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1 GLOSARIO Daniela Bobbio (compiladora) Inconsciente colectivo Producir y gestionar cultura desde la periferia Abaco y RGC Libros, Caseros, 2011 GLOSARIO DE GESTIÓN CULTURAL El presente Glosario no pretende ser material teórico acabado ni definitivo, sino, por el contrario, se configura como una introducción básica a los términos que conforman el discurso técnico de la Gestión Cultural, a partir de un relevo y compilación del material consultado. De este modo, se propone un paso previo y un incentivo a la consulta y búsqueda del vasto material bibliográfico existente. Actividad artístico- cultural. Vale hacer la distinción entre eventos y actividades culturales. Eventos son los sucesos no regulares que integran la compleja propuesta de oferta cultural de una institución u organización. Normalmente los caracteriza una idea de celebración especial que aporte a la satisfacción de necesidades de un área. Está relacionado con el ocio y el esparcimiento. Actividad, es la facultad de obrar, posee un carácter más interactivo y de diálogo con los actores del hecho cultural. Son las propuestas artísticas como componentes regulares de la oferta cultural y una parte importante de la composición de los programas. (Véase Componentes de las actividades culturales.) Bien, Producto y Servicio Cultural. Los bienes culturales son cada una de las manifestaciones que conforman la identidad de una cultura determinada. Es decir que son los objetos materiales e inmateriales, tangibles e intangibles, muebles e inmuebles en los cuales se expresa y manifiesta un valor cultural, ya sea por su significación histórica, artística, religiosa, arqueológica, arquitectónica o científica. En general, la denominación de bienes culturales y productos culturales se usan indistintamente; sin embargo, existen algunas diferencias sutiles. El término “producto” proviene de su utilización en la fabricación de los sectores industriales. Se denomina así al resultado del proceso de transformación y producción de las materias primas. El producto tiene existencia física y material, y se diferencia así de los servicios. De la mano de las industrias culturales se introdujo este término como sinónimo de bien cultural. Se puede considerar entonces como producto cultural a los bienes culturales que, a partir de su producción, reproducción, distribución, comercialización, difusión y/o exhibición, se encuentran disponibles en el mercado para su consumo, persigan o no fines de lucro. Octavio Getino define los servicios culturales y los diferencia claramente de los productos culturales. En su trabajo Las IC como concepto, afirma que los servicios culturales “están representados por las actividades que, sin asumir la forma de un bien material adquirible por el consumidor, atienden a un deseo, interés o necesidad de cultura y se traducen en aquellas infraestructuras y medidas de apoyo a las prácticas culturales que los Estados, las instituciones y empresas privadas o de derecho semipúblico, las fundaciones o las organizaciones sociales, ponen a disposición de la comunidad para la apreciación de los bienes ofertados”.

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1 GLOSARIO

Daniela Bobbio (compiladora) Inconsciente colectivo Producir y gestionar cultura desde la periferia

Abaco y RGC Libros, Caseros, 2011

GLOSARIO DE GESTIÓN CULTURAL El presente Glosario no pretende ser material teórico acabado ni definitivo, sino, por el contrario, se configura como una introducción básica a los términos que conforman el discurso técnico de la Gestión Cultural, a partir de un relevo y compilación del material consultado. De este modo, se propone un paso previo y un incentivo a la consulta y búsqueda del vasto material bibliográfico existente. Actividad artístico- cultural. Vale hacer la distinción entre eventos y actividades culturales. Eventos son los sucesos no regulares que integran la compleja propuesta de oferta cultural de una institución u organización. Normalmente los caracteriza una idea de celebración especial que aporte a la satisfacción de necesidades de un área. Está relacionado con el ocio y el esparcimiento. Actividad, es la facultad de obrar, posee un carácter más interactivo y de diálogo con los actores del hecho cultural. Son las propuestas artísticas como componentes regulares de la oferta cultural y una parte importante de la composición de los programas. (Véase Componentes de las actividades culturales.) Bien, Producto y Servicio Cultural. Los bienes culturales son cada una de las manifestaciones que conforman la identidad de una cultura determinada. Es decir que son los objetos materiales e inmateriales, tangibles e intangibles, muebles e inmuebles en los cuales se expresa y manifiesta un valor cultural, ya sea por su significación histórica, artística, religiosa, arqueológica, arquitectónica o científica. En general, la denominación de bienes culturales y productos culturales se usan indistintamente; sin embargo, existen algunas diferencias sutiles. El término “producto” proviene de su utilización en la fabricación de los sectores industriales. Se denomina así al resultado del proceso de transformación y producción de las materias primas. El producto tiene existencia física y material, y se diferencia así de los servicios. De la mano de las industrias culturales se introdujo este término como sinónimo de bien cultural. Se puede considerar entonces como producto cultural a los bienes culturales que, a partir de su producción, reproducción, distribución, comercialización, difusión y/o exhibición, se encuentran disponibles en el mercado para su consumo, persigan o no fines de lucro. Octavio Getino define los servicios culturales y los diferencia claramente de los productos culturales. En su trabajo Las IC como concepto, afirma que los servicios culturales “están representados por las actividades que, sin asumir la forma de un bien material adquirible por el consumidor, atienden a un deseo, interés o necesidad de cultura y se traducen en aquellas infraestructuras y medidas de apoyo a las prácticas culturales que los Estados, las instituciones y empresas privadas o de derecho semipúblico, las fundaciones o las organizaciones sociales, ponen a disposición de la comunidad para la apreciación de los bienes ofertados”.

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Backline. En la producción técnica de espectáculos, refiere a los equipos e instrumentos de los artistas sobre escenario (batería, percusión, equipo de guitarra y bajo, teclados, etc.). Cadena de Producción Cultural. En esta cadena intervienen tres agentes diferenciados: los artistas y creadores; un proceso de conexión; y el público consumidor. Estos agentes se desempeñan en un medio o contexto determinado. En relación a los productores de contenido o artistas, puede decirse que: i) la creatividad y la creación son inherentes a la vida de los individuos, pero sólo algunos individuos la convierten en el sentido de sus vidas; ii) en general, los artistas producen más de lo que producirían si solamente tuvieran en cuenta el ingreso que reciben; iii) los artistas y creadores pretender vivir de su arte, obtener un ingreso que remunere su trabajo y los costos materiales incurridos en el proceso de creación (incluso si consideráramos ciertas creaciones colectivas, como fiestas tradicionales o festivales gratuitos, se incurre en gastos que es necesario solventar); iv) pueden existir casos de excepción a los puntos anteriores, pero en general pierden sentido o importancia para el otro extremo de la cadena, el público. El proceso de conexión se caracteriza por actuar como filtro del proceso de creación que realizan los artistas o creadores. En este sentido, esta parte de la cadena puede perseguir fines de lucro o no, intenciones de reproducción o no; pero en la mayoría de los casos se realiza un proceso de selección sobre la creación total. Un ejemplo sería la selección de temas de un músico para un recital gratuito o para la edición de un CD y su posterior comercialización. Cuando el proceso está industrializado, esta selección o filtro también se aplica a los artistas. Del total de artistas que pertenecen a una determinada configuración, sólo algunos podrán acceder al mercado. Este proceso puede ser extremadamente complejo o muy simple, pero siempre involucra la comunicación y promoción como nexo de la cadena. Cuando se industrializa y depende de cadenas de distribución de bienes y servicios culturales, es cuando hablamos de industrias culturales. Y por su parte, el público consumidor está condicionado por determinantes socioeconómicos y culturales para la selección de productos y bienes culturales. Dispone de un tiempo libre y recursos limitados por lo que debe reaccionar selectivamente frente a la propuesta de disfrutar, contemplar, adquirir o participar de un producto cultural. Además, comparte códigos y convenciones inherentes al campo cultural. Campo Cultural. El sociólogo francés Pierre Bourdieu define esta noción como un campo de fuerzas que se oponen y se agregan, estructurándolo de determinada manera, en un momento dado del tiempo. Estas fuerzas están encarnadas en los agentes o sistemas de agentes (sujetos sociales, sean éstos individuos o no, ya que pueden ser grupos sociales, grupos etarios, colectivos, etc.), que están definidos por su pertenencia al campo, de acuerdo con su posición y con un tipo determinado de participación y, por ello, un tipo determinado de inconsciente cultural. Es un sistema de relaciones con una lógica específica, regido por la competencia por la legitimidad cultural, la que es

