BsAs Tango Festival

124
1 EL FESTIVAL DE TANGO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. DESDE EL SIMBOLO DE UNA IDENTIDAD HASTA UNA INDUSTRIA DEL TANGO Ariel Tomás Rodríguez Director Académico: Dr. Oscar Moreno CARRERA DE LICENCIATURA EN GESTION DEL ARTE Y LA CULTURA DEPARTAMENTO DE ARTE Y CULTURA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO 2013

Transcript of BsAs Tango Festival

  • 1

    EL FESTIVAL DE TANGO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. DESDE EL SIMBOLO DE UNA IDENTIDAD HASTA UNA

    INDUSTRIA DEL TANGO

    Ariel Toms Rodrguez

    Director Acadmico: Dr. Oscar Moreno

    CARRERA DE LICENCIATURA EN GESTION DEL ARTE Y LA CULTURA

    DEPARTAMENTO DE ARTE Y CULTURA

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO

    2013

  • 2

    TRABAJO FINAL DE GRADO

    ASIGNATURA: TALLER DE ELABORACION DEL TRABAJO FINAL

    Ctedra: Profesor Titular: Lic. Enrique Valiente

    Director del Departamento de Arte y Cultura

    A/C Lic. Anbal Y. Jozami

  • 3

    Caseros, 22 de Noviembre de 2012 Sr. Profesor

    Lic. Enrique Valiente

    Me dirijo Ud. con la finalidad de presentar mi Trabajo Final "El festival de

    tango de la Ciudad de Buenos Aires. Desde el smbolo de una identidad hasta

    una industria del tango", correspondiente a la carrera de Licenciatura en

    Gestin del Arte y la Cultura, para ser sometido a su respectiva evaluacin.

    Sin otro particular, saluda a Ud. muy atte.

    Ariel Toms Rodrguez

  • 4

    Caseros, 22 de Noviembre de 2013 Sr. Profesor

    Lic. Enrique Valiente

    Me dirijo Ud. con la finalidad de prestar conformidad, en mi carcter de

    Director Acadmico, a la presentacin del Trabajo Final "El festival de tango de

    la Ciudad de Buenos Aires. Desde el smbolo de una identidad hasta una

    industria del tango", del alumno Ariel Toms Rodrguez, correspondiente a la

    carrera de Licenciatura en Gestin del Arte y la Cultura, para ser sometido a su

    respectiva evaluacin.

    Sin otro particular, saluda a Ud. muy atte.

    Dr. Oscar Moreno

  • 5

    Agradecimientos

    A Sara Atue A mis familiares y amigos

    A Oscar por su paciencia y apoyo A los docentes y estudiantes de la UNTREF

  • 6

    Resumen El presente trabajo explica algunos aspectos que han configurado el llamado

    resurgimiento del tango, ms especficamente, aquellos relacionados con las

    activaciones patrimoniales que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha

    llevado adelante desde la ltima dcada del siglo XX. En este marco temporal,

    los esfuerzos de la investigacin se orientan hacia la actividad de las nuevas

    formaciones de tango y su insercin en los planes que instrumenta el Estado

    para el estmulo y preservacin del gnero. Dentro de esas acciones, el festival

    de tango de la ciudad de Buenos Aires representa un caso paradigmtico para

    analizar los efectos de la activacin patrimonial. Durante su historia, este

    evento ha reflejado la fisonoma de las polticas destinadas al tango,

    convirtindose adems, en una instancia de seleccin y consagracin en donde

    distintos agentes compiten por la legitimacin y los recursos que el Estado

    pone a disposicin para el gnero. La investigacin se ha realizado en base a

    la sistematizacin y anlisis de mltiples fuentes documentales especializadas

    en el tema que es objeto de estudio.

  • 7

    Summary This paper explains some aspects that have shaped the so-called tango revival,

    more specifically, those related to heritage promotions that the Government of

    the City of Buenos Aires has carried forward since the last decade of the

    twentieth century. In this timeframe, research efforts are directed towards the

    activity of new formations of tango and their insertion in the State implemented

    plans for encouragement and preservation of the genre. Among these actions,

    the Tango Festival of Buenos Aires represents a paradigm for analyzing the

    effects of heritage promotion. During its history, the event has reflected the

    aspect of policies designed for tango, also becoming an opportunity for

    selection and for obtaining reputation where different agents compete for

    legitimacy and resources that the state provides for the genre. The research

    has been carried out based on the systematization and analysis of multiple

    specialized documentary sources on the topic that is the subject of study.

  • 8

    ndice Introduccin 9 Captulo 1 - Cultura, Polticas Culturales y Diversidad Cultural 13 1.1 La nocin de cultura en la modernidad, algunas nociones para su comprensin 13 1.2 La industria cultural y la Escuela de Frankfurt 16

    1.3 La influencia de la UNESCO en las polticas culturales 18

    1.4 De la cultura a la cultura como recurso 24 1.5 Del informe McBride a la diversidad cultural 28 1.6 Francia y Estados Unidos: dos estrategias frente a los bienes culturales 34 Captulo 2 - El Tango y las activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires 38 2.1 Diversidad cultural e industrias culturales en Buenos Aires 38 2.2 Activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires 47 2.3 El tango y las polticas patrimoniales 51 2.4 Turismo cultural y mercantilizacin del patrimonio, Buenos Aires como capital mundial del tango 56 2.5 El tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad 69 Captulo 3 - El festival de tango de la ciudad de Buenos Aires 76 3.1 De la fiesta popular del tango al festival de tango internacional 76 3.2 Autoconvocados por el tango: los primeros cuestionamientos hacia la gestin oficial 84 3.3 El festival despus de la crisis, desde el smbolo de una identidad hasta una industria del tango 89 3.4 El tango que se cosecha en Agosto 93 3.5 La Unin de Orquestas Tpicas y los festivales de tango independientes 96 Consideraciones finales 109Bibliografa 114

  • 9

    Introduccin

    En el transcurso de las ltimas dos dcadas, las expresiones culturales

    vinculadas al tango han experimentado un notable incremento. Luego de

    ocupar un lugar preponderante dentro de la cultura Argentina, desde la dcada

    del sesenta el tango experiment un declive que lo llev a convertirse en un

    gnero devaluado, cultivado casi exclusivamente por grupos minoritarios. Entre

    las principales causas de esta decadencia, se pueden contar el avance de

    gneros forneos y la censura que los diversos regmenes militares impusieron

    sobre esta manifestacin. Sobre el final del siglo, comienza a registrarse una

    revaloracin que revierte la carga negativa que el tango haba soportado como

    smbolo de un pasado obsoleto y nostlgico. En el plano de la actividad

    musical, este resurgimiento se materializa a partir de la reposicin de orquestas

    tpicas y otras formaciones, que protagonizan una apropiacin y transmisin de

    los saberes constitutivos de la tradicin musical.

