Boletín tukuy rikuq nº 1

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sus múltiples actividades y matrices? Y si esa vida ya no es tal, y por tanto se encuentra en tiempo ido ¿cómo reconquistarla, cómo darle una nueva vida si no es con ciencia y arte, con conocimiento, respetando los hechos y confi- gurando una realidad, una totalidad a partir de algunas piezas aisladas? Creemos también que la relación que surge entre el científico que investiga los tiempos prehistóricos y esos tiempos pasados es bas- tante profunda. Por una parte, la relación con el objeto que se analiza, conoce y se incorpora, enriquece al ser mismo del científico. En el investigador, al término de su quehacer, existe plenitud; hay un enriquecimiento interior, producto de la integración no sólo de una gran cantidad de datos sino de la totalidad del conocimiento aprendido. Por otra, la relación entre pasado y presente es tan fuerte, tan sólida, que al conjugarse en nosotros el tiempo se hace uno solo en nues- tro ser. Esta unidad entre ayer y hoy permite, además, replantear la posición de la prehisto- ria como ciencia y el objetivo último de ella. Pero más que una nueva definición de nuestra ciencia, lo que nos importa es acentuar el co- nocimiento científico del pasado y su relación íntima con los otros tiempos. A propósito de esta relación entre Pasado y Presente, que hemos enfatizado, y desde otra perspectiva, el arqueólogo norteamericano Lewis Binford, en su libro "In pursuit of the Past" (traducido al español en 1988 "En busca del pasado") ha insistido que aunque los yaci- mientos conservan elementos del pasado, el registro arqueológico es un fenómeno con- temporáneo y las afirmaciones que hacen los estudiosos sobre él no son afirmaciones histó- ricas. Si se intenta investigar la relación exis- tente entre los vestigios materiales del pasado que conocemos en el presente, con las activi- dades humanas del pasado, causantes de estos vestigios arqueológicos, nos enfrentamos a un gran desafío intelectual. Si reconocemos que el registro arqueológico también se compone de símbolos, además de los vestigios materia- les, la dificultad del conocimiento es más grande. El conocimiento del pasado se obtiene de los restos arqueológicos, contextualizados, a par- tir de inferencias que se construyen en el pre- sente. ¿Pero cómo hacer inferencias científi- cas? Todo el libro de Binford es su intento de desarrollar métodos para hacer inferencias que sean fiables, mucho más que otras reali- zadas anteriormente. Uno de los caminos re- comendado por el arqueólogo norteamerica- no, ya en la década de 1970, es la investiga- ción etnoarqueológica. Como este autor ha influido en muchos arqueólogos chilenos es interesante conocer algunas de sus ideas sobre este tema. Nos recomienda que investiguemos de qué manera los restos del pasado paleolíti- co, que son "estáticos", pueden pensarse des- de la movilidad de actuales grupos de cazado- res y recolectores, del uso que hacen de su espacio físico, de su adaptación al medio am- biente climático y social, de la fabricación de artefactos y de sus múltiples usos, de la es- Desde hace algunos años, la información acerca de las sociedades y /o culturas prehis- pánicas y también de las sociedades aboríge- nes contemporáneas ha crecido en forma considerable. El aumento de los conocimien- tos sobre nuestros más antiguos antepasados y nuestros connacionales aborígenes ha sido el producto del desarrollo de algunas disci- plinas muy específicas. Gracias a investiga- ciones arqueológicas y con la participación de muchas otras disciplinas afines, conoce- mos hoy en día la gran antigüedad de los primeros grupos de cazadores y recolectores que habitaron nuestro territorio y las caracte- rísticas específicas de muchos otros que vi- vieron en el norte, en la costa o en las alturas de nuestro hermosa cordillera, en el centro o el sur, del Perú. Buscando razones para comprender el fenó- meno señalado surge inmediatamente, como una primera explicación, el deseo de conocer los orígenes de nuestra nacionalidad y, en general, de todo lo que pueda explicar, desde el pasado, la actual realidad cultural y social del Perú, a pesar de las dificultades episte- mológicas que presentan estos estudios. Existe en algunos y también muy relaciona- do con lo anterior, la necesidad de despren- derse del presente, recorrer los múltiples caminos del ayer que nos muestran aconteci- mientos diferentes y, desde allí, retornar a nuestro tiempo, llenos de información y con algo de sabiduría. La reconstrucción de los hechos del pasado, el conocimiento de las culturas más antiguas que se pierden casi en el olvido es, por sí sola, una buena razón para estudiar ese pasa- do prehistórico. Si a esto se agrega que ese pasado lejano llega hasta nosotros por inter- medio de algunos grupos étnicos, de sus culturas, y se incorpora a nuestra "historia" de los últimos siglos, comenzamos a com- prender la fuerza y el valor que tienen estas investigaciones. No sólo interesa lo que su- cedió sino lo que sigue aconteciendo; no sólo importan las sociedades y culturas del ayer, sino cómo siguen actuando esas unida- des sociales en los tiempos más recientes, y, en algunos casos, contemporáneamente a nosotros. Creemos, sin embargo, que hay también otras razones que explican este creciente interés por conocer los tiempos prehispáni- cos del Perú. Aunque pueda parecer casi increíble hay también razones estéticas, si así pueden llamarse. Cuando nos sumergi- mos en el pasado y comenzamos a recrear sus acontecimientos, el historiador, en este caso el arqueólogo, obtiene satisfacciones espirituales muy grandes. Recrear los hechos humanos, la formación de una cultura, la organización de una sociedad, la adaptación de una comunidad en un medio ambiente natural, es también algo bello y produce be- lleza. Naturalmente que no es la primera vez que se dice que historiar es un arte y que el conocimiento del pasado es una actividad muy delicada que