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otorgada por las instancias de consagración intelectual y artística, como las academias y salones, la prensa, las editoras, es decir, la instancia que marca el reconocimiento de un agente y/o de su obra en una posición privilegiada en el campo. Las posiciones se definen por el principio de distinción o diferenciación (poder), basado en el volumen de recursos específicos que se posee (capital simbólico, cultural o social). Pueden observarse según la manera de relacionarse con lo que está en juego (bienes culturales o relaciones sociales), o bien según el control diferenciado dentro de un campo (reconocimiento o legitimidad). La conformación y autonomización del campo cultural (el que puede contener, a su vez, el campo literario, el campo teatral, musical, etc.), es un proceso paulatino que se configura en torno de un habitus o “sistema de las disposiciones socialmente constituidas que, en cuanto estructuras estructuradas y estructurantes, son el principio generador y unificador del conjunto de las prácticas y de las ideologíascaracterísticas de un grupo de agentes”, en palabras de Pierre Bourdieu en Campo del poder y campo intelectual. Ciudad. Marc Augé, en su libro Hacia una antropología de los mundos contemporáneos, plantea que en la ciudad conviven los lugares y los no lugares. Con esta pareja de opuestos, designa a la vez espacios reales y la relación que mantienen con esos espacios quienes los utilizan. Define el lugar como el espacio de identidad: un cierto número de personas pueden reconocerse en él y definirse en virtud de él; relación: un cierto número de personas pueden entender en él la relación que los une unos a otros; y de historia: los ocupantes del lugar pueden encontrar en él diversos trazos de antiguos edificios y establecimientos, el signo de filiación. De manera que el lugar es triplemente simbólico: simboliza la relación de cada uno de sus ocupantes consigo mismo, con los demás y con su historia en común. Un espacio en el que ni la identidad, ni la relación ni la historia estén simbolizadas se definirá como un no lugar. Lo que para algunos es un lugar, puede ser un no lugar para otros y viceversa. La multiplicación de los no lugares es la característica del mundo contemporáneo. Los espacios de circulación como las autopistas, los espacios de consumo como los supermercados y los espacios de comunicación como los teléfonos, se extienden por todos lados: son espacios en los que la gente coexiste sin vivir junta, en los que la condición de consumidor o pasajero solitario implica una relación contractual con la sociedad. La ciudad es un mundo porque se basta a sí misma, tiene su propia historia, sus puntos de referencia, su propia personalidad: un cierto número de personas se reconocen en ella y esta identificación colectiva no es exclusiva de las relaciones singulares que cada cual puede establecer con su ciudad. Es plural, no importa su tamaño, porque está compuesta a la vez por múltiples barrios y porque existe singularmente en la imaginación y los recuerdos de cada uno de aquellos que la habitan o frecuentan. En el contexto mundial ya no pueden revalorizarse países o regiones, se intenta revalorizar lo urbano. Se intenta crear territorios con personalidad en el ámbito de lo cultural, que se proyecten a nivel nacional e internacional. Se desarrollan planes estratégicos poniendo como eje lo cultural, haciendo de la cultura el principal agente de cambio.

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Ciudadanía cultural. La ciudadanía cultural, según George Yúdice en su libro El recurso de la cultura, implica una ética de discriminación positiva que permitiría a los grupos unidos por ciertos rasgos sociales, culturales y físicos afines, participar en las esferas públicas y en la política, justamente sobre la base de esos rasgos o características. De acuerdo con una noción de cultura como aquello que crea un espacio donde los individuos se sienten “seguros” y “en casa”, experimentando una sensación de pertenencia y afiliación, es decir, identidad y, por tanto, ciudadanía. El concepto de ciudadanía cultural deviene de la noción de cultura en tanto que recurso, mucho más que mercancía, en el marco de los avances tecnológicos y, especialmente, los procesos de globalización. Concibe la cultura como un instrumento de desarrollo y fomento de la democracia, una acción para la promoción de la paz. Teniendo presente que, según el Plan de Acción sobre Políticas para el Desarrollo, de 1998, “el desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí” y que “la creatividad cultural es la fuente de progreso humano y de diversidad cultural” esencial para el desarrollo, es tarea de las políticas culturales velar por “mejorar la integración social y la calidad de vida de todos los miembros de la sociedad sin discriminación”. (Véase Políticas Culturales y Derechos Culturales.) Clasificación de actividades artístico-culturales. Pancho Marchiaro, en su libro Cultura de la gestión, propone la siguiente clasificación: por su aparición, pueden ser únicas (cercanas a los eventos) o regulares (caracterizadas por una frecuencia determinada). Por el productor de contenidos, pueden ser únicos, aunque no se trate de un sujeto exclusivo, o conjuntos, por tratarse de diversos productores reunidos por efecto de una actividad. En el primer caso, el productor puede ser un individuo, un grupo o un colectivo, entendiendo por grupo un conjunto de individuos que interactúan entre sí regular y consistentemente con una meta en común y, por colectivo, un conjunto de personas reunidas por una condición adscripta, congregada u obtenida. Un ejemplo de grupo es una banda de música. De colectivo, un recital de poesía de alumnos de determinada cátedra, o una exposición de los resultados de una investigación realizada por un departamento de la universidad. Por otra parte, pueden clasificarse de acuerdo con los destinatarios, siendo público (ingreso irrestricto, más allá del estipendio de una entrada) o particular (ingreso restricto al cumplimiento de cierto requisito específico: pertenencia a un club, etc.). Por la actividad de los destinatarios, entendemos una actividad que requiera de contemplación, o bien permita la interactividad. Por las características de los contenidos, en función de las disciplinas que intervienen en una actividad o programa concreto, se puede hablar de multidisciplinariedad o, sencillamente, de planes disciplinarios, es decir, los que incluyen sólo una disciplina artística. Por la finalidad de la gestión, se puede hablar de finalidad social, institucional o comercial. Por el origen de los recursos, aportación directa, indirecta o mixta. Compañía, staff o crew. En la producción técnica de espectáculos, refiere a los asistentes que acompañan e integran el equipo de un espectáculo, además de los artistas que forman parte del personal que gira. Son asistentes personales de las figuras mayores, vestuaristas, asistentes de instrumentos, jefes de escenario, escenográfos, operadores de luces y sonido. En el caso de

