Biografía
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Biografía
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[JOSÉ PADILLA Y MANUEL DEL ÁGUILA. AUTORES DEL HIMNO-PLAEGARIA A LA VIRGEN DEL MAR]
José Padilla y Manuel del Águila Autores del Himno – Plegaria a la Virgen del Mar
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De la pluma de Manuel del Águila y composición musical del Maestro Padilla,
los almerienses entonamos con la voz y cantamos con el corazón este Himno-
Plegaria a la Virgen del Mar.
Manuel del Águila
Manuel del Águila Ortega nace en la barriada del Alquián el 13 de junio de 1.914 y fallece
en Almería el 8 de Noviembre de 2.006. Su biografía está marcada por una incansable
actividad cultural y los numerosos premios y homenajes que en reconocimiento de aquella
se le conceden.
Simultaneó el periodismo, el profesorado de Idiomas en academia propia, y sus dos
grandes pasiones: la poesía y la música. Sus obras más conocidas son: El Himno a la Virgen
del Mar (musicado por el Maestro Padilla), y las canciones marineras y antropológicas “Si
vas pa la mar”, “Almería en el recuerdo”, “Seis chiquillos en la orilla”, “los campanilleros
del Cabo de Gata”, “Noche de cuatro lunas” y “peteneras en la orilla”(interpretadas
siempre a la guitarra y al cante , magistralmente, por su amigo del alma “El niño las
Cuevas”). También compuso “Ay qué trabajo me cuesta” y el Himno a la patrona de
Canjáyar la Santa Cruz del Voto. Y muchas más.
Por su fecundidad literaria y musical y su humanismo y empatía en las tertulias ha sido el
almeriense más galardonado, señalándose, entre otros PREMIOS, los literarios nacionales
“Centenario de Salcillo” y “Exaltación del Guadalquivir”, “Uva de Oro de la Casa de Almería
en Madrid” (1.991); premio nacional de Periodismo de la Casa de Almería en Barcelona
(1.997), Insignia de Oro de la Universidad de Almería (2005) y otros muchos. Homenajes
le han tributado el I. de Estudios Almerienses (2002), La Voz de Almería, Localia y la J. de
Andalucía (2003), La coral “Emilio Carrión” (2004)…
Fueron homenajes póstumos rendidos por los Ayuntamientos de Macael y Canjáyar la
dedicación de sendas calles en los respectivos municipios (2.007 y 2.008); y, sobre todo
los Premios de Poesía y de Música Anuales, instituidos en su honor, con carácter regional e
internacional, por la Asociación Cultural “Manuel del Águila” y por la Diputación
Provincial, con notable éxito y acogida en la I edición de 2.007.
A la Hermandades de la Virgen del Mar de Almería y de Madrid les ha ligado siempre un
especial afecto con M. del Águila por su autoría de la letra del Himno a la Patrona
almeriense, por la gran devoción que Manolo manifestó siempre hacia Nuestra Señora del
Mar y por los detalles de entrega a ambos Presidentes del himno, escrito de su puño y
letra, y fotografía del autor dedicados con cariño entrañable, regalos enmarcados en
artísticos cuadros.
José Padilla y Manuel del Águila Autores del Himno – Plegaria a la Virgen del Mar
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José Padilla Un músico universal
La devoción a la Virgen fue compañía constante en su vida
"La música es la expresión del ideal artístico más elevado; reflexión de
Armonías Celestes, ella pone al hombre directamente ante los Misterios más
profundos de la vida" Carta espiritual de la humanidad
Por Eugenia Montero
Es difícil resumir en unas cortas páginas quien y como fue José Padilla. Si una palabra
expresa su personalidad, esa es pasión. Pasión por la vida, por los viajes, por su familia,
especialmente por su madre que le acompaña siempre, en el primer viaje a Madrid, en los
primeros estrenos, en los primeros éxitos.
Pasión por la música que vive desde niño en una familia en la que todos se acercan a ella.
Su padre, sastre de profesión, toca la guitarra y el arpa, su madre canta, baila y toca
igualmente la guitarra, un tío suyo es organista de la catedral, varios familiares forman un
sexteto con el que recorren las ciudades de Andalucía. Sin embargo, alguien de su familia
le dice que no sirve para la música, que es mejor que abandone unos estudios que no le
servirán para nada.
