Bilbao 2019ko abuztua El arte de ¿El veraneo?

1
Bilbao 4 2019ko abuztua José Serna Andrés PARECE que se han acabado los tiempos en los que veranear signi- ficaba estar con la familia del pueblo, o del caserío, haciendo excursiones en bicicleta, con la cuadrilla pequeña, bañándose en un río, y con los tiempos acompa- sados por una tranquilidad cerca- na al aburrimiento, pero donde se ensimismaba el tiempo, que trans- curría lento, hasta que no había más remedio que volver a la coti- dianidad. Bilbao sesteaba en esa época de hace pocas décadas por- que cultivaba ese veraneo en otras tierras. Aquellas calles semi-de- siertas en Bilbao, durante una buena parte del verano, con mu- chos establecimientos cerrados por vacaciones son un mero re- cuerdo. Ha cambiado la tenden- cia: nos vamos, nos vienen, las fiestas de Bilbao nos retienen. Las malas lenguas de las esta- dísticas hablan de que hoy mil trescientos millones de personas viajan en todo el mundo a lugares muy lejanos, devorando cientos y miles de kilómetros por carretera o avión, dejando casi a un lado el transporte ferroviario, al parecer menos contaminante. Y es que te- nemos prisa por desplazarnos, y a las nuevas generaciones no les se- duce el ritmo lento de la familia y el pueblo, de no ser que, de pue- blo en pueblo, y de concierto en concierto, se iluminen, o se entur- bien, sus noches. Bilbao también sale al exterior y es receptor de visitantes. Y eso, desde una ciudad abierta y acoge- dora, siempre es una buena noti- cia. Claro que medimos las visitas por impacto económico, y tende- mos a salir también desde la Villa a otros lugares con la esperanza puesta en el descanso, aunque son tan duras las vacaciones viajeras millones de personas viven, o so- breviven, en la precariedad o la pobreza. En torno a un catorce por ciento de paro aquí, todavía, en nuestra ciudad. No se trata de amargar a nadie las benditas vacaciones. La felici- dad no es un destino, sino la for- ma en que realizamos el viaje. Y no está de más pelearnos con nuestra propia felicidad, aquí o allí, para endulzar un poco la de los demás, aunque a veces un via- que la vuelta a casa a veces se ha- ce añoranza. También en este mundo, setenta millones de personas se han des- plazado de sus lugares de origen a causa del hambre, de la guerra, o de la persecución. No se encuen- tra en su vocabulario, ni en sus re- cuerdos, la palabra veraneo. Cam- pos de concentración, perdón, campos de refugiados y extremas condiciones de vida son una mar- ca permanente. Y otros miles de Olvido Almadia TURISTA atzerritarren uholdea iritsi baino lehentxeago zabaldu zen gurean ohitura hau, borroka deituriko moda grisaxka har- tatik hipster modukora bidean. Komunez ari naiz, tabernetako komunez eta haien es- tetika berriaz, hain zuzen ere. Etxekoei prestigiorik gabeko liburutegiak” deitu die Andrés Neuman idazle argiak, eta nor berean jaun eta jabe izanik ukatu ezinezko eskubidea dauka gustuko duen eran antola- tu eta dekoratzeko. Nork eta Roca izeneko lapur ospetsu batek Miroren koadroa zeu- kan komun-ontziaren ondoan, adiskide ba- tek zinemari buruzko aldizkariak eta nik papera gordetzeko apaltxoa. Eta taberneta- ko jaun eta jabeek ere osorik baitute beren negozioetako komunak nahi bezala atondu eta edertzeko aukera, azken aldian arte lehiaketan hasi zaizkigu libratzeko leku hutsak barik museo postmoderno txikiak izango balira bezala. Iñaki Uriarte New Yorkeko donostiar bilbotarrak honako hau kontatu digu biga- rren egunkarian: “En Le Procope, el café más viejo de París, donde se reunían los enciclopedistas y los protagonistas de la Revolución, en los cartelitos que distin- guen las puertas de los baños pone: “Ciu- dadanos”, “Ciudadanas”. Meé con la máxi- ma devoción posible”. Kubako zenbait ko- munetako ateetan ikusita nago ni ez “Da- ma” eta ez “Caballero”: “Compañero” eta “Compañera”. Zalantzarik gabe, komune- tako behar ezkutu bezain unibertsalak ber- dintzen gaitu, izan txiro edo aberats, goiko zein