Boff Leonardo - Teologia Del Cautiverio Y de La Liberacion

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    LEONARDO BOFF

    TEOLOGA DEL CAUTIVERIOY DE LA LIBERACIN

    EDICIONES PAULINAS

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    Ttulo original: Teologa do cativeiro e da libertago (5) by Leona rdo Boff, Petr polis - RJ 1975/ ( Ediciones Paulinas 1978 (Prota-sio Gmez, 15. Ma drid-2 7)/Tra ducci n de Alfonso Ortiz /Im presopo r Artes Grficas Carasa (Jos Bielsa, 20. Madrid - 26)/ISBN84-285-0673-6/Depsito legal: M. 43.691-1977/Printed in Spain.

    P R O LO G O A LA ED I C I N ES P A O LA

    La teologa de la liberacin y del cautiverio ha nacidoen un contexto de Tercer Mundo y en el seno de cristianos que se han dado cuenta del rgimen de dependenciay de opresin en que viven sus pueblos. Partiendo de uncompromiso liberador inspirado en su propia fe cristiana,intentaron una praxis concreta en sus iglesias y en la sociedad, que se reflej en una prctica terico-teolgica distinta de la tradicional y que tom el nombre de teologade la liberacin. El contacto de la fe con los problemassocioanalticos hizo descubrir a estos cristianos cam pos nuevos para la realizacin del mensaje cristiano y de la teologa. Especialmente para sta no se trata ya de seguirreflexionando sobre aquellos campos tericos definidoshasta ahora como teolgicos, como el tema de Dios, dela gracia, del pecado, de Jesucristo, de la Iglesia, etctera,sino de reconstituir y de rescatar el campo teolgico desde dentro de una temtica considerada profana, como loeconmico, lo poltico, lo ideolgico, la lucha de clases,etctera. Esta actividad ampli el horizonte de la teologa;la hizo histrica, c&mtextual y aplicada a las situaciones concretas en las que la fe se ejercita como praxis.A pesar de ser contexta! y por eso mismo relativay limitada, la teologa de la liberacin encierra una pre-

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    tensin de universalidad. Umversalmente, toda la teologa,para ser teologa verdadera que articule a nivel tericola presencia concreta de Dios y del Resucitado en las diversas situaciones humanas, tiene que ser contextual ehistrica. La presencia de Dios y del Resucitado es siempre un universal concreto. En consecuencia, tambin tieneque serlo la teologa. En cualquier rincn de la tierra lateologa tendr que meditar esta concrecin de Dios y delResucitado y las actitudes vitales que implica para los hombres. Es sta una tarea universal: debe ser siempre contextual. Si prescindiera de ello, correra el peligro de queese Dios en que cree reflexionar no pasara de ser la imagen del Dios proyectado por la ideolo&h^ktse-elas&^do-mmswte, pero no el Dios vivo y verdadero de Jesucristoy de Abraham, Isaac, Jacob y de todos los profetas.En los ltimos aos se ha notado un vivo inters enEspaa por la teologa de la liberacin. En ello ha influido ciertamente el hecho de que este tipo de teologa estsiendo escrito casi exclusivamente en espaol y en lospases hispnicos del continente americano, profundamente ligados con los pases ibricos. Espaa y Portugal fueron los primeros centros de los cuales nuestros pueblosfueron la periferia. En las reflexiones de la teologa desdela liberacin y desde el cautiverio este pasado est siempre presente, porque l se prolonga en sus estructurashasta la profundidad de nuestro ethos cultural. Espaa yPortugal constituyen los dialogantes permanentes de nuestra teologa.Estamos convencidos de que la teologa de la liberacin posee dentro de s un reto para la teologa hispnica en el sentido de una relectura crtica y proftica detodo el pasado colonizador, especialmente en su unidaddtsrltmno, proyecto de expmdtt/pK& yeto de misin. Porotra parte, puede significar un desafo a la teologa espaola, para que piense las nuevas formas de cautiverio yde opresin que se viven internamente en el pas y en6

    el contexto europeo, as como los caminos de liberacinen su lectura teolgica. Por fin, se puede esperar del pensamiento espaol, en su larga tradicin mstica, profticay teolgica, una profundizacin en el campo terico de-la teologa desde la liberacin y desde el cautiverio. Ent Amrica Latina ella posee un carcter de urgen cia, sin et^tiempo y los medios para una sistematizacin m s orde-nada, que es una exigencia interna de toda verdadera teo-': logia. Si alguien se ve cercado de cocodrilos, le es muydifcil acordarse de que su tarea era vaciar el lago. Lamutua fructificacin ser, innegablemente, un beneficiapara la Iglesia universal. Madrid, Navidad de 1977

    LEONARDO B f l P

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    I N TR O D U C C I N

    La dcada del 60 conoci la concepcin y el parto dela praxis y de la idea de liberacin. Lleg a su culmenen los documentos de Medelln de 1968. A partir de aquella fecha se hicieron sentir profundas reacciones por partede los mantenedores de la situacin vigente. La dcadade los 70 est siendo marcada en Amrica Latina, cunade la teologa de la liberacin, por el predominio de laideologa de seguridad nacional con unas consecuenciasque han alcanzado significativamente a los cuadros de laIglesia. No son pocos los que proclaman el aborto de loque se concibi en la dcada anterior. Cierto sentimientode desconfianza ha invadido a muchos grupos comprometidos. La institucin eclesial ha participado en el desconcierto general provocado por la implantacin de regmenes fuertes. No siempre se puede decir de ella que hayasabido alimentar las esperanzas de cuantos confiaban enella. Hay quienes constatan, a nivel de los altos escalones eclesisticos, un triste vaco proftico, tanto ms tristecuanto ms urgente. Muchos profetas han quedado diezmados ante los ojos de sus pastores. Sin embargo, la perspectiva de la liberacin no se ha pervertido. Se gan terreno en las bases y se impuso a la reflexin de la Iglesiauniversal que pens sobre ella en el snodo de obispos

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    de 1974, como una manera distinta de hacer teologa, deconsiderar el contenido de la revelacin y de la tradiciny de orientar la praxis pastoral. Conquist adems suverdadero contexto: el>-toeio. En una situacin general de cautividad es preciso pensar y trabajar de una forma liberadora. Queda poco lugar para la euforia de losaos 60, cuando era posible soar con un despliegue espectacular de liberacin popular.La teologa de la liberacin en rgimen de cautividadtiene tareas distintas de las que tiene en tiempos de gozopor las libertades conquistadas. Es preciso sembrar, preparar el terreno, mantener firme la esperanza, consolar alas vctimas, disminuir los dolores y luchar en favor delos derechos humanos violados. En este terreno la jerarqua de la Iglesia ha actuado de una manera carismticay muy evanglica. Ha sido y sigue siendo en muchos pases del continente latinoamericano la nica voz poderosade los que no tienen voz. Ha sabido soportar las difamaciones polticas con el espritu de las bienaventuranzas.En rgimen de cautividad la liberacin ha encontrado otro camino de concrecin muy distinto del que se articul hace unos aos en los ambientes universitarios oen los grupos concienciados por distintas ideologas promotoras del cambio social. Se ha encarnado en un nivelmuy popular, en medio de la gente secularmente aplastada u oprimida por los ms fuertes. Esta liberacin selleva a cabo con una inspiracin claramente evanglica;

    nace de la meditacin, de la puesta en comn y de laprctica de las palabras del Evangelio, de los ejemplosde Cristo y de los primeros cristianos. En las comunidades eclesiales de base, en los grupos de barrio, en losmovimientos obreros y de jvenes. Se intenta una liberacin muy humilde, pero efectiva, porque se cambian lasactitudes, la praxis de vida, las relaciones sociales y elproyecto fundamental de la sociedad y tambin de la Iglesia institucional.10

    Junto con esta liberacin en rgimen de cautiverioaparece un nuevo estilo de ser Iglesia. Se realiza una verdadera eclesiognesis, no explicitada todava teolgicamente , pero desde luego una Iglesia real que nace del pueblo.En este contexto de preocupaciones es como se ha escrito la teologa de estos doce captulos. El autor tieneconciencia de los lmites y lagunas de su intento. A nopocos lectores toda la primera parte les parecer muy exigente en trminos de reflexin. Esto tiene su razn de ser.Teologa de la liberacin y de la cautividad no es lo mismo que liberacin histrica. Nace ciertamente de una vidade fe y tiene que llevar a una praxis, pero iluminada y cualificada. Por eso tiene que plantearse adems la tarea dediscutir los presupuestos tanto de la liberacin-procesocomo de la teologa-reflejo. Tiene que darse cuenta de lasimplicaciones globales con el sentido histrico que establece el cautiverio como contrapartida al proceso de liberacin. El sistema capitalista, bajo cuya vigencia vivimosen el mundo occidental, engendrador de opresiones y queeventualmente se desdobla en represin, no constituyela realidad primera. Es ya el resultado de un sentido devivir y de relacionarse con la naturaleza y con los demshombres que se dio en nuestra historia occidental. Es preciso bajar al anlisis y a los mecanismos estructurales queall funcionan para tomar conciencia de las dimensionesreales de la cautividad y considerar las posibilidades deliberacin que se anuncian en la cautividad y a pesar deella. Es menester concebir la redencin de Cristo tambinen el marco concreto de la poca en que vivimos. Parapoder decir todo esto, el autor reconoce los lmites delpensamiento abstracto y su incapacidad para hacerlo msconcreto.Estas pginas no han nacido de la desesperacin, sinode una gran esperanza. Estamos ciertamente en el cautiverio y i?d : des tierr o. Pero este cautiverio y este destierro no son como los de Egipto o Babilonia, ya que

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    tenemos ante nuestros ojos de fe la liberacin de todoslos cautiverios y destierros por la resurreccin del Siervodoliente, de nuestro Hermano y Seor Jesucristo. La comunidad creyente y la teologa tienen que proclamar continuamente esta liberacin, sin la que no se justifica nila Iglesia ni la teologa. Si es verdad como dijo unode los grandes novelistas en los tiempos sombros de larepresin nazi que puede haber situaciones en las quehablar de rosas parece constituir un crimen, porque supone silenciar tantos errores, tambin es verdad que paralos cristianos, junto con el esfuerzo por transformar lavida, hay tambin lugar para la celebracin. Desde queel Hijo del hombre, ultrajado y crucificado, resucit deentre los muertos, se ha anticipado la liberacin definitiva y se ha mostrado ineludiblemente que la vida es msfuerte que la muerte y que la utopa es ms real que todos los realismos polticos y econmicos. Por eso la comunidad de fe puede celebrar y cantar, incluso en mediode los peligros y amenazas, como lo hizo el Seor conlos suyos en la ltima cena, antes de ser apresado, interrogado, torturado, condenado y crucificado.No carece totalmente de sentido el hecho de que elautor, sin previas intenciones, escribiera estas reflexionesal mismo tiempo que elaboraba en un lenguaje lrico-narrativo los Mnima Sacramentalia Los Sacramentos dela Vida y la Vida de los Sacramentos, donde intentacelebrar las manifestaciones histricas de la gracia liberadora en el mundo.En esta doble perspectiva de transformacin y liberacin le gustara al autor que se leyeran y comprendieranestas reflexiones.

