BOURDIEU, Pierre, La Fotografia

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  • La fotografa: un arte intermedio*

    Pierre Bourdieu

    Introduccin

    Pueden y deben la prctica de la fotografa y la significacin de la imagen fotogrfica proporcionarmaterial para la sociologa? La reflexin weberiana ha consagrado la idea de que el valor de un objeto deinvestigacin depende de los intereses del investigador. Ese relativismo desencantador deja subsistir almenos la ilusin de que hay un encuentro selectivo entre el investigador y su objeto. De hecho, las tcnicasms rudimentarias de la sociologa del conocimiento haran ver que existe, en cada sociedad, a cadamomento, una jerarqua de objetos de estudio considerados legtimos. Heredera de una tradicin de filosofapoltica y de accin social, debe abandonar la sociologa a otras ciencias el proyecto antropolgico? y,tomando por objeto exclusivo el estudio de las condiciones ms generales y abstractas de la experiencia y dela accin, puede sumir en el orden de lo insignificante a las conductas que no proponen la evidenciainmediata de su importancia histrica?

    Pero no basta hacer la sociologa de la sociologa para explicar que bajo grandes ambiciones disimulademasiado frecuentemente un inmenso renunciamiento. Es sin duda la misma intencin fundamental queaparece cuando la ciencia proscribe ciertos objetos considerados como insignificantes y excluye, con elpretexto de la objetividad, la experiencia de aquellos que la hacen y de aquellos que son su objeto.

    Es demasiado fcil desacreditar todos los esfuerzos por reintroducir la experiencia de los agentes en unadescripcin objetiva, identificando esta exigencia metodolgica con las peticiones de principio que algunosdefensores de los derechos sagrados de la subjetividad oponen a las ciencias sociales, sin ver que stasdeben a la decisin de tratar los hechos sociales como cosas, sus progresos ms decisivos.

    Por otra parte, es demasiado tentador recusar la idea de la antropologa total porque esta idea reguladora estcondenada a aparecer como un ideal inaccesible: el punto recula, en efecto, indefinidamente; ese punto apartir del cual el socilogo podra abrazar, en la unidad de una aprehensin total, las relaciones objetivasque slo puede captar al precio de una construccin abstracta, y la experiencia en la que esas relacionesarraigan y cobran significado.

    El intuicionismo subjetivista que pretende buscar el sentido de la inmediatez de lo vivido, no merecera quenos detuviramos un solo instante en l, si no sirviera de coartada al objetivismo que se limita a establecerrelaciones regulares y a experimentar su significacin estadstica, sin descifrar en ellas la significacin, yque sigue siendo un nominalismo abstracto y formal en la medida en que no aparece como un momentonecesario sino prescindible del trabajo cientfico. Si es cierto que ese subterfugio, tanto por medio delestablecimiento de regularidades estadsticas como por la formalizacin, es el precio que hay que pagar pararomper con la familiaridad ingenua y con las ilusiones de la comprensin inmediata, sera negar de lavocacin propiamente antropolgica, como esfuerzo para reconquistar las significaciones reificadas, elreificar las significaciones, apenas reconquistadas, en la opacidad de la abstraccin.

    La sociologa supone, por su existencia misma, la superacin de la oposicin ficticia que subjetivistas yobjetivistas hacen surgir arbitrariamente. Si la sociologa como ciencia objetiva es posible, es porque existenrelaciones exteriores, necesarias, independientes de las voluntades individuales y, si se quiere, inconscientes(en el sentido de que no se entregan a la simple reflexin) que slo pueden ser captadas por medio delsubterfugio de la observacin y la experimentacin objetivas; dicho de otro modo, puesto que los sujetos noguardan toda la significacin de sus comportamientos como dato inmediato de la conciencia y que susconductas encierran siempre ms sentido que el que puedan saber y querer, es que la sociologa no puede

    *Introduccin del texto Un art moyen. Essai sur les usages sociaux de la photographie, Paris, Les Editions de Minuit,1965. Edicin en espaol, La fotografa: un arte intermedio, Trad. Tununa Mercado, Mxico, Nueva Imagen, 1979,pp. 15-26.