    Este hecho implic la intervencin estatal por medio de polticas culturales,

    inscriptas en un proceso de activacin patrimonial (Prats, 1997) que determin

    una serie de acciones orientadas a estimular y fortalecer las manifestaciones

    ligadas al tango. Dentro de estas acciones, el festival de tango de la ciudad de

    Buenos Aires representa un caso paradigmtico para observar los efectos de

    esta activacin.1

    Se advierte que desde comienzos del actual siglo, el proceso de activacin

    patrimonial relativo al tango, (y por extensin, el festival de tango) configura un

    terreno de disputa y negociacin en el que se superponen racionalidades

    econmicas, polticas y estticas. Estas racionalidades, pretenden asignar a las

    prcticas culturales, valores, jerarquas y funciones que reflejan las asimetras

    e intereses existentes entre los diferentes agentes culturales involucrados; de

    esta manera, el tango como produccin simblica, se inscribe en una disputa

    por fijar sentidos2 (Crespo y Lander, 2001: 4), librada entre diferentes grupos o

    sectores sociales. En ese contexto, el rol del tango como soporte de una

    1 La Activacin patrimonial es un trmino usado por Loren Prats para definir la accin de seleccionar y transformar el recurso en producto patrimonial. En la parte final de ese proceso de activacin patrimonial, se procede a la eleccin y materializacin fsica de servicios y elementos de mediacin que facilitan la visita, favoreciendo la decodificacin, presentacin y difusin de los valores y la informacin que atesora el recurso, convirtindolo en un medio de comunicacin cultural al servicio del conjunto de la sociedad.(1997:41)

  • 10

    identidad local vinculada a las necesidades de reconocimiento de grupos

    minoritarios, se redefini a partir de la utilizacin de una parte de su acervo con

    fines turstico-comerciales; el Estado, que tradicionalmente estaba encargado

    de su custodia, se asoci a otros sectores que vean en el patrimonio, un

    potencial para activar nuevos circuitos de produccin y consumo cultural.

    Planteada esta situacin, el objetivo de este trabajo es analizar cmo el festival

    de tango expone las tensiones y desequilibrios existentes entre los dos

    principales propsitos de las activaciones patrimoniales implementadas por el

    Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: satisfacer las demandas culturales de

    sus habitantes y responder a intereses de sectores que ven en la cultura un

    recurso econmico.

    A partir de estas premisas, se descubre un cuadro de situacin que permite las

    siguientes preguntas: Cuales son las acciones que el estado lleva a cabo en

    el proceso de activacin patrimonial relativo al tango?, quines son los

    actores que el estado habilita o excluye para participar e intervenir en estas? y

    de qu manera se posicionan estos frente el poder oficial? En tal sentido, las

    ideas de Alfons Martinell resultan sumamente tiles para describir estos

    mecanismos:

    Las funciones y competencias de los agentes culturales evolucionan paralelamente a la realidad social, y adquieren una importancia de acuerdo con la funcin que se les otorga en los planteamientos y contenidos de las polticas pblicas. Tambin pueden adquirir un protagonismo desde la perspectiva de su propia iniciativa social, y como elementos de presin sobre las estructuras de las administraciones pblicas. Por lo tanto, el papel de los agentes culturales tiene que considerarse como un factor importante para la construccin y significacin que puede darse a las necesidades y a las problemticas de la sociedad. (Martinell, 1999)

    Para ejemplificar estas posiciones, se utilizarn los casos de organizaciones

    del tercer sector que agrupan a msicos y gestores culturales dedicados al

    tango; la intencin es demostrar como estas, en tanto agentes culturales en

    contacto con las instancias institucionales de organizacin, acceden a distintos

    niveles de intervencin en el festival de tango.

    A partir de esta problemtica, las conjeturas que orientan este trabajo son las

    siguientes:

    1) Las activaciones patrimoniales relativas al tango han propiciado un

    estrechamiento de los vnculos entre el sector pblico y privado, cediendo los

  • 11

    sectores ms lucrativos del patrimonio a este ltimo, y limitando el traspaso de

    recursos a los agentes culturales sin capital, quienes se vieron obligados a

    organizarse a travs de la autogestin y el cooperativismo.

    2) El festival de tango de la ciudad de Buenos Aires ha representado la accin

    ms significativa dentro de las activaciones patrimoniales del gnero. A lo largo

    de su existencia, este evento ha evidenciado como, paulatinamente, el poder

    oficial ha postergado las demandas culturales de la poblacin, favoreciendo los

    intereses de sectores hegemnicos que ven en la cultura un recurso

    econmico.

    Este trabajo est dividido en tres captulos: en el Captulo I se presentan

    algunas perspectivas tericas sobre la nocin de cultura. Luego de realizar un

    recorrido por la evolucin del concepto en la modernidad, se describir el

    proceso por el cual, desde mediados del siglo XX, la imbricacin entre cultura y

    mercado se vuelve cada vez ms estrecha. Seguidamente, se analizar como

    en paralelo a este hecho, la intervencin estatal fue consolidando su avance en

    la regulacin de la cultura a travs de distintos modelos de polticas pblicas.

    En tal sentido, se observar la importancia central de las agencias

    supranacionales (UNESCO y OMC) y los gobiernos, en tanto espacios por

    donde han transitado la mayora de los debates en torno a los asuntos

    culturales. Esto ltimo tiene aqu especial importancia ya que la nocin de

    cultura se ha modificado sustancialmente a partir de su vinculacin con

    desarrollo o el patrimonio y la diversidad cultural de las naciones.

    A travs de este recorrido, se expondr el proceso por el cual las distinciones

    entre alta cultura, cultura en sentido antropolgico y cultura de masas, son

    anuladas a favor de una legitimacin de la cultura como recurso social, poltico

    o econmico. Estos diferentes usos de la cultura (Ydice, 2002), jugarn un

    papel clave en el marco de las disputas entre pases que ocuparn posiciones

    encontradas al momento de defender sus intereses en el intercambio de bienes

    y servicios culturales.

    En el Captulo II se describe en qu forma el poder poltico local llev adelante

    distintas activaciones del patrimonio que dieron paso a su utilizacin como

    recurso. Como se demostrar sobre el inicio de este captulo, la defensa de la

    diversidad cultural como herramienta para contrarrestar las amenazas que el

    libre mercado proyectaba sobre las identidades locales, ha justificado la

  • 12

    intervencin del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre el patrimonio y

    las industrias culturales. En lo relativo al tango, las intervenciones realizadas a

    finales de los noventa, dieron cuenta de una voluntad poltica que persegua

    dos objetivos: en primer lugar, proteger y preservar esta expresin frente a los

    efectos del mercado y la globalizacin. En segundo lugar la posibilidad de

    integrar el tango a la industria del turismo cultural. Estos hechos han tenido

    consecuencias riesgosas sobre los bienes y los sujetos portadores del

    patrimonio, ya que a veces, el poder oficial, al tiempo que consagra y legitima

    algunas expresiones, oculta y relega las que quedan al margen de su inters.

    Para ilustrar esto ltimo, se abordarn una serie de casos particulares que

    muestran como el encuentro del turismo cultural con un sector de la poblacin

    local, deriv en una sinergia que aliment a ambos, promoviendo la expansin

    de una industria cultural relativa al tango.

    Asimismo, la declaracin del tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la

    Humanidad (PCIH) tomar un papel preponderante en este sentido.

