Bryce Echenique, Alfredo - El Huerto de Mi Amada(2)

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    Esta novela obtuvo el Premio Planeta 2002,concedido por el siguiente jurado:Alberto Blecua, Pere Gimferrer,Carmen Posadas, Antonio Prieto, Carlos Pujol,Terenci Moix y Manuel Vzquez Montalbn.

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    Premio Planeta 2002

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    Este libro no podr ser reproducido, ni total ni parcialmente,sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados Alfredo Bryce Echenique, 2002 Editorial Planeta, S. A., 2002Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (Espaa)Primera edicin: octubre de 2002 Segunda edicin: noviembre de 2002Depsito Legal: M. 44.250-2002ISBN 84-08-04579-2Composicin: Foto Informtica, S. A.Impresin y encuadenacin: Mateu Cromo Artes Grficas, S. A.

    Printed in Spain - Impreso en Espaa

    Otras ediciones: Especial para Planeta Crdito 1 .a edicin: octubre de 2002Especial para Club Planeta 1 .a edicin: octubre de 2002Especial para Grandes Clientes 1.a edicin: octubre de 2002

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    Para Anita Chvez Montoya, estos tientos y quebrantos, y ste mi

    amor; y para sus hijas Daniela, Manuela y Alejandra, con todo elcario del Geladito Dedo Tronchado.

    Tambin a Fabiola y Tavo de la Puente, o cmo los afectos de lainfancia y adolescencia se recuperan conversando con buen vino yhermoso jardn, excelentes memoria e intencin, y agudo sentido delhumor y de la amistad.

    Y mil gracias, queridos Julia Roca y Carlos lvarez, pues bien sabenque sin su generosa ayuda y paciencia no habran sido posibles, esteao, como tantos ya, en nuestra Gran Isla, ni el autor, ni sucomputadora, ni mucho menos su libro. Y gracias tambin por losrefugios, Irene y Yovanka Vaccari, refugiadas esmeradas, Luis SerraMajem, tan hermoso y valioso reencuentro isleo, desde aquellaadolescencia menorquina, y Cecilia y Humberto Palma, por la casa dePunta Corrientes y los recuerdos de toda una vida...

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    Si pasas por la vera del huerto de mi amada,al expandir tu vista hacia el fondo versun florestal que pone tonos primaverales

    en la quietud amable que los arbustos dan.FELIPE PINGLO, El huerto de mi amada.

    Voil done le beau miracle de votre civilization! De l'amourvous avez fait une affaire ordinaire.

    BARNAVE

    Souvenir ridicule et touchant: le premier saln o a dix-huitans l'on a paru seul et sans appuil le regard d'une femme

    suffisait pour m'intimider. Plus je voulais plaire, plus jedevenais gauche. Je me faisais de tout les idees les plusfausses; ou je me livrais sans motif, ou je voyais dans unhomme un ennemi parce qu'il m'avait regard d'un air grave.Mais alors, au milieu des affreux malheurs de ma timidit,qu'un beaujour tait beau!

    KANT

    Le besoin d'anxiet [...] Le besoin de jouer formait tout lesecret du caractere de cette princesse aimable; de l sesbrouilles et ses raccomodemments avec ses frres ds l'age deseize ans. Or, que peut jouer une jeune fille? Ce qu'elle a deplus prcieux: sa rputation, la consideration de toute une vie.

    Mmoires du duc d'Angoulme

    O how this spring of love resemblethThe uncertain glory on an April day;Which now shows all the beauty of the sunAnd by, an by a cloud takes all away!

    SHAKESPEARE

    Plus de dtails, plus de dtails, disait-il son fils,Il n'y a d 'origtnalit et de vrit que dans le dtails.

    STENDHAL

    La duchesse se jeta au cou de Fabrice, et tomba dans unvanouissement qui dura une heure et donna des craintesd'abord pour sa vie, et ensuite pour sa raison.

    STENDHAL

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    Carlitos Alegre, que nunca se fijaba en nada, sinti de pronto algomuy fuerte y sobrecogedor, algo incontenible y explosivo, y sintims todava, tan violento como inexplicable, aunque agradabilsimotodo, eso s, cuando aquella clida noche de verano regres a su casay not preparativos de fiesta, all afuera, en la terraza y en el jardn.Haca un par de semanas que preparaba todos los das su examen deingreso a la universidad, en los altos de una muy vieja casona dehmeda y polvorienta fachada, amarillenta, sucia y de quincha lavetusta y demolible casona aquella situada en la calle de la Amarguray en que vivan doa Mara Salinas, viuda de Cspedes, puntualsimaempleada del Correo Central, y los tres hijos dos varones, que sonmellizos, ah, y la mujercita tambin, claro, la mujercita... que habatenido con su difunto marido, Csar Cspedes, un esforzado ytalentoso dermatlogo chiclayano que empezaba a abrirse camino enla Lima de los cuarenta y ya andaba soando con construirse unchalet en San Isidro y todo, con su consultorio al frente, tambin, porsupuesto, y aprendan de su padre, muchachos, que este ascensoprofesional y social me lo estoy ganando solo, solito y empezando decero, me entienden?, cuando la muerte lo sorprendi, o lo malogrcomo dijo alguien en el concurrido y retrico entierro de PuertoEten, Chiclayo, su terruo, obligando a su viuda a abandonar sucondicin de satisfecha y esperanzada ama de casa, para entregarseen cuerpo y alma a la buena educacin de sus hijos, a rematar, casi,la casita propia de entonces, en Jess Mara, y a convertirse en unamuy resignada y eficiente funcionaria estatal y en la ojerosa y muycorrecta inquilina de los altos de aquella cada da ms demoliblecasona de la ya venida a menos calle de la Amargura, ni siquiera enla vieja Lima histrica de Pizarro, nada, ni eso, siquiera, sino en la

    vejancona, donde, sin embargo, conservaba su residencia de notablebalcn limeo el presidente don Manuel Prado Ugarteche entoncesen su segundo mandato, claro que porque Prado viva en Pars y ascualquiera, salvo cuando gobernaba el Per, y porque antigedad esclase, tambin, para qu, argumento ste que, aunque sin llegarentenderlo a fondo ni compartirlo tampoco a fondo, esgriman amenudo Arturo y Ral Cspedes, los hijos mellizos del fallecidodermatlogo chiclayano, ante quien osara mirar la vetusta ydesangelada casota y verla tal cual era, o sea, sin comprensin nisimpata y de quincha, o sin compasin ni amplitud de criterio e

    inmunda, y ms bien s con una pizca de burla silenciosa y una mala

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    leche que gritaban su nombre. Una miradita bastaba, y una miraditams una sonrisita eran ya todo un exceso, aunque se daban,tambin, qu horror, esta Lima, pobres Arturo y Ral, susceptibleshasta decir basta en estos temas de ir a ms y venir a menos.

    El mismo argumento de la antigedad y la clase era utilizado por

    los mellizos, convertidos ya en 1957 en dos ambiciosos egresados delcolegio La Salle, exactos el uno al otro por dentro y por fuera, aunquesin entenderlo ellos tampoco en este caso, por supuesto, cuando dela honra de su menor hermana Consuelo se trataba, ya que se esgente decente y bien si se vive en San Isidro o Miraflores, pero nopor ello se tiene que ser gente mal, o de mal vivir, lo cual es peor, nimucho menos indecente, carajo, si se vive en Amargura. Y aunquelos conceptos no tenan absolutamente nada que ver los unos con losotros, cuando los hermanos Arturo y Ral Cspedes se referan a suhermana, ni feta ni bonita, ni inteligente ni no, y as todo, una vaina,

    una real vaina, nuestra hermana Consuelo, inmediatamente se leshaca un pandemnium de San Isidros y Miraflores y Amarguras, degente bien y mal y hasta psimo, de lo que es ser decente e indecente,o pobre pero honrado, esa mierda, y slo lograban escapar de tantremendo laberinto mediante el menos adecuado de los usos de estode la antigedad es clase, que, por lo dems, slo a ellos dos lesquitaba el sueo, maldita sea, porque los mellizos Cspedes eran, losabemos, puntillosos hasta decir basta en cuestiones de honor, frgilclase media aspirante, suspirante, desesperante, to be or not to be,qu dirn, mam empleaducha de Correos, y a-nuestra-santa-madre-

    carajo-la-sentaremos-en-un-trono, como le requetecorresponde, nobien, si bien, si bien antes... Bueno, pero ay de aquel que diga queno...

    Carlitos Alegre, en todo caso, jams se fij absolutamente ennada, ni siquiera en la calle de la Amargura o en la casona de eseamarillo demolible, o en el balcn del palacete Prado, muchsimomenos en lo de la antigedad y la clase, y a Consuelo ni siquiera lavea, lo cual s que les joda a los hermanos Cspedes, pero eso lespasa por interesados y tan trepadores y a su edad. Y Carlitos Alegreno se fijaba nunca en nada, ni siquiera en que haba nacido en una

    acaudalada y piadosa familia de padres a hijos dermatlogos de granprestigio, y mucho menos en que su ferviente y rotundo catolicismolo converta en una persona totalmente inmune a los prejuicios deaquella Lima de los aos cincuenta en que haba egresado del colegioMarkham y se preparaba gustosamente para ingresar a la universidady seguir la misma carrera en la que su padre y su abuelo paternohaban alcanzado un reconocimiento que iba ms all de nuestrasfronteras, mientras que su abuelo materno, dermatlogo tambin,haba alcanzado una reputacin que llegaba ms ac de nuestrasfronteras, ya que era italiano, profesor en los Estados Unidos, premioNobel de Medicina, y sus progresos en el tratamiento de la lepra eransencillamente extraordinarios, reconocidos en el mundo entero y

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    parte de Lima, la horrible ciudad adonde haba llegado por primeravez precisamente para visitar el horror del Leprosorio de Gua, que, laverdad, lo espant casi hasta hacerlo perder el norte.

    Carlitos Alegre jams se fij absolutamente en nada, ni siquieraen que tena dos preciosas hermanas menores, Cristi y Marisol, de

    diecisis y catorce aos, respectivamente, tan preciosas como sumadre, Antonella, nacida y educada en Boloa, y que intentensearle italiano pero sabe Dios cmo l termin aprendiendo latn.De puro beato, seguramente. Y as, tambin, Carlitos Alegre nisiquiera se fijaba en que sus adorables hermanas eran el clarsimoobjeto del deseo social de Arturo y Ral Cspedes. Y de ah al altar,por supuesto, y, entonces s, de frente a la clnica privada del sabio yprestigioso dermatlogo Roberto Alegre Jr., como nadie sino ellosllamaban al padre de Carlitos. Los mellizos y almas gemelasCspedes habran llegado por fin a San Isidro y Miraflores y Ancn, el

    cielo, como quien dice, y tambin parece que Los Cndores sedibujaba ya en su horizonte, porque ltimamente empezaba asonarles cada da ms a San Isidro-Miraflores-Ancn, en las pginassociales de los ms prestigiosos diarios capitalinos.