beheko. Baita bakar-bakarrik, sekula ez konpainia noblean, zeratzeko nahi giza- tiarrak. Antza denez, bertoko hainbat tabernarik Gizonezkoak/Emakumezkoak binomio xu- meari ez deritzo garaiok eskatu bezain mo- derno, eta komunetako ateetatik hitzak, berba guztiak, ezabatu ditu horien ordez marrazki abstraktuak, akronimo magikoak, sinbolo xamanikoak edo grafiti Bansky- koak jartzeko. Politak dira zinez, arrunt berlindarrak, baina komun horietan “con la máxima devoción posible” pixa egitea nahiko zaila suerta daiteke, ez jakinik be- netan dagokigun atea ezkerrekoa, eskuine- koa edo biok ote diren. Arte Ederretako irakaslea izan ezean, okerreko lekuan hus- tuko duzu sabela. Den-dena hobe, hala ere, zutik egiteko komun turkiarrak baino. je saca lo mejor y lo peor de las relaciones de un pequeño grupo, sea familiar o no. El caso es que también hay par- te de ciudadanía, silenciosa o si- lenciada, que, como Machado, es capaz de iluminar en solitario la noche bilbaina con sus paseos so- litarios en una noche de verano: “Es una hermosa noche de vera- no./ Tienen las altas casas/ abier- tos los balcones/ del viejo pueblo a la anchurosa plaza./ En el am- plio rectángulo desierto,/ bancos de piedra,/ evónimos y acacias/ simétricos dibujan/ sus negras sombras en la arena blanca./ En el cenit, la luna, y en la torre,/ la es- fera del reloj iluminada./ Yo en este viejo pueblo paseando/ solo, como un fantasma”. También me- recen un homenaje. Talape EL arte de la política ha sido con- tinuo objeto de controversia inte- lectual por las formas, los modos, las afecciones sociales y cómo no, por los referentes ideológicos que cada uno aplica para la transfor- mación, se supone que a mejor, de la sociedad a la que gobierna. Sin perder nunca el fin último que es el respeto a la voluntad de los ciu- dadanos y la defensa de sus intere- ses. Una definición teórica que a ba- se de ser manoseada ha ido per- diendo perfiles intrínsecos hasta quedar lisa y resbaladiza como los cantos rodados. Los detalles que daban singularidad a cada uno de esos cantos han quedado comple- tamente diluidos por la verborrea de quienes “defienden” el “respeto a la voluntad de los ciudadanos” como eslogan permanente de cam- paña para obtener una confianza que en muy escasas ocasiones tie- ne luego la reciprocidad que se es- pera. No voy a descubrir nada nuevo si digo que una cosa son las cam- pañas electorales, en las que los lí- deres políticos se juegan el respal- do de los ciudadanos, y otra muy diferente son las negociaciones para formar gobierno, donde lo que se juegan es el poder. Puede parecer una secuencia lógica cuya resultante obedezca al interés ge- neral expresado en votos. Pero no siempre es así. En las campañas se juega con la candidez de los vo- tantes, se espolean sentimientos, se apela a las conciencias, se ma- nipula la historia reciente para acomodarla a sus intereses y, sobre todo, se rehúye la más mínima au- tocrítica por la aportación de cada uno a la cruda realidad de las si- tuaciones presentes. El voto de los ciudadanos se convierte en una cuestión de fe. Pero las negociaciones para go- bernar son otra cosa. La fe del vo- tante se transforma en la astucia y la ambición del votado. En esta fa- se ya no se promete. El protago- nismo de los ciudadanos ha cadu- cado hasta dentro de cuatro años. Ahora se inicia un ritual guerrero cuyo fin último son las cuotas de poder. Un ritual en el que más que coincidencias programáticas se busca la confluencia de intereses de las formaciones políticas, los puestos, los presupuestos, los car- gos y las posiciones dominantes. Los ciudadanos se convierten en espectadores de un sainete cuyo guión creían haber escrito pero que los exégetas van improvisan- do hasta representar otra obra. Es lo que tiene la libertad de creación en el arte de la política. El modelo de vacaciones y veraneo ha cambiado en una sociedad cada vez más fracturada y deshumanizada ¿El veraneo? El arte de la política Komun ez komunak

