Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

12
,i , I 1 54 Gidt:on Sjuberg en In preparación dc conservas alimenticias, como tam- bién en la esfe.-a de los transportes y de las comuni· caciones. El mejoramiento. de. los ...... abaslcdmIentos de agua y de los ... tie'aJan]- lanlliíoó permi t iemn -una rnfiyoi':,cQn,;,,,,trncion'--¿¡¡:TIYQ- fraTIca .cnla.s_- cilidiiues: QiJiia- el --inVeJll() - iñIs-cleEisí\'ü, máquina de vapor, la cual pro- -cñcrgín cxlremflWiillcntc gene- rosa. Si exceptuarnos la fuerza <Ir.;! agua y del viento, el hombre no disponía ,antes de 111ft!) l"CCUrSOs cllcrgriticos que 105 del músculo humano y ele In bestia de labor. En . el tiempo que nos ocupa, el sistema de faclorias (qlle suponía una producción tnasiva de artículos y una me- caniznción de la actividad) empezó n tomar cuerpo. Con dicho sistema apareció una nueva modalidad de estruc- turación profesional: 11113 estnlctura busada en conoci- mientos altamente especializados y que sólo funciona eficazmente cuanclo las actividades de las profesiones ql}e la integran están debidamente sincronizadas. Este proceso de indust rialización no solmnenlc ha cunser· vado su integridad hasta nuestros días, silla que expe- rimentó una nQtable aceleración con la aparición de las máquinas auto-controladas. de n.o s,el' pura y slmp1emer:!.t.'?, Lushlstonadores ban venIdo nrgulTlcJ\t[ll1do, v6Iun1cn tras volumen, la cuestión de si la nueva clase trabaja- dora (incluidos en ella 111uchos inmigrantes procedentes del campo) ha ganauo o perdido, económica y social- mente, con destrucción oc las viejas normas sociales. En la ilctualidnd. la industrializnción. a medida que va extendiéndose a través dc todo el globo, continúa plan- teando nuevos y cada vez más conlplicados problemas de tipo social. Muchas ciudades supervivientes, de corte trndici')'wl, vrm ponjendo de manirtesto, de UI1 1110do ti otro, t! conflicto entre su pasado prein Istrial y su fu- turo industrial. No obstante, la . del diáfa __ c:xcepttinndo lIna ,guerra , __ nllclcnr, ciHotiU---j riduifi:iiil' --se - convcrt i r:.r- [orill ii 'U dumlñ'ame::':a_-]o:-:"'lil'rgo--- d __ ó n '"'ti rl1 a 1I a ¡ I el _ ho 1 i 1 ;--'" __ s 1 e m p re ---n_u eslro-----g 1 I I Hans Blumenfcid: La melrópoli moderna fk:/J1 La rel'vlllci¡l!, UrUflJJa, que luvo SI/S COIllicIIlOS eH 111 scglllJ.Ja I!litad del siglo XI X, ha C,tlJlJilllUlo t'1! Hila IIlleVa clase _desde el PHl!to de \'islll cw¡/i/atiwr- de ¡¡sell/mlliellto J/lUIf(lJW: II/ln drea lIrbaHa CO/l lura Il<.!/IHl ciudad central. El precedente capítulo lleva por título Origen y evo- ll/ción .:le las ciudades_ El presente versa sobre el re- sultado de tal evolución; res.ultado que no es tda ciudad sino <da IJ1qdc.r:n,<l )11ctrópolfll_ Este calnbio de nornbre reneja el hecho de que, dellna larga lenta estación, la urbe ha dcsembocado en un esta la revolucionarlO; la expc.niilentndó lIn C,:Ul1 -10 cua ! n lVO. :.n e 'C o a m'elr6 oH a no es una Inera verslon nnl ¡¡{¡cada e a CHILlad trai:.hclOna w ; es tina _ 'orma olfcrcn e (e asen_ al11Ien o lUlnano . 'Se vlei1c dlsclHlCndo con b<lstnn{c Inslstencia, sobre él término a utiljzar para dar nombre a ese nueva tipo de aglol11cr.:\ción urb;mi:1. Lcwis I..,lumfonl opone sus re paros a la denuminación de Hlllclrópoli " (de las voces griegas "madrc» y ({ciu(bd»); dcnolllinación que, his- tóricamente, tuvo un significado nluy diferente. Dicho autor muest ra preferencia por In pnlabrn uconurbación)), creada por Patric:k Geddcs, biólogo escocés y. pionero del urbanismo. Esta palabra entraña el signtficado de fusión de Irías ciudades preexistentes; mas 10 cierto 55 ,I

Transcript of Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

Page 1: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

,i

, I

1

54 Gidt:on Sjuberg

en In preparación dc conservas alimenticias, como tam­bién en la esfe.-a de los transportes y de las comuni· caciones. El mejoramiento. de. los ...... abaslcdmIentos de agua y la"funyor:!!.r~ctividaa·. de los ... s_eL~icios tie'aJan]-lanlliíoó permi t iemn -una rnfiyoi':,cQn,;,,,,trncion'--¿¡¡:TIYQ­fraTIca .cnla.s_- cilidiiues: QiJiia- el --inVeJll() - iñIs-cleEisí\'ü, _!,ITnvéíi¡o'~dave.-fiie'l¡¡ máquina de vapor, la cual pro­pórcjoño-mru-~-rm:!JfW---(le -cñcrgín cxlremflWiillcntc gene­rosa. Si exceptuarnos la fuerza <Ir.;! agua y del viento, el hombre no disponía ,antes de 111ft!) l"CCUrSOs cllcrgriticos que 105 del músculo humano y ele In bestia de labor. En

. el tiempo que nos ocupa, el sistema de faclorias (qlle suponía una producción tnasiva de artículos y una me­caniznción de la actividad) empezó n tomar cuerpo. Con dicho sistema apareció una nueva modalidad de estruc­turación profesional: 11113 estnlctura busada en conoci­mientos altamente especializados y que sólo funciona eficazmente cuanclo las actividades de las profesiones ql}e la integran están debidamente sincronizadas. Este proceso de indust rialización no solmnenlc ha cunser· vado su integridad hasta nuestros días, silla que expe­rimentó una nQtable aceleración con la aparición de las máquinas auto-controladas. ~volución de .J(,t~~IggªfLj.!1º~2!~i~lJ_~ n.o pued~ s,el'

consH!~~;;, pura y slmp1emer:!.t.'?, CO~?~_~~l!!~",,,,~_~.n~fl,~_~"'!­Lushlstonadores ban venIdo nrgulTlcJ\t[ll1do, v6Iun1cn tras volumen, la cuestión de si la nueva clase trabaja­dora (incluidos en ella 111uchos inmigrantes procedentes del campo) ha ganauo o perdido, económica y social­mente, con lá destrucción oc las viejas normas sociales. En la ilctualidnd. la industrializnción. a medida que va extendiéndose a través dc todo el globo, continúa plan­teando nuevos y cada vez más conlplicados problemas de tipo social. Muchas ciudades supervivientes, de corte trndici')'wl, vrm ponjendo de manirtesto, de UI1 1110do ti otro, t! conflicto entre su pasado prein • Istrial y su fu­turo industrial. No obstante, la t~nde~nc_[;LJ;~,I_!'.[la-

. rc~e del to~o diáfa __ n~: c:xcepttinndo lIna ,guerra , __ nllclcnr, l~r ciHotiU---j riduifi:iiil' --se - convcrt i r:.r- eil-'-'-I~i [orill ii 'U ¡'O~lITtl dumlñ'ame::':a_-]o:-:"'lil'rgo--- y"--¡ii¡clio---ile"-l'Ufni-----la~~fl't;i~}-;t­

d ~_~_~a- pi{!TI.!~fil§_~Ih~_!Lí?_J:_i.~1~E~ __ EXea~:5 ó n '"'ti rl1 a 1I a ¡ I el _ ho 1 i 1 ;--'"

bl·e--,_~?_~~~?E~E.~:,~ P?~_~. __ s 1 e m p re il~_ ---n_u eslro-----g 1 {jb(j.~-

I I

Hans Blumenfcid: La melrópoli moderna

'kv~

fk:/J1

La rel'vlllci¡l!, UrUflJJa, que luvo SI/S COIllicIIlOS eH 111 scglllJ.Ja I!litad del siglo XI X, ha C,tlJlJilllUlo t'1! Hila IIlleVa clase _desde el PHl!to de \'islll cw¡/i/atiwr- de ¡¡sell/mlliellto J/lUIf(lJW: II/ln eXletJ~a drea lIrbaHa

CO/l lura Il<.!/IHl ciudad central.

El precedente capítulo lleva por título Origen y evo­ll/ción .:le las ciudades_ El presente versa sobre el re­sultado de tal evolución; res.ultado que no es tda ciudad n1odcrn~p), sino <da IJ1qdc.r:n,<l )11ctrópolfll_ Este calnbio de nornbre reneja el hecho de que, ~~s dellna larga lenta estación, la urbe ha dcsembocado en un esta la revolucionarlO; la expc.niilentndó lIn C,:Ul1 -10 cua ! n lVO. :.n e 'C o a m'elr6 oH a no es una Inera verslon nnl ¡¡{¡cada e a CHILlad trai:.hclOna

w

; es tina _ 'orma olfcrcn e (e asen_ al11Ien o lUlnano .

