Boletín mu be Ponente

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mu be nmmi s¿B le marzo de 1878. >O3 PARLAMENTARIOS. esar de estar muy distan- >¿4jeas del Sr. Castelar res- religión, sabiendo *ros lectores de- "'--1 28 V) - y n ¿S largas sobre el onseñanza de j de otros Esta- ou que, resueltas allí las oferentes á la orgauizeiou .aerea públicos, unidos en ideas cap. alea todo* los entendimientos, pro- clamados como indiscutibles ciertos principios que aquí e discuten todavía, como el principio de la libertad religio- sa, no pueden nacer loa partidos que aquí no dividen, ni brotar las pasiones que aquí nos enconan, ni surgir los asun- tos que aquí nos embargan, y por con- secuencia, no pueden levantarse las ideas que aquí se levantan, vapores ne- cesarios del encrespado oleaje ferviente en nuestra triste y tormentosa vida. Sin embargo, los repúblicos de entere- za deben mirar las situaciones con cui- dado y decirlas con verdad, sobre todo, cuando se poseo el mandato do legisla- dor, que basta por si solo á honrar un nombre y lleuar una historia. Yo, se- ñores, creo que tenem *s tauto más de- recho á juzgar esta crisis, cuanto que no la hemos creado nosotros exclusiva- mente. Las generaciones vivaa no aou las únicas responsables de ella, sino, al contrario, esta situación nuestra, esta prolongada crisis es obra de pasadas generaciones yde pasados siglos. Nos- otros debemos decir con mayor ra- zón aun que el sublime Profeta de las Lamentaciones : Paires nostri peccaue- j’uiit, et non sunt; ct r<js iniguitatcs cor um portemimus. Trescientos año 3 de esfuerzos gigan- tescos para hacernos una Nación reaccio- naria, oponen obstáculos insuperables á que seamos hoy una Nación liberal, un* Nt i moderna, y necesitamos ser lo á toda costa, y necesitamos serlo á toda prisa, si no queremos sufrir la suer- te de otras Naciones, como Turquía y como Polonia, grandes ayer, hoy muer- tas : si no queremos sufrir la suorta de asas ciudades, como Coustantinopla y Alejandría, pasmo ayer del mundo, hoy inonton do escombros, en las cuales so- lo se encuentra la petrificación de las instituciones muertas y la fosforescen- cia de las ideas extinguidas. Señores Diputados : 6 yo me equivo- co mucho, ó toda la crisis que aquí co- meneó oon el célebre motin de Aran- juez, á principios del siglo, se pareoe á la crisis que atravesó Inglaterra al pa- sar de la política cortesana de los Pu- dores y de la política jesuítica de los Eatuardos á las institucioues parlamen- tarias y liberales. Aquellos hombres de tanto seso, enloquecieron al mosto de las nuevas ideas ; aquel suelo de tan- ta firmeza osciló, como los suelos ecua- toriales, á impulsos de los terremotos ; resistieron los reyes hasta la demencia, innovaron los tribunos hasta la temeri- dad ; la utopia del poder absoluto pren- dió en las cimas del Trono, y la utopia de la igualdad niveladora y demagógica se arrastró por los abismos donde yace la inteligencia del pueblo; esgrimióse el puñal de los asesinos en el corazón de los ministros, y el hacha de los ver- dugos en la garganta de los Reyes ; los Consejos militares dispusieron de la suerte de los Diputados, y las bayone- tas preteríalas volcaron en el suelo la majestad de la tribuna; las sectas reli- giosas encendieron todas las pasiones y juntaron, á la tempestad general, los horrores del fanatismo; corrió la san- §re de los caballeros, de los puritanos, s los oabezas redondas, de los utopistas, j manchando las losas de los templos, las puertas del Parlamento y el armiño de la corte; á las revoluciones sin medida, sucedieron las dictaduras sin freno y á las dictaduras sin freno las restauracio- nes sin escrúpulo; porque Inglaterra fue oomo nave encallada en la arena y combatida por el oleaje, teniendo de la inercia y del movimiento todos los in- convenientes y ninguna de las ventajas ; zozobras de que no pudo salir hasta ha- ber echado al agua un peso inútil, el pe- so de los viejos ídolos, y haber recogi- do e¿ sus velas una brisa favorable, la brisa de la libertad. ( Aplauso. j i Ah, señoree l Trabajos difíciles hay en el mundo, trabajos titánicos, traba- jos hercúleos: abrir un canal que con- funda dos mares, como se ha abierto el canal de S\jea¡ ; perforar una cordillera que acerqué dos Naciones como se ha perforado la cordillera de los Alpes ; echar un cable que junte dos continen- tes, como echado ©1 cable eléctrico ; pero né* TiaV ningún trabajo, no hay trabajo tan terrible como convertir una Nación reaccionaria en una Nación li- beral, porque en cuanto lo intentéis tropezáis con las pasiones de vuestros amigos, con el fanatismo de vuestros contrarios, con las corrientes de los si- glos, con los obstáculos del espacio, con las supersticiones de 1* conciencia, y, señores, hasta con las maldiciones del oielo. Puesto que nos encontramos en esta larga elaboración desde principios del si- glo puesto quedebeUps eon vertir una na- ción escenciafmeñte feaCcionaria en una Nación liberal, Sres. Diputados, discu- tamos, ya que tantos pr ¿Memas surgen á nuestro paso, y discutan. sin des- canso ; qae no necesitan tanto délas ideas las Naciones tranquilas y satisfe- chas, oomo las Naciones perturbadas é inquietas. Pero al discutir, tengamos, señores, aquella mesura en la palabra, aquella dignidad en los sentimientos, aquel respeto á los adversarios, aquella elevación de ideas que es la gloria y el orgullo de la tribuna española, y k en- yidia y U admiración de los extraños. Nunca, jamás hemos ei debates en momentos tai rodeados de circanstanci- Nunca, jamás los hech tanta magnitud al presei cerrado consecuencias ti lo porvenir. Sí; cuanu sitio consagré uu aplaus caba la hermosura inc , forma en aquel discurso | nuestro ilustre Presidf ¡ solo la belleza y la gal que á todos nos arraáfe i siempre el gran maesti y de la forma en los ti : nq solo aplaudí eso, si >qjion de ideas, al apenado estos i solemnes, ni is tan críticas, os han tenido ate, ni han en- uj graves para Nj desde este me arran- de la rió ~a.o, y la ley\ ... de nuevas elecciones***< guerra en Cuba, por lo mismo que toca á favorable tér- : mino, exigiendo reformas en cuya vir- -5 tud acabe la servidumbre de los colo- nos y la esclavitud de los negros ; la Iglesia en aquel trance que unos temian ! v otros esperaban á la muerte del ve- i uerable último Pontífice, puesta en la I alternativa, ó do optar por las touden- Icias de aquellos que hoy quieren cons- tituirla en el único poder absoluto de Europa, ó de optar por las tendencias ide aquellos que, recordando las subli- i mes palabras del Evangelio y pasando | por Han Francisco y por Savonarola, | continúan creyendo al cristianismo el refugio do los oprimidos y la esperanza de los humildes; encendida la guerra ! en Oriente ; ensangrentado el Danubio; insurrectos los pueblos servios, satisfa- eiondo una vongauza acariciada desde ¡ la batalla de Kosovo durante cuatro si- ! glos ; disputado por fuerza de las ar- mas el Pouto-Euxiuo y la Armenia ; de- i cadente luglateira; herida Austria, eon- i valsa Hungría ; incieita Alemania ; tré- mula Bélgica y Holanda ; la media luna con que soñara Os man, eclipsándose en las cúpulas de Santa Sofía, para ceder al lábaro que inspiró á Constantino sus victorias y á Justiniano sus Códigos ; el amenazador coloso, anunciado por tantas profecías, acercándose al ocaso como la antigua Persia á laantigua Gre- cia ; la idea do la unidad de las razas sustituida á lu idea de la unidad do las naciones ; problemas que llamau nues- tra atención, que piden una palabra, si las Asambleas deliberantes lian do ser el eco del espíritu público, y en esta al- ta tribuna ha de reflejar, como en un espejo, la luz inextinguible de la públi- ca conciencia. Ahora bien ; ¿ha correspondido el discurso de la Corona á la gravedad de ; las circunstancias ? ¿ha correspondido el Mensaje de la Cámara á la crisis so- j lemue que atravesamos ? Preguntas son estas á que responderá todo mi discur- j so. No espereis, señores, por muchas J que seau vuestras satisfacciones de ven- cedores, no espereis oir aquí la rabia y ¡ la desesperación de los vencidos. Lio- j gados al poder, hemos medido de tal; manera sus dificultades, hemos aprecia- do con tal precisión su alcance, que ya j no estamos en el caso de pedir á ningu- ¡ no de los poderes públicos que hagan ! milagros. Pero lo que tenemos de- recho á pedir á los poderes públicos, y ¡ los poderes públicos obligación de dar, es la existencia de dos principios, ó me- j jor dicho, la coexistencia de uos princi-, pios, sin los cuales no se conciben las sociedades humanas: la coexistencia del¡ orden y de la libertad. Cuando yo ejercí 1 poder, las nece- sidades del orden fueron tan grandes, que necesité sacrificar á ellas las exi- gencias de la libertad, y las sacrifiqué con entereza. Caido, aunque jamás apro- il origen del poder que mo sucedie- ra, préstele todo mi apoyo para el res- tablecimiento del orden público. Yeu nna Cámara de la Restauración me en- cuentro, frente á frente de enemigos muy implacables arios : que digan si he regateado, ni siquiera discutido aque- llas cuestiones, aquellos proyectos le ley, aquellos puntos que se refieren al mantenimiento de la paz, á la integri- dad dol territorio, al servicio de la ma- rina y del ejercito. Con esto he de- mostrado, Sres. Diputailos, quo mis convicciones no son, como cree el vulgo de las gentes, frases retóricas, sino hon- das y arraigadísimas creencias. Eu medio de las zozobras de la revo- lución dije á mi partido : Puesta una sociedad en la alterna- tiva de optar entre la anarquía y la dic- tadura, opta por la dictadura. ’’ Pero ahora os digo á vosotros jue si ponéis á esta sociedad en la imposibilidad de poder recobrar pacíficamente sus anti- guas libertailes, optará por la revolu- ción. Yo no quiero, Sres. Diputados, que opte por este último extremo. El orden esta asegurado. La paz pública reina de un extremo á otro de la Penín- sula. Es necesario completarla, si no fuereis perderla. El orden es como el espacio, que todo lo abraza; pero la luz que ha le esclarecerlo, el calor que ha de vivificarlo, ei aire que ha de cu- brirlo, es la libertad. No os pediré vo toda cuanta oabe en las instituciones por nosotros mantenidas ; yo guár- dele bien de ese trabajo, completamen- inútil. No os pediré aquella le que go- zamos en cierto período de la revolu- ción de Setiembre : os pido la qu© te- neis obligación de darme por vuestras doctrinas, y la que tengo derecho á exi- giros por mi amor ála legalidad. Con este poco rae basta para influir eu el es- píritu público y para acrecentar y pros- perar nuestros derechos. Dicho esto, entremos en el fondo de mi discurso y abordemos la cuestión internacional. Separados del con tro de Europa por las crestas del Piriueo, las cuestiones centrales, auntpie importon tanto como el conflicto de Prusia y Aus- tria y el conflicto de Prusia y Dinamar- ca, nos cogen en una indiferencia de opiaion muy semejante i la neutralidad absoluta. Pero si estamos separados del centro de Europa por las crestas del Piriueo, el mar le 14 navegaciones an- tiguas y de los antiguos poemas, el mar .dejos dioses y de lu artes nos une por olas y de espuma, mucho más fuertes todas las cadenas, á los pue- blos meridionales de Europa, Te- niendo el Estrecho en la Península, y las Baleares entre las islas, y Muñón y Cartagena entre los puertos, y Málaga, Valencia, Barcelona entre las ciudades, no podemos permanecer indiferentes en j i los grandes problemas del Mediterrá- neo. No pensaban así nuestros glorio- í sos padres los catalanes, cuando decían que hasta los peces necesitaban llevar i en la cabeza las barras de Cataluña pa- ra vivir en aquellas luminosísimas I Pasad el Bul asna, y vereis cuán j to i'Mais de vista á España ; pero 1.