Boletin 75

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Museos de Terque Año VII nº 75 Mayo 2012 Apología Radical de las Cosas Viejas Haciendo el Cisco Jacinto Gil Ayala y Antonia Leiva García, cultivan algunos de los últimos parrales de Uva del Barco en Almería. Ambos son descendientes de generaciones de parraleros de Benta- rique y Alhama. Jacinto habla con la pasión que da el amor a la tierra, con la sabiduría heredada del que lo sabe todo de los parrales. Recuerda con devoción a su padre, Gregorio Gil Andrés, del que aprendió todas los cuidados y labores que necesitan las parras. Aprovechar todo lo que el parral ofrece, es y ha sido la forma de vida que han elegido. Una de estas tareas es la preparación del carbón. En los meses de invierno tras la poda , se tira la madera, retirando los restos del alambrado. Estos sarmientos eran aprovechados para diferentes fines: bien se recogían en gavillas y una vez secos se quemaban directamente como leña para cocinar o calen- tarse en el “rincón” o más recientemente, se hacía con ellos carbón o cisco”. Otro aprovechamiento era recoger las puntas de los sarmientos más tiernos como alimentos para las bestias: mulos y burros. El cisco, pequeños pedazos de carbón vegetal, fue un combustible muy utilizado en los fríos meses de invierno. Se encendían los braseros con cisco o ascuas del rincón, colocándolos por lo general bajo la mesa camilla, o sobre una tarima en las habitaciones. Esta costum- bre de hacer cisco es hoy un rareza, y un ejemplo más de cómo nuestra moderna sociedad desperdicia lo que la natu- raleza le brinda. Jacinto, recuerda a su familia alrededor de la mesa camilla, y las carreras de algún gato despistado, que adormecido por el calor arrimaba en exceso su rabo al bra- sero. “ Jacinto mira a ver donde está el gato a ver si va a pegar fuego a la casa” decía su madre. Hacer cisco o carbón con- siste en quemar los sarmientos sin que lleguen a hacerse ceniza. Amontonados se les pega fuego, y se van moviendo para que ni se apague, ni se avive en exceso, tapando las “ventanas.” Antes de que se hagan ceniza, se apagan ro- ciándolos con un cubo de agua y removiéndolos con un legón. Una vez apagados se guardan en sacos. En la imagen, podemos ver un brasero del Museo Etnográfico de Terque. La pieza es de cobre y descansa sobre una caja de madera, podemos apreciar una badila para avivar y remover el cisco, y una alambrera, jaula de alambre para proteger las faldas de la mesa y el calzado. Las fotografías fueron tomadas en Bentarique en el paraje La Ramona por José Carlos Castaño, durante la grabación del video “Los últimos parraleros” que se está realizando durante este 2012 por el Museo de Terque en toda la provincia.

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Museos de Terque Año VII nº 75 Mayo 2012 Apología Radical de las Cosas Viejas

Haciendo el Cisco

Jacinto Gil Ayala y Antonia Leiva García, cultivan algunos de los últimos parrales de Uva del Barco en Almería. Ambos son descendientes de generaciones de parraleros de Benta-rique y Alhama. Jacinto habla con la pasión que da el amor a la tierra, con la sabiduría heredada del que lo sabe todo de los parrales. Recuerda con devoción a su padre, Gregorio Gil Andrés, del que aprendió todas los cuidados y labores que necesitan las parras. Aprovechar todo lo que el parral ofrece, es y ha sido la forma de vida que han elegido. Una de estas tareas es la preparación del carbón. En los meses de invierno tras la poda , se tira la madera, retirando los restos del alambrado. Estos sarmientos eran aprovechados para diferentes fines: bien se recogían en gavillas y una vez secos se quemaban directamente como leña para cocinar o calen-tarse en el “rincón” o más recientemente, se hacía con ellos “carbón o cisco”. Otro aprovechamiento era recoger las puntas de los sarmientos más tiernos como alimentos para las bestias: mulos y burros. El cisco, pequeños pedazos de carbón vegetal, fue un combustible muy utilizado en los fríos meses de invierno. Se encendían los braseros con cisco o ascuas del rincón, colocándolos por lo general bajo la mesa camilla, o sobre una tarima en las habitaciones. Esta costum-