    Y tan no se fijaba ni se fij nunca en nada, san Carlitos Alegre,como lo llamaban sus compaeros de colegio, que acept sin titubearla invitacin que le hicieron por telfono dos muchachos, de apellidoCspedes, a los que no conoca ni en pelea de perros. Lo llamaronpoco antes del verano, mientras l preparaba, rosario en mano ycomo penetrado por un gozoso misterio, sus exmenes finales en el

    colegio Markham, no le dijeron ni en qu colegio estudiaban y Carlitosseguro que hasta hoy no lo sabe, y lo invitaron a prepararse juntospara el examen de ingreso a la universidad. Lima entera se habradado cuenta de la segunda intencin que haba en aquella invitacin,de lo interesada que era la propuesta de los hermanos Cspedes,pero, bueno, Carlitos Alegre, como quien ve llover, y feliz, adems,porque l siempre lo encontraba todo sumamente divertido,sumamente entretenido y meridiano.

    Por supuesto que los hermanos empezaron sugiriendo estudiar encasa de Carlitos, pero l les dijo, con toda la buena fe del mundo, que

    eso era imposible porque estaban haciendo tremendas obras en losaltos de su casa y el ruido era ensordecedor, aunque la verdad yo nime entero, je, pero los dems me cuentan a cada rato que esto esinsoportable, y s, parece que lo es, s, je, je, je. Arturo y RalCspedes dudaron de la verdad de estas palabras, por momentos sesintieron incluso reducidos a la nada existencial, que para ellos era lasocial-limea, y como nica solucin a semejante dilema optaron porsalir disparados hasta la casa de Carlitos y ver para creer, ya querealmente se haban quedado heridsimos, imaginando que... Porqueellos siempre se imaginaban que...

    Llegaron en un carro que se pareca a su casa, pero pintado decasa de Carlitos, y ste, por supuesto, no se fij en nada, ni siquiera

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    en el efusivo apretn de manos derecha e izquierda que le dieronsimultneamente Arturo y Ral Cspedes, mientras pronunciaban,tambin en do, encantado, el gusto es todo mo, y aquello de laantigedad es clase y es t y es nosotros, o por lo menos as son,sin duda por lo felices que se sintieron al comprobar que las obras del

    segundo piso en casa de la familia Alegre realmente parecan unbombardeo.

    Dignas hermanas de Carlitos, Cristi y Marisol hicieron su aparicinen el prtico de la casa sin fijarse absolutamente en nada, lo cualpara los hermanos Cspedes tena su lado bueno, debido a lo delautomvil marca Amargura. Pero todos los dems lados de aquellaaparicin ausente fueron realmente atroces para los mellizos Arturo yRal, porque un instante despus Cristi y Marisol, distantes,inabordables, demasiado para ellos, crueles en su inocentsimaabstraccin, atravesaron el jardn delantero de la casa, en direccin a

    los automviles de la familia y a ese taxi, o qu, desaparecieron en elinterior de un Lincoln '56, me cago, Arturo, parece de oro, oromacizo, Ral, y los mellizos Cspedes casi se matan contra suautomvil-casona por lanzarse tan ferozmente sobre el cap eintentar que desapareciera tambin con el resto del vehculo. Lesresult muy dolorosa esta operacin a los hermanos, especialmente aArturo, que encima de todo se lux un brazo contra la carrocera deaquel Ford-taxi-sedn-del-42, maldita deshonra, maldita afrenta,maldito oprobio y maldita sea, caray, aauuuu, me duele, me duelemucho, Ral...

    Como Churchill, Arturo: con sangre, sudor y lgrimas, perollegaremos...Y como en la mexicansima ranchera, Ral: Ya vamos llegando

    a Pnjamo, porque, aunque sea una pizca, algo creo que nos hemosacercado, hoy...

    Y qu tal casern y qu tal carrindanga, el Lincoln ese, no s siContinental o Panamerican, pero s, un alguito claro que nos hemosacercado, s...

    Y con sangre, sudor y lgrimas, en efecto, porque mierda, mibrazo, creo que me lo he dislocado, ay, caray... ay, ay, auuu...

    No saban que Lincoln Panamerican jams hubo, los muy animalesde los Cspedes Salinas, pero en el fondo s que vali la pena, ymucho, tanto dolor fsico y social porque Carlitos accedi a prepararsecon ellos para el ingreso a la universidad, y esto significaba que ibana pasarse todo ese verano juntos, estudiando maana y tarde. Osea... Pero, adems, Carlitos accedi sin preguntarles siquiera dednde haban salido, ni cmo ni cundo se haban enterado de suexistencia, en qu colegio estaban, o cmo saban que l deseabaestudiar dermatologa, y as mil cosas ms que habra resultadolgico averiguar. O sea... En fin, que Carlitos accedi sin preguntarlesabsolutamente nada, lo cual s que significaba mucho para losmellizos. O sea... Pero, bueno, tambin, Ral, no nos habr

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    resultado Carlitos un cojudo a la vela? O sea... O es as la verdaderaantigedad es clase y la clase dinero y San Isidro? O sea...

    Pronto lo sabran. Ya slo les faltaban los exmenes de quinto desecundaria, las fiestas de promocin y las vacaciones de Navidad yAo Nuevo. E inmediatamente despus a encerrarse con mil libros,

    tras haberle dicho adis a las playas limeas, a enclaustrarse maanay tarde a chancar y chancar, aunque Arturo, qu hacemos?, cmodiablos le explicamos a Carlitos Alegre dnde vivimos?, el tipo escapaz de echarse atrs cuando se lo contemos, lo de pobres perohonrados es tal mierda que slo lo entienden los pobres cojudos. Ralse desesper y desesper a Arturo y los siguientes fueron das ynoches de total desasosiego para ambos. Hasta que se atrevieron allamar a Carlitos, un domingo por la tarde, calculando que no estaraen casa, cruzando los dedos, y como encajados ellos en el telefonazode pared negro y prehistrico de casa Cspedes Salinas, muertos de

    ansiedad y cheek to cheek, los pobres. Pero acertaron. El jovenCarlitos haba salido y el que responda era el segundo mayordomo,el qu?, el segundo mayordomo, seores, s, para servirlos, y losque colgaban casi de la pared, ahora, con telfono y todo, eranArturo y Ral, lelos con lo de segundo mayordomo o es que a lomejor se llama as, el cholo de mierda, mientras que ste ibatomando debida nota hasta del jadeo y la Amargura, s, eso mismo,esperamos al joven Carlitos en esta calle y en este nmero y ste esnuestro nmero de telfono, lo esperamos maana y tarde, s, y lostres meses de verano, s, y no se vaya usted a olvidar de nada, por

    favor, le fueron diciendo e insistiendo al primer segundo mayordomodel que haban odo hablar en la vida, Arturo y Ral, anonadados ahen la antesala del paraso, como ms Cspedes y ms Salinas quenunca.

    Por supuesto que Carlitos jams les contest la llamada y a latercera semana los mellizos Cspedes ya no tardaban en morirse dedesesperacin y orgullo gravemente herido. Casi no terminan elcolegio de lo mal que dieron sus exmenes finales, casi no bailaron elda de la gran fiesta de promocin, se mataron bebiendo la noche deAo Nuevo, y peor an fue la noche de Navidad atrozmente triste

    desde que muri su padre, que pasaban siempre engriendo a sumadre. La Navidad de 1956 fue y ser la peor que recordar lafamilia Cspedes Salinas, porque a la tristeza total se mezcl la rabiaapenas contenida de los hermanos, cuando su madre evoc, un aoms, otra Navidad pobre en la calle de la Amargura, en ese segundopiso de alquiler al que Carlitos Alegre no llamaba nunca, la memoriadel difunto. Minutos despus, en la tristeza de un silencio oscuro ycruel, de paredes fras y techos muy altos siempre sucios, Ral creyvolverse loco cuando durante una larga hora odi a su madre, yArturo, que lo estaba notando, casi se le va encima a golpesmortales, pero lo contuvo su propio odio recin descubierto contra supadre, que tambin Ral estaba notando, a Arturo lo mato, pero

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    entonces l, a su vez... Fueron momentos interminables, tan duros,tan inesperados, tan complejos, tan reales.

    De todo esto, y de tanto ms, regresaba Carlitos Alegre sin fijarseabsolutamente en nada, todas las maanas, a la hora del almuerzo, ytodas las tardes, a eso de las siete. Llevaba casi dos semanas

    estudiando en casa de los mellizos Cspedes y stos ya se habanconvencido de que jams se enterara de lo que era un segundo pisode alquiler, por ejemplo, puesto que da tras da le tocaba la puerta alinquilino del primero y se le escurra casi entre las piernas o por losescasos centmetros que quedaban libres entre su cuerpo y el marcode la puerta de calle, desesperado por empezar a estudiarinmediatamente pero totalmente incapaz de darse cuenta de que enesa vetusta casona no se llegaba al segundo piso por el primero sinopor la puerta de al lado, que sube de frente donde la familiaCspedes, jovencito, cuntas veces se lo voy a tener que decir, s,

    seor, por la puerta de al lado, como que yo me apellido Fajardo ymastico algo de ingls, pero de eso que usted me dice que es latn,nothing, y recuerde siempre, por favor, cmo la primera vez queusted vino no haba quien lo sacara de mi casa y tuve que recurrir altelfono, o ya no recuerda que el joven Arturo baj y se lo llev austed? Y ahora entindame, por favor, cuntas veces tengo quedecirle que yo, de latn, cero, cmo que castellano, joven?, bueno,bueno, entiendo, s, la puntualidad y los nervios, un descuido lo tienecualquiera, pero en el Per no se habla latn sino en misa, y tantosdescuidos en tan pocos das... La puerta de al lado, saliendo a su

    derecha, joven, s, y as, en castellano, eso es... Pero no, a laizquierda no, carajo, joven...De todo esto, y de muchsimo ms, regresaba sin fijarse nunca en

    nada y de lo ms sonriente san Carlitos Alegre, que era la inteligenciay la bondad encarnadas, aunque tambin un pnfilo capaz decualquier mentecatera, segn doa Isabel, su abuela paterna, viudaya y muy Lima antigua y creyente y piadosa, aunque dotada de unsentido practico hediondo, que aplicaba sobre todo cuando realizabasus obras de caridad con tal eficacia, tal capacidad de organizacin ydespliegue de energas, con tal rudeza, incluso, que a veces pareca

    odiar a los mismos pobres a los que, sin embargo, les consagrabamedia vida. Doa Isabel estaba asomada a su balcn del segundopiso cuando Carlitos lleg de estudiar, lleno de contento ytropezndose ms que nunca mientras atravesaba el jardn exteriorde la casa, y por supuesto sin verla ni or sus saludos desde allarriba ni nada, o sea, como siempre, el muchacho este, y qu manerade confiar en el mundo entero y de creerse ntegro toditito lo que lecuentan, qu falta de malicia, Dios mo, qu falta de suspicacia ysentido de las cosas, qu falta de todo, Dios santo y bendito, laverdad, yo no s qu va a pasar el da en que este muchacho tengaque salir y enfrentarse con el mundo.

    Carlitos Alegre, que an no se haba dado cuenta de que las

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    ruidosas obras haban terminado hace das en su casa, not sinembargo que la noche era clida y que esas luces en la terraza y enel jardn, all atrs, y seguro que tambin en la piscina, le estabanalegrando la vida. Y de qu manera. Eran los preparativos de unafiesta, pero no de sus hermanas sino de sus padres, porque de lo

    contrario l lo recordara, s, se lo habran avisado, claro, pero no, al nadie le haba avisado nada. O sea que Carlitos se esforz encerrar la puerta de la calle, pero fracas por falta de la necesariaconcentracin, y ah qued la puerta olvidada mientras l cruzaba elvestbulo en direccin a la escalera principal, que le pareci preciosay, no s, como si recin la hubieran puesto aqu esta tarde, y ademsa uno le tocan msica mientras sube.

