Bonilla a Plutarco - Que Es Eso Llamado Parabola

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1 ¿QUÉ ES ESO LLAMADO... «PARÁBOLA»? Plutarco Bonilla A. ÍNDICE Apuntes preliminares Parábola y palabra Parábola y géneros literarios Lenguaje figurado ¿Qué es una parábola? Observaciones previas Características de la parábola Narración Personajes humanos Verosimilitud Cotidianidad Mundo simbólico y mundo real Respuesta del oyente «Leyes» de la parábola Ley de representación Ley de economía Ley de oposición o contrastes Ley de unidad y simplicidad de la acción Ley de tríada Ley de clímax Ley de referencia al oyente Ley de puntos de contacto Notas para la interpretación de las parábolas Análisis del contexto inmediato Análisis del relato en tanto relato Atención al lenguaje figurado Búsqueda de lo insólito Lectura sensual del texto Descubrimiento del punto de contacto El salto Apunte final Bibliografía * * * * * * * * * Apuntes preliminares El desarrollo de la tecnología –del que nos ha tocado ser testigos y beneficiarios– ha ofrecido inventos que no dejan de sorprendernos. La microtecnología ha permitido que, utilizando cada vez más un menor espacio físico, ciertos aparatos puedan realizar operaciones que nos dejan boquiabiertos. La pregunta que siempre ronda nuestra mente

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Parabola

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    QU ES ESO LLAMADO... PARBOLA?

    Plutarco Bonilla A. NDICE Apuntes preliminares Parbola y palabra

    Parbola y gneros literarios Lenguaje figurado

    Qu es una parbola? Observaciones previas Caractersticas de la parbola Narracin

    Personajes humanos Verosimilitud Cotidianidad Mundo simblico y mundo real Respuesta del oyente

    Leyes de la parbola Ley de representacin Ley de economa

    Ley de oposicin o contrastes Ley de unidad y simplicidad de la accin Ley de trada Ley de clmax Ley de referencia al oyente Ley de puntos de contacto

    Notas para la interpretacin de las parbolas Anlisis del contexto inmediato Anlisis del relato en tanto relato Atencin al lenguaje figurado Bsqueda de lo inslito Lectura sensual del texto Descubrimiento del punto de contacto El salto

    Apunte final Bibliografa

    * * * * * * * * * Apuntes preliminares

    El desarrollo de la tecnologa del que nos ha tocado ser testigos y beneficiarios ha ofrecido inventos que no dejan de sorprendernos. La microtecnologa ha permitido que, utilizando cada vez ms un menor espacio fsico, ciertos aparatos puedan realizar operaciones que nos dejan boquiabiertos. La pregunta que siempre ronda nuestra mente

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    es esta: Cul es el lmite de ese desarrollo hacia lo infinitamente pequeo? Las previsiones para el futuro, a relativamente corto plazo, parecen descripciones de ciencia ficcin o fantaciencia.

    En lo que concierne a la lengua, hay algo que ya es tan comn que no nos toma desprevenidos. Primero, aparecieron los diccionarios electrnicos, cada vez ms complejos y capaces de realizar ms operaciones. Y despus..., los traductores, tambin electrnicos, que incluso caben en una mano. Y aqu, otra pregunta surge casi de modo instantneo: Ser posible la creacin de una mquina traductora que sea totalmente confiable? (Y resaltamos, ex professo, la palabra totalmente.)

    Junto a la pregunta provocada por la sorpresa se plantea una primera y tmida respuesta: Creemos que no, porque ningn traductor electrnico, no importa cuan sofisticado pudiera llegar a ser, sera capaz de responder nos parece a ese acto maravilloso de la mente humana que es la creacin del lenguaje metafrico, capaz de unir trminos contradictorios en una comunicacin significativa. Se trata de algo que plante uno de los personajes de la novela Adn Buenosayres, del argentino Leopoldo Marechal. En dilogo con sus compaeros, dice all el propio protagonista, Adn Buenosayres, lo siguiente:1

    ... el disparate qumicamente puro no existe ni es posible. [] ....Cuando digo, verbigracia: El chaleco laxante de la melancola

    lanz una carcajada verdemar frente al ombligo lujosamente decorado, hay en mi frase, a pesar de todo, una lgica invencible.

    Y luego explica:

    No puedo, acaso, por metfora, darle forma de chaleco a la

    melancola, ya que tantos otros le han atribuido la forma de un velo, de un tul o de un manto cualquiera? Y ejerciendo en el alma cierta funcin purgativa, qu tiene de raro si yo le doy a la melancola el calificativo de laxante? Adems, y haciendo uso de la prosopopeya, bien puedo asignarle un gesto humano, como la carcajada, entendiendo que la hilaridad de la melancola no es otra cosa que su muerte, o su canto de cisne. Y en lo que se refiere a los ombligos lujosamente decorados, cabe una interpretacin literal bastante realista.

    Concluye el personaje con estas palabras:

    Nmbreme, por ejemplo, dos cosas que nada tengan que ver entre s. Y ascielas mediante un vnculo que sabemos imposible en la realidad. De primera intencin, en esos dos nombres la inteligencia ve dos formas reales, bien conocidas por ella. Luego viene su asombro al verlas asociadas por un vnculo que no tienen en el mundo real. Pero la inteligencia no es un mero cambalache de formas aprehendidas, sino un

    1 Leopoldo Marechal, Adn Buenosayres (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, coleccin Piragua:

    19704), p. 300-301.

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    laboratorio que las trabaja, las relaciona entre s, las libra en cierto modo de la limitacin en que viven y les restituye una sombra, siquiera, de la unidad que tienen en el Intelecto Divino. Por eso la inteligencia, despus de admitir que la relacin establecida entre dos cosas es absurda en sentido literal, no tarda en hallarle alguna razn o correspondencia en el sentido alegrico, simblico, moral, anaggico...

    Esa es una de las maravillas de la mente y de la palabra humanas. Los ojos pueden

    convertirse de repente en dursimas piedras o en soles que iluminan y queman, y en vez de producir ello un brusco rechazo, abre las puertas a la belleza de expresin producto de una mente creadora. Y lo que sera absurdo interpretado literalmente, se convierte en poesa. Parbola y palabra La similitud fontica y ortogrfica de ambos trminos no es resultado de la casualidad. Los dos estn emparentados por consanguinidad: proceden exactamente del mismo vocablo.

    Parbola se deca en griego pi, y esta era palabra compuesta de una preposicin (par=junto a, al lado de) y un substantivo derivado de un verbo (bllw=lanzar, tirar, poner). Parabol pas al latn como parabola2, y de ah al castellano como parbola.

    Pero esa es la derivacin culta de la palabra. Hubo tambin otra derivacin que sigui un proceso de transformacin idntico al de muchas otras palabras que pasaron del latn al castellano. Primero se pierde la vocal o, que es tona (parabola>*parabla) y luego se produce un intercambio de consonantes, en un fenmeno que se conoce con el nombre tcnico de mettesis doble: la r y la l toman, cada una, el lugar de la otra (>palabra).3

    Ofrecemos esta explicacin para acentuar un hecho que es fundamental: la parbola est indisolublemente vinculada a la palabra, pues aquella es una forma particular de usar esta ltima.

    Digamos, pues, que las parbolas son asunto de palabras. De ello, en su esencia, trata el texto que sigue.

    Parbola y gneros literarios

    El tema de los gneros literarios es bastante complejo. Para comenzar, no hay acuerdo unnime sobre la definicin de dicha expresin. La divisin mayor distribuye la comunicacin (escrita u oral) en dos grandes ncleos: prosa (llamada a veces prosa llana) y poesa. Tal divisin no deja de ser problemtica, pues as como hay prosa potica tambin hay poesa que parece prosa escrita en renglones de manera diferente de lo habitual. Luego, dentro de cada uno de esos dos grandes gneros, nos encontramos con

    2 Recurdese que el latn no utiliza tildes. La palabra latina parabola es la adopcin popular

    (vulgarismo) de la correspondiente palabra griega. En el latn culto tom la forma de parabole. Vase: Agustn Blnquez Fraile, Diccionario Latino-Espaol, vol. 2 (Barcelona: Editorial Ramn Sopena, 51967), s.v. parabola y parabole.

    3 Hemos conocido personas que en lugar de decir peridico dicen pedirico, o estgamo en vez de estmago. Son tambin casos de mettesis doble, y, por supuesto, no se consideran lenguaje culto. El Diccionario de la lengua espaola, de la Real Academia Espaola, edicin del 2001 de aqu en adelante, citado como DRAE (s.v.) mantiene un caso curioso: las palabras murcilago y murcigalo.

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    una serie bastante grande de subgneros que cruzan las fronteras de aquellos dos. El relato pico, por ejemplo, puede escribirse tanto en prosa como en verso. Lo mismo sucede con casi todos los dems gneros.

    En la Biblia nos encontramos con una gran variedad de esos subgneros. Puesto que en la segunda seccin de este volumen se estudian diversos aspectos de este tema, los lectores interesados pueden consultarla. Baste decir aqu que en la Biblia, tomada en conjunto, pueden leerse escritos que podran identificarse de la siguiente manera: Narraciones (etiolgicas o de los orgenes; de nacimiento e infancia; de pasin y muerte; de resurreccin; de vocacin o llamamiento; religiosas; de milagros; ficticias; folclricas); literatura jurdica; genealogas; escritos sapienciales; discursos; confesiones de fe; literatura epistolar (con textos exhortativos o parenticos y cultuales o litrgicos; catlogos de virtudes, vicios y deberes); literatura apocalptica; literatura proftica; poesa (idlica; ertica; narrativa; pica o heroica).4

    Digamos tambin que estas formas literarias no suelen ser puras, sino que en un mismo escrito se combinan diversos de estos aspectos.

