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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL

Miembros del Comité Editorial Boletín MEDES

Flores Canoura, ÁngelesServicio de Documentación. Departamento Médico Lilly S.A.

Gil Cidoncha, SonniaFundación Lilly

González de Dios, JavierJefe de Servicio. Departamento de Pediatría Hospital de Torrevieja

González Guitián, CarlosJefe de Servicio de Biblioteca y Webmaster fisterra.com. Complejo Hospitalario Universitario de la Coruña.

Gutiérrez-Fuentes, José AntonioDirector Fundación Lilly

Jiménez Villa, JosepDepartamento de MedicinaUniversidad Autónoma, Barcelona

Martín Arribas, M. ConcepciónJefe de Sección Instituto de Investigación de Enfermedades Raras. Instituto de Salud Carlos III, Madrid

Navarro González, Fernando A.Especialista en lenguaje médico, Salamanca

Recalde Manrique, José MaríaCoordinador CADIME. Escuela Andaluza de Salud Pública. Campus Universitario de Cartuja, Granada

Índice

3/16Artículos de opiniónEl lenguaje médico español, al albur de las publicaciones en inglés Fernando A. NavarroEl futuro de la comunicación científica en español. Juan V. Sánchez-Andrés y César Viguera

17Programa Jornada MEDES 2009

18/26Base de datos MEDES

Evaluación de contenidos y nivel de actualización Ángeles Flores

27Premios MEDES 2009

Noviembre 2009 Este boletín está en formato electrónico enwww.fundacionlilly.com

C/ María de Molina 3, 1º · 28006 MadridT. 91 781 50 70/71 · F. 91 781 50 70

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N 3

Contemplado desde nuestra perspectiva, hoy parece claro que una de las características más destacadas del lenguaje médico durante la segunda mitad del siglo pasado fue el auge imparable del inglés hasta convertirse en el único idioma interna-cional de la medicina, como consecuencia directa de la supremacía política, militar y económica de los Estados Unidos desde el final de la II Guerra Mundial.

El estudio de las fuentes de consulta utilizadas por los autores en las revistas médicas de distintos países nos permite conocer con bastante detalle el desarrollo cronológico de este proceso a lo largo del siglo XX. Se comprueba así, como he demos-trado analizando la bibliografía de los artículos origi-nales publicados en diversas revistas europeas, que el tanto por ciento de referencias bibliográficas en inglés aumentó progresivamente desde 1920, tanto en España como en Francia y Alemania (v. figura 1), hasta llegar a superar el 80% a partir de 1995.

El monolingüismo científico actual es un fenó-meno reconocido y aceptado entre la comunidad científica, pero tenemos aún pendiente el debate de sus consecuencias. Si se les pregunta por las

repercusiones que ha tenido en medicina este auge del inglés durante los últimos decenios y su situa-ción actual de predominio absoluto en la comunica-ción científica, los médicos citarán mayoritariamente solo dos de ellas: la abundancia de anglicismos y la simplificación de la comunicación internacional. Parecen pasarse por alto otras importantes conse-cuencias que he abordado con más detalle en otra parte1; por ejemplo, la exclusión de las aportacio-nes realizadas en otros idiomas, la dependencia científica y la uniformación del pensamiento, la barrera lingüística entre la ciencia médica universitaria superior —que se publica en inglés— y la práctica médica inferior —que lee principalmente en el idioma materno—, la creencia de que un artículo en inglés es, por el mero hecho de estar escrito en inglés, de mayor calidad que otro en español o cualquier otro idioma, y la discriminación lingüística.

Dejaremos ahora de lado estas cuestiones para centrarnos en las repercusiones del monolin-güismo anglófono sobre el lenguaje especializado de la medicina en español.

El lenguaje médico español, al albur de las publicaciones en inglés

Fernando A. Navarro Especialista en lenguaje médico. Cabrerizos, Salamanca

Figura 1. Evolución del porcentaje de referencias bibliográficas en inglés en tres revistas médicas durante el período 1920-2000. Las columnas grises corresponden a la revista española Actas Dermosifiliográficas; las rojas, a la francesa La Presse Médicale, y las blancas, a la alemana Deutsche Medizinische Wochenschrift.

[Adaptado a partir de: 1) Fernando A. Navarro y M.ª Ángeles Alcaraz: «El idioma de la dermatología en España a través de las referencias bibliográficas publicadas en Actas Dermo-Sifiliográficas entre 1910 y 1995». Actas Dermo-Sifiliográficas (Madrid), 1997; 88: 358-364. 2) Fernando A. Navarro: «L’importance de l’anglais et du français sur la base des références bibliographiques de travaux originaux publiés dans La Presse Médicale (1920-1995)». La Presse Médicale (París), 1995; 24: 1547-1551. 3) Fernando A. Navarro: «Englisch oder Deutsch? Die Sprache der Medizin aufgrund der in der Deutschen medizinischen Wochenschrift erschienenen Literaturangaben (1920 bis 1995)». Deutsche Medizinische Wochenschrift (Stuttgart), 1996; 121: 1561-1566.]

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damental sin la cual es impensable el progreso del lenguaje científico. 2

Nos guste o no, pues, lo cierto es que hoy el lenguaje científico en español es en buena medida el resultado de un proceso de traducción a partir del inglés. Y cuando afirmo que nuestra lengua especializada es una lengua traducida, no me estoy refiriendo solo al hecho comprobado de que una proporción considerable de los libros de medi-cina editados en España e Hispanoamérica corres-pondan a traducciones de obras extranjeras. Se trata, sobre todo, de que incluso las publicaciones que consideramos «originales» —es decir, los libros de texto escritos por científicos de habla hispana y los artículos originales que publican las revistas especializadas de España e Hispanoamérica—, son en su mayor parte, también, el resultado de un proceso inconsciente de traducción a partir del inglés. Si, como he mencionado al comienzo del artículo, las revistas médicas españolas incorporan actualmente más de un 80% de las referencias bibliográficas en inglés, resulta notorio que lo que habitualmente tenemos por textos escritos origi-nalmente en español corresponde en realidad a textos escritos por autores que leen en inglés y escriben en español; autores, a fin de cuentas, que traducen del inglés.

Debemos aceptar, por tanto, que la traducción es en la actualidad el principal motor del lenguaje médico español, incapaz de alimentarse a sí mismo a partir de una ciencia secundaria y dependiente como la que caracteriza a nuestros países. Y debemos aceptar asimismo que la traducción médica en los países de habla hispana no está fun-damentalmente en manos de los traductores pro-fesionales —como sucede en los países de lengua inglesa—, sino en manos de los propios médicos.

El peligro de la anglización de nuestro lenguaje especializado

La característica más destacada de un lengua-je científico es, probablemente, su precisión, que viene marcada por la correspondencia biunívoca entre significantes y significados, de tal modo que cada objeto, cada concepto, tenga una sola palabra para designarlo, y cada palabra designe un único concepto.3

Convencido de que buena parte de los angli-cismos que utilizamos ofrecen amplia información al lector u oyente de habla inglesa, pero escasa o

El español médico, lengua traducida

Entre las consecuencias más llamativas y obvias del anglodominio actual suele citarse el hecho bien conocido de que la lectura habitual de artículos médicos en inglés y el acceso a los principales avances científicos a través de las revistas especia-lizadas y libros de texto escritos asimismo en inglés están modificando la forma en que se expresan en su lengua materna los médicos del resto del mundo.

Los médicos de habla hispana suelen ser conscientes de que el inglés está modificando el uso que hacen de su lengua materna, pero no lo son tanto de la intensidad y el alcance de esta in-fluencia. Para muchos, la influencia del inglés en el español médico parece limitarse exclusivamente al uso creciente de anglicismos crudos, como anion gap, borderline, buffer, by-pass, clamping, core, distress, doping, feedback, flapping tremor, flush, flutter, gap-junction, handicap, immunoblotting, killer, kit, mapping, odds ratio, patch test, pool, rash, relax, scanner, score, second look, shock, shunt, spotting, spray, staff, standard, stress, test, turnover o versus.

Y no parecen ser tampoco muy conscientes de la trascendencia real que puede tener la angli-zación del español para el desarrollo y el avance de la medicina entre nosotros. «Yo soy médico, soy cirujano, soy científico —aducen con frecuencia mis colegas— y todo esto de los anglicismos o de la corrección sintáctica son para mí cuestiones baladíes. Qué más dará decir rash o exantema si, total, nos entendemos».

Me parece importante, pues, dejar bien claro que no estoy hablando de una mera cuestión de purismo lingüístico, sino de usos impropios que afectan seriamente, por introducir graves impreci-siones y restar claridad, a nuestro lenguaje espe-cializado. Como la llave inglesa para el mecánico o las tijeras de podar para el jardinero, la herra-mienta básica de un científico es el pensamiento. Y, con frecuencia, no somos conscientes de que pensamos con palabras (o con conceptos indivi-dualizados a través de las palabras que utilizamos para designarlos).

Una de las principales consecuencias derivadas del predominio del inglés científico es que hoy solo en inglés puede afrontarse directamente de forma autónoma la formación de neologismos y la norma-lización del lenguaje científico. En todos los demás idiomas, la traducción desempeña una labor fun-

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se utiliza el adjetivo seguro en los dos ejemplos que presento a continuación:

Según los estudios clínicos realizados, la surbitona sódica (Surbitón Complex®) es eficaz y segura en el tratamiento de la esferocitosis hereditaria.

En opinión de los especialistas, la píldora es el método anticonceptivo más seguro que se conoce.

