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III. ESTADO, PODER Y GOBIERNO1. PARA EL ESTUDIO DEL ESTADOLas disciplinas histricas

PARA F.L estudio del Estado las dos fuentes principales son la historia de las instituciones polticas y la historia de las doctrinas polticas. Que la historia de las instituciones pueda derivar de la historia de las doctrinas no quiere decir que las dos historias deban ser confundidas. Por ejemplo: una cosa es la historia de los parlamentos europeos, y otra la historia de los escritores parlamentarios. No hay duda de la importancia de la obra poltica de Aristteles para el estudio de las instituciones polticas de las ciudades griegas, o el libro vi de las Historias de Polibio para el estudio de la constitucin de la repblica romana; pero ninguno se conformara con leer a Hobbes para conocer el ordenamiento de los primeros grandes estados territoriales de la poca moderna, o a Rousseau para conocer el ordenamiento de las democracias modernas. Por lo dems, si el estudio de las obras de Aristteles o de las historias de Polibio es importante para conocer el ordenamiento de las ciudades griegas y de la repblica romana, se necesitan otras fuentes, literarias y no literarias, desde la poca antigua hasta la edad moderna, para 68

conocer a fondo los mecanismos muchas veces complejos mediante los cuales son insumidas o modificadas las relaciones de poder en un sistema poltico. Por razones fcilmente.entendiles, pero fundamentalmente por la gran dificultad que presenta la recopilacin de las fuentes, la historia de las instituciones se desarroll despus que la historia de las doctrinas, de manera que frecuentemente los ordenamientos de un sistema poltico determinado han sido conocidos o nos hemos conformado con conocerlos mediante la reconstruccin, e incluso la deformacin o idealizacin, hecha por los escritores. Man sido identificados: Hobbes con el Estado absoluto, Locke con la monarqua parlamentaria, Montesquieu con el Estado limitado, Rousseau con la democracia, Hegelcon lamonarquaconstitucional, etctera. La primera fuente para un estudio autnomo de las instituciones frente a las doctrinas est constituida por los historiadores: comentando a Tito Livio, Maquiavelo reconstruye la historia y el ordenamiento de las instituciones ce la repblica romana; Vico, para reconstruir la historia civil de las naciones desde el estado ferino hasta los grandes estados de su tiempo, denuncia la arrogancia de los doctos "que desean que lo que saben sea tan antiguo como el mundo" [1744, ed. 1967, p. 72] y para su investigacin desea comportarse "como si no hubiese libros en el mundo" [ibid., p. 115]. Posterior al estudio de la historia viene el estudio de las leyes que regulan las relaciones entre gobernantes y gobernados, el conjunto de las normas que constituyen el derecho pblico (tambin una cate; gora doctrinal). Las primeras historias de las instituciones fueron historias del derecho, escritas por

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juristas que frecuentemente tuvieron experiencia directa en los asuntos de Estado. Hoy la historia de las instituciones no slo se ha emancipado de la historia de las doctrinas sino que ha ampliado el estudio de los ordenamientos civiles mucho ms all de las formas jurdicas que les han dado forma, y orienta sus investigaciones hacia el anlisis del funcionamiento concreto en un determinado periodo histrico, de un instituto especfico a travs de los documentos escritos, los testimonios de los actores, el juicio de los contemporneos, avanzando del estudio de un instituto fundamental como el parlamento y sus vicisitudes en los diversos pases al estudio de institutos particulares, como el secretario de Estado, el intendente, el gabinete secreto, etctera, mediante los cuales se logra describir el paso del Estado feudal a la monarqua absoluta, o la formacin gradual del aparato administrativo, mediante el cual se reconstruye el proceso de formacin del Estado moderno y contemporneo.Filosofa poltica y ciencia poltica

Por encima de su desarrollo histrico el Estado es estudiado en s mismo, en sus estructuras, funciones, elementos constitutivos, mecanismos, rganos, etctera, como un sistema complejo considerado en s mismo y en sus relaciones con los otros sistemas contiguos. Hoy, convencionalmente, el inmenso campo de investigacin est dividido entre dos disciplinas didcticamente diferentes: la filosofa poltica y la ciencia poltica. Como todas las distinciones convencionales, tambin sta es lbil y discutible. Cuando Hobbes llamabaphilosophia civilis (filosofa

civil) al conjunto de los anlisis sobre el hombre en sus relaciones sociales en ella inclua una serie'de consideraciones que hoy entraran en la ciencia poltica; por el contrario, Hegel dio a sus Principios de filosofa del derecho {182 1] el subttulo destaaticmensrhaft im Grundrisse "Principios de ciencia del Estado". En la filosofa poltica estn comprendidos tres tipos de investigacin: a) sobre la mejor forma de gobierno o sobre la ptima repblica; b) sobre el fundamento del Estado, o del poder poltico, con la consiguiente justificacin (o injustificacin) de la obligacin poltica; c) sobre la esencia de la categora de lo poltico o de la politicidad, con la disputa preponderante sobre la distincin entre la tica y la poltica. Estas tres versiones de la filosofa poltica estn representadas ejemplarmente al inicio de la poca moderna por tres obras que han dejado huellas indelebles en la historia de la reflexin sobre la Eoltica: la Utopa de Moro [1516], diseo de replica ideal; el Leviatn de Hobbes [1651], que pretende proporcionar una justificacin racional y por tanto universal de la existencia del Estado y de sealar los motivos por los cuales sus rdenes deben ser obedecidas; el Prncipe de Maquiavelo [1513], en el cual, por lo menos bajo una de sus interpretaciones, la nica por lo dems que ha dado origen a un "ismo" (el maquiavelismo), se mostrara en qu consiste la propiedad especfica de la actividad poltica y cmo se distingue, en cuanto tal, de la moral. Hoy entendemos por "ciencia poltica" una investigacin en el campo de la vida poltica que satisfaga estas tres condiciones: a) el principio de verificacin o de falsificacin como criterio de aceptabilidad de ; sus resultados; b) el uso de tcnicas de la razn que permitan dar una explicacin causal en sentido

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fuerte y tambin en senado dbil del fenmeno indagado; c) la abstencin o abstinencia de juicios de valor, la llamada "avaluatividad". Considerando las tres formas ce filosofa poltica descritas anteriormente, obsrvese cmo a cada una le falta por lo menos una de las caractersticas de la ciencia poltica. La filosofa poltica como bsqueda de la ptima repblica no tiene carcter "avaluativo"; como indagacin del fundamento ltimo del poder no pretende explicar el fenmeno del poder sino justificarlo, operacin que tiene por objeto calificar un comportamiento como lcito o ilcito, lo que no se puede hacer sin remitirse a valores; como investigacin de la esencia de la poltica se aleja de tocia verilicaein o falsificacin emprica, en cuanto lo que se llama presuntuosamente esencia de la poltica deriva de una definicin nominal y como tal no es verdadera ni falsa.

Punto de vista sociolgico y jurdico Por encima de la distincin de los dos campos llamados convencionalmente "filosofa" poltica y "ciencia" poltica, el tema del Estado puede ser abordado desde diversos puntos de vista. Con la Doctrina general del Estado [1910], de Georgjellinek, entr por largo tiempo en el uso de las teoras del Estado la distincin entre doctrina sociolgica y doctrina jurdica del Estado. Esta distincin se volvi necesaria luego de la tecnificacin del derecho pblico y de la consideracin del Estado como persona jurdica que haba derivado de tal tecnificacin. A su vez la tecnificacin del derecho pblico era la consecuencia natural de la concepcin del Estado como

Estado de derecho, como Estado concebido principalmente como rgano de produccin jurdica, y en su conjunto como ordenamiento jurdico. Esta reconstruccin del Estado como ordenamiento jurdico, por lo dems, no haba hecho olvidar que el Estado tambin era, a travs del derecho, una forma de organizacin social y que como tal no poda ser separado de las sociedades y ce las relaciones sociales subyacentes. De aqu la necesidad de una distincin entre el punto de vistajurdico, para reservarlo a los juristas que por lo dems haban sido durante siglos los principales artfices de los tratados sobre el Estado, y el punto de vista sociolgico que habra debido valerse de la contribucin de los socilogos, de los etnlogos, de los estudiosos de las diversas formas de organizacin social: una distincin que no podra ser concebida antes del advenimiento de la sociologa como ciencia general que engloba la teora del Estado. La distincin de Jellinek fue reconocida como una aportacin importante, y fue acreditada por Max VVeber, quien, partiendo precisamente de la Doctrina general del Estado, sostuvo la necesidad de distinguir el punto de vista jurdico del punto ce vista sociolgico. Jellinek haba afirmado que la doctrina social del Estado "tiene por contenido la existencia objetiva, histrica y natural del Estado", mientras que la doctrina jurdica se ocupa de las "normas jurdicas que en aquella existencia real deben manifestarse" [1900, trad. it., i, p. 73] y haba basado la distincin en la contraposicin, destinada a tener xito, entre la esfera del ser y la esfera del deber ser. Weber, al iniciar el estudio de la sociologa jurdica, de la cual es considerado uno de los fundadores, afirma que "cuando se habla de dere-

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cho, ordenamiento jurdico, norma jurdica, es necesario un especial rigor para distinguir el punto de vista jurdico del punto de vista sociolgico" [Weber 1908-20, trad, t, i, p. 309], una distincin que l traduce en la diferenciacin entre validez ideal, de la que se ocupan los juristas, y validez emprica de as normas de la que se ocupan los socilogos. Para Weber, esta distincin era una premisa indispensable para hacer entender que se ocupara del Estado como socilogo y no corno jurista. Tal estudio se vuelve un captulo de la teora de los grupos sociales, de los cuales una especie son los grupos polticos, ([lie a su vez se vuelven estados (en el sentido de "listado moderno'') cuando estn clorados de un aparato administrativo que logra con xito apropiarse del monopolio de la fuerza en un determinado territorio. nicamente con Kelsen [1922], que critica el doble punto ce vista de Jellinek (eme llama Zwt'iseitenthi'urii; -teora dual-), el listado se resuelve totalmente en el ordenamiento jurdico y por tanto desaparece como entidad consistente en la produccin y ejecucin ce normas jurdicas. De todas las tesis kelsenianas la reduccin radical del Estado a ordenamiento jurdico es la que ha tenido menos xito. Con la transformacin del puro Estado de derecho en Estado social, las teoras meramentejurdicas del Estado, condenadas como formalistas, han sido abandonadas por los mismos juristas, y han tomado fuerza los estudios de sociologa poltica que tienen por objeto el Estado como forma compleja de organizacin social (de los cuales el derecho slo es uno de los elementos constitutivos).