    Lenguaje figurado

    El uso de las palabras con significados que no les son propios ni naturales es casi connatural con el desarrollo del lenguaje y, especialmente, de la poesa. En la vida cotidiana nos enfrentamos continuamente con este hecho, ya sea en nosotros mismos o en aquellos con quienes nos comunicamos.

    Para comenzar, digamos que los dichos y refranes, tan comunes y apreciados en nuestra lengua, estn llenos de muy diversos usos del lenguaje traslaticio.5 La capacidad creadora del pueblo, que es el autor ltimo de los refranes, se vuelca en imgenes vvidas y llenas de color que captan de inmediato la atencin del oyente y hacen ms impactante la comunicacin.

    Pero aun el lenguaje llano de la conversacin diaria refleja esa misma fuerza creativa del lenguaje. La hiprbole, por caso, es de uso muy frecuente y los ejemplos abundan: Te lo he dicho un milln de veces, Estoy muerto de hambre, Es ms flaco que un palitroque. A veces se combina con otra figura: Es ms largo que la esperanza de un pobre.

    En estos usos est presente un elemento fundamental, que ya se menciona en la cita que antes hicimos del Adn Buenosayres: la posibilidad de crear vnculos entre objetos o conceptos totalmente dismiles y establecer comparaciones entre ellos. Esa capacidad de comparacin, en ese nivel, es lo que le da un vuelco al lenguaje y, concomitantemente, produce belleza e intensidad en la comunicacin. La prosa directa y simple en la que cada palabra tiene su significado literal preciso carece de la fuerza expresiva de la prosa que echa mano de comparaciones de diversos tipos y, utilizando diferentes recursos, les hace decir a las palabras cosas que literalmente no dicen.

    4 Evitamos a propsito el uso de la palabra gnero, puesto que (1) no pretendemos hacer una

    clasificacin rigurosa; (2) no todos los aspectos que mencionamos podran equipararse o ponerse en el mismo plano; y (3) los aspectos que hemos indicado no pretenden agotar la lista de los que podran enumerarse.

    5 Traslaticio: Se dice del sentido en que se usa un vocablo para que signifique o denote algo distinto de lo que con l se expresa cuando se emplea en su acepcin primitiva o ms propia y corriente (DRAE, s.v.)

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    Hemos usado a propsito, en el prrafo precedente, la palabra comparacin, porque en ella descansa el peso de los tropos. Un tropo es, como ya lo defini Quintiliano: un modo de hablar trasladado de la natural y primera significacin a otra para adorno de la oracin, o, como los ms de los gramticos lo definen, es una diccin trasladada de aquel lugar en que es propia a aquel en que no es propia... Por lo que en los tropos se ponen unas palabras por otras.6 O, como dice la Real Academia (RAE): el empleo de las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, pero que tiene con este alguna conexin, correspondencia o semejanza. El tropo comprende la sincdoque, la metonimia y la metfora en todas sus variedades.7 En el modo de hablar trasladado, en la diccin trasladada (Quintiliano) o en el sentido distinto... (RAE) se expresa la comparacin.

    En el smil, el nexo comparativo est expresado de manera explcita. En la metfora, implcitamente. La eliminacin de ese elemento de enlace hace que la comunicacin adquiera mayor fuerza expresiva.

    En estos tres versos de Voces de Otoo, del poeta costarricense Roberto Brenes Mesn, encontramos varias metforas encadenadas: Del cabello dorado de la tarde gotean los minutos que se filtran en mi memoria y doran mis recuerdos. El primer verso indica que los reflejos del sol propios del atardecer, cuando los celajes iluminan el cielo esplendorosamente, son como el cabello dorado que segundo verso est mojado y goteando; pero el lquido que empapa el cabello y gotea no es ningn lquido, sino algo al que se lo compara y se le atribuye esa cualidad del lquido: el tiempo, los minutos, que, a su vez, y en virtud de eso mismo, se filtran y tercer verso tienen la capacidad de dar vivacidad (como si dieran colorido: doran) a los recuerdos escondidos en la memoria.

    La comparacin adquiere, a veces, la forma de una cierta equiparacin, y entonces la causa resulta igual al efecto, el signo se toma por la cosa significada, el autor por su obra, al igual que el instrumento se pone en lugar de aquello que con l se hace, o el continente y el contenido se identifican; y viceversa, en todos los casos. Tenemos as la metonimia.8 En otras situaciones, la parte significa el todo o a la inversa, el gnero representa a la especie, la materia se toma por el objeto que de ella est formado, lo fsico por lo moral, etc. En estos casos, se ha echado mano de la sincdoque.9

    6 IX, 1. Citado por Emilio M. Martnez Amador, Diccionario gramatical (Barcelona: Editorial Ramn

    Sopena, S.A., 1954), s.v. Figuras retricas, p.606, 1 columna. 7 DRAE, s.v. tropo. 8 Definida en el DRAE as: Ret. Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa

    tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; p. ej., las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria, etc. (s.v.). Vase tambin Emilio M. Martnez Amador, op. cit., s.v. metonimia.

    9 De esta manera define el DRAE la sincdoque: Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algn modo la significacin de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un gnero con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que est formada, etc. (s.v.). Vase tambin Emilio M. Martnez Amador, op. cit., s.v. sincdoque.

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    Qu es una parbola? Observaciones previas Podramos intentar, a priori, una definicin de lo que es la parbola. Es ms,

    podramos incluso adoptar alguna de las muchas definiciones que nos ofrecen los abundantes libros que se han escrito sobre este tema. No obstante, y para nuestro estudio, preferimos seguir otra ruta. Es ms larga, pero su meta es ms completa y precisa. Nos referimos a la ruta de la descripcin. En vez de definir, intentaremos describir.

    Antes, sin embargo, valgan las siguientes observaciones, que deben servirnos como

    teln de fondo mientras enfrentamos la tarea de ir descubriendo cules son los elementos indispensables y fundamentales que caracterizaron a las parbolas que encontramos en las Escrituras:

    Primero: aunque nos referiremos principalmente a las parbolas de los evangelios del Nuevo Testamento (NT), hay que tomar en cuenta algunos hechos importantes: (1) Jess no invent el gnero parablico, aunque probablemente fue el ms extraordinario parabolista que ha habido; (2) hay parbolas en el Antiguo Testamento (AT);10 y (3) los rabinos judos tambin utilizaron el recurso de la parbola en sus enseanzas.11

    Segundo: En el mundo antiguo, el concepto de parbola (o mashal, en hebreo) no era tan restringido como lo es en la actualidad. Esa es la razn principal por la que, cuando consultamos a varios autores para averiguar el nmero de parbolas atribuidas a Jess en los evangelios, nos dan cifras diferentes.12 Dice el cardenal Carlos Mara Martini:

    Cuntas son las parbolas? Los exegetas hacen cmputos distintos: depende de si se consideran parbolas algunas narraciones muy breves. El nmero en que se est de acuerdo es 42. [...], incluye tambin aquellas bastante breves, dejando de lado las simples similitudes, proverbios, comparaciones...13

    Tercero: En el AT, en hebreo, el dicho sapiencial se designa con la palabra mashal.

    Este vocablo est emparentado con una raz que, entre otros significados, tambin incluye

    10 Las ms conocidas son la de Natn (2 S 12.1-4) y la de la mujer que le cuenta a David, por orden de

    Joab, una historia (2 S 14.4-7). Otros textos del AT podran catalogarse como parbolas, gestos parablicos (en los que un personaje dramatiza el relato), alegoras o ilustraciones. Vanse, por ejemplo, los siguientes pasajes: 1 R 20.35-43; Is 5.1-2; Ecl 9.14-15; Ez 17.3-10; 19.2-9; 19.10-14; 24.3-5.

    11 Vase la siguiente obra, que contiene muchsimos ejemplos: Dominique de la Maisonneuve, Parbolas rabnicas. Coleccin Documentos en torno a la Biblia, N 12 (Estella: Verbo Divino, 1985). Vase tambin R. C. Newman, Rabbinic Parables, en Craig A. Evans y Stanley E. Porter, editores, Dictionary of New Testament Background (Downers Grove: InterVarsity Press, 2000), p. 909-911

    12 Por ejemplo: Jos M de Llanos, S. J., Nuestra actualidad en 65 parbolas (Bilbao: Descle de Brower, 1971): 65; Marina Cuervo y Jess Domnguez, Al calor de las parbolas (Madrid: PPC-Acanto, 1989): 40; DHH-EE, ndice temtico: 47; Robert C. McQuilkin, Explcanos... (San Jos: Editorial Caribe, 1964): 94+1 (agrupadas en cuatro categoras: parbolas [34+1]; parbolas-smiles [38]; dichos parablicos [12]; dichos parablicos en el Evangelio de Juan [10]; el +1 representa la alegora de Juan 10.1-6). Vase tambin Pablo Termes, Parbolas del NT, Nmero y clasificacin de las, en: Alejandro Dez Macho y Sebastin Bartina, directores, Enciclopedia de la Biblia (Barcelona: Ediciones Garriga, S.A., 19692), vol. 5, col. 877-878. (En este ltimo artculo hay un pequeo error: en el grupo I falta incluir la parbola de la oveja perdida, que se encuentra en Mt 18.12-13 y Lc 15.4-6; de otra manera, las cifras que se dan no concuerdan.)