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danza o teatro sellaman compañías, y en la música y espectáculos internacionales se denomina staff o crew, o sea, personal o equipo. Competencias del gestor cultural. Perfil. Según Marchiaro en Cultura de la gestión, gestor es, ante todo, quien ejerce desde algún rol, la práctica de la administración, animación o, sencillamente, gestión de espacios en pos de propiciar actividades que aborden problemas culturales. En síntesis, quien está en actividad trabajando o aportando a la cultura de una sociedad, comunidad o grupo étnico. La misión del gestor es, fundamentalmente, concientizar a la población (y a sus mandatarios) sobre el carácter de derecho que ostenta el acceso a la cultura. Según considera este autor, las principales capacidades a desarrollar en el ejercicio del oficio son: creatividad, para construir y ampliar la oferta y demanda cultural; productividad, es decir, reflexión para diseñar programas y políticas con dinamismo, eficacia y eficiencia; liderazgo, conducción y descentralización, esto es, lograr distribuir y asimilar las tareas dentro del grupo de gestión, según las especializaciones de sus componentes; ser un consumidor crítico: ya que los gestores se vinculan de una manera particular con las producciones artísticas, es imprescindible que conozcan y reconozcan las diferentes producciones de su contexto, para poder observarlas en relación con el campo nacional e internacional; relacionismo y comunicatividad, la agenda de contactos, las relaciones trazadas o consolidadas, son un importante arma del trabajador de la cultura; acopio de experiencia, capacidad de incorporar las enseñanzas, fruto del ejercicio de la gestión y del intercambio con colegas; contextualización, innovación y capacidad de previsión: la capacidad de innovar hace a la reformulación, ajuste o clonación de experiencias propias o estudiadas, con el objeto de proponer variantes para cubrir nichos disponibles. Componentes de las Actividades Culturales. Realizando un corte transversal de una actividad, a los fines prácticos de trazar un proyecto, pueden identificarse y definirse los elementos que la componen: objetivos; finalidad; recursos y contenidos. Los objetivos son la descripción de lo que propone hacer, las características concretas del proyecto. Es el qué de la actividad. Ejemplo: “Viaje al Centro del Arte”: un recorrido por la historia del arte del siglo xx con ticket libre. Se diferencian de las metas, que son los resultados precisos y cuantificados alos que se espera llegar, en un tiempo propuesto, a partir de los objetivos; son de carácter concreto; por ejemplo, lograr un número determinado de asistentes a nuestra actividad, en determinado plazo. La finalidad es la razón por la cual se lanza el operativo. Es el porqué de la actividad. En general, ésta puede ser social –dirigida al desarrollo de la comunidad, o al fomento y la defensa del acceso cultural de los ciudadanos, o a la mejora de la vida cultural de la sociedad–; institucional –orientada a posicionar una empresa o una marca; un claro ejemplo es el concepto de responsabilidad social empresaria–; o comercial –concretamente, recaudar fondos para las propias arcas. Los recursos se componen del conjunto de todo lo necesario para que la acción se concrete.

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Se propone una división en: i) recursos materiales, técnicos e infraestructurales; ii) recursos humanos; iii) recursos económicos y financieros; iv) recursos comunicacionales; y v) disponibilidad de tiempo. Los recursos económicos, asu vez, pueden ser, según su origen, directos (afrontados por los destinatarios de la actividad) o indirectos (subvenciones, presupuestos ordinarios, patrocinio, esponsoreo, etc.). Por último, el contenido es el bien que se transforma enproducto cuando sucede dentro de una actividad cultural. Es lo que se “experiencializa” A partir de esto, denominamos productores de contenidos a aquellos que generan los contenidos, siendo uno de los actores de una actividad. Otros actores son: público, entidades –empresas e instituciones asociadas para realizar la gestión, mediante servicios, publicidad o metálico–, técnicos –que pueden o no formar parte del equipo–, multiplicadores –prensa en general, profesores, y todos aquellos que, por su rol social, difunden y divulgan la actividad–, críticos –público especializado, convocado de manera específica por el grupo de gestión– y, por último, e imprescindibles, los gestores –quienes determinan cuándo, cómo y dónde se realizará la actividad; son sus responsables. El grupo de gestión se compone de la conducción, o coordinación de todas las áreas; la comunicación, encargada de informar y exhibir la actividad, la publicidad y su difusión, catalogación y registro, atención al público, información, etc.; el área de producción y técnica, se encarga de la resolución de las actividades; administración y logística, confeccionan el presupuesto, manejan los recursos económicos disponibles, gestionan los recursos; programación, tratan directamente con los productores de contenido; y el curador, es el área más conectada con el armado de la actividad. (Véase Clasificación de Actividades Artístico-Culturales.) Consumo cultural. Asumiendo que el sector cultural y aquellas actividades económicas vinculadas con la producción cultural están conformados por una serie de bienes y servicios de distinto tipo, el valor simbólico asociado a éstos es determinante para el desarrollo de la economía de la cultura. Se está hablando de bienes y servicios que intentan satisfacer un tipo de necesidad específica: la cultural. Ésta es la única característica excluyente de los bienes y servicios culturales con respecto a otro tipo de bienes y servicios, y tiene la particularidad de ser definida por la interacción de la demanda y la oferta. El sector cultural se caracteriza cada vez más por interrelaciones estrechas y variadas entre la vida cultural (instituciones culturales y socioculturales públicas: teatros, museos, centros de arte, enclaves artísticos urbanos o rurales, escuelas de arte, conservatorios, etc.) y la economía de la cultura (mercado de las artes escénicas, los mercados de arte y el patrimonio cultural, las industrias del libro, publicaciones periódicas, fonogramas, audiovisual, producción cinematográfica y videográfica, radio, televisión, publicidad, fotografía, diseño, arquitectura, oficios relacionados con el arte, protección de monumentos históricos y turismo). (Carlos Guzmán Cárdenas, Curso “Economía y cultura”, FACES-UCV.) La investigadora cordobesa María Cristina Mata, en su análisis de los Públicos y consumos culturales en Córdoba, define el consumo cultural como “conjunto de prácticas socioculturales en las que se construyen significados y sentidos

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del vivir, a través de la apropiación y uso de bienes”, entendiendo a estos últimos como bienes culturales, es decir, aquellos en los que el valor simbólico predomina sobre su valor de uso y cambio, ofertados para la población en general por las denominadas industrias culturales o por otros agentes que actúan en el campo cultural. Contexto Cultural. Este concepto hace referencia al conjunto de ideas, nociones y expresiones de una cultura que rodean cualquier actividad o representación. Ningún fenómeno social o cultural ocurre en un vacío; ocurre dentro de una red de relaciones y significaciones que le dan su sentido y significado y dentro de la cual adquiere su dimensión e importancia relativa. El contexto cultural orienta a quien actúa en el trazado de la estrategia práctica y comunicativa de su acción, a partir de sus habilidades, recursos e intereses, y hace comprensible para los demás la intención del actor social (lo cual no quiere decir que todo acto social es exitoso o eficiente en su totalidad, ni percibido de forma unívoca y clara por todos). El contexto cultural define el alcance y el significado de los distintos fenómenos sociales, al rodearlo del conjunto de relaciones dentro del cual tiene sentido. (Del Glosario de términos culturales y de televisión, elaborado por la Dirección de Comunicación del Ministerio de Cultura de la República de Colombia.) Contra-rider. Es la devolución del rider, atendiendo la disponibilidad y evaluación de posibilidades de provisión según las condiciones de la producción u organización (Véase rider.) Cooperación internacional. La UNESCO proclamó la Declaración de los Principios de la Cooperación Cultural Internacional en noviembre de 1966, basándose en la proclamación de los Derechos Humanos (véase Derechos Culturales), y fue entendida como un instrumento para: 1) la difusión del conocimiento; 2) el desarrollo de las relaciones pacíficas y la amistad entre los pueblos; 3) la aplicación de los principios de las Naciones Unidas; 4) hacer que todos los hombres tengan acceso al saber, disfruten de las artes y de las letras de todos los pueblos, se beneficien de los progresos logrados por la ciencia en todas las regiones del mundo y de los frutos que de ellos derivan, y puedan contribuir, por su parte, al enriquecimiento de la vida cultural y 5) mejorar en todas las regiones del mundo las condiciones de la vida espiritual del hombre y las de su existencia material. La cooperación cultural tiene como objetivo esencial, el proporcionar a los ciudadanos de los países en vías de desarrollo de los medios o la formación de base adecuada para favorecer el desarrollo de su personalidad (por ejemplo: proporcionar libros y periódicos, creación y funcionamiento de bibliotecas, organización de seminarios y estudios filosóficos y humanistas, la conservación del patrimonio cultural del país beneficiario...). Por el contrario, no se considera cooperación cultural a los gastos realizados para realzar el prestigio del país donante, ni si esa cooperación está destinada a promover las relaciones mutuas en general o el intercambio cultural entre los dos países (de la Declaración de los Principios de la Cooperación Cultural Internacional, 4 de noviembre de 1966). La cooperación bilateral se desarrolla, generalmente, en el marco de convenios celebrados entre los países, mediante