'Se vlei1c dlsclHlCndo con b<lstnn{c Inslstencia, sobre él término a utiljzar para dar nombre a ese nueva tipo de aglol11cr.:\ción urb;mi:1. Lcwis I..,lumfonl opone sus re paros a la denuminación de Hlllclrópoli " (de las voces griegas "madrc» y ({ciu(bd»); dcnolllinación que, his­tóricamente, tuvo un significado nluy diferente. Dicho autor muest ra preferencia por In pnlabrn uconurbación)), creada por Patric:k Geddcs, biólogo escocés y. pionero del urbanismo. Esta palabra entraña el signtficado de fusión de Irías ciudades preexistentes; mas 10 cierto

55

, I

Page 2: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

1"-

, I 56 · .... os llluHH!llfdd

es' que el Qrig(!fl de la mayoría de las mctnSpolis nO responde n tal fl1sión. El vocablo t1nlcgaló olis» creado por el geógra'fo fl"anct!s ean ottmnnn, se np ica gc-

, -'u e te 3. una región urbanizada que con) lene ~J.L¿'u n1biro varias Teas lnetropo 1 :lnas, como ~s e caso

deJa- reg¡¡Tn que abarcn las cIUdadeS de Boston y W"s­hiti'gton. Después de todo, ]0 más acertado, al parece!", es conservar el término «metrópoli,¡, aceptado hoy por nludlOs idiomas como dcnommaclOl1 de tI!l gran centro urbnno y ~l1S contornus. , : El carca metropoI.ltnna» puede ser definida de varías

. maneras. La Of¡cina,,_d~l Censo nqrlcrlrnc¡-jcana la define, pOtO cjcrnplo, como cualquier espacio que .cout¡,;nga una ciudilU nuclcflr eje población nq inferior a 50.000 habi­tantes. El lluevo fenómeno que eslamos examinando es, sin embargo, üno entidad de pobbción de magnitulI mucho mayor. con determinado míniImlln dI.! tni1l<1ñu de masa. crítica; De acuerdo con el erudito alemán Gerhard_ Isenberg, creo preferible la definición de me­trópoli como una concentración de, POi" lo menos, 50~OOO habitantes viviendo en 1I~ espacio que, para ser atrave­sado desde sus contornos n1 ccntr·o, no lleva mós de unos cuarenta minutos de viaje. lsenhcrg y yo hemos deducido esta definición oe las observaciones de las

. ciudaoes que se han convertido eH mdrópolis dllrante la primera mitad del siglo xx. En los tiempos acluales -nI menos en Norteamérica-, la masa cdt ica que per-

. mi!e la distinción entre una metrópoli y una cind,¡d ::. tradicional puede ser considerablemente nUlyor; Jlegan­

do quizá a bordear el millón elc habitantes. , La aparición de una ntl~va forma -de una forma bá­sicamente nueva- de asentamÍento humano es un acon· tecimicnto extremadamente ,'amen la historia de la humanidad. Porque por espacio de cinco mil años -como mfninlo-, todas las civilizaciones que ·han exisli.:lo se han cpracterizado por' dos tinicos lipos -predominantes y bien dcfinidos- ele asentamiento: el pueblo rura} y la c!ttdad. Ihisl1. no hace mucho, la gran mayoría de In publacinp. haLía estado viviendo en pueblos y aldeas. Dichos nú,:,·.cos de {)oblación producían n_ solamcnte

·.sus . propias materias, primas -alimentos, combustible y fibras vegetales-, sino también los artículos manu­facturados y los sen'idos. La~. ciudades e.stnbnn habiln" 9as sólo PüLll!1ª,--S~tla_mínorfa de 1" pObl,icíoinÜ¡¡¡I; "rntnorIa que no re·presentaba, gcnerrdmeTlIC, mas que el 20 lL!k dicha3lQ!m:l.ciÓl) y que estaba conslitllü!¡¡J?or I a .. ~'nl~ gQ1lli:ffiÍ11 tJ:_~",IQs--id~J!!ii IlToS(2?~-:Í'i!mj=-.¡n i­

"litares, y .. ,.~º.m~.rf~~les- y la I1le!HI~i(ra-(re pennes, artesa-,. _.' .. "U~ •• ' .•.••.• '_._.'_.'''_'. ,,~_, .• ___ ._ •.••• __ ._~_ •• _.~ __ •• __

La metrópoli moderna 57

nos y profesionales qlle les servían. La élite obtenía sus . ine11tOS-OesUl5sJsn!ñCi1:l y su potencialidad gracias al trabajo de los villanos, mediante la percepción de diez" mas, exacciones y rentas. Tal sistema prevaJecíó hasta finales del sjglo XVIII; y su h]oso[¡a tue rel;CJaÜa -y bien deGnicia- por los fisiócratas de aquel tiempo de ambos lados del Atlántico, entre Jos que hay que contar a ThoI11as J cffcrson.

La revolución industrial invirtió dramáticamente los te - la . 'stn tlcton de la pob/aCiÓ(Lglli!Crl~To y cjlHbcl. Un contemporáneo (e e ·crson, el a em~111 ]ustus Moeser previó, desde el principio n1ismo (!c la revolución, 10 que iba a suceder al <1.Dota1' que <da divi­sión especializada del trabajo obliga a los traba'jadrires ~\. vivir en grnndes ciudades». Con el incremento de la especialización, ·hubo dc ser llccesarbnlCntc increrncll­tnda también 1<1 coopen1ción en el l1"<"lba.io, tanto en el interior de los estnbJecirnientos industriales CQnlO .entre unos establecimil!ntos y otros. La división ~lcl trabajo y el aumenlo <le la produClividñd ro l¡ClarOn la cbn­cc.ntI~ación en as U( iH es (e una Cl .n; cáncentración que a coopcracion ~:!l)ora\ lIZO imprescindible, toda vcz que el nuevo sistema L'"X:gía la unión de los lrabaj<:Hlores especializ.ados en 1I1l1chos of1cios y lu de (!¡versos establecimientos clltl'e si (por la necesidad que éstos últimos tenían de intcr::~Hnbiar mercancías y servicios).

El proceso se alimentaba a expensas de sí mismo: un crccinlicnto suscitaba otro nilevo crecimiento. Muchos ecol10111istns hall ObsCl-vado que el rápido aumento de In productividad ha servido de instrumcnto (o, cuando mcnos, le ha prestado su cooperación) al fOlnento. de un progresivo desplazamien lo del grueso e1el ejército del trabajo desde la industria primaria -la de la pro­ducción- d·c matl!rias primas, a la industria secundaria -la de la elaboración de estas n1atedas- y, finalmente, a la industria tei'ciaria -la de los servicios-o En cam­bio se ha prestado 1I1CnOS atención a un fZ\ctor, igual­mente importante, relacionado con -y a la zaga de­este desplaznmi~.ltq, a 5aber, !(~a especialización)} de Jfls [unciones. Las funciones originnlcs de los campesinos

-:.:..es' decir, el ocupnrsc en la producción de sn propia fuerza motriz (bestias de labor), combustible (heno y avena), herramientas, materiales de constnlcción y ar~ tículos de consllmo- se han convertido cn especializa~ ciones de la industria secundaria, la cunl provee a esos campesinos de tractores, gasolina y demás artículos ne~ cesarios para el desarrollo de sus nctivi(lrIdes. En nucs-

Page 3: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

..;r;:/ '1 r."", .

.r

,/ 7 ',' --, ' ---" ~;'J

: ~ .¡

58 1 Inns Bh1JlH':/lfc!d

tros día, --el esladio lerciario-, gran parte de los tra­bajos re,~cionad()s con la industria secu~'\aria se han convertido en la' especialidad de quienes prestan sus

;servicios en las diversas ramas de llcgocios (conlabili­~dad, control, venta, distribución), Incluso las fllnciones del mismo hogar (p¡-estaciones personales, cuidado de la casa, remiendos, composturas, compra, recJ"cQ-, edu­cación) Son asumlúas por industrias «al scr-vicio del consumidor».

El doble incentivQ de la especialización y dc..: In ce)· . operación laboral, suscitó unr¡ oleada migratoria --CiJlll­

po--ciudad- en todo el ,ámbJto naciono:l. En los paIses progresivos, el desarrollo del transporte :l. larga distan· cia, med::..nte buques de vapor y ferroct\rri:cs, así cOmo el .de las comunicaciones por tcl~gra[o eléctrico, creó, !en el siglo XIX, las condiciones para la expansión de las ·ciudades en extensas regiones; lo cual favoreció enor­jncmente el crecimiento demográfico de esos cen tras ürb'lnos, que hoy cUentan con millones de moradores. Temporalmente, este crecimiento demognHico se vio refrenado por causas limitativas internas, Los~­·~amientQ~~L~ la~ ciu(laues t~l~nin.n :~izars" __ a __ l'¡e o en v~s;ción aniIl1al. !Ori··' riómbre de· 'negOC1OS------nCoyorquino. por CJcI11J)lo;--po­'dfa ponerse rápidamente, por cablegrama, ell cOlllunica­ción .con !H1S col~boradorcs de Slw,nghai, pero para en­tregar una nota de pedido en una ancina siluClda sólo a unas pocas manzal1as de casas más allá de la suya ;tenfa que valerse de un mensajero. Tal situación redu­cía el radio de las ciudades a la distancia de ullas tres 'millas * desde el centro, I2cJ2.i-'~ __ c.at:encia de ascen­sorcs,J~Lc.~dad se veía ohligada a limHarsue;ill;ul.ililrí vef!J¡:_ªJ~ El úi1kocrl!Gimi!!m6prrsit51eera eI'íñlcrsticia\, es-'decir, el aprovechamiento de cada decímetro cuadra­

:do de espacio di.sponib.le. Residencias, factorías, tiendas y oficinas se apretlljab~m unas contra otras en la pnrtc céntrica de la ciudad, Rcstlltodo de todo esto file ll!lO fantástica alza del precio de los solares, en comparación cOn el coste de los inmuebles que ser construidos en eltos,

Esta fue sólo nna fase transitoria del crecimÍcnto de ,la ciudad; mas los efectos úe tnI herencia todavía se !dejan senlir entre nosotros en lo que a ecJi[1cación, tipos je calle, rnstilucione<; e i(kas se rL'fiere. Todavía hoy cn:e­--:'3, },:.blamos y obramos en términos (~ «Cilld:::ld y

-.' ,.1.". .-.-;'"":!;)c! ~: suburbio)), por m<1s q1lc tales

~ ~-,.~. .~ ~~'.' ;." (N, ¡{d T.l

La IlIclr(~poli ¡nodcrtla 59

conceptos lwn perdido signiílcación en la 1110clerna lnc· trópoli y su rr~ión, La tr,msfonnución de la ciudacl se in i cL<2..l:!i' dg fi n a les ilcl SI g 1 o " ;g2iJ-.Pll!lClPl.Q$-.. ilil:E: gT~[,,~_~.,CQ.n..JiLapa[Jcióll del ;teléfono. el.JLQ!ly~tnco,

. cL;",m~!ro y eJ. asc .. CJ1%pr. Á.llIl mayor 1m acto causaron ~ñ 1a ciudnd ·el ¡;lUlomovil y el Cfunln. on es a u Bna <:td uisición, In ciüdacl rom JO ,su casc~dc él CUIlV·· i, a en lnelropo 1. 'S'(lgno (e tenerse en cuen-1:1 qUe! el teléfollo )' t! ~1L1tom6vil produjeroll análogos efectos !:iobn; la VIda l"lll'al, frugmentando d antiguo villurrio y ol"igillé\lIdo ex\cnsas y c.lispel·sas cortijac.l::\s.)