Entre las teoras sociolgicas del Estado, dos han acaparado el campo en estos ltimos aos, con frecuencia en polmica entre s, pero ms a menudo ignorndose, venci cada una por su propio camino como si la otra no existiese: la teora marxista y la teora funcionalista, esta ltima dominante en la piilitical si'imtf norteamericana, pero que tambin ha tenido gran influencia en Europa y ha sido tomada durante aos como la ciencia poltica por excelencia. Entre las dos teoras existen diferencias respecto a la concepcin de la ciencia en general como en referencia al mtodo; pero la diferencia fundamental radica en la ubicacin del Estado en el sistema social considerado en su conjunto. La concepcin marxista de la sociedad distingue en toda sociedad histrica, por lo menos desde una cierta etapa del desarrollo econmico, dos momentos, que no son puestos en el mismo nivel con respecto a su fuerza determinante y su capacidad de condicionar el desarrollo del sistema y el paso de un sistema a otro: la base econmica y la superestructura. Las instituciones polticas, en una palabra el Estado, pertenecen al segundo momento. El momento subyacente que comprende las relaciones econmicas, caracterizadas en toda poca por una determinada forma de produccin, es el momento determinante, aunque no siempre, de acuerdo con algunas interpretaciones, dominante; al contrario, la concepcin funcionalista (que proviene de Parsons) concibe el sistema global en su conjunto dividido en cuatro subsistemas (patter-maintenance, goal-attainment, adaptation, integration), caracterizados por las funciones igualmente esenciales que cada uno desem-

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pea para la conservacin del equilibrio social, y en cuanto tales recprocamente interdependientes. Al subsistema poltico corresponde la funcin del goal-atainment, lo cual quiere decir que la funcin poltica realizada por el conjunto de las instituciones que constituyen el Estado es una de las cuatro funciones fundamentales de todo sistema social. Es verdad que tambin en la concepcin marxista la relacin entre base econmica y superestructura poltica es una relacin de acccin recproca, pero es vlida la idea (sin la cual una de las caractersticas esenciales de la teora marxista vendra a menos) de que la base econmica a pesar de todo sea en ltima instancia determinante. En la teora funcionalista no existe diferencia de niveles entre las diversas funciones de las que todo sistema social no puede dejar de prescindir. En todo caso, el subsistema al que se le atribuye una funcin preponderante no es el subsistema econmico sino el cultural, porque la mayor fuerza cohesiva de todo grupo social dependera de la adhesin a los valores y a las normas establecidas, a travs del proceso de socializacin de un lado (interiorizacin de los valores sociales) y de control social de otro lado (observancia de las normas que regulan la generalidad de los comportamientos). Las dos diversas, ms an, opuestas concepciones pueden ser llevadas al diferente problema de fondo que se plantean y pretenden resolver: mientras la teora funcionalista, especialmente su versin parsoniana, est dominada por el tema hobbesiano del orden, la teora marxista est dominada por el tema de la ruptura del orden, por el paso de un orden a otro, concebido como paso de una forma de produccin a otra, mediante la explosin de las

contradicciones internas del sistema, especialmente de la contradiccin entre fuerzas productivas y relaciones de produccin; mientras la primera se preocupa esencialmente del problema de la conservacin social, la segunda se preocupa fundamentalmente del cambio social. Los cambios eme le interesan a la teora funcionalista son los que se presentan dentro del sistema y que ste tiene la capacidad de absorber mediante pequeos ajustes previstos por el mecanismo mismo del sistema. Marx y los marxistas siempre han preconizado, analizado y prefigurado el gran cambio, que pone en crisis un sistema determinado y crea, por medio de un salto cualitativo, otro. De acuerdo con el lugar comn (pero no por esto errneo) del pensamiento sociolgico, la gran divisin es la que opone los sistemas que destacan el momento de la cohesin a los sistemas que subrayan el momento de antagonismo, los sistemas llamados integracionistas a los sistemas nombrados conflictualistas. Difcilmente se encontrara en la historia del pensamiento sociolgico dos prototipos de esta gran divisin ms puros que el marxismo y el funcionalismo. Se puede agregar que la concepcin funcionalista es en ciertos aspectos semejante a aquella contra la que Marx desencaden una de sus batallas tericas ms clebres, la concepcin de la economa clsica de acuerdo con la cual la sociedad civil, a pesar de los conflictos que la sacuden, obedece a una especie de orden preestablecido, y goza de las ventajas de un mecanismo, el mercado, orientado a mantener el equilibrio mediante un ajuste continuo de los intereses en competencia. En los ltimos aos el punto de vista que ha ter; minado por prevalecer en la representacin del Estado es el sistmico derivado, aunque con poco rigor

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v con algunas variantes, de la teora de sistemas (in primis, en primer lugar, David Easton y Gabriel Almond). La relacin entre el conjunto ce las instituciones polticas y el sistema social en general est representada como una relacin d e m a n d a respuesta (input-output). La funcin de las instituciones polticas es la de dar respuesta a las demandas que provienen del ambiente social o, de acuerdo con una terminologa comn, de convertir las demandas en respuestas. Las respuestas de las instituciones polticas son dadas bajo forma de decisiones colectivas obligatorias para toda la sociedad: a su vez tales respuestas influyen en la transformacin del ambiente .social, del que, dependiendo de la manera en que son dadas las respuestas, nacen nuevas demandas en un proceso de cambio continuo, que puede ser gradual cuando existe correspondencia entre demanda y respuesta, y puede ser brusco cuando debido a una sobrecarga de las demandas sobre las respuestas se interrumpe el flujo.de retroalimentacin; esto conlleva a que las instituciones polticas vigentes al no lograr ya ciar respuestas satisfactorias sufren un proceso de transformacin que puede llegar a la fase final de su cambio completo. La representacin sistmica del Estado es perfectamente compatible con las dos teoras generales de la sociedad de las que habl poco antes, pero no cambia la diferente interpretacin ce la funcin del Estado en la sociedad. La representacin sistmica del Estado intenta proponer un esquema conceptual para analizar la manera en que las instituciones polticas funcionan, la forma en que cumplen las funciones que les son propias, y cul sea su interpretacin.

Lo que ha cambiado, que incluso se ha invertido completamente en el curso de la reflexin secular sobre el problema del Estado, es la relacin entre el Estado y la sociedad. Durante siglos la organizacin poltica fue el objeto por excelencia ce toda consideracin sobre la vida social del hombre, sobre el hombre como animal social, como TTO\L~LXV >ov, donde TTO\LTLXV estaba comprendido sin diferenciacin del doble significado actual de "social" y "poltico". Con esto no se quiere decir que el pensamiento antiguo no haya resaltado la existencia de formas asociativas humanas diferentes del Estado, pero la familia es tomada en cuenta por Aristteles como la primera forma embrional e imperfecta de la TToXt? v su estudio es ubicado al inicio de {Poltica. Por lo que hace a las otras formas de sociedad o XOifcufcu, que son constituidas por acuerdo o por necesidad de los individuos con objeto de alcanzar fines particulares, son abordadas por el mismo Aristteles en el captulo de laEtica nicomaquea dedicado a la amistad, y precisamente en cuanto son formas para el logro de fines particulares, la navegacin de parte de los navegantes, la victoria en la guerra de parte de los hombres de armas, el placer y la molicie de parte de quienes se renen en un banquete, estn subordinadas a la sociedad poltica que no se orienta a una utilidad particular o momentnea sino a la utilidad general y durable que involucra a toda la vida del hombre [1160 a}. La relacin entre la sociedad poltica que nicamente es la societas perfecta y las sociedades particulares es una relacin entre el todo y sus partes, en la que el todo, el ente que engloba, es la 710X1,?, las partes englobadas son la

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familia y las asociaciones. En todo el estudio de la poltica hasta Hegel incluido, esta relacin entre el Estado y las sociedades menores o parciales es constante. En el Leviatn de Hobbes [1651], adems del captulo sobre la familia y la sociedad patronal, que es comn a todos los tratados de poltica de aquel tiempo, hay tambin un captulo (el xxn) sobre las sociedades parciales llamadas grecamente systems, ce las cuales se presenta una rica ejemplificacin con una tipologa, que hoy constituira uno de los captulos principales de un tratado ce sociologa; la teora poltica de Hegel, como es presentada en la tercera parte de losLmeamientos defilo.wfa del derecho [1821], es una teora del Estado como momento culminante del espritu objetivo, culminante en cuanto resuelve y supera los dos momentos anteriores de la familia y de la sociedad civil, y donde es ubicado, entre otros, el estudio de las corporaciones, tpicas sociedades parciales con fines particulares en el sentido tradicional. Con la emancipacin de la sociedad civil-burguesa, en el sentido marxista, o de la sociedad industrial, en el sentido saintsimoniano, frente al Estado, la relacin entre instituciones polticas y sociedad se invierte. Paulatinamente la sociedad en sus diversas articulaciones se vuelve el todo del que el Estado, considerado de manera restringida como el aparato coactivo con el que un sector de la sociedad ejerce el poder sobre otro sector, es degradado en parte. Si el curso de la humanidad hasta ahora se ha desarrollado de las sociedades menores como la familia al Estado, ahora finalmente, de un lado, con el descubrimiento de las leyes econmicas que permiten al hombre una convivencia armnica con la mnima necesidad de un aparato coercitivo y por tanto de

poder poltico, de otro lado, con el desarrollo de la organizacin industrial de la que se ocupan los cientficos junto con los propios industriales que de ahora en adelante podrn prescindir de la espada de Csar, se desarrollar un proceso inverso, del Estado opresivo a la sociedad liberada. De este cambio nace una de las ideas dominantes del siglo xix, comn tanto al socialismo utpico como al socialismo cientfico, lo mismo a las diversas formas de pensamiento libertario que al pensamiento liberal en sus expresiones ms radicales, ce la inevitable extincin del Estado o por lo menos de su reduccin a los trminos mnimos. Por lo que se refiere a los estudios del Estado, stos se vuelven cada vez ms parciales con respecto al anlisis general de la sociedad. Pocos aos despus de la muerte de Hegel se edita el Cvurs de philosophie posilive (1830-42) que culmina en la teora general de la sociedad o sociologa del que el tema del Estado constituye tan slo una parte. En la misma Alemania de Hegel, con Lorenz von Stein desaparece \a.gesamte Staatswissenschaft "ciencia general del Estado", y a una Staatswissenschaft, "ciencia del Estado", cada vez ms restringida en su objeto y reducida a un estudio del Estado diferente de la sociedad global, se contrapone una Gesellschaftswissenschaft, "ciencia de la sociedad". Hoy la sociologa poltica es una parte de la sociologa general; la ciencia poltica es una de las ciencias sociales; el Estado como sistema poltico es con respecto al sistema social un subsistema.De parte de los gobernantes o de los gobernados