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los cuales se establecen los alcances y la modalidad de la cooperación para cada caso particular. La cooperación multilateral, por su parte, comprende las relaciones de cooperación con los organismos multilaterales del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), organismos regionales y otros esquemas, tales como la Cumbre Iberoamericana y la Unión Europea. Creative Commons, Copyleft y Copyright. Creative Commons fue fundado en el 2001. Tiene un espacio en la red (www.creativecommons.com) que ofrece una alternativa sólida al copyright o al derecho de autor, ya que supera sus restricciones de uso sin por eso llegar a las descargas de material sin su autorización previa, independientemente de que consideremos eso piratería o no. En este espacio, cada artista o autor puede elegir las formas en que quiere que su material sea tratado. Esta figura vuelve a cobrar importancia en el debate sobre el derecho de autor/derecho a la cultura, y propone nuevamente un debate horizontal. No es ya la multinacional la que dicta que cualquier tipo de uso de la obra es delito, ni es ella tampoco la que sienta las reglas del juego. Se trata ya de una acentuación muy marcada del derecho moral, de la conexión entre el artista, su obra y el consumidor. En Creative Commons se ofrece un modelo legal en el cual la licencia de uso de una obra la decide el autor. Se quita de en medio el velo que implica la presencia de la multinacional, y el autor, según crea conveniente, dicta los usos que autoriza respecto de su creación. El nombre copyleft tiene una serie de implicancias: por un lado la palabra “right” en inglés, a la vez que designa “derecho”, implica también “derecha”, término asociado por lo general a un ámbito conservador. “Left”, por el contrario, significa “izquierda”, con las diferentes implicaciones de la palabra, siempre en sentido opuesto a “right”. Y además, “left” es también el participio de “leave”, que es dejar, permitir, autorizar. El copyleft busca nuevas formas de acercar la cultura y el conocimiento a la sociedad, buscando soluciones que sin perjudicar al artista, tampoco perjudiquen al consumidor. Las actuales trabas y desarrollo de controles que surgen de la “defensa de los derechos de autor” son los obstáculos que deberían superarse para una sociedad más libre, con mayor acceso a la cultura. El copyleft abarca derechos de los usuarios sobre las obras (software, cultura y ciencia), se propone liberar las obras de las limitaciones del derecho de autor con el fin de garantizar el acceso a la cultura y romper el monopolio de las multinacionales. El concepto de copyright, por su parte, tiene base en el derecho anglosajón, y abarca los aspectos patrimoniales de los derechos de autor, sin observar los aspectos derivados del derecho moral del autor frente a su obra. Protege a los autores de obras originales, y al igual que en el derecho de autor, la obra puede o no estar publicada. Sí debe estar fijada de forma tal que, aunque sea mediante la ayuda de un dispositivo, la obra pueda ser comunicada. Actualmente, y por ser un derecho exclusivamente de tipo patrimonial, no suelen ser los artistas quienes tienen el copyright de sus obras, sino agentes intermediarios (editores, productores y otro tipo de empresarios), que son los que más beneficios perciben de la venta de estos productos, y son a la vez los abanderados de las luchas antipiratería. (Véase Derechos de autor.)

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Cultura. Definir la cultura supone ingresar en un terreno complejo, debido a la multiplicidad de nociones e interpretaciones construidas a lo largo del tiempo. Es un término polisémico, que requiere siempre la elección de una perspectiva a la hora de comprenderlo y explicarlo. Con los avances tecnológicos y la aparición de los medios masivos de comunicación y los multimedia, lo que se entiende por cultura ha generado largas discusiones. En las últimas consideraciones, lo más importante radica en el énfasis en la idea de “culturas” y de “diversidad”. Esto alude no sólo a las diferentes culturas que conforman los pueblos y naciones del mundo, sino también a los sectores o ámbitos que resultan de las variadas perspectivas para observarlas. En términos generales, el concepto abarca el conjunto de bienes patrimoniales, conocimientos, experiencias y formas de expresión y de vivir, resultado de la relación del individuo con su entorno. Por otra parte, si lo que se toma en cuenta es la producción de bienes y servicios culturales, se limita a los sectores culturales, es decir, el audiovisual, la música, las artes escénicas, los libros, las artes plásticas, los bienes y servicios patrimoniales y la cultura tradicional. La noción de Industrias Culturales, se circunscribe a la cultura definida en términos de producción e intercambio, es decir, a aquellas actividades del sector del ocio, el espectáculo, la tecnología y la información que no incorporen, de manera clara, un elemento creativo o artístico; además del diseño, la moda, la gastronomía, los procesos de postproducción y de producción de equipamientos o instrumentos para el quehacer artístico. Derechos de Autor. Derecho exclusivo que se confiere al creador de una obra para excluir a otras personas de la apropiación de la autoría, reproducción, adaptación, distribución al público, interpretación al público o exhibición pública de la misma. Los derechos de autor no protegen una idea abstracta, sino la expresión concreta de la idea. Para que sea válida, la obra protegida con derechos de autor debe poseer originalidad y cierta dosis de creatividad. La vulneración de dichos derechos, supone la utilización ilícita de una obra protegida por derechos de autor y que precisa, por ley, una autorización previa. Algunos ejemplos son plagio, exposición, copia, representación o ejecución, radiodifusión y otra transmisión pública de la obra sin autorización; puesta en circulación, exportación e importación de ejemplares de una obra sin autorización previa; realización de una obra derivada sin el consentimiento del autor, etc. En los países que protegen el derecho moral, la deformación de la obra o la omisión de una mención de la paternidad de la misma constituye una violación de los derechos de autor. (Del Glosario Trilingüe de Propiedad Intelectual y Derechos de Autor.) A diferencia de los derechos de autor, proveniente del derecho europeo y aplicada en Sudamérica, el copyright –literalmente derecho de copia–, de origen anglosajón y practicado en Estados Unidos, amparan los derechos de explotación de la obra, poniendo el acento en la cuestión económica. (En “El derecho de autor en la transnacionalización de la cultura”, del Dr. Oscar Guido Finkelberg.) Derechos culturales. La noción de derechos culturales, técnicamente, puede comprenderse desde tres aspectos. El primero y más frecuente, refiere a la normativa legal vigente en cada país, inclusive tratados internacionales y regionales, que regulan los aspectos formales de las actividades artísticas y

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culturales (véase Legislación Cultural). Una segunda acepción y quizá la más interesante, los comprende en tanto que prerrogativas escritas, en algunos casos orales o de jurisprudencia, de las que pueden, o no, ser conscientes sus beneficiarios. Se relaciona con el derecho y el respeto a la identidad, a la diversidad cultural de las minorías –grupo– y de los individuos. Y una tercera interpretación refiere al derecho al acceso y a la creación de cultura, en tanto que esencia humana. Según palabras de José María García-Arias Vieira, en Los derechos culturales como derechos humanos, “por derecho de un individuo a la cultura, hay que entender que todos los hombres tienen derecho a acceder al conocimiento, a las artes y a la literatura de todos los pueblos, a tomar parte en el desarrollo científico y a disfrutar de los beneficios que de él resulten, para realizar su contribución al enriquecimiento de la vida cultural. Esta definición, inspirada en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 11 de diciembre de 1948 y en el artículo 4 de la Declaración de los Principios de Cooperación Cultural Internacional”. Desarrollo cultural, Cultura para el desarrollo. El desarrollo cultural es una noción que emerge en la década de 1990, en respuesta a un cambio en los paradigmas sociales: la centralidad de lo cultural. Según este concepto y siguiendo las consideraciones de George Yúdice en La cultura como recurso, la cultura es vista como un motor de crecimiento, no sólo económico, sino también para fomentar la cohesión social y favorecer la tolerancia. La cultura como creadora de ciudadanía y civilidad, como factor de lucha por la paz. No obstante, desde el modelo norteamericano se prioriza el aspecto económico de la cultura para el desarrollo: el Banco Mundial (BM) lideró la tendencia de los bancos multilaterales de desarrollo a incluir la cultura como catalizador del desarrollo humano (Banco Interamericano de Desarrollo –BID–, Unión Europea). (Véase Cooperación Internacional.) Diversidad cultural. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural fue aprobada por unanimidad por los 185 Estados Miembros representados en la reunión de la Conferencia General en 2001, poco después de los acontecimientos del 11 de septiembre. Se lo concibe como un instrumento normativo de gran envergadura para afirmar la convicción de que el respeto de la diversidad de las culturas y el diálogo intercultural constituyen una de las mejores garantías de desarrollo y de paz. Basado en la declaración de los Derechos Culturales de las minorías y el respeto por los Derechos Humanos, se propone la diversidad cultural como herramienta de conservación de las identidades de las culturas. El Artículo 2, “De la diversidad cultural al pluralismo cultural”, de la Declaración de la Diversidad Cultural, establece: “En nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable garantizar una interacción armoniosa y una voluntad de convivir de personas y grupos con identidades culturales a un tiempo plurales, variadas y dinámicas. Las políticas que favorecen la integración y la participación de todos los ciudadanos garantizan la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz.