bre de hacer cisco es hoy un rareza, y un ejemplo más de cómo nuestra moderna sociedad desperdicia lo que la natu-raleza le brinda. Jacinto, recuerda a su familia alrededor de la mesa camilla, y las carreras de algún gato despistado, que adormecido por el calor arrimaba en exceso su rabo al bra-sero. “ Jacinto mira a ver donde está el gato a ver si va a pegar fuego a la casa” decía su madre. Hacer cisco o carbón con-siste en quemar los sarmientos sin que lleguen a hacerse ceniza. Amontonados se les pega fuego, y se van moviendo para que ni se apague, ni se avive en exceso, tapando las “ventanas.” Antes de que se hagan ceniza, se apagan ro-ciándolos con un cubo de agua y removiéndolos con un legón. Una vez apagados se guardan en sacos. En la imagen, podemos ver un brasero del Museo Etnográfico de Terque. La pieza es de cobre y descansa sobre una caja de madera, podemos apreciar una badila para avivar y remover el cisco, y una alambrera, jaula de alambre para proteger las faldas de la mesa y el calzado. Las fotografías fueron tomadas en Bentarique en el paraje La Ramona por José Carlos Castaño, durante la grabación del video “Los últimos parraleros” que se está realizando durante este 2012 por el Museo de Terque en toda la provincia.

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Dirección y textos: Alejandro Buendía Muñoz. Diseño José Luis Segura. Colaboradores:Lourdes López, José Carlos Castaño, Jacinto Gil y Antonia Leiva, Emilio Martínez, Mario Rodríguez, Rosa Cantón y Centro Guadalinfo de Terque. C/ Real, 17 CP 04569 Terque (Almería) Tlfno./ Fax: 950 64 33 00. Colabora: Diputación Provincial de Almería y Ayuntamiento de Terque. Edita: Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Depósito Legal: AL-38-2006. ISSN: 1885 - 9801. Periodicidad mensual. 1000 ejemplares gratuitos.

© Asociación de Amigos de los Museos de Terque. Derechos reservados. Las noticias y artículos que figuran en la presente publicación pueden reprodu-cirse con fines educativos, citando la procedencia. Ninguna parte puede reproducirse con fines comerciales sin el consentimiento expreso del Museo de Terque. www.museodeterque.com

La Salvadera Junto al papel, la pluma o el tintero, las escribanías de nuestros antepasa-dos contaban con otro utensilio imprescindible:la salvadera. Este era un vaso por lo común cerrado y con agujeros por la parte superior, en el que se tenían los polvos o arenilla para secar o enjugar lo que se acababa de escribir. A mediados del XIX, aparece también para este fin el papel se-cante en hojas planas o colocadas en un rodillo. De sus agujeros se pedía en 1766, en el “Tratado del Origen y Arte de Escribir”, de Fr. Luis de Olod “…que los agujeros sean pequeños, porque siendo demasiadamente gran-des dan los polvos con mucha liberalidad, perjudicando la letra y dañando lo escrito.”

Las salvaderas estaban hechas en diferentes materiales como cristal, barro (loza y porcelana), metal (cobre, latón, peltre o bronce) o incluso de cuer-no o madera. En 1869, el Eco de Alicante anunciaba “salvaderas de boj, loza y cristal”. Encontramos salvaderas en porcelana de Limoges o en cerá-mica de Talavera o Manises. Estos recipientes se llenaron con diferentes materiales. Fr. Luis de Olod dice “ Los polvos pueden ser de minerales, pero los mejores que usamos en este Reyno, son los de arena cernida muy menu-da. En Cataluña tenemos unos polvos muy buenos y finos de arena en los Alfaques de Tortosa, algo negros.” En los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural de 1872, también señalan como los más idóneos la are-na de algunas playas “ tiene la finura y el brillo de la mejor arena de salva-dera, los que he visto recoger para este objeto en algunas costas de las Islas Canarias.” Entre los minerales se utilizaron la mica o la galena “ a veces las micas que se presentan en escamas sirven como polvos de salvade-ra” (Manual de Historia Natural, De Galdo,1833). Otros minerales no se recomendaban “ no usen de limaduras de hierro porque roen el papel.” (Fr. Luis de Olod). Los polvos comerciales se vendían en diferentes colores “polvos de salvadera negros y de todos los colores” (Diario de Córdoba, 1857). Presentándose en cajas, paquetes y a granel “Polvos de salvadera a seis cuartos la libra” (Semanario de Avisos,1844)