La rnigr~~h?n. cClltl"Ípcta, es decir, la que se dirige desde el c~üniiti lhlcb' hi Ciutbd, continúa con la tnisma intcnsldi.ld; pe \ en ese InutnClllo se inicia otra Ole¡ld" migrntorin de igual palencia, si bieó. en seritido inverso. es decir, _~~f}~rJfl!go, desde b ciudad propiaInenlc dicha hacia sus suburbios. Aunque en d plano naCional la población vn uruanizónuose cada vez lnás, en las áreas

.¡ urbanas se produce ulla descentralización sin. cesar cre-cienle. La interacción de estas dos tendencias ha en­

,1 _gendrndo la nÍleva fonna éle asentamiento urbano' que :1 ~s lo meti'ópo\i." Lo que conocemos por es le nOI1Ibi'e ya } no es aquella institución del pas:;lCJo, ya no es lo que ~t antes se cnlt!fldín por ,da ciuclacJn, y, por otro Jada, no

es tampoco '(el campo» p¡·ccisiJmente. El hr.:c!lO de que no sea ni una cosa ni la otra ha suscitado ncst.álgícas criticas por parte ele quienes abogan por un 1" ~r()rno al «verdadero urbanisIlH)l) y al· <!GtrIlpO auténlil o~. Pero habida cllenta de los inexorables factores tec.\tdógicos y económicos que han creado la metrópoli, ha:' que cn~ foc[\r nqucllos términos con una ópticíJ nllev t y dife­rente.

Se ha puesto de moda el uescribir la transformación de la ciudad en metrópoli como si lal Ii1utnción [uera el resultado de una uexplosión!). Este último ténnino no es correcto por dos razones. El que la ciudad se haya mctarLlorrOscado no quiere decir que tal nlC{amorIosls

:sLí)on la una desl rllCCIÓn tIc la 1I11sma CIudad, ~'a J?a a~~ra ((exp 11)) par cee Hl1p ICc • 1 t3mpoco que tm IransfOññactóir lidy.t sido un acOn:1CCllllleli[OSl'rtítt~e iiñjJ"rcvislO. Eloe'sI1bzamlcffT5'{le la poljbt.lón desrte el

~-'Céntro oc In ciudad ¡!Ocio una periferia en expansión incesaIlte 11,·. durado, CU<11H..10 menos, por espacio de un siglo, La dcnsiu<.ld rnedia del censo total dc las ciudades y dellJás ·cenlros urballos de la región lllctropolit<1ní.l de Nueva York Nueva Jersey y Connecticut expcrimenté un crecimiento COJ1st::1!1tc hasta 1860, y, a. partir de está fecha, se inició un;:1 declinación en h\ densidad demo-

1 -

Page 4: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

"

-,,-.<~-~---_ .. ~ , j'

w. lIans Dhllnenfcld

gri\fica de la ciudad. La expanslOn urbana entre los años 1860 a 1900 ya casi fue tan impetuosa como lo ha ve· nido" siendo a partir de 1900. En Filadelfia, el desplaza· miento.de la población desde el centro hacia la periferia

'de la cíud¡,,1 fue proporcionalmente mayor durante el medio siglo comprendido entre 1860 y 191(, que en el período 1900·50.

El' análisis de la densidad de población del l'sp.lcio metropolitano de Filadelfia, así como el UI.! Vari¡IS utras cíud,:nlcs, demuestra nuc la ola del movimiento ct:nlrí­fugo hacia los subllrlJ¡os ha vCllido produciéndose con pnsrnosa regularidad; y, en cOl1secucncia, In (kJlsidad

- ha venido cxpedmcntantlo \lna declinación contilluo, graé.ual y cscalonaua de zona en ZOna a panir del cen­Ira de' la ciudad hasta la perireria. Canror:nc ha i,to transcurriendo el tiempo, la curva que repr,;scnt;l esta declinación c~ ha vllello menos empinada; t..S decir, quc el' centro ha ido perdiendo densidad o, en tuJo caso, ha permanecido estable, al tiempo qne la de las áreas ex· teriores se ha ido intensificando; por lo qne In ,lifcrcneia de gtada de densidad -e,otf{! l11s d,?~ zQflaS h~ iflu_,,:;i!.:ndo cada vez menor. Es· intercsnnte constatar que d gra­díente de densidad desde el cenlro a la pedrería se ha

< jdo suavizando, es decir, In curva se ha ido ach~ililnd() n-medida que se ncercaban a las zonaS exteriores; lo cual parece indicar que el centro va realmente reforzan­do su iÍ10uencia sobre las át"cas exteriores. Con el tiem­po, n.. rn~qJ~~a q\~e ?e va jntcnsilicando In densidad acaba por adoptar en· cada zona- la expresión gr{tfica llOrizon~ ta1. como si hubiera alcan7.3do un nivel de ((satlll-ación)) -én cada una de las zonas; nivel que va siendo cada vez más bajo al pasar de una zona a la otra conforme nos vantos acercando a h1 periferia. A medida que va trans· curriendo el tiempo, la cresta de la ola (que es donde está localizado el c¡;ccimcnto más' elevador-avanza en dirección al exterior de "una forma n:glllar. L[~ zona situada en lo 9ue podríamos llamar el corazón de la Cttn:n:Hi' parece IndIcar una anÓlnaha en cl sentIdo de -que su denSIdad dcmogr4hcLl (!~. n1ns baja qtrrl..--tkl ~rei qa;' la ciI-cllnscnbc; '111'!'í!i 'e~lo no rcilcJil SIOO ci hecho e que -eh el ¡,;cntro cstalfUtniltcITtlns-·gi~T\ñ-·-ñ\.llncro de JQeale~s comerciales, (\C~ríaC1ms·r6rrcf¡Tás. ·31-,;e"'"'1n· c1uyera en el censo la parte de 'Población que ! rab;:¡ja durante el día en el centro de la ciudad, esta zona ;IlTO­

jaría una ci[ra de: densidad mucho más elevada. Podría­mos muy ckn trazar un croquis de la «historia n.:lturnbl de la metn':'t_'oli moderna. Esta sr: caraclcdzn. ~n prirnL!r lugar. por CIerto gr.1clo de í1cccsibilid,ld mutua enlre las

La mel rópo!i mo(h:rna 6t

diferentes partes que la integran y que, consideradas en su conjunto, constituyen el perímetro total de la metrópoli. Como antes insinué, el espacio ocupado por la metrópoli tiene; en la mayoría de los casos, un radio que podriamos representar por el tiempo (~m(~S cual-en:

. la o cuarenta y cmco minutos. desde cr centro a la, pe!'iferia) que' in\fej~ljríarnos para ir oc un sitio a otro cn el vehículo más cOlnúnrncnte utilizado: el metro o el .lu(omóviL Con el n\l!l1c111o de velocidad que han ex­l1l:rimcntíldo Jos modernos medios de cOJ11unicación. lns cli!\lt:l1síoncs (en kilómetros) de bs rnctrópolis pueden. dcsdL'! luego, SCI' ampliadas, s-in que por ello resulten rclativan1cnte excesivas. En la mayoría de las áreas n1C­lropolitanas, ~l promedio del trayecto (en horas) a re­correr por la población trabajadora h<ls(a el lugar de trnbrdo es de una n1cclia hora. Los trrlbajadorcs que Ínvierten más de ('"'~arcJlln y cinco minutos en su viaje cotidiano al pucsJo donde trabajan conslÍltlycn sólo un 15 %.

Es.ta últÍlna afirmación puede que cuusc cxtr~ñczL\ a quiL!lies est~'n oyendo a diario a los viajeros de abono regLilar quejarse de la excesiva duración de su viaje. No son solo de ¡tllOra tales quejas: IIr\ce yo l!n siglo, un IfIbscrv<Hlór alemán expuso que la distancia que los habitantes de las afucras tic las cíudadcs tenían que recorrer para ir a Sll trabajo había lkgado al límite tolerable. Probablemente el tiempo invertido en ir al trélbajo cr.J entonces superior éll de ahora en las Inetró­polis. Con todo, el promedio de media hora parece ha·. ,ber sido siemprc, .... ll1'-lS o menos, el tiempo normalr Icote invertido ell tales viajes. Aunque un_ gn:m contingen.e ud los trabajadores que viven en las pequeñas aglo\ll~rí1-ciones situadas no lejos de la ciudad tengan sús pu;~ tos de trabajo en ésta, buena parte de ellos tienen WL: ir 1\ tr~bajur i:\ otras Incnlidades bastante alcj~das (PtJf no cnéonlt-iH< u-abajo en sus pueblos respectivos, y no que­rer, po¡- (¡Iro btlo, I11uc\ar- de domicilio), viéndose obli­gados, por ello, a recorrer srandcs distancias.

Ulla eJe kls grandes venta ias de la vida en la metró­puli CS, prccisall1cnc, la de -lut! }<1 gente puede cambiar de ocupación sin que por ello se vea en la necesidad ~Ic tener que- ca~nbiar de domicilio. EÚ h\ 1l1clrÓpoli -y ésta es lln"LS!f-illL!::1cjO¡-CS cllíllidades- e~h!g~_~I.!!_~~RIan jJ1Ü[gcn Jé ho\ 'ura en ra-s-e-recc!6n, trlñTo para los lrn­blljadorcs como F;l.!~ __ pa r rr(f~_=~'o-rZ\T:ii-loscoñSwnj--ttü I·C s , co S ~\ .' nJl-G ... JJ9 ___ f f.!lil e e 1) l"t!.~ -e ililT ;:uT!3"·'-¡-11-e"i 1l1I:Cs:-E 1 -n"ilhaj;Hlol< ptlt:dc eS.;ogcl' yntn! lYnlC1ú)s--p:\Tf"mliYs~Y éstos pueden encontrar trabajadores de tnda lma extensa

ü

Page 5: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

o.