necesita manejar valores estéticos. ¿Qué otra cosa es organizar y pre- sentar coherentemente la vida humana en tructura de sus lugares de trabajo, de vivien- da, de celebraciones, etc. Analizando la con- ducta viva de grupos de aborígenes, aspira a trazar algunas líneas interpretativas que ayu- den a los estudiosos del pasado a construir modelos explicativos para conocer lo que ocurrió en el pasado. Podemos preguntarnos hasta dónde estos modelos establecidos para conocer situacio- nes del pasado humano, a partir del registro arqueológico, dan a conocer sucesos relevan- tes o significativos. Siguiendo, por ahora, los conceptos de Binford, las relaciones que hacemos entre las consecuencias estáticas (restos de un yacimiento arqueológico) y las causas dinámicas, propias del comportamien- to social del pasado, ¿podremos contrastarlas empíricamente? Parece poco probable que se considere suficiente estudiar los comporta- mientos de pueblos aborígenes actuales para sacar conclusiones útiles -modelos de con- ducta- que permitan el conocimiento del pa- sado. Si se responde afirmativamente esta- mos frente a una creencia: que hay un con- junto de rasgos que subyacen permanente- mente y que son característicos, por ejemplo, de la organización espacial interna de la vida de un yacimiento de cazadores, no importan- do su situación en el tiempo. Por cierto que la Etnoarqueología, como la Arqueología Experimental, la Arqueología Espacial, la Zooarqueología, etc., son disci- plinas necesarias para la búsqueda de méto- dos que nos ayuden a "leer" correctamente el "texto" propio de los "contextos arqueológi- cos". Pero como el propio Binford lo ha es- crito, no es posible hacer analogías entre gru- pos actuales y grupos paleolíticos. Esta es una antigua conclusión que a veces se olvida. De todos modos los análisis inteligentes hechos por Binford -aunque incompletos- sirven para exigirles a los arqueólogos una metodología digna de los desafíos que pre- sentan sus yacimientos y sus contextos ar- queológicos. Estos temas, estas preguntas, han estado pre- sentes a lo largo de la historia arqueología peruana. Diferentes teorías han estado pre- sentes en los artículos, informes y libros es- critos por los arqueólogos desde fines del siglo pasado hasta el presente. Desde el Evo- lucionismo Darwinista y el Positivismo Fran- cés, pasando por escuelas Históricas, Ecolo- gistas, Materialistas, Procesuales y reciente- mente Postprocesuales, la arqueología perua- na ha oscilado entre la descripción bien hecha pero limitada hasta las generalizaciones sin base empírica; tal vez lo consolador sea que, en general, ha primado una combinación de empiria e inferencias moderadas que han per- mitido consolidar, poco a poco, el valor cien- tífico de nuestro conocimiento del pasado peruano. Algunas razones para investigar Arqueología en el Perú Carlos Campos Napán Grabado de Pañamarca, tomado de Squier (1877) El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio, denunciando cualquier atentado contra éste. Bienvenidos al primer número del Boletín Tukuy Rikuq “El que todo lo ve”, primer vocero del Grupo Kuntur, grupo de egresados y estudiantes de arqueología de San Marcos hondamente preocupados por el desarrollo académico de nuestra carrera y por la protección de nuestro tan abandonado patrimonio arqueológico. Es nuestra intención hacer llegar mediante este Boletín el verdadero panora- ma que tiene el estado de conservación de los sitios arqueológicos de nuestro país, además de artículos de divulgación académica referidos a nuestra carrera, de todas formas la principal razón por la que concebimos al Tukuy Rikuq es para divulgar pe- queños artículos que denuncien el terrible y desolador estado actual que tiene el in- menso y riquísimo patrimonio arqueológico peruano, con miras sobre todo de infor- mar a los no muchas veces bien informados y conscientes de este problema estudian- tes de arqueología, no sólo de la ciudad de Lima, vale decir estudiantes de la UNMSM, UNFV y la PUCP, sino también del resto del país. A partir de este primer número del Tukuy Rikuq hace su aparición oficial en el medio de divulgación arqueológica el Grupo Kuntur, grupo de personas que veni- mos reuniéndonos desde el año 2003 con miras no sólo de ayudarnos a crecer acadé- micamente sino también intercambiando ideas sobre los graves problemas actuales del patrimonio arqueológico y las posibles soluciones que estos problemas podrían tener, hasta el momento modestamente sólo podemos decir que los problemas que conciernen al patrimonio son más complejos de lo que imaginábamos, y que muchos de ellos no se solucionarán sin una participación activa de todos, arqueólogos, estu- diantes de arqueología y la población en general. Así queremos dar paso a estos tres primeros artículos del Boletín, comprome- tiéndonos a seguir creciendo en las ediciones posteriores y a que el Grupo Kuntur se solidifique más y más, dando vida a otras publicaciones y actividades, desde aquí también queremos hacer la invitación a todos los estudiantes de arqueología ó arqueó- logos en general que quieran publicar notas denunciando la destrucción y desidia de sitios arqueológicos, con mucho gusto y satisfacción los incluiremos en nuestras próximas ediciones. Sin más preámbulos saludamos a nuestro público lector y esperamos que lo expuesto aquí cale hondamente en sus conciencias y corazones. GRUPO KUNTUR Editorial GRUPO KUNTUR Miembros: -José Luis Fuentes Sadowski -Alfonso Ponciano Gonzáles -Ronald San Miguel Fernández -Carlos Campos Napán Hecho el Depósito Le- gal: Nº 2004-8913 Cualquier correspon- dencia enviar a: [email protected] [email protected] Tukuy Rikuq BOLETÍN INFORMATIVO Diciembre 2004 Año 1, 1 Cerro de la Horca: el tan cotidiano proble- ma del saqueo de los restos de nuestros antepasa- dos 2 Des...informando con San Marcos al día: El Estadio de San Mar- cos 3 Algunas razones para investigar Arqueolo- gía en el Perú 4 Contenido: “El que todo lo ve” GRUPO KUNTUR

