Bradbury - El Dragón

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EL DRAGÓN La noche soplaba en el pasto escaso del páramo. No había ningún otro movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro. Ti emp o atrás, se hab ían desmoronado alg unos ped ruscos convir tin dos e en pol vo. !hora, s"lo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto,  junto a la hoguera solitaria# la oscuridad les latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes. Las luces del $uego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en los ojos como jirones anaranjados. %ada uno de los hombres espiaba la respiraci"n dbil y $ría y los parpadeos de lagarto del otro. !l $in, uno de ellos ati&" el $uego con la espada. '(No, idiota, nos delatarás) '(*u importa) 'dijo el otro hombre'. +l drag"n puede olernos a il"metros de distancia. Dios, hace $río. *uisiera estar en el castillo. '+s la muerte, no el sueño, lo -ue buscamos. . . '/or -u0 /or -u0 (+l drag"n nunca entra en el pueblo) '(%állate) Devora a los hombres -ue viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo vecino. '(*ue se los devore y -ue nos deje llegar a casa) '(+spera, escucha) Los dos hombres se -uedaron -uietos. !guardaron largo tiempo, pero s"lo sintieron el temblor nervioso de la piel de los caballos, como tamboriles de terciopelo negro -ue repicaban en las argollas de plata de los estribos, suavemente, suavemente. '!h. . . '+l segundo hombre suspir"'. *u tierra de pesadillas. Todo sucede a-uí. !lguien apaga el sol# es de noche. 1 entonces, y entonces, (oh, Dios, escucha) +ste drag" n dicen -ue tiene ojos de $uego , y un aliento de gas blan- uecino# se lo ve arder a travs de los páramos oscuros. %orre echando rayos y a&u$re, -uemando el pasto. Las ovejas, aterradas, enlo-uecen y mueren. Las mujeres dan a lu& criaturas monstruosas. La $uria del drag"n es tan inmensa -ue los muros de las torres se conmue ven y vuelven al  polvo. Las víctimas, a la salida del sol, aparecen dispersas a-uí y allá, sobre los cerros. %nt os cab al ler os, pr egunto yo , ha br án perse guido a este mo nstr uo y ha br án $racasado, como $racasaremos tambin nosotros0 '(2u$iciente te digo) '(3ás -ue su$iciente) !-uí, en esta desolaci"n, ni si-uiera s en -u año estamos.

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8/16/2019 Bradbury - El Dragón

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EL DRAGÓN

La noche soplaba en el pasto escaso del páramo. No había ningún otro movimiento.

Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no volaba ningún pájaro.

Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos convirtindose en polvo.!hora, s"lo la noche temblaba en el alma de los dos hombres, encorvados en el desierto,

 junto a la hoguera solitaria# la oscuridad les latía calladamente en las venas, les

golpeaba silenciosamente en las muñecas y en las sienes.

Las luces del $uego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban en

los ojos como jirones anaranjados. %ada uno de los hombres espiaba la respiraci"n dbil

y $ría y los parpadeos de lagarto del otro. !l $in, uno de ellos ati&" el $uego con la

espada.

'(No, idiota, nos delatarás)

'(*u importa) 'dijo el otro hombre'. +l drag"n puede olernos a il"metros de

distancia. Dios, hace $río. *uisiera estar en el castillo.

'+s la muerte, no el sueño, lo -ue buscamos. . .

'/or -u0 /or -u0 (+l drag"n nunca entra en el pueblo)

'(%állate) Devora a los hombres -ue viajan solos desde nuestro pueblo al pueblo

vecino.

'(*ue se los devore y -ue nos deje llegar a casa)

'(+spera, escucha)

Los dos hombres se -uedaron -uietos.

!guardaron largo tiempo, pero s"lo sintieron el temblor nervioso de la piel de los

caballos, como tamboriles de terciopelo negro -ue repicaban en las argollas de plata de

los estribos, suavemente, suavemente.

'!h. . . '+l segundo hombre suspir"'. *u tierra de pesadillas. Todo sucede a-uí.!lguien apaga el sol# es de noche. 1 entonces, y entonces, (oh, Dios, escucha) +ste

drag"n dicen -ue tiene ojos de $uego, y un aliento de gas blan-uecino# se lo ve arder a

travs de los páramos oscuros. %orre echando rayos y a&u$re, -uemando el pasto. Las

ovejas, aterradas, enlo-uecen y mueren. Las mujeres dan a lu& criaturas monstruosas. La

$uria del drag"n es tan inmensa -ue los muros de las torres se conmueven y vuelven al

 polvo. Las víctimas, a la salida del sol, aparecen dispersas a-uí y allá, sobre los cerros.