    El Captulo III trata sobre el festival de tango de la ciudad de Buenos Aires. En

    el mismo se realizar un detallado relevamiento del evento desde sus inicios,

    en el ao 1998, hasta el 2012. Las variaciones en las caractersticas del festival

    (distribucin geogrfica, fechas en el calendario, programacin artstica,

    financiamiento etc.) permitirn distinguir etapas que sern encuadradas en un

    contexto ms amplio, que contemple fundamentalmente la coyuntura poltico-

    econmica y las restructuraciones ocurridas dentro de los organismos

    culturales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

  • 13

    CAPITULO 1

    Cultura, Polticas Culturales y Diversidad Cultural

    La cultura en la modernidad, algunas nociones para su comprensin

    La palabra cultura es uno de los significantes mas abarcativos y complejos que

    ha producido el lenguaje humano. Desde la definicin propuesta por Edward

    Tylor en 1871 hasta la actualidad, las diferentes ramas de las ciencias sociales

    han producido aproximaciones que resultan funcionales a sus esquemas

    tericos y metodolgicos. En este lapso de tiempo, la antropologa y la

    sociologa han sido quizs las disciplinas que ms preocupacin han

    demostrado por situar los alcances del trmino, generando una vasta familia de

    conceptos y nociones.

    Ante esta evidencia, se observa que la nocin de cultura ha de ser

    necesariamente incompleta y perfectible, un concepto en permanente

    construccin en donde no existe un consenso universal sobre el alcance del

    termino y su uso un signo, un recipiente vaco esperando por las personas

    (tanto acadmicos como simples comunicadores) que lo llenan de significado

    (Baldwin et al, 2006: 4)

    Las primeras acepciones del trmino, tienen origen en el verbo latino colere

    que significa cultivar la tierra. Una forma del verbo es cultuvare, que significa

    preparar el terreno para el cultivo, en otras palabras, lo que actualmente

    llamamos agricultura. Esta definicin presenta ya una primera idea de

    intervencin del hombre sobre la naturaleza, sobre un espacio virgen o salvaje

    que es pasible de ser modificado. A partir de la traslacin de esta imagen hacia

    la figura humana, se utiliz esta palabra para significar el cultivo del hombre

    como medio de superacin espiritual, intelectual y esttica.

    Ante la imposibilidad de referir los detalles inherentes a la nocin de cultura en

    el largo recorrido que comienza con la civilizacin grecolatina; se comenzar

    por mencionar que ya en la Espaa del siglo XVI las voces culto, cultura,

    inculto e incultura, comienzan a utilizarse para referirse a la posesin de un

    conjunto de caractersticas que otorgan a una persona, grupo social o entidad,

    una distincin frente a los otros. Dichas caractersticas estaban formadas por el

  • 14

    acceso a las bellas artes y el refinamiento del comportamiento como

    indicadores de status y pertenencia a un grupo social.

    En el Siglo XVIII, surgen dos nociones que ejercieron una fuerte influencia

    desde la modernidad hasta el presente. Esquemticamente estas nociones

    pueden dividirse en dos grandes grupos: por un lado la concepcin de cultura

    generada por la Ilustracin y por otro, una denominada Romntica asociada al

    pensamiento del romanticismo Alemn.

    La ilustracin fue un movimiento cultural y filosfico europeo que se propuso

    observar el mundo a travs de la lente de la razn y el conocimiento. La

    filosofa moderna fundada en el pensamiento descartiano y los avances en el

    campo cientfico, inspiraron una extraordinaria fe en el progreso y en las

    posibilidades de los hombres para dominar y transformar el mundo. As, los

    ilustrados exaltaron la capacidad de la razn para descubrir las leyes naturales

    y la tomaron como gua en sus anlisis e investigaciones cientficas. Esta

    nueva valoracin de la intervencin del hombre sobre lo que hasta entonces

    haba sido dominio de la naturaleza o de la fe, propici el surgimiento del

    antropocentrismo y el racionalismo, siendo Francia e Inglaterra los pases en

    donde estas corrientes tuvieron mayor arraigo. Como consecuencia de la

    expansin de estas naciones, seguidas de cerca por sus vecinos continentales,

    se configur una nocin de cultura fuertemente equiparada a la idea de

    civilizacin, palabra que tiene su origen etimolgico en el trmino civilit.

    La tradicin ilustrada invoca entonces, el concepto de cultura realizando una

    oposicin tajante entre aquellas sociedades que detentan su posesin y otras

    que no han accedido a este estadio, considerando a la cultura de algunos

    pueblos como primitiva en relacin a los pases centrales Europeos. En

    oposicin a esa postura, el romanticismo rescata el valor intrnseco de cada

    cultura en un esquema que puede asociarse al relativismo cultural adoptado en

    el SXX.; para esta lnea de pensamiento, cada cultura es autnoma y no debe

    ser sometida a comparaciones con otras. El rechazo a la nocin de civilizacin

    presente a travs del anti-iluminismo Alemn, conduce a una crtica del

    cosmopolitismo y sobre todo, del colonialismo europeo, valorando en cambio el

    cultivo del mundo interior, la exaltacin de la individualidad y el rechazo hacia la

    racionalidad tcnica y econmica de la urbe.Las nociones ilustrada y romntica,

    se disolvieron en el positivismo, en donde la confianza en la racionalidad

  • 15

    cientfica y el predominio de la razn como gua, guardaba continuidad con el

    proyecto de la ilustracin; en el sentido de que era el progreso indefinido de las

    ciencias lo que aseguraba la superioridad de la civilizacin europea.

    En ese contexto Edward Taylor define en el ao 1871 la primer nocin de

    cultura en un sentido antropolgico "Cultura o civilizacin, tomada en su amplio

    sentido etnogrfico, es ese complejo de conocimientos, creencias, arte, moral,

    derecho, costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hbitos que el hombre

    adquiere como miembro de la sociedad" (citado por Baldwin et.at, 2006: 9)

    Siguiendo a Raymond Williams, Balwin et al, indican que al concluir el SXIX, se

    establecen en Europa tres categoras en torno al significado del trmino cultura.

    El primero se refiere al cultivo de los individuos y grupos de personas en trminos del proceso general de desarrollo intelectual, espiritual y esttico, un uso que comenz en el siglo XVIII. Los otros usos, cada uno ms contemporneo, incluyen un modo de vida particular, sea de un pueblo, un perodo, un grupo o la humanidad en general y las obras y prcticas de propiedad intelectual y especialmente la actividad artstica. Este ltimo significado, Williams afirm, es el ms utilizado, y se refiere a la literatura, el arte, la msica, la escultura, el teatro y otras formas de arte. (Baldwin et.at, 2006: 6)

    Como resultado del debate entre las distintas corrientes de pensamiento de

    finales del S XIX la nocin de cultura sufre un fuerte cuestionamiento y

    comienzan a dibujarse los contornos de una nueva idea. Durante ese mismo

    siglo, la antropologa evolucionista se haba basado en el mtodo comparativo

    tomando a Europa para referirse a una idea de civilizacin que supona la

    culminacin de un esquema de fases evolutivas. Utilizando una idea de

    desarrollo desde las culturas salvajes al eurocentrismo, la trada salvajismo-

    barbarie-civilizacin del antroplogo estadounidense Lewis Morgan, puede

    considerarse como una ejemplo claro de las concepciones del evolucionismo.

