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Ciencia, Animalidad y Domesticación en Dormir al sol, de Adolfo Bioy Casares

1. Introducción

“La coincidencia entre ámbitos diversos en el registro funcional, pero altamente solidarias en la mostración de la domesticación de los vivos, como por ejemplo, el circo, el jardín botánico y el zoológico, tiene su

equivalencia en el régimen de asilatario, del espacio ciudadano, desde el manicomio hasta el encierro y la ergástula.”

(Nicolás Rosa, Relatos críticos, p.203)

Pensar las relaciones entre ciencia y literatura en una obra que forma parte de esta última, implica, al menos, dos posibilidades: puede analizarse la ciencia como contenido (o sea, la representación de la ciencia en la articulación de un texto ficcional) o como forma (la apropiación literaria de mecanismos de validación científica). En nuestro caso, analizaremos el funcionamiento de ambos tipos de relaciones en la novela Dormir al Sol, de Bioy Casares, reconociendo desde un principio la mayor incidencia de temas y posibilidades de análisis en las cuestiones de representación, por no tratarse de un texto con pretensiones de ser leído más allá de lo ficcional -como podría ser el caso de algunas obras naturalistas. Aun así, veremos como la conformación de la relación entre la retórica del informe y el particular uso del lenguaje por parte de las figuras científicas de la novela, constituyen aspectos desde donde podremos analizar las formas de validación y las construcciones de la verdad inherentes al texto.Gran parte de nuestro análisis se orientará a la articulación del espacio del poder científico (nucleado en la figura del Dr. Reger Samaniego) con el resto de los elementos de la novela; veremos así como la ciencia funciona, fundamentalmente, como un mecanismo de domesticación, articulado sobre una separación de base filosófica (cartesiana) entre cuerpo y mente –o alma-, y una simultanea aproximación entre lo humano y lo animal, que recorre toda la novela.La segunda parte, como ya anticipamos, enfoca la presentación de la obra en tanto informe (informe del narrador Lucho Bordenave al narratario Félix Ramos), pero también, articula la compleja representación del lenguaje científico en términos de sueño y metáfora, fundamental en las conversaciones entre el Dr. Samaniego y el protagonista.Cabe mencionar que un análisis como el que nos proponemos se arriesga a descentrar un poco Dormir al Sol, y a colocar en un lugar nodal aspectos que, si tomamos en cuenta la totalidad del texto, pueden resultar marginales en relación a otros. Sin embargo, creemos que, al tomar la representación del discurso científico como el núcleo de nuestra lectura, podemos obtener hipótesis que excedan este tema en particular y que habiliten una perspectiva general de los procedimientos que funcionan en todo el texto.

2. Representaciones de la Ciencia: Exterioridad

“Recordé historias, que circulaban en los años del bachillerato,de herejías cometidas por practicantes en los hospitales”

(Dormir al sol ,c.LX, p.193)

Podemos comenzar a pensar la temática científica en Dormir al sol a través de la naturaleza

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espacial de la novela, fuertemente denotada por los límites barriales: fuera del barrio, no hay más que alusiones (por ejemplo: “el centro”). Toda la narración está articulada sobre la circulación del personaje alrededor de los dos edificios cerrados (y hostiles) donde se organiza el poder de la ciencia: la escuela para perros y, fundamentalmente, el Frenopático. De estas primeras características ya que podemos extraer dos elementos centrales: 1) el lugar de la ciencia como un espacio cerrado, inaccesible en cuanto a su verdadera profundidad, y por lo tanto, generador de mitos, 2) el espacio del barrio como un segmento desconectado de marcos de poder de mayor generalidad: frente a los abusos de la ciencia, nunca se invoca al Estado, todo funciona alrededor de poderes locales.Antes de continuar en esta línea, cabe aclarar que si incluimos la escuela para perros dentro de los “espacios de la ciencia”, no es sólo porque la novela nos presenta explícitamente la asociación que mantiene con el Frenopático, sino también por que, como más adelante analizaremos, representa la faceta domesticadora del poder científico, elemento clave en nuestro texto.Volviendo a la cuestión espacial, la primera de las dos consecuencias que señalamos –el carácter cerrado y esotérico de la ciencia- puede leerse insistentemente a lo largo del texto, aún en gestos aparentemente menores como el cerrar la puerta con llave cada vez que Lucho mantiene una entrevista con Samaniego o su asistente. La situación de merodear alrededor del Instituto, intentando observar como de casualidad lo que está sucediendo ahí dentro, es análoga a la mirada inquisidora con la que observa a la falsa-Diana en busca de obtener su verdad, y pone en escena la exterioridad del personaje frente a los sucesos que recorren toda la novela (y en este sentido, recuerda tanto a Morel como a Emilio Gauna, protagonista de El sueño de los héroes), cuya trama sólo se aclara al final.El espacio esotérico que genera la práctica a puertas cerradas de la ciencia provoca, a su vez, interpretaciones desviadas. Dos nos serán de especial interés: la primera tiene que ver con la figura del profesor Standle, el alemán, que aparece como primer elemento de misterio antes de la llegada de Samaniego, que lo desplaza del centro de atención. Veamos que se nos dice, en el capítulo II, al presentarnos este personaje:

“En el pasaje corren sobre ese individuo los más variados rumores: que llegó como domador del Sarrasani, que fue un héroe en la última guerra, fabricante de jabones de grasa de no sé que osamenta, e indiscutido as del espionaje que transmitió por radio, desde una quinta, en Ramos, instrucciones de una flota de submarinos que preparaba la invasión del país.”(Dormir al sol¸ c.IV, p.17)

Se conjuga la naturaleza domesticadora (que normalmente asociamos a los alemanes, como maestros del orden), el espionaje –otro elemento importante de nuestra novela y que tiene que ver con el Instituto como centro de vigilancia-, y, muy especialmente, los jabones de grasa de no sé que osamenta: la articulación biopolítica del nazismo –no es fácil determinar la cuota de humor negro que hay en esta frase-, que, de forma lateral, viene a aumentar la peligrosidad del personaje mediante la alusión a las formas más violentas del poder científico.Pero probablemente la principal forma en la que aparece representado el lugar esotérico de la ciencia es en la imagen de los médicos (con la vestimenta del siglo XIX: levitas y galeras) abriendo cadáveres en el cementerio, imagen citada en más de una ocasión en relación a una serie televisiva que estaría emitiéndose durante el transcurso del relato. Se trata de un mito constitutivo de la ciencia médica moderna (trabajado por Foucault en El

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nacimiento de la clínica ), en el que la práctica científica aparece todavía asociada con la profanación, con un trabajo con los cuerpos valorado como anti-humano. La circulación de este mito en el barrio y en los sueños del supersticioso Lucho Bordenave tematiza precisamente la exterioridad desde donde se percibe el discurso científico, pero es, a su vez, una suerte de anticipación intuitiva de lo que de hecho sucede en el Frenopático, que opera –en una primera instancia- mediante la sustracción de cuerpos del espacio barrial. Veamos ahora como funciona esta mirada quirúrgica articulada sobre la relación entre cuerpo y mente.

3. Interioridad: la mirada científica

“En cambio usted nos sabe lo que es una persona.Ni siquiera sabe que si la rompe en pedazos la pierde.”

(Dormir al sol, c.LXVI, p.215)