Al lado de las diferentes maneras de considerar el problema del Estado que hemos examinado hasta

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aqu con respecto al objeto, el mtodo, al punto de vista, a la concepcin del sistema social, es necesario mencionar una contraposicin que generalmente es descuidada, pero que divide en dos campos opuestos las doctrinas polticas qui ms que cualquier otra dicotoma: nos referimos a la contraposicin que deriva de la diversa posicin que los escritores adoptan con respecto a la relacin poltica fundamerual. gobernantes-gobernados, o soberanosubdito, o Estado-ciudadanos, relacin que generalmente es considerada como una relacin entre superior e interior, salvo en una concepcin democrtica radical donde gobernantes y gobernados se identifican por lo menos idealmente en una sola persona v o gobierno se resuelve en el autogobierno. Al considerar la relacin poltica como una relacin especfica entre dos sujetos de los cuales uno tiene el derecho de mandar, otro el deber de obedecer, el problema clel Estado puede ser tratado fundamentalmente desde el punto de vista del gobernan te o desde el punto de vista clel gobernado: ex parte principis (de la parte del prncipe) o ex parte populi (de la parte del pueblo). En realidad por una larga tradicin que va del Poltico de Platn al Prncipe de Maquiavelo, de la Ciropedia de Xenofonte al Princeps christianus de Erasmo (1515), los escritores polticos han tratado el problema del Estado principalmente desde el punto de vista de los gobernantes: temas esenciales, el arte de gobernar bien, las virtudes, habilidades o capacidades que se piden al buen gobernante, las diversas formas de gobierno, la distincin entre buen gobierno y mal gobierno, la fenomenologa de la tirana en sus ms diversas formas, derechos, deberes, prerrogativas de los gobernantes, las diferentes funciones del Es-

tado y los poderes necesarios para desempearlos correctamente, los diversos segmentos de la administracin, conceptos fundamencales como dominium (dominio), imperium (imperio), maiestas majestad), autor/tas (autoridad), potestat (potestad) y summa puti'\tas (potesiacl suprema), todos los cuales se refieren a uno solo de los dos sujetos de la relacin, al que est arriba y que ci tal manera se vuelve el verdadero sujeto activo de la relacin, el otro es tratado como el sujeto pasivo, la materia con respecto a la forma (formante). No es que haya permanecido completamente ausente la otra perspectiva, la sociedad poltica contemplada desde abajo, desde los intereses, las necesidades, los derechos de los destinatarios de los beneficios (o maleficios segn los casos) del gobierno; pero la persistencia o insistencia de ciertas metforas, el pastor que presupone una grey, el guhernator (gobernador en el sentido original ce "timonel") que presupone una chusma, el padre que presupone hijos menores de edad y que necesitan proteccin, el amo que presupone esclavos, muestran ms que una larga ejemplificacin el sentido y la direccin preponderantes en los siglos pasados del discurso poltico. Tambin la metfora utilizada por Platn en el Poltico del gobernante-tejedor -"el fin de la tela de la accin poltica es un buen tejido" [311 6]- no sale de esta perspectiva: el arte de tejer es el que "indica a cada quien cules son las obras que deben terminarse" [ibid., 308 e}. El cambio, el descubrimiento de la otra cara de la Luna, se presenta al inicio de la poca moderna con la doctrina de los derechos naturales que pertenecen al individuo. Estos derechos son anteriores a la formacin de cualquier sociedad poltica y por tanto

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de cualquier estructura de poder que la caracteriza. A diferencia de la familia o de la sociedad patronal, la sociedad poltica comienza a ser entendida f u n damentalmente (anteriormente tambin haba estado en la poca clsica) como un producto voluntario de los individuos que deciden con un acuerdo recproco vivir en sociedad e instituir un gobierno, [ohannes Althusius, uno de los mayores artfices de esta nueva forma de ver las cosas, det.ine la poltica de la siguiente manera: "La poltica es el arte por medio del cual los hombres se asocian con objeto de instaurar, cultivar y conservar entre s la vida social. Por val motivo se define simbitica" [ 1603, ed. 1932, i. 1}. A l t h u s i u s parte de los "hombres" y se mueve a tra\ es de la obra de los hombres hacia la descripcin de la comunidad poltica. El punto de partida de Aristteles, que predomin durante siglos, es exactamente lo opuesto: "Es evidente. . . que el Estado existe por naturaleza [y por tanto no es instituido por los hombres] y que es anterior a cualquier individuo" [Poltica, 1253a, 25}. Qu implica este*cam- " bio del punto de partida, aunque Althusius no lo llev a sus ltimas consecuencias? Implica la relevancia dada a los problemas polticos que son diferentes de los tratados normalmente por quien se pone ex parte principis: la libertad de los ciudadanos (de hecho o de derecho, civil o poltica, negativa o positiva) y no el poder ce los gobernantes; el bienestar, la prosperidad, la felicidad de los individuos tomados uno por uno, y no solamente la potencia del Estado; el derecho de resistencia a las leyes injustas, y no slo el deber de obediencia (activa o pasiva); la articulacin de la sociedad poltica en partes incluso contrapuestas (los pardos que ya no son juzgados exclusivamente como facciones que daan el

tejido del Estado), y no slo su unidad compacta; la divisin y contraposicin vertical y horizontal de los diferentes centros de poder y no nicamente el poder en su concentracin y centralizacin; el mrito de un gobierno que debe buscarse ms en la cantidad de derechos de los que goza el individuo que en la medida de los poderes de los gobernantes. Para Locke. la finalidad del gobierno civil es la garanta de la propiedad que es un derecho individual, cuya formacin es anterior al nacimiento del Estado; para Spiuoza y Rousseau es la libertad, no la libertas que Hobbes lea en los muros de las ciudades fortificadas, e interpretaba correctamente como independencia trente a las otras ciudades (la autosuficiencia de la que haba hablado Aristteles). La nas alta expresin prctica de esta mutacin son las Declaraciones de los derechos norteamericanas y francesas, en las cuales est enunciado solemnemente el principio de que el gobierno es para los individuos y no los individuos para el gobierno, un principio que no slo ha influido en todas las constituciones que vinieron despus, sino tambin la reflexin sobre el Estado. Tal principio se ha vuelto, por lo menos idealmente, irreversible. En la reflexin poltica, por lo menos de la Revolucin francesa en adelante, la modificacin ms importante ha sido la que se refiere a la idea de "cambio", en el sentido del libro v de la Poltica aristotlica, es decir, del paso de una forma de gobierno a otra. Considerado este paso generalmente como un mal (conclusin lgica de una doctrina poltica que durante siglos privilegi y exalt la estabilidad y juzg a la guerra civil como el peor de los males), adquiere un valor positivo de parte de los movimientos revolucionarios que miran en el cambio el inicio de una

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nueva era; as como la guerra civil representa la crisis del Estado vista ex parte pnnpis, la revolucin, interpretada positivamente, representa la crisis del Estado contemplada ex parte populi.

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Origen del nombre Es i n d i s c u t i b l e (ue la palabra ''Estado" se i m p u s o por la d i f u s i n y el prestigio de\ Prncipe de Maquiavel< i. ( . t > m < i se sabe, la obra comienza con las sigtiienU's p a l a b r a s : "Tocios los estados, todas las d o m i n a ciones que ejercieron y ejercen imperio sobre los h o m b r e s , fueron y son repblicas o principados" f 15 1:5, cd. 977, p. 5}. Esto no quiere decir que la palabra fue introducida por Maquiavelo, Minuciosas v amplias investigaciones sobre el tiso ce "Estado", en el lenguaje de los siglos xv y xvi, muestran que el paso del significado comn del trmino,status ce "situacin" a "Estado" en el sentido moderno de la palabra, va se haba dado mediante el aislamiento del primer trmino en la expresin clsica,vtftw re pubblicac. El mismo Maquiavelo no hubiera podido escribir tal frase precisamente al comienzo de la obra si la palabra en cuestin no hubiese sido ya de uso comente. Ciertamente, con el autor de El Prncipe el trmino "Estado" sustituy paulatinamente, si bien a travs de un largo camino, los trminos tradicionales con los que haba sido designada hasta entonces la mxima organizacin de un grupo de individuos sobre un territorio en virtud de un poder de mando:

civitas que traduca el griego Tro'Xt?, y res publica, con lo que los escritores romanos designaban al conjunto de las instituciones polticas de Roma, precisamente de \acivitas. El largo camino se demuestra por el hecho de que, todava a finales del siglo xvi, Jean Bodin intitulara su tratado poltico De la rpublique [1576], dedicado a todas las formas de Estado v no slo a las repblicas en sentido restringido, y que en el siglo xvn Hobbes usar preponderantemente los trminos r vitas en las obras latinas \ commoniL'ealth en las obras inglesas en todas las acepciones en las cuales hov se usa "Estado". No es que los romanos no conociesen y usaran el t e r m i n o regnum para sealar un ordenamiento d i f e r e n t e del dent 1 ?'ta.-i. un ordenamiento regido por el poder de uno solo, pero a pesar de que fuese bastante clara la distincin e n t r e el gobierno de uno solo y el gobierno de un cuerpo colectivo, jams tuvieron una palabra que sirviese para designar el gnero, del que rrgna y res publica en sentido restringido fuesen las especies, de suerte que res publica fue usada a la vez como especie y como gnero: "Curn penes u n u m est o m n i u m summa r e r u m , regem illum unuin vocamus et regnum eius rei publicae status" [Cicern, De re publica, i, 26, 42}. Por lo dems, la misma historia romana ofreca un ejemplo altamente significativo y perfectamente reconocido del paso de una forma de rgimen poltico a otro, en la transicin del regnum a lares publica, de lares publica alprmpatus. Cuando, durante el dominio de Csar, Cicern escribe: "rem publicam verbo retinemus, re ipsa vero iam pridem amisimus" [ibid., v, i, 2] muestra estar perfectamente consciente del sentido am; biguo del trmino res publica y de tener bien clara la distincin entre la repblica como forma de go-

