Boletin-122 II Ciencia Hoy - Ricardo Gomez, Una Reflexion Desde La Filosofia

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Revista Ciencia Hoy N 122

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  • Pensar la ciencia II

  • Boletn de la Biblioteca del Congreso de la Nacin. -- Ao 1, n 1 (1918)-

    Ao 11 (1929) ; 2a poca, Ao 1, n 1 (mayo 1932)-Ao 2, n 6 (oct.1934) ;

    [3a poca], n 1 (sept./oct. 1934)- . -- Buenos Aires : Biblioteca del

    Congreso de la Nacin, 1918- .

    v. ; 25 cm.

    ISSN 0004-1009.

    1. Biblioteca del Congreso - Argentina - Publicaciones Peridicas. I. Biblioteca

    del Congreso.

  • I LUSTRACIN DE CUBIERTA:

    C lo r i ndo Te s ta ( con t empo rneo a rgen t i no )

    Director Responsable:Bernardino I. Cabezas

    Compiladores:Marta M. Palchevich y Luis H. Martnez

    Diseo, compaginacin y correccin:Subdireccin Editorial

    Las opiniones, ideas, doctr inas, conceptos y

    hechos aqu expues tos, son de exc lus iva

    responsabi l idad de los autores

    Biblioteca del Congreso de la Nacin, 2005

    Hecho en los Departamentos Impresiones y Encuadernacin

    Buenos Aires, agosto de 2005

    IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA

    Queda hecho el depsi to que previene la ley 11.723

    ISSN 0004-1009

  • Nues tra f i losof a , pues , ha de sa l i r de nues-

    tras necesidades. Pues , segn es tas necesida-

    des, cules son los problemas que la Amrica

    es t l lamada a es tablecer y reso lver en es tos

    momentos?. . .

    C iv i l izar nos , me jorar nos , per fecc ionar nos ,

    segn nuestras necesidades y nuestros medios:

    he aqu nues tros des t inos nacionales que se

    resumen en es ta frmula: Progreso

    Juan Bautista Alberdi. Ideas para presidir la

    confeccin del curso de fi losofa contempornea en el

    Colegio de Humanidades (Montevideo, 1840).

    En: Escritos pstumos de Juan Bautista Alberdi.

    Buenos Aires, 1895-1901. T. XV, pp. 603-619

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    La s i tuac in ac tua l de l sec tor c ien t f i co y tecno lgico en la Argent inamot i vo de re f l ex in de es te Bo le t n se asoc ia con la c r i s i s p ro funda denues t ra cul tura y nuestra sociedad, con la destruccin del aparato product ivo,la extranjerizacin de los servicios, la precarizacin de la salud, e l deter iorode la ins truccin pbl ica, la insospechada pauperizacin de nuestro pueblo.

    Revertir esta crisis exige el avance del campo cientf ico y tecnolgico yrecuperar el sentido transformador que tuviera desde la Organizacin Nacionalhasta 1966, perodo en el que la ciencia constituy, sucesivamente, un instrumen-to para la construccin de la Nacin, un factor de progreso y de equidad social,un aporte a la produccin y a la economa en general.

    La racionalidad cientif icista del posit ivismo con la que la generacin del80 intent, incluso, modelar " la forma" del Estado, es el aliento inicial con el quese abre el arco histrico que se cierra con la propuesta del desarrollismo nacional.

    Despus sobreviene la oscura noche de los bastones largos con brevesinterrupciones que en estos das esperamos ver concluida. Persecuciones pol t i-cas, genocidio y ortodoxia neoconservadora, fueron causa del xodo de granparte de nuestros investigadores, tan valorizados en otras lati tudes.

    Con insti tuciones cientficas empobrecidas, cuando no devastadas, resul-ta impensable que nuestro pas se ubique en el nuevo orden mundial con unaposicin propia e integrada a la regin.

    Para restablecer el vnculo entre conocimiento y progreso social queanim el pensamiento de nuestras mejores generaciones son condiciones inelu-dibles: volver a confiar en nuestras capacidades como pueblo, volver a pensar enel futuro con sentido estratgico, recreando la educacin pblica como vehculode movil idad social e invirt iendo en proyectos de ciencia y tcnica superadoresdel cri terio de inmediatez.

    Editorial*

    * Prlogo de Pensar la ciencia I.

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    Sobre la ciencia, la tcnica yla sociedadPara pensar la nueva agenda de la educacin

    superior *

    Juan Samaja

    Actualmente, la palabra Ciencia no es ms que una simple ex-

    presin laudatoria. () Su prestigio y su potencia son innegables,

    pero su accin se ejerce en las direcciones ms caprichosas, ms

    incoherentes. Todo el mundo proclama su bel leza y la uti l idad

    de la Ciencia, se est de acuerdo en la necesidad de retribuirla

    ampliamente, de darle un lugar preponderante en la enseanza

    de la juventud. Pero, de qu Ciencia se trata, qu trabajos cien-

    t f icos deben mater ia l y honor f icamente ser e s t imulados ; qu

    ciencia ser enseada?

    Hen r i L e Ch a t e l i e r

    ( 1 9 4 7 : 4 2 )

    ALGUNOS LUGARES COMUNES SOBRE CIENCIA, TCNICA Y SOCIEDAD

    Voy a par t ir de los numerosos lugares comunes vinculados a lostrminos del epgrafe. Servir para constatar que, en verdad, no son tancomunes! y por el contrario, encierran algunas paradojas:

    Todas las sociedades contemporneas (cualquiera sea su nivelde desarrollo, lo sepan o no lo sepan, lo quieran o no lo quieran) estnembarcadas en una historia comn cuyo rasgo distintivo lo marca la eco-noma capitalista globalizada.

    Las sociedades contemporneas son capitalistas porque predomi-na ese modo de produccin: el capitalismo envuelve y sobredetermina atodas las otras formaciones sociales y modos de produccin que coexis-ten en el las. Eso quiere decir, que aunque el capitalismo globalizado es elmodo de produccin dominante, no es, de ninguna manera, el nico modode produccin y esto que vale para el modo de produccin, como catego-r a de la economa pol t ica, vale para las formaciones sociales , comocategoras de la historia social y pol t ica. Las formaciones sociales con-temporneas son capital is tas por el polo dominante, pero coexisten conellas, amplias masas humanas que viven en medio de relaciones sociales,

    * Artculo publicado en Revista Ciencia, Docencia y Tecnologa. Universidad Nacional deEntre Ros, 2004. N 27, Seccin1: Documentos Ciencia, Tecnologa y Sociedad.

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    jurdicas y pol t icas que distan mucho de ser de tipo "capitalista desarro-l lado", y que, por el contrario, evocan relaciones esclavis tas, feudales,capi tal is tas atrasadas o formas mixtas de todo t ipo pero, s in duda, ni"desarrol ladas" ni "capital is tas".

    Estamos inmersos en una revolucin, que no es la anhelada otemida "revolucin socia l" s ino una revolucin que ha s ido baut izada"cient f ico-tcnica". Una suerte de segunda "revolucin industr ial" cuyorasgo dist int ivo ya no es la introduccin de nuevas fuerzas productivasmateriales (v. gr. la mquina de vapor, el motor a explosin, etc.) sino latransformacin del mismsimo conocimiento cientf ico en fuerza producti-va. Es decir, estamos inmersos en una revolucin fruto de una inesperada(realmente "inesperada"?) al ianza o "amalgama" entre la ciencia y latecnologa, de manera que los hallazgos cientf icos se transforman inme-diatamente en una fuente de innovaciones tecnolgicas y stas, en la cau-sa eficiente de sostenidos e impetuosos incrementos en la productividadde los sistemas econmicos. Consecuentemente, la ciencia se ha transfor-mado en un motor del crecimiento de las economas en las sociedadescontemporneas.

    Las sociedades que se desinteresan por el desarrollo de esta nue-va ciencia asociada a la tecnologa corren el riesgo de quedar irremedia-blemente al margen de esta historia signada por el desarrollo econmico.

    De todos estos "lugares comunes" se derivan dos leyendas opues-tas sobre las relaciones entre la ciencia, la tecnologa y la sociedad.

    Una concepcin muy difundida actualmente sostiene que hay unaposi t iva integracin entre la ciencia y la tecnologa como factores pri-mordiales del desarrol lo social. Su postulacin pretende tener la fuerzade una demostracin matemtica y sus consecuencias son imperativas: laciencia debe ser cult ivada por su valor de uti l idad al ser vicio del desarro-l lo econmico-social .

    Pero, realmente, es as? Lo relevante de la ciencia, su valor pri-mordial, se juega en torno de su valor de uti l idad econmico-social? Cules el contenido preciso de las ideas presupuestas en estos lugares comu-nes? Qu se ent iende por "ciencia"? Qu es "valor de ut i l idad"? Aqu se alude exactamente cuando se habla de "desarrollo econmico" ode "desarrollo social"? Sin duda, son frases muy persuasivas porque lostrminos parecieran connotar valores incuestionablemente posit ivos paracada uno de nosotros. Pero, estos sujetos de desarrollo ("la economa" y" la sociedad") coinciden con lo que todos entendemos por esos trmi-nos?; coinciden con lo que efectivamente consideramos desarrollo plenode cada uno de los integrantes de la sociedad ? Estamos diciendo queuna sociedad desarrol lada econmicamente equivale a una sociedad endonde sus habitantes, uno por uno, gozan de buenos niveles de desarro-l lo individual digno? Es posible que el trmino "uti l idad", tan l leno deconnotaciones posi t ivas en el imaginario social del mundo globalizado,necesi te de importantes especif icaciones antes de poder volver a usarlointeligentemente? Qu resta en estos lugares comunes actuales de la aeja

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    y venerable idea de que la ciencia t iene que ver con "el saber", es decir,con la bsqueda de "la verdad", con el descubrimiento de la ratio o delorden que rige a sus objetos? Qu queda de la ciencia entendida comola interpretacin racional del orden de la naturaleza y de la humanidadque puede real izar cualquier individuo humano con la nica condicinde ser educado en el la?

