Historia del Conocimiento Sociológico II Enrique Stel y Matias Benitez

Cátedra Aronson - Práctico Algranti 31/10/2014

Reseña

En este texto la autora retoma varios conceptos centrales de la obra de Bourdieu para, en primer lugar dar cuenta de la necesidad de pensar relacionalmente la forma en la que debe darse la construcción del objeto. Lo cual confiere un retorno reflexivo sobre los instrumentos de análisis (con un énfasis primigenio a la estadística), en el marco de la propuesta metodológica de Bourdieu (punto de vista del agente formando parte del hecho social y la objetivación del proceso de objetivación). En ese sentido remarca la importancia central de los conceptos de habitus y espacio social. No sólo eso sino que además da cuenta de que el valor de las prácticas (que varía según el agente que las realiza y su posición en la sociedad) se encuentra en el conjunto de las relaciones que determinan su sentido (y no en sí). Ese valor entonces debe ser aprehendido a través de la reconstrucción de las disposiciones que sustentan el conjunto de relaciones; para lo que la noción de campo se instrumentaliza. Es en él donde las disposiciones constitutivas del habitus se dan lugar; en el marco de una situación dinámica donde las fuerzas del campo se manifiestan en relación con ciertas disposiciones. Por lo que el estudio de las condiciones de medición que dan valor preciso a la intensidad de la relación tiene más importancia que la intensidad de la relación en sí misma.

A su vez el campo también es un mercado donde la situación dinámica fija un precio variable para las prácticas, cuya variación depende del estado total del campo. Estos precios dan cuenta de un valor clasificador que orienta la elección de las prácticas enmarcadas en la dinámica de las luchas sociales imperceptibles de la vida cotidiana; o sea en momentos dados del campo, del cual Bourdieu busca comprender su estructura y dinámica.

En consonancia con lo anterior Martínez da cuenta de la exposición de Cassirer respecto de la conceptualización en la ciencia moderna, efectuando en primer lugar críticas a la teoría tradicional que sostenía la inteligibilidad del concepto a partir de niveles de abstracción crecientes lo que genera en consecuencia una mayor pobreza de los conceptos generales y su alejamiento del mundo empírico. En este sentido la noción de sustancia continúa teniendo preeminencia lógica y ontológica, por lo que la categoría de relación permanece subordinada siendo todas estas exteriores a la sustancia. Esta conceptualización tradicional es superada por la ciencia moderna que requiere de la elaboración de una teoría general de las relaciones donde es el concepto general el más rico y los casos particulares son fases en un proceso general de variación. De aquí es que se le dé el sentido preciso a la ciencia como práctica científica ya que la misma está tendida hacia la unificación creciente de lo diverso. Por lo tanto la verdad de los conceptos viene de su capacidad para construir modelos de orden susceptibles de instaurar y garantizar el encadenamiento de las experiencias. En esta perspectiva el concepto de habitus se encuentra asociado a la constancia de cierta modalidad relacional; y no a un estado o accidente.

En tanto vinculada a un campo la noción de habitus deviene un concepto relacional, que sólo tiene valor en un espacio social que a su vez no puede ser construido como modelo de análisis ni vinculado al mundo histórico sin el habitus (que designa el nudo de relaciones que constituyen al agente). Correlativamente el concepto de capital señala que se tiene algo que da una cierta capacidad de influir en un campo determinado y en un momento dado, modificando las relaciones en el seno del campo. Entonces siendo el habitus “una relación objetiva entre dos objetividades” designa la relación entre ciertas prácticas y una situación presente del juego de relaciones actual en el espacio social.