia el fondo de la montaña caigo hace siglos que caigo y mi caída no es una caída oblicua 2-poema, roca que vuelas, te cojo entre mis manos y me miras te escapas por la grieta de mi frente poema me dejas solo con la muerte Durante los años ochenta Mondragón estuvo a cargo de las actividades literarias del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, ISSSTE, donde realizó varias obras significativas, como la antología de poesía República de poetas que reúne la obra de 36 poetas, en su mayoría mexicanos, y editó las revistas culturales Memoranda y Coatlicue. Los poetas y los poemas de esta antología fueron escogidos, según el antólogo, tanto por su belleza como por “su actitud de desconfianza ante las proposiciones de la sociedad occidental moderna, que esgrime como valor supremo la noción de progreso material y niega los valores de la imaginación y la espiritualidad”. Otra de sus labores significativas en esta institución fue la creación de los talleres literarios del ISSTE (treinta en el Distrito Federal y cuarenta en la provincia), gracias a lo cual los trabajadores del estado pudieron tomar la pluma e involucrarse en la creación literaria de la mano de escritores como Homero Aridjis, Juan Bañuelos, Huberto Batis y Ethel Krauze, entre muchos otros. Con la obra de los miembros de estos talleres, abogados, oficinistas, médicos, obreros y demás trabajadores, el ISSSTE publicó libros. Y fue el encargado de la producción editorial de la serie ¿Ya leíssste?, de autores consagrados, que publicó cien títulos, con tirajes de veinte mil ejemplares cada uno. Además, Mondragón promovió conferencias y charlas y lecturas de poesía, a cargo de poetas y escritores conocidos, que se realizaron en más de cien ciudades del país, en casas de cultura, hospitales, universidades, parques, prisiones y locales sindicales. En 1987 publica Un rebaño bajo el sol. Antología de poesía japonesa moderna. Esta antología reúne poemas hechos a partir de la influencia de la cultura occidental sobre aquel país (en los albores del siglo XX). Atsuko Tanabe, coeditora de la antología, escribe en una nota al inicio de la obra: “Esta antología es el resultado del trabajo –

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sufrimiento y deleite a la vez- que el cotraductor, Sergio Mondragón, y yo, hemos venido realizando a lo largo de diez años”. El prólogo es de Sergio Mondragón. A principios de los años 90 Mondragón publica un libro de poemas cuyo tema central es la poesía. El ocre de los lodos es una reflexión acerca del carácter poético del mundo, o lo que es lo mismo, acerca de su rasgo trascendental, como dicen los poetas beats. Todo está poetizado, nirvanizado, aseguran los budistas; “y del mismo modo los desechos, los fracasos, los residuos de nuestras acciones, el lodo final en que todo llega a convertirse, el cual tiene ese color de oro propio de los ocres”. Desde su viaje a Japón y su estancia de estudio en un monasterio Zen, Mondragón no ha cesado en su práctica, ni en su aproximación al budismo. En el año de 1991, y durante once números consecutivos, edita la Revista de Estudios Budistas. Sergio declaró que esta revista tenía entre sus fines “el interesar al mundo académico, para que en México se formen maestrías, doctorados y estudios especializados en los diversos aspectos del budismo, como ocurre desde hace un siglo en universidades de los Estados Unidos, Europa y Asia.” En la actualidad Mondragón dedica por completo su tiempo a la creación poética, a la investigación literaria y a la traducción y difusión del budismo. En el otoño del 2002 se realizó la segunda edición de Las eras imaginarias, el cual contiene cuatro de los libros del poeta citados anteriormente. El libro está publicado por la Editorial Eón, en coedición con la Universidad de Texas (El Paso). “La poesía moderna es una vía de salvación, una terapia de palabras. O, quizás, de la imagen contenida en una sola palabra: la que reinventa al mundo, la que funde al ser con la realidad verdadera de las cosas: mirar al mundo por primera vez, como en la infancia, en la lucidez de la locura o en el éxtasis del amor o la iluminación, liberados del hierro de la lógica y del ataúd de la avidez.”