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bierno especfica, o sea, como la forma de gobierno de la Roma "republicana", y otras posibles formas de gobierno. La nica palabra de gnero conocida por tos antiguos para sealar las diversas formas de gobierno era civitas, pero ya en Europa en tiempos de Maquiavelo, el trmino civitas deba haberse considerado, especialmente para quien hablaba en vulgar, como cada vez ms inadecuado para representar la realidad de los ordenamientos polticos que terriiorialrnente se extendan mucho ms all de los IIHIII^ di: ;na ciudad, incluidas las repblicas que tomaban el nombre de una ciudad, como la repb l i a de Venecia; la necesidad de disponer de un trmino de gnero ms acorde para representar la situai ion real debi ser ms fuerte que el vnculo de una iarga \ reconocida tradicin. De aqu el xito del t r m i n o "Estado" que pas a travs de cambios no del rodo claros de un significado genrico de situacin a un significado especfico de posesin permanente y exclusiva de un territorio y de situacin de mando sobre sus habitantes, como aparece en el propio fragmento de Maquiavelo, en el que el trmino "Estado" apenas introducido, inmediatamente es acompaado del trmino "dominio". A pesar de la novedad del fragmento en el que ''Estado" es usado como el trmino de gnero, y "repblica", como el trmino de especie, para sealar una de las dos formas de gobierno, y la importancia que ha tenido para la formacin del lxico que se usa hasta ahora, el significado tradicional de estos trminos no es abandonado del todo por Maquiavelo, y su uso contina siendo comn, como lo muestra el siguiente fragmento de los Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio, en el que Maquiavelo aborda el tema de las formas de gobierno, teniendo como gua

a Polibio: "Algunos de los que han escrito de las repblicas distinguen tres clases de gobierno que' llaman principado, notables y popular, y sostienen que los legisladores de una ciudad deben preferir al que juzguen ms a propsito" [1513-19, ed. 1977, pgina 130].Argumentos en favor de la discontinuidad

El problema del nombre "Estado" no sera tan importante si la introduccin del nuevo trmino en los umbrales de la poca moderna no hubiese dado ocasin para sostener que no solamente corresponde a una necesidad de claridad terminolgica sino eme resolvi la exigencia de encontrar un nombre nuevo para una realidad nueva: la realidad del Estado precisamente moderno que debe considerarse como una forma de ordenamiento tan diferente de los ordenamientos anteriores que ya no puede ser llamado con los nombres antiguos. Efectivamente, es una opinin muy difundida y sostenida con autoridad por los historiadores, juristas y escritores polticos que con Maquiavelo no nicamente se inicia el xito de una palabra sino la reflexin sobre una realidad desconocida para los escritores antiguos, y de la cual la nueva palabra es un ejemplo, de manera que sera oportuno hablar de "Estado" nicamente para las formaciones polticas que nacen de la crisis de la sociedad medieval, y no para los ordenamientos anteriores. Dicho de otro modo: el trmino "Estado" debera usarse con cuidado para las organizaciones polticas que existie, ron antes del ordenamiento que de hecho fue llamado por primera vez "Estado"; el nombre nuevo

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no es ms que el smbolo de una cosa nueva. Frecuentemente el debate ha asumido la forma de una respuesta a preguntas de este tipo: 'V Existi una sociedad poltica que pueda llamarse "Estado" antes de los grandes estados territoriales con los cuales comienza la historia del Estado moderno?" O bien: "; El adjetivo 'moderno' es necesario para distinguir una realidad que naci con el nombre 'Estado' y para la cual, en consecuencia, cualquier otra aclaracin es intil?" O incluso: "-'Qu cosa agrega el denso significado de 'Estado' al adjetivo 'moderno', que no est ya en el sustantivo que ciertamente los antiguos no conocan?" Preguntas de este tipo se enlazan con un problema todava ms amplio y sobre el cual las respuestas son infinitamente variadas v radicalmente contrastantes: el problema del origen del Estado. Entre los historiadores de las instituciones que han descrito la formacin de los grandes estados territoriales sobre la disolucin y transformacin de la sociedad medieval hay una tendencia a sostener la continuidad entre los ordenamientos de la Antigedad y del medievo y los de la poca moderna, y por tanto a considerar el Estado como una formacin histrica que no slo no ha existido siempre, sino que naci en una poca relativamente reciente. No faltan los argumentos en favor de una tesis de este tipo. El mayor argumento es el proceso inexorable de concentracin del poder de mandar en un territorio determinado incluso muy vasto, que se da a travs de la monopolizacin de algunos servicios esenciales para el mantenimiento del orden interno y externo, corno la produccin del derecho mediante la ley, que a diferencia de la costumbre proviene de la voluntud del soberano, y el aparato coactivo nece-

sario para la aplicacin del derecho contra los reticentes; pero tambin a travs del reordenamiento de la imposicin y de la exencin fiscal, necesarios para el ejercicio efectivo de los poderes que van hacindose cada vez ms grandes. Quien describi con extraordinaria lucidez este fenmeno fue Max VVeber que contempl en el proceso de formacin del Estado moderno un fenmeno de expropiacin ce parte del poder pblico de los medios de servicio, corno las armas, el cual corre paralelamente al proceso de expropiacin de los medios de produccin poseclos por los artesanos de parte de los poseedores de capital. De esta observacin deriva la concepcin \\eberiana, que ya se ha vuelto commums opimo (opinin comn), del Estado moderno definido mediante los dos elementos constitutivos de la presencia de un aparato administrativo que tiene la funcin de ocuparse de la prestacin de los servicios pblicos, y del monopolio legtimo de la fuerza. Cualesquiera que sean los argumentos en favor o en contra de la continuidad ce una organizacin poltica de la sociedad, la cuestin de si el Estado existi siempre o si se puede hablar de Estado solamente a partir de una cierta poca es un asunto cuya solucin depende nicamente de la definicin del Estado de la que se parte: si se da una definicin amplia o restringida. La preferencia por una definicin depende de criterios de oportunidad y no de verdad. Se sabe que cuanto ms numerosas son las connotaciones de un concepto tanto ms se restringe el campo que l denota, es decir, su extensin. Quien considera como elemento constitutivo del concepto de Estado un determinado aparato administrativo y la realizacin de ciertas funciones que slo el Estado moderno desempea, forzosa-

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mente deber sostener que la -n-dXt? griega no es un Estado, que la sociedad feudal no tena un Estado, etctera. El problema real del que debe preocuparse quien tenga inters por entender el fenmeno del ordenamiento poltico no es si el Estado existe como tal nicamente de la poca moderna en adelante, sino ms bien si encuentra semejanzas y diferencias entre el llamado Estado moderno y los ordenamientos anteriores, si deben resaltarse ms unas que otras, cualquiera que sea el nombre que quiera darse a los diferentes ordenamientos. Quien considere que slo puede hablarse de Estado cuando se hace reterencia a los ordenamientos polticos sobre los que trataron Bodin. Hobbes o Hegel, se comporta de esta manera porque observa ms la discontinuidad que la continuidad, ms las diferencias que las semejanzas; quien habla indiferentemente de Estado tanto en referencia al Estado de Bodin como en el casa de la TrXi? griega, contempla ms las analogas que las diferencias, ms la continuidad que la discontinuidad. Al poner la cuestin en estos trminos, se debe ir ms all del propio lxico para ubicar y describir los cambios que se presentaron en el paso de una forma de ordenamiento a otra, lo que permaneci y lo que cambi, los elementos de discontinuidad, y los elementos de continuidad sin que sorprenda la apariencia de un nombre nuevo.Argumentos en favor de la continuidad

Si en favor de la discontinuidad son vlidos los argumentos anteriormente indicados, para la continuidad son vlidos otros argumentos igualmente fuertes. Ante todo la constatacin de que un tratado

de poltica como el de Aristteles orientado al anlisis de la ciudad griega no ha perdido nada de su eficiencia descriptiva y explicativa con respecto a los ordenamientos polticos que se fueron ciando de entonces a la fecha. Pinsese, por ejemplo, en la tipologa de las formas de gobierno que ha llegado hasta nosotros y que ha sido utilizada, si bien con correcciones y adaptaciones, por los mayores escritores polticos que han hecho objeto de sus reflexiones al Estado moderno. O, para dar otro ejemplo, en la definicin que da Aristteles de "constitucin" (TToXirea), como ordenamiento de las magistraturas, y en las magistraturas que constituyen el ordenamiento de una ciudad, en la distribucin de los cargos y de las funciones que permiten anlisis comparados con los ordenamientos polticos modernos. O bien, considrese el anlisis de los cambios, es decir, de las diversas formas de transicin de una forma de gobierno a otra, al que est dedicado el libro v, un anlisis en el que cualquier lector de hoy puede encontrar elementos tiles de confrontacin con fenmenos semejantes a los que siempre han estado expuestos los estados en el curso de su evolucin histrica. De manera semejante las relaciones entre las ciudades griegas, caracterizadas por guerras, represalias, treguas, tratados de paz que se reproducen a un nivel cuantitativamente superior, pero no cualitativamente diferente, en las relaciones entre los estados de la poca moderna en adelante. Quien lea el De mre belli ac pacis (Derecho de guerra y de paz)de Grocio [1625], no deber sorprenderse si se topa con una gran cantidad de ejemplos de ius gentium (derecho de gentes) tomados del mundo antiguo cuando los estados modernos, en el sentido que le atribuyen a esta expresin los modernistas, toda-