Aunque la circulación del narrador en los alrededores de la práctica científica ocupa una gran parte de la novela, sabemos que, finalmente, entrará en el Frenopático y verá –y por lo tanto nos hará ver- las prácticas que se realizan en su interior. Lo que nos proponemos analizar en este apartado es la forma en la que esas prácticas se organizan a través de la construcción de una mirada científica, cuya principal característica es la separación.Hay separación en tanto hay aislamiento, sustracción de los integrantes del barrio e internación a puertas cerradas en el Instituto. Pero también, a un nivel de mayor profundidad epistemológica –y por lo tanto más pertinente para nuestro análisis-, la ciencia del Dr. Samaniego opera mediante la fragmentación del individuo según el principio cartesiano de la mente (res cogitans) –en este caso, mente y alma son equivalentes- como una entidad aislable del cuerpo (res extensa).A lo largo de Dormir al sol se juega insistente alrededor de la pregunta por el Ser, fundamentalmente en relación a Diana. Inclusive se podría pensar que la interrogación: ¿Quién es Diana? es tan reiterada que resume tres cuartos de la novela –especialmente porque, como sabemos, hay al menos tres Dianas: la Diana “original”, el perro-Diana, y la Diana-falsa, y quizás Adriana María podría considerarse como otra más. En una interesante conversación con Aldini, el protagonista se interroga sobre sí la idealización que tiene su amigo de su esposa Elvira es, en cuanto a su honestidad (a su grado de verdad en términos afectivos), equivalente a la adoración que tiene él mismo por el cuerpo de su Diana. Vemos como en esta conversación se repite la misma estructura dual entre mente y cuerpo.Pero la diferencia central es que la ciencia tiene efectivamente la capacidad técnica para realizar esta separación y extraer físicamente el alma (la localización física del alma es a su vez otro clásico mito médico-literario), con lo que esa división, expresada en términos abstractos (o sea, dentro del espacio perceptivo-afectivo de la mente) hace su irrupción en el espacio del cuerpo. Y además, al utilizar este quiebre para transplantar almas a cuerpos caninos, genera un excedente y una circulación de cuerpos humanos.Tanto la capacidad técnica de sustraer a los individuos del espacio barrial como la creación de cuerpos vacantes generan un espacio de poder que el científico ocupa incuestionablemente (especialmente si consideramos que el único momento donde podría aparecer una autoridad burocrática superior al poder efectivo del Instituto es con el Dr. Rivarola, abogado quinielero vinculado con el siempre sospechoso Picardo, quién parece

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operar a su vez como un espía), encarnando tanto la figura del médico-magistrado, tal como explicita Samaniego, (“Recuerde, señor Bordenave, que un médico de mi especialidad tiene algo de funcionario policial y hasta de juez”) como la del “sacerdote de la ciencia” (en términos habituales “el científico jugando a ser Dios”).Pero, tal como aparece en el epígrafe de esta sección, la práctica efectiva de esta separación pre-figurada en la conversación entre Aldini y Lucho, funciona como un mecanismo violento. Una vez que esa integridad del individuo se fragmenta bajo una percepción científica dicotómica entre salud y enfermedad el resultado se vuelve hostil y Lucho insiste en recuperar esa Diana que él mismo había valorado en términos principalmente físicos. Es probable que el lugar donde la mirada no-científica de Lucho se vuelve más intensa (y contrapuesta a la fragmentacion-descuartización científica) sea en los ojos de Diana (las sucesivas Dianas); la novela ahonda en la conocida idea de que hay una conexión entre los ojos y el espíritu, conexión que no tiene nada que ver con la mencionada división cartesiana o con la visión materialista del alma que impera en el discurso científico que analizamos, y que comunica aquellos polos (mente y cuerpo) que quirúrgicamente se presentan como divisibles.La respuesta de parte del Instituto frente a la reacción de Lucho es clave para entender la relación entre ciencia y poder en nuestro texto (y seguramente también a un nivel más general): para solucionar el problema, Lucho debe ser internado también para ajustarse a la nueva situación de Diana. De esta forma, el discurso científico redondea su poder de intervención mediante la absolutización de la enfermedad. El ideal de una sociedad íntegramente sana se convierte en el ideal de una sociedad que ha pasado en su totalidad por el procedimiento domesticador de la intervención científica. Veamos ahora, en el último apartado de la “ciencia como representación”, como funciona esta domesticación en relación con la temática animal de nuestro texto.

4. Animales domésticos

“Hablaba de perros y del alemán–yo no sabía cuando se refería a uno y cuando al otro- (...)”

