Bourdieu

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS SOCIOLOGÍA DE LA FAMILIA, LA NIÑEZ Y EL GÉNERO. NOMBRE: Lenin Uriarte Proceso de mortificación del “yo” masculino por el despojo del cabello Durante varios años se ha generado el debate acerca de porqué se perpetúa la dominación de los hombres sobre las mujeres, y como esta a la vez puede ser transferida a los hij@s, y es en base a esta polémica de la cual uno de sus principales incitadores fue Bourdieu, que se pone de manifiesto las estructuras que permiten la construcción de las instituciones, las cuales a la vez reivindican la dominación masculina. Es importante tomar en cuenta que todo proceso de construcción está basado en los otros, y es aquí donde los hijos son codificados como seres institucionalizados, y que a la vez deben repetir el mismo proceso en sus descendientes. Pero a su vez todo este discurso parte desde la genitalidad, o sea lo biológico, lo que conlleva una clara diferenciación de los roles dentro de la sociedad, y se puede ver reflejada en la organización simbólica del mundo. 1

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADORFACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

SOCIOLOGÍA DE LA FAMILIA, LA NIÑEZ Y EL GÉNERO.

NOMBRE: Lenin Uriarte

Proceso de mortificación del “yo” masculino por el despojo del cabello

Durante varios años se ha generado el debate acerca de porqué se perpetúa la

dominación de los hombres sobre las mujeres, y como esta a la vez puede ser

transferida a los hij@s, y es en base a esta polémica de la cual uno de sus

principales incitadores fue Bourdieu, que se pone de manifiesto las estructuras

que permiten la construcción de las instituciones, las cuales a la vez reivindican la

dominación masculina.

Es importante tomar en cuenta que todo proceso de construcción está basado en

los otros, y es aquí donde los hijos son codificados como seres institucionalizados,

y que a la vez deben repetir el mismo proceso en sus descendientes. Pero a su

vez todo este discurso parte desde la genitalidad, o sea lo biológico, lo que

conlleva una clara diferenciación de los roles dentro de la sociedad, y se puede

ver reflejada en la organización simbólica del mundo.

En si el objetivo del presente trabajo busca desentrañar la dominación masculina

tras un estereotipo de “macho”, “hombresito”, que se ve sometido a las

especificidades de la institución familiar, la cual construye la identidad de los

individuos, y los roles que estos desempeñaran dentro del grupo cultural.

Es a partir de la reflexión sobre este sometimiento que es ratificado por hombres y

mujeres como entes actuantes de la sociedad, que he denominado al trabajo

mortificación de “yo” masculino por el despojo del cabello, ya que por medio de la

explicación de este proceso podré dilucidar la dominación masculina sobre las

mujeres, las cuales son las principales reproductoras de este capital simbólico

(dominación masculina), y de las cuales ellas mismas han sido críticas.

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Para el correcto desenvolvimiento del tema es necesario poner en claro varios

puntos que ayudarán a la comprensión y posterior reflexión del mismo, así como

servirán para la comparación entre el texto “La Dominación Masculina” de

Bourdieu, y un evento tan común entre los individuos, que se lo practica desde su

infancia, hasta su vejez, que es el despojo del cabello, y como este puede ayudar

a construir identidades y distribuir roles dentro de la familia.

Es preciso aclarar que toda esta carga simbólica se la abstrae del falo (mal

entendido como pene), por lo tanto se le atribuye las características de: erecto,

arriba, alto, etc, mientras que como opuesto a las vagina se le atribuye: hueco,

abajo, húmedo, etc. (Bourdieu 1998: 22-23). Cuando esta diferenciación entre

masculino – femenino, pene – vagina trasciende a la estructura se naturaliza el

orden de las cosas, y a la vez se genera una naturalización de los roles, se puede

deducir que la diferencia se vuelve natural, y que la dominación se inscribe en

base al pene y a la vagina.

Para adentrarnos un poco más en el tema partiremos recordando que toda

colectividad tiene un modelo a seguir, el cual es socializado a través de las

instituciones, y al cual todos los individuos serán incitados a cumplir para

mantener los ideales y el orden, caso contrario los individuos serán sancionados.

Por ello en el presente caso de estudio se puede observar partiendo con un

supuesto caso de una familia monogámica, constituida por un matrimonio

heterosexual, que desde el conocimiento del sexo del individuo, los padres

comienzan a darle atribuciones y roles, incluso antes de la concepción del niñ@,

ya se los va encausando en un ideal, en una identidad simbólica, a la cual deben

responder, caso contrario serán de una u otra forma sancionados. Ya concebido el

ente social, los padres incluso designan colores, vestimenta, indumentaria, que

ratificaran la dominación masculina, y de la cual la mujer es la principal encargada

de reproducir, pues así el nuevo ser, ya sea niño, o niña tiene su primer rito de

separación, el cual es en cargado de instaurar al niño o niña en un status, y es la

diferenciación en el cabello por medio de las vinchas, que son de uso “exclusivo”