Pero José Padilla tiene fe en sí mismo, un sentido providencialista de la vida y sabe, siente
que su destino es hacer música, cuanto le rodea hace que en su mente, en su espíritu
surjan con formas diferentes y melodiosas las notas recién aprendidas. Sus padres apoyan
esa vocación, la propia tierra parece impulsarla: el sonido ardiente de los días, la alegría de
las calles, las guitarras que suenan con gracia o tristeza flamencas, las flores al abrirse, los
pájaros y las gaviotas, el mar en continuo movimiento. Todo es inspiración para su alma
sensible. Y un músico valenciano, Eugenio Lloret, destinado como director de la Banda
Municipal de Almería, será decisivo para que los horizontes de la música se abran para él.
"Yo ya no puedo enseñarle más, debe ir a Madrid".
En Madrid obtiene un sobresaliente en el Conservatorio dirigido entonces por Tomas
Bretón por un examen de todos los cursos estudiados en Almería. Desde Madrid empieza
su carrera meteórica de viajes y éxitos. Barcelona es como el primer paso y los primeros
éxitos para el camino hacia un cada día más cercano Paris. Buenos Aires, la "ciudad que
nunca duerme", la vida porteña de primeros de siglos, tangos, milongas, vidalitas,
composiciones creadas como si fuera argentino, con la cadencia y los giros de las calles y
las tradiciones, de los suburbios en los que el hombre baila con el hombre, de la Pampa de
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los gauchos acariciada o golpeada por los cascos de los potros. Todo ese mundo nuevo,
sentimental, exótico, va quedando plasmado en su música como en un diario. "La música
es la autobiografía de un compositor" y las páginas de su vida van quedando escritas, día a
día, en un continuo trabajo en una entrega constante a su profesión. "El taita del arrabal",
"Vieja herida", "Tango al corazón", "La mirada de mi china", son capítulos, relatos
hondamente sentidos de su estancia bonaerense.
En Buenos Aires inicia su vida cosmopolita, sus encuentros con personajes como el
escritor Hugo Wells o el presidente de Argentina que le invita a dar un concierto en la
"Casa Rosada", sus paseos por la Boca, por la calle Cerrito, donde vive durante un tiempo y
tiene como vecino cercano a un hermano de su admirado Giacomo Puccini, donde
comienza su amistad con artistas como Gardel, Contursi, Tita Ruffo, Rodolfo Valentino,
Lola Membrives, Gabriela Bezanzoni, Tito Schipa, al que conoce durante un viaje en barco
a Buenos Aires...
Giras por toda América: Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia, Brasil... Dando recitales
de su música o acompañando al piano a La Argentina, a Pastora Imperio, a Lydia Ferreira,
la fiel amada que años más tarde se convertirá, en su esposa. Giras por todo el mundo,
Europa, Asía, África... llevando su música que se convierte siempre en éxito que permanece
allí donde él ha estado y han llegado sus notas. La prensa extranjera se hace eco de sus
triunfos y escribe: "El mundo gira al compás de la música de José Padilla", "Cada compás
de su música produce más dinero que jamás ha producido ninguna composición", "Y he
aquí a esta hombre, que cuando el astro le pone delante de una partitura es capaz de hacer
que todo el mundo la cante ... ", "José Padilla, el más aplaudido y fantástico compositor", "El
moderno trovador viaja con todo un sequito de cantantes y bailarines, con sus baúles y su
famoso piano de cola", "El Padilla que hemos encontrado es un hombre de aspecto sereno
y amable, de estatura superior a la media, vestido con un esmoquin de corte magnífico. Es
un hombre sencillo y como ignorante de quien es y de su misteriosa potencia, que sonríe
con dientes perfectos y blanquísimos. Mientras José Padilla habla nosotros observamos el
juego de sus manos oliváceas y los ojos negros, húmedos y brillantes... ", "José Padilla,
cisne de Andalucía"...
"He nacido con una maleta" decía explicando su vocación viajera y recordando que el día
en que nació Almería estaba en fiestas porque se colocaba la primera piedra del
ferrocarril, ese nuevo medio de desplazarse fue como un augurio. El lema de su vida
era: "Vivir no importa, lo que importa es viajar". Y así fue, hasta el último momento, su
vida fue un continuo y fascinante viaje.