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va no existan. Asi como la Poltica de Aristteles para las relaciones internas, tambin las Historias de Tucdides para las relaciones externas son todava hoy una fuente inagotable de enseanzas, de puntos ce referencia y de comparacin. Por lo dems, el propio Maquiavelo ley y coment la historia romana, no corno un historiador, sino como un estudioso de poltica para derivar enseanzas prcticas aplicables a los estados de su tiempo. El estudio de la historia romana travs de los grandes historiadores, de Fito Lisio a Tcito, siempre ha sido una de las fuentes principales del estudio ce la poltica que acompaa la formacin y crecimiento del Estado moderno. Tambin Montesquieu escribi stis Considerai'iune\ sabr las '.'ilusas de la grandeza v decadencia de los romanos [1734]. Rousseau dedica la ltima parte del C.ontrato social [1762] a un examen ce las magistraturas romanas, los comicios, el tribunado, la dictadura, la censura, no con el objeto de desfogar una fcil e intil erudicin sino fundamentalmente para mostrar su perenne vitalidad. No podra explicar esta continua reflexin sobre la historia antigua y las instituciones de los antiguos si en un cierto momento del desarrollo histrico se hubiese dado una fractura tal que hubiese dado origen a un tipo de organizacin social y poltica incomparable con las del pasado, tan incomparable que l solo mereciera el nombre de "Estado". El mismo discurso se puede hacer y se ha hecho para el largo periodo de historia que va de la cada del imperio romano al nacimiento de los grandes estados territoriales, y para el cual se ha presentado con inters particular la cuestin de la continuidad, tanto al inicio, es decir, en referencia a la sociedad, y a las instituciones econmicas y sociales del bajo

imperio, con dos preguntas diferentes: "el bajo imperio va contiene algunos elementos del medievo o bien el alto medievo conserva residuos de la Antigedad clsica?; como al final, en el proceso de siempre mayor concentracin del poder que da origen a la realidad y a la idea de Estado que sobreviven hasta hov. Una vez ms. nada muestra con mayor claridad la relatividad de la nocin de continuidad histrica que la disputa sobre la larga poca de transicin v de supuesta decadencia (la "barbarie que regresa" de Vico) que habra sido el medievo: continuidad respecto a qu cosa? En referencia a las instituciones polticas como la organizacin del poder central o con respecto a las instituciones econmicas corno la gran propiedad territorial y el modo de tenencia de la tierra?; -hay continuidad entre las ciudades romanas y las medievales, entre los collegia ('colegios) y las corporaciones? Sobre todo, por lo que hace a la organizacin poltica, se puede hablar propiamente ce Estado, que implica la idea ce la unidad del poder en un determinado territorio, en una sociedad fraccionada y policntrica como la de los primeros siglos, en la poca de los reinos brbaros en los que las principales funciones que ahora se suelen atribuir al Estado y sirven para caracterizarlo son desempeadas por poderes perifricos, donde no hay distincin ni abajo ni arriba entre el poder propiamente poltico y el poder econmico, donde las relaciones de derecho pblico estn reguladas por institutos tpicos del derecho privado como el contrato, que es una relacin de do ut des (doy y das), donde predominan las relaciones personales sobre las territoriales, de acuerdo con la conocida distincin entre el Personen Verbandstaat v elinstitutioneller Flchenstaat?; dnde

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disminuye y se diluye la idea abstracta de Estado tan bien designada por el trmino latino res publica y el Estado cada vez ms es identificado en el poder personal de un hombre investido por deseo divino del mando sobre otros hombres? As y todo, tambin en el alto medievo no decae la idea del regnum y del imperium, o sea, de un poder que es el nico autorizado para ejercer en ltima instancia la fuerza, porque tiene como fin supremo de su preeminencia el mantenimiento de la paz y el ejercicio de la justicia (rex a recle regendo): dos funciones que no pueden ser realizadas ms que por quien posee un poder coactivo superior y legitimo, y precisamente porque es de esta manera, como observ Marc Bloch, ha conservado durante siglos un vigor que sobrepas el sistema de la sociedad feudal, y se volvi uno ce los principios bsicos del estudio del Estado que llega hasta nuestros das. As y todo, es precisamente durante el medievo cuando los juristas elaboran la concepcin jurdica del Estado que no era desconocida para la teora poltica romana (recurdese el Coetus multitudinis inris consensu de Cicern), pero que solamente a travs de la elaboracin de los primeros comentadores del Corpus inris llega intacta casi hasta hoy, la relacin entre lex y rex (ley y rey), la teora de la soberana como independencia (superioremnonrecognoscens) y por tanto como poder de dictar leyes sin autorizacin (la ciudad dbi princeps que reproduce el sentido del avTOXparr)? griego), y que mediante las diferentes interpretaciones de la lex regia de imperio, pone en discusin el problema del fundamento del poder. Pertenece a los estudios medievales y atraviesa toda esa poca uno de los temas ms constantes de la teora poltica, la distincin entre rey y tirano, que a fin de cuentas

es el problema del buen gobierno. ste es uno de los temas principales del Polycraticus, de John of Salisbury (siglo xn), y luego de uno de los ms conocidos tratados de Bartolo da Sassoferrato (Tractatus de regimine civitatis y de Coluccio Salutati (De tyranno finales del siglo xiv) con el cual se llega a los umbrales de la poca moderna. En fin, a travs del debate sobre el fundamento del poder puesto en trminos jurdicos nace la idea del contrato social y del contrato de sujecin, destinada a inspirar las doctrinas contractualistas que tanta parte tuvieron en el debate sobre el origen y fundamento del Estado en la poca moderna; doctrinas que el siglo xix rechaz pero que hoy se han vuelto de nuevo de gran actualidad porque son tiles para explicar la funcin mediadora de los grandes conflictos sociales, propia del Estado contemporneo, ms que las teoras orgnicas del Estado en nombre de las cuales el contractualismo fue abandonado.Cundo naci el Estado1?

Por lo dems, incluso quien considera que el concepto de Estado y la correspondiente teora deban ser tan amplios que abarquen ordenamientos diferentes del Estado moderno y anteriores a l, y en consecuencia no tienen ninguna dificultad en disociar el origen del nombre del origen de la cosa, no puede dejar de plantearse el problema de si el Estado existi siempre o si es un fenmeno histrico que aparece en un cierto momento de la evolucin de la humanidad. Una tesis recorre con extraordinaria continuidad toda-la historia del pensamiento poltico: el Estado, entendido como ordenamiento

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poltico de una comunidad, nace de la disolucin de la comunidad primitiva basada en vnculos de parentesco y de la formacin de comunidades ms amplias derivadas de la unin de muchos grupos familiares por razones de sobrevivencia interna (la sustentacin) y externa (la defensa). Mientras para algunos historiadores contemporneos, como hemos dicho, el nacimiento del Estado seala el inicio de la poca moderna, de acuerdo con esta ms antigua \ comn interpretacin el nacimiento del Estado representa el paso de la poca primitiva, dividida en salvaje y brbara, a la poca civil, donde "civil" significa al mismo tiempo "ciudadano" y "civili/ado" (Adam Ferguson). En toda la tradicin iusnaturalista el estado de naturaleza que es anterior al estado civil es representado indiferentemente como una condicin de aislamiento puramente hipottica o como la situacin en la cual habran vivido los pueblos primitivos y viven hasta hoy los salvajes; en ambos casos, como la condicin en la que los hombres viven cuando todava no ha surgido el Estado llamado no por casualidad, en anttesis al estado de naturaleza, sacelas civils (civil, precisamente, como no natural y al mismo tiempo como no salvaje). Para Vico la primera forma de Estado en sentido estricto est precedida por el estado ferino (asocial) y por el estado de las familias, que es un estado social, pero todava no es propiamente poltico, y nace cuando despus de la revuelta de los "sirvientes" los jefes de familia se ven obligados a unirse y a dar vida a la primera forma de Estado, la repblica aristocrtica. Una conocida variante de esta tesis es la ce los primeros antroplogos, como Charles Morgan, adoptada y divulgada por Engels que la trasplant a la teora marxista del Estado como instrumento de

dominio de clase. Tambin para Engels el Estado nace de la disolucin de una sociedad gentilicia basada en relaciones familiares, y el nacimiento del Estado seala el paso ce la barbarie a la civilizacin (donde el trmino civilizacin es usado roussonianamente con una connotacin negativa). En contraste con todas las interpretaciones anteriores sobre el origen del Estado y !a misma teora de Morgan. Engels se distingue por la interpretacin exclusivamente econmica que da de este acontecimiento extraordinario cual es la formacin del Estado. Se i rata de una interpretacin que recuerda la reconstruccin fantstica de Rousseau que hace surgir \'d suciedad dril de quien por primera vez cerc un terreno y dijo "esto es mo", es decir, de la institucin de la propiedad privada. Para Engels en la comunidad primitiva, sea ella lagnns de los romanos o las tribus de los iroqueses, rige el rgimen de la propiedad colectiva. Con el nacimiento de la propiedad privada nace la divisin del trabajo, con la divisin del trabajo la sociedad se divide en clases, en la clase de los propietarios y en la clase de los desposedos, con la divisin de clases nace el poder poltico, el Estado cuya funcin esencialmente es la de mantener el dominio de una clase sobre otra incluso recurriendo ala fuerza y por tanto de impedir que la sociedad dividida en clases se transforme en un estado de anarqua permanente. De acuerdo con esta tradicin de pensamiento el problema del surgimiento del Estado en las sociedades primitivas es uno de los grandes temas de debate de la antropologa cultural: las sociedades primitivas conocieron y conocen ordenamientos de , convivencia que pueden llamarse estados o deben considerarse "sociedades sin Estado", o como ha

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sido dicho con intenciones polmicas, "sociedad contra el Estado" (lastres)? Este debate en gran parte es nominalista en cuanto est condicionado por la variedad de sentidos del trmino "Estado"; una alternativa aparente es la que toman cada vez con ms frecuencia los antroplogos que evitan hablar de Estado, trmino demasiado comprometido . debido al uso que se hace de l para designar al Estado moderno, y hablan ms bien de organizacin poltica o de sistema poltico (vase al respecto la obra fundamental en este campo de EvansPritchard y Fortes [1940]). Digo que es una alternativa aparente porque no resuelve la obligacin de delimitar y definir el concepto de poltica que es igualmente ambiguo que el de Estado, aunque ofrezca la ventaja de tener tradicional y convencionalmente una extensin mayor (la TroXi? griega puede no entrar en la definicin de Estado, pero no sera posible dejarla fuera de la definicin de ordenamiento poltico). La preferencia por alguna de las dos afirmaciones siguientes: hay sociedades primitivas sin Estado en cuanto no tienen una organizacin poltica o bien hay sociedades primitivas que aunque no son estados tienen una organizacin poltica, dependen de una convencin inicial sobre el significado de trminos como "poltica" y "Estado". Una vez ms lo que importa es el anlisis de las semejanzas y diferencias entre las diversas formas de organizacin social, cmo se pasa de una a otra, cundo se llega a una formacin que presenta tales caracteres diferenciales en referencia a la anterior que lleva a atribuirle un nombre diferente o una especificacin diferente del mismo nombre. Por ejemplo, cuando un estudioso distingue tres tipos de sociedades sin Estado a las que llama "sociedad

con gobierno mnimo", "con gobierno difuso" y "con gobierno en expansin", no excluye que estas sociedades puedan ser consideradas sociedades polticas, como el uso del trmino gwemment deja entender (La iMair). Al llegar a este punto el problema se traslada a otro lugar: existen sociedades primitivas que ni siquiera sean organizaciones polticas en el sentido ms amplio de la palabra? Para dar otro ejemplo, quien distingue sociedades acfalas de aquellas que tienen un jefe considera sociedades no polticas a las primeras porque introducen como criterio distintivo una cierta concentracin de poder y la necesidad de un gua en el vrtice; si en cambio el Estado en un primer momento es identificado con la organizacin de un poder concentrado, pero luego se introduce otra distincin entre poder coactivo, el cual utiliza la fuerza para hacerse valer, y poder de las palabras, poder del gesto, de los smbolos, es posible sostener que solamente son sociedades polticas las primeras.