-o* nao iel mar de la civiliza n llama- do antiguos mare nostrnm, v itun- Eapaña, sobre todo, 'co- stas europeas. Marsella es ’emi-griegi?, como la mnvor ciudades mediterrán taluña y la Audalnc.a incia ; Cerdoña, una is- es llevan con orgullo españoles; en Geno- aparece la sombra yp, y cuando des-; Mega hasta Mirtos v j vV guci ü ra del ,VV*"*■-> —■ u- I v 4.1 u sus anales con c. ..tolos nombres oe los marinos que acompañaron á D. Jai- me a Mallorca y á D. Alonso á Almería; por el Tirreno, la bacante acostada ¡ sobre su lecho de pámpauos, la sirena ceñida por sus gasas de espuma, Par- ■thcuope, dice que debe á los Toledo la | salud de sus aires antes emponzoñados por las lagunas, y á los Riveras la pu- janza de sus artes, ántes menguadas por la imitación y la rutina ; eu los es- trechos cercanos, los nombres de Tro- cida y Pedro Tercero, mezclan sus recuerdos de libertad, como dos furos sus resplandores de esperanza, é ilumi- nan aquellas costas sicilianas redimidas ; por los fuertes almogávares de la tira- j nía angeviua ; al borde luminoso de la etliérea laguna de San Marcos, bajo los ¡ artesonados del mágico alcázar tic les | l)ux, los pinceles venecianos retratan i los héroes de Le panto, que añaden á su inmortalidad histórica la inmortalidad j vinculada eu las apoteosis doi géuio ; i sobre las crestas de Thesalia y en las lla- nuras do Servia, el pastor cristiano pie lia soltado las armas para recoger el ! cavado, cuenta en romances orientales á sus hijos que nllá léjos, hácia el oca- so, existe un parido infatigable, el cual . desafió por setecientos años, en segui- dos v porfiados combates, las cimitarras ; mahometanas ; á ias orillas del D.iuu bio, los colonos trasportados allí por Trujano, pira impedir las irrupciones bárbaras, suoñau con Itálica, como pu- diera soñar Rioja, v os preguntan con tristeza digna del Alvaro de Rivas, por Sevilla, su cuna, por el Bétis perfuma- do de azahar, el rio de sus padres ; en ¡el Bosforo, hasta las piedras saben co- lino los catalanes y aragoneses retarda- ron la cuida del imperio Bizantino y la servidumbre de Coustantinopla ; y en el Píreo los griegos cantados por la poesía moderna y revividos en 1821, al ¡ relampagueo de nuestra revolución del 20, confunden los nombres clásicos de | Marathón, Plitea v Halaraiua, con los nombres españoles de Zaragoza y de Gerona, númenes que invocan cuantos héroes combaten y cuantos mártires mueren por la libertad y por la patria. ¡ ( Ruidosox y prolongados a¡4o usos <. Una Cámara muy radical podría ne- gar la virtud de los recuerdos históricos; mas no vosotros que tanta parte dais en la vida ála historia. Pero ni la uiá radical de tolas las Cunaras podría desconocer la fuerza de los hechos his- tóricos cuando se mezclan á los intere- ses materiales del momento y á las ne- cesidades de la posición geográfica. Queráis ó no queráis, la cuestión do Oriente importará mucho, muchísimo a! Occidente. La indiferencia no puede prevalecer en cuestión que monta tauto para nosotros, dueños naturales do uno de los dos grandes extremos que tiene el Mediterráneo. Por empeño que ten- gáis eu esa frialdad, 110 puede sernos in- diferente que se interponga una poten- cia en el paso por Suez á las islas Fili- pinas ; no puede sernos indiferente que esté cerrado ó abierto el estrecho do los Dardanelos, tan necesario para nuestras comunicaciones con el Asi; no puede sernos indiferente que las bocas del D 1- nubio caigan en unas manos avaras, las cuales maniobran para convertir toda la Europa en una nueva Tartaria; no puede sernos indiferente que por la re- trocesión le la Besarabia y por la orga- nización dada á la Bulgaria, árida este- pa, se extienda como un wnuto fúnebre sobre los Bul kanes desdo el Neva hasta el Bosforo ; uo puede sernos indiferen- te que la capital leí mundo esté eu es- tas ó eu otras manos ; no puede sernos indiferente que el sepulcro de Cristo caiga eu poder de uua religión exclusi- va y de una secta perseguidora de las demás sectas cristianas ; ¡ah ! nada de | esto puede seruos indiferente : que así como la aurora boreal perturba la agu- ja magnética en el olvidado barco, y las fases del satélite regulan los movimien- tos de las mareas, y cualquiera altera- ción de la temperatura reorudece las heridas, aun después de cicatrizadas, cualquiera alteración eu el Mediterrá- neo encona nuestras dos heridas, la que llevamos al costado y la que llevamos en el pié ; el estrecho de Gibraltar y la desembocadura del Tajo. Señores : eu política hay que tener presente uua previsión que penetre en el porvenir, y un apego inalterable á los principios progresivos. aquí la gra- ve dificultad del momeuto. No conoz- co nada tan reprobado por la pública 1 conciencia como la causa del absolutis- mo teocrático representada por el im- i peri> turoo. Yo les liria á cuantos pro- ponen una ortotloxia inaccesible á todo ! progreso, uu Pontífice-rey elevado en las cimas de las sociedades, un libro re- ! ligioso puesto como límite infranipiea- ble á todas las aspiraciones, ó nna aris- tocracia burocrática delegada de ese po- der supremo, el sable por toda lefensa arriba, y el silencio abajo, yo les liria que miraran al imperio turco perdiendo sus dominios á peiazos, como el lepro- so sus carnes, por no haber reconocido el principio conservador y motor de las sociedades humanas, el principio de li- bertad. ffé ahí el contrasentiilo de la cuestión oriental, ese empeño de mu- chos en sostener lo pie es completa- mente insoatenible, Pero dejando aparte Turquía, ¿ qué es 1a guerra presente ? La guerra pre- sente es la misma guerra quo entre lis- íenos y troyanos del comienzo de Ni his- toria europea, oantada por las 1 Ib'li- mas rapsodias de Homero ¡es la mr guerra que entre lo persas y lo V/ Boletín Mercantil. g "i. fcimlt ciila por ol saci ¡Gcio rio Itta ¡ Termopilas v por los versos do Esquí- j lo; es la misma guerra que entre los romanos y los cartagineses ; es la om- ina guerra que entre Augusto y Cleopa- tra, ¡a serpiente astática criada e:i el Ni- lo, pura tentar á los generales romauos; 1 es la misma guerra que entre los primiti-' vos rriuos de la Península española y el califato deDamasco y Bagdad, es la eter- na competencia de la historia, rem ido; las eternas batallas de la naturaleza.! en que combaten por sila i.leas, por sus intereses y hasta cierto punto por sn vila, el Oriente y el Occidente. Y nosotros, España, Hesperia, la es- trella de la tarde, !a tierra donde el sol se pone, ; ah! no pialemos renunciará todo poder y á todo influjo sobre eU i Oriente, cuando contamos allí uu archi- j piélago magnífico, testimonio del nía-i yor viaje marítimo que han real i z ido los hombres, del viaje de Magallanes; á las pu ut is do Occeanía, eu el camino á China, los ds extremos uajo humano, cer<: u -‘l4_Aiist ralia, 1 islas muele' “es de * s 'i}*¿***r * " '. lie- i j üen iluminaciones p. ! como el paraíso reces. . u , yenideras trauaf-limaciones do la huma- nidad yde su historia. Y es más, ei Oc- cidente entero no puele, no debe, no quiero renunciar al Asia como pretende i una potencia que deseara convertir en tierra asiática toda la tierra europea, ' con la tribu comunista eu su base y o 1 | despotismo autocrático en su cima. Ah ira se trata le los Darlauelos, leí mar le Mirmara, de las bocas del 1 >a- i nubio, del Ponto, de la Armenia v del i Golfo pérsico ; pero mañana se tratará !de las posesiones inglesas en la ludia, jilo G >a ilustrada por Alburqutrque, de i Pondiehery v Cochinchina que tanto in- teresa á Francia, de las islas holande- sas e.ulieiadas por una poderosa c >di- | cia ; del Archipiélago til.pino. ¿Por- ! qué razón, porqué causa el Occidente con indiferencia una guerra á la cual libra tantos intereses? ¿Porqué cau- sa? Os la liié sin rebozo. El Oriento está unido, bajo el látigo si queréis, pefo unido on una aspiración común. El hombre que lo dirige se ha elevado á la categoría ce uu Mesías on esos pueblos tan dados al mesianismo, por haber abolido la servidumbre de sus dominios, haber realizado la unidad de la raza eslava en espirita y haber puesto la planta vencedora de sus sol- dados en el área de Coustantinopla. El Oriente está unido ; el Occidente les- unido. ¿ Por qué estamos desunidos? Porque hemos dejado la representación le nm'stros intereses á uua política que na podia representarlos, á la política inglesa. Y no puede representarlo, porque, marítima esencialmente, desco- noce como lia decaído en fuerza, desde que los nuevos descubrimientos han li- mitado el alcance de las escuadras; por que, aristocrática, se empeña en mante- ner el ejército mercenario cuando la de- mocrática Europa presenta por el arma- mento universal uu ejercito de ciudada- nos, superior, cornil iué superior el ejer- ció) de R >ma 1 ejército de Cartago; porque imprevisora, mantiene la utopia reaccionaria de la integridad do Tur- quía, rechazada por la conciencia hu- mana del suelo europeo ; porque, ciega, sabiendo que la herencia del imperio bizmtiao se ha dividido entre los esla- vos, protegidos naturales de Rusia, y los griegos, protegidos naturales de Oc- cidente, á pisar de haberles devuelto las islas Jónicas, no ha hecho cuanto I debiera á fi.i de coustituir á Grecia eu la única heredera de Coustantinopla ;! porijue, avasalladora, tiene agravios iu-j ferilos á todo el Occidente, á Portugal,’ por guardarlo eu perpetua tutela; áj Francia, por abandonarla eu sus derro- tas, á Italia, por poseer M lita y Espa- ña, sobre tolo, por detentar nuestra tierra, nuestra propiedad, el Peñón de j Gibraltar, carne de nuestra carne, hue-, so de nuestros huesos, parte integran- te de nuestra nrcionaliilad ; (Aplausos prolonga los, j ayer tomado por perfidia, hoy sostenido por fuerza, y cuya reivin- dicación deben trasmitirse como legado necesario, unas á otras, todas las gene- raciones, porque no puole vivir, no, eu paz, pueblo tau susceptible y diguo co- mo nuestro pueblo, con esa sombra eu la frento, eia herida eu el corazón y ese dolor en el alma. (Ruidosos , repetidos y ¡iroloujudos a/4ausus.) Además, hay en el Occidente dos pueblos en circuustau- j cias bien críticas. El uno, el pueblo ¡ francés, ilutes emprendedor,, tiene que | limitarse hoy á uua reorgauiz iciou in- ¡ torior de sus instituciones