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sus múltiples actividades y matrices? Y si esa vida ya no es tal, y por tanto se encuentra en tiempo ido ¿cómo reconquistarla, cómo darle una nueva vida si no es con ciencia y arte, con conocimiento, respetando los hechos y confi-gurando una realidad, una totalidad a partir de algunas piezas aisladas? Creemos también que la relación que surge entre el científico que investiga los tiempos prehistóricos y esos tiempos pasados es bas-tante profunda. Por una parte, la relación con el objeto que se analiza, conoce y se incorpora, enriquece al ser mismo del científico. En el investigador, al término de su quehacer, existe plenitud; hay un enriquecimiento interior, producto de la integración no sólo de una gran cantidad de datos sino de la totalidad del conocimiento aprendido. Por otra, la relación entre pasado y presente es tan fuerte, tan sólida, que al conjugarse en nosotros el tiempo se hace uno solo en nues-tro ser. Esta unidad entre ayer y hoy permite, además, replantear la posición de la prehisto-ria como ciencia y el objetivo último de ella. Pero más que una nueva definición de nuestra ciencia, lo que nos importa es acentuar el co-nocimiento científico del pasado y su relación íntima con los otros tiempos. A propósito de esta relación entre Pasado y Presente, que hemos enfatizado, y desde otra perspectiva, el arqueólogo norteamericano Lewis Binford, en su libro "In pursuit of the Past" (traducido al español en 1988 "En busca del pasado") ha insistido que aunque los yaci-mientos conservan elementos del pasado, el registro arqueológico es un fenómeno con-temporáneo y las afirmaciones que hacen los estudiosos sobre él no son afirmaciones histó-ricas. Si se intenta investigar la relación exis-tente entre los vestigios materiales del pasado que conocemos en el presente, con las activi-dades humanas del pasado, causantes de estos vestigios arqueológicos, nos enfrentamos a un gran desafío intelectual. Si reconocemos que el registro arqueológico también se compone de símbolos, además de los vestigios materia-les, la dificultad del conocimiento es más grande. El conocimiento del pasado se obtiene de los restos arqueológicos, contextualizados, a par-tir de inferencias que se construyen en el pre-sente. ¿Pero cómo hacer inferencias científi-cas? Todo el libro de Binford es su intento de desarrollar métodos para hacer inferencias que sean fiables, mucho más que otras reali-zadas anteriormente. Uno de los caminos re-comendado por el arqueólogo norteamerica-no, ya en la década de 1970, es la investiga-ción etnoarqueológica. Como este autor ha influido en muchos arqueólogos chilenos es interesante conocer algunas de sus ideas sobre este tema. Nos recomienda que investiguemos de qué manera los restos del pasado paleolíti-co, que son "estáticos", pueden pensarse des-de la movilidad de actuales grupos de cazado-res y recolectores, del uso que hacen de su espacio físico, de su adaptación al medio am-biente climático y social, de la fabricación de artefactos y de sus múltiples usos, de la es-