3. EL ESTADO Y EL PODERTeoras del poder

Antes de la aparicin y del uso corriente del trmino "Estado" el problema de la distincin entre ordenamiento poltico y Estado ni siquiera se planteaba; pero la identificacin entre la esfera de la poltica y la esfera del Estado va mucho ms all de la aparicin del trmino "Estado". Desde laPoliticamethodice digesta de Johannes Althusius [1603] hasta la Poltica de Heinrich von Treitschke [1874-96], pasando por

ja.

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la Poltica m nuce de Croce [1925], el estudio de los temas del Estado contina apareciendo bajo el nombre de "poltica", derivado originalmente de aquella forma particular de ordenamiento poltico que es la -nrdXts. En estos ltimos aos los estudiosos de los fenmenos polticos han abandonado el trmino "Estado" para sustituirlo por uno ms comprensivo, "sistema poltico". Entre otras ventajas que ofrece esta expresin se encuentra la de tener un significado axiolgicamente ms neutral que el trmino "Estado", el cual resiente por un lado la divinizacin, y por otro la satanizacin, que ha sido hecha, respectivamente por los conservadores y por los revolucionarios, de los ordenamientos con gran concentracin de poder que desde Maquiavelo han sido llamados as cada vez con ms frecuencia. Lo que el "Estado" y la "poltica" tienen en comn (y es la razn de su intercambiabilidad) es la referencia al fenmeno clel poder. Del griego xP [en trances droit, en latn Irgtimus] que se ejerce. . ." f 1576, trad. it., p. 159]. El mismo Hobbes afirma que por la seguridad de los subditos, que es el fin superior del Estado, y en consecuencia de las instituciones del poder poltico, es necesario que alguien, no importa si sea una persona fsica o una asamblea, "detente legtimamente en el Estado el poder supremo" [1642, trad. it., p. 165]. Por lo dems, precisamente con base en esta atribucin de un carcter tico o jurdico, durante siglos se ha hecho la distincin entre poder poltico bueno y poder poltico malo, entre rey y tirano (cuando "tirana" no sea tomada en la acepcin de mal gobierno, como en la Antigedad clsica, sino de usurpacin del poder); es sta una distincin que implica consecuencias importantes con respecto al problema de la obligacin poltica, de suerte que el mismo Hobbes, terico de la obediencia absoluta, afirma que el usurpador, es decir, el prncipe ilegtimo, debe ser tratado como un enemigo. La consideracin recurrente segn la cual el poder supremo, que es el poder polco, deba tener ; una justificacin tica (o lo que es lo mismo, un fundamento jurdico) ha dado lugar a la variada

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formulacin de principios de legitimidad, o sea, de las diversas maneras bajo las cuales se ha buscado dar una razn, eri referencia a quien detenta el poder, de mandar, y a quien lo sufre, de obedecer; lo que Gaetano Mosca llam con una expresin afortunada la "frmula poltica", explicando que,en tudas las sociedades discretamente numerosas y llegadas a un cierto grado de cultura hasta ahora ha sucedido, que la clase poltica no justifica exclusivamente su poder n i c a m e n t e con la posesin de hecho, sino que busca darle una base moral y legal, hacindolo emanar como consecuencia necesaria de doctrinas y creencias generalmente reconocidas y aceptadas en la sociedad que esa clase poltica dirige f!8 l J6, ed. 1923, p. 108}.

Mosca reconoca exclusivamente dos frmulas polticas, la que hace derivar el poder de la autoridad de Dios y la que lo hace derivar de la autoridad del pueblo. Aunque las consideraba como meras cciones pensaba que correspondan a una necesidad real, a la necesidad de gobernar y de sentirse gobernados "no solamente con base en la fuerza material e intectual, sino tambin con base en un principio moral" [ibid., p. 110].Los diversos principios de legitimidad

En realidad los principios de legitimidad adoptados a lo largo de la historia no son nicamente los dos indicados por Mosca. Sin ser exhaustivos podemos indicar por lo menos seis, que se reclaman en parejas antitticas a tres grandes principios unificantes: la Voluntad, la Naturaleza y la Historia. Los dos

principios de legitimidad que se reclaman a una voluntad superior son los recordados por Mosca: los gobernantes reciben su poder de la voluntad de Dios o de la voluntad del pueblo. La frmula clsica de este tipo de legitimacin es la hobbesiana: "No es la razn, sino la autoridad la que hace la ley." Pero, cul es la fuente ltima de la autoridad? En una concepcin descendente del poder (concibiendo la estructura de poder como una pirmide el poder baja del vrtice a la base) la autoridad ltima es la voluntad de Dios; en una concepcin ascendente (de acuerdo con la cual el poder sube de la base al vrtice), la autoridad ltima es la voluntad del pueblo. Ficcin por ficcin los dos principios, por antitticos que puedan ser, en algunas doctrinas se refuerzan entre si: voxpopuli vox Dei (la voz del pueblo es la voz de Dios). A las doctrinas voluntaristas siempre se opusieron las doctrinas naturalistas que dieron origen a las diversas formas de derecho natural. Tambin stas se presentan en dos versiones aparentemente antitticas: la naturaleza como fuerza originaria X^TO?, de acuerdo con la preponderante concepcin clsica del poder, y la naturaleza como orden racional por lo que la ley natural se identifica con la ley de la razn de acuerdo con la preponderante interpretacin del iusnaturalismo moderno. Apelar a la naturaleza para fundar el poder significa, en la primera versin, que el derecho de mandar de unos y el deber de obedecer de otros deriva del hecho ineluctable que hay naturalmente, y por tanto independientemente de la voluntad humana; fuertes y dbiles, sapientes e ignorantes, o sea, individuos y tambin pueblos enteros : aptos para mandar e individuos y pueblos capaces de obedecer; en cambio apelar a la naturaleza como

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orden racional significa fundar el poder en la capacidad del soberano de identificar y aplicar las leyes naturales que son las leyes de la razn. Para Locke, el principal deber del gobierno es el de hacer posible, mediante el ejercicio del poder coactivo, la observancia de las leyes naturales para el respeto de las cuales no habra necesidad de algn gobierno si todos los hombres fueran seres racionales. En cuanto los hombres no son racionales, Locke necesita del consenso para fundar el Estado, pero el consenso mismo, esto es, el acuerdo necesario para salir del estado de naturaleza e instituir el gobierno civil, es. con todo, un acto racional. No hav necesidad del consenso solamente all donde el prncipe misino que gobierna es racional de conformidad con las leves naturales que le revelan los iniciados; al llegar a este punto el gobierno de la naturaleza, la fisiocracia, sustituye completamente al gobierno de los hombres. Tambin el apelo a la Historia tiene dos dimensiones segn si la historia de cuya autoridad se busca derivar la legitimacin del poder sea la pasada o la futura. El reclamo a la historia pasada instituye como principio de legitimacin la fuerza de la tradicin y en consecuencia est en la base de las teoras tradicionalistas del poder de acuerdo con las cuales el soberano legtimo es quien ejerce el poder desde tiempos inmemoriales. El poder de mandar tambin se puede adquirir, con base en un principio general de derecho, apoyado en el uso que se trasmite en el tiempo, como se adquiere la propiedad o cualquier otro derecho. En sus Reflexiones sobre la revolucin francesa [1790], Edmund Burke enunci la teora de la prescripcin histrica que justifica el poder de los reyes (de donde no por casualidad nacen las pretensiones legitimistasde los

soberanos despotestados) contra los intentos subversivos de los revolucionarios. Mientras la referencia a la historia pasada constituye un tpico criterio para la legitimacin del poder constituido, la referencia a la historia futura es uno de los criterios para la legitimacin del poder por constituirse. El nuevo ordenamiento que el revolucionario tiende a imponer desarticulando al viejo puede ser justificado en cuanto se le represente como una nueva etapa en el curso histrico, una etapa necesaria, inevitable, y mas avan/ada axiolgicamente, en referencia a la anterior. Un ordenamiento que no existe todava, que est en cierne, no puede encontrar su fuente de legitimacin ms que pvst factum. El conservado" tiene una concepcin esttica de la historia: est bien lo ([ue dura. El revolucionario, una concepcin dinmica: est bien lo que cambia en correspondencia con el movimiento, predeterminado y finalmente comprendido, del progreso histrico. Ambos pretenden estar en la historia (representan dos posiciones histricas); pero el primero considera que la respeta aceptndola, el segundo anticipndola (e incluso estimulndola). El debate sobre los criterios de legitimidad no solamente tiene un valor doctrinario; el problema de la legitimidad est ntimamente vinculado al de la obligacin poltica con base en el principio de que la obediencia se debe solamente al mandato del poder legtimo. Donde termina la obligacin de obedecer a las leyes (la obediencia puede ser activa o solamente pasiva) comienza el derecho de resistencia (que a su vez puede ser solamente pasiva o activa). El juicio sobre los lmites de la obediencia y la validez de la . resistencia depende del criterio de legitimidad que se asuma. Un poder que con base en un criterio es