en el seno fe- j liz le una República conservadora y progresiva, porque la profundidad de sus heridas le incita á restañarlas á to- lla costa, otro, el pueblo italiano, tieue que combatir con uua clase predomi- nante en todas las Naciones católicas y occidentales, clase que procura su per- dición por el quebrantamiento de su unidad, que tiene la clave necesaria por fuerza lógica incontrastable en la pose- sión de Roma, herida por esas manio- bras teocráticas, cuyas amenazas la ar- rojan forzosamente 011 brazos de las Na- ciones herejes v cismáticas á la manera que eu la E latí Media los giielfos arro- jaban á los gibelinos en brazos del Im- perio Germínieo, y de los alemanes pa- ra que les libertaran de uua servidum- bre incompatible completamente con sn gloriosa nacionalidad. Pero, aparte de esto, la causa princi- pal del conflicto presente se halla en la imprevisión con que el Occidente ha mirado la causa de sus verdaderos alia- dos los helenos; vla previsión con que, el Oriente ha mirado la causa de, sus verdaderos aliados los eslavos. Be su-! blevan en 1866 los candiotas, y porque son griegos, les deja abandonados el Occidente; se sublevan los bosniacos y los herzegovinos en 1875, y porque son eslavos, suscitan y avivau toda la,cues- tión de Oriente, encienden y alimentan esta guerra. Declaro que uo conozco sofisma mayor ni más acreditado que el consistente en hacer do los búlgaros un pueblo eslavo, como pretende Rusia, Los búlgaros seráu escitas que habrán habitado alguu tiempo las orillas del Volga y que habrán sido tributarios déla Rusia a\\á por el siglo noveno, hasta que los incorporaron definitiva- mente los griegos al Imperio de Bizan- cio y los sostuvieron alia en el territo- rio Ilatüado por los antiguos romanos la Momia inferior. Yla Rusia no sola- mettte ha declarado que la Bulgaria es uu pueblo eslavo, sino que ha querido romper sus límites naturales y naoorle rebasar hácia el Mediodía la linea de los Balkanes, para que teniendo el Sur y el Norte 4e VftU como por la reincorporaci u de la Besarabia, una parte tau considerable 10l Danubio, se eche un pu-nite que vaya de-rie los pa-i lacios del Neva 1 los alcázar - leí B is* foro. Mirad la previsión oriental ylu previsión occidental. lias cuestiones religo is tienenim- pcrtancia eu todas parte, p ro mayor en Oriente, en esa tie ra de los afectos; exaltados. Y' la Bulgaria, eu 1868, atra- vesó una gran crisis religiosa. Unida al Patriarcado trato de separar- se y constituir una especie do naoionali-: lal teológica in lepomiiente de Bizaa- cio. Eu uua de estas alternativas fre- cuentes cuando de talos asuntos se tra- ta. hasta intentó convertirse al catoli- cismo, y si no estoy equivocado, por algún tiempo fue católica. ¿Qué debió! hacer ol Ojciilonte? O mantenerla uni-: in í su antigua Iglesia, ó impulsarla á que fuese católica. ¿ Y qué hizo, Sres. Dipútalos? Dejar tau grave cuestión abandonada, mientras Rusia conseguía i que la nacionalidad in lependiente búl- gara so fundara eu la esfoia religiosa,; con lo cual soparábaa lelO msistorio bi-. zantino presidido por un patriarca, v lai ' > Historio moscovita presi-1 ’í 1 ”> 'Oil d ) oa- ; ballena, u>■ h. .>-ñores, esto iíCscui- -1 do del Occidente y este cuidado de It 1- sia eu la cuestiones orienta! rs, ha traí- do lo que R isia esperada y lo que mis- ¡otros temíamos: su omnipotencia allí y ¡ nuestros desastres. Y yo pregunto : después le estas lar* í gas enumeraciones, por las cuales os pi- do peí don, y que jamás emprendería sin contar de antemano con vuestra bene- volencia, ¿creei s posible que tant 'S pro- blemas se susciten v so resuelvan sin queuosotrosexpresemos uua aspiración, digamos una queja, demos una opini n ó un consejo? N ) habléis do imostra debilidad, no ! os lo consiento. Dos cosas hay ¡i qte no puedo acostumbrarme: oir lian, ir ! des lieh id.i y ¡í oir llamar débil á la N 1- ! cien española, j Desdichada la Nación que ha visto á Frauda tros vecos inva- did t y desmembrada en lo que vade ¡siglo; á Italii con los austríacos en Ye- necia v los franceses en U mía ; á Pru- i sis casi borrada del mapa por la bata- ! Ha de .Tena, y casi sometida á la esc'.a- --j vitinl por el despotismo de la autigna | Confederación germánica y por la hu- j millacion de Olrautz ; mientras España ¡ha conservado lo más difícil de censor- ; var, el imperio sobre si misma en nna ! incontrastable independencia. Si des- graciados, confesad que somos los ni tí- * tices únicos de nuestras d-'sgra ias. ] ¡ Y qué digo débiles! ¡ Débil la Na- | cion española ! Débil es para la libar- tul ; pura la guerra no es débil, antis muy fuerte. A cuantos digan que nos- otros liemos perdido eu la práctica de las institucioues modernas aquel tem- ple antiguo que nos lió tanta f.iorzv. mostraríales inmediatamente la guerra de Cuba, ¡i millares de leguas, eu mares inmensos, eu clima tropical, bajo los rayos de aquel sol tau fecuu 1 > en exu- berant > vida como eu desoladora muer- te; con el vómito eu las costas, con la liebre eu las selvas ; frente á fronte le pasiones tan hiperbólicas como aquella exuberante vegetación, y de un eueini- go ¡im i conde isa y se deriiatie cual las tm.-üb.as en e! mar y cual las arenas eu M denlerio; y conservando entre tan- tas pruebas la resignación, la sobriedad, la paciencia, la audacia, el heroísmo, las virtudes militaros de todos los tioiu- p >s, que hitu obrado los milagros cuyos resplandores llenan desde la primera hasta la última página le toda nuestra ¡ vida histórica y muestran el poderío y ¡la firmeza de uuestro pueblo. ( A¡Jo.u- sos.) ►Señores Diputados: supongamos que, en efecto, sumos débiles. Pues tenemos mucho menos jue reivindicar, mucho méuos jue hacer que otros pueblos más i léoil \s, iiuuou-miucnte más débiles pie nosotros. Ei Piamonto vencido eu No-' v ira, bajo la amenaza leí Austria y de l.i Alemania entera, dijo sus quejas, y nosotros que no tenemos tantas, tene- mos sin embarco las suficientes para abrazar una política internacional inde- finida ; porque mala era la política le Carlos íií, fundada eu el pacto de fami- lia, pero peor es no tener ninguna polí- tica. Aquel que no se arriesga á contar enemig*)s, acaba por uo contar tampoco amigos. Nosotros necesitamos cierta libertad en la oosta marroquí ; necesi- l tamos que no haya tutela extranjera en ; ninguna porción le la Península; nece- | sitamos que nadie amenace ni las Fili- ! pinas ni Cuba, y por último, necesíta- í mus que el estrecho esté eu nuestras manos, porgue nuestras manos bastan para seguro y garantías 1o la libertad lo los mares. La angustia es tan su- prema, que el Occidente entero deberá nacer un supremo esfuerzo. Y yo digo más, aunque se me trate le visionario y de utópico ; yo se lo iligo a Europa: más tarde ó mis temprano, i desde las orillas leí Danubio hasta las orillas del Guadalquivir habrá uua inte- ligencia occidental; más tarde ó mis temprano, habrá una reconciliación en- tre la raza latina y la raza germánica, sin exceptuar á Prusia, á pesar le los recientes agravios de Frauda, no tan grandes como los antiguos agravios le Italia. Pues qué, sonoros, ¿ cuánto no os burlabais vosotros, los conservadores, cuando venían aquí los lomócrat is á in- vocar las ideas de raza? Hicisteis mu- chas veces esas ideas asunto de vues- tras burlas y pasto le vuestro ingenio ; y sin embargo, ¿es algún tribuno, es al- gún demagogo, 63 algún fihísofo, es al- jgnn utopista, el que mantiene pie se ! han le coafaderar y se han le unir to- i dos los pueblos Orientales, porque todos | pertenecen á una misma raza, 1a raza eslava ? ¿ Y sabéis lo que so enseña en las escuelas eslavas ? Se dice : nos- otros somos 1 1 raza sintética del mundo; si nosotros somos la raza má* individua- lista y más social do la historia, si nos- otros tenemos todos los principios so- ciales y todos los principios individua- les, nosotros formamos la vertedera ar- monía, Los latinos, ¿ qué habéis lieoíio ? Las obras soc’alistas, las obras que han anu- lado completamente la personalidad hu- mana : el Imperio, el íerecho romano, el Pontificailo, el catolicismo, la Monar- quía esnañola. Vosotros, germanos, ¿(jpió habéis hecho ? Totlas las obras indivi- dualistas, anárquicas de la historia : la irrupoion do los bárbaros, elfeudalismo, la Reforma, la revolución de Inglaterra, la revolución lo los Estados-Unidos. Vosotros no os podéis entender, porque formáis con vuestros principios irreoon- eiliables una antinomia históricp irreso- luble. X ¡fk embargo, vo les diría ; Si hay algo ver. % ro eQ . la htótona 1 (h-rn 1, es la in Ponente en- i tre ia raz 1 eslav f ? la ra7/í Irttma Ti- bien se cufien* naciones por me- dio de la guerra, mbie £ k guerra va un I¡Kirie relució \ s ; Podríamos bus- carlas entre el arte krnan y ri arte ita- liano, entre el Reine, v n - v ! a ma; pero nos llovari r v b> °J oi4 que yo digo es, que si >era P* que la raza latina h 1 ex -gerado si 1H dia- les, ha venido á traer u elemento suyo á esos principios exa;; > * !i os ru} ta jer- i mánicft. Cuando nos ’? tms ca,mos ba |el Imperio romano v aya Asia, los germanos tr W. lo*. 1 pió 1 de variedad y do con sus tribus rejuvenec; ,)r i - s > cuando el 1 Itnijerio de Cárlo-Mú l ”3-° 1108 vo v ! () ft Imperio romano, i O . rmanos pusieron otra levadura de perso- nal con el feudilis’ ‘° caan,b> . e (> !^ or pontificio creaba UUil comaencm nmt 1- iria y social, los mos encendieron ila conciencia íirí C ?" ' tV f ,riJ ? !i : I cuando Felipe < . una reacción ¡católica v *‘l seno germa- ¡nico tle tierra, I>rak B f“ mai * ; > ( * U: * U 10 . N L ‘P°; íleon int,MitÍfg' i r eac ; r i ,m 1 H , eluej,ulto á .ro —uTTÍ&tI-eltpffl 11, del seno ger- . m ínico, Nels-son eu el mar y Blucher v Wellington en tierra. Y lo mismo suced** en la razo germá- nica, disciplinada y unificada por la ra- za lstiua. Cuando la tribu anárquica i del Norte destruía todos los principios le unidad social, cutivábala con su pres- tigio la sombra misma del Imp rio ro- mano destruido; cuando *1 l ildismo i llegaba hasta la disolución y la anar luía, levantábanse rl Pontihcmlo y el Imperio, dos creaciones igualmente la- tinas; y al téniiHiorie la Edad Media, en tiempos eu pie la ananpiía se exten- diera por toda Alemania, y no encontraba | Rodolfo cetro donde jurar, y Segismuu- ¡lo parecía un César litúrgico ayudando á misa en el Concilio 1o Constanza y Carlos I V ero ib 1 las oligarquías guerre- ras con sus ordenanzas, y Federico era salvado de inminente cautiverio turco por un monje, la unidad alemana fue I salvada por el géuio español simboliza- do en el gran nombre y eu el gran genio do Carlos V’. Estas relaciones liceo de una manera indudable cuán necesaria es una inteligencia estrecha entre ambas razas. Ignoro qué acontecimientos la trae- rán ; ignoro por que camino podrá ve- nir en uuestro tiempo ; pero á cien- cia cierta pie ha de suceder, poique los más amenazados por la raza eslava son los germanos, y tarde ó temprano los germanos buscarán su centro de gravedad, el Occidente. No faltaba