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Definido de esta manera, el pluralismo cultural constituye la respuesta política al hecho de la diversidad cultural. Inseparable de un contexto democrático, el pluralismo cultural es propicio para los intercambios culturales y el desarrollo de las capacidades creadoras que alimentan la vida pública” (Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2 de noviembre de 2001).(Véase Identidad Cultural.) Economía de la cultura. La economía de la cultura se interesa por la aplicación de la teoría y análisis económico sobre los problemas del arte y las prácticas culturales. De acuerdo con la revista Observatorio de Industrias Culturales (nº1), la economía de la cultura pone en funcionamiento herramientas propias de la economía sobre las actividades artísticas y culturales en cuanto reconoce que éstas son objeto de producción, intercambio, consumo y bienestar. En este sentido, la acepción de cultura con que trabaja, es comúnmente restringida y, en general, se concentra en el intercambio de productos culturales y, más precisamente, en los artísticos. El sector cultural ha atraído, en los últimos años, el interés de los economistas en varios países. Se le atribuye a esto tres razones fundamentales: a) el crecimiento de la producción de bienes y servicios originados a partir de las artes, b) el desarrollo de nuevas profesiones y actividades laborales que suman al mercado empleos de calidad, y c) la consideración del sector cultural como campo de investigación teórico (comportamiento del consumidor, el uso del tiempo, excepciones a la teoría de la utilidad marginal, etc.). La vinculación entre economía y cultura refiere a la relación del sector cultura con la dinámica económica. Hasta el momento, se ha avanzado en la relación que se puede inferir de la medición de la producción cultural (PBI cultural), para llamar la atención sobre su importancia en la economía nacional. Sin embargo, el objetivo es encontrar la totalidad de las relaciones entre la economía y la cultura, identificando no sólo variables como empleo, número de establecimientos, activos, pasivos, patrimonio, etc., sino también identificar los impactos en la calidad de vida de las personas, el desarrollo de sus habilidades sociales y su relación con el entorno (véase Indicadores Culturales). El sector cultura se define de una manera práctica, tomando como base los lineamientos adoptados y desarrollados en el proyecto Economía y Cultura. Así se asumió como modelo la definición de David Throsby: “Los bienes y servicios culturales suponen creatividad y en su producción incorporan un cierto grado de propiedad intelectual y transmiten un significado simbólico” (op. cit.). (Véase Industrias Culturales y Consumo Cultural.) Gestión cultural. De acuerdo con lo concluido en el I Seminario de Formación de Formadores en el Campo de la Gestión Cultural que tuvo lugar en el año 2003 en México, la gestión cultural es una práctica profesional asentada en conocimientos multidisciplinares, ligada a los contextos sociopolíticos y a las comunidades, al acontecer y a la acción, pero apoyada al mismo tiempo en la formación teórica y discursiva del ámbito académico. Es un campo de acción práctica con debates teóricos y tensiones ideológicas en torno a los conceptos de cultura, identidad, región, territorio, globalización, modernidad y posmodernidad, lo privado y lo público, diversidad y cultura, y un quehacer que recoge todos los conflictos de los contextos donde interactúa. Su finalidad está

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centrada en promover todo tipo de prácticas culturales de la vida cotidiana de una sociedad que lleven a la concertación, al reconocimiento de la diferencia, a la invención y recreación permanente de las identidades y al descubrimiento de razones para la convivencia social. Es un factor contributivo al mejoramiento económico y desarrollo social, en la medida en que promueve prácticas que le otorgan horizonte y sentido a los fines de un desarrollo integral. Está constituida por dos dimensiones: es un saber, disciplina académica, pero también es una praxis; como la primera, es un campo complejo de reflexión y construcción teórica. En cuanto la segunda, como práctica, exige también unos fundamentos a partir de los cuales se construye una manera de concebir la acción humana y su significación cultural, y desde los cuales se orienta una acción, por la apropiación y aplicación de nociones, conceptos, metodologías, etc., de intervención y orientación. Globalización. Con respecto a este concepto, el sociólogo chileno Martin Hopenaym advierte una multiplicidad de miradas: una mirada crítica que tiende a postular que la globalización destruye la integración social y regional; una mirada apocalíptica, la globalización como un “big bang de imágenes”, con un mundo que se contrae y en el que lo virtual explota; una mirada posmoderna, desde la que se reconocería el surgimiento de un mercado de imágenes y de un nuevo modelo de software cultural que modifica en forma radical la vida cotidiana; una mirada tribalista, con un fuerte contexto de exclusión en el marco de identidades frágiles, fugaces y móviles, en palabras del autor, un “nuevo panteísmo moderno sin dioses pero con mil energías”; una mirada culturalista, desde la que se celebraría –muchas veces con ingenuidad– un encuentro con el otro, con la intersección que se vuelve accesible de miríadas de culturas dispersas; y finalmente, otra mirada que podría sintetizarse en la visión de un “atrincheramiento reactivo”, simulacro imposible pero que se vuelve atractivo para muchos. Por su parte, Renato Ortiz, un estudioso brasileño sobre estos temas, plantea en muchos de sus trabajos la necesaria distinción entre la mundialización de la cultura y la globalización de la economía. Con esto quiere decir: número uno, existe un proceso de globalización, pero a nivel económico y tecnológico, y número dos, en la esfera de la cultura, no hay una globalidad sino una mundialización de la cultura, cuyo proceso tiene especificidades distintas de la globalización económica y tecnológica. A este respecto, elabora su concepto de modernidad-mundo, para referirse al surgimiento de las sociedades modernas, que transfieren las relaciones sociales a un territorio más amplio donde las fronteras desaparecen. La modernidad-mundo pone a disposición de las colectividades un conjunto de referentes resultado de la mundialización de la cultura. Cada grupo social, en la elaboración de sus identidades colectivas, irá apropiándose de ellos de manera diferente. Identidad cultural. Para Renato Ortiz, la discusión sobre la identidad está marcada por una cierta obsesión ontológica. Ya sea en su versión antropológica o filosófica, es concebida como un “ser”, algo que verdaderamente “es”, que tiene un contorno preciso, pudiendo ser observada, delineada, determinada en uno u otro sentido. Por eso la identidad necesita de un centro a partir del cual se irradie su territorio, esto es, su legitimidad. No es casual, por tanto, que buena parte de este debate, sobre todo en lo que