Y París, recién terminada la guerra de 1914, cuando "París era una fiesta" y era la capital
del mundo. París que le abre los brazos y se entusiasma y aclama su personalísima e
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inconfundible inspiración. Así nacen la universal "Ça c' est París", llamada "la Marsellesa
de los parisinos", representación de la capital de Francia en películas, documentales,
televisiones, y slogan del Ayuntamiento actual de París. "Sur la butte", "Le moineau de
Paris", "Java de Doudounne", "Serenade a ma blonde", "Versailles", "Tu n'as pas voulu",
"Un baiser"… París se rinde ante el músico español, guapo, moreno, con algo de gitano y de
árabe, del que podía decirse con los versos del poeta: "Tenía el alma de nardo del árabe
español".
Ése alma de nardo, de violeta, o de jazmín, es la que impulsa su música más delicada, más
romántica, más, tal vez, andaluza, porque Andalucía está hecha de perfumes, de colores, de
sensibilidad profunda, de nostalgias indefinibles. Así nacen "La Violetera", "Princesita",
"Laurel de Atenas", "La luna meciéndose en el arco-iris", "Dernier chant de mon coeur"... Y
su música de carácter o inspiración religiosa, como una Salve compuesta en 1910, algunas
bellísimas plegarias, un "Paster Noster" que le encargaron en Italia y el "Himno Barcarola a
la Virgen del Mar" compuesto expresamente para la coronación de la Virgen del Mar en
Almería.
La devoción mariana es profundamente andaluza y la devoción a la Virgen en todas sus
advocaciones es una constante en la existencia de José Padilla. Es la Virgen del Mar, esa
Virgen diminuta, graciosa, morena clara y dulce, la que le salva cuando, niño aún, pierde el
conocimiento en las aguas del mar del Almería, en un lugar cercano al que se encuentra
actualmente el Auditorio dedicado a su personaje más universal.
Es la Virgen italiana pintada en un cuadro de su familia que estaba en el salón de la casa
paterna y que hoy se conserva en la Casa Museo José Padilla de Madrid, la que le salva
cuando enferma y es desahuciado durante una terrible epidemia de tifus en la que muchos
murieron. Su madre lo había llevado de nuevo a Almería, era Viernes Santo y una
procesión pasaba ante la casa. La madre se arrodilla ante el cuadro de una Virgen italiana
del ochocientos y ruega que no se lleve al hijo. En los labios de la Virgen parece dibujarse
una leve sonrisa. El hijo se salva y la madre, que se llama Carmen, en agradecimiento por
lo que para ella es un milagro, vestirá durante un año el hábito del Carmelo. Es la Virgen la
que vela su sueño desde un pequeño altar que hay en su habitación de la casa madrileña, la
que reposa en su pecho y le inspira mientras compone, toca el piano o dirige un
estreno. Una devoción honda, permanente en toda su familia, "tengo la fe del carbonero"
decía su hermana Eugenia, le acompaña a lo largo de toda su vida, desde el día de su
nacimiento en el que la comadrona afirma: "Este niño será músico", mientras una banda
pasa tocando un pasacalle ante los balcones de su casa, hasta el último día de su vida, una
mañana de octubre, a la hora del Ángelus, con las maletas preparadas para viajar a Paris y
hacer la lectura de una obra, "Mam'zelle Bonaparte", y una partitura recién terminada,
"Adiós primavera", abierta sobre el atril del piano. Su corazón se para con las manos entre
José Padilla y Manuel del Águila Autores del Himno – Plegaria a la Virgen del Mar
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las de su mujer y la mirada puesta ya en los ojos de Dios, en un futuro de música para "su
Virgen", para los ángeles, esos ángeles que inspiraron su música, y esa Virgen del Mar de
su tierra que le tocó con su gracia y le convirtió en un hombre bueno y en un músico
genial. Esa Virgen preciosa que mira a la Hermandad que lleva su nombre y sonríe cuando,
cada primer domingo de mes, cada celebración importante, se toca la música del "Himno
Barcarola a la Virgen del Mar" de José Padilla.