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Boletín del Archivo General de la Nación7a época, año 5, núm. 17, julio-septiembre, 2013

Paris. Le Bois du Boulogne

AGN, Colección Luis y Leopoldo Zamora Plowes, Tarjetas postales, 42-32.

Boletín del Archivo General de la Nación

Archivo General de la Nación

Dra. Aurora Gómez Galvarriato Freer Directora General

Dra. Gabriela Recio CavazosDirectora General Adjunta de Administración de Acervos Históricos

Alberto de la Fuente GuerreroDirector de Publicaciones y Difusión

Marco Antonio Silva MartínezJefe del Departamento de Publicaciones

Diseño y formación: Elisa Cruz Cabello

Asistencia en la corrección de estilo: Sofía Edna Ruiz Maya

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, séptima época, año 5, número 17, julio-septiembre de 2013, es una publicación trimestral del Archivo General de la Nación, donde se publica y distribuye, con domicilio en Eduardo Molina 113, Col. Penitenciaría Ampliación, Delegación Venustiano Carranza, C. P. 15350, México D. F.

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Editor responsable: Marco Antonio Silva Martínez.

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Licitud de título y licitud de contenido otorgado por la Comisión Califi cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación número: 15036.

ISSN-0185-1926

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación se terminó de imprimir en noviembre de 2013 en Tipográfi ca, S. A. de C. V. Imagen núm. 26, Col. Lomas de San Ángel Inn, C. P. 01790, México, D. F.

Las opiniones vertidas en los artículos aquí publicados son responsabilidad exclusiva de sus respectivos autores, quienes sólo ceden sus derechos de reproducción al Archivo General de la Nación.

Se permite la reproducción de los artículos aquí contenidos siempre y cuando se cite la fuente.

Dr. Pedro Ángeles Jiménez Instituto de Investigaciones Estéticas,Universidad Nacional Autónoma de México

Arch. Alicia Barnard Amozorrutia Consultora independiente,Proyecto InterPARES (colaboradora)

Dra. Diana Birrichaga GardidaFacultad de Humanidades,Universidad Autónoma del Estado de México

Mtro. Alberto de la Fuente Guerrero Dirección de Publicaciones y Difusión,Archivo General de la Nación (Coordinación Editorial)

Dra. Aurora Gómez Galvarriato Freer Dirección General, Archivo General de la Nación

Dr. Javier Mac Gregor Campuzano División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa

Dra. Graciela Márquez ColínCentro de Estudios Históricos,El Colegio de México

Consejo Editorial

Mtra. Sandra Peña Haro Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación,Universidad Nacional Autónoma de México

Dr. Carlos Armando Preciado de Alba División de Ciencias Sociales y Humanidades,Universidad de Guanajuato

Dra. Gabriela Recio Cavazos Dirección General Adjunta de Administración de Acervos Históricos, Archivo General de la Nación

Mtra. María José Rhi Sausi GaravitoDepartamento de Economía,Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco

Mtra. Alicia Salmerón Castro Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

Dr. Juan Voutssas Márquez Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información,Universidad Nacional Autónoma de México

Tabla de contenido

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43

61

77

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Presentación

GALERÍAS DE LA HISTORIA

Un giro inesperado: elecciones y califi cación electoral en México, julio de 1928Javier Mac Gregor Campuzano

Cultura política y corporativismo sindical.Memoria y experiencias de los obreros textiles de Atlixco, Puebla (1940-1950)Ariadna García García

Propósitos y obstáculos para una actividad educativa. Las excursiones en las escuelas públicas de la Puebla porfi rianaEstela Munguía Escamilla

PORTALES DE LA ARCHIVÍSTICA

Documentos de archivo en la nube: evolución y problemáticaJuan Voutssas-M.

RESEÑAS

Alfredo Ávila, Jordana Dym, Erika Pani,Las Declaraciones de independencia. Los textos fundamentales de las independencias americanas,Por Gabriel Entin

María José Garrido Asperó,“Soborno”, “fraude”, “cohecho”: Los proyectos para evitar la manipulación electoral en las primeras elecciones del México independiente, 1821-1822Por José Rodrigo Moreno Elizondo

DOCUMENTOS DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Imagen de portadaLe Bois du BoulogneMaría Inés Ortiz Caballero

El tributo de Chilapa de 1555 Arnold Lebeuf

Entrevista con José Zavala Rangel, trabajador del añoErika Ivette Gutiérrez MosquedaMarco Antonio Silva Martínez

Archivo de Victoria. Victoria del ArchivoLuciano Concheiro San Vicente

Exposición: Bicentenario del Primer Congreso de Anáhuac

Normas para la entrega de originales

149

153

155

179

193

195

198

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PRESENTACIÓN

ELECCIONES, CORPORATIVISMO Y EDUCACIÓN COMO PARTE DE LA HISTORIA MEXICANA Y UNA REFLEXIÓN ARCHIVÍSTICA SOBRE LOS

DOCUMENTOS DE ARCHIVO EN LA NUBE

Política, cultura y sociedad se entrelazan en las tres miradas que la sección “Galerías de la Historia” presenta en tres momentos distintos de la historia mexicana de fi nales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Ninguna parcela del terreno de la historiografía se puede considerar agotada. Nuevas preguntas, nuevas fuentes y nuevas metodologías detonan con frecuencia el interés por temas que, sólo desde una perspectiva estrecha y poco despojada de los prejuicios impuestos por las modas historiográfi cas, se pueden considerar yermos.

Elecciones, corporativismo y educación son temáticas familiares al campo de la historia en nuestro país. Sin embargo, como casi cualquier objeto de estudio, siempre son susceptibles de modifi carse, de ramifi carse, de profundizarse, y ello sólo se explica porque son materias vivas, cambiantes, acerca de las cuales un nuevo fondo documental, el ejercicio profesional de la recolección testimonial o, sencillamente, el énfasis sobre un acontecimiento antes relegado, arrojan nuevas luces sobre su signifi cación en el marco de un desarrollo más general.

En este caso, el artículo “Un giro inesperado: elecciones y califi cación electoral, julio de 1928” analiza una cadena de procesos sobre los que se conoce poco en la historia política reciente del país: las votaciones, el conteo de los votos y la califi cación electoral. El estudio de los distritos electorales del Distrito Federal sorprende por una notable divergencia presentada en los resultados de los comicios en algunos distritos y lo determinado por el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados en cuanto a los candidatos triunfadores (al margen de las irregularidades mismas que se hubieran presentado en las votaciones mismas). Esto ilumina aspectos fundamentales del funcionamiento de la vida parlamentaria del país.

El artículo “Cultura política y corporativismo sindical. Memoria y experiencias de los obreros textiles de Atlixco, Puebla (1940-1950)” pone en relación dialéctica dos conceptos centrales de la historia política

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actual: uno reciente, cuya proyección abre el espectro del análisis político a campos poco convencionales (cultura política), y el otro (corporativismo), un concepto tradicional en la explicación de los mecanismos de control del movimiento obrero en nuestro país, cuyo auge se presenta en el período estu-diado. Lo anterior, aplicado a uno de los espacios más nítidos donde esta relación se presenta de manera plena: la ciudad de Atilxco, en el estado de Puebla.

Finalmente, el artículo “Propósitos y obstáculos para una actividad educativa. Las excursiones en las escuelas públicas de la Puebla porfi riana” se suma al numeroso contingente de investigaciones relacionadas con el tema de la educación durante la época del dominio porfi rista en nuestro país, pero enfatiza un espacio determinado (el estado de Puebla), y un subtema particular poco atendido por las investigaciones más amplias sobre este campo: el Reglamento Económico de 1894, el cual nos acerca a una problemática más que actual, los obstáculos a los que se enfrentaron los docentes poblanos en lo que se refi ere a la distribución del tiempo escolar.

En la sección Portales de Archivística de nuevo nos encontramos con un artículo sobre la “nube”; ahora es Juan Voutssas quien aborda este modelo de acceso remoto a recursos compartidos. Primero, hace una revisión de la forma en que el mercado ha crecido y de lo que se espera en el futuro a nivel mundial y en el ámbito latinoamericano, así como el cambio que los ser vicios de la nube de carácter personal han sufrido al paso del tiempo para ser ahora utilizados por las organizaciones.

Defi ne “la nube” como “un conjunto de recursos informáticos de equipo, programas y aplicaciones, almacenamiento, procesamiento, comunicación, información, etcétera, que pueden ser rápida y ubicuamente suministrados como servicio vía una red por cierto proveedor y ampliamente escalados en fun ción de las necesidades de un cierto usuario”, enfatizando que es un servicio y no un producto. Explica los modelos de servicio y recomienda el estudio detallado de contextos, condiciones y características para ayudar en la decisión de utilizar los servicios de cómputo en la nube, mediante una serie de metodologías propuesta por autores y organizaciones como la Asociación de Archivos del Reino Unido e Irlanda o el material de capacitación desarrollado por el Consejo Internacional de Archivos y el Proyecto InterPARES. Considera Voutssas que la fi abilidad y la autenticidad

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se ven comprometidas cuando los documentos son migrados a la nube, de ahí la importancia que tiene para el gestor de éstos el estar al día en el conocimiento de este servicio.

En la sección “Documentos del Archivo General de la Nación” se incluye un texto especial, escrito por el historiador Luciano Concheiro, quien traza un emotivo perfi l, no sólo personal sino fundamentalmente profesional de una historiadora que desarrolló una carrera excepcional dentro del Archivo General de la Nación: Victoria San Vicente Tello. En una bien lograda imbricación –entre la importancia del trabajo de resguardo y conservación documental y la labor de Victoria en esta institución– se pone de manifi esto, a través de un ingenioso juego de palabras, la importancia y signifi cación de ambos planos. Un texto intenso y conmovedor.

Javier Mac Gregor CampuzanoAlicia Barnard Amozorrutia

GALERÍAS DE LA HISTORIA

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UN GIRO INESPERADO: ELECCIONES Y CALIFICACIÓN ELECTORAL EN MÉXICO, JULIO DE 1928

Javier Mac Gregor Campuzano*

* Doctor en Historia por El Colegio de México. Profesor titular en el Departamento de Filosofía de la UAM-Iztapalapa; [email protected]

Resumen

El artículo estudia el proceso electoral de julio de 1928 en los quince distritos electorales del Distrito Federal. Se enfatiza el análisis de las fórmulas contendientes, y la forma en que los resultados en las urnas no siempre coincidieron con la califi cación fi nal realizada por el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados. Al fi nal de este proceso, varios diputados de la corriente denominada “obregonista” fueron desaforados y excluidos del Congreso.

Palabras clave: elecciones, México, historia, laborismo, obregonismo.

Abstract

This article studies the way in which the electoral process took place in the fi fteen electoral districts of the Distrito Federal in Mexico. The author emphasizes the analysis of the contending groups, and the way in which the outcomes in the polls not always coincided with the of-fi cial result reported by the Colegio Electoral of the House of Repre-sentatives. At the end of the process, many of the “obregonistas” representatives were expelled form the National Congress.

Key words: elections, Mexico, history, laborism, obregonism.

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La signifi cación política de los procesos electorales en México durante los años veinte sigue siendo objeto de debate. Algunos autores consideran que las votaciones carecieron de relevancia (v. gr. para Jean Meyer, fueron una “simple formalidad”),1 y otros buscan analizarlas en su mecánica específi ca para explicar las motivaciones y efectos que tal movilización de recursos, materiales y humanos, tenían.2

Lo que parece indiscutible es que una valoración plena y cabal sólo podrá realizarse después de tener un estudio completo de su desarrollo en todo el país a lo largo de esa década (seis legislaturas –de la XXIX a la XXXIII– con cerca de 260 distritos electorales en el país cada una, por hablar sólo de diputados, no se puede califi car –o descalifi car– por las impresiones que personajes como Gonzalo N. Santos dejaron sobre ellas).

El presente trabajo intenta contribuir mínimamente a esta reconstrucción histórica, a partir de fuentes poco utilizadas y animado por la idea de que el ciclo de campañas, comicios, califi cación electoral y labor legislativa tiene todavía importantes elementos de análisis que aportar para el conocimiento de la cultura política que entonces se conformó. El centro del análisis son los distritos electorales del Distrito Federal, no en la creencia de que refl ejan la situación que prevaleció en todo el país, sino porque aquí –tanto en las votaciones como en la califi cación electoral– se presentaron algunos de los casos más representativos del conjunto (lo cual, en todo caso, sólo podría confi rmarse plenamente con un estudio completo de cada uno de los distritos del conjunto), particularmente por la tensión que existió entre los partidarios del general Obregón y el laborismo.

Un antecedente importante en este tipo de indagaciones lo constituye el artículo de Francois-Xavier Guerra, “Las elecciones legislativas de la Revolución, 1912”, publicado originalmente en 1974.3 Su análisis de los partidos participantes, la prensa, la división electoral del país, los comicios en varios de los 245 distritos en que estaba dividido, los debates en el Colegio Electoral en medio de los cuales se califi caron, la forma en la que se integró el Congreso y la constitución de los bloques parlamentarios, así

1 Meyer, “El caudillismo electoral”, p. 96.2 Véase, por ejemplo, Mac Gregor, “Elecciones federales”, pp. 1119-1174.3 Utilicé la versión en español publicada en 1990 por la Revista Mexicana de Sociología. Guerra, “Elecciones legislativas”, pp. 241-276.

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como la actuación de algunos de los personajes más sobresalientes de esta célebre XXVI legislatura, que tan signifi cativo papel tuviera en la caída del presidente Madero, se levanta como una muestra sumamente signifi cativa de la potencialidad de este tipo de estudios (a casi cuarenta años de su publicación, parece increíble que no tengamos más monografías de este tipo).

La XXXIII Legislatura (1928-1930), última que se elegiría sobre una base poblacional de 60,000 habitantes (artículo 51 constitucional), y antepenúltima en la que los diputados durarían en su cargo dos años (artículo 52 constitucional), se integró por 280 diputados, de los cuales quince fueron electos por el Distrito Federal.4 Esta legislatura, por otra parte, puso de relieve a una instancia que solía cumplir una función polémica: el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados.

El artículo 60 de la Constitución de 1917 establecía que “cada Cámara califi cará las elecciones de sus miembros y resolverá las dudas que hubiese sobre ellas”, y era terminante en que “su resolución será defi nitiva e inatacable”. El proceso de autocalifi cación de la Cámara era instrumentado por el Colegio Electoral, el cual se instalaba a principios del mes de agosto, desde el fi nal de la legislatura anterior, con diputados de la que terminaba y representantes acreditados de la nueva. Éstos establecían una Junta Preparatoria, de la cual se derivaban dos Comisiones Revisoras de Credenciales (o Comisión de Poderes), las cuales presentaban al pleno del Colegio Electoral –después de un análisis distrito por distrito– los casos que consideraban triunfadores para su ratifi cación o discusión en el pleno del mismo.

El panorama para el obregonismo a mediados de 1928 era promisorio. Con presencia partidista en todo el país, ya fuera alrededor del Centro Director Obregonista (CDO), el Partido Nacional Agrarista, el Partido Ferrocarrilero o cualquiera de las múltiples organizaciones que bajo ese mote pululaban en el país;5 el Distrito Federal resaltó por ser el único que

4 Un listado general de la integración de las diferentes legislaturas revolucionarias, por distrito y por estado de la república, se encuentra en Camp, Mexican political biographies, 458 pp.5 Véase el listado elaborado el 20 de julio por la Secretaría de Gobernación con las organizaciones postulantes en cada distrito del país. AGN/GD: DGG, 2.311.D.S.(29)1, vol. 183, exp. 2. México, D. F., 20 de julio de 1928. Candidatos a diputados, senadores y Presidente de la República, y partidos que los postulan, por estado de la república, 155 fs.

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tenía candidaturas del Centro Director Obregonista6 en todos y cada uno de sus distritos electorales.

El sofocamiento de la intentona militar de Gómez y Serrano en octubre del año anterior, en 1927, había conferido a la campaña electoral un aire de incontestabilidad para las fuerzas agrupadas alrededor del caudillo sonorense, que auguraba un resultado con “carro completo” para esta corriente política.7 Las elecciones que se realizaron el domingo primero de julio de 1928 no presentaron mayores sorpresas en cuanto a los resultados. Con planillas únicas en la contienda por la presidencia, por las senadurías y en la tercera parte de los distritos electorales del D. F., el ejercicio político de julio aparecía como un simple trámite a realizarse. Sin embargo, los procesos electorales nunca son un simple trámite, y en su desarrollo –visto desde una perspectiva global, más allá del mero depósito del voto– aparecieron novedades.

La participación de los partidos siguió algunas de las características que ya se habían presentado en procesos anteriores. Dos poderosas maquinarias, los obregonistas y los laboristas unidos, aparecían como arrolladoras frente a algunas postulaciones municipales o de agrupaciones pequeñas que, en el proceso mismo de la votación, no presentaron mayor resistencia (en los estados de la república, las alternativas podían no ser tan pequeñas, e incluir a poderosas confederaciones regionales o partidos estatales más organizados).

Sin embargo, y esto es lo peculiar de este proceso visto en su conjunto, la asignación de las diputaciones mostró un resultado muy diferente al que originalmente habían arrojado los comicios, incluso después de la presentación de resultados por las quince juntas computadoras que sesionaron en la capital del país. La explicación a esto es sencilla: entre las votaciones y la cali-fi cación de las elecciones, se sucedió el asesinato del presidente electo, y el

6 Esta figura ya había sido utilizada en la primera candidatura electoral por la presidencia de Obregón en 1920 (véase Serrano, Basilio Vadillo, p. 186) y por el Centro Director de la Campaña Pro-Calles en 1924 (Mac Gregor, “Partidos nacionales”, pp. 221-223).7 La campaña electoral en su primera parte, es decir de mayo a octubre de 1927, está estudiada en Castro, “La campaña presidencial” y A la sombra, pp. 149-172; la campaña en su conjunto está analizada por Loyola, La crisis Obregón-Calles y “La reelección de Obregón”, pp. 33-59. Un panorama general de estos procesos en nuestro país se encuentra en el libro coordinado por Georgette José, Candidatos, campañas y elecciones presidenciales en México, 1867-2006. México, IIS-UNAM, 2012, 827 pp.

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inicio del proceso político conocido como el “desmoronamiento”. Se trató de una verdadera “vendetta” de los obregonistas contra los laboristas, la cual no tardó en ajustarse al poco tiempo en perjuicio de los primeros, cuando varios de ellos optaron por el levantamiento militar, y aquellos que no lo hicieron, fueron desaforados en la Cámara.8 La forma en la que fi nalmente se resolvió esta crisis es bien conocida: la creación del Partido Nacional Revolucionario en marzo de 1929 como el catalizador de los confl ictos en el interior de la clase política mexicana.

Aunque el centro de este trabajo son las elecciones para diputados, estudiaremos este proceso en sus tres distintos niveles: las elecciones para diputados, para senadores y para presidente de la República, desde la perspectiva de sus particularidades en el Distrito Federal.

1. Elecciones para diputados

Las de 1928 fueron las últimas elecciones en las que el Distrito Federal aparecía dividido en quince distritos electorales, de los cuales nueve correspondían a la ciudad de México, y seis a las municipalidades restantes (a partir de 1930 tendría sólo nueve representantes, por el cambio en la base poblacional ya mencionada). La aprobación en la Cámara de Diputados de la reforma que suprimía la estructura municipal en el D. F. se había realizado en mayo de 1928, y entraría en vigor en enero del año siguiente, por lo que éste constituía el último proceso electoral federal en los municipios de la capital, y tampoco se realizarían elecciones municipales –como cada año se realizaban– en diciembre de este año.

Para fi nales de junio de 1928 había registradas en el Distrito Electoral 22 agrupaciones políticas, que incluían partidos que participaban con el rango de “nacionales”, así como aquellos cuya participación se reducía a la capital del país. Estas organizaciones eran las siguientes:

Unión Socialista Integral Mexicana.

8 Volveremos al proceso de desafuero en las conclusiones del trabajo.

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Partido Independiente Progresista.Partido Socialista Mexicano.Partido Liberal Revolucionario.Partido Ferrocarrilero Unitario.Unifi cación Nacional Revolucionaria.Partido Socialista de Chiapas.Partido “Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios”.Partido Socialista Hidalguense.Unión de Partidos Revolucionarios Nacionalistas.Partido Político Obregonista “Álvaro Obregón”.Partido Obregonista Independiente del Distrito Federal.Partido Regenerador Guerrerense.Partido Político Independiente Álvaro Obregón Coligados.Partido Evolucionista Democrático “Álvaro Obregón”.Partido Ferrocarrilero.Partido Nacional Reformista Pro-Álvaro Obregón.Partido Socialista Independiente “Guadalupe Atzcapotzalco”.Partido Reformador Coyoacán.Alianza de Partidos Obregonistas de Tacuba.Partido Progresista de Tacuba “Álvaro Obregón”9

Las particularidades de este proceso las trataremos de observar, analizando cada distrito electoral de los quince del D. F. Veamos primero la panorámica general:

9 AGN/GD: DGG, 2.311 D.S. (29) 1, caja 183, exp. 2, México, D. F., “Secretaría de Gobernación a Gobernador del D. F. Relación de los partidos políticos registrados ante esta Secretaría hasta el día de hoy”. En total, hasta ese momento existían 152 organizaciones registradas en Gobernación para participar en los procesos electorales en todo el país. Por supuesto, llama la atención en esta lista la ausencia de agrupaciones como el Centro Director Obregonista o el Partido Laborista Mexicano, pero hay que recordar que en muchas ocasiones los registros a los partidos se daban días u horas antes de las votaciones.

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TABLA 1. ELECCIONES DE DIPUTADOS, D. F., 1928

Dto. Nombres (prop./supl.) Partidos Votos Observ

1º.

Carlos Aragón/Manuel Aguayo.Amador Coutiño/Rafael Mallén.Enrique Becerra/Salvador Martínez.Justino Morón/César Domínguez.Aníbal Cervantes/Salvador López.Humberto Esquivel/Manuel Camiro.

CDO, PLM, PFC.s.i.s.i.s.i.s.i.s.i.

5,109. Triunfó.

2º.

Joaquín Peña/Carlos García.Gabriel Delgado/Manuel Sierra.Ernesto Verdugo/Ignacio Santana.Agustín Jiménez/Valente Valdés.Fernando Ocheitia/Daniel Eguiarte.Carlos Bermejo/Agustín Castro.

CDO, PLM, PFC.s.i.s.i.s.i.s.i.s.i.

5, 396 Triunfó.

3º. Manuel Balders/Carlos de la Vega. CDO, PLM, PFC. 5,198. Cand.

únicos.

4º.

Rafael Cruz/Leobardo Castro.Rafael Cruz/Miguel Orrico i Caparr.Manuel Guevara/Rafael Caballero.

CDO, PLM, PFC.s.i.s.i.

7, 322. Triunfó prop.Triunfó supl.

5º.

Arturo de Saracho/Víctor Díaz de L.M. Rueda Magro/Enrique Flores.Arturo de Saracho/J. M. Gutiérrez.

CDO, PLM, PFC.s.i.s.i.

5,360.Triunfó.

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Dto. Nombres (prop./supl.) Partidos Votos Observ

6º.

José Preve/Rafael Villanueva.Pedro Quevedo/Rodrigo Gómez C.Enrique Medina/Francisco VillarrealIgnacio Santana/Manuel Vizcaíno.Otras cuatro fórmulas.

CDO, PLM, PFC.Part. Obrero Independiente.Part. Evolucionista Dem.Independientes.Independientes.

5,113.Triunfó prop.

7º. Alfonso Romandía/Carlos Noriega. CDO, PLM, PFC. 4,416. Cand.

únicos.

8º. Adalberto Encinas/Alfonso Aguilar. CDO, PLM, PFC. 7,151. Cand.

únicos.

9º.

Francisco Escamilla/Vicente Cortés.Ignacio Nájar P./Raúl Chavira.Ricardo González/Jorge Alducín.Rafael Sánchez L./Adolfo Sánchez.

CDO, PLM, PFC.s.i.s.i.s.i.

5,603.

Triunfó.

10º.

Emanuel Peña/Antonio Ramos.Ernesto Prieto/Manuel Robles.Jesús Abitia/Ángel Durán.Isidro Romero/César Prina.

CDO, PLM, PFC.Part. Social Independiente.Independiente.Part. Unif. Nal. Revolucionaria.

7,461.16.31.s.i.

Triunfó.

11º. Ricardo Topete/Francisco Rivas. CDO. 9,593.

12º.

Carlos Gracida/Gilberto Ruvalcaba.Carlos Almazán/Abigail Quiróz.Manuel Vidrio/Andrés Martínez.

CDO, PLM, PFC.Partido Independiente.Partido Revolucionario.

7,252. Triunfó.

13º. Tomás Robinson/Jesús Vidales. CDO, PLM, PFC. 11,687. Cand.

Únicos.

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Dto. Nombres (prop./supl.) Partidos Votos Observ

14º. Aurelio Manrique/José M. Ferrer. CDO, PNA. 11,470. Cand.

Únicos.

15º. Gustavo Uruchurtu/Ismael Lozano. CDO, PLM, PFC. 3,471. Cand.

Únicos.

s.i. sin informaciónFuente: El Universal. Julio de 1928.Diario de los Debates. Cámara de Diputados, agosto, septiembre y octubre de 1928.AGN/GD: Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS).

A continuación, presento el análisis de cada uno de los distritos electorales que se disputaron en estas elecciones:

En el primer distrito electoral, contendieron seis fórmulas electorales y se presentó la primera sorpresa de quienes obtuvieron fi nalmente la diputación en el Congreso. La primera fórmula electoral que contendió fue la planilla apoyada por el Centro Director Obregonista, el Partido Laborista Mexicano y el Partido Ferrocarrilero. En este caso, estaba integrada por Carlos Aragón y Manuel Aguayo quienes, en los primeros reportes sobre los resultados, obtuvieron 5,109 votos.10

Las otras planillas estaban integradas por los siguientes ciudadanos:

Amador Coutiño y Rafael Mallén. Enrique Becerra Martínez y Salvador Martínez M. Justino Morón y César Domínguez. Aníbal Cervantes y Salvador López. Humberto Esquivel y Manuel G. Camiro (Ricardo Ibañez, según otra

fuente).

En este distrito, Alvaro Obregón obtuvo 5,231 votos, y la planilla única que contendió para senadores integrada por Tomás P. Bay y Tomás Robinson (Centro Director Obregonista, Partido Laborista y Partido Ferrocarrilero), obtuvo5,231 votos también. En este distrito, según informó un agente, “reinó el más perfecto orden; estuvo presente la policía, de la cual no hubo necesidad para nada”.11

10 El Universal. 6 de julio de 1928.11 AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 168, exp. 5. México, D. F., 5 de julio de 1928. “A Jefe del Departamento Confidencial. Elecciones Primer Distrito”, f. 26.

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El Colegio Electoral de la Cámara de Diputados no pensó igual: le anuló los votos a la fórmula que en apariencia había quedado electa, pues tenía en su contra el vicio de nulidad expresamente señalado por la Ley Electoral, “pues contó de manera decidida desde los preliminares de esta campaña, con el apoyo y presión en contra de los otros candidatos, de parte del presidente municipal de la Ciudad de México” (José López Cortés, que era de fi liación laborista).

La asignación fi nal de la diputación fue un caso asombroso de ininteligibilidad electoral:

Siguiendo el criterio establecido por las circunstancias que venimos señalando, llegamos a la conclusión de que fueron 6,542 los votos legalmente obtenidos por el C. Aníbal M. Cervantes; que en cuanto al candidato suplente de esta fórmula, C. Salvador López Espino, no tiene el requisito de vecindad exigido por la ley; que, en consecuencia, los votos que obtuvo en su favor son nulos; que aun cuando el candidato C. Amador Coutiño C. obtuvo un número considerable de votos legales, éstos son inferiores a los que aparecen emitidos a favor del C. Cervantes y, por último, que al C. Rafael Mallén, Jr., es al que legalmente le corresponde el triunfo como candidato a diputado suplente, en virtud de la necesidad que hubo de nulifi car la votación del C. López Espino.12

De esta forma, quedaron electos diputados dos candidatos integrantes de fórmulas electorales distintas, y debajo –por lejos– de la votación que los triunfadores inicialmente reconocidos habían obtenido. Este golpe a la planilla de la coalición no sería ni el primero, ni quizás el más sorprendente.

En el segundo distrito tampoco las cosas marcharon bien para los coaligados. Aquí también se presentaron seis planillas, de las cuales la integrada por Joaquín Peña y Carlos García (candidatos del CDO, PLM y Ferrocarrilero) aparecía con el camino despejado.

12 Diario de los Debates. Cámara de Diputados, 16 de octubre de 1928. Hay que recordar que en estos años las discrepancias entre los resultados enviados por las juntas computadoras a la Cámara de Diputados y los dictámenes de las comisiones revisoras del Colegio Electoral de ésta eran frecuentes.

25Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Las otras candidaturas eran las siguientes:

Gabriel Delgado y Manuel Sierra. Ernesto Verdugo e Ignacio Santana (Ramírez Villarreal, según la

prensa). Agustín Jiménez Chávez y Valente Valdés. Fernando Ocheitia y Daniel Eguiarte. Carlos Bermejo y Agustín Castro.

Los primeros informes sobre los resultados, apuntalaron este diagnóstico: Álvaro Obregón había obtenido 6,711 votos en este distrito, y la fórmula coaligada para diputados 6,605 y 5,396 votos, propietario y suplente respectivamente. Se informó, además, de la instalación de otra Junta Computadora por parte del candidato Verdugo, la cual, por supuesto, le otorgó el triunfo a su fórmula (5,807 votos a la fórmula Verdugo/Villarreal).13

La Comisión Revisora de Credenciales del Colegio Electoral de la Cámara de Diputados discrepó de esto y, pese a que “no encontró protesta alguna ni en las casillas electorales ni en la Junta Computadora, rectifi có la votación que obtuvieron todas las candidaturas y llegó al convencimiento de que el triunfo legal correspondió a la fórmula integrada por los CC. Verdugo y Santana”, a quienes se les asignó la diputación.14 Curiosamente, el nombre de Ignacio Santana no aparecía en la prensa, ni en los informes de Gobernación.

Por fi n, en el tercer distrito electoral obtuvo el triunfo de la fórmula coaligada, pues fue planilla única. Aquí, participaron Manuel Balderas y Carlos de la Vega como candidatos propietario y suplente, y obtuvieron 5,198 y 4,793 votos respectivamente (no hemos podido explicar la diferencia tan grande de votos entre candidatos de una misma fórmula, que sucedió de manera todavía más marcada en el distrito anterior).

13 El Universal. 6 de julio de 1928, y AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, Vol. 168, Exp. 5. México, D. F. 5 de julio de 1928. “Agente especial a Jefe de Departamento Confidencial. Informe sobre la Junta Computadora del Segundo Distrito Electoral”, fs. 27-28. El dato de la votación para De la Peña y García proviene de esta última fuente.14 Diario de los Debates. Cámara de Diputados. 18 de octubre de 1928.

26 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

La candidatura de Alvaro Obregón a la presidencia obtuvo 5,299, y la de la planilla también única de senadores 5,255 votos.15 La Cámara de Diputados ratifi có este dictamen, y lo aprobó junto con los de los distritos 5º, 7º, 8º, 10º, 11º, 13º, 14º y 15º en su sesión del 20 de agosto de 1928.16

En el caso del cuarto distrito también se presentó un asunto curioso, pues pese a que perdió la fórmula coaligada, triunfó el candidato propietario de la misma, pero por otra planilla. Rafael Cruz y Leobardo Castro fueron los candidatos propietario y suplente, respectivamente, del CDO, PLM y Ferrocarrilero unidos. Las otras fórmulas eran las siguientes:

Rafael Cruz y Miguel Orrico i Caparroso. Manuel Guevara Oropeza y Rafael Caballero Yáñez, por el Partido

Liberal Revolucionario.

Los resultados aquí se tienen que ver a título individual: Cruz obtuvo 7,322 votos; Castro 572; Orrico 6,154; Guevara 402 y Caballero 611. Una verdadera mezcolanza, a la cual hay que agregar los siguientes datos: Álvaro Obregón 7,738 votos, y Robinson, 7,550.17

El Colegio Electoral de la Cámara estuvo de acuerdo con ese diagnóstico:

La elección tuvo lugar en la fecha designada por la ley, sin incidente alguno. La Junta Computadora se instaló en el lugar previamente designado por el Presidente Municipal. El cómputo llevado a cabo en esa junta, que está de acuerdo con el resultado de la votación, en las diversas casillas electorales del distrito, arroja un total de 7,322 votos a favor del C. Doctor Rafael Cruz, como diputado propietario; de 6,154 votos a favor del C. Miguel Orrico Caparroso, como diputado suplente.18

15 Aquí coinciden los datos de la prensa, y los del agente de la Secretaría de Gobernación. El Universal. 6 de julio de 1928, y AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 168, exp. 5. México, D. F., 5 de julio de 1928. “Informe del agente Barquera al Jefe de Departamento sobre las elecciones en el tercer distrito electoral”. 16 Diario de los Debates. Cámara de Diputados. 20 de agosto de 1928.17 La votación aparece bien desglosada en el informe del agente Carlos Aguilar. AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, Vol. 168, Exp. 5. México, D. F., 5 de julio de 1928. “Informe del agente Carlos Aguilar sobre las elecciones en el cuarto distrito electoral”, f. 31. Aguilar informó que “todos estos candidatos lucharon en la más completa armonía, no habiéndose registrado ningún incidente y fueron legales todos los actos efectuados”.18 Diario de los Debates. Cámara de Diputados, 12 de septiembre de 1928.

27Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

El hecho de que el dictamen se hubiera emitido después de haberse instalado la legislatura (1º de septiembre), y de que NO hubiera sido votado de manera global con el conjunto de los distritos electorales del D. F., muestra que fue objeto de algún tipo de negociación política. Insisto: el asesinato del presidente electo a mediados de julio había modifi cado de manera radical las bases y los términos de cualquier posible arreglo político.

Formalmente, en el quinto distrito electoral jugaron dos fórmulas electorales, que fi nalmente se convirtieron en tres, siendo la tercera (inesperada, y hasta negada por uno de sus integrantes) la que triunfó (una vez triunfante, ya no la negó). Para explicar este galimatías, hay que conocer quiénes participaron. El día de las votaciones, la prensa informó sobre dos planillas contendientes.

El Centro Director Obregonista, el Partido Laborista y el Partido Ferrocarrilero postularon por este distrito a uno de los políticos más experimentados del laborismo, Arturo de Saracho, quien hizo fórmula con Víctor Díaz de León. La candidatura contra la que contendían era inofensiva, aun cuando uno de sus integrantes tenía ya una importante experiencia legislativa y en el gobierno del Distrito Federal: Manuel Rueda Magro, quien hizo fórmula con Enrique R. Flores, por el Club de Obreros Independientes.19

Prácticamente ya sobre el proceso electoral, apareció una nueva planilla: Arturo de Saracho y José Ma. Gutiérrez, la cual fue inmediatamente rechazada por los coaligados, pues sin consentimiento de Saracho “se ha tomado su nombre tanto por el Partido Nacional Reformista, como por el Gral. José Ma. Gutiérrez, para trabajos políticos en ese distrito”.20 Es decir, Saracho personalmente desmintió formar parte de una planilla con José Ma. Gutiérrez, ratifi cando su postulación inicial con Díaz de León como suplente.

Pese a que los resultados de la votación arrojaron 5,360 votos para la planilla de Saracho y Díaz de León, contra 27 votos de la fórmula Rueda Magro y Flores, y la prensa informaba que “en este distrito jugó como

19 El Universal. 1º de julio de 1928.20 Ídem.

28 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

candidato suplente el señor José Ma. Gutiérrez, que no obtuvo un solo voto”,21 la fórmula fi nalmente reconocida por el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados para este distrito electoral fue la integrada por Arturo de Saracho y José Ma. Gutiérrez.22 Desafortunadamente, no tenemos información de las razones que llevaron a esta determinación por parte del Colegio Electoral, pues esta fórmula fue aprobada en la Cámara de manera global sin discusión.

Los resultados fi nales del sexto distrito electoral del D. F. fueron, también, un golpe duro para los laboristas. En uno de los distritos con más planillas contendientes (ocho) y con más incidentes en su realización, el laborismo presentó una de sus cartas fuertes:

José Preve y Rafael Villanueva, por el CDO, el PLM y el Ferrocarrilero. Horacio Flores y Miguel Góngora Lara, por el Partido Nacional

Reformista. Ignacio Santana y Manuel Vizcaíno, independientes. Pedro Quevedo y Rodrigo Gómez Ceballos, por el Partido

O bre gonista Independiente del D. F. Manuel Jiménez y Clemente Islas, independientes. Guillermo Salinas y Manuel Sánchez T., por el Club P. Elías Calles. Enrique Medina y Francisco Villarreal, por el Partido Evolucionista

Democrático. Ernesto Lara y Antonio Lara.

El informe del agente confi dencial encargado de este distrito de la Secretaría de Gobernación es bastante gráfi co:

Si bien es cierto que tanto la Junta Computadora que funcionó en el Cine Alcazar (lugar ofi cial) como la que funcionó en las calles de Arcos de Belem lo hicieron en forma legal, aparentemente, también es cierto que el origen de una y otra fue bastante vicioso; es sufi ciente saber que las boletas de electores no fueron repartidas: unos cuantos ciudadanos votaron con sus propias boletas,

21 El Universal, 6 de julio de 1928. El mismo informe del agente de Gobernación no menciona la presencia de Gutiérrez en la contienda de este distrito. 22 Diario de los Debates. Cámara de Diputados. 20 de agosto de 1928.

29Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

el resto lo hizo con boletas ajenas y estos fueron elementos laboristas que en posesión de las mencionadas boletas votaron varias veces.23

Todo en este caso es bastante confuso, pues si bien en un primer informe la prensa y el agente de Gobernación le otorgaban el triunfo a la planilla coaligada (5,113 votos para Preve y Villanueva, 6,007 para Obregón y 5,834 para Bay y Robinson), y no más de 600 votos a todas las fórmulas restantes, la victoria fi nal se le otorgó a la fórmula de Enrique Medina y Pedro Quevedo, que en la información de prensa inicial, aparecían como integrantes de dos planillas distintas. El razonamiento de la Comisión del Congreso que evaluó este caso fue similar al que vimos en el primer distrito:

Detenido ha sido el estudio que esta Comisión ha hecho de los documentos y paquetes mencionados y, en tal virtud en aptitud de afi rmar, desde luego, que la lucha se caracterizó por la presión que las autoridades ejercieron para favorecer a la fórmula Preve-Villanueva. El candidato Medina ha presentado documentos y fotografías que demuestran plenamente la intervención de empleados municipales en esta elección, así como los subterfugios utilizados para sacar triunfante la candidatura del ciudadano Preve.24

Frente al inaudito caso de funcionamiento de cinco juntas computadoras, el Congreso decidió reconocer la legitimidad de la junta que extendió la credencial a Enrique Medina, “por ser la que funcionó con mayor apego a la ley”, aunque no fuera la que se instaló en el lugar ofi cial. De esta forma, resultaron electos diputado propietario y suplente, respectivamente, Enrique Medina y Pedro Quevedo. Nuevamente, el más directamente afectado fue un prominente laborista (Preve).25

23 AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 168, exp. 5, México, D. F., 9 de julio de 1928. “Informe a Jefe de Departamento Confidencial sobre elecciones en el sexto distrito electoral”, fs. 33-34. De entrada, es bastante extraño que el agente considere “legal” el hecho de la existencia de dos juntas computadoras. La prensa también reconoció la turbiedad del desarrollo del proceso en este distrito.24 Diario de los Debates. Cámara de Diputados,16 de octubre de 1928. Cursivas mías.25 Curiosamente, a finales de este mismo año, el mismo Preve encabezaría una corriente disidente dentro del PLM, y en febrero de 1929 crearía el Partido Laborista Independiente

30 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

El séptimo y el octavo distrito compartieron características similares entre sí en la presentación de las fórmulas electorales y su desarrollo. La calma vuelve cuando evaluamos las características del desarrollo de la votación en el séptimo distrito. Se presentó una sola fórmula por los partidos coaligados, la de Alfonso Romandía Ferreira y Carlos Noriega Hope, quienes obtuvieron 4,416 votos. La candidatura de Obregón a la presidencia obtuvo 4,516, y la Bay-Robinson obtuvo 4,444 votos. De acuerdo con el agente Honorato Patiño, “en este distrito no se registró ningún incidente ni se instaló doble Junta Computadora”.26

Octavo distrito. Al igual que en el caso anterior, el de este distrito se desarrolló de manera tranquila y sin incidentes. Participó una sola fórmula, la integrada por Adalberto Encinas y Alfonso Aguilar por el CDO, el PLM, el Partido Ferrocarrilero y la Unión de Partidos Revolucionarios Nacionalistas. Los resultados informados por el agente Brito le otorgaron 7,189 votos al general Álvaro Obregón para Presidente de la República; 7,151 votos a Tomás Bay y Tomás Robinson para senadores por el D. F. y 7,151 votos a Encinas y Aguilar para diputados.27 De esa misma forma fueron reconocidos por el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados.