Con la salvadera, no se obtenían grandes resultados como dejaba claro en 1902 Rufino Blanco, en su libro “El Arte de la Escritura y de la Caligrafía. “ “La arenilla quita al trazado parte de la tinta y la descolora; además, deja la superficie del papel muy desigual para escribir por el lado opuesto y destru-ye la encuadernación de los libros en que se usa.” Tampoco recomendaba “El papel secante, si no está usado, absorbe la tinta y descolora el trazado; y si tiene algo de grasa, lo extiende y emborrona. En los trabajos caligráficos no debe usarse, por tanto, ni el papel secante, ni la arenilla .Lo mejor es es-perar a que el escrito se seque naturalmente.” También son repetidas las referencias a los desastres que se producían al confundir el tintero con la salvadera con los consiguientes manchas. Las salvaderas eran utilizadas poco en las escuelas “ aunque los maestros poco usan de ellas porque cuan-do acaban el último reglón ya estan secas las demas.”

La salvadera aparece en algunos textos utilizada como figura literaria, por ejemplo, en estas comparaciones “Unas medias de seda con más agujeros que una criva o una salvadera” “ Mi familia no tenía otras tierras que la are-nilla de la salvadera.” En las imágenes, Salvaderas de las colecciones del Museo Etnográfico de Terque, en porcelana, cobre y cristal, está última con los polvos de salvadera dentro.

“- ¡Señora! ¡Señora! -¿Qué quieres? ¿Qué ocurre?

-Que le he dado al niño una cucharada de tinta en vez de la medicina.

-¡ Imbécil! ¡Zopenco! Anda volando al doctor.

- Pero... no hay cuidado.

-¿Cómo que no hay cuidado? ¡Anda corriendo!

-No señora, porque así que me he apercibido le he dado una buena cu-charada de polvos de salvadera.” Revista El Labero. Diciembre 1899

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Reservado, 1871

“ Reservado

Recibi tu muy grata dulce amiga,

Y leí con avidez su contenido,

Meditelo… y que quieres que te diga,

Que las gentes seran quien siempre han sido;

Deja tu al mundo que su curso siga,

Y quedemos relegados al olvido,

Mientras cumple el refran que con la gloria

Muy bien puede olvidarse la memoria.

Feliz me consideras, por que ausente,

Me hallo del país donde nací

Dó el ocio da lugar a que vilmente

Se viertan mil patrañas, las que en sí

Ofenden, quedando inpunemente

El autor, que encubierto, hace sentir

Amargos y grandísimos desvelos,

Efecto de su chisme y sus enredos.

Pues no obstante y a pesar de todo eso,

Aspira en su ilusión el alma mia,

Salir del cautiverio do estoy preso

Por ver el cielo que mi pecho ansía

Dó la brisa en la flor imprime el beso

Esparciendo a torrentes la ambrosía,

Y finge un mundo de goces y delicias,

Avaro siempre de prodigas caricias

Sigue la senda que hasta aquí seguistes

Modesto tu pensar, virgen tus goces;

Así jamas tendras que arrepentirte

De un mundo que seguro desconoces;

Que marcando la guella, bá a la triste

Que solo el mundo y el placer conoce,

Y un día llorará por quíen le acuda,

Y hallará la sociedad paciente y muda.

No es verdad que es muy grata en la conciencia

No hallar remordimiento, y que tranquila

Y llevando las cosas con paciencia

(Que dicho sea de paso no se estila)

Bá uno adquiriendo de nuevo una experiencia,

Que al corazón ya tanto no aniquila

Pues si esta marcha seguro la empleamos,

Veras llegar el día que nos riamos.

No quiero dejar de decirte que sentí,

El fabor que creías me dispensabas,

Al hablarle solicita por mí

A la que al hacerlo tu te desairabas;

No es que crea que el desaire fuese a tí

Ya sé que solo fue por quién mediaba;

Mas si yo pudiera haberte aconsejado

Ten seguro que jamas le habrias hablado.

Mas lo hicistes y no hay remedio,

Yo agradezco tu buena voluntad,

Mas siento le causara un poco tedio

Si quieres que te diga la verdad,

Pues no habiendo como creo nada por medio,

No comprendo cual fue la novedad

Que de un amigo de tanto tiempo habido,

Le hechare de ese modo en el olvido.