    Ninguna de estas preguntas tendra cabida, ms que como un purojuego bizantino, si no reconociramos que hay otra leyenda que tambinexiste y circula en muchos mbitos. Adems, esta otra leyenda (negra)no es de ahora! Sus orgenes se remontan, como mnimo!, al siglo XIX,ya que, en efecto, las ciencias de la naturaleza asociadas a la tecnologaya haban sido agriamente denunciadas por los primeros cient f icos so-ciales:

    Qumicos , as t rnomos, f s i cos , exc lama Sa in t S imon, cules son losderechos que os as i s ten para ocupar en es te momento e l pape l devanguard ia c ien t f i ca? La espec ie humana se encuent ra a t rapada enuna de las ms graves c r i s i s que haya su f r ido desde los or genes desu ex i s tenc ia; en qu os es forz is por acabar con esa cr i s i s? TodaEuropa es pasada a dege l lo (1813) , qu hac is voso t ros para pa-rar ta l carn icer a? Nada. Qu d igo! , so i s voso t ros los que per fecc io-n is los medios de des t rucc in, voso t ros los que d i r ig s su empleo; entodos los e jrc i tos , aparec is a l f ren te de la ar t i l l e r a ; voso t ros so i slos que organiz is las operac iones de s i t io de las c iudades . Quhac is , os pregunto una vez ms, para que se res tab lezca la paz?Nada. Qu podis hacer? Nada. La c ienc ia de l hombre es la n icacapaz de l legar a l descubr imiento de los medios suscept ib les deconc i l iar los in tereses de los pueblos y voso t ros no es tud i i s nada deesa c ienc ia Abandonad, pues , la d i recc in de la empresa c ien t f i ca ,de jadnos reav ivar e l corazn, que ha l legado a he larse ba jo vues t ragida, y canal i zar toda su a tenc in hac ia los t rabajos que puedeconsegui r una paz genera l por la organizac in de la soc iedad (Cien-cia del hombre, XI, 40).(Tex to c i tado por . Durkhe im en 1982:187)

    Si prestramos odos a esta leyenda negra de la ciencia, lo niconuevo que hoy habra que agregar a este pesimista balance de Saint-Simonsera una nueva amargura : el reconocimiento de que tampoco las cien-cias del hombre lograron "reavivar el corazn de la empresa cientf ica",porque tambin sus importantes logros cientf ico-tcnicos, lejos de conse-guir una paz general por medio de la organizacin de la sociedad, hanservido para planificar los ms atroces genocidios del siglo XX y del sigloXXI, y arrojar a la exclusin de la economa contempornea a continentesenteros. (Sobre esta cuestin, cfr. A. Herrera, 1971:14)

    Pero, no debiramos enrolarnos en ninguna de estas dos leyendas:no creo que haya razones ni para divinizar ni para demonizar a la cien-cia y a la tcnica en general , n i tampoco creo que haya fundamentospara enfrentar a las ciencias naturales con las ciencias sociales. No pa-

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    reciera sensato ni impugnar al mtodo cientf ico en general ni a los obje-tos a los que se aplica de manera particular.

    En su defecto, creo que debiramos averiguar qu nuevos elemen-tos de juicio podran ser aportados si dir igimos nuestra atencin a lossujetos que protagonizan la investigacin cientf ico-tcnica; a los "luga-res" desde los cuales se dirige la indagacin cientf ica.

    Propongo, en concreto, un examen cr t ico de todos estos lugarescomunes: tanto de los de la leyenda blanca como los de la leyenda negrade la ciencia y la tcnica. Sugiero detenernos a reflexionar mnimamentesobre la historia de los trminos en la que el los han ido incorporando susactuales connotaciones.

    En definit iva, creo que resolver la cuestin de la uti l idad o no dela ciencia y de la tcnica para la sociedad va a depender de cmo y conqu fundamentos reinterpretemos los conceptos de uti l idad, ciencia, tc-nica y sociedad mediante una mirada (inevitablemente panormica) a lahistoria social en que el los se consti tuyeron.

    LA FUNCIN DEL CONOCIMIENTO Y LA ESPECIFICIDAD DE LA CIENCIA

    Y LA TECNOLOGA

    Voy a tomar como punto de par tida una tesis dominante de la epis-temologa contempornea segn la cual, el conocimiento no es una sus-tancia sino una funcin. En par t icular, retomando ideas que se puedenencontrar en Kant , Hegel , Peirce, P iaget , Ber ta lanf fy, Bateson y tantosotros, voy a afirmar que el conocimiento es una funcin asociada a laautorregulacin de los seres vivos (en el ms amplio sentido del trmino).

    Una condicin de posibi l idad de los seres que se autorregulan oautodeterminan es, sin duda, la capacidad de obtener informacin acer-ca de la si tuacin en la que se encuentran, a fin de escoger las accionesapropiadas para la reproduccin y perpetuacin de s mismos. Sin estafuncin de apercepcin o anot ic iamiento no hay procesos vi ta les posi-bles, en cualquier escala que se lo imagine: ni en los simples vivientesunicelulares, ni en los animales, ni en las biocomunidades, ni en las for-maciones t r iba les , n i en los es tados y menos an en las empresastransnacionales contemporneas! Esta funcin cognoscit iva o de comuni-cacin con el medio no slo es inherente a los fenmenos biolgicos sinoque, incluso, pareciera ya estar prefigurada en fenmenos termodinmi-cos complejos prebiolgicos en los que ya comienzan a acaecer procesossemejantes a la autorregulacin y que Prigogine ha descripto como pro-cesos "estables, alejados del equil ibrio":

    Yo sue lo a f i rmar que la mater ia en equ i l ibr io es c iega, cada molcu lave las pr imeras molcu las que la rodean. En cambio, e l no equi l ibr iohace que la mater ia "vea" .

    I l ya Pr igogine (1997:28)

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    Pero, como toda accin, la funcin cognitiva reconoce dos modosdiferentes de existencia: 1) como conocimiento ya formado, y que slo sereitera en nuevas ocasiones semejantes, y 2) como conocimiento en for-macin: cuando l no est disponible y es preciso conseguirlo. Tal la dife-rencia que existe, por ejemplo, entre un camino ya conocido para obteneral imentos, y que slo se actual iza conforme se van dando los indiciosperceptivos esperables, y un camino desconocido, que obliga a esa ac-cin que l lamamos genricamente: "investigacin". Ch. Peirce dist inguiambos momentos con los nombres respectivos de "duda" y de "creencia".

    En general sabemos cundo queremos plantear una cuestin y cundo quere-mos realizar un juicio, ya que hay una desemejanza entre la sensacin dedudar y la de creer. ()Nuestras creencias guan nuestros deseos y conforman nuestras acciones. ()La duda nunca tiene tal efecto. ()La duda es un estado de inquietud e insat isfaccin del que luchamos porliberarnos y pasar a un estado de creencia; mientras que este lt imo es unestado de tranquilidad y de satisfaccin que no deseamos eludir o cambiar poruna creencia en otra cosa. Al contrario, nos aferramos tenazmente no mera-mente a creer, sino a creer precisamente lo que creemos.

    Ch. Peirce (1988:181 y 182).

    Ahora bien, si todo lo anterior es vlido para el conocimiento engeneral (sea ya formado, sea en formacin), es preciso admitir que esafuncin cognit iva variar en sus formas y en sus contenidos de maneramuy marcada segn sean los rasgos peculiares de las diferentes formasde vida a las que sir va.

    Los es tudios sobre la func in cogni t i va en las formas v iv ien tesprehumanas (que algunos han designado como epistemologa biolgica,entre cuyos fundadores cabe ci tar entre muchos otros a Konrad Lorenz)es t recin en sus comienzos. Pero no pasa lo mismo con los es tudiossobre el conocimiento en las formas vivientes humanas, respecto de lascuales los apor tes disponibles son de una profus in abrumadora y demuy dif ci l sis tematizacin.

    Sin embargo, haciendo pie en la propuesta de Peirce, segn lacual se pueden identif icar al menos cuatro grandes mtodos de investiga-cin mtodo de la tenacidad (o intuicin), de la autoridad (o tradicin),de los principios (o de la reflexin) y de la ciencia (o pragmtico), pode-mos reconocer al menos cuatro grandes estratos en la existencia humana,conforme se han ido instaurando en su larga historia: 1) forma de vidacorporal; 2) forma de vida comunal; 3) forma de vida estatal y 4) formade vida societal.

    No es este el lugar adecuado para justif icar y examinar cada unade estas formas de vida, pero s es importante postular que los conoci-mientos y las formas de inves t igacin que se desarrol laron o se es tndesarro l lando en cada caso cambian y cambiarn s ign i f i ca t ivamente .Debemos recordar que nos hemos propuesto en este artculo reexaminar

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    los lugares comunes sobre la "uti l idad" del conocimiento dirigiendo nues-tra atencin a las caracterst icas del sujeto que lo protagoniza y lo que sedesprende, precisamente de lo que venimos diciendo, es que el conoci-miento funcionar de manera diferente segn que el sujeto que lo uti l izasea un sujeto de un tipo o de otro.

    En concreto, debemos partir del reconocimiento (que dista de serobvio) de las diferencias fundamentales que presenta el sujeto cuando lacta: 1) en tanto individuo viviente; 2) en tanto miembro de una comuni-dad; 3) en tanto ciudadano de un estado; o 4) en tanto administrador deempresas capitalistas en la sociedad civi l.

    La palabra "sujeto" en todas estas proposiciones es la misma, perosu contenido es muy dist into. Sus intereses y perspectivas sern radical-mente dist intas si hablamos de un sujeto espcimen (corporal), de un su-jeto pariente (comunal), de un sujeto ciudadano (estatal) o de un sujetolibre contratante o consumidor (societal). Sus mtodos para cambiar dudapor creencia sern esencialmente dist intos: i ) intuicin; i i ) tradicin; i i i )ref lexin especulativa; y iv) comprobacin hipott ico-deductiva.

    GRANDES HITOS EN LA CONSTRUCCIN HISTRICA DEL TRMINO

    CIENCIA

    Antes que nada, entonces, debemos acordar que eso que l lama-mos "conoc imien to" en genera l y "c ienc ia" en par t i cu lar, ha var iadosignificativamente (de forma y de contenido) a lo largo de la historia hu-mana, pero que no ha variado como parece pensar H. Le Chatelier (cfr.op.c i t . ) , caprichosamente, por razones de moda, s ino por causas muyprofundas como pueden serlo los cambios en las formas de vida .

    Fci lmente reconocemos al menos dos formas y contenidos di fe-rentes y contrapues tos que disputaron en la v ida humana e l lugar delsaber. El las se han consagrado li terariamente con los trminos "mitos" y"logos". Este trnsito l lamado "del mito al logo" (o del pensamiento mti-co al pensamiento lgico ), pese a su extremada antigedad, sigue siendoun venerable lugar comn con el cual habitualmente hacemos referenciaal paso de las sociedades prehistricas a las l lamadas civi l izaciones.

    LA CIENCIA COMO CONOCIMIENTO TRADICIONAL (MITOLOGA)

    Ya casi no quedan rastros de aquellos tiempos en los que la cienciaera el saber de los relatos mticos sobre el origen: como conocimiento dela verdad tradicional. Pero ese reinado del mito, de la sabidura potica yde las verdades tradicionales fue largo y fecundo. Las verdades mitolgicasde los poetas telogos han sido condiciones esenciales para la existenciamisma de las comunidades humanas en sus inicios. Aunque su contenidoparezca plagado de imgenes y sucesos fantasiosos, alejados de toda realidad,

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    lo cierto es que con tales fantasas los miembros de las comunidades sim-bo l izaron e f i cazmen te la rea l idad de sus v ncu los y de sus h i s to r iasformativas. Al crear esas fantasas comunes, los individuos primitivos secrearon a s mismos como miembros de una comunidad que se hacaefectivamente real en la reunin de todos los creyentes que comulgabanen esos mitos . Las verdades mticas se refieren a cosas inexistentes y poreso parecieran ser "falsedades". Pero su verdad no debe ser evaluada enrelacin a su funcin referencial (que es tan slo una de las muchas fun-ciones del lenguaje) sino en relacin a su funcin potica y a su funcinpragmtica.