    13 Card. Carlos Mara Martini, Por qu Jess hablaba en Parbolas? (Bogot: Ediciones Paulinas, 1986).

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    la idea de "dominio". Es decir, que no cualquier sentencia es un mashal, sino solamente la sentencia eficaz, la que tiene fuerza persuasiva y sirve de gua y de estmulo para la accin. Tales dichos sapienciales pueden presentar diversas formas: el refrn o proverbio, propiamente dicho, la sentencia exhortatoria que aconseja una actuacin recta o un comportamiento prudente, y el dicho sentencioso que valora o contrapone diversas actitudes y formas de conducta (como, por ej., la dedicacin al trabajo y la pereza, la palabra oportuna y la indiscrecin en el hablar). Adems, la palabra mashal designa a veces expresiones ms alejadas del refrn propiamente dicho, tales como la parbola, la fbula o incluso el acertijo y la adivinanza (cf. 1 R 10.1-3) .14

    Cuarto: En lo que concierne al NT, la palabra griega parabol traduce diversos conceptos.15 En las referencias que siguen se cita, en primer lugar, segn la traduccin DHH-EE, y luego, entre corchetes se transcribe la traduccin que se ofrece en La Biblia (de la Casa de la Biblia, en Madrid):16 Mc 4.2 parbola [parbolas] Lc 5.36 comparacin [ejemplo] Mc 3.23 ejemplo [comparaciones] Lc 4.23 refrn [proverbio] Mc 7.17 enseanza [comparacin] Lc 14.7 consejo [recomendacin] Heb 9.9 smbolo [imagen] Heb 11.19 smbolo [smbolo]

    Con estas ideas generales como contexto, nos preguntamos: Cules son los elementos que estn siempre presentes en las parbolas, sin los cuales estas no existiran? Qu las caracteriza intrnsecamente? Caractersticas de la parbola

    1. La parbola es, esencialmente, una narracin

    14 Proverbios. Introduccin, en La Biblia de estudio Dios habla hoy ( Sociedades Bblicas Unidas,

    1994); p. 784. Mientras no se indique otra cosa, todas las citas textuales estn tomadas de esta traduccin de la Biblia, y lo que en ellas se escribe en cursivas responde a nfasis que nosotros aadimos. La citaremos como DHH-EE. Para estudiar el significado amplio del mashal, vanse John W. Sider, Interpretar las parbolas (Madrid: San Pablo, 1997), p. 205-216 (el original de esta obra, en ingls, es de 1995) y Antonio Cruz, Parbolas de Jess en el mundo postmoderno (Terrasa: Editorial CLIE, 1998), p. 35-46 (incluye la seccin sobre Qu distingue la parbola de Jess del mashal judo?)

    15 Esto se ve ya en la traduccin de mashal al griego de la Septuaginta. Vase: Hauk, pi, en: Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, editores, Theological Dictionary of the New Testament, vol. V (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1967), donde tambin se trata el uso de la palabra

    en el griego no bblico. Vase, adems: G. Haufe, pi, en: Horst Balz y Gerhard Schneider, editores, Diccionario exegtico del Nuevo Testamento, vol. II (Salamanca: Sgueme 1998); y Joachim Jeremias, Las parbolas de Jess (Estella: Verbo Divino, 1970), p. 24-25, quien seala diecisis diferentes significados de la palabra mashal en el judasmo posbblico.

    16 La Biblia (Madrid: La Casa de la Biblia, 1992). Como es de esperar, las traducciones varan, lo que acenta el hecho de que la palabra griega parabol como en el caso de la hebrea mashal abarca una variedad de conceptos. Si se consultan ms versiones se corroborar que no hay dos que coincidan en todos los casos

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    Es una especie de historieta, de historia corta o cuento breve, de caractersticas muy particulares. Sin relato, sin narracin, no hay parbola.

    Esto no quiere decir que la parbola sea un relato ms o menos extenso y de cierta complejidad. Como se ver luego, puede ser todo lo contrario, y por lo general lo es. Pero si no existe una cierta trama, con personajes que actan, por muy simple y elemental que sea, tampoco existe parbola.

    No es accidental que el Seor Jess haya escogido esta forma de enseanza para dar a conocer las realidades del reino de Dios y para formar a sus discpulos. La naturaleza narrativa de la parbola est en perfecta consonancia con lo que Jess quiso hacer y decir. Aunque es este un recurso metodolgico, en este hecho no se agota el sentido de su uso. Nos explicamos.

    Dice el evangelista Juan en su prlogo (1.1-18) que la Palabra se hizo carne, y se hizo carne en la vida de un nio judo palestinense, que creci y se desarroll en el seno de una familia juda del siglo primero de nuestra era. Que la Palabra se hizo carne significa que la Palabra se hizo vida, porque en ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y hacerse vida es hacerse accin. En este caso, como hombre entre los seres humanos. El evangelio est indisolublemente ligado a este hecho: al hecho de la vida que Jess vino a revelarnos y a darnos con su propia vida.

    Las parbolas tienen la virtud de expresar esta realidad fundamental precisamente en una forma de enseanza que no se queda en el plano de las verdades abstractas, sino que asume la forma de las relaciones entre seres humanos, de todo tipo: mujeres, hombres, padres e hijos, hermanos, jornaleros y patronos, ricos y pobres, deudores y acreedores, amigos y enemigos, gobernantes y gobernados, fieles y traidores, leales y tramposos, etc. En esa realidad que es nuestra realidad se anuncia la buena nueva.

    2. En esa narracin intervienen, siempre, seres humanos Hay narraciones en las que los personajes no son seres humanos. Las ms conocidas

    son las fbulas. De estas, tenemos dos en el AT: una (Jue 9.8-15) ms desarrollada que la otra (2 R 14.9), que es muy elemental. En ellas intervienen rboles que tienen capacidades y asumen actitudes propias de los seres humanos: hablan, eligen rey, se piden en casamiento. Por eso son fbulas.

    Los protagonistas que intervienen en las parbolas, los que razonan, hablan, deciden y actan son, al contrario y sin excepcin, seres humanos. No importa si la narracin que constituye la parbola es brevsima o si es muy extensa, siempre tiene que ver con personas. Y aun cuando un objeto ocupe un lugar central en el relato, un ser humano tiene que estar en relacin con l. Leamos: Es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo... (Lc 13.19 y paralelos); o qu mujer que tiene diez monedas y pierde una de ellas... (Lc 15.8-9); o Es como la levadura que una mujer mezcla en tres medidas de harina... (Lc 13.21).

    Esta particularidad se realza an ms, por supuesto, cuando la narracin es ms extensa y la trama ms compleja, pues entonces intervienen varios personajes: Un hombre tena dos hijos... (Mt 21.28-30; Lc 15.11-32); Sucede con el reino de los cielos como con el dueo de una finca, que sali muy de maana a contratar trabajadores... (Mt 20.1-16); Un hombre plant un viedo y le puso un cerco [...]. Luego alquil el terreno a unos labradores y se fue de viaje (Mc 12.1-8).

    3. Los relatos son, en trminos generales, verosmiles

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    Verosmil es, segn los elementos compositivos de la palabra, lo semejante a lo verdadero. La palabra proviene del latn: veri similis. Se refiere, por tanto a lo que tiene apariencia de verdadero y es, por lo mismo, creble por no ofrecer carcter alguno de falsedad.17

    Lo verosmil no es idntico a lo verdadero. Aplicado el trmino a la parbola, no significa que lo que dice el relato sucedi realmente, sino que pudo haber sucedido. Esta verosimilitud hunde sus races en otro aspecto fundamental de la parbola que destacamos en el apartado siguiente. Antes, es necesario sealar otro dato importante, vinculado a este carcter de creble propio de este subgnero literario, pero que parece contradecirlo: Junto a lo verosmil aparece lo inslito, lo inesperado y sorprendente; o sea, que lo que pudo realmente haber ocurrido est mezclado con lo que no pudo, normalmente, haber ocurrido.

    Este hecho se da, de manera particular, cuando el parabolista recurre a otro artificio literario y pedaggico: el uso de la exageracin o hiprbole, que busca resaltar y acelerar el efecto deseado. Valgan estos ejemplos: Por qu te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que t tienes en el tuyo? (Mt 7.3). Y este otro (Mt 18.23-34), del que transcribimos un texto ms extenso:

    Por esto, sucede con el reino de los cielos como con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios. Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le deba muchos millones. Como aquel funcionario no tena con qu pagar, el rey orden que lo vendieran como esclavo [...]. El funcionario se arrodill delante del rey, y le rog: "Tenga usted paciencia conmigo y se lo pagar todo." Y el rey tuvo compasin de l; as que le perdon la deuda y lo puso en libertad.

    Pero al salir, aquel funcionario se encontr con un compaero suyo que le deba una pequea cantidad. Lo agarr del cuello y comenz a estrangularlo, dicindole: "Pgame lo que me debes!" El compaero, arrodillndose delante de l, le rog: "Ten paciencia conmigo y te lo pagar todo." Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la crcel hasta que le pagara la deuda.

    Para entender las verdaderas dimensiones de la hiprbole usada por Jess, hay que

    retrotraducir esta traduccin, para cuantificar las deudas respectivas, de acuerdo con lo que literalmente dice el texto. Donde la traduccin dice muchos millones (v. 24), en griego dice diez mil talentos. Un talento equivala a seis mil denarios, por lo que la deuda era de sesenta millones de denarios. Y un denario era el salario de un jornalero. En otras palabras: la deuda era por sesenta millones de salarios diarios, lo que, a su vez, era el salario de poco ms de 164.383 aos! Si suponemos, por lo alto, que el salario del funcionario era el equivalente de unos treinta jornales, su deuda correspondera a su salario durante casi 5.500 aos. (Habra, en aquel entonces, algn funcionario que tuviera una deuda de tal magnitud? Ms difcil todava: Habr habido o habr alguien en este mundo que condone semejante deuda!)

    17 Las dos definiciones ltimas estn tomadas del DRAE, s.v. verosmil. Los diccionarios registran

    tambin verismil, pero esta palabra prcticamente ya no se usa.