    Cuando en 1899, Franz Boas se hace cargo del departamento de antropologa

    de la universidad de Columbia, l y sus discpulos, sientan las bases del

    relativismo cultural. Boas sostena que el mtodo comparativo del

    evolucionismo, supona un obstculo que impeda considerar la

    interdependencia entre las distintas culturas. Las culturas deben entenderse

    desde su interior, (la perspectiva Emic) y no desde un investigador situado en

    una cultura extraa y "superior". El relativismo cultural sostiene que cada

  • 16

    cultura puede entenderse dentro de sus propios parmetros y postula la

    negativa a imponer un punto de vista nico en la interpretacin de las culturas.

    Al romper definitivamente con la concepcin etnocntrica de cultura, la

    antropologa estadounidense, con Boas y sus discpulos, establecen un marco

    conceptual que abre las puertas a una definicin ms amplia de cultura., en

    palabras de Garca Canclini:

    De esta manera excesivamente simple y amplia de la definicin de la cultura, como todo lo que no es naturaleza, ayud a superar las principales formas de etnocentrismo () Cada sociedad tiene cultura, se dijo, y por lo tanto no hay razones para discriminar o descalificar a los dems. La consecuencia poltica de esta definicin es el relativismo cultural: El reconocimiento de que todas las culturas tienen derecho a sus propias formas de organizacin y estilos de vida, incluso cuando estos incluyen aspectos que para nosotros podran ser sorprendentes, como los sacrificios humanos o la poligamia. Sin embargo, al abarcar tantas dimensiones de la vida social (la tecnologa, la economa, la religin, la moral, el arte), la nocin de cultura ha perdido su eficacia operativa (Garca Canclini, 2006: 119)

    Frente a la vaguedad y excesiva complejidad de esta acepcin amplia de la

    cultura, fue imprescindible adoptar un recorte ms especifico, con posibilidades

    efectivas para definir ciertos mecanismos de la dinmica social. En tal sentido,

    Rubens Bayardo indaga en el campo de la cultura para interpretar los

    mecanismos de construccin de hegemona:

    Esta definicin restringida de cultura deja de lado su vaguedad omniabarcativa en pro de establecer niveles especficos de anlisis y de proponer relaciones entre los mismos. La cultura, como uno de esos niveles, se convierte en objeto de disputa en los procesos de construccin de hegemona y deja de ser una entidad esttica y homognea, superando tanto la ausencia de causalidad como el determinismo previo. La centracin en el aspecto significante focaliza la problemtica a considerar y aproxima esta concepcin al sentido corriente de cultura como actividades intelectuales y artsticas. Ello posibilita un anlisis ms adecuado de este mbito especializado que contribuye a las reelaboraciones de la esfera cultural global y proporciona instrumentos para pensar e intervenir en polticas culturales. (Bayardo, 1997)

    La industria cultural y la Escuela de Frankfurt

    Unos de los enfoques ms e influyentes en el estudio de la cultura en un

    sentido restringido es el utilizado por Horkheimer y Adorno en su crtica a las

    industrias culturales incluida en la obra Dialctica del Iluminismo de 1944

    (Horkheimer, y Adorno, 1988). Estos integrantes de la escuela de Frankfurt

  • 17

    emigrados a los Estados Unidos, estudiaron la capacidad de la economa

    capitalista de aquel pas para producir bienes culturales en forma masiva y

    sealaron cmo la banalizacin de los objetos culturales a travs de la

    estandarizacin, guardaba una estrecha relacin con la supresin de la

    reflexin crtica de la sociedad. El anlisis de los efectos sociales que estos

    tericos produjeron al observar el encuentro entre la cultura con las fuerzas

    productivas del capitalismo y la lgica del mercado, introdujo una visin

    negativa acerca de las consecuencias de la produccin seriada de los bienes

    culturales como vehculos de alienacin y conformismo masivo.

    La exgesis del texto de Adorno y Horkheimer escapa largamente a las

    posibilidades de este trabajo, pero es necesario sealar una idea que es

    importante a los fines del mismo: a partir del despliegue de la industria cultural

    comienzan a borrarse los lmites entre las clasificaciones del arte. En un libro

    del ao 1967, Adorno revisa el texto escrito en colaboracin con Horkheimer,

    indicando que

    La industria cultural es la integracin deliberada de los consumidores, en su ms alto nivel. Integra por la fuerza incluso aquellos dominios separados desde hace milenios del arte superior y el arte inferior. Perjudicando a los dos. El arte superior se ve frustrado en su seriedad por la especulacin sobre el efecto; al arte inferior se le quita con su domesticacin civilizadora el elemento de naturaleza resistente y ruda que le era inherente, desde que no estaba controlado enteramente por el superior. (Adorno y Morin, 1967: 7)

    Si bien Adorno utiliza la palabra arte, es claro que se aqu se produce un viraje

    decisivo en lo que respecta a la nocin de cultura.

    Continuando esta perspectiva de anlisis, Blanca Muoz sostiene que luego

    de la Segunda Guerra Mundial, la aparicin de los medios de comunicacin de

    masas y su desarrollo tecnolgico, desplazaron a las nociones de cultura

    popular y cultura humanista, crendose una nueva categora que desplazaba

    la tradicin intelectual, esttica e incluso psicolgica de las poblaciones del

    neocapitalismo multinacional. (Muoz, 2005: 10)

    Por su parte, Octavio Getino reconoce en Herbert Marcuse una continuidad del

    pensamiento de la escuela de Frankfurt en El hombre unidimensional

    (Marcuse, 1987). Si las comunicaciones de masas renen armoniosamente y a

    menudo inadvertidamente el arte, la poltica, la religin, y la filosofa con los

    anuncios comerciales, al hacerlo conducen estos aspectos de la cultura a su

  • 18

    comn denominador: la forma de mercanca.(citado por Getino, 2006: 28)

    Getino, adems seala que estas ideas eran la contraparte de ciertos

    defensores de las industrias culturales, que reivindicaban el papel ejercido por

    los medios como productores y socializadores de expresiones artsticas,

    informacin y cultura y, por ende de lo que se propugnaba como

    democratizacin comunicacional y cultural. (Getino, 2006: 47)

    La influencia de la UNESCO en las polticas culturales

    Despus de la Segunda Guerra Mundial, la imbricacin entre cultura y mercado

    es cada vez ms estrecha, as como tambin es cada vez ms creciente la

    intervencin del Estado a travs de polticas culturales. Pero cuales fueron los

    factores que posibilitaron este hecho?

    El primer factor esta dado por la evolucin de un proceso que Armand Mattelart

    denomin la institucionalizacin de la cultura (Mattelart, 2006: 55), o en otras

    palabras, la emergencia de los debates y negociaciones sobre la cultura en el

    plano poltico nacional e internacional.