En la primera de estas dos frases, parece evi-dente que el concepto de «seguridad» corresponde al inglés safety y hace referencia a la ausencia o escasez relativa de efectos secundarios. En la segunda frase, en cambio, el sentido común nos indica que no puede ser tal la interpretación, puesto que los anticonceptivos orales se cuentan entre los métodos anticonceptivos con más efectos secun-darios que se conocen, y ese «seguro» debe corresponder más bien al inglés sure, en el sentido de «infalible». Ahora bien, de igual modo que en inglés nadie usaría un mismo adjetivo para expresar conceptos tan diferentes, y distinguen claramente entre safe y sure, ¿no hubiera sido preferible en español recurrir a «inocuo» o «bien tolerado» para el primer caso, y a «eficaz» o «fiable» para el segundo?

La interferencia de otro idioma es causa frecuente de polisemia cuando al sentido tradicional que una palabra tenía en español se suma ahora un nuevo significado importado. En español, por ejemplo, el verbo ignorar se ha utilizado tradicionalmente con el sentido de «desconocer», «no saber algo» o «no tener noticia de algo»; en los últimos decenios, no obstante, a este sentido tradicional ha venido a sumarse una segunda acepción —admitida por la RAE en el año 2001— tomada directamente del inglés, donde el verbo to ignore no significa «ignorar», sino: no hacer caso, hacer caso omiso, no tener en cuenta, descuidar, desatender, desoír, prescindir, dejar de lado, descartar, no darse por enterado, no prestar atención o pasar por alto. Así las cosas, una frase como la siguiente sería hoy desaconsejable, por imprecisa, en un texto científico:

Si el médico ignora los efectos secundarios de este medicamento, pueden llegar a producirse casos graves de hepatotoxicidad.

Y es imprecisa porque el lector no tiene forma de saber qué es exactamente lo que quiere decir el autor: ¿que el médico desconoce cuáles puedan ser los efectos secundarios de ese medicamento

nula al de habla española, llevé a cabo hace unos años un pequeño experimento.

Presenté a quince médicos de España e Hispanoamérica un caso práctico para ver qué significado daban a la expresión tasa de mortalidad infantil: «Supongamos que en un accidente de tráfico mueren cincuenta niños de 4 años cuando acudían en el autobús escolar a la guardería. ¿Influirá esta tragedia en la tasa de mortalidad infantil de esa ciudad?». Todos, sin excepción, me respondieron: «¡Hombre, por supuesto! ¿Cómo no va a influir? Un accidente así hace polvo las estadísticas sanitarias locales».

Repetí después la pregunta a otros quince médicos de habla inglesa, pero en relación con la expresión infant mortality rate; la respuesta fue absolutamente distinta que en el caso de sus colegas hispanohablantes: todos ellos afirmaron que un accidente así no afectaba a dicha tasa de mortalidad, puesto que los chavales de 4 años no son infants (lactantes), sino children (niños).

La definición correcta, según los diccionarios especializados de epidemiología, es: «número de niños que mueren antes de cumplir los 12 meses por cada mil nacidos vivos». Como puede verse, el uso de un término preciso en inglés, como es infant, sirve a los científicos de habla inglesa para entender y manejar sin problemas este concepto epidemiológico esencial, mientras que la traducción chapucera de infant por «infantil» (que en español es el adjetivo habitual para expresar relación con los niños, y no con los lactantes), por muy consagrada que esté por el uso, solo sirve en la práctica para confundir a los científicos de habla hispana y dificul-tarles el manejo con soltura del lenguaje especializado.

Polisemia por influencia del inglés

Como acabamos de ver, incurrimos en error de imprecisión cada vez que, disponiendo de un término preciso que no admite más que una interpretación (p. ej., mortalidad en menores de 1 año), utilizamos otro más vago o polisémico que admite más de una interpretación distinta por parte del lector (p. ej., mortalidad infantil, que puede entenderse también como mortalidad en menores de 5 años; en inglés, childhood mortality).

En el lenguaje científico, deberíamos evitar el uso de términos que admitan más de una interpre-tación si podemos sustituirlos por otros más preci-sos. Obsérvese en qué dos sentidos tan distintos

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bibliográficas. Una búsqueda electrónica por el término «malaria», por ejemplo, dejará fuera todos los trabajos publicados en los que se utilizara el término sinónimo «paludismo».

Como fenómeno natural del lenguaje, la sino-nimia plantea problemas para el lenguaje científico en todos los idiomas, pero es en los países de ciencia secundaria y dependiente, como el nuestro, donde alcanza su máxima gravedad.

Porque en inglés, al ser éste el idioma en el que se acuñan prácticamente todos los neologis-mos que de modo constante enriquecen el len-guaje científico, es relativamente sencillo contener en límites razonables el problema de la sinonimia y unificar en la práctica el uso de un único término específico consensuado, ya sea porque se trate del término original acuñado por el descubridor o del término normalizado recomendado oficialmente por la comisión de nomenclatura de algún organismo internacional. La situación es muy distinta en las lenguas científicas traducidas, que no acuñan neo-logismos, sino que los traducen o adaptan a partir del inglés. La ausencia de organismos reguladores válidos y el hecho de que cada médico actúe en la práctica de forma autónoma como acuñador de neologismos, multiplica con frecuencia hasta el infinito el número de variantes españolas en uso para un mismo término científico.

Es el caso de términos como el nombre de la enzima creatine-kinase, que en inglés se ha impuesto sin grandes dificultades una vez que la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada lo elevó al rango de término oficial recomendado, pero que en español se adapta a gusto del consu-midor como «creatina-kinasa», «creatinaquinasa», «creatincinasa», «creatinoquinasa», «creatina cinasa», «kinasa de la creatina» y multitud de formas más. Y el caso también de la estrategia, muy utilizada en medicina, para identificar de forma sistemática una determinada enfermedad en grandes grupos de población. En inglés, todos los médicos coin-ciden en llamarla screening; pero ¿y en español? Unos hablan de «cribado», pero otros dicen «cribaje», «detección», «identificación sistemática», «despis-taje», «escrutinio», «examen colectivo», «selección» y varias posibilidades más; sin contar con que en Hispanoamérica encontramos también «tamizaje», «pesquisa» o «pesquisaje», y por doquier hay quienes prefieren usar directamente en español el nombre inglés, ya sea tal cual (screening) o caste-llanizado a «escrinin».

o que el médico los conoce bien, pero hace caso omiso de ellos por considerarlos de poca trascen-dencia clínica?

Veamos otro ejemplo más. En el año 1992 la RAE dio entrada en su diccionario al anglicismo rango, en estadística, con el mismo significado del inglés range, en referencia a la amplitud de varia-ción de un fenómeno dado entre un límite inferior y otro superior; es decir, lo que hasta entonces habíamos venido llamando intervalo, amplitud, margen, recorrido, límites, extremos, abanico, banda, serie o gama, según el contexto. Por influencia del inglés, es frecuente leer hoy «rango de edad», «rango de dosis», «rango de colores», «rango de visión» o «rango de temperatura» donde tradicio-nalmente hubiéramos dicho «grupo de edad», «intervalo de dosis», «gama de colores», «campo visual» o «margen de temperatura». Y ello no hubiera dado mayores problemas de no haber sido por que esa misma palabra «rango» llevara ya más de medio siglo usándose en español para traducir el francés rang y el inglés rank, con el significado de «orden» o «posición», y en ese mismo campo semántico (pienso, por ejemplo, en expresiones tan utilizadas en bioestadística como log rank test, signed rank test o rank sum test).

Esta situación suele tener como resultado que los científicos de habla hispana encuentran enormes dificultades para distinguir conceptos científicos próximos o afines. Es fácil, desde luego, discernir entre range y rank si al primero lo llamamos «inter-valo» y al segundo «orden», pero muy difícil si a ambos los llamamos «rango». O también, en el ámbito de la radiofísica, ante una frase como «the mean life of a radioactive atom is given by 1.44 times its half-life», parece fácil discernir entre mean life y half-life si a la primera la llamamos «vida media» y a la segunda «período de semidesintegración», pero muy difícil si, como suele ser el caso, a ambas las llamamos vida media.

Sinonimia por influencia del inglés

Si la polisemia —acabamos de verlo— tiene graves consecuencias para el lenguaje científico, más graves aún puede tenerlas la sinonimia, pues al riesgo de confusión que entraña el hecho de que unos llamen «albuterol» a lo que otros llaman «salbutamol», por ejemplo, se suma la imposibilidad de recuperar la información cientí-fica correspondiente a un concepto dado en los buscadores internéticos o en las grandes bases

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Me interesa destacar que este tipo de errores por traducción equivocada de términos ingleses amenaza a cualquier médico de habla hispana que escriba directamente en español, pero esté acos-tumbrado a leer las publicaciones especializadas en inglés. Decía más arriba, de hecho, que en el campo del lenguaje médico, todos cuantos escribimos en español somos hoy traductores aficionados. Y es fácil entender que un traductor aficionado está más expuesto que el profesional a los peligros de la traducción.

Así, no es raro ver el término español ántrax utilizado impropiamente para referirse al carbunco. Porque lo que los médicos de habla inglesa llaman anthrax corresponde a lo que nosotros llamamos «carbunco»; y viceversa, nuestro «ántrax» corres-ponde al carbuncle inglés. Ambas enfermedades infecciosas cursan lesiones cutáneas y comparten parecido origen etimológico (del griego ἄνθραξ, carbón, la una; del latín carbunculus, carboncillo, la otra), pero presentan entre sí importantes dife-rencias tanto en cuanto a las bacterias causales (Bacillus anthracis en el caso del carbunco; estafilococos en el caso del ántrax) como en su pronóstico y tratamiento.