En el noveno distrito, la suerte fue adversa de nuevo a los candidatos de la fórmula que originalmente aparecía como invencible. Francisco R. Escamilla y Vicente Cortés fueron postulados por el CDO, el PLM y el Partido Ferrocarrilero, y obtuvieron, según los primeros reportes, mayoría absoluta en la votación.

Sus adversarios se organizaron en las siguientes fórmulas:

Ignacio Nájar Palencia y Raúl Chavira. Ricardo González Montero y Jorge Alducín. Rafael Sánchez Lira y Adolfo Sánchez L.

26 AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 168, exp. 5, México, D. F., 6 de julio de 1928. “Informe del agente Honorato Patiño al Jefe del Departamento Confidencial sobre la Junta Computadora del 7º. Distrito”.27 Íbid., México, D. F., 5 de julio de 1928. “Informe del agente L. Brito al Jefe del Departamento Confidencial sobre la Junta Computadora en el 8º. Distrito”, fs. 17-18. Los resultados difieren levemente de los que informó la prensa, que le otorgó 7,421 a cada planilla triunfadora. El Universal, 6 de julio de 1928.

31Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

De acuerdo con los primeros conteos, Escamilla y Cortés obtuvieron 5,603 votos cada uno, mientras que las fórmulas restantes no llegaban a 350 vo-tos todos juntos (119, 138 y 65, respectivamente, los restantes).28 En estos conteos, Obregón obtuvo 5,700 votos, y la planilla de senadores 5,346 votos. Como único incidente, la prensa consignó que la fórmula González Montero y Alducín instalaron una Junta Computadora alterna, que les otorgó 4,620 votos y los hizo triunfadores en este distrito.29

La Comisión Revisora de Credenciales de la Cámara de Diputados no pen-só igual que ninguna de las anteriores y, después de realizar un detallado análisis de este caso, habiendo encontrado serias irregularidades, “si bien no de tal magnitud que ameriten la invalidez de la elección en general”, decidió modifi car los resultados. Por haber utilizado en la Junta Computadora a gente que no era vecina del distrito (algunos de los cuales incluso tenían órdenes de aprehensión en su contra), y porque no se permitió el acceso al local donde sesionó la junta a los participantes en el proceso (excepto al que triunfó), “debe concluirse que, efectivamente, en este distrito las elecciones se efectuaron sin que las autoridades que deben regularlas observaran la im-parcialidad que les impone la ley”. En un proceso de eliminación, la Comisión de la Cámara descartó a cada planilla, hasta dejar únicamente como válidos los sufragios emitidos en las casillas electorales donde alcanzó la mayoría de votos la fórmula Sánchez Lira y Adolfo Sánchez, a la que se otorgó la diputación.30

Similar al anterior, el décimo distrito también presentó el caso de que un primer resultado aparentemente rotundo, se volteó y dio el triunfo a la fórmula originalmente más débil.

Las planillas contendientes fueron las siguientes:

Emanuel Peña Roja y Antonio Ramos, por el CDO, PLM y PFC. Ernesto Prieto y Manuel Robles, por el Partido Social Independiente. Jesús Abitia y Ángel Durán, por el Partido Independiente.

28 Ibid., México, D. F., 5 de julio de 1928. “Informe del agente al Jefe de Departamento sobre resultado de las elecciones en el 9º. Distrito”, f. 17. 29 El Universal, 6 de julio de 1928.30 Diario de los Debates. Cámara de Diputados. 16 de octubre de 1928.

32 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Isidro Romero y César Prina, por el Partido Unifi cación Nacional Revolucionaria.

Un primer informe del agente de la Secretaría de Gobernación comunicó una reunión de la Junta Computadora sin incidentes de consideración, y en la que los resultados arrojaban 7,461 votos, 16 y 31, en ese orden, para las tres primeras planillas arriba mencionadas. No mencionó a la última, aunque sí comentó que se había enterado de la instalación de otra junta, sobre la cual no tenía mayor información.31

Según este mismo informe, le fueron otorgados 7,508 votos a Álvaro Obregón para presidente de la República, y 3,720 a la planilla única de sena-dores. Frente a todo esto, el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados decidió aceptar la votación de la segunda Junta Computadora, y le otorgó el triunfo a la planilla integrada por Ernesto Prieto y Manuel Robles. Como esta decisión se tomó de manera global con otros casos, no tenemos información de los criterios que los llevaron a la misma.

En el onceavo distrito, correspondiente al municipio de Tacuba y parte del de México, todo estaba preparado para el triunfo obregonista fuera del pleno. Hubo una plantilla única, la de Ricardo Topete y Francisco V. Rivas quienes −sólo hay que considerar que Topete era la cabeza electoral de Obregón− tenían preparado un apoyo pleno y defi nitivo.

No hubo sorpresas, aunque sí ciertas discrepancias en cuanto al número de votos obtenidos: 9,593 votos según el agente de Gobernación que se basó en el informe de la Junta Computadora; 11,687 según algunos medios, 9,030 según otros.32 De acuerdo con los datos del agente, Obregón obtuvo 9,593 votos, y la planilla única para senadores 6,614.

En el doceavo distrito la animación por la contienda también estuvo encendida. Participaron tres fórmulas, que representaban a las siguientes organizaciones políticas:

31 AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 169, exp. 5, México, D. F. 6 de julio de 1928. “Informe al Jefe del Departamento Confidencial sobre la Junta Computadora del 10º. Distrito”, f. 25. Esto lo aclaró la prensa, que informó en un primer momento el otorgamiento de más de 11,000 votos a la planilla ganadora en la primera Junta Computadora (Peña y Ramos), y de 11,632 a los ganadores (Prieto y Robles) en la segunda Junta.32 Ibid., vol. 168, exp. 5, México, D. F. “Informe del agente R. Mendizábal al Jefe del Departamento Confidencial sobre la Junta Computadora del 11º. Distrito”, f. 20. Véase, además, El Universal, 6 de julio de 1928.

33Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Carlos Gracida y Gilberto Rubalcava, por el V, el PLM y Ferrocarrilero, aunque de perfi l muy claramente laborista.

Carlos Almazán y Abigail Quiróz, por el Partido Independiente. Manuel Vidrio y Andrés Martínez, por el Partido Revolucionario.

El mecanismo se repitió casi exactamente: los primeros resultados arrojaban una mayoría apabullante para la primera fórmula (7,252 votos), y muy escasos para las restantes (253 y 56 votos, respectivamente). Sin embargo, la comisión de credenciales fue nuevamente implacable:

Del estudio que esta Comisión ha hecho del expediente respectivo se desprende que en el aludido distrito hubo marcada presión de parte de las autoridades para favorecer los intereses de la fórmula Gracidas-Rubalcava. Como resultado de tal presión se instalaron dos juntas computadoras, y hay constancia de que la que extendió credencial al candidato Almazán funcionó de acuerdo con lo que la ley previene. En esta virtud, esta Comisión ha reconocido la legalidad de la expresada junta y, según el acta correspondiente, la fórmula Almazán-Quiróz alcanzó 4,651 votos, contra 54 que obtuvo la de los CC. Gracidas y Rubalcava.33

El argumento de la comisión no deja de ser curioso: no menciona que la junta que otorgó el triunfo Almazán haya sido la establecida legalmente (es decir, la que funcionó en el lugar originalmente establecido por la autoridad municipal) sino la que, según ellos, “funcionó de acuerdo con lo que la ley previene”. La diferencia puede ser sutil, pero sólo así se explicaría tamaña decisión en contra de Gracidas.

Treceavo a quinceavo distritos. En estos distritos, con sedes en Mixcoac, Coyoacán, General Anaya, Tlalpan, Ixtacalco y Cuajimalpa el primero; Xochimilco, Iztapalapa, Tláhuac y Milpa Alta el segundo; y San Ángel y La Magdalena el tercero, las votaciones se desarrollaron sin mayores contratiempos, puesto que en todos ellos hubo planillas únicas:

Tomás Robinson y Jesús Vidales, en el 13º, postulados por el CDO, PLM y PFC.

33 Diario de los Debates. Cámara de Diputados, 16 de octubre de 1928.

34 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Aurelio Manrique y José Ma. Ferrer, en el 14º, postulados por las mismas agrupaciones.

Gustavo Uruchurtu e Ismael Lozano, en el 15º, postulados por las mismas agrupaciones.

De acuerdo con los informes de los agentes de Gobernación y de la prensa, los resultados obtenidos en estos distritos fueron los siguientes:

13º distrito: Álvaro Obregón, 12,812 votos; planilla única de senadores 11,548, y planilla única de diputados 11,687 votos.14º distrito: Álvaro Obregón, 11,784 votos; planilla única de senadores 11, 547, y planilla única de diputados 11,470 votos.15º distrito: Álvaro Obregón, 3,631 votos; planilla única de senadores 3,434, y planilla única de diputados 3,471 votos.34

Como ya habíamos mencionado, estos casos fueron aprobados en el paquete global que analizó y aprobó el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados el día de su instalación, el 20 de agosto del mismo 1928.

De esta manera, contradictoria y polémica, se desarrollaron los comicios y la califi cación electoral en los quince distritos electorales del Distrito Federal que eran, de acuerdo con la base poblacional mencionada al inicio de este trabajo, el número de integrantes que conformaban la diputación de esta entidad federativa.

2. Elecciones de senadores

A diferencia de los procesos electorales anteriores –en los que también se había dado el caso de planillas únicas– esta vez la documentación proveniente del Senado para analizar este proceso fue muy breve. Consiste,

34 AGN/GD: DIPS, 311 (5.1) “28”, vol. 168, exp. 5. México, D. F., 5 y 6 de julio de 1928. “Informe del agente al Jefe de Departamento sobre la Junta Computadora del 13º. Distrito”, f. 21; “Informe del agente 45 al Jefe de Departamento sobre el resultado de la Junta Computadora del 14º, distrito”, f. 22, e “Informe del Jefe de sección al Jefe de Departamento sobre la Junta Computadora del 15º. Distrito”. Respecto a los candidatos de este último distrito, un informe anterior comunicaba que los candidatos de ahí “gozan de general simpatía y pueden estos con muy justa razón, sentirse orgullosos de su triunfo porque allí sí votaron los habitantes por sí solos”, f. 1.

35Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

sencillamente, en un ofi cio en que la Segunda Comisión de Poderes de la Cámara de Senadores presentó –después de constatar que no se registraron incidentes ni protestas en la elección– a la Asamblea los siguientes puntos de acuerdo:

Primero. Son válidas las elecciones que para Primeros Senadores, propietario y suplente, se efectuaron en el Distrito Federal el día primero de Julio último.Segundo. Es primer senador propietario por el Distrito Federal, el C. Tomás P. Bay.Tercero. Es primer senador suplente por el Distrito Federal, el C. Coronel Tomás A. Robinson.35

En la presentación de este dictamen en la Cámara de Diputados, se informó que esta fórmula obtuvo 98,332 votos.36 De hecho, no se advierte la presencia de alguna otra fórmula electoral. Tomás Robinson tomó protesta como diputado propietario electo por el 13º Distrito electoral del D. F., por lo cual es probable que haya renunciado a la suplencia de la senaduría por el Distrito Federal. De esta forma, en el Senado de la República quedaba establecida una representación de perfi l claramente afín al caudillo sonorense (Bay y Robinson eran prominentes miembros del bloque obregonista), que hacía vislumbrar un control en las dos Cámaras que en su anterior gestión presidencial Obregón no alcanzó a tener.

3. Elecciones para presidente

La elección presidencial, con sólo un candidato (Álvaro Obregón), no deparó ninguna sorpresa, y arrojó los siguientes resultados:

TABLA 2. ELECCIONES PRESIDENCIALES 1928

Estado Votos

Aguascalientes 10,488

35 Archivo Histórico del Senado. Congreso 33, libro 38, tomo 2, foja 1417, exp. 31 bis. México, D. F., 13 de septiembre de 1928. “Dictamen sobre elecciones de senadores por el Distrito Federal”. 1 f. 36 Diario de los Debates. Cámara de Diputados, 12 de septiembre de 1928.

36 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Estado Votos

Baja California 7,238

Campeche 7,924

Coahuila 62,844

Colima 9,261

Chiapas 35,610

Chihuahua 45,200

Distrito Federal 98,332

Durango 32,508

Guanajuato 139,206

Guerrero 51,041

Hidalgo 72,380

Jalisco 110,592

México 95,114

Michoacán 102,539

Morelos 15,083

Nayarit 16,698

Nuevo León 54,114

Oaxaca 130,651

Puebla 111,512

Querétaro 20,115

Quintana Roo 1,022

San Luis Potosí 52,723

Sinaloa 31,899

Sonora 26,743

Tabasco 30,077

Tamaulipas 39,942

Tlaxcala 19,634

Veracruz 105,342

Yucatán 74,216

Zacatecas 63,405

Total 1,670,453

Fuente: Legislación y estadísticas electorales, 1814-1997. Enciclopedia Parlamentaria, serie IV, vol. III, tomo 2, pp. 130-131.

37Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

Dado que al momento de la califi cación de estas elecciones, Obregón ya había sido asesinado, la Cámara de Diputados estableció fi nalmente el siguiente proyecto de decreto, aprobado por unanimidad:

Art.1. son válidas las elecciones de presidente de la República efectuadas el día 1º de julio del presente año.Art. 2. Fue electo presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, para el período que comienza el 1º de diciembre de 1928 y termina el 30 de noviembre de 1934, el C. Alvaro Obregón.Art. 3. En virtud de haber fallecido el presidente electo, C. Alvaro Obregón, es llegado el caso, de conformidad con lo que establecen los artículos 84 y 85 de la Constitución General de la República, de que el Congreso General designe presidente provisional y de que se expida convocatoria para elecciones extraordinarias correspondientes.37

El periódico norteamericano New York World publicó un balance interesante del proceso electoral de 1928. Con su pragmatismo característico y sus preocupaciones bien defi nidas en términos de la estabilidad necesaria para su vecino del sur, sus analistas políticos sostenían que:

Lo que México necesita por sobre todo, es la continuidad de un gobierno seguro y ordenado, y eso es lo que promete la elección del general Obregón para presidente de la República. Su política es, en lo esencial, la política del presidente Calles, quien le entregará las riendas del gobierno en el próximo diciembre… No importa cuán lejos esté México todavía de la verdadera democracia, el régimen Calles-Obregón ofrece las mejores esperanzas para un desarrollo fi rme del civilismo, de la instrucción, de la prosperidad y el patriotismo, que es lo único que puede hacer posible la democracia.38

Ciertamente, México estaba todavía lejos de la democracia, pero la eliminación del general Obregón, tampoco signifi có una ruptura radical del orden constitucional (aunque sí una severa crisis política). El resto es

37 Diario de los Debates. Cámara de Diputados, 24 de septiembre de 1928.38 Traducido en El Universal, 3 de julio de 1928.

38 Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

bien conocido: el informe del primero de septiembre del presidente Calles llevaría al fi n de los caudillos y a un “país de instituciones”, siendo la primera y más relevante de la nueva era, precisamente un partido: el Partido Nacional Revolucionario.

Consideraciones generales

El estudio del comportamiento electoral en nuestro país durante las décadas revolucionarias está todavía muy lejos de tener el vigor e interés que su aparente utilidad podría sugerir como necesarios. Sólo los estudios de geografía y comportamiento electoral para períodos recientes han comenzado a incluir el análisis de ámbitos que van más allá de la mera elección presidencial, considerada por mucho tiempo como la única relevante y signifi cativa del período que va, al menos, de 1920 a 1988. Sin embargo, las investigaciones que abordan el complejo entramado político-institucional del sistema electoral mexicano de las primeras décadas de la posrevolución, muestran que aún hay mucho por conocer de ese turbulento, agitado y, a menudo, violento mundo parlamentario en nuestro país.

Las razones del escepticismo están fundadas: elecciones amañadas, desordenadas, llevadas a cabo bajo una legislación enredada (la Ley Electoral del 2 de julio de 1918 que, con pocas modifi caciones, funcionó hasta 1946), inversión de resultados, utilización de criterios políticos y criterios legales en la asignación de las curules (formalmente sólo los segundos deberían con-siderarse), infl uencia recurrente de los “hombres fuertes” regionales en la designación de los representantes, violencia (garrotes, armas, instalación forzada de casillas) y otros elementos similares, conviven al lado de distritos en donde –a la manera del decimoquinto distrito electoral de este estudio– los procesos se llevan a cabo pacífi camente y en los que, como dijo el agente ya citado, sus candidatos ganadores “…gozan de general simpatía y pueden éstos con muy justa razón, sentirse orgullosos de su triunfo porque allí sí votaron los habitantes por sí solos”.39

Quizás más que en otras coyunturas electorales de esta década, la de 1928 debe verse como un ciclo que va desde la defi nición de las candidaturas, las

39 Véase nota al pie de página 33.

39Legajos, número 17, julio-septiembre, 2013

campañas, los comicios y la califi cación electoral. Particularmente, habría que agregar una etapa más: el proceso de desafuero llevado a cabo a fi nales de mayo de 1929, que dio al Congreso una reconfi guración sustancial, con miras a lo que sería la primera legislatura (la XXXIV) ya con mayoría plena de integrantes del Partido Nacional Revolucionario.

¿Por qué era posible que llegaran al Colegio Electoral de la Cámara una, dos, tres o hasta cinco credenciales de presuntos diputados, si por ley el municipio sólo fi rmaba una, la de la junta computadora instalada en el lugar y el día señalado? Ésta, que será una de las anomalías más notables del proceso post-comicios, tiene una explicación interesante:

[…] un presunto diputado, Jacinto Diosdado, que fungió como alcalde de su pueblo, nos dijo sobre los peligros que sobre ellos se ciernen durante las elec-ciones: un presidente municipal que quiere cumplir fi elmente con las obligaciones que la ley electoral le impone, fi rma la credencial que ante sus ojos expide la junta computadora: Pero al día siguiente recibe órdenes del gobierno del estado para que certifi que otra credencial. O es un jefe militar que revólver en mano le exige su fi rma. Entonces, el alcalde fi rma cuanto le ponen por delante, por escapar con vida, los alcaldes se resignan a fi rmar todas las credenciales.40

Igual, sencillamente se falsifi caba la fi rma de la autoridad municipal. No tenemos forma de conocer directamente la razón de la aparición de más de una credencial de presunto diputado.

Pero lo más sorprendente en los comicios de ese día, al lado de la alquímica quintuplicación de alguna credencial, fue la disparidad que hemos analizado entre los resultados en las urnas, y los diputados a los que fi nal-mente asignó el triunfo el Colegio Electoral de la Cámara. Habíamos dicho que la explicación tenía que ver con el asesinato de Álvaro Obregón quince días después de los comicios, y un mes antes del inicio de los trabajos del Colegio Electoral.

La alianza entre los obregonistas agrupados en el CDO y los laboristas, fue una alianza forzada –realizada, además, en medio de amenazas mutuas– que no pudo resistir la desaparición del caudillo sonorense (los laboristas

40 Excélsior, 13 de julio de 1928, citado en González Alfaro, 1999, pp. 11-12.

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fueron los primeros sobre los que cayeron las sospechas de estar implicados en ella); aquellos (que incluían políticos del CDO, pero también del partido ferrocarrilero, del Partido Nacional Agrarista, del Partido Socialista Mexicano y muchos otros) desplazaron a varios de los laboristas más connotados de las curules en las que ya se sentían instalados, incluso, tal vez, de manera legal. La renuncia de Morones a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo y otros correligionarios a fi nales de julio, comenzó el denominado “desmoronamiento” del cual no habría de levantarse plenamente el jefe de la CROM y los laboristas dependientes de la misma central. Los debates del mes siguiente mostraron crudamente este proceso en el Congreso, cuando varios de ellos (pero no todos) fueron despojados de sus aparentes triunfos en las urnas por un Colegio Electoral de composición básicamente obregonista.

El vértigo de los sucesos de aquellos meses hizo que esto, nuevamente, se modifi cara de manera dramática al poco tiempo. A raíz del levantamiento en que se implicó a Gilberto Valenzuela, y que fue encabezado por Gonzalo Escobar y Jesús Aguirre, alrededor del Plan de Hermosillo en marzo de 1929, un grupo importante de diputados (51 representantes) fueron desaforados, entre los cuales se encontraba más de la tercera parte de la diputación del Distrito Federal.41 Las implicaciones para la labor parlamentaria fueron agudamente señaladas por un reportero:

La Cámara de Diputados perdió una brillantísima ocasión de seguir los consejos políticos del general Calles, que anhela a ver representados en el Congreso de la Unión a todos los partidos, tendencias e ideales. Y los disidentes de la mayoría –que es de creerse fueran los valenzuelistas– habrían podido dar al parlamento tintes democráticos con su acción contradictoria.42

No es muy claro si todos los diputados desaforados fueron realmente valenzuelistas o no (v. gr. el caso de Hernán Laborde era ajeno a esa afi liación), pero el hecho es que su salida signifi có una reconfi guración importante para el Congreso (no se volvería a escuchar allí, por ejemplo, la

41 Diario de los Debates, 27 de mayo de 1929.42 Excélsior, 31 de mayo de 1929. Editorial,

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voz de Antonio Díaz Soto y Gama o la de Aurelio Manrique, que habían sido emblemáticas de los debates parlamentarios a lo largo de toda la década).

De esta forma, para fi nes de nuestro estudio, el ciclo campaña, elección, cómputo, califi cación y desafuero (recomposición) se cerró, para la que fue la última legislatura instalada de manera previa a la formación del Partido Nacional Revolucionario. En adelante, los procesos electorales y los debates en el Congreso tendrían una dinámica diferente que duraría cerca de setenta años (por ejemplo, en los debates sobre califi cación electoral difícilmente encontraremos la virulencia y beligerancia que se presentaron en las legislaturas de los años veinte).

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CULTURA POLÍTICA Y CORPORATIVISMO SINDICAL.MEMORIA Y EXPERIENCIAS DE LOS OBREROS TEXTILES DE ATLIXCO, PUEBLA (1940-1950)

Ariadna García García*

* Profesora investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; [email protected]

Resumen

Una de las características fundamentales del sistema político mexicano emanado de la Revolución de 1910 es el corporativismo sindical, siendo las relaciones sindicatos-Estado una de sus prin-cipales fuentes de legitimidad. Aunque el movimiento obrero ha sido estudiado ampliamente, existen pocos estudios dedicados a las prácticas corporativistas durante los años de la posrevolución. Este trabajo versa sobre la cultura política que predominó entre los obreros del corredor industrial de Atlixco, Puebla, durante los cuarenta, quienes fueron sometidos por el yugo corporativista de su organización: la CROM de Atlixco. Mediante las experiencias de es-tos obreros, se pueden estudiar tanto la cultura política como las relaciones corporativistas que existieron entre los trabajadores, sus líderes sindicales, y el “partido ofi cial”.

Palabras clave: cultura política, corporativismo sindical; corredor industrial de Atlixco, Puebla.

Abstract

One of the fundamental traits of the Mexican political system stem-ming from the Revolution of 1910 is union corporatism. The Union State relationships are one of its main sources of legitimacy. Al-though the Mexican labour movement has been thoroughly studied, few of these researches are dedicated to the analysis of the corporat-ist practices. It is a study of the political culture that predominated among the labourers of Atlixco, Puebla, who remained under the

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El Estado mexicano posrevolucionario y el estudio de caso regional

En noviembre de 1910 estalló en México la primera gran revolución social que conociera el mundo durante el siglo XX; sin embargo, este movimiento que en sus orígenes abanderó ideales políticos y sociales como la democracia y la justicia social, devino en la conformación de un sistema político autoritario en el que los derechos y las libertades de los ciudadanos, a pesar de estar plasmados en la Constitución de 1917, en la práctica real se encontraban restringidos y/o controlados por el Estado.1 A grandes rasgos, el sistema político que se conformó en México durante la postrevolución, y que perduró por más de cincuenta años, tuvo por características las siguientes: un sistema de partido hegemónico,2 en el cual el partido de la Revolución se convirtió no en partido único, pero sí en el predominante en el poder o “partido ofi cial”; un régimen presidencialista, sustentado en la fi gura omnipotente del Presidente de la República, cuyas facultades extra constitucionales ejercidas discrecionalmente, le permitieron actuar por encima de los poderes Legislativo y Judicial; y el corporativismo estatal o autoritario, sustentado en la organización de la sociedad en “sectores” (campesino, obrero, popular y militar), representados por los grandes sindicatos nacionales, y por sus líderes, cuya lógica de funcionamiento propició que el Estado privilegiara

yoke of corporatism of the ruling union organization of the region,

the CROM of Atlixco. It´s through the testimonies of these labourers

that we may carry out a study of the political culture, which allowed

the functioning of the corporatist relationships struck between the

labourers, their union leaders and the “offi cial party”.

Key words: Political culture, Union corporatism; Textile labourers of Atlixco.

1 Sobre la caracterización de los regímenes autoritarios y las diferencias que éstos presentan con respecto a los totalitarios, véase Linz, “Totalitarian”, Handbook, 1975.2 De acuerdo con la tipología elaborada por el politólogo italiano Giovanni Sartori, un sistema de partido hegemónico se caracteriza porque un partido político se encuentra por encima de los demás, y aunque permite la existencia de otros partidos que juegan el rol de “satélites”, éstos se encuentran controlados e imposibilitados material y formalmente para desafiar al partido hegemónico en el poder. Sartori, Parties, 1976.

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los derechos colectivos (o de las corporaciones) sobre los individuales, y donde las organizaciones, como representantes de los individuos, actuaban como intermediarias en las relaciones sociedad-Estado. De esta forma a partir de la década de los cuarenta, las relaciones corporativas entre los sindicatos nacionales y el Estado ocuparon un lugar central en la política nacional y en el funcionamiento del sistema político autoritario, fomentándose entre la población la reproducción de valores, prácticas y costumbres no democráticas que dieron origen a lo que llamamos cultura política del corporativismo autoritario.3

A partir del estudio de caso del valle textil de Atlixco, Puebla, donde a la fecha se puede acceder a la memoria y experiencia de algunos ex obreros, se analizan los elementos culturales que surgieron entre los trabajadores de ese lugar, en un contexto de dominio político y social como el del corporativismo estatal o autoritario. De las narraciones obtenidas, se desprenden algunas actitudes, creencias y valores que permiten caracterizar la cultura política que proliferó entre los obreros textiles de esa región durante la década de los cuarenta: la cultura política del corporativismo autoritario.4 Las conversaciones entabladas con los entrevistados abordan aspectos tanto de índole político-sindical como político-electoral, sobre todo en lo concerniente a las formas de participación política de los trabajadores tanto dentro del sindicato como fuera de éste.5

3 Se entiende por corporativismo al “sistema de representación de intereses en el que las unidades constituyentes se organizan en un número limitado de categorías únicas, obligatorias, no competitivas, jerárquicamente ordenadas, reconocidas o autorizadas (si no es que creadas) por el Estado y a las que se les otorga un monopolio deliberadamente representativo dentro de sus respectivas categorías a cambio de respetar ciertos controles en su selección de líderes y en la articulación de demandas y apoyos”. Schmitter, “Corporatismo”, 1992. Asimismo, el corporativismo estatal o autoritario “suele estar asociado con sistemas políticos en que las subunidades territoriales están estrechamente subordinadas al poder burocrático central [lo que conocemos como centralización política]; las elecciones no existen o son plebiscitarias; los sistemas de partidos están dominados o monopolizados por un partido único; las autoridades ejecutivas son ideológicamente exclusivas y reclutadas de entre un círculo estrecho, y tan es así que son reprimidas las subculturas políticas basadas en la clase social, la etnicidad, la lengua o el regionalismo.” Schmitter, “¿Continúa?”, 1992, pp. 36-37.4 Para tal propósito fueron entrevistados cuatro ex obreros de las fábricas del lugar (dos de El León, uno de El Volcán y otro más de Metepec), nacidos en Atlixco entre 1917 y 1933, hijos también de obreros o de campesinos lugareños cuyo nivel de escolaridad se limita a la educación primaria (saben leer y escribir). Para salvaguardar la identidad de los entrevistados sólo se cita en este trabajo el segundo apellido de cada uno de ellos.5 Las preguntas se dirigieron a conocer la percepción de los obreros sobre “la política” como actividad pública, sobre la opinión que en aquellos años tenían de “los políticos”, sobre lo

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Esta investigación parte de la idea de que las actitudes, sentimientos y valores de los individuos pueden representar “variables de explicación socio-científi ca” y, por lo tanto, pueden constituirse como “factores catalíticos de las instituciones políticas y de las estructuras económicas”.6 Partiendo de esta premisa metodológica se identifi caron los valores, sentimientos y creencias que surgieron entre los obreros sindicalizados de Atlixco, que permiten identifi car no sólo la cultura política que ahí surgió tras la Revolución, sino que además pueden considerarse como variables que explican la persistencia, o subsistencia, del régimen autoritario mexicano que imperó durante buena parte del siglo XX.

El corredor industrial y el sindicalismo en Atlixco

Desde su fundación en 1579, el valle de Atlixco se convirtió en centro de atención tanto de labradores como de comerciantes, artesanos y obrajeros, principalmente por sus vastas reservas naturales –como ríos, tierras y manan-tiales– que propiciaron, en un principio, la fundación de varias haciendas y molinos de trigo que años más tarde se convirtieron en fábricas textiles. Para el siglo XIX la región comenzaría a cimentarse como uno de los corredores industriales más importantes del país.7

A la par de dicho desarrollo industrial surgieron agrupaciones gremiales que con el estallido revolucionario comenzaron a organizarse en sindicatos de obreros y de campesinos que dieron origen a un tipo muy peculiar de sindicalismo revolucionario. Como en la mayoría de las regiones del país, el inicio de la Revolución propició en Atlixco el surgimiento de una pluralidad

que implicaba o significaba “ser un ciudadano”, “tener derecho a votar y ser votado”, y sobre la importancia de efectuar elecciones tanto para designar a las autoridades municipales como para nombrar a sus representantes sindicales. Otras preguntas hicieron referencia a los partidos políticos que existieron en esa época, a la organización de las jornadas electorales, a los mecanismos de elección de sus representantes sindicales, y a las formas de participación política de los sindicatos y sus supuestos beneficios.6 Weber, Economía, 1944.7 Las fábricas textiles que conformaron el corredor industrial en Atlixco, desde mediados de ese siglo, fueron las siguientes: La Concepción, fundada con otro nombre hacia 1840, La Carolina, que se fundó entre 1864-1865; y junto con éstas otras cinco fábricas establecidas en el periodo que va de 1899 a 1902 como fueron El Carmen, El Volcán, San Agustín. Los Molinos y El León. La fábrica textil de Metepec, una de las más grandes e importantes del país, fue inaugurada en 1902. Gamboa, Urdimbre, 2001.

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de grupos y facciones adheridas a distintas corrientes revolucionarias. No obstante, el objetivo común de combatir a los patrones con el propósito de obtener mejores condiciones laborales, propició la alianza y solidaridad entre estos gremios. Se puede afi rmar que en Atlixco, desde el inicio de la Revolución y hasta la primera mitad de la década de los veinte, no existieron confrontaciones intergremiales de trascendencia, pues a excepción de los lla-mados “obreros libres” (quienes no pertenecían al sindicato, y en ocasiones eran contratados por los patrones para disolver a las organizaciones de los trabajadores), el resto de ellos se percibían entre sí como defensores de una misma causa, y por ello podían pertenecer a una misma organización sindical: la Federación Sindicalista de Obreros y Campesinos del Distrito de Atlixco, fundada en 1919, y en cuyas fi las se concentraban los sindicatos de todas las fábricas textiles de la región.8 En 1923 esta organización se adhirió a la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), primera central nacional (fundada en 1918); desde entonces, la Federación de Atlixco se dio a conocer como Cámara del Trabajo CROM de Atlixco (en adelante CROM-Atlixco o CTA). Sobre el papel que jugó la CROM en la política nacional posrevolucionaria, debe recordarse que, desde su fundación, dicha organización mantuvo lazos muy estrechos con los llamados “gobiernos de la Revolución”, sobre todo durante las gestiones de los generales Álvaro Obregón (1920-1924) y Plutarco Elías Calles (1924-1928); no obstante, el asesinato de este último en junio de 1928, tras haber ganado la elección presidencial por segunda ocasión, propiciaría el rápido “desmoronamiento” de la organización CROM, pues su máximo líder, Luis N. Morones, pasaría a la historia como el presunto autor intelectual del crimen. Años más tarde, en 1936, otra poderosa organización sindical, auspiciada por el Estado, surgiría para representar al sector obrero a nivel nacional: la Confederación de Trabajadores de México (CTM).

Desde su creación, la CTA se caracterizó por ejercer la representación sindical de la mayoría de los trabajadores de la región, tanto del campo como de la ciudad, y aun después de su adhesión a la CROM permanecieron en sus fi las numerosos obreros y campesinos que simpatizaban con distintas facciones revolucionarias. Sin embargo, la lógica de los acontecimientos

8 García, Cámara, 2007.

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regionales respondía en gran medida a la de los nacionales, y en este sentido la depuración de facciones que se efectuó durante la presidencia del general Plutarco Elías Calles (1924-1928), así como en el periodo conocido como “maximato” (1928-1934),9 propició en Atlixco el inicio de una guerra sin cuartel entre los distintos gremios. Siendo conocidas las buenas relaciones entre el gobierno callista y la dirigencia nacional de la CROM, la CTA tuvo que pronunciarse callista y asegurar su sobrevivencia política depurando sus sindicatos de todos aquellos elementos que no comulgaran con el proyecto político de la facción revolucionaria vencedora. Un ex secretario general de la fábrica El Volcán describió los años 30 como un periodo de extrema violencia intersindical en el que “semanariamente se morían 10 o 12 [obreros] de la CROM, pasaban correteándose a balazos […], se peleaban porque unos eran de la CROM y otros de la CTM y [porque] pertenecían a distintos partidos políticos […] hasta las señoras que iban pasando con su mandado a veces les tocaba un balazo y caían ahí muertas”,10 además, la situación era de mayor peligro para los “cabecillas” o líderes cetemistas, pues los de la CROM “venían a sacarlos de sus casas para matarlos”.

En el contexto político nacional, fue precisamente durante la década de los treinta cuando comenzó a gestarse el sistema político que caracterizaría al Estado mexicano posrevolucionario durante los cincuenta años siguientes. Así por ejemplo, durante el sexenio del general Lázaro Cárdenas, el Presidente de la República se convirtió en la fi gura más importante de la política nacional, ejerciendo facultades discrecionales aun por encima de los preceptos constitucionales; al mismo tiempo, el titular del Poder Ejecutivo Federal se convirtió en el líder máximo del “partido ofi cial”. En gran medida, la solemnidad que en dichos años adquirió el presidente frente a las grandes masas se debió a las importantes transformaciones sociales que Cárdenas efectuó durante su mandato: por un lado la reforma agraria, consistente en

9 Se conoce como “maximato” al periodo de la historia política mexicana durante el cual el general Plutarco Elías Calles, reconocido como el “Jefe Máximo” de la Revolución, continuó ejerciendo el poder político real aun después de concluido su mandato presidencial (1924-1928). De esta forma, durante los mandatos presidenciales de Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), la toma de decisiones de la vida política nacional estuvo a cargo del “Jefe Máximo”, es decir, del general Calles. Vide Córdova, Revolución, 1997. 10 Entrevista realizada por Ariadna García García al ex obrero Lino García Gutiérrez † (AGG/LGG), Atlixco, Pue., 20 de diciembre de 2004.

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el más importante reparto de tierras que ha registrado la historia de este país; y por el otro, la organización de las masas y la consiguiente “unifi cación obrera”, que aglutinó a la mayoría de los trabajadores sindicalizados del país en una misma central (la CTM). De la misma forma fueron organizados bajo otra confederación los sindicatos de trabajadores del campo y las agrupaciones campesinas (Confederación Nacional Campesina, CNC). Con la creación de estas centrales nacionales el gobierno lograba, por una parte, unifi car y organizar a las grandes masas de trabajadores bajo la dirección del Estado, y por la otra, separar la representación de obreros y de campesinos para generar contrapesos y equilibrios entre ambos sectores.11 Así, el Estado posrevolucionario fi nalmente hizo valer, en los hechos, los derechos laborales de los trabajadores y de sus organizaciones, al mismo tiempo que se erigía como el árbitro encargado de mediar y resolver los confl ictos obrero-patronales. Además, Cárdenas efectuó la transformación del partido, incorporando a su “estructura informal” a las confederaciones nacionales creadas por el Estado.12 De esta forma, el “partido ofi cial” dejó de ser un “partido de caciques” o de “fuerzas regionales”, y se convirtió en un partido con una amplia base social conformada por cuatro sectores: el campesino, representado por la CNC; el obrero, representado por la CTM; el popular, constituido en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP); y el militar, cuyos miembros pertenecían, por defi nición, al Estado.

La cultura política del corporativismo autoritario: memoria de los sindicalizados

Para los años 40, la fuerza política del PRM ya era devastadora, pues no existía un solo partido que representara una verdadera competencia política

11 Córdova, Política, 1974. Cfr. Clark, Organización, 1984.12 El Partido Nacional Revolucionario (PNR) o “partido oficial”, surgió en 1929 como el proyecto político de la facción revolucionaria vencedora (la del general Plutarco Elías Calles), teniendo como propósito exhortar a las facciones revolucionarias a abandonar la lucha armada por el poder y transitar a la vida de las instituciones, es decir, a la competencia política mediante los mecanismos electorales que marca la ley. En 1938 el PNR se transformó en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y en 1946 adoptó la denominación que conserva hoy en día: Partido Revolucionario Institucional (PRI). Al respecto, véase Garrido, Partido, 1982.

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durante las elecciones; además, este esquema de organización del PRM se reprodujo en las entidades federativas y en los municipios. En Atlixco, la sociedad también se encontraba organizada conforme a los sectores del PRM, pero de acuerdo con los ex obreros entrevistados, ni los obreros ni los campesinos pertenecían a las confederaciones creadas por el Estado (CTM y CNC), sino que se mantuvieron fi eles a la CROM de Atlixco.13 Un ex obrero que desempeñó puestos de confi anza en la CTA, comenta que en aquellos años la política en el municipio se regía por un “convenio” (no escrito) entre la “iniciativa privada” (comerciantes y empresarios afi liados a la Cámara Nacional de Comercio, Canaco) y los sectores obrero, campesino y popular, representados por la CROM de Atlixco, cuyo líder máximo era don Antonio J. Hernández. Más que un convenio, lo que se dio fue un “pacto político” por medio del cual, las partes acordaron que el candidato a la presidencia municipal debía elegirse de entre los miembros de la “iniciativa privada”, y los candidatos a las diputaciones local y federal debían surgir de las fi las de la CTA. Sin embargo, la verdadera fuerza política y electoral provenía de la CROM, pues eran los sectores obrero, campesino y popular, quienes garantizaban la legitimidad de las elecciones al emitir su “voto corporativo”. De acuerdo con este testimonio, “los representantes de ambas organizaciones [CROM y Canaco] decidían en asamblea quién sería el candidato a la presidencia municipal, [el cual], debía ser miembro de la iniciativa privada, aunque se reservaban dos o tres regidores para el sector obrero”.14 En otras palabras,

13 Esta excepción regional encuentra su explicación en los antecedentes históricos del sindicalismo cromista: en primer lugar, la CROM de Atlixco surge como organización revolucionaria, producto de las conquistas del movimiento obrero regional; sus filas participaron en la conformación de los denominados “batallones rojos” que lucharon junto al ejército constitucionalista comandado por Venustiano Carranza; para los años 20, los contingentes obreros de la CTA se unieron a la facción revolucionaria de los generales sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, derrocando al movimiento delahuertista en las ciudades de Atlixco y Puebla a finales de 1923. Estos antecedentes le valieron a la CTA su reconocimiento como organización de innegable “tradición revolucionaria”, logrando así legitimar y consolidar su preeminencia sindical regional durante la década de los veinte. Sin embargo, durante la siguiente década el predominio sindical cromista se vio amenazado por el ascendente movimiento nacional comunista, que conformó una federación local y en 1936 se adhirió a la recién creada CTM. Esta circunstancia marcó el inicio de un intenso periodo de luchas intersindicales (CROM vs CTM) que ni el propio gobierno federal pudo contener, pero que lentamente fue resolviéndose a favor del bando cromista, entre otras cosas debido a las buenas relaciones que éstos mantenían con el gobierno local y con los dirigentes del comité estatal del PRM. García, Cámara, 2007.14 Entrevista realizada por Ariadna García García al ex obrero Jiménez (AGG/MRJ), Atlixco, Pue., 29 de marzo de 2010.