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    Por contraste, la deuda del compaero del funcionario, caracterizada como una pequea cantidad (v. 28), era de cien denarios: el jornal de 100 das, poco menos de tres meses y medio.

    Entre ambas deudas no hay punto de comparacin, con lo que el parabolista acenta hasta la exageracin lo que quiere comunicar a sus oyentes. Y este es uno de los propsitos del uso de la hiprbole en las parbolas.

    En su artculo sobre los gneros literarios,18 y despus de comentar que, en la parbola, la ficcin narrativa describe siempre escenas relacionadas con el mundo real de los oyentes, el P. Levoratti destaca que junto con esos rasgos realistas hay otros elementos que contrastan con la experiencia cotidiana y se desvan de lo ordinario,19 y pasa luego a poner algunos ejemplos: lo anormal del sistema de pago a los jornaleros contratados a diversas horas del da (Mt 20.1-15); los festejos para celebrar el regreso de un hijo que dilapid su herencia (Lc 15.11-32); el pastor que deja en el desierto 99 ovejas, para ir en busca de la perdida (Lc 15.3-7); el desamparo en que quedan cinco jvenes, en una boda, por poco previsoras (Mt 25.1-12; y nosotros aadimos el hecho de que las cinco fueron poco previsoras); o el hijo asesinado porque su padre lo envi a cobrar una deuda sabiendo que los deudores ya haban herido y matado a muchos de sus sirvientes (Mc. 12.1-9). Concluye esta seccin el P. Levoratti con estas palabras:

    Estas disonancias entre la trama narrativa de la parbola y la realidad cotidiana revelan la intencin narrativa de "extraar" al oyente y de producir estupor. En el marco de un relato verosmil y cercano a la realidad, surge de pronto algo imprevisto e inaudito. As estas imgenes cotidianas se trascienden a s mismas y apuntan al reinado de Dios, haciendo experimentar de algn modo su presencia.20

    4. La verosimilitud de la parbola se fundamenta en la cotidianidad

    Con esto queremos decir que los elementos que su utilizan para armar la trama de la parbola estn tomados de la vida real y de la experiencia general y cotidiana de la comunidad en cuyo seno se gesta la parbola. Si se analizan con cuidado los relatos mismos en su composicin literaria, se ver, sin dificultad alguna, que esos componentes pertenecen a la vida comn y, en muchos casos, a lo rutinario de las experiencias comunitarias: ya sea en el hogar (lmpara y almudes; sal; levadura y masa; vestidos y remiendos; monedas que se pierden en casa), en las relaciones familiares (hijos desobedientes o dilapidadores; hijos leales; padres compasivos), en las relaciones sociales (bodas; banquetes; solidaridad; administracin de justicia), en el comercio (prestamistas; perlas y tesoros), en las labores agrcolas o ganaderas (siembra; escarda; siega; arrendamiento de un terreno de cultivo; pastoreo), en las relaciones laborales (patronos, obreros y salarios; administradores; estafadores), etc. Quin, en la sociedad de Jess, no saba de estas realidades?

    18 Para este aspecto en particular vase el punto siguiente en nuestro estudio. 19 Armando Levoratti, Los gneros literarios (segunda parte) en Traduccin de la Biblia, vol. 7, N

    2, II semestre de 1997 (Miami: Sociedades Bblicas Unidas); p. 7-8 (esta segunda parte abarca las pginas 3-12. La primera parte se public en el nmero anterior [vol. 7, N 1, I semestre de 1997], p. 3-21.)

    20 Loc. cit., p. 7.

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    Lo inslito y lo inverosmil de que se habla en la seccin anterior se logra por la combinacin de elementos verosmiles y slitos en un tejido narrativo que se sale de esa realidad.

    Dos observaciones resultan imprescindibles en este punto. La primera es que lo inslito nunca se logra, en la parbola, por echar mano de lo prodigioso, mgico o milagroso. Y eso la distancia enormemente de la fbula, pues en esta las plantas hablan y tienen reyes y los animales razonan como si fueran seres humanos. En la parbola, al contrario, todo es humano. Aun lo que no es normal cae dentro de la esfera de lo humano. La segunda observacin consiste en que esos elementos as conjuntados se elevan, en la parbola, a lo sorpresivo y no agotan en s mismos, es a saber, en su literalidad, el significado que adquieren en la parbola. De ello tratamos en la siguiente caracterstica.

    5. En la parbola hay un mundo simblico y un mundo real

    Se ha de distinguir, en la parbola, entre el mundo simblico y el mundo real. El primero el mundo simblicoes el contenido propio de la narracin; es decir, la

    historia misma que se narra, el relato en tanto relato. Esto es muy importante tenerlo en cuenta para evitar la posible confusin con lo que acabamos de decir en la seccin anterior-

    En efecto, hemos afirmado que los elementos que constituyen la parbola como relato estn tomados de la experiencia cotidiana y, por tanto, del mundo real de los seres humanos. Pero, la parbola en tanto relato no est interesada en darnos informacin de cmo se viva en la poca de Jess (aunque pueda servirnos para ello), ni est interesada en ofrecernos una narracin que pueda entretenernos (lo que significara que lo verdaderamente importante sera la historia que contiene, como sucede con el cuento). En la parbola, tal historia se transforma en smbolo. Hay algo ms all de los detalles de las relaciones entre los personajes del relato. Por eso, muchas de las parbolas comienzan con la expresin el reino de Dios es como, o, simplemente, es como. Una realidad distinta de la historia narrada en la parbola se compara con esta historia.

    Esa otra realidad es, en ltima instancia, el mundo real de la parbola. Es la realidad que, en realidad permtasenos el juego de palabras, interesa en ltima instancia en la parbola. Es el mundo al que apunta el mundo simblico.

    Tal distincin es la que existe entre lo que se dice (=el smbolo) y lo que se quiere decir (=lo simbolizado).

    6. La parbola demanda respuesta Lo que se persigue con este mundo real es que el oyente de la parbola21 responda a las exigencias que tal mundo pone ante l. Puesto que la parbola no es un mero juego de palabras ni la elaboracin de una sencilla trama narrativa que busque la perfeccin literaria u ofrezca un cierto placer esttico al oyente, este no permanece como personaje ajeno a la historia que se desarrolla en el relato. Toda parbola, ms implcita que explcitamente, termina con una pregunta. Y a esa pregunta tiene que responder el oyente.

    Tal es el sentido de expresiones como Oigan esto (Mc 4.3) o El que tenga odos para oir, que oiga (Mc 4.9, 23 NVI) o Fjense en lo que oyen (Mc 4.24). No es una

    21 Decimos oyente de la parbola porque esta fue originalmente enseada a viva voz. Hoy

    tendramos que aadir o lector. No lo hemos hecho as en el texto para que este no resulte pesado.

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    invitacin a percibir auditivamente lo que Jess acaba de decir, sino a responder a las demandas de su palabra.

    Con este conjunto de caractersticas con las que hemos querido descubrir cules son los componentes indispensables de las parbolas, podramos aventurar una definicin. Sin embargo, al analizar el conjunto de estos relatos en el NT, y sobre todo en los evangelios sinpticos, percibimos tambin la reiterada presencia en un buen nmero de esos relatos de ciertas normas o patrones que se destacan con claridad. Para efectos de nuestro estudio, los hemos denominado las... Leyes de la parbola

    No se trata de leyes absolutas, en el sentido de que pueden sealarse excepciones. A fin de cuentas, hay una mxima que dice que no hay regla sin excepcin. Se trata de patrones que hemos visto repetirse vez tras vez en las parbolas, muy especficamente cuando la naturaleza misma de la narracin los requieren.

    1. La ley de la representacin

    Ya hemos explicado que en la parbola debe hacerse la distincin entre el mundo simblico el relato qua relato y el mundo real.22 Puesto que este gnero literario es parte del uso de la comparacin en el proceso comunicativo, tiene que existir algn tipo de relacin entre el mundo real y el simblico con el cual se lo compara. Si no existiera tal nexo no habra posibilidad de que uno fuera smbolo del otro.

    Si no existiera en la mente de los conductores, por sealamiento de la autoridad y luego de un proceso educativo, ninguna relacin entre los colores de las luces de los semforos y las leyes de trnsito, la circulacin de vehculos en nuestras ciudades sera del todo imposible.

    Otro tanto sucede con la parbola: para que pueda llegarse al mundo real a partir del mundo simblico, tiene que haber un punto de contacto, un puente, entre ambos. Eso es lo que se implica en las expresiones es semejante a, es como y en la pregunta con qu comparar?

    Este aspecto es fundamental a la hora de interpretar la parbola.

    2. Ley de la economa La parbola es un relato breve. Las ms extensas que encontramos en los evangelios

    son breves. Las dems son simplemente ms breves o brevsimas. Este hecho se debe a que el narrador no muestra ningn inters en detalles que

    podran ser superfluos o aun contraproducentes para lograr los fines que persigue con la parbola, aunque pudieran ser importantes desde otro punto de vista. En efecto, la abundancia de datos que no afectan en nada lo que concierne a la comunicacin del mundo real podra, ms bien, distraer la atencin de los oyentes. Por eso, en la bella sencillez de estos relatos faltan las florituras, la abundancia de adjetivos, los rodeos innecesarios. Por otra parte, algunos de esos datos se dejan a la imaginacin del oyente, para que este recree en su mente, mientras oye, lo que va diciendo el parabolista.