    El de la msica era su padre, probando los parlantes que lmismo haba colocado en la terraza y seleccionando algunos discos,sin imaginar por supuesto que el efecto tan extrao y profundo de

    aquellos acordes, interrumpidos cada vez que cambiaba de disco o desurco, haba empezado a alterar brutalmente la vida de su hijo. Susinvitados eran casi todos los mismos de siempre, colegas, familiares,amigos, algn mdico extranjero que visitaba Lima, compaeras debridge de su esposa, sus habituales amigas italianas, y se trataba depasar un buen rato y nada ms, aprovechando el verano paradisfrutar de la florida terraza, para bailar un poco y tomar unascopas, con la sencillez de siempre, sin grandes aspavientos, sinostentacin alguna, bastaba con unos focos de luz estratgicamentecolocados, con discos como stos, de Andr Kostelanetz o de

    Mantovani, mientras llegan, o, despus, mientras vamos comiendo, ycomo ste, de Stanley Black, msica de siempre para bailar. El doctorRoberto Alegre puso Siboney y pens que no le vendra mal unacopa, haba sido un da particularmente duro, con la inesperada visitaal Leprosorio de Gua, pero bueno, era viernes, su semana laboralhaba terminado, y no, una copa no me caer nada mal mientrasllegan los invitados.

    En lo que no pens jams el doctor Alegre fue en los estragos queStanley Black y su versin de Siboneyestaban haciendo en su hijo,all arriba, en su dormitorio. Con los primeros compases, Carlitos

    haba sentido algo sumamente extrao y conmovedor, explosivo yagradabilsimo, la sensacin catlica de un misterio gozoso, quizs,aunque la verdad es que demasiado clida y veraniega como para sertan catlica. Y adems a Carlitos se le cay el rosario, pero ni cuentase dio, o sea, el colmo en l. Y con mayor intensidad an sinti lapalabra fiesta vagando perdida por el jardn florido e iluminado queimaginaba all afuera, esperando la alegra de los invitados de suspadres, bronceados, profesionales, cultos, viajeros, discretos ysumamente simpticos, casi siempre. Siboney ya haba terminado,pero l continuaba sintiendo algo demoledor, tirado ah en su cama,ignorando siempre que lo suyo tena que ver mucho ms con el ardorde esto que con el fervor de la iglesia parroquial de San Felipe. Y slo

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    atin a rascarse la cabeza al ver exacta la puerta de calle que nohaba logrado cerrar y, entrando por ella, ella.

    En la puerta se fij por primera vez en su vida, y la encontr muyamplia y bonita, como toda su casa, verdad, ahora que le prestabaatencin, pero en cambio a ella la dej seguir hasta el jardn, sin

    saludarla, aunque cuidando eso s de que un mozo la fuera guiando.Nunca la haba visto, y el mozo que la guiaba como que no era muyfactible ni muy verosmil, la verdad, por la simple y sencilla razn deque su pap jams contrataba mozos para estas reuniones, lebastaba y sobraba con sus dos mayordomos, Segundo y Prime... Enfin, con el primer y segundo mayordomos, qu bruto, caramba, sellaman Vctor y Miguel, s. Carlitos Alegre se rasc la cabezanuevamente, pero bien fuerte esta vez, y enton psimo Siboney, aver qu ms pasaba, y si lograba entender algo, finalmente, peroahora ni msica llegaba del jardn y la fiesta seguro que todava no

    haba empezado, ni haba llegado nadie, tampoco, ni siquiera ella, sinduda por lo atroz que cantaba l, por lo tremendamente desafinadoque era. Carlitos dej de rascarse tan ferozmente la cabeza, pero alratito volvi el ardor y otra vez la puerta abierta, aunque vaca,ahora, porque seguro que ella no haba llegado muy temprano y sola.Carlitos qued profundamente conmovido al enterarse, a pesar detodo y rasca que te rasca, otra vez y de qu manera, qu brbaro, elpobrecito, literalmente se trepanaba, de que ella viva en el mundosola, a pesar de todo, s, muy, muy sola.

    Pero quin era ella? Diablos, quin! Y por qu era ella? Por

    qu! Y para qu era ella? Para qu! Y para quin era ella? Paraquin! La segunda parte de estas preguntas, entre profundamenteestival y metafsica, y enftica hasta decir basta, iba a terminarperforando, a rasquido limpio, el crneo, la calavera, de san CarlitosAlegre. Y ya le dola el alma, tambin, cuando a las diez en punto dela noche, elevada hasta su dormitorio por el viento, la melodatraviesa y veraniega de Siboney, que alguien estaba tocando denuevo, o es que era un seuelo, el llamado de la jungla y el trpico?,se le meti hasta en el reloj-pulsera a Carlitos Alegre. De un saltocomprendi que llevaba tres horas rascndose y que deba averiguar

    por qu, all en los bajos, en la terraza iluminada, en el patio,alrededor de la piscina, bailaban los invitados. Y atrs quedaronrasquidos, perforaciones y dolores de crneo y alma, porque ahora sedaba menos cuenta de nada que nunca, Carlitos, o sea que tampocose fij en que haba pisado el rosario, tirado y negro en el suelo deoscuro cedro, misterio doloroso, casi, ni mucho menos se fij en quellevaba un mechn de cabello rascado ypunk, mil aos antes de estamoda o cosa medio nazi, una mecha parada en la punta de la cabeza,efecto o producto de sus tres horas de intensos rasquidosindagatorios de una noche de verano.

    Y apareci en una terraza sabiamente iluminada y deliciosamenteflorida, en un baile para siempre, un eterno Siboney de lejanas

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    maracas, de disimuladas y nocturnas palmeras, de arrulladora brisade mar tropical y pia colada. Muy precisamente ah, apareciCarlitos Alegre. Chino de risa y de bondad. Haba que verlo. La vivaimagen de la felicidad con una mecha izada en la punta de la cabezay diecisiete aos de edad de los aos cincuenta ms un olvidado

    rosario en el suelo de oscuro cedro de su dormitorio, muy cerca de sureclinatorio, y ante la misma virgen de sus splicas y ruegos por lospecados de este mundo. Y ah segua parado entre aquella gentealegre y divertida que ni siquiera se haba fijado bien en l todava.Mas no tardaban en hacerlo, porque en sas se acab aquel Siboneyembrujado y l sali disparado rumbo al tocadiscos, para volverlo aponer, pero para volverlo a poner y poner y poner, ad infinitum y asme maten, me oyen?, me han odo?, ya me oyeron? Y ahora sque el sonriente pero nervioso desconcierto de todos no tuvo msremedio que reparar en l.

    Yo quiero bailar con ella dijo, entonces, Carlitos, con el brazode mando en alto y todo, ms una voz absolutamente desconocida ycomo de imprevisibles consecuencias. Y agreg: Y voy a bailar conella, porque no tardo en saber quin es. Que ya lo s, por otra parte,desde hace algunas horas. O sea que ya me pueden ir dejando esacancin para siempre. Y entonces bailar para siempre, tambin,claro que s. Y defff-fi-ni-ti-va-men-te.

    La cosa son como de locos y los padres de Carlitos y susinvitados bailaban ahora, pero con gran insistencia, con verdaderoahnco, con total entrega, y ms a la danza de arte, ya, que al baile

    bailongo, en fin, cualquier cosa con tal de no verlo metido de esamanera en la fiesta y, sobre todo, para no haberlo escuchado nuncajams en esta vida. Porque borracho no estaba, no, qu va, Carlitosde Coca-Cola no pasa, y ms bien haba en su mirada negra, intensa,extraviada, y en su risa para quin, se han fijado?, un profundomisterio, la mezcla tremebunda de algo como exageradamentegozoso, pero adems exageradamente glorioso, tambin, aunqueasimismo muy doloroso, s, sumamente doloroso, al fin y al cabo.

    Che, parece que el pibe andase en busca del absoluto coment el cardilogo argentino Dante Salieri, alias Che Salieri, que

    siempre se pona un poquito pesado, a partir del tercer whisky, y yaiba por el quinto.Anduviese y cambiemos de tema le respondi un verdadero

    coro, ah en la terraza ya troppo danzante. Anduviese y punto,querido Che...

    Ah... Ustedes, los limeos: siempre tan presumidos de su buencastellano...

    Sabido es, mi querido Che se reafirm el coro, ah en laterraza an ms danzante, si se puede, que en Bogot y en Lima sehabla el mejor castellano de Amrica. En Buenos Aires, en cambio,che, Che...

    En fin, ya cualquier cosa danzante y coral, con tal de no ver a

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    Carlitos Alegre, que por fin haba descubierto que ella se llamabaNatalia de Larrea y le estaba contando, pisotn tras pisotn, que nose explicaba por qu su pap haba iluminado tan brbaramente laterraza y el jardn y la piscina, esa noche, el agua de la piscina creoque adems la ha puesto a hervir, a ti no te parece, Natalia?, y que

    a l esa iluminacin de fuego como que se le haba metido en elalma, aun antes de regresar de estudiar, esta tarde, en casa de unosmellizos de apellido Cspedes Amargura, que, no s por qu, comoque muestran un desmedido inters por conocer a mis hermanasMartirio y Consuelo, o son slo disparates que a m se me ocurren,con lo distrado que dicen que soy, je, je... tus hermanas cmo,Carlitos...?, mis hermanas Cristi y Marisol, perdn. Y entre pisotn ypisotn, tambin, Natalia de Larrea haba logrado domesticarle elmechn de pelo izado, en repentino arrebato simultneo de ternura yde pasin, y ya estaba convencida de que jams en su vida haba

    escuchado palabras tan alegres, tan vivas, tan excitantes, tanprofundamente sinceras y calurosas, y como que quera comerse vivoa Carlitos Alegre.