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si bien es cierto que el futuro presidente municipal debía surgir de entre los empresarios y/o comerciantes atlixquenses, también lo es que dicho candidato debía contar con la venia de los líderes cromistas. De esta forma, luego de que el candidato aceptara su nombramiento, la CTA efectuaba una “convención” en la que se daba a conocer a las bases sociales del partido quién sería el próximo presidente municipal; acto seguido se procedía al registro del candidato ante el comité municipal del PRM. De la misma forma se efectuaba la elección de los candidatos a diputado local y a diputado federal, resultando siempre electos los líderes más prominentes de la CROM de Atlixco. Al respecto los entrevistados mencionan que en las asambleas efectuadas en las instalaciones de la CTA, lo que se elegía era “al candidato único del PRI [PRM]”, considerado como “único” porque “en aquellos años no existían otros partidos políticos sólo el de la CROM”; por lo tanto, lo que en realidad se elegía en esas asambleas era al futuro titular del cargo público en cuestión:

[…] votábamos siempre por los que ponían ellos […] Donde elegían a un candidato a diputado era en la Cámara [CTA], ahí se juntaban puros jefes y decidían quién iba a ser y a nosotros nada más nos lo daban a conocer, nos decían va a ser tal fecha la votación y ya íbamos a votar.15

Si efectivamente los obreros organizados conformaban uno de los sectores del Partido, ¿por qué motivos éstos no participaban en la elección interna de sus candidatos? Llama la atención, por ejemplo, que los entrevistados coinciden en señalar que dicha elección se efectuaba por “voto directo”, entendiéndose por éste la designación directa que el líder principal de la CROM, Antonio J. Hernández, hacía de una determinada persona para nombrarla candidato:

La elección de las autoridades municipales era por voto directo de acuerdo con el jefe de [la fábrica de] Metepec don Antonio […] ya tenían sus planillas y allá en la presidencia elegían quién iba a ser, porque antes era un solo candidato,

15 Entrevista realizada por Ariadna García García al ex obrero Juárez (AGG/MRJ), Atlixco, Pue., 30 de marzo de 2010.

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y don Antonio escogía al candidato […], a esas reuniones sólo iban los jefes […].16

Ante la falta de una competencia política real, los testimonios afi rmaron que las bases sociales del partido (obreros y campesinos) “siempre estaban de acuerdo con el nombramiento de los candidatos” ya que “no había problema de ningún otro partido porque no había otros partidos”.17 Además, no existía un órgano federal que organizara y vigilara los procesos electorales sino que estas funciones, incluyendo la elaboración de las credenciales para votar, eran desempeñadas por el comité estatal del PRM.18

Dadas las circunstancias descritas, ¿en qué consistía, entonces, la participación política de las bases sociales del Partido? De acuerdo con las narraciones obtenidas, dicha participación se encontraba reducida a su mínima expresión: en Atlixco los obreros y campesinos que conformaban los sectores del Partido, no participaban en las elecciones internas del mismo, sólo se les convocaba a una asamblea para darles a conocer la identidad del candidato. Al parecer, ni siquiera asistían a dicha asamblea todos los trabajadores sectorizados, pues según el señor Jiménez, “cada sindicato nombraba una comisión para asistir a la asamblea de nombramiento del presidente del partido y de los candidatos”.19 Por tal motivo, el voto en esa época no era considerado como un derecho sino como una obligación; al acercarse el día de las votaciones, los líderes sindicales exhortaban a los trabajadores a “ejercer su derecho al voto” acudiendo a las urnas para votar por el candidato único:

votar era una Ley, nosotros votábamos a fuerza porque el que no tuviera su credencial no iban sus hijos a la escuela, o los sacaban de la escuela […] a mí me

16 Entrevista realizada por Ariadna García García al ex obrero Meza (AGG/PRM), Atlixco, Pue., 30 de marzo de 2010. De la misma forma, el señor Juárez dijo que “El voto era directo, el que ponía el líder era el que quedaba, o también ellos se autonombraban.” Entrevista AGG/PHJ. Así por ejemplo, el líder sindical de La Concepción, Eleazar Camarillo, fue diputado federal en dos ocasiones, diputado local también en dos ocasiones y senador suplente; de igual forma, el líder máximo de la CTA, Antonio J. Hernández, fue electo en cuatro ocasiones como diputado federal. Entrevista AGG/MRJ.17 Entrevista AGG/MRJ.18 El señor Meza, por ejemplo, recuerda que su credencial para votar se la daba el sindicato en la propia fábrica de El León. Entrevista AGG/PRM19 Entrevista AGG/MRJ.

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decían véte a votar por fulano y ahí estaba yo […] Yo votaba por el PRI [PRM] porque siempre fui priísta desde mi juventud […además] todos los partidos son corruptos pero ése era mi partido […] hasta la fecha soy priísta, aunque me vaya mal todavía sigo siendo priísta porque tengo recuerdos inolvidables […].20

Siendo prácticamente nula la participación política de los trabajadores organizados, es evidente que esta actividad se reservaba a las élites políticas y sindicales, por lo tanto, los obreros y campesinos de la región de Atlixco no pudieron más que percibirla como una actividad privada y no pública, e inclusive hasta prohibida, pues inmiscuirse en ella o criticar las decisiones de los “jefes” resultaba un desafío por demás peligroso. Además de votar el día de la elección, otra actividad política fomentada por los líderes sindicales era la participación masiva de los trabajadores en los grandes mítines que se organizaban en favor de los candidatos del partido:

íbamos a Puebla a los mítines políticos ya cuando se iban a posesionar los candidatos […] íbamos porque nos mandaban de aquí del sindicato, al principio nos exigían que fuéramos pero luego ya íbamos para pasear por Puebla […]21

[…] íbamos a los mítines a Puebla cuando venían los candidatos a la presidencia, íbamos porque nos tenían que llevar a fuerza.22

Si dichas condiciones se presentaban en la política municipal, no podía esperarse que la organización y elección de los dirigentes de cada sindicato fuera diferente. De acuerdo con los entrevistados, en los sindicatos de cada fábrica existía un “asesor permanente”, “que era como si fuera presidente, mandaba en todo, en la fábrica y afuera, era quien gobernaba, cada fábrica tenía su representante que gobernaba en todo, ése era el asesor”.23 Esta fi gura no aparece en los estatutos de los sindicatos, pero en la práctica sindical real era quien tomaba las decisiones importantes, tanto en el interior de la fábrica como en la colonia obrera de la misma, incluyendo la designación del “máximo líder” sindical o secretario general, que según los estatutos,

20 Entrevista AGG/PRM21 Entrevista AGG/PHJ22 Entrevista AGG/PRM23 Entrevista AGG/PHJ

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debía elegirse anualmente por mayoría de votos de los sindicalizados; sin embargo, esta fi gura también era designada mediante el “voto directo” del “asesor permanente” de cada sindicato:

[…] a los obreros sólo nos daban a conocer en asamblea quién quedaba [de secretario general] cada sindicato elegía a su representante para auxiliar al asesor, por ejemplo, el asesor de El León era Don Agustín, y él designaba al pró ximo secretario general del sindicato. Era un voto directo que emite el jefe, el jefe elige al secretario general, que es quien va a sobrellevar a la gente para ayudar al mero jefe.24

En términos generales, las relaciones entre los obreros y sus dirigentes sindicales eran de mayor subordinación y control que las dadas entre éstos y los funcionarios públicos. Así por ejemplo, los secretarios generales de cada sindicato se limitaban a obedecer las órdenes del “jefe” o “asesor” respectivo, quien podía disponer a diestra y siniestra, tanto de los puestos de trabajo como de las cantidades que debían descontarse del salario de los trabajadores por concepto de “cuota sindical” o por cualquier otro pretexto:

El asesor por tiempo indefi nido era don Antonio […] nunca lo quitaron hasta que murió, y don Agustín lo mismo […] no se sabe ¿por qué ellos?, sólo se sabe que “así era la política […] Don Eleazar también fue asesor por tiempo indefi nido, pero los tres eran uno, todos ellos estaban unidos […] Eran muy malos, trataban al obrero mal, no nos ayudaban, al contrario, nos quitaban […].25

De esta forma, siendo siete las fábricas textiles en Atlixco, siete eran también los “asesores”, a quienes los obreros, y la sociedad atlixquense en general, conocían como “los siete líderes o caciques de Atlixco”,26 sobre

24 Idem.25 Entrevista AGG/PRM.26 Actualmente me encuentro realizando una investigación más a fondo acerca de los “siete líderes de Atlixco”, a quienes en este trabajo sólo enunciaré en orden de importancia política y de poderío económico: Antonio J. Hernández, de la fábrica de Metepec, quien tomaría el mando de la CROM nacional a la muerte del líder Morones; Agustín Pérez Caballero, de la

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todo porque ejercían el control absoluto de los sindicatos y de la política local:

Los siete líderes eran los únicos que mandaban aquí en Atlixco, eran los meros caciques, podían disponer de cualquier cosa en la noche, a los que se volteaban, o eran enemigos que no estaban de conformidad con ellos, les tocaban en su casa, y ahí los mataban. Eran caciques, ordenan que se siga la ley que ellos imponen, ellos mandaban quién quedaba de presidente municipal […], el que no estuviera de acuerdo ya sabía a qué le tiraba: le quitaban el trabajo o lo mataban.27

Al parecer, los propietarios de las fábricas se encontraban igualmente sujetos a los caprichos de los líderes, pues el funcionamiento de sus factorías dependía por completo de los obreros sindicalizados; esto se debía, entre otras cosas, a los contratos colectivos que los sindicatos tenían celebrados con las empresas, los cuales contenían una “cláusula de exclusión” que obligaba al patrón a contratar solamente a los trabajadores que fueran miembros del sindicato en cuestión. Aunque no se ha encontrado evidencia de contubernio alguno entre los líderes sindicales y los propietarios de las fábricas, a los ojos de los obreros, éstos fueron siempre considerados como los cómplices más cercanos de sus “verdugos”:

Se aplicaba la “ley del candado de los sindicatos”, estábamos obligados a decir que sí, al que decía que no lo castigaban con tres días de trabajo o lo corrían […], estábamos esclavizados en grande, no podíamos decir nada porque a los grandes hombres no les parecía […], hubo mucha anomalía en los sindicatos, nos quitaban mucha cuota, nos quitaban un impuesto supuestamente para el gobierno […].28

fábrica El León; Eleazar Camarillo Ochoa, de la fábrica La Concepción; Virginio Ayaquica, de El Carmen; Salvador Serrano, de La Carolina; Miguel Munive, de la fábrica El Volcán; y Luis H. Jiménez, de Los Molinos.27 Entrevista AGG/PHJ.28 Entrevista AGG/PRM.

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En las circunstancias descritas, resulta imposible que el maltrato, el autoritarismo, la imposición, y la intimidación que predominaron en el terreno laboral y en el político, no traspasaran a la esfera de lo social. Al respecto, se debe resaltar que en los años 40, la sociedad atlixquense aún se encontraba conformada, en su mayoría, por familias de obreros y de campesinos que, ante la necesidad de conservar su empleo, se mantuvieron irremediablemente afi liados a la CROM.29 Por lo tanto, para preservar el bienestar económico de las familias, y evitar el hostigamiento y la persecución letal de los “hombres de poder”, los lugareños prefi rieron adoptar una actitud pasiva, de indiferencia o apatía frente a los asuntos públicos y/o políticos del municipio, pues consideraban que “era mejor no meterse en la política, no opinar”:

[…] Yo no tenía miedo porque yo no me metía a la política, tenían miedo los hom-bres que estaban en contra de los representantes […] mientras las personas no se metieran con la política o a calumniar no había problema porque entonces había cantidad de pistoleros y “orejas”, y a los que oían hablar o criticar los re-portaban y al otro día amanecían muertos, y así en general era en todo Atlixco.30

Yo no sé por qué mandaban ellos, sólo sé que así era la política, y nosotros siempre estuvimos ahí con la boca cerrada, ni para defender lo de uno porque lo corrían o hacían otra cosa mayor […] Sí teníamos temor porque si nos corrían del trabajo sufríamos muchísimo, o hasta lo mataban a uno […].31

Muy pronto los obreros asumieron que inmiscuirse en los asuntos políticos o, en el mejor de los casos emitir opiniones contrarias, podría resultarles azaroso; en tales condiciones, la política como actividad pública dejó de existir, es decir, dejó de ser política, sobre todo ante el poder cada vez más hegemónico que ejercían los “caciques sindicales” en esa región. Con el paso

29 Como se mencionó al inicio de este artículo, en las fábricas del valle de Atlixco el sector laboral se encontraba constituido por obreros y por campesinos; al respecto, se habla de campesinos porque a pesar de haber ingresado a laborar en alguna factoría, nunca dejaron de trabajar sus tierras de temporal. Por ello se menciona que, tanto los obreros como los campesinos que laboraban por temporadas en las fábricas, debían estar afiliados a la CROM si pretendían continuar laborando en las factorías.30 Entrevista AGG/PHJ.31 Entrevista AGG/PRM.

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del tiempo, la apatía política y el conformismo social en este municipio se volvieron cotidianos, y con el tiempo, costumbre; sin embargo, y como una especie de “recompensa”, los “jefes sindicales” también hicieron costumbre las numerosas verbenas populares y fi estas de los “santos patronos” que se efectuaban en cada una de las colonias obreras, así como los eventos deportivos de competencia inter-sindical que mantuvieron a los obreros, y a sus familias, apartados de la política y entretenidos en dichas actividades: “La colonia de El León tuvo mucha vida, se organizaban muchas fi estas, estábamos ya acostumbrados a la vida que teníamos porque nadie podía hablar, porque si hablaban en contra de ellos los mataban […]”.32

Algunas refl exiones fi nales

Como se ha podido apreciar, el estudio de la cultura política que imperó entre los trabajadores del municipio de Atlixco durante la década de los cuarenta permite ampliar los conocimientos sobre el funcionamiento real del sistema político mexicano emanado de la Revolución de 1910. En particular, esta investigación revela algunas de las creencias, valores y costumbres de los trabajadores de esa región, adquiridos durante el periodo de la “institucionalización de la Revolución” (1929-1940), que para los años 40 representan los elementos defi nitorios de la cultura política que se gestó en México tras la Revolución de 1910: la cultura política del corporativismo autoritario. En este proceso de conformación de los nuevos usos y costumbres políticas, sobresale el papel que jugaron los sindicatos y sus líderes, tanto a nivel nacional como regional, ya que fue a través de las grandes centrales sindicales que las clases trabajadoras fueron incorporadas al proyecto político del “partido ofi cial” (PRM), quedando al mismo tiempo sujetas al control corporativo del Estado.

A grandes rasgos la cultura política del corporativismo autoritario, que se gestó entre los trabajadores del municipio de Atlixco, estuvo sustentada en la creencia y práctica de ciertos valores y costumbres claramente anti-democráticos. Entre los ex obreros entrevistados, por ejemplo, predomina la idea de que en esos años la actividad política era exclusiva de los líderes

32 Entrevista AGG/PHJ.

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sindicales y de los políticos, pues para ellos sólo los “hombres de poder” podían inmiscuirse en esos asuntos; tan es así que el propio acto de votar no era visto por los obreros como un derecho constitucional, sino como una más de las obligaciones que los líderes sindicales les imponían. Al ser percibida la política como una actividad más bien privada que pública, se generó entre la po blación un sentimiento de apatía e indiferencia por los asuntos públicos que, en poco tiempo, se volvió costumbre. Por otro lado, dicha costumbre se afi anzó debido a la falta de competencia político-electoral, pues no existía un solo partido que representara una oposición real frente a los candidatos del PRM. De esta forma la cultura política del corporativismo autoritario fue cimentada y fomentada por los sindicatos de la región, al ser los propios líderes los encargados de establecer las “nuevas” reglas del juego político regional. De esta forma, cuestiones como el denominado “voto directo”, la autoridad política que los trabajadores –por miedo o por costumbre– reconocieron en los “jefes” o “caciques sindicales”, el “voto corporativo” (emitido por la CTA a favor del “candidato único” y en representación de todos sus miembros), el sentimiento nacionalista de pertenecer al “partido de la Revolución”, y la intimidación o violencia que se ejerció sobre los inconformes, constituyen algunas de las circunstancias que fomentaron las costumbres, prácticas, creencias, sentimientos y valores propios de la cultura política del corporativismo autoritario, que los trabajadores del valle textil de Atlixco experimentaron por más de 50 años.

Siglas o archivos

Archivo Familiar de Antonio J. Hernández (AFAJH), ubicado en la ciudad de Atlixco, Puebla.

Hemerografía

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Entrevistas

Lino García Gutiérrez, entrevistado por Ariadna García García, Atlixco, Pue., 20 de diciembre de 2004.

Señor Jiménez, entrevistado por Ariadna García García, Atlixco, Pue., 25 de marzo de 2009 y 29 de marzo de 2010.

Señor Juárez, entrevistado por Ariadna García García, Atlixco, Pue., 30 de marzo de 2010.

Señor Meza, entrevistado por Ariadna García García, Atlixco, Pue., 30 de marzo de 2010.

Bibliografía

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Weber, Max, Economía y sociedad, México, FCE, 1944.

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PROPÓSITOS Y OBSTÁCULOS PARA UNA ACTIVIDAD EDUCATIVA.LAS EXCURSIONES EN LAS ESCUELAS PÚBLICAS

DE LA PUEBLA PORFIRIANA

Estela Munguía Escamilla*

Resumen

Durante el Porfi riato, la educación cobró gran importancia en México. En el primer Congreso Nacional de Instrucción Pública (1889-1890), se planteó la unifi cación del sistema educativo en el cual a partir de la instrucción primaria para integrar a la sociedad mexicana, Puebla se sumó a esta propuesta. Un aspecto considerado importante para el buen funcionamiento de las escuelas en el estado fue la distribución del tiempo escolar, aspecto que en este trabajo nos proponemos conocer, concretamente la práctica de las excursiones escolares. El Reglamento Económico de 1894 para instrucción primaria y materiales de la época, nos ayudan a conocer los obstáculos a los que se enfrentaron los docentes en la materia, así como también sus propuestas para poder cumplir con los propósitos de la disciplina.

Palabras clave: México, Porfi riato, Puebla, educación primaria, excursiones.

Abstract

During the Porfi riato, education became prominent in Mexico. In the fi rst National Congress of Public Instruction (1889-1890) raised the uni-fi cation of the educational system from Primary Education to integrate Mexican society, Puebla supported this proposal. One aspect considered important for the proper functioning of the schools in the state, was the distribution of school time, something that in this work is to know,

* Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; [email protected]

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Preámbulo

Uno de los aspectos considerados para el buen funcionamiento educativo es la distribución del tiempo escolar. En este trabajo expondré de qué manera se funcionó en este sentido en las escuelas primarias del estado de Puebla durante el Porfi riato, abordando en concreto el tema de las excursiones escolares.

Para adentrarnos en este aspecto de la educación, el tiempo escolar, tomaremos como marco de referencia el Reglamento de 1894 de instrucción primaria, que normó en aquel tiempo la educación elemental en Puebla. Se trató de un ordenamiento que respondió al momento que se vivía y signifi có una vía, una búsqueda, hacia el mejoramiento escolar, como resultado de las discusiones académicas llevadas a cabo en los congresos de instrucción pública (1889-1890 y 1890-1891), en donde se acordó adoptar el método objetivo o también denominado intuitivo en el proceso de aprendizaje de casi todas las asignaturas.1 Sin embargo, unas fueron las buenas intenciones plasmadas en el papel, y otras las condiciones reales en que se desenvolvía la educación en Puebla. En el caso de las excursiones, organizadas por los profesores como actividad complementaria a la enseñanza en el aula, fueron varios los obstáculos que debieron enfrentar, como veremos a continuación.

specifi cally the practice of fi eld trips.1894 Economic Regulation for Pri-mary Education and materials of the time, they help us understand the obstacles faced by teachers in the fi eld, as well as proposals to meet the purposes of discipline.

Key Words: México, Porfi riato, Puebla, Elementary Education, Excursions.

1 El método objetivo, llamado también intuitivo o de Pestalozzi, comprendía todo un procedimiento escolar cuyo carácter distintivo consistía en partir de la observación directa de los objetos para llegar a conocer mediante el método analítico, la calidad, la cantidad y las relaciones de los objetos entre sí. A partir de Pestalozzi, quien aplicó las ideas educativas de Rousseau en sus tratados, se pensó en la verdadera educación de la enseñanza elemental, que consistía en el desenvolvimiento de todas las facultades del niño. Bazant, Historia de la educación durante el Porfiriato, p. 68.

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Una mirada a la educación elemental porfi riana

En México, el periodo porfi riano fue importante para la educación. Durante la gestión de Joaquín Baranda como secretario de Justicia e Instrucción Pública (1882-1901), se lograron grandes avances en materia educativa: se celebraron importantes congresos de instrucción pública, el número y calidad de las escuelas se incrementó y la educación para preparar al profesorado de primaria alcanzó niveles sin precedentes. También se dictaron diferentes leyes para cuidar de la correcta realización de los proyectos educativos bajo la vigilancia del Estado.

En el primer Congreso Nacional de Instrucción Pública (1889-1890) se planteó la unifi cación del sistema educativo en el ámbito nacional a partir de la instrucción primaria, como forma para integrar a la sociedad mexicana. Respecto a la enseñanza elemental obligatoria, el Estado la ofrecería a la población infantil del país en la medida de lo posible, aunque siempre se privilegió la atención a los habitantes de los centros urbanos. Asimismo se estimó factible que en cuatro años de enseñanza obligatoria, los niños adquirirían nociones básicas, científi cas y culturales de aplicación práctica, útiles para la vida.2

Al término de la gestión de Baranda la educación presentaba condiciones favorables; la teoría pedagógica se había enriquecido, era palpable el aumento y desarrollo de las escuelas –especialmente de instrucción primaria– y la legislación garantizaba la educación pública, obligatoria, gratuita y laica como un derecho y deber del Estado.

Durante este periodo la educación pública recibió especial atención por parte del gobierno federal,3 aunque es cierto que faltó mucho por hacer porque la educación no estuvo sino al alcance de una pequeña proporción de niños en edad escolar (esto sin considerar, por otra parte, el analfabetismo

2 En el Primer Congreso de Instrucción Pública (1889-1890), se estableció impartir la educación elemental en cuatro años y la superior en dos.3 Conviene señalar que de la totalidad del gasto público aplicado en el periodo de 1868 a 1907 se destinó un promedio de 4.5% del Producto Interno Bruto a la educación pública. Hacia 1895 la población del país era de alrededor de 12.5 millones de habitantes, de los cuales unos 10.4 no sabían leer ni escribir y 328,000 sólo sabían mal leer. Mas a partir de los últimos años del siglo XIX la escolarización comenzó a reflejarse de forma significativa en las cifras globales porcentuales: 16.99 sabían leer en 1895; 18.63 en 1900 y 21.58 en 1910. Guerra, México: del Antiguo régimen, p. 402.

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que dominaba a la gran mayoría de adultos). Se impartía fundamentalmente en planteles que funcionaban en las capitales de los estados y en algunas cabeceras municipales.

Los obstáculos para educar a la población rural eran varios; sobre todo las pocas vías de comunicación, la diversidad de culturas y de lenguas, y la insufi ciencia de recursos económicos, humanos y materiales.4

En este periodo, el gobernador Mucio P. Martínez, quien estuvo al frente del estado de Puebla de septiembre de 1892 a marzo de 1911,5 también se dedicó a promover la educación. Bajo su gobierno se formuló la Ley de Instrucción Pública Orgánica del Título XI de la Constitución promulgada el 27 de marzo de 1893,6 y su correspondiente Reglamento emitido en 1894.7 Estos documento refl ejaron, en gran medida, el trabajo y la experiencia del entonces secretario de Fomento e Instrucción Pública de Puebla, José Rafael Isunza,8 quien fue comisionado para viajar a Europa por el gobierno estatal con el propósito de estudiar los sistemas educativos de España, Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica y Suiza. A su regreso, con la colaboración de Francisco Béistegui9 y de Gustavo P. Mahr,10 propuso un conjunto de reformas a la educación primaria poblana.

La Ley de 1893 y el Reglamento del año siguiente incorporaron al ámbito local algunos de los acuerdos tomados en el Primer Congreso Pedagógico

4 Gallo Martínez, La educación preescolar, p. 16.5 Tamain, Mucio P. Martínez, pp. 11 y 25.6 Periódico Oficial del Estado Libre y Soberano de Puebla, año 1893, pp. 85 - 110.7 Idem, año 1894, pp. 208 - 231.8 El abogado José Rafael Isunza Bernal nació en la ciudad de Puebla el 13 de agosto de 1855. Luchó bajo las órdenes del general Porfirio Díaz contra los franceses. Fue autor de la Ley de Instrucción Pública de 1893. Director del Colegio del Estado (futura Universidad de Puebla) de 1894 a 1910. Gobernador provisional del estado en abril-junio de 1911. Murió en la capital poblana el 29 de abril de 1932. Peral, Diccionario de Historia, p. 209.9 También abogado, Francisco Béístegui nació en Puebla el 5 de mayo de 1860, en el seno de una distinguida familia cuyo tronco principal se hallaba en la ciudad de México. En el Colegio del Estado impartió clases de lógica, sociología, moral, historia patria y universal, y algunas cátedras de derecho. Murió cerca de San Luis Potosí de modo trágico, el 20 de agosto de 1912. Cordero y Torres, Diccionario biográfico, p. 86.10 Gustavo P. Mahr, nació en Wurzburgo, Alemania, en 1832. Llegó a México con el ejército francés y estableció muy pronto una escuela en la ciudad de Puebla. Fue profesor de francés en el Colegio del Estado. Por su iniciativa se constituyó la Academia de Profesores, primera escuela nocturna gratuita para jóvenes que deseaban dedicarse al magisterio (1873). La legislación educativa de 1893 gozó de su influencia. Autor de Gramática general, y de Sinopsis y definiciones de todas las ciencias. Murió en Puebla en 1896. Cordero y Torres, Diccionario biográfico, p. 405.

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Nacional de Instrucción Pública. Al lado de lo gratuito, uniforme y obligatorio, se agregó el laicismo para la instrucción primaria.

Tanto en la ciudad de Puebla como en los distritos del interior del estado, la enseñanza siguió principios y criterios formulados en la mencionada ley y en el citado reglamento, lo que fortaleció el sistema educativo local al considerar a la educación pública como uno de los varios medios para lograr la unifi cación, el orden y el desarrollo de la entidad, amén de contribuir a lograr estas metas a nivel nacional. Hacia fi nales del siglo XIX y principios del XX, en coincidencia con los planes nacionales de uniformidad educativa, se formuló un conjunto de leyes para impulsar la instrucción primaria.

Uno de los problemas más complejos fue atender a una población heterogénea. El gobierno consideró que la única manera de lograr la unión de personas tan disímiles por su cultura y su lengua era a través de la educación,11 si bien el desarrollo de la educación primaria sólo llegó –como hemos señalado– a la capital de la república, a las de los estados, a las cabeceras de distrito y a los municipios más populosos.12

El funcionamiento de las escuelas porfi rianas varió de un estado a otro, de una ciudad a otra; sin embargo, el sistema educativo fue inalterable en sus metas básicas, como la de uniformidad escolar. Los estados de la república se comprometieron y se ajustaron a los cánones del Primer Congreso de Instrucción, Puebla no fue la excepción. Resultado de ello fue el mencionado reglamento, texto que normaría, entre otros aspectos, la distribución del tiempo de la jornada escolar y por ende la práctica de las excursiones, también nombrados paseos escolares.

11 Si bien el número de alumnos fue en aumento, alrededor de 227,500 en 1878; 821,900 en 1907; 901,000 en 1909-1910, el de las escuelas fue inferior en la enseñanza pública. Había alrededor de 9,200 escuelas primarias en 1878; 12,010 en 1900, y 12,350 en 1909-1910. Guerra, México: del Antiguo régimen, p. 410. 12 De 1878 a 1907 disminuyó el analfabetismo en 23.3% (de 93 a 69.7%). Meneses, Tendencias Educativas, p. 31.

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Propuestas y limitaciones a las excursiones escolares

Respecto a la distribución del tiempo el ordenamiento de 189413 dispuso que el año escolar durara once meses y la semana de trabajo cinco días y medio. El horario diario de clases se cumplía por las mañanas de 8:30 a 12:00 p. m. para el primer turno, y en la tarde de 15 a 17 hrs. para el segundo.14 Como periodos vacacionales se determinaron tres temporadas; la primera de siete días durante la primavera de cada año, fi jados con anticipación por la Secretaría de Gobierno; y otras dos durante las segundas quincenas de los meses de junio y diciembre.

La distribución de los horarios, semanarios y diarios, se sujetó a las siguientes bases: en cada uno de los cuatro años escolares los contenidos programáticos se organizarían sistemáticamente a partir de los más sencillos y concretos, hasta alcanzar aquellos que fuesen más difíciles y abstractos. De preferencia, por las mañanas se verifi carían los trabajos que requirieran mayor esfuerzo intelectual, como los de aritmética, geometría y lengua castellana.

Las excursiones, innovación pedagógica, se recibió con entusiasmo debido a que representaba una actividad de aprendizaje que se practicaría fuera del aula escolar y cuyo objetivo primordial disponía que los alumnos observaran directamente la naturaleza, vieran los objetos, los palparan para alejarlos del terreno de lo abstracto, a efecto de que pudieran aprovechar mejor los recursos del lugar en que vivían y se fomentaran los que en cada localidad existían, el reglamento poblano estableció que cada siete días se estableciera una mañana o una tarde para su práctica.15

Todo indica que la elección de días y horarios destinados a las excursiones escolares fueron normados por cada uno de los reglamentos emitidos en los estados de la república; por ejemplo, en el Estado de México, el reglamento escolar exigía que los maestros llevaran cada mes a los alumnos de excursión, para que desarrollaran la facultad de observación.16

13 Reglamento Económico, 1894, p. 209.14 AHEP, Fondo/SEP- Puebla, año 1926, exp. 28; año 1925, exp. 11.15 Reglamento Económico, 1894, pp. 216 - 217.16 Bazant, “La mística del trabajo”, p. 37.

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Para salir de excursión, el mentor prepararía por escrito las lecciones relativas al tema que se iba a enseñar; así, por ejemplo, si una excursión era campestre y el propósito era el estudio de la historia natural, los alumnos formarían grupos parciales, cada uno bajo la dirección de un jefe designado por el profesor para formar sus colecciones de plantas, piedras y materiales similares, siempre al alcance de la vista de aquél.

Uno de los componentes básicos de la uniformidad y normalización de la educación pública fue la introducción de la ejercitación física como asignatura obligatoria de los programas de instrucción elemental. Esta tendencia de intervenir en los cuerpos de hombres y mujeres para convertirlos en referencias de la cultura moderna a través del ejercicio físico fue un movimiento que en Europa tuvo fuerte impulso desde inicios del siglo XIX. Francia, Inglaterra, Alemania y Suecia fueron algunos de los países innovadores en cuanto a la formulación de técnicas y metodologías de gimnasia.17

Aunque acorde con la ejercitación física, el reglamento en Puebla recomendaba que las excursiones se adecuaran a la fuerza física de los niños, de modo que el ejercicio no resultara excesivo y que aquéllas se llevaran a cabo en horas en que el calor no dañara su salud. Sin embargo, la observancia de este ordenamiento presentó ciertos obstáculos al sufrir algunas modifi caciones. Inicialmente se señaló que el horario de las excursiones fuera afín a las condiciones meteorológicas adecuadas que no afectaran la salud de los alumnos; pero una disposición posterior determinó que estos eventos se realizaran solamente por las mañanas: de 6 a 9 horas durante las estaciones de primavera y estío, y de 7 a 10 en el otoño e invierno.18

Con ello se limitó el alcance de las excursiones, pues los niños que concurrían a la escuela por la tarde quedaron fuera de tales paseos. Por otra parte, las efectuadas en el invierno debilitaban la salud de niños y profesores, debido al frío intenso de la mañana y a los rigores de la intemperie. Una normalista de la época, la profesora María Torres, opinaba que este riesgo podía evitarse alternando los paseos, como se había determinado en un

17 Chávez González, “La racionalidad del cuerpo”, p. 5.18 Torres, Excursiones escolares, pp. 4 - 8.

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principio, unas veces por la mañana y otras por la tarde, en busca siempre del tiempo más adecuado y a propósito para practicar la tarea propuesta para cada excursión.19

También estimaba que para optimizar el objetivo de estas actividades se realizaran cada quince días en lugar de los siete dispuestos, por la sencilla razón de que los sitios que se visitaban eran relativamente pocos, comparados con el número de paseos escolares que se hacían anualmente, resultando que a la mitad del año escolar los profesores ya habían agotado los principales puntos de atracción, por lo que se repetía la visita a los mismos lugares. Entre ellos se encontraban: el rancho de Toledo, la ex garita del Tepozúchitl, las canteras municipales, laguna de Flon y una serie de barrios (Santiago, Santa Anita, San Miguelito, San Matías y San Sebastián, Los Remedios y Xonaca);20 todos ellos en los alrededores de la ciudad. Esa circunstancia hacía que disminuyera el interés de los niños por los paseos, volviéndose monótonos y rutinarios, cuanto más si los profesores no cuidaban que les resultasen atractivos e instructivos.21

La profesora Torres describe cómo practicaban los paseos los profesores de la capital poblana. Las excursiones se realizaban por las mañanas y cada jueves, conforme a una distribución del tiempo propuesta por los directores de las escuelas primarias y aprobada por la autoridad; así que en las primeras horas de ese día se encontraban niños por todas partes de la ciudad que se dirigían a los establecimientos de instrucción primaria sostenidos por el gobierno y el municipio de Puebla. Una vez reunidos los alumnos en sus respectivas escuelas y llegada la hora de salir a la excursión, los profesores los formaban y los directores daban la señal de partida. Se emprendía la marcha y se seguía el camino que debía conducirlos al punto que de antemano se había elegido para ser visitado. Al llegar al lugar escogido cada profesor se co-locaba frente a su grupo y daba la lección que había preparado; terminadas las explicaciones, los maestros concedían a sus discípulos un lapso para que se entregaran libremente a sus juegos; por ejemplo, en este sentido el pedagogo higienista Luis E. Ruiz recomendaba para los niños la gimnasia basada en juegos libres, para incitarlos a la espontaneidad y diversión.

19 Ibidem, p. 9.20 Ibidem, p. 16.21 Ibidem, p. 10.

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Pasado ese tiempo de recreo, los alumnos se reunían nuevamente y regresaban a sus escuelas en el mismo orden en que habían partido, precedidos por su profesor. Una vez en la escuela se disolvía la reunión y cada niño se dirigía a su hogar.

Por término medio se empleaban 30 minutos de camino para llegar al lugar que debía visitarse, 30 para dar las lecciones, 60 de juegos libres, más otros 60 para reorganizar los grupos y volver a la escuela. De esta manera transcurrían las tres horas en las que se verifi caban las excursiones.

Sin embargo, la maestra Torres indica en su texto que muchos de los niños de instrucción primaria no asistían con regularidad a estos paseos sema-nales debido a varias razones. En primera instancia porque los padres de los alumnos no estaban convencidos de las ventajas de los paseos, ya que los juegos libres en el campo habían originado algunos accidentes físicos, cre-ando recelo entre los progenitores.22

Otra causa que infl uyó también para la inasistencia a estos paseos era que los pupilos maltrataban sus ropas durante los juegos libres, por tirarse de ella, trepar a los árboles o deslizarse desde las alturas que encontraban. Esta circunstancia llegó a inhabilitar a una parte de ellos para asistir a la escuela durante varios días, ya que los padres de los niños que asistían a las escuelas públicas no siempre podían proveerles de vestimentas nuevas inmediatamente, dada su precaria situación económica. En estos años fue frecuente que los profesores se enteraran de que algunos niños no concurrían a clases, ya fuese por falta de calzado, de ropa, de sombrero o gorra, e incluso por escasez de alimento.23

Como hemos referido, la condición pecuniaria de las familias que llevaban a sus hijos a la escuela pública no permitía a todos los padres alimentarlos convenientemente, lo que a veces ocasionaba que los escolares se desmayaran en tales paseos por efecto del ejercicio corporal: así, durante una de las excursiones una niña de la escuela Matamoros cayó repentinamente al suelo; cuando se averiguó la causa que originó el accidente se supo que tenía dos días sin ingerir alimentos, por lo que se hallaba sumamente débil. Otro

22 Ibidem, p. 11.23 Jiménez, Idea general del objeto que tienen las asignaturas, p.13.

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alumno de la escuela Benito Juárez se desvaneció de regreso del recorrido, manifestando que desde el día anterior no había comido.24

Las anteriores eventualidades contribuyeron a que muchos de los alumnos de las escuelas públicas de la capital poblana no concurrieran a las excursiones. Para combatir este ambiente, María Torres planteaba emprender una labor de convencimiento por parte del profesorado a los padres de familia, explicándoles las ventajas de las excursiones, tratando de desterrar el desprestigio de estas prácticas, pues ella encontraba que los benefi cios que reportaba a los niños eran varios: como la absorción de aire puro del campo, la estimulación de su curiosidad científi ca, el conocimiento del lugar en que se vivía, el desarrollo de su espíritu de observación y el cultivo de sus sentimientos éticos y estéticos.

Debido a que las excursiones se practicaban fuera del aula, su carácter disciplinario se tornó fl exible, situación que fue criticada por la comunidad y catalogada por algunos padres de familia, como “simple pérdida de tiempo, simple excursión de recreo”, a pesar de la opinión de los profesores que defendían todo lo que el niño podía aprender, como lo hacía notar la profesora Torres.

Esta polémica llevó a los profesores a establecer dos estrategias para evitar la dispersión en las excursiones escolares; fi jar claramente el fi n de cada visita, histórica, agrícola, industrial, topográfi ca, y exigir a los alumnos un relato escrito de su salida donde ordenaran claramente y con un buen nivel de redacción sus experiencias.25

Las estrategias efectuadas y la labor de persuasión realizada por los profesores porfi ristas poblanos, para que las excursiones escolares no fueran limitadas por los padres de familia, rindieron sus frutos, ya que el reglamento escolar de los años veinte aún establecía que durante la semana es-colar, que constaba de cinco días en las escuelas primarias del estado, una vez cada dos semanas, una jornada de la mañana o de la tarde, se destinara a las excursiones escolares.26

24 Torres, Excursiones escolares, pp. 12 -14.25 Martínez, “Educar fuera del aula”, p. 290.26 Reglamento General, 1922, pp. 12 -14.

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Consideraciones fi nales

Por lo hasta aquí planteado, podemos ver que el objetivo de las excursiones escolares que consistía en procurar que todos los alumnos no sólo se ejercitaran físicamente, sino también que estudiaran in situ materias como geografía, historia, ciencias físicas y naturales, a fi n de desenvolver armónicamente todas sus facultades observando objetivamente el entorno que los rodeaba, fue una innovadora e interesante asignatura que respondió al momento que en México y por ende en Puebla la educación vivía, particularmente la organización pedagógica de la escuela moderna mexicana, cuya prioridad era lograr el desarrollo intelectual, moral y físico de los educandos.