  • ser una ciencia puramente reflexiva que accede a la certidumbre absoluta slo por el retorno sobre laexperiencia subjetiva y que puede ser, al mismo tiempo, una ciencia objetiva de lo objetivo (y de losubjetivo), es decir una ciencia experimental, siendo la experiencia, como dice Claude Bernard, la nicamediacin entre lo objetivo y lo subjetivo.1

    El experimentador que se encuentra frente a fenmenos naturales contina Claude Bernard se parece aun espectador que observa escenas mudas. De alguna manera es el juez de instruccin de la naturaleza; sloque, en lugar de tener que ver con hombres que tratan de engaarlo por medio de confesiones mentirosas ode falsos testimonios, tiene que ocuparse de fenmenos naturales que son para l personajes cuyo lenguaje ycostumbres ni siquiera conoce y que vive en circunstancias que le son desconocidas, pero cuyas intencionesquiere sin embargo conocer. Para ello emplea todos los medios que estn en su poder. Observa sus acciones,su marcha, sus manifestaciones y trata de discernir en todo ello la causa, mediante tentativas diversasllamadas experiencias. Emplea todos los artificios imaginables y, como se dice vulgarmente, hace dementira verdad y presta a la naturaleza sus propias ideas. Hace suposiciones sobre la causa de los actos quese producen en l y, para saber si la hiptesis que sirve de base a su interpretacin es justa, se las arreglapara hacer aparecer hechos que, lgicamente, podran ser la confirmacin o la negacin de la idea que haconcebido.2

    Esta descripcin de los pasos que sigue el experimentador situado frente al mundo natural como el etnlogofrente a una sociedad cuya cultura ignora, vale en sus grandes lneas, para la investigacin sociolgica. Yasea que se esfuerce por captar intenciones (en el sentido mismo de Claude Bernard, es decir, intencionesobjetivas) mediante indicadores objetivos, o bien que, haciendo de mentira verdad, trate de obtener, a travsde preguntas indirectas, la respuesta a los interrogantes que se plantea y que los sujetos llevados aengaarse ms que a engaar pueden contestar nicamente sin saberlo y de manera indirecta, o tambin,que descifre la significacin encerrada en las regularidades que le ofrece la estadstica en estado bruto, elsocilogo trabaja para recuperar un sentido objetivado, producto de la objetivacin de la subjetividad, queno se ofrece nunca inmediatamente, ni a los que estn comprometidos con la prctica ni a quien los observadesde afuera.

    Pero, a diferencia de la ciencia de la naturaleza, una antropologa total no puede limitarse a una construccinde relaciones objetivas porque la experiencia de las significaciones forma parte de la significacin total de laexperiencia: la sociologa menos sospechosa de subjetivismo recurre a conceptos intermediarios ymediadores entre lo subjetivo y lo objetivo, tales como alienacin, actitud o ethos. Le corresponde, enefecto, construir el sistema de relaciones que engloba y el sentido objetivo de las conductas organizadas,segn las regularidades mensurables y las relaciones singulares que mantienen los sujetos con lascondiciones objetivas de su existencia y con el sentido objetivo de sus conductas, sentido que los posee, enla medida en que estn desposedos de l.

    En otras palabras, la descripcin de la subjetividad objetivada remite a la de la interiorizacin de laobjetividad. Los tres momentos del proceso cientfico son, por lo tanto, inseparables: lo vivido inmediato,captado a travs de expresiones que velan el sentido objetivo al mismo tiempo que lo develan, remite alanlisis de las significaciones objetivas y de las condiciones sociales de posibilidad de esas significaciones,anlisis que apela a la construccin de la relacin entre los agentes y la significacin objetiva de susconductas.

    Basta un ejemplo para convencer de que no se trata de peticiones de principio, sino de una exigenciametodolgica que se funda en la teora. La estadstica establece objetivamente el sistema de probabilidadesligadas en forma objetiva a la pertenencia a una categora social dada, ya se trate de las probabilidades deacceder a un empleo permanente para un subproletariado argelino desprovisto de calificacin y deinstruccin, o de las de entrar a la facultad de derecho o de medicina para una hija de obreros. Semejanteestadstica ser abstracta e irreal mientras se ignore hasta qu punto esa verdad objetiva (jams aprehendidadirectamente como tal) se actualiza en la prctica de los sujetos: aun cuando a primera vista elcomportamiento y el discurso parecen desmentir el futuro objetivamente inscrito en las condicionesobjetivas, ambos no revelan toda su significacin hasta que no se percibe que implican la referencia prcticade ese futuro.

    1 Claude Bernard, Introduction la mdicine experimentale, captulo II, pg. 52. Edicin en espaol, Introduccin a lamedicina experimental, Mxico, UNAM, 1960.