", -,

62 lrans l1lulllcnfcld

gama úe activiuac1cs' especiales (incluyenJo enln~ éstas a la ruma proresional y administrativa) y, 10 que es mús importante aún, tienen accesibilidad n una amplia va­riedad de mercnndas. efectos y servicios, de los que toda empresa depende. Tan sólo la metrópoli BU cele sostener los ingentes catálMos (Je arllculo:¡...J¡¡.dlt ades

rans orle servicios es ecializados _( en CSílCCinl a5l!!c os de n olc manciern, egnl. técnldr y""""proiñOCio. iÜil, escncn!es parn la empresa o c{rfcgoclomon,~Yños), TaTes servIcIos constituyen In ~füente f.irlncl'i)~iT·{.1c la potencialidad económica de la metrópoli, su verdadera base, y tienen cspecial importancia pGra las cmpresas menores, nuevas o de índole experimental. COlllr~lria· mente a 10 que generalmente se cree, J~ gr~lq ~j!ld.!d constiluye-un~ ho ni: más adecuado para las pCCjucf\as iIT'J.ustna. uc p'~r~.~. . grandes cOn1plcJOslffil\1stnalc~, P orstr-l';rcrfé'ilEiaI1(:ftÜt-C:i'SI a tI t árq 1I1 ca, ] a g r¡} 11 i ns 1 ¡\ l-aci ó n fabril ,puede sentirse igualmente a sus anchas, cconó­mican1ente hablando, en un pcquci)o villc rria que en una gran ciudad. Este hecho viene reneja(o en las es­tadísticas <'el empleo: en In mnyorín de las nH"trópulis, el contingente de gente ocupada en la fabricación va dis, minuycncJo -relativa y, a veces, absolutamcnlc- de día en día, n1íentras que el cupo de tnlbajadores eJllpleados en los servicios va allmeJltando con gran rapidez.

Lo que es verdad para los servicios ue las caSaS de negocios también 10 es para lo icios del cons\lmi­dar: la metropo I·i.\ rae a este Último porqlle le (J!ri'lce una ampl![f--n cr a ( • ·cdón. obmcnle una pol51a­c1Oñl'a-n-nurñ a como la dc una metrópoli puco!.! man­tener la enorme prolireración de servicios especiGlcs propios de una gran ciudad: grandes almacenes comer cia les, infinidad de t io"das de especia lidades, tca t ros de ópera, "galerías de arle, teatros, eSla,lias deportivos. es·

'cuelrts cSDednl~?, 'grandes· y bi·cn 'equipadas inslilucioríes rncalcns y de cllltÚnl p'ara adultos, así como también uña"fri·linidad de otras necesidades que la vida civilizada ha ido creando.

En resumen, la metrópgli 1l1o(,lernf\ se difcrcl,lcia de la ciudad tradiciona,l en varios aspectos esenciales: l.", com­bina la función de din:ccit'm central con las de Sllll1inis· lrar el grÍlesode la liriJ,llIccilÍll material. Yll,,!¡ervisi(!.s.i •.. 2.~. su. población .. es hnsta diez veces mayor que la .. de la mr.::'or ciudad preindllstríal; 3:', debido al rápido (mllS· ;;órte moderno, que ha decuplicado el radio deJ.servió) ferrovinrio fijo para [¡bon:Hlos, su perímetro es ]w.stn cien v~':-'.:'!: mayor que el de la más populosa ciudad de

il- los tiempos pasados; 4:, In metrópoli no es ciudad ni

La Illcl rÓ[ln!i l!ludc-l'll:t. 63

11.- cs campo, sino un comPICjO.. de dislritos tll-ba.nos Y. de " cspncios lilncs; 5 .... , sus 1,onas residenciales y de trabajo . (industriales, ctc.) ya no están ubicadas en un, n1ismo , lugar, sino que se hallan emplazadas en distritos scpa~

1".:Hlos; y 6,", sus trnbajadores disponen ele un grnn lnar­gen en la elección de empico y ocupación.

. El ciclo de r~aliment"ciún del crecimiento metropo· litano, que amplía la libertad de elección Y. a la vez, determina un ntH>\If) crecimiento, ha dado ti la metrópoli tina vnn[iclad asombrosa y, una perm;)nente potenci!\Ii~ dac.l, En la cra prcmetropolitanu;"las--ciuclndcs:- 5zohúlt:i.s por las guerras, pesks o afectadas pur la pérdida de prestigio, se veian con frecuencia ~ll)¡\ndonnd[ls por sus moradores o reducidas a débiles sombras de su pasado esplendor. La misma Roma; a raíz de la pérdida de su imperio, qlledó poco !llcnOS quc relegada a la condición de un pequeño pueblo, En :Contraste con esto, touas las grandcs cilldndes destruidas en la segunda guerra nllltl­dial han sido rcconslnlidas, habiendo muchas de cIlas salido de tal rcconslrucdó¡"\ con un pcrímetro bastante mayor que el qu r tenían antes de In guerra. ParlicuL.'1r­mente significativa es la cxperiencia dc Lcningradg. Du­rante la H..evolución rusa Y. nuevamente"· durante la segunda gllerra lllundial, c,sta ciudad perdió alrededor de la mi tad de .SIl puhbción. Además. la revolución In despojó de su nnterior J1~pcl de centro gubernativo y financiero, privándola de la lllayor parte ele sus merca­dos y [llentes de aprovisionamiento, Y, a pesar dc todo, Leningrado cuenta hoy COll una publación de cuatro mi­llones de habitantes, cuatro veccs la que tenía en 1921. Este crecimiento es especialmente notable si tenemos en cuenta la política de restricción del c:'ccimiento de las mayores ciuuadcs seguida por cl gobicl-no sov:ético; política basada en la condenación por Carlos M;·LC oc las gran,les ciudades a callsa de la polución del ,ir~, la contaminación del agua y el vicialllicnto del .suc_o. Le~ ningl'ado CS, en tanto quc metrópoli, un testigo Je ex~ cepción de la viv¡¡cid~\d de la especie.

Desde que apareció por primera vez este [cnólllcr o en la escena humana. se han venido hacicndo tcnta~ivus para rl·cnal' el ~.Tccim·ienlo de las grandes cilld1úlC--s;"rnas iodas ellas hnn resultado infructuosas. Isabel 1 de In· glaterra. y después de ella Cro!ll"ell, trntó de restringir el crccitnienlo de Londres rodc:~::,tlo ~" c:il,;cbd de: un cinturón vcnic_ -:-~¡-o esl,? ,'-~'C\s;_ -=:-: :0~:C:5 k;:

'c¿iSos: tn1 r:c'- '-lic;' '.",- , .. crecimicnio ¡JO CQillliíCC Si 'IV ¡j iijCj'[ij-j',.:'-a"i _ ... ~.~;,,<.

·miento· ele su pob¡'nciún, Para evitar los problemas espe-

Page 6: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

/-

,.

6{ llillls Dluml.'ufdú

:cfficos de una gran ciudad, casi lodos los países se hallan actualmente empeñados en la realización de pro­gramas- de descentrnlización industrial; pero hasta aho­ra los resultados de tales programas han sido poco satisfactorios. Entre las naciones occiuentales el intcnlo 'de más largo alcance en materia de dcsccntr~,dización ha sido llevado a cabo por la Gran Bretaña a través de su plan de creación de ciuuades «nuevas!'). Tal progrnma sr ha dado resultados plenamente satisractorios_ Los nuevos centros industriales han constituido verdaderos «polos de atracción y de desarrollo» de lllICVi1S Ciuda· des. Cnn touo, no se ha logrado frcIJar, q¡ llh::llOS dete­ner, el crecimicnlo de Londres, ni de limllar el de olra~ ciudades inglesas, nuevas o antiguas, al liUIl:ti)O prc­'concebido por el golJieplO. No deja de ser sigllificativo el que todas-las 17 lluevas ciudades, a exccpci{)!¡ de una sola, construidas desde el final de la guerra, sean ciu-

- dades satélites situaúas en regiones mctropolit~nas pre­exisl,j!ntes.

Gracias a los métodos de planificación y al régimen de propiedad nacionalizada que car-actcrizan el sistema socialista de la U_ R. S_ S., este país ha podido llevar n erecto la descentralización urbana a cs::;]1a continental. Su pr~~ralna ha dado resultados flln;lamenlalmcnle efectivos, tanto "en lo que afccta al control LId creci· miento de Moscú, COlllO en lo que atañe al felllento y pronloción de1 crecimiento dc otras ciudades de menor

. tamaño. Entre los años 1939 y 1959, los centros uroano, de la U. R. S. S. de publación inferior a los 200.000 habi­tantes experimentaron un crecimiento cid 84 9"6; los de.:

·200J)OO a 500_000, del 63 %. los de 500.000 a un millón. -del 48 %; mientras la propia Moscú vio ,?umcntada S1l

población solamente en un 20 %. Con todo, Moscú su­peró largamente la cirra de cinco millones, quc era el limite prefijado por el gobierno. En la actualidad. esta 1II be cuenta con seis millones de habitantes, casi el cuádruplo de los que poseia en 1921.

E n los Estados Unidos de Norlcaméríca. donde -con­trariamente a lo que ocurre en ]n U. R. S. 5.- es la nc~ dón del merecido y no In planificación celltraliz:Jda 10 que determina el emplazamiento d.-: la indllsl ría, las tasas de crecimiento en la década de 1950-60 fllcron del

. 27 % en las áreas mctropolitanas de 50.000 iI 500.0tlO habitantes y del 35 % en las de 500_000 a dos millones de habitantes. Para las metrópolis de ¡mis de dos millo­nes de población, el promedio de la fasa de crecimiento fue menor: del 23 9ó solamente. E!;te promedio se vio considerablemente contrapesado por Jos centros de rela-

La metrópoli Illmkrn:l 65

tiva Il!IlI itud de cksa,ITulto dcmogd,fico silllnc!os en el sector nordeste ele la nación. En las citlcii\d~s de Los Angeles y San r:rancisco, Ílnicas 11lctrópolis de esta clase situadas fllera de la región NordC!sle, la tnsa ele crcci~ miellto fue JIluy superior al pr(¡Olct!io dt; todas las ::\rcas mel ropol ¡luna!;.