    Al escuchar o leer alguna de estas parbolas, uno podra hacerse y hacerle una serie de preguntas que no dejan de ser interesantes. En la parbola conocida como del hijo

    22 Vase lo dicho en el punto 5, bajo Caractersticas de la parbola.

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    prdigo, qu de la esposa de aquel padre al que el hijo le pidi su herencia? era viudo? divorciado? cul fue el monto de la herencia que el joven recibi? cmo se llamaba el pas en el que dilapid su herencia? Las respuestas a estas preguntas podran ser interesantes para satisfacer la curiosidad de los oyentes, pero distraeran su atencin y se convertiran en obstculo para lograr lo que el narrador buscaba.

    Esto no obsta para que, en algunas parbolas haya datos que son ornamentales. Cuando los hay, su propsito es acentuar el significado o la importancia del punto en que se encuentran el mundo simblico y el real.

    3. Ley de oposicin o de los contrastes

    El proceso enseanza-aprendizaje resulta ms eficaz cuando utiliza como uno de sus recursos el planteamiento de la oposicin de elementos que de alguna manera se contraponen entre ellos. Esta oposicin puede darse entre objetos materiales, entre personas que se diferencian radicalmente por sus actitudes, por su carcter o por sus acciones, e incluso entre realidades abstractas.

    Aunque no se trata de parbolas sino ms bien de metforas, el autor del cuarto evangelio ech mano de este recurso de una manera muy eficaz. Por eso encontramos en ese evangelio una serie casi interminable de dicotomas o de pares de conceptos que contrastan entre s. Sirvan como ejemplo estos: luz y tinieblas (1.5); da y noche (9.4); vida-muerte (5.24); ser de Dios y no ser de Dios (8.47); todo y nada (1.3); subir al cielo-bajar del cielo (3.13); antes y despus (1.15); espritu y carne (6.63); venir de arriba-ser de la tierra (3.31); salvacin y perdicin (3.16). Y muchos ms.

    Son frecuentsimos en las parbolas estos contrastes por oposicin. Los siguientes estn tomados del evangelio de Mateo: luz y tinieblas (6.22-23); Dios y Mamn (6.24); dos puertas contrarias y dos caminos opuestos (7.13-14); dos cimientos distintos (7.24-27); pao nuevo y vestido viejo, y vino nuevo y odre viejo (9.16-17); trigo y cizaa, y el sembrador y el enemigo (13.24-30); en la pesca: se recoge lo bueno y se desecha lo malo (13.47-48); tesoros nuevos y tesoros viejos (13.52); vrgenes prudentes y vrgenes insensatas (25.1-12).

    La fuerza comunicativa de estos contrastes juega un papel importante en la misma estructura de las parbolas.

    4. Ley de la unidad y simplicidad de la accin

    La trama narrativa de la parbola es, siempre, muy sencilla y lineal. La accin es una: No hay, aparte de la accin principal, acciones paralelas a ella, por lo que se evitan las complicaciones. En este sentido, la parbola se distingue radicalmente de las telenovelas contemporneas, en las que surgen, como si fueran historias independientes, varios relatos simultneos que, poco a poco, van enredndose unos con otros, hasta que al final se aclaran las relaciones entre todos ellos.

    La parbola, al contrario, tiene un principio, una trama con su conflicto por resolver y un fin, sin nada entre ellos que distraiga o perturbe la atencin de aquellos a quienes va dirigida. A veces, la solucin completa est implcita, como a la espera de que sea el oyente quien le d sus peculiaridades especficas.

    La simplicidad de la parbola se muestra tambin en el hecho de que nunca aparecen ms de tres personajes en la narracin. En algunas parbolas se alude a otros personajes, pero en trminos tan generales, relegados a un segundo o tercer plano, que no inciden

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    significativamente en la trama misma. O se forman conjuntos o ncleos y actan cada uno de ellos como una persona. As sucede, por ejemplo, con la parbola de las diez vrgenes (Mt 25.1-13). Ellas no actan individualmente, sino como dos grupos: las cinco despreocupadas y las cinco previsoras.

    tem ms: Cuando en la narracin intervienen ms de tres personajes, nunca actan al mismo tiempo ms de dos. Cuando actan los tres, lo hacen consecutiva y no concomitantemente. Analcese la parbola conocida como "El hijo prdigo" y se ver cmo opera este principio: los dilogos que se generan son entre dos personas solamente (hijo menor y padre; padre e hijo mayor).

    5. Ley de la trada

    La caracterstica o ley que acabamos de explicar, en relacin con el mximo nmero de personajes que intervienen en las parbolas, se extiende a otros elementos de este tipo de relatos en los evangelios del NT.

    Es interesante destacar que, con frecuencia, el nmero tres aparece en las narraciones, cuentos o chistes populares. Recordamos las que oamos en nuestra niez: de nacionalidades (un alemn, un ingls y un espaol; o un ingls, un francs y un espaol); de personas con limitaciones fsicas (un ciego, un sordo y un mudo; o tres ciegos que analizan a un elefante); de grupos de personas (un espaol, dos espaoles, tres espaoles); de estudiantes (dos estudiantes de medicina y un supuesto paciente); de relaciones familiares (los tres hermanos; una madre y sus tres hijos); de animalitos (los tres cerditos); etc.

    De hecho, el ser humano ha tenido siempre fascinacin por el nmero tres, que, en muchas culturas, es nmero sagrado, smbolo de la perfeccin. Para explicar la doctrina cristiana de la Trinidad, algunos escritores han usado el ejemplo del huevo (cscara, clara y yema) o del rbol (raz, tronco, ramas).

    Probablemente se trate, en trminos generales, de un recurso mnemotcnico, para recordar con mayor facilidad lo que deseamos que se retenga en la memoria.

    Es recurso que encontramos tambin en las parbolas, aplicado a los diversos elementos que la componen.. As tenemos:

    a) de personas: un sacerdote, un levita, un samaritano (Lc 10.29-37); Un hombre y sus dos hijos (Mt 21.28-32; Lc 15.11-32); un prestamista y dos deudores (Lc 7.41-42); el rey, el funcionario y el compaero de este (Mt 18.23-35)

    b) de un elemento material: la sal que ha perdido su sabor (que no sirve para nada; se la tira a la calle; y la gente la pisotea: Mt 5.13)

    c) de fenmenos de la naturaleza: lluvias, ros, vientos (Mt 7.24-27) d) de la agricultura: tres tipos de terrenos en los que la semilla no da fruto (en el

    camino, entre piedras, entre espinos; y del que s produce se dice que la semilla cay en l, creci y dio buena cosecha: Mc 4.3-9)

    e) de elementos mixtos: polilla, moho y ladrones (Mt 6.19-21) f) de medidas: las tres medidas de harina (Mt 13.33) g) combinacin de tradas. En la parbola del banquete de bodas (Mt 22.1-14)

    tenemos esta situacin: el rey enva tres delegaciones con la invitacin (a sus criados [v. 3], luego a otros criados [v. 4] y, por ltimo, a los criados [v. 9]). Por otra parte, los invitados no quisieron asistir ni hicieron caso (v. 3, 5) y uno se fue a sus terrenos (v. 5), otro a sus negocios (v. 5) y los otros mataron a los criados del segundo grupo (v. 6).

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    Surge entonces la pregunta: Tiene algn significado particular este uso del tres? Creemos que no, aparte de su valor mnemotcnico y de ser un recuso propio de este tipo de relatos. A este respecto hay un caso muy iluminador: la parbola de las minas (Lc 19.12-27).

    Dice dicha parbola que un noble iba de viaje a recibir su reino. Llam entonces a diez de sus empleados (i.e., esclavos de confianza a quienes sus amos encargaban la administracin de sus bienes) y le entreg a cada uno diez minas.23 Parti, fue nombrado rey y regres. Luego volvi a llamar a sus empleados para que rindieran cuentas de su administracin. Pero, sorpresa! Aunque entreg sus bienes a diez, el evangelista dice que se presentaron ante el rey el primero (v. 16), el segundo (v. 18) y el tercero (a quien denomina el otro: v. 20). O sea, solo llam a tres. Y los otros siete? Es obvio que los tres representan a los diez, y as no era necesario repetir lo mismo en cada caso. Repetirlo habra sido incluir datos innecesarios, que aburriran a los oyentes y estropearan la historia.

    6. Ley del clmax

    En la parbola, el relato va a cumulando fuerzas hasta llegar a un momento culminante de la accin que lleva al desenlace. El clmax puede estar explcitamente presente, incluso por medio de un artificio literario, como, por ejemplo, el uso de la hiprbole o la aparicin en el relato de un dato inslito dejado para cerca del final. Al hablar de aquella parte de la semilla que cay en buena tierra y produjo una cosecha tal que cada espiga dio cien granos por semilla, el cardenal Carlos Mara Martini dice: Hay una exageracin en la parbola, y en donde hay una exageracin est el punto principal, la palanca en la que se quiere hacer fuerza,24 el nudo de la accin.

    En otros casos, ese momento climtico puede quedar colgando en el aire, como con una pregunta a la que no se le da respuesta. Pero esta es obvia.

    El desenlace mismo es muy variado en las parbolas. A veces, como en la del hijo prdigo, queda en suspenso lo que hace el hijo mayor despus de la reconvencin de su padre. Se incorpor a la fiesta? Opt por seguir refunfuando? La parbola no lo dice.

    Y no lo dice porque, en ltima instancia, son los oyentes (Lc 15.2) con sus crticas y juicios condenatorios los que tienen que decidir cmo va a terminar, en sus propias vidas, esa parbola.

    Esto nos lleva a otra ley fundamental:

    7. Ley de referencia al oyente El relato se narra teniendo en mente al oyente. Siempre est orientado hacia este.25 El

    parabolista no cuenta una historia que es ajena a quienes estn a su alrededor escuchndolo. Todo lo contrario, su intencin es meter a sus oyentes dentro de esa misma historia, como si ellos mismos fueran los personajes que van actuando lo que l est contando. Es como si en ellos el mundo simblico se hiciera realidad, manteniendo

    23 La DHH-EE traduce las palabras griegas (=diez minas) por una gran cantidad de

    dinero. La Nueva versin internacional (NVI): una buena cantidad de dinero. Una mina equivala a cien dracmas: el salario de unos tres meses de un jornalero.