Desde hace algunos años, la información acerca de las sociedades y /o culturas prehis-pánicas y también de las sociedades aboríge-nes contemporáneas ha crecido en forma considerable. El aumento de los conocimien-tos sobre nuestros más antiguos antepasados y nuestros connacionales aborígenes ha sido el producto del desarrollo de algunas disci-plinas muy específicas. Gracias a investiga-ciones arqueológicas y con la participación de muchas otras disciplinas afines, conoce-mos hoy en día la gran antigüedad de los primeros grupos de cazadores y recolectores que habitaron nuestro territorio y las caracte-rísticas específicas de muchos otros que vi-vieron en el norte, en la costa o en las alturas de nuestro hermosa cordillera, en el centro o el sur, del Perú. Buscando razones para comprender el fenó-meno señalado surge inmediatamente, como una primera explicación, el deseo de conocer los orígenes de nuestra nacionalidad y, en general, de todo lo que pueda explicar, desde el pasado, la actual realidad cultural y social del Perú, a pesar de las dificultades episte-mológicas que presentan estos estudios. Existe en algunos y también muy relaciona-do con lo anterior, la necesidad de despren-derse del presente, recorrer los múltiples caminos del ayer que nos muestran aconteci-mientos diferentes y, desde allí, retornar a nuestro tiempo, llenos de información y con algo de sabiduría. La reconstrucción de los hechos del pasado, el conocimiento de las culturas más antiguas que se pierden casi en el olvido es, por sí sola, una buena razón para estudiar ese pasa-do prehistórico. Si a esto se agrega que ese pasado lejano llega hasta nosotros por inter-medio de algunos grupos étnicos, de sus culturas, y se incorpora a nuestra "historia" de los últimos siglos, comenzamos a com-prender la fuerza y el valor que tienen estas investigaciones. No sólo interesa lo que su-cedió sino lo que sigue aconteciendo; no sólo importan las sociedades y culturas del ayer, sino cómo siguen actuando esas unida-des sociales en los tiempos más recientes, y, en algunos casos, contemporáneamente a nosotros. Creemos, sin embargo, que hay también otras razones que explican este creciente interés por conocer los tiempos prehispáni-cos del Perú. Aunque pueda parecer casi increíble hay también razones estéticas, si así pueden llamarse. Cuando nos sumergi-mos en el pasado y comenzamos a recrear sus acontecimientos, el historiador, en este caso el arqueólogo, obtiene satisfacciones espirituales muy grandes. Recrear los hechos humanos, la formación de una cultura, la organización de una sociedad, la adaptación de una comunidad en un medio ambiente natural, es también algo bello y produce be-lleza. Naturalmente que no es la primera vez que se dice que historiar es un arte y que el conocimiento del pasado es una actividad muy delicada que necesita manejar valores estéticos. ¿Qué otra cosa es organizar y pre-sentar coherentemente la vida humana en