    2 Claude Bernard, ibidem.

  • De tal modo, los subproletariados pueden forjarse esperanzas mgicas y fantsticas que no contradicen sinoaparentemente la verdad objetiva de su condicin, puesto que caracterizan la visin del futuro propio dequienes no tienen futuro objetivo; de la misma manera, la hija de obreros o campesinos, de quien laestadstica muestra que ha tenido que pagar con su relegamiento a la facultad de letras, su acceso a laenseanza superior, puede vivir sus estudios como el cumplimiento de una vocacin plenamente positiva,aunque sus prcticas traicionen, sobre todo en su modalidad, una referencia prctica a la verdad objetiva desu condicin y de su futuro.3 Las costumbres de clase no son sino esa experiencia (en su sentido ms comn)que permite percibir inmediatamente tal esperanza o ambicin como razonable o insensata, tal bien deconsumo como accesible o inaccesible, tal conducta como conveniente o inconveniente. En una palabra, unaantropologa total debe culminar en el anlisis del proceso segn el cual la objetividad arraiga en y por laexperiencia subjetiva: debe superar, englobndolo, el momento del objetivismo, y fundarlo en una teora dela exteriorizacin de la interioridad y de la interiorizacin de la exterioridad.

    Las cosas suceden entonces como si el alcance oscuro de las condiciones objetivas se extendiera siempresobre la conciencia: la referencia infraconsciente a los determinismos objetivos forma parte de aqullos quegravitan sobre la prctica y que siempre deben una parte importante de su eficacia a la complicidad de lasubjetividad marcada por su sello y determinada por su dominio. De tal modo, la ciencia de las regularidadesobjetivas todava sigue siendo abstracta en la medida en que no engloba a la ciencia del proceso deinteriorizacin de la objetividad que conduce a la constitucin de esos sistemas de disposicionesinconscientes y durables que son las costumbres y el ethos de clase; en la medida en que no se trabaja paraestablecer de qu manera las mil pequeas percepciones cotidianas y de las sanciones convergentes yrepetidas del universo econmico y social constituyen insensiblemente, desde la infancia y a lo largo de todala vida, mediante llamados incesantes, ese inconsciente que se define paradjicamente como referenciaprctica a las condiciones objetivas.

    Ya es tiempo de que las ciencias del hombre dejen a la filosofa la alternativa ficticia entre un subjetivismoobstinado en buscar el sitio del surgimiento puro de una accin creadora irreductible a los determinismosestructurales y un panestructuralismo objetivista que pretende engendrar directamente las estructuras apartir de ellas, mediante una especie de partenognesis terica, y que nunca traduce mejor su verdad quecuando se transforma en un idealismo de las leyes generales de la ideologa, ocultando, bajo la exterioridadde una terminologa materialista, el rechazo a relacionar las expresiones simblicas con las condicionessociales de su produccin. El momento del objetivismo metdico, momento inevitable pero todavaabstracto, exige su propia superacin: sacrificar a la construccin de relaciones objetivas la construccin deconexiones entre los agentes y esas relaciones objetivas, o ignorar la cuestin de la relacin entre esos dostipos de conexiones, es consagrarse al realismo de la estructura el cual, ocupando el lugar conquistadocontra el realismo del elemento, hipostasia los sistemas de relaciones objetivas en totalidades ya construidasfuera de la historia del individuo y del grupo. Recordar que las relaciones objetivas slo existen y se realizanrealmente en y por ese producto de la interiorizacin de las condiciones objetivas que es ese sistema dedisposiciones, no quiere decir que se caiga de nuevo en las ingenuidades de un subjetivismo o de unpersonalismo. Entre el sistema de las regularidades objetivas y el de las conductas directamenteobservables siempre se interpone una mediacin que no es otra cosa que las costumbres, sitio geomtrico delos determinismos y de una determinacin, de las probabilidades calculables y de las esperanzas vividas, delfuturo objetivo y del proyecto subjetivo. De tal manera, los hbitos de clase, entendidos como sistema dedisposiciones orgnicas o mentales y de esquemas inconscientes de pensamiento, de percepcin y de accin,es lo que hace que los agentes puedan engendrar, con la ilusin bien fundada de la creacin de una novedadimprevisible y de la improvisacin libre, todos los pensamientos, las percepciones y las acciones conformesa las regularidades objetivas, puesto que l mismo ha sido engendrado en y por las condicionesobjetivamente definidas por esas regularidades. Solamente una representacin mecanicista de las conexionesentre las relaciones objetivas y los agentes que stas determinan pueden hacer olvidar que el hbito,producto de los condicionamientos, es la condicin de produccin de pensamientos, percepciones y accionesque no son ellas mismas producto directo de los condicionamientos, aunque no sean inteligibles una vezproducidas, sino a partir del conocimiento de aqullos o, mejor dicho, del principio productor que stos