No se J1l1cde negul' que el crccimicnto de las cnorrnC$ metrópolis ha planteado serios problemas. Entre éstos. los principales son: la conge~H¡Qn del tn1fi9Q, In pqlpc;:jóD del aire por JOShU1110S induslriales, las basuras ·(¡qmés­ticas, los dctcrgcnl~s y el lllln'.9. pi-occdenle -del carbu­rante de los "\¡ihki.ilos. Por'-ür¡-a parte, muchas citÍdú(ks argllycn que 1¡;~lrÓpuli dehe su existenclH e:<éItlSIVí.\­

_T!lQnte ~ la ~\h~,nrci(?1I ~lc !~\ T'i\i:j'za ecünóm!c~trél~~dgy\* r 1S;.iLY- soc 1 ~\ I (! e I p a 1 s q ti C I~Tmll .. r.-~rvt:f~tni"CSj) n~ b e­¡nZls 110 SOIl, dcspliCSctc-nn:to, csc!rcta!mcníe insolubles. Existen sistemas de control del vicia11licllto del aire; In ünica que ralta es aplicarlos (v-éasc -El Illc[auolisl1zo- de las ciudades, por Ahd Wo1nwn. 11<\g. 199). Las aClIsaciJJle!i de índole económica y sociul que se lanzan contru' la metrópoli parecen tencr poca cOllsistc!)Cia (;n 13 actllél­]jebd, pl!L"slo que la cilldad compensa cconómicmnenlC:, en buena !';)rte, fll país, como ya hemos ínclicfldo ,an~ les, dc lo que ~c él .saca; contribuyendo, al mismo tienl' po, con Il1cj()r~I_S sanitarias y un descellso cOIlsidernblc del clcvndo índice de mortalidad existente en el si~ glo XIX, nI crecilllicllto n;:llural de Stt pnbl;:lci6n .

La acusación más insistente contra la mdn>poli es J¡:, de ser un di:iulvl!!llC dI! la bmi!ia, así como de los lazos de \It:cinclacl C]iié existían cl1'-cl'scllo de 10's ,!icjos'plIl!­

'blos,' y' la de haber Jada lugar a la .nllolllin, o sea. ti lro. al ·en ". { ·C 'la de conductn moral. 1-:.sta aClIsa~ ción es a ladas luces CllcstlOna) c. A través de' buen número c-It! estudios sociológicos sobre las metrópolis de Nortt.:¡IJ11(!r:Cfl y de la Europa occidental, se ha dc~ mostrado que los lazus fal11i1iarcs permancc~[' Jnuy vi­vos en dichos centros urbanos y que incluso :!:dste en sus barrios bnjos ---{) populares- un considera' )Jc 'grado de org¡lIlizacién COlllllllitarin de car~h::lcr doml~s~ico.

PCIlS,111t!O en el. pOI'venir de la metrópoli, {I pdrnct" motivo de 1l1ediltlcitin -el motivo cClllral- e,~ inducia" blellll:nlc el (J¡;J(h:ICill:llllJClltO dc: la pob]ncH'm.::::t CU~\lllo pUl!dl! IJegilr a cn:~t(;r loe aví<l fl IllelrÓpo!. ¿ u l1cgnri.Í. dí;) en c¡t¡C b estrangule su propio crecÍlnicnlo? Afor­tunad'Hllcnte dbpOIlClllOS ele da!qs que nos nyudnráll en el ex.ZI!l1en '-y ell la contestaciún- de estos interru­g<lntcs. Est¡Í. muy extendida J¡J creencia de que tina gran metrópoli no tielle mós que una "lllcnwliva: o que SlI:3

La cilldad,--5

~

Page 7: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

""-T;

lo.

!

, . ,

66 IIans llIurncnfcld

moradores vivan hacinados en un ambiente tic cXCCSiVi.1

densidad o. de lo conlmrio. se verán obligados a perder demasiado tiempo en trasladarse a los lugares de tra· bajo. En realidad, si traznmos un itinerario de des­plazamiento radial medio que arranque de un punlo cénlrico. ·el circulo descrito por lal radio comprenderá una extensión·asombrosa .de terreno. A tina media hora· ria de 20 millas (velocidad normal en los mayores cs· pacios metropolitanos de Nortcnmérica. tratándose de desplazamientos desde el centro a b periferia), un radio de longitud equivalente a una hora de viaje describe un circulo cuya superficie total es de 1.250 millas ct!~\{lrn­das. Y para dar aloj¡)fllicnto a diez millones dc'pcrsop<Is que habitaran en casas llnifamilinrcs, de 30 pur 100 :p!cs cuadr:ldos de superficie ele plantn, no se necesitan más que 312 millas cuadradas. Incluidas 1...; calles. escuelas y otros servicios públicos, la superficie to(.11 neccs~ri;) para alojar ti tan ingente vecindario ascendería a 500 millas cuadradas, aproximadamente. Los cst:lblecimicn· tos comerciales, industriales y otros oc índole no resi· dencial podrían ser holgadamenle inslalados en un cs· pacio de 150 mil las cuadradas, y :1lll1 sobrarían unas 600 millas (casi la milad de la superficie tolal compren· dida dentro de esle radio de una hora de clislancia desde C:l centro) para ser' destinadas a pr rqucs, campos de golf. bosques. granjas Y I"gos.

Sí :",urnentáramos la velocidad hasta las 30 nlillas por hora (vclocidad completamcnte normal, 10 mismo para el transporte privado que para el público), la superficie comprendida dcntro del espacio equivalente a una hora de distancia. desde el centro podría proporcionar alo· jamiento a 15 lllilloncs ele habitantes residiendo en casas unifamiliares de 60 por 100 pies cuadrados de planla; facilitar. al mismo tiemp·o. espacio para lada clase de negocios. y todavio. quedarían disponibles 1.000 millas cuadradas * de terreno. Tal vez se nos objele que tilla

hora es demasiado tiempo para trasladarse al lugar ele trabajo. Con todo. en el terreno de la práclica. el ra,lio desde el centro a: la perireria no supone, para una gran parte de trabajadores, la distancia real a cubrir en Sil viaje al puesto donde trabajan. Pocos, rclativall1t!l1le, SI!' rátt los que residan cerca de la periferia, y m1l1 muchos de éstos trabajarán cn lugares más CC!TillIOS a su C;lsa que al centro de la ciudad. En uoa Illelrópoli de 1;,s dimensiones aludidas, sólo una pequcfla minoría tendría

Una milla tuadrada cqui\'al,~ a 2'5888 Km'. (N. dd T.)

La me! rópo!i modern;! 67

que inverLÍr en el camilla al trnbajo l1lÜS de cuarenta y cinco I11inutos.

Por tanto, es c!i!l~nlc que hl ,modern,a n1ctrópoli no CDié;) fi." .. _lª_jngilIa.lliIl¡I¡¡:¡¡::º~:·¡iiiii=a~íla u¡is···¡!~ñsi¡m¡les d_~.r.rto~cáIicas......ni_~_Y.iill.¡;"u~~arn.~QJ~~go's""pa r~r ir al lra~~o. EI.problemu .. d~.,su pfan,flcuclOn'cs[fil5ii;'(!n ¿Qnse.cucncia.~._+c;rL .realizar una -Uisltibutióii bicibri¡it----'tle sus .partGS .... in t,góÚiles. as[comounapenifícntc--orga­h izaci ón (J~ lQ$. scr.vJ~iOs ... '(lé'."'''tf5I'-S}~C?'I'rcs''-·parrr''''-cl·-·eI1tace adecuado dt:;, .. c,licbns partes entre sí., . , ..... ". .--. .. ----.---

'\ . ( .. C .. llálcs son las partes principales' quc .ill.l.cgran .una 111e· lrópoli? Básicamente, cuatro: 1.', cl complejo COI11cr­

, éIhl y d,,:,negoci9s, que ocupa la pnrte lllÚS céntrica. 2.", ;~s . 'c5pacio~ inclustrialc? Y fabriles correspondientes, 3.~, la I raí-te desliflílua a la \'ivicnda, COIl los servicios inherentes t a la rr:isma. '!', el espacio J}~!-~: EX;}!llincmos uno a uno \ estos mtcgnlll tes_ ), El área central cUlnpcndia la esencia de la metrópoli:

" laacces¡(jjlidad mutua. Dicha arca asume espccL¡Jil1Cnle aquellas funciones al servicio de la metrópoli consiúe· rada en su totalidad, conlO también aquellas otras quc exigen una considerable suma de contacto Íntcrpcrso­na1. E,l ".~mñ.s cOllspjGll~!i;_l~s D~~!p_~~gel cenlr:.9 es, desde Tucgo, cJ._kUI11l'rCiO al octafT:; las grandes gj11crí<ls co m e rc ¡al es . y_.LQ?~"._e.sJ.a.blc.cÍ1.uH_:nl.Q,$-.." .. ~.º~"··-'CsPcc i al i el a c.l es. :E"sfc- ocupante se ve, sin embargo, ?npf:rn'Cl5'-c:Yi~-TlTij'Jor­tanda JOr ' JIl"' o de servicios comerciales -estre· chamente inl ··rclaciolli.lt os, Insta ¡)( os en os gigaptes~ cus t:dificios. rebosantes de oficillas y desp-á"dio$=, GlractensrtCo-5 ·-delm~l-ca .central de las. rnCllójJOttS, CJl dQ.l.ldc_.-es.u.ín.".ub.i~u.hL·LJ~~ .. oficinas centra {es de lús gran­d~~S-ºl~ iiL~ SOl: icdadcs~UclaS"-rrrsTtrtréiOñCSliiffiíl' ¿i el~.~"~ __ .Y_.!l~_tª,,.--ª.cJ1..Dl!Ú~.~!:~a e J o n 11 II ti I 1 CTI;-C:o n 1 os rH'of~ j o· nales a su servicio, corñCJ""··s'o-n-fl-bogac.los, contables y organismos dedicados a la promoción y a las relaciones públicas. Agrupada igualmcnte en el área cenlral, junto a estas dos categorías ele servidos, .ill!lula una~n variedad ele eSIÜblQ.fjmLc,D.lO.Llluxiliares. tales como res' taurantCs,::."5~'r,-:.~~~:Jiº.Ldt;.s, imprentas v Il1uchos olro,s. -'''"RcsLÍlla 'sbl-pi-cndcllte comprobar, a través d~ los eS· ludios rcaliz;1Clos id respecto, que, a pesar dc L1.:recienle !H-olireració11 dI.! nuevos rascacielos, destinil.dn~. a ofici· nas, en la pal-te 0:1111'al de las ciudadl!s, el (f)ntingenle de la pohl:1cill!l Irabaj:Hlora que habita en las úreas cl:ntr:1Jcs de' J;lS Illayores mdl'6polis nortc;lll1cricanas 110 ha experimentado el más mínimo aumento durante el periodo de los úllirnos tI-cinta años. Toronto, ciudad relativamente nueva Y pequeña, da señales (h~ igual es-

't-

Page 8: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

1 ..