tructura de sus lugares de trabajo, de vivien-da, de celebraciones, etc. Analizando la con-ducta viva de grupos de aborígenes, aspira a trazar algunas líneas interpretativas que ayu-den a los estudiosos del pasado a construir modelos explicativos para conocer lo que ocurrió en el pasado. Podemos preguntarnos hasta dónde estos modelos establecidos para conocer situacio-nes del pasado humano, a partir del registro arqueológico, dan a conocer sucesos relevan-tes o significativos. Siguiendo, por ahora, los conceptos de Binford, las relaciones que hacemos entre las consecuencias estáticas (restos de un yacimiento arqueológico) y las causas dinámicas, propias del comportamien-to social del pasado, ¿podremos contrastarlas empíricamente? Parece poco probable que se considere suficiente estudiar los comporta-mientos de pueblos aborígenes actuales para sacar conclusiones útiles -modelos de con-ducta- que permitan el conocimiento del pa-sado. Si se responde afirmativamente esta-mos frente a una creencia: que hay un con-junto de rasgos que subyacen permanente-mente y que son característicos, por ejemplo, de la organización espacial interna de la vida de un yacimiento de cazadores, no importan-do su situación en el tiempo. Por cierto que la Etnoarqueología, como la Arqueología Experimental, la Arqueología Espacial, la Zooarqueología, etc., son disci-plinas necesarias para la búsqueda de méto-dos que nos ayuden a "leer" correctamente el "texto" propio de los "contextos arqueológi-cos". Pero como el propio Binford lo ha es-crito, no es posible hacer analogías entre gru-pos actuales y grupos paleolíticos. Esta es una antigua conclusión que a veces se olvida. De todos modos los análisis inteligentes hechos por Binford -aunque incompletos- sirven para exigirles a los arqueólogos una metodología digna de los desafíos que pre-sentan sus yacimientos y sus contextos ar-queológicos. Estos temas, estas preguntas, han estado pre-sentes a lo largo de la historia arqueología peruana. Diferentes teorías han estado pre-sentes en los artículos, informes y libros es-critos por los arqueólogos desde fines del siglo pasado hasta el presente. Desde el Evo-lucionismo Darwinista y el Positivismo Fran-cés, pasando por escuelas Históricas, Ecolo-gistas, Materialistas, Procesuales y reciente-mente Postprocesuales, la arqueología perua-na ha oscilado entre la descripción bien hecha pero limitada hasta las generalizaciones sin base empírica; tal vez lo consolador sea que, en general, ha primado una combinación de empiria e inferencias moderadas que han per-mitido consolidar, poco a poco, el valor cien-tífico de nuestro conocimiento del pasado peruano.

Algunas razones para investigar Arqueología en el Perú Carlos Campos Napán

Grabado de Pañamarca, tomado de Squier (1877) El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio,

denunciando cualquier atentado contra éste.

Bienvenidos al primer número del Boletín Tukuy Rikuq “El que todo lo ve”, primer vocero del Grupo Kuntur, grupo de egresados y estudiantes de arqueología de San Marcos hondamente preocupados por el desarrollo académico de nuestra carrera y por la protección de nuestro tan abandonado patrimonio arqueológico. Es nuestra intención hacer llegar mediante este Boletín el verdadero panora-ma que tiene el estado de conservación de los sitios arqueológicos de nuestro país, además de artículos de divulgación académica referidos a nuestra carrera, de todas formas la principal razón por la que concebimos al Tukuy Rikuq es para divulgar pe-queños artículos que denuncien el terrible y desolador estado actual que tiene el in-menso y riquísimo patrimonio arqueológico peruano, con miras sobre todo de infor-mar a los no muchas veces bien informados y conscientes de este problema estudian-tes de arqueología, no sólo de la ciudad de Lima, vale decir estudiantes de la UNMSM, UNFV y la PUCP, sino también del resto del país. A partir de este primer número del Tukuy Rikuq hace su aparición oficial en el medio de divulgación arqueológica el Grupo Kuntur, grupo de personas que veni-mos reuniéndonos desde el año 2003 con miras no sólo de ayudarnos a crecer acadé-micamente sino también intercambiando ideas sobre los graves problemas actuales del patrimonio arqueológico y las posibles soluciones que estos problemas podrían tener, hasta el momento modestamente sólo podemos decir que los problemas que conciernen al patrimonio son más complejos de lo que imaginábamos, y que muchos de ellos no se solucionarán sin una participación activa de todos, arqueólogos, estu-diantes de arqueología y la población en general. Así queremos dar paso a estos tres primeros artículos del Boletín, comprome-tiéndonos a seguir creciendo en las ediciones posteriores y a que el Grupo Kuntur se solidifique más y más, dando vida a otras publicaciones y actividades, desde aquí también queremos hacer la invitación a todos los estudiantes de arqueología ó arqueó-logos en general que quieran publicar notas denunciando la destrucción y desidia de sitios arqueológicos, con mucho gusto y satisfacción los incluiremos en nuestras próximas ediciones. Sin más preámbulos saludamos a nuestro público lector y esperamos que lo expuesto aquí cale hondamente en sus conciencias y corazones.