más sino que todos cuantos hemos aplaudido el ministerio de Prusia eu el mundo, todos cuatos le hemos anuncia- do pie seria el Piamont? aleñan, todos cuantos hemos creído que estaba en su seno el espíritu moderno, ¡ ah I nos vié- ramos precisados á arrepentimos bajo la triste consideración pie esta grande hechura de las revoluciono modernas, solo había traído al Occidente el predo- minio eterno de la raza eslava. No, uo liará eso el gramle hombre que rige los destinos de Alemania. Señores : para cumplimiento le este mi deseo, choca- mos con dos obstáculos gravísimos ; los observo á primera vista y los ligo sin reserva. El uno ostá en las heridas de Francia ;el otro está en las decla- raciones le Roma, ó mejor dicho, en las declaraciones del Vaticano. Pero si son graves, no son insuperables. Y, se- ñores, me toca tratar de la elecion de nuevo Papa. Si en los asuntos le Orieu- te encuentro vuestro Mensaje reservado, eu lis asuntos de R >ma encuentro el Mensaje incompleto. Concíbese y explí- case quo, en vista de las complicaciones crecientes, en previsión de catástrofes futuras, os hayais callado con eso pro- fundo silencio, respecto í los problemas orientales. Pero 110 puede concebirse ni explicarse que, confesando el Gobier- no la libertad absoluta leí Cónclave, escatiméis vosotros un elegió merecido al pueblo y al GJoieruo jue con tauta felie’ulad la han procurado ; al pueblo yal Gobierno italiano. Y la felicidad merecía notarse. En el momento más crítico de la his- toria moderna, eu los lias le la apro- ximación de los rusos á Coustantinopla; con el Ministerio más avanzado que puede hoy tener Italia, coa uu Ministe- rio compuesto de reformadores tan va- lerosos como el Ministro 1o Justicia, y estadistas tan radicales como el Mi- nistro de Gobernación ; enfrente de las conmociones ilemócráticas jue casi han amenazado la ley de garantías ; junto al lecho mortuorio le uu Monarca pru- dentísimo y bajo el advenimiento ines- perado ile otro Monarca mucho más jo- ven y mucho más exaltado, aunque igualmente patriota, crisis temible á la Monarquía y á la dinastía de Saboya ; lolorklos loa ánimos y alteradas las pa- siones, cual sucede en todos estos tran- ces ; telégrafo y vapor, esos milagros de la ciencia tan maldecida por ciertas escuelas, hayan reunido con tal preste- za Reino le* Italia y Ministerio radical; esos engendros le la revolución y leí lerecho moderno, tau excomulgados á todas horas, hayan respetado con respe- to tau profundo á los Cardeuales, me al verlos desasidos le las osas mundanas y de las ocupaciones políticas, sin ne- cesidad de mezclarse eu las minuciosi- dades del gobierno y en las exigencias del orden póblioo, bien podemos decir como aquelloßque oian crugir los alta- res paganos cuarteados y aletear el Pa- ráclito sobre la techumbre del cenácu- lo, jue hemos visto llover eu llamas sa- gradas el Verbo de Dios sobre la cabe- za de nuestra civilización o inaugurarse para siempre el divino reino leí puro y creador espíritu que ha de abrir uua era superior eu nuestros anales y lia le animar tartle ó temprano con su purí- sima esencia el cuerpo joven y robusto le uua nueva Europa. ( Aplausos. ) Cuando llegamos á la madurez de nuestra vida, sentimos un doble senti- miento, de dolor á las esperanzas frus- tradas, y de satisfacción á los principios cumplidos. ¡ Qué placer tau puro hemos experimentado cuantos sostuvimos ha- ce quince años la inntiiidail del poder político le los Pontífices al ejercicio de su ministerio religioso, viendo cómo el más temido de los interregnos ha resul- tado el más sereno ; y el menos podero- so, materialmente, de los Cónclaves, ha resultado moral mente el más libre ! No quiero que caigáis en la tentación de llamarme, como tantas otras veces, fan- taseador de la historia, y por lo mismo no os recuerdo lo que fueron autiguos interregnos pontificios: los sacratísimos despojos abandonados ; la cámara mor- tuoria saqueada; los palacios rouiAuo convertidos en fortalezas; las tropas ! mere marias esparcidas para cobraras á mano armada lis pagas; reanimados ¡ los p irtidos jus teniaa costumbres y pasiones fea lados; las cárceles abiertas I para dejar paso á los criminales; las cadenas puestas eu to los los barrios á fin de interceptar el paso á los enemi- ¡gos; ias profanaciones en tauto núme- ro yla anarquía eu tauto grado, qll en cuanto la campana del C ipitolio plañía la muerte do un Poutifico, trocábase Rima en sangrienta arena, según el di- cho de un contemporáneo, semejante á las arenas paganas donde combatían ! los gladiadores y se hartaban los tigres ! en competencias 1 muerte. Basta decir, para mostrar esta verdad ! que según cuenta Gigli, en la elección ! anterior al nombramiento le Urbano VIII, allá por 1623, cometiéronse mu- chas muertes eu las calles de Roma y rodal on muchos cadáveres por la ondas del Tiber. Y ou verdad, para probar que est Cónclave ha sido el más libre de los Cónclaves, y esta elección la más ! regular de las elecciones, uo Useesita- mos subir al tiempo do los garifos y gibelinos ; de los blancos y loa negros; del cautiverio de Aviguon; 10l cisma de Occidente, en que Pedro de Luna fulminaba sus rayos desde el solitario ; castillo la Peñísook, y Juan XXIII se ¡ esquivaba disfraz ido de cochero al ! Ooueilio le Constanza, y Eugenio IV ¡ dejaba á R >ma en una barca de pesca- dor, apedreatl 1 desde las orillas por los ribereños del Tiber, y Félix V, después de abdicar su corma de Saboya, toma- ba la tiara de los Papas en vid* de su misino antecesor ; no necesitamos ovo- ; car todo esto, porque nos basta una elección de uuestro tiempo, la elección ¡do 1830, el nombramiento de Gregorio XVI, en pie todas las pasiones se mez- clen, y todas las intrigas se agitao, y todas las maniobras se emplean, yel R v de Ñapóles mueve sus tropas hácia la frontera, y el Príncipe de MetternioU manda á las suyas pasar el Pó, y Lnis Felipe amenaza coa desembarcar en Aucona, y ¡í la puerta misma de! Cón- clave, eu medio de terribles detonacio- nes, se prende á veintisiete personas comprometidas en una conjuración te- nebrosa con objeto de matar á los Car- denales ; y el Cónclave, reanido á pri- meros de Diciembre, no termina hasta fines de Euero ; y el Austria excluye al Cardenal Opizzoni, y Francia al Carde- nal Machi, y España al Cardenal Gius- tiniani, que muere, según dice un autor, de pena antes de terminada la elección; y en cuanto el nnevo Papa se corona, estalla,la guerra civil ála vista deRoma, so subleva la Romauía y caen prisione- ros en aijuellns sublevaciones dos hom- bres que luego tuvieron bien vario lestidos en la historia, Orsíni y Napo- I león ; accidentes qoe os refiero para de- mostraros cuán terrible fué la elección le uu Papa-rey, á vosotros que habéis visto cuán tranquila ha sido k ©lección le Pape, el cual ni brilla ni brillará con la corona. ►Señor Presidente, si S. 3. me conce- diera cinco minutos de descanso, mien- tras encienden, se lo agradecería infini- to. El Sr. PRESIDENTE : Se suspende esta discusión. Eran las seis menos cuarto. ( Continuará. VENEZUELA. Según avtas de feo lia recuenta que se han retábido aquí le Caracas, Venezuela nía re lia á una nueva revolución por más meta pren- sa y el Mensaje iue presentó el Presidente * á la Cámara ligan lo contrario. Tenemos observadoluo-allí fes periódicos nunca cen- suran al iKídcr existente, sino á los pasados, i prueba de que carecen de libertad para ha- cerlo. Ei general (bizman Blanco, con el fin de quo pudiesen llegar pronto á lu presidencia 1 todos los prohombres que á ella aspiran, hizo modificar la Constitución de 18(M, redu- ciendo á los años el término presidencial. Ahora trátase de prolongar ateste plazo, no sabemos si con el fin de de introducir la con- fusión entro los diversos candidatos que ae presentan ó con el ele sostenerse dos año más ei general Alcántara al frente de loe destinos de su país. Entre tanto, los ele- mentos oficiales trabajan en favor del can- didato del gobierno, D. lia.i mundo Andueza Palacio, sobrino político del actual presi- dente, cuya hoja de servicios empieza aho- ra. La candidatura de esta joven, en com- petencia con la de Pulido y otras, ha causa- do gran desconfianza y la consiguiente pa- ralización en el comercio. El tifus, jue rei- na en Caracas, ha venido á aumentar U tristeza eu los ánimos y etilos líaseos. El Congreso se ocupa de la apertura de los puerto le Coro y Maracaibo, cerrados l>or el anterior Presidente. Una vez termi- nado este asunto económico, i>arece se jioo- lrá á discusión el regalo de cien mil pesos pie, del público Tesoro, varios padres de la patria inteutau hacer al Oran Demócrata, ó sea al actual Presidente, adornado ya tam- bién, como su predecesor, de un titulo re- tumbante. ¡ Pobre país! No hace todavía tres años que el mismo Congreso señalaba sueldo vi- talicio y honores perixítuos de Presidente al general Guzman cuy administra- ción lu empezado á ser ceusurada por la prousa después que terminó. Si con tan pingües propinas se recompensan los serví- i cios y sacrificios de los presidentes venezola- nos, no es milagro iue todo aquel que desee hacer fortuna á expensas del contribuyente, procure Hogar á todo truno© al poder, aun- que sea haciendo correr la sangre de sus hermanos. aquí álo que conducen los ideales del separatismo hispano-americano: lié aquí realizándose la tardía profecía de Bolívar, de que había arado en el mar, y que uua serie de codicioso tiranuelos ven- dría á aprovecharse de su obra. En nuestro próximo número insertaremos un importante documento que sobre cami- nos vecinales ha publicado el Exorno. Br. Gobernador General en la Oaceta de hoy. El Sr. D. Demetrio Sautaella, juez del disi trico de Ponce, ha tenido la inmensa desgra- cia de perder á un hijo que estaba en laflor de la juventud. Aquella culta soeiedad, se- gún vemos eu los i>eriódioos pouceñoa, ha prodigado ú la respetable familia que hoy está sumida en el dodor, toda clase de mues- tras de simpatías duraute la penosa enfer- medad yen el entierro, habiendo sido 000- ducido el cadáver en hombros de sus amigo. Tan noble comportamiento uo ha podido ménos de servir le leuitivo al afligido padre y demas de la familia, á quienes enviamos nuestro sentido pésame. KHUPF, De la relucion que de sus trabajos publica anual mente la casaKrupp, tomamos la cifras siguientes, que corresponden á 1877: Número de empléanos: 8.500. Funcionan en la fábrica 298 máquinas de vapor, cqt fuerzas emivule á 11.000 oabailos, y 77 mar- tillos también de vapor, de dos á 1.000 quin- tales. En veinticuatro horas pueden hacer- se 1.500 granadas yeu un mes 300 cañonee diferente calibre. Desde 1846 llcrra construi- dos 15.000 cañones. Se consume dtarktihrii- te en ella 3fí.üoo quintales de carboa cok. En dicho establecimiento exlaten 44 esta- ciones telegrafié y ocho bombas de Incen- dios. Hay destinado# 5.000 hombrea para 1* ex- tracción de mineral. Bolamente de la mi- nas del Norte de España ae llevan anual- mente 4.000 quintales de hierro, que taaspor