    Las cosas , para es ta c iencia arcaica, no son re levantes por serobjetos entre objetos sino por ser emblemas o representantes de los vncu-los entre los sujetos. Exist i Vulcano? Eso no es lo relevante, sino queexistieron los forjadores de hierro que tenan a Vulcano como su patronoo deidad emblemtica. Exist i Atenea? Tampoco impor ta. Lo relevante esque fue el smbolo del mbito de deliberacin en las acciones de gobier-no. Realmente Vulcano arranc de un hachazo en la cabeza de Zeus aPalas Atenea? Seguramente, no. Lo realmente importante es que esa his-toria honra a la comunidad que la imagin, porque mediante esa narra-cin conservaron la memoria y consolidaron ese momento fundacional delas luchas que arrancaron a la c lase dominante una nueva ins t i tuc indeliberativa en sus reclamos sociales.

    Sera tan injusto desconocer a la Ciencia mitolgica tachndola defalsedad como considerar falsa la afirmacin de nuestro himno cuandodice: "Ved en trono a la noble Igualdad". Ni existe tal "trono" ni la Igual-dad es sujeto que pueda estar sentado. Eso es falso, pero no es falso lo quelos ciudadanos argentinos piensan al cantar esa estrofa, llena de sentido:

    Las representac iones m t i cas son fa l sas en re lac in con las cosas ,pero son verdaderas en re lac in a los su je tos que las p iensan.

    . Durkhe im (1952:136)

    Toda la trama de las bases de la vida social se asienta en esasverdades mticas, tales como el honor, la gloria, la soberana, la eterni-dad, la fuerza o accin a distancia, la gloria, la just icia, etc., etc. Sinellas no podramos ni siquiera comenzar a entendernos y convivir. Y sinembargo, todas estas nociones son en su origen tan "mitolgicas" comolas nociones de "fuerza", "causa", "sustancia", etc. , etc. , que hoy for-man parte consti tutiva de la Ciencia.

    LA CIENCIA COMO CONOCIMIENTO RACIONAL (VERDADES

    ESPECULATIVAS)

    La primaca de la Ciencia mtica (o de las tradiciones) fue susti tui-da por la de la Fi losofa en el paso de las sociedades genti l icias a lassociedades con Estado.

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    Boletn de la BCN n 122

    El saber conceptual que se inici en Occidente con el nacimientode la Fi losofa acapar para s el nombre laudatorio de "Ciencia", perole dio un nuevo contenido al resignificarlo como episteme (>B4FJ: ), esdecir, como conocimiento fundado o saber de la verdad racional. La Me-tafsica, "corazn" mismo de la episteme , se transform en la Reina delas Ciencias, y todos los saberes particulares fueron sus tributarios en lamedida en que debieron remontarse permanentemente a el la para demos-trar su validez, es decir, exhibir su relacin de coherencia con el saberde los fundamentos provistos por la Razn.

    Si el rasgo dominante de la Mitologa, como Ciencia de las tradi-ciones, fue la adhesin confiada y la aceptacin conformista de los rela-tos mticos y de sus lecciones sapienciales, la Metafsica, en cambio, sustituyesa acti tud por una posicin inquisi t iva, cr t ica y esencialmente reflexiva,en la que la posibil idad de la divergencia est siempre presupuesta y enla que el f in esencial consiste, precisamente, en la bsqueda de una solu-c in al disenso mediante la bsqueda de creencias fundamentadas, esdecir, posiciones cognit ivas que reunifiquen las perspectivas contrapues-tas mediante el recurso a Primeros Principios y Causas lt imas, concebi-dos como ideales de la razn . La Metafsica es pues la Ciencia de lasverdades racionales, en tanto fundamentadas en los Ideales de la Razn.

    Pero, qu es "fundamentar"? Si el sujeto cognoscente acta comoespcimen, es decir, como puro ser corporal, la percepcin de algo espara el viviente una fuente suficiente de buen conocimiento para su ac-cin. Si el sujeto cognoscente, en cambio, ya no es un mero viviente sinoun in tegrante de una comunidad , en tonces la mera percepcin ya noalcanza: la fuente del buen conocimiento radica en las tradiciones; en loadmitido por todos, en tanto es admitido por todos. En el mito, el "fun-damento" es lo que es comn, en tanto tal . Si un saber repite una tra-dicin, ni siquiera se pregunta por la fundamentacin (que es un proceso):simplemente se vive en el fundamento.

    En cambio, en la forma de vida de las sociedades con Estado, lastradic iones ya no pueden ser fuen te de conoc imien tos un i f i can tes . Ladiversi f icacin de la base social en clases diferenciadas por posicionesdivergentes en economas ampliamente diferenciadas, ya no cuenta a sufavor con tradiciones comunes. Fue imperioso que la humanidad desarro-llara otro tipo de Ciencia, y esa fue, precisamente, la Filosofa como episteme.Para el la, ninguna tesis puede aspirar a valer en s misma ni por recursoal mito o a la tradicin. Toda tesis que aspire a ser considerada una "buenacreencia" deber resultar de una indagacin crt ica que demuestre su fun-damento, es decir, que demuestre que en ella, las verdades primeras (aque-l las en las que todos coinc id imos) han s ido sa lvaguardadas medianteoperaciones mentales que derivan la tes is que se quiere af i rmar salvaveri tat is .

    Las sociedades con Estado desarrollaron una categora central queno hubieran podido desarrollar las sociedades genti l icias: "la razn" comoel orden ideal que subyace e integra las diferencias. Los ideales regula-

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    tivos de la razn fueron el aporte esencial del mtodo especulativo. Aunquesu cuna fueron las ciudades Estados, su destino no poda ser sino el de lareunificacin de todas las sociedades bajo esta idea imperial: el imperiode la razn. Su hazaa cultural ms notable, en occidente, tuvo como sums alto exponente, sin duda, a Alejandro Magno y a su maestro, Aristteles.Sus ecos se prolongaron hasta la Europa crist iana y la formacin de lacul tura univers i tar ia.

    LA CIENCIA COMO CONOCIMIENTO EXPERIMENTAL (LAS

    CIENCIAS POSITIVAS)

    Sin embargo, la larga primaca del conocimiento Fi losfico comociencia de la verdad racional y su mtodo reflexivo o especulativo l lega-ra tambin a su fin. Ese momento l leg de la mano de la sociedad moder-no burguesa y del nacimiento de las Ciencias Posi t ivas (sealadamente,en el campo de las Ciencias Naturales), con Gali leo, Newton, Lavoisier,Laplace, etc. Esa nueva versin de la ciencia destron a la Metafsica einstal el reinado de la Mecnica, primero, y de la f sico-qumica, des-pus. El grito de guerra de los nuevos cruzados de la ciencia fue "Fsica,cudate de la metafsica!" (Newton).

    Sin embargo, con la ciencia experimental todava no ha sonado lahora de la revolucin cient f ico-tcnica, en el sentido actual. Todava elnombre de "Ciencia" es otorgado a aquellos que descubren razones, le-yes, regularidades en la naturaleza y que nos permiten comprender e lsistema de las cosas.

    Por acuerdo unnime [ sos ten a e l Ing. H. Le Chate l ie r en los aos1880] e l t tu lo de gran sab io es d i scern ido a a lgunos hombres; es tosson por e jemplo, Gal i leo, Pasca l , Descar tes , Newton, Lavo is ie r, Sad iCarnot , Sa in te -Cla i re , Dev i l le , e tc . Por qu en la h i s tor ia de la c ien-c ia es tos sab ios ocupan un lugar pr iv i leg iado? Se debe a las leyesque han descubier to , a las cua les adhi r ie ron sus nombres .

    H. Le Chate l ier (1947:43) .

    Con el paso del mito al logos, se dej atrs (pero sin que desapa-reciera totalmente) la primaca de la verdad tradicional en beneficio de laverdad racional de la Fi losofa y de sus grandes socios: la Matemtica yla Astronoma, aplicadas al vasto campo de las mensuraciones, y la ad-ministracin de los ciclos productivos agrarios. Con el paso de la Fi loso-fa a las ciencias posit ivas, se deja ahora atrs la primaca de la verdadracional (pero, sin que desaparezca totalmente) en beneficio de la verdadexperimental de la Mecnica y las restantes Ciencias Naturales que sefueron sumando gradualmente a medida que se ampliaba el campo deapl icacin de la revolucin industr ia l y de la ampl iacin de los c ic losproductivos del capitalismo. Es decir, el reinado de la verdad racional ydel mtodo especulativo fue susti tuido por el de la verdad experimental,

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    pero todava sigui vigente por muchas dcadas ms la raz viva del co-nocimiento como conocimiento racional de la verdad. La ciencia experi-mental rompe con el primado del mtodo especulativo, subordinndolo ala generacin de nuevo conocimiento mediante la observacin act iva yproductiva. Pero, an persist i (y sucede hasta el presente en muchos desus ms grandes exponentes) la conviccin de que la Ciencia experimen-tal est finalmente destinada a conocer la verdad racional:

    La c ienc ia se propone [escr ib i un gran f s i co no hace muchos aos ]descubr i r la " ra t io " , o razn universa l , que no inc luya la razn numr i -ca, o proporc in (A/B = B/C) , s ino tambin s imi lar idad cual i ta t i va .

    Dav id Bohm (1992:166)

    En resumen: hasta el advenimiento de las ciencias experimentales,a part ir del Renacimiento Europeo, se configuran tres grandes ideas deCiencia, relacionadas con tres grandes formas de vida histrico-social: elpensamiento mtico como expresin de las comunidades gragas; el pen-s a m i e n t o f i l o s f i c o , c o m o e l c o n o c i m i e n t o p r o p i o d e l o s e s t a d o sprecapitalistas, y el pensamiento experimental inherente a las sociedadescapitalistas en los orgenes de la revolucin industrial.

    En una elocuente parfrasis de los escri tos de Rogerio Bacon, A.Aguirre y Respaldiza nos proporcionan una semblanza de las ideas deRoger Bacon, uno de los adelantados de la cul tura que venan promo-viendo las renacientes prcticas econmicas burguesas de los siglos XIII y XIV:

    Para que el conocimiento est aliado de la certeza sin mancha de dudas, y dela claridad sin nubes de lobreguez, ha de regenerarse en las aguas de laexperiencia; pues que, si bien hay tres medios de captar la verdad: la autori-dad, la razn y la experiencia, con todo, la autoridad carece de valor, y noproporciona sino credulidad, siempre que est falta del refuerzo de su raznde ser, y la razn tampoco puede adquirir la verdad mediante el sofisma y lademostracin, si a la vez no sabemos experimentar por las obras.

    Roger io Bacon (1935:161) .

    Ahora bien, con la eclosin del mundo moderno burgus en lossiglos XVII y XVII I se inicia el camino de la alianza creciente de la cienciacon la tecnologa. Ya en los albores del capitalismo ingls, la naturalezamisma de este modo de produccin mostr una definida tendencia a agrupara los cientf icos con los artesanos ( los herreros y dems gremios vincula-dos a los asti l leros), y a los navegantes y comerciantes con el poder pol-t ico. Los estatutos de la Royal Society, en el siglo XVII, expresan de manerafranca esa nueva constelacin de vnculos propios de la forma de vida delas sociedades industriales:

    La tarea y e l ob je t i vo de la Roya l Soc ie ty es ampl iar e l conoc imien tode la natura leza y todas las ac t iv idades t i les en las ar tes , manufac tu-ras , prc t i cas mecnicas , motores , eventos y exper imentos y no ent ro-

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    meterse en re l ig in, metaf s i ca , mora l , po l t i ca , gramt ica, re tr i ca olg ica .