(Dormir al sol, c.VIII, p.30)

“Yo me dije que, a su debido tiempo, cuando el recuerdo de la internación no la afectara,le preguntaría a Diana cómo se las ingeniaron en el Frenopático para doblegarle el carácter”

(Dormir al sol, c.XLI, p.136)

Si hemos podido ver como el poder científico en nuestra novela se articula sobre una mirada separadora, ahora nos interesará analizar como funcionan, dentro de esta misma mirada, las relaciones entre animales y hombres.Desde las primeras páginas, el narrador de Dormir al sol utiliza toda una serie de metáforas y usos lingüísticos tendientes a acercar los comportamientos humanos a los animales. Algunos son clásicas expresiones idiomáticas: (por ejemplo: “me voy a la cucha”), otros son afirmaciones taxativas que implican valoraciones morales (“los hombres son como perros”, dice Ceferina, y “antes de conocer a Diana yo era un animal”, dice Lucho a Martincito), y otros son comparaciones (“a veces la comparo con una zorra de gran tamaño”), entre otras muchas. Varias de estas afirmaciones no tendrían una significación

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particular de no tratarse de una novela que tematiza, explícitamente, la circulación entre humanidad y animalidad. Otros intercambios e inversiones entre estos términos pueden leerse en el texto: el alemán Standle indica, en más de una ocasión, que las perras son más fieles que los perros porque a estos últimos siempre puede seducirlos con una “hembra alzada”. Sin embargo, en la novela, vemos justamente lo contrario: Lucho es el perro fiel, que está continuamente acosado por “perras alzadas” (Adriana María por un lado, pero más claramente aún por la extraña enfermera Paula, recortada sobre un modelo kafkiano). No es un elemento menor dentro del desarrollo humorístico de esta novela el hecho de que todas las mujeres sean “perras”, en los numerosos sentidos de la palabra. Otra confluencia –también humorística pero muy significativa- se da en el personaje de la falsa-Diana, que, a pesar de que en principio nunca pasó por el cuerpo de un perro, expresa sentimientos caninos: no sólo se lleva maravillosamente bien con la perra-Diana, sino quiere que la lleven constantemente a la plaza (en términos de Deleuze, hablaríamos de un devenir-perro).Si hay algo que puede leerse en la insistencia y frecuencia de estas comparaciones es un movimiento de aproximación entre hombres y animales análogo y co-dependiente de la separación que práctica la ciencia entre mente y cuerpo. En este sentido también podríamos leer un paralelismo similar al que vimos entre la charla Lucho-Aldini y la práctica científica: a esta última le corresponde llevar a la técnica lo que en el resto de los personajes de la novela es una metáfora o un sueño.Ya nos referimos, cuando pensamos en la ciencia como exterioridad, a la asociación entre la escuela para perros y el Instituto. Es justamente pensando en la temática de la animalidad donde podemos establecer más claramente los vínculos entre ciencia y domesticación. La escuela no sólo suministra –tal es el caso de Diana- personas para ser internadas en el Frenopático; también aporta los perros, y lo que es más importante, se encarga de domesticarlos luego del transplante (lo vemos persiguiendo al perro-Lucho y a la perra-Diana luego de sus respectivas conversiones).Para pensar este sueño médico en su relación con lo animal, daremos un salto interpretativo, que esperamos justificar en relación a la argumentación precedente. Alexandre Kojève, uno de los más famosos difusores de la filosofía de Hegel en el siglo XX (y uno de los principales responsables de la teoría del fin de la historia), se refiere al estilo de vida norteamericano (american way of life) como el género de vida propio del “período post-histórico” en el que nos encontramos. Y ese estilo de vida estaría caracterizado por el eterno presente y por la mera satisfacción de las necesidades: en dos palabras, el retorno del hombre a la animalidad .Y curiosamente, eso es lo que parece suceder en nuestro texto: el sueño de la paz animal (dormir al sol) es el mecanismo según el cuál el Frenopático aísla a los sujetos y los reconstruye como seres sujetos a la domesticación. La categoría de biopolítica, que trabaja en detalle Agamben a partir de los textos de Foucault, resulta llamativamente pertinente para esta fantasía ficcional, donde la ciencia tiene el atributo de convertir la vida humana en vida post-humana (inversión del sueño de superación de la especie), entregada exclusivamente a la pacificación. El segundo epígrafe de este apartado lo tematiza en términos de doblegar el carácter. El hecho de que, como acabamos de comentar, Standle tenga que encargarse de perseguir a los perros rebeldes y domesticarlos señala que el sueño científico de inmersión en la animalidad como pacificación no se da de forma “natural”, sino que implica, necesariamente, una cuota de violencia y vigilancia.Por último, cabe mencionar que no es casual que, mientras que las metáforas animales que

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analizamos al comienzo de este apartado circulan alrededor de la mayoría de los personajes, al Dr. Samaniego (agente –y no paciente- de esta política sobre los cuerpos), no se lo compare con un perro (animal doméstico per se) sino con un depredador: “A lo mejor a causa de su cara, sombreada por una barba de tres o cuatro días, lo comparé con un lobo”.