GRUPO KUNTUR

Editorial

GRUPO KUNTUR Miembros: -José Luis Fuentes Sadowski -Alfonso Ponciano Gonzáles -Ronald San Miguel Fernández -Carlos Campos Napán

Hecho el Depósito Le-gal: Nº 2004-8913

Cualquier correspon-dencia enviar a:[email protected]

[email protected]

Tukuy Rikuq

B O L E T Í N I N F O R M A T I V O Diciembre 2004

Año 1, nº 1

Cerro de la Horca: el tan cotidiano proble-ma del saqueo de los restos de nuestros antepasa-dos

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Des...informando con San Marcos al día: El Estadio de San Mar-cos

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Algunas razones para investigar Arqueolo-gía en el Perú

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Contenido:

“El que todo lo ve”

G R U P O K U N T U R

Cerro de la Horca es un complejo arqueológi-co situado en ambas márgenes de la desembo-cadura del río Fortaleza, en la costa nor-central del Perú, a escasa distancia del límite norte del Departamento de Lima, la mayor parte de este complejo arqueológico se sitúa en la margen norte ó derecha de la desembo-cadura, en la zona donde se llergue un solita-rio promontorio rocoso que presenta un acan-tilado hacia el río y el mar, de aproximada-mente 90 m. de altura, cerro que le da el nom-bre al complejo arqueológico pues éste se de-nomina Cerro de la Horca. En la cima de este promontorio se ubica una estructura arqueoló-gica que presenta una serie de plataformas que colindan con el acantilado. Hay un consenso de asignar la ocupación principal del sitio, en base a las escasas investigaciones realizadas, a las sociedades Chimú e Inca (aprox. inicios del siglo XV hasta mediados del siglo XVI) aunque al parecer tendría una ocupación des-de tiempos más antiguos, desde el Horizonte Medio. Cerro de la Horca a pesar de su con-siderable extensión (aprox. 75 ha.) nunca ha sido objeto de una investigación sistemática ni de considerable profundidad acerca de sus implicancias en la historia prehispánica del valle de Fortaleza, las únicas personas que lo han visitado y han dejado datos puntuales del sitio fueron Wiener (1880), Langlois (1938), Giesecke (1939), Tabío (1977), Bonavia (1985) y Villacorta (2000), fuera de las men-ciones de los anteriores investigadores nadie más se ha preocupado del sitio aparte de las exploraciones que hicimos nosotros durante el 2002. Las primeras visitas que hicimos al sitio se realizaron en 1997 y el 2000, poste-riormente durante el 2002, específicamente entre los meses de Agosto a Noviembre reali-zamos un total de cinco salidas al sitio ar-queológico, dentro de la realización del curso de Prácticas Pre-profesionales II, finalmente elaboramos un Informe Final de nuestro pro-yecto de investigación realizado allí a finales de ese año. Aunque la publicación de los resulta-dos presentes en este Informe se realizará en otra oportunidad la razón del presente artículo es denunciar la sistemática destrucción que sufre el sitio arqueológico debido al incesante huaqueo, que día a día, noche a noche, horada el complejo arqueológico y lo deja lleno de cráteres como un campo de batalla. Nosotros pudimos ser testigos de ello, desde la primera