    Ci ta tomada de A. Fer rer (1995:76) .

    Sin embargo, pese a esta temprana tendencia a la formacin deeste cuadrado vincular (i. ciencia; i i . estado; i i i . empresas y iv. innova-cin tcnica), por un largo tiempo (hasta las primeras dcadas del sigloXX) todava la Ciencia experimental conservar un vnculo mucho msestrecho con el Estado y el imperio de la Razn que con las empresas ylas innovaciones tcnicas. El valor laudatorio del trmino "Ciencia" se-guir estando en la nobleza del saber racional ( fundado experimental-mente) y no en valor de la ef icacia prct ica y sus transferencias a lasinnovaciones tecnolgicas. Todava los Newton, los Lavoisier, los Faraday,etc. podan emocionarse ante una Naturaleza enigmtica que desafiabasu intelecto y asombraba sus espri tus, sin quedar encerrados en batallasen torno a patentes e inversiones. An prevaleca la alianza de la Cienciaexperimental con los grandes ideales pol t icos de los Estados, proyecta-dos como Ideales de la Razn y de la Humanidad.

    LA CIENCIA COMO VERDAD DE LA EFICACIA TCNICA: LA

    INNOVACIN TECNOLGICA

    Pero, lo que se inici en los siglos XVI y XVII seguira evolucionan-do inexorablemente con el desarrollo de la industria, hasta ingresar a laya mencionada Revolucin Cientf ico-Tcnica. El dominio del espacio ex-terior sumado a los desarrollos en las tecnologas electrnicas, revolucio-naron de manera impensada la te lemtica, la informtica y robtica y,por ende, a todas las relaciones de produccin. Por otro lado, la biotecnologay los desarrollos de nuevos materiales introdujeron importantsimas noveda-des en las estrategias de desarrollo econmico, configurando as esa situa-cin que se ha llamado revolucin cientfico tcnica y que llev a que laalianza tradicional entre investigacin cientfica e innovacin tecnolgica seconvirtiera en una amalgama, en la que resulta ahora casi imposible deslin-dar el valor de la ciencia con independencia de sus consecuencias en laeconoma de mercado. Las innovaciones tecnolgicas se transformaron enuno de los motores principales en las ventajas competitivas de un mercadoglobalizado y, por ende, la Ciencia devino en un asunto crucial para laspolticas econmicas de las naciones.

    La consecuencia est a la vista: la innovacin tecnolgica ha to-mado el control pleno de la connotacin laudataria de la palabra "Cien-cia" para transferirla del campo de la bsqueda racional, de las teorasuniversales y de la interpretacin del sentido de la vida humana, a lasinvest igaciones innovadoras.

    Lenta pero incesantemente se ha ido desplazando la aplicacin dela palabra "Ciencia" del campo de la bsqueda de las razones de lascosas o procesos de la naturaleza y las sociedades humanas, mediante la

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    Boletn de la BCN n 122

    observacin activa o experimentacin, para transferirse al campo de labsqueda de innovaciones tecnolgicas que resulten aprovechables en lacompetencia econmica.

    CMO RESOLVER PRCTICAMENTE ESTA POLISEMIA DEL

    TRMINO CIENCIA?

    Las diversas formas de vida que la historia humana ha venido re-corriendo desde sus ms remotos orgenes han provisto a nuestra mentede al menos cuatro grandes caminos cognoscit ivos o "mtodos para fi jarcreencias", como los design Ch. Peirce: la percepcin, la tradicin, lareflexin y la comprobacin experimental .

    Frente a esta pluralidad metodolgica caben dos posiciones alter-nativas: 1) considerar que estas diferentes formas de vida se relacionanentre s de manera contradic tor ia y que es preciso escoger alguna deel las y abandonar a las res tantes; o, en su defecto, 2) pensar que lasformas de vida y sus mtodos respectivos no slo se han sucedido en elt iempo, sino que los niveles anteriores han posibil i tado a los posterioresy, lejos de haber sido eliminados por el ul terior, han quedado conserva-dos y en el los elevados a formas ms plenas sin abandonar su ntima ygenuina naturaleza vital y cognoscit iva.

    Es cierto que la primer al ternativa es la ms simple de concebirpero, al ser la ms abstracta y contraria a la verdadera naturaleza de losprocesos histrico-sociales, const i tuye una va muerta, sino un completoabsurdo.

    Por el contrario, aunque la segunda concepcin es la ms dif ci lde comprender es, sin duda, la nica verdadera. Su dif icul tad provienedel hecho de que el proceso en el que se fueron configurando las diver-sas formas de vida y sus estrategias cognoscit ivas, estuvo y est sembra-do de conf l ic tos que fci lmente desal ientan la bsqueda de la unidadprofunda que los rene en un proceso que es al mismo tiempo diferenciadore integrador; divergente y convergente. Que al mismo tiempo que va inte-grando y conservando las formas anteriores, las va resignificando y po-tenciando en niveles ms ricos de funcionamiento.

    Cuando se adopta esta manera dialctica de comprender los pro-cesos formativos, se vuelve fcil constatar que la vida corporal, por ejemplo,si bien resul ta suprimida en su autonoma por las demandas de la vidacomunal, no obstante se encuentra en el la conservada y elevada a nivelesms ricos y plenos de la misma corporeidad. Anlogas consideracionespueden hacerse respecto de las tradiciones comunales cuando el las sonsuprimidas-conservadas-superadas en las formaciones sociales estatalizadas,y de estas ltimas, en las sociedades regidas por los mercados globalizados.

    Se desprende, entonces, que todas las act i tudes uni laterales quelevantan la bandera de un mtodo en contra de los otros, necesariamenteincurren en un impor tan te error conceptua l con graves consecuenc iasprcticas para las sociedades que los adopten. Este error que podramos

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    denominar "vicio de unilateralidad" es condenable, cualquiera sea el sectorque lo promueva. Esto debiera ser un principio fundamental a acordar entodos los foros en que se discuta la agenda de la Educacin Superior denuestro pas.

    EL ERROR QUE HOY NOS AMENAZA

    Pero, s i b ien es c ier to que e l v ic io de uni la teral idad puede serprotagonizado por todas las posic iones posib les, lo c ier to e indudablees que hoy la pr inc ipal amenaza a la educacin super ior ha s ido plan-teada por la desmesurada pres in de las po l t i cas mercant i l i s tas queexa l tan las fo rmac iones soc ie ta le s l ideradas ac tua lmen te por las g i -gantes empresas mul t inacionales en detr imento de los Es tados naciona-les , de sus diversas comunidades y, f ina lmente, de indiv iduos que lasin tegran , qu ienes cor ren e l i nminen te pe l ig ro de se r pr i vados de suc o n d i c i n d e p e r s o n a s p a r a q u e d a r r e d u c i d o s a u n a e x i s t e n c i aunidimensional : productor- innovador-consumidor de las sociedades c i -v i les , concebidas como agentes del mercado.

    Se levanta la bandera del anhelado desarrol lo econmico y, enconsecuencia, se pregona que las Universidades y todas las insti tucionesde la educacin superior deben organizarse en torno a un nico punto deagenda: el desarrollo de las capacidades cientf ico-tcnicas, es decir, enel cul t ivo de la Ciencia, entendida como invest igacin innovadora parapromover ventajas competi t ivas. El inmenso poder econmico y pol t icode las potencias que l ideran el mercado globalizado se ha fi jado comometa pr ior i tar ia "desregular e l mercado de la educacin super ior", loque significa l isa y l lanamente desconocer la potestad de los Estados na-cionales de orientar sus pol t icas educativas conforme a sus historias, alas tradiciones de sus comunidades, a los ideales estticos y ticos de sushabitantes soberanos. Para alcanzar estas metas, los organismos al servi-c io de las t ransnac ionales han lanzado programas de f inanc iamien tomul t imi l lonarios des t inados a t ransformar la educacin super ior en unmercado de conocimiento, atacando a las ins t i tuciones pbl icas con elargumento conocido de su inef icacia, burocrat ismo o atraso cient f ico-tecnolgico. Pero, como lo afirm el experto brasileo M. A. Das:

    Lo que se debate aqu es mucho ms que e l d inero: es s i la educac inde los c iudadanos va a segui r en manos de los gobiernos democr t i -cos o de las mul t inac ionales . Quin va a def in i r la educac in denues t ros h i jos? Bajo e l contro l de quines es tar la formacin univer-s i t a r i a?

    Ci tado por Te lma Luzzan i , en la no ta de Clar n, 2/11/03: "Argent inaf ren te a l p lan mundia l para g lobal i zar la educac in super ior " . p . 33

    La responsabil idad que tenemos los actuales miembros de las co-munidades universi tarias frente a las generaciones futuras es, en conse-

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    Boletn de la BCN n 122

    cuencia, de enorme trascendencia. Nos obliga volver a los fundamentosmismos de nuestra funcin ins t i tucional y reasumir la en pleni tud y convalenta en todas sus dimensiones.

    LA NUEVA SITUACIN DE LAS UNIVERSIDADES ANTE LA

    CIENCIA HOY.

    Es una cues t in de va lores : s i e l educando pasa a

    se r un consumidor , l e qu i tamos a la pe r sona su

    his tor ia , su fu turo , sus ideas , su ident idad. Como

    s o c i e d a d r e n u n c i a m o s a f o r m a r c i u d a d a n o s , a

    cons t ruir nues t ro fu turo y a di sear un proyec to

    de pa s .

    Ped ro Romero ; c i t ado po r T. Luzzan i ( l oc . c i t .)

    Estamos ahora en condiciones de abordar la cuest in central deeste artculo, a saber: la "nueva agenda de la Educacin Superior" en lotocante a la investigacin cientf ica.

    Dos corolarios se desprenden de todo lo anterior: 1) que la agen-da cientf ica de las insti tuciones responsables de la educacin superior deuna sociedad la f i ja, en sus aspectos ms generales, el macro contextosocial en la que sta se halle inserta; pero, 2) que todo contexto socialactual es una trama viviente que ha resultado de una historia formativaque ha suprimido sus formas anteriores, pero que las conserva como par-te viva de su propio ser actual al mismo tiempo que las eleva y potencia anuevos niveles de desarrol lo.

    La Universidad contempornea no debe abandonar ninguna de lasfunciones que le dieron origen y que la promovieron al puesto destacadoque tuvo en la dinmica de las culturas modernas. No debe ceder a laspresiones desmesuradas de la sociedad civi l globalizada que la incita aadoptar como nico cri terio la innovacin tecnolgica como valor supre-mo de cientif icidad.