    Los antecedentes para el surgimiento estos debates deben rastrearse en la

    Declaracin Universal de Derechos Humanos adoptada y proclamada por la

    Asamblea General de la UNESCO en 1948. Luego de la Segunda Guerra

    Mundial, la Organizacin de las Naciones Unidas consider necesario elaborar

    un documento que expresara la voluntad de garantizar la libertad, la justicia y la

    paz para las naciones. As, esta declaracin fue un nuevo punto de partida para

    reestablecer un terreno de entendimiento sobre una cuestin universal que

    rebasaba los desacuerdos producidos durante las hostilidades: la humanidad

    misma y el sentido de su existencia. En el texto de la declaracin se incluye

    explcitamente y con el consenso de las naciones involucradas, la cuestin

    cultural. Dentro de ese documento, el artculo 27 indica que Toda persona

    tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a

    gozar de las artes y a participar en el progreso cientfico y en los beneficios que

    de l resulten.(UNESCO, 1948: 4) Esta declaracin traslada a nivel

    internacional el reconocimiento de los derechos culturales (pertenecientes a la

    llamada segunda generacin de derechos) que ya haban sido contemplados

    por primera vez en la Constitucin del Estado Mexicano de 1917.

  • 19

    Luego de la Segunda Guerra, tanto los organismos multilaterales como los

    Estados redoblaran sus esfuerzos por equiparar los derechos culturales a los

    derechos sociales y econmicos. Jess Prieto de Pedro, sostiene que esta

    orientacin ha sido impulsada por una progresiva identificacin de la cultura

    como factor de desarrollo humano, por parte de los intelectuales y tericos

    Considero que este cambio es uno de los fenmenos intelectuales ms importantes de nuestro tiempo. Ha provocado la explosin que en estos momentos manifiestan las Ciencias Sociales en relacin con los estudios culturales, la economa, las ciencias polticas, el derecho a la cultura etc.; y constituye la causa, en el mbito de los derechos, de que exista una fuerte demanda en la construccin y definicin de los derechos culturales. (Prieto De Pedro, 2004)

    El segundo factor de incidencia es la aparicin del llamado Estado de Bienestar

    en las economas centrales de la Europa de posguerra. Desde una descripcin

    muy acotada, se puede caracterizar al Estado de Bienestar como una etapa

    signada por una gran prosperidad econmica y una fuerte intervencin del

    estado en todas las esferas. De esa manera el fortalecimiento de las

    economas nacionales junto al crecimiento del aparato estatal, permiti destinar

    recursos a aquellos sectores que haban sido histricamente postergados,

    como es el caso de las artes y la cultura. Paulatinamente, la integracin de las

    polticas culturales3 a la categora de polticas pblicas, revel la voluntad del

    Estado en dirigir y ordenar un conjunto de acciones destinadas a satisfacer

    ciertas necesidades, en las que participan una serie de agentes en calidad de

    beneficiarios o productores de los bienes y servicios culturales. En este

    contexto, la poltica cultural comienza a percibirse como una globalidad, es decir, como una concepcin que articula una serie de acciones aisladas que se

    aplicaban a distintos sectores culturales.(Nivn Boln, 2006: 54) Esta

    percepcin es, al decir de Eduardo Nivn Boln, la verdadera novedad en esta

    materia desde el fin de la segunda Guerra hasta la actualidad.

    Hasta aqu se han abordado los factores que permitieron el surgimiento de

    polticas culturales desde una perspectiva global, pero dado el contenido de

    trabajo, cabe entonces la tarea de realizar una caracterizacin de las distintas

    polticas culturales aplicadas en Argentina. Para ello se utilizar una

    3 Nstor Garca Canclini define a las polticas culturales como "el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simblico, satisfacer las necesidades culturales de la poblacin y obtener consenso para un tipo de orden o de transformacin social" (1987:26)

  • 20

    modelizacin tripartita propuesta por Pablo Mndez Calado (Mndez Calado,

    2004: 35) quien distingue entre polticas democratizadoras, democrticas y

    recursistas.

    Segn este autor las polticas democratizadoras son aquellas que equiparan la

    idea de cultura a las bellas artes la filosofa y la historia occidental. El Estado

    interviene aqu custodiando el patrimonio y difundiendo las manifestaciones

    artsticas que este consagra y legitima como las nicas que merecen ser

    cultivadas por la ciudadana para su provecho.

    Las polticas democrticas amplan el concepto de cultura hacia un registro

    antropolgico, incluyendo dentro de esta, otras manifestaciones ligadas a la

    cultura popular. Aunque la accin estatal conserva las funciones antes

    mencionadas, se fomenta la participacin de la ciudadana en la vida cultural

    desde un rol ms activo.

    Finalmente, las polticas recursistas son aquellas que incluyen dentro de la

    rbita cultural una serie de aspectos sociales que anteriormente eran vistos

    como ajenos a ella. As el Estado comienza a utilizar un enfoque cultural para

    trabajar sobre los problemas derivados relacionados con la inclusin social,

    desempleo, desarrollo econmico, salud, etc.

    Debe advertirse que Mndez Calado es muy cuidadoso al momento de

    delimitar los periodos temporales de cada modelo. Como seala el autor, en

    algunos casos ocurre una superposicin de rasgos de uno u otro modelo dentro

    de un gobierno o etapa poltica. Dicho esto, se pretende destacar que estos no

    son compartimientos estancos, sino que pueden pensarse como

    caracterizaciones de diferentes modos de entender la relacin entre cultura

    poltica y sociedad.

    La emergencia de los derechos de segunda generacin determin, entre otras

    cosas, la aparicin de la UNESCO como organismo rector en las polticas

    culturales a nivel internacional, en las ltimas seis dcadas la agencia

    especializada en asuntos culturales globales. (Lins Ribeiro, 2009). ngel

    Carrasco Campos y Enric Saperas Lapiedra sostienen que el contexto poltico

    de la guerra fra impuls la participacin de la UNESCO en la definicin de un

    nuevo arquetipo cultural. Este arquetipo (que equivale a lo que hemos llamado

    nocin de cultura)

  • 21

    se desarrollar al amparo de las organizaciones de carcter internacional que protagonizarn la delimitacin y el impulso de una nueva forma de definir la cultura mediante el diseo, promocin y gestin reglada de programas para el desarrollo de polticas culturales de valor internacional, y a travs de la armonizacin de polticas nacionales educativas basadas en nuevos parmetros reconocidos y aceptados por la comunidad de naciones. (Carrasco y Saperas, 2012: 3)

    En la dcada del sesenta, la polarizacin de los bloques impulsados por la

    U.R.S.S y los EE.UU., comenz a perder protagonismo ante la recuperacin

    econmica de Japn, Europa y la emergencia del Tercer Mundo; por lo que a

    las tensiones producidas en el marco de la Guerra Fra se le agregaban los

    intereses de los pases emergentes, cuyo dominio en el plano ideolgico,

    poltico y econmico ser el terreno de disputa entre capitalismo y comunismo.

    En este orden mundial y ante la imposibilidad de acercamientos de orden

    poltico, el mbito de la cultura ser utilizado como un terreno de dilogo y

    entendimiento mutuo en el que la UNESCO mediar fomentando estudios

    descriptivos y prospectivos de base cientfico-social mediante los cuales

    explicar y proteger ante injerencias financieras y mercantiles el valor para el

    desarrollo social de este nuevo arquetipo cultural. (Carrasco y Saperas, 2012:

    1)

    A continuacin se realizar un breve repaso a las declaraciones y los diversos

    documentos que el organismo ha emitido sobre la problemtica cultural.