5. Discursividad: Lenguaje científico y ficción.

“Mire doctor, usted me habla por cuentitos y figuras, pero yo le digo lo que siento.”(Dormir al sol, c.XXXIX, p.162)

“(...), pero le garanto que en la narración de los hechos pongo el mayor escrúpulo de exactitud.Recuerde que le escribe un relojero.”

(Dormir al sol, c.XLIII, p.141)

En este último apartado desarrollaremos el otro aspecto de la manifestación de lo científico en Dormir al sol, que ya no se limita a la representación, sino que apunta a la discursividad de la ciencia en relación a la literatura. Para estas reflexiones nos será de utilidad volver sobre lo que hemos dicho anteriormente sobre el uso metafórico de algunos términos que tendrán su realización en la técnica científica.Como ya dijimos en la introducción, es claro que Dormir al sol no es un objeto científico en si mismo, su factura de novela altamente fantasiosa es difícil de cuestionar. Sin embargo, si pensamos en términos inmanentes al texto, nos encontramos que el relato se auto-presenta como un informe (procedimiento que aparece en otras novelas de Bioy), como una narración detallada de lo que efectivamente sucedió. El narrador se asegura, una y otra vez, de afirmar frente al narratario que su relato es cierto hasta en los detalles, aludiendo a su capacidad de relojero para percibirlos. De hecho, la escritura del texto es bastante sencilla, sin demasiados significantes literarios, salvo quizás en algunas descripciones notables del cuerpo y los ojos de Diana. En todo caso, la estrategia recurrente se resume, por parte del narrador, en la expresión: le garanto que lo que digo sucedió tal como lo dije. Nicolás Rosa analiza, en La invención de Morel, la forma en que el relato en Bioy Casares suele funcionar como una explicación , afirmando que:

“Los relatos de Bioy son ejercicios de la argumentación, en parte pseudocientífica y en parte pseudofilosófica. Esta falsedad consustancial del relato, el pseudo que la engendra, potencia la ficción a un grado extremo pues está vinculada no a la fantasía extraña, monstruosa o descabellada, sino al razonamiento, y subrepticiamente, a la locura” (la letra argentina, p.139)

Esta característica es sin duda compartida por Dormir al sol, novela menos matemática en su construcción que La invención de Morel, pero que sin duda ahonda detalladamente en esta pseudo-ciencia y pseudo-filosofía en sus relaciones con la locura.Probablemente, sea en la irrupción explícita del narratario (Félix Ramos), en el capítulo final del libro, donde aparecen de forma más manifiesta los significantes literarios. Ya la primera frase, que contrasta con el lenguaje de Lucho, es una irrupción en ese sentido:

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“Muchas veces a lo largo de la vida he soñado con la idea de recibir una noticia que altere mi destino.” Es en la apropiación del lugar del narrador por parte del narratario donde el texto se vuelve más literario, ya que podríamos decir, pierde su razón de ser (no puede continuar fingiéndose “informe”), y su escritura se vuelve inexplicable (injustificable) según los términos anteriores que manejaba la novela.Volviendo al informe, dentro de su pretendida y prosaica exactitud se incluye la dificultad que tiene Lucho para entender los enunciados del Dr. Samaniego –tal como aparece en nuestro epígrafe-, quién se manifiesta perpetuamente cansado frente a la incapacidad de su interlocutor (y en su gesto repetido de taparse la cara con las manos se leen también relaciones de poder y autoridad científica). Ahora, lo más interesante para nosotros es analizar como el discurso de Samaniego es efectivamente extraño; si pensamos en la clásica caracterización de Barthes del discurso científico como una búsqueda –ideológica- de la transparencia del lenguaje en relación al objeto , nos encontramos con un ejemplo alternativo en el interior de esta novela: no se trata de que Samaniego haga “literatura”, sino de su utilización continua, abusiva incluso, del lenguaje metafórico.Frente al pedestre narrador, Samaniego recurre continuamente a la retórica: para explicar que es lo que sucederá si Lucho prefiere no internarse y permanecer con la Diana “curada” (o sea, con la Diana-falsa), los compara con lo que sucede cuando una “manzana enferma” convive con una “sana”. Luego otra comparación: el lechero que se acostumbra a su caballo, y cuando se lo devuelven “curado”, quiere recuperar el viejo. Pero el verdadero sumum de este procedimiento metafórico desviado ocurre cuando finalmente Samaniego le explica a Lucho su “descubrimiento”. La cita es extensa pero vale la pena (comienza hablando Lucho y Samaniego responde):

“-Si quiere que le entienda, hable claro-Está bien. Como le decía, busqué nuevos métodos de curación. Pensé: el que se duerme, se calma, y recordé procedimientos para conciliar el sueño.-¿Existen?-Como no. Mire lo que son las cosas, yo tenía dificultades para dormirme. Un señor me aconsejó: "En cama, tome la postura que le convenga, cierre los ojos e imagine que avanza por una alameda. Cuanto más rápido avance, más rápido pasarán en sentido contrario los árboles. Con el movimiento se desdibujarán y usted se dormirá". La receta dio resultado hasta que una noche los álamos se me convirtieron en cipreses y desemboqué en un cementerio.-¿El cementerio lo desveló?-Claro. Otro señor, el padre de un amigo, me aconsejó: "Imagine que entra en una ciudad. Pasa por tantas calles y tantas casas que al fin se cansa y se duerme. Para no fijar la atención, lo que sería contraproducente, convendrá que no abunden los detalles y que la ciudad esté vacía". Ahora bien, una ciudad vacía me trae recuerdos de películas de guerra, de ciudades conquistadas, de francotiradores que me acechan desde las casas. En este punto usted se desvela, porque teme un ataque.-¿Y por último dio con el procedimiento adecuado? -pregunté-Desde luego. Sin preguntar a nadie, casi le diré por instinto. Imagino un perro, durmiendo al sol, en una balsa que navega lentamente aguas abajo, por un río ancho y tranquilo.-¿Y entonces?-Entonces -contestó- imagino que soy ese perro y me duermo.” (Dormir al sol, c.xx, p.205)

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Primera observación: de no ser porque sabemos de antemano por el contexto el lugar que ocupa cada interlocutor, sería prácticamente imposible distinguir el discurso médico del discurso del enfermo.Es significativo además (dentro de la línea de aproximación de lo humano y lo animal que trabajamos) que Samaniego diga que hizo su descubrimiento por instinto.Pero vayamos hacia atrás antes de avanzar con nuestra hipótesis. Observamos en el lenguaje desviado (desviado de cualquier objetividad clínica) de Samaniego, la aparición de tres ficciones para evitar el insomnio. El plano de lo onírico suele ser importante en las novelas de Bioy (probablemente el ejemplo más claro es El sueño de los héroes), y los sueños de Lucho tienen siempre un carácter proléptico, aunque difuso. Pero el insomnio de Samaniego es el impulso –secreto hasta el momento de esta conversación- que mueve toda la novela; apenas después de la cita que acabamos de incluir, explica como logra realizar este procedimiento imaginario para lograr el descanso, con lo que volvemos al plano de violencia técnica propio de la ciencia que señalamos en nuestros análisis anteriores.Y es precisamente en este insomnio de rasgos paranoicos donde podemos leer la inversión más significativa de esta ficción científica: la locura del médico. El poder de todo el dispositivo científico descansa en la enfermedad que reside en su centro: el deseo de una sociedad sin miedos como la proyección obsesiva de un insomne con una imaginación paranoica.