Transcript of Bilbao 2019ko abuztua El arte de ¿El veraneo?

Page 1: Bilbao 2019ko abuztua El arte de ¿El veraneo?

B i lbao4 2019ko abuztua

José Serna Andrés

PARECE que se han acabado lostiempos en los que veranear signi-ficaba estar con la familia delpueblo, o del caserío, haciendoexcursiones en bicicleta, con lacuadrilla pequeña, bañándose enun río, y con los tiempos acompa-sados por una tranquilidad cerca-na al aburrimiento, pero donde seensimismaba el tiempo, que trans-curría lento, hasta que no habíamás remedio que volver a la coti-dianidad. Bilbao sesteaba en esaépoca de hace pocas décadas por-que cultivaba ese veraneo en otrastierras. Aquellas calles semi-de-siertas en Bilbao, durante unabuena parte del verano, con mu-chos establecimientos cerradospor vacaciones son un mero re-cuerdo. Ha cambiado la tenden-cia: nos vamos, nos vienen, lasfiestas de Bilbao nos retienen.

Las malas lenguas de las esta-dísticas hablan de que hoy miltrescientos millones de personasviajan en todo el mundo a lugaresmuy lejanos, devorando cientos ymiles de kilómetros por carreterao avión, dejando casi a un lado eltransporte ferroviario, al parecermenos contaminante. Y es que te-nemos prisa por desplazarnos, y alas nuevas generaciones no les se-duce el ritmo lento de la familia yel pueblo, de no ser que, de pue-blo en pueblo, y de concierto enconcierto, se iluminen, o se entur-bien, sus noches.

Bilbao también sale al exteriory es receptor de visitantes. Y eso,desde una ciudad abierta y acoge-dora, siempre es una buena noti-cia. Claro que medimos las visitaspor impacto económico, y tende-mos a salir también desde la Villaa otros lugares con la esperanzapuesta en el descanso, aunque sontan duras las vacaciones viajeras

millones de personas viven, o so-breviven, en la precariedad o lapobreza. En torno a un catorce porciento de paro aquí, todavía, ennuestra ciudad.

No se trata de amargar a nadielas benditas vacaciones. La felici-dad no es un destino, sino la for-ma en que realizamos el viaje. Yno está de más pelearnos connuestra propia felicidad, aquí oallí, para endulzar un poco la delos demás, aunque a veces un via-

que la vuelta a casa a veces se ha-ce añoranza.

También en este mundo, setentamillones de personas se han des-plazado de sus lugares de origen acausa del hambre, de la guerra, ode la persecución. No se encuen-tra en su vocabulario, ni en sus re-cuerdos, la palabra veraneo. Cam-pos de concentración, perdón,campos de refugiados y extremascondiciones de vida son una mar-ca permanente. Y otros miles de

Olvido Almadia

TURISTA atzerritarren uholdea iritsi bainolehentxeago zabaldu zen gurean ohiturahau, borroka deituriko moda grisaxka har-tatik hipster modukora bidean. Komunezari naiz, tabernetako komunez eta haien es-tetika berriaz, hain zuzen ere. Etxekoei“prestigiorik gabeko liburutegiak” deitudie Andrés Neuman idazle argiak, eta norberean jaun eta jabe izanik ukatu ezinezkoeskubidea dauka gustuko duen eran antola-tu eta dekoratzeko. Nork eta Roca izenekolapur ospetsu batek Miroren koadroa zeu-kan komun-ontziaren ondoan, adiskide ba-tek zinemari buruzko aldizkariak eta nikpapera gordetzeko apaltxoa. Eta taberneta-ko jaun eta jabeek ere osorik baitute berennegozioetako komunak nahi bezala atondueta edertzeko aukera, azken aldian artelehiaketan hasi zaizkigu libratzeko lekuhutsak barik museo postmoderno txikiakizango balira bezala.

Iñaki Uriarte New Yorkeko donostiarbilbotarrak honako hau kontatu digu biga-rren egunkarian: “En Le Procope, el cafémás viejo de París, donde se reunían losenciclopedistas y los protagonistas de la

Revolución, en los cartelitos que distin-guen las puertas de los baños pone: “Ciu-dadanos”, “Ciudadanas”. Meé con la máxi-ma devoción posible”. Kubako zenbait ko-munetako ateetan ikusita nago ni ez “Da-ma” eta ez “Caballero”: “Compañero” eta“Compañera”. Zalantzarik gabe, komune-tako behar ezkutu bezain unibertsalak ber-dintzen gaitu, izan txiro edo aberats, goikozein beheko. Baita bakar-bakarrik, sekulaez konpainia noblean, zeratzeko nahi giza-tiarrak.