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afirmado como legtimo, con base en otro puede ser considerado ilegtimo. De los seis criterios enlistados algunos son ms favorables al mantenimiento del statu quo, es decir, estn ex parte principis, otros son ms favorables al cambio, o sea, estn ex parte popul. De una parte, el principio teocrtico, el apelo ala naturaleza como fuerza originaria, la tradicin; ce otro, el principio democrtico del consenso, el apelo a la naturaleza ideal, el progreso histrico. Quien contmplelos movimientos de resistencia, en el sentido ms amplio de la palabra, del mundo actual, no tardar en darse cuenta de la persistencia de estos criterios: contra un gobierno desptico, contra una potencia colonial o imperialista, contra un sistema econmico o poltico considerado injusto y opresivo, el derecho de resistencia o de revolucin es justificado: mediante el reclamo a la voluntad general conculcada, y por lconsiguiente a la necesio / o dad de un nuevo contrato social; a travs del derecho natural a la autodeterminacin que vale no slo para los individuos sino tambin para los pueblos; mediante la necesidad de remodelar lo que est condenado por la historia y de meterse en el cauce del devenir histrico que se mueve inexorablemente hacia nuevas y ms justas formas de sociedad. Legitimidad y efectividad Con el advenimiento del positivismo jurdico el problema de la legitimidad cambi completamente. Mientras de acuerdo con todas las teoras anteriores el poder debe estar apoyado por alguna justificacin tica para poder durar, y en consecuencia la legitimidad es necesaria para la efectividad, con las

teoras positivistas se abre paso la tesis de que slo el poder efectivo es legtimo: efectivo en el sentido del principio de efectividad del derecho internacional, segn el cual, con las palabras de Kelsenque ha sido uno de sus ms respetables partidarios, una autoridad de hecho constituida es el gobierno legtimo, el ordenamiento coercitivo puesto en practica por tal gobierno es un ordenamiento jurdico, y la comunidad constituida por ese ordenamiento es un Estado en el sentido del derecho internacional, en cuanto este ordenamiento es en conjunto eficaz [ 1945, tracl. it., p. 123}. Desde este punto de vista la legitimidad es un puro y simple estado de hecho. Lo que no quita que un ordenamiento jurdico legtimo en cuanto eficaz y reconocido como tal por el ordenamiento internacional pueda ser sometido a juicios axiolgicos de legitimidad, que pueden llevar a una gradual, ms o menos rpida, inobservancia de las normas del ordenamiento, y por tanto a un proceso de deslegitimacin del sistema. Sin embargo, permanece el hecho de que con base en el principio de efectividad un ordenamiento contina siendo legtimo hasta que la ineficacia ha llegado a tal punto que hace probable o previsible la eficacia de un ordenamiento alternativo. En el mbito del positivismo jurdico, es decir, de una concepcin en la que se considera derecho solamente al que est puesto por las autoridades delegadas para ello por el mismo ordenamiento y hecho eficaz por otras autoridades previstas por el propio ordenamiento, el tema de la legitimidad ha tomado otra orientacin, ya no la de los criterios axiolgicos, sino la de las razones de la eficacia de la que deriva la

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legitimidad. Bajo esta orientacin se presenta la famosa teora weberiana de las tres formas de poder legtimo. Weber no se plante el problema de enlistar las diversas maneras con las cuales toda clase poltica ha buscado en tocio tiempo justificar su poder, sino de ubicar y describir las formas histricas ce poder legtimo, una vez definido el poder legtimo (Hi'rrschaft), diferente ce la mera fuerza (Macht), como el poder que logra determinar el comportamiento de los miembros de un grupo social i-miiiendo mandatos que son obedecidos habiuialmoite en cuanto su contenido es tomado como mxima de la conducta. Los tres tipos puros o ideales ce podv:r legtimo son, de acuerdo con Weber, el poder adicional, el poder legal-racional y el poder carismaiico. Describiendo estos tres tipos de poder legitimo Weber no pretende presentar frmulas polticas en el sentido mosquiano de la palabra, sino intenta comprender cules son las diferentes razones por las que se forma en una determinada sociedad esa relacin estable y continua de mandatoobediencia que distingue al poder poltico. Los tres tipos de poder representan tres tipos diferentes de motivacin: en el poder tradicional el motivo de la obediencia (o lo que es lo mismo, la razn por la que el mandato tiene xito) es la creencia en la sacralidad de la persona del soberano, sacralidad que deriva de la fuerza de lo que dura, de lo que siempre ha sido y, en cuanto siempre ha sido, no hay razn para cambiarlo; en el poder racional, el motivo de la obediencia deriva de la creencia en la racionalidad del comportamiento conforme a las leyes, esto es, a normas generales y abstractas que instituyen una relacin impersonal entre gobernante y gobernado; en el poder carismtico, por la creencia en las dotes

extraordinarias del jefe. En otras palabras: con la teora de los tres tipos de poder legtimo Weber quiso mostrar cules han sido hasta ahora en la historia los fundamentos reales, no los presuntos o declarados, del poder poltico. Lo que no excluye que pueda existir una relacin entre ellos. Tanto la tradicin como la racionalidad del poder son por un lado un motivo de obediencia as como un principio de legitimacin y es difcil establecer dnele termina tino y comienza otro. En esta perspectiva, que no contempla los criterios axiolgicos sino el proceso real de legitimacin (y de deslegitimacin) en un determinado contexto histrico, se ubica el reciente debate sobre la teora de Ni Idas Luhmann, de acuerdo con el cual, en las sociedades complejas que han concluido el proceso de positivizacin del derecho la legitimidad no es el efecto de la referencia a valores, sino es producto de la aplicacin de ciertos procedimientos (Legitimitt durch Verfahreri) establecidos para producir decisiones vinculantes, como las elecciones polticas y los procedimientos legislativo y judicial. All donde los mismos sujetos participan en el procedimiento, si bien dentro de los lmites de las reglas establecidas, la legitimidad es representada como una prestacin del mismo sistema [1972, tiad. it., p. 263]. 5. ESTADO Y DERECHOLos elementos constitutivos del Estado

Al lado del problema del fundamento del poder, la doctrina clsica del Estado siempre se ha ocupado

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del problema de los limites del poder, que generalmente es planteado dentro de las relaciones entre el derecho y el poder (o derecho y Estado). Desde que losjuristas se aduearon del problema del Estado, ste es definido mediante los tres elementos constitutivos del pueblo, del territorio y de la soberana (concepto jurdico por excelencia, elaborado por los juristas y aceptado umversalmente por los escritores de derecho pblico). Para citar una definicin conocida y respetada, el Estado es "un ordenamiento jurdico para los fines generales que ejerce' el poder soberano en un territorio determinado, al que estn subordinados necesariamente los sujetos que pertenecen a l" [Mortati, 1969, p. 23}. En la reduccin rigurosa que Kelsen hace del Estado a ordenamiento jurdico, el poder soberano se vuelve el poder de crear y aplicar el derecho (o sea normas vinculantes) en un territorio y hacia un pueblo, poder que recibe su validez de la norma fundamental y de la capacidad de hacerse valer recurriendo en ltima instancia a la fuerza, y en consecuencia por el hecho de ser no solamente legtimo sino tambin eficaz (legitimidad y eficacia se reclaman mutuamente). El territorio se convierte en el lmite de validez espacial del derecho del Estado, en el sentido de que las normas jurdicas emanadas del poder soberano nicamente valen dentro de determinados confines. El pueblo se vuelve el lmite de validez personal del derecho del Estado, en cuanto las mismas normas jurdicas solamente valen, salvo casos excepcionales, para determinados sujetos que de tal manera constituyen los ciudadanos del Estado. Definiciones de este tipo prescinden completamente del fin o de los fines del Estado. Para Weber

no es posible definir un grupo poltico -y tampoco aiEstado- indicando el objetivo de su accin de grupo. No hay ningn objetivo que grupos polticos no se hayan propuesto en alguna ocasin desde el esfuerzo por proveer a la sustentacin hasta la proteccin del arte; y n hay nada que no hayan perseguido, desde la garanta de la seguridad personal hasta la determinacin del derecho. [1908-20, trad. it. i, pp. 53-54].

Con la terminologa de Kelsen, el Estado en cuanto ordenamiento coactivo es una tcnica de organizacin social: en cuanto tal, es decir, en cuanto tcnica, o conjunto de medios para lograr un objetivo, puede ser empleado para los objetivos ms diversos. Una definicin de este tipo puede ser corroborada por un fragmento famoso del Espritu de las Leyes, en el que Montesquieu, all donde quiere exaltar a la nacin cuya constitucin tiene como objetivo la libertad poltica (Inglaterra), agrega: "Aunque todos los estados en general tengan el mismo fin, que es el de conservarse, cada uno tiende a desear un objetivo particular", en consecuencia presenta algunos ejemplos curiosos: "El engrandecimiento era el fin de Roma; la guerra, el de los espartanos; la religin, el de las leyes hebreas; el comercio, de los marselleses, etctera" [1748, trad. it.,i,p.274}. La definicin formal y la concepcin instrumental del Estado se apoyan mutuamente. Desde el punto de vista de una definicin formal e instrumental la condicin necesaria y suficiente para que exista un Estado es que en un territorio determinado haya un poder capaz de tomar decisiones y emitir los mandatos correspondientes, obligatorios para todos los que habitan en ese territorio, y obedecidos efectivamente por la gran mayora de

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los destinatarios en la mayor parte de los casos en los que se requiere la obediencia; cualesquiera que sean las decisiones. Lo que no quiere decir que el poder estatal no tenga lmites. Justamente Kelsen, adems de los lmites de validez espacial y personal que redefinen en trminos jurdicos los dos elementos constitutivos del territorio y del pueblo, toma en consideracin otras dos especies de lmites: los lmites de validez temporal por los que cualquier norma tiene una validez limitada en el tiempo que corre entre el momento de la emancipacin, salvo que se le atribuya efecto retroactivo, y el momento de la abrogacin, v el lmite ce validez material en cuanto existen: a) materias que de hecho no pueden ser sometidas, objetivamente, a alguna reglamentacin, de donde proviene el viejo dicho de que el parlamento ingls puede hacer todo excepto transformar al hombre en mujer (un ejemplo, en honor a la verdad, hoy no muy apropiado), o la afirmacin de Spinoza [1670, cap. iv] de que aun el soberano que tenga el derecho de hacer todo lo que quiera no ene el poder de hacer que una mesa coma pasto; b) materias que pueden ser hechas indisponibles por el propio ordenamiento, como sucede en todos los ordenamientos en los que est garantizada la proteccin de algunos espacios de libertad, representados por los derechos civiles, en los que el poder estatal no puede intervenir, y una norma, aunque fuese vlida, que los violase puede ser considerada ilegtima por un procedimiento previsto por la misma Constitucin.El gobierno de las leyes

pregunta: "Es mejor el gobierno de las leyes o el gobierno de los hombres?" Platn, distinguiendo el buen gobierno del mal gobierno, dice:Veo pronto la destruccin en el Estado. . . donde la ley es subdita y no tiene autoridad; en cambio donde la ley es patrona de los magistrados y stos son sus siervos yo veo la salvacin y toda clase de bienes que los dioses dan a los Estados [Leyes, 715 d].

Desde la Antigedad, el problema de la relacin entre el derecho y el poder fue planteado con esta

Aristteles, al iniciar el discurso sobre las diversas constituciones monrquicas, se plantea el problema de si sea "ms conveniente ser gobernados por el mejor hombre o por las mejores leyes" [128oYz, 9]. En favor de la segunda opcin enunci una mxima destinada a tener una larga duracin: "La ley no tiene pasiones que necesariamente se encuentran en cualquier alma humana" [Ibid., 20], La supremaca de la ley con respecto al juicio casustico del gobernante (el gubernator platnico, que salva a los compaeros en los peores momentos, "no redacta leyes escritas, sino que proporciona como ley su arte" [Poltica, 297a}) reside en su generalidad y en su constancia, en no estar sometida a lo variable de las pasiones; este contraste entre las pasiones de los hombres y lo desapasionado de las leyes llevar al roVos igualmente clsico de la identificacin de las leyes con la voz de la razn. Uno de los puntos fundamentales de la doctrina poltica medieval es la subordinacin del prncipe a la ley de acuerdo con el principio enunciado a manera de aforismo por Bracton: "Rex non debet esse sub nomine, sed sub Deo et sub lege, quia lex facit regem" [El rey no debe estar subordinado a ningn hombre, sino a Dios y a la ley, ya que es la ley la que hace al rey]. [De legibus et

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Consuetudinibus Angliae {, 8,5] En la tradicin jurdica inglesa el principio de la subordinacin del rey a la ley conduce a la doctrina de la rule of law, o gobierno de las leyes, que es el fundamento del Estado de derecho entendido, en su acepcin ms restringida, como el Estado cuyos poderes son ejercidos en el mbito de leyes prestablecidas. Para Santo Toms el rgimen politicum (rgimen poltico) se distingue del rgimen regale (rgimen real) por el hecho de que mientras este ltimo est caracterizado por l'dpleara potestas (potestad plena) del gobernante, el primero tiene lugar "quando ule qui praeest habet potestatem coarctatam secundum aliquas leges civitatis" [cuando quien est a la cabeza del Estado tiene limitado su poder con base en algunas leyes de la ciudad]. [In ocio libros Politicorum Aristotelis expositio, i, 13}. Naturalmente una respuesta de este tipo produce un cuestionamiento de fondo: ya que las leyes generalmente son puestas por quien detenta el poder, de dnde vienen las leyes a las que debera obedecer el propio gobernante? Las respuestas dadas por los antiguos a esta pregunta abrieron dos caminos. El primero: por encima de las leyes puestas por los gobernantes hay otras leyes que no dependen de la voluntad de los gobernantes, y son las leyes naturales, derivadas de la propia naturaleza del hombre que vive en sociedad; o bien, las leyes cuya fuerza obligatoria proviene del estar arraigadas en lo que es la tradicin. Una y otras son leyes "no escritas" o "leyes comunes", como aquellas a las que obedeci Antgona violando el mandato del tirano, o aquellas alas que obedeci Scrates que rechaz huir de la prisin para salvarse del castigo. El segundo: al inicio

de un buen ordenamiento de leyes hubo un hombre sabio, el gran legislador, que dio a su pueblo una constitucin a la que los futuros regidores se debern apegar escrupulosamente. Esta idea del buen legislador que cronolgica y axiolgicamente es anterior a los regidores est ejemplarmente representada por la leyenda de Licurgo que, ordenado el Estado, anunci al pueblo reunido en asamblea que le era necesario alejarse de Esparta para consultar al orculo y recomend que no se cambiara nada de las leyes que estableci l hasta que no regresara, y jams regres. Tanto uno como otro camino han sido recorridos alo largo de la historia del pensamiento poltico: los regidores que si bien son los artfices de las leyes positivas estn obligados a respetar as leyes superiores a las leyes positivas, como las leyes naturales, que en la tradicin del pensamiento medieval son las leyes de Dios ("Jus naturale est quod in lege et Evangelio continetur" Decretum Gratiam [1,1, en Migne, Patrologa latina, CLXXXVII, col. 20]), o las leyes del pas, \a.Common law, de losjuristas ingleses, que es considerada una ley de la razn, a la que los propios soberanos estn sometidos. Cuando la idea del derecho natural se extenu, Rousseau retom el mito del gran legislador, del "hombre extraordinario", cuya iuncin es excepcional porque "no tiene nada de comn con la autoridad humana" y debe establecer las condiciones de un sabio y durable dominio [1762, trad. it., p. 57}. Las primeras constituciones escritas, as la norteamericana como la francesa, nacieron bajo la insignia de la misin extraordinaria de quien instaura con un nuevo cuerpo de leyes el reino de la razn interpretando las leyes de la naturaleza y transformndolas en leyes

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positivas con una constitucin que brot de un solo gesto de la mente de los sabios.Los lmites internos

Esta idea recurrente del gobierno de las leyes como superior al gobierno de los hombres puede parecer contraria al principio de acuerdo con el cual e\ princeps es li'gilms sulutus. Tal principio, derivado ce un fragmento de Ulpiano [Digesto, i, 3, 31], inspir y gui la conducta de los soberanos en las monarquas absolutas del continente europeo. F.l principio no quiere decir -como por motivos polmicos de parte de los escritores liberales posteriores, o por error, se ha credo-, que el poder del prncipe no tenga lmites; las leyes a las que se refiere el principio son las leyes positivas, es decir, las leyes puestas por la propia voluntad del soberano, quien no est sometido a las leyes que l establece porque nadie puede dar leyes a s mismo. Esto de ninguna manera excluye que est sometido, en cuanto hombre, como todos los hombres, a las leyes naturales y divinas. Bodin seala: "Por lo que hace. . . a las leyes naturales y divinas, todos los prncipes del mundo estn sujetos a ellas, no est en su poder transgredirlas, si no quieren hacerse culpables de lesa majestad divina" [1576, trad. it., p. 361}. Incluso otros partidarios de la monarqua absoluta van ms all: el poder del prncipe no slo est limitado por las leyes naturales y divinas, sino tambin por las leyes fundamentales del reino, como por ejemplo las leyes que regulan la sucesin al trono, que son leyes trasmitidas, leyes consuetudinarias, y como tales positivas. El problema de las

leyes fundamentales y su fuerza obligatoria es un tema que aparece en todos los escritos de los juristas que se preocupan por fijar con normas claras y ciertas los lmites del poder del rey; son las normas de aquella constitucin no escrita que regula las relaciones entre gobernantes y gobernados. El rey (ue viola las leves naturales y divinas se vuelve un tirano ex parte extrcii; el rey que viola las normas fundamentales es un usurpador, o sea, un tirano ex ilt'j'ectu tituli. En Hn, hay un tercer lmite que ms que cualquier otro es til para distinguir la monarqua real de la monarqua desptica: el poder del rey no se extiende hasta invadir la esfera del derecho privado (que es considerado un derecho natural) salvo en casos de clara y justificada necesidad. En polmica con la doctrina de la comunidad de bienes propuesta por Platn, Bodin afirma que "no hay nada pblico all donde no hay nada privado" v "los estados han sido ordenados por Dios" con el objeto ce que el Estado cuide de lo que es pblico y de lo que a cada cual le corresponde en su propiedad privada" [ibid., p. 178]. De diferente naturaleza es la disputa entre los partidarios ce la monarqua absoluta, como Bodin y Hobbes, y los simpatizantes de la monarqua limitada, moderada, temperada o regulada, como los escritores ingleses que defienden la monarqua constitucional reclamndose al modelo ideal del gobierno mixto o los escritores franceses que apoyan la resistencia de los estamentos contra el proceso de concentracin y centralizacin de todo el poder estatal en las manos del rey, interpretando la monarqua francesa como gobierno mixto. Para unos y otros el poder del rey debe estar limitado no solamente por la existencia de leyes superiores que

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nadie pone en discusin, sino tambin por la existencia de centros de poder legmos como las rdenes o estados -el clero, la nobleza, las ciudades-con sus rganos colegiados que pretenden tener derecho de deliberar en determinadas materias como la imposicin fiscal. Se trata de un lmite que deriva de la misma composicin y organizacin de la sociedad y como tal, all donde los estamentos tuvieron xito como en Inglaterra, ms fuerte que el lmite puesto, pero no impuesto, por las leyes superiores. Por lo dems, tambin all donde la resistencia de las rdenes fue destruida, como en Francia, que representa el prototipo de los estados absolutistas, y en general ce los grandes estados (mientras el Estado estamental sobrevive principalmente en los pequeos estados alemanes), y el rey gobierna exclusivamente a travs de sus funcionarios y comisarios, el proceso de transformacin no se presenta en plenitud, y jams logra oscurecer la idea de la monarqua controlada por la presencia de los cuerpos intermedios, que Montesquieu, tomando en cuenta a Inglaterra, considera necesarios tambin para su propio pas. Si el respeto de las leyes superiores sirve para distinguir el reino de la tirana, la presencia de los cuerpos intermedios es til para distinguir la monarqua del despotismo. No hay partidario del absolutismo que no sepa distinguir claramente el poder monrquico del tirnico, de una parte, y del desptico, de otra. Una siguiente fase del proceso de limitacin jurdica del poder poltico es la que se afirma en la teora y prctica de la separacin de poderes. Mientras la lucha entre los estamentos y el prncipe se refiere al proceso de concentracin del poder del que nacieron los grandes estados territoriales modernos, la disputa entre la divisibilidad o indivisibilidad del

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poder se refiere al proceso paralelo de concentracin de las funciones tpicas que son competencia de quien detenta el poder supremo en un territorio determinado, el poder de hacer leyes, de hacerlas ejecutar y juzgar con base en ellas lo justo y lo injusto. Aunque los dos procesos corran paralelamente, deben ser distinguidos porque el primero tiene su mayor realizacin en la divisin del poder legislativo entre el rey y el parlamento, como sucedio primeramente en la historia constitucional inglesa; el segundo desemboca en la separacin y recproca independencia de los tres pod