    3 Las mismas exigencias metodolgicas se imponen al etnlogo quien, so pena de abstraccin, slo debe ver en lareconstruccin del sistema de modelos un momento de la investigacin y debe describir la relacin que une ese sistemacon el sistema de actitudes. No es ste el sitio para mostrar en qu forma las oposiciones lgicas que organizan unsistema mtico-ritual arraigan a las actitudes (particularmente en las actitudes respecto del tiempo) y hasta en el exiscorporal.

  • han realizado. En una palabra, en tanto principio de una praxis estructurada pero no estructural, lacostumbre, interiorizacin de la exterioridad, encierra la razn de toda objetivacin de la subjetividad.

    Podra decirse de la fotografa lo que Hegel deca de la filosofa: Ningn otro arte, ninguna otra ciencia,est expuesto a ese supremo grado de desprecio segn el cual cada uno cree poseerlo enseguida.4 Adiferencia de actividades culturales ms exigentes, como el dibujo, la pintura o la prctica de un instrumentomusical, a diferencia incluso de la frecuentacin de museos o de la asistencia a conciertos, la fotografa nosupone ni la cultura transmitida por la escuela, ni por los aprendizajes y el oficioque confieren su precio alos consumos y a las prcticas culturales corrientemente consideradas como las ms nobles, prohibidas a unrecin llegado.5

    Nada se opone ms directamente a la imagen corriente de la creacin artstica que la actividad del fotgrafoaficionado, quien a menudo exige a la cmara fotogrfica hacer en su lugar el mayor nmero posible deoperaciones, identificando el grado de perfeccin del aparato que utiliza con su grado de automatismo.6 Sinembargo, aun cuando la produccin de la imagen sea enteramente adjudicada al automatismo de la mquina,la toma sigue siendo una eleccin que involucra valores estticos y ticos: si, de manera abstracta, lanaturaleza y los progresos de la tcnica fotogrfica hacen que todas las cosas sean objetivamentefotografiables, de hecho, en la infinidad terica de las fotografas tcnicamente posibles, cada gruposelecciona una gama finita y definida de sujetos, gneros y composiciones. El artista dice Nietzscheelige sus sujetos: sa es su manera de alabar.7 Puesto que es una eleccin que alaba, y que su intencin esfijar, es decir solemnizar y eternizar, la fotografa no puede quedar entregada a los azares de la fantasaindividual y, por la mediacin del ethos interiorizacin de regularidades objetivas y corrientes el gruposubordina esta prctica a la regla colectiva, de modo que la fotografa ms insignificante expresa, adems delas intenciones explcitas de quien la ha tomado, el sistema de los esquemas de percepcin, de pensamientoy de apreciacin comn a todo un grupo.

    Para decirlo de otro modo, al rea de lo que para una clase social dada se propone como realmentefotografiable (es decir, el contingente de fotografas factibles o a ser tomadas, por oposicin al universode realidades que son objetivamente fotografiables teniendo en cuenta las posibilidades tcnicas de lacmara) se define por los modelos implcitos que se dejan captar a travs de la prctica fotogrfica y suproducto porque determinan objetivamente el sentido que confiere un grupo al acto fotogrfico comopromocin ontolgica de un objeto percibido como digno de ser fotografiado, es decir, fijado, conservado,mostrado y admirado. Las normas que organizan la captacin fotogrfica del mundo, segn la oposicinentre lo fotografiable y lo no-fotografiable, son indisociables del sistema de valores implcitos propios deuna clase, de una profesin o de una capilla artstica, de la cual la esttica fotogrfica no es ms que unaspecto, aun cuando pretenda, desesperadamente, la autonoma. Comprender adecuadamente una fotografa,ya sea su autor un campesino corso, un pequeoburgus de Boloa o un profesional parisino, no essolamente recuperar las significaciones que proclama, es decir, en cierta medida, las intenciones explcitasde su autor; es, tambin, descifrar el excedente de significacin que traiciona, en la medida en que participade la simblica de una poca, de una clase o de un grupo artstico.