    Petrpolis (Brasil) - Bogot (Colombia)Agosto de 1975

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    LA H ER M EN U TI C A D E LACONCIENCIA H I S T R I C A D E LA LIBERACIN

    I. LA APARICIN DE UNA NUEVA CONCIENCIA H ISTRICALa palabra liberacin se ha vuelto significativa no slopara la praxis poltica y para la reflexin teolgica. Im

    plica adems la aparicin de una nueva conciencia histrica como manera de comprender y de situarse frentea la totalidad de la historia (1). El lenguaje de la liberacin, por muy diversas que se presenten sus ramificaciones, articula una nueva ptica por la que se interpreta la historia humana en su presente y en su pasado.Pensar y actuar en trminos de libertad en poltica, en economa, en pedagoga, en religin, en sociologa, en medicina, en psicologa, en crtica ideolgica, etctera, suponeun giro hermenutico y la entronizacin de un nuevo estado de conciencia. Dentro de la perspectiva de la liberacin todos los contenidos de la religin, de la polticao de cualquier otro tipo adquieren una nueva dim ensin. No(1) Cf H. ASSMANN, Implicaciones socio-analticas e ideolgicasdel lenguaje de liberacin, en Teologa desde la praxis de la liberacin, Sig eme, S alam anca 1973, 106-113. No hay en el auto r un a ntida preocupacin por la hermenutica, latente en el lenguaje dela liberacin. G. M. GUTIRREZ, Teologa de la liberacin, Sigeme,Salamanca 1972, 131-132, alude levemente al problema.

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    es que no estuviera presente en ellos esta nueva dimensin. Pero ahora ha sido rescatada, sacada de su lactancia y articulada en la conciencia, y por eso mismo en lahistoria del hombre. Por ello ha empezado a hablarse enestos ltimos aos de catequesis liberadora (2), de pedagoga liberadora, de poltica liberadora, de praxis liberadora, etctera. El aspecto liberador de la praxis, de la poltica, de la pedagoga y de la catequesis, que de formainconsciente y no refleja estaba siempre actuando en esasdiversas actividades, empieza ahora a ser concienciado, pensado, criticado y tematizado (3). No es que la liberacin

    (2 ) Cf , po r e j emplo , R. GOPEGUI, Caminhos de libertacao, Ca-minhos da Igreja, Loyola , Sao Pau lo 1973 ; R. AVILA, La liberacin( t e x t o d e r e l ig i n p a r a 4 . a o d e e n s e a n z a m e d i a ) , V o l u n t a d ,Bogot 1970; ID., Elementos de una evangelizaran liberadora, S oc i e d a d d e E d u c a c i n A t e n a s , M a d r i d 1 9 7 1 ; A . CUSSIANOVICH, NOS haliberado, S i g e m e , S a l a m a n c a 1 9 7 3 .( 3 ) H a y a n i v e l t e o l g i c o m u c h a l i t e r a t u r a s o b r e e l t e m a , q u en o p o d e m o s c i t a r a q u . I n d i c a r e m o s a l g u n o s t t u l o s : G . M . GUTIRREZ, Teologa de la liberacin, o . c , I D . , Vangelo e prassi diliberazione, en Ra sse gna di Teolo ga 14 (1973), 145-159; H. Ass-MANN, Opresin -liberacin. Desafo a los cristianos, N u e v a T i e r r a ,Montev ideo 1971 ; ID . , Teologa desde la praxis de la liberacin,o . c ; R . ALVES, El pueblo de Dios y la liberacin del hombre,Fichas de Isal 3 (1970/26), 7-12; ID., Religin, opio o instrumento deliberacin, Nueva T ier ra , Montev ideo 1970 ; ID . , Apuntes para unprograma de reconstruccin en teologa, e n C r i s t i a n i s m o y s o c i e dad 7 (1969), 21-31; VARIOS, Pueblo oprimido, seor de la historia,N u e v a T i e r r a , M o n t e v i d e o 1 9 7 2 ; VARIOS, Liberacin latinoamericana , en S t rom ata 18 (1972), 3 -193 . Hay un a ser i e de t ra baj os queo f r e c e n l a b i b l i o g r a f a a p a r e c i d a s o b r e e l t e m a l i b e r a c i n , e n t r eo t r o s : P . P . VANDERHOFF, Bibliography: Latn America Theology ofLiberation, con 900 t t u los , Ot t awa 1972 (mimeogr . ) ; R. M. VALEN-ZUELA, De la dependencia a la teologa de la liberacin. N o t a s b i b l i o g rf i cas , CIDOC, Cuernavaca doc . 1 /1 1973 /386 ; R. VEKEMANS, Desarrollo y revolucin , Iglesia y liberacin. B i b l i o g r a f a , C E D I A L ,B o g o t 19 72 ( m i m e o g r . ) , H e r d e r , B a r c e l o n a 1 97 2; Encuentro de ElEscorial, Fe cristiana y cambio social en Amrica Latina, S i g e m e ,Sa lam an ca 1973, 391-415; F. MONTE, Teologa de la liberacin; unaporte de la teologa latinoamericana. Revi s in b ib iogrf i ca , enMensaje (1973), 277-283; VARIOS, Liberacin: Dilogos en el CELAM,Bogot 1974; A. ALONSO, Iglesia y praxis de liberacin, S i g e m e ,Salamanca 1964 ; L . GERA, Teologa de la liberacin ( M I E C - J E C I10-11), Lima 1972; I. ELLACRA, Liberacin: misin y carisma de laIglesia latinoamericana, Lim a 1975, en el n 96 de la revis ta Conc i-l ium (1974).14

    empezara a realizarse a partir del momento en que empez a hablarse de liberacin y a luchar por ella. Estabaya presente en todo el curso de la historia, sin nombre,bajo otros nombres, afirmada o negada. Pero en un momento determinado, a travs de titubeos y de zigzagueos,irrumpi indudablemente como un hecho de concienciahistrica. Ahora vivimos bajo el influjo de esta nuevamentalidad histrica que nos permite una lectura distintade los textos y contextos histricos presentes y pasados,dentro del horizonte de liberacin o de opresin y represin.Cmo brot la temtica de la liberacin en la conciencia, especialmente del hombre sudamericano?1.. La subconsciencia de la nueva conciencia: el subdes-arrollo' La irrupcin histrica de la conciencia de liberacinse fue gestando lentamente. Diramos que conoci primero una fase de subconsciencia. Se elabor en el interiorde una reflexin socio-analtica sobre el fenmeno del retraso y de la pobreza de los pases latinoamericanos y delllamado Tercer Mundo, comparados con los pases opulentos del hemisferio Norte. El hombre contemporneo cobrviva conciencia de las desigualdades sociales, culturales,polticas y econmicas que caracterizan a una gran parte

    de los pases del mundo. Comprendi la urgencia de unproceso de transformacin rpida para superar las distancias y equilibrar las desigualdades. El trmino desarrollocondensaba las aspiraciones colectivas en una superacinque arrancase a los pueblos de su retraso. Aunque conocido desde 1912 (4), slo a partir de 1945 empez a ser: (4) Cf. J. A. SCHUMPETER, Theorie der wirtschaftlichen Entwick-lung, Leipzig 1912, que fue e l p r im ero en usar e s t a exp res in , e l e -

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    utilizado en un sentido constante socio-analtico (5). Enoposicin al desarrollo, que era la caracterstica de los pases ricos, est el subdesarrollo, especfico de los pasespobres que no han logrado todava el bienestar de los.primeros.a) Pases en vas de desarrollo

    En un primer momento, muy ingenuamente, se entenda el subdesarrollo como un proceso natural de trnsito-de una sociedad tradicional pretcnica a una sociedad moderna tcnica (6). Hay fases que es preciso ir recorriendo cronolgicamente. Por eso el problema no es poltico,sino tcnico, esto es, de aceleracin histrica en el recorrido de las diversas fases. En vez de hablar de pas sub-desarrollado habra que hablar, en ese modelo de etapas,de un pas en vas de desarrollo. Cuando un pas alcanzabalas caractersticas de otro pas considerado como desarrollado, era contado entonces entre los pases desarrollados:determinada renta per cpita, producto nacional bruto, cierto grado de consumo, determinado nmero de vehculos,hospitales, escuelas, bibliotecas, aos de supervivenciayetctera.b) Pases subdesarrollados

    En un segundo momento se dieron cuenta de la ingenuidad de esta teora de las etapas. Maneja datos his-vada luego a categora cientfica en sociologa por el economistaaustraliano C. CLARK, The conditions of economic progress, Londres 1940.(5) Cf L. J. LEBRET, Dynamique concrete du dveloppement,Pars 1967, 38.(6) Es clsica la obra d e W. W. ROSTOW, The stages of economicgrowth. A non-Communist Manifest, The University Press, Cambridge 1960.16

    tricos del pasado sin tener en cuenta las modificacionesdel proceso histrico y de la situacin presente. La etaparecorrida por los Estados Unidos o por Inglaterra desdehace doscientos aos no corresponde a la etapa que vivimos ahora nosotros. Antes los pases actualmente desarrollados no eran ni econmica ni culturalmente dependientes. No exista la competencia de hoy, el monopolio delos grandes capitales, las cargas tributarias y el sistemade interdependencia entre las naciones vinculadas por elmismo sistema ideolgico.Por eso, a finales de la dcada del 60, se intent entender el fenmeno del subdesarrollo mediante otro marco de referencia, con la llamada teora funcional (7). Losdiversos pases desempean una funcin dentro de un sistema global ideolgico de poder poltico y econmico. Deah que el subdesarrollo encierra, ms all de un problema tcnico, un problema poltico. Si un pas desempeasu funcin sistemtica, constituye una eufuncin; en casocontrario, constituye una disfuncin. Esta comprensin seaplica no solamente a nivel internacional, sino tambinen el interior de un mismo pas. En ese sentido le interesaal sistema ideolgico poder combatir generalmente al subdesarrollo. Es preciso anticiparse con reformas a los revolucionarios que contestan globalmente el sistema. Desarrollo significa entonces modernizacin de las estructuras atrasadas, reformismo profundo, estrechamiento de lainterdependencia de los diversos elementos del sistemaglobal. El desarrollo no se agota en el crecimiento econmico de la produccin y del consumo. Es un procesototalizador que alcanza dimensiones sociales, polticas, educacionales y culturales. La Populorum progressio expusoeste concepto global haciendo suya una expresin famo-

    (7) Cf PITTEBERG y A. LUCKMANN, A formaco social da ordem,Mestre Jou 1968; cf tambin P. DEMO, Conflicto social. Perspectivas tericas e metodolgicas, Vozes, Petrpolis 1973, donde se ofrecen buenas crticas a partir de la posicin de R. DAHRENDORF.* T nC T f A T T T T J / E D Tr 17