    Se toma como punto de partida la Declaracin de los Principios de la

    Cooperacin Cultural Internacional (1966), el primer documento emitido por la UNESCO en calidad de instrumento normativo para los Estados-miembro.

    Tal como su nombre lo indica, el documento de 1966, estuvo orientado a

    consolidar la idea de la cooperacin entre Estados, como una herramienta para

    disolver los antagonismos belicistas y reforzar la estabilidad de la paz entre las

    naciones a travs de la cultura. Eduardo Nivn Boln indica que la UNESCO,

    conciente de que las guerras nacen de la cabeza de los hombres, se decidi

    (tal vez por el clima belicoso que se viva) a dar una nueva vuelta a la tuerca de

    la paz a travs de la cultura. (Nivn Boln, 2002). Aparte de esta idea central

    referida a la cooperacin, desde el primer artculo de la declaracin se seala

    la importancia del derecho a la cultura, y se establece una postura acerca de la

    diversidad, el multiculturalismo y principio de igualdad de las culturas.

  • 22

    En la Conferencia Intergubernamental sobre Los Aspectos Institucionales,

    Administrativos y Financieros de las Polticas Culturales (Venecia, 1970) se

    constata una preocupacin por conjugar estos aspectos con los vnculos

    existentes entre la cultura y el desarrollo. En su informe final, se plantea la idea

    que extiende las nociones de desarrollo hacia un modelo mas abarcativo la

    idea de desarrollo se ha ampliado diversificado y profundizado gradualmente y

    el desarrollo cultural se concibe ahora como una parte integrante del desarrollo

    global que, como tal, debe ser objeto de una poltica de dimensin nacional. La

    poltica cultural no se distingue, en cuanto a su metodologa, de la poltica

    general del desarrollo. (UNESCO, 1970: 7)

    Dos aos despus, la Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas

    Culturales en Europa, celebrada en la ciudad de Helsinki en julio de 1972,

    destaca la compleja relacin entre crecimiento econmico y desarrollo cultural,

    sosteniendo que el papel de los Estados ser:

    garantizar el propio desarrollo cultural y la colaboracin con otros Estados en un momento en el que la economa y el mercado se impondrn, soterrada o abiertamente, como parte de la cultura y en el que los sistemas pblicos de proteccin cultural y de medios de comunicacin iniciarn un proceso hacia su convivencia con sistemas privados, con una presencia dominante de los criterios impuestos por una creciente libertad de flujos culturales y comunicativos en el marco de un mercado internacionalizado como consecuencia de las innovaciones tecnolgicas que desbordan los lmites impuestos tradicionalmente por las fronteras nacionales.(Carrasco y Saperas, 2012: 4)

    La Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas Culturales en Amrica

    Latina y el Caribe (Bogot, 1978), fue la cuarta de una serie de eventos

    programados en Venecia que tuvieron como finalidad cubrir las distintas

    regiones del globo; luego de Helsinki, sigui la de diciembre de 1973 en

    Yogyakarta destinada a Asia, en octubre-noviembre de 1975 en Accra para los

    Estados Miembros de frica y en Bagdad en 1981 para los Pases rabes.

    Esta conferencia permiti a los pases participantes definir lneas de accin y

    para abordar las problemticas especficas de la regin. Aparte de las

    cuestiones ya establecidas en torno al desarrollo y la cooperacin cultural,

    surgi con ms fuerza la necesidad de sumar a estos, la idea de Identidad

    Cultural y sus lazos con el pluralismo cultural y el patrimonio.

  • 23

    Los esfuerzos en este sentido continuaron durante la Conferencia Mundial

    sobre las Polticas Culturales (MONDIACULT 1982) y el Decenio Mundial para

    el Desarrollo Cultural (1988-1998). Durante el transcurso del mismo se produce

    un nuevo cuestionamiento en torno a la idea de desarrollo desde el seno de la

    UNESCO; se trataba de explicar el agotamiento del modelo en vigencia y

    entender sus limitaciones como modelo universal en trminos de aplicacin en

    las naciones que se encontraban por fuera de las economas centrales. La

    visin unvoca y el constante peligro de que la nocin de desarrollo caiga

    exclusivamente dentro de la lgica del mercado (o en otras palabras, a ser

    medido en trminos econmicos) llevaron a la UNESCO a crear una comisin

    que se ocupara de identificar, describir y analizar las cuestiones bsicas, los

    problemas y los nuevos desafos en cuanto a las relaciones entre cultura y

    desarrollo. Ya no se poda seguir concibindolo como un camino nico,

    uniforme y lineal, porque eso eliminara inevitablemente la diversidad y la

    experimentacin culturales, y limitara gravemente la capacidad creativa de la

    humanidad con su valioso pasado y un futuro impredecible (UNESCO, 1996:7)

    En 1993, la Comisin Mundial para la Cultura y el Desarrollo encabezada por

    Javier Prez de Cuellar, produjo el informe Nuestra Diversidad Creativa, que

    fue presentado en el ao 1996. El objetivo principal de este documento fue

    incrementar la incorporacin de perspectivas culturales a la nocin de

    desarrollo, indagando sobre su compromiso con el pluralismo, los medios, las

    cuestiones de gnero, niez y juventud, patrimonio y medioambiente.

    Si bien estas cuestiones ya estaban presentes en los debates desde la

    Declaracin de los Principios de la Cooperacin Cultural Internacional, a lo

    largo de este recorrido, estos aspectos fueron tomando mucho ms relieve. La

    evidencia ms clara de esta voluntad esta en su ttulo mismo en el que por

    primera vez se apela a la diversidad por sobre otros elementos.

    En el prlogo del informe, el presidente de la comisin destaca que por

    mandato de la Conferencia General de la UNESCO, las conclusiones de esta

    deban orientarse hacia la formulacin de polticas culturales. Por tanto, la

    misma decidi centrar su agenda en el logro de un conjunto de objetivos

    claramente definidos, entre los cuales el ms importante, fue crear un

    mecanismo permanente para investigar y esclarecer las cuestiones clave de la

    cultura y el desarrollo. (UNESCO, 1996:10)

  • 24

    Consecuentemente, la Declaracin Universal de la UNESCO sobre la

    Diversidad Cultural (2001) y luego la Convencin sobre la proteccin y la

    promocin de la diversidad de las expresiones culturales (2005) ratificaron el

    compromiso de 30 Estados Miembros por medio de la adopcin de un texto

    jurdico vinculante que entr en vigor el 18 de marzo de 2007.

    La Conferencia Intergubernamental sobre Polticas Culturales para el

    Desarrollo (Estocolmo, 1998) supuso una continuidad en muchos temas que permanecieron y evolucionaron hasta obtener una importancia central en el

    diseo de las polticas actuales. En el documento producido como resultado de

    ese encuentro la UNESCO recomend a los estados la adopcin de cinco

    objetivos de poltica (1) hacer de la poltica cultural un componente central de la

    poltica de desarrollo; (2) promover la creatividad y la participacin en la vida

    cultural; (3) reestructurar las polticas y las prcticas a fin de conservar y

    acentuar la importancia del patrimonio tangible e intangible, mueble e inmueble

    y promover las industrias culturales; (4) promover la diversidad cultural y

    lingstica dentro de y para la sociedad de informacin; (5) poner ms recursos

    humanos y financieros a disposicin del desarrollo cultural (UNESCO, 1998: 5 y

    ss.)