    24 Op. cit., p. 57. 25 Vase lo dicho en el punto 6, bajo Caractersticas de la parbola.

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    su carcter simblico, para que pudieran captar as la profundidad de significado del mundo real. Dicho con otras palabras, la parbola busca poner en la encrucijada a los oyentes, exigindoles tomar posicin frente a lo que el relato dice (por ejemplo, identificndose con unos personajes o contra otros, o reaccionando a favor o en contra de situaciones que se dan), de tal manera que, al final, tomen decisiones que habrn de afectar el resto de sus vidas. Esto es posible porque lo que han odo no queda encerrado dentro del relato mismo, sino que lo trasciende en lo que Martini ha llamado una verdad ms alta: Toda parbola, al decir una cosa, debe afirmar una ms alta, dar un salto de abajo hacia arriba, y esta es su fuerza.26

    Dos parbolas, una del AT y otra de los evangelios, son particularmente iluminadoras al destacar este aspecto:

    a) La parbola que el profeta Natn le cuenta a David (2 S 12.1-4) logra de tal manera meter al Rey en el relato que, sin que se percatara de ello, se condena a s mismo con sus propias palabras. Dice as el relato: En una ciudad haba dos hombres. Uno era rico y el otro pobre. El rico

    tena gran cantidad de ovejas y vacas, pero el pobre no tena ms que una ovejita que haba comprado. Y l mismo la cri, y la ovejita creci en compaa suya y de sus hijos: coma de su misma comida, beba de su mismo vaso y dorma en su pecho. Aquel hombre la quera como a una hija!

    Un da, un viajero lleg a visitar al hombre rico; pero este no quiso tomar ninguna de sus ovejas o vacas para preparar comida a su visitante, sino que le quit al hombre pobre su ovejita y la prepar para drsela al que haba llegado.

    David ha odo la parbola como si Natn le hubiera estado contando una historia

    literalmente real. Frente a la injusticia que en ella se narraba, el Rey exclama enfurecido: Te juro por Dios que quien ha hecho tal cosa merece la muerte! Y, con un increble arrojo, responde el Profeta: T eres ese hombre!. (Vase la reaccin del Rey y el dilogo con el Profeta en los v. 7-14.)

    b) La parbola del NT est en el contexto de una comida: Simn el fariseo ha invitado a Jess y a otros amigos para cenar en su casa. Al percibir la actitud de desprecio que Simn asume frente a la mujer que haba venido a llorar a los pies de Jess, este pide permiso para contar algo. Concedida la anuencia, dice el Seor: Dos hombres le deban dinero a un prestamista. Uno le deba

    quinientos denarios, y el otro cincuenta; y como no le podan pagar, el prestamista les perdon la deuda a los dos. (Lc 7.41-42a)

    Esta es una de las parbolas en la que el relato parece quedar en suspenso. El oyente

    queda con una incgnita: Y qu? Qu paso despus del perdn?27 Por eso, Jess se vuelve hacia Simn y le hace una pregunta que tiene que ver con lo que habra sucedido

    26 Op. cit., p. 92. 27 Ntese la diferencia con la otra parbola, ya mencionada, de condonacin de deuda: Mt 18.23-34. En

    esta, el final de la historia se lleva hasta sus consecuencias.

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    despus del relato, si este hubiera continuado: Ahora dime, cul de ellos le amar ms? (v. 42b). Simn, a quien va dirigida la pregunta, contesta sin vacilacin: Me parece que el hombre a quien ms le perdon (v. 43). Y en esa respuesta estuvo su propia condenacin, que le gana una clara reprimenda de parte de Jess (v. 44-46). Estas dos parbolas ilustran a la perfeccin la intencin de Jess de convertir a sus oyentes en parte del relato, para, luego, salir de este y aplicar la leccin a sus propias vidas, ya sea en sus relaciones con Dios, con el propio Jess o con sus semejantes (v. 48-50).

    8. Ley del punto de contacto Cuando uno estudia una parbola, habr de encontrarle a cada uno de los elementos que la conforman un significado en lo que hemos denominado el mundo real? Son smbolos, y de manera independiente, todos los detalles? Tomemos, para efectos de ilustrar el sentido de estas cuestiones, la parbola del buen samaritano. El hombre que fue asaltado y los otros personajes de la trama (los ladrones, el sacerdote y el levita, el samaritano, el dueo del alojamiento), el camino, las heridas, el aceite y el vino, las vendas, el alojamiento, las monedas, tiene cada una de estas partes constitutivas del relato un significado propio? Acaso tambin la cabalgadura? Interpretaciones ha habido que han tomado ese camino. Pero ello significa confundir, y de manera exagerada, la parbola con la alegora. En la parbola se establece un punto de contacto entre el relato mismo y aquello a lo que el relato apunta, o sea, lo que el parabolista quiere ensear a sus oyentes. Todo lo dems, en el relato mismo, est subordinado a ello. Y datos habr que carecen en absoluto de significado trascendente28 y estn ah como complemento necesario del relato mismo, para completar o redondear el smbolo o acentuar la importancia de ese punto de contacto.29 Notas para la interpretacin de las parbolas Un problema fundamental se le presenta al intrprete de las parbolas: Cul fue el contexto real en el que cada parbola se cont por primera vez? El contexto en que aparecen en los escritos de los evangelios, fue el original? Es ms, las parbolas que tenemos registradas en el NT, son, al pie de la letra, las mismas que dijo Jess o fueron modificadas en el perodo que va desde que fueron expuestas oralmente hasta que se escribieron? Los especialistas se han ocupado de estas y otras cuestiones similares, y han asumido muy diversas respuestas. Algunos hechos parecen indiscutidos. Estos se hacen patentes al comparar unas mismas parbolas en sus diversas versiones en los evangelios: a) Durante el lapso que transcurri entre la muerte de nuestro Seor y la puesta por escrito de las parbolas, en la forma como las tenemos hoy en los evangelios sinpticos,

    28 Trascendente respecto del contenido propio de la narracin. 29 Cmo han de interpretarse las parbolas ha sido preocupacin de los estudiosos de la Biblia desde

    tiempos antiguos. Para un panorama excelente y muy completo de la historia de la interpretacin de las parbolas, vase el siguiente artculo de A. J. Levoratti: Las parbolas como ficciones poticas. Comentario de libros, en Revista Bblica (Buenos Aires: Asociacin Cultural ESDEVA), ao 59, Nueva poca, n 65 (1997), p. 45-61.

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    transcurrieron bastantes aos. En ese tiempo, los discpulos de Jess que ejercan funciones de liderazgo en las comunidades cristianas pastores, maestros, evangelistas, doctoresutilizaron sin duda las parbolas en el ejercicio de sus ministerios. Tal uso debi darse en contextos diferentes, que se hacan cada vez ms dismiles segn el cristianismo iba expandindose y alcanzando nuevos pueblos. Hubo adaptacin de las parbolas originales a las nuevas situaciones a las que esos dirigentes deban de hacer frente? Consideramos que tuvo que ser as necesariamente. Y ello debe reflejarse en la redaccin que qued plasmada en los relatos tal como los tenemos hoy. b) Esto significa que el contexto original de muchas parbolas se ha perdido. Ha habido intentos de reconstruccin, por parte de algunos eruditos, para tratar de encontrar las mismsimas palabras de Jess.30 Pero, sin negar los aportes que esta investigacin ha producido, especialmente respecto de la comprensin del mundo antiguo, en la Palestina del siglo 1, los frutos en este campo especfico no han sido del todo alentadores.31 c) Por lo anterior, tambin creemos que el contexto literario escogido por el redactor final del texto es significativo y debe ser seriamente tomado en cuenta. Hay parbolas o dichos parablicos que fueron conservados y usados por los cristianos, pero en el proceso de transmisin no se conserv el marco original que les dio origen. Tenemos que preguntarnos, entonces, por qu el evangelista los coloc precisamente en el contexto en que se insertan en los evangelios. Tal sucede, por ejemplo, con la pequesima parbola de los remiendos y los vestidos, y los vinos y los odres.32 Ofrecemos a continuacin algunos pasos que hay que dar para la correcta interpretacin de las parbolas. Nos detendremos principalmente en lo que hemos llamado el mundo simblico. Una vez escogida la parbola que va a estudiarse y despus de leerla repetidamente para familiarizarse con su contenido, sugerimos que se proceda as:

    1. Anlisis del contexto inmediato Puede plantearse este anlisis a base de preguntas, como estas: Cul es el contexto inmediato en el que aparece esta parbola? (O sea: en el texto del evangelio, qu hay antes y qu despus de este relato?) A quin o a quines dirige Jess la parbola? Qu tipo de personas eran? Dice el texto cules eran sus intenciones? Por qu se la cuenta? Cul fue la ocasin? Por no prestar la debida atencin a este aspecto, suelen escucharse interpretaciones de las parbolas que dan respuestas a problemas muy distintos de los que el propio texto dice, directa o indirectamente, que busca responder. Un ejemplo resulta de meridiana claridad: mucho se ha escrito y mucho se ha predicado sobre las parbolas de Lc 15 sin que se haga referencia a los versculos 1-2, que registran las crticas que le hacen a Jess y a las cuales l responde con esos relatos.