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    "sa del padre J. Lebret: tener ms, para ser ms, desarrollar a todos los hombres y al hombre todo. Unode los ms activos discpulos de Lebret, V. Cosmo, describe de este modo el desarrollo: El desarrollo no puede ser ms que la evolucin global de una sociedad quese moviliza a s misma bajo el impacto de la civilizacincientfica y tcnica y pone en actividad todo su capitalde civilizacin y de cultura para enfrentarse con la nuevasituacin en que se encuentra gracias a la evolucin histrica (8). En esta acepcin global el desarrollo encierraun elemento humanista; se trata de una compenetracinde todos los valores, inclusive de la reciprocidad de laconciencia social. La Alianza para el Progreso fue frutode esta teora, adoptada adems por otros organismos internacionales como el BID, el CEP AL, el FMI y la ONU.Frente a los pases desarrollados, los dems pases no sonllamados pases en vas de desarrollo, sino simplementesubdesarrollados, pero q ue urge desarrollar armnicamente.c) Pases que se mantienen en subdesarrollo

    A travs de la dcada de los aos 60 se anunciaron'graves frustraciones en toda la Amrica Latina. Tras eloptimismo eufrico del desarrollismo vino una crtica relativa al modelo que falseaba las perspectivas fundamentales. No se trata de interdependencia externa e interna, sinode verdadera dependencia. No se consigui rebajar las distancias entre los desarrollados y los subdesarrollados, sinoque se agravaron: Las naciones desarrolladas aumentaron sus riquezas en un 50% durante la dcada de 1960-1970, mientras que el mundo en vas de desarrollo, queabarca los dos tercios de la poblacin mundial, segua

    (8) Cf Les exigences du dveloppement au service de l'hotnme,en Parole et Mission (1967), 587-588.18

    debatindose en la miseria y en la frustracin (9). Elsubdesarrollo no es una fase superable, sino una situacin general dentro del sistema poltico y econmico vigente en Amrica Latina y en el mundo occidental. Elsubdesarrollo de los pases pobres, como hecho social global, aparece entonces en su verdadera faz: como el subproducto histrico del desarrollo de otros pases. En efecto, la dinmica de la economa capitalista lleva al establecimiento de un centro y de una periferia, y genera,simultneamente, progreso y riqueza creciente para losmenos y desequilibrios sociales, tensiones polticas y pobreza para los ms (10). Los pases subdesarrollados semantienen en el subdesarrollo gracias a la red de dependencia de los centros de decisin que no estn en BuenosAires, Lima, Bogot ni en ningn otro centro latinoamericano, sino en Nueva York, en Londres, en Pars,en Falkenburg, etctera. El sistema de dependencia estinteriorizado dentro de los propios pases por obra de lasgrandes empresas multinacionales. Empapa la cultura, laescala de valores, los medios de comunicacin, el mundosimblico, la moda, las ideas y la teologa. La categoradependencia se ha ganado un estatuto cientfico comoclave interpretativa de la estructura del subdesarrollo (11).

    (9) F. HERRERA, Viabilidad de una comunidad latino-americana,en Estudios Internacionales (Santiago de Chile), abril 1967; vanse diversos testimonios en T. SANTOS, La crisis de la teora del desarrollo y las relaciones de dependencia en Amrica Latina, en Ladependencia poltico-econmica de Amrica Latina, Mxico 1969,1964-1965; C. FURTADO, Subdesenvolvimento e estagnaco na Amrica Latina, Rio de Janeiro 1968.(10) G. GUTIRREZ, Teologa de la liberacin, o. c., 118; cfC. FURTADO, A formaco econmica da Amrica Latina, Ro de Janeiro 1969; La dominacin de Amrica Latina, Lima 1968.(11) Cf la principal literatura: F. H. CARDOSO, Desarrollo y dependencia: perspectivas en el anlisis sociolgico, en VARIOS, So ciologa del desarrollo, Buenos Aires 1970, 19ss; F. O. BORDA, Ciencia propia y colonialismo intelectual, Mxico 1970; T. SANTOS, De pendencia y cambio social, Santiago de Chile 1970; G. ARROYO, Pensamiento latinoamericano sobre subdesarrollo y dependencia externa, en Mensaje (1968), 516-520; J. G. GONZLEZ, Dveloppement

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    El subdesarrollo desempea la funcin de subconsciencia de la conciencia histrica de liberacin.2. Dependencia-liberacin: dos categoras de correlacinopuesta

    La conciencia aguda de los mecanismos que mantienena Amrica Latina en el subdesarrollo entendido comodependencia y dominacin llev a que se hablara de liberacin. Esta categora de liberacin, correlativa a la dedependencia, articula una nueva actitud en el enfrenta-miento con el problema del desarrollo. No slo sirve paradescribir y explicar el fenmeno, sino principalmente paradenunciarlo. La categora liberacin lleva consigo una repulsa global del sistema desarroUista y una denuncia desu estructura subyugante. Es preciso romper con la redde dependencias. Pero esa ruptura no puede hacerse sinconflictos. El conflicto comienza con el desenmascaramiento ideolgico, mantenedor del estado de subdesarrollo,mediante un anlisis socio-analtico que pone de relievelos mecanismos de dependencia y de dominacin. Puedepasar luego a una praxis liberadora, como ha sucedidocon muchos grupos de casi todos los pases latinoamericanos, con el objeto de provocar una ruptura con el sistemade dependencia y de crear unas condiciones para que lospases sean agentes y productores de su propio destino.La liberacin lleva consigo un valor tico y no slo undato cientfico. Constata una ausencia de libertad, de autonoma y de independencia, rechazndola al mismo tiempo.Se propone recuperar la libertad perdida o adquirirla. Yesa recuperacin o conquista se lleva a cabo como un pro-et/ou Liberation?, en Lumen Vitae 26 (1971), 559-584; R. POBLETE,La teora de la dependencia: anlisis crtico, en Liberacin: dilogosen el CELAM, o. c , 201-220; J. COMBLIN, Thologie de la practique rvolutionnaire, Pars 1974, 118-127.20

    ceso de desarraigo de la dependencia y de libertad parala construccin de una convivencia menos opresora e injusta. Liberacin, como sugiere la propia semntica, significa accin creadora de liber-tad. Es una palabra-proceso,una palabra-accin, orientada intencionalmente hacia unapraxis que libera de y para.Efectivamente, liberacin supone proceso de liberacinde un tipo de relacin de Je-pendencia, vivido como deprimente y ie-pauperador. Invita a una ^-obstaculizacin con el fin de des-atar una liberacin para la conduccin-dependiente y

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    de su propio estado, extroyecta las categoras opresorasque haba en su interior y se abre al dilogo crtico y ala verdadera creatividad. Todo esto se lleva tambin acabo en un proceso que es liberador, pero que puede serlento y conflictivo.La conciencia de la liberacin est creciendo cada vezms en Amrica Latina, a pesar de los reveses de losintentos de ruptura en casi todos los pases sudamericanos.Con ello se exaspera la conciencia que, una vez fascinada por el esplendor de una verdad, ya no puede dormir.Sufre, se ve humillada y ofendida, reducida al silencioy martirizada. Pero es una brasa viva bajo las cenizascalientes. En cualquier momento puede brotar de nuevo,para quemar e iluminar. Medelln fue un testigo de esteacontecimiento, al asegurar que estamos en el umbralde una nueva poca histrica de nuestro continente, llenade un anhelo de emancipacin total, de liberacin de todaservidumbre, de maduracin personal y de integracin colectiva. Percibimos aqu los preanuncios en la dolorosagestacin de una nueva civilizacin (14).Eduardo Pironio, obispo de Mar del Plata y presidentedel CELAM, resuma acertadamente el sentido del proceso de liberacin cuando escriba: Por un lado, la liberacin comporta el sacudirse todo tipo de servidumbre.Por otro, es la proyeccin, hacia el futuro, de una sociedad nueva en donde el hombre, libre de presiones que loparalicen, pueda ser el sujeto activo de sus propias decisiones. Es decir, por un lado la liberacin es concebidacomo superacin de toda esclavitud; por otro, como vocacin a ser hombres nuevos, creadores de un mundonuevo (15).

    (14) SEGUNDA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,Medelln conclusiones, CE L A M , Bogo t , D. E., C o l o m b i a 1976, 23.(15) Reflexin teolgica en torno a la liberacin, en EscritosPastorales, BAC, M a d r i d 1973, 72-73.22

    II . LA LIBERACIN DENTRO DE UNA HERMENUTICA,D E LA H I S T O R I A U N I V E R S A L

    La experiencia socio-poltica del subdesarrollo comoestructura de dependencia y de dominacin del centro sobre la periferia, como hemos visto, ha trado consigo la-conciencia de liberacin. Esta conciencia ha creado umnuevo horizonte y una nueva ptica por la que podemoscomprender el pasado bajo las condiciones del presentee iluminar dimensiones ocultas, pero presentes en cualquier articulacin humana. Sera ideolgico y por tantoempobrecedor que redujramos la categora liberacin asu contenido socio-analtico. Es verdad que brot de estaexperiencia, pero sin agotarse ni limitarse a ella. La liberacin como proceso se libera de su propio origen yadquiere el estatuto de un horizonte a partir del cualse pueden vislumbrar nuevas realidades en otros camposdiversos del de la poltica y la sociologa, como en laconcepcin de la propia historia, en las otras ciencias humanas, en la interpretacin del fenmeno de la secularizacin y en la misma teologa Evidentemente, al desvincularse de su lugar de origen (el hombre no permanece eternamente en el sitio en que naci ni se deja interpretaradecuadamente a partir de su origen) puede surgir la impresin de que la categora liberacin debido a su generalizacin y a su transformacin en horizonte quedaba vaciada de su mordiente y de su carcter explosivo.Y todava surge un agravante ms serio: la ideologa vigente, para autodefenderse, asume las categoras contestatarias, las priva de su energa cuestionante, las domesticay las asimila como si se tratara de sus propias conquistas.Entonces la temtica liberacin-opresin asume la funcinde suplencia del evidente desgaste del lenguaje tradicional, fenmeno corriente en el campo teolgico (16). A pe-

    (16) Es la c r t i c a que, por j u s t a s r a z o n e s , le h a c e al l e n g u a j e23

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    sar de estos inconvenientes que es preciso tener en cuenta, no podemos, sin caer rpidamente en un proceso deideologizacin, vincular la temtica de la liberacin solamente al proceso que ha vivido la sociedad latinoamericana. Precisamente por el hecho de haberse constituidoya una nueva conciencia histrica, nos es lcito aplicar lacategora liberacin a otras zonas de la experiencia humana. Uno de los mayores tericos de la liberacin anivel teolgico, Gustavo Merino Gutirrez, lo ha percibido muy bien: Procurar la liberacin del subcontinenteva ms all de la superacin de la dependencia econmica, social y poltica. Es, ms profundamente, ver eldevenir de la humanidad como un proceso de emancipacin del hombre a lo largo de la historia, orientado haciauna sociedad cualitativamente diferente, en la que el hombre se vea libre de toda servidumbre, en la que sea artfice de su propio destino. Es buscar la construccin deun hombre nuevo... Esto es lo que en ltima instanciasostiene el esfuerzo de liberacin en que est empeadoel hombre latinoamericano (17). Pues bien, sa es precisamente la perspectiva que ha de ser articulada ms detalladamente. En ella es donde reside la hermenuticade la liberacin.1. ha estructura hermenutica de todo proceso de liberacin