    Ella besarlo no poda, claro, porque estaba en casa de los propiospadres de Carlitos y entre tantos amigos, y tampoco poda cheek tocheek, por las mismas razones, ni mucho menos apachurrarlo hastamatarlo, y despus morirme, claro que s, porque adems seguro quehasta le doblo la edad, me muero, ay, qu ansiedad, Dios mo.Entonces probo el sistema de los muslos, que practicara en algunasfiestas con el sinvergenza y canalla de su ex marido, el que la

    mataba a palos y mucho ms, algo medio de burdel y todo, y empeza ir de casi nada a apenas y de ah sin duda demasiado rpido a msy ms, demasiado para Carlitos, en todo caso, en ese adelantito yatrasito con toquecito y quedadita, porque lo cierto es que en menosde lo que canta un gallo ya Carlitos Alegre pareca un andarn locoque tiene la ansiada meta olmpica ante sus narices y justo se lecruza el Himalaya. La verdad, estaba ridiculsimo, pero a Natalia deLarrea haca mil aos que nada le alegraba la vida en esta ciudadnublada y triste, y a Carlitos Alegre, adems, lo estaba queriendomucho. Pensara lo que pensara y dijera lo que dijera esta ciudad

    nublada y triste, horrible, a Carlitos Alegre lo estaba queriendomuchsimo, lo estaba queriendo de verdad, y lo iba a querer contraviento y marea. S, contra viento y marea y pase lo que pase en estaLima tristsima para una mujer como yo, condenada, ms quecondenada, y de nacimiento, casi. Y condenada sin casi en esta Limade cielo eterno color panza de burro y, peor todava, como me dijo elotro da en la hacienda el negro Bombn, yo a Lima no vuelvo ms,seorita Natalia, con ese cielo color barriga de ballena muerta, le calanegativo a uno el alma, de su natural festiva, su cielo ese tan plomode usted desde la maanita, seorita Natalia. Pues tiene toda larazn, el muy picaro de Bombn, por ignorante que sea, s: cielo deballena, y muerta, adems, qu asco, Dios mo, pero sea como sea y

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    contra quien sea, yo a Carlitos lo quiero toditito para m solita y... Ybasta de hipocresas y moralinas, s, basta, basta, hasta aqu llegucontigo, Lima de eme, porque Natalia de Larrea, la guapsima, la qutal lomo, la cuerpazo El de mi patroncita s que es un cuerpo,carajo, y no el de la Guardia Civil!, dicen que haba exclamado el

    muy tremendo de Bombn, una maana en la hacienda, gracias porel piropazo, negro bandido, aunque mejor para ti que yo ni meentere, negro atrevido, pero negro ricotn, s, eso s, y t tambin,limea hipcrita, Natalia, la maltratada, la abandonada, la deseada,la codiciada, pero ahora la resignada acaba de decir basta,sanseacab, punto final, s, seoras y seores, porque yo, Natalia deLarrea, adoro a Carlitos aunque me mate a pisotones y qu talametralladora de muslazos, qu rico, caray, uauu, como cuando yotena ms o menos su edad y en las fiestas nos pisotebamos todos ynos dejbamos puntear toditas s, tanda de hipcritas, s, as, con

    todas sus letras aquello era una punteadera general y a m ya Limaentera quera hacerme reina del carnaval, pobre Natalia, y hasta elnegro Bombn, un muchachito, entonces, deca la seorita Natalia hallegado bien maltoncita de Lima, este verano, qu querra decir elmuy pcaro, que ya la fruta ms preciada del patrn haba empezadoa ponerse en su punto?, oscuro presagio, nubarrones en el horizonte,los peores augurios, pobre de m y de mi vida, desde entonces, ay,pero uauu qu rico y con amor, uauuu, te quiero, Carlitos, ay, uauu,para siempre, mi Carlitos...

    Que fue cuando el Che Salieri como que ya no aguant ms, y lo

    de las copas, encima, por supuesto, nunca tuvo buen whisky el Che yesta noche parece que ha bebido ms que nunca, qu hacemos,caray, qu diantre hacemos... En fin, que el Che Salieri habaempezado por destrozar la funda del disco en que estaba Siboneyy,acto seguido, haba hecho lo propio con el disco, surco por surco,luego con el tocadiscos, y ahora, incontenible, iba abrindose paso apatada limpia en busca de Natalia de Larrea, el putorrn ese que a mme pertenece, che, para lo cual, claro, primero tendra que darcuenta total, tambin a patada limpia, de un Carlitos Alegre quecontinuaba sin darse cuenta de nada, chino de felicidad y loco de

    amor, pero que ante los alaridos de Natalia vio cmo se le venaencima una verdadera pateadura y lo primero que pens es en lobueno que era el equipo argentino de ftbol, el propio doctor CheSalieri se lo haba contado, y claro, seguro l tambin haba jugadoen un equipo de primera, all en Buenos Aires, porque mira qumanera de patear, todo un crack, el doctor, o es que se volvi loco yquizs... Hasta que le tocaron a su dama, y para qu, porque ah sque se dio cuenta de todo, y de qu manera. A mala hora le tocarona su dama y a ella a su Carlitos toditito suyo contra el mundo entero.La que se arm, Dios santo. Troya ardi en San Isidro, aquel viernespor la noche, y hasta bien entrada la madrugada.

    Nunca se supo qu fue primero, si el puetazo loco o el patadn

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    ciego de Carlitos Alegre, pero lo cierto es que el cardilogo DanteSalieri como que se elev, primero, rebot, despus, y finalmentesali disparado en marcha atrs y fue a dar contra un pequeo grupode seores, ya bastante celosos e irritados, que, entonces s,perdieron toda capacidad de disimulo y buena educacin. Ah el que

    menos llevaba un buen rato bebiendo y ello empeor mucho lascosas, claro, pero lo que realmente las desbord fue el derrumbe decaballeros que provoc el choque frontal contra el disparado doctorSalieri, que se les vino encima cual feroz bola de bowling y hasta losdesparram por la terraza, mientras ntegras las seoras y tambinmuchos caballeros procedan a una rapidsima y muy prudenteretirada, entre espantados y espantosos gemidos y grititos, ms unoque otro carajo, mocoso de mierda, todo en menos de lo que cantaun gallo y a pesar de los esfuerzos del doctor Alegre por impedir quelas cosas fueran a ms.

    Seores, por favor!Roberto, vos quitte del medio o matamos a tu hijo!Increble lo rpido que se descompuso el asunto, ya que los

    desparramados seores que terminaron unindose al recinincorporado y enloquecido doctor Salieri, por celosos y airados queanduvieran, tremendo mocoso el Carlitos y se nos quiere encamarcon Natalia, nada menos que con Natalia de Larrea, tremendolomazo, en un principio lo nico que haban querido era apaciguar alcardilogo y mandar a acostarse al loquito del diablo este. Perocuando se incorporaron, las cosas ya haban cambiado por completo y

    como Carlitos Alegre no pareca notar diferencia alguna entre losseores de antes y despus del choque peruano-argentino, Natalia deLarrea agarr a su amor de un brazo, le grit Te matan, Carlitos!,largumonos!, y por fin logr que abriera los ojos y se diera cuentadel tremendo lo en que andaban metidos. Salieron disparados y,entre el alboroto y la sorpresa, nadie logr darse cuenta de ladireccin que haban tomado. Huyeron de la casa? Pero por dnde,si por la puerta principal se estaba yendo la mayor parte de losinvitados? Por la de servicio? No haban tenido tiempo. Por unaventana? Imposible con esas rejas. No estarn en los altos? Maldita

    sea! En los altos no pueden estar! Y por qu no? A lo mejor hastase encamaron ya!Seores, por favor intervino, una vez ms, el doctor Alegre.Tambin l estaba muerto de rabia, por supuesto, pero era el

    anfitrin y le corresponda apaciguar a esa tanda de locos.Seores, soy el dueo de casa y, de verdad, les ruego...Vos dejte de macanas, Roberto. Y quitte de la escalera o

    pasamos sobre tu cadver. Como que me llamo Dante Salieri,amigo...

    El descontrolado cardilogo hablaba en calidad de jefe de undestacamento loco, integrado adems por los doctores AlejandroPalacios y Jacinto Antnez, y nada menos que por don Fortunato

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    Quiroga, soltern de oro, senador ilustre, y primer contribuyente dela repblica. Pasaron, pues, sobre el cadver de su gran amigoRoberto Alegre, que qued bastante yacente, ah en la escalera, y conla boca muy abierta, tanto como esos ojos que simple y llanamenteno podan creer...

    Los mellizos Ral y Arturo Cspedes Salinas no lograban salir desu asombro, pero ah estaba el ojo derecho de Carlitos Alegre, tirandode muy negro a muy morado, completamente cerrado ehinchadsimo, ah estaba tambin su labio partido, ah los tres puntosde la ceja derecha, en fin, ya qu ms prueba podan pedirle de quelo que acababa de contarles, entre sollozos y carcajadas que sesucedan sin lgica alguna, era la ms pura verdad, y sin un pice deexageracin, adems, por increble que pareciera. Porque quin

    diablos se habra atrevido a imaginar que un hembrn como Nataliade Larrea, multimillonaria, descendiente de virreyes y presidentes,mujer codiciada como ninguna en esta ciudad e inaccesible hasta enlos sueos de verano de los mellizos Arturo y Ral Cspedes, sehubiese dignado fijarse siquiera en un beato chupacirios comoCarlitos, y que ste, encima de todo, terminara enfrentndose a unosseorones de la alcurnia y fortuna de don Fortunato Quiroga, o de lareputacin de los cirujanos Alejandro Palacios y Jacinto Antnez, quehaban operado en la clnica Mayo y el hospital Johns Hopkins, EE.UU. y todo, Arturo, sin olvidar tampoco al cardilogo argentino Dante

    Salieri, de fama continental, Ral, y que juega polo, adems, Arturo.Pero haba algo muchsimo peor, todava, algo que para lospobres mellizos Cspedes Salinas s que era ya el acabse. Haba, s,que los cholos de mierda esos, los tales Vctor y Miguel, primer ysegundo mayordomos de la familia Alegre, terminaron sacndole lachochoca a sus superiores, a semejantes doctores y tan inmensoseorn, habrse visto cosa igual, por ayudar al ya bien magulladoCarlitos a fugarse nada menos que con Natalia de Larrea. En fin,simple y llanamente, demasiado para unos hermanos Cspedes quelo haban probado todo en su afn de que las cosas de este mundo

    volviesen a quedarse en su sitio. Desesperados con semejantehecatombe social, con tanto y tamao desorden en su escala limeade valores, los mellizos observaron la camisa de manga corta queluca Carlitos y, sin decir ni po, con tan slo un guio de ojos, y comoltimo recurso contra su demencial relato, acordaron encender uncigarrillo cada uno y colocrselo en esos antebrazos desnudos yflaqusimos, turnndose, eso s, para dar una nueva pitada cuando elfuego empezara a languidecer, y volver a la carga con la brasaardiente, t al antebrazo derecho y yo al izquierdo, a ver si de unavez por todas olvida sus historias de piratas, el huevas este, y larealidad vuelve a la realidad, o vuelve en s, o como demonios seaeso, Ral, porque este tipo tiene que estar soando o se nos ha

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    vuelto completamente loco. Y ahora, que despierte o que se quemevivo y se joda. Eso mismo, Arturo, porque de lo contrario seremosnosotros los que perderemos la razn y nos joderemos, y nuestraciudad de Lima jams habr sido verdad...

    Pues tal como se lo cuento continu Carlitos, como si nada

    (pobres mellizos, quema y quema pero nada, se retorcan fumando),y tan encantado por su dama, que adems result ser a prueba deincendios. S, tal cual recalc, incombustiblemente. Y adems ami novia no la toc ninguno de esos cretinos y fui yo mismo quien,gracias a la ayuda de Segundo y Primero, mis amigos desde nio, y ados mayordomos ms, vecinos y amigos, tambin, logr que a sucasa llegara inmaculada, me oyen?, sin un rasguo en el trajesiquiera, me entienden?, o sea, lo que se dice in-ma-cu-la-da, mecreen?

    Los hermanos Cspedes Salinas oan, entendan y crean, s; claro

    que s oan, claro que s entendan, y claro que ahora s crean. Pero,en fin, todo aquello era simple y llanamente demasiado Carlitos paraellos, esa maana, porque el orden del universo se les haba puestopatas arriba y ya nada quedaba en su sitio despus de semejanteterremoto social. Aunque s, algo quedaba, algo que pareca anterioral universo mismo, maldita sea, porque la casa de la humillacin ytanta vergenza continuaba en la calle de la Amargura y ni con elmundo reducido a escombros notaban ellos novedad alguna en elsaloncito aquel de vetustas paredes manchadas de humedad y tiempopobre, de sof fatigado, mesas como sta, qu horror, y sillones

    como el que usa siempre Carlitos, cuando viene a estudiar, mrenloah, al loco de remate este, hasta lo quemas vivo y nada, ni pestaeade lo puro embrujado que anda por su tremendo hembrn, toda unaAva Gardner, y adems con blasones, nuestra Natalia de Larrea, perolo realmente increble es que, encima de todo, ella le da bola.