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de las niñas, o para verse más sensuales, o atractivas y el cabello sin vinchas

para los hombres, para ser más varoncitos, más machos, lo que los clasifica. Pero

esto es un pequeño rito de separación, al parecer el más significativo vendría a ser

aquel, que con el pasar del tiempo diferencia a un niño de una niña, y es el

tamaño del cabello, pues es necesario diferenciar al uno del otro (masculino –

femenino), y por ello, las niñas mantendrán el cabello largo, y los niños tendrán el

cabello corto, pero para que este ritual de separación cumpla su función, se lo

tiene que hacer frente a una colectividad que lo instaura y lo reconoce como un

ser diferente al no iniciado, al igual que al uno del otro (Bourdieu 1998:39-40), por

ello tras el corte de cabello las frases típicas de los familiares cercanos son: “ahora

sí parece hombrecito”, “guapo ha sido cortadito el pelo”, lo que ya nos da también

una pauta de estética en referencia a aquel que no se corta el cabello, y en casos

extremos: “los machos tienen el cabello bien corto”, lo que hace referencia de igual

forma a la virilidad del hombre con cabello largo, con todo esto lo que se puede

ratificar es que: "No son más que arcilla o polvo, pura materia, cuya forma es

moldeada por la sociedad" (Turner, 1988:110)

Pero esto va más allá de la institución familiar, en el ámbito educativo, en la niñez,

en la adolescencia, incluso en la adultez se puede ver reflejada esta diferenciación

entre cabello para hombres y mujeres, y desde esta diferenciación es de donde

parte la violencia simbólica, que el niño, hombre con cabello largo no puede llegar

a cumplir el rol de honorable, ni su esposa debido a que la honorabilidad solo es

reconocida para la mujer a través del hombre, por ello los casos de admiración al

ver a una mujer casada con un hombre de cabello largo, que es muy cotidiano en

nuestra sociedad, así también una mujer con cabello corto para la sociedad o la

institución familiar, educativa, eclesiástica, no puede llegar a cumplir el rol de

sumisa , fiel, y peor de trasmisora de la identidad simbólica.

Como ya se planteó, el hombre con cabello largo “no responde” a estas normas, e

instituciones, ni a la dominación masculina de cierta manera, hasta que es

abordado por la sanción social, familiar, etc. En donde los primeros en sancionar

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son los padres, y en gran medida la madre, la cual es la encargada de cuidar la

honorabilidad de su esposo (la nobleza) en su hijo, e hija, a la vez que busca que

estos sean por un lado portadores de la honorabilidad de su padre, para el

hombre, así como la virilidad, lo macho, lo hombrecito, y mientras que para la

mujer, lo codiciado, lo sensual, y todo este papel que desempeña la madre le hace

estar dominada y ser reconocida como fiel, y abnegada, solo en base al honor del

hombre, su esposo, que socialmente es “bien visto” en una sociedad

androcentrista. En base a esto se puede ver claramente una violencia simbólica

que no es solo ratificada por el padre, sino que también y con mucho más ímpetu

podría decirse con la madre, y es en base a estos dos actores de la sociedad, que

lo femenino es violentado simbólicamente, logrando que sus hijos reproduzcan y

ratifiquen en la sociedad y sus familias estos tipos de violencia. .

Para concluir podemos analizar el papel que juega la mujer como signo fiduciario,

y es en este caso planteado que juega el papel más importante debido a que es

ella la encargada de transmitir el capital simbólico, es la encargada de defenderlo,

de hacerlo cumplir, y de rendir cuentas al dominador, en este caso su esposo,

pero para esto tenemos que recordar que estas mujeres deben ser aquellas que

puedan y deban manejar una moral correcta en base a la dominación masculina,

por ejemplo debe ser pura, abnegada, fiel, y que puedan ser sometidas a la

violencia simbólica, de las cuales ellas misma son parte y la reproducen, en fin la

mujer es observada como un objeto intercambiable, el cual es la base fundamental

de la reproducción biológica y social, pues es la encargada de engendrar hijos

varones que transmitan la honorabilidad del padre, por ejemplo el apellido en el

caso ecuatoriano, o los patrones de comportamiento, o en este caso el patrón

estético del cabello, si es largo o corto, etc; y engendradora de mujeres que

permitirán la reproducción y el aumento del capital simbólico, así como la

reafirmación de la dominación masculina.

En conclusión puedo decir que en base al caso estudiado o analizado se puede

observar una gran crítica por parte de los movimientos feministas radicales, donde

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se piensa que la lucha es entre hombres y mujeres, en la cual se piensa que el

hombre es el único confabulador en contra de las mujeres, con intenciones de

someterlas a su voluntad, pero es por medio de Bourdieu que se puede ver un

amplio horizonte donde que las victimas terminan siendo sus propias victimarias,

pues ellas son las que han colaborado hombro con hombro a la construcción de

esta sociedad, la cual sigue ratificando por medio de mujeres y hombres la

violencia simbólica, y la dominación masculina. El caso estudiado demuestra de

cierta manera como los seres humanos estamos sujetos a estereotipos, la

coerción social, patrones, o a la violencia simbólica que no nos ha permitido nunca

una construcción individualizada, sino que respondemos a un grupo y sus normas,

que en la manera talvez más simple como la forma del cabello y el despojo de

éste refleja todo un acto violento, para la supremacía de estas “mortificaciones”,

de dicha violencia, que cada vez se va arraigando más en nuestra vida cotidiana y

que al final parece tan natural que la llamamos vida.

Bibliografía

Bourdieu, Pierre. (2000). La dominación masculina. España: Editorial

Anagrama.

Turner, Victor. (1988), El proceso ritual, Madrid, Taurus.

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