    Es cierto que la Universidad actual debe mantener relaciones ar-mnicas y congruentes con los signos de los t iempos: eso es preciso ad-mitir lo y satisfacerlo de manera efectiva! Pero es igualmente cierto que lamisma Ciencia, cuando el la se eleva a la funcin esencial, nos dice sinsombra de dudas que los desarrol los de nuestras sociedades no resulta-rn del desarrollo de los pases centrales:

    El Nor te es hoy locomotora de l mismo Norte. Los vagones del Sur es tndesenganchados de l c rec imien to de los pa ses indus t r ia les . Su rezagoindus t r ia l y tecnolg ico les impide par t i c ipar en las cor r ien tes d in-micas de la economa mundia l .

    A ldo Fer rer (1995:84) .

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    Los desarrollos deseables slo sern duraderos si hunden sus ra-ces hasta lo ms profundo en la historia de nuestros propios pases; slosern los deseables si t ienen que ver con los individuos, las comunidadesy el proyecto de nacin en el que se forjaron los ideales de nuestra racio-nalidad y nuestra ciencia, que con ser universal, no obstante l levar siempre(si es genuina) nuestro sel lo par ticular.

    La Ciencia experimental enraiz, como vimos, en el conocimientosapiencial, en la reflexin terica y en la produccin de sistemas concep-tuales, como base misma de la interpretacin (hermenutica) de la reali-dad humana ta l como lo consagraron desde sus seres par t icu lares lasgrandes culturas de la historia.

    El "giro tecnolgico" contemporneo de la Ciencia, promovido porla desmesura de la sociedad mercanti l ista, est derivando hacia el viciode uni lateral idad , in tentando cor tar sus races con e l cul t ivo de la re-f lexin, de las tradiciones y de la percepcin viva de los individuos rea-les. Un eminente sabio belga, Jean Ladrire, describa en la dcada delos 70 este riesgo del "giro tecnolgico" de la ciencia con las siguientespalabras:

    No se puede negar que e l d i scurso c ien t f i co conserva a lgo de es tast res inspi rac iones [ lo sapiencial , lo ter ico y lo hermenut ico] . Has ta espos ib le que ex t ra iga de ah su fuerza ms secre ta; acaso s lo por unaespec ie de desv iac in se in tegre en la acc in y se auto in terpre te comoacc in. Y muy b ien podr a suceder que la c ienc ia, e l d a en que no seams que un hacer, cuando haya perd ido todo contac to con sus ra cesespecu la t i vas , es t comple tamente agotada.

    Jean Ladrire (19: 29).

    Pero es importantsimo advertir que no se trata de un puro manda-to tico o especulativo, sino de una condicin misma de la viabil idad ysustentabil idad de nuestras sociedades y de sus desarrollos. La desmesurade la sociedad civi l globalizada amenaza con una catstrofe f inal a lahumanidad entera, comenzando con las naciones perifricas.

    Es cierto que el conocimiento, en toda la amplitud de su desarrollohistrico, se ha convert ido en una fuerza productiva primordial para eldesarrollo de todas las sociedades contemporneas en el Planeta Tierra.Pero es igualmente cierto que ese mismo conocimiento, cuando se eleva asu verdadera estatura por encima del restringido objetivo de la innova-cin y las patentes, nos est anoticiando , ms an: aturdiendo con susvoces de alarma acerca de los errores fatales que se estn cometiendocomo resul tado del vicio de uni lateralidad de las pol t icas neoliberales.Los datos sociolgicos y econmicos son ms que elocuentes acerca delfracaso de las propuestas exgenas de desarrollo. La perspectiva integra-da de las ciencias muestra de manera inequvoca que los desarrollos de-seables y sustentables slo pueden provenir de las potencialidades internasde cada sociedad, sin restar en lo ms mnimo la integracin con el mer-cado internacional.

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    Es tos fac tores in t ramuros abarcan ml t ip les p lanos de la rea l idad eincluyen la estabi l idad macroeconmica; la r iqueza de las interaccionesen e l t r ingulo sabat iano; la es tab i l idad y representa t i v idad de lasins t i tuc iones po l t i cas , y la luc idez de las dec i s iones pbl i cas pararec t i f i car las imper fecc iones de los mercados s in imponer cha lecos defuerza a la in ic ia t i va c readora de las empresas y las personas. Inc lu-yen tambin la apt i tud de defender los in tereses propios en un mundoglobalizado con extraordinarias concentraciones de poder en las grandescorporac iones de los pa ses l deres . En t raa as imismo la e l iminac inde las f rac turas en e l s i s tema soc ia l y produc t i vo que es ter i l i zan lamov i l i zac in de los recursos humanos y mater ia les d i sponib les .

    A ldo Fer rer (1995:82 y 83) .

    QU CIENCIA DEBEMOS PROMOVER

    En sntesis: el "giro tecnolgico" de la ciencia slo podr ser asi-milado de manera sustentable si conserva y enriquece a sus antecesores,al "giro experimental", al "giro reflexivo", al "giro tradicional" y al "giroperceptual" .

    Dicho ms clara y francamente: la agenda de nuestra EducacinSuperior debe mantener como sus puntos centrales, en lo tocante a laformacin y produccin cientf ica, los cuatro grandes objetivos que reco-rren su origen, desarrol lo y culminacin como inst i tucin perenne de lacul tura humana:

    1) Formar a los individuos (en un radio cada vez ms amplio, has-ta incluir a la totalidad de los habitantes del pas) en una per-cepcin de la real idad inspirada en una act i tud protagnica,que se nutra de todas las riquezas creadas por la evolucin y lahistoria humanas, promoviendo una formacin estt ica que in-c luya la t ica, la ref lexin, la comprobacin product iva y lavocacin innovadora.

    2) Formar profesionales orgullosos de las tradiciones ms actuali-zadas y consensuadas por la comunidad de pares, y con capa-cidad para aplicarlas con creatividad en el estricto marco de latica de su corporacin profesional.

    3) Formar docentes un ivers i tar ios ca l i f i cados con los ms a l tosestndares acadmicos, capaces de expandir las fronteras delos conocimientos en sus disciplinas, de realizar sntesis de pro-fundo valor reflexivo que mantengan vivos los Ideales Regulati-vos de la Razn en sus campos disc ip l inar ios par t icu lares, yabierta la reflexin interdisciplinaria y transdisciplinaria.

    4) Formar investigadores experimentales rigurosos, capaces de so-meter al control de los hechos mediante diseos imaginativos y

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    de slida estructura lgica las ideas cient f ico-ref lexivas, con-forme a su relevancia terica, social, econmica y cultural.

    5) Formar innovadores y tecnlogos en todos los rubros: no sloen las tecnologas materiales, sino tambin, y de manera muyespecial, en las tecnologas sociales.

    En todos estos objetivos de formacin cientf ica debe incluirse ladimensin investigativa. De la misma manera que la prctica del depor-te debe ser un esti lo de vida de todo miembro de una sociedad civi l izada,y no slo de los que se dedican a prcticas deportivas profesionalizadasy de al to rendimiento, anlogamente, la posicin cient f ica y la act i tudinvestigativa debe ser un est i lo de vida de todo ciudadano, por el slohecho de serlo. La investigacin conforme al espri tu de la ciencia debeser promovida por la Enseanza Superior en los educandos, cualquierasea la forma particular en la que despus aproveche su paso por el siste-ma educacional: 1) como simple persona; 2) como profesional; 3) comomagister acadmico; 4) como investigador en insti tutos o laboratorios; y5) como innovador.

    La educacin superior deber promover mediante recursos ade-cuados estas prcticas investigativas. Sabemos que en nuestros pases losrecursos econmicos son extremadamente exiguos, pero es preciso teneren cuenta las circunstancias concretas y desafiar nuestras capacidadesinventivas en tecnologas educacionales aplicables a esta cuestin central.

    En primersimo lugar, la Universidad dispone de un recurso pre-cioso que debe ser "administrado" con la mayor seriedad y creatividad:la capacidad de investir, de conferir honores y entregar diversos estmu-los morales de alt simo valor para nuestros ciudadanos. En segundo lu-gar, las investigaciones ref lexivas y las investigaciones en la aplicacinde tradiciones profesionales actualizadas no requieren ni equipamientoscostosos ni recursos humanos auxil iares de volumen.

    No es ste el lugar adecuado para decir mucho ms al respecto,pero s dejar reaf irmada la conviccin de base segn la cual e l valorlaudatorio del trmino "Ciencia" no debiera ser acaparado por ningunade las variantes semnticas examinadas anteriormente. El l lamado "siste-ma de invest igacin cient f ico- tcnica" est expuesto a desl izarse a unvicio de unilateralidad por diversas razones pero, fundamentalmente, porlas presiones ideolgicas y financieras procedentes de los entornos societalesexaminados anter iormente. Una forma de evi tar que se profundice esevicio de acaparamiento del valor laudatorio de la Ciencia y la Investiga-cin, podra consis t i r en que las univers idades canal icen la formacincientfico investigativa, no slo mediante el ya tradicional sistema de cienciay tcnica, sino mediante la art iculacin de otros dos subsistemas igual-mente relevantes: 1) un "sistema de investigaciones profesionales en tra-bajos de extensin universitaria"; 2) un "sistema de investigaciones reflexivasy acadmicas en el trabajo docente de la ctedra universitaria".

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    BIBLIOGRAFA CITADA

    Aguirre y Respaldiza, A. (1935) Rogerio Bacon. Labor. Barcelona.

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    Problemas que la ciencia le plantea

    a la ArgentinaMarcelino Cereijido

    Hoy la c iencia se ade lanta

    que es una barbaridad.

    Toms B r e t n .

    La verbena de la Paloma

    La ciencia es el instrumento ms ef icaz que el ser humano hayaforjado para desentraar los mecanismos con que funciona la realidad ysacar ventaja del conocimiento. Es habitual que para i lustrar dicha efica-cia los autores den ejemplos asombrosos del cdigo gentico, la TeoraCunt ica, e l diagnst ico de enfermedades que padeci Tutankamn, laedad que tena al morir un homnido que vivi hace dos mil lones de aosy cmo caminaba un dinosaurio extinguido hace 64 mil lones de aos. Porel contrario, este art culo se enfoca en los problemas que la ciencia leplantea al 90% de los habitantes del planeta que carecen de el la y, msespecf icamente, a los argentinos.

    El economista John Kenneth Galbraith opinaba "Antiguamente, loque dist ingua al rico del pobre era la cantidad de dinero que tenan en elbolsi l lo; hoy los diferencia el t ipo de ideas que tienen en la cabeza". Enese sentido, la ciencia moderna ha partido a la humanidad en un PrimerMundo que investiga, crea, produce, vende, decide, define, dicta, impo-ne, censura, invade, y en un Tercero que viaja, se comunica, viste, cura ymata con vehculos, ropas, medicamentos y armas que han inventado losdel primero. Y, por supuesto, al tener que pagar estas cosas con las mi-gajas que obtiene por sus materias primas, se anega en deudas impagables,desocupacin, miserias, hambre, ignorancia y corrupcin. La ciencia creaentonces un abismo mucho ms profundo y una injusticia mucho ms cruelque los que estableca el dinero. Hasta hace apenas medio siglo, el des-cubrimiento de una mina, un yacimiento, una posicin favorable en unaguerra entre potencias, podan generar un veranito de bonanza econmicaen un pas subdesarrollado; en cambio, el conocimiento no se puede com-prar ni recibir en prstamo. Aun en el caso de que se regalara informacin,sta no le significara nada a quien no la puede procesar y transformar enconocimiento, pues sera como regalar tratados de alta matemtica, qumicacuntica y filosofa a los analfabetos menesterosos de una villa miseria.