    30 La obra ya citada de J. Jeremias (vase nota 15) es, probablemente, el esfuerzo ms connotado de

    esta bsqueda. 31 Otro aspecto de la investigacin de los evangelios que ha atrado la atencin de los especialistas es el

    que tiene que ver con las fuentes literarias de los evangelios sinpticos y el llamado documento Q, pero no hay unanimidad respecto de la aceptacin de esta hiptesis. Vase G. N. Stanton, Q, en Joel B. Green y Scot McKnight, editores, Dictionary of Jesus and the Gospels (Downers Grove: InterVarsity Press, 1992), p. 644-650.

    32 Vase Plutarco Bonilla A., Vinos y odres o vestidos y remiendos, en Vida y pensamiento (San Jos: Seminario Bblico Latinoamericano), vol. 15, N 1, 1995; p. 32-49.

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    Puede suceder tambin lo que debera considerarse como parte de lo inesperado que el texto arranque con una pregunta y luego la parbola le da vuelta a esa pregunta, transformndola al dar la respuesta. En la parbola del buen samaritano, el punto de partida es la pregunta del maestro de la ley: Y quin es mi prjimo? (16.29b). La conclusin a la que se llega, con base en la parbola, es que la pregunta est mal formulada, quizs debido a incomprensin respecto de que sea la projimidad. El Pues ve y haz t lo mismo (v. 37b) indica que la pregunta que hay que hacerse es esta: De quin debo yo hacerme prjimo?

    2. Anlisis del relato en cuanto relato Se busca en este anlisis lograr una cabal comprensin de todos los detalles que forman parte de la parbola. No puede darse por sentado que, por conocer el lector una determinada situacin que se da en el mundo actual, ya conoce una situacin similar propia de los tiempos de Jess. Por ejemplo, a partir de nuestros conocimientos de los pases en que actualmente existen reyes, el comienzo de la parbola de las minas puede resultar totalmente extrao o absurdo: Un hombre noble se fue a un pas lejano para recibir un reino y volver (Lc 19.12, R-V95). Pareciera que ese hombre va a reinar en un pas, pero recibir su reino (es decir, ser coronado como rey) en otro. Eso no es propio de las monarquas actuales. Pero s era lo que suceda en la poca de Jess, en los territorios sometidos al imperio romano: del emperador, y en Roma, se reciba la autoridad para gobernar como rey en los pases asignados. En la parbola del sembrador (Mc 4.3-8), por qu una parte de la semilla cay junto al camino o en los zarzales? Descuido del sembrador? Cmo se sembraba en aquellos tiempos? Quines eran los samaritanos? Qu funcin ejercan los levitas? Y los sacerdotes? Por qu ambos dieron un rodeo y siguieron adelante? (Lc 10.30-35). Qu era el cajn que no deba cubrir la lmpara que se encenda en casa?33 Por qu la gente ha de pisotear la sal que se ha vuelto inspida? Hay alguna razn por la que se mencionen la sal y la luz en un mismo pasaje? (Mt 5.13-15). En fin, el estudiante ha de bombardear el texto con preguntas que busquen aclarar los detalles. Pero deben ser preguntas significativas y que tomen en cuenta el mundo de aquella poca.

    33 Este texto (Mt 5.15) plantea un interesante problema de traduccin. La palabra cajn vierte una

    palabra griega () que en versiones anteriores se trasladaba por almud (Unidad de medida de ridos y a veces de lquidos [...], DRAE) o celemn (Medida de capacidad para ridos [...], DRAE). Por almud tradujeron, entre otras, la Reina-Valera, desde Reina hasta la revisin de 1960, y la Versin hispanoamericana (de SBU, 1953); y por celemn, Petisco-Torres Amat, Straubinger, Ncar-Colunga, Cantera-Iglesias y, ms recientemente, la versin de los profesores de la Facultad de teologa de la Universidad de Navarra (Pamplona: EUNSA, 1990, 4 edicin revisada), la Biblia del peregrino y la Nueva Biblia de Jerusaln. Otras versiones contemporneas han preferido, adems de cajn (DHH-EE; Biblia en lenguaje sencillo; NVI; El libro del pueblo de Dios), vasija (R-V95) o vasija de barro (La Biblia, de la Casa de la Biblia). La traduccin de la Biblia al griego moderno, , (Atenas: Sociedad Bblica Griega, 1997) incorpora la explicacin en el propio texto: recipiente con el que se mide el trigo ( pi ). El modio era un cajn abierto por la cara superior, con tres o cuatro patas, que serva para medir el grano y para guardar el que se necesitaba en la casa. (Vase la nota a este versculo en La Bible, traduccin de mile Osty [Pars: ditions Seuil, 1973].) Nos parece que los trminos cajn o vasija eliminan matices significativos.

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    3. Atencin al lenguaje figurado La hiprbole no es la nica forma de lenguaje traslaticio que aparece en la parbola. Abundan las metforas. La irona no es infrecuente. Comparaciones hay de muy diversos tipos. El estudiante de las parbolas tiene que estar atento a todas estas formas, pues no pueden interpretarse literalmente. La presencia de la irona plantea, casi siempre, un problema. De ordinario, en el lenguaje oral resulta fcil discernir cuando determinada expresin es irnica. Aunque no siempre es as, el tono de la voz, los gestos y la mmica, alguna palabra intercalada, pueden orientar al interlocutor respecto de la naturaleza irnica de lo que se le dice. Pero esos elementos, o casi todos, desaparecen en el texto escrito. Con frecuencia nos hemos preguntado si las dificultades que surgen en la interpretacin de ciertos textos, incluidas algunas parbolas, no se deben a que somos incapaces de percibir irona en las palabras de Jess. No ser eso lo que sucede con la parbola del mayordomo infiel, en Lc 16.1-8 y las subsiguientes palabras del Seor?

    4. Bsqueda de lo inslito Ya sealamos que la verosimilitud de la parbola no descarta la introduccin de lo inverosmil y sorpresivo.34 El empleo de este recurso narrativo, que puede asumir varias formas, tiene como propsito destacar algn aspecto significativo del relato. La hiprbole es artificio frecuente en la bsqueda de este fin.35 Pero no es el nico. En otros casos toma la forma de actuaciones o conductas que no son ni comunes ni esperadas, como el pago de un trabajo no por las horas laboradas sino por da completo, aunque la jornada haya sido mnima. A veces, lo sorprendente no es tanto la conducta en s, sino las caractersticas de la persona que se comporta de determinada manera, o sea, la intervencin de un personaje inesperado. Tal es el caso del samaritano de la consabida parbola. En esta, lo inslito se monta sobre lo inslito: no solo aparece un personaje extrao en aquel contexto sociorreligioso, cuya introduccin en el relato debi dejar boquiabiertos a los oyentes, sino que, para remachar, en el colofn de la historia, Jess lo pone como modelo ante, nada menos, que un doctor de la ley. Podemos imaginarnos la escena en que Jess le dice al maestro que tiene que comportarse como alguien que, para l, no era ms que un despreciado samaritano. (Esto es semejante a lo que tambin dijo Jess a los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judos [Mt 21.23]: Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarn antes que ustedes en el reino de los cielos [v. 31b].) Lo inslito por cualquier razn que sea es muy frecuente, pero no se encuentra en cada parbola. Sin embargo, cuando est presente se convierte en una pista muy importante a la que hay que prestar atencin en el proceso interpretativo. Las preguntas que debemos hacernos nos parecen obvias: Por qu se usa aqu ese recurso? Cul es su funcin? Qu quiso acentuar el parabolista? Las respuestas que se den son parte esencial del ncleo de la interpretacin.

    34 En: Caractersticas de la parbola, punto 3. 35 Jess ha manejado la hiprbole con frecuencia y fuerza impresionante, dice Claudio Gancho, en

    Alejandro Dez Macho y Sebastin Bartina, op.cit., vol. 3, col. 1262, s.v. hiprbole. Y pone como ejemplos de esa fuerza impresionante las hiprboles que se encuentran en los siguientes textos: Mt 5.29-30 (18.8-9); 5.39-42; 6.29; 7.3-5; 10.30; Mc 10.25; Lc 17.6.

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    5. Lectura sensual del texto

    Llegado a este punto, con toda la informacin que se haya acumulado, debe releerse la historia aplicando a ella todos los sentidos de qu disponemos, y no solo el de la vista sobre el papel que contiene la narracin. Es a eso a lo que llamamos lectura sensual: vea a los diferentes personajes por lo que son, y no a un joven o nio como si fuera un viejo, ni viceversa; oiga los diferentes timbres de voces, segn sean de hombre o de mujer, de persona mayor o de mozo; oiga tambin las diferentes tonalidades, segn el estado de nimo de quien habla. Sienta el toque, cuando de tocar se trate. Vea y huela lo que se sirve en los banquetes y experimente las emociones de los personajes: la alegra de las fiestas de bodas o la profunda tristeza en presencia de algn desastre; el enojo cuando se cometen injusticias o la satisfaccin del deber cumplido. Todo esto se encuentra en las parbolas del evangelio, porque, como ya se indic, lo que dicen las parbolas ha sido arrancado de la vida real. En otras palabras: mtase en la historia, vvala como si fuera parte de ella o recrela como si fuera un testigo presencial que narra lo que vio.