    La liberacin-dependencia-opresin no slo ha sido vivida como realizacin o frustracin en la actualidad. Comosealamos anteriormente, es una estructura permanenteen todo el devenir de la humanidad en las ms diversasvertientes en que sta se ha articulado. Aqu nos inte-teolgico H. ASSMANN, Teologa desde la praxis de la liberacin,o. c, 106.(17) G. GUTIRREZ, Teologa de la liberacin, o. c , 132-133.24

    resa desentraar la estructura que siempre se ha dramatizado en concreto en los procesos histricos de liberacin. Esa estructura constituye la identidad en la diferencia de las manifestaciones liberadoras y origina igualmente la unidad del movimiento liberador global de la historia.Esta estructura de liberacin, insistimos una vez ms, noexiste en s misma. Por eso no podemos hablar de elladirectamente. Solamente existe en las concreciones polticas, sociales, culturales, ideolgicas, religiosas, etctera.Pero aunque se ofrece en unas articulaciones histricas,no se agota ni se pierde en ellas. Mantiene siempre unaapertura permanente (eso es exactamente el proceso deliberacin) a unas nuevas formas concretas o en otrosniveles distintos. En cada concrecin el proceso de liberacin pone en movimiento algunos elementos estructu-ralmente permanentes, pero que se manifiestan histricamente en formas siempre diversas. Necesitamos reflexionar sobre esto, ya que en ello reside la comprensin delo que ha de ser el proceso global de liberacin en elque est metida la historia.En la concrecin que expusimos rpidamente, hacepoco, de la liberacin en un contexto poltico y socialaparecieron algunas estructuras permanentes, como opresin - dependencia - liberacin, conflicto - rup tura, proceso.Pues bien, esa temtica surge en cualquier articulacinhistrica. Fundamentalmente podemos representarla deeste modo: el hombre crea para s un entorno vital(poltico, econmico, filosfico, religioso, etctera). Comosucede en toda concretizacin, se mueve dentro de unascoordenadas y unos lmites y realiza las posibilidades reales que se dan dentro de ese entorno. El hombre y lasociedad slo viven en la medida en que crean una circunstancia. Esta aprisiona en cierta manera y cerca al hombre (circum), pero le permite vivir y estar (stantia) comoseor dentro de un mundo domesticado y familiarizadopor l a travs del pensamiento, del trabajo, de la cul-

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    tura, de la convivencia, etctera. Aunque no puede vivirsin su circunstancia, el hombre acaba siempre levantndose por encima de cualquier circunstancia dada. Se haceprisionero, pero no permite nunca que lo aprisionen. Viveoprimido dentro de su entorno vital, pero jams se dejaoprimir. Dentro de la circunstancia crea para s el espacio de su libertad concreta, ya que libertad significa siempre campo-de-libertad. Como tal, es limitado en sus posibilidades. Pero jams tolera que le encuadren solamentedentro de ese campo-de-libertad. El hombre se encuentrasiempre delimitado, definido, para algo ms, para la apertura, para lo otro diferente, para un horizonte todavasin determinar. Y lo mismo ocurre con la sociedad delos hombres. Y lo mismo con las ciencias de los hombres.Todo lo que el hombre hace y produce posee esta estructura. Puede pensar en las filosofas ms diversas. En suestructura radical, todas ellas convergen en esta experiencia fundamental. Lo especfico del hombre es mantener y preservar permanentemente esta apertura. Quitar,sofocar y negar esta apertura significa oprimir, esclavizary mantener al hombre en una dependencia deshumaniza-dora. Preservar permanentemente su apertura no quieredecir desarraigar al hombre de su circunstancia para acomodarlo en otra extraa. Consiste en hacerle ver y viviraquella circunstancia de tal forma que se d cuenta deque ella no es todava su libertad ni su liberacin, sinoque debe, permaneciendo en ella, abrir los ojos a algoms y, para ello, estar dispuesto a superarla. La circunstancia aparece entonces como la concretizacin precariade la libertad y de la liberacin. Se constituye en mediacin, en concrecin histrica de la libertad y de la liberacin, pero sin agotarse en esa realizacin. Para sostenerse como libertad y liberacin tiene que permanecersiempre como paso, como movimiento, como puente yproceso indefinido.Cuando el hombre o la sociedad (que posee la misma26

    estructura radical) se dan cuenta de sus lmites y de quehabrn de agotarse las posibilidades del entorno vital ysocial, comienza entonces a hacerse sentir con ms insistencia la urgencia de la superacin. Esta superacin puede articularse en trminos de reforma, cuando el entornopermite todava una correccin y un perfeccionamientointerno. O bien como revolucin, cuando se contesta glo-balmente la circunstancia y se exige una nueva. El hombre y la sociedad (o tambin cualquier otra manifestacincomo una ciencia determinada, la economa o la religin)han entrado en una grave crisis. Se manifiesta cada vezms claramente el carcter conflictivo en que se encuentrasiempre toda circunstancia. El conflicto manifiesta el carcter de ruptura que puede asumir la apertura. Cuandoel entorno vital se autoafirma, se autodefiende y utilizala fuerza moral, intelectual y hasta policial para perpetuarse, entonces surge el fenmeno de la opresin, de larepresin y de la dependencia impuesta y sufrida. En correlacin con ello, surge la liberacin como proceso de independencia de una circunstancia inadecuada, para provocar una ruptura con ella y pasar a una nueva circunstancia ms adecuada. Esta a su vez historizar las posibilidades inmanentes que ofrece, hasta que stas se agoteny se provoque un nuevo conflicto con manifestacionesde opresin y represin, para que surja de nuevo unaruptura liberadora y siga as su camino el penoso procesode la liberacin. Y ese proceso ser siempre indefinido.Al final, hacia dnde se encaminar? La respuesta aesta pregunta ser la tarea principal de nuestras reflexiones a lo largo de todo este libro. Quiz el sentido deesta respuesta decisiva logre dar un significado a las diversas concretizaciones histricas del proceso global deliberacin. Puede ser que aqu sea donde tenga algn sentido hablar de una teologa de la liberacin.Conviene insistir de nuevo: la estructura que hemosexpuesto rpidamente se encuentra en la raz de cual-

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    de liberacin lleva simultneamente consigo una historia correlativa, la del proceso de opresin y dominacinhistrica del hombre. Este ha vivido permanentementeen tensin entre el polo de dependencia y el polo de liberacin. El paso de un polo al otro expresa y constituyeel proceso de liberacin o dominacin (19).En Amrica Latina vivimos un momento decisivo deeste proceso liberador, polarizado especialmente en la esfera sociopoltica. La liberacin se lleva a cabo en todoslos niveles, pero encuentra en este sector una concrecinprioritaria. Y aqu es donde se anuncia el mayor desafode la conciencia y donde irrumpe tambin la dimensinde la liberacin como proceso global y no solamente socio-poltico.No obstante, conviene aclarar cuanto antes un posible equvoco, originado por la concepcin lineal, sealada anteriormente, en la que parecen cubrirse y corresponderse mutuamente la liberacin y la hominizacin. Histricamente no se verifica este caso. No es que a cada pasode una mayor hominizacin, como sinnimo de una mayorconciencia, le corresponda un paso de mayor libertad.La libertad es una tare'a que debe realizarse y alcanzarsea travs del proceso penoso y conflictivo de la liberacin.La hominizacin ascendente no crea ipso jacto una mayorlibertad, sino las condiciones de una ampliacin posiblede ese espacio de libertad que ha de ser conquistado porel esfuerzo humano. Probablemente estamos hoy ms do-turzbewegungen, Berl n 1964; H. DESROCHE, L'homme et ses reli-gions, Par s 1972 ( t ra d . cas t . , El hombre y sus religiones, V e r b oDiv ino , Es t e l l a 1975) .( 1 9 ) O t r o t i p o d e p r e o c u p a c i n h e r m e n u t i c a s o b r e e l t e m a l i b e r a c i n p r e s e n t a n J . C . SCANNONE, La liberacin latinoamericana,ontologa del proceso autnticamente liberador, e n S t r o m a t a 1 8(1972), 107-150, con l a con sig uie nte dis cu si n en 150-160, y E. D .DUSSEL, Para una fundamentacin dialctica de la liberacin latinoamericana, en Stromata 18 (1972), 53-89 v 90-105; ID., Caminos deliberacin latinoamericana, Buenos Aires 1972, 135-156.30

    minados y somos ms dependientes que el salvaje de antao, que dentro de su ambiente conoca una domesticacin de la realidad circundante de tal categora que loconverta en su verdadero seor, perfectamente integradoen ella. La voluntad de poder y la idea de progreso quecaracterizan a nuestra poca nos mantiene acorraladosdentro de un crculo de produccin y consumo en ciencia, en tcnica, en medios de comunicacin y de subsistencia, que nos hace sumamente frgiles en trminos deser, aunque podamos ser ricos en trminos de tener. Dependemos cada vez ms del mundo de segunda mano,lleno de aparatos que creamos nosotros mismos. Esto nospermite vislumbrar que el llamado proceso de liberacinno quiere decir sino que hay una creacin cada vez mayorde oportunidades para el hombre y que se han alargadolas coordenadas del ejercicio de nuestra actividad librey creadora, aunque sta aparezca cada vez ms cargadade redes entrecruzadas de dependencias. Lo que hagamoscon las oportunidades creadas de mayor libertad y liberacin es algo que no est decidido a priori. La historiade este siglo nos ha convencido suficientemente de queexisten igualmente no pocas posibilidades de manipulacin deshumanizante y de mecanismos de regresin, queni siquiera pudieron imaginarse los clsicos humanistas.Tambin le toca a lo humanum poder revelar su dimensin in-humana. Nuestro tiempo ha asistido a su apocalptica aparicin.

    3. La radicalizacin del problema hermenuticaSi el binomio dependencia-liberacin traduce la aparicin de una nueva conciencia histrica y si sta crea asu vez una lente o un foco a travs del cual se puedenver ciertos fenmenos y dimensiones de la realidad que

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    I I Q U E S I G N I F I C A H A C ER TEO LO G A A P A R TI RDEL CAUTIVERIO Y DE LA LIBERACIN?

    La teologa de la liberacin y del cautiverio, tal comose articula en Amrica Latina, no quiere ser una teologade compartimentos y de genitivos como la teologa del pecado, de la revolucin, de la secularizacin, de la vidareligiosa, esto es, un tema entre otros varios de la teologa (1). Al contrario, desea presentarse como una manera global de articular praxsticamente en la Iglesia latarea de la inteligencia de la fe. Es un modo diferentede hacer y pensar en teologa. Este modo de pensar y dehacer implica y presupone una manera diferente de sero de vivir. Ese modo de ser y de vivir, implicado y presupuesto en la teologa de la liberacin, es el modopropio del cautiverio como el polo opuesto de la liberacin y del esfuerzo por superar esa condicin.