vez que visitáramos el sitio en 1997 pudimos advertir que amplias zonas sobre todo del sector situado entre el cerro llamado propiamente Cerro de la Horca y la Paname-ricana estaban siendo sistemáticamente hua-queadas, con la consiguiente destrucción de la arquitectura pública del sitio y los contex-tos funerarios, en la salida del año 2000 y en las siguientes cinco salidas del 2002 (transcurriendo en éste año un tiempo entre salida y salida de aprox. 15 días) pudimos advertir con mayor claridad la celeridad con que zona por zona de este sector situado entre el cerro y la Panamericana eran saqueados, salida tras salida fuimos testigos de cómo montículo tras montículo eran primero perfo-rados luego removidos y finalmente termina-ban literalmente “cernidos” por acción de las palas y picos que dejaron sus huellas visibles en la arquitectura. Durante el tiempo que estuvimos haciendo los trabajos de campo en el sitio agricultores de los alrededores nos informa-ron que los autores del saqueo eran una ban-da de huaqueros procedentes de la costa norte y que inclusive había instalado su lugar de almacenamiento de los objetos arqueológicos extraídos del sitio en una pequeña casa de madera situada a unos 100 m. aprox. al SE del sitio, ésta casa se situaba en la margen derecha del río y podría pasar por una simple casa de cualquier guardián de los cultivos, aunque no nos cercioramos de ello nos dije-ron que esa casa estaba al cuidado de una persona de avanzada edad. ¿Cuál sería la solución para este problema que no sólo afecta a este sitio del valle de Fortaleza sino a muchísimos sitios de todos los valles de la costa del Perú? No-sotros nos atrevemos a proponer dos medi-das, la primera sería una enérgica interven-ción policial en las noches de los sitios en los cuales el huaqueo se dé, y la otra, la más difí-cil y lenta de realizar, pero de resultados mu-cho mayores que la primera, es la de concien-tizar , crear conciencia, educar a la población a respetar y proteger el patrimonio arqueoló-gico, denunciando todo acto de huaqueo del que tenga noticia, ése es el camino, largo y difícil, pero que a largo plazo puede dar enor-mes frutos para la protección de nuestro pa-trimonio, ése es el ideal que debemos trazar-nos todos, sobre todo los arqueólogos y que debe inculcarse también en los estudiantes de arqueología.

Vista del huaqueo en Cerro de la Horca Foto José Fuentes Octubre 2002

Cerro de la Horca: el tan cotidiano problema del saqueo de los restos de nuestros antepasados

Vista General de Cerro de la Horca Foto Roxana Lazo Marzo 2004

Tukuy Rikuq Año 1, nº 1

“...al incesante

huaqueo, que día a día,

noche a noche, horada

el complejo

arqueológico y lo deja

lleno de cráteres como

un campo de batalla.”

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José Luis Fuentes Sadowski Durante el presente año los estudiantes hemos sido testigos de las constantes tomas de las facultades dentro del campus universitario, de las tardías elec-ciones estudiantiles y de los demás órganos de go-bierno, de las huelgas de los trabajadores adminis-trativos, además de negar la verdadera historia que esconde la construcción del Estadio de San Marcos. Nos encontramos frente a un medio, el Boletín “San Marcos Al Día”, que no informa la verdad y los acontecimientos que suceden en la universidad, la problemática estudiantil y otros hechos que debie-ron comunicarse en su oportunidad. Lo más errado fue que en la edición Nº 138 de este citado Boletín publicaron lo siguiente: “Muchos hablan del Estadio de San Marcos sin conocer su historia y algunos incluso suelen utili-zar adjetivos, Monumental u Olímpico, como los refaccionadores de 1992-93,...También suele afir-marse, a veces públicamente, que la universidad lo construyó sobre una huaca prehispánica, sin los necesarios estudios de suelos, ni consideración por nuestros monumentos arqueológicos...Estas afirma-ciones son pura fantasía.”, sin embargo la realidad es otra, como lo demostraremos a continuación: El Estadio de San Marcos sí fue construi-do sobre una de las PIRÁMIDES LIMA (200 d.C. – 800 d.C.) denominadas Huaca Concha o Huaca La Cruz, pertenecientes al Complejo Maranga, sobre el cual se asienta el actual Campus Universitario de San Marcos, el Parque de Las Leyendas y la PUCP. Para lo cual me remito a lo siguiente: “El conjunto de montículos de adobitos corresponden al centro ceremonial de Maranga, con seguridad el complejo más importante de la cultura Lima (ca. 200-800 d.C.) en el valle del Rí-mac. Esto no solamente por la monumentalidad de sus construcciones sino por la extensión y las ca-racterísticas del ordenamiento urbano del conjun-to. Este se organiza en un eje principal orientado 25º hacia el NE, alineamiento que resulta perfecta-mente perpendicular a la línea del litoral, demar-cada por los acantilados que se encuentran a unos 2km. al suroeste del sitio...Algunos montículos son de gran tamaño como la Huaca San Marcos (13) (300 x 120 x 30 m. de altura) como más al norte el montículo (12) (la Huaca Concha) , destruído casi íntegramente en los años 40 con la construcción en el lugar del estadio de la Universidad de San Mar-cos. Estos grandes montículos no estaban aislados sino rodeados por otras estructuras de posible ca-rácter residencial y administrativo,..”.(Canziani, 1987:10-11). Además, en 1873 Thomas Hutchinson llamó al bajo Rímac como Huatica mencionando 17 huacas, prestando atención al complejo identificado por él como Huacas de Pando y que presentaba tres estructuras mayores: el montículo central (hoy Hua-ca San Marcos), la Huaca Concha y una no descrita. En 1894 Middendorf denominó esta zona