    6. Descubrimiento del contacto

    Hasta ahora nos hemos detenido en la trama misma de la narrativa. Si ah acabara todo no estaramos en presencia de una parbola sino de un cuento cortsimo. Breve, interesante, sorprendente, entretenido, quiz. Pero nada ms. Lo que hace a la parbola parbola es el plus ultra, lo que est ms all de esa trama.. Un poeta dijo que la poesa es lo que queda de un poema cuando se han olvidado las palabras. Remedndolo, aadiramos que una parbola es lo que queda de un relato cuando se ha olvidado la trama. Para ello es necesario descubrir cules son los puntos de contacto entre el relato (o sea, el mundo simblico) y lo que quiere ensear quien lo cuenta (a saber, el mundo real). Y para lograrlo hay que responder a las preguntas del porqu y del para qu: Por qu cont Jess la parbola que se est estudiando? De qu estaba hablando? Qu la provoc?Qu preguntas o cules crticas le lanzaron? Hay que prestar atencin, adems, a los datos internos de la narracin que puedan arrojar luz. Porque la parbola no se dice porque s. Con frecuencia, la informacin que pedimos est dada en el contexto del relato. A veces, explcitamente. En otras ocasiones, de manera implcita. Y hay casos en los que no aparece del todo. En estos, lo que corresponde es analizar las posibles relaciones con el contexto literario inmediato, para desentraar el significado. Aqu juega un papel importante la manera como se resuelve la trama en la misma narracin. A veces, el final es claro, segn la misma historia. En otras ocasiones, hay muchas preguntas que quedan pendientes. En el caso de la parbola de los talentos (Mt 25.14-30), es claro, a pesar del dicho enigmtico sobre los que tienen y los que no tienen (v. 29). Sucede lo mismo con la parbola de la dracma perdida. Pero en otros casos, no. La parbola del hijo prdigo deja unas cuantas preguntas sin responder. Hasta podra decirse que le falta el final. En todo caso, siempre queda un ltimo elemento, tambin indispensable: el desafo que la parbola le presenta al oyente. Al igual que lo que acabamos de decir, tal desafo a veces es manifiesto, y el Seor lo aade al relato mismo, invitando a los oyentes a

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    completarlo: Cul de ellos le amar ms? (Lc 7.42); Pues ve y haz t lo mismo (Lc 10.37). Pero hay ocasiones en que no es necesario decir nada ms: Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley quisieron arrestar a Jess en aquel mismo momento, porque comprendieron que al decir esta parbola se refera a ellos (Lc 20.19. La parbola va desde el v. 9 hasta el 15.)

    7. El salto

    Y queda una tarea todava por realizar: responder a la pregunta acerca del significado de esa palabra para la comunidad cristiana y para quienes no son parte de ella en el mundo en el que vivimos actualmente. El salto de un texto y una forma literaria del siglo 1 hasta el mundo del siglo 21 es la verdadera culminacin del trabajo hermenutico: Qu nos ensea a nosotros las parbolas que encontramos en los evangelios? Para responder a esta pregunta hay que repetir el proceso, pero tratando de entender el mundo de nuestros tiempos para buscar luego los puntos de contacto con el mundo real de la parbola. Apunte final Hemos utilizado muy poco la palabra enseanza y nunca con el significado de la enseanza de las parbolas (o de una parbola en particular). La hemos rehuido a propsito, no porque sea errnea, sino para no dejar la impresin que a nuestro entender sera falsa de que Jess ense verdades abstractas, dogmas o doctrinas, por medio de las parbolas. El conjunto de las parbolas no constituye un tratado de dogmtica. Ms que con el mundo de las abstracciones teolgicas, las parbolas tienen que ver con el mundo de los seres humanos y su entramado de relaciones. tem ms: la parbola no es meramente un atractivo recurso metodolgico. Su verdadero sentido est en el hecho de que en ella se unen indisolublemente la palabra (es decir, el hecho literario de la parbola como relato) y la accin (o sea, el contenido mismo de ese relato que siempre incluye alguna actividad, pues es una historia). De esta manera, la parbola refleja dramticamente el ministerio de nuestro Seor en su propia naturaleza, y en ella se vinculan dos realidades: la de la Palabra que es Jess y la de la palabra que l pronuncia. Indicbamos que las parbolas ataen a los seres humanos y al complejo de relaciones del que estos estn constituidos. Primersima entre esas relaciones est la relacin con Dios. Y como el segundo mandamiento es semejante al primero, le sigue la que tiene que ver con el prjimo, porque en el amor se cumple perfectamente la ley (Ro 13.10). Incluye tambin la relacin con la naturaleza, animales y plantas por igual, y con la tierra misma. No poda ser menos, ya que las parbolas del evangelio se nos dan en una sociedad agrcola y ganadera, en la que no faltan, por supuesto, comerciantes y prestamistas. Cmo ha de ser ese conjunto de relaciones y todas las exigencias y oportunidades que ellas representan? Lo sealan las parbolas. Por eso, gran nmero de ellas se refiere al reinado (reino) de Dios. No son simples historias moralizantes. Son relatos que hablan de la irrupcin de Dios en todos los estratos de la vida humana, personal y social. De ah que no debe resultarnos extrao que las parbolas hayan tenido diferentes auditorios. Unas iban dirigidas principalmente a una sola persona (el buen samaritano: Lc 10.29-30;

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    los dos deudores: Lc. 7.40). Otras, a grupos de personas muy diversos, como el de los jefes de los sacerdotes y los ancianos (los labradores malvados: Mt 21.23 y 33), el de fariseos y maestros de la ley (Lc 15.2-3) o el de los discpulos del propio Jess (la oveja perdida: Mt 18.1, 12). Tambin tenemos parbolas dirigidas a la multitud, a mucha gente (el sembrador: Lc 8.4). Todos estn dentro del campo de influencia de la parbolas, pues a todos van dirigidas. Bibliografa Nota: En esta bibliografa hemos incluido solo libros en castellano, con la nica

    excepcin de tres obras de consulta, cuyos artculos sobre el tema de las parbolas son muy valiosos.

    1. Versiones de la Biblia mencionadas 1994 La Biblia de estudio Dios habla hoy 1960 Reina-Valera, revisin de 1960 1995 Reina-Valera, revisin de 1995 1999 Nueva versin internacional 1953 Versin Hispanoamericana (solo Nuevo Testamento) 1998 Nueva Biblia de Jerusaln 19926 El libro del pueblo de Dios 1992 La Biblia (Madrid: La Casa de la Biblia) 19587 Petisco-Torres Amat 1969 Straubinger [Original, al parecer, de 1950. Usamos la edicin de 1975] 197634 Ncar-Colunga 19792 Cantera-Iglesias 19972 Biblia del peregrino 19944 Versin de los profesores de la Facultad de teologa de la Universidad de

    Navarra 2000 Biblia en lenguaje sencillo (Nuevo Testamento y Salmos) 1973 La Bible (traduccin de E. Osty) 1997 (traduccin al griego moderno) 2. Libros de consulta Balz, Horst y Gerhard Schneider, editores 1998 Diccionario exegtico del Nuevo Testamento. Salamanca: Sgueme.

    [Original alemn de 1992] Dez Macho, Alejandro y Sebastin Bartina, directores 19692 Enciclopedia de la Biblia. Barcelona: Ediciones Garriga, S.A Evans, Craig A. y Stanley E. Porter, editores 2000 Dictionary of New Testament Background. Downers Grove: InterVarsity Green, Joel B. y Scot McKnight, editors 1992 Dictionary of Jesus and the Gospels. Downers Grove: InterVarsity Kittel, Gerhard y Gerhard Friedrich, editores 1967 Theological Dictionary of the New Testament. Grand Rapids: Wm. B.

    Eerdmans Publishing Company Martnez Amador, Emilio

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    1954 Diccionario Gramatical. Barcelona: Editorial Ramn Sopena, S.A. Real Academia Espaola de la Lengua 200121 Diccionario de la Real Academia 3. Libros sobre las parbolas

    Contreras Molina, Francisco 1999 Un padre tena dos hijos. Lucas 15.11-32. Estella: Editorial Verbo Divino Cruz, Antonio 1998 Parbolas de Jess en el mundo postmoderno. Terrassa: Editorial CLIE Cuervo, Marina y Jess Diguez 1989 Al calor de las parbolas. Madrid: PPC-Acanto de Chalendar, Xavier 1967 Parbolas. Zaragoza: Editorial Hechos y dichos de la Maisonneuve, Dominique

    1985 Parbolas rabnicas. Coleccin Documentos en torno a la Biblia, N 12. Estela: Editorial Verbo Divino

    de Llanos, Jos Mara 1971 Nuestra actualidad en 65 parbolas. Bilbao: Descle de Brower de Viayo, Fr. Cdido 1949 El libro de las parbolas. Madrid: Ediciones Stvdivm de cultura Diguez, Jess y Marina Cuervo 1989 Al calor de las parbolas. Madrid: PPC-Acanto Donahue, John R 1997 El evangelio como parbola. Metfora, narrativa y teologa en los

    evangelios sinpticos. Bilbao: Ediciones Mensajero [S.d. del original en ingls]

    Garca-Lomas, Santiago 1995 Escuchad esta palabra. Parbolas para trabajar en grupo. Madrid: San

    Pablo Guerra, Eduardo

    1999 La parbola del buen samaritano. Un ensayo de los conceptos de santidad y compasin. Terrassa: Editorial CLIE

    Jeremias, Joachim 1970 Las parbolas de Jess. Estella: Editorial Verbo Divino. [Original en

    alemn de1965] Martini, Card. Carlos Mara 1986 Por qu Jess hablaba en Parbolas? Bogot: Ediciones Paulinas McQuilkin, Robert 1964 Explcanos.... San Jos: Editorial Caribe. [Original en ingls de 1929] Sider, John W. 1997 Interpretar las parbolas. Gua hermenutica de su significado. Madrid:

    San Pablo [Original en ingls de 1995] Torres, Virginia 1996 Ensear en parbolas. Actualidad pedaggica y didctica de un estilo sin

    tiempo. Cuadernos de Teologa Deusto, N 6. Bilbao: Universidad de Deusto

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    Trench, Richard Chenevix 1987 Notas sobre las parbolas de nuestro Seor. Grand Rapids: TELL

    [Original en ingls de 1948]