En la práctica, la realización de esta disciplina tropezó con algunos obstáculos en las escuelas primarias públicas de Puebla, debido a los cambios de días y horarios dispuestos. También infl uyó en su perjuicio el que este curso se cumpliera fuera del aula, ya que los padres de familia se quejaban que en los juegos libres, los niños/as terminaban con sus vestimentas deterioradas y, debido a sus precarias circunstancias económicas, no podían suministrar a sus hijos indumentarias nuevas. Sin embargo, el obstáculo mayor que encontró esta práctica pedagógica fue la dispersión del objeto mismo del curso, ejecutar al aire libre el desenvolvimiento de las facultades intelectuales de los niños basadas en la observación, manipulación y examen empírico de distintos ámbitos que les rodeaban, de modo que los profesores de instrucción elemental se vieron precisados a buscar nuevas estrategias para el rendimiento de este práctico e innovador conocimiento escolar.

Fuentes y bibliografía

Archivos

ACEP Archivo del Congreso del Estado de PueblaAHEP Archivo Histórico del Estado de Puebla

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Hemerografía

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Documentos

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Reglamento General de la Ley de Educación Primaria del Estado de Puebla, Puebla, Tipografía, Escuela de Artes y Ofi cios del Estado, 1922.

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PORTALESDE LA ARCHIVÍSTICA

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DOCUMENTOS DE ARCHIVO EN LA NUBE: EVOLUCIÓN Y PROBLEMÁTICA

Juan Voutssas-M.*

* Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información -IIBIUniversidad Nacional Autónoma de México - UNAM; [email protected]

Resumen

Se presenta el concepto de “cómputo en la nube”, sus características detalladas y sus variantes. Se hace un análisis de su evolución desde los inicios de la computación hasta su estado del arte actual, a fi n de comprender sus características y cómo es que se ofrecen sus servicios hoy en día. Se analizan sus ventajas y desventajas en forma general, y más detalladamente en el ambiente de archivos, a fi n de resaltar, señalar los elementos que deben ser considerados por una institución de este tipo previos a una eventual migración hacia ese ambiente. Se analiza la nueva problemática emergente a los documentos de archivo puestos en este ambiente.

Palabras clave: documentos de archivo en la nube, evolución, estado del arte, problemática.

Abstract

The concept of “cloud computing” is presented, included its detailed characteristics and variants. An analysis is made about its evolution from the early days of computing to its current state of the art, in or-der to understand its features and how its services are offered today. The paper analyzes its advantages and disadvantages in general, with specifi c detail in the archives environment, highlighting the elements that should be considered by archives managers prior to an eventual migration to this environment. The new problems arisen by this even-tual migration to this environment are also analyzed.

Keywords: Records and Archives in the Cloud, Evolution, State of the Art, Problems and solutions.

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En la actualidad la computadora ENIAC tiene dieciocho mil bulbos y pesa treinta toneladas;

en un futuro, las computadoras tendrán sólo mil bulbos y pesarán una y media toneladas.

Revista Mecánica Popular, 1949.

En el último lustro se ha popularizado un concepto conocido como “cómputo en la nube”, –“Cloud Computing”, “informática en la nube”, “computación en nube” o “servicios en la nube”. Consiste en un modelo de acceso sobre demanda y en forma remota a recursos informáticos compartidos, –servidores, telecomunicaciones, aplicaciones, servicios, etcétera–, de una manera rápida, económica y fácilmente confi gurable a diversas necesidades de los usuarios. De acuerdo con las tendencias de los años recientes, el crecimiento del uso de estos servicios avanza a tasas vertiginosas, y cada día son más las personas y empresas que se mudan al uso de este tipo de servicios. Como muchas otras tendencias de las Tecnologías de Información y Comunicaciones –TIC–, se anuncia y se vende como la nueva panacea de estas tecnologías y se ponderan y se exaltan sus ventajas, supuestamente mucho mayores que sus desventajas. De hecho, muchos de los expertos en el tema y las grandes empresas alrededor de las TIC en el mundo no hablan ya de si las organizaciones emplearán este tipo de recursos, sino de cuándo lo harán, atraídas por los potenciales benefi cios percibidos, como la relación costo-benefi cio, la escalabilidad, el rendimiento y la fl exibilidad.

En efecto, para muchas organizaciones es una gran solución al acceso de servicios informáticos de manera práctica, que de otra manera no podrían tener o que les costaría muchísimo implementar y para ellas, no hay duda, es una excelente solución; pero estas ventajas no son universales ni absolutas, y existen muchas organizaciones para las cuales –por su propia naturaleza– las ventajas pueden verse seriamente cuestionadas o disminuidas por serias desventajas y por tanto es necesario refl exionar muy profundamente acerca de su contexto y de las condiciones y requerimientos de ese servicio antes de decidir mudarse a uno de ellos –y llegado el caso– es indispensable establecer claramente cuáles son las condiciones en las que el uso de ese servicio puede ser contratado, eliminando o disminuyendo sensiblemente

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esas desventajas hasta un punto en que sean aceptables y manejables por la organización. Entre estas organizaciones se encuentran particularmente aquellas que manejan documentos de archivo digitales. Las preguntas cruciales son: ¿conviene a una organización poner los documentos de archivo o sólo otros tipos de información en la nube?, ¿toda o sólo partes?, ¿en qué circunstancias?, ¿cuáles serían las condiciones mínimas aceptables?

Sin entrar en gran detalle y sólo con fi nes de establecer cuán poderosa es esta tendencia, la fi rma consultiva Gartner proyecta que el mercado global de “cómputo en la nube” ha pasado de noventa y un mil millones de dólares en 2011 a ciento nueve mil millones de dólares en 2012, y podría llegar a los ciento cuarenta y nueve mil millones de dólares para 2014 y hasta doscientos siete mil millones de dólares en 2016 [Gartner, 2008 y 2012]. La agencia de investigación Forrester afi rma que el mercado global de “cómputo en la nube” se incrementará de cuarenta y un mil millones de dólares en 2011 a doscientos cuarenta mil millones de dólares en 2014 [Ried et al., 2011]. La fi rma Deloitte predice que las inversiones en aplicaciones basadas en la nube por parte de las empresas dedicadas a las TIC pasarán de 2.24% en 2014 a 14.49% en 2020 y afi rma que en 2011 el gasto global en “cómputo en la nube” fue de diecisiete mil millones y pasará a ochenta y siete mil millones en 2013 [Callewaert, 2009]. La importante empresa de telecomunicaciones “Cisco” establece que el número de sesiones realizadas en computadores fue de aproximadamente sesenta mil millones de ellas en 2010, de las cuales 79% fueron realizadas en servidores propios de las organizaciones y 21% en la nube; para 2015, de ciento sesenta mil millones de tareas, el 57% será en la nube y sólo 43% en servidores propios [Cisco, 2010].

En particular para la región latinoamericana, de acuerdo con datos de la compañía de estudios de mercado “International Data Corporation” – TIC– , división Latinoamérica, 44% de las empresas de esta región ya usa o está ampliando alguna solución de Nube, mientras que otro 11% la considera como su iniciativa principal en 2013.1 En lo tocante a México, su uso todavía no está muy generalizado comparado con otras regiones del mundo, pero

1 International Data Corporation –IDC Latinoamérica–. (2013), “Predicciones 2013”. IDC Releases. 11 de enero de 2013. Disponible en: http://www.idclatin.com/releases/news.aspx?id=1444

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la situación tiende a cambiar. La empresa Business Software Alliance (BSA), realizó un estudio mundial para medir el “grado de preparación” de los países para el crecimiento en la nube y clasifi có a 24 países que conforman el 80% del mercado global de TIC según siete categorías de políticas que miden el nivel de preparación de los países para apoyar el crecimiento del “cómputo en la nube”; estas categorías son: privacidad de datos, seguridad informática, cibercrimen, propiedad intelectual, interoperabilidad tecnológica, buen entorno legal, libre comercio e infraestructura de TIC. México se ubicó en el lugar 14 de esa clasifi cación mundial, siendo el mejor colocado en América Latina como potencialmente apto para el crecimiento de los servicios en la nube [BSA, 2012].

PRONÓSTICO DEL VALOR MUNDIAL DE LOS SERVICIOS EN LA NUBE PÚBLICA, JUNIO 2012

Fuente: Gartner Group. “Forecast Public Cloud Services, Worldwide, 2010-2016, 2nd Quarter 2012 Update”

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Como puede observarse de los diversos indicadores anteriores, es incuestionable que existe una fuerte tendencia mundial al incremento del uso de estos servicios con proyecciones de crecimiento realmente considerables para los próximos años. En especial, han crecido mucho más aquellos que van dirigidos al uso por parte de las personas en proporción a los que se destinan al uso por parte de las organizaciones, pero esto puede cambiar muy rápido. Ejemplos muy conocidos de esos servicios personales en la nube son los referidos al correo electrónico personal: Gmail, Yahoo, Hotmail, GMX o Mail.com; mensajería de MicroSoft Messenger, GoogleTalk o Yahoo Messenger o comunicaciones vía Skype; guardado de fotos en Picasa, Flickr o Photobucket, y de videos en Youtube o Vimeo; redes sociales en Facebook, MySpace, Tweeter o LinkedIn; almacenamiento de archivos en Box.net, Mozy, Omnidrive, Xdrive o Amazon Web Services; colaboración en algún “Wiki”; consulta de noticias en los servicios del New York Times, El País, ABC, El Universal, Le Monde o algún servicio RSS en particular; música a través de iCloud, Grooveshark o last_fm; videos por Netfl ix. Nótese que muchos de ellos –habiendo iniciado como servicios personales– comienzan a ser cada vez más también de uso organizacional.

PARA EL 2014, MÁS DEL 50% DE LOS PROCESOS SERÁN EN LA NUBE

Fuente: “Cisco Global Cloud Index: Forecast and Methodology, 2010-2015

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En efecto, estos servicios existen y tienden a incrementarse sensiblemente y por tanto conviene entenderlos perfectamente, aunque no sea tan fácil defi nirlos. Como en muchas otras acepciones de Tecnologías de Información y Comunicaciones se reconoce en general un perfi l formado por una serie de conceptos asociados, aunque no exista una defi nición única; de hecho existen más de una veintena de ellas; Jeremy Geelan recopiló veintiuna de ellas y no son todas las que hay [Geelan, 2009] . Esto habla de que el concepto es todavía joven, se encuentra en proceso de evolución y conformación y requiere ser analizado y discutido de manera más formal, más allá del mundo de los negocios que simplemente ofrece esos servicios, –la mayoría de ellos sin aclarar exactamente qué es lo que ofrecen–. Para poder entenderlo cabalmente es conveniente hacerlo en tres etapas: la primera, estudiar las defi niciones provenientes de las organizaciones más acreditadas al respecto. En segundo lugar, estudiar la evolución y estado del arte del concepto y fi nalmente, desglosarlo en sus partes y analizar cada una de ellas.

Las defi niciones

Pregúntale a diez personas qué es la Nube y obtendrás once respuestas.

Bob Olwig, World Wide Technology Inc.

Antes de entrar en las defi niciones, conviene resaltar que la organización Global Language Monitor afi rma que “la nube” fue la cuarta palabra de moda más confusa de la década en lo relativo a tecnología; fue la más confusa en 2008 y la número dos en 2012.2 Esta organizació n utiliza un algoritmo propio denominado “Indicador Predictivo de Cantidades” o PQI para rastrear la frecuencia de palabras y frases tanto en lo impreso globalmente como en medios electrónicos; lo hace en internet a través de la “blogósfera” además del acceso a bases de datos propietarias. El PQI es un índice ponderado

2 Global Language Monitor, “Top Tech Buzzwords Everyone Uses But Don’t Quite Understand”, marzo, 2012. Disponible en: http://www.languagemonitor.com/category/high-tech-buzzwords/

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que considera cambios a corto plazo, tendencias a largo plazo, así como la “inercia” y la “velocidad” de estos cambios.

En 2012, Wakefi eld Research realizó un estudio para la empresa Citrix en la unión americana acerca del conocimiento que el público en general tenía acerca de la nube. De entre estos resultados, destaca el hecho de que 54% de los encuestados afi rmaron no haber usado nunca la nube, aunque de otras preguntas subsecuentes pudo confi rmarse que 95% de ellos sí la había usado, sólo que no estaban al tanto de ese hecho. Un tercio de los encuestados contestó que el “cómputo en la nube” era “un proyecto del futuro”, y un sexto que era algo sólo para las personas que trabajaban en TIC; 51% contestó que las condiciones meteorológicas afectaban el rendimiento de la nube. Como puede verse, a pesar del amplio uso que el “cómputo en la nube” tiene a nivel de usuarios personales, es un concepto todavía muy poco comprendido por el gran público. [Citrix, 2012]

Pero la confusión no es tan sólo a nivel de las personas en general. En 2009, Daryl Plummer afi rmó:

Un reciente ar tículo de Sys-con en la revista ‘Cloud Computing’ pretende presentar veintiún defi niciones de ‘Cómputo en la Nube’. Después de leerlo me quedé impresionado por la lista de expertos, pero la lucha fue larga y difícil para encontrar alguna defi nición real en la obra. Para mí, uno de los mayores problemas que tenemos en TIC es la vaguedad e imprecisión de todo nuestro trabajo en torno a estos temas complejos, y este artículo sirve para aumentar mi preocupación, ya que incluso los expertos están utilizando descripciones muy imprecisas para tratar sus puntos.3

Como puede deducirse de lo anterior, “la nube” no ha sido y todavía no es un concepto fácil; ha sido y sigue siendo un concepto nebuloso.4

3 Plummer, Daryl, “Experts Define Cloud Computing: Can We Get a little definition in Our Definitions?”, 2009. Disponible en: http://blogs.gartner.com/daryl_plummer/2009/01/27/experts-define-cloud-computing-can-we-get-a-little-definition-in-our-definitions/ El artículo citado es: Geelan, Jeremy, “Twenty-One Experts Define Cloud Computing”, en: Cloud Computing Journal, 24 de enero de 2009. Disponible en: http://cloudcomputing.sys-con.com/node/6123754 Nebuloso: Falto de lucidez y claridad. - adj.: Difícil de comprender. - Argentina, Cuba y

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Entrando al terreno de las defi niciones, El National Institute of Standards and Technology (NIST), uno de los organismos más reconocidos en la industria de TIC en la unión americana, defi ne el “cómputo en la nube” como “un modelo para proporcionar por medio de la red acceso conveniente bajo demanda a un conjunto compartido de recursos computacionales confi gurables – por ejemplo redes, servidores, almacenamiento, aplicaciones y servicios–, los cuales pueden ser rápida y ubicuamente proveídos con un mínimo de esfuerzo administrativo y de interacción con el proveedor.” [Mell, 2011]

El NIST establece también cinco características esenciales del “cómputo en la nube”:

Autogestión “a la carta”. Un usuario puede gestionar de un cierto pro-veedor un cierto conjunto de recursos a voluntad, tales como tiempo de procesador en un servidor, capacidad de almacenamiento en discos, ancho de banda, etcétera, prácticamente sin ayuda humana, simplemente entrando al sitio web del proveedor y haciendo su selección.

Amplio acceso a la red. Los usuarios desean cada vez más acceso desde cualquier ubicación y en cualquier momento, por lo que el acceso a la red del proveedor tiende a ser cada vez más ubicuo, con mayor velocidad y por medio de cada vez más diversos dispositivos: computadores, tabletas, agendas, teléfonos, etcétera.

Agrupación de recursos. Los recursos de cómputo del proveedor están organizados de tal forma que pueden ser usados dinámicamente por grupos de diversos usuarios, bajo un concepto de “multi-posesión” de recursos, como por ejemplo procesamiento, almacenamiento y ancho de banda de la red. El usuario puede utilizar en grandes cantidades este grupo de recursos sin un control o conocimiento acerca de la ubicación física exacta de los recursos proporcionados; el control y asignación es realizado por el proveedor.

Rápida “elasticidad”. Las capacidades de cómputo asignadas a un cierto usuario pueden ser suministradas o liberadas en lapsos muy

Uruguay - estado de incertidumbre, confusión y vaguedad - Vago, incierto, poco claro. (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua).

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cortos, de manera automática, de tal forma que el usuario tenga una percepción de capacidades ilimitadas. La mezcla de servicios adquiridos puede ser modifi cada fácil y rápidamente por el usuario de manera “elástica” o “fl exible”.

Servicio medido. El proveedor de servicios en la nube establece mecanismos que controlan y optimizan el uso de los recursos y cuenta con herramientas de supervisión, control y reporte que permitan a cada usuario saber exactamente cuáles recursos ha empleado, cuánto de cada uno, cómo y cuándo, y así pagar por lo consumido. [Mell, 2011]

Las cinco características esenciales del “cómputo en la nube” según NIST

Autogestión “a la carta”

Amplio acceso a la red

Agrupación de recursos

Rápida “elasticidad”

Servicio medido

El NIST distingue también tres “modelos de servicio” y cuatro “modelos de despliegue” de los servicios en la nube, los cuales analizaremos más adelante.

La CSA o Cloud Security Alliance, otra importante organización acerca de este tema, defi ne el “cómputo en la nube” haciendo más bien una caracterización básica:

Cómputo en la Nube es un nombre genérico para denominar a todos aquellos servicios de cómputo provenientes de la internet, ya sea por parte de un proveedor público o privado. Estos servicios pueden ser divididos en tres categorías: infraestructura, plataforma y software. Un servicio de la Nube tiene tres características distintivas que lo diferencian del simple almacenamiento –hosting– tradicional: se vende por demanda; por lo general, por minuto, hora o día. Es expandible: un usuario puede adquirir tanto como desee de un cierto servicio que le interese en cualquier momento dado y fi nalmente, el servicio está totalmente gestionado por el proveedor, por tanto el usuario sólo necesita un dispositivo personal y conexión a internet. [Cloud Security Alliance, 2011]

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Gartner defi ne el “cómputo en la nube” como: “un estilo de cómputo donde capacidades escalables y elásticas de Tecnologías de Información y Comunicaciones son suministradas ‘como servicio’ a clientes externos a través de tecnologías de internet”. Gartner también adopta y subraya las cinco características esenciales establecidas por el NIST.

Muchas de las defi niciones encontradas hacen mención que el concepto “cómputo en la nube” proviene del mundo de las telecomunicaciones, donde en los diagramas al respecto se acostumbraba representar al mundo exterior del entorno propio de una cierta organización gráfi camente con una “nube”, la cual representaba algo externo y amorfo al espacio local de ese ambiente institucional. Esto es verdad sólo en parte. En efecto, la fi gura de una “nube” se ha utilizado por décadas en diagramas para representar todo lo externo y amorfo a una organización y puede ser un antecedente gráfi co de la idea, pero defi nitivamente no es el concepto actual de “cómputo en la nube”. Éste es un concepto más complejo y que va más allá de simplemente decir “lo externo y amorfo”: tiene características muy defi nidas y modernas; es resultado de un largo proceso evolutivo y sigue evolucionando rápidamente. Para encontrar sus verdaderos orígenes lo que en todo caso debe buscarse son las primeras acepciones de “cómputo en la nube”, que es muy distinto a buscar acepciones sólo de “la nube”. Esta primera consideración es de extrema utilidad al momento de clarifi car defi niciones, ya que la diferencia es precisamente la fuente de muchas de las confusiones e imprecisiones al respecto. A nosotros nos interesa en especial en este momento el “cómputo en la nube” y por lo tanto desecharemos todo aquello que sólo hable de “la nube” en forma abstracta.

Después de un análisis minucioso de todas las defi niciones encontradas parece que el problema con tantas de ellas es que la mayoría de las personas u organizaciones han dedicado una gran cantidad de esfuerzo a precisar su defi nición con el máximo de detalle posible, para tratar de abarcar totalmente, –o al menos de forma más amplia–, el mundo actual de la nube. Si bien sus características y perfi l básico están ya claramente establecidos, sus variantes, modelos y ofertas de servicio, patrones de implementación, modalidades emergentes, etcétera, se encuentran todavía en proceso evolutivo. Ello signifi ca que cada vez que alguien trata de introducir una defi nición más completa debe integrar a ella una cada vez mayor cantidad

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de modelos de servicio, productos, prácticas, variantes, para poder hacer una defi nición exacta. Esto introduce una y otra vez términos y conceptos nuevos a las defi niciones, dejando incompleta a la defi nición de ayer, y cada proveedor la aceptará en mayor o menor grado en la medida que se apegue a su perfi l y características. Pero eso la convierte en un blanco que está en constante movimiento y por tanto casi imposible de alcanzar, pues no se estabilizará, –al menos no pronto–, ya que seguirán surgiendo variantes y novedades que mantendrán el concepto –y por tanto la defi nición– del “cómputo en la nube” en constante cambio y evolución.

Por lo anterior parece que es particularmente útil observar las defi niciones más simples, aquellas que retratan el perfi l y características básicas del “cómputo en la nube” y conviene desechar aquellas que tratan de precisar el concepto muy a fondo y con detalle. De todas formas, este documento pretende analizar todos esos elementos fi nos complementarios que nos permitan entender íntegramente al concepto, pero que no necesariamente deben formar parte de la defi nición.

Sacando una resultante de todas las defi niciones observadas y descartando todos esos detalles superfl uos “de precisión” mencionados anteriormente es posible resaltar una cierta caracterización común y sencilla que puede ser establecida al respecto. En resumen, este concepto plantea un modelo de asignación y consumo de recursos de computación provenientes de una red a elección y bajo demanda, como un “menú a la carta”. El “cómputo en la nube” consiste entonces en “un conjunto de recursos informáticos de equipo, programas y aplicaciones, almacenamiento, procesamiento, comunicación, información, etcétera, que pueden ser rápida y ubicuamente suministrados como servicio vía una red por un cierto proveedor y ampliamente escalados en función de las necesidades de un cierto usuario”. Puede observarse también que durante varias décadas el esquema comercial del aprovisionamiento de equipo de cómputo, programas, etcétera, había sido manejado como la provisión de pro ductos. A diferencia de ello, el modelo conceptual de Cómputo en la Nube consiste en la entrega de cómputo como un servicio en vez de como un producto, a través de recursos compartidos sobre una red, en el cual equipo, aplicaciones, almacenamiento, información, infraestructura, etcétera, son proveídos al igual que los servicios comunitarios de agua, electricidad o gas.

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En cuanto a la edad del término, existen varias hipótesis acerca de su origen, más allá de la vaga abstracción de sólo “la nube”. En la publicación electrónica Cloud Computing Journal puede leerse esta referencia:

En mayo de 1997, la empresa NetCentric de Cambridge, Massachusetts, solicitó registrar la marca ‘Cloud Computing’ en la categoría de Educación y Servicios de Entretenimiento. La descripción proporcionada a la ofi cina para el registro es el de ‘servicios educativos; a saber, la realización de con ferencias, cursos y seminarios sobre informática mundial o redes de comunicaciones’. La empresa abandonó la solicitud en abril de 1999. El número de serie de la patente EUA fue 75291765.5

John Willis consigna en su blog que la acepción más antigua que él ha encontrado de “cómputo en la nube” se encuentra en agosto de 2006 en una ponencia de Eric Schmidt de la empresa Google donde describe una aproximación del “Software como Servicio” o “Saas” como “cómputo en la nube”.6 De una revisión hecha en la literatura al respecto, se observa que el término empezó a popularizarse a mediados del año 2007.

5 “Cloud Computing Journal”. Disponible en: http://cloudcomputing.sys-con.com/node/7950546 Willis, John M, “Who coined the phrase ‘Cloud Computing?’, en: John M. Willis blog, 31 de diciembre de 2008. Disponible en: http://johnmwillis.com “Conversation with Eric Schmidt hosted by Danny Sullivan”, Search Engine Strategies Conference, 9 de agosto de 2006. Disponible en: http://www.google.com/press/podium/ses2006.html

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La evolución

No veo ninguna razón por la que alguien pudiera desear una computadora en su casa.

Ken Olson, Presidente ejecutivo y fundador

de Digital Equipment Corporation en la convención “Futura Sociedad del Mundo”

en Boston, 1977.

Más allá de las defi niciones y para profundizar en el conocimiento del Cómputo en la Nube conviene estudiar la evolución del concepto hasta nuestros días y no sólo del término. Es importante notar que “la nube” no es una aportación tecnológica en sí misma, sino la evolución y concurrencia de varias tecnologías disponibles para optimizar el uso de una cierta infraestructura computacional existente que reduce los obstáculos y costos para que personas y empresas accedan a esa infraestructura. Para entender cómo se dio esta evolución es conveniente utilizar la sencilla división en el tiempo conocida como “las tres olas” de la computación [Poe, 1994].

De acuerdo con esta división, la “primera ola” de la computación – la cual abarcó desde principios de los cincuenta hasta mediados de los ochenta– comprendió la época de los grandes computadores centrales o “mainframes”. Esos equipos eran adquiridos por grandes organizaciones para llevar a cabo sus propias actividades informáticas a gran escala en automatización, procesamiento de datos y/o manejo de base de datos. El esquema básico remite al concepto actual: un computador central muy poderoso proveía todos los recursos de equipo, sistema operativo, programas, almacenamiento, etcétera, a todos sus usuarios, a través de múltiples terminales conectadas a esa computadora central para desempeñar así las actividades deseadas. Por lo mismo se habla mucho actualmente del “regreso del mainframe”, o que el cómputo en la red es un “regreso al futuro”, etcétera.

En sus primeras épocas, esos primeros computadores únicamente podían procesar una sola tarea de un usuario a la vez, por lo que todas las actividades se formaban en una línea de espera y se iban desahogando en

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función de la capacidad del computador. Algunas soluciones temporales se idearon; por ejemplo: se hacían varias fi las o “colas” dependiendo de la cantidad de recursos de computador que cierta tarea requiriera; a las que requerían pocos recursos se les formaba en una fi la de alta prioridad, la cual sería desahogada rápidamente, y conforme las tareas requirieran de más recursos se les iba formando en una fi la de baja prioridad, la cual obviamente tardaría más. Algo así como la actual “fi la expresa” de los bancos si el usuario desea hacer sólo una operación en contraste con la fi la para múltiples operaciones.

A fi nes de los cincuenta varios expertos fueron introduciendo un concepto más avanzado; en 1957, sólo cinco años después de que apareciera la primera computadora comercial, Robert W. Bemer presentó la idea del “tiempo compartido” –time sharing– en el hoy famoso artículo “How to consider a computer”.7 Hasta la fecha, no se ha encontrado ningún documento previo que describa la idea del tiempo compartido en un computador en un contexto comercial. La importancia de ese concepto es que revolucionó el uso de los computadores y abrió la puerta para lo que es hoy en día la internet. Esta red simplemente no podría existir sin el tiempo compartido, ni tampoco el “cómputo en la nube”. La idea es simple pero brillante: se observó que durante prácticamente todas las tareas dentro de un computador, los usuarios creaban “andanadas” de procesamiento seguidas por relativamente largas pausas o inactividad del procesador del computador debido a que éste, al ser muy rápido, pasaba tiempos ociosos entre tarea y tarea mientras los procesos de entrada y salida tomaban lugar: tecleo de instrucciones o datos por parte del usuario, lectura o impresión de datos, carga de programas a la memoria principal, montado o desmontado de cintas magnéticas, etcétera. Esas etapas de inactividad acumulaban una considerable cantidad de “tiempos muertos” dentro del procesador a lo largo del desarrollo de una cierta tarea. Pero si fuese posible que las tareas de un grupo de usuarios fueran introducidas simultáneamente al procesador y durante la pausa de un usuario se pudiera asignar ese procesador a otros usuarios, ello signifi caría que las pausas de uno en un momento dado serían consumidas por actividad de los otros y así el procesador prácticamente

7 Bemer, Robert W, “How to consider a computer”, en Automatic Control Magazine, Data Control Section, marzo de 1957, pp 66-69.

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nunca se detendría ni estaría ocioso. Aunque fuesen fracciones de segundo, el acumulado de este tiempo rescatado haría muchísimo más efi ciente el rendimiento del computador en general. Aunque la idea no fue fácil de implementar, una vez desarrollada y hallado el tamaño óptimo del grupo de usua rios, el rendimiento total del equipo se incrementó notablemente y se hizo de muy alta efi ciencia.

De esta forma, comenzó a aplicarse el tiempo compartido de un procesador, el cual otorgaba alternativamente pequeños espacios de atención y proceso a varios usuarios en varias tareas a la vez y podía desahogar así de manera mucho más efi ciente la fi la de tareas pendientes. Esto desembocó en el concepto del computador “multiusuario” y “multitarea”, condición indispensable para el servicio en red actual. John McCarthy desarrolló el primer proyecto que utilizaba el tiempo compartido en un computador a fi nes de 1957.8 Durante los siguientes años varios expertos –Bauer, Strachey, Fano y Corbató–9 contribuyeron enormemente al desarrollo de este concepto, el cual incrementó enormemente el costo-benefi cio de los grandes computadores, llevándolos así a su época de mayor auge en la década de los setenta. Desde principios de los sesenta –una vez que la idea estuvo madura–, surgieron los primeros servicios ofrecidos a organizaciones provenientes de empresas dedicadas a ello conocidas genéricamente como “Service Bureau”. Los primeros sistemas basados en este modelo consistían en un gran computador central al cual se conectaban los usuarios usando teletipos10 o terminales de pantalla o papel a través de módems de acceso

8 McCarthy, John, Reminiscences on the History of Time Sharing, Stanford University, 1983, Winter or Spring. Disponible en: http://www-formal.stanford.edu/jmc/history/timesharing/timesharing.html9 Bauer, Walter F, “Computer design from the programmer’s viewpoint”, en Procedures of the Eastern Joint Computer Conference, Philadelphia, PA, 3-5 de diciembre de1958, American Institute of Electrical Engineers, julio de 1959, pp. 46-51. Strachey, Christopher, “Time Sharing in Large Fast Computers”, en Procedures of the International Conference on Information Processing, UNESCO, junio de 1959, B336-B341.Fano, Robert M.; Corbató, Fernando J., “Time-Sharing on Computers”, en: Scientific American Magazine, septiembre de 1966, pp. 129-140. 10 El teletipo era una especie de máquina de escribir conectada a una línea telefónica por medio de la cual se podían enviar o recibir mensajes. La impresión se hacía sobre un rollo continuo de papel por medios mecánicos. Véase: University of Columbia; History of Computing: Teletype. Disponible en: http://www.columbia.edu/cu/computinghistory/teletype.htmlLa terminal de papel era semejante, sólo que en vez de un rollo de papel continuo se imprimía

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telefónico, de línea o acoplados acústicamente operando a 10 o 15 caracteres por segundo. El sistema de tiempo compartido proporcionaría al usuario una plataforma operativa completa, que podía incluir uno o varios sistemas operativos, programas, almacenamiento de archivos en-línea, en disco o fuera de línea en cintas magnéticas, impresión masiva o procesamiento de información, como por ejemplo nóminas. Los usuarios pagaban un cierto precio por los segundos de uso de tiempo del procesador, por hora de tiempo de conexión, por alquiler de la terminal, por cada kilobyte por día, semana o mes almacenado en disco o cinta, etcétera.

Este modelo de servicio fue bastante utilizado en los Estados Unidos de América y Europa durante un par de décadas. Pueden seguirse las historias de empresas exitosas en este rubro tales como Tymshare, Service Bureau Corporation, National Computer Software Systems o NCSS, Dial-Data o Infonet, una compañía de los EUA que extendió sus servicios hasta México; no confundir esta última compañía con la red homónima que utilizó el CONACyT en la década de los ochenta. Como referencia, la “Guía Auerbach de tiempo compartido” –Auerbach Guide to Time Sharing–11 en su edición de 1974 consigna 137 diferentes empresas de servicios de tiempo compartido con cobertura en la Unión Americana.

Esos servicios y empresas son los más remotos antecedentes del actual “cómputo en la nube”, pero no debe pensarse que eran iguales a los de hoy. Pueden establecerse grandes diferencias de los servicios de empresas bajo tiempo compartido de esa época con los actuales; la primera gran diferencia se encuentra en las telecomunicaciones: en ese entonces el mundo de las comunicaciones electrónicas estaba en una etapa muy primitiva; sólo existían las comunicaciones vía líneas telefónicas o telegráfi cas y no había líneas especiales para datos; ello se hacía usando las líneas convencionales telefónicas utilizándolas expresa y exclusivamente para envío de datos de

sobre hojas continuas de computadora de 132 caracteres de ancho. Véase: University of Columbia; “History of Computing”: DEC Writer. Disponible en: http://www.columbia.edu/cu/computinghistory/la36.htmlEl módem acústico era especial que tenía un acoplador de hule o goma para poner en él el auricular del teléfono y lograr así la comunicación. Funcionaban bien sólo a bajas velocidades: hasta 30 caracteres por segundo. Véase: University of Columbia; History of Computing: Coupled modems. Disponible en: http://www.columbia.edu/cu/computinghistory/couplers.html11 Auerbach Guide to Time Sharing, Auerbach Publ, 1974, 120 pp., ISBN: 0877691975.

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un equipo a otro. Las comunicaciones de radio o TV se hacían por medio de antenas y eran de tipo local hasta donde su potencia las podía llevar, por lo general algunas decenas o unas pocas centenas de kilómetros. Los cables trasatlánticos eran de cobre, sólo existían unos cuantos y tenían una capa-cidad de transmisión muy limitada. El primer satélite de comunicaciones, el “Telstar”, no fue lanzado sino hasta 1962, con una cobertura muy pequeña y una capacidad muy limitada. Entre sus sucesores, el Syncom 3 permitió por primera vez en 1964 las comunicaciones sobre el Océano Pacífi co y el famoso Intelsat o “Pájaro Madrugador” permitió por primera vez hacer lo mismo sobre el Atlántico en 1965, pero a través de ellos se transmitía en ese entonces casi totalmente telefonía y TV; muy pocos datos. Las computadoras se conectaban por lo general a sus terminales por medio de una línea “punto a punto”; es decir, un cable expresamente tendido para unir a los dos equipos, o usando los servicios telefónicos existentes con un módem muy precario, sobre una línea analógica y por tanto lenta, a costos muy altos y sujeta a innumerables fallas técnicas. Las primeras redes de datos surgieron hasta bien entrada la década de los setenta y sus coberturas eran muy locales. Nada global había al respecto. En esas épocas existía además en México otro obstáculo: la “Ley de Vías Generales de Comunicación”, vigente desde febrero de 1940, la cual prohibía expresamente en su artículo 394 el envío de datos a través de líneas telefónicas; en el año de su promulgación se consideraba que eso era una competencia desleal con la “Red Nacional de Comunicaciones Eléctricas” operada por el Estado, quien tenía exclusividad en telegrafía y radiotelegrafía.12 Con el correr de los años y con el advenimiento de los computadores en México nunca se reglamentó ni aclaró si los datos en formatos digitales emitidos por un computador y enviados a través de un módem con línea telefónica eran otro tipo de información, y por tanto en teoría su uso era ilegal y como no estaba reglamentado era en consecuencia muy esporádico e informal. Esta disposición sólo se aclaró en forma defi nitiva y se abrogó prácticamente

12 México, “Ley de Vías Generales de Comunicación”, Diario Oficial de la Federación, 19 de febrero de 1940, p. 41. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/lvgc/LVGC_orig_19feb40_ima.pdf. En este artículo se hace mención a “telefonemas” en su acepción de “despachos telefónicos”, además de “despachos escritos” y “reportazgos de prensa”.

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hasta la puesta en servicio de los satélites mexicanos de telecomunicaciones “Morelos” I y II en 1985.

En segundo lugar la diferencia entre los servicios de empresas bajo tiempo compartido y los servicios en la Nube tiene que ver con estándares e interoperabilidad. En esa primera época de computadores centrales cada fabricante de ellos fabricaba también su o sus sistemas operativos. Nada era intercambiable o usable entre distintas marcas de equipo. La manera de guardar archivos en un disco o cinta difería de una marca de computador al otro y hasta la manera de representar los caracteres de texto variaba de un equipo al otro; esto implicaba una nula interoperabilidad entre equipos.13

Prácticamente ningún programa o archivo creado en una cierta marca y modelo de equipo era intercambiable hacia otro. En todo caso y si era imprescindible hacerlo se debía escribir un programa “convertidor” de programas o datos de un equipo hacia el otro. Los estándares tan simples como ASCII para representar los caracteres de manera homogénea en cualquier equipo, tardarían en aparecer.14 De hecho, la idea básica que hizo nacer a UNIX a fi nes de los sesentas fue precisamente la de tener un sistema operativo que pudiese ser utilizado indistintamente en diversas marcas de computadores. Lo mismo pasaba con las telecomunicaciones entre computadores: el protocolo de comunicación que era válido para una marca no lo era para otras. La idea de la interoperabilidad entre comunicaciones fue también uno de los factores que dio inicio a internet. No fue sino hasta bien entrados los setenta cuando surgieron los primeros estándares en protocolos de comunicación de datos entre equipos, como por ejemplo el X.25 o el BBS. El mayor protocolo de comunicaciones de internet, el TCP/IP, no sería una realidad práctica sino hasta 1982 [Eisner-Gillett et al., 1997]. En resumen, la falta de estándares e interoperabilidad difi cultaba enormemente la provisión de servicios en el tiempo compartido, ya que el usuario quedaba prácticamente atado al entorno tecnológico del proveedor principal o de los complementarios.

13 Interoperabilidad: la capacidad que tienen equipos, programas y/o sistemas para comunicarse y trabajar conjuntamente con otros diferentes a ellos sin ajustes o cambios especiales.14 La primera versión del código ASCII apareció hasta 1963; se volvió estándar oficial en los EUA hasta 1968 con el nombre ANSI X3.4; tardaría todavía algunos años en ser adoptada por todos los fabricantes de equipos y en volverse mundial.

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La tercera diferencia son los costos: en aquellas épocas, el costo de equipos de cómputo y sus accesorios era infi nitamente más grande que el de los actuales en proporción con su rendimiento. Además, cada equipo era dividido entre unos cuantos usuarios y no entre cientos o miles como suce de actualmente, por lo que la relación costo-benefi cio era muchísimo menos atractiva en aquellas épocas. Por ejemplo, una computadora muy usual en las primeras épocas del tiempo compartido fue la IBM/360. En 1964, ese modelo costaba entre 133,000 y 5’500,000 dólares [IBM, 1964]. Una confi guración promedio para esta clase de actividades compartidas oscilaría alrededor de 2.8 millones de dólares. Esa máquina sería utilizada por un puñado de usuarios por lo que el promedio de pago por cada uno de ellos representaría cantidades muy altas, lo cual limitaba el acceso de este servicio al alcance de sólo unas cuantas organizaciones que tuvieran un considerable poder económico. Ni qué decir del magro rendimiento de esas máquinas comparadas con las actuales.

No obstante todas las limitaciones enunciadas, los primeros servicios de empresas bajo tiempo compartido demostraron la viabilidad de este concepto, fueron rentables económicamente para proveedores y clientes y abrieron las puertas hacia futuros desarrollos.

La “segunda ola” de la computación vino con el desarrollo y popularización de la computadora personal –Personal Computer o simplemente “PC”–. Esta “ola” abarcó desde mediados de los setenta hasta fi nes de los noventa. Durante la década de los setenta la miniaturización de los circuitos llevó al auge del circuito integrado monolítico o “chip”, en el cual se integraban cada vez más y más capas de circuitos con mayor complejidad y potencia y a la vez más compactos; lo mismo sucedió con los dispositivos de almacenamiento y de entrada / salida. Esto ocasionó que los fabricantes pudiesen ofrecer a la venta computadores más económicos y más compactos, destinados a pequeñas organizaciones o a pequeñas unidades dentro de una gran organización y que requiriesen tener su propio equipo de cómputo. Éste había sido un sueño que había comenzado desde la aparición comercial de los primeros grandes computadores centrales. Muchas empresas medianas o pequeñas o departamentos dentro de instituciones mayores deseaban tener un computador más pequeño pero que se pudiese adquirir a un precio razonable y sobre el cual pudieran tener control total, más allá del uso de un computador

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centralizado para toda la organización, o de acceder a un servicio de tiempo compartido. Esto se hizo realidad tenuemente hacia fi nes de los sesenta con la aparición de los minicomputadores y tuvo su gran auge durante los setenta y ochenta. En la tabla al fi nal del texto puede verse con detalle el número de equipos vendidos de 1960 a 1984 en la Unión Americana de acuerdo con los datos de la Asociación de Fabricantes de Computadores de los EUA y que sirve para captar gráfi camente esta evolución. Nótese que ellos establecen que estos equipos, los minicomputadores, son aquellos que costaban entre veinte mil y doscientos cincuenta mil dólares. Éstos no eran en absoluto equipos personales, pero fueron cerrando poco a poco la brecha de precio y potencia para que hacia fi nes de la década de los setenta aparecieran los primeros equipos ya considerados “personales” o de pequeña empresa. El ya mencionado proceso de miniaturización, producción en masa y consecuente abaratamiento de componentes llevó a este estadio de la computación, el cual detonó en las últimas dos décadas del siglo pasado, llevando el equipo y los procesos de cómputo cada vez más a nivel de las personas.