    Y as resulta que al muy cretino le haban cado de a montn,mientras protega a su dama, abrazndola con toda su alma yllenndola de los ms torpes, sonoros y convulsivos besos, cuando enrealidad lo que debera haber hecho era quedarse tranquilito debajode la cama matrimonial de sus padres. Ah haba ido a dar con su

    Natalia, y la verdad es que la idea no era mala, pues los enfurecidoscaballeros, con el Che Salieri a la cabeza, lo primero que pensaron,tras dejar fuera de combate al doctor Roberto Alegre, es que el parde indeseables esos haba huido en direccin al dormitorio del malditosanturrn y ah andaba metido en un clset o algo as. Pero no. Noestaban ni l ni ella. Ni en el clset ni en el ropero, maldita sea.

    Hay un rosario tirado al pie de la cama dijo don FortunatoQuiroga, dirigindose al resto de la expedicin punitiva. Y,sealndolo insistentemente, esta vez, repiti que haba un rosariotirado al pie de la cama, pero ahora lo hizo con voz de aj, lospescamos, tremendo colern y varios whiskies.

    Aquello fue suficiente para que el Che Salieri literalmente se

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    zambullera bajo la cama, pero tanta era su rabia y tal su borracheraque no calcul bien su estirada y ah qued como empotrado,pataleando y maldiciendo a la humanidad.

    La puta! Ni rastro!Buscaremos en los dems dormitorios, Dante dijeron casi

    simultneamente, los otros tres miembros del destacamento yaadiendo: Y en los baos y donde sea, pero los encontraremos.

    No s cmo voy a buscar yo nada si antes no me ayudan a salirde aqu. La puta! O me he partido el crneo o me lo he rajado, laputa, che!

    La expedicin continu su loca carrera por los altos sin que nadani nadie lograran frenarla, ni siquiera doa Isabel, la abuela deCarlitos, que viva en casa desde que enviud, y que tuvo quehacerse a un lado con inusual rapidez, para no ser arrasada. Luegoreapareci el doctor Alegre, recuperado tan slo a medias y seguido

    de su esposa, gran amiga de Natalia de Larrea. Pero tambin laseora Antonella y sus splicas, salpicadas de un nervioso y deliciosovocabulario italiano, tuvieron que hacerse a un lado, mientras elmaltrecho doctor decida ir en busca de ayuda y se diriga a la seccinservidumbre, en el instante mismo en que se oy un Natalia de micorazn, proveniente de algn escondite, en seguida un chiiss,luego nuevamente otro Natalia de mi corazn, ms algo querealmente pareca una metralleta de besitos y una mano queintentaba taponearlos. Algo as.

    Esto se pone caliente dijo el doctor Jacinto Antnez.

    Y a m empieza a encantarme, che.Los cuatro expedicionarios se dirigan ahora a la habitacin de losseores Alegre, donde una cama matrimonial totalmente vaca losesperaba bastante agitada.

    Eso que salta son ellos! exclam, desde la misma puerta, elseor Antnez.

    La puta!Claro que eran ellos, pero en su afn de extraer primero a Natalia

    y molerla a patadas y besos, simultneamente, a la expedicin se leescap Carlitos, por el otro lado de la cama. Y ah vena ahora por l

    el doctor Salieri seguido de los otros tres caballeros, pero Carlitos,como quien repite una leccin muy bien aprendida, le arrimtremendo puetazo, primero, y luego un patadn, disparndolonuevamente hacia atrs, igualito que en la terraza, momentos antes,e igualito tambin los tres caballeros se convirtieron en palitroques ysalieron disparados, aunque no muy lejos, esta vez, debido a losmuebles y paredes contra los que se estrellaron.

    T confa en m, Natalia de mi corazn! exclam entoncesCarlitos, envalentonadsimo por los dos xitos conseguidos a lo largode la bronca, y que, lstima, eran puritita chiripa y nada tenan quever con una musculatura o una experiencia, ya que ambas brillabanpor su ausencia. Carlitos era tan flaco como Frank Sinatra, por

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    aquellos aos, y no tena la ms mnima idea de lo que era pelear.Pero aadi, sin embargo:

    Y ustedes preprense! Preprense, cangrejos, porque acabade llegarles su hora a los cuatro!

    Inmediatamente procedi a remangarse los brazos de la camisa

    azul que llevaba puesta, sacando pecho, adelantando una pierna,retrasando la otra, alzando los puos bien cerrados, y adoptando ladesafiante postura de un boxeador de feria ante un fotgrafo deestudio. El resultado fue realmente lamentable, y casi anmico, unasuerte de pgil de campeonato interbarrios entre hurfanos,categora mosca, por supuesto, y con auspicio parroquial. Y, adems,Carlitos no debi sentirse cmodo, porque recogi la pierna que habaadelantando, la cambi por la otra, y dijo hora creo que s, ya. Total,que a los cuatro caballeros que haba tumbado les dio tiempo desobra para levantarse y pasar a la accin cuando l todava se

    encontraba en pleno acomodo y mirando a su Natalia, como quienbusca su aprobacin. La cara de aterrado pesimismo de su dama lodeca todo, e instantes despus ya estaba Carlitos tumbado deespaldas en el suelo, y los cuatro caballeros turnndose parasentrsele encima y darle su merecido con una infinita cantidad degolpes, todos de la categora mxima, eso s. Y lo estaban matandoante una Natalia que slo atinaba a pedir socorro, mientras, a su vez,la seora Antonella clamaba por su marido y atenda a la abuelaIsabel, que se haba desmayado. Entonces lleg la ayuda.

    Eran cuatro, sin contar al doctor Alegre, que en el estado en que

    estaba slo pareca capaz de dirigir el rescate de su hijo, aunquetambin l tena deseos de molerlo a palos. Pero, bueno, de lo que setrataba ahora era de salvarle la vida, ya que sus amigos realmentehaban perdido la cabeza y, si alguien no los frenaba, aquello podaconvertirse en una verdadera tragedia. O sea que el doctor Alegrepens que realmente haba tenido suerte al encontrar a Vctor y aMiguel en compaa de otros dos mayordomos del barrio,conversando en la cocina. Pero las cosas no haban sido as. Enrealidad, fueron sus propios mayordomos quienes corrieron en buscade refuerzos para enfrentarse a los cuatro borrachos de mierda esos,

    antes de que a Carlitos, compaero nuestro de tantos juegos, desdemuy nio, nos lo maten, y no slo porque ellos son cuatro sinotambin porque, segurito, el joven se trompea tan mal como juega aftbol, por ejemplo, y la verdad es que el pobrecito no da pie conbola. Por eso estaban ah abajo, escuchndolo todo listos paraintervenir. Por eso, s, y porque el joven Carlitos se haba hechoquerer siempre por todo el mundo.

    Y aquellos desaforados seores se esperaban cualquier cosa,menos una insubordinacin de mayordomos, de cholos de mierda,todo se les podra haber ocurrido menos algo as. O sea que tardaronmucho en darse cuenta de que el asunto iba contra ellos y no contrael mozalbete de mierda este, y, ante los primeros golpes, jalones y

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    empujones, ni siquiera reaccionaron, porque parecan ficcin y de lamala. Pero resulta que a Carlitos lo haban liberado y que ahora sehaba arrojado sobre la tal Natalia y sta se lo estaba llevando sabeDios dnde, abrazndolo y besndolo ante su vista y paciencia, ydesesperada, adems, la muy sinvergenza, aunque la verdad es que

    a su adorado Carlitos le haban dado ms que a tambor de circo.Haba que impedir que se les escapara, la parejita de mierda esa, porsupuesto, pero de golpe y porrazo result que los impedidos fueronellos.

    La puta! Se levant la indiada!Alto ah, hijos de perra!Para qu dijo nada don Fortunato Quiroga. Natalia y Carlitos ya

    estaban camino a una clnica y los cuatro mayordomos continuabandndoles su escarmiento a los ya agotados caballeros, ante la miradavaca del anonadado doctor Roberto Alegre, que, por fin, solt un

    Basta ya!, bastante maltrecho y carente de la suficiente autoridad,pero que funcion, gracias a Dios. Su dormitorio qued convertido enun verdadero desastre, pero bueno, por fin se largaban todos, por finregresaban los mayordomos a la zona de servicio y sus amigos a susrespectivas casas, por la puerta principal.

    Ya vern ustedes que esto no queda as afirmaba el doctorAlejandro Palacios, mientras los cuatro grandes derrotadosatravesaban el jardn delantero de la casa, completamente aturdidos,mareados e incrdulos. Y pensaba: Derrotados por un hembrn,derrotados por ese imberbe santurrn, ese cretino, y derrotados por

    cuatro cholos del diablo, para remate. En fin, la cagada.El mundo al revs y los evangelios por los suelos losecundaba su colega Jacinto Antnez. Algo habr que hacer. Estono puede quedar as. O a m me dan todo tipo de satisfacciones, o sejodio la Francia.

    La puta repeta, una y otra vez, en voz muy baja, para smismo, el doctor Dante Salieri, como si empezara a despertar de lapeor pesadilla de su vida y estuviese completamente solo y muyadolorido en medio de un hermoso jardn. Pensar que pude habertomado el avin de regreso a Buenos Aires esta noche... La puta...

    Por mi parte sentenci el ilustre senador Fortunato Quiroga,luego de un breve silencio, puedo asegurarles que an no he dichomi ltima palabra. Me queda mucho por decir y por hacer. S,seores, como que me llamo Fortunato Quiroga de los Heros. Bajojuramento.

    Los cuatro continuaban tambalendose bastante, al abandonar lacasa, y hasta les cost trabajo recordar dnde haban dejado susautomviles. Estaban a punto de despedirse, parados en la vereda dela avenida Javier Prado, bastante mareados an por tanta copa yesfuerzo, y siempre furibundos, aunque fingiendo serenidad. Semiraban el uno al otro y continuaban sorprendindose al verse elnudo de la corbata colgando a medio pecho, la camisa desgarrada, el

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    pelo tan despeinado, y manchas de sangre por aqu y por all. Peronada ms podan hacer ya, esta noche, y nos les qued ms remedioque despedirse, apenas con un gesto de la cabeza, e irse cada uno endireccin a su automvil. Era una temeridad que manejaran en eseestado.