6. Conclusiones

Aunque ya hemos presentado nuestras sucesivas hipótesis en los distintos apartados, veamos como podemos resumirlas de forma articulada.Partiendo desde la representación y la formulación del discurso científico en Dormir al Sol, hemos analizado las sucesivas operaciones de la ciencia en tanto tecnología aplicada sobre cuerpos y almas. En relación a estos términos, opera mediante una separación, una mirada aisladora que fragmenta al sujeto en términos duales, y se da a si misma el poder de operar sobre esos términos de forma independiente. El cuerpo, en tanto envase, queda sujeto a la circulación y al intercambio. El alma pasa por otro proceso: mediante la aproximación entre humanidad y animalidad (la contracara de la separación mente-cuerpo) de una forma singular: la animalidad (pero no cualquier animalidad: específicamente la canina) es el sueño más placentero del hombre, y funciona en tanto tal como un dispositivo pacificador y domesticador.Hemos preferido –en parte porque no es lo que nos propusimos trabajar; en parte por la dificultad de la cuestión- no ahondar en la posibilidad eminentemente política relacionada con nuestra lectura, sobretodo si tenemos en cuenta que Dormir al sol fue publicada en 1973, época en la que la sustracción-biologización-“pacificación” de los cuerpos pareciera estar especialmente vigente. Lo señalamos aquí porque sin duda estos elementos estuvieron recorriendo periféricamente nuestra lectura, más allá de que no se trata de pensar que esta

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ramificación posible hasta estado presente en el plan de la obra (digamos, en su función subjetiva). A su vez, no está de más mencionar que las operaciones que hemos realizado sobre nuestro texto implican, en cierto sentido, un cambio de signo: Dormir al sol se presenta –explícitamente en el prólogo de Bioy- como una novela feliz y no como una reflexión sobre el poder médico; sin embargo, consideramos que, por todo lo que hemos expuesto, pueden leerse configuraciones de lo científico sobre el plano biológico que exceden ampliamente esta sugerida trivialidad del texto. Para finalizar, en términos discursivos, pudimos comprobar como mientras el narrador se apropia de una retórica del informe, preocupada por garantizar continuamente su verdad en términos simples (los detalles susceptibles de ser captados mediante la vista), el Dr. Samaniego habla mediante metáforas y símbolos. Si a primera vista podríamos pensar que esto se debe a su necesidad de ocultar lo que realmente está sucediendo en el Instituto, su relato sobre el insomnio nos hace más bien pensar que las relaciones entre su discurso y la ficción son más estrechas. Vimos así –y aquí de nuevo podría jugar la lectura política que mencionamos- como se produce una inversión entre racionalidad y ciencia, donde la enfermedad recae sobre la figura del médico: Samaniego es una versión sin duda muy singular del arquetipo del científico loco. Y es alrededor de esta figura -tradicional de las variantes de la ciencia ficción, que suele tematizar esta hipérbole tecnocrática que convierte al investigador en monstruo- donde se realiza otra de las grandes operaciones de este texto, que pasa por la realización (con el subsiguiente grado de violencia) de lo que en otros personajes es onírico o metafórico. La técnica, fundamentalmente quirúrgica en nuestro caso, es el mecanismo según el cuál el paradójico “sueño” de la ciencia (sueño de un insomne que intenta dormir pese a la guerra y a la muerte) puede realizar la fantasía de una sociedad sin psicosis, una sociedad plenamente biológica y adormecida.

Mariano Vilar

Bibliografía

• Agamben, Giorgio. Lo abierto, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2006.• Barthes, Roland: “De la ciencia a la literatura” en El susurro del lenguaje, Paidós, Barcelona, 1987.• Foucault, Michel. El nacimiento de la clínica, Avellaneda, Siglo XXI, 2006.• Rest, Jaime. “Las invenciones de Bioy Casares”, en: Grupo de investigación de literatura argentina de la UBA (comp.). Ficciones, antología de lecturas críticas, Buenos Aires, Norma, 2004.• Rosa, Nicolás. Relatos críticos, cosas animales discursos, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2006.

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• Rosa, Nicolás. “Máquina y maquinismo en la invención de Morel”, en su La letra argentina, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2003.