I

¡ o

o' o.

6S Hans Dlumenfdd

labilidad en lo. que se refiere a la población trabajadora del centro, durante los trece últimos años. La explicación "de ello radica, sencillamente, en In con$i lIicntc subid,-\ del precio que el sucio de la 1Il11lnt u aren cen toa la

ex enmentndo a erectos de la im ClllOSa. y Sin cesar ¿reclen e compclenc;:m. .. s o la' prOVOC~H.I() .ltn t csp a·

· zamlcnw hacia el exterior d(! aquellas funciones que "pueden encontrar [aen enlplnzamícl1l0 en lugares muy

· alejados del centro; La mayorÍ<l, de vivicIld<J.!? hac~ ya mucho tiempo se t¡~aslndaron ::\ zonas bastante nlcjnd~~s de la central; la induslria y los almacenes de n1crcan­cías han ido siguiendo el nlismo camino; de igual forma ha procedido una parte: considerable t.lcl comercio al detall; y algunas de las instalaciones de servicios habi­tuales, que no reqliicrcn un c;ontílcto continuo con SIlS

c1icnless se ha ido trasladando tatnbién í:l zonas aparta, das en donde el pl'ccio de los localt.!5 de negocios. es considcrabIt:lnente más bajo. Los mnd(!;:-J)(lS mc;dios de comunicación han hecho posible tal dispersión espacial.

• POI' otro lado, el cpcdmicnlo de la pobl<lclón -í1 lit' vez que el del poder adquisitivo- de las zonas periféricas ha suscitado, en el ,\mbito de estas úllimas, base vi"bk para grandes centroS" de venta, incluidas lns grandes

. I :. galerías corncrci.dcs" y para Inuc])os' nI ros come.rcios y l. . servicios alimentici()s. 1, .

Todo ello indica que: la zona central est;.' eX )crimcll­{ando un enmbio cualitatIvo laCIa una"""'c'on'ccnlración IunclOnnl dI! «orden más clc\~ado,) y que, al mIsmo tICn)­

po, esta cOli:;crvanclo Ji:¡ estalHlidau '';J1 el orden cU;\lIli· tativo.- Las fucrLas del mercauo aC!.lt~nL,rues, de factor mc::Jerndor del hac.::inalll1enlo cC'ñíraITTlI?iñor, tan 1\tT1-pliamentc compartido, dl!: qUe 11'1' meirÚpoli acnbar;t fatalmente por i.luloestrangulnrse a Cí1llS,! lid crccimicn-

, to incontrolíldo t ¡ene, pues, escasa base reúL . ~I E!l cuanto a. las instalaciones, i!:,e,~~l,~trial(:s y servicios

"'1 ancJos, el cn:CIcn-te volumen de 'la prodllcclOn y la evo· luclDn conslnnlc de la tecnología, con la consiguiente necesidad de más sucIo disponible, han cx:gido, de for­nla imperní.iva, el j ra~lacl() de aqllcllas insl.alacione~¡ a la periferia.· Esto cs tal'hbiÓt V"'I!ÜO p¡lra las Iabnc:as, áhriacenes uc nlcrcancías, servicios rl!rroviarios, estacio­nes terminales de nutobuses JI camiones, ac¡-opllcrlos, servicios portuarios, etc. Tres sun los fado res técni­cos que han intervenidu, cñ' ·dit:l1o movimiento: la m~­canización - y auto:natizndón' sin cesar crecientes' de la producción factores detcnninanles de la ncccsiuad, cnda vez más nprenliantc, ,tle una .mqyor cantidad de _suc!í? per capittl de tral?ajador; la sllslilllción del Irn-

La metrópoli moderna 69

diciol",1 itll11lleble de múltiples pisos por el de un solo. .piso; la nueva costumbre (I~ ,¡¡sPQn,r de (spacios libres alrededor de hlS estructuras;' con destino d estaciona­inienlo.de vehfculos, a la visibilidad del J,aisaje y a la ullerior ampliación ele las instalaciones fal r.1cs. El f::fec· to con1binado ele estos tres fuctores ha te Ido la virtud de provocar, en b fñbdca moderna, un iucremcnto del sucIo que corresponde a cada traba ¡aLiar hasta cien

-~ veces el que ocupaba el antiguo alto inmueble. i\ Ot¡-o hnporl<tll(c aspecto de la metrópoli es el de que " ') el sucIo destinado a la vivicndn consume la mayol' CX~,

tensión del terreno ele que nquélla dispone. En este as· pecto también se Jan dos de las más graves cnferme­.~tadcs de la m"L:Dipali.:::.JaLag!um¡;nífiQneuk·1!W!![!Qe yJa se~[f.gacióll de IºLJHlbilpn!i:L~l~"~j!~nlº"sQ!l-sU 1)['c~'.'J,,'.!'!illL:.c-cmLliL..lJlZlLJLQl! ~ per I en ecen.

En laJa mel nipoli, las familias econoTIífclamentc dé· biles t iend{!O íl sci' rcl~gadas a vivir en las zonas DUls viejas y 1-';'S supL!rpoblac1as, que son precisamente las sttu,:lebs hacia el centro de la ciuelt.1d. Dichns fanlilias, como es rú1tural, no 'residen por su gusto en tales zarjas, sino porque no Plleden hacer [rente al cosle de los al· quilt.!res de viviendas más espaciosas y nuevas en zonas situadas más hacia el exterior. El alarmante resultado del movind,cllto centrífugo hacia la periferia es un~ ere· ciente scp,regación de la población de acucrdo con el presupuesto pnrlicular de caela uno, 10 cual en Io~ Es-­tados Unidos viene combinado (yen parte oscurecido) por la sei.;regación racial.. La situación ¡] que nos refc· rimos es 1n;:lS inquietante en las metrópolis que en las ciudades 1 ;norcs' y en Jos pueblos. En estos últimos centros urbanos, :lllllqUC los pobres vivían en casns mils viejas y menos cómodas, compnrtian al menos las es­cuelas y demás servicios públicos con los grupos ele un nivel económico m~s .elevado_ ~n l?,~ ... _~~~!E2F?.~,i.~!,._,19s m,()r~lCJo.rC!i de los. t}¡stnlos de baJcy-.rllvel ,.cconomlco, es-ji.ec:iil!111 ~11.1~J~sIl¡jr~s-iIe-ciísaYT 6~!]Eí~:::'ii.!!ii~a 'rrega n a -c:minl?!ar relacio¡¡cs-~E{úi'-ertg~Io: de sus convwnM y ~.. .. ··1 -I'~··--···_····- ... ..-.._... . . ...••..... __ .. _-.-, .. " .. ,._ ..

concH.I.' a, anos. 5-. Lás"'f:lñ"!'t1-¡rrs-:-'cconómicarncnte débiles se ven en la im­posibilidad material de muclal·se a ias viviendas nuevas de los slJburbios, no ya sólo pOI" incap ... cidad económica, sino también por las deliberadas trabas política5 im· puestas por las ~lIlloridades suburbnnas. v k;ndosc apu­radas por los gaslos cacl<l día más elt:vaelc s, y, <lnte la imposíbiliebJ de hacerles frente con los insllf1cícnles reClIl'sos (;conómicos disponibles, estas nut .lfidades han hecho u~·o (y ello es comprensible) de su facultnd de

~'I ",

Page 9: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

--

" '.

70 J1ans lllulIlcnfcld

proceder a la ordenación de las zonas, así como ue otros medios de control, para frenar el desarrollo de nquell"s viviendas que nlcnos rendimiento den- al erario muni­cipaL Recientemente, las ciudades centrales han adop·

· tado una polltica que surte casi los mismos efectos. El programa para la liquidación de los barrios de tugurios y su revalorización, financiado en los Estados Unidos de Norteamérica por la National HOllsing' Act (Ley. de la Vivienda Nacional), .no. 1m sido capaz de rem­plazar las viviendas que se l¡abran déinolido por otr·"s f:uyos alquileres fueran accesibles a las familias des­alojadas (véase ÚI relorma tIe las ciudades, por Nathall ·Glnzer, pág. 223). Debiera ser obvio para lodos que el problema de la vivienda no se mejora, ni, menos se resuelve, echando mano del recurso de la red.ucción del suministro de alojamientos. llace ya medio' siglo que Geddes observó a este respecto: c.cLa polílica de vastas liquidaciones de barriadas viejas deberla ser tenida en 10 que yo creo que es: uno de los más desastrosos y perniciosos desatinos ... , las muchedumbres de tal for­ma desarraigadas de sus viejos hogares tienen que \'cr­Se [lJrzosamenle ... empujadas a originar Ulla todavía más acentuada congestión en otros bc.tl rios.u

Es obvÍo que la plaga de los barrios de tug'urios y la · de la segregación clasista sólo pueden ser eliminauas

facilitando a los grupos económicamente débiles el traslado a casas decentes, situadas en Zunas en donde el vivir resulte agradable, especialmente en las zonas de expansión periférica, junto a las zonas residenciales de las clases media y alta. El costo anual del prog-rama norteamericano ha sido evaluado en dos hillones de

'dólares. suma que resulta moc.lesta ~-:i la cumparnmos con las cantidades que· el presupuesto nacional destina a fin~s mucho menos cOllstructivos.