Durante esta segunda ola, el énfasis era que el procesamiento de información puede y debe hacerse en el propio equipo del usuario, por lo que se observa el desarrollo y auge de todo tipo de aplicaciones para benefi cio del usuario personal: los programas ofi máticos: procesadores de texto, hojas de cálculo, presentadores, editores de imágenes, música o video, etcétera. Por lo mismo se observa la tendencia de que cada vez los equipos personales fuesen más y más poderosos en procesador, memoria, discos, monitores, etcétera, sin salirse de un precio “personal”, buscando siempre que el usuario se volviese “autosufi ciente” en su capacidad de procesamiento de información con su propio equipo.

La “tercera ola” de la computación con el “cómputo en red” y el “cómputo en la nube” se produce con el advenimiento de la globalización y estandarización de las telecomunicaciones en la década de los noventa y el perfeccionamiento de los principales servicios de la red: correo electrónico, la World Wide Web, sus navegadores, los protocolos internacionales de conexión y transferencia, la diversifi cación y personifi cación de los dispositivos móviles, etcétera. Todos estos elementos crearon el ambiente propicio para la llegada de esta “tercera ola” de la computación, la cual corre actualmente y sigue evolucionando.

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Como en las anteriores, la idea básica se fue gestando desde antes. En 1984, John Gage, de la empresa Sun Microsystems, acuñó la frase “la red es la computadora” –“The Network is the Computer”– para describir la entonces emergente idea del cómputo apoyado en redes. En él, básicamente, el concepto de “cómputo en red” consiste en “un conjunto de computadores autónomos –esto es, que ninguno controla al otro– interconectados entre sí –es decir, que pueden compartir mensajes y/o datos entre ellos vía una red– .15 Tal vez hoy en día esto pueda parecer muy obvio, pero en su época fue un concepto muy avanzado, dado el contexto de la misma. Debe tenerse en cuenta que, en ese entonces, el advenimiento de los muy mejorados y cada vez más poderosos y más económicos equipos personales de escritorio, y la falta de una red global de comunicaciones ponía en duda este concepto. No obstante, la empresa Sun adoptó la frase como su lema comercial, y desde esa época ha hecho múltiples propuestas de plataformas y modelos en este sentido, apoyando esa premisa de que las computadoras sólo alcanzarían su verdadero potencial trabajando en red; en un principio lo hicieron con un esquema que es hoy conocido como “cómputo distribuido en la red” con mayor o menor éxito, pero que fue evolucionando junto con las demás empresas fabricantes hacia el concepto actual de Cómputo en la Nube. Casi treinta años después, el tiempo ha dado la razón a Gage y lo sitúa como uno más de los precursores del “cómputo en la nube”. Curiosamente, en ese mismo año de 1984, William Gibson acuña el término de “ciberespacio” en su hoy famosa novela de ciencia-fi cción Neuromante, para describir el espacio virtual donde coexisten todas las infraestructuras de redes de telecomunicaciones, sistemas, etcétera, formando la experiencia social en la que las personas realizan múltiples actividades e intercambian información, bienes y servicios.16 Cabe subrayar que este concepto de alta compartición de recursos en red era ciencia-fi cción en 1984.15 Computer networks: Networking today, Course Introductory Materials, Worcester Polytechnic Institute, 2010. Disponible en: http://web.cs.wpi.edu/~cs4514/b98/week1-intro/week1-intro.html16 Gibson, William, Neuromancer. New York, Ace Science Fiction, 1984, 277 pp. ISBN: 0-441-56956-0. Editado en Español como: Neuromante, Barcelona, Minotauro, 1989, 317 pp. “[...] el ciberespacio; una alucinación consensuada experimentada a diario por millones de operadores en cada nación, por niños que aprenden conceptos matemáticos [....] una representación gráfica de datos abstraídos de los bancos de cada computador en el sistema humano. Inconcebible complejidad. Líneas de luz alineadas en el no-espacio de la mente, racimos y constelaciones de datos. Como las luces de la ciudad, desvaneciéndose [...]”

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El concepto básico de “cómputo en red”, madurado y desarrollado a lo largo de los años por varias empresas, dio origen al modelo de cómputo “clien-te-servidor”. Bajo este modelo, una computadora de tipo personal –el “clien te”– puede interactuar con un computador de tipo organizacional, – el “servidor”–, en una red no ya tan sólo como una “terminal” que se limita a enviar instrucciones y a recibir datos. En este concepto, parte del software de procesamiento está en el servidor y parte en el cliente; el servidor hace la parte más pesada del procesamiento y el cliente o computadora personal realiza la parte más sencilla del mismo. El ejemplo más notorio de este concepto quizá sea el de los navegadores o “browsers” para la red. Todos los navegadores web son un programa “cliente” que una vez instalado en un cierto dispositivo personal puede solicitar servicios –en este caso el acceso a páginas web– a un servidor web que se encuentra remoto en la red, el cual se encargará de proporcionarlos; el dispositivo local se en carga de la edición en pantalla, gracias al metalenguaje HTML incluido en el navegador. Para ello, se requiere de la aplicación o software del navegador instalado en el cliente y en el servidor, y que el servidor tenga además instalado el protocolo de servidor HTTP. Además, ambos cuentan con el software instalado de protocolo TCP/IP que permite a los computadores intercambiar información entre ellos. Este modelo de proceso compartido se ha ido perfeccionando y popularizando más y más con los años, y aunque ya casi no se le denomina con ese nombre, la idea o modelo como tal es todavía muy común en aplicaciones actuales en la nube.

Este modelo funcionó desde la época de los burós de servicio como una renta de partes de equipo de cómputo y programas en una estructura conocida como “multi-instancia” –multi-instance–; en este tipo de estructura existe una copia de un programa de software atendiendo a cada usuario –y probablemente varias piezas de hardware exclusivas para cada uno de ellos: procesadores, memoria, almacenamiento, etcétera–. En la estructura conocida como “multi-propietario” –multi-tenancy–, una pieza de software atiende a múltiples usuarios simultáneamente y todos ellos comparten los recursos, cada uno con su propia partición de trabajo y en donde la información de unos no puede ser vista por otros. Es decir, sobre un único recurso operan múltiples usuarios que son “dueños” –por así decirlo– del mismo; de ahí el nombre. En la actualidad se utilizan ambas estructuras

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en el “cómputo en la nube”, si bien la última tiende a ser más utilizada. Podemos además distinguir una variante denominada “cómputo en malla”, en la cual se aplica gran potencia de procesamiento en forma simultánea proveniente de múltiples recursos de cómputo concurrentes en red para resolver un cierto problema específi co. A esta estructura se le llama una “malla” de computadores, –de ahí el nombre–. En ella los procesadores de múltiples servidores –pueden llegar a ser miles de ellos– se unen para formar poderosos nodos de computación, los cuales pueden ser dinámicamente asignados a un cierto usuario que de esta forma tiene a su disposición en un cierto momento un enorme poder de cómputo. Este modelo se usa mucho en el ambiente de supercómputo.

En esta “tercera ola” se han ido conjuntando una serie de elementos que le dan viabilidad y la han ido conformando, y que la hacen diferente de las características básicas de las dos “olas” anteriores:

La cada vez mayor estandarización e interoperabilidad en formatos y aplicaciones a lo largo de varias plataformas; por ejemplo navegadores que funcionan en múltiples sistemas operativos, como Mozilla Firefox, que puede ser instalado en equipos Windows, UNIX, Linux, Apple, etcétera. Formatos generalizados horizontalmente a lo largo de múltiples dispositivos, como por ejemplo los formatos pdf para textos, mp3 para sonido, mp4 para video, o jpg para imágenes, entre muchos otros. Sistemas operativos para móviles que funcionan en una amplia variedad de equipos: teléfonos, agendas, tabletas, etcétera; como por ejemplo “Android” o “iOS”.

La globalización y estandarización de las telecomunicaciones, en especial con sus características de redes troncales de internet, la red móvil 3G y 4G,17 conectividad inalámbrica, la banda ancha, etcétera.

La evolución de los equipos personales de cómputo de escritorio hacia dispositivos cada vez más móviles y diversifi cados: laptops,

17 “4G” es una nomenclatura que denomina la cuarta generación en la evolución de las tecnologías 2G y 3G de red de telefonía móvil. La principal ventaja de las redes 4G sobre sus predecesoras es la velocidad. Sus estándares de construcción, como el Wimax y el LTE funcionan con transferencias de descarga arriba de los 40 megabytes por segundo y transferencias de 10 megabytes por segundo de subida. Tiene menos pérdidas y fluctuaciones que las generaciones anteriores, aun con el usuario en movimiento.

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netbooks, tabletas, asistentes personales digitales, agendas y teléfonos inteligentes, lectores de libros electrónicos, etcétera. Esto ha implicado el “adelgazamiento” de estos dispositivos: procesadores menos poderosos, memorias RAM con menor capacidad, discos duros menores o inexistentes, ya que bajo el concepto del “cómputo en la nube” el procesamiento de datos, almacenamiento, etcétera, toma lugar mayormente en el servidor de la red y el dispositivo del usuario simplemente es un emisor, receptor y visualizador de la información. Nótese que en este sentido la tendencia es inversa a lo que se observó con el desarrollo de los minicomputadores y los equipos PC o personales.

Como puede observarse de esta evolución hay ciertos elementos que fueron cruciales para ir dando forma al concepto actual de “cómputo en la nube”:

El concepto original de “tiempo compartido”, el cual permitió que un computador central pudiese distribuir sus recursos simultáneamente entre varios usuarios con varias tareas a la vez.

El desarrollo de circuitos integrados que permitieron la mini-aturización, producción en masa y abaratamiento de equipos.

El advenimiento y popularización de la computadora personal. El concepto y desarrollo del concepto de “cómputo en la red” y del

modelo cliente-servidor. El gran desarrollo de la red global de comunicaciones y sus

protocolos, que desembocó en la creación y popularización de la internet, en especial, la red móvil.

La diversifi cación y popularización de dispositivos electrónicos “portátiles” de cómputo y telecomunicaciones.

El desarrollo y popularización de programas, aplicaciones y servicios disponibles para el gran público.

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Puede notarse de la unión de todos estos elementos que, aunque habían existido algunos de ellos en las décadas anteriores en forma similar o parecida, era necesaria la conjunción de todos ellos para que los servicios de “cómputo en la nube” pudiesen ser una realidad. A continuación se presenta una pequeña tabla que resume los puntos esenciales de las tres “olas”:

Mainframe Minis y PC Cómputo en la nube

Tiempo compartido Tiempo total para el poseedor Multi-propietarios

Buró de servicios Numerosas empresas especializadas

Comunicaciones sólo “punto a punto”

Cómputo en redes incipiente

Alta conectividad - global - 4G

Programas propietarios no interoperables

Programas medianamente interoperables

Programas altamente interoperables

Toda la tarea se hace en el servidor

La tarea es parte cliente y parte servidor

La tarea se hace distribuida en la nube

Software centralizado en servidor Software descentralizado Software distribuido

Sólo accesible a grandes organizaciones

Accesible a mayores públicos

Accesible a grandes públicos

Se accede vía terminales y módems

Se accede con PC, módem, LAN

Se accede con múltiples móviles

Grandes, complejos y caros contratos Compra “en caja” Se accede con múltiples

móviles

Es necesario también resaltar que si bien todas estas características ya existen hoy en día, en la tecnología y en las capacidades de negocio de nuestra época, no todos los países y empresas pueden ofrecerlo, ni a todas las personas y no siempre a precios “populares”. Es decir, aunque todas las características existen hoy en día, no todas las personas y empresas del mundo tienen acceso a dispositivos móviles con buenas capacidades, y no todo el mundo puede pagar la red 4G o la banda ancha. En resumen, es difícil que en la actualidad alguien tenga todo en la nube: salvo empresas o personas con gran poder adquisitivo y que se mueven en zonas de alto

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desarrollo tecnológico, lo que observamos como patrón general es que la mayoría adquiere ciertos dispositivos con algunos servicios de “cómputo en la nube”. Buena parte de lo que hacen todavía es en forma local o personal. Esto implica un procesamiento de información “híbrido”: en parte hecho localmente y en parte en la nube, si bien, como hemos observado, la tendencia es a ir migrando cada vez más hacia los servicios en ésta y hacer menos procesamiento local conforme los servicios, capacidades y precios se van desarrollando.

Los modelos de servicio y despliegue que componen al concepto

“La Nube trata de cómo haces cómputo, y no dónde lo haces”.

Paul Maritz, CEO de VMware

Como última etapa para entender al “cómputo en la nube” es conveniente desagregar los modelos de servicio y despliegue que hoy en día lo componen, ya que en realidad el concepto es complejo y formado por todo un conjunto de servicios que concurren en la red.

En términos generales, el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) del Departamento de Comercio de los EUA dividió las variantes de “cómputo en la nube” en tres “modelos de servicio” básicos, también llamados “capas”:

MODELOS DE SERVICIO BÁSICOS EN LA NUBE

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“Software como servicio” –Software as a Service o SaaS–. En este modelo de servicio el usuario utiliza únicamente aplicaciones o programas que se ejecutan en un servidor remoto de un proveedor en red –en la nube– y no gestiona ni controla infraestructuras o plataformas en la que dichas aplicaciones corren, tales como tipo y/o modelo de servidores, sistema operativo, tipo de almacenamiento, redes, etcétera. A menudo el usuario no conoce ni las características ni la ubicación de esa infraestructura. Un ejemplo de este modelo de servicio son las aplicaciones para correo electrónico: Hotmail, GMail, Yahoo-mail, etcétera.

“Plataforma como servicio” –Platform as a Service o PaaS–. En este modelo el usuario puede desarrollar sus propias aplicaciones, ya sea para su red local o en la nube, y para ello renta el acceso a una plataforma18 de programación en la cual puede seleccionar sistema operativo, librerías, compiladores, paquetes, capacidad de almacenamiento, etcétera, pero sigue sin tener control sobre la infraestructura básica debajo de dicha plataforma. El usuario no gestiona ni controla las marcas o modelos de la infraestructura subyacente en la nube, como servidores, ruteadores o conmutadores de la red, ni tipos, marcas, o modelos de almacenamiento. El usuario tiene control sobre los programas desarrollados por él y la confi guración, pero no más. Como ejemplo de este modelo de servicio está el alojamiento o “hosting” para un sitio web de un usuario: éste puede seleccionar una plataforma Intel-Xeon, con servidor de red “Apache”, servidor MySQL y PHP instalado, 2 gigabytes de espacio en disco y 20 gigabytes de ancho de banda disponibles para el usuario. Ahí, el usuario puede desarrollar y mantener sus programas HTML, PHP, etcétera, además de poder subir sus datos para que su página web opere, pero no puede gestionar ni decidir más allá de estos elementos.

18 Una “plataforma” de cómputo es un ensamble dado de equipo de cómputo, sistema operativo y programas de aplicación que en conjunto implica ciertas características inherentes de ambiente y desarrollo para el usuario; por ejemplo, una plataforma “wintel” consiste en la unión de equipos basados en procesadores de la empresa Intel con sistema operativo Windows y programas compatibles a este ensamble. Puede hablarse también de plataformas Apple, UNIX, Linux, etcétera, y variantes entre ellas.

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“Infraestructura como servicio” –Infrastructure as a Service o IaaS–. En este modelo de servicio el proveedor suministra a sus usuarios toda una infraestructura básica de cómputo y telecomunicaciones, normalmente bajo un esquema de aumento o disminución de recursos variable –“virtualización”–, de tal manera que se tiene acce-so a pocos o muchos servidores u otros recursos virtuales sobre demanda, los cuales son administrados y operados por el usuario a voluntad. Esta infraestructura es un ensamble de equipo, programas, redes, ayudas, etcétera, que debe tener las cinco características esenciales del “cómputo en la nube”. En este caso el proveedor sólo administra la infraestructura de Nube subyacente.

MODELOS DE SERVICIO AMPLIADOS EN LA NUBE

No obstante, dado el auge y desarrollo de los servicios de “cómputo en la nube” esta división básica tiende a ser ya muy general y por lo mismo han surgido variantes y combinaciones entre algunos de estos servicios; por tanto, algunos autores y/o empresas consideran que esta nomenclatura ya no es sufi ciente y comienzan a desagregarla en más apartados, para poder ir

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desglosando esta clasifi cación en componentes más fi nos; así se mencionan algunos otros servicios como “subdivisiones” o “agrupaciones” de los ya enunciados [Linthicum, 2010]. Sin constituir una lista exhaustiva, podemos mencionar como ejemplos:

“Almacenamiento como servicio” –Storage as a Service o StaaS– es un modelo de servicio en el que una empresa ofrece en renta espacio en su infraestructura de almacenamiento de datos para una pequeña empresa o individuos. Aquí, los proveedores del servicio lo promueven como una manera cómoda y económica de gestionar el almacenamiento de la información de esa empresa o persona, o como una manera de realizar copias de seguridad. Para esos pequeños usuarios en efecto existe un ahorro en los costos de equipo y espacio físico de almacenamiento. Además estos proveedores ofrecen benefi cios adicionales como aplicaciones para que el usuario programe con anterioridad las carpetas a proteger y la frecuencia de ello, estableciendo así sus respaldos. Si la información de la pequeña empresa llegara a dañarse o corromperse, el administrador de la red puede comunicarse con el proveedor del servicio y descargar el respaldo. Como principio básico suena muy bien, pero será necesario más adelante analizar todas las aristas que este tipo de servicio tiene en la práctica, especialmente en archivos.

“Proceso para negocios como servicio” –Business Process as a Service o BPaaS– es un modelo de servicio en el cual el proveedor realiza una cierta tarea informática para un cliente, como por ejemplo la ejecución de la nómina de éste. El modelo integra, en uno solo, conceptos previos tales como la “Tercerización de procesos de negocios” –Business Process Outsourcing o BPO– con la “Tercerización de infraestructura como servicio” IaaS con la “Tercerización de software” o SaaS. Pueden tercerizarse tareas llamadas de “ofi cina trasera” como compras y facturación, así como tareas de “ofi cina fron-tal” como atención o soporte técnico a clientes, almacenamiento, seguridad, programas y aplicaciones. En este modelo se hace énfasis en los niveles de resultado fi nales hacia el cliente más allá de la simple operación cotidiana.

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“Seguridad como servicio” –Security as a Service o SECaaS– es un modelo de servicio donde el proveedor ofrece una cierta infraestructura para realizar alguna tarea específi ca de seguridad informática a cierta parte de la información del usuario; por ejemplo, un servicio a través de la cual todos los correos electrónicos entrantes de un usuario son “fi ltrados” por el servicio del proveedor con objeto de eliminar de ellos los virus, el spam o algún otro tipo de software malintencionado. Otra variante de este servicio son los sitios web de certifi cación de identidades o fi rmas electrónicas, como Symantec o Verisign.

“Datos como servicio” –Data as a Service o DaaS– es un modelo de servicio en donde los datos de una cierta organización son desagregados a sus expresiones más simples, y la empresa proveedora proporciona herramientas y servicios que permiten al usuario hacer múltiples cortes o agregaciones de estos datos para poder obtener nuevos conjuntos de información. Otra variante es la colección y oferta por parte de un proveedor de grandes bases de datos con información de cierto tipo, que pueden ser utilizados y aprovechados por un cierto cliente. Un ejemplo típico de este servicio son las aplicaciones complementarias de Google Maps y Google Earth que se ofrecen al público.

“Migración como servicio” –Cloud Migration o CMaaS– es un modelo de servicio que pretende ayudar a las organizaciones a migrar sus propios servidores a soluciones en la Nube, calculando sus necesidades de recursos, contexto, dimensiones óptimas, prioridades, etcétera. Obviamente esto funciona hasta un cierto límite, pues muchas cuestiones de seguridad y privacidad en la nube pueden ser omitidas o sesgadas.

“Comunicación como Servicio” –Communication as a Service o CaaS– es un modelo de alojamiento de comunicaciones por parte de un proveedor, permitiendo a los consumidores implementar servicios de comunicación corporativos como son: voz sobre internet, conmutadores, comunicaciones unifi cadas y videollamadas.

Como puede observarse de la lista anterior, a partir de los tres modelos básicos han ido surgiendo toda una serie de modelos puntuales o combinados

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de nuevas modalidades de servicios cada vez más especializados dentro del ambiente del “cómputo en la nube”, y con toda seguridad esta lista se irá agrandando conforme pase el tiempo y surjan otros nuevos modelos de servicio.

En el mismo orden de ideas, la organización “Cloud Computing Use Case Group” realizó un detallado estudio para detectar y clasifi car los posibles casos de uso y variantes de los tres servicios básicos del “cómputo en la nube”, así como de las compañías arquetípicas que los ofrecen. Sin ser exhaustivo, ya que como se ha mencionado el mercado evoluciona y es muy cambiante, su “taxonomía de la nube” es bastante ilustrativa para poder observar en forma resumida la enorme variedad de servicios en la actualidad. En resumen, ellos reagrupan los servicios en la nube de la siguiente forma [Cloud Security Alliance, 2011]:

Infraestructura como servicio –IaaS– incluye además a los servicios de: almacenamiento, gestión en la nube o “brokers”, cómputo y administración de servicios.

Plataforma como servicio –PaaS– incluye además a los servicios de: propósito general, inteligencia de negocios, integración, desarrollo y capacitación, bases de datos.

Software como servicio –Saas– incluye además a los servicios de: Software para administración de contenidos, administración de docu-mentos, redes sociales, ventas, colaboración, administración de con-tenidos, facturación, fi nanciero, productividad en la ofi cina, CRM o Modelo de gestión de la organización basado en el cliente.

Datos como servicio –lo denominan “Cloud Software”. Incluye a los servicios de: manejo y procesamiento de datos, cómputo, administración en la nube, almacenamiento de datos, seguridad de datos.19

19 CSA – Cloud Security Alliance. 2011. “Security guidance for critical areas of focus on Cloud Computing Version 3.0”. Figura 3, p.17.

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Como puede observarse, a partir de la taxonomía básica de los tres servicios y dado que existen en la actualidad muchas más variantes de ellos, pueden hacerse subdivisiones y taxonomías más completas. No es intención de este punto llegar hasta el fondo de todas las posibles variantes hechas por diversas organizaciones, sino simplemente ilustrar el hecho de que a partir de esos tres servicios originales se ha derivado y puede encontrarse hoy en día un mercado mucho más variado y complejo de los mismos.

Modelos de despliegue en la nube o “categorías”

El NIST estableció también que, al margen del o de los servicios que el proveedor ofrezca en la nube, la forma en que éste puede organizarse para distribuirlos se manifi esta en cuatro posibilidades denominadas “modelos de despliegue”: [Mell, 2011]

Nube pública: el proveedor ofrece sus servicios en la nube a cualquier persona u organización que quiera obtenerlos.

Nube privada: el proveedor ofrece sus servicios en la nube en forma exclusiva para ciertas organizaciones o personas. Este proveedor puede ser el dueño de la infraestructura de la nube o contratarla con un tercero.

Nube comunitaria: el proveedor ofrece sus servicios en la nube en forma exclusiva a un grupo específi co de organizaciones o personas con un denominador común. El proveedor de este servicio puede ser uno de los miembros del grupo, o puede serlo un tercero.

Nube híbrida: la combinación de dos o más nubes de los distintos tipos enunciados anteriormente. En este caso se requiere que, aunque existan nubes separadas, exista portabilidad de datos y aplicaciones entre ellas.

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Ventajas y desventajas del cómputo en la nube

Los dos errores clásicos que se cometen al predecir el futuro de un cambio tecnológico son sobrestimar su impacto a corto plazo y

subestimar su impacto a largo plazo.

Jakob Nielsen.

Como en casi todas las situaciones de uso de tecnología, el “cómputo en la nube” ofrece ventajas y desventajas a sus usuarios. Existen múltiples trabajos de numerosos autores y organizaciones tratando de detallar estos dos aspectos. Ninguno de ellos es igual al otro, pero tampoco difi eren enormemente. Simplemente, algunos son muy básicos y otros están más completos y detallados. Haciendo una resultante de todos ellos, puede elaborarse una lista más o menos exhaustiva de las ventajas y desventajas de la siguiente forma:

Entre las ventajas podemos distinguir:

Mayor facilidad y comodidad para la organización contratante. Por lo general, la organización usuaria puede autoseleccionar sus servicios, montos, cantidades, etcétera, haciendo la selección, contratación

MODELOS DE DESPLIEGUE EN LA NUBE

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y pago de ellos muy sencilla y directa, obteniendo el recurso de inmediato.

Mejor relación costo-benefi cio. En términos generales, el “cómputo en la nube” ofrece una mejor proporción costo-benefi cio al usuario, reduciendo la inversión directa en tecnología de cómputo y telecomunicaciones al tiempo que aumenta la cantidad de servicios y aplicaciones que la organización puede ofrecer. Esto aumenta la efi ciencia de la organización y es notorio en especial en pequeñas y medianas empresas o uso personal, ya que el usuario, además de ahorrarse la inversión directa en tecnología, ahorra costos adicionales marginales tales como acondicionamiento y mantenimiento de un local especial para TIC, potencia ininterrumpida, climatización, personal que atienda el servidor por las noches, fi nes de semana, días festivos y vacaciones; mantenimiento y actualización de equipo y programas, etcétera. Muchos proveedores además ofrecen el esquema de “pago por consumo”.

Favorece la colaboración. Dado que facilita enormemente el compartir aplicaciones, datos e información, la nube impulsa nuevas maneras de trabajo en grupo.

Menos interrupciones. El tiempo efectivo del equipo en servicio sin interrupciones –“uptime” o disponibilidad– es mucho mayor en la nube que si es propiedad de una organización; las interrupciones por cambios o actualizaciones de equipos, sistemas, programas, versiones, etcétera, son menores. Las organizaciones pueden hacer acuerdos con el proveedor para que éste garantice un cierto porcentaje de tiempo activo: 99%, 99.9%, 99.99%, etcétera. Por supuesto esto incide sensiblemente en los costos del contrato.

Mayor almacenamiento. La capacidad de almacenamiento de datos es prácticamente ilimitada y puede crecer bajo demanda.

Alta accesibilidad. Teniendo acceso a internet, la accesibilidad a servicios, programas, datos, etcétera, es muy fácil y casi ilimitada.

Equipos más simples para acceso. El tipo de equipos que se requiere para acceder aplicaciones, datos, etcétera, en la nube tiende a ser cada vez más “ligero” en cuanto a su tamaño y capacidades. Hoy en día, muchas personas la acceden vía telefónica.

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Mayor integración de servicios. Con el “cómputo en la nube”, una organización puede integrar servicios y aplicaciones de muy distintas naturalezas, proveedores, plataformas, etcétera.

Mayor celeridad de implementación. Una vez que una organización ha decidido la plataforma, dimensiones y cantidad de recursos tecnológicos que requiere, puede contratar, desarrollar y poner en servicio sus proyectos mucho más rápido que con recursos propios.

Alta fl exibilidad. La organización puede seleccionar entre muy diversos programas y aplicaciones, servicios, bases de datos, cantidades, infraestructuras, de tal forma que puede crear una combinación de programas y servicios muy personalizada de acuerdo con sus necesidades, requerimientos, presupuesto, etcétera. Además esta estructura puede ser modifi cada en sus componentes muy fácilmente en cantidad y calidades, respondiendo rápidamente a cambios en los sistemas y usuarios.

Escalabilidad. En la nube es muy fácil incrementar o reducir los recursos informáticos con que cuenta la organización en un cierto momento. Es mucho más fácil hacerlo en la nube que con recursos propios. Por lo mismo, el costo de estos servicios se hace proporcional a la cantidad consumida en un periodo eliminando costos y depreciación de equipo ocioso. Elimina requisitos de pronósticos exactos y muy anticipados de recursos de cómputo.

Recuperación en casos de desastre. El “cómputo en la nube” puede proporcionar efi cazmente a las organizaciones estrategias de continuidad de negocio y de recuperación ante desastres y a costo razonable. Las organizaciones pueden utilizar la infraestructura de nube para facilitar la redundancia de la información almacenada fuera del sitio, lo que reduce enormemente los costos de equipo asociado con el respaldo tradicional y los modelos de recuperación ante desastres.

Las desventajas del “cómputo en la nube” son las siguientes:

Alta dependencia de la red. Dado que el “cómputo en la nube” se accede y distribuye casi en su totalidad en red, la falta de acceso a

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internet elimina prácticamente toda la operación de la organización. Alta dependencia de proveedores. En la nube se tiende a una casi total

dependencia de la organización hacia sus proveedores; la organización pierde prácticamente la totalidad de su autogestión de recursos. Grandes empresas en un servicio o alianzas entre empresas podrían crear un ambiente propicio para el monopolio de esos servicios.

Alta tentación hacia el cambio. La facilidad para cambiar de plataformas, sistemas, aplicaciones, etcétera, hace que las organizaciones tiendan a modifi carlas con frecuencia, creando eventos de reaprendizaje de sus técnicos en TIC y usuarios con más frecuencia, lo cual puede introducir riesgos de falla o desinterés en la organización.

Riesgos de seguridad en la nube. A pesar de que muchos proveedores de servicios en la nube preconizan que la seguridad aumenta con su uso, ya que según ellos es más fácil la aplicación de políticas generales de seguridad y los datos se encuentran protegidos por sofi sticadas y seguras instalaciones y sistemas del proveedor, etcétera. Esto sólo es verdad en parte: si el proveedor puede realmente administrar la seguridad a lo largo del tiempo, estará bien; pero hay proveedores que no pueden crear ambientes sufi cientemente seguros, o al menos no a lo largo de todo el tiempo. Existen numerosos casos comentados en las noticias acerca de robos de datos de usuarios a organizaciones de renombre e importancia y que manejan volúmenes muy considerables de usuarios, o ataques cibernéticos a ciertas organizaciones los cuales saturan su red e impiden a los usuarios acceder a ellos por un cierto lapso. Entre más famoso y utilizado es un sitio, más se vuelve tentador para ataques cibernéticos. En esencia, a toda organización le interesa que su información se mantenga confi dencial, íntegra y disponible, y esto ha desatado una serie de consideraciones alrededor de temas tales como: seguridad física de las instalaciones del proveedor, seguridad en el acceso, respaldos y redundancias de la información en centros de datos distribuidos geográfi camente, seguridad en la red, etcétera. Las fallas en la seguridad pueden incidir gravemente en la pérdida de privacidad y confi dencialidad de datos personales, en acce so no autorizado a información considerada secreto industrial

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o comercial, o a transgresión de derechos autorales o de propiedad intelectual.

Poca estandarización en los proveedores. Dado que el “cómputo en la nube” es una modalidad todavía reciente, adolece de una falta de normalización, ya que en general puede observarse que el uso de programas, aplicaciones e interfaces propietarias dentro de este entorno sigue orientado hacia los intereses propios de los proveedores, y que éstos trabajan para mantener a los clientes cau-tivos [Convery, 2010]. Esta falta de elementos estandarizados lleva a una falta de interoperabilidad que por lo general se vuelve un obstáculo para las organizaciones al momento de tratar de combinar con efi cacia diversos servicios en la nube e intercambiar información entre varios proveedores de ese entorno.

Pérdida de control. En esencia, el principal problema acerca del control es que las organizaciones que guardan su información en la nube pierden una enorme parte del control que normalmente se ejerce sobre ella, en múltiples sentidos. Para algunas organizaciones, esto no representa ningún problema grave, y con algunas medidas generales puede balancearse. Para otras organizaciones, éste es precisamente el punto álgido de la conveniencia o no del uso del “cómputo en la nube”, ya que contiene precisamente los puntos cruciales sobre los que descansan los principios de la preservación archivística de documentos confi ables y auténticos.

Pérdida de la propiedad de los datos. No siempre queda claro explícitamente de quién es la propiedad de los datos en el “cómputo en la nube” y en algunos servicios, es obvia la pérdida, –al menos en parte–, de esa propiedad por parte del usuario. Como ejemplo tenemos los datos guardados en muchos sitios de redes sociales en donde el usuario cede derechos de uso sobre el material ahí almacenado al proveedor, quien además comparte esos datos a menudo con otras empresas sin conocimiento ni consentimiento del usuario. Las organizaciones deben asegurarse a toda costa de mantener sus derechos de propiedad y de que el proveedor de la nube no adquiera dere chos de propiedad, concesión de licenciamientos ni uso alguno sobre la información de la organización. El claro establecimiento de

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la propiedad de una organización sobre su información almacenada en la nube es un componente esencial del contrato de servicio.

Problemas de jurisdicción legal. La información almacenada en otras jurisdicciones es susceptible de divulgación y de incautación por parte de gobiernos o agencias extranjeros cuya legislación puede estar en confl icto con la de la organización de origen. Dado que los servicios en la nube operan bajo el principio de entornos compartidos entornos multi-propietario, la información almacenada en una cierta nube puede estar en peligro de ser divulgada o incautada debido a su proximidad con la información de otros usuarios que sean perseguidos en una acción legal. Jaeger, Lin y Grimes estudiaron este fenómeno en los EUA y afi rman al respecto:

La Ley Patriota de los EUA, la Ley de Seguridad Nacional, y demás legislaciones rela-cionadas con la seguridad, junto con sofi sticadas tecnologías electrónicas de reco -pilación de información, permiten al gobierno tener acceso a la información electrónica en prácticamente cualquier contexto… una variedad de problemas legales puede surgir con respecto a la información almacenada en servidores remotos incluyendo la recopilación de datos que es decomisada en ‘grados diversos’ al sujeto al que se persigue, así como información sensible de una organización inocente puede quedar atrapada en una investigación.

Los usuarios de la nube deben estar conscientes de los requerimientos jurídicos y reglamentarios relacionados con su jurisdicción de origen y asegurarse de que la información almacenada en la nube cumple con ellos.

Problemas de e-evidencia. Indispensablemente, los usuarios de aplicaciones y servicios en la nube deben ser capaces de localizar y obtener efi cazmente cierta información en la nube sin dañar su autenticidad e integridad para un eventual caso de litigio. Llegada a ese punto, la organización debe poder encontrar de forma oportuna y fi dedigna lo que se denomina actualmente “evidencia electrónica” o “e-evidencia” –e-discovery–. Esto debe ser planeado y diseñado de antemano por la organización; de otra suerte será muy complicado y a veces, imposible.

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Continuidad en casos de desastre. Si bien el “cómputo en la nube” puede proporcionar efi cazmente a las organizaciones estrategias de continuidad de negocio y de recuperación ante desastres y a costo razonable, llegado el caso de una interrupción en el servicio de internet o de fallas en la seguridad, los servicios en la nube de una organización pueden verse afectados perturbando la continuidad del negocio. La naturaleza dinámica de la nube puede implicar que la información almacenada no esté disponible oportunamente en caso de un desastre, y los mecanismos adicionales de supervisión y seguridad implican por lo general un incremento sensible en los costos de operación. De todas formas, toda organización que trabaje en la nube debe establecer una planifi cación detallada para recuperación en casos de desastre, la cual debe ser probada exhaustivamente y claramente documentada.

Por supuesto, y como en muchas otras situaciones relativas a la tecnología, cada organización debe ponderar caso por caso todas las ventajas contra las desventajas evaluando la conveniencia o no de migrar servicios y operaciones hacia la nube. En ciertos casos, como por ejemplo las PyMEs, las ventajas son por lo general mucho mayores que las desventajas, por lo que la migración es altamente aconsejable; en las grandes organizaciones por lo general se concluye después de ciertos análisis que las migraciones de ciertas operaciones y servicios son convenientes y otros no. En el caso de organizaciones gubernamentales hay contextos legales y sociales muy particulares que inciden fuertemente en esta conveniencia y defi ne si la migración resulta aconsejable o no para ellas. En algunos casos puede ser muy conveniente, como sucede con frecuencia en ciertos servicios bibliotecarios; en otros casos sólo será conveniente en ciertas operaciones de la organización, mientras que en otras no será conveniente en absoluto, a menos que puedan establecerse con el proveedor contratos especiales que mitiguen seriamente sus desventajas y satisfagan sufi cientemente a la organización usuaria. Este último es con frecuencia el caso de organizaciones gubernamentales que manejan archivos de naturaleza muy sensible; por ejemplo, archivos judiciales, de registro civil, etcétera. En estos casos los elementos de seguridad, pérdida de control o jurisdicción pueden llegar

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a ser totalmente insalvables y de soslayarse introducirán sin duda graves riesgos a la operación de la organización y a su “continuidad de negocio”.

Por lo anterior, será conveniente analizar los posibles escenarios de migración de servicios hacia la nube específi camente en archivos, con el fi n de estudiar detalladamente los contextos, condiciones, características, ventajas y desventajas de ellos con objeto de ayudar a los tomadores de decisiones específi camente de ese tipo de instituciones a establecer la conveniencia o no, –y en su caso bajo cuáles condiciones y requerimientos– de esa posible migración hacia la nube. Existen ya varias estrategias o aproximaciones para realizar este análisis o evaluación previos a una eventual migración hacia la nube. En términos generales, todas son semejantes, pero cada una tiene especifi cidades que ayudarán en mayor o menor grado a cada tipo de institución a realizar ese análisis y selección, en función del perfi l y requerimientos de cada organización, ya que cada una de ellas tiene características y necesidades diferentes que tienen que ser consideradas cuidadosamente al momento de la selección de empresa proveedora y modelo de servicio. Algunas sólo requerirán almacenamiento, otras infraestructura, otras plataforma, unas más requerirán una mezcla de lo anterior, etcétera.

Metodologías básicas de acción

El buen juicio viene de la experiencia; la experiencia viene del mal juicio.

Walter Wriston.

Existen ya algunas “metodologías recomendadas” para la eventual migración hacia los servicios en la nube. A guisa de ejemplos, puede mencionarse en primer lugar la metodología propuesta por David Linthicum a este respecto. Ésta es del tipo de metodologías “generales” que se proponen para cualquier tipo de organización. Funcionan bien como una introducción y conocimiento al ejercicio de aproximarse a la nube, y suena lógico como paso número uno que toda organización debe realizar para irse familiarizando con el camino de la nube. Pero no debe soslayarse

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que dadas las características y problemáticas muy particulares de cada tipo de organización, en especial los archivos, es indispensable continuar con una aproximación “personalizada” para ese tipo de instituciones. En esta metodología general, en resumen, Linthicum aconseja dividir el análisis en nueve categorías: almacenamiento, bases de datos, información, procesos, aplicaciones, plataformas, integración, seguridad, gestión, pruebas e infra-estructura. La organización debe identifi car sus características y reque-rimientos en cada uno de esos rubros para ir detallando su perfi l y ne-cesidades específi cas. Igualmente, clasifi ca a los proveedores en dos tipos: los de soluciones “fi nas” o puntuales a un requerimiento específi co –tales como sólo almacenamiento, o sólo fi ltrado de correos electrónicos, o sólo seguridad– y los proveedores de soluciones “gruesas” o de gran cobertura que cubren en una amplia variedad de servicios y soluciones horizontalmente; es decir, aquellos que ofrecen plataforma, procesamiento, almacenamiento, etcétera, en grandes “paquetes” o conglomerados. El análisis conjunto de las necesidades en cada categoría, y de las posibles soluciones provenientes de potenciales proveedores en alguna de estas clasifi caciones, permite en teoría hacer un plan y una selección correcta.