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mu be nmmis¿B le marzo de 1878.

>O3 PARLAMENTARIOS.

esar de estar muy distan->¿4jeas del Sr. Castelar res-

religión, sabiendo*ros lectores de-

"'--1 28V)

- y n¿S largassobre el

onseñanza dej de otros Esta-

ou que, resueltas allí lasoferentes á la orgauizeiou

.aerea públicos, unidos en ideascap. alea todo* los entendimientos, pro-clamados como indiscutibles ciertosprincipios que aquí e discuten todavía,como el principio de la libertad religio-sa, no pueden nacer loa partidos queaquí no dividen, ni brotar las pasionesque aquí nos enconan, ni surgir los asun-tos que aquí nos embargan, y por con-secuencia, no pueden levantarse lasideas que aquí se levantan, vapores ne-cesarios del encrespado oleaje fervienteen nuestra triste y tormentosa vida.Sin embargo, los repúblicos de entere-za deben mirar las situaciones con cui-dado y decirlas con verdad, sobre todo,cuando se poseo el mandato do legisla-dor, que basta por si solo á honrar unnombre y lleuar una historia. Yo, se-ñores, creo que tenem *s tauto más de-recho á juzgar esta crisis, cuanto queno la hemos creado nosotros exclusiva-mente. Las generaciones vivaa no aoulas únicas responsables de ella, sino, alcontrario, esta situación nuestra, estaprolongada crisis es obra de pasadasgeneraciones yde pasados siglos. Nos-otros debemos decir con mayor ra-zón aun que el sublime Profeta de lasLamentaciones : Paires nostri peccaue-j’uiit, et non sunt; ct r<js iniguitatcs corum

portemimus.Trescientos año 3 de esfuerzos gigan-

tescospara hacernos unaNación reaccio-naria, oponen obstáculos insuperablesá que seamos hoy una Nación liberal,un* Nt i moderna, y necesitamos serlo á toda costa, y necesitamos serlo átoda prisa, si no queremos sufrir la suer-te de otras Naciones, como Turquía ycomo Polonia, grandes ayer, hoy muer-tas : si no queremos sufrir la suorta deasas ciudades, como Coustantinopla yAlejandría, pasmo ayer del mundo, hoyinonton do escombros, en las cuales so-lo se encuentra la petrificación de lasinstituciones muertas y la fosforescen-cia de las ideas extinguidas.

Señores Diputados : 6 yo me equivo-co mucho, ó toda la crisis que aquí co-meneó oon el célebre motin de Aran-juez, á principios del siglo, se pareoe ála crisis que atravesó Inglaterra al pa-sar de la política cortesana de los Pu-dores y de la política jesuítica de losEatuardos á las institucioues parlamen-tarias y liberales. Aquellos hombresde tanto seso, enloquecieron al mostode las nuevas ideas ; aquel suelo de tan-ta firmeza osciló, como los suelos ecua-toriales, á impulsos de los terremotos ;

resistieron los reyes hasta la demencia,innovaron los tribunos hasta la temeri-dad ; la utopia del poder absoluto pren-dió en las cimas del Trono, y la utopiade la igualdad niveladora y demagógicase arrastró por los abismos donde yacela inteligencia del pueblo; esgrimióseel puñal de los asesinos en el corazón

de los ministros, y el hacha de los ver-dugos en la garganta de los Reyes ; losConsejos militares dispusieron de lasuerte de los Diputados, y las bayone-tas preteríalas volcaron en el suelo lamajestad de la tribuna; las sectas reli-giosas encendieron todas las pasiones yjuntaron, á la tempestad general, loshorrores del fanatismo; corrió la san-

§re de los caballeros, de los puritanos,s los oabezas redondas, de los utopistas, j

manchando las losas de los templos, laspuertas del Parlamento y el armiño dela corte; á las revoluciones sin medida,sucedieron las dictaduras sin freno y álas dictaduras sin freno las restauracio-nes sin escrúpulo; porque Inglaterrafue oomo nave encallada en la arena ycombatida por el oleaje, teniendo de lainercia y del movimiento todos los in-convenientes y ninguna de las ventajas ;zozobras de que no pudo salir hasta ha-ber echado al agua un peso inútil, el pe-so de los viejos ídolos, y haber recogi-do e¿ sus velas una brisa favorable, labrisa de la libertad. ( Aplauso. j

i Ah, señoree l Trabajos difíciles hayen el mundo, trabajos titánicos, traba-jos hercúleos: abrir un canal que con-funda dos mares, como se ha abierto elcanal de S\jea¡ ; perforar una cordilleraque acerqué dos Naciones como se haperforado la cordillera de los Alpes ;

echar un cable que junte dos continen-tes, como S® echado ©1 cable eléctrico ;

pero né* TiaV ningún trabajo, no haytrabajo tan terrible como convertir unaNación reaccionaria en una Nación li-beral, porque en cuanto lo intentéistropezáis con las pasiones de vuestrosamigos, con el fanatismo de vuestroscontrarios, con las corrientes de los si-glos, con los obstáculos del espacio,con las supersticiones de 1* conciencia,y, señores, hasta con las maldiciones deloielo.

Puesto que nos encontramos en estalargaelaboración desdeprincipios del si-glo puestoquedebeUpseon vertir unana-ción escenciafmeñte feaCcionaria en unaNación liberal, Sres. Diputados, discu-tamos, ya que tantos pr¿Memas surgená nuestro paso, y discutan. ~ sin des-canso ; qae no necesitan tanto délasideas las Naciones tranquilas y satisfe-chas, oomo las Naciones perturbadas éinquietas. Pero al discutir, tengamos,señores, aquella mesura en la palabra,aquella dignidad en los sentimientos,aquel respeto á los adversarios, aquellaelevación de ideas que es la gloria y elorgullo de la tribuna española, y k en-yidia y U admiración de los extraños.

Nunca, jamás hemos ei

debates en momentos tairodeados de circanstanci-Nunca, jamás los hechtanta magnitud al preseicerrado consecuencias tilo porvenir. Sí; cuanusitio consagré uu aplauscaba la hermosura inc

, forma en aquel discurso| nuestro ilustre Presidf

¡ solo la belleza y la galque á todos nos arraáfe

i siempre el gran maestiy de la forma en los ti

: nq solo aplaudí eso, si>qjion de ideas, al

apenado estosi solemnes, niis tan críticas,

os han tenidoate, ni han en-uj graves paraNj desde este

me arran-de la

rió

~a.o, y la ley\ ... denuevas elecciones***< guerra en Cuba,por lo mismo que toca á favorable tér-

: mino, exigiendo reformas en cuya vir--5 tud acabe la servidumbre de los colo-nos y la esclavitud de los negros ; laIglesia en aquel trance que unos temian

! v otros esperaban á la muerte del ve-i uerable último Pontífice, puesta en la

I alternativa, ó do optar por las touden-Icias de aquellos que hoy quieren cons-tituirla en el único poder absoluto deEuropa, ó de optar por las tendencias

ide aquellos que, recordando las subli-i mes palabras del Evangelio y pasando| por Han Francisco y por Savonarola,| continúan creyendo al cristianismo elrefugio do los oprimidos y la esperanzade los humildes; encendida la guerra

! en Oriente ; ensangrentado el Danubio;insurrectos los pueblos servios, satisfa-eiondo una vongauza acariciada desde

¡ la batalla de Kosovo durante cuatro si-! glos ; disputado por fuerza de las ar-mas el Pouto-Euxiuo y la Armenia ; de-

i cadente luglateira; herida Austria, eon-i valsa Hungría ; incieita Alemania ; tré-mula Bélgica y Holanda ; la media lunacon que soñara Osman, eclipsándose enlas cúpulas de Santa Sofía, para cederal lábaro que inspiró á Constantino susvictorias y á Justiniano sus Códigos ;

el amenazador coloso, anunciado portantas profecías, acercándose al ocasocomo la antigua Persia á laantigua Gre-cia ; la idea do la unidad de las razassustituida á lu idea de la unidad do lasnaciones ; problemas que llamau nues-tra atención, que piden una palabra, silas Asambleas deliberantes lian do serel eco del espíritu público, y en esta al-ta tribuna ha de reflejar, como en unespejo, la luz inextinguible de la públi-ca conciencia.

Ahora bien ; ¿ha correspondido eldiscurso de la Corona á la gravedad de;las circunstancias ? ¿ha correspondidoel Mensaje de la Cámara á la crisis so- jlemue que atravesamos ? Preguntas sonestas á que responderá todo mi discur- jso. No espereis, señores, por muchas Jque seau vuestras satisfacciones de ven-cedores, no espereis oir aquí la rabia y ¡la desesperación de los vencidos. Lio- jgados al poder, hemos medido de tal;manera sus dificultades, hemos aprecia-do con tal precisión su alcance, que ya jno estamos en el caso de pedir á ningu- ¡no de los poderes públicos que hagan !milagros. Pero lo que sí tenemos de-recho á pedir á los poderes públicos, y ¡los poderes públicos obligación de dar,es la existencia de dos principios, ó me- jjor dicho, la coexistencia de uos princi-,pios, sin los cuales no se conciben lassociedades humanas: la coexistencia del¡orden y de la libertad.

Cuando yo ejercí 1 poder, las nece-sidades del orden fueron tan grandes,que necesité sacrificar á ellas las exi-gencias de la libertad, y las sacrifiquécon entereza. Caido, aunque jamás apro-bé il origen del poder que mo sucedie-ra, préstele todo mi apoyo para el res-tablecimiento del orden público. Yeunna Cámara de la Restauración me en-cuentro, frente á frente de enemigosmuy implacables arios : que digan si heregateado, ni siquiera discutido aque-llas cuestiones, aquellos proyectos leley, aquellos puntos que se refieren almantenimiento de la paz, á la integri-dad dol territorio, al servicio de la ma-rina y del ejercito. Con esto he de-mostrado, Sres. Diputailos, quo misconvicciones no son, como cree el vulgode las gentes, frases retóricas, sino hon-das y arraigadísimas creencias.

Eu medio de las zozobras de la revo-lución dije á mi partido :

“ Puesta una sociedad en la alterna-tiva de optar entre la anarquía y la dic-tadura, opta por la dictadura. ’’ Peroahora os digo á vosotros jue si ponéisá esta sociedad en la imposibilidad depoder recobrar pacíficamente sus anti-guas libertailes, optará por la revolu-ción. Yo no quiero, Sres. Diputados,que opte por este último extremo. Elorden esta asegurado. La paz públicareina de un extremo á otro de la Penín-sula. Es necesario completarla, si nofuereis perderla. El orden es como elespacio, que todo lo abraza; pero laluz que ha le esclarecerlo, el calor queha de vivificarlo, ei aire que ha de cu-brirlo, es la libertad. No os pediré votoda cuanta oabe en las institucionespor nosotros mantenidas ; yo m© guár-dele bien de ese trabajo, completamen-inútil. No os pediré aquella le que go-zamos en cierto período de la revolu-ción de Setiembre : os pido la qu© te-neis obligación de darme por vuestrasdoctrinas, y la que tengo derecho á exi-giros por mi amor ála legalidad. Coneste poco rae basta para influireu el es-píritu público y para acrecentar y pros-perar nuestros derechos.