Actual y anthrax son apenas dos ejemplos de lo que los traductores llamamos «palabras traidoras» o «falsos amigos» (faux amis); esto es, vocablos de aspecto externo muy parecido o idéntico en inglés y español, pero con significados diferentes en ambos idiomas. Y que son mucho más numerosos de lo que muchos médicos creen; en el cuadro 1 recojo una pequeña selección de falsos amigos del lenguaje médico en inglés.

Términos que, en lugar de iluminar, oscurecen los conceptos

Puede ocurrir también, por último, que un término correcto, claro, diáfano y preciso en inglés deje de serlo cuando se importa de forma preci-pitada al español.

Tal sucede prácticamente siempre que adoptamos un anglicismo crudo. En inglés, por ejemplo, bypass es un término vulgar y amplia-mente utilizado desde la Edad Media, tanto en la vida cotidiana como en disciplinas tan diversas como la ingeniería de caminos, la fontanería o las instalaciones eléctricas, pero siempre en referencia a la creación de una ruta o de una vía alternativas para soslayar un obstáculo a la libre circulación.

En un intento de determinar el alcance de este problema, en el 2001 busqué en Internet, a través de Google, el nombre que recibían en español las pilas recargables que en inglés llaman NiMH o nickel-metal hydride batteries. En apenas 169 páginas escritas en español, encontré ¡71 formas distintas de traducir ese nickel-metal hydride inglés!: desde «níquel metal hídrido» hasta «híbrido de metal-níquel», pasando por «hidrato de níquel metálico», «hidrido metálico de níquel», «hidruro de metal de níquel», «hidruro de níquel metal», «hidruros metálicos y níquel», «metal híbrido de níquel», «metalhidruro de níquel», «níquel de hidro-metal», «níquel e hidruros metálicos» y «níquel-hidruro metálico», entre otras.4

Interferencia entre lenguas

Un grupo especialmente frecuente de errores que llevan a un autor a afirmar algo distinto de lo que pensaba es el atribuible a la traducción literal desde el inglés, ya por comodidad, prisas o ignorancia.

Lo hemos visto ya en el ejemplo inicial de la tasa de mortalidad infantil, donde decíamos que «infantil» era una traducción chapucera del inglés infant. Pero encontraremos otros casos parecidos en casi cualquier publicación especializada. Compare el lector, a modo de ejemplo, la siguiente frase inglesa con la traducción que se publicó en una revista médica española:

A total of 46 cases have been reported since 1996, but WHO estimates that the actual figure is 10 times higher.

Un total de 46 casos han sido reportado desde 1996, pero la OMS estima que el número actual es 10 veces más alto.

A primera vista, parece que ambas frases vienen a decir más o menos lo mismo. Cuando lo cierto es que el traductor confundió el adjetivo inglés actual con su homógrafo español actual, y al hacerlo modificó de forma considerable el significado de la frase. En la oración original, de hecho, no se habla de la «cifra actual» (que en inglés sería present figure o current figure), sino de la «cifra real», que es muy distinto. Obsérvese qué diferente es lo que hubiera entendido el lector hispanohablante de haberse optado por la redacción correcta: «Se han notifi-cado 46 casos desde 1996, pero la OMS calcula que la cifra real es diez veces mayor».

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clase no daba crédito a lo que había oído: los conceptos eran de lo más sencillo; lo que era un auténtico disparate eran los nombres que les habían dado en español: valor predictivo posi-tivo y valor predictivo negativo, de significado inaprensible en nuestra lengua. La prueba es que, entre nosotros, prácticamente nadie —ni siquiera los especialistas— sabe definir estas expresiones sin acudir antes a un libro o memorizar papagallescamente una enrevesada definición formularia del tipo de «es el número de verdaderos positivos dividido entre la suma de verdaderos positivos y falsos positivos».

Sin embargo, esos dos conceptos son en la práctica tan sencillos, que los utilizan espontánea-mente, sin necesidad de acudir a una facultad de medicina, hasta los analfabetos. Si a una persona cualquiera de la calle su médico le comunica que el Ministerio de Sanidad ha efectuado un análisis de sangre a todos los ciudadanos y el suyo ha dado positivo para el sida, ¿cuál sería la primera pregunta que haría al médico? Yo creo que algo así como «¿qué posibilidades hay de que haya habido un error?; es decir, de que yo esté sano aunque la prueba haya dado positivo». Y lo mismo si alguien se pincha inadvertidamente con la jerin-guilla de un toxicómano, se hace una prueba del sida al día siguiente y da negativo; posiblemente su primera pregunta sería «¿qué posibilidades hay de que pueda estar infectado aunque la prueba haya dado negativo?». Pues simplemente eso significan esas dos expresiones. Y así lo entiende sin problemas cualquier persona de habla inglesa, puesto que positive predictive value y negative predictive value son sendas expresiones diáfanas en inglés. Como lo hubieran sido, para nosotros «valor diagnóstico de un resultado positivo» y «valor diagnóstico de un resultado negativo».

Quien acuñara «valor predictivo positivo» y «valor predictivo negativo» pasó por alto que, para expresar la capacidad de predecir con pruebas o análisis la existencia de una enfermedad concreta, en español no decimos «predictivo», sino «diag-nóstico». Y pasó igualmente por alto que positive (positivo) y negative (negativo) no funcionan aquí como adjetivos, sino como sustantivos, por lo que exigen en español, pero no en inglés, una prepo-sición interpuesta en función atributiva. Del mismo modo que diabetic es adjetivo en diabetic ketoacidosis (cetoacidosis diabética), pero sus-tantivo en diabetic chocolate (chocolate para dia-

Se explica así que, cuando el término se incorporó a la medicina para designar una técnica que revolu-cionó la moderna cirugía cardiovascular, cualquier anglohablante, incluso con un nivel ínfimo de estudios, entendía a la primera en qué consistía básicamente un bypass. En español, en cambio, muchos años después, muchas personas ajenas a la medicina, incluso en posesión de otros títulos universitarios, siguen sin tener muy claro en qué consiste un by-pass o baipás. Al menos, eso parece deducirse de las encuestas realizadas entre la población general, que ante la pregunta «¿sabe usted qué es un by-pass? registran respuestas tan peregrinas como «una operación a corazón abierto», «la colocación de un marcapasos» o «un trasplante de las válvulas del corazón». A buen seguro, los resultados hubieran sido muy distintos si en español hubiéramos llamado «derivación coronaria» al by-pass.

Idéntico problema se nos plantea cuando la in-corporación de un anglicismo se «de oídas», para generar vocablos en apariencia españoles, pero de significado abstruso para quien los oiga o los lea por primera vez. Así ocurrió con los tecnicismos deleción y eyección, de amplio uso en genética, el primero, y en cardiología, el segundo. En inglés, hasta un niño o una persona sin formación entiende sin problemas qué es deletion, pues ellos usan en el lenguaje coloquial el verbo to delete (borrar, eli-minar), mientras que en español no “deleteamos” —o, al menos, no “deleteábamos” antes de la llegada de los ordenadores—. De forma parecida, el significado de ejection es evidente en inglés, una lengua en la que «the heart ejects blood into the aorta»; para nosotros, en cambio, el corazón no “eyecta” la sangre, sino que la bombea o la expulsa hacia la aorta. Así las cosas, ¿no hubiera sido más útil para nosotros utilizar «eliminación» (o elimina-ción cromosómica) para traducir el inglés deletion y «expulsión» para traducir el inglés ejection?.

Me serviré aún de un último ejemplo para demostrar que este problema afecta también a traducciones consagradas y aparentemente bien castizas. Cuando estudiaba sexto de medicina, recuerdo bien que un día llegó a clase el profesor de bioestadística y nos dijo: «Hoy vamos a dedicar la clase entera a explicar dos conceptos muy difí-ciles de entender, que la mayoría de los médicos confunden o interpretan erróneamente». Se refería a lo que en inglés llaman positive predictive value y negative predictive value. Cuando acabó la

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primero, estimular la publicación «también» en lengua española —en la actualidad, ¿qué propor-ción de nuestra investigación sufragada con fondos públicos no llega a publicarse jamás en español?—, y, segundo, conseguir que toda publicación en lengua española sea fácilmente localizable y accesible desde cualquier orde-nador a través de Internet.

Solo así conseguiremos que, de aquí a unos años, nuestro lenguaje médico especializado llegue a ser tan claro, preciso y eficaz en español como lo es en inglés; y, en definitiva, que nuestro idioma siga siendo útil en el siglo XXI como lengua de cultura y nos permita expresar de forma válida el mundo que nos rodea y las hipótesis científicas que pretenden explicarlo.

Notas:1 Fernando A. Navarro: «El inglés, idioma internacional de la medicina: causas y consecuencias de un fenómeno actual». Panacea: Boletín de Medicina y Traducción, 2001; 2 (3): 35-51. <http://tremedica.org/panacea/IndiceGeneral/n3_FANavarro.pdf>

2 Fernando A. Navarro: «La traducción médica ante el siglo XXI: tres retos para el lenguaje científico en español». En: II Congreso

Internacional de la Lengua Española. Valladolid: Real Academia Española e Instituto Cervantes, 2001. <http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/valladolid/ponencias/nuevas_fronteras_ del_espanol/1_la_traduccion_en_espanol/navarro_f.htm>

3 Fernando A. Navarro: «La precisión del lenguaje en la redac-ción médica». En: Fernando Rico Villademoros y Vicente Alfaro, coords.: La redacción médica como profesión: qué

es y qué hace el redactor de textos médicos. Cuadernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve, n.º 17. Barcelona: Fundación Dr. Antonio Esteve, 2009; págs. 89-104.