    Pero la carencia de conocimiento y los estragos econmicos y so-ciales que produce no son las nicas desgracias que afectan a los pue-blos sin ciencia, pues si a un pas le falta dinero, alimentos, combustibleo caminos, no duda un instante en sealar correctamente cul es el dficit; encambio, cuando le falta ciencia no est capacitado para adver tir lo. Terri-ble f lagelo entonces la ignorancia, que comienza por destruirle al afecta-

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    do su capacidad de reconocerla, an cuando se le seale. A decir ver-dad, el sida es terrible porque destruye a las mismsimas clulas encarga-das de combatirlo; as y todo, el virus que lo produce se puede poner enevidencia y esto se puede mostrar y hacer comprender hasta a un pacien-te analfabeto. Con la falta de ciencia no es as, deberamos compararlocon un virus indemostrable al sidoso.

    Para i lustrar el prrafo anterior con algn ejemplo tangible, re-cordemos la acti tud harto habitual en los gobernantes argentinos cuandotratan de consolar a los investigadores: "Ahora tenemos problemas gra-ves y urgentes pero, en cuanto los resolvamos, apoyaremos la ciencia",que suena a "ahora tengo que lidiar con todas estas ecuaciones diferen-ciales pero, en cuanto las resuelva, voy a estudiar matemticas". Es de-cir, los funcionarios, con la mejor buena intencin pero con el analfabetismocientf ico de siempre, garantizan de ese modo que no resolvern proble-ma alguno pues la enorme mayora de los problemas del mundo moder-no, si es que admiten solucin, invariablemente requieren que se recurraa la ciencia moderna. Ese desahuciado consuelo que las autoridades acos-tumbran dar, suena como si los argentinos no necesitaran pan ni supie-ran para qu s ir ven los torni l los, pero as y todo los compraran para"apoyar" a panaderos y ferreteros, o como si se hicieran extirpar la ves-cula bi l iar con el nico propsi to de apoyar a su mdico. Pero as es:mientras e l Pr imer Mundo se apoya en la c iencia, e l Tercero habla deapoyar a la ciencia. Es que, honestamente, un funcionario no puede des-v iar fondos para algo cuya naturaleza y ut i l idad no solamente ignorasino, mucho peor an, da por sentado que s la conoce y que imaginacomo una cierta ptina de saber sobre los griegos y la taxonoma de loscrus tceos. Dicho con toda franqueza, un funcionario subdesarrol ladoque acostumbra a vivir saltando de urgencia en urgencia como sapo a laguadaa, cree que el producto de la ciencia es "el invento" inmediata-mente aplicable, patentable y vendible en el mercado, y no es fcil hacer-le entender que el cientf ico es un ser humano que sabe y puede; y es poreso que la mayora de nuestros gobiernos y empresarios no saben y raravez pueden. Para el los la realidad tiene una nica variable: la econmi-ca. Es como si a un congreso sobre tuberculosis se enviara a los adminis-tradores y tenedores de libros de los hospitales a discutir el gasto en sueldos,quirfanos, medicamentos, electricidad, vehculos, pero a nadie que hu-biera odo hablar del bacilo de Koch.

    El drama de los argent inos no rad ica en la pers is tente fa l la en

    ha l la r una "sa l ida econmica" , s ino en la d i f icu l tad de entender

    que t i enen una v is in de l mundo incompat ib le con e l desar ro l lo

    c i e n t f i c o .

    Por dcadas y dcadas nuestros maestros y colegas nos han atosi-gado con una visin de la ciencia en la que sta aparece como una erup-cin del saber acaecida hace unos dos o tres mil aos y que los europeos

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    se esmeraron en proseguir con una serie de genios fortuitos que brotabancasi por generacin espontnea. Con toda honestidad, nuestros ms preclarospensadores nos han insist ido en que debamos cult ivar esa ciencia parapoder decir orgul losamente "nosotros tambin" y a continuacin i lustra-ban el punto enumerando una plyade de sabios argent inos realmenteexcepcionales. Por momentos, fomentar la ciencia es casi equivalente acomprar otro t igre de Bengala para el zoolgico, pintar la fachada delColn, o laurear (con toda justicia) a un puado de personajes notables.Por eso me apresurar a dar un enfoque radicalmente dist into al papeldel conocimiento.

    LA HERRAMIENTA QUE PERMITE SOBREVIVIR AL SER HUMANO

    Toda especie biolgica depende de una cual idad o herramientaque le permita sobrevivir: el cactus, de concentrar su biologa en reteneragua; los herbvoros, de digerir ce lu losa; e l oso hormiguero, de teneruna lengua especialmente seleccionada a travs de las edades con la quecaza hormigas. Desde los amaneceres de la prehistoria, la herramientafundamental del ser humano en la lucha por la vida es su capacidad dehacer modelos dinmicos de la realidad. Fueron varios los atributos quese fueron co-seleccionando en la produccin de dicha herramienta. Veamos:

    Gracias a su sentido temporal y su memoria , el ser humano perci-be que ciertas causas van seguidas de ciertos efectos y luego, ensamblan-do varias de estas cadenas causales , construye modelos mentales con losque interpreta y representa la realidad. Es tanto ms exitoso cuanto ma-yor es e l nmero de variables con que puede al imentar sus esquemas,cuanto ms aptos son sus modelos ter icos1 y cuanto ms larga es su"flecha temporal", es decir, la cantidad de futuro que puede tener en cuenta.2

    Por eso van siendo seleccionados los organismos con f lechas temporalescada vez ms largas. Para ayudar a mis alumnos a comprender esta rela-cin entre el xito y la capacidad de evaluar el futuro, suelo recurrir a unejemplo con tres ajedrecistas. El primero es un principiante que cada vezque l lega su turno se pregunta qu movimiento podra hacer: su futuro esuna jugada. El segundo es un poco ms avezado, puede concebir tres ocuatro movimientos coordinados, idear una estrategia y tratar de desci-frar qu se propone el contrincante. El tercero es un gran maestro que, nibien hacemos un movimiento menos que perfecto, sabe que nos derrotardentro de veinte o treinta jugadas, porque puede evaluar lo que sucederen un futuro remoto y plagado de alternativas.

    1 Esto no debe llevarnos a suponer que el ser humano, sobre todo el primitivo, eraconsciente de que estaba siendo seleccionado ni de que estaba recurriendo a modelosmentales. An hoy el vulgo suele creer que la ciencia es una aventura de la razn, cuandoen realidad su gnesis y elaboracin son preponderantemente inconscientes.

    2 Cereijido, M. y Blanck-Cereijido: La vida, el tiempo y la muerte, y La muerte y sus ventajas,ambos del Fondo de Cultura Econmica de Mxico.

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    Otra cualidad fundamental de la mente humana que se co-selecciones la de transformar el t iempo real en t iempo mental , y as explicar enuna hora de clase lo sucedido a partir de un Big Bang que ocurri hacemil lones de mil lones de aos, o uti l izar la misma hora para disertar sobrela fosfori lacin de una protena que ocurre en mil lonsimas de mil lonsi-mas de mil lonsimas de segundo.

    Finalmente, hay otra caracterst ica humana imprescindible, y es sucapacidad de aprender a travs de conocimientos que le t ransf iere untercero. As, ninguno de nosotros presenci la extincin de los dinosaurios,ni ha visto a Amenofis IV, ni conoci a Coln, ni estuvo en Waterloo, y nose cerciora de que el medicamento que est a punto de tomar tenga enrealidad la estructura molecular que figura en el prospecto y las propie-dades farmacolgicas que le atribuyen. El ser humano simplemente cree yasimila. Se selecciona el creyente porque le otorga la enorme ventaja deincorporar y aprovechar el conocimiento transferido socialmente. Luegola sociedad perfecciona incluso la forma de transferirlo (crianza, docencia).

    El conocer los mecanismos con que funciona la real idad permitemanejarla para vivir ms segura y cmodamente. As como la ignoranciacausa angustia, la explicacin proporciona placer y ventajas. Pero no sepuede concluir de ah que slo se manejan los mecanismos que se hanlogrado entender. Por el contrario, hasta el da de hoy, en pleno reinadode la ciencia, la enorme mayora de los mecanismos con que operamosen la realidad siguen siendo secretos. La naturaleza de estos secretos esuna clave para entender el pensamiento humano. As, hace varios mileniosque los artesanos hacen vino, pan, queso, curten cuero, forjan espadas,fabrican vidrio rojo para los vitraux o se calman dolores chupando unacorteza de sauce, sin tener la menor idea de los mecanismos fisicoqumicosimplicados en esos procesos. Quien lo dude pregntele a un bombero dehoy da por qu el agua apaga el fuego y la gasolina no. Esos eran secre-tos, incluso en otro aspecto pues quien viva de hacer vino, vidrios decolores y for jar espadas s lo se lo conf iaba a su hi jo en su lecho demuerte y, actualmente, estn representados en las patentes industriales.

    La existencia de recetas secretas para manejar la realidad, es de-cir, procedimientos de los cuales uno no entiende los mecanismos ntimospero que constata una y otra vez que son ciertos (volar un avin, inyec-tarse cierto antibitico), nos da ventajas. Puede suceder que esa ignoran-cia sea slo nuestra, pero hay alguien en quien confiamos que los conoceal dedil lo (el pi loto, el mdico). La importancia de ese conocimiento, lapodramos medir con el pnico que nos atacara si de pronto nos dicenque el piloto que conduce nuestro avin ha muerto de un sncope y que sulugar lo ha tomado una azafata que no sabe cmo aterr izar, o que elmdico desconoce el frmaco que acaba de inyectarnos. Pero los creyen-tes dan por sentado (porque su cultura as se lo asegura) que siempre hayalguien que conoce todos los mecanismos: Dios. Peor an: el ser humanosiempre consider pecaminoso averiguar algo que Dios "haba dispuestoque fuera secreto". Las mitologas rebosan de ejemplos en los que Eva secondena por comer del rbol del Conocimiento, Orfeo pierde a su Eurdice

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    por volverse para cerciorarse de que lo segua, la Mujer de Lot se con-vierte en estatua de sal por intentar enterarse del destino de su Sodomade la que se estaba marchando (Gen 19:26). "Tu crees porque me ves /benditos quienes no ven y sin embargo creen" dijo Jess a Toms (Juan20:29). Esa acti tud marca una discrepancia fundamental entre la visindel mundo religiosa y la cientf ica, pues mientras que la religin valora elcredo, la ciencia aprecia la duda.

    Pero no se podra haber seleccionado a individuos extremadamen-te crdulos porque se hubieran expuesto a supercheras. Contrariamentea lo que nos ensearon en la escuela, en la Edad Media la gente estabafamiliarizada con la experimentacin, slo que no la usaba para poner aprueba teoras sino para cerciorarse de que la receta que se le acababade confiar era realmente eficiente. No se quera averiguar la estructuramolecular de los metales sino asegurarse que una moneda era de oro yno de plomo. En aquellos das, la razn era poco importante para mane-jar la realidad.