Antza denez, bertoko hainbat tabernarikGizonezkoak/Emakumezkoak binomio xu-meari ez deritzo garaiok eskatu bezain mo-derno, eta komunetako ateetatik hitzak,berba guztiak, ezabatu ditu horien ordezmarrazki abstraktuak, akronimo magikoak,sinbolo xamanikoak edo grafiti Bansky-koak jartzeko. Politak dira zinez, arruntberlindarrak, baina komun horietan “conla máxima devoción posible” pixa egiteanahiko zaila suerta daiteke, ez jakinik be-netan dagokigun atea ezkerrekoa, eskuine-koa edo biok ote diren. Arte Ederretakoirakaslea izan ezean, okerreko lekuan hus-tuko duzu sabela. Den-dena hobe, hala ere,zutik egiteko komun turkiarrak baino.

je saca lo mejor y lo peor de lasrelaciones de un pequeño grupo,sea familiar o no.

El caso es que también hay par-te de ciudadanía, silenciosa o si-lenciada, que, como Machado, escapaz de iluminar en solitario lanoche bilbaina con sus paseos so-litarios en una noche de verano:“Es una hermosa noche de vera-no./ Tienen las altas casas/ abier-tos los balcones/ del viejo puebloa la anchurosa plaza./ En el am-plio rectángulo desierto,/ bancosde piedra,/ evónimos y acacias/simétricos dibujan/ sus negrassombras en la arena blanca./ En elcenit, la luna, y en la torre,/ la es-fera del reloj iluminada./ Yo eneste viejo pueblo paseando/ solo,como un fantasma”. También me-recen un homenaje.

Talape

EL arte de la política ha sido con-tinuo objeto de controversia inte-lectual por las formas, los modos,las afecciones sociales y cómo no,por los referentes ideológicos quecada uno aplica para la transfor-mación, se supone que a mejor, dela sociedad a la que gobierna. Sinperder nunca el fin último que esel respeto a la voluntad de los ciu-dadanos y la defensa de sus intere-ses.

Una definición teórica que a ba-se de ser manoseada ha ido per-diendo perfiles intrínsecos hastaquedar lisa y resbaladiza como loscantos rodados. Los detalles quedaban singularidad a cada uno deesos cantos han quedado comple-tamente diluidos por la verborreade quienes “defienden” el “respetoa la voluntad de los ciudadanos”como eslogan permanente de cam-paña para obtener una confianzaque en muy escasas ocasiones tie-ne luego la reciprocidad que se es-pera.

No voy a descubrir nada nuevosi digo que una cosa son las cam-pañas electorales, en las que los lí-deres políticos se juegan el respal-do de los ciudadanos, y otra muydiferente son las negociacionespara formar gobierno, donde loque se juegan es el poder. Puedeparecer una secuencia lógica cuyaresultante obedezca al interés ge-neral expresado en votos. Pero nosiempre es así. En las campañas sejuega con la candidez de los vo-tantes, se espolean sentimientos,se apela a las conciencias, se ma-nipula la historia reciente paraacomodarla a sus intereses y, sobretodo, se rehúye la más mínima au-tocrítica por la aportación de cadauno a la cruda realidad de las si-tuaciones presentes. El voto de losciudadanos se convierte en unacuestión de fe.

Pero las negociaciones para go-bernar son otra cosa. La fe del vo-tante se transforma en la astucia yla ambición del votado. En esta fa-se ya no se promete. El protago-nismo de los ciudadanos ha cadu-cado hasta dentro de cuatro años.Ahora se inicia un ritual guerrerocuyo fin último son las cuotas depoder. Un ritual en el que más quecoincidencias programáticas sebusca la confluencia de interesesde las formaciones políticas, lospuestos, los presupuestos, los car-gos y las posiciones dominantes.Los ciudadanos se convierten enespectadores de un sainete cuyoguión creían haber escrito peroque los exégetas van improvisan-do hasta representar otra obra. Eslo que tiene la libertad de creaciónen el arte de la política.

El modelo de vacaciones yveraneo ha cambiado en unasociedad cada vez másfracturada y deshumanizada“

¿El veraneo?El arte dela política

Komun ez komunak