4 Fernando A. Navarro: «Internet en inglés e Internet en español: el mismo collar con distintos perros». Panace@:

Boletín de Medicina y Traducción, 2001; 2 (6): 101-106. <http://tremedica.org/panacea/IndiceGeneral/n6_FAN_ Carta.pdf>

béticos, con la preposición «para»; ¡a nadie se le ocurriría decir en español «chocolate diabético»!), es enorme la diferencia entre positive value (valor positivo, superior a cero, si positive funciona como adjetivo) y positive value (valor de un resultado po-sitivo, si positive funciona como sustantivo). Nada de esto se tuvo en cuenta, y en español tenemos ahora dos expresiones que apenas nadie entiende y que nos dificultan sobremanera el uso eficaz de dos conceptos esenciales en bioestadística y epidemiología.

Conclusión

¡Gastamos millones en un ultramicroscopio electrónico de último modelo porque con un instrumento de peor calidad no es posible hacer investigación puntera, y luego nos conformamos —acabamos de verlo— con un lenguaje que no nos sirve ni para expresar los conceptos más sencillos!.

Nos urge dotar al español de los recursos léxicos imprescindibles para expresar la ciencia de nuestro tiempo. Porque la normalización de los tecnicismos es nuestra gran asignatura pen-diente y, al mismo tiempo, una tarea ineludible. Para combatir con alguna garantía de éxito los problemas que plantean la sinonimia, la polisemia y la sobreabundancia de términos mal traducidos o confusos, especialmente preocupantes en nuestros países de ciencia traducida, estamos necesitando como agua de mayo:

La creación urgente de un organismo encargado de la selección, normalización y difusión de neo-logismos y tecnicismos en los países de habla hispana, capaz de reaccionar con presteza a las necesidades del lenguaje científico actual.

Una acción coordinada de las grandes editoriales médicas en lengua española para unificar la termi-nología utilizada en nuestros libros de texto y en nuestras revistas especializadas. De ser posible, con incorporación a los equipos editoriales de personas con experiencia, conocimiento y dominio de los problemas que plantean la redac-ción científica en español y el lenguaje espe-cializado de la medicina.

El fomento decidido de las publicaciones médicas en lengua española, con el objetivo de garantizar que nuestros médicos y científicos —todos, incluidos hiperespecialistas de primera línea e investigadores de vanguardia— lean «también» en español. Y para ello hace falta,

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLA R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N

gyrus no significa ‘giro’ (que en inglés es turn), sino ‘circunvolución cerebral’

hazard no significa ‘azar’ (que en inglés es chance), sino ‘riesgo’ o ‘peligro’

hospice no significa ‘hospicio’ (que en inglés es orphanage o poorhouse), sino ‘centro de cuidados paliativos’

infancy no significa ‘infancia’ (que en inglés es childhood), sino ‘lactancia’ o ‘primer año de vida’

injury no significa ‘injuria’ (que en inglés es offence), sino ‘herida’, ‘lesión’ o ‘traumatismo’

inpatient no significa ‘impaciente’ (que en inglés es impatient), sino ‘paciente hospitalizado’ o ‘paciente ingresado’

intoxication no significa ‘intoxicación’ (que en inglés es poisoning), sino ‘alcoholismo agudo’, ‘embriaguez’ o ‘borrachera’

large no significa ‘largo’ (que en inglés es long), sino ‘grande’ o ‘voluminoso’

lechery no significa ‘lechería’ (que en inglés es dairy), sino ‘lascivia’ o ‘lujuria’

library no significa ‘librería’ (que en inglés es bookshop), sino ‘biblioteca’

lobule no significa ‘lóbulo’ (que en inglés es lobe), sino ‘lobulillo’

matron, en un hospital, no significa ‘matrona’ (que en inglés es midwife), sino ‘directora de enfermería’ o ‘enfermera jefe’

menstruum no significa ‘menstruo’ (que en inglés es menses), sino ‘disolvente’

nude no significa ‘nudo’ (que en inglés es knot o node), sino ‘desnudo’

philtrum no significa ‘filtro’ (que en inglés es filter), sino ‘surco nasolabial’

physician no significa ‘físico’ (que en inglés es physicist), sino ‘médico’

pituitary no significa ‘pituitaria’ (que en inglés es mucous membrane of nose), sino ‘hipófisis’

plague no significa ‘plaga’ (que en inglés es pest), sino ‘peste’

preservative no significa ‘preservativo’ (que en inglés es condom), sino ‘conservante’

probe no significa ‘prueba’ (que en inglés es test), sino ‘sonda’

to remove no significa ‘remover’ (que en inglés es to turn over o to stir up), sino ‘extraer’ o ‘extirpar’

Falsos amigos en el inglés médico

aperture no significa ‘apertura’ (que en inglés es opening), sino ‘abertura’ u ‘orificio’

auricle, en el corazón, no significa ‘aurícula’ (que en inglés es atrium), sino ‘orejuela’

billion no significa ‘billón’ (que en inglés es trillion), sino ‘mil millones’

bland diet no significa ‘dieta blanda’ (que en inglés es soft diet), sino ‘dieta suave’

bucca no significa ‘boca’ (que en inglés es mouth), sino ‘mejilla’

cane no significa ‘cana’ (que en inglés es white hair), sino ‘bastón’

carbon no significa ‘carbón’ (que en inglés es coal), sino ‘carbono’

castor no significa ‘castor’ (que en inglés es beaver), sino ‘ricino’

choke no significa ‘choque’ (que en inglés es shock), sino ‘asfixia’ o ‘ahogo’

cocoa no significa ‘coco’ (que en inglés es coconut), sino ‘cacao’

complexion no significa ‘complexión’ (que en inglés es constitution), sino ‘tez’ o ‘cutis’

congealed blood no significa ‘sangre conge-lada’ (que en inglés es freezed blood), sino ‘sangre coagulada’

corium no significa ‘corion’ (que en inglés es chorion), sino ‘dermis’.

cubital fossa no significa ‘fosa cubital’ (que en inglés es ulnar fossa), sino ‘flexura del codo’

dentition no significa ‘dentición’ (que en inglés es teething), sino ‘dentadura’

descent no significa ‘descendencia’ (que en inglés es offspring) sino ‘ascendencia’

dilation no significa ‘dilación’ (que en inglés es delay), sino ‘dilatación’

diversion no significa ‘diversión’ (que en inglés es fun), sino ‘desviación’ o ‘derivación’

douche no significa ‘ducha’ (que en inglés es shower), sino ‘lavado vaginal’ o ‘irrigación vaginal’

feculent no significa ‘feculento’ (que en inglés es starchy), sino ‘fecal’ o ‘fecaloide’

gaze no significa ‘gasa’ (que en inglés es gauze), sino ‘mirada’

gland no significa ‘glande’ (que en inglés es glans), sino ‘glándula’ o ‘ganglio linfático’

gripe no significa ‘gripe’ (que en inglés es influenza), sino ‘cólico’ o ‘retortijón’

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL A R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N

salvage no significa ‘salvaje’ (que en inglés es savage), sino ‘salvamento’ o ‘rescate’

sanatory no significa ‘sanatorio’ (que en inglés es sanitarium), sino ‘salubre’ o ‘saludable’

sane no significa ‘sano’ (que en inglés es healthy), sino ‘cuerdo’ o ‘sensato’

scar no significa ‘escara’ (que en inglés es scab o eschar), sino ‘cicatriz’

sensitive no significa ‘sensitivo’ (que en inglés es sensory), sino ‘sensible’ o ‘susceptible’

silicon no significa ‘silicona’ (que en inglés es silicone), sino ‘silicio’

sulfur no significa ‘sulfuro’ (que en inglés es sulfide), sino ‘azufre’

tablet no significa ‘tableta’ (que en inglés es lozenge), sino ‘comprimido’

tympanites no significa ‘timpanitis’ (que en inglés es myringitis), sino ‘meteorismo’

urgency no significa ‘urgencia’ (que en inglés es emergency), sino ‘necesidad imperiosa de orinar’ o ‘tenesmo vesical’

valve no significa ‘valva’ (que en inglés es valve), sino ‘válvula’

ventilator no significa ‘ventilador’ (que en inglés es fan), sino ‘respirador’

* Pueden verse muchos otros ejemplos en: Fernando A. Navarro: Diccionario crítico de dudas inglés-español de medi-

cina (2.ª edición). Madrid: McGraw-Hill·Interamericana, 2005.

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLA R T Í C U L O S D E O P I N I Ó N

Lenguas relevantes: son aquellas cuyo valor de uso tiene significado en dominios culturales, al menos regionales, dónde la transmisión del conocimiento científico tiene un valor de utilidad y el dominio del inglés es bajo o insuficiente. Es corriente la propuesta de que debería esta-blecerse el inglés como idioma definitivamente universal bajo argumentaciones frecuentemente económicas. En tal caso las lenguas relevantes perderían su valor en la comunicación científica. Si bien se trata de propuestas esencialmente economicistas, se argumentará más adelante que no necesariamente se sustentan en argu-mentos económico-financieros y requeriría una estabilidad del inglés como lengua dominante “definitiva” que no es posible prever. En todo caso, al tratarse de colectivos limitados los usuarios de estas lenguas y caber la extensión ilimitada del inglés, estas lenguas relevantes son en sí relativamente prescindibles.