Otro ejemplo de estrategia de aproximación bastante reconocida y ya entrando en terreno especializado para archivos es la presentada por la ARA – Asociación de Archivos del Reino Unido e Irlanda [Convery, 2010], precisamente por su mayor especifi cidad hacia organizaciones que manejan documentos o documentos de archivo. En resumen, en esta obra se establece que la evaluación por parte de la organización debe tener en cuenta las necesidades de negocio de la organización, el riesgo y los marcos normativos en los cuales los documentos de archivo, procesos y aplicaciones puedan ser efectivamente migradas a la nube. Más detalladamente, divide las actividades en seis etapas:

1) Preparación para la nube, donde se establecen las razones de la organización para desear migrar hacia ella; por ejemplo:

Un movimiento de toda la organización para tercerizar todos los procesos de negocio e información no esenciales,

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Un propósito de estandarizar los procesos de negocio y centralizar el almacenamiento de información,

Un paso para rediseñar un proceso de negocio en particular.

Existen algunas aplicaciones o procesos que se prestan mejor a ser trasladados a la nube, ya que pueden ser proporcionados de manera más barata, más efi ciente, y con una mejor funcionalidad. Tales aplicaciones y procesos son: correo electrónico, gestión de documentos, recuperación en caso de desastre, herramientas de colaboración tales como la gestión de proyectos y la edición de documentos compartidos, herramientas de pro-ductividad tales como la gestión de relaciones con clientes y sistemas de nómina, almacenamiento a largo plazo de la información inactiva por razones de negocios o regulatorias.

2) Selección del modelo de servicio y del modelo de despliegue deseados por la organización en la nube:

Selección del modelo de servicio –SaaS, IaaS, PaaS–, etcétera. Selección del modelo de despliegue –público, privado,

comunitario o híbrido–. Identifi cación y clasifi cación de información que se almacena o

se utiliza en la nube.

3) Análisis y evaluación de los riesgos involucrados en el proceso de tercerización:

Identifi cación de riesgos. Valoración de los mismos; en este aspecto los factores a

considerar para esta evaluación son: El nivel crítico que tiene cada proceso de negocio a ser tercerizado

o cada conjunto de información que se almacena en la nube. La sensibilidad de la información a transferir, almacenar y

procesar en la nube. El cumplimiento del entorno jurídico-administrativo en el que

opera la organización.

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El costo total de la confi guración de seguridad y el uso seguro del servicio en la nube.

La capacidad de auditar y controlar al servicio y a los procesos de seguridad.

La estrategia de riesgo permitido en la organización. Plan de respuesta en caso de desastre y supervisión de la

operación. Condiciones y requisitos de seguridad de la información,

instalaciones del proveedor, procesos, personal, etcétera.

4) Administración de servicios ya estando en la nube:

Existencia de políticas y procedimientos de seguridad de la información, y que la información se maneje de acuerdo con ellos.

Se agrega valor a la organización mediante el apoyo a los objetivos de negocio.

La organización entiende y cumple con los requisitos legales y reglamentarios.

Los procesos de gestión de la información que deban llevarse a cabo en la nube cumplen los requerimientos del entorno donde la organización opera.

Se debe contar con una estrategia de salida que permita a la organización mover sus datos y servicios a otro proveedor o traerlos de regreso a la organización, la cual incluya costos, formatos y tiempos.

5) Temas legales: Tipo de información que posee la organización y dónde es

guardada. Propiedad de la información y usos por el proveedor o terceros, Condiciones en que puede ser accedida por los usuarios internos

y/o el público. Condiciones y facilidades para establecer evidencia electrónica. Condiciones para cumplir con certifi caciones y/o estándares.

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Facilidades para redactar y/o adaptar el contrato de acuerdo con las necesidades de la organización.

Formas y facilidades de supervisión, auditoría y reporte.

6) Funcionamiento y disponibilidad del servicio: Supervisión de incidentes de seguridad y/o funcionamiento, y

respuesta a ellos. Costo del servicio. Existencia de acceso adicional a información, aplicaciones o

infraestructura.

Un tercer ejemplo de estrategia de aproximación hacia la nube –también especializada para archivos–, se encuentra en el material didáctico elaborado por el Consejo Internacional de Archivos (ICA, por sus siglas en inglés) y el Proyecto InterPARES denominado Los caminos de los documentos de archivo digitales: tópicos en preservación digital. En esta obra se presenta un modelo de aproximación hacia la nube llamado “Marco de referencia de toma de decisiones en la nube”, el cual consta de siete fases resumidas así: [ICA-InterPARES, 2013]

1. Recolectar datos sobre los servicios de “cómputo en la nube” y modelos de despliegue, así como de los proveedores de servicios en la nube.

2. Llevar a cabo una evaluación de la organización para identifi car cuáles documentos de archivo, aplicaciones y procesos son potenciales candidatos para migración al entorno de nube.

3. Determinar cuáles servicios en la nube y modelos de despliegue son aptos para el modelo de negocio de su organización, su gobernanza y los requisitos de cumplimiento.

4. Llevar a cabo una evaluación de riesgos para los documentos de archivo, aplicaciones y procesos en caso de trasladarse a la nube, incluyendo la identifi cación, análisis y desarrollo de un plan de respuesta al riesgo.

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5. Llevar a cabo un proyecto piloto en la nube para la organización, moviendo los registros identifi cados, aplicaciones y procesos hacia el entorno de nube.

6. Tomar en cuenta la serie de cuestiones que deben preverse para la continua administración de documentos de archivo, aplicaciones y procesos ya trasladados a la nube, incluyendo la gestión de documentos y la clasifi cación, el cumplimiento, el seguimiento y la auditoría, la seguridad y el acceso permanente.

7. Antes de mover los documentos de archivo, aplicaciones o procesos a la nube, las organizaciones deben garantizar que los procedimientos son adecuados para obtener información de los sistemas del pro-veedor de nube y ser transferidos a otro proveedor de servicios o hacia la organización.

Las tres estrategias de aproximación presentadas anteriormente no son las únicas, pero sí ilustran muy bien la manera en que una organización debe acercarse a la decisión de migrar servicios y datos hacia la nube. La primera de ellas es un ejemplo de estrategia de tipo general, válida para cualquier organización, más simple pero por lo mismo más imprecisa. Las dos siguientes ilustran estrategias más específi cas ya adaptadas para instituciones que manejan documentos de archivo digitales y, como puede verse en ellas, introducen algunas de las consideraciones particulares que tienen este tipo de organizaciones. Éstas tienen obviamente sus contextos, características, entornos y requerimientos muy específi cos, y por tanto la manera de ponderar las ventajas y desventajas de ellas con objeto de ayudar a los tomadores de decisiones hacia una posible migración hacia la nube debe ser igualmente específi ca.

Es conveniente aclarar en este punto cuál es exactamente la problemática de la gestión y preservación de archivos digitales en la nube a diferencia de aquella realizada en un entorno de TIC propiedad de la organización archivística o controlado totalmente por ella.

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Cómputo en la nube y archivos digitales

Para cada problema complejo existe siempre una solución que es clara, simple, y equivocada.

Henry Mencken

Los principios básicos que marcan la gestión y preservación de documentos de archivo digitales han sido ya establecidos, ampliamente aceptados en general y, por lo mismo, adoptados y observados por los principales estándares mundiales al respecto, y operados cada vez más en los sistemas computacionales propiedad de las organizaciones que los manejan. Entre estos principios básicos se encuentran los de autenticidad y fi abilidad de los documentos de archivo. El primero depende en gran medida de poder demostrar la identidad e integridad de esos documentos a lo largo del tiempo; el segundo depende de un absoluto control sobre los procedimientos de producción de esos documentos. Está establecido que esos principios básicos pueden lograrse y demostrarse en un ambiente totalmente controlado de gestión y preservación archivística, lo cual implica un control total, demostrable y documentado del entorno tecnológico donde esos documentos existen. Esto es ya totalmente posible en ambientes tecnológicos donde el preservador de documentos de archivo digitales diseña y controla ese entorno tecnológico. El problema surge nuevamente debido al hecho de que dentro de la nube muchos de esos principios se ven fuertemente cuestionados, no disponibles o no demostrables; al menos, no con los contratos y estructuras típicas de adquisición actual de servicios en la nube. Duranti ha hecho un resumen completo acerca de los principales puntos sobre los cuales se refl exiona hoy en día [Duranti, 2012].

En cuanto a la “fi abilidad” de un documento de archivo digital en la nube:

No se tiene verdadero control sobre los procesos de producción de documentos de archivo ni de su mantenimiento.

No se tiene control acerca de con quién ésta se comparte. Los términos de servicio y políticas pueden cambiar en cualquier

momento por parte del proveedor.

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Los respaldos a la información de la organización usuaria pueden hacerse en cualquier momento sin su conocimiento y pueden no estar disponibles si se requieren.

Los documentos de archivo pueden ser borrados sin conocimiento de la organización usuaria o pueden no ser borrados de acuerdo con su tabla de retención.

La auditoría a sistemas y datos por parte de la organización usuaria por lo general no es permitida.

Con respecto a la “autenticidad” de un documento de archivo digital en la nube:

La “autenticidad” de la “cadena de custodia” por lo general se vuelve muy difícil o imposible de demostrar.

La “autenticidad” de los documentos de archivo no puede ser inferida a partir de evidencia circunstancial.

Dado que la alteración de un documento de archivo es posible en ese entorno, no está establecido claramente cómo puede ser verifi cada ahí la “autenticidad”.

Es necesario poder establecer la “integridad a nivel de bit” y la “integridad de la duplicación” de los documentos de archivo en este entorno, pero no ha sido establecido cómo hacer esto.

No ha sido establecido en este entorno cómo establecer la “integridad de procesos”: repetibilidad, verifi cabilidad, objetividad y transparencia.

Con respecto a la seguridad de los documentos:

No ha sido establecido en este entorno cómo los documentos de archivo digitales ahí guardados pueden ser usados como e-evidencia, además de que es difícil aislar documentos en este entorno con fi nes de evidencia electrónica.

En este entorno no se tiene control sobre los tiempos de obsolescencia de programas y aplicaciones y poder planear en consecuencia su conversión y/o migración.

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En caso de “ataque cibernético” por parte de hackers hacia el entorno del proveedor, la organización usuaria no se entera sino hasta tiempo después.

En este entorno los proveedores sub-contratan o tercerizan a menudo parte de sus recursos a otros proveedores, pero no necesariamente informan a sus usuarios.

En este entorno los documentos de archivo pueden ser almacenados en cualquier lugar del mundo y trasladados en cualquier momento, lo cual crea lagunas y ambigüedades en la jurisdicción de esos documentos. En algunos casos, la confi scación o cierre legal de servidores de un proveedor repercute gravemente en otros usuarios que compartan el servicio.

El almacenamiento de datos es redundante en varios sitios con motivos de seguridad, pero en caso de confusión, pueden estarse usando copias obsoletas de ciertos documentos de archivo.

Los servidores compartidos pueden entremezclar y repartir la información.

El cifrado de datos con fi nes de seguridad se hace mucho más difícil si no es que imposible durante el tránsito o dentro del entorno de la nube.

El borrado o destrucción de documentos real y total, como el traslado hacia archivos históricos, no es fácil de realizar físicamente.

La privacidad y/o confi dencialidad de datos personales o secretos industriales puede ser cuestionada y difícil de probar.

En términos generales, podemos agrupar la problemática que emerge de los documentos de archivo en la nube en nueve grandes grupos: 1) La ubicación del almacenamiento de los archivos y la jurisdicción legal aplicable a ellos. 2) El posible nivel de cumplimiento de leyes, reglamentos, normas, políticas, etcétera, del propio país. 3) Seguridad de la información. 4) Privacidad de datos personales y “derecho al olvido”.20 5) Autenticidad

20 El “derecho al olvido” forma parte de la protección de datos personales. Consiste en el derecho que tienen las personas de bloquear o suprimir información personal que se considera obsoleta o que de alguna manera afecta el libre ejercicio de alguno de sus derechos fundamentales. El crecimiento de la internet con su enorme almacenamiento de datos y sus

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de los documentos de archivo. 6) Existencia y en su caso transferencia y destrucción efectiva de múltiples copias de los documentos. 7) E-evidencia con valor legal probatorio 8) Interoperabilidad de sistemas, aplicaciones y datos. 9) Acuerdos con el proveedor acerca de niveles y condiciones de servicio o SLA.

Conclusiones

Las respuestas que buscamos nunca vienen en la tapa del libro.

Jeff Millman.

Como ha podido comprobarse a lo largo del texto, el “cómputo en la nube” es realmente una solución ideal para muchas organizaciones que desean lograr de manera práctica y económica el acceso a servicios informáticos que de otra forma no podrían tener, o podrían hacerlo sólo contando con grandes recursos –y para ellas no hay duda–, es una magnífi ca solución. Pero sus ventajas y ganancias no son absolutas ni universales, y existen muchas or ganizaciones para las cuales –por su propia naturaleza– esas ventajas pue-den verse seriamente cuestionadas o al menos disminuidas por severas desventajas; entre estas organizaciones se encuentran particularmente aquellas que manejan documentos de archivos digitales. Por lo mismo, es necesario refl exionar muy profundamente acerca del contexto de cada organización y de las condiciones y requerimientos del servicio requerido, antes de decidir mudarse a uno de ellos, y llegado ese caso, es indispensable establecer claramente cuáles son las condiciones en las que el uso de ese ser-vicio puede ser contratado eliminando o disminuyendo sensiblemente esas desventajas hasta un punto en que sean aceptables y manejables por la organización. Como puede verse en el apartado anterior, Duranti ha establecido toda la nueva problemática introducida –o reintroducida– por el entorno de la nube en los archivos digitales. [Duranti, 2013]

buscadores conllevan una gran perennidad de la información que presenta nuevos desafíos para la ciencia jurídica y la legislación. [Terwangne, 2012]

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Todos y cada uno de esos problemas habían sido ya considerados en el ambiente de los servidores de cómputo propios de las organizaciones y por lo mismo existían sendos procedimientos, tratamientos o recomendaciones de solución previstos al respecto. El entorno de la nube se sale de muchas de esas especifi caciones y vuelve a introducir esos problemas, pero sin aplicación posible o al menos no total ni inmediata de las soluciones previstas para esos casos, dejando a las organizaciones responsables de documentos de archivo digitales con lagunas e indefi niciones acerca de qué hacer en este ambiente.

Dada esta nueva problemática muchos podrían caer entonces en la tentación de pensar: “he aquí una serie de buenas razones para no hacer la migración de nuestros archivos hacia la nube; es una problemática indescifrable y demasiado complicada la cual nos impide siquiera considerarlo”. Esta postura sería demasiado radical. No es el caso recomendar o prohibir la migración de documentos de archivo a la nube. Eso ni siquiera debería ser materia de debate. Con frecuencia, la decisión de migración hacia la nube es de tipo “corporativo”; es decir, se decide por los altos directivos considerando a toda la organización, y el hecho de que las áreas de archivos digitales pudieran enfrentar serias problemáticas no será en la mayoría de los casos impedimento para la migración. En el mejor de los casos, le dirán al responsable de ellos: “resuélvelo; no detendremos la migración de toda la organización por la problemática de los archivos”. Es mejor estar preparados y llegado el caso, saber qué hacer. En palabras de Leslie Johnston en su blog “the Signal”21 de la Biblioteca del Congreso de los EUA:

[...] No podemos temerle al “cómputo en la nube”. Dados los volúmenes de datos que nos llegan y a las crecientes demandas de los investigadores para acceder a vastas cantidades de datos, la nube es el único mecanismo viable para al-macenar y proveer acceso a materiales que nos llegarán. Debemos enfocarnos en desarrollar la autenticación, preservación y otras herramientas que nos permitan tener documentos de archivo en la nube. [Johnston, 2011].

21 Johnston, Leslie, “From Records to Data: It’s Not Just About Collections Any More”, blog profesional de la autora en la Biblioteca del Congreso de los EUA. Entrada del 4 de noviembre del 2011.

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Si muy probablemente no podremos evitar la futura migración de los documentos de archivo hacia la nube y sin embargo existe una enorme problemática en hacerlo, la pregunta crucial ya no consiste entonces en si debemos hacerlo o no; la primer pregunta sería, “¿cuándo?”, para poder estar listos, y la pregunta crucial es, ¿cómo enfrentarlo de una manera coherente y razonable?

Las desventajas son sin duda la mayor preocupación en la actualidad acerca del uso de servicios en la nube. Prueba de ello es la enorme cantidad de documentos y refl exiones escritas al respecto hasta el momento. De ningún otro tópico de la nube se escribe y se discute más que acerca de éste, y hay razones para ello. Dependiendo del tipo de organización que se trate, cada una de esas desventajas puede ser un factor de poca relevancia o uno de enorme peso al momento de pretender operar en ese ambiente. Como hemos podido observar, los documentos de archivo y sus organizaciones responsables se encuentran entre las que enfrentan problemas y desventajas más serias al momento de una eventual migración.

A este respecto, y como también ha podido verse en la discusión presentada, ya existen las primeras guías y recomendaciones en este sentido como las enunciadas en el apartado correspondiente; no son todavía sufi cientes, pero al menos ofrecen ya una primera guía de acción al responsable de archivos respecto a cómo desempeñarse, y cuáles son los aspectos indispensables y más sensibles que debe contemplar en caso de una eventual migración. Pero este responsable debe estar muy consciente de que estas guías son preliminares y por tanto temporales y efímeras; la nube se sigue conformando y por lo mismo evoluciona rápidamente; nuevos estándares para la nube aparecerán a corto plazo. La investigación formal más detallada en esta problemática ya inició, y así como se plantearon las premisas básicas y las recomendaciones para la gestión y preservación de documentos de archivo en ambientes controlados propios de las organizaciones, seguramente deberán poderse plantear en un corto plazo premisas y recomendaciones más específi cas para poder lograrlo en el entorno de la nube. El administrador responsable de estos documentos de ar chivo que se enfrenta a esta posible migración debe por tanto estar atento a la creación y divulgación de estas premisas y recomendaciones, para poder así ajustar su eventual estancia de sus archivos en la nube a las mejores

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prácticas, estándares y recomendaciones que existan en ese momento que permitan garantizar su permanencia, autenticidad, disponibilidad, etcétera, de la misma forma que hoy puede hacerlo en un ambiente tecnológico que hoy está bajo el total control o infl uencia de la organización. Además, una vez establecidas estas recomendaciones y características especiales para los servicios de documentos de archivo en la nube, los proveedores de estos servicios no tardarán en ver la ventana de oportunidad que esto les abre, y la ventaja competitiva que existirá al apegarse a ellas, y en un plazo no muy largo seguramente se observarán los proveedores especializados en este tipo de servicios “para archivos” que puedan satisfacer todas las premisas y requerimientos de los documentos de archivo. El administrador de esos documentos deberá en consecuencia estar atento a esos eventuales proveedores, evitando de paso a aquellos que clamen serlo pero que no pueden proporcionar todas las garantías estipuladas. Finalmente, en esencia, el nuevo nombre del juego consiste en cómo el administrador de los documentos de archivo digitales de una cierta organización puede mantener el control sobre esos documentos con ayuda de –o a pesar de– la nube, estando consciente de que es una situación que muy probablemente –tarde o temprano– tendrá que evaluar y decidir.

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GLOSARIO:

Ancho de banda. La capacidad que tienen los canales y bandas de transmisión de datos de recibir o transmitir información digital por unidad de tiempo. Por lo general se mide en MBPS o Megabits por se-gundo; es decir, cuántos millones de bits de información puede recibir o transmitir esa banda o canal en un segundo.

Aplicación. También llamada app. Pieza de software, programa informático desarrollado para solucionar una necesidad específi ca de cierto tipo de usuario. Es distinto a los lenguajes de programación –que sirven para crear aplicaciones– y de los sistemas operativos –que controlan un cierto tipo de equipo– y de las utilerías –que realizan tareas específi cas de mantenimiento o ambiente–. Existen aplicaciones simples o de primer nivel, las cuales realizan una tarea sencilla: por ejemplo, reproductor de sonido, compresor/descompresor de archivos, calculadora, editor de imágenes, navegador, etcétera. Existen también los conjuntos o “suites” de aplicaciones o de segundo nivel: por ejemplo, los paquetes ofi máticos que contienen varias aplicaciones integradas tales como procesador de texto, de imágenes, hoja de cálculo, presentador, base de datos, etcétera, todo bajo un mismo conjunto o suite.

ASCII o American Standard Code for Information Interchange. Código Estándar Americano para Intercambio de Información o ASCII. Código binario utilizado en la inmensa mayoría de las computadoras para representar los caracteres usados en todos los alfabetos occidentales descendientes del alfabeto latino: mayúsculas y minúsculas, dígitos, vocales con diacríticos, letras especiales de estos idiomas, tales como la “ñ”, la “ç”, la “ß”; caracteres especiales, tales como: “?” “!” “£”, “$”, “%”, “@”, etcétera. El uso de este código permitió el uso estandarizado e interoperable de textos entre distintas marcas de computadoras, módems, impresoras, etcétera. Originalmente, cada carácter ASCII estaba compuesto por 7 bits, lo que daba 128 combinaciones distintas. En la actualidad se usa el ASCII extendido de 8 bits o UTF-8 lo cual permite 256 combinaciones. Se ha conformado como el estándar ISO-Latin 1 dentro del estándar mundial de caracteres Unicode.

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BBS o Bulletin Board System. Pieza de software para red que permitía a los usuarios conectarse a un sistema de forma remota a través de una línea telefónica o a través de la red en sus primeras etapas y en combinación con alguna aplicación auxiliar realizar funciones tales como descarga de archivos con programas o datos, lectura de noticias o boletines, intercambio de mensajes con otros usuarios, ejecución de juegos en línea, etcétera. Fue uno de los precursores de los modernos servicios dentro de la internet. El primero de ellos fue creado por Ward Christensen en 1978 y surgieron otros que evolucionaron muy rápidamente durante la década de los setenta y ochenta.

Cómputo en malla. Grid computing. La aplicación de la potencia de procesamiento en forma simultánea de múltiples recursos de cómputo concurrentes en red para resolver un cierto problema específi co. Es una forma del “procesamiento en paralelo” desarrollado en el ámbito de las supercomputadoras, pero aquí se hace en una red o “malla” de computadores, de ahí el nombre. En esta malla los procesadores de múltiples servidores –hasta miles de ellos– se unen para formar poderosos nodos de computación, los cuales pueden ser dinámicamente asignados a un cierto usuario que de esta forma dispone en un momento dado de un enorme poder de cómputo. Este modelo se usa mucho en el ambiente científi co.

Cómputo público. Utility computing. También llamado cómputo comunitario. El empacado y distribución de recursos computacionales hacia un usuario, quien paga por estos recursos bajo “servicio medido” cuando los necesita. Este modelo trata de hacer más efi cientes los servicios reduciendo los costos. El término “público” o “comunitario” se utiliza para equiparar este tipo de servicios de cómputo con la entrega, utilización y pago de los servicios públicos domiciliarios, tales como agua, electricidad o gas. También se le denomina erróneamente “cómputo utilitario” porque en inglés el término es “utility computing” y en ese idioma se denomina “utility services” a los servicios colectivos ya mencionados que la municipalidad entrega a los ciudadanos. Utilitario no tiene ese signifi cado en castellano.

HTML. Hyper-Text Markup Language o Lenguaje de Marcado de Hiper-Textos. Lenguaje que se utiliza para la construcción de páginas web, el cual

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es entendido por todos los “navegadores” o “browsers” de tal forma que puedan acceder y desplegar la página web de forma homogénea independientemente de la marca o modelo del equipo de cómputo, sistema operativo, etcétera. Este lenguaje permite integrar textos, imágenes, sonido, video e hiper-vínculos dentro de una página web de manera armónica.

Interoperabilidad. La capacidad que tienen los equipos, programas y/o sistemas para comunicarse y trabajar conjuntamente con otros diferentes a ellos sin ajustes o cambios especiales.

Multi-instancia. M ulti-instance. Estructura de otorgamiento de servicios en la que existe una copia de un programa de software atendiendo a cada usuario, y probablemente varias piezas de hardware exclusivas para cada uno de ellos: procesadores, memoria, almacenamiento, etcétera.

Multi-propietario. Multi-tenancy. Estructura de otorgamiento de servicios en la que una pieza de software atiende a múltiples usuarios simultáneamente, y todos ellos comparten los recursos, cada uno con su propia partición de trabajo y en donde la información de unos no puede ser vista por otros. Es decir, sobre un único recurso operan múltiples usuarios que son “dueños” –por así decirlo– del mismo; de ahí el nombre.

NIST. National Institute of Standards and Technology o Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los EUA.

No propietario. Se llama así a las tecnologías de equipo, programas y aplicaciones de cómputo y/o formatos de archivos que no se encuentran protegidos por una patente o marca, o que no son poseídos ni controlados por una sola compañía o institución, o cuyo uso es permitido bajo esquemas de “acceso abierto”.

Ofi mático. Se llama así a los programas o aplicaciones de uso muy común en ofi cinas para auxilio en las tareas propias de ellas: proceso de textos electrónicos, hojas de cálculo, presentaciones, pequeñas bases de datos, edición, etcétera.

Plataforma de cómputo. Combinación específi ca de equipo de cómputo, sistema operativo y aplicaciones que en conjunto implica ciertas características y comportamientos defi nidos y preestablecidos y suele ser similar entre modelos o familias de computadores. Crea un cierto ambiente de operación y desarrollo para el usuario; por ejemplo,

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una plataforma “wintel” consiste en la unión de equipos basados en procesadores de la empresa Intel con sistema operativo Windows y programas compatibles a este ensamble. Puede hablarse también de plataformas Apple, UNIX, Linux, etcétera, y variantes entre ellas.

Plataforma virtualizada. Virtualization platform. Particionamiento fi cticio y arbitrario que se hace en un momento dado de ciertos recursos informáticos para crear varios conjuntos operativos de ellos para varios usuarios a la vez. Esto incluye servidores, aplicaciones, discos, redes, etcétera. La virtualización se basa en el concepto de una “máquina virtual” que se ejecuta en una plataforma de computación física.

Propietario. Régimen de uso de los programas, formatos, estructuras y otras herramientas que están protegidas bajo una patente u otro registro de propiedad industrial que pertenece a una empresa u organización y cuyo uso y licenciamiento está restringido, por lo general bajo pago de derechos, o cuya fuente o tecnología no está disponible al público y no puede ser modifi cada.

PyME. Acrónimo de “Pequeña y Mediana Empresa”.TCP/IP. Transfer Control Protocol / Internet Protocol. Nombre genérico de un

conjunto de más de cien protocolos de comunicación usados para la transmisión de datos entre redes de computadoras y sobre los cuales se basa la internet.

Tiempo compartido. Sharing time. Concepto informático bajo el cual el procesador de un computador atiende en forma alternativa a varios usuarios a la vez otorgando recursos de cómputo a un usuario durante la pausa de otros, dando la impresión de que la atención es única a uno solo. Esta impresión se crea dando respuesta al proceso de cada usuario con sufi ciente velocidad produciendo en cada uno de ellos la sensación de dedicación exclusiva. Aun siendo fracciones de segundo, el acumulado de este tiempo rescatado hace muchísimo más efi ciente el rendimiento de ese computador en general.

X.25. Protocolo de comunicación entre equipos por medio de “paquetes” de información mediante el cual se establecen mecanismos acerca del direccionamiento de usuarios dentro de la red, intercambio de características de conexión entre equipos, recuperación de errores, etcétera. Fue uno de los mayores precursores de los actuales protocolos

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de red. Su primera versión data de 1974 y la versión defi nitiva se emitió en 1985.

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RESEÑAS

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LAS DECLARACIONES DE INDEPENDENCIA. LOS TEXTOS FUNDAMENTALES DE LAS

INDEPENDENCIAS AMERICANAS

Ya es casi un lugar común en la historiografía de las revoluciones iberoamericanas referirse a la renovación de la historia política de las últimas tres décadas y de sus aportes. Estos pueden sintetizarse en tres postulados: 1-la comprensión de las naciones y los nacionalismos como consecuencia y no como causa de las revoluciones; 2-la importancia del análisis de la monarquía, de sus reformas y de su crisis, y de las dinámicas imperiales en un mundo

atlántico cambiante para entender las revoluciones hispanoamericanas; 3-el carácter coyuntural, ambiguo y contradictorio de los principales acontecimientos que caracterizaron a las revoluciones, por ejemplo, las declaraciones de independencia, que las historiografías nacionalistas y revisionistas elevaron al estatus de mito.

El libro coordinado por Alfredo Ávila, Jordana Dym y Erika Pani representa una muestra de esta renovación en la historia política a partir del análisis de un problema omnipresente en la historiografía pero escasamente problematizado: las independencias. En efecto, en este libro las independencias no se presentan como evidencias sino como problemas. Y ésta es la gran virtud de la obra. En medio de tantas publicaciones que parecieran optar por la repetición de argumentos obsoletos como forma de conmemoración de los bicentenarios, el libro de Ávila, Dym y Pani, que con sus diecisiete artículos reúne a varios de los principales responsables de la renovación de la historia política iberoamericana y aun atlántica, constituye una bocanada de aire fresco en la disciplina. También una demostración de que hacer historia no consiste en narrar un cuento y adornarlo con detalles

Alfredo Ávila, Jordana Dym, Erika Pani, Las Declaraciones de independencia. Los textos fundamentales de las independencias americanas, El Colegio de México-Universidad Nacional Autónoma de México, 624 p.

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manteniendo viva la memoria sino en reinventar continuamente el pasado para intentar explicarlo, distinguiendo la historia de la memoria como distintas formas de interpretar el pasado.

En la historia como cuento encontramos evidencias y preguntas ahistóricas: ¿Cuán revolucionaria fue una revolución? ¿Quién fue el verdadero autor de la independencia? ¿Cuándo se fundó una nación? ¿Cuándo comenzó la consumación de la independencia? En la historia como reinvención encontramos problemas y preguntas históricas como las que fi guran en este libro: ¿Fueron las declaraciones de independencia actos por sí mismos constituyentes?, pregunta José María Portillo Valdés (p. 479); ¿Por qué hablar de guerra de independencia cuando, en el caso de España, no se trataba de separarse de un imperio mayor sino de expulsar a un invasor y, en el caso de Hispanoamérica, no se buscaba inicialmente la secesión ni la ruptura con la monarquía?, se interroga Javier Fernández Sebastián (p. 42); ¿Por qué el acta con la cual se instituye en 1809 la primera junta autónoma de Quito no menciona en ningún lugar la palabra “independencia” y, sin embargo, la historiografía se refi ere a ella como “Acta de independencia de Quito”?, desafía Federica Morelli (p. 135); ¿Cuáles son los silencios de la declaración de independencia de 1816 en el Río de la Plata?, indaga Marcela Ternavasio (p. 218); ¿Por qué las actas de independencia nunca mencionan el nombre de los países que luego se reconocerán creados a partir de dichos documentos, surgidos menos de discusiones meditadas que de “una guerra de papeles y de palabras”, como mencionan Ávila y Pani? (p. 294).

Estas preguntas revelan que las revoluciones, al igual que las independencias, se resisten a ser interpretadas con “fórmulas defi nitivas” (Ternavasio, p. 216). Estas preguntas son indicadores de problemas, los cuales atraviesan la mayoría de los artículos. El libro está dividido en cuatro partes: en una primera parte (“Trasfondos”) David Armitage propone un análisis general sobre el signifi cado de las declaraciones de independencia desde 1776 hasta 2011 y su relación con la tradición del derecho natural; Fernández Sebastián indaga sobre los sentidos del concepto de independencia durante la crisis de la monarquía hispánica y las revoluciones, mientras que Brian Owensby estudia la tradición virreinal y las prácticas de comunidades indígenas en relación a la independencia y al liberalismo en Nueva España durante el siglo XIX.

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En una segunda parte (“Las primeras declaraciones”), Pauline Maier presenta una crítica a Armitage y a su concepción de la excepcionalidad de la Declaración de independencia de los Estados Unidos, situándola en el contexto constitucional británico. Por su lado, David Geggus estudia la Declaración de independencia de Haití del dominio francés a partir de un documento de 1804 que había permanecido desconocido hasta 2010. En la tercera parte (“Las declaraciones hispanoamericanas”), Federica Morelli, Armando Martínez Garnica, Alejandro San Francisco, Marcela Ternavasio, Natalia Sobrevilla Perea, Alfredo Ávila y Erika Pani, Jordana Dym y Virginia Guedea analizan respectivamente –y en casi todos los casos proponiendo planteos originales- las independencias de Ecuador, Venezuela y Nueva Granada, Chile, Río de la Plata, Perú, Nueva España, Centroamérica y Texas.

En la cuarta parte (“Contextos”), José Antonio Piqueras estudia las constituciones, independencias y repúblicas en las Antillas españolas; Isabel Lustosa la independencia entre el Brasil monárquico y el republicano; Danielle Zaslavsky las traducciones de la declaración de independencia de los Estados Unidos en Hispanoamérica; Daniel Gutiérrez Ardila el problema territorial en la República de Colombia mientras que José María Portillo Valdés ofrece en un artículo que funciona muy bien como conclusión una refl exión sobre el carácter constituyente de las declaraciones de independencia.

El contenido de la mayoría de los textos puede sintetizarse en cuatro grandes temas: la diferencia entre revolución e independencia; el sujeto de la independencia; las ambigüedades y contradicciones de las declaraciones de independencia; la independencia como “consumación”.

La diferencia entre revolución e independencia

La distinción entre revolución e independencia nos previene de interpretar las revoluciones en forma teleológica, es decir, creyendo que ellas se produjeron con un objetivo inevitable: la independencia. Los artículos del libro revelan con claridad que inicialmente los actores de las revoluciones iberoamericanas no buscaban la independencia. Esta evidencia representa una de las principales diferencias entre las revoluciones hispanoamericanas –y aún de Haití- y la revolución en los Estados Unidos: a pesar de que

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originalmente los padres fundadores norteamericanos buscaban la autonomía más que una ruptura con el poder británico, la independencia fue un tema central en los debates políticos desde el comienzo de la revolución de las trece colonias.

Todas las juntas hispánicas, a ambos lados del Atlántico, se instituyeron en nombre del rey, de la religión y de las leyes de la monarquía, lo que llevó a cuestionar muchas veces su carácter de revolucionarias por asumirse como depositarias de la soberanía del rey (Portillo Valdés, p. 493). Sin embargo, lo revolucionario estaba en la misma organización de estas juntas. En efecto, las revoluciones hispanoamericanas implicaron la auto-institución de nuevos gobiernos más o menos duraderos, otras veces efímeros, cuya organización no dependía del rey ni de las instituciones peninsulares sino de las propias ciudades. Pero estas revoluciones no signifi caron la independencia.

Con excepción de las Provincias Unidas de Venezuela y Nueva Granada, las juntas hispanoamericanas demorarían en declarar la independencia. Que Venezuela haya declarado radicalmente la independencia en julio de 1811 se comprende menos por un contexto político de deseo de ruptura en Hispanoamérica –de hecho, tres meses antes el Congreso de las Provincias Unidas juró fi delidad al rey y a las leyes de la monarquía– que por el lenguaje de derechos naturales del siglo XVIII: actores como Juan German Roscio lo tenían bien presente a partir de la politización de dicho lenguaje con la revolución de las trece colonias británicas en América del Norte (Portillo Valdés, p. 485-486).

El sujeto de la independencia

Las declaraciones de independencia generaban varios inconvenientes. Uno de ellos era el siguiente: ¿Quién era el sujeto político capaz de independizarse? Todos invocaban la independencia de América. Pero América constituía menos una comunidad efectiva de pertenencia que una abstracción invocada para reivindicaciones territoriales no sólo frente a España sino también frente a otras ciudades americanas cuyas tensiones jurisdiccionales podían rastrearse desde el siglo XVIII y, en particular, desde la aplicación de la Real Ordenanza de Intendentes (1782), como lo muestran claramente los casos de Quito, Nueva Granada o Bolivia, mencionados en el libro.

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Según señalan Ávila, Dym y Pani, los autores de las declaraciones enunciaban referentes territoriales vagos: América Mexicana, las provincias de Venezuela, las Provincias Unidas de Sudamérica, Anáhuac, Colombia, América Septentrional, Cubanacán, etc. (p. 11). Reclamarles consistencia teórica a los autores de aquellas declaraciones implicaría una exigencia normativa que descartaría aquel contexto de ambigüedad radical constitutivo de las revoluciones. Todos afi rmaban su identidad americana aunque nadie sabía cuáles eran los criterios necesarios que permitirían diferenciar una unidad política de otra en América. La vaguedad posibilitaba la fl exibilidad; sobre todo respecto a límites geográfi cos establecidos menos por las actas de independencia o constituciones que por el resultado de las guerras.

El libro muestra también cuán absurdo es referirse a los antecedentes de la revolución, cuando ésta consiste en un acontecimiento imprevisible. Consideremos por ejemplo el caso del jesuita de Arequipa Juan Pablo Viscardo, mencionado por Javier Fernández Sebastián (p. 52). Una gran parte de la historiografía interpretó las revoluciones hispanoamericanas como una consecuencia del patriotismo criollo de ilustrados como Viscardo quienes a fi nes del siglo XVIII hablaban de la independencia de América. Ahora bien, en su Carta a los Españoles Americanos (1791), Viscardo no exhortaba a los abstractos americanos a luchar por una independencia que, al igual que en la revolución norteamericana, implicaba una lucha por la libertad. Por el contrario, el jesuita se dirigía a los concretos americanos del nuevo Reino de Granada. Y en su Proyecto para independizar América española (1790), Viscardo, cuyo salario en el exilio europeo era pagado por la monarquía británica, planifi caba invasiones en Perú, Chile y Nueva España, y defendía la independencia bajo la protección de la familia real británica. En una América que veneraba “todo aquello que lleva el sello de la Realeza”, señalaba, los habitantes serían incapaces de concebir ideas republicanas y “sólo los Príncipes” podrían “desempeñar verdaderamente el rol heroico de Libertadores” (Juan Pablo Viscardo y Guzmán, “Proyecto para independizar América Española”, en Obra Completa de Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, tomo I, Lima, Ediciones del Congreso de la República del Perú, 1998, p. 23-25).

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Las ambigüedades y contradicciones de las declaraciones de independencia

Las declaraciones de independencia presentan ambigüedades y contradicciones que pueden observarse a través de dos dimensiones, analizadas en varios de los artículos Por un lado, la dimensión conceptual. El concepto de independencia concentra diferentes sentidos. Si en el siglo XVII no eran políticos, en el XVIII los sentidos ya estarán politizados y en el XIX, luego de las revoluciones norteamericanas y francesa y de la resemantización ocurrida con la crisis de 1808, tendrán nuevas acepciones en la Península ibérica y en Hispanoamérica. Fernández Sebastián señala dos de ellos: uno “débil” y otro “fuerte”. En el “débil”, el sentido de la independencia implicaba autonomía dentro de la monarquía, que refería a la igualdad entre americanos y peninsulares. En el “fuerte”, el sentido de independencia signifi caba separación completa de la metrópoli, y se consolidaría con la restauración monárquica en la Península en 1814 (Fernández Sebastián, p. 71-73).

Por otro lado, la dimensión que da cuenta de la ambigüedad de las declaraciones se refi ere a la forma de gobierno de las unidades políticas en construcción. No es sorprendente que ninguna declaración de independencia defi niera una forma particular de gobierno. Tampoco que fuesen compatibles con gobiernos republicanos y monárquicos, como lo muestran las independencias de Haití, México (con su imperio entre 1821 y 1823) y Brasil, según remarca Armitage (p. 27). Para los mismos revolucionarios que se consideraban republicanos, la monarquía era una opción de organización política de las nuevas repúblicas independientes. En el Río de la Plata se buscaría a partir de 1814 un rey en alguna casa reinante de Europa e incluso entre los Incas, alternativas nunca implementadas. Luego de años de guerras y de gobiernos provisionales se creía que una monarquía constitucional podía ser la solución para alcanzar la estabilidad.

Otro aspecto de la ambigüedad y contradicción de las independencias está relacionado con la incertidumbre sobre la organización de un gobierno en forma federal o confederal, un aspecto analizado en los artículos de Morelli, Gutiérrez Ardila, Martínez Garnica y Dym. A partir de este problema, se observa la difi cultad que los actores tenían para distinguir la construcción

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de un Estado unitario y de una asociación de soberanías independientes. Morelli lo muestra claramente a través de la república del Ecuador: la constitución de 1830 afi rmaba la reunión de tres departamentos en un único cuerpo independiente y, simultáneamente, especifi caba que el Estado ecuatoriano se unía y confederaba con los demás Estados de Colombia. Esta ambivalencia provocaba que la República no tuviese una clara defi nición sobre su soberanía, territorio y ciudadanía, una característica compartida por el resto de las nuevas comunidades políticas de Hispanoamérica.