No he querido dejar este incidente,

Por que ya en la tuya de él me habías hablado,

Por lo tanto he estimado combeniente

Dejarlo hacia el final cual has notado,

Y aunque en verdad toquelo brevemente,

Nunca tube por ello gran cuidado,

Fiado en tu amistad, que de seguro

Estos versos jamás leerá ninguno.

Querida Dolores, te repito la mayor reserva, pues sentiría mucho que estos versos los leyera nadie, no solamente por malos, si no por que no los interpretase cada cual a su manera, pues mi idea como ves solo es contestar a la tuya.

Da mis cariñosos recuerdos a tu Papa y hermanos, a las muchachas y mi amigo Bautista y tu dispon como gustes de tu fiel amigo que te quiere. Jeronimo.

P.D Contéstame pronto pues no se cuando tendré el gusto de darte un apretón de manos pero deberá ser dentro de pocos días.”

Carta en verso de Jerónimo {…}, desde Lorca a Dolores Sánchez Fernández en Huércal Overa. Almería 1871.

Archivo de Escrituras Cotidianas

Museo Etnográfico - Museo Provincial de la Uva del Barco - Cueva de San José

Viaje al tiempo detenido

El tiempo detenido nos lleva a Terque, a un día de invierno, de mediados de 1920. En esta maravillosa imagen, la Pasa-jera que hacía el trayecto Terque Almería. El coche, es un Chevrolet, modelo “Statión Wagon”, propiedad de Emilio Porras Martín. El auto tenía tres filas de asientos, con tres categorías y precios 1ª, 2ª y 3ª clase, en el que cogían hasta 10 personas. Según recuerda su nieto, Emilio Martínez Porras (Terque 1919-), el auto hacía un único viaje al día, salvo los domingos que descansaba. Salía por la mañana, sobre la ocho, regresando por la tarde. Tardaba más de una hora en hacer el trayecto. Como no había puente para cruzar el río Nacimiento, las temporadas en las que traía mucho agua, no había viaje. Sorteaba el río por Alhabia, cogiendo la cuesta del Camino del Arco hasta entrar a Terque por las Eras, don-de tenía la parada y la cochera, -que hoy se conserva, propiedad de Trino Tortosa-. Emilio recuerda “ cuando la Cuesta del Arco estaba mojada por la lluvia, se ponía una mula que teníamos, atada con una cadena al coche para subirlo y que no patinara.” Si buscamos detalles podemos ver, sentado al volante al conductor, que se llamaba Marcelino, los neumáti-cos de la marca Michelín, la bocina que sobresale en la parte delantera del conductor o la baca con una rueda de re-puesto, maletas y sacas posiblemente del correo. El fotógrafo busca el momento de su llegada. Un grupo de mujeres jóvenes en ropa de abrigo se saludan, sólo alguna de ellas busca la mirada de la cámara. Como ligero equipaje apare-ce un pequeño bolso de viaje, una gran sombrerera y dos jaulas de pájaros. Entre ellos se reconoce al niño apodado “Frasco Papas”,a Ángeles Paniagua –la anciana del pelo blanco-, besándose su hija Emilia Alonso y María Ruiz, en la puerta subida, Ángeles Alonso. También se reconoce a Blanca De Cara, Encarnación Cantón, María Rodulfo y Dolores, la cocinera de la casa de los Alonso. La fotografía la conserva Mario Rodríguez Alonso en un negativo de cristal de 12x9 cm. Su autor posiblemente fue uno de los Hermanos Paniagua Porras, Julio o Emilio, aficionados a la fotografía.

¿Cuándo visitar los Museos de Terque?

Horario: Sábados, Domingos y Festivos de 12 a 14 horas.

Fuera de este horario puede concertar una visita guiada

en el teléfono 950 64 33 00.

Museo Etnográfico 2007

Cueva de San José 1890

Museo Provincial de la Uva del Barco

1945

“Apreciada Rosana. Ya hemos regresado a una muy fría Suecia. Tene-mos en nuestra memoria el día que estuvimos contigo en tu pequeño pueblo y sus Museos. Algo único para todos nosotros. Un día fuera de lo común, un día que no olvidamos y tenemos en nuestra memoria.” Anita y Leif.

Libro de Visitas Nuestros Visitantes

Imprime: Imprenta Diputación de Almería