como la Antigua Ciudad de Huadca elaborando un plano del área arqueológica dividiéndola en letras y números. El 17 o Huaca Concha media 210 m. de largo, 105 de ancho y 30 m. de alt. En 1925, Kroeber y Jijón y Caamaño realizaron excavaciones de la Huaca I (17 de Middendorf), y tenía un eje mayor norte-sur alcanzando 284 m x 181 m. en la parte sur y 102 m. de ancho en su lado norte. Media 26 m. de alto y exhibía un plano en forma de T. Fue construida a base de plataformas superpuestas, ubicándose las más amplias al norte y la más alta en la parte central sur. En 1952, una Comisión del Senado de la República constató que la Huaca Concha o edificio 17 había sido afectada al construirse el estadio en el lugar dónde ésta se levantaba. Según el Informe de ésta Comisión del Senado (1953) el escombramiento y demolición de la huaca se produjo durante el go-bierno del Mariscal. Oscar R. Benavides. Estas referencias son solo algunas que ni siquiera han tenido la gentileza de revisar. Por lo me-nos deberían investigar los estudios de Max Uhle, Julio C. Tello, del Dr. Villar Córdoba, o las recientes investigaciones de Daniel Chumpitaz y Joaquín Nar-váez (1999), publicadas en el Boletín del Museo de Antropología y Arqueología de San Marcos y entre otros estudios sobre el Complejo Maranga. Es más, dos de los alumnos sanmarquinos que participaron del rescate de piezas arqueológicas de la Huaca Con-cha (1993) momentos previos a su destrucción por las remodelaciones de dicho Estadio, contextualiza-ron poco tiempo atrás éstas piezas y así les dieron el valor que se merecen por ser evidencia tangible de nuestro pasado histórico y arqueológico. Y también en el 2002 se realizó una puesta museográfica que trataba sobre los graves daños y atentados realizados en Huaca Concha (1992-93) mostrando al público asistente los pocos materiales arqueológicos recuperados durante su rescate y que hoy se almacenan en el Gabinete de la E.A.P. de Ar-queología. Esta muestra se llamó: “Huaca Concha Diez Años Después” y fue organizado por estudian-tes de arqueología con asesoramiento de algunos pro-fesores y montada en el propio Gabinete de la men-cionada escuela. Esta es la verdad señores estudiantes san-marquinos, a pesar que esta mentira salió en el mes de mayo, nosotros no nos hemos olvidado. Y lo peor de todo, hasta ahora no ha salido ninguna rectifica-ción del Sr. Rector ante sus palabras publicadas en este Boletín, ni del historiador Mario Meza, quien realizó la “investigación” sobre el Estadio, en este mismo Boletín de “San Marcos Al Día”. Por lo tanto invocamos a los autores y responsables de tan grave mentira expresar a la comunidad universitaria la ver-dad que se esconde debajo del Estadio y no sean cómplices de los destructores del Patrimonio Ar-queológico de nuestra nación.

Des...informando con San Marcos al día: El Estadio de San Marcos

Tukuy Rikuq Año 1, nº 1

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“El Estadio de San

Marcos sí fue construido

sobre una de las

PIRÁMIDES LIMA (200

d.C. – 800 d.C.)

denominadas Huaca

Concha o Huaca La

Cruz”

Vista de la Huaca Con-cha desde la Platafor-ma 1 de la Huaca San Marcos Foto José Fuentes Mayo 1997

Alfonso Rógger Ponciano Gonzáles