El problema de la independencia como “consumación”

Ávila y Pani resaltan la necesidad de contextualizar los documentos asociados a la independencia de México y a la falta de acuerdo entre los propios historiadores sobre quiénes fueron los responsables de la propuesta de independencia en 1821. La contextualización de las fuentes permite matizar la idea de consumación, comenzando por el hecho de que el 16 de septiembre de 1810 el cura de Dolores Miguel Hidalgo y Costilla no gritó por la independencia sino por la defensa de América y de la religión contra los gachupines y el mal gobierno.

¿Qué se celebra entonces cada 16 de septiembre en México? Si la respuesta es el inicio de la consumación de la independencia que culminaría en 1821 estamos frente a un problema. La misma noción de “consumación” concentra una carga teleológica y teológica que la alejan de la historia. En el Acta de independencia del Imperio Mexicano –incluida en el útil anexo de documentos del libro–, se afi rma: “La nación mexicana que por 300 años (…) sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa” (p. 547).

El Dicccionario de la Real Academia de 1729 defi ne la palabra consumación como “fi n, acabamiento, extinción de alguna cosa. Vale también perfección última de alguna cosa” (Diccionario de Autoridades, Madrid, 1729, tomo II, p. 541). La idea de consumación fi ja a priori un camino que, de realizarse, alcanzaría la perfección. No estamos aquí frente a un objetivo político ni histórico sino frente a uno trascendental. De esta forma, la independencia entendida como consumación pertenecería al registro del mito más que al de la historia.

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Los problemas de diferenciación entre revolución e independencia, de identifi cación de un sujeto de la independencia, y de las ambigüedades y contradicciones de las declaraciones, previenen al lector de aceptar la idea de consumación por más que ésta aparezca en los documentos. El Plan de Iguala es elocuente por sí mismo. En el documento, Agustín de Iturbide invoca el Grito de Dolores como una de las “tantas desgracias” que habrían de sumir “al bello país” en “el desorden, el abandono y otra multitud de vicios” (Plan de Independencia de la América Septentrional, Iguala, 24 de febrero de 1821). Detrás de la declaración de la independencia absoluta de la América Septentrional de España y de toda otra nación, se revela no sólo el reconocimiento de la Constitución Política de la Monarquía Española (artículo 20), sino también un plan de conservación del orden, la religión y la aparente unidad de una población de americanos, donde estarían incluidos los españoles, africanos y asiáticos residentes en el continente.

En síntesis, Las Declaraciones de independencia. Los textos fundamentales de las independencias americanas desafía al historiador, al lector afi cionado y al público en general a pararse frente al espejo para poner entre paréntesis las presuposiciones que se tienen sobre las independencias en América. Este paréntesis genera la bocanada de aire fresco que, ante tanto ruido y luces de los fuegos de artifi cio de las conmemoraciones, permite volver a las fuentes y, de la mano de especialistas, darle al pasado su lugar en la historia.

Dr. Gabriel Entin Becario del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM,

Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

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En esta ocasión José María Garrido Asperó nos invita a repensar –en el sentido enunciado por R. G. Collingwood hace tiempo– una de las preocupaciones primordiales de su quehacer histórico reciente: los mecanismos de construcción de legitimidad política en el intersticio del antiguo régimen al México independiente. En el pasado la autora se había ocupado de la utilización de las conmemoraciones cívicas para legitimar proyectos políticos. El estudio que aquí nos interesa, resultado de una tesis doctoral, aborda

las elecciones para el Primer Congreso Constituyente mexicano (1821-1822) como elemento legitimador de los proyectos políticos y relaciones de poder ante el quiebre de la legitimidad tradicional hispánica y los nuevos mecanismos para la participación política heredados de la experiencia liberal gaditana en 1812.

El libro, bien editado y manufacturado, se divide en tres partes concordantes con los ejes centrales en torno a la cultura política y su traducción en actos, más allá de aquellos considerados nocivos o los proyectos para enmendarlos. Primero, las negociaciones entre las élites políticas para la emisión de la convocatoria al Primer Congreso Constituyente mexicano. Segundo, los proyectos que denunciaron las prácticas nocivas como la manipulación y el fraude electoral, así como los remedios propuestos. Finalmente, aborda la jornada electoral en la provincia de México, así como las prácticas de soborno y fraude realizadas por las élites.

Por un lado, el libro invita a atender numerosas refl exiones signifi cativas

“SOBORNO”, “FRAUDE”, “COHECHO”: LOS PROYECTOS PARA EVITAR LA MANIPULACIÓN ELECTORAL EN LAS

PRIMERAS ELECCIONES DEL MÉXICO INDEPENDIENTE, 1821-1822

María José Garrido Asperó, “Soborno”, “fraude”, “cohecho”: los proyectos para evitar la manipulación electoral en las primeras elecciones del México independiente, 1821-1822, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2011, 160pp., ISBN 978-607-7613-60-2

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para comprender las relaciones de poder durante el primer imperio. El análisis de la convocatoria da pie a la autora para discutir el hito historiográfi co que atribuía el fracaso del primer imperio a las diferencias entre Agustín de Iturbide y el Congreso. Sostiene que la excitativa resultó de la negociación entre los grupos políticos preocupados no sólo por establecer un gobierno legítimo, sino por el papel que debía otorgarse al legislativo en oposición al ejecutivo y el grado de participación popular. El resultado, como demuestra el libro, no favoreció la voluntad de un solo hombre y representó el fracaso de Iturbide.

Por otra parte, la exploración de la cultura política de las prácticas electorales resulta sugerente. Garrido se aleja de las concepciones de una cultura homogénea y da cuenta de la pluralidad de signifi cados asociados con las prácticas políticas. Así, emplea la perspectiva de los lenguajes políticos e historia conceptual para restituir el sentido común de la época para términos como “fraude”, “manipulación”, “cohecho” o “soborno”, y el modo que se vincularon con otros como elección, voto y representación. Así, las tareas electorales son reconsideradas como formas políticas válidas en una época de transición, pero que en un futuro serían percibidos como actos que ponían en tela de juicio los procesos y sus resultados.

De este modo, el libro de Garrido resulta de bastante actualidad, pues nos permite repensar un periodo al que se ha mirado con bastantes prejuicios, limitando o difi cultando una comprensión cabal de ese primer intento de construcción de una nación independiente. Nos remite a las continuidades y rupturas, particularmente a la herencia de las elecciones gaditanas y amplía la perspectiva para establecer un balance de un proceso que se ha convertido en punto nodal de las instituciones democráticas actuales. Finalmente, nos invita a asomarnos a las problemáticas que entonces fueron señaladas como obstáculos para una verdadera legitimidad política como tareas cuya solución sigue pendiente.

José Rodrigo Moreno ElizondoInstituto de Investigaciones Históricas

Dr. José María Luis Mora

DOCUMENTOS DELARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

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Imagen de portadaLe Bois du Boulogne

María Inés Ortiz Caballero*

* Jefa del Departamento del Centro de Información Gráfica, Archivo General de la Nación.

1 AGN, Colección Luis y Leopoldo Zamora Plowes. Tarjetas postales, 42/32.

En esta edición se incluye la tercera de las cuatro postales elegidas como portadas de Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación en 2013. Dichas imágenes forman parte del fondo de tarjetas postales: Colección Luis y Leopoldo Zamora Plowes, que resguarda el Archivo General de la Nación.

La tarjeta postal nació originalmente como un medio de comunicación que, por un lado, presenta una imagen donde distintos contenidos pueden ser representados (paisajes y escenarios, reproducciones de obras pictóricas, personajes famosos, etc.) y, por el otro lado, un espacio en el que el remitente puede escribir su mensaje. Gracias a su valor estético, la postal se convirtió en objeto de colección.

El bosque de Boulogne, en los alrededores de la ciudad de París, es el actor principal de la postal que luce en la portada del presente número de nuestra publicación.1

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Este escenario se encuentra situado en un barrio residencial del Distrito XVI de la capital francesa. La historia del bosque se remonta a la Francia medieval, donde los terrenos originalmente eran propiedad de la Abadía de Saint Denis y a lo largo de los siglos pasaron por diversos cambios, tanto en la propiedad como en la actividad, y fueron usados para facilitar la caza, fabricar seda o para fi nes recreativos. Sin embargo fue desde el siglo XIX cuando Napoleón III estableció que se convirtiera en un parque y en los años siguientes el terreno habría de sufrir varias transformaciones y a condicionamientos para convertirse en el bosque más grande de París. Se sembró una cantidad considerable de cedros, castaños y olmos, se diseñaron caminos y paseos, se crearon lagos con una cascada, un zoológico y un famoso hipódromo.

Todas las clases sociales asistían a la sombra de los árboles, desde los acaudalados personajes con sus fatuos carruajes, pasando por los románticos artistas en busca inspiración, hasta los seres más miserables, quienes encontraban ahí un lugar que evocaba paz; también transitaban entre los caminos del bosque los que iban al famoso hipódromo Longchamp.2 Se llegó a decir que era imposible que existiera en el mundo un lugar tan encantador y tan visitado como el Bosque de Boulogne.

Así, esta pequeña impresión fotomecánica, que forma parte del acervo del Archivo General de la Nación, es más que una tarjeta postal; con el paso del tiem po se ha convertido en un documento con valor histórico y estético que nos permite remontarnos a otra época y conocer gráfi camente aspectos de una sociedad que ya no existe. La colorida escena de un camino para bicicletas y sus paseantes nos deja ver a primera vista la moda en el vestir y actividades de ocio de los franceses, además de apreciar un ejemplo de la evolución tecnológica del caballo de ruedas.

2 Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo americana, Madrid, Espasa Calpe, 1994.

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Breve comentario sobre el documento del AGN, Vínculos 31, exp. 2, año: 1796. «El convento de San Agustin contra el Mayorazgo de Guerrero Moctezuma». México. Copia legal de la Real Audiencia de México redactada el 17 de noviembre de 1709 a partir de un original del 29 de agosto de 1555.

Este documento es un acta ofi cial de la Real Audiencia de México reconociendo los derechos y poderes de don Agustín de Chilapa sobre el cacicazgo de Chilapa (actualmente en el estado de Guerrero). No podemos dudar de su autenticidad, pues procede de una copia legal de la Real Audiencia y el escribano copista se mantuvo lo más cerca posible del original, al grado de dejar espacios en blanco para aquellas palabras indescifrables:

En palabras del funcionario:

“Es copia de los papeles demostrados y de que se manda dar este testimonio con quien va coregido y consertado y en lo que no se pudo leer para copiar ora por ser garavatos de la antiguedad caracteres ynynteligibles, ora por estar rotas clausulas y no percevirse nada en todos los quales defectos puse e hise poner raya”

Agustín de Chilapa es el primer cacique conocido de Chilapa (Gro). Sabemos que era hijo de Isquinansi (Isquinantzin] y nieto de Omacatzin.1 Éste era cacique de Xochimilco, hijo de Macuilmalinali, hermano de Moctezuma Xocoyotzin.

Agustín de Chilapa se casó con Francisca de Guzmán, la hija de Juan de Guzmán Estolinque, cacique de Coyoacán, y Mencia de la Cruz, la nieta de Neza hualpitzin de Texcoco.2 A la muerte de su padre Iscuinantzin, Agustín

EL TRIBUTO DE CHILAPA DE 1555

Arnold Lebeuf*

* Universidad Jagielónica de Cracovia.

1 AGN, Vinculos y Mayorazgos; año 1738, vol. 82, exp. 6. f. 142. 2 Ver A. Lebeuf, “Origen y genealogía de los Moctezuma, caciques de Chilapa”, en Estudios Latinoamericanos, núm. 29, Varsovia, 2009.

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era aún muy joven y al llegar a la madurez acudió ante la Real Audiencia de México en 1564 para hacer valer sus derechos ancestrales y reclamar las tierras usurpadas por el conquistador Diego de Ordaz, que se había benefi ciado de la ingenuidad del cacique local, quien era todavía un niño.

El procurador de indios sintetizó el litigio en los siguientes términos:

«... que era el tributo que cavia a los indios de diferentes estancias que eran del pueblo y abolengo del dicho Don Agustin cacique y condenación a Diego de Ordaz encomendero de dicho pueblo de chilapa con quien avia seguido pleytto el dicho Don Agustin cacique sobre los indios de su patrimonio que le havian pagado el dicho pueblo que no le pagaban el tributo que debian y lo cobraba el dicho Diego de Ordaz a que el y sus sucesores de los tributos que pertenecen y cobrasen en forma de la tasasion que se avia hecho diesen y pagasen a dicho don Agustin y sus subsesores un mil de pesos de oro comun en cada un año... »3

Al parecer, ese señor mexica había tenido muy buenas relaciones con el virrey de la época:

“[...] y hallo aver sido el dicho don Agustín hombre de gran qualidad en la descendencia de los yndios y ansi mesmo don Pedro de Tlacopan y don Felipe de Gusmán que casi son como los grandes de Castilla respecto de Moctezuma y por aver sido el dicho don Agustín de tanta qualidad fui muy honrrado del Virrey Don Martín Henrríquez4 al cual fue sirviendo desde Mexico al puerto de Acapulco en el cual viaje sirvio y regalo muchos al dicho Virrey”.5

A pesar de su fecha tan prematura de 1555, este documento parece haber sido la copia de un reconocimiento más antiguo del tributo de Chilapa, ya que hace referencia al delegado6 de don Antonio de Mendoza, virrey y gobernador de esta Nueva España,7 y éste no gobernaría sino hasta 1550.

3 AGN, Indios, 27: 142v.-144v. 4 Don Martin Henriquez, virrey de la Nueva España, 5 de noviembre de 1568 – 4 de octubre de 1580.5 [AGN, Tierras, vol. 2001, exp. 1, f. 362a. r.]6 Juez Gabriel de Castañeda.7 Don Antonio de Mendoza, virrey de la Nueva España 14 de noviembre de 1535 – 25 de noviembre de 1550.

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Entonces todo parece indicar que las autoridades coloniales españolas se contentaron con ratifi car el tributo prehispánico de Chilapa. En efecto, todos los nombres de los lugares están en náhuatl, como lo están también casi todos los nombres de personas. Este documento nos ofrece una primera lista de parcialidades consideradas patrimonio del cacique:

Acatempa, Acatla, Açaqualoya, Aguanapa, Amoltepeque, Atala, Auçinapa, Ayagualulco, Cachultenango, Çapaquatapaçi, Catetetla, Chacalinipam, Chilapa, Citala, Culutlipan, Juscaquiquila, Ostotipa, Pantitlan, Petlanzingo, Petlatlan, Quaguiscatla, Quauchiautla, Quechultenango, Quoatepec, Sentla-napa, Temichinitlan, Tenango, Teapegualapa, Tescaquiquila, Tlaixcoac, Tlalecolulco, Tlapehualapa, Vysquacingo, Vixcahuyango, Xiquitepeqe, Ystlananco.

Actualmente, muchos de los sitios registrados han desaparecido o sus nombres han sido modifi cados. Tescaquiquila no aparece hoy en los mapas modernos, ese lugar ya había sido descartado en los mapas de los siglos XVI y XVII,8 con la mención «despoblado», a tres leguas9 al norte de Chilapa. Por el contexto se puede saber que Aguanapa y Juscaquiquila se encontraban en los parajes de Acatempa, Tlaixcoac y Tlapehualapa; que Atala y Quaguiscatla se situaban en los parajes de Acatlán, Pantitlán y Petlanzingo; Tenango debía encontrarse en la región de Açaqualoya, Ayagualulco y Petatlán; Vixcahuyango se encontraba en las proximidades de Cachultenango y Colotlipan. Auçinapa, Xiquitepeqe, Chacalinipam, Temichinitlan, Çapaquatapaçi y Tlalecolulco eran las tierras personales de don Agustín, lugares o estancias que no logramos ubicar. El resto aún están por localizarse: Amoltepeque, Catetetla, Quauchiautla, Quoatepec, Sentlanapa, Teapegualapa, Vysquacingo e Ystlananco. Se espera poder situar estas últimas mediante un estudio más profundo de archivos antiguos y de la toponimia local, lo que permitiría conocer mejor la superfi cie del cacicazgo primitivo.

8 Mapa, color. Quechultenango, Colotlipa y Chilapa. Gro. Anónimo, 1652. Sin escala. 44X32 cm. 978/0197. Tierras, vol. 2676, exp. 3, F. 13; mapa pictográfico, color, Tlalcosautitlan; Chilapa, Gro. Anónimo, 1587. No indica escala. 31×21 cm. 978/0439. Tierras, vol. 2719, exp. 14, f. 8; mapa, color. Toscaquilla; Chilapa, Gro. Anónimo, 1619. No indica escala. 32×43 cm. 978/0421. Tierras, vol. 2717, exp. 5, f. 15.9 La legua mexicana medía alrededor de 4 kilómetros o un poco más, que serían aquí 12 o 13 kilómetros.

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Las tierras patrimoniales del cacique, que deberían cultivar los indios, ascendían a 1,728,600 varas, es decir, alrededor de 120 hectáreas.

Casi todos los números que aparecen en este documento señalan una aritmética vigesimal pura, donde la progresión es regular (20 × 20 × 20 × 20, etc.) Los términos de los pagos están espaciados en 80 días, lo que representa cuatro meses prehispánicos de veinte días. Las cantidades de granos de cacao son indicadas en el antiguo sistema aritmético: 200 (10 × 20, o sea, según la notación indígena 10.0); 400 (20 × 20, en notación indígena 1.0.0.); 800 (2 × 20 × 20, en notación indígena 2.0.0.); 2800 (7 × 20 × 20, en notación indígena 7.0.0.); 6000 (15 × 20 × 20, en notación indígena 15.0.0.) etcétera.

Los pagos se hacían principalmente en especie y los bienes señalados corresponden al antiguo tributo. Los granos de cacao funcionaban antes de la conquista como moneda de cambio, o para valuar otros objetos o productos de consumo. El tributo se compone aún de maíz, ají (chile), frijoles, pepitas, miel y guajolotes, así como cargas de leña para la cocina. Se aprecia la peculiar mención del tributo impuesto a los cazadores: “que los domingos los cazadores le den un benado”.

Además del tributo de bienes de consumo corriente se impusieron a los indios servicios diversos, como el de mujeres para «moler», es decir, preparar sobre un metate la pasta o masa de maíz para las tortillas; y en el caso de los varones, construir, servir y proteger la casa del cacique y, sobre todo, cultivar sus tierras. Otra vez las medidas de estas tierras se indican en el sistema vigesimal regular: 60 varas10 (3 × 20); 80 varas (4 × 20); 100 varas (5 × 20); 180 varas (9 × 20); 600 varas (1,5 × 20 × 20, en numeración indígena 1.10.0.); 840 varas (2,1 × 20 × 20, en numeración indígena 2.2.0.) etcétera. Estos dos últimos números, 600 y 840, son bastante excéntricos en el sistema decimal pero perfectamente coherentes en una aritmética basada en el 20. También se pagaba con oro, lo que permitía cubrir la parte del tributo reservada a la corona, así como en piezas de tela, reservadas para el cacique en persona, lo que era conocido por otras relaciones de tributos prehispánicos.11 Todo esto muestra bien que el sistema vigesimal

10 La vara equivalía a 0,8359 metros.11 Ver Códice Moctezua o Códice Mendoza.

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se empleaba siempre en 1555 y que, ciertamente, el primer tributo colonial continuaba casi sin reformas ni alteración del antiguo tributo prehispánico, lo cual confi rma el texto de la Real Provisión:

“Don Augustin Governador de la Provincia de Chilapa y por una peticion que presento nos hiso relasion disiendo. El avia presentado una ynformacion en esta Real Audiencia y por ella constava que el thenia ciertas estancias tierras e cementeras suias propias e de su patrimonio porque las avia havido de su padre y abuelo y antepasados, y los naturales que en ellas [f 15] avian estado y estavan avian sido sus vasallos continuos y siempre avia labrado y benefi siado las dichas tierras y cementeras del dicho su patrimonio lo qual hasian por haver sido su padre y Abuelos del dicho Don Augustin naturales Señores de la dicha provincia”

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Transcripción íntegra del documento (AGN, Vínculos 31, exp. 4)Tributo de don Agustín de Chilapa. 29.VIII.1555.

Presentación

En la ciudad de Mexico a dies y nueve dias del mes de noviembre de mill setecientos y nueve años ante el Señor Don Nuño Nuñez de Villavicensio del orden de Santiago coregidor por su majestad de esta ciudad se leyo esta pettision que presento el contenido en ella.

Petision

Don Pablo Gil de la Sierpe Romero. Vecino de esta ciudad por Don Agustin de Chilapa Moctezuma y como su apoderado digo que de los papeles originales que demuestro necesito que el presente scrivano u otro real que fuere requerido me de uno, dos o mas testimonios para en guarda de el derecho de mi parte en cuia consideracion: A vuestra merced pido y suplico se sirva de mandarlo asi y fecho se me vuelva los originales en que resevire merced con justicia y en lo necesario etcétera: Don Pablo Gil de la Sierpe Romero.

[f. 1v] Auto

Y por su merced vista huvo por demostrados los recaudos que el pedimento expresa y mando que de ellos el presente scrivano u otro Real a quien lo comete le de a esta parte en nombre de la suia uno, dos o mas testimonios authorisados en publica forma y manera que hagan fee. Y obren la que haya lugar por derecho y se buelvan los originales y así lo mando y fi rmo: Don Nuño Nuñez de Villavicensio: Juan Clemente Guerrero scrivano Real y publico.

Cabeza

En cuio cumplimento yo, Joseph de Valdes scrivano de su majestad hise sacar y saque un tanto de los papeles que la petision expresa cuio thenor es el siguiente.

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Testimonio

El concierto y horden que en el pueblo de Chilapa queda puesto por Gabriel de Castañeda Juez que fue nombrado al dicho pueblo por el Illustrisimo Señor Don Antonio de Mendoza Visorey e Governador de esta Nueva Espana es el siguiente.

[f. 2] Primeramente porque de uso y costumbre del dicho pueblo es que todos asi casiques como principales tributen hordenose el tributar de la manera siguiente.

Tributo que se ordeno diese el casique Don Augustin.

Primeramente el casique Don Augustin queda, que dé de tributo cada ochenta dias dos pesos y ochosientos cacaos y dos mantas canigual y cada año media fanega de maiz.

Tributo que han de dar los principales.

Los principales se hordeno que diesen de tributo cada ochenta dias cada, quatro tomines y una mantilla de las que usan tributar y doscientos cacaos y cada año una vez media hanega de maiz y una Jicarilla de Aji y otra de frixoles y otra de pepitas segun la medida que quedo en la comunidad.

Tributo que quedo ordenado diesen los de Tequitlatos.

Los otros tequitlatos se hordeno que cada ochenta dias den cada tres tomines y una [f. 2v] mantilla y doscientos cacaos y cada año una vez media hanega de maiz y una jicarilla de Aji y otra de frixoles y otra de pepitas.

Tributo que quedo ordenado diesen los maseguales.

Los maseguales que tienen heredades y son mercaderes queda que den cada ochenta dias cada, dos tomines y dos piernesuelas de que usan tributar y

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cien cacaos y cada año media hanega de maiz y la dicha xicarilla de aji y otra de frixoles y otra de pepitas.

Tributo que quedo ordenado diesen los maseguales que no tienen heredades.

Los demas maseguales que no tienen tantas heredades quedo que den de tributo cada uno un tomin y medio y una piernesuela de manta y ochenta cacaos y cada año media hanega de maiz y la dicha xicarilla de aji y otra de frixoles y otra de pepitas.

Tributo que quedo ordenado diesen los maseguales pobres.

Y los demas maseguales pobres que no son tan ricos que den de tributo un tomin [f. 3] y una piernesuela de manta y ochenta cacaos y cada año media hanega de maiz y una xicarilla de aji y otra de frixoles y otra de pepitas.

Tributo que quedo ordenado diesen los pobres.

Y porque ay otros que son pobres hordenose que diesen cada ochenta dias cada uno medio tomin sin otra cosa alguna.

Distribucion que quedo para el tributo recojido.

Lo segundo se hordeno que todos estos tributos se recoxiesen todos en la casa de la comunidad y se diese en poder de los mayordomos lo qual asi recoxido se distribuyese en la manera siguiente.

Primeramente de todo el oro recojido se diese al comendero segun lo que por la tasacion son obligados:

Que la mantas se diesen a Don Augustin casique.

Lo segundo que las mantas se diesen segun de uso y costumbre es al dicho Don Augustin casique porque quando el pueblo se puso en concierto se hecho de tributo a cada casa una piernesuela de manta y le quitaron [f. 3v]

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lo que antes le solian dar en oro y otras cosas y lo demas de la[s] sobras del tributo, hordeno que se distribuse [sic] de la manera siguiente.

De lo que se mando dar de la comunidad al cacique de las sobras de el tributo.

Lo primero porque en todo el pueblo no hay mas de un casique a donde todos se recoxen mando que de la casa de la comunidad le diesen quatro cientos cacaos y tres gallinas de la tierra y seis cargas de leña y una carga de ocote y cada ochenta dias un cantaro de miel y hanega y media de aji y tres hanegas de pepitas y hanega y media de frixoles y cada dia seis yndias para moler y cinco tlapias yndios para su servisio y dos viexos que guarden la casa y que los domingos los cazadores le den un benado.

Eredades que le an de labrar al casique Don Augustin.

Hordeno mas que segun la costumbre que tenian de labrarle sus heredades mando que las labrase en la manera siguiente.

[f. 4] Que el pueblo de Chilapa le labrase una heredad de 200 brazas en quadro.

Primeramente los de Chilapa le labrasen una heredad que tiene el dicho pueblo de doscientas brasas en quadra:

Otra que esta en Acatla de zinquenta baras en ancho y 180 en largo que se la labren las estancias de Atala, Acatla Pantitlan, Petlanzingo y Quaguiscatla.

Yten otra heredad que tiene en una estancia que se llama Acatla que se la labre los de las estancias de Atala, Acatla, Pantitlan, y Petlansingo y Quaguchiatla que estan todas alli junto, y la heredad es de cinquenta varas en ancho y ciento y ochenta en largo.

Otra heredad en Aguanapa de 80 baras en ancho y 100 en largo.

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Yten otra heredad que tiene en Aguanapa que tiene ochenta varas en ancho y ciento en largo que se la labren las estancias de Acatempa Juscaquiquila Aguanapa Tlaixcoac Tlapehualapa:

Otra heredad en Ostotipa de 60 baras en ancho y 100 en largo.

Yten otra heredad que tiene en Oztotipa de 60 varas en ancho y ciento en largo que la labre la dicha estancia de Oztotipa:

Otra heredad en Azaqualoya de 600 varas en quadra.

Yten otra que tiene en Açaqualoya de seiscientas varas en quadra que la labren los de la estancia de Aza [f. 4v] qualoya y Ayagualulco y Tenango y Petlatlan12 y otra que tiene en Caltuchenango de ochocientas y quarenta varas en quadra se la labren Cachultenango y Vixcahuyango y Culutlipan.

Otra heredad en Catetetla de 800 brazas en quadra.

Otra heredad que tiene en Catetetla que tiene ochocientas brasas en quadra que la labre todo el pueblo.

Yten hordeno que cojido todo el maiz de estas cemeteras se sacase todo lo que el casique ubiese menester para la costa de todo el comun y que lo demas que sobra se puedan los yndios pagandole su travajo y queriendolo haser de su voluntad llevarselo a las minas.

Estancias que quedaron de patrimonio a Don Augustin.

Yten porque ciertas estancias que estan hasia la costa que se llaman Xiquitepeqe Chacalinipam y Temichinitlan y Çapaquatapaçi y Tlalecolulco que guardan los en las quales todas puede haver ciento y veinte [f. 5] yndios y muchas vezes menos porque se van y se vienen segun su voluntad las quales siempre sus antepasados las han tenido y se an servido de ellas y

12 Al margen: Otra heredad en Calchutenango de 840 varas en cuadra

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todo el pueblo es contento de ello se le dejaron como patrimonio proprio suio para que le sirviesen y para que les labrasen algunos pies de cacao que estan por alli sembrados.Yten hordeno que a Don Diego Principal le diesen cada ochenta dias seis mill cacaos de la comunidad y dos yndias que le hagan pan y dos yndios que le sirvan y un viejo tlapin y cada dia dos cargas de leña y que le hagan una heredad de doscientas varas en ancho y mas le dejo cinco casas que tiene en sus heredades y que no pueda tener otra casa mas de las cinco y que todas las demas que tenian se quenten con el tributo del pueblo.

[f. 5v] Yten a Cristóbal Principal le dexo cinco casas para que le sirviesen y le ayudasen para la costa de su casa y que no tributasen al pueblo y que todas las demas casas que tenia se contasen con el pueblo y que de la comunidad le diesen cada ochenta dias dos mill y ochocientos cacaos y que le hagan una heredad de ciento y veinte varas en ancho y ciento y sesenta en largo.

Yten a Juan Axo Principal le dexo otras cinco casas de las que tenia y que no pueda tener mas y que estas le ayuden para la costa de su casa y

que de la comunidad le den cada ochenta dias dos mill y ochocientos cacaos y le hagan una heredad de ciento y veinte varas en ancho y ciento y sesenta varas en largo.

Yten a Pedro Tetlil Principal le dexo otras cinco casas y que no pueda tener mas para su servicio y que de la comunidad se le den [f. 6] otros tantos cacaos y le hagan una heredad como a los sobredichos.

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Yten a Estevan Tlilua Principal y a Don Pedro Principal les dexo otro tanto como los de arriva.

Yten a Juan Yzcunansi le dexo que le diesen cada ochenta dias ochocientos cacaos y una heredad de quarenta vrasas en quadra.

Esto quanto a los principales.

A los demas tlequitlatos de la dicha cavesera de Chilapa hordeno que a Balthasar Tlequitlato y a Pedro Caquancal y a Juan Siloguscal y a Hernando Tlacaguaca y Anton Tlayentlac y a Geronimo Tescaquacal de la comunidad cada ochenta dias diesen a cada uno cada dos mill cacaos y que a cada uno le diesen una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en largo y cada savado a cada uno dos cargas de leña.

[f. 6v] Quanto a las estancias fuera del pueblo hordeno lo siguiente.

En la estancia de Citala hordeno que a Martin Principal se le diese cada ochenta dias de la comunidad dos mill y ochocientos cacaos y le hisiesen una heredad de ochenta varas en ancho y de ciento y veinte en largo y le dexo dos casas que solo a el sirviesen.

Y a Andres Tlilua le dexo una casa para que le sirviese y que de la comunidad se le diesen cada ochenta dias ochocientos cacaos y le hisiesen una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en largo y por los demas tlequitlatos. Y para los gastos de los que pasan desde la comunidad cada ochenta dias tres mill y doscientos cacaos y que hagan una heredad de cien varas en quadra y dos yndias que muelan quando fuere menester y dos cargas de leña.

13[f. 7] En la estancia de Acatla hordeno que a Gaspar Principal le den cada ochenta dias de la comunidad mill y seiscientos cacaos y cada savado dos

13 El folio número 7 se ubicó mal en la encuadernación de los originales, pues se encuentra entre los folios 13 y 14.

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cargas de leña y que le hagan una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en ancho [sic por en largo] y que para los gastos del pueblo y los pasajeros den de la comunidad dos mill y ochocientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan quando fuere menester y una heredad de quarenta varas en ancho y ciento en largo.

En la estancia de Ystlananco hordeno que Martin Principal de la calpisca le den cada ochenta dias ochocientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y para los gastos del pueblo den de la calpisca mill y doscientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que muelan quando fuere menester y que hagan una heredad de quarenta varas en ancho y ciento en largo.

[f. 7v] En la estancia de Pantitlan hordeno que a Francisco Uchinagual de la calpisca le diesen cada ochenta dias ochocientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y que le hagan una heredad de veinte varas en ancho y ochenta en largo y para los gastos del pueblo den mill y seiscientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan quando fuere menester y que hagan una heredad de quarenta varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Caqualoya hordeno que a Juan Mexical de la calpisca le diesen cada ochenta dias mill y seiscientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y una heredad que le labren de quarenta varas en ancho y ochenta en largo y que para los gastos del pueblo les den dos mill cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan quando fuere menester y hagan una heredad de quarenta varas en ancho [f. 8] y ciento de largo.

En la estancia de Petlatla hordeno que a Juan Principal le diesen de la comunidad cada ochenta dias ochocientos cacaos y dos cargas de leña cada savado y una heredad que labren de veinte varas en ancho y sesenta en largo y para los gastos del pueblo le den dos mill y ochocientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan quando fuere menester y que labren una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en largo.

En la estancia de Quechultenango que a Diego Hernandez le den de la calpisca cada ochenta dias mill y seiscientos cacaos y dos cargas de leña cada

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savado y una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en largo y para los gastos de la comunidad quatro mill cacaos y dos cargas de leña y dos yndias para haser pan [f. 8v] quando fuere menester y una heredad de ciento y cinquenta varas en quadra.

En la estancia de Ayagualulco hordeno que a Geronimo Principal le den de la calpisca cada ochenta dias mil y seiscientos cacaos y una heredad de quarenta varas en ancho y ochenta en largo y dos cargas de leña cada savado y para los gastos del pueblo den dos mill cacaos y dos cargas de leña y dos yndias para haser pan y una heredad de sesenta varas en ancho y ciento en largo.

En la estancia de Vysquaçingo hordeno que a Martin Tescaquacal le den de la calpisca cada ochenta dias ochocientos cacaos y dos cargas de leña cada savado y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo para los gastos del pueblo mill y seiscientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan quando fuere menester y una heredad de quarenta [f. 9] varas en ancho y ciento en largo.

En la estancia de Tenango se hordeno que a Augustin Aculnavacal de la calpisca le den cada ochenta dias ochocientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo y para los gastos del pueblo ochocientos cacaos y dos cargas de leña y una yndia que haga pan quando fuere menester y una heredad de quarenta varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Teapegualapa se hordeno que a Martin Tecpaneca le den de la calpisca cada ochenta días ochosientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo y para gastos del pueblo mill y seiscientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que muelan pan quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y ochenta en largo.

[f. 9v] En la estancia de Ostotipa se hordeno que a Nicolas Ciguatecpanecal le den de la calpisca mill y seiscientos cacaos cada ochenta dias y cada savado dos cargas de leña y una heredad de veinte varas en ancho y ciento en largo

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y para gastos del pueblo mill y seiscientos cacaos y dos cargas de leña y dos yndias que muelan pan quando fuere menester y una heredad de qua renta varas en ancho y ciento en largo.

En la estancia de Tlaiscoac se hordeno que a Martin Yscoac le den de la calpisca ochocientos cacaos y cada savado una carga de leña y una heredad de veinte varas en ancho y quarenta en largo y para gastos del pueblo ocho cientos cacaos y dos cargas de leña y una yndia que le muela quando fuere menester y una heredad de quarenta varas en ancho y sesenta en largo.

[f. 10] En la estancia de Auçinapa se hordeno que a Augustin le den de la calpisca quatrosientos cacaos y cada savado una carga de leña y una heredad de veinte varas en ancho y quarenta en largo y para gastos del pueblo una carga de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Tescaquiquila se hordeno que a Martin Mal le den de la calpisca ochocientos cacaos y cada savado dos cargas de leña y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo y para gastos del pueblo ochosientos cacaos y dos cargas de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una sementera de veinte varas en ancho y ochenta en largo.

En la estancia de Acatempa se hordeno que a Martin Tecpanecatl de la calpisca le den cada ochenta dias ochosientos cacaos y dos cargas de leña y una heredad de veinte varas en ancho y quarenta en largo [f. 10v]. Y para gastos del pueblo ochosientos cacaos y dos cargas de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Quauchiautla se hordeno que a Pedro de la calpisca le den quatrosientos cacaos cada ochenta dias y una carga de leña cada savado y que para gastos del pueblo una carga de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Quoatepec se hordeno que a Augustin Mexicatl de la

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calpisca le den quatrosientos cacaos cada ochenta dias y cada savado una carga de leña y una heredad de veinte varas en ancho y quarenta en largo y para gastos del pueblo una carga de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo.

En la estancia de Culutlipan se hordeno que a Juan Yznagual de la calpisca [f. 11] le den quatrosientos cacaos cada ochenta dias y cada savado una carga de leña y una heredad de veinte varas en ancho y quarenta en largo y para gastos del pueblo una carga de leña y una yndia que muela quando fuere menester y una heredad de veinte varas en ancho y sesenta en largo.En la estancia de Sentlanapa se hordeno le den de la calpisca cada ochenta dias dosientos cacaos y cada savado una carga de leña.

Hordeno quanto a lo demas del concierto del pueblo lo siguente.

Primeramente que a los alcaldes les den de la calpisca cada ochenta dias cada quatro pesos y a ocho rexidores a cada uno dos pesos y a dos mayordomos a cada tres pesos y a dos scrivanos uno para los alcaldes y otro para la calpisca a cada uno dos pesos.

En quanto al servisio de la calpisca dejo el concierto a los alcaldes de un año que [f. 11v] por su horden vengan a servir sin que se le haga agravio a ninguno.

Dexo que en la calpisca para los que sirviesen en ella se gaste cada dia media hanega de maiz y una gallina y ciento y veinte cacaos y quatro cargas de leña y que den para el servisio de ello quatro yndias que hagan pan y

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quatro calpisques para que hagan lo que los mayordomos mandaren en el servisio de la dicha calpisca y porque muchas ay muchos necesitados y caminantes por ser pueblo mui pasajero que vienen a pedir limosna dexo trecientas hanegas de mais para que gaste en ello y que sino se gastare que se quede con lo demas en la calpisca y quarenta hanegas de aji y otras tantas de pepitas y otras tantas de frisoles y que no aviendo necesidad de gastarse que se guarde en la calpisca.

[f. 12] Yten mando que una heredad que se llama amoltepeque que se solia sembrar de trigo se sembrase para que de alli den pan a los padres y lo que mas quedase se vendiese y el presio de ello se pusiese en la calpisca para que con todo lo demas diesen quenta los mayordomos la qual heredad es de ochenta varas en ancho y ciento y quarenta en largo y que esta la benefi siase todo el pueblo de Chilapa digo la cavesera y no las otras estancias pues gozan mas del benefi sio del monasterio.

Yten se hordeno que de la calpisca se den al hospital cada dia dos cargas de leña y dos yndias que hagan pan y dos yndios tlapias para servir y cada año cien hanegas de maiz y dies de axi y dies de frisoles y dies de pepitas y dejo encargados a los alcaldes que tengan expecial [f. 12v] cuidado del hospital y que provean de la calpisca lo que fuere menester para los enfermos con tal que de todo lo que se gastare haia quenta y rason de como se gasta y que tanto.

Orden para que se hisiese casa al casique en Chilapa.

Yten hordeno que porque el casique no tiene casa sino señalado el citio que todo el pueblo le haga su casa solamente en Chilapa y no en otra parte.

Quanto a los cantores de la yglesia por quanto por una lisencia y mandamiento del Senor Visorey en la qual mando que le diesen tantas mantas y axi y otras cosas como en ella se contiene de lo qual el pueblo resevia de cacao ser mucha la cantidad de lo que con ellos se gastava de la calpisca y de ello se quexaron a su Senoria mando se moderase en la manera siguiente.

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Que a veinte y quatro yndios cantores casados y tañedores porque ayuden a la [f. 13] yglesia en lo que los padres les mandare sean ecemptos asi de todos los tributos asi del pueblo como personales y que en remunerasion de su trabaxo se les de de la calpisca cada ochenta dias a los veinte de ellos a cada uno un peso y a los quatro porque a la continua esten en la escuela enseñando a los chicos que a estos se les de a cada uno cada tres pesos y estos sean escojidos por el prior y los pesos han de ser del oro que tributan y al que no hisiere su ofi sio que no lleve la paga y tributara como los demas del pueblo y a los demas que no estubieren casados ni enseñados que no se les de nada por que justo es que por el benefi sio que resiven sirvan y sino ubieren los veinte y quatro yndios casados solo se dara a los que ubiere no mas.