    La teologa de la liberacin no ha nacido de un ca-(1) Cf lo que rela ta J. C. SCANNONE, Necesidad y posibilidades deuna teologa socio-culturalmente latinoamericana, en Fe cristianay cambio social en Amrica Latina, Sigeme, Salamanca 1973: Unavez que vino a Buenos Aires, se pregunt al cardenal Daniloucmo vea l la teologa de la liberacin. Dijo... que era una sub-sub-sub-divisin de la teologa moral. Parte de la teologa que estudia el acto moral, parte de la moral que estudia el acto social,parte de la teologa de lo social que estudia el acto poltico, partede sta que estudia el problema de los pases subdesarrollados.De ninguna manera es una nueva manera de ver la teologa (p 356).

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    pricho de la voluntad. Se ha formado como un momento Su objetivo reside en dar un mayor carcter crtico a esa

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    de un proceso ms amplio y de una toma de concienciacaracterstica de los pueblos latinoamericanos. La pobrezageneralizada, la marginacin y el contexto histrico dedominacin ha irrumpido con energa en la conciencia yha producido un verdadero giro histrico. De esa nuevaconciencia que ha impregnado a todo el continente, en lasciencias sociales, en la educacin, en la psicologa, en lamedicina, en las comunicaciones sociales, participa tambin la conciencia cristiana repercutiendo en la reflexinteolgica. El anhelo fundamental se expresa ms en elesfuerzo de ruptura y de transformacin que en la celebracin de la vida y en la continuidad de la forma deconvivencia; ms que de cantar la flor, se preocupa demirar al jardinero que pasa hambre y a la florista quees explotada. La teologa de la liberacin ha nacido comopropsito de respuesta a los desafos de la sociedad oprimida y como contribucin propia, bajo el enfoque de laf e , al proceso ms general de liberacin que se articulaen otros campos de la vida del pueblo.Amrica Latina constituye en la actualidad un lugarteolgico privilegiado para la accin y la reflexin, yaque aqu se viven problemas candentes, que son verdaderos desafos para la fe. Es el nico continente de cristiandad colonial, con todas las consecuencias culturales,polticas, econmicas y religiosas que perduran hasta nuestros das. La teologa de la liberacin ha surgido de unapraxis experimentada o de una experiencia practicada eneste contexto y pretende llevar a una praxis ms iluminada y cualificada, que sea realmente liberadora.Nuestra tarea consiste ahora en descubrir los pasosconcretos en los que se articula el proceso de esa teologa y en concienciar sus presupuestos hermenuticos (2).

    ( 2 ) S o b r e e s t e t e m a e x i s t e n y a b u e n o s t e x t o s l a t i n o a m e r i c a n o s ,e n t r e o t r o s : R . V I D A L E S , Cuestiones en torno al mtodo en la Teo-36

    teologa y en hacer ms vigilante y efectiva la praxisd la fe.I . PASOS METODOLGICOS DE LA TEOLO GA DE LA

    L I B E R A C I N Y D E L C A U T I V E R I OCuando hablamos de mtodo, no lo entendemos comoalgo extrnseco al trabajo teolgico. El mtodo es la propia teologa en acto concreto, su forma histrica de sensibilizarse ante la realidad, de hacer las preguntas y formular las respuestas, de elaborar los modelos en la praxisy encontrar los medios que sirven para su aplicacin. Delmismo modo, los diversos pasos no son compartimentosestancos y sin momentos de un mismo movimiento dinmico, sino que en ellos y por ellos se nos va manifestando la realidad y la verdad.La teologa de la liberacin se elabora de acuerdocon un mtodo iniciado por la Gaudium et spes y queha adquirido carcter oficial en Medelln, hasta resultar

    logia de la Liberacin ( S e r v i c i o d e d o c u m e n t a c i n 9 , MIEC -JEC I) ,L i m a 1974; I. E L L A C U R A , Tesis sobre posibilidad, necesidad y sentido de una teologa latinoamericana, e n Teologa y mundo contemporneo ( H o me n a j e a K . Ra h ne r ) , C r i s t i a nda d , M a dr i d 1975, 325-350 ;A . A L O N S O , Una nueva forma de hacer teologa, e n Iglesia y praxisd e liberacin, S i ge me , S a l a ma nc a 1974 , 50-87; G. M. G U T I R R E Z , Teologa de la liberacin, o . c , c a p t u l o 1 ; H . A S S M A N N , Teologad e la liberacin. Una evaluacin prospectiva, e n Teologa desde lapraxis de la liberacin, o. c, 27-102; J. C. S C A N N O N E , Teologa ypoltica. El actual desafo planteado por el lenguaje teolgico latinoamericano de liberacin, e n Fe cristiana y cambio social en Amrica Latina, o. c , 274-264; L. G E R A , Cultura y dependencia a lalu z de la reflexin teolgica, en Stromata 30 (1974), 169-227; J.A L O N S O , La teologa de la praxis y la praxis de la teologa, e n C h r i s t u s 444 (1972), 223-241; J. C O M B L I N , El tema de la liberacine n Amrica Latina, en Pastora l Popular 134 (1973) , 46-63; V A R I O S ,Hacia una filosofa de la liberacin latinoame ricana ( E n f o q u e sl a t i n o a m e r i c a n o s 2) , Bonum, Bue nos A i r e s 1973 ; V A R I O S , Liberacin:dilogos en el CELAM, o . c ; H . D U S S E L , Mtodo para una filosofa de la liberacin, S i ge me , S a l a ma nc a 1974 .

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    paradigmtico en todo tipo de reflexin latinoamericana ha sido una praxis de la fe y una experiencia practicada

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    como una especie de ritual: anlisis de la realidad-reflexin teolgica-pistas de accin pastoral. Constituyeuna verdadera revolucin metodolgica frente a la manerade practicar la teologa en los centros metropolitanos. Sencillamente, no se parte ya de unos cuadros tericos elaborados abstractamente y sistematizados de una forma totalizadora, sino de una lectura cientficamente mediatizadade la realidad, dentro de la cual se abre un proceso ala praxis de la fe. A partir de sta, despus de captar lasurgencias, los deseos y las interpelaciones a la concienciacristiana, se lleva a cabo la reflexin teolgica. Y sta,a su vez, no se substantiviza ni se cierra dentro del gozode su iluminacin, sino que se abre como praxis de feliberadora.Este procedimiento metodolgico no est exento deimplicaciones hermenuticas (3), de las que no siempretienen conciencia aquellos que las emplean, pero s aquellos que se mueven en los crculos vigentes de la teologade la liberacin. Ms adelante llamaremos la atencin sobre ellas.1. La experiencia espiritual ante el pobre

    La teologa de la liberacin y del cautiverio pretendeser una reflexin crtica de la praxis en el horizonte dela fe cristiana, que se articula metodolgicamente mediante los tres pasos que acabamos de enunciar. Pero antesde erigirse en teologa y de ser elaborada temticamente,

    (3) Con qu mtodo hemos de hablar sob re el mtodo de lateologa de la liberacin? Esta cuestin coloca ya el problema delcrculo hermenutico. A partir de la propia teologa de la liberacin se ir hablando de su mtodo y slo a partir de all sepodr dist inguir de ot ros. Cada uno const i tuye una forma de totalizar la tarea teolgica, aunque sin poder agotarla; hay un lmi te interno, ya que todo punto de vista es la visin de un punto.38

    de liberacin. La situacin de pobreza de inmensas mayoras produjo una conmocin del amor cristiano que procuraba ser eficaz. Se realiz una verdadera experienciaespiritua l, pun to de pa rtida de la teologa. Pas; con lateologa de la liberacin lo mismo que ocurri y sigueocurriendo con la mayora de las ciencias: en la raz detodo se oculta siempre una gran intuicin y una experiencia nueva de la realidad. La ciencia, y en nuestro casola teologa de la liberacin, se forja en el esfuerzo portraducir crticamente la racionalidad presente en la experiencia primigenia en trminos de diagnstico, de causalidad, de procesos y dinamismos estructurales, funcionamientos y tendencias del sistema que all se anuncia. Lateologa de la liberacin es, por consiguiente, un resultadoy no una realidad primera. Un resultado de la experiencia de liberacin, que es mucho ms rica que la teologade la liberacin. Se entiende a s misma y conserva su validez en cuanto que refleja la liberacin-acto y lleva alenriquecimiento del proceso de liberacin. En caso contrario, degenera en ideologa, se sobrepone a la realidady rompe la experiencia contraponiendo la teora a la praxis y cayendo en la alienacin. Para prestar la debidaatencin a este problema de fondo, distinguiremos en lateologa de la liberacin dos articulaciones, una sacramental y otra crtica. Tanto una como otra elaboran en supropio nivel la misma experiencia espiritual.2 . Teologa de la liberacin y del cautiverio: articulacinsacramental

    Los cristianos del continente participaron con los dems en el descubrimiento del otro, de las clases populares explotadas y de sus culturas del silencio. Reaccionaron ante esa situacin insertndose en un proceso de cam-39

    bio y buscando una sociedad ms justa y ms fraternal. miento sacramental (4), ya que capacita para captar sim

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    Su propia encarnacin y su praxis dentro de ese contextodespertaron su conciencia y la ampliaron. Esa opcin porlos oprimidos y contra la forma de sociedad dominanteles proporcion otra manera de ser cristianos, les abrinuevas dimensiones de la fe y les hizo ver de maneradiferente la Escritura y la tradicin.Ese hecho tan complejo se estructura en diversospasos:a) Horizonte de fe cristiana

    En el hecho de captar la realidad en su injusticia yen la opcin por las mayoras humilladas se hace presenteel horizonte de la fe en el que se mueve vitalmenteel cristiano. En ese horizonte se sitan ciertamente unosvalores fundamentales, como el amor y la solidaridad conlos pobres que atestigu y elogi Jesucristo, el anhelo dejusticia, la idea del reino de Dios, etctera. Todos esosdatos y otros muchos de la fe cristiana, como manerapropia de estar en el mundo (praxis), entran en la lecturade la realidad.h) Lectura de la realidad conflictiva

    E acceso a la realidad conflictiva no se realiza originalmente por un acto que pudiramos llamar propiamentecientfico. El pueblo de Dios y hasta la jerarqua perciben la situacin histrica mediante un conocimientointuitivo, sapiencial, globalizante, pero confuso, marcadoya por el horizonte de la fe. A travs de la experienciay de la praxis intuye casi de golpe lo que determina lasituacin: la presencia de la opresin y la urgencia dela liberacin. Lucio Gera llama a esa percepcin conoci-40

    blicamente los acontecimientos de la historia. Como dijimos anteriormente, la conciencia de los problemas surgeantes que la ciencia sobre ellos..c) Reflexin intu itiva de fe sobre la realidad percibida

    Colocado ante el problema social, el cristiano reacciona, por as decir, profticamente, cuando detecta de formaintuitiva su contradiccin con el plan divino. La pobrezaofende al hombre y a Dios, es pecado. Hay que lucharpor la justicia y por los derechos de los oprimidos. Estose le presenta como un imperativo humano y cristiano.La reflexin no se articula todava en un nivel crtico,sino intuitivo y sinttico. Pero constituye una verdaderateologa popular (del pueblo de Dios), con toda su verdad y practicidad.d ) Pistas de accin transformadora

    El compromiso por la justicia y por la superacin deuna situacin marginante y opresora lleva a concrecionesoperativas que traducen una praxis de amor compromet ido. Puede ser una accin con sentido liberador, al seruna opcin por un tipo de sociedad distinta, o puede sertambin un compromiso que no se ha dado cuenta todava de los mecanismos estructurales y de los sistemas deopresin y de esta suerte los acepta fundamentalmente,procurando su reforma y prestando asistencia a los marginados. Con ello se limita la eficacia y se corre el peligrode caer en posturas reformistas y asistencialistas.