    Teniendo en cuenta que a diferencia de las actividades artsticas plenamente consagradas, como la pintura ola msica, la prctica fotogrfica es considerada como accesible a todos tanto desde el punto de vistatcnico como econmico y que quienes se entregan a ella no se sienten condicionados por un sistema denormas explcitas y codificadas, y definiendo la prctica legtima en su objeto, sus ocasiones y sumodalidad, el anlisis de la significacin subjetiva u objetiva de los objetos confieren a la fotografa

    4 F. Hegel, Principes de la philosophie du droit, s/d. Edicin en espaol, Principios de la filosofa del Derecho,Prlogo en Filosofa del Derecho, Mxico, UNAM, 1975.

    5 8 135 000 cmaras en funcionamiento, una por lo menos en la mitad de los hogares, 845 000 vendidas anualmente; lascifras sirven para mostrar la inmensa difusin que tiene la prctica fotogrfica debido a su accesibilidad.

    6 Los juicios sobre la fotografa encierran, por una parte, toda la filosofa popular respecto del objeto tcnico y, msprecisamente, del automtico y, por otra parte, verdaderas teoras estticas espontneas: por ejemplo, la negativa muyfrecuente a considerar la fotografa como un arte se inspira en una definicin sumaria de la cmara fotogrfica comoautmata, al mismo tiempo que en una representacin con una fuerte coloracin tica de la actividad artstica.

    7 F. Nietzsche, Le gai savoir, pg. 245. Edicin en Espaol, La gaya ciencia, en Obras Completas, Madrid, Aguilar,1962.

  • como prctica o como obra cultural, aparece como un medio privilegiado de aprehender en su expresin msautntica, las estticas (y las ticas) propias de los diferentes grupos o clases y, particularmente, la estticapopular que puede, excepcionalmente, ponerse de manifiesto en ella.

    En efecto, cuando todo hara esperar que esta actividad sin tradiciones y sin exigencias pudiera abandonarsea la anarqua de la improvisacin individual, resulta que nada tiene ms reglas y convenciones que laprctica fotogrfica y las fotografas de aficionados: las ocasiones de fotografiar, as como los objetos, loslugares y los personajes fotografiados o la composicin misma de las imgenes, todo parece obedecer acnones implcitos que se imponen muy generalmente y que los aficionados advertidos o los estetas percibencomo tales, pero solamente para denunciarlos como falta de gusto o de torpezas tcnicas. Si en esasfotografas congeladas, de poses, engoladas, afectadas, de acuerdo a las reglas de una etiqueta social quetoman los fotgrafos de fiestas de familia y de recuerdos de vacaciones, no se ha sabido reconocer esecuerpo de reglas implcitas o explcitas que definen las estticas, sin duda es porque se ha dejado ensuspenso una definicin demasiado restringida (y socialmente condicionada) de la legitimidad cultural. Lastareas ms triviales se hacen siempre cargo de acciones que no deben nada a la bsqueda pura y simple de laeficacia y las acciones ms directamente orientadas hacia fines prcticos pueden dar lugar a juicios estticos,en la medida en que la forma de lograr los fines perseguidos puede ser siempre objeto de una captacinespecifica: hay buenas maneras de arar o de podar un cerco, as como hay buenas soluciones matemticas obuenos ataques en el rugby. De tal modo, la mayor parte de la sociedad podra ser desterrada del universo dela cultura legtima, sin que se le excluyera del universo de la esttica.

    Aun cuando no obedezcan a la lgica especfica de una esttica autnoma, los juicios y los comportamientosestticos se organizan de una manera no menos sistemtica, pero a partir de un principio muy diferente, en lamedida en que la esttica no es sino una dimensin del sistema de valores implcitos, es decir, del ethos,correlativo a la pertenencia de una clase. Lo propio de las artes populares es que subordinan la actividadartstica a funciones socialmente fijadas, en tanto que la elaboracin de formas puras, consideradas por logeneral como las ms nobles, supone la desaparicin de todos los caracteres funcionales y de toda referenciaa fines prcticos o ticos. Los estetas que se esfuerzan por liberar a la prctica fotogrfica de las funcionessociales a las que la mayora las subordina principalmente el registro y el atesoramiento de recuerdos deobjetos, personas o acontecimientos socialmente calificados de importantes tratan de que la fotografasufra una transformacin anloga a la que se produjo en la danzas populares como la bourre o la sarabanda,alemana o corriente, cuando fueron integradas a la forma culta de la suite.8