Lenguas irrelevantes o muertas. Su prescin-dibilidad es total sea porque no se usan en la comunicación científica o porque su uso viene determinado por condicionantes político-cultu-rales y, en esa medida, se encuentran sujetas a veleidades y a un desgaste irreparable en términos termodinámicos. Sería, en un extremo, el caso de lenguas utilizadas por comunidades menguantes por movimientos migratorios. Es obvio que esta clasificación en lengua muerta no coincide con la tradicional para este término pudiéndose dar que lenguas muertas para la comunicación científica se mantengan vivas para otras aplicaciones. También es conve-niente matizar que sería concebible que una lengua considerada muerta cambiara su con-

Introducción

Abordar un análisis sobre el futuro de la comu-nicación científica en español es un ejercicio prospectivo que requiere previamente definir un escenario en el que se clarifique si se trata de un futuro inexistente por tenderse al uso de una lengua única, condenando al resto al carácter de lenguas muertas a este propósito o si la comunicación científica admitirá el uso de varias. Es preciso establecer varias premisas para la construcción de este escenario:

El plazo o validez potencial del análisis más allá del cual simplemente no es posible generar una extrapolación de la situación actual y que estimamos en 10-20 años.

La pertinencia del planteamiento que se sus-tenta en el hecho de que el conocimiento es independiente de la lengua en que se le trans-mita, aunque la coyuntura determine que alguna juegue en un determinado momento un papel dominante.

Clasificación de las lenguas en función de su valor en comunicación científica

Sin prejuzgar otras clasificaciones de las lenguas en función del valor que pueda incorporar su uso, a efectos de comunicación científica pueden agru-parse según el criterio de prescindibilidad en:

Lengua dominante: en el presente el inglés, que ha sido calificado como el latín del siglo XX. Su carácter dominante viene asociado a su coyuntura de imprescindible en tanto su hipotética desaparición anularía la comunica-ción científica en el dominio global.

El futuro de la comunicación científica en español

Juan V. Sánchez-AndrésDirector asociado de Neurociencia Básica

César VigueraDirector de Viguera Editores

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sociedad con desarrollo científico se encontrará impregnada en mayor o menor grado de razona-miento científico. Obviamente, aquellas socieda-des más desarrolladas serán capaces de producir ciencia y dispondrán de más opciones de benefi-ciarse de sus resultados. Las sociedades menos desarrolladas jugarán el papel de consumidores, en el extremo no tendrán prioridad en el uso de los productos de la ciencia y, además, tendrán que pagar el peaje-precio por consumir lo que los desarrollados han producido. No es ésta sino otra expresión del principio de Pareto que establece que los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. Pero en cualquiera de los extremos habrá un uso de los instrumentos de comunicación para la vehiculización de los contenidos científicos.

De lo anterior se desprende la validez del cri-terio de prescindibilidad en su versión fuerte: por definición, las sociedades o grupos sin afectación científica y con lengua propia no la requieren como vehicular en tanto no existe esta comunica-ción. Pero en este momento esta acepción fuerte seguramente sólo se pueda aplicar a algunas tribus de recónditos parajes dónde todavía no llega internet. Para entender la acepción débil del criterio de prescindibilidad para clasificar las lenguas es necesario dar un paso adelante en el razonamiento y hacer énfasis en dos ejes: a) los tres usos centrales de la lengua en la co-municación científica: creación-uso profesional, formación y divulgación; y b) la naturaleza gene-ralizable globalmente de los hechos científicos. Una lengua sólo tendrá carácter relevante si tiene valor en ambos dominios y será considerable como muerta o prescindible si falla en uno de ellos. Es lo que sucede con multitud de lenguas de alcance local. Podrán usarse en los procesos formativos y en la divulgación, podrán hablarse en los laboratorios e incluso haber medios escritos, pero no traspasarán las barreras geográficas porque, sencillamente, es imposible. Carecen con ello de la capacidad de seguir a la ciencia en su naturaleza global. El calificativo de muertas en comunicación científica no condiciona su valor cultural, de riqueza y de diversidad, ni de instru-mento de aglutinación de grupos, simplemente alude a su limitación en la difusión geográfica, más allá del propio grupo.

dición a relevante si su coyuntura lo hiciera posible, como así mismo pudiera haber cambios de posición en las otras categorías.

El criterio de la prescindibilidad y el rol de la ciencia

Puede estimarse que los citados criterios de prescindibilidad se aplican con ligereza y es preciso argumentar que hablamos de una clasi-ficación general en aras de dibujar el escenario del papel del español en la comunicación, sin pretender entrar en otras disquisiciones. En todo caso, para asentar la línea argumental hay que, al menos, esbozar la base de ese criterio y para ello se hace necesario delimitar el papel de la ciencia sin mistificaciones. Aunque se pueda asignar a la ciencia ramificaciones extremas, lo que en la práctica entendemos es que alude a un cuerpo de conocimiento al que se accede con aproximacio-nes metodológicas sistemáticas, cuyas observacio-nes son compartibles por cualquiera que analice la realidad con las mismas metodologías, y que permite sistematizar sus adquisiciones ya sea en orden a comprender la realidad o lo sea orientado al desarrollo de aplicaciones tecnológicas. Esta perspectiva puede considerarse restrictiva si se entiende que, por ejemplo, ya el hombre de Neandertal pudo aplicar rudimentos del razona-miento científico al desarrollar sus puntas de sílex. Pero esta es otra historia más relacionada con una propiedad extendida en la escala evolutiva consistente en la detección por todos los anima-les, limitado cada uno por su dotación conduc-tual, de relaciones causa efecto para maximizar su capacidad de supervivencia.

Cuando hablamos de ciencia, en el contexto occidental, y ya desde Bacon, hemos de restrin-girnos a los condicionantes metodológicos, de generalización y tecnológicos. En este contexto, la ciencia cala en la sociedad y se vincula inexora-blemente al desarrollo en un círculo virtuoso que conviene resumir. En tanto el avance científico sustenta al tecnológico, el desarrollo permite una mayor manipulación del entorno en beneficio del propio desarrollo y de la productividad. A pesar de los posibles efectos contraproducentes, que los hay, este proceso es valorado históricamente como positivo y la comunicación científica excede a los profesionales y se vierte en procesos forma-tivos y divulgativos de forma que una determinada

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manifiesto en la postguerra española, actuando de receptores México y otros, y se invirtió en los recientes años de desarrollo español. Dadas las expectativas de crecimiento de México y Brasil, que se auguran especialmente positivas al medio plazo, cabe esperar que estos países lideren a la comunidad científica hispana a ese término. Estos movimientos migratorios, además del subyacente cultural, han sedimentado el concepto de comunidad entre los productores de ciencia, entre otras cosas sobre la base de varios casos de éxito como el desarrollo de la Biofísica hispana -de proyección internacional- que se nucleó en Chile y ha generado una escuela con ramificaciones y éxitos de alcance.

El decurso descrito se ha desarrollado en el marco de la evolución de varias tendencias de relevancia mayor y, en buena medida, con implicaciones sociológicas extracientíficas:

La consolidación del inglés como lengua dominante.

La expansión demográfica y migratoria hacia Estados Unidos de hispanos y el propio desa-rrollo de la comunidad hispana en ese país, frecuentemente bien integrada en segunda generación.

La consolidación en Estados Unidos, y fuera de allí, de la comunidad hispana como produc-tora de ciencia

Un componente no desdeñable de antiameri-canismo (usando con propiedad el término habría que hablar de sentimientos antiestado-sunidenses).

No es procedente en este análisis valorar la pertinencia de estas tendencias, cosa imposible de realizar sin añadir un sesgo ideológico. El hecho es que se produce un conjunto de tensiones no alineadas con resultante incierta pero dónde se puede visualizar la pérdida de peso del gigante norteamericano en beneficio de otras aspirantes a potencias (no hispanas), y el progreso de la comunidad hispana con una variable de difícil estimación cuál es la capacidad de asimilación norteamericana, que se ha mostrado muy rele-vante en el pasado pero que es previsible que se relaje en la medida en que lo hagan sus señas de identidad bajo la presión de la coyuntura. Dando por ciertas estas tendencias, su extrapolación permitiría estimar un mayor peso relativo de la comunicación científica “en español”.

Situación del español

El español se ubica en una situación peculiar por cuanto constituye la lengua de comunicación de una comunidad tan importante como hetero-génea. Hasta fecha reciente el español ha venido comportándose, esencialmente, como una lengua prescindible a pesar de superar las barreras transnacionales. Salvando individualidades, la situación de los países hispanoparlantes era la de consumidores de ciencia y sus derivados. Incluso fenómenos que se citan como excepciones (la bioquímica en España, la biofísica en Chile, etc.) son de difícil explicación sin el sostén foráneo. La posición dominante del inglés era y es aceptada sin reparos. Por otro lado, la proximidad geográfica de los hispanoamericanos a los Estados Unidos ha fomentado la migración científica, y a veces el retorno, dando lugar a abundantes ejemplos de científicos bien preparados. En el caso de España se ha producido un caso similar en tanto la distancia ha sido compensada por la conceptualización de Estados Unidos como el lugar óptimo de desarrollo de una carrera científica. En menor medida, Europa ha jugado el papel de atractor de científi-cos hispanos. La proyección al presente de este contexto ha conducido a una gran paradoja: el desarrollo de sistemas de I+D nacionales compor-tándose como satélites del norteamericano y, en esa condición, rindiendo su fruto a la potencia creadora de ciencia y no a las entidades nacionales que, a pesar de desarrollar modestas inversiones acordes con su grado de desarrollo, se han mante-nido en la categoría de consumidores de ciencia. En el establecimiento de esta paradoja ha sido relevante la improvisación y la incapacidad de los gestores políticos para establecer programas acordes con las particularidades de cada país quedando los científicos al albur de las coyunturas, tratando de solventar sus carreras y su propia supervivencia de la mejor manera posible sin encontrarse incardinados en nada parecido a un sistema de I+D con repercusión en la realidad de sus países.