Dicho esto, entremos en el fondo demi discurso y abordemos la cuestióninternacional. Separados del contro deEuropa por las crestas del Piriueo, lascuestiones centrales, auntpie importontanto como el conflicto dePrusia y Aus-tria y el conflicto de Prusia y Dinamar-ca, nos cogen en una indiferencia deopiaion muy semejante i la neutralidadabsoluta. Pero si estamos separadosdel centro de Europa por las crestas delPiriueo, el mar le 14 navegaciones an-tiguas y de los antiguos poemas, el mar.dejos dioses y de lu artes nos une por

olas y de espuma, mucho másfuertes todas las cadenas, á los pue-blos meridionales de Europa, Te-niendo el Estrecho en la Península, ylas Baleares entre las islas, y MuñónyCartagena entre los puertos, y Málaga,Valencia, Barcelona entre las ciudades,no podemos permanecer indiferentes en

j ilos grandes problemas del Mediterrá-neo. No pensaban así nuestros glorio-

í sos padres los catalanes, cuando decíanque hasta los peces necesitaban llevar

i en la cabeza las barras de Cataluña pa-ra vivir en aquellas luminosísimas •

I Pasad el Bulasna, y vereis cuán jto i'Mais de vista á España ; pero 1.-o*nao iel mar de la civiliza n llama-do antiguos mare nostrnm, v itun-

Eapaña, sobre todo, sí 'co-

stas europeas. Marsella es’emi-griegi?, como la mnvor

ciudades mediterrántaluña y la Audalnc.aincia ; Cerdoña, una is-es llevan con orgullo

españoles; en Geno-aparece la sombrayp, y cuando des-;

Mega hastaMirtos v j

vV

guci üra del ,VV*"*■-> —■ u-

I v4.1 u

sus anales con c. ..tolos nombres oelos marinos que acompañaron á D. Jai-me a Mallorca y á D. Alonso á Almería;por el Tirreno, la bacante acostada

¡ sobre su lecho de pámpauos, la sirenaceñida por sus gasas de espuma, Par-

■thcuope, dice que debe á los Toledo la| salud de sus aires antes emponzoñadospor las lagunas, y á los Riveras la pu-janza de sus artes, ántes menguadaspor la imitación y la rutina ; eu los es-trechos cercanos, los nombres de Tro-cida y Pedro Tercero, mezclan susrecuerdos de libertad, como dos furossus resplandores de esperanza, é ilumi-nan aquellas costas sicilianas redimidas

; por los fuertes almogávares de la tira-j nía angeviua ; al borde luminoso de laetliérea laguna de San Marcos, bajo los

¡ artesonados del mágico alcázar tic les| l)ux, los pinceles venecianos retratan

i los héroes de Le panto, que añaden á suinmortalidad histórica la inmortalidad

j vinculada eu las apoteosis doi géuio ;

i sobre lascrestas de Thesalia y en las lla-nuras do Servia, el pastor cristiano pielia soltado las armas para recoger el

! cavado, cuenta en romances orientalesá sus hijos que nllá léjos, hácia el oca-so, existe un parido infatigable, el cual

. desafió por setecientos años, en segui-dos v porfiados combates, las cimitarras

; mahometanas ; á ias orillas del D.iuubio, los colonos trasportados allí porTrujano, pira impedir las irrupcionesbárbaras, suoñau con Itálica, como pu-diera soñar Rioja, v os preguntan contristeza digna del Alvaro de Rivas, porSevilla, su cuna, por el Bétis perfuma-do de azahar, el rio de sus padres ; en

¡el Bosforo, hasta las piedras saben co-lino los catalanes y aragoneses retarda-ron la cuida del imperio Bizantino yla servidumbre de Coustantinopla ; yen el Píreo los griegos cantados por lapoesía moderna y revividos en 1821, al

¡ relampagueo de nuestra revolución del• 20, confunden los nombres clásicos de

| Marathón, Plitea v Halaraiua, con losnombres españoles de Zaragoza y deGerona, númenes que invocan cuantoshéroes combaten y cuantos mártiresmueren por la libertad y por la patria. ¡( Ruidosox y prolongados a¡4o usos <.

Una Cámara muy radical podría ne-gar lavirtud de los recuerdos históricos;mas no vosotros que tantaparte dais enla vida ála historia. Pero ni la uiáradical de tolas las Cunaras podríadesconocer la fuerza de los hechos his-tóricos cuando se mezclan á los intere-ses materiales del momento y á las ne-cesidades de la posición geográfica.Queráis ó no queráis, la cuestión doOriente importará mucho, muchísimo a!Occidente. La indiferencia no puedeprevalecer en cuestión que monta tautopara nosotros, dueños naturales do unode los dos grandes extremos que tieneel Mediterráneo. Por empeño que ten-gáis eu esa frialdad, 110 puede sernos in-diferente que se interponga una poten-cia en el paso por Suez á las islas Fili-pinas ; no puede sernos indiferente queesté cerrado ó abierto el estrecho do losDardanelos, tan necesario para nuestrascomunicaciones con el Asi; no puedesernos indiferente que las bocas del D 1-

nubio caigan en unas manos avaras, lascuales maniobran para convertir todala Europa en una nueva Tartaria; nopuede sernos indiferente que por la re-trocesión le la Besarabia y por la orga-nización dada á la Bulgaria, árida este-pa, se extienda como un wnuto fúnebresobre los Bul kanes desdo el Neva hastael Bosforo ; uo puede sernos indiferen-te que la capital leí mundo esté eu es-tas ó eu otras manos ; no puede sernosindiferente que el sepulcro de Cristocaiga eu poder de uua religión exclusi-va y de una secta perseguidora de lasdemás sectas cristianas ; ¡ah ! nada de |esto puede seruos indiferente : que asícomo la aurora boreal perturba la agu-ja magnética en el olvidado barco, y lasfases del satélite regulan los movimien-tos de las mareas, y cualquiera altera-ción de la temperatura reorudece lasheridas, aun después de cicatrizadas,cualquiera alteración eu el Mediterrá-neo encona nuestras dos heridas, la quellevamos al costado y la que llevamosen el pié ; el estrecho de Gibraltar y ladesembocadura del Tajo.

Señores : eu política hay que tenerpresente uua previsión que penetre enel porvenir, y un apego inalterable á losprincipios progresivos. Hé aquí la gra-ve dificultad del momeuto. No conoz-co nada tan reprobado por la pública

1 conciencia como la causa del absolutis-mo teocrático representada por el im-

i peri> turoo. Yo les liria á cuantos pro-ponen una ortotloxia inaccesible á todo

! progreso, uu Pontífice-rey elevado enlas cimas de las sociedades, un libro re-

! ligioso puesto como límite infranipiea-ble á todas las aspiraciones, ó nna aris-tocracia burocrática delegada de ese po-der supremo, el sable por toda lefensaarriba, y el silencio abajo, yo les liriaque miraran al imperio turco perdiendosus dominios á peiazos, como el lepro-so sus carnes, por no haber reconocidoel principio conservador y motor de lassociedades humanas, el principio de li-bertad. ffé ahí el contrasentiilo de lacuestión oriental, ese empeño de mu-chos en sostener lo pie es completa-mente insoatenible,

Pero dejando aparte Turquía, ¿ quées 1a guerra presente ? La guerra pre-sente es la misma guerra quo entre lis-íenos y troyanos del comienzo de Ni his-toria europea, oantada por las 1 Ib'li-mas rapsodias de Homero ¡es la mrguerra que entre lo persas y loV/

Boletín Mercantil.g "i. fcimlt ciila por ol saci ¡Gcio rio Itta ¡Termopilas v por los versos do Esquí- jlo; es la misma guerra que entre losromanos y los cartagineses ; es la om-ina guerra que entre Augusto y Cleopa-tra, ¡a serpiente astática criada e:i el Ni-lo, pura tentar á los generales romauos; 1es la misma guerra queentre los primiti-'vos rriuos de la Península española y elcalifato deDamasco y Bagdad, es la eter-na competencia de la historia, rem ido;d° las eternas batallas de la naturaleza.!en que combaten por sila i.leas, por susintereses y hasta cierto punto por snvila, el Oriente y el Occidente.

Y nosotros, España, Hesperia, la es-trella de la tarde, !a tierra donde el solse pone, ; ah! no pialemos renunciarátodo poder y á todo influjo sobre eU

i Oriente, cuando contamos allí uu archi-j piélago magnífico, testimonio del nía-iyor viaje marítimo que han real i z idolos hombres, del viaje de Magallanes;á las pu ut is do Occeanía, eu el camino

á China, los ds extremosuajo humano, cer<:u -‘l4_Aiist ralia, 1

islas muele' “es de* s 'i}*¿***r * " '. lie- ijüen iluminaciones p.

! como el paraíso reces. . u, yenideras trauaf-limaciones do la huma-nidad yde su historia. Y es más, ei Oc-cidente entero no puele, no debe, no

‘ quiero renunciar al Asia como pretendei una potencia que deseara convertir entierra asiática toda la tierra europea,

' con la tribu comunista eu su base y o 1| despotismo autocrático en su cima.Ah ira se trata le los Darlauelos, leímar le Mirmara, de las bocas del 1>a-

i nubio, del Ponto, de la Armenia v deli Golfo pérsico ; pero mañana se tratará!de las posesiones inglesas en la ludia,jilo G >a ilustrada por Alburqutrque, dei Pondiehery v Cochinchina que tanto in-teresa á Francia, de las islas holande-sas e.ulieiadas por una poderosa c >di-

| cia ; del Archipiélago til.pino. ¿Por-! qué razón, porqué causa el Occidentevé con indiferencia una guerra á la cuallibra tantos intereses? ¿Porqué cau-sa? Os la liié sin rebozo.

El Oriento está unido, bajo el látigosi queréis, pefo unido on una aspiracióncomún. El hombre que lo dirige se haelevado á la categoría ce uu Mesías onesos pueblos tan dados al mesianismo,por haber abolido la servidumbre desus dominios, haber realizado la unidadde la raza eslava en espirita y haberpuesto la planta vencedora de sus sol-dados en el área de Coustantinopla. ElOriente está unido ; el Occidente les-unido. ¿ Por qué estamos desunidos?Porque hemos dejado la representaciónle nm'stros intereses á uua política quena podia representarlos, á la políticainglesa. Y no puede representarlo,porque, marítima esencialmente, desco-noce como lia decaído en fuerza, desdeque los nuevos descubrimientos han li-mitado el alcance de las escuadras; porque, aristocrática, se empeña en mante-ner el ejército mercenario cuando la de-mocrática Europa presenta por el arma-mento universal uu ejercito de ciudada-nos, superior, cornil iué superior el ejer-ció) de R >ma 1 ejército de Cartago;porque imprevisora, mantiene la utopiareaccionaria de la integridad do Tur-quía, rechazada por la conciencia hu-mana del suelo europeo ; porque, ciega,sabiendo que la herencia del imperiobizmtiao se ha dividido entre los esla-vos, protegidos naturales de Rusia, ylos griegos, protegidos naturales de Oc-cidente, á pisar de haberles devueltolas islas Jónicas, no ha hecho cuanto Idebiera á fi.i de coustituir á Grecia eula única heredera de Coustantinopla ;!porijue, avasalladora, tiene agravios iu-jferilos á todo el Occidente, á Portugal,’por guardarlo eu perpetua tutela; ájFrancia, por abandonarla eu sus derro-tas, á Italia, por poseer M lita y tí Espa-ña, sobre tolo, por detentar nuestratierra, nuestra propiedad, el Peñón de jGibraltar, carne de nuestra carne, hue-,so de nuestros huesos, parte integran-te de nuestra nrcionaliilad ; (Aplausosprolonga los, j ayer tomado por perfidia,hoy sostenido por fuerza, y cuya reivin-dicación deben trasmitirse como legadonecesario, unas á otras, todas las gene-raciones, porque no puole vivir, no, eupaz, pueblo tau susceptible y diguo co-mo nuestro pueblo, con esa sombra eula frento, eia herida eu el corazón y esedolor en el alma. (Ruidosos

, repetidos y¡iroloujudos a/4ausus.) Además, hay enel Occidente dos pueblos en circuustau- jcias bien críticas. El uno, el pueblo ¡francés, ilutes emprendedor,, tiene que |limitarse hoy á uua reorgauiz iciou in- ¡torior de sus instituciones en el seno fe- jliz le una República conservadora yprogresiva, porque la profundidad desus heridas le incita á restañarlas á to-lla costa, otro, el pueblo italiano, tieueque combatir con uua clase predomi-nante en todas las Naciones católicas yoccidentales, clase que procura su per-dición por el quebrantamiento de suunidad, que tiene la clave necesaria porfuerza lógica incontrastable en la pose-sión de Roma, herida por esas manio-bras teocráticas, cuyas amenazas la ar-rojan forzosamente 011 brazos de lasNa-ciones herejes v cismáticas á la maneraque eu la E latí Media los giielfos arro-jabaná los gibelinos en brazos del Im-perio Germínieo, y de los alemanes pa-ra que les libertaran de uua servidum-bre incompatible completamente con sngloriosa nacionalidad.