    Una vez que se toma a la fotografa como objeto de estudio sociolgico, habra que establecer en primerlugar, en qu forma cada grupo o cada clase ordena y organiza la prctica individual confirindole funcionesque responden a sus intereses propios; pero no se puede tomar directamente como objeto a los individuossingulares y las relaciones que mantienen con la fotografa como prctica o como objeto de consumo, sinexponerse a caer en la abstraccin. Solamente la decisin metodolgica de estudiar primero a los gruposreales9 podra dejar percibir (o impedir que se olvidara) el hecho de que la significacin y la funcin que seatribuye a la fotografa estn directamente ligadas a la estructura del grupo, a su mayor o menordiferenciacin y, sobre todo, a su posicin en la estructura social. As, la relacin que mantiene encampesino con la fotografa, en ltima instancia, es slo un aspecto de la que tiene con la vida urbana,identificada a la vida moderna, y que se actualiza en la relacin vivida directamente con el habitante de laaldea y con el vacacionista: si al definir su actitud respecto de la fotografa pone en juego todos losvalores que definen al campesino cabal, es porque esa actividad urbana, patrimonio del burgus y delcitadino, est asociada a un arte de vivir que pone en cuestin el arte de vivir campesino, obligndolo aque se defina explcitamente.10

    Adems de los interese propios de cada clase, en las actitudes de los individuos respecto a la fotografa se

    8 A pesar de los esfuerzos por constituir una fotografa pura, provista de una esttica autnoma, a menudo caen en lacontradiccin porque el rechazo a admitir y a asumir la especificidad del acto fotogrfico, as como su accesibilidad,lleva a echar mano de obras estticas de artes consagradas, como la pintura.

    9 Durante el ao de 1960 se hicieron tres monografas referidas, una de ellas, a una aldea bearnesa, otra a los obreros dela fbrica Renault y, finalmente, la tercera, a dos clubes de fotografa de la regin de Lille. En los tres casos se recurrifundamentalmente a la observacin prolongada y a la entrevista libre.

    10 El porcentaje de quienes practican la fotografa va del 39% en las ciudades de menos 2000 habitantes, al 61% en lasciudades que van de 2000 a 5000 habitantes.

  • expresan tambin, indirectamente, las relaciones objetivas, oscuramente sentidas, entre la clase como tal ylas otras clases. As como el rechazar la prctica de la fotografa el campesino expresa la relacin quemantiene con el modo de vida urbano, en la que experimenta la particularidad de su condicin, del mismomodo, la significacin que los pequeoburgueses atribuyen a la prctica fotogrfica traduce o traiciona larelacin que tienen las clases medias con la cultura, es decir, con las clases superiores que poseen elprivilegio de las prcticas culturales consideradas como las ms nobles, y con las clases populares, de lasque quieren diferenciarse a cualquier precio manifestando, en las prcticas que les son accesibles, su buenavoluntad cultural. Es as que los miembros de los foto-clubs pretenden al mismo tiempo ennoblecerseculturalmente al querer ennoblecer a la fotografa, sustituto a su alcance y a su medida de las artes nobles, yrecuperar, en las disciplinas de la secta, ese cuerpo de reglas tcnicas y estticas de las que se privaronrechazando como vulgares a las que rigen a la prctica popular. La relacin que mantienen los individuoscon la actividad fotogrfica es esencialmente mediata, puesto que siempre encierra la referencia a la relacinque tienen los miembros de otras clases sociales como ella y, por eso mismo, con toda la estructura de lasrelaciones entre las clases.

    Tratar de superar las abstracciones de un objetivismo falsamente riguroso, al precio de un esfuerzo paravolver a captar los sistemas de relaciones que se ocultan detrs de las totalidades preconstruidas, es todo locontrario de sucumbir a las seducciones del intuicionismo que, al revelar las evidencias enceguecedoras dela falsa familiaridad no hace en este caso en particular sino transfigurar trivialidades de todos los dasacerca de la temporalidad, el erotismo y la muerte, en falsos anlisis de esencias. Puesto que la fotografa sepresta mal, al menos en apariencia, al estudio propiamente sociolgico, brinda la ocasin soada de hacer laprueba de que el socilogo dedicado a descifrar no otra cosa que el sentido comn puede ocuparse de laimagen sin convertirse en un visionario. Y a quienes esperan que la sociologa les procure visiones qupodramos responderles, sino lo que deca Max Weber: que vayan al cine?

    Versin electrnica a cargo de scar I. Martnez Gmez Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Ciencias Polticas y Sociales / Sociologa