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respecta a América Latina, participe de los mismos presupuestos. Los filósofos, artistas y políticos, cuando se enfrentan con el dilema de la identidad, buscan apasionadamente su “autenticidad”. Se puede entonces hablar en “esencia” del pensamiento latinoamericano como algo específico, peculiar del Yo de una América tan latina que contrasta con la parte anglosajona. Lévi-Strauss, antropólogo francés, afirma: “La identidad es una especie de lugar virtual que nos es indispensable para referirnos y explicarnos un cierto número de cosas, pero que no posee, en verdad, una existencia real”. Es un conjunto de rasgos y costumbres, una construcción simbólica que se hace en relación a un referente, según Renato Ortiz, que puede, evidentemente, variar de naturaleza; son múltiples –una cultura, la nación, una etnia, el color o el género. José Teixeira Coelho, en conferencia dictada en el Centro Cultural España-Córdoba (2005), a partir del artículo 27 de la Declaración de los Derechos Humanos (véase Derechos Culturales), lanza el interrogante: ¿cuál es esa vida cultural de la comunidad, a la que todos los hombres tenemos derecho? En realidad, nos dice, mucho más rico es participar de las otras culturas, la de los otros. Porque sólo a través de los otros, podemos diferenciarnos, definirnos y lograr nuestra identidad. Y desde nuestro yo, podemos definir y diferenciar a los otros en su diversidad. Porque somos sujetos con identidades dinámicas, en constante mutación. Y porque también somos los otros y lo que ellos hacen de nosotros. Indicadores culturales. La importancia económica de cualquier sector, puede ser medida a través de agregados macroeconómicos usualmente utilizados como indicadores globales de todo el sistema económico: el Producto Interno Bruto (PBI), el PBI per cápita, población ocupada, gastos realizados por el sector público, demanda agregada interna, etc. Entre los indicadores disponibles destaca el PBI, por ser el que mejor representa la actividad económica desde un punto de vista colectivo y el que se utiliza para medir el crecimiento de un país. María Isabel García Gracia, en La industria de la cultura y el ocio en España, lo define como “el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por los factores de producción residentes en el territorio de una economía a lo largo de un período de tiempo determinado”. Dentro de este indicador puede incluirse todo el sector cultural. El valor agregado total de un país es el Producto Interno Bruto. Es el valor total generado durante un periodo de tiempo. En éste se incluye lo producido por los residentes del país; todo lo que se produce al interior de los límites del país, incluyendo los agentes externos que producen al interior del país. De acuerdo con Carlos Enrique Guzmán Cárdenas en La cultura suma, este Producto Interno Bruto cubre no sólo lo que es consumido e invertido en el interior, sino que también se incluyen las exportaciones. Ejemplos de indicadores culturales, extraídos del Plan Estratégico Buenos Aires Futuro 2010 (www.buenosaires2010.org.ar), son: asistentes a espectáculos culturales; asistentes a museos del GCBA; lectores en bibliotecas del GCBA; circulación bruta de revistas; asistentes a cines y audiovisuales. Industrias culturales. Término creado por Theodor Adorno y Max Horkheimer en su Dialéctica del Iluminismo. La noción de Industrias Culturales se circunscribe a la cultura definida en términos de producción e intercambio, es decir, a aquellas actividades del sector del ocio, el espectáculo, la tecnología y

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la información que no incorporen, de manera clara, un elemento creativo o artístico; además del diseño, la moda, la gastronomía, los procesos de postproducción y de producción de equipamientos o instrumentos para el quehacer artístico. En la definición de la UNESCO sobre industrias culturales, se enuncian las siguientes características: i) Su materia prima es una creación protegida por derechos de autor y fijada sobre un soporte tangible o electrónico; ii) En ellas se incluyen los bienes y servicios culturales fijados sobre soportes tangibles o electrónicos y producidos, conservados y difundidos en serie, con circulación generalmente masiva; iii) Poseen procesos propios de producción, circulación y apropiación social; iv) Están articuladas a la lógica de mercado y comercialización, o tienen el potencial para entrar en ella; v) A los subsectores que cumplen estas condiciones, se agregaron otros: Libros, Cine, Revistas, Artes escénicas, Música, Prensa, Publicidad, Artes visuales, Televisión, Patrimonio, Software, Arquitectura. Isotopías dominantes. Isotopía es un término acuñado por la semiótica estructuralista de A. J. Greimas para el análisis de cualquier texto o discurso. Se refiere al conjunto de categorías semánticas recurrentes dentro del mismo que hacen posible su lectura o comprensión uniforme. Dentro del texto o discurso, es entonces una forma de redundancia que le otorga continuidad. Si nos situamos fuera del mismo, reconocer estos “sentidos” recurrentes nos permite situar al texto o discurso dentro del paradigma de los “grandes temas”, los temas de tratamiento recurrente en un campo o disciplina en un momento y un espacio dado. A estos temas frecuentes los llamamos isotopías dominantes. Por ejemplo, en el terreno del arte contemporáneo argentino, la relación arte-tecnología se ha transformado en una isotopía dominante en la última década. Es uno de los grandes temas frente a los cuales casi todas las producciones, consciente o inconscientemente, toman alguna posición. Legislación cultural. Rama del Derecho que se ocupa de las normas que regulan la actividad de las Industrias Culturales. Según el Director de Postgrado de la UBA, Dr. Miguel Ciuro Caldani, es una rama jurídica transversal que se refiere al conjunto de las respuestas jurídicas vinculadas con el arte, que viene a dar respuesta a los múltiples requerimientos que el arte y las actividades culturales realizan al mundo del derecho. Se trata de, por ejemplo, los derechos de autor, bibliotecas, propiedad intelectual, ordenanzas de espectáculos públicos, normativas de seguridad, etc. Multiculturalidad e Interculturalidad. La multiculturalidad, como fenómeno resultante de la transformación del mundo por los avances tecnológicos (entre otros factores, análisis que excede la funcionalidad de este Glosario), es un concepto que surge en la década de 1980, en respuesta a la necesidad de reconocer la conformación de nuevos tipos sociales y de una nueva forma de relación de grupo. Se define por la existencia de una diversidad de culturas que conviven en un mismo espacio social, representadas por etnias, por géneros, por comunidades, pero también por intereses particulares de carácter diverso que ponen en tela de juicio la universalidad como valor, como representatividad o como símbolo a seguir. Cuestionan y, al mismo tiempo, revelan tensiones y procesos de cambio profundos dentro de la estructura social, que ponen en

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movimiento conceptos que se consideraban de alguna manera plenamente elaborados y que solamente podían ser cuestionados desde “afuera”. Esta ruptura es el elemento clave de la noción de multiculturalidad, como oposición a lo universalizante y homogeneizante. No obstante, no sólo se reduce a dicha cohabitación en un territorio, sino también alude al individuo como diverso, como ser en el mundo que participa en distintos grupos con intereses culturales que no necesariamente son complementarios. De este modo, según Ignacio Abello Trujillo en Culturas, teorías y gestión, “la diversidad cultural que se encuentra por todo un territorio nacional, también construye dentro de cada una de ellas otras formas de expresión cultural distintas de las formas principales, y muchas veces se constituyen en puentes para interrelacionarse con otros grupos”; aun más, pueden ser “lugares de paso” para que los individuos pertenezcan a varias culturas, desplazándose de una a otra, es decir, sean interculturales. (Véase Identidad Cultural y Globalización.) Patrimonio. Es la expresión plena y extensa de la cultura, ya sea en términos de memoria o ya sea en términos de territorio. Es todo lo que recibimos de nuestros antepasados y la herencia que dejamos a nuestros hijos. El concepto de patrimonio cultural abarca todos los bienes culturales que una sociedad produce y define en una acción compartida, consciente, creativa y dinámica del hombre con su entorno. Por patrimonio mixto, la UNESCO considera los sitios que poseen características que se definen según criterios de bienes culturales como naturales, así como paisajes culturales, aquellas obras que combinan el trabajo del hombre y la naturaleza. El patrimonio cultural se divide en: A) patrimonio tangible: es la expresión de las culturas a través de las realizaciones materiales. Puede clasificarse en: i) patrimonio tangible mueble: comprende los objetos arqueológicos, históricos, artísticos, etnográficos, tecnológicos, religiosos y aquellos de origen artesanal o folklórico que constituyen colecciones importantes para las ciencias, la historia del arte y la conservación de la diversidad cultural del país. Se caracterizan porque pueden ser trasladados. Se incluyen entre otros: obras de arte: libros manuscritos, documentos, artefactos históricos, grabaciones, etc. Fotografías: películas, documentos audiovisuales, artesanías, etc. Objetos de carácter arqueológico: histórico, científico y artístico. ii) Patrimonio tangible inmueble: está constituido por lugares, sitios, edificaciones, obras de ingeniería, centros industriales, conjuntos arquitectónicos, zonas típicas y monumentos de interés o valor relevante desde el punto de vista arquitectónico, arqueológico, histórico, artístico o científico, reconocidos y registrados como tales. Estos bienes culturales son obras o producciones humanas que no pueden ser trasladadas de un lugar a otro. B) Patrimonio intangible: está constituido por aquella parte invisible de las culturas. Es lo que existe en las sociedades en relación con su saber, sus prácticas, sus técnicas, así como con la memoria de sus antepasados y pertenecientes a la tradición oral. Prácticamente coincide con la noción de cultura, entendida como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Engloba los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. También hay que añadir lo que explica su naturaleza dinámica, la capacidad de transformación que la anima, y los intercambios interculturales en que participa.