    Con las propiedades mentales que acabamos de enumerar, el serhumano va modelando la real idad, y tanto esta capacidad de modelarcomo los esquemas que va generando van siendo expuestos a una consta-tacin con la realidad y a una presin selectiva, que va haciendo transi-tar a los pueblos a travs de etapas mitolgicas, animistas, pol i tes tas,monotesmo hasta desembocar en la ciencia moderna. La ciencia moder-na no es ms que e l modelo ms avanzado y reciente. Pero nos debequedar c laro que tanto la funcin biolgica de los modelos teolgicosancestrales como su derivado cient f ico, es fundamentalmente la misma:adaptarnos a la realidad y sobrevivir.

    EL MODELO CIENTFICO EN SU ESTADO ACTUAL

    "Ciencia" es un concepto un tanto elstico que admite muchas de-f iniciones. En el presente art culo encuentro conveniente def inir la comouna manera de interpretar la realidad sin recurrir a milagros, dogmas,revelaciones ni al Principio de Autoridad. Veamos cmo se l leg a desa-rrollar esta manera de interpretar y qu ventajas t iene sobre otras.

    Hasta hace tres o cuatro siglos los cientficos (Galileo, Boyle, Newton,Linneo) eran creacionistas casi sin excepcin, porque si bien estudiabanlos hechos de la vida que tuvieran a su alcance tales como la forma yestructura de los rganos del cuerpo, la circulacin de la sangre, si porlos nervios circula algn f luido especial, cul es la manera ms t i l declasificar plantas y animales, ni se les pasaba por la cabeza preguntar-se acerca del origen del universo y de la vida, ni por la gestacin de unbeb en nueve meses. Esos eran portentos que atribuan a Dios. Aquellossabios se concentraban, en cambio, en cosas especficas y acotadas de larealidad referente a los astros, montaas, plantas, mantos geolgicos,pndulos, calderas, y que se pudieran explicar sin invocar milagro al-guno. Claro que, en la medida de que un nmero mayor de cientf icos se

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    ocupaba de ms y ms aspectos de la realidad, esos parches de conoci-miento eran como piecitas de un descomunal rompecabezas que comen-zaba a bosquejar un paisaje, y l legaron a descubrir algo por entoncesinsli to y que resumiremos en una frase: la ciencia se sistematiza espon-tneamente . Lo que afirmaban los matemticos no se contrapona con loque encontraban los gelogos, ni lo que descubran los climatlogos conlo que aprendan los astrnomos.

    EL LEGO CONFUNDE CIENCIA CON INVESTIGACIN

    Mientras que la ciencia moderna es, como decamos, una manerade interpretar la realidad sin recurrir a dogmas, milagros, revelacionesni al Principio de Autoridad, la investigacin es, en cambio, la habil idadpara concebir nuevas hiptesis y l levar a cabo estudios para enriquecerel creciente cuerpo del saber. Si un farmaclogo desarrol la una drogacapaz de curar e l cncer, e l s ida y la lepra juntos, lo reconoceremoscomo un invest igador bri l lante; sin embargo no consideraremos que es,adems, un cientf ico si al mismo tiempo mantiene que los codones 3 sonlas letras con que Dios escribi el l ibro de la vida, o que el hombre fuecreado como un muequito de barro y la mujer a part ir de una de suscosti l las, porque esa no es la manera en que la ciencia interpreta la evo-lucin de la vida, y el origen del hombre y de la mujer. Y, por el contra-rio, una persona puede ser un erudito que interpreta la realidad en perfectaconcordancia con los axiomas, principios y leyes de la ciencia, pero nopuede ganarse la vida como investigador por una ausencia total de origi-nalidad. El ideal es que el cientf ico y el investigador sean la misma per-sona pero, desgraciadamente, no es para nada el caso.

    LA INTERACCIN ENTRE CIENCIA Y SOCIEDAD: LA REVOLUCIN

    CONGELADA

    Hubo un momento en que los padres de la ciencia moderna dieronpor sentado que pronto beneficiara a toda la humanidad. La capacidadde navegar, vacunar, entender mantos geolgicos, planetas y es tre l las,d i sear maniobras qu i rrg icas , se propagar a por todo e l p lane ta yretroal imentara el inters por la aventura cient f ica. Los vis ionarios seapresuraron a descr ibir u topas c ient f icas y las casandras a vat ic inarpesadil las con tenebrosos sabios de pacoti l la. No ocurri as, de prontola Revolucin Cient f ica se congel. Por comenzar, los c ient f icos eranexcepciones la casi totalidad de los seres humanos segua teniendo unavisin del mundo incubada a lo largo de decenas de miles de aos, ha-

    3 Secuencias de tres bases que especifican la naturaleza de cada aminocido que se habr deensamblar para sintetizar una protena.

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    ban sido seleccionados, criados y educados para admitir la existencia demisterios sagrados y deidades. Es harto frecuente toparse con descripcio-nes de las reyertas entre ciencia y religin, comenzando por la quema deanatomistas, el proceso a Gali leo y la insensatez de los papas de conde-nar a la ciencia. Pero conviene aclarar que fueron ms importantes losreacomodos recprocos, porque son stos los que han ido conformandola sociedad actual. Veamos unos pocos de dichos reacomodos:

    1. La ciencia se ha ido reduciendo a mera investigacin. Acabamosde sealar que para el vulgo ciencia e investigacin son sinnimos casiexactos. Es que mientras un cientfico no puede admitir milagros, revela-ciones, dogmas ni manejarse con el Principio de Autoridad, un investiga-dor puede ser un astro de la qumica y, al mismo tiempo, un troglodita quecree sinceramente que Jess naci sin perturbar la virginidad de su mam,camin sobre las aguas y resucit a Lzaro. De todos modos, cuando esecientfico presente un manuscrito para su publicacin, el editor no le pre-guntar su opinin sobre el origen del universo ni los pecados de la carnesino que confinar la discusin a su aporte concreto. La cultura de la in-vestigacin ha ido desplazando a la cultura de la ciencia.

    2. En el siglo XIX se prevea un formidable encontronazo entre laciencia y la religin. Sin embargo, cada especialista se concentr en elmbito de su disciplina ubicada ms ac de la frontera con lo sagrado,los sacerdotes entendieron que podan usar el Ms All como santuario,y la l lama de la mecha se extingui. Hay profesionales que en sus disci-plinas gozan de gran crdito pero que en sus divulgaciones consideran ala ciencia y a la religin como "Dos Magisterios Que No Se Interfieren",sobre la base absurda de que el problema entre ciencia y religin se re-duce a posiciones metafs icas. Que la poblacin de un estado vote porque se prohba la enseanza de la Evolucin o que la morbosa restriccindel sexo produzca sacerdotes pedof l icos, pareciera no concernirle a los"magis ter ios".

    3. La educacin formal de un invest igador rara vez incluye unaidea clara de la ciencia. Los maestros y doctores son evaluados por suscontribuciones especf icas, por el nmero de art culos publicados en losque la discus in se l imi ta a la e laboracin de sus hal lazgos. Algunosepistemlogos modernos afirman que hoy slo cuentan los hechos, comosi stos pudieran ser colectados sin un andamiaje terico tcito o explci-to. Por momentos es an peor porque la mayora de los invest igadoresslo progresan en su campo en forma sistemtica ("doing their thing") e,incluso, en forma bril lante y ti l sin necesidad de inmiscuirse en aventuraintelectual alguna.

    4. Para la mayora de la gente del Primer Mundo la I lustracin (entrminos de cambio en la v is in del mundo) podra no haber ocurr idojams. Theodosius Dobzhansky, uno de los ms notables bilogos del si-glo XX ha sealado "En biologa nada tiene sentido, salvo en el contextode la Evolucin", pero estudios y ms estudios muestran que un enormeporcentaje de f lamantes doctores en biologa del Primer Mundo confiesanno tener la menor idea sobre la Evolucin.

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    5. El matemtico John von Neumann (1903-1957), padre de la Teorade los Juegos, concibi la c iencia como un juego en e l que todos losinvestigadores estn del mismo lado, tratando de "derrotar" a su contrin-cante ( la Naturaleza) arrebatndole secretos. A su vez, la Naturaleza seobliga a no trampear, a brindar respuestas correctas siempre y cuando sele haga la pregunta adecuada, independientemente del sexo, color, na-cionalidad o credo de quien pregunta. Pero los humanos consti tuimos unacaterva rebelde, remisa a compar t ir las ventajas que brinda el conoci-miento, pues hemos cado en la cuenta de que podemos incrementar lasganancias si recurrimos a tr iquiuelas y competimos hasta con nuestrosmismsimos compaeros de juego.

    6. Los seres humanos nos hemos equipado tambin con mural lasformidables para protegernos de los remordimientos y podemos gozar delmundo mientras ignoramos la pobreza, el hambre, la ignorancia y el maltratoa nuestros semejantes. Por ejemplo, despus de milenios de expoliar alfrica de gente brutalmente vendida como esclava, de oro, diamantes yespecies biolgicas cazndolas hasta ext inguir las, los gobiernos africa-nos deben pagar 12 bil lones de dlares al ao en intereses de las deudasque el los t ienen con el Primer Mundo, que representa el doble de lo quepueden dedicar a su educacin en escuelas primarias. Para hacernos unaidea del significado de estas cifras, mencionemos que para el 2001, lascompaas europeas grandes y medianas est imaban gastar 157 bil lonesen pasajes y entretenimiento .4 Las tres personas ms ricas del mundo tie-nen ms dinero que el Producto Interno Bruto combinado de las 48 nacio-nes ms pobres del mundo . 5 Ms de 150 mil lones de lat inoamericanos(aproximadamente un tercio de la poblacin de la regin) ganan menosde 2 dlares al da, cantidad que se considera el mnimo necesario paramantenerse vivo con un nivel razonable de salud .6 Un bil ln y cuarto dela gente de los pases subdesarrollados (20% de la poblacin del planeta)subsiste con menos de un dlar al da .7 Cada ao mueren de desnutri-cin, inmunizacin deficiente, falta de agua potable, falta de acceso a lamedicina y violencia 10.7 mil lones de nios menores de cinco aos; el99% de el los vive en pases subdesarrollados. Autores como Walter Rodney(1982) sealan que el embotamiento secular de los africanos no es pro-ducto de haber descuidado el fomento de su conocimiento s ino porqueEuropa ejerci una consciente y sistemtica destruccin del conocimientoen frica. A estas perversidades se suman la tesis de que la misma cultu-ra griega clsica deriva en realidad de escuelas africanas (Bernal, 1983)

    4 Time magazine, diciembre 25, 2000.5 Informe de las Naciones Unidas de 1998, citado en Hopenhayn, M. and Ottone, E. El gran

    eslabn: Educacin y desarrollo en el umbral del siglo XXI. Fondo de Cultura Econmica,Buenos Aires, 2000, p. 19.

    6 Amrica Latina frente a la desigualdad, Inter-American Development Bank, Washington,D.C., 1998, p. 25.

    7 "En desarrollo" es una nomenclatura comnmente aceptada, que no especifica qu es lo queestn desarrollando.

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    que fueron tergiversadas y astutamente ocultadas durante milenios, y lasdescripciones desgarradoras de la actualidad africana como las que haceRyszard Kapu cnski (2000).