    En el dormitorio de la seora Isabel, su suegra, que ya habavuelto en s y dorma, ahora, la madre de Carlitos pensaba en todo loocurrido, en su amiga Natalia, en los amigos que se volvieron locos,en su hijo, en sus diecisiete aos, apenas, tan lejos todava de esosveintiuno que eran la mayora de edad, segn las leyes del pas, enfin... Y pensaba tambin que nada se iba arreglar con los ramos deflores, las llamadas y las mil disculpas que iba a recibir, con lastarjetas llenas de explicaciones y nuevas disculpas. Todo resultaraintil. Ella conoca muy bien a Natalia, sus heridas sus frustraciones,su sensibilidad a flor de piel y su fragilidad, a pesar de ese aspecto

    imponente, y saba tambin de su aburrimiento, de sus ansias devivir, y de su tremenda y reprimida sensualidad. Y ni qu decir de suhijo. La seora Antonella conoca a Carlitos a fondo, su totalingenuidad, su eterno despiste y su absoluta carencia de malicia,pero tambin su apasionamiento y su obstinacin, tan grandes comosu deslumbrante inteligencia y su fuerza de voluntad a prueba debalas. Cuando Carlitos se empecinaba en alcanzar una meta... Algomuy serio estaba ocurriendo entre ambos, as, de golpe, tanrepentina como inesperadamente, s, quin lo habra dicho, quin lohabra imaginado siquiera... Pero bueno, tena que ocuparse de su

    esposo, ahora. Los dos necesitaban un gran descanso y la camamatrimonial haba sobrevivido a la batalla campal, felizmente. Ah laesperaba Roberto, bastante magullado y adolorido, pero con laseguridad de que no tena nada roto. Se abrazaron, se besaron, y losdos dieron las gracias al cielo porque ni Cristi ni Marisol haban estadoen casa para presenciar el horror ocasionado por el efecto Siboneysobre su hermano Carlos. Mientras tanto, Carlitos dormaprofundamente en una habitacin de la clnica Angloamericana. Lehaban desinfectado y parchado todas las heridas, le haban puestotres puntos en la ceja derecha, y le haban tomado toda clase de

    radiografas, ya que a la pregunta: A ver, cunteme qu le duele,jovencito?, respondi: La verdad, doctor, tengo todo tipo de dolorespor todas partes. Soy un dolor que camina, para serle sincero. YNatalia, que dorma ahora tambin en la cama del acompaante,solt sus primeros lagrimones de amor en casi dos dcadas, y comoque regres del todo a la belleza de su adolescencia, a su reinado decarnaval y al nico hombre que am en su vida, muerto trgicamentea los veintids aos, cuando regresaba en automvil de su haciendanortea.

    Radiografelo ntegro, doctor le dijo al joven mdico deguardia. Y dele todos los calmantes que pueda. Que no sufra, porfavor, doctor, y que duerma, que descanse, que por fin termine para

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    l este da atroz.Lo de Natalia haba sido un ruego, con voz temblorosa,

    implorante, muerta de pena, y hasta con nuevos lagrimones, pero aella los ruegos y splicas le quedaban tan bien, tan hermosos ysensuales, tan ricotones, caray, que, milagro, ms que implorar

    pareca estarse desnudando ante la vista y paciencia de undesconocido. Y as, nadie en este mundo poda decirle que no, ymucho menos un joven mdico que cumpla su guardia nocturna singrandes novedades ni accidentes, y que andaba bastante aburridocuando le trajeron a un muchacho llenecito de golpes y a la seoraesta que pide las cosas tan escandalosamente. O sea que a Carlitos loradiografiaron hasta decir basta y lo calmaron y sedaron hasta elmedioda siguiente, porque los ruegos y splicas de la monumentalNatalia de Larrea no eran rdenes sino striptease, ms bien.

    Natalia lo tena todo planeado cuando su Carlitos despert. No

    pasaran el fin de semana en su casona del malecn de Chorrillos,sino en el huerto, que no quedaba tan lejos. Y no le avisara nisiquiera a Antonella, por ms amigas que fueran. Confiaba cien porciento en ella, pero lo prefera as. Adems, Antonella sabaperfectamente que su hijo estaba con ella y que por ese lado no tenade qu ocuparse. Carlitos estara perfectamente bien atendido y conseguridad, ya haba pasado por el servicio de urgencias de algnhospital o por alguna posta mdica. Nada realmente grave le habaocurrido.

    Nos vamos a un huerto, Carlitos. Hasta que te sientas bien y no

    te duela absolutamente nada. Y sobre todo por precaucin. No lo creoya, pero esos seores que te pegaron son tan burros y deben deestar tan ofendidos, tan heridos en su amor propio, tanda devanidosos, que no es imposible que dos o tres de ellos, y hasta loscuatro, se vuelvan a juntar, se tomen sus copas para envalentonarse,y se presenten en mi casa en busca de ms camorra.

    Cuando quieran y donde quieran, Natalia, porque yo todava nohe terminado con ellos dijo Carlitos, envalentonadsimo, pero sinlograr adoptar postura pugilstica alguna, porque el dolor lo fren ensu intento.

    Amor, olvida ya todo eso. Lo nico importante es lo que estpor venir. Y eso es todo nuestro. Como el huerto, donde slo entrarla gente que a nosotros nos guste.

    Carlitos abandon la clnica, bastante adolorido an y con el ojoderecho y el labio inferior sumamente hinchados. Le costaba trabajohablar y hasta rengueaba un poco mientras se diriga al automvil deNatalia, pero nadie lo iba a callar ese fin de semana en el huerto.

    Adonde queda, mi amor? Adonde queda el huerto de miamada?

    En Surco; a unos cuantos kilmetros ms all de Chorrillos. Locuida un matrimonio italiano, una pareja encantadora que trabajtambin para mi pap, hasta su muerte. Los dos cocinan delicioso. Y

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    tambin les he pedido a mi mayordomo y a una empleada que sevengan de mi casa para que te atiendan a cuerpo de rey. El huertoser nuestro refugio.

    Un nidito de amor, je?Y por qu no? Tienes alguna buena razn para que no sea

    as?Bueno, mi edad...Y la ma, Carlitos...? Mira, si t te pones a pensar en tu edad y

    yo en la ma, estamos fritos.Natalia de mi corazn...Chiiisss... No hables tanto, que debe de dolerte mucho ese

    labio. Lo tienes bien hinchado, mi amor.Na-ta-lia-de-mi-corazn...Por no quedarte callado, anoche, ah debajo de la cama, mira

    todo lo que te pas. Y pudo ser mucho peor.

    Pero aqu estamos, en tu automvil, libres y solos, y rumbo alhuerto de mi amada...

    Sabes que se es el nombre de un viejo vals criollo?El huerto de mi amada? Ni idea. Y Siboney? Me tocars

    Siboney?A lo mejor ni tienes esa cancin, nuestra cancin.T no te preocupes de nada. Si no la tengo, la mandamos

    comprar.Natalia pensaba en el camino que haban recorrido, rumbo al

    huerto. Atrs haban ido quedando barrios enteros, distritos comoSan Isidro, Miraflores, Barranco, ahora que ya estaban llegando a

    Chorrillos y torcan nuevamente, en direccin a Surco. Ah se acababala ciudad de Lima y empezaban las haciendas y la carretera al sur...La idea le encantaba, le pareca simblica: los distritos y barriosresidenciales en los que viva toda aquella gente, todo aquel mundoen el que ella haba pasado los peores aos de su vida, siemprejuzgada, criticada, envidiada, tan slo por ser quien era y poseer loque posea, y por ser hermosa, tambin, para qu negarlo, si es partede la realidad y del problema, parte muy importante, adems; esosmalditos San Isidros y Miraflores, y qu s yo, iban quedando atrs.Como haba quedado atrs aquel matrimonio juvenil al que la

    forzaron por estar encinta de un hombre tan brutal y celoso, tan llenode prejuicios, tan acomplejado, tan braguetero, y todo para que sunica hija naciera muerta y aquel sinvergenza se largara con otramujer y una buena parte de su dinero... En el huerto nada de aquelloexista o, en todo caso, haba quedado atrs para siempre; el huertolo habitaban slo dos viejos inmigrantes italianos, Luigi y MariettaValserra, esa entraable pareja que jams le pedira cuentas de nadaporque ellos venan de otro mundo y nunca juzgaban a nadie, como sia su manera, y por sus propias razones, hubieran repudiado a laciudad maldita e hipcrita. Tambin ellos se haban refugiado en elhuerto, pensndolo bien...

    Estaban llegando cuando Natalia le pregunt a Carlitos, sonriente,

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    muy divertida, con todo el cario del mundo:Sabes que te estoy llevando al huerto?Y adnde, si no?Estoy pensando en otra cosa, mi amor. Sabes lo que quiere

    decir Llevarse a alguien al huerto? Yo no s si en el Per se us esa

    expresin, alguna vez, y despus se perdi. O si nunca se utiliz.Pero en Espaa s se emplea y el diccionario de la Real Academiadice, ms o menos, que llevarse a alguien al huerto quiere decirengaar a alguien. Y, actualmente, mucha gente usa la expresinslo con el sentido de llevarse a alguien a la cama con engaos...Qu te parece?

    Me parece que estoy en tus manos y que no me han cerrado unojo sino los dos. Pero digamos que por ahora no importa.

    Conque sas tenemos, no?Dame huerto, Natalia. Todo el huerto que puedas.

    Y para despus, qu propones?Huerto para siempre, estoy seguro. Porque, ademas, en mi casa

    no creo que quieran recibirnos.El huerto, Carlitos. Hemos llegado a nuestro destino, como

    dicen a veces.Suena muy bonito, Natalia. Y a m me suena muy real, tambin.Dios te oiga y Lima nos olvide...Natalia toc la bocina e inmediatamente aparecieron Luigi y

    Marietta para abrir la gran reja de par en par y dar paso al automvil.Y ah vena ahora la pareja por el camino de grava bordeado de

    inmensos rboles que llevaba hasta una antigua y preciosa casonacampestre, cubierta de buganvillas. Luigi era alto y enjuto, y Mariettaalgo gorda y ms bien baja. Los dos tenan el pelo blanco, la piel muycolorada y arrugada y sabe Dios qu edad. Cuntos aos podantener? Pues muchos, porque haban llegado al Per con el siglo ysiendo mayores de edad. Sin embargo, tanto l como ella pertenecana ese tipo de gente en que el paso de los aos se detiene un da parasiempre. Y, como afirmaba siempre Luigi, tanto a l como a suMarietta le quedaban an muchsimas jornadas de trabajo en elcuerpo, muchsimas, s. Y verdad que se les vea fortachones y

    enteritos.A Carlitos, en cambio, parecan quedarle apenas minutos de vida,y es que mientras el matrimonio italiano cerraba la reja y se acercabaa saludarlos, l permaneca totalmente ido en su asiento delautomvil. Ido, con la boca abierta, la respiracin entrecortada, y lacabeza aplastada contra el respaldar. Y ni cuenta se dio de que Luigiy Marietta le haban dado la bienvenida y l les haba respondido conun gesto algo papal, elevando ambos brazos con las palmas de lamano abiertas, como quien va levantando algo poquito a poco, yluego despidindolos con un Vayan con Dios, hijos mos.

    Tuvo un accidente les dijo Natalia a sus italianos, como ellalos llamaba. Y ambos sonrieron, como quien ni mira ni pregunta,

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    como una vieja leccin aprendida.La seora Natalia fue asaltada por cuatro bandoleros, en la

    terraza de mi casa solt Carlitos, cuando ella menos se loesperaba. O no, mi amor?

    Bueno dijo Natalia, mirando a Luigi y a Marietta, y

    sonriendo. Bueno...Entiendo que tendr que buscar una explicacin mejor. Y

    cranme que lo intentar, seoras y seores, pero otro da, porqueahora vengo de la guerra y estoy gravemente herido.