En esta dinámica histórica viene dándose un comportamiento de los países hispanos que, a pesar de sus diferencias, han actuado como amortiguadores - amortiguados en función de su situación política y/o económica de modo que aquellos que han disfrutado de mejores condiciones han ejercido de receptores de científicos de países en peor coyuntura. El fenómeno se puso de

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Sistemas de I+D

No es trivial tratar de realizar un análisis robusto en el espacio limitado de un artículo, y se presta a generalizaciones interpretables como falta de rigor. Por ello, al menos convie-ne tener en cuenta:

Que los sistemas de I+D (como su nombre indica, aunque se olvide a veces) están concebidos para facilitar el desarrollo y su mantenimiento en un país.

Que la escala es sólo un factor de valor re-lativo como ponen de manifiesto los casos de los países nórdicos europeos, y particu-larmente Finlandia, que siendo países con demografías modestas alcanzan niveles de desarrollo notables -por definición, en este momento, los mercados internos tienen un valor que puede llegar a ser irrelevante.

Los sistemas de I+D tienen, generalmente, dimensión nacional y naturaleza económica en tanto su existencia depende de la provi-sión de recursos financieros y la expectativa de retornos tangibles e intangibles; preferen-temente tangibles cuando la economía de un entorno no es holgada y la ausencia de retornos puede conducir a la decisión de su prescindibilidad dada la existencia de necesidades más perentorias.

Asumiendo todo lo anterior, podría preverse que un mayor peso del español como lengua de comunicación científica debería facilitar el desarrollo al permitir el acceso a entornos más amplios de creación y aplicación de la ciencia. Ello con la condición de que, dado el carácter axial de la lengua, los sistemas de I+D de los distintos países hispanoparlantes avanzaran en su verte-bración y, en paralelo, se progresara en la desate-lización de los sistemas sajones. Es necesario parar brevemente en este punto: no son separa-bles las presentes consideraciones del análisis económico y en este contexto se pone de mani-fiesto que los sistemas de I+D de los países his-panoparlantes funcionan como apéndices de los sistemas de I+D de los países desarrollados que utilizan el inglés como lengua científica vehicular. Frecuentemente no se repara en que los sistemas de I+D rinden retornos cuando los países que los articulan disponen de la cadena completa de valor que lleva a la investigación a completar el

Implicaciones potenciales de un incremento de peso del español

Debemos valorar dos sistemas directamente asociados al potencial incremento del peso del español y que se darían cualquiera que fuera la lengua en consideración. Por un lado el trinomio creación-educación-divulgación y, por otro, los sistemas de I+D.

El trinomio creación-educación-divulgación de ciencia

Se ha aludido con anterioridad al hecho de que, nominalmente, no hay una vinculación entre estos tres elementos. Es el caso de los entornos que se desenvuelven con lenguas prescindibles, que incluso pueden ser produc-tivos y darse grados altos de conocimiento científico que impregne a su población en términos educativos y divulgativos, aunque la difusión de la ciencia creada tenga que reali-zarse en una lengua foránea. Dentro del caso hispano sería lo que sucede en el País Vasco o en Cataluña. Pero esa independencia de los factores es sólo parcial en la medida en que la opción de disponer de creadores de ciencia dota de generadores de información para la educación y la divulgación de primera mano, de modo que la transmisión está sujeta a una degradación menor que si las fuentes son remotas. Igualmente, una sociedad creadora de ciencia dispone de los elementos tecno-lógicos y de conocimiento para su aplicación poniéndose en la situación de no ser mero consumidor.

Hay que matizar que se está entendien-do la lengua como de carácter instrumental, consecuencia, no causa, del desarrollo aunque pueda ser incuestionable que la adquisición de potencia de una lengua pueda jugar un papel de apalancamiento de una comunidad. Desde esta perspectiva, resulta razonable especular con la idea de que un incremento de peso del español podrá tener implicaciones cuantitativas en la visión cien-tífica de la población. Pero la pregunta debe formularse más allá para tratar de concretar si podrían esperarse consecuencias cualitativas traducibles en desarrollo. Se aborda en el punto siguiente.

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alcanzaría la supremacía tecnológica internacional para evitar riesgos como el que supuso el despe-gue militar alemán en la 2ª. Guerra Mundial. Cierto que Estados Unidos pudo jugar con su escala y con la circunstancia de que Europa estaba asolada. Sin duda, fue una decisión acertada para los Estados Unidos. Es frecuente olvidar que detrás de un determinado “status quo”, como el actual predominio del inglés, hay coyunturas y decisiones que en su momento pudieron ser discutidas. Por ejemplo, no suele estar presente que aquella decisión implicó, entre otras cosas, el apoyo al desarrollo de la industria farmacéutica y la investigación biomédica, y dio lugar a la creación del NIH (National Institute of Health) bajo la premisa de que se trataba de un campo es-tratégico en el que Estados Unidos debería tener la primacía. Y una de las consecuencias fue que la industria farmacéutica, antes mayoritariamente de matriz europea, pasó a ser dominada por Norteamérica. Y, con ello, ganó su cuota el uso del inglés, como en otros campos.

En línea con esta argumentación, hay que reforzar un argumento al que antes ya aludimos. Se trata de que el uso de la lengua sea conse-cuencia, no causa, del desarrollo aunque como instrumento que posibilita alcanzar una escala alta permite contribuir al desarrollo. Por tanto es importante tener presente que de lo que se trata en este artículo no es glosar de forma localista o patriotera el uso de nuestra lengua, sino de resaltar su condición de indicador y catalizador de desarrollo. Nos estamos jugando mucho, y no en un juego de competencia ingenua con el inglés que estaría perdido en condiciones de estabilidad del escenario de hace 20 años, sino en ese otro escenario al medio-largo, en el que podríamos tener que ver a nuestros nietos apren-diendo no en inglés, si no en chino, ruso o árabe. Felicitaríamos a cualquiera de esas comunidades lingüísticas por su progreso pero tenemos el derecho genuino a postular el nuestro y a estimu-lar nuestras condiciones de posibilidad.

circuito hasta la aplicación práctica y la comer-cialización global. En otro caso, el resultado de la inversión en recursos humanos y materiales se trasvasa a los países que sí la tienen y que serán quienes obtengan los retornos dándose la para-doja, aludida en el apartado 3 de la aplicación del principio de Pareto, de que los países con de-sarrollo menor no participan en los réditos de lo que pueden haber contribuido a crear, y además lo paguen a precio de consumidor. En períodos de bonanza pueden mantenerse sistemas de I+D desacoplados de la estructura productiva pero en fases de escasez del ciclo están condenados a desaparecer por competir por los recursos con necesidades más inmediatas. Por consiguiente, es forzoso que los sistemas de I+D se implemen-ten acordes con la realidad productiva, aunque ello implique la exclusión de campos científica-mente atractivos, y la articulación transnacional en el dominio hispanoparlante.

Conclusiones: Condiciones de posibilidad

En líneas generales se asume en este escrito que en conjunto se pueden esperar opciones mejores que las presentes del uso del español como lengua de comunicación científica al plazo corto-medio. Esta presunción deriva de la ex-trapolación de años precedentes y, no menos, de circunstancias ajenas al español como son el debilitamiento relativo de los países sajones y la pujanza de economías emergentes que, activa o pasivamente, contribuyen a ese debilitamiento y que irán mostrando, inevitablemente, su impron-ta. Más allá del corto-medio no es posible realizar ninguna proyección. Cuando le preguntaban a Keynes por predicciones en economía con-testaba que lo único claro es que en cien años estaríamos todos muertos. Lo mismo se aplica a cualquier campo.

Pero, lo cierto es que la realidad es mutable y sujeta a condicionantes no accidentales. Conviene no olvidar que aunque el predominio del ingles es aplastante, sólo lo es desde fecha reciente y asociado a la decisión del Presidente Roosevelt de implementar el informe seminal de Vannevar Bush: “Science, the endless frontier” que dio lugar al paradigma de “ciencia básica, ciencia aplicada” que ha permanecido vigente durante decenios. Aquella decisión que Roosevelt adoptó con la convicción de que Estados Unidos

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOL J O R N A D A M E D E S 2 0 0 9

Programa de la V Jornada MEDES

Sostenibilidad de la ciencia y las publicaciones científicas en españolEUROFORUM, El Escorial 19 Noviembre 2009

Juan Mulet Meliá Director General Fundación COTEC para la Innovación Tecnológica Modelos e Instrumentos de Promoción y Coordinación de la I+D Empresarial: presente y futuro

Emilio Delgado López-Cózar Profesor Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Granada Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación científica en España

12.15 C o l o q u i o

12.45 ENTREGA DE PREMIOS MEDES 2009

13.45 COMIDA

15.50 MESA 3: HACER LLEGAR EL CONOCIMIENTO

Moderador: Salustiano del Campo

Cristóbal Urbano Salido Decano Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona El papel del lector en los nuevos escenarios de la comunicación científica digital

Josefina Gómez de Enterría y Sánchez Profesora Titular Departamento de Filología. Área de Lengua Española, Universidad de Alcalá de Henares, Madrid El idioma español en las publicaciones científicas

Manuel Toharia Director Científico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica Sostenibilidad de las publicaciones científicas en español

16.30 C o l o q u i o

17.00 Conferencia distinguida

Clara de la Torre Dirección General de Investigación de la Comisión Europea. Directora de Aspectos Interinstitucionales y Jurídicos - Programa Marco. Bruselas Las oportunidades españolas en el Espacio Europeo de Investigación

17.30 C o l o q u i o

17.45 CLAUSURA Y ENTREGA DE DIPLOMAS

Las ponencias tendrán una duración de 25 minutos

Al finalizar cada mesa habrá un coloquio de 30 minutos

8.45 INAUGURACIÓN

Bienvenida y apertura

Salustiano del Campo Presidente del Instituto de España Javier Ellena Aramburu Presidente Fundación Lilly José A. Gutiérrez Fuentes Director Fundación Lilly

9.00 Estudio MEDES: Fuentes de información para los médicos de atención primaria y pediatras españoles. Importancia del idioma

José A. Gutiérrez Fuentes

09.15 MESA 1: EL SISTEMA ESPAÑOL DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y EMPRESA

Moderador: José A. Gutiérrez Fuentes

Joost Heijs Director Instituto de Análisis Industrial y Financiero. Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Complutense de Madrid El sistema español de ciencia, tecnología y empresa. Fortaleza y debilidades.