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Plan. De acuerdo con las definiciones de Ezequiel Ander-Egg y María José Aguilar Idáñez 1, el significado de “plan” tiene un carácter global y abarcativo; es el parámetro técnico-político organizativo dentro del cual se enmarcan los programas y proyectos, aunque su formulación se deriva de propósitos y objetivos más amplios que dicha suma. Se orienta a trazar el curso deseable y probable del desarrollo de una institución u organización a un nivel general, esto es, nacional o de un sector determinado. Planificar implica tomar decisiones políticas –sean públicas o privadas– orientadas al trazado de estrategias, definir prioridades de acción y los medios e instrumentos (económicos, financieros, de comunicación, de organización del trabajo) para alcanzar las metas y los objetivos propuestos. Suele llamárselo también Plan o Documento Estratégico. Está compuesto por un conjunto de programas que deberán cumplirse y realizarse en un determinado período de tiempo (estipulado previamente). El Documento Estratégico puede utilizarse como instrumento previo a la elaboración de los proyectos, una suerte de esbozo formalizado que aclara el terreno en el cual se pretende delinear de manera racional y luego ejecutar acciones culturales, al igual que la definición de los objetivos que las sustentarán. Planeamiento estratégico. Es la planificación racional de una acción en base al análisis de las necesidades de los individuos y las organizaciones. Plantas. En la producción técnica de espectáculos, las plantas son planos en planta de la ubicación de los instrumentos y equipos, artistas, iluminación, escenografía, sonido, etc. Políticas culturales. La movilización contemporánea de la idea de políticas culturales viene aunada a una noción de la cultura como recurso, sea éste un recurso económico, cultural, social, político o, más probablemente, una mezcla de los anteriores. Las diferencias de énfasis en las definiciones, sin embargo, nos señalan distinciones en el modo como subyace, en cada una de ellas, una manera específica de conceptualizar la relación entre cultura y política. Se trata de definir de qué manera se constituye la cultura en “recurso”; en un instrumento para movilizar prácticas sociales, económicas, políticas. Esto se debe, en parte, a la historia intelectual y al modo de inserción personal en el trabajo de las políticas culturales de cada uno de los autores. Pero también pone de manifiesto el difícil juego de las traducciones que en ocasiones oscurece tramposamente los matices semánticos de las palabras. En español, el término “políticas culturales” frecuentemente invoca más una práctica política concreta de diseño e implementación de programas y proyectos específicamente relacionados con la movilización de lo simbólico (sea éste desde la “alta cultura”, desde “la cultura popular” o desde “las industrias culturales”) que a “luchas incorpóreas entre los significados y las representaciones”, según afirma Arturo Escobar en su artículo “Lo cultural y político en los movimientos sociales de América Latina”.

1. 1 En Cómo elaborar un proyecto. Guía para diseñar proyectos sociales y culturales, Lumen/

Humanitas, 2005.

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Es lo que Teixeira Coelho en su Diccionario crítico de política cultural llama “el área de mediación cultural, entendida ésta como el dominio de las acciones entre la obra cultural, su productor y su público”. Sería algo parecido a lo que en inglés se denomina cultural policy. Para Néstor García Canclini, es el conjunto de intervenciones realizadas desde el Estado, organización comunitaria o iniciativa privada, para satisfacer las necesidades culturales, orientar el desarrollo simbólico y generar consenso para el orden social. Posicionamiento. Término proveniente del marketing que refiere al lugar o jerarquía que una organización, un producto o un servicio ocupan en la mente de los públicos, en comparación con otros de su misma naturaleza. Postproducción. Serie de procesos sobre uno o varios materiales originales –el montaje, el subtitulado, la inclusión de voces en off, la inserción de fragmentos provenientes de otros registros, etc.– para otorgarles una nueva forma y un toque distintivo. El autor que propone este concepto para comprender las nuevas estéticas (sobre todo, las manifestaciones artísticas desde la década de 1990), es Nicolas Bourriaud en su libro Postproducción. La cultura como escenario: modos en que el arte reprograma al mundo contemporáneo, donde plantea que el antecedente de estos procedimientos puede encontrarse en el artista de la vanguardia por antonomasia, Marcel Duchamp. Según esta noción, los nuevos artistas no tratan ya de elaborar una forma a partir de un material en bruto, sino de trabajar con objetos que ya están circulando en el mercado cultural, es decir, ya informados por otros. Las dos figuras emblemáticas de la postproducción son el DJ y el programador, ya que se dedican a seleccionar objetos culturales existentes e insertarlos en nuevos contextos (estética del remix, del pastiche, de la intertextualidad, del collage). Producción cultural. Esta noción corresponde a una perspectiva de la cultura como producción mercantil simbólica, es decir, cuando se comprende y se define a la cultura inserta en la dinámica de oferta y demanda mercantilista. Octavio Getino, en su ponencia La cultura como capital afirma que “esta definición de la cultura remite al hecho de que la creación cultural no es sólo resultado de la acción humana en cuanto producción de valores de uso, sino que aquélla comienza a definirse como tal cuando dicha producción se ocupa de valores de cambio, objetos o servicios que los demás desean tener u utilizar y que se negocian en un determinado mercado. La creación es tanto un acto individual como colectivo, pero asume su significado cultural cuando ella es encarada por determinados segmentos sociales, cuando tiene un reconocimiento colectivo. Es en ese momento que alcanza la categoría y la calidad de producto cultural y no meramente de acto creativo. Es el colectivo el que le da significación y dimensión a la creación individual, que a través de un mercado se enajena del creador y asume su rol como producto cultural”. Según Pedro Querejazu Leyton, en estas últimas décadas, la cultura como producción se ha racionalizado, adoptando formas e infraestructuras complejas que abarcan desde el surgimiento de la idea hasta el consumo de los productos, involucrando diferentes momentos en su realización, una gran diversidad de profesiones, oficios, procedimientos e insumos; la circulación fluye por circuitos