%uántos caballeros, pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán

$racasado, como $racasaremos tambin nosotros0

'(2u$iciente te digo)

'(3ás -ue su$iciente) !-uí, en esta desolaci"n, ni si-uiera s en -u año estamos.

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'Novecientos años despus de Navidad.

'No, no 'murmur" el segundo hombre con los ojos cerrados'. +n este páramo no hay

Tiempo, hay s"lo +ternidad. /ienso a veces -ue si volviramos atrás, el pueblo habría

desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían cambiadas, los

castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún en los bos-ues# no preguntes c"mo s# el páramo sabe y me lo dice. 1 a-uí estamos los dos, solos, en la

comarca del drag"n de $uego. (*u Dios nos ampare)

'(2i tienes miedo, ponte tu armadura)

'/ara -u0 +l drag"n sale de la nada# no sabemos d"nde vive. 2e desvanece en la

niebla# -uin sabe a d"nde va. !y, vistamos nuestra armadura, moriremos ataviados.

+n$undado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y volvi" la

cabe&a.

+n el e4tremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el cora&"n

mismo del páramo, sopl" una rá$aga arrastrando ese polvo de los relojes -ue usaban

 polvo para contar el tiempo. +n el cora&"n del viento nuevo había soles negros y un

mill"n de hojas carboni&adas, caídas de un árbol otoñal, más allá del hori&onte. +ra un

viento -ue $undía paisajes, modelaba los huesos como cera blanda, enturbiaba y

espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro. +l viento era mil almas

moribundas, siempre con$usas y en tránsito, una bruma en una niebla de la oscuridad# y

el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni hora, sino s"lo dos hombres en un

vacío sin rostro de heladas súbitas, tempestades y truenos blancos -ue se movían por 

detrás de un cristal verde5 el inmenso ventanal descendente, el relámpago. 6na rá$aga

de lluvia aneg" la hierba# todo se desvaneci" y no hubo más -ue un susurro sin aliento y

los dos hombres -ue aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo $río.

'3ira . . . 'murmur" el primer hombre'. 7h, mira, allá . . .

! il"metros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido, el drag"n.

Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos, en silencio. 6n

monstruoso ron-uido -uebr" la medianoche desierta, y el drag"n, rugiendo, se acerc", y

se acerc" todavía más. La deslumbrante mirada amarilla apareci" de pronto en lo alto de

un cerro, y en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano, impreciso, pas" por encima del cerro y se hundi" en un valle.

'(/ronto)

+spolearon las cabalgaduras hasta un claro.

'(/or a-uí pasa)

Los guanteletes empuñaron las lan&as y las viseras cayeron sobre los ojos de los

caballeros.

'(2eñor)

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'2í, invo-uemos su nombre.

+n ese instante, el drag"n rode" un cerro. +l monstruoso ojo ambarino se clav" en

los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos. 8ubo un

terrible alarido -uejumbroso, y un ímpetu demoledor, y la bestia prosigui" su carrera.

'(Dios misericordioso)

La lan&a golpe" bajo el ojo amarillo sin párpado, y el hombre vol" por el aire. +l

drag"n se le abalan&", lo derrib", lo aplast", y el hombre negro lan&" al otro jinete a

unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. 9imiendo, gimiendo

siempre, el drag"n pas", voci$erando, todo $uego alrededor y debajo5 un sol rosado,

amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.

':iste0 'grit" una vo&'. No te lo había dicho0

'(2í) (2í) (6n caballero con armadura) (Lo atropellamos)

':as a detenerte0

'3e detuve una ve&# no encontr nada. No me gusta detenerme en este páramo

$antasmal. 3e pone la carne de gallina.

'/ero atropellamos algo.

+l tren silb" un buen rato# el hombre no se movi".

6na rá$aga de humo dividi" la niebla.

'Llegaremos a 2toely a horario. 3ás carb"n, eh, ;red0

6n nuevo silbido, -ue desprendi" el rocío del cielo desierto. +l tren nocturno, de

$uego y $uria, entr" en un barranco, trep" por una ladera y se perdi" a lo lejos sobre la

tierra helada, hacia el Norte, desapareciendo para siempre y dejando un humo negro y

un vapor -ue pocos minutos despus se disolvieron en el aire -uieto.