Aurelia Modrego Rico Departamento de Economía. Lab. Análisis y Evaluación del Cambio Técnico. Universidad Carlos III de Madrid Desarrollo y financiación del sistema español de ciencia, tecnología y empresa.

Santiago Graíño Knobel Profesor asociado de Periodismo Científico y Tecnológico, co-director del Master de Periodismo y Comunicación de la Ciencia, la Tecnología y el Medio Ambiente. Universidad Carlos III de Madrid y Jefe de Prensa y Comunicación del Instituto Español de Oceanografía. La Comunicación de la Ciencia a la Sociedad, una necesidad imperiosa

10.15 C o l o q u i o

10.45 DESCANSO/CAFÉ

11.15 MESA 2: MODELOS E INSTRUMENTOS PARA EL DESARROLLO DE UNA I+D COMPETITIVA/CALIDAD

Moderador: José A. Gutiérrez Fuentes

José Manuel Fernández de Labastida y del Olmo Director General de Investigación y Gestión del Plan Nacional de I+D+I Modelos e Instrumentos de Promoción y Coordinación de la I+D Públicos: presente y futuro

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MEDES MEDICINA EN ESPAÑOLB A S E S D E D A T O S M E D E S

La base de datos MEDES-Medicina en Español, es el elemento nuclear de la iniciativa, se ha constituido con el propósito de poner a disposición del profesional sanitario, una herramienta de consulta centrada en aspectos de la práctica clínica, a través de una rigurosa selección de contenidos.

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La búsqueda sencilla permite obtener resultados de forma rápida y sin necesidad de conocer técnicas de búsqueda complejas; con la posibilidad de acotar los términos a uno o varios campos: título, resumen o palabras clave.

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Los registros de la base de datos se actua-lizan semanalmente, lo que permite al usuario tener una visión realista de la situación actual de las publicaciones en español en su campo de interés.

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Para evaluar un nuevo título se solicita a la editorial correspondiente la cumplimentación de un formulario que recoge la información necesaria para puntuar las revistas. Pueden acceder al for-mulario en la página web de la Fundación Lilly2 las revistas interesadas que quieran solicitar ser eva-luadas para su inclusión en MEDES (ver anexo).

Los especialistas del comité valoran posterior-mente la publicación de forma integral. Además de los criterios ya especificados, se discuten otros aspectos como la originalidad de la publicación entendida como la aportación de contenidos nuevos dentro de su área de conocimiento, su orientación clínica o colectivo médico al que va dirigida, amén de otros aspectos relacionados con la novedad formal (webs asociadas, servicios, formación etc.).

En este momento del proceso de evaluación, se excluyen de la selección aquellas revistas exclusivamente orientadas a la formación médica continuada; las revistas secundarias y aquellas publicadas íntegramente en otro idioma que no sea el castellano.

En las tablas 2 y 3 se detallan los 54 títulos de las revistas actualmente indizadas por MEDES y los 10 que se incorporarán próximamente como resultado de la evaluación de 26 revistas por el Comité durante el año 2009.

La base de datos MEDES (Medicina en Español) es una herramienta de consulta online en abierto cuyo objetivo es poner a disposición tanto del profe-sional sanitario como del bibliotecario o especialista en documentación biomédica, una fuente de con-sulta bibliográfica para recuperar de forma sencilla y eficaz referencias de publicaciones médicas y disponer de los accesos directos al texto completo. Este proyecto ha perseguido desde sus inicios dos objetivos fundamentales: la calidad y pertinencia de los títulos incluidos en la base de datos y la rapidez en la actualización. En estos dos aspectos nos centraremos a continuación.

Para realizar y mantener una selección adecuada de sus contenidos, el proyecto cuenta con un Comité de Expertos1 que periódicamente revalúa las revistas incluidas y estudia la pertinencia de incorporar nuevas publicaciones. Para llevar a cabo este trabajo se han definido una serie de criterios con los que se obtiene una puntuación para cada revista evaluada. La puntuación sirve al Comité como filtro inicial para poder posteriormente analizar la conveniencia de los títulos a incorporar en MEDES. Los criterios de evaluación se centran en tres epígrafes principales: la calidad de los contenidos, la visibilidad y la cobertura del área temática en MEDES. En la tabla 1 se recogen de manera resumida los criterios mencionados.

Tabla 1

La base de datos MEDES: evaluación de contenidos y nivel de actualización

Ángeles Flores Especialista en Documentación Médica

Calidad del trabajo editorial y contenidos Visibilidad / difusión Cobertura del área temática

en MEDES

Procedimientos de selección y revisión de originales que emplea la publicación o

aplicación de revisión por paresFactor de Impacto

Pertenecer a una disciplina que no esté suficientemente representada en la base de datos en el momento

de su valoración

Ser órgano de expresión de una sociedad científica de ámbito nacional

Presencia en bases de datos nacionales e internacionales

Puntualidad de publicación y continuidad Acceso online libre a contenidos

Publicación de originales Resúmenes o textos completos en varios idiomas

1 9

(1), (2) Toda la información se puede consultar en la web de la Fundación Lilly: www.fundacionlilly.com

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Tabla 2

TÍTULOS INCLUIDOS EN LA BASE DE DATOS MEDES TÍTULOS INCLUIDOS EN LA BASE DE DATOS MEDES

1 Acta Otorrinolaringológica Española 28 Medicina Intensiva

2 Acta Pediátrica Española 29 Medicina Paliativa

3 Actas Dermo-Sifiliográficas 30 Medicina Preventiva

4 Actas Españolas de Psiquiatría 31 Metas de Enfermería

5 Actas Urológicas Españolas 32 Nefrología

6 Adicciones 33 Neurología

7 Anales de Medicina Interna - Discontinuada 34 Nutrición Hospitalaria

8 Anales de Pediatría 35 Pediatría de Atención Primaria

9 Anales de Psiquiatría 36 Progresos de Obstetricia y Ginecología

10 Archivos de Bronconeumología 37 Psiquiatría Biológica

11 Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología 38 Rehabilitación

12 Archivos Españoles de Urología 39 Reumatología Clínica

13 Atención Primaria 40 Revista Clínica Española

14 Cirugía Española 41 Revista de la Sociedad Española del Dolor

15 Dolor, Investigación Clínica & Terapeútica 42 Revista de Neurología

16 Educación Médica 43 Revista de Ortopedia y Traumatología

17 Endocrinología y Nutrición 44 Revista Española de Anestesiología y Reanimación

18 Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica 45 Revista Española de Cardiología

19 Enfermería Clínica 46 Revista Española de Enfermedades Digestivas

20 Farmacia Hospitalaria 47 Revista Española de Enfermedades Metabólicas Óseas

21 Gaceta Sanitaria 48 Revista Española de Geriatría y Gerontología

22 Gastroenterología y Hepatología 49 Revista Española de Medicina Nuclear

23 Hipertensión 50 Revista Española de Pediatría

24 Index de Enfermería 51 Revista Española de Salud Pública

25 Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud 52 Revista Rol de Enfermería

26 Matronas Profesión 53 Trastornos Adictivos

27 Medicina Clínica 54 Vacunas

2 0

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En cuanto a las especialidades médicas que ya tienen o tendrán a partir de enero de 2010 algún título incluido en MEDES, la tabla 4 ofrece los datos.