    De la cultura, a la cultura como recurso

    Hasta este punto del trabajo, se ha realizado un recorrido que comenz por una

    breve indagacin sobre la nocin de cultura, esto es, su origen etimolgico y

    las diferentes representaciones que este concepto ha tenido desde la

    modernidad hasta el presente. Seguidamente se analizaron los aportes de la

    UNESCO en razn de su tarea de difusin, y desarrollo conceptual en lo

    relativo a la problemtica de la cultura y las polticas culturales.

    Al abordar estos temas, se superponen varios elementos que no pueden

    pensarse separadamente; cualquier interrogacin hacia uno de ellos, equivale

    a obtener respuestas que sirven para pensar los restantes. Con lo dicho, se

    hace referencia a los elementos que pueden agruparse bajo lo que Ricardo

    Santilln Gemes denomin la trada, Polticas culturales, cultura y gestin

    cultural. En palabras del autor Ninguno de estos elementos (conceptos y

    prcticas) pueden comprenderse aisladamente, conforman una gestalt, y

    cuando, por algn motivo, se hace figura alguno de ellos, los restantes siguen

  • 25

    operando significativamente como fondo. Dicho de otra manera: todo tipo de

    poltica cultural (implcita o explcita) conlleva un concepto operativo de cultura

    que sostiene una determinada lnea de gestin o accin cultural y no otra.

    (2009: 65)

    Entonces, si es imposible comprender separadamente los elementos de la

    trada, de que manera se pueden relacionarse entre s?

    Obviando la posibilidad de realizar una distincin entre los diversos modelos de

    gestin cultural, partiremos desde una simplificacin de la trada, que est

    dada por la asuncin de que la gestin cultural es un modo de ejecutar la

    poltica cultural. De manera que al definir ciertas polticas culturales, tambin se

    esta definiendo una (o varias) nociones de cultura y viceversa. Esta relacin es

    tan estrecha que algunos autores a veces intercambian el uso de los trminos.

    As, por ejemplo Santilln Guemes indica;

    Muy en grandes lneas podra afirmarse que, en la actualidad, coexisten dentro del campo de las polticas culturales y su gestin diversas concepciones de cultura que se fueron gestando a lo largo del tiempo. En principio, las mismas podran agruparse de la siguiente manera: Las de corte socio antropolgico (formas de vida; matriz cultural bsica). Las que ponen el nfasis, de manera implcita o explcita, en la produccin simblica o produccin de sentido ya sea desde una perspectiva a) ms amplia (simblico antropolgica) o: b) ms restringida y elitista (bellas artes). Las que, en tiempos de globalizacin, ponen claramente el acento en la cultura como recurso: a) de exclusiva acumulacin econmica; b) de inclusin social, construccin de ciudadana, etc. (2009: 66)

    Por su parte, Pablo Mndez Calado invierte el orden al abordar la ltima

    categora citada por Santilln: consideraremos polticas recursistas a aquellas

    que conciben como culturales una pluralidad de problemas anteriormente

    ajenos: desarrollo econmico, exclusin social, gnero, desempleo, urbanismo,

    comportamiento cvico, discriminacin, migraciones, ecologa, etc. (Mndez

    Calado, 2004: 35)

    Por ltimo, en una lnea similar Oscar Moreno indica que la nica cultura que

    se puede gestionar es la que esta en condiciones de ser institucionalizada, lo

    que nos devuelve nuevamente al tema polticas pblicas y la produccin de

    consenso sobre sus prioridades sociales o econmicas

    se puede hablar de un primer contorno para definir la gestin cultural. El debe incluir necesariamente un registro de las polticas pblicas por una parte. Y por el otro, el reconocimiento de carcter

  • 26

    regulatorio que tiene lo cultural en la produccin de ideologa. En ese dibujo el problema se traslada a la produccin de consenso, acerca de si se ha de priorizar el negocio o el derecho ciudadano (el consumo cultural), en tanto lugar de tensin de la diversidad (Moreno, 2002: 2)

    Lo que se pretende destacar luego de estas largas citas, es que dentro del

    amplio espacio que existe entre los modos de instrumentar la cultura,

    esquematizados a travs de los polos cultura/negocio y cultura/social, puede

    identificarse la nocin de cultura entendida como recurso. Pero como ha sido

    esta transformacin de la nocin de cultura? y Qu caractersticas asume?

    Anteriormente se seal que luego de la Segunda Guerra Mundial, Adorno y

    Horkheimer advirtieron un proceso de integracin del arte superior con el arte

    inferior bajo el influjo de la industria cultural. Estas ideas tuvieron su

    continuacin en Marcase, quien demostr que el arte, la poltica, la religin, y la

    filosofa estaran ahora subsumidos en el mercado.

    Esa misma nocin de cultura (como recurso) fue la que orient el discurso de la

    UNESCO cuando comenz a desplegar su influencia en el terreno de las

    polticas culturales. La operatividad del vnculo cultura y desarrollo, sirvi a esta

    agencia para sostener cierta representatividad e imponerse como un referente

    en el terreno de las polticas culturales. En el perodo que abarcan los decenios

    del sesenta y setenta, las recomendaciones de la UNESCO tuvieron una

    influencia notoria para la consolidacin del paradigma de democratizacin

    cultural (aunque en el caso Argentino esta la ltima etapa fue escenario de la

    irrupcin de una privatizacin neoconservadora).

    Durante esos aos, el fortalecimiento del arquetipo cultural compuesto por

    cultura, tecnologa, comunicacin y mercado experiment un crecimiento que

    estrech aun ms los mrgenes entre cultura y mercado. La

    transnacionalizacin del comercio, motorizada por las posibilidades tcnicas de

    los medios de comunicacin hizo posible este vnculo con una rapidez y

    eficacia que continua incrementndose hasta la actualidad.

    A finales de la dcada del setenta, la legitimidad del modelo de desarrollo

    cultural comenz a sufrir cuestionamientos dirigidos desde el interior de

    UNESCO, por algunos Estados miembros que se vean perjudicados por sus

    efectos. Ms all de los detalles de este suceso, el impacto de estos ataques

    provoc un cambio de perspectiva acerca de los contenidos y los objetivos de

    las polticas culturales. As, las asociaciones entre cultura y desarrollo

  • 27

    econmico comenzaron a ceder terreno frente a la nocin de la cultura como

    factor de reafirmacin identitario, como derecho individual de los ciudadanos,

    etc. Aqu se encuentran las ideas que prefiguran un aspecto de la nocin de

    cultura como recurso.

    El pasaje de la democracia cultural hacia una nocin recursista de la cultura se

    dio a partir de la dcada del noventa, cuando el neoliberalismo y sus polticas

    de austeridad econmica, debilitaron la intervencin estatal en todo el espectro

    de las polticas culturales, dando paso a las iniciativas de la sociedad civil y el

    sector privado en la formulacin de estrategias de accin para satisfacer las

    demandas que el estado haba dejado abandonadas. Esto ocurre en un

    contexto de globalizacin, donde el Estado tambin ha abandonado en parte su

    inters en el campo cultural como espacio para la construccin de hegemona.