    7. La ciencia se esfuerza por sis tematizar un conocimiento cohe-rente, la mayor par te de la gente no. Pocos encuentran contradic tor iol levar a sus hijos a un museo donde pueden admirar los esqueletos orde-nados desde los lemures hasta el Homo sapiens y enviar los a escuelasdonde se les ensear que las j irafas, monos y humanos fueron creadospor Dios en un solo da, hace unos seis mi l aos. Hoy la divu lgacinrecurre a tcnicas asombrosas en las que un adolescente puede admirarla eclosin de araitas de los huevos o la dispersin de la luz a travs deun prisma, pero no puede enterarse de la naturaleza de la ciencia, sues tructura, sus races biolgicas; por qu hay pueblos que la t ienen ypueblos que carecen de el la, no se divulga. A lo sumo la historia de laciencia se les presenta como las consabidas hagiografas de unos cuantosgenios, que no tienen impacto alguno en la visin del mundo de la socie-dad que los genera.

    EL CONOCIMIENTO CIENTFICO Y LA RELIGIN:

    HACIA UNA TEOCRACIA-CON-TECNOCRACIA

    Mientras que los mi lenarios esquemas teolgicos dan cuenta detodos y cada uno de los asuntos que ataen a un ser humano en su vidadiaria, la ciencia apenas ha tenido unos pocos siglos para concentrarseen una cantidad irrisoria de aspectos. Para peor, los conocimientos queha obtenido han bastado para minar toda base sensata a la idea de lainmortalidad del alma y el fundamento de las religiones. El drama radicaen que el ser humano no est capacitado para vivir sin sentido. Antaolos dioses se lo daban pero hoy la ciencia no, y su cultura actual no haalcanzado para generar le "sent idos modernos" basados en el amor, elrespeto, la esttica, la msica, la l i teratura, el trabajo, el deporte, el co-nocimiento. s te es uno de los ms grandes re tos que hoy enfrenta lahumanidad: cmo restaurar el sentido de la vida humana que conferanlas rel igiones.

    Puesto en blanco y negro, esa es la razn de que la mayor partede la sociedad siga siendo creyente (porque las religiones la apaciguan),haya obligado a podar el rbol de la ciencia hasta dejarlo convertido enmera invest igacin y cont ine sus descuart izamiento hasta obl igar a lainvestigacin (a travs del manejo de fondos) a concentrarse en algo quelos administradores l laman "investigacin aplicada". La gente quiere go-zar de aviones, anestsicos, televisin a color, pero le repele incorporarla visin del mundo que nutre a la ciencia. Anhela combinar Teocraciacon Tecnocracia. No lo est logrando pero, a pesar de excepciones nota-bles (Houssay, Charreaux y muy pocos otros) , a lo largo de se tenta ycuatro aos ha puesto la ciencia en manos de funcionarios para quienesla realidad tiene una nica variable: la econmica.

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    Y LA ARGENTINA QU?

    Entre 1880 y 1930 Argentina haba recorrido un gran trecho edu-cacional, pol t ico y econmico, y estaba superando el oscurantismo auto-ri tario que haba heredado por circunstancias histricas. Pero a partir de1930 Argentina viene cayendo a los bajos niveles que con toda lgicacorresponde a su falta de desarrollo cientf ico. Lo que resulta rematada-mente loco es que los analistas pol t icos, sumidos en el ms desesperanteanal fabet ismo cient f ico, s igan buscando algn tras tabi l ln econmico,algn pacto que no debera haberse f irmado, alguna medida cambiariachapucera, un mandatario que vendi a su pueblo por alguna cuenta enSuiza, que "explique" ese resbaln de siete dcadas por una cuesta denmeros rojos.

    Pero si insist imos en que una de las desgracias de los pases sinciencia es su incapacidad de percibir esa carencia, es porque los anlisispol t icos, sociales y econmicos rara vez sealan en detalle el verdaderodesastre: la destruccin sistemtica del Aparato Educativo Argentino. Cuandoa lo sumo mencionan este vandalismo, lo caracterizan como rezago, esdecir, como si se estuviera en la senda correcta slo que transi tndolacon cierta cachaza ,8 y acaban proponiendo una reconstruccin de escue-las y universidades, pero basadas en la misma visin oscurantista del mundoque imper en las lt imas siete dcadas.

    Por eso Argentina desestim las consecuencias de que las huestesnazicatlicas rompieran las universidades a palos en 1966 .9 Tuvo minis-tros de economa como Domingo Cavallo quien, en un rapto de ofuscadahonestidad, mand a los investigadores a lavar platos, que algunos sec-tores intelectuales tomaron como una injusticia o una grosera y no comouna dolorosa evidencia de que el pas est en manos de funcionarios cuyamental idad les permi te saber para qu s ir ve lavar platos pero que notienen la menor idea de cul es el papel de la ciencia en un estado moder-no. Nombr director de CONICyT a un personaje que, en el mismsimoao en que confes no disponer de un centavo para cos tear proyectoalguno, compr 80 crucifi jos para las instalaciones a su cargo. Tambinimpuso como decano de la Facul tad de Ciencias Exactas a un deliranteque exorciz las aulas de dicha casa de estudios y construy un templeteque todava est en pie para protegerla del Demonio. Cuando los go-biernos argentinos entronizan a trogloditas que aniquilan su aparato edu-cat ivo, no hay un solo s indicato, una sola cmara industr ial , una solaentidad empresarial que alce su voz. Por el lo, luego se torna tristementehabitual que las empresas colapsen ante la competencia internacional y

    8 El analista brasileo Darcy Ribeiro ha sealado que antiguamente se clasificaban los pueblosen peldaos de una escalera, en cuyos peldaos inferiores se ubicaban Hait, Somala,Camern, y en los superiores a Suecia, Suiza, Francia. Pero hoy se constata que el subdesarrollono es la antesala del desarrollo, como implica su nombre, sino su contraparte inevitable.

    9 Rotunno, C. A. y Daz de Guijarro, E. La creacin de lo posible, Eds. del Zorzal, Buenos Aires,2003.

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    las masas de obreros rueguen por trabajo a San Cayetano, a la Virgen deLujn o al cantante Rodrigo. Quien cree sinceramente que un santo, unavirgen o un cantante muerto pueden generar empleo, no tiene una visindel mundo compatible con la ciencia moderna, y un pas sin ciencia mo-derna est inevitablemente condenado a la miseria y la desesperanza.

    Hay, cmo negarlo, un problema econmico desesperante, pero sibien la ciencia utiliza instrumentos complejsimos y de un costo superior alproducto bruto de muchos pases, todos ellos resultan irrisorios compara-dos con el nico instrumento imprescindible para toda tarea cientfica: elcerebro humano. Es el momento de sealar entonces que en Argentina anquedan brasas de aquel fuego que le permite seguir exportando materiagris a esa vasta Provincia Argentina de Ultramar en la que nos ganamos lavida con lo que nos ensearon maestros que an sobreviven all.

    PASOS CONCRETOS Y POSIBLES EN LA ARGENTINA DE HOY

    Los intelectuales somos sonoramente vocales a la hora de la cr t icapero rara vez proponemos acciones concretas. Por eso dedicar el restode este artculo a enumerar algunas medidas que son factibles an en elestado deplorable en que se encuentra la Argentina.

    Argentina podra averiguar rpida y directamente para qu cosasse necesitara generar conocimiento cientf ico tanto "bsico" como "apli-cado", y obtener fondos para formar a los cientf icos, construir sus labo-ratorios y pagar adems sus gastos de investigacin. Todo aquel que gasteen patentes y consultores extranjeros, debera pagar un impuesto dedica-do a generar un conocimiento local que los sust i tuya. Debe tenerse encuenta que, mientras la informacin puede almacenarse en bibliotecas ymemorias de computadoras, e l conocimiento requiere de la mente queconoce. Lo notable es que an hoy Argentina tiene en su propio terri toriomaestros que podran consti tuir el cristali to inicial para promover el de-sarrollo de la ciencia.

    Podra generar "inst i tu tos vir tuales", o mejor dicho "programas"en los cuales los investigadores participen desde los laboratorios y uni-versidades en que se encuentren, pues hoy los medios de comunicacinno requieren necesariamente que se los arrebate a las diversas universi-dades para fundar inst i tutos nuevos.

    Para poder operar en el nivel mundial , las empresas del Pr imerMundo se ven obligadas a destinar parte de sus ingresos a la investiga-cin y desarrol lo de sus productos. Sin embargo, inc luso aquel las quetienen en Argentina un mercado mayor que en el pas donde asienta sucasa matr iz, hacen la invest igacin y desarrol lo al l . De esta manera,jams se podrn formar empresarios, cientf icos y tcnicos argentinos, nise podrn generar susti tutos locales. De modo que Argentina debera ave-riguar el monto que una empresa dada percibe en el mundo, qu propor-cin de esta suma la dedica a investigacin y desarrollo, y requerir que

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    dedique a la investigacin en Argentina una cantidad proporcional a sumercado en el pas.

    Si bien las empresas deberan asentar plantas de investigacin ydesarrollo en el terri torio argentino, y formar cientf icos y tcnicos loca-les, se deber cuidar de que no destinen sus investigaciones al mero con-t ro l de ca l i dad o a p robar su s p roduc to s ( e j emp lo : una fb r i ca demedicamentos) y art culos que tengan r iesgos (ejemplo: una fbrica deparacadas, txicos o explosivos) en la poblacin argentina, si es que nolo hacen tambin en su casa matriz.

    Argentina cuenta con el producto de sus campos y sus minas, perono aprovecha los sabios que produce en esos laboratorios escondidos enunivers idades que se le pasaron por al to a la piqueta oscurant is ta. Escomo si un pas petrolero t irara su petrleo al mar porque no t iene lamenor idea de para qu sir ve. Se debera crear un puado de nuevasuniversidades dedicadas fundamentalmente a la investigacin de alt simonivel. Deben disearse mtodos ad hoc para protegerlas de que las inva-dan los oquis y para librar a las ya infectadas de esta plaga que estdevorando a nuestras mejores casas de estudio. Dijimos al comienzo quela c iencia es la herramienta ms ef icaz con que cuenta la humanidadpara resolver problemas; en ese sentido podramos medir qu puntos al-canzan la ciencia y los universitarios argentinos en general, a travs desu capacidad de curarse de tanto burcrata entronizado en estamentosdirectivos, de l impiarse de productores de apuntes, de rescatar alumnosbril lantes 10 y lograr un nivel de excelencia como los que hoy slo exhibenalgunas escuelas de algunas universidades. A decir verdad, la universi-dad argentina ya aprob dicha prueba. Fue en 1918, cuando origin supropia Reforma. Pero claro, en aquel entonces ocupaba el 8 o lugar entrelas naciones ms al fabet izadas. Hoy se es t muy por debajo de aquelndice y la mediocridad no se va a dejar barrer as como as, sin embargoqueda gente capaz en cantidad suficiente como para disparar una Refor-ma/2004. He comenzado este artculo afirmando que una de las desgra-cias del subdesarrollo radica en su incapacidad de reconocer el papel delconocimiento. He ah otro test para funcionarios estatales y universitariosen part icular: re