Pero, aparte de esto, la causa princi-pal del conflicto presente se halla en laimprevisión con que el Occidente hamirado la causa de sus verdaderos alia-dos los helenos; vla previsión con que,el Oriente ha mirado la causa de, susverdaderos aliados los eslavos. Be su-!blevan en 1866 los candiotas, y porqueson griegos, les deja abandonados elOccidente; se sublevan los bosniacos ylos herzegovinos en 1875, y porque soneslavos, suscitan y avivau toda la,cues-tión de Oriente, encienden y alimentanesta guerra. Declaro que uo conozcosofisma mayor ni más acreditado que elconsistente en hacer do los búlgaros unpueblo eslavo, como pretende Rusia,Los búlgaros seráu escitas que habránhabitado alguu tiempo las orillas delVolga y que habrán sido tributariosdéla Rusia a\\á por el siglo noveno,hasta que los incorporaron definitiva-mente los griegos al Imperio de Bizan-cio y los sostuvieron alia en el territo-rio Ilatüado por los antiguos romanosla Momia inferior. Yla Rusia no sola-mettte ha declarado que la Bulgaria esuu pueblo eslavo, sino que ha queridoromper sus límites naturales y naoorlerebasar hácia el Mediodía la linea delos Balkanes, para que teniendo el Sury el Norte 4e VftU como por

la reincorporaci u de la Besarabia, unaparte tau considerable 10l Danubio, seeche un pu-nite que vaya de-rie los pa-ilacios del Neva 1 los alcázar - leí B is*foro. Mirad la previsión oriental yluprevisión occidental.

lias cuestiones religo is tienenim-pcrtancia eu todas parte, p ro mayoren Oriente, en esa tie ra de los afectos;exaltados. Y' la Bulgaria, eu 1868, atra-vesó una gran crisis religiosa. Unidaal Patriarcado trato de separar-se y constituir una especie do naoionali-:lal teológica in lepomiiente de Bizaa-cio. Eu uua de estas alternativas fre-cuentes cuando de talos asuntos se tra-ta. hasta intentó convertirse al catoli-cismo, y si no estoy equivocado, poralgún tiempo fue católica. ¿Qué debió!hacer ol Ojciilonte? O mantenerla uni-:in í su antigua Iglesia, ó impulsarla áque fuese católica. ¿ Y qué hizo, Sres.Dipútalos? Dejar tau grave cuestiónabandonada, mientras Rusia conseguía ique la nacionalidad in lependiente búl-gara so fundara eu la esfoia religiosa,;con locual soparábaa lelO msistorio bi-.zantino presidido por un patriarca, v lai

' ’ > Historio moscovita presi-1’í “1

”> 'Oil d ) oa-; ballena, u>■ h. .>-ñores, esto iíCscui--1 do del Occidente y este cuidado de It 1-sia eu la cuestiones orienta! rs, ha traí-do lo que R isia esperada y lo que mis-

¡otros temíamos: su omnipotencia allí y¡ nuestros desastres.

Y yo pregunto : después le estas lar*í gas enumeraciones, por las cuales os pi-do peí don, y que jamás emprendería sincontar de antemano con vuestra bene-volencia, ¿creeis posible que tant 'S pro-blemas se susciten v so resuelvan sinqueuosotrosexpresemos uua aspiración,digamos una queja, demos una opini nó un consejo?

N ) habléis do imostra debilidad, no!os lo consiento. Dos cosas hay ¡i qteno puedo acostumbrarme: .í oir lian, ir

! des lieh id.i y ¡í oir llamar débil á la N 1-

! cien española, jDesdichada la Naciónque ha visto á Frauda tros vecos inva-did t y desmembrada en lo que vade¡siglo; á Italii con los austríacos en Ye-necia v los franceses en U mía ; á Pru-

i sis casi borrada del mapa por la bata-! Ha de .Tena, y casi sometida á la esc'.a---j vitinl por el despotismo de la autigna| Confederación germánica y por la hu-jmillacion de Olrautz ; mientras España¡ha conservado lo más difícil de censor-; var, el imperio sobre si misma en nna! incontrastable independencia. Si des-graciados, confesad que somos los ni tí-* tices únicos de nuestras d-'sgra ias.] ¡ Y qué digo débiles! ¡ Débil la Na-| cion española ! Débil es para la libar-tul ; pura la guerra no es débil, antismuy fuerte. A cuantos digan que nos-otros liemos perdido eu la práctica delas institucioues modernas aquel tem-ple antiguo que nos lió tanta f.iorzv.mostraríales inmediatamente la guerrade Cuba, ¡i millares de leguas, eu maresinmensos, eu clima tropical, bajo losrayos de aquel sol tau fecuu 1 > en exu-berant > vida como eu desoladora muer-te; con el vómito eu las costas, con laliebre eu las selvas ; frente á fronte lepasiones tan hiperbólicas como aquellaexuberante vegetación, y de un eueini-go ¡im i conde isa y se deriiatie cuallas tm.-üb.as en e! mar y cual las arenaseu M denlerio; y conservando entre tan-tas pruebas la resignación, la sobriedad,la paciencia, la audacia, el heroísmo,las virtudes militaros de todos los tioiu-p >s, que hitu obrado los milagros cuyos

‘ resplandores llenan desde la primerahasta la última página le toda nuestra

¡ vida histórica y muestran el poderío y¡la firmeza de uuestro pueblo. ( A¡Jo.u-sos.)

►Señores Diputados: supongamos que,en efecto, sumos débiles. Pues tenemosmucho menos jue reivindicar, muchoméuos jue hacer que otros pueblos más

i léoil \s, iiuuou-miucnte más débiles pienosotros. Ei Piamonto vencido eu No-'v ira, bajo la amenaza leí Austria y del.i Alemania entera, dijo sus quejas, ynosotros que no tenemos tantas, tene-mos sin embarco las suficientes paraabrazar una política internacional inde-finida ; porque mala era la política leCarlos íií, fundada eu el pacto de fami-lia, pero peor es no tener ninguna polí-tica. Aquel que no se arriesga á contarenemig*)s, acaba por uo contar tampocoamigos. Nosotros necesitamos ciertalibertad en la oosta marroquí ; necesi-

l tamos que no haya tutela extranjera en; ninguna porción le la Península; nece-

| sitamos que nadie amenace ni las Fili-! pinas ni Cuba, y por último, necesíta-

í mus que el estrecho esté eu nuestrasmanos, porgue nuestras manos bastanpara seguroy garantías 1o la libertadlo los mares. La angustia es tan su-prema, que el Occidente entero deberánacer un supremo esfuerzo.

Y yo digo más, aunque se me trate levisionario y de utópico ; yo se lo iligo aEuropa: más tarde ó mis temprano,

i desde las orillas leí Danubio hasta lasorillas del Guadalquivir habrá uua inte-ligencia occidental; más tarde ó mistemprano, habrá una reconciliación en-tre la raza latina y la raza germánica,sin exceptuar á Prusia, á pesar le losrecientes agravios de Frauda, no tangrandes como los antiguos agravios leItalia. Pues qué, sonoros, ¿ cuánto noos burlabais vosotros, los conservadores,cuando venían aquí los lomócrat is á in-vocar las ideas de raza? Hicisteis mu-chas veces esas ideas asunto de vues-tras burlas y pasto le vuestro ingenio ;

y sin embargo, ¿es algún tribuno, es al-gún demagogo, 63 algún fihísofo, es al-jgnn utopista, el que mantiene pie se

! han le coafaderar y se han le unir to-i dos los pueblos Orientales, porque todos

| pertenecen á una misma raza, tí 1a razaeslava ? ¿ Y sabéis lo que so enseña enlas escuelas eslavas ? Se dice :

“ nos-otros somos 1 1 raza sintética del mundo;si nosotros somos laraza má* individua-lista y más social do la historia, si nos-otros tenemos todos los principios so-ciales y todos los principios individua-les, nosotros formamos la vertedera ar-monía,

Los latinos, ¿ qué habéis lieoíio ? Lasobras soc’alistas, las obras que han anu-lado completamente la personalidad hu-mana : el Imperio, el íerecho romano,el Pontificailo, el catolicismo, la Monar-quía esnañola. Vosotros, germanos, ¿(jpióhabéis hecho ? Totlas las obras indivi-dualistas, anárquicas de la historia : lairrupoion do los bárbaros, elfeudalismo,la Reforma, la revolución de Inglaterra,la revolución lo los Estados-Unidos.Vosotros no os podéis entender, porqueformáis con vuestros principios irreoon-eiliables una antinomia históricp irreso-luble. X ¡fk embargo, vo les diría ; Si

hay algo ver. %ro eQ. la htótona1 (h-rn 1, es la in Ponente en-

i tre ia raz 1 eslav f ? la ra7/í Irttma- Ti-bien se cufien* naciones por me-dio de la guerra, mbie£ k guerra va

un I¡Kirie relució \s ;Podríamos bus-

carlas entre el arte.

krnan y ri arte ita-liano, entre el Reine, vn *° -v

.

!ama; pero nos llovari r

‘v b> °J oi4 -

que yo digo es, que si >era P* que la raza

latina h 1 ex -gerado si1H dia-

les, ha venido á traer u elemento suyoá esos principios exa;; >

* !i os ‘ ru}ta jer-i mánicft. Cuando nos ’?tms ca,mos baJ°|el Imperio romano v ayaAsia, los germanos tr W. lo*.

1 pió 1 de variedad y do con

sus tribus rejuvenec; ,)r‘i -s > cuando el1 Itnijerio de Cárlo-Mú l”3-° 1108 vo v!() ft

Imperio romano, iO. rmanos pusieronotra levadura de perso-nal con el feudilis’ ‘°

’caan,b> .e (>!^or

pontificio creaba UUil comaencm nmt 1-

iria y social, los mos encendieronila conciencia íirí C?" 'tV f ,riJ? !i :

I cuando Felipe < . una reacción¡católica v *‘l seno germa-¡nico tletierra, I>rakB f“ mai* ; > (* U:* U 10. N L ‘P°;

íleon int,MitÍfg' ir eac;ri ,m

1H,

eluej,ulto á.ro —uTTÍ&tI-eltpffl 11, del seno ger-

. m ínico, Nels-son eu el mar y Blucher vWellington en tierra.

Y lo mismo suced** en la razo germá-nica, disciplinaday unificada por la ra-za lstiua. Cuando la tribu anárquica

i del Norte destruía todos los principiosle unidad social, cutivábala con su pres-tigio la sombra misma del Imprio ro-mano destruido; cuando *1 l ildismo

i llegaba hasta la disolución y la anarluía, levantábanse rl Pontihcmlo y elImperio, dos creaciones igualmente la-tinas; y al téniiHiorie la Edad Media,en tiempos eu pie la ananpiíase exten-diera por toda Alemania, y no encontraba

| Rodolfo cetro donde jurar, y Segismuu-¡lo parecía un César litúrgico ayudandoá misa en el Concilio 1o Constanza yCarlos I V ero ib 1 las oligarquías guerre-ras con sus ordenanzas, y Federico erasalvado de inminente cautiverio turcopor un monje, la unidad alemana fue

I salvada por el géuio español simboliza-do en el gran nombre y eu el gran geniodo Carlos V’. Estas relaciones liceo deuna manera indudable cuán necesariaes una inteligencia estrecha entre ambasrazas.