·1\ El cuarto de los aspectos más esem:iales del aprove­i 11 chamiento de los espacios libres lo constituye hoy en

· Norteaméricn la enorme cxtensitÍn de los terrenos de propiedad privada en espera de ulteriur desarrollo. Conforme la gente. va disponiendo de más tiempo libre,

!. se está haciendo más necesario· el úcslinnr parte de . esos terrenos a lugares de expansión y reCreo.· Y a pro-

pósito de esto. es conveniente echar una o.ieada a la «región metropolitan!l", la cllal dispone de una SlIpcr­

·ficie de ··terrerio éonsiderahlementc mayol· a la de la misma metrópoli. ,

Donald J. Bogue, de la Universidad de Michigan, des· pués de examinar 67 centros metropolitanos de los Es· tados Unidos, ha señalado que la esfer:, de illlJuencia

,.r-----~

r-­I La metrópoli lIlouerna 7t

_ (-'~.',.,_ ~.I1n gran .111elrúpo,li se extiend~ .J19r lo ,·~,.E~.R~lar. ,!iasJ.¡lumíS6!íorocnmnn"rrcDñfñ!' dej"cenffo, La ,. re· ·gi_º.~.,_·.!?erropoH,t.a-f1n-:~'ab<fre-IT-:-vcs.Tc-es~)J.t1.·,~-e~rs5-' ,lÜ?'i,cQ-=­~Icrto ~i1n1enr--tl~-~ciüc:raües- -·s~ile1ircs:--qu.e . vive~·' 'al ,am~ paro¡]e los·rccnrsosquelcsproporciólia., lá Metfó[mli; y ésta,asuvez; se IiUlreclelos m\ié;rsOSS(fI'icios que le pi·c:;.tá'-ta h~gio.ri --extc.[~io~;, ésp-c~¡tlln1~~ic-., l'flJo. la ·for~ n~a de .lugares -de í"cCreO- o tle---·ücsc-ñúso; fales COIno vastos parques, Jag¿¡s, ·'holclitds o chalets veraniegos, ((campings)), n10teles y pabellones de divé rsa índole. En Suecia, C. F. Ahlberg, jefe del Plan F:.tgional de Estocolmo, ha puesto de relieve el importante papel de la región que rodea la capital; región que ha bauti­zado con el nombre de "Verano de Estocolmo", y qtte viene a ser el amplio horizonte abierto para los esto­colmenses una vez que las nieves se han fundido. Las metrópolis tienen talnbién, claro está, sus horizontes invernales -tipificados por los puntos de reunión de los esquiadores-, que constituyen lmu especie dc S3-télilcs situ<1elos a distancias perfectamente accesibles pal-a los coches par! ¡culnres de Jos habitantes de bas~ tnntcs ciudaues americanas.

La zona l...teriur de la región metropolitana se ve cada día n1<1.s concurrjda por gentes jubiladas o de modesto presupuesto a las que resulta Il1ás econólllico vivir en el campo que en la ciudad, teniendo adenlás la ventaja de no estar alejatlos de las amenidades de esta última. Ciertamente, ello constituye una especie de subversión de la vieja regla, según la cual el campo era el foco del trabajo productivo, mientras la ciuuad representaba la Meca (le los placeres y del ocio.

Antes de dur -remate nI tema de la región 111etro­politana, querría dejar _aclarada la di?tinción en " ~ a y la llamada ,(conllrbaci 'nu o I(me a , .. _- lSI). La forma preL Qi)1 f.na n k, ,de a .. lnelio ia 1 '-es ti inononuclénr:-y $U ·c cnt)l al denva de un ccntl"O indlvlc un}. únJco~ .. f)L! rrt'UCl do con tal prInCipiO han 'Sitltr'·-~t}fgrrilrtaclas, en térmil'os generales, las áreas metropolitanas en los Es· tados Unidos, y ésta es también la única forma orgá­nica C;tlC tales .áreas adoptan en Australia, país clui­nentcrncnte nuevo y en el que la población está COlI­

centrada principallI1L:l1te en cinco grandes area~ nlctro­polilHllas, teniendo cada tina de lns cuales como centro nuclear uní:! ünicn ciudad. En la vieja Europa, por aIra parte, las uconurbacioncsn ,.(i·eI!¡~r~:: ::1e·::·opolitanns, for~

,~ 1auus p'ol' el ::.i·cc)rllH.~~:!n ®:t\1U-'1.to,\:' i[adt~~­ejes ve na§. 3C;n cJrrh~t1t,es,. _.0$ cjclllplOs· mas sObre­'salientes nos son d.auos por las ciudades del Ruhr,

',<-;-

·lj

'1

Page 10: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

/--:: ,1 i

,

"

: ·1 , ,

, , ;: ¡ !, I '1; I ,'1" : '. ¡; I :

,1 ,'. , t " ~

!l , l' '. [1 I i;' ,! I

I~ Il 1: ¡T:

I '1' i :'; , 'l·' in, ' ¡; I:'!;·

ji :' 1" l

~ " r

!' . . : . ¡ i! : ;

1" ,

,. ,

'"

I ., .1 .,

, , !

n Hans D1umcn[cld

'Alemania, as! como por el drculo ele las urbcs que in· tegran lo que se llama la .Ranelstad Hollon"", y que

.. son Amsterelam, Haadem, Leiden, La Haya, notlerdam '. y Utrechl. La conurbación del Ruhr se desarrolló aire·

." dedor de las minas dc' carbón. Y parece que ahora se l· • está formando una nueva conurbación a lo' largo de la I Riviera franco·italiana, al socaire de las playas de re·

creo. Parece ser qu::! existe, entre el ptiblico en general. la

creencia de que el eje Boston~Washinglon va camino de convertirse en breve en UílU nueva cOIl!lrbación a escala desconocida hasta el presente. Sin embargo, los

.... : testimonios utilizables no vienen precisamente en apo~ . 'yo de tal perspectiva. Cada una de las áreas metro-

. poliDoas enclavadas a lo largo de la costá permanece . firmcinente. orientada hacia su respeL~ivo centro, y las 'diferentes regiones rneiropolitanas se ha11a'n separadas por extensos espacios de desarrollo urbano disperso.

. 4 ~onurhac!(m :;ql~m(!niG uc;cJ~ ,p'r9qH~:¡n1~ qll\f1Bq l~~ _res as as e (OS C~Tl r 1 )1,,$~ ~H·

~ onen' . esto no es 'aCi ocurra e n ng\ln ugar e rteamt;nca tIrante e Slg o ñCTliñr.<l:fcxCCF~tQI[, .

quizá e es Hlci1L"entre WJshingtoJl Y, Ba!Un10re. "-Volviendo a los prohlemas oc urbiiñ!zcit'ÓIY·ll1etroj1o. litana, cabe ahora preguntarnos: ¿ CG:110 ~lcl?~n ser or·

'ganizados, en cuanto al espacio se réfierc, los cuatro graneles componentes: centro comcrr:ial. producción,

,reside.ncia y espado libre? Los objetivos perseguidos >pucden ser exrjresados aquí cOli la máxima claridad,

en la, forma de parejas de requisitos nlnll"entenlente contradictorios.

Prímero.'-Es deseable reducir al minimo In necesi· .• ' dad de .des lazarse'-a' randes ,dlstanclUs (le aumentar,

a mismo tIcmpoL:_:iL má-xlm~-'pºsIlll í a( es_ de ha­cerlo. Es claro que a mucha genfele gustarla re5i¡iir lbmás cerca posible del lugar donde trabaja, pero el

; tratar de encontrar solución a estJ problcma en tér· '. minos generales sería poco realístico y demasiado res·

trictivo. Se calcula que la mitad de familias tienen más de uno de sus miembros trabajando, es ·decir, ganando un salario; siendo de presumir que tales trabajadores no están todos empleados en el mismo lugar. Además,

.. geográficamente hablando, el lugar de residencia prefe· rido no tiene que coincidir forzosamente con el lugar ele trabajo deseado. La situ¡¡ción en el condado de Hud· son, Nueva Jersey (al otro lado del rlo, frente aMan· hattan), nos ofrece un sorprendente ejemplo ilustrativo de cllo. En 1960, dicho condado disponía de ",14.000 pues·

.. ' - . -', ..

1.<1 mctnSpoli D1oJernOl 7J

tos (!~ \ral:Jajo(.~.33.000 de los CUeles estaba" ocupados :por reSldentes. ~n el' mismo. lugar. donde trabapban. A prime¡'a vista, esto representa un perfecto equilibrio . Sin eDlbargo, si SOI1tctenlOS dicho aparenh::: equilibrio a un pertinente análisis, nos encontramos con que el 1~ ~'9_. de .. IDs_iUJ~sl~lL ~!c._J!a~~j2_.ge!. s)!1d.~~!º-.~stabalL .:;ervidQS. por personas res!1!Gn!es . .fuer" ._lleL mi~m2,_Y quc, en crlInbio, ~L32 91l_ de.1Q~,~mp'!~;~~!q§,residentes..Cfl F! propi~) condnuo tenían sus puestos ue trabnjQ. fuera sIc él, La libcrl~td de elección del'ptinto d¡; residencia 'y dd lugar de trabajo dependerá siempre' de las ~nayores o nlCnores posibilidades de desplazamiento.

Se¡;rll1(lo.-Otro modelo o tipo de plallHicación con· siste en la facililación de rápido Dcceso al centro de la ciudad,_oú!! f:0Il10 [i)InDt{!tI al campo. Ea mnyorIa -etc lá gente ha .ntenlado soJuclOntít''l!$11::pfOblcmn trasli1 4

dando S11 domicilio n los suburbios. Tal sistema, em 4

pero, ha resulta,do inoperante. Cuanta más gente. se muda a los suhurbios, tanto mrls se van .:dejando éstos de la ciudad y elel campo abierto.