    (4) La Iglesia frente a la situacin de dependencia, en L. GERA,BiNTiG y CATENA, Teologa pastoral y dependencia, Guadalupe, Buenos Aires 1974, 19.41

    Estos cuatro pasos son momentos articuladores de una originalmente, es un modo de ser, una actitud fundamen

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    misma praxis de fe que se va desdoblando. La fe einsistimos en ello con toda energa se hace presente yactuante en todos los momentos; se mediatiza, sin duda,pero sin perderse en el conocimiento intuitivo y sacramental, y se expresa finalmente en una accin transformadora de la situacin.La teologa de la liberacin recorre estos mismos pasos en otro nivel de articulacin ms reflexivo, crtico yanaltico. Pero no podra entenderse sin lo que rpidamente hemos expuesto. Se trata siempre de la misma praxis de fe y del mismo amor comprometido que procuraservir al hermano y al Seor en el hermano oprimido yque por eso mismo procura ser eficaz y liberador.3. Teologa de la liberacin y del cautiverio: articulacin

    crticaSe ha procurado hacer comprender la teologa en uncontexto de liberacin como una reflexin crtica en ysobre la praxis histrica en confrontacin con la palabradel Seor vivida y aceptada en la fe. Ser una reflexinen y sobre la fe como praxis liberadora (5). En esta formulacin de Gustavo Gutirrez se colocan oportunamente los principales momentos de la inteligencia de la fe enla situacin dominada de Amrica Latina. Vamos a detallarlos, con sus implicaciones y sus presupuestos.a) El horizonte de la fe entendida como praxis

    La teologa, en la perspectiva de la liberacin, partedecididamente de la fe. Esta es su primera palabra. Fe,.(5) G. GUTIRREZ, Evangelio y praxis de liberacin, en Fe cristiana y cambio social, o. c , 244. :

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    tal que no se reduce a ninguna otra, sino que es originaly bsica. Por ella el creyente vive e interpreta su viday su muerte, el mundo, la historia, los otros, la sociedad,etctera, como vinculados permanentemente a Dios y, enel cristianismo, al Padre, al Hijo y al Espritu Santo porla mediacin de Jesucristo, como el sentido verdadero yplenificante de todo. En este sentido la fe constituye unaexperiencia y una praxis. A partir de ah, en el procesode explicitacin de lo que significa en concreto la actitudde fe, van surgiendo los contenidos sobre Dios, su gracia,su liberacin, sobre el destino del mundo y del hombre,etctera. En esa explicitacin entran factores de orden ideolgico, cultural, marcos tericos de una sociedad, intereses de grupos, perspectivas de la tradicin popular, experiencias personales del creyente. La fe-praxis no se ofrece nunca pura y simplemente. Est ya mediatizada dentrode una teologa que a su vez constituye un productocultural con todos los condicionamientos anteriormenteenumerados. Lo mismo ocurre con el testimonio mayorde nuestra fe, la Sagrada Escritura. Esta no es in rectoPalabra de Dios. Tenemos ciertamente una palabra humana en la que se concretiza la Palabra divina. Pero stano se encuentra al mismo nivel que aqulla; de lo contrario, tendramos un diccionario divino, una gramticadivina y una semntica divina. Por ser divina, conservasiempre su carcter trascendente; se mediatiza en la palabra humana, pero sigue conservando su propia libertad.En la composicin de la palabra humana que concretizala Palabra divina, precisamente por el hecho de ser humana, entran todos los condicionamientos posibles (6).Por eso, cuando se habla de fe-praxis es necesario discer-

    (6) Cf H. W. BARTSCH, Die Ideologiekritik des Evange liums dar-gestellt an der Leidensgeschichte, en Evangelische Theologie 34(1974), 176-195; E. CASTELLI, Dmythisation et Idologie, Pars 1973.43

    nir lo que constituye la llamada exigente de Dios y las

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    articulaciones teolgicas, sociales y hasta ideolgicas, ligadas a una poca pasada y que no le dicen nada o muypoco a nuestro tiempo. Esto mismo, y con mayor razn,hay que decir de la tradicin y de la doctrina catlicas.No siempre resulta fcil rescatar la fe, que nos colocainmediatamente frente a Dios, en medio de sus historici-zaciones que nos mantienen inmediatamente ante el mundo. Partiendo de esta realidad, se impone en la fe unacontinua vigilancia crtica, como nunca, para mantener lafe sin confundirla con los intereses, muchas veces ocultos,de los grupos humanos.El criterio para este discernimiento, entre otros muchos, pero especialmente fecundo y eficaz, es la propiapraxis de la fe: todo lo que en el texto humano, mediadordel Mensaje divino o de la fe cristiana, obliga a rompercon los estrechos lmites de los egosmos personales ocolectivos, todo lo que nos acerca a los dems por solidaridad con ellos y para su liberacin, todo eso noscoloca delante de lo que significa la Palabra de Dios ysu mensaje cristiano. Esa fe-praxis trabaja por la caridad,y no puede, sin pervertirse, desvincularse de la bsquedade la justicia, de la lucha por un mundo ms humano,a fin de que resulte menos difcil la fraternidad. La fecomo praxis liberadora implica todos los grandes valoresde la verdad y la solidaridad, de la fraternidad y del amor,etctera. Estos son varios de los muchos nombres queDios tiene. Pero no pueden quedarse en un universalismo vaco. Tienen que historicizarse en procesos concretosque busquen la liberacin de opresiones sensibles y confieran eficacia a la fe. En este sentido es como se procura un conocimiento crtico y cientfico de la realidadque hay que transformar.

    44

    b) Lectura socio-analtico-estructural de la realidadLa fe entra en la determinacin del tipo de anlisisde la realidad. Constituye el horizonte mayor y las opciones de fe influyen en las opciones concretas por undeterminado esquema cientfico de interpretacin, por unmodelo poltico concreto, por esta ideologa en lugar de

    aquella otra. La fe (y la teologa que encarna la fe) respeta la racionalidad propia de la ciencia, pero lleva acabo un discernimiento para detectar cul es el esquemaanaltico que mejor traduce las exigencias de la propiafe. La fe tiene que optar por el tipo de anlisis quems se adece a su direccin y que maneje categorasafines a ella, que ms vigorosamente descifre los mecanismos que, segn ella, constituyen el pecado estructural ylos que pongan opciones que la fe considere como lasmediaciones ms adecuadas a la salvacin y a la liberacin integral del hombre, para promover con mayor eficacia la justicia y la transformacin cualitativa con mayor participacin y fraternidad (7).En este sentido la teologa de la liberacin ha optado por aquel tipo de anlisis del subdesarrollo, denominador comn de nuestros pases, como sistema de dependencia de los centros imperiales. Es el revs de la medalladel desarrollo y su consecuencia. Para nacer, estructurarse y mantenerse en el ritmo acelerado que ha alcanzado,el desarrollo capitalista necesita un coeficiente elevado de

    (7) Cf I. EIXACURA, Tesis sobre posibilidad, o. c, 338; J. C.SCANNONE, Teologa y poltica, o. c, 259. En cuanto a las implicaciones hermenuticas del saber cientfico, su carcter modlico (procede siempre por modelos y paradigmas proyectados por lasubjetividad colectiva que, al estar inserta en la historia y en unhorizonte socio-poltico, est tambin motivada por intereses ideolgicos), cf L. BOEF, Ciencia e tcnica moderna s e pensar teolgico,en Grande Sinal 29 (1975), 243-259, o tambin ID., A graca na experiencia de nosso mundo cientfico e tcnico, en Vozes 69 (1975),477-486.45

    arrollarse solo. Por eso observa con mucha propiedad Jos

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    injusticia social, sufrida por el Tercer Mundo, dentro delcual se sita la Amrica Latina. Los sntomas del subdes-arrollo, entre otros, son la pobreza generalizada, la mar-ginacin, el bajo ndice de la renta, las enfermedades endmicas, la mortalidad infantil, la escasez de escuelas,de empleos, de hospitales, etctera.Un anlisis ms atento, como el que ha llevado acabo la teora de la dependencia, descubre los mecanismos que engendran esta situacin. La causa ms determinante (pero no nica, ya que existen otras, como ladiferencia de ethos culturales, factores de orden biolgicoy sanitario, etctera) es la dependencia de otros centrosfuera de nuestro continente, pero metidos dentro de lpor los representantes del Imperio. La realidad latinoamericana es una realidad-espejo, pero no una realidad-fuente. Esa dependencia se desdobla en dependencia dentr o del sistema econmico y en divisin del trabajo enla cultura, en la poltica y tambin en la religin. Ladependencia asume la forma de opresin, ya que se emplea la fuerza para mantener a los pases en el subdes-arrollo. Histricamente Amrica Latina ha vivido en la dependencia de sucesivos centros hegemnicos, que han idodejando en ella sus propias manifestaciones.La salida para resolver esta situacin es un procesode ruptura de los lazos de dependencia y de liberacinpara hacer un proyecto nacional auto-sustento. Pero estarevolucin no se puede hacer por capricho, ya que loshombres slo hacen las revoluciones que se hacen as mismas (8); es preciso prestar atencin a las condiciones objetivas de la historia que la hacen viable. Laliberacin alcanzada conduce indudablemente a la independencia, pero no por ello al desarrollo. Los pases latinoamericanos no poseen tecnologa propia y nadie puede des-

    (8) J. COMBLIN, Thologie de la practique rvolutionnaire, o.c , 65.

    Comblin: Nos encontramos ante un dilema: liberarse sindesarrollarse o escoger el desarrollo y someterse. El tercer trmino no pasa de ser un compromiso: limitar eldesarrollo para conservar cierta autonoma, limitar la dependencia escogiendo sectores que tengan que desarrollarse. Pero eso no va ms all de una simple teora de dependencia (9).Hay que aadir a ello el hecho de que en AmricaLatina las fuerzas represoras que tienen el poder hanhecho imposible un movimiento organizado de liberacin.Ante este rgimen general de cautiverio hay muchos que,aunque aceptan la teora de la dependencia, tienen el sentido histrico de las mediaciones polticas y estratgicasde toda revolucin y proponen por ello un cambio delsistema por medio de cambios en el sistema. Esto nosignifica que renuncien a la opcin por un proyecto deliberacin y por una sociedad diferente, sino que aceptanuna estrategia para su realizacin en trminos histricosy procesuales, impuesta por la situacin general de represin y de cautiverio.En el anlisis de la realidad no actan solamentepreocupaciones nacidas de las ciencias sociales (sociologa, economa, politologa), sino tambin otras de ordenhistrico-cultural, antropolgico, de la cultura popular.Las inmensas mayoras aplastadas crearon su cultura delsilencio, sus maneras propias de dar sentido a la vida,de liberarse aun en medio del cautiverio. En esta lneaes donde se van estudiando, en casi todo el continente,la cultura y la religiosidad popular como sementera devalores no afectados por la ideologa imperialista y comodinamismo para un autntico proceso de liberacin (10).