Ignoro qué acontecimientos la trae-rán ; ignoro por que camino podrá ve-nir en uuestro tiempo ; pero sé á cien-cia cierta pie ha de suceder, poiquelos más amenazados por la raza eslavason los germanos, y tarde ó tempranolos germanos buscarán su centro degravedad, el Occidente. No faltabamás sino que todos cuantos hemosaplaudido el ministerio de Prusia eu elmundo, todos cuatos le hemos anuncia-do pie seria el Piamont? aleñan, todoscuantos hemos creído que estaba en suseno el espíritu moderno, ¡ ah I nos vié-ramos precisados á arrepentimos bajola triste consideración pie esta grandehechura de las revoluciono modernas,solo había traído al Occidente el predo-minio eterno de la raza eslava. No, uoliará eso el gramle hombre que rige losdestinos de Alemania. Señores : paracumplimiento le este mi deseo, choca-mos con dos obstáculos gravísimos ; losobservo á primera vista y los ligo sinreserva. El uno ostá en las heridasdeFrancia ;el otro está en las decla-raciones le Roma, ó mejor dicho, en lasdeclaraciones del Vaticano. Pero sison graves, no son insuperables. Y, se-ñores, me toca tratar de la elecion denuevo Papa. Si en los asuntos le Orieu-te encuentro vuestro Mensaje reservado,eu lis asuntos de R >ma encuentro elMensaje incompleto. Concíbese y explí-case quo, en vista de las complicacionescrecientes, en previsión de catástrofesfuturas, os hayais callado con eso pro-fundo silencio, respecto í los problemasorientales. Pero 110 puede concebirseni explicarse que, confesando el Gobier-no la libertad absoluta leí Cónclave,escatiméis vosotros un elegió merecidoal pueblo y al GJoieruo jue con tautafelie’ulad la han procurado ; al puebloyal Gobierno italiano. Y la felicidadmerecía notarse.

En el momento más crítico de la his-toria moderna, eu los lias le la apro-ximación de los rusos á Coustantinopla;con el Ministerio más avanzado quepuede hoy tener Italia, coa uu Ministe-rio compuesto de reformadores tan va-lerosos como el Ministro 1o Justicia,y estadistas tan radicales como el Mi-nistro de Gobernación ; enfrente de lasconmociones ilemócráticas jue casi hanamenazado la ley de garantías ; juntoal lecho mortuorio le uu Monarca pru-dentísimo y bajo el advenimiento ines-perado ile otro Monarca mucho más jo-ven y mucho más exaltado, aunqueigualmente patriota, crisis temible á laMonarquíay á la dinastía de Saboya ;

lolorklos loa ánimos y alteradas las pa-siones, cual sucede en todos estos tran-ces ; telégrafo y vapor, esos milagrosde la ciencia tan maldecida por ciertasescuelas, hayan reunido con tal preste-za Reino le*Italia y Ministerio radical;esos engendros le la revolución y leílerecho moderno, tau excomulgados átodas horas, hayanrespetado con respe-to tau profundo á los Cardeuales, me alverlos desasidos le las osas mundanasy de las ocupaciones políticas, sin ne-cesidad de mezclarse eu las minuciosi-dades del gobierno y en las exigenciasdel orden póblioo, bien podemos decircomo aquelloßque oian crugir los alta-res paganos cuarteados y aletear el Pa-ráclito sobre la techumbre del cenácu-lo, jue hemos visto llover eu llamas sa-gradas el Verbo de Dios sobre la cabe-za de nuestra civilización o inaugurarsepara siempre el divino reino leí puro ycreador espíritu que ha de abrir uuaera superior eu nuestros anales y lia leanimar tartle ó temprano con su purí-sima esencia el cuerpo joven y robustole uua nueva Europa. ( Aplausos. )

Cuando llegamos á la madurez denuestra vida, sentimos un doble senti-miento, de dolor á las esperanzas frus-tradas,y de satisfacción á los principioscumplidos. ¡ Qué placer tau puro hemosexperimentado cuantos sostuvimos ha-ce quince años la inntiiidail del poderpolítico le los Pontífices al ejercicio desu ministerio religioso, viendo cómo elmás temido de los interregnos ha resul-tado el más sereno ; y el menos podero-so, materialmente, de los Cónclaves, haresultado moralmente el más libre ! Noquiero que caigáis en la tentación dellamarme, como tantas otras veces, fan-taseador de la historia, y por lo mismono os recuerdo lo que fueron autiguosinterregnos pontificios: los sacratísimos

despojos abandonados ; la cámara mor-tuoria saqueada; los palacios rouiAuo

convertidos en fortalezas; las tropas! mere marias esparcidas para cobrarasá mano armada lis pagas; reanimados

¡ los p irtidos jus teniaa costumbresypasiones fea lados; las cárceles abiertas

I para dejar paso á los criminales; lascadenas puestas eu to los los barrios áfin de interceptar el paso á los enemi-

¡gos; ias profanaciones en tauto núme-ro yla anarquía eu tauto grado, qll encuanto la campana del C ipitolio plañíala muerte do un Poutifico, trocábaseRima en sangrienta arena, según el di-cho de un contemporáneo, semejante álas arenas paganas donde combatían

! los gladiadores y se hartaban los tigres! en competencias 1 muerte.

Basta decir, para mostrar esta verdad! que según cuenta Gigli, en la elección! anterior al nombramiento le UrbanoVIII, allá por 1623, cometiéronse mu-chas muertes eu las calles de Roma yrodal on muchos cadáveres por la ondasdel Tiber. Y ou verdad, para probarque est Cónclave ha sido el más librede los Cónclaves, y esta elección la más

! regular de las elecciones, uo Useesita-mos subir al tiempo do los garifos ygibelinos ; de los blancos y loa negros;del cautiverio de Aviguon; 10l cismade Occidente, en que Pedro deLunafulminaba sus rayos desde el solitario

; castillo la Peñísook, y Juan XXIII se¡ esquivaba disfraz ido de cochero al

! Ooueilio le Constanza, y Eugenio IV¡ dejaba á R >ma en una barca de pesca-dor, apedreatl 1 desde las orillas por losribereños del Tiber, y Félix V, despuésde abdicar su corma de Saboya, toma-ba la tiara de los Papas en vid* de sumisino antecesor ; no necesitamos ovo-

; car todo esto, porque nos basta unaelección de uuestro tiempo, la elección

¡do 1830, el nombramiento de GregorioXVI, en pie todas las pasiones se mez-clen, y todas las intrigas se agitao, ytodas las maniobras se emplean, yelR v de Ñapóles mueve sus tropas háciala frontera, y el Príncipe de MetternioUmanda á las suyas pasar el Pó, y LnisFelipe amenaza coa desembarcar enAucona, y ¡í la puerta misma de! Cón-clave, eu medio de terribles detonacio-nes, se prende á veintisiete personascomprometidas en una conjuración te-nebrosa con objeto de matar á los Car-denales ;y el Cónclave, reanido á pri-meros de Diciembre, no termina hastafines deEuero ; y el Austria excluye alCardenal Opizzoni, y Francia al Carde-nal Machi,y España al Cardenal Gius-tiniani, que muere, según dice un autor,de pena antes de terminada laelección;y en cuanto el nnevo Papa se corona,estalla,la guerra civil ála vista deRoma,so subleva la Romauía y caen prisione-ros en aijuellns sublevaciones dos hom-bres que luego tuvieron bien variolestidos en la historia, Orsíni y Napo-

I león ; accidentes qoe os refiero para de-mostraros cuán terrible fué la elecciónle uu Papa-rey, á vosotros que habéisvisto cuán tranquila ha sido k ©lecciónle Pape, el cual ni brilla ni brillará conla corona.

►Señor Presidente, si S. 3. me conce-diera cinco minutos de descanso, mien-tras encienden, se lo agradecería infini-to.

El Sr. PRESIDENTE : Se suspendeesta discusión. ”

Eran las seis menos cuarto.( Continuará.

VENEZUELA.Según avtas de feo lia recuenta que se han

retábido aquí le Caracas, Venezuela níare liaá una nuevarevolución por más meta pren-sa y el Mensaje iue presentó el Presidente *

á la Cámara ligan lo contrario. Tenemosobservadoluo-allí fes periódicos nunca cen-suran al iKídcr existente, sino á los pasados,

i prueba de que carecen de libertad para ha-cerlo.

Ei general (bizman Blanco, con el fin dequo pudiesen llegar pronto á lu presidencia1 todos los prohombres que á ella aspiran,hizo modificar la Constitución de 18(M, redu-ciendo á los años el término presidencial.Ahora trátase de prolongar ateste plazo, nosabemos sicon el fin de de introducir la con-fusión entro los diversos candidatos que aepresentan ó con el ele sostenerse dos añomás ei general Alcántara al frente de loedestinos de su país. Entre tanto, los ele-mentos oficiales trabajan en favor del can-didato del gobierno, D. lia.i mundo AnduezaPalacio, sobrino político del actual presi-dente, cuya hoja de servicios empieza aho-ra. La candidatura de esta joven, en com-petencia con la de Pulido y otras, ha causa-do gran desconfianzay la consiguiente pa-ralización en el comercio. El tifus, jue rei-na en Caracas, ha venido á aumentar Utristeza eu los ánimos y etiloslíaseos.

El Congreso se ocupa de la apertura delos puerto le Coro y Maracaibo, cerradosl>or el anterior Presidente. Una vez termi-nado este asunto económico, i>arece se jioo-lrá á discusiónel regalo de cien mil pesospie, del público Tesoro, varios padres de lapatria inteutau hacer al Oran Demócrata, ósea al actual Presidente, adornado ya tam-bién, como su predecesor, de un titulo re-tumbante.

¡ Pobre país! No hace todavía tres añosque el mismo Congreso señalaba sueldo vi-talicio y honores perixítuos de Presidente algeneral Guzman cuy administra-ción lu empezado á ser ceusurada por laprousa después que terminó. Si con tanpingües propinas se recompensan los serví-

i cios y sacrificios de los presidentes venezola-nos, no es milagro iue todo aquel que deseehacer fortuna á expensas del contribuyente,procure Hogar á todo truno© al poder, aun-que sea haciendo correr la sangre de sushermanos. Hé aquí álo que conducen losideales del separatismo hispano-americano:lié aquí realizándose la tardía profecía deBolívar, de que había arado en el mar, yque uua serie de codicioso tiranuelos ven-dría á aprovecharse de su obra.

En nuestro próximo número insertaremosun importante documento que sobre cami-nos vecinales ha publicado el Exorno. Br.Gobernador General en la Oaceta de hoy.

El Sr. D. Demetrio Sautaella, juez del disitrico de Ponce, ha tenido la inmensa desgra-cia de perder á un hijo que estaba en laflorde la juventud. Aquella culta soeiedad, se-gún vemos eu los i>eriódioos pouceñoa, haprodigado ú la respetable familia que hoyestá sumida en el dodor, toda clase de mues-tras de simpatías duraute la penosa enfer-medad yen el entierro, habiendo sido 000-ducido el cadáver en hombros de sus amigo.

Tan noble comportamiento uo ha podidoménos de servir le leuitivo al afligido padrey demas de la familia, á quienes enviamosnuestro sentido pésame.

KHUPF,

De la relucion que de sus trabajos publicaanualmente la casaKrupp, tomamos la cifrassiguientes, que corresponden á 1877:

Número de empléanos: 8.500. -Funcionanen la fábrica 298 máquinas de vapor, cqtfuerzas emivule á 11.000 oabailos, y 77 mar-tillos también de vapor, de dos á 1.000 quin-tales. En veinticuatro horas pueden hacer-se 1.500 granadas yeu un mes 300 cañoneediferente calibre. Desde 1846 llcrra construi-dos 15.000 cañones. Se consume dtarktihrii-te en ella 3fí.üoo quintales de carboa dé cok.

En dicho establecimiento exlaten 44 esta-ciones telegrafiéy ocho bombas de Incen-dios.

Hay destinado# 5.000 hombrea para 1* ex-tracción de mineral. Bolamente de la mi-nas del Norte de España ae llevan anual-mente 4.000 quintales de hierro, que taaspor