    Los italianos sonrieron, por todo comentario, y Natalia decidiavanzar hasta la antigua casona, maravillosa all al fondo, y esperarque la gente de servicio llegara de Chorrillos. No podan tardar. PeroCarlitos estaba tan raro, tan ausente y despistado, que mejor setumbaba nuevamente a descansar. Ella saba lo distrado que podallegar a ser, y para pruebas lo de anoche, pero tambin era verdad

    que no haca ni veinticuatro horas que lo conoca.Bajamos, amor.No s si lograr acostumbrarme jams le dijo, de pronto,

    Carlitos, que, en el fondo, lo nico que tena es que se haba quedadoturulato con tanta naturaleza en medio de un desierto, casi.

    Dime la verdad, Carlitos. Te pasa algo? Hay algo que no tegusta? Algo que te incomoda o te desagrada?

    Tu casota parece un cortijo andaluz en pleno corazn del frica,Natalia, y afuera el Sahara, o algo as. Y yo, la verdad, no estabapreparado para tanto exotismo. No sera todo esto efecto de los

    golpes?Es mi huerto y a m me encanta, amor. Poco a poco te irsacostumbrando, vas a ver.

    Creo que, a partir de ahora, tendr que nacer de nuevo todoslos das. Tal vez as...

    Carlitos no termin su frase y Natalia les hizo una sea a Luigi yMarietta, para que se acercaran a ayudarla.

    En cierto sentido les dijo, por toda explicacin, el seorCarlos Alegre s llega herido de la guerra. Herido grave.

    El matrimonio italiano actu con la discrecin y eficacia de

    siempre, y Carlitos se durmi profundamente no bien lo instalaron enla cama ms sensacional que haba visto en su vida. Y por supuestoque so, y que en su sueo tuvo muchsimo que ver todo lo ocurridola noche anterior, aunque en una versin realmente placentera,bastante rosa, y completamente desprovista de incidentesdesagradables. En realidad, l era al mismo tiempo espectador yactor de una pelcula llena de buenos sentimientos y dirigida nadamenos que por Dios, con lo cual la terraza y el jardn de su casaadquirieron dimensiones celestiales y los asistentes al gran baile queles ofreca su padre a Natalia de Larrea y a l se llamaban todosVctor y Miguel y los mil mayordomos se llamaban siempre DanteSalieri, aunque eran en su mayora peruanos y senadores ilustres o

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    prestigiosos mdicos, y slo muy rara vez se oa algn che, siemprebastante destemplado, eso s. Del cielo llegaba la iluminacin aquellamaravillosa y la Orquesta Siboney interpretaba una y mil veces lacancin del mismo nombre que Ludwig Van Beethoven habacompuesto especialmente para la ocasin.

    La felicidad reinaba en aquel gran baile en el que los caballerosllevaban todos esmoquin y las seoras traje largo. La nica excepcinera la pareja homenajeada, ya que l llevaba la misma camisa azul yel mismo pantaln caqui que en la realidad y Natalia el mismo trajecolor salmn y muy alegremente florido cuya finsima tela no sloresaltaba cada maravilloso instante de su cuerpo sino que, adems,lo exaltaba hasta dejarlo convertido en visin divina.

    Gracias, querido Dios le dijo Carlitos al Todopoderoso Directorde tal maravilla, y, con esa fabulosa capacidad de ir adelante y atrsque tienen los sueos, aadi: No he recogido mi rosario, que se

    me cay al suelo delante de ti y de tu Madre, la Virgen, como biensabrs por bajar en busca de un amor que me llamaba a gritos; yahora adoro a Natalia, que es de carne y hueso y adems tiene unoshuesos que tambin parecen de carne; y, a ms tardar, maana,estar durmiendo, tambin de carne y hueso, a su lado y en suhuerto de Surco. Pero bueno cmo explicarte, cmo decirte que ellaes divorciada y yo todo sexo; s, yo, Dios, que fui todo oracin... Especado lo mo? Me castigars? Arder en el infierno, Dios mo ySeor Todopoderoso? Me expulsars del paraso? Por favor, no,Seor mo. No le pongas FIN a esta pelcula tan maravillosa que, se

    ve a la legua, slo t podas dirigir.No temas, Carlos Alegre. Dios no castiga nunca a los amantes.Y mucho menos en tu caso, aunque la verdad es que esa diferenciade diecisis aos que hay entre Natalia y t no Me parece nadaconveniente. Pero, bueno, Natalia ha sufrido tanto y t Me has sidosiempre tan fiel, que, al menos por un tiempo, voy a hacerMe el de lavista gorda. Y mira t hasta qu punto. La pelcula se va a acabar,pero slo para que despiertes en otra de carne y hueso. PorqueNatalia ha aprovechado que t dormas para pegarse un duchazo,ponerse una bata de seda realmente divina, para usar un adjetivo

    bastante terrenal, y en este instante la tienes saliendo del bao y,con el pelo an mojado, est...No reconozco del todo dijo Carlitos, abriendo inmensos los

    ojos, y mirando a Natalia con la bata que Dios le haba puesto...Carlitos... Te sientes bien?Perfecto y feliz le dijo l, reaccionando e incorporndose con

    alguna dificultad, para apoyarse en el respaldar de aquella hermosacama. Tengo autorizacin divina para todo.

    Cmo?Un sueo de esos que te hace pensar muchsimo y entenderlo

    todo, en un instante. Ven, ven, acrcate. Y qutate esa bata.No te parece un poco rpido?

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    Necesito ver, Natalia... Cmo decirte... Dios me ha mandadover y tocar.

    Qu?He soado. Y he comprendido miles de cosas. Pero t tienes

    que estar completamente desnuda para que yo te lo pueda explicar.

    Natalia se quit la bata lentamente, hasta quedar por completodesnuda. Un cuerpazo. Un pelo melena castao oscuro ondulado yahora hmedo, adems, y hasta rizado, una piel sumamente blanca,y qu hombros, qu senos, qu piernazas perfectamente torneadas,qu caderamen, qu tafanario divino, para emplear una palabra queDios acababa de usar, y los ojos inmensos, incitantes y tiernos, a lavez, los labios carnosos y hmedos, puro deseo, como tambin lamirada... Demasiada hembra, siempre, y Carlitos ah, como teniendoque opinar, o al menos que piropear, desde su gravedad y suaparente enclenquitud.

    Me pasa lo mismo que con tu huerto y tu casa, mi amor. No ssi lograr acostumbrarme jams dijo Carlitos, turulato y erecto,mientras Natalia se tumbaba a su lado en cmara lenta, con toda lasuavidad y ternura, pero tambin con toda la sensualidad y la carnede quien ha esperado demasiado y sin embargo sabe que nadaodiara tanto como causar dolor, cualquier tipo de dolor. Y es quesaba perfectamente que para ese muchacho beato de diecisieteaos, esto era inmenso y poda ser terrible.

    Siempre estar aqu a tu lado y esperando le dijo, mirndoloapenas y besndole muy suavemente la frente.

    Maana es domingo, da de guardar.Te llevar a misa, mi amor.De eso se trata precisamente, Natalia. Porque yo creo que,

    precisamente maana, Dios nos ha exonerado...Qu dices?Quedamos en que iba a contarte el sueo que tuve mientras te

    duchabas. Hay en l un par de opiniones de Dios que merecen muchaatencin...

    Carlitos! Qu haces, Carlitos, ayyyy!Tengo que volver a meterme en mi sueo, para poder...

    Pero Carlitos, aayyyy, mi amor...!Dios me habl de una pelcula de carne y hueso, Natalia...Te amo, Carlitos, y esto parece un sueo, s, s...Divino, Dios mo...!

    Amanecer aquel primer domingo de su amor fue toda unanovedad para Carlitos, que abri y cerr varias veces el ojo que lefuncionaba, o sea, el izquierdo, antes de convencerse de que aqueldormitorio de virrey en vacaciones formaba parte de este mundo,aunque, por precaucin, tambin fue depositando, poquito a poco, ycon intensidad de menos a ms, gran cantidad de besitos bastante

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    hinchados y dolorosos y caricias mil sobre diversas zonas andormidas del cuerpo de su amada. Acurrucada y desnuda, a su lado,o, ms bien, calatita y acurrucadota, Natalia se dejaba disfrutar, feliz,y cada vez ms entregada a aquella infinidad de mimos tan torpescomo deliciosos, tan primerizos, casi siempre, mas tambin, de golpe,

    y seguro que de pura chiripa, tcnica y demoledoramente riqusimos,porque acertaban de lleno en un punto de alto contenido ergeno.Pero, pobrecito, mi amor, debe de dolerle mucho tanto esfuerzo yqu hora ser.

    Nuestro primer amanecer juntos aqu, y nuestro primerdomingo dijo Natalia, desperezndose riqusimo, abriendo por finlos ojos y sonrindole gratitud y amor. Pero el rostro muy hinchadode Carlitos la hizo voltear rpidamente en busca de un reloj. Iban aser las dos de la tarde, qu horror, y el pobre no haba tomado suscalmantes, ni sus sulfas ni nada. Natalia se incorpor y corri al bao

    en busca de un vaso de agua. Continuaba desnuda, y Carlitos la viotan deliciosamente cuerpona, as, por detrs, que, una vez ms, abriy cerr varias veces el ojo izquierdo. En fin, por si acaso.

    Debe de dolerte mucho le dijo ella, ya de regreso del bao.Carlitos le respondi con un solo de guios de ojo izquierdo.No me digas ahora que ese ojo tambin te est doliendo, mi

    amor?No, no... Es que venas por delante, esta vez y... Nada. No te

    preocupes... Pero...Pero qu...?

    Es domingo, no, Natalia?Qu otro da puede ser, mi amor?Claro... claro... Slo necesitaba tu confirmacin.Bueno... Pero t cuntame ahora cmo te sientes, que es lo

    ms importante de todo.Por fuera, ya lo ves. Debo de seguir tan hinchado como ayer, al

    salir de la clnica, pero eso es natural y slo cuestin de paciencia yde esperar que me quiten los puos. Adems, no me preocupa nada,creme, amor. Y creme tambin que lo nico realmente importantees que hayamos despertado juntos y que sea verdad. Que t seas

    verdad y que esta casa y este huerto sean reales. Entiendes ahorapor qu te he preguntado si hoy era domingo?Entiendo, Carlitos, entiendo...Fue viernes de verdad y me pegaron, y fue sbado y despert en

    una clnica, roto, cosido, parchado y contigo. Y fue verdad. Y en lamedida en que tambin hoy sea domingo...

    Te juro por mi amor que es cien por cien domingo Carlitos.Es que el sueo ese con Dios y el cielo, y t misma desnuda,

    todava tienden a confundirme, Natalia. Tal vez dentro de unos das,o incluso unas semanas.

    Das, semanas, meses, aos... De eso, precisamente tenemosque hablar, mi amor. Qu mejor prueba quieres de que todo es

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    verdad. Tenemos que hablar del futuro.Por ahora slo tengo hambre, Natalia.Luigi y Marietta nos deben de tener algo casi listo, en la cocina.

    Basta con que les d la voz.Deben de pensar que nos hemos muerto.