Dexo tambien hordenado que porque algunos por andarse a buscar minas no siem [f. 13v] bran sus heredades por lo qual viene mucho detrimento al pueblo que el que no cembrare sus heredades cinco años se les aperciva que se entregara a otros.

Aberiguose que las heredades sobredichas que tocan a Don Augustin que heran todas de su patrimonio por ser de sus antepasados y no de mazeguales y que las estancias sobredichas las cuales ---- sus antepasados y los cacaguatales14 ----- Dichos era proprio suio y de un patrimoni---15 y por tal se le quedo y todo lo demas como es comida y hazelle las cementeras y darles las mantas y lo demas es por Governador y casique de dicho pueblo lo qual anda con la governacion y eso dijeron todos los principales que era asi como aqui esta averiguado lo qual se asento en scripto para que se sepa la verdad.

Quanto a los pleytos de las tierras y la aberiguacion de ello como las dividio queda en [f. 14] una pintura fi rmada del Senor licensiado Texada Oydor de su majestad en la calpisca y la vara con que se han de medir todas las tierras

14 Plantación de cacao.15 Los guiones así en el original.

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y las vrasas que en ella manda queda en la dicha calpisca que es de largo una brasa y un codo.

En el sevisio ----- han de ser cinco yndios y quatro yndias y nomas y estos se an de remudar cada semana y an les de dar de comer en la calpisca.

Medidas de la casa del casique.

La casa que le han de haser al governador es conforme a la trasa demostrada a su senoria Ilustrisima que va señalada de mi rubrica tiene veinte y cinco ---- en largo y dies y ocho en ancho y no ha de llevar altos algunos. El licensiado Texada.

Real provision.

Don Carlos por la divina clemensia emperador Semper Augusto16 Rey de Ale-mania Doña Juana su Madre y el mismo Don Carlos por la Gracia de Dios Reyes de Castilla de Leon de Aragon de las dos Cisilias de Jerusalem de Navara [f. 14v] de Granada de Toledo de Valensia de Galisia de Mallorcas de Sevilla de Cerdena de Cordova de Corsega de Murcia de Jaen de los Algarues de Algesiras de Gibraltar y de las Yslas de Canaria Yslas Yndias y tierra fi r-me del mar oceano conde de Flandes y de Tirol etcetera a vos de nuestro alcalde mayor de las minas de Sumpango o a vuestro theniente salud y gracia sepades que ante el presidente e oydores de la Nuestra Audiencia y chansilleria que reside en la ciudad de Mexico paresio Don Augustin Governador de la Provincia de Chilapa y por una peticion que presento nos hiso relasion disiendo. El avia presentado una ynformacion en esta Real Audiencia y por ella constava que el thenia ciertas estancias tierras e cementeras suias propias e de su patrimonio porque las avia havido de su padre y abuelo y antepasados, y los naturales que en ellas [f. 15] avian estado y estavan avian sido sus vasallos continuos y siempre avia labrado

16 Tachado: emperador.

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y benefi siado las dichas tierras y cementeras del dicho su patrimonio lo qual hasian por haver sido su padre y Abuelos del dicho Don Augustin naturales Señores de la dicha provincia y haverles dado ellos otras tierras en recompensa y como al tiempo que su padre avia fallecido el avia quedado niño y podria haver seis años que avia ydo por Juez de Recidencia de la dicha provincia Gabriel de Castañeda el qual por tasasion declaro ser las dichas tierras de su patrimonio y mando que los naturales de las dichas estancias se las labrasen y17 benefi siasen por via de ser el Governador en lo qual el avia sido agraviado por ser los naturales obligados a lo haser por via de patrimonio y no de Governacion que nos pedia y suplicava declarasemos ser los dichos yndios obligados a le labrar y benefi siar las tierras [f. 15v] como a casique y tierras de patrimonio y cosa destinta y apartada de la dicha governacion y que sobre ello proveyesemos como la nuestra merced fuese lo qual visto por los dichos nuestro Presidente e Oydores fue acordado que deviamos mandar dar esta nuestra carta en la dicha rason e nos tubímolo por vien porque vos mandamos que luego que vos fuere mostrada veais lo susodicho e llamadas e Oydas las partes a quien toca brevemente sin dar lugar a dilaciones de malisia determineis en ello lo que sea justisia de manera que las partes la haian y alcansen y por defecto de ello no tengan causa de se nos venir a quejar y los unos ni los otros no fagades ---------------------pena de la nuestra merced y de----------pesos de oro para nuestra camara dada en la ciudad de Mexico a quatro dias del mes --------------------años.

[f. 16] Don Luis de Velasco; El doctor Herrera; el doctor Mexia; el doctor Motalegi; registrada Cristoval Perez; Chansiller; Antonio de el Aguila; Yo Antonio de Turcios secretario de la Real Audiencia de esta Nueva Spaña y Governasion de ella -------------por su mandado con que xxx de su Presidente y Oydores ---------------------

Auto.

En la ciudad de Mexico a veinte y nueve días del mes de agosto de mil y quinientos y cinquenta y cinco años los Señores Presidente e Oydores de

17 Tachado: se las.

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la Audiencia Real de la Nueva Spaña dixeron que mandavan y mandaron al alcalde mayor de Cumpango [sic] e a su lugarteniente a quien18 va dirigida esta provision que va al dicho Don Agustin sobre las tierras y estancias que dise pertenecerles de su patrimonio y sobre urason de ellas oydas las partes savida la verdad administre sobrerason de lo susodicho [f. 16v] justicia a las partes con vrevedad y para ello le davan poder y facultad; Don Luis de Velasco; el doctor Herrera; el doctor Mexia; el doctor Motalegi; Por mandado de los Señores presidente y Oydores; Antonio de Turcios.

Es copia de los papeles demostrados y de que se manda dar este testimonio con quien va coregido y consertado y en lo que no se pudo leer para copiar ora por ser garavatos de la antiguedad caracteres ynynteligibles, ora por estar rotas clausulas y no percevirse nada en todos los quales defectos puse e hise poner raya y para que de ello conste en conformidad de lo mandado doi el presente en la ciudad de Mexico a veinte y tres dias del mes de Diziembre de mill setecientos y nueve años cuios originales volvi al dicho Don Pablo Gil de la Sierpe Romero en nombre de su parte y esta su copia va en dies y seis foxas con esta la primera del papel de sello segundo y el demas yntermedio del comun a que fueron presentes por testigos a lo [f. 17] ver sacar coreguir y consertar Augustin de Valdes scrivano de su majestad Antonio de los Covos y Phelipe Neri de Frias vecinos de esta ciudad. enmendado: la ci. Vale.. Testado: emperador. selas. esta. No vale

Por testimonio [Signo] de verdad lo signe

Joseph de Valdes [Rúbrica]

Scribano real

18 Tachado: esta.

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Mapa de la región de Chilapa con la localización de las parcialidades, sujetos o estancias tributarias señaladas en el documento de 1555. He añadido Jalapa y Tlatlauquitepec, que son reclamados como tierras heredadas de Agustín en los archivos posteriores. Ostotipan, Petatlán y Jalapa están duplicadas en los mapas reconstituidos aquí, porque cada uno de esos nombres representa dos localidades diferentes de esta región en los mapas modernos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Anexo. Mapas de ubicación

Agradecimientos

Debo agradecer a Antonio Augusto De Paz Palacios por su revisión paleográfi ca y a Marco Antonio Silva Martínez por su traducción al español de la introducción en francés del manuscrito de este texto. Este trabajo como el resto del estudio sobre la familia Moctezuma de Chilapa, los archivos del cacicazgo de Chilapa y del Mayorazgo de Guerrero Dávila y Moctezuma ha sido apoyada generosamente por el Instituto de Historia de las Religiones y la cátedra de fi losofía de la Universidad Jagielónica de Cracovia, Polonia, así como por una beca de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México en 2011.

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AGN, 01559 FMR. Año 1652. Mapa, color. Quechultenango, Colotlipa y Chilapa, Gro. Anónimo. Sin escala. 44 x 32 cm. 9780197. Tierras, vol. 2676, exp. 3, f. 13.

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AGN, 01785 FMR. Año 1619. Mapa, color. Toscaquiquilla; Chilapa, Gro. Anónimo. No indica escala. 32 x 43 cm. 9780421. Tierras, vol. 2717, exp. 5, f. 15

AGN, 02410 FMR. Año 1661. Mapa, color, Zitlala, Topiltepeque, Tescaquiquilla, Chilapa, Gro. Anómimo, escala en leguas, 31 x 20 cm. 9781063. Tierras, vol. 3395, exp. 22, f. 21.

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Por su trayectoria de 35 años de labor continua en el Archivo General de la Nación, José Zavala Rangel fue distinguido este 2013 con el reconocimiento “El trabajador del año” y recibió un caluroso aplauso de parte de sus compañeros presentes en la ceremonia. Su primer trabajo en el AGN lo desempeñó en intendencia; seis meses después pasó al área de inventarios en el almacén y al poco tiempo formó parte de la Dirección del Archivo Histórico Central.

Escuela y futbol

José nació el 1 de julio de 1954 en la casa familiar ubicada en la calle Leona Vicario en el Centro Histórico de la ciudad de México. Fue el cuarto de los 15 hijos que procrearon José Zavala Cabrera y Petra Rangel Cardozo. Desde los seis años hacía mandados y tiraba la basura de sus vecinas para ganarse algunas propinas.

Estudió la primaria en varios planteles porque, como él dice, fue tremendo. El primer grado lo cursó en la escuela “Abraham Castellanos” en las calles de Apartado y Granaditas, “me gustaba correr y andar para arriba y para bajo, y allí en la escuela eran muy serios, muy estrictos”. Para el segundo grado ya no lo recibieron, por lo tanto debió ir a la escuela “José Heliodoro Bravo” en las calles Del Carmen y Colombia. “Allí estuve hasta antes del quinto año en que me salí porque yo quería jugar futbol”.

Formó parte de las fuerzas inferiores de los Pumas, a cargo entonces de Héctor Sanabria, “el señor conmigo fue algo especial y también dije no, y mejor renuncié al futbol. Yo tendría como once o doce años, porque ya me

ENTREVISTA CON JOSÉ ZAVALA RANGEL, TRABAJADOR DEL AÑO

Erika Ivette Gutiérrez Mosqueda*Marco Antonio Silva Martínez**

* Jefa del Departamento de Control de Acervos Históricos y Registro Central.** Jefe del Departamento de Publicaciones.

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iba solo hasta Ciudad Universitaria, de la una o dos de la tarde y regresaba como a las siete de la noche más o menos. Sólo comía lo que me llevaba para el trayecto, pero sí me gustaba, precisamente por eso lo hacía; después ya no me gustó porque había mucha envidia; en el futbol tienes que tener padrino, de hecho es muy difícil que tú puedas hacer algo si no hay alguien que te respalde”.

Los varios ofi cios y el baile

José cursó el sexto año en la escuela “Rodolfo Menéndez” y concluyó su educación primaria. Luego decidió que ya no quería estudiar y prefi rió el trabajo. “Estuve de ayudante en unos baños que eran públicos, boleando, iba a comprar lo que querían los clientes, y pues ya me daban mis centavos. En ese tiempo llegué a ganar doce pesos diarios. Le daba una parte a mi mamá, pero también me quedaba con dinero para mis gastos, ya sabes, cosillas que te gustan, ¿no? Me llamaba la atención el cotorreo, a veces me peleaba, porque no me gustaba que se pasaran de listos con quienes no se defendían. Tenía muchos amigos, hasta la fecha tengo muchos amigos”.

Fue ayudante en un local de reparaciones de máquinas de escribir, calculadoras, sumadoras. “También anduve mucho en la colonia Morelos, en Tepito, toda esa parte, porque yo le ayudaba a una persona a hacer zapato. Primero me puso mi papá para que aprendiera. A mí no me gustaba, pero pues tenía que ir porque él me obligaba, me decía: tienes que aprender algo. Él era zapatero de ofi cio. Entonces me puso en donde hacían zapato de hombre, él hacia zapato de mujer. Sí aprendí, pero no me llamó mucho la atención. Entonces primero estuve con mi papá ayudándole, iba a lijar suelas, a recortar, a coser el zapato, lo llevaba a pegar, depende qué es lo que se tenía que hacer, porque hacía zapato o tenis. Se hacía en las mismas casas donde uno vivía, ahí no había espacio para tener un taller, en ese tiempo era muy difícil tenerlo. Cuando mi papá tuvo un taller fue como por 1966 más o menos, en la calle de Mecánicos y Ferrocarril de Cintura”.

“Trabajé en el Sanatorio Español, aproximadamente de 1968 a 1973, allí hice de todo, hasta de albañil, nunca había agarrado una pala; le entré al mantenimiento, ahí aprendí a hacer instalaciones de luz, a poner las tarjas, las cuerdas de los tubos para instalar escusados, y diferentes cosas que no

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había hecho. De ahí me fui a trabajar en construcciones de aluminio, donde se hacen los camiones a los que les dicen los guajoloteros. Ahí sacaba los golpes de los camiones; luego me fui a Vehículos Automotores Mexicanos (VAM), el trabajo era descargar tráileres de todas las piezas automotrices que se traían a México para los carros, pero también, como me gustaba estar para un lado y para otro, de repente estaba en el sindicato, era un sindicato blanco, entonces pues yo andaba muy metido en eso, pero me gustaba más el despapaye, entonces me preguntaban que por qué no me metía como delegado o como secretario. Les decía, me gusta pero no para estar ahí siempre, no”.

La secundaria la estudié en la Escuela Nocturna para Trabajadores Número Cinco, ahí en República de Cuba, la callecita donde están los portales de Santo Domingo, era una primaria en la mañana y en la tarde era la secundaria. Para entonces ya quería aprender algo. En segundo año reprobé siete materias porque no entraba. Mi papá me decía, bueno pues ¿entonces a qué vas?, estás perdiendo el tiempo. Le prometí que en extraordinario pasaría, y sí, pasé seis materias, nada más me quedó la materia de inglés, pero después volví a presentar el examen extraordinario y ya la pasé, así concluí todas mis materias de la secundaria”.

El AGN

Al AGN ingresó en 1978. “Yo era de esas personas que no me gustaba mucho meterme a leer, pero estando aquí, me llamó mucho la atención esto. En ese año yo estaba trabajando en NB Impresores, ahí aprendí a manejar una impresora Heidelberg, donde se tiraban los colores, primero el azul, después el rojo y luego el negro. Aprendí el offset, me iba con las personas que hacían las láminas, ¿oye cómo le haces? Había un muchacho al que le decíamos el Gato, que me enseñó a limpiar las láminas. Una vez fue a la imprenta gente del Archivo para hacer una copia del acta de independencia. Eran Eutiquio Franco y el responsable de la biblioteca, no recuerdo su nombre. Querían hacer un facsimilar pero no les salía bien. Les dije cómo se debía hacer y les pregunté si tenían corrector y una copia en grande. Luego limpié el documento; se hizo otra copia y quedó más limpia, a ésta la limpié y luego se hizo otra, hasta que empezamos a hacer los facsimilares”.

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“Raúl Aranda y Cecilio Xolalpa venían de El Colegio de México. Cecilio llegó como director de la Biblioteca y Raúl trabajaba con él. Un día Raúl me dijo que había trabajo en el Archivo. Yo estaba trabajando en ese tiempo en VAM. Todavía no estaba casado. Dije, a ver qué pasa. Al llegar me encontré a Soledad Villafuerte, ella fue la primera persona que vi y platicando le comenté: mira, vengo a ver si hay trabajo. Me dice ¿quién te manda? Nadie. Me dijo que por el momento no había nada, pero que podía llenar mi solicitud y esperar al director de Administración. El AGN estaba en Tacuba 8, la directora era Alejandra Moreno Toscano. Cuando llegó, el licenciado Hugo Razo Tinoco me preguntó ¿qué sabes hacer? Le dije, si quiere hago trabajo de archivo. Me dijo que lo único que tenía por el momento era en intendencia. Como me aseguró que después podría tener la oportunidad de cambiar a otra área, acepté. Me presentó con el señor Meza que era el encargado de intendencia: “el señor Zavala va entrar a partir del lunes a trabajar”. Y así, sin hacer solicitud ni nada, se me hizo hasta raro que no me pidieran papeles ni nada. Me dije: y ¿ahora?, ¿cómo le voy a hacer?, ¿renunciar en el otro trabajo?, ¿y si no hay nada? ¡Pues ni modo!, voy a hacerlo. Y sí, fui y di las gracias allá en el otro trabajo. Llegué el lunes a presentarme en el Archivo y empecé a trabajar, ese primero de julio de 1978”.

De las siete de la mañana a las cinco de la tarde, José cumplía con su trabajo, sin embargo, veía gente que entraba a las ocho y salía a las tres; “en cambio yo llegaba más temprano y salía más tarde. Me dije bueno, pues ni modo, el chiste es trabajar. Resulta que me hicieron pagar tiempo para compensar una quincena y pagarme un mes completo, pero nunca me lo pagaron. Así me aventé seis meses, pero hubo oportunidad de trabajar en el almacén. De hecho ya hacía los inventarios e iba a hacer las compras y pues más o menos sabía cómo hacerlo”.

No pudo ocupar la plaza en el almacén porque la Secretaría de Gobernación requería para tal puesto estudios mínimos de preparatoria. El señor Razo le pidió paciencia. Cuando la ocasión se presentó el administrador le dijo a José: “¡qué bueno que te veo!, mira, Arturo Librado y tú se van a ir a trabajar al acervo y tu jefe va a ser Alberto Mejía”. El horario era de 8:00 a 19:00 horas y José debía estudiar, “¿te acuerdas que te lo dije?, yo no sé cómo le hagas pero vas a tener que entrarle”. José llegó al acervo; “allí

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éramos bastantes, había varios turnos, unos entraban a las siete y salían a las dos, otros entraban a las ocho y salían a las tres y otros entraban a las tres de la tarde y salían a las siete de la noche; quienes entrábamos de ocho de la mañana a las siete de la noche éramos como seis personas más o menos. El servicio de consulta se terminaba a las seis y media, teníamos media hora para recoger el material y colocarlo en sus lugares, la Segob nos pagaba el turno y medio”.

En la sede de Tacuba 8 la consulta se hacía en la sala general, “allí todos nos turnábamos, una semana nos tocaba trabajar como traidor. El traidor era el que traía todos los libros para la sala; al traidor de arriba le tocaba: Bienes Nacionales, que eran legajos en ese tiempo, todavía no había expedientes”. Un traidor se encargaba del fondo Presidentes y otro de Inquisición que estaba ubicado en la Dirección. El traidor o repartidor iba con su diablito por el material que se necesitaba para llevarlo junto con las boletas a la sala.

“En ese tiempo estaban: Juventino González, Malagón, Filiberto Ibarra, Guillermo Camisao, Raymundo Ramírez, Arturo Librado y yo. Roberto Beristáin ya estaba en Restauración. De hecho a él ya lo buscaban, porque pues platicaba mucho con los muchachos historiadores como Salvador Victoria, gente que hacía investigación del mismo Archivo. Victoria era un chavo muy dedicado, igual que en ese tiempo el director del Archivo, Ignacio Rubio Mañé. De él me decía Salvador “no, como el doctor Rubio no hay otro, es muy dedicado y una persona que sabe bastante sobre los documentos, a él tú le puedes preguntar y él te dice, y además es una persona muy decente”.

“Al principio yo no le tomaba mucha atención a lo que estábamos haciendo y a lo que teníamos allí; hasta después empecé a ver. Bueno, dije, ¿y esto que estoy haciendo qué es?, ¿y para qué es? Veo que me piden un libro, lo voy a llevar pero nunca tengo la ocurrencia o la curiosidad de ver ¿qué es lo que tiene?, ¿por qué lo tiene? Entonces algunas veces sí me puse a ver, ¿no? Había cosas que sí entendía en letra manuscrita, pero había cosas que no. ¿Qué dice aquí?, pues quién sabe, hasta que empecé a preguntar: oye ¿esto por qué es? Había un chavo, Enrique González, que era historiador. Él me decía, “para leer esto tienes que aprender paleografía”. ¿Paleografía, y qué es eso? Y se me ocurre hablarle a la maestra Delia Pezat, ¿usted me

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puede enseñar paleografía?, y me dice “sí, cómo no, Zavala, pero hay un problema, para empezar tiene que aprender historia e historia de México. Le digo ¡híjole!, ya vamos a empezar mal, maestra, porque la verdad no me gusta leer. Pues lo siento José, porque le voy a dar los nombres de unos libros para que los compre o los saque de la biblioteca y se ponga a leerlos. Pasó el tiempo, me veía y me decía, ¿qué pasó, ya estudió? No, maestra, es que no he tenido tiempo. Lo que pasa es que no quiere aprender. Sí quiero, pero vámonos directos. Para enseñarle paleografía tiene que aprender sobre las Instituciones, ¿cómo se manejan?, no es nada más decir yo voy a estudiar paleografía y ya voy aprender. No lo hice y después me arrepentí”.

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Posteriormente, José tomó un curso con la maestra María Elena Bribiesca, con la idea de que ella no lo pondría a estudiar, pero lo interrumpían durante las sesiones, porque era el encargado en Galería 7 de la Mapoteca y lo buscaban para solicitarle planos, “la maestra me dijo que como no había cumplido las horas necesarias no me podía dar ningún documento. Después la maestra Clotilde Martínez Ibáñez hizo otro curso. Lo tomé, pero con ella también tenía que salirme cuando me hablaban, entonces tampoco tuve papel, pero una de las cosas que más me ayudó a mí a aprender la paleografía y la diplomática fue que me iba con las chavas que eran paleógrafas y luego me pedían, oye échame la mano vamos a cotejar. Entonces eso me ayudó a aprender y también me ayudó mucho entrarle al Indiferente General en la Galería 6. Empecé a aprender cómo catalogar, porque los muchachos allá en la Galería 6 hacían mesas de trabajo, entonces decían “mira esto hay que hacerlo así; no, mira la institución se maneja de esta forma”. Después estuve platicando con Roberto Beristáin y me dijo “es que tienes que leer este libro, léelo y grábate eso” y dije bueno, mano, pues ni hablar. En realidad eso era lo que tenía que hacer, entrarle porque si no, nunca le iba a entender. Cuando estuve de encargado de la Mapoteca me interesaron mucho los documentos gráfi cos, y viendo que en Indiferente General había muchos de ellos decía ¿y éstos por qué están aquí?, deberían estar en la Mapoteca, donde toda la gente vea qué documentos son”.

La Mapoteca se creó desde Tacuba 8. La propuesta fue de Arturo Soberón, quien empezó a trabajar en eso. Luego la directora, Alejandra Moreno, se la pasó a Cristina Sánchez de Bonfi l y ella empezó a hacerla. La Mapoteca se estaba creando desde 1979 más o menos, eso fue allá en Tacuba. Cuando se hizo el cambio, metieron la Mapoteca a la Galería 7. Primero estuve como encargado en la Galería 3 y estaba trabajando conmigo Joel Zúñiga. En la 1 estaba Aniceto Díaz, en la 2 Arturo Librado, en la 4 Alberto Mejía, Serafín Villagómez, Filiberto Ibarra; en la 5 estaba Juventino González y parece que Malagón, en la 6 no había casi nadie pero sí había una persona que supuestamente tenía que atender, en la 7 era Ignacio Trejo.

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Traslado

De 1979 a 1981 José participó en las labores del traslado del AGN a su sede actual. En el Palacio de Comunicaciones de Tacuba 8 todo el material estaba en diferentes áreas del edifi cio. Arriba, en el acervo central: “Colonia, Bienes Nacionales, Civil, que eran bastantes volúmenes, Indiferente, Tierras; al fondo estaba lo de Presidentes, Renta del Tabaco; en el primer piso estaban Archivos Particulares, Hacienda Pública, Departamento del Trabajo y al fondo estaba todo lo de Gobernación. Eran salones grandes, en la parte de arriba en la Dirección estaba Inquisición y todo el Fondo Reservado en un salón verde”.

“Para el traslado Enrique Arriola Woog hizo un proyecto. Lo que me gustó fue que él, que está enfermo de la columna, traía un aparato como cinturón, se lo quitó y así se puso a chambear. Le digo, estás enfermo. Él dijo, no, pues hay que entrarle, maestro. Pero así no, te vas amolar, le dije, danos chance, vamos a darle nosotros. Hubo problemas: la torre que tenían no servía para bajar el material, las rampas que hicieron de madera para subir con los diablos no servían, porque la misma torre se meneaba, se podía caer uno de un segundo piso. A la parte de arriba, donde había un barandal de cemento, teníamos que subir con una rampa, pero quedaba de separación un tramo muy grande y para pasar te podías caer con todo y diablito. Les dije, nos vamos a matar aquí”.

“Todavía no se encontraba cuál era la forma de bajar el material, estábamos en las escaleras con los diablos parados allí, las rampas eran peligrosas, por el elevador, aunque el señor que estaba ahí nos echó la mano, era muy poco lo que se podía bajar. Entonces tomé una caja y la des licé por la escalera y empezamos a resbalar las cajas.¿No se rompen?, preguntaron. Pues nada más hay que irlas dirigiendo. Así nos aventamos todo el Archivo y de volada. Se rompieron menos de diez cajas, quizá seis cajas, no más. Se hizo muy rápido y había veces que terminábamos a las dos o tres de la mañana”.

“El servicio de consulta continuó, sabíamos cuáles eran las solicitudes más frecuentes, lo de Colonia se empaquetó al fi nal, el acervo central fue el último que se sacó de allí, también lo de Presidentes”. Aunque el material ya tenía un destino de ubicación en el acervo, en la época de Leonor Ortiz Monasterio cambiaron algunos fondos de lugar”.

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“En la Casa Amarilla había una parte de lo que era Hacienda Pública, que son los libros de Aduanas Marítimas que ocupaban un salón grande. De la Casa Amarilla y de la Presidencia se trasladaron documentos de Indiferente General, que se dejó en la Galería 6. Yo empecé a ver cómo estaban clasifi cando los muchachos, allí estaba Miguel Ángel Vázquez, la maestra Delia Pezat, Arturo Soberón, Andrés Reséndiz, Santos de la Rosa, Lourdes Chimal, no recuerdo todos los nombres. En el Palacio Nacional no quedó ningún material del AGN. Los fondos de Madero y de Juárez pertenecían al archivo de ese recinto”.

“Cuando nosotros hacíamos los cambios de documentos de allá para acá veníamos a Tribunales y de hecho hasta echábamos competencias a ver quién cargaba las cajas más pesadas, las hacíamos más o menos de unos ochenta kilos, había que subirlas hasta el segundo piso y hasta los salones de aquel lado y decíamos a ver quién las sube hasta allá, el que pierda paga los refrescos”.

“A mí me tocó en el traslado hacer de todo, porque aquí no era de vas a tener un horario para venir a trabajar, no aquí fue de que uno quería, yo voy a trabajar no le hace la hora que sea, si es a las siete de la noche y termino hasta las seis de la mañana no le hace, la cosa era echarle ganas para que esto saliera”.

“Ya instalados en Lecumberri me tocó estar en la Galería 3. Como las autoridades querían que todos supiéramos qué es lo que había en cada una de las áreas nos intercambiaban entre las galerías, aquí la cosa era organizarnos entre todos, porque a veces que no había personal en otra área y entonces nos parábamos a la mitad de la cúpula y desde allí cuidábamos dos o tres galerías para dar servicio en cualquiera de ellas; entonces sí teníamos que aprender de todas la galerías porque si no, cuando faltara alguien, ¿quién iba a dar el servicio?

Mapoteca

“La Mapoteca se instaló en la Galería 7. Yo no sabía qué documentación había allí, sólo que había archivos particulares, pero ¿qué archivos?, ¿quién sabe? En Archivos Particulares y Mapoteca se prestaba el servicio no sólo de un solo documento, allí llegamos a prestar hasta trescientos, cuatrocientos

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planos en un día. En la administración del maestro Jorge Ruiz Dueñas se hizo la separación de la Mapoteca; “de hecho yo ya no estaba ahí, estuve en Referencias, después en Investigación y luego en Exposiciones, en Genealogía, en el Centro de Información Gráfi ca. Estaban Manuel Díaz, Soledad Villafuerte, Armando Sariñana, Poncho, etcétera”.

“En el Área de Investigación estuve con Sergio Sánchez, Roberto Beristáin, Pedro Patrón, Andrés Morfi , Geli, éramos el equipo en ese tiempo, estuvimos trabajando cuando era director del Archivo Histórico Central Héctor Madrid Molina.

Realizábamos las investigaciones para todo, exposiciones, publicaciones, cápsulas para un programa de Radio Educación, se las hacía Sergio Sánchez a la maestra Patricia Galeana”.

“Luego me enviaron de nuevo a galerías. Cuando entró Jorge Nacif, me fui a Referencias. Roberto apenas iba a ser el encargado de Referencias, le digo a Roberto, ¿qué onda?, me dice pues ¡vente conmigo! Y estuvimos un rato allí. Luego él se fue. Yo me quedé hasta la fecha, ya fue cuando llegaste tú, Erika. Por eso te dije, a mí siempre me ha gustado trabajar, lo que no me gusta son los chismes”.

Rescate de archivos municipales de Puebla

En octubre de 1983 la Dirección General del AGN invitó al personal a participar en el rescate de archivos, el proyecto involucró también a personal de la UNAM, el INAH, el Conalep y archivos estatales. En total eran cerca de 250 personas las que se integraron para realiza dicha actividad.

En Puebla se rescataron documentos que datan del siglo XVI hasta 1983, la información corresponde a 217 municipios. A José Zavala le asignaron ir a Acatlán de Osorio; de allí se desplazaba a diversas comunidades, para concentrar los documentos que se localizaban, por lo general arrumbados, en mal estado, incluso en lugares inadecuados como baños, bodegas abandonadas, etc. Entre sus tareas debió identifi car, ordenar, clasifi car y guar-dar tanto los documentos sueltos, como las cajas que se rescataban. Para realizar dicho trabajo se les asignaba a los participantes algunos viáticos para cubrir el transporte y el hospedaje; para trasladarse a algunos po blados el trayecto duraba hasta tres horas y en ocasiones no había dónde ir a comer.

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En una ocasión en Totoltepec de Guerrero, los rescatistas de archivos contrataron a una persona del lugar para que les prepara los alimentos. Se organizaban en equipos de entre 20 y 25 personas por poblado, dependiendo de la cantidad de documentos a tratar. Una vez que se habían identifi cado y concentrado los documentos en cajas, éstos eran entregados al presidente municipal.

La jornada de trabajo empezaba entre seis y siete de la mañana y concluía entre siete y ocho de la noche. Hubo ocasiones en que pernoctaron en el lugar, debido a que ya no había transporte para regresar.

La fi delidad al Archivo

“A mí me gustó el Archivo, desde que empecé a conocer qué es lo que tenía. Me gustaba lo que hacía y más me gustaba cuando ponía exposiciones y me gustó cuando tenía los documentos gráfi cos, me llamó mucho la atención. Por ejemplo hubo una exposición sobre las Constituciones. La fuimos a poner en la Cámara de Diputados; también hice una en tres días, que fue la de los Símbolos Patrios, la hice allí en la cúpula, de allí se tomó para hacer los Símbolos Patrios, que hizo la Secretaría de Gobernación. En las vitrinas rectangulares de madera coloqué los documentos y las puse en la cúpula. Primero hice la búsqueda de los documentos que tenían que ver con la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional. Busqué todo en el Diario Ofi cial, en Biblioteca, en varias galerías”.

“Antes decía que no me gustaba la historia, pero poco a poquito me fue lla mando la atención. Gracias a Roberto empecé a investigar más, él fue quien me empezó a decir tienes que aprender esto. Donde estoy, aquí en Referencias, me gusta porque hay mucha gente que viene y no sabe cómo buscar ni en dónde, como los señores que tienen sus problemas agrarios. Muchas veces digo, bueno pues cómo es la gente que no pueda echarles la mano para que encuentren sus cosas, para que no pierdan lo poco que tienen; entonces pues digo, si yo puedo echarles la mano y estoy aquí, ¿por qué no hacerlo? De lo más grato que me ha pasado está este reconocimiento, es la primera vez que me aplauden a mí, no estaba acostumbrado a esto, pero sí, la verdad me sentí bien, porque otras veces no me han aplaudido”.

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La principal preocupación de José es atender a Lupita, su hija más pequeña, pues Ofelia, Sandra y Diana, al igual que Adrián, “ya son mayores”. A Lupita le quiere dedicar lo que le reste de vida, “todavía me siento fuerte para hacer y trabajar más. Hace cinco años, cuando vino el primer retiro voluntario, mi idea era salirme de aquí y poner una purifi cadora de agua y una ostionería. No soy experto en la cocina pero sí me gusta y sé hacer más o menos algunas cosas. Al fi nal no lo hice por falta de dinero y porque no me fui en retiro voluntario. Si me lo hubieran dado a lo mejor hubiera seguido viniendo al Archivo, pero hubiera estado también haciendo otras cosas”.

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ARCHIVO DE VICTORIA. VICTORIA DEL ARCHIVO

Luciano Concheiro San Vicente*

¿De dónde nace el impulso de archivar, de guardar aquello producido a lo largo de nuestras vidas? ¿Por qué custodiar físicamente nuestra memoria? ¿Cuál es la condición de eso que Jacques Derrida llamó “mal de archivo”, esa pulsión por guardarlo todo, por conservar cada nota, cada imagen, cada palabra?

*Archivamos porque moriremos. El archivo no existiría sin la posibilidad del olvido y la destrucción. Mejor aún: sólo porque tenemos una pulsión de muerte, un instinto de destrucción mediante el cual se busca un estado inanimado e inorgánico previo a la vida misma, existe la pulsión de conser-varlo todo. En nuestro pecho se zanja esta lucha contradictoria.

*En la época moderna, la pulsión de archivo se manifi esta como una pulsión social. Así, comienza a generar no solamente las cajas de zapatos bajo la cama que guardan fotos y cartas de amor (archivo privado), sino también gi-gantes de concreto que resguardan la memoria nacional (archivo moderno). Cuando esto sucede, surge un nuevo ser: el archivista. Por ellos, y en ellos, la pulsión se manifi esta y desarrolla. Son nuestro más grande alivio: viven para calmar nuestras ansias por conservar.

*En México, los archivistas son seres de reciente nacimiento. Son pocos, pero por ello más valiosos: unos cuantos lograron desahogar el terrible

* UNAM

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mal de archivo que sufrimos los mexicanos. A cada uno debemos darles las gracias por apaciguar nuestros instintos. Sin embargo, he de confesar que yo le guardo especial cariño y agradecimiento a uno de los integrantes de esa pequeña comunidad. Su nombre: Victoria San Vicente. La coincidencia de compartir un apellido es lo de menos, mis sentimientos hacia ella desbordan la evidente contingencia. En ella conocí la vocación más radical, la vocación de aquellos que dan la vida por los otros. ¿No es el archivista alguien que siempre actúa para los demás?

*Los archivistas no solamente son guardianes del Archivo sino también, en el más profundo signifi cado del término, legisladores. Hacedores-de-ley, di-rigen y componen la memoria y la historia. Son protectores y hermeneutas. Ellos ordenan, limpian, archivan los objetos y, al hacerlo, construyen un sentido: su sentido. El archivo de la nación entera se vuelve su propio ar-chivo. Esto sucedió con Victoria, la memoria de todos la hizo propia. Vivía y conocía nuestros recuerdos, les daba forma y los reinventaba. Nuestro Archivo, terminó siendo el Archivo de Victoria.

*No solamente conservamos y archivamos porque las cosas se destruyen, sino también porque dentro de nosotros existe una pulsión por destruir-las. El Archivo es resultado del choque entre nuestros impulsos psíquicos más profundos. Si esto es así, ¿no es claro que ha logrado triunfar, de una manera u otra, la pulsión de archivo? Si gracias a ella se conserva al menos un documento o una imagen, ¿eso no es un triunfo ya sobre el olvido y la muerte? Que guardemos por lo menos un legajo de papeles viejos, ¿no es prueba fehaciente del triunfo sobre la pulsión de muerte y destrucción? Que se haya escrito la Guía General de nuestro Archivo, ¿no es un triunfo de Victoria sobre la muerte? Digámoslo de una vez: ésta es la Victoria de Victoria, la Victoria del Archivo y, con ello, la Victoria de la Vida.

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ExposicionesARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

VISITA LA EXPOSICIÓN

Bicentenario del Primer Congreso de Anáhuac

Septiembre de 2013-febrero de 2014Sala de Banderas del Archivo General de la Nación

Esta muestra organizada conjuntamente por el Gobierno del Estado de Guerrero, la Secretaría de Gobernación y el Archivo General de la Nación, está integrada por aproximadamente 80 piezas documentales (convocatoria, reglamento, decretos, mapas, retratos pictóricos de los congresistas) que ayudan a entender el contexto histórico en que se instaló hace 200 años el llamado Congreso de Anáhuac, también conocido como Congreso de Chilpancingo, por ser la ciudad en la que inició sus trabajos ese órgano legislativo encabezado por José María Morelos, quien dio a conocer entonces los Sentimientos de la Nación, manuscrito que a dos siglos de distancia es considerado por los historiadores y especialistas como uno de los documentos fundacionales de la nación que hoy conocemos como México.

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NORMAS PARA LA ENTREGA DE ORIGINALES

1. Sólo se recibirán materiales inéditos.

2. El envío de colaboraciones deberá hacerse cumpliendo debidamente cada uno de los siguientes puntos:

a. Los trabajos deberán presentarse a doble espacio, con fuente ARIAL de 12 puntos, en versión word para windows, sin sobrepasar las 30 cuartillas incluyendo notas, cuadros, gráfi cos, mapas, apéndices y bibliografía.

b. Sólo se aceptarán trabajos escritos en español.c. Las ilustraciones, gráfi cas, cuadros y tablas se numerarán de modo

consecutivo. Se indicará su lugar de ubicación en el texto. Deberán incluirse en archivo por separado en formato “imagen” (tiff o jpg a 300 dpi).

d. El manuscrito irá precedido de una página con los datos del autor(es), fi liación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y dirección de correo electrónico.

e. Deberá incluirse un resumen no mayor a 120 palabras.f. Deberá enviarse en forma electrónica a la dirección: [email protected]

3. Notas al pie de página

a. Las referencias aparecerán de manera resumida.b. Para libros deberá seguirse el siguiente modelo: Apellidos seguidos por una coma, título resumido en itálica seguido

por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s). Ejemplo: Sierra, Evolución política, p. 34.c. Para artículos o capítulos de libros deberá seguirse el siguiente

modelo: Apellidos seguidos por una coma, título resumido entre comillas

seguido por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s).

Ejemplo: John Tutino, “Soberanía quebrada”, p. 34.d. Las referencias de diferentes autores se separarán con un punto y

coma.

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4. Siglas y bibliografía

a. Se incluirán sólo los libros o artículos citados en el texto, así como las siglas a los archivos a los que se hace referencia.

b. Las referencias bibliográfi cas se presentarán después de las siglas, en orden alfabético.

c. Deberá seguirse el siguiente modelo:

Libros Apellidos, nombre(s), título en itálica, lugar de edición, editorial, año

de edición. Capítulo en libro Apellidos, “título”, en autor(es) compilación o edición nombre y

apellido, título resumido en itálica, páginas del capítulo. Artículo Apellido, nombre(s), “título artículo”, en nombre de revista en itálica,

vol., número, año, páginas.

5. Citas

Las transcripciones de más de seis líneas de texto se incluirán en párrafo aparte, con un margen igual al de la sangría izquierda, sin comillas, a espacio sencillo.

6. No se aceptarán contribuciones que no cumplan con los requisitos.

7. En un plazo no mayor de 15 días Legajos confi rmará la recepción de la colaboración. Todos los artículos serán sometidos a una evaluación de dos dictaminadores anónimos y la aprobación del Comité Editorial, quien además se reserva el derecho de solicitar modifi caciones o de rechazar las contribuciones. En un plazo no mayor a seis meses se notifi cará a los autores la decisión de publicación.

8. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no re fl ejan en modo alguno el punto de vista de Legajos o del Archivo General de la Nación.

Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, 7a época, núm. 17,se terminó de imprimir en noviembre de 2013

en Tipográfi ca, S. A. de C. V.Se tiraron 500 ejemplares.