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mundiales así como por espacios locales a través de nuevas tecnologías (como compras por Internet), grandes superficies, estrategias de divulgación masiva, etcétera. De allí se elabora la noción de Industrias Culturales, para definir todo un campo diferenciado de productos culturales. (Véase también Consumo Cultural.) Productor de Contenido. El contenido de una actividad artístico-cultural es su materia prima: es el bien que se transforma en producto cuando sucede dentro de una actividad cultural. Más precisamente es el producto que se experiencializa. Por un lado, el contenido es la expresión, manifestación o fenómeno que justifica la actividad que lo alberga. Por otro lado, dicho fenómeno excede lo artístico, para redimensionarse en lo cultural. Efectivamente, desde la perspectiva sociocultural, la música no es un concierto, de la misma forma que una sucesión de obras pictóricas es el contenido de una exposición pero no esta última en sí misma. Asimismo, el contenido de las actividades artísticas y culturales supone, como su nombre lo indica, una serie de fenómenos artísticos, aunque su abanico se extiende a otras disciplinas: arquitectura, filosofía, gastronomía, sociología, gestión cultural y tantos otros. Por esto proponemos referirnos a quien genera o generó los contenidos como productor de contenidos, entendiendo que puede ser no sólo un artista, sino también un filósofo, un arquitecto, un conferencista, un escritor, etc. Programa. Es la articulación de una serie de mecanismos metodológicos que comienzan con la detección de un factor sobre el que se quiere accionar o, en lo privado, una oportunidad de negocio. Incluyen una serie de tareas que van desde la programación de actividades, la realización y publicación de investigaciones, hasta la documentación y posterior medición de los indicadores de gestión. En términos de management, se puede decir que responden a un nicho de mercado. Su formulación es de carácter técnico, existiendo una gran variedad de propuestas y modelos preexistentes de formularios para presentación de proyectos. Es un conjunto organizado, coherente e integrado de actividades, servicios o procesos que se presentan en una serie de proyectos de similares características y vinculados entre sí. Los programas hacen posible y operacionalizan un plan a través de la concreción de las actividades propuestas para lograr los objetivos finales, y que están planteados en el proyecto. Propiedad Intelectual. Ideas y expresiones creativas de la mente humana que tienen valor comercial y reciben la protección legal en forma de un derecho característico. En Argentina, dicha protección está amparada por el Registro Nacional de Propiedad Intelectual, que funciona en la Biblioteca Nacional de Capital Federal, según el decreto 41233/34 reglamentario de la Ley de Propiedad Intelectual, número 11.723 (235) del Poder Ejecutivo Nacional, Buenos Aires, 28 de septiembre de 1933. Proyecto Cultural. El proyecto implica un grado más de concreción: es un conjunto de actividades determinadas, interrelacionadas y coordinadas que se trazan con el fin de alcanzar los objetivos y metas traducidos en bienes y

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servicios que satisfagan necesidades o resuelvan ciertos problemas detectados. La diferencia entre programa y proyecto es, además del nivel de concreción, la magnitud, la diversidad y la especificidad del objetivo que se quiere alcanzar o la acción que se va a realizar. Los proyectos tienen ciertas características distinguibles: a) implican una serie de actividades de duración determinada, lo que los diferencia de los servicios: un servicio, habitualmente, es ofrecido en el marco de una institución (en nuestro caso, cultural), como actividad estable y suele disponer de un espacio específico. Ejemplos de servicio son: una biblioteca, una sala de consulta, un centro de asesoramiento de gestión y elaboración de proyectos, asesoría sobre becas y subvenciones; b) para su realización se combinan recursos humanos, técnicos, financieros y materiales; c) todo proyecto debe arrojar resultados y productos en respuesta a los objetivos previstos en su diseño y conceptualización, que a su vez son motivados por la detección de una situación-problema que pretende modificarse y/o mejorarse. Responsabilidad Social Empresaria (RSE). Según Luis Ulla, del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (www.iarse.org), esta práctica responde a una noción dinámica que supone: una visión de integralidad, es decir, es algo que abarca a un conjunto complejo de dimensiones; una perspectiva de gradualidad, puesto que se presenta como un camino de excelencia a seguir; una noción de proporcionalidad, ya que la expectativa de su ejercicio y aplicación tiene una relación directa con el tamaño de la empresa y su correspondiente poder o capacidad de influencia en el mercado; una mirada de totalidad, en tanto que en la práctica es una idea que debe incluir a todas las empresas, con independencia del tipo y tamaño. De acuerdo con lo establecido por Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social, de Brasil: “Responsabilidad social empresarial es una forma de gestión que se define por la relación ética de la empresa con todos los públicos con los cuales ella se relaciona, y por el establecimiento de metas empresariales compatibles con el desarrollo sustentable de la sociedad; preservando recursos ambientales y culturales para las generaciones futuras, respetando la diversidad y promoviendo la reducción de las desigualdades sociales”. Rider. Elemento típico de los contratos de espectáculos son los anexos que se denominan rider, que contienen las especificaciones técnicas que el artista requiere, para el sitio donde va a actuar, de sonido, luces, montaje en escenario, etc. (Véase contra-rider.) Rigging. En la producción técnica de espectáculos, es el punto de anclaje donde se cargan y cuelgan sistemas de luces, sonido, escenografía, etc. Schedule. En la producción técnica de espectáculos, es el cronograma horario de actividades y tareas desde el momento de inicio de la organización técnica hasta el fin de la producción. Generalmente, el día del evento, contiene hasta la grilla con lo que hora-a-hora debe suceder para que no haya retrasos en la hora anunciada de inicio de la actividad para el público ni para el artista.

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Segmentación. La segmentación de públicos es un término proveniente del marketing, que refiere al proceso de dividir el público total de un bien o servicio en varios grupos más pequeños e internamente homogéneos. La esencia de la segmentación es conocer realmente a los consumidores. Es un proceso de agregación, que tiende a agrupar en un segmento de mercado a personas con necesidades semejantes. Un segmento de mercado es un grupo relativamente grande y homogéneo de consumidores que tienen deseos, poder de compra, ubicación geográfica, actitudes o hábitos de consumo similares y que potencialmente reaccionarán de modo parecido ante una estrategia de comunicación y posicionamiento. Sostenibilidad. Se entiende como la combinación de aspectos económicos, sociales, ambientales, políticos y culturales que hacen posible la existencia y la continuidad en el tiempo de los proyectos, en este caso, culturales. La sostenibilidad, entonces, es el resultado de prácticas y estrategias que recogen las memorias y tienen en cuenta el entorno cultural local, regional, nacional y global, para garantizar su continuidad y permanencia como realidades viables. En tal sentido, la sostenibilidad implica, sobre todo, la necesidad de pensar lo cultural vinculado con procesos sociales, económicos, políticos y ambientales vivos y dinámicos. La sostenibilidad de los medios la entendemos como aquel conjunto de prácticas y estrategias encaminadas a garantizar la continuidad y la permanencia de un medio, como proyecto y como realidad viable y dinámica. (Del Glosario de términos culturales y de televisión.) Turismo Cultural. El turismo cultural es una herramienta de transformación social indispensable para la construcción de una nueva sociedad y la consolidación de un Estado comunitario, el cual dedique sus recursos a generar riqueza, avanzar en la equidad social y brindar mayor seguridad a los ciudadanos. El turismo cultural es, además, uno de los medios más importantes para el intercambio cultural, ofreciendo una experiencia personal de lo que pervive del pasado, de la vida actual y de otras sociedades a través del conocimiento y disfrute de la gran riqueza y variedad del patrimonio natural y cultural, de la diversidad étnica y las culturas vivas de un país que permita generar sostenibilidad y desarrollo al sector. El turismo cultural fundamentado en el patrimonio, es el aprovechamiento consciente del patrimonio material e inmaterial con fines de oferta recreativa, de conocimiento a los visitantes que quieren conocer lo que somos, lo que queremos y lo que podemos ser como expresión integral de un territorio y una comunidad que sabe de su pasado y de su futuro. Los itinerarios culturales se conciben como los espacios creados a través de los movimientos, poblaciones, sitios de encuentro, de intercambio y de fecundación de valores y culturas diversas. Se integran en ellos distintos aspectos del patrimonio tangible e intangible, y tienen una expresión de continuidad cultural y de intercambio entre pueblos, regiones y continentes. Las rutas culturales hacen parte integral de las nuevas formas que exige la masividad de la actividad turística, surgiendo éstas como valiosas herramientas que tratan de brindar un paquete articulado de circuitos e itinerarios temáticos, con el objetivo de que el turista pueda conocer mejor y claramente importantes momentos de la historia de los pueblos y enriquecer el carácter cultural del turismo en nuestras tierras. Ruta es, en la esfera de la cultura, retornar al

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concepto histórico y geográfico expresado en el tiempo y el espacio, y de nuevo volver al concepto esencial de la diversidad. Ruta es la forma de traer de nuevo la idea de movimiento en las civilizaciones y la cultura, resultado de interacciones y contactos. (Del Glosario de términos culturales y de televisión.) Venue. Denominación internacional para locación, lugar donde se montará el espectáculo que puede ser un pub, un campo, estadio, teatro, centro de convenciones, entre otros.