    Tambin Julia y Cristbal.Y sos quines son?La empleada y el mayordomo de mi casa de Chorrillos. Te

    acuerdas de que los mand llamar?Vagamente. Muy vagamente.Almorzamos aqu o nos vestimos un poco y vamos al comedor?Carlitos abri y cerr varias veces el ojo izquierdo y opt por el

    comedor. Era un poco arriesgado salir de ese formidable dormitorio,entre campestre y palacio del Marqus de la Conquista, pero tambinera cierto que, en la medida en que existieran una sala y un comedor,

    por ejemplo, y Natalia sentada y comiendo, por ejemplo, y lsaciando el hambre que tena, por ejemplo, la teora aquella de quehoy era domingo y verdad... En fin, que Carlitos opt por el comedor,por si acaso. Y lo cierto es que tuvo mucha, muchsima razn, porqueantes Natalia lo invit a meterse en la ducha con ella, paraintercambiar jabonaditas y esas cosas que ella haca como Diosmanda, y que a l tanto lo afectaban, aunque en el mejor de lossentidos, porque hoy domingo y sin misa, o sea, tal como elTodopoderoso le explic divinamente bien, justo cuando Carlitosregres nuevamente de su sueo celestial, para pasar a otro bien de

    carne y hueso, aunque esta vez se trataba de una ducha modelobacanal y de un jabn que ola a Pars, ms una real delicia de curvasque jabonar, mientras a l lo enjuagaban con una esponjita de lo mssexual, agua bien templadita tan cuidosa como experta yaplicadamente, y cual reposo de guerrero herido. Carlitos confesque, para l, todo era y sera siempre por primera vez, contigo,cuerpona, y Natalia le replic que para ella tambin era la primeravez, porque ahora s que era con amor, y que, en todo caso, en suvida haba visto a nadie progresar a pasos tan agigantados como atiiiiii...

    Al comedor llegaron bien baados, casi a las cinco de la tarde,luciendo dos maravillosas batas de seda, ambas de mujer, yrealmente muertos de hambre, ahora s, aunque la expresin de susrostros continuaba exhalando tal ardor de esto que sonroj de pies acabeza a Luigi, Marietta, Julia y Cristbal, que llevaban horasesperndolos.

    Vino tinto, mi amor? le pregunt Natalia a Carlitos, con vozde almohada sentimental, para que los cuatro sonrojados terminarande enterarse, de una vez por todas, de la situacin y suscircunstancias.

    A Carlitos le gui bastante el ojo izquierdo mientras respondaque s, y que el mismo tinto de siempre, Natalia de mi corazn,

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    aunque a todos los aqu presentes les puedo jurar que sta es laprimera vez en mi vida que tomo vino. Pero bueno, como es domingoy verdad, no?, mi nombre es Carlos Alegre di Lucca, y realmenteencantado, Para serles sincero.

    El gusto es todo nuestro, seor...

    Ah, s? Pues entonces escrbanme cada uno de ustedes, porseparado, y en un papelito secreto, qu da es hoy por favor.

    Natalia tuvo que intervenir:Y ahora una meloda para da domingo, Luigi. Y la pasta de los

    domingos, Marietta. Y usted, el mismo gran vino de todos losdomingos, Cristbal, mientras Julia arregla el dormitorio y el bao,que estn hechos un desastre porque este domingo, por primeravez...

    Los cuatro empleados reaccionaron, por fin, y minutos despusllegaban la pasta y el vino y, de sabe Dios dnde, llegaba Siboney, en

    la versin de Stanley Black. Probablemente de la sala-hacienda queacababan de atravesar Natalia y Carlitos, como quien atraviesaAndaluca toda, pero por sus salones y patios, por sus fuentescantarnas y uno que otro sensacional museo del mueble espaol.

    Tenas el disco? pregunt Carlitos.No, lo mand comprar ayer, mientras dormas. Pero, en cambio,

    me olvid de lo ms importante. Me olvid de la bata, mi amor,perdname.

    O sea, que hoy no es este domingo!Por supuesto que es este domingo, amor mo. No te asustes,

    por favor.Y entonces!No te das cuenta de que lo que llevas puesto es una bata de

    mujer?Qu mujer ni qu ocho cuartos, Natalia! Ya yo saba que

    estaba soando, maldita sea! Si sta fuera una bata de mujer mequedara igual que a ti!

    Carlitos, mi amor. Por favor, abre los ojos. Y reflexiona un poco.Un poquito siquiera. Dos batas pueden ser exactas, pero jams dospersonas. Y mucho menos de distinto sexo.

    Diablos! Tienes toda la razn! Se ve que me dieron duro en lacabeza, el viernes. Y ademas mi abuela Isabel lo dice siempre:Cundo llegar el da en que Carlitos se fije en las cosas mselementales? Perdname, por favor, Natalia.

    Salud.Estos espaguetis estn realmente deliciosos, oye.Perdona, pero se brinda con el vino, Carlitos.Verdad. Salud por primera vez en mi vida. Salud por ti, por m,

    y por nosotros, siempre.Tambin yo soy una volada, caray. He olvidado por completo

    que tu camisa qued destrozada y tu pantaln completamentemanchado de sangre.

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    Dije salud, por primera vez en mi vida.Salud, mi amor. Pero no puedo dejar de pensar en tu ropa. Algo

    para maana, aunque sea. No crees que se podra llamar a tu casasin que se enteraran tus padres?

    Excelente idea. Porque en mi casa siempre contesta el telfono

    un mayordomo, Natalia. T enva a Luigi o a Cristbal, y yo encargoque le entreguen una muda de ropa limpia. Y, de paso, les doy lasgracias a Vctor y a Miguel por haberme ayudado a enfrentarme conesos cuatro malhechores. Y les cuento que estoy vivito y coleando,comiendo pasta y brindando contigo. Y por primera vez en mi vida.

    Y maana, cuando vayas a estudiar, yo te compro ms ropa.De acuerdo?

    Bueno, pero le pasas la cuenta a mi pap.Cmo! Qu has dicho, Carlitos...?Caray, qu bruto. Perdname. Ya ves, se me escapan las cosas

    ms elementales. Perdname, por favor. Nunca rns...Salud, mi tan querido Carlitos Alegre di Lucca.Salud, Natalia de Larrea y... Y qu? Me parece que todava no

    me has dicho tu apellido materno.Y Olavegoya.Caray, parece que uno estuviera hablando con la historia de

    este pas.Olvidemos esa historia y concentrmonos en la nuestra,

    Carlitos. T qu piensas hacer?Facilsimo. Quererte toda la vida y ser un gran dermatlogo,

    como mi padre y mis abuelos... Y bueno, claro, seguir siendo un buencristiano.Tan fcil lo ves?Pues s. Y adems tenemos permiso de Dios, no lo olvides.Eres t el que olvida que aquello fue un sueo. Un lindo sueo,

    Carlitos, pero nada ms.No entiendes ni jota, Natalia.No, la verdad es que no.Pues te lo pondr de otra manera. Cuando se trata de un gran

    amor, Dios es absolutamente comprensivo.

    Perdona mi falta de respeto, pero creo que ste es el momentode recordar un dicho muy aplicable a nuestra limea realidad y anuestro entorno: Y vinieron los sarracenos, y los molieron a palos.Porque Dios ayuda a los malos, cuando son ms que los buenos.

    No saba que eras tan pesimista, Natalia.Pesimista, yo? No me digas que has olvidado el escndalo que

    se arm el viernes? Olvidaste ya que casi te matan?Eran cuatro contra uno, y aun as...Pues ahora ser todo Lima contra nosotros dos. Un muchacho

    de diecisiete aos y una divorciada de treinta y tres... Tambin teparece que aun as?

    Claro que s. O no me quieres?

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  • 7/30/2019 Bryce Echenique, Alfredo - El Huerto de Mi Amada(2)

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    El Huerto de mi Amada Alfredo Bryce Echenique

    Te quiero mucho ms de lo que t crees. Te amo, Carlitos.Y tienes miedo, aun as?Ven aqu, loquito maravilloso. Bebe de mi copa y besame.Pero antes jrame que sta es la ltima vez que dudas de que

    hoy es domingo.

    Le haces honor a tu apellido paterno, Carlos Alegre. Pero bebede mi copa y bsame.

    Allvoy, Natalia, pero t ndale diciendo a Luigi que traiga elpostre y ms vino. Sigo muerto de hambre, y adems nos quedanmiles de cosas por las cuales brindar.

    Casi no durmieron, la noche de aquel primer domingo de suamor, y para Carlitos fue realmente horroroso arrancarse de losbrazos de aquella mujer hermosa y anhelante que, desde elamanecer, le fue haciendo notar que ms real no poda haber sidocada instante de lo vivido, y que por ello precisamente ahora

    navegaban hacia una nueva orilla llamada lunes, complicada, temible,abrupta.

    Pesimista le deca l.Creme que algo entiendo de todo eso, mi amor.Y t cree en lo que dice mi abuela Isabel, que as se vive mucho

    mejor.Esta ciudad, Carlitos.Se dira que naciste en la calle de la Amargura, donde viven los

    hermanos Cspedes, je...Sabes que he decidido hablar con tu mam? Y con tu padre,

    tambin, si es necesario?Me parece muy bien, Natalia. Mira que yo tambin habapensado contarles todita la verdad a los mellizos. Me vern con estacara, y por supuesto que querrn saber qu me pas.

    Amanece lunes, Carlitos. Durmamos un poquito, siquiera, paraque no llegues tan cansado donde tus amigos, anoche le dije aCristbal que llamara al chofer para que te lleve en el otro automvil.Te puede llevar todos los das, si quieres.

    Vivir aqu, mi amor?Ya lo creo, siempre que t lo desees.

    Y t?Adnde, si no? sta es nuestra fortaleza. La tuya y la ma. Ypara siempre, si t lo deseas.

    S, este huerto maravilloso y esta casona cinematogrfica sernnuestra fortaleza. Nuestra perfecta fortaleza rabe: muralla de piedrapor fuera y jardn por dentro.

    Te amo, te admiro, y me gustas tanto...Yo creo que est amaneciendo domingo otra vez, Natalia de mi

    corazn...A ver, prueba guiar el ojo izquierdo, Carlitos...No creo que salga bien, por ahora. Las cortinas estn cerradas y

    an no logro ver claramente... Por ms que guio y guio...

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  • 7/30/2019 Bryce Echenique, Alfredo - El Huerto de Mi Amada(2)

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    El Huerto de mi Amada Alfredo Bryce Echenique

    No? No ves nada?Absolutamente nada. Pero, en cambio, a ti basta con tocarte un

    poquito por aqu, otro por all, otro ms por acull, para que veasqu bien hablo, y eres puritito domingo, cuerpona...

    Lo tuyo s que se llama pasos agigantados, miiiiii...

    Pero fue aquel primer lunes de su amor el que realmente se lesagigant a ambos. Y cmo! Primero fue Natalia, porque jams creyque la madre de Carlitos, su gran amiga Antonella, iba a cerrar filascon su esposo y con todo Lima. Increble, cmo poda cambiar unapersona en esta ciudad. Natalia la haba conocido cuando lleg deItalia, recin casada con Roberto Alegre, y desde entonces ambasmujeres haban congeniado mucho. Adems, Antonella haba sido sugran confidente, durante su infeliz matrimonio, y hasta ese da, yprcticamente haba sido la nica persona que siempre quisoescucharla, que siempre la entendi, y que desde el primer momento

    estuvo cien por ciento de su parte. A aquella Antonella haba acudidoese lunes Natalia, confiada en su comprensin, en su inteligencia ygenerosidad proverbiales, pero de golpe se encontr con una mujercerrada y hostil, llena de prejuicios, y que tomaba en cuentanicamente lo que la sociedad poda decir o pensar. De su amigaitaliana, abierta e inteligente, sensible, cosmopolita y culta,