Tabla 3

NUEVOS TÍTULOS - 2010

Angiología

Avances en Diabetología

Clínica e Investigación en Arteriosclerosis

GEROKOMOS

Inmunología

Neurocirugía

Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria

Radiología

Revista Española de Patología

Sexología Integral

Tabla 4

ESPECIALIDADES nº revistas ESPECIALIDADES nº revistas

Alergología e Inmunología 1 Medicina Interna 4

Anatomía Patológica 1 Medicina Nuclear 1

Anestesia y Reanimación 3 Microbiología y Parasitología 2

Aparato Digestivo 4 Nefrología 1

Cardiología 4 Neumología 1

Cirugía general 1 Neurología 3

Dermatología y Venereología 1 Oftalmología 1

Educación Médica 1 Ortopedia y Traumatología 1

Endocrinología y Nutrición 5 Otorrinolaringología 1

Enfermería 5 Pediatría 4

Farmacia 1 Psiquiatría 5

Farmacología 1 Radiología/Diagnóstico por Imagen 1

Geriatría 2 Rehabilitación 1

Ginecología y Obstetricia 1 Reumatología 2

Medicina Preventiva, Salud Pública y Admin. Sanit. 3 Sexología 1

Medicina Familiar y Comunitaria 1 Urología 2

Medicina Intensiva 1

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Tabla 5

Compludoc Dialnet Elsevier.es IBECS IME MEDES

Obesidad 2009 19 25 7 0 0 23

Obesidad 2008 53 82 31 50 4 56

Obesidad sin límite temporal 463 462 257 288 755 240

Hipertensión 2009 23 32 24 8 0 50

Hipertensión 2008 76 84 73 58 2 86

Hipertensión sin límite temporal 654 612 660 682 2804 492

Tabla 6

PubMed

Obesidad 2009 17

Obesidad 2008 36

Obesidad sin límite temporal 384

Hipertensión 2009 35

Hipertensión 2008 55

Hipertensión sin límite temporal 1389

Estrategias en PubMed: spain[pl] AND hypertension[ti] AND Spanish[lang], spain[pl] AND hypertension[ti] AND Spanish[lang]

Veamos ahora algunos datos relativos al otro aspecto importante de la base de datos: la rapidez en la actualización de los registros. Para conseguirlo se utilizan técnicas de volcado semiautomáticas, aunque continúan procesándose registros de forma manual. En agosto de 2009 la base de datos MEDES contaba con más de 3.700 registros de artículos publicados en el año 2009.

Para intentar ilustrar el nivel de actualización de MEDES en comparación con otras fuentes dis-

ponibles de bibliografía médica nacionales e inter-nacionales, hemos realizado sencillas búsquedas utilizando límites temporales. Para evitar que las diferentes opciones de búsqueda de cada fuente o las limitaciones en la utilización de operadores afectara a los resultados, hemos elegido búsque-das muy sencillas, con un único término debiendo

aparecer en el campo título del artículo; posibilidad que ofrecen todas las fuentes consultadas, limitando además los resultados a los dos últimos años. No se ha realizado ningún tipo de filtro manual para evaluar la pertinencia de los resultados. En la tabla 5 se muestran los datos en crudo con las cifras resultantes de registros localizados. Se han detec-tado algunos duplicados dentro de la misma fuente de datos y que no se han tenido en cuenta ya que no afectan de manera importante a los resultados.

Y si realizamos las mismas estrategias en la base de datos biomédica internacional más consul-tada: PubMed, obtenemos los siguientes resultados:

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Bases de datos y portales consultados.

Compludoc http://europa.sim.ucm.es/compludoc/

Dialnet http://dialnet.unirioja.es/servlet/buscador

Elsevier.es http://www.doyma.es/home/ctl_servlet?_f=14000

IBECS http://ibecs.isciii.es/cgi-bin/wxis.exe/iah/?IsisScript=iah/iah.xic&lang=E&base=IBECS

IME http://bddoc.csic.es:8080/inicioBuscarSimple.do;jsessionid=0130932048EEB980562C3DFDF7E95E59?tabla=docu&bd=IME&estado_formulario=show

MEDES http://www.fundacionlilly.com/Nitro/foundation/templates/medes-search.jsp?page=30100

Pubmed http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/

La búsqueda en la mayoría de estas fuentes se puede realizar de forma sencilla y bastante intuitiva para el usuario, si exceptuamos Dialnet que, al menos en su versión para usuario externo a la Universidad, ofrece posibilidades muy limitadas en su buscador. La búsqueda en Pubmed, que parece ser una de las más fructíferas, requiere de conoci-mientos más avanzados.

Es sencillo adivinar tras un simple vistazo a los datos cuales son las principales deficiencias de las fuentes. La ausencia de registros de publicaciones recientes en unos casos y el limitado número en otros hace pensar que para poder realizar una búsqueda relativamente completa necesitaría-mos a priori consultar más de una fuente. Parece también evidente que la fuente de elección para búsquedas exhaustivas en las que el año de publi-cación no sea una limitación, sería IME.

Un análisis superficial de los registros encon-trados sobre el tema obesidad publicados en 2008 nos dice que ninguna de las 113 referencias aparece recogida en las 7 fuentes consultadas, y que el 48% de las mismas están recogidas en una sola. Ello da una idea aproximada de la dispersión y permite deducir que para realizar una búsqueda exhaustiva se deberían consultar todas las bases de datos mencionadas, sin olvidar otras fuentes como SIETE o el mismo Google Scholar a través del cual en ocasiones se localizan los artículos recientes que las editoriales publican en sus sumarios.

Cualquiera que se siente a diario frente a la pantalla de su ordenador para realizar búsquedas de información biomédica es muy posible que haya experimentado alguna vez un ligero estremecimiento cuando se plantea tener que localizar publicaciones recientes y relevantes en castellano. En este momento uno se pregunta si podrá encontrar la información que necesita y sobre todo cuánto tiempo va a emplear en intentarlo. Quienes por su profesión se enfrentan a esta situación utilizan sus trucos de búsqueda y sus fuentes favoritas, y probablemente si preguntáramos al respecto a diferentes profesionales, nos darían diferentes respuestas. La selección de fuentes, los diferentes lenguajes de interrogación, las limitaciones en las posibilidades de búsqueda, la falta de actualización o el tiempo invertido son algunas de las desventa-jas. La base de datos MEDES se ofrece como una alternativa para la búsqueda de información reciente y publicada en revistas de calidad, lo que podría ahorrar al usuario tiempo tanto en la búsqueda como en la selección.

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Anexo

Formulario de solicitud de inclusión de revista en MEDES

TÍTULO DE LA REVISTA:

Editorial:

Persona de contacto (nombre y apellidos):

Teléfono de contacto: e-mail:

ISSN:

Año de inicio de la publicación:

Enlace a la edición electrónica (si procede):

¿Pertenece a Sociedad Científica?: sí no

Sí es así, ¿a cuál?

Bases de datos bibliográficas en las que se recoge la revista (nacionales e internacionales):

Idioma principal de la publicación:

¿Publica algunos artículos en otro idioma?: sí no

Si es así, ¿en cuál? Y ¿en qué porcentaje?:

Área terapéutica y/o temática médica que cubre:

Último factor de impacto internacional:

Factor de impacto nacional:

¿Revisión por pares?: sí no

Si es así, especificar si la revisión por pares se realiza o no por expertos externos a la publicación o describa brevemente el proceso de revisión:

¿Es accesible online el texto completo de los artículos?: sí no

Si es así, ¿dicho acceso es gratuito?:

¿Publica originales?: sí no

¿Publica resúmenes en inglés o en otro idioma diferente al castellano?:

Describa brevemente los puntos más destacables de la publicación tanto respecto a la calidad de sus contenidos, formato, aportación al conocimiento médico, distribución y difusión o cualquier otro aspecto que ayude a su evaluación:

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Los usuarios registrados podrán acceder a la funcionalidad de alertas

Posibilidad de acotar la búsqueda a uno o varios campos

El sistema ordena los resultados por año o por autor

Los registros pueden ser almacenados de forma temporal en un clipboard. Además, pueden exportarse en formato Word, Ris o enviarse a una una cuenta de correo electrónico

Los usuarios registrados podrán definir sus estrategias de búsqueda y permanecer siempre actualizados en su área de interés

Acceso a los sumarios de las publicaciones incluidas en MEDES

Sistema de ayuda a la navegación Medes

Referencia bibliográfica completa, resumen del autor y url de acceso al texto del artículo

Alertas MEDES

Visualización de registro MEDES Búsqueda por revistas

Interfaz de búsqueda sencilla MEDES

Acceso a la Base de datos MEDES en www.fundacionlilly.com

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Medicina Intensiva

Medicina Paliativa

Medicina Preventiva

Metas de Enfermería

Nefrología

Neurocirugía

Neurología

Nutrición Hospitalaria

Pediatría de Atención Primaria

Progresos de Obstetricia y Ginecología

Psiquiatría Biológica

Radiología

Rehabilitación

Reumatología Clínica

Revista Clínica Española

Revista de la Sociedad Española del Dolor

Revista de Neurología

Revista de Ortopedia y Traumatología

Revista Española de Anestesiología y Reanimación

Revista Española de Cardiología

Revista Española de Enfermedades Digestivas

Revista Española de Enfermedades Metabólicas Óseas

Revista Española de Geriatría y Gerontología

Revista Española de Medicina Nuclear

Revista Española de Pediatría

Revista Española de Salud Pública

Revista Española de Toxicología

Revista Rol de Enfermería

Trastornos Adictivos

Vacunas. Investigación y Práctica

Acta Otorrinolaringológica Española

Acta Pediátrica Española

Actas Dermo-Sifiliográficas

Actas Españolas de Psiquiatría

Actas Urológicas Españolas

Adicciones

Anales de Medicina Interna

Anales de Pediatría

Anales de Psiquiatría

Angiología

Archivos de Bronconeumología

Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

Archivos Españoles de Urología

Atención Primaria

Avances en Diabetología

Cirugía Española

Dolor. Investigación, Clínica & Terapéutica

Educación Médica

Endocrinología y Nutrición

Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica

Enfermería Clínica

Farmacia Hospitalaria

Gaceta Sanitaria

Gastroenterología y Hepatología

Hipertensión

Index de Enfermería

Información Terapéutica del Sistema Nacional de Salud

Matronas Profesión

Medicina Clínica

Revistas incluidas en la base de datos MEDES

Acceso a la Base de datos MEDES en www.fundacionlilly.com

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