Tcrcero.-La I ciones de la Jlletró ,olí deben ser inJcgrodas. por ·más que eXIstan poe crosLlS razones pn a Scpar~ll'GS 1111~S tIe otras (por ejemplo, Separ8[ las rc~ sidcncias de las fábricas u oficinas). El nislalTlienlO de las funcioncs I}1cdianlc tina rígida ordenación en zon2S estancas rln1C.fl<lZa con dividir la Inetrópoli en nlonóto· nas barriada~. Es evidente que este problema DO puede ser total y r..:orrectumente solucionado. Sólo cab~ hallar un óptimo pl:nto de conlbinación si se tienen en CllCll~ ta las cÍ!'ctmstancias y condiciones específicas de cada lugar. )

Cuor/D.-La sanidad r:úblic"~f!l,,~ml'JJ:Q.l')Rlie~i.B.e q~.'e ~~~Jwb~.::I~.~~?e la,§1,rrqu~If, rO!l;,.~E, pr911~a.~~~,,19;!ft.tl~ .-:-0 gruf::=~¿; .• fOI2 la mefrop1:i11fQ!)~@Ifii'!I'!_;:!'.,~11_.con . .Jun~o.· enlt!lluo en cuenta que la Idc.nllÍtcaclon con- "t.'!l gfftpo a que. üno pertenece conduce a nlenudo a la hos­tilidad hacía los demás grupos, será necesario cargar el acento sobre las medidas a tomar para la crenciép.. de un espíritu de ciU(ladania metropolitana.

Quin/D.-La metrópoli debe establecer UI! equilibrio cnlre el contÍlluismo y la tendencia_ al carlbio; enlr-c la tradición, que forja la identidad, y la t1exibilidad necesaria para la ,Hlaptación a las nuevas condiciones n medida que éstas se vayan creando.'

La mayorí;:i oc los planes propucstos paríi configurar el futuro crecimiento de la metrópoli est~n tácitamente b~saclos en 105 critc.;dos que acabnmos OC rcsun1ir. aun~

. que, por lo general, los requisitos no hayan 'sido ex-

Page 11: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

i ¡ ~

_....--~-:--:--- .... -

,

'1

1, , ' , 1 , . 1 i : 1 ., ¡ 1: I

:' 1

': ,i ;: I ¡'

¡! ¡'.I'!" . '1 . , I . h : , , , ,

¡ , F

1

ji i

1 i " ,

,Il.

74

~

"' : o ~ ~

3 x o Ü < ~ ~ o ~

Hans DlumenfclJ

j(!ll '----'--"---¡-ITTlTln ",of--I-l l-I-r--l-l-l-Aíl

1,5 f--+---l~¡~ I I I ¿dlJ.~b.:'i 'N,~

1,0

0,5

o '\850 \!'10 lMO 1690 1900 1910 1920 1930 19<\0 1!l~O 1960

-'HOS DH CEtlSO

EL L1QOULO DEL CRBCllJlf.tHO I-IElRIlI'OltTAHQ EN 'TORNO AL CEN.TRO nI! UNA ciu· claLl al estilo tradicional aparece renejado en este diagrama il. {rav,es de las cifras de la población de Filadelfia (curva inferior) y dc sus condados adyacentes (curva !>uperior). l-lilsta el año 1920. la región creció aproxirn¡¡daménle en la misma proporción que b CiUllild. Desde unas pocos años para acá, la rc~i6n ha cobrado nueya pujalll:l.. En

cambio. la ciudad ha expe:rnllcntadu un ligera declinación

presa dos precisan1cntc en la misma forma en que aquí se han expuesto, Los proyectos propuestos van todos encaminndos a descentralizar, de uno o dc otro ;nodo, la metrópoli, con el doble objeto de reducir al mínimo la congestión del tráfico en el centro y de acercar más la ciudad al campo libre. .

l. !

l'

La metrópoli modern:! 75

Un proyecto que me parece viable es el plan relativo a las ciudades .9ª1.élites antes esbozado. En tlicha onl¿· nación; 'cadá-iiila de ¡as ciudades satélites de 11 ciudad central goza de una amplia autarquía y tien·;n iodas ellas. además, más o menoS la misma fisonomía, Otro proyecto similar a este último es el llamado pl¡.n_<cQns­telacióllJ', Consiste éste en la erección de ·vi.-ios ceió· juntos urbanísticos, muy apartados unoS tIe otros, es­·tando cada 11no de ellos especializado en una función dctenninada, tal como finanzas, administración, insti­tuciones centrales, etc. Y todavía existe otro plan: el 'de la metrópoli' «lineal», alguna de. cuyas variantes han :.ddo··ya·· antes-expuestas. Tal metrópoli no estaría orientada hacia un centro único, sino que constarfa de

. varios centros alineados unos a continuación de otros. A los defensores de este plan les atraen primordial·

) mente las posibilidades que el mismo ofrece para el fácil acceso a los espacios libres y para una ulterior expansión iliinitada. La cuestión de la descentraliza·

¡ ción fue llevnuu hasta sus tiltiInas consecuencias en el plan "Broadacre City», sugerido por Frank Lloyd Wrighl. En él se propone la dispersión de las activi· dades y del movimiento de la ciuuad. más o menos uniformemente po¡- too a la región" lnetropolitana. Este plan sería practicable solamente a condición de que el tiempo y el· costo invertidos en los desplazamientos fueran reducidos <;J. cero. Pero 10 cierto es que, por más que estos dos factores se acerquen al cero, jamás po· drán alcanzar tal límite.

El más realístico y. por ende, el m4s ¡;enlizable de tales proyecto,' es, probablemente, el plan llamado ,,~s· telar!} o udactilar». SCgllll este plan, la metrópoli can s­

'ttll'Hí-üe-Un--núclco central dct que arrancarían varios ((ucdoslJ, abierto todo n su alrededor Y en todas las direcciones. Cada uno de estos (¡dedos» estada COIn·

puesto de una sucesión lineal de ciudades; de rnanern que cada tentáculo equivaldría a una ciudad lineaL Es· tas ciüdncles lineales enbzarHüi 'Lllias'con'otras-'yl:odas, a su vez, con el núcleo central metropolitano mediante tIna línea de comunic3t iones de rápida velocidad. Entre los ({dedos)) irían intercaladas extensas cuñas de campo Jibre que serían de fácil acceso; tanto p~Há cada tino (le! l()s' "uclcdosn, como para el núcleo urbano central o principal. El crccinliento de tal modelo ele ) of!lrópoli se vcrilicarín alargando, scncill"I11cnte, los (ded-.0s D

• Tal esbozo de proyecto constituye la base de los vigentes pbnes para el futuro desarrollo de las Giu 'iades de Copenhaguc y Estocolmo, as! como' también {:el plnn

Page 12: Blumenfeld, H ; La Metrópolis Moderna En La Ciudad, Alianza Editorial, Madrid, 1969, Pp 55-76

..::::r-'

1 '

r,'

I

I ) l' i : i' , í 1, 11' i' ; .

i I ' ' , l' l' '

; ,1 "

!. .¡ir, ' .' .. '. :. i . ¡: ' , " I !', 1. . , , 1 " i· f;"

r ¡' l· !., , '

j \

I ':

1, " j' ; l' !

1 \":

76 HilOS DlullIcnfcld

".',.Áño'-'2000. para el desarrollo de Washington, D, C. ;, " e' Cualquier: pl~n que tienda ,a cont rolar el crecimiento I de la 'metropo]¡ antes que dejar tal control a la merced 1: del, juego de las fuerzas del mercado deberá dedicar

especial atención a h\. puesta en marcha de nuevas e inéditas formas de control, toda vez que el crt2cimíento urbano lleva' incvitablcmcrHe imrlícitu la transferencia de valor de un lote de terreno a otro. Por lo que tocio sistema de planificación, sea el que sea, está abocado Q. entrar en connicto con los intereses creados de los 1Jropielarios partkulan.:s, por una pUl'te, y con los dc 105 . municipios por otra. Es obvio, por COr.sigllicntc,

: que la puesta en lnarcha de una planificación racional _! a escala regional exigirá: 1.", la creación de tma admi­

nistración g'cneral metropolitana; 2.°, la adqulslcIon, 'l . cOJT}Q)l¡;: ro tcdad úblic~, ck .todo o, :ctm\lOo .. ITH!l!us,

'- e _~ mayor par c:: del suc o e ma o a se,: tl~ .. ~!~!~~dó; ~.(l, la Imposlclón. de las conrnb"i.J'C't'mfi!S ~~es

. suficientes para permitir a la administración --{) go­. :blernO mctropolitano- la adquisición de los terrenos

necesarios y la realización de las obras públicas ¡'cque, ridas T)l)r el 'plan de tírbanización proyectado; 4.'\ la ,adopcih de una 1:'0lílica nacional ,de,;~ vivienda que tIenda a Ja eliminación de la segregación. garantizando

,a todas las capas de la población, con independencia oc los "medios económicos de cada una ele ellas, la plena libertad de residir en donde cada cual quiera () pueda.

1 .. ~;~Esas medjda.s_~~:m,_ .. vistas con - la óptica dcl- actual '1 f9I!dóf¡¡,::ixilíticQ __ norteamericano, realmente medidas '. - radicales; todas las cuales han sido,' sin embrlrgo, lle­

vadas' a ·cabo,. de varias formrls y en diferentes grudos, por más de una nación curopea pcrt("~ecicntc al sis­tema capitalista democrático, , A la larga, es probable que el desal1'0110 de la me, trópoli JC vea considerablemente innue:.i"JcÍado por ul· teriores mejoras de los servicios de transportes y ca, municaciones, as1 como por el incremento cle! tiempo libre de que disponga coda trabajador. Las mejoras de

-·.los transportes y de las cornunicaciones son suscepti­bles .de determinar una expansión que afecte a la too 'Ialidad de la religión, Y la disponibilidad de mayor cantidad de tiempo libre, conjugada con los [utllros avances en el desarrollo de la estructura social y .de la cultura de la humanidad, puede conducir a esta úl,

. tima al pal1ellt el circenses o [11 olillJH ClII1! tliglJitale (ocio con dignidad), cosas ambas posibles en el lnarco de: un8: metrópoli..,