    (9) Ib., 127.(10) Cf L. GERA, Cultura y dependencia, o. c ; J. C. SCANNONE,Teologa, cultura popular y discernimiento. Hacia una teologa queacompae a los pueblos lat inoamericanos en su proceso de l ibera-

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    Para captar la gravedad del subdesarrollo como dependencia urge trascender los anlisis de cuo sociolgico o de las ciencias humanas, para descender hasta unanlisis de cuo estructural y cultural. El capitalismo, elconsumismo, los lazos de dependencia y de opresin sonmanifestaciones de una opcin fundamental y de un ethoscultural que tienen su propia historia de concretizacio-nes. El hombre subjetividad trascendental ha optadopor un sentido de ser y de vivir orientado por el sabery el poder, sobre todo lo que afecta al mundo en trminos de dominacin, de lucro y de explotacin. Cualquier revolucin que no transforme ese ethos cultural quesubyace a nuestra historia occidental ser nicamente unavariante del mismo tema, pero no una verdadera liberacin (11).

    c) Lectura teolgica del texto socio-analtico-estructuralLa fe-praxis que procura la eficiencia liberadora acepta, como mediacin para su realizacin histrica, la culturade la realidad hecha anteriormente. Sobre ella es sobrela que hace su lectura a la luz de la Palabra de Dios yde la propia fe. Detecta all la gracia y el pecado; veen la trama de los intereses polticos y econmicos laacogida o la repulsa del plan divino de fraternidad, dejusticia, de participacin y de liberacin. La concienciacristiana se siente llamada a una accin eficaz que ayudea superar la situacin aplastante. El acento recae sobreel sentido de la praxis de la fe y de toda la praxis, paradecidir si es liberadora o justificadora del statu quo opre-cin, en Teologa y mundo contemporneo, o. c , 351-376; A Tglejaque nasce do povo. Encontr de Vitoria, en SEDOC (mayo 1975),todo el nmero.(11) Cf L. BOFF, Teologa de captividade: a anti-histria doshumilhados e ofendidos, en Grande Sinal 28 (1974), 355-368; Ii,Anda a Teologa da captividade, en ib., 426-441.

    sor. La teologa como elaboracin temtica ser actu secundo una reflexin sobre la praxis y para la praxis, afin de ser ms autntica y liberadora. La teologa de laliberacin no es sino el momento teolgico de la experiencia realizada por la fe cristiana al reasumir conscientemente, desde el Evangelio, la transformacin del mundoen situacin de dependencia (12).A nuestro juicio, tres son las tareas que tiene queasumir la teologa:1.a Teologa como discernimiento histrico-salvficade la situacin.La tarea primera y fundamental de lateologa es poder interpretar a partir de su horizonte especfico la densidad histrico-salvfica de la situacin enun doble sentido: denunciar el pecado y las ilusiones dela situacin, rechazar el sistema imperial con su ethos depoder y de lucro por estar abiertamente en contra del proyecto histrico de Dios; pronunciar un juicio favorablesobre los anhelos de liberacin y los medios que losconcretizan, ya que por esos anhelos pasa la salvacin,histrica y la anticipacin del reino de Dios (13).

    2.a Teologa como lectura crtico-liberadora de la tradicin de la fe.Inicialmente la teologa de la liberacintendr que efectuar la liberacin de una teologa unlversalizante y ligada a una praxis sin crtica de sus presupuestos socio-analticos e histricos. A partir de ah tendr querescatar las dimensiones liberadoras y crticas presentes enla fe y en sus grandes temas, dimensiones encubiertaspor un determinado tipo de vida cristiana pequeo-burgue-sa que disfruta de una situacin social privilegiada y hechade rezos, de catequesis y de presencia de la institucin

    (12) J. C. SCANNONE, Teologa, cultura popular y discernimiento^o. c, 353.(13) En cuanto al contenido concreto de esta tarea teolgica,cf L. GERA, Cultura y depend encia a la luz de la reflexin teolgica,o. c, especialmente 198-206 en la discusin de su exposicin.

    eclesial, aliada y cmplice de la empresa colonizadora. laicos. La teologa de lo poltico tiene que ser capaz de

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    As como tambin la dimensin social y poltica de latemtica del reino de Dios, de la escatologa, de la gracia,del pecado, e la liberacin conquistada por Jesucristo,etctera.3. a Teologa como discurso de lo que hay de teolgico en toda la praxis liberadora.La teologa tendr queconseguir rescatar y reforzar lo teolgico que est presente en todo el verdadero proceso de liberacin, aunquelo ejecuten unos agentes o unas ideologas que ni siquierahacen referencia explcita a la fe cristiana. Lo teolgicode su accin no depende de la interpretacin ideolgicaque ellos hacen, sino de su dimensin objetiva de liberacin y de creacin de un mayor espacio para la libertad.La praxis en s misma, si es una praxis realmente liberadora, tiene una densidad cristiana y salvfica. La salva

    cin es un concepto englobante. No se limita a las liberaciones socio-econmicas y polticas. Pero tampoco serealiza sin ellas. La salvacin definitiva y escatolgica semediatiza en liberaciones parciales intrahistricas en todosios niveles de la realidad humana, no slo en los reflejamente teolgicos. Esto permite a la fe cristiana identificar una presencia evanglica y salvfica en aquellos movimientos y acciones que efectivamente liberan. El criteriode autenticidad cristiana no es el decir de la conciencia,sino el se r de la realidad cristiana. Esto es algo que siempre ha afirmado la teologa, ya que no es la verdad pensada la que salva, sino la verdad que se hace y verifica enuna praxis. A partir de aqu queda claro que la teologade lo poltico no puede ser nicamente la articulacin deun discurso sobre la prctica poltica de la Iglesia o delos cristianos, sino de toda la poltica, tanto si se refierea marcos tericos cristianos como si no. En caso contrario,la teologa acaba siendo el discurso que racionaliza (ideo-logiza) la prctica de la Iglesia, o de su institucin o de los

    expresar el contenido cristiano de una praxis que se diceatea, pero que es realmente liberadora.d) Pistas de accin pastoral liberadora

    Puesto que la teologa es reflexin crtica en el horizonte de la fe sobre la praxis humana, es natural queacompae a esa fe hasta sus concreciones ms determinadas, como las de lo ideolgico, de lo poltico y de loestratgico-tctico. En el campo estrictamente poltico nole toca a la Iglesia, como communitas fidelium organizada,especificar estrategias y tcticas, ya que de esa forma norespetara la dimensin y la racionalidad propias de lapoltica. Pero s que le toca hacer una opcin fundamentalpor la libertad, como seal Medelln (1968), opcin vivida por los cristianos y por otros hombres. Dentro de estaopcin de base, que se puede detallar en sus mediacionesms generales, hay todo un abanico de sub-opciones posibles y que corresponden a opciones de cristianos o a unaseleccin de urgencias.Ciertos grupos de cristianos comprometidos en niveles estratgico-tcticos bien determinados, aunque no cuenten con el respaldo de la institucin eclesial, pueden elaborar una verdadera teologa que refleje su praxis y quesea una animacin crtica de la misma y pueden tener unsentido proftico ante toda la comunidad, aunque no todos sean capaces de acompaarlos. La tarea teolgica nose agota en funciones de carcter ms oficial y comunitario, sino que puede y hasta debe iluminar el camino comprometido y peligroso de los grupos (14).En su campo especfico teolgico-pastoral le correspon-

    (14) H. ASSMANN, Reflexin teolgica a nivel estratpco-tctico?,e n Teologa desde la praxis de la liberacin, o. c , 113-120.

    de a la Iglesia (jerarqua, obispos particulares, colegio dinamismos indispensables para el momento necesario dela ruptura liberadora. Son otras las tareas de la Iglesia;

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    presbiteral, cada uno de los sacerdotes prrocos) concretarsu actuacin en una estrategia que pueda dar eficacia alas dimensiones polticas y sociales de la fe, del anuncioevanglico, de la caridad, etctera. Ese es el lugar de lasopciones prioritarias, captadas mediante un anlisis crticode la realidad a la luz de la fe y la bsqueda de mediaciones que hagan a los proyectos escogidos histricamente viables y ms liberadores. Puede suceder que nose den las condiciones objetivas para un salto cualitativoy que el trabajo tenga que articularse dentro del sistemavigente. No es posible ser libre a toda costa, sin agravarla situacin de represin. Hay un sentido de liberacinde cuo mstico realizado dentro de un rgimen de cautiverio que se nutre de una enorme esperanza y de unasmodificaciones pequeas, pero reales. Le toca adems ala fe mantener viva la esperanza, liberar incluso dondeestn cerrados los caminos y no dejar que la accin sevace de su eficacia liberadora.II . LIBERACIN A PARTIR DEL CAUTIVERIO

    Con el establecimiento de regmenes militares en muchos pases de Amrica Latina y ante el totalitarismo dela ideologa de la seguridad nacional, se modificaron lastareas de la teologa de la liberacin. Era preciso viviry pensar a partir de una situacin de cautiverio; habaque elaborar una verdadera teologa del cautiverio. Estateologa no es una alternativa de la teologa de la liberacin; es una fase nueva de la misma, dentro y desde unosregmenes opresivos. El cautiverio constituye el horizontems amplio, en cuyo seno hay que trabajar y reflexionarliberadoramente.Para Israel, el cautiverio en Egipto y en Babiloniasignific tiempos de elaboracin de la esperanza y de los

    y otras tambin las funciones de la teologa. Es horade preparar el terreno, de sembrar, de concebir, de crecer en el seno materno; pero no ha llegado todava lahora del nacimiento. La Iglesia se siente impulsada alenfrentamiento con el estado totalitario. Como institucin,tiene que ser fuerte y mantenerse unida para robustecersu funcin proftica; no tiene que desgastarse en problemas y conflictos mtra-sistemticos. Las mayores contradicciones no se encuentran en su seno, sino en la sociedady en el estado. En algunas situaciones a la Iglesia nole queda ms camino que asumir la postura digna y llenade riesgos del propio Jesucristo. No podr, sin traicionaral Evangelio, eximirse de prestar su voz a los que no latienen. La forma cualificada de presencia evangelizadoraen el mundo reside en el empeo por defender los derechos humanos violados. Le corresponde a la Iglesia mantener viva la esperanza sin la que no puede vivir unpueblo aplastado, mirar por los encarcelados por las fuerzas opresoras, consolar a los hurfanos, defender a losdesamparados contra la prepotencia del aparato militar.Ms que en cualquier otra situacin se impone ahorala unin entre el profetismo y la institucin. La institucin tiene que ser ella misma prof tica. La pru dencia noest en el acomodo y en la condescendencia, ni tampocoen la osada sin inteligencia. Se trata de un riesgo asumidofrente a unas tcticas eficaces. A nivel terico, es precisomantener clara la opcin fundamental por la liberacin;en esto no caben concesiones. Adems es preciso tenersentido histrico de las posibles alianzas y los posiblescauces que, a partir del rgimen de cautiverio, puedanmediatizar pasos liberadores. Slo as podr eliminarseel neo-reformismo, que no pasa de ser un profetismo suicida.La tarea de evangelizacin de la Iglesia en rgimen