    La nocin de cultura como recurso, ha sido propuesta por el intelectual

    norteamericano George Ydice en su libro del ao 2002 El recurso de la

    cultura. En la introduccin al primer captulo, el autor ofrece ya el objetivo

    general de su obra:

    examino cmo la cultura se invierte, se distribuye de las maneras ms globales, se utiliza como atraccin para promover el desarrollo del capital y del turismo, como el primer motor de las industrias culturales y como un incentivo inagotable para las nuevas industrias que dependen de la propiedad intelectual. Por tanto, el concepto de recurso absorbe y anula las distinciones, prevalecientes hasta ahora, entre la definicin de alta cultura, la definicin antropolgica y la definicin masiva de cultura. (Ydice, 2002: 16)

    Esta frase solo ilustra una parte del concepto, ya que este encierra una riqueza

    mucho mayor. Dentro de la nocin recursista de la cultura existe una faz

    mercantilista (de exclusiva acumulacin econmica) y otra social (de inclusin

    social, construccin de ciudadana) que representan distintos modos de

    instrumentar la cultura. En su aplicacin, estas dos lgicas se superponen y se

    mezclan configurando un campo de tensin que es justamente, objetivo de

    anlisis de este trabajo. En palabras de Santilln Guemes

    El valor de la propuesta de Ydice est en haber sealado la relevancia que adquiri el fenmeno mencionado en los ltimos tiempos atravesados por los procesos de globalizacin y en haber dado cuenta de cmo estalla la esfera de la cultura en sentido estricto (el Sector Cultura) para pasar a ser operada de manera explcita (consciente, poltica), por agentes de otras esferas (la econmica y la poltica). Esto tanto en funcin de producir transformaciones y ms que

  • 28

    nada consumos en el campo de la cultura integral (cultura(s), formas y proyectos de vida, horizontes simblicos) como de incrementar los rditos econmicos y afirmar el fundamentalismo del mercado o, por el contrario, para impedirlo, resistirse o apropiarse de ciertos elementos en pos de concretar nuevos empoderamientos dentro de la sociedad civil con sus distintos niveles y modalidades. (Santilln Gemes, 2009: 73)

    Del informe McBride a la Diversidad cultural

    Hasta aqu se demostr cmo la nocin de cultura es transformada a partir del

    encuentro de la cultura con las fuerzas productivas del capitalismo (es decir, su

    insercin dentro de la lgica del mercado) y su progresiva institucionalizacin

    (los debates y negociaciones sobre la cultura en el plano poltico nacional e

    internacional). El resultado de esa transformacin, implico una legitimacin de

    la cultura como recurso; concepto que a su vez abarca los distintos modos de

    instrumentar la cultura anteriormente descriptos. Como se indic anteriormente

    estos modos usos de la cultura esquematizados a travs de los polos

    cultura/negocio y cultura/social, han configurado un campo de tensin en donde

    el mercado y el estado ocupan posiciones, muchas veces, antagnicas.

    Para delinear los contornos de ese campo de tensiones, se utilizar una

    caracterizacin de polticas culturales elaborada por Rubens Bayardo, quien se

    centra en cmo los particularismos: desarrollo y diversidad, han impactado en

    la formulacin de las polticas culturales.

    En su trabajo Polticas Culturales, Derroteros y Perspectivas Contemporneas

    (Bayardo, 2008), Rubens Bayardo reconoce cuatro generaciones de polticas

    culturales en donde una primera, es funcional a intereses de los Estados-

    Nacin que utilizaron la cultura como un instrumento para lograr la cohesin

    social y generar un relato unificador de lo nacional libre de conflictos o

    tensiones. Las bellas artes, la literatura y el patrimonio darn legitimidad a ese

    modelo impuesto a travs de la hegemona detentada por una elite interesada

    en generar una cultura oficial.

    Segn Bayardo existe cierto consenso entre sus colegas en entender una

    segunda generacin como producto de la expansin conceptual y pragmtica

    de la cultura hacia los dominios de las industrias culturales y los medios de

    comunicacin. Esta expansin llega con los modelos de desarrollo impulsados

    por las economas centrales luego de la segunda guerra mundial. En este

    esquema, el desarrollo estaba ligado fuertemente al crecimiento de la

  • 29

    economa en un contexto de libre mercado; el incremento de la productividad,

    la industrializacin y el uso masivo de la tecnologa como medios para alcanzar

    un grado de bienestar, equipararon la nocin de desarrollo a la de crecimiento

    econmico. El modelo, claro est, fue irradiado desde las potencias

    hegemnicas hacia las ms postergadas, por medio de la transferencia de

    tecnologa y la integracin de estas ltimas a proyectos econmicos de escala

    global. El fracaso de esta teora de la modernizacin en los pases perifricos,

    y las consecuencias negativas de este, llevo a cuestionar muchos aspectos del

    modelo de desarrollo y tratar de corregir el rumbo mediante la inclusin de una

    serie de factores que el pensamiento economicista haba excluido desde un

    primer momento. Como no poda ser de otra manera, la cultura fue uno de los

    componentes clave en este cambio de perspectiva.

    La tercera generacin de polticas culturales llega con la imbricacin de la

    cultura y el desarrollo, y la puesta del hombre en el centro de esta

    problemtica. Las conferencias auspiciadas por la UNESCO (desde Venecia en

    1970 hasta Mxico en 1982) mencionadas en anteriormente, son un ejemplo

    bastante representativo de lo que el autor llama un giro civilizatorio e impasse

    dentro de las polticas culturales, al tiempo que sealan la preocupacin por

    parte de agencias internacionales, en indicar los aspectos negativos de la

    mencionada expansin conceptual y pragmtica de la cultura hacia los

    dominios de las industrias culturales y los medios de comunicacin.

    Una cuarta generacin, estara marcada por el impulso que desde la UNESCO

    se brind a la nocin de diversidad cultural, como una herramienta con cierto

    potencial para revertir las desigualdades y proponer una alternativa que

    contemple los intereses de las naciones menos favorecidas por el desarrollo

    Conviene ahora revisar esta cuarta generacin de polticas culturales, en donde

    se configura la nocin de diversidad cultural, concepto que tendr una

    importancia decisiva en los asuntos culturales tratados en el seno de la

    UNESCO.

    Aunque el texto de Bayardo no indica lmites temporales, es el decenio de 1980

    el que marca una divisin entre naciones que perseguan distintos intereses en

    cuanto a la circulacin de bienes culturales. El debate sobre este tema se inicia

    en 1977 cuando la UNESCO comienza a preocuparse por los mencionados

    aspectos negativos del desarrollo, encargando a una comisin presidida por

  • 30

    Sean McBride la elaboracin de un informe sobre la problemtica de la

    comunicacin4. El resultado de este trabajo, presentado en la XXI Conferencia

    General de la UNESCO (Belgrado 1980) desvel las amplias desigualdades

    existentes entre las economas con capacidad de imponer condiciones por

    medio de conglomerados transnacionales