    53 de cautiverio exige su insercin en el pueblo. La Iglesiaconstituye en muchas partes el nico sitio legal en donde y la posibilidad para el hombre de un encuentro de salvacin. Cmo ayudarlos a salir de su situacin humi

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    puede ejercerse la palabra libre y crtica y donde se pueden anudar los lazos mnimos de sociabilidad. En estesentido, la Iglesia recupera un eminente sentido polticoen favor de la libertad y de crtica al estado totalitario.Le toca a la teologa del cautiverio elaborar una reflexin muy concreta sobre las nuevas urgencias de la Iglesia, el nuevo sentido de la esperanza, del compromisolleno de riesgos. Tendr que cuidar con esmero de suprctica terica, enriquecer crticamente su instrumentalde reflexin y de praxis y recuperar los grandes temasde la tradicin que con frecuencia, en medio de tantasurgencias de la accin y de tantos anlisis de la realidad,han ido cayendo en el olvido. Habr muchos que, enuna amarga experiencia de cautiverio, aprendern y descubrirn dimensiones nuevas de la cruz de Cristo y de lahistoria de los mrtires. Ser una teologa sin euforiasy continuamente atenta a no vaciar de crtica y de liberacin sus contenidos ante ese vocabulario de camuflajeque le obliga a usar la represin.El telogo tendr que asumir decididamente su dimensin proftica y vivir un compromiso con la liberacinque podr significar para l un peligro personal, pero queser tambin el precio de su fidelidad a la voz de Diosy de los oprimidos.I I I . T E OL O GA A PART IR DE L CAUT IVERIO Y DE L ALIBERACIN: ENSAYO DESCRIPTIVO

    La teologa de la liberacin ha nacido de una profunda experiencia espiritual: la sensibilidad y el amor a lospobres que componen la inmensa mayora de nuestro continente. Los pobres, ms all de su determinacin econmica, constituyen el lugar de una teofana y cristofana54

    llante? Qu pasos dar para transformar la realidad enque se mueven muchos oprimidos y pocos ricos, y qumediaciones utilizar para crear una forma de convivencia distinta, pero igualitaria, libre y fraternal? Estas sonlas preguntas que se hallan en la base de la teologa dela liberacin. Como acabamos de ver, es el amor el quese encuentra en su propia medula. Y ese amor no es frutode una teologa, sino su punto de partida. Y el amor espraxis, no teora. Es una opcin por los pobres.En su afn de descubrir los mecanismos que engendran la pobreza, la teologa de la liberacin se ha vistoobligada a procurar una racionalidad ms pertinente quela que ofrece la tradicin teolgica por medio d e la filosofa. No es que sta haya perdido su funcin, sino queha ganado otras tareas. Las ciencias humanas, especialmente las sociales, ofrecen un instrumental analtico capazde descubrir las causas estructurales de la opresin y deelaborar modelos alternativos. El inters por los datos dela realidad, mediatizados por una racionalidad cientfica,,se encuentran al servicio de la praxis transformadora dela fe. Tienen que ayudar a articular en concreto la respuesta a la pregunta: qu sentido tiene la liberacinalcanzada por Jesucristo dentro de las condiciones de mar-ginacin, de cautiverio y de opresin del hombre latinoamericano? Solamente tiene sentido histrico si la liberacin escatolgica y definitiva de Jesucristo se mediatizaen procesos liberadores y se anticipa en el seno de lapropia situacin. La liberacin econmico-poltica no essolamente econmico-poltica; en su limitacin procesualconstituye ya la forma histrica con la que se manifiestaen el tiempo la liberacin plena. Posee por tanto uncontenido teolgico que puede y debe ser buscado y promovido por la fe. Es tarea de la teologa procurar queesto se verifique, intentando comprometer a todos los hom-

    55 ores, a ios cristianos y a la Iglesia, en la denuncia ydesenmascaramiento de las ideologas imperiales que pro Tanto las ciencias como las personas viven dentro de unhorizonte que es la situacin histrica concreta con su

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    mueven y sustentan la forma actual de sociedad, concibiendo y engendrando un hombre nuevo y una forma mshumana de sociedad por medio de una praxis consecuentey liberadora.En el intento de una descripcin de la teologa a partir del cautiverio y de la liberacin podramos decir quees una reflexin crtica a la luz de la experiencia cristianade fe sobre la praxis de los hombres, principalmente delos cristianos, con vistas a la liberacin integral de loshombres. Especificando estos conceptos, hablamos de:

    1. Reflexin: La teologa de la liberacin no dejade ser un logos desde y sobre la experiencia histricade Dios en Jesucristo. Como reflexin es ya realidad segunda, funcin de la experiencia cristiana que desea ex-plicitar, articular, sistematizar. Como todo logos, tiene suspropias leyes, su lgica, su gramtica y su semntica. Elabora sus datos, no para bastarse a s mismo, sino comomomento dialctico de una mima globalidad vital, parailuminar la praxis. Sin reflexin la praxis es ciega, sinpraxis la reflexin est vaca. La circularidad dialcticade la praxis-reflexin constituye la unidad y la riquezade la experiencia.

    2 . Crtica: Decir reflexin crtica es en el fondo unaredundancia. Toda reflexin o es crtica o no es reflexin.Crtica significa capacidad de discernimiento, de vigilancia sobre los procesos, de conciencia respecto a los propiospresupuestos, de alcance de las afirmaciones y de atencin& las implicaciones ideolgicas de todo discurso.3. A la luz de: Por esta expresin a la luz dese alude al horizonte a partir del cual se plantean laspreguntas, se capta la realidad y se accede al conocimiento.

    5 6

    tradicin, sus valores, su manera de sentir y de orientarel sentido del todo. Todo lo que se entiende es entendido a partir de un horizonte; a continuacin ser interpretado soco-culturalmente. Cuando elabora la fe, la teologa la proyecta dentro del horizonte de su tiempo. Lafe no es determinacin de un horizonte, sino que lo esella misma; la teologa s que es subdeterminacin de unhorizonte.

    4 . La experiencia cristiana de fe: La fe es una actitud fundamental humana por la que el hombre reconoce su ligacin con Dios. Esta actitud no significa unmodo psicolgico, sino ms bien ontolgico, una manerade situarse en el mundo y sintetizar toda la realidada partir de Dios y de Cristo. La experiencia cristianade fe reconoce en Jesucristo el sentido ltimo de latotalidad. En l Dios se ha manifestado tal como es, comoPadre, Hijo y Espritu Santo, revelndonos su paternidaduniversal que encuentra su contrapartida en la hermandaduniversal. Al revelarse, Dios ha revelado tambin quin esel hombre. Esto sirve de fundamento a la igualdad deorigen, de proceso histrico-salvfico y de destino. Estecontenido mnimo de la fe cristiana tiene una fuerte densidad crtica ante lo social y lo poltico.

    5 . Sobre la praxis: Se trata de la realidad humanafontal. En la praxis se da la unidad del hacer y del saber.La vida es ya praxis, y por eso en la praxis se da todala realidad, como en forma condensada (15). La tema-tizacin terica es explicitacin de lo que ya estaba(15) En la praxis est pres ente el mu ndo , que es el lugar de surealizacin y verificacin, y se halla presente Dios como horizontede, posibi l idad de todo cuanto acontece.

    57 presente en la praxis de manera difusa y atemtica. Qucalidad tiene la praxis humana? Es liberadora del hom nos para que sea lo que tiene que ser, liberadora y continuadora de la praxis de Jesucristo?

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    bre y de los dems para la comunin, para la fraternidady para Dios, o es opresora de s misma y de los dems?Qu mediaciones materiales y humanas utiliza para hacerse efectiva? Est de acuerdo con el plan de Diosy con las exigencias del Evangelio?6. De los hombres: Como la fe cristiana es una

    forma de ser ontolgica que se enfrenta con toda la realidad a partir del Dios encarnado en Jesucristo, considera tambin la praxis de los hombres, aunque sin referencia explcita al misterio cristiano, bajo la luz de lasalvacin o de la perdicin, de la aceptacin de Dios de su repulsa. La historia de la salvacin abraza a todosindistintamente dentro de sus propias situaciones concretas. Los portadores de la salvacin no son exclusivos(cristianos, Iglesia-institucin), sino que puede serlo cualquier hombre. La liberacin de Dios en Jesucristo seanticipa en la historia y se mediatiza en las realidades humanas sociales, econmicas, polticas, personales. Le tocaa la teologa discernir cules son las praxis humanas quhacen visible la liberacin o que la impiden. Por eso sutarea no se limita al ejercicio intra-sistemtico de los quetienen la misma fe, sino que se extiende a todos los hombres.7. Principalmente de los cristianos: La teologa dela liberacin hace tomar conciencia, no sin asombro, desta pregunta: cmo es posible que la opresin socialtenga lugar en Amrica Latina, continente predominantemente catlico? Qu praxis de fe ha sido la que se havivido aqu, para permitir semejante situacin histrica?Hay que confesar que la fe fue aqu transculturalizada ymanejada para legitimar a los depositarios del poder opresor. Qu tipo de praxis tienen que historicizar los cristia^-

    58

    8. Con vistas a la liberacin integral del hombre:Todo el sentido de la reflexin teolgica tiene que desembocar en una efectiva liberacin integral del hombre.Esta expresin liberacin integral puede ser que nosignifique nada y que oculte una posicin meramente verbal. Por integral entendemos que la liberacin pasa porun proceso en el que cada etapa alcanzada est abiertaa algo ms, hasta la plenitud escatolgica. Para llevar acabo el proceso liberador, la teologa de la liberacintiene que considerar la racionalidad propia de cada paso,formular juicios prudenciales sobre la viabilidad de susproyectos y tener en cuenta el rgimen general de cautiverio en el que estn inmersos casi todos los pases delcontinente, lo cual impone nuevas tareas a la praxis defe: tarea de sembrar, de sustentar la esperanza, de lucharcon medios ms sencillos y menos espectaculares, de preparar una concienciacin profunda para el momento deorganizar la liberacin-acto.Como sistema elaborado, la teologa de la liberacinest todava lejos de ser una realidad acabada. A pesarde ello, abarca un horizonte tan amplio y se prefiguranya tales tendencias, que puede constituir una maneraglobal de asimilar, proclamar y vivir el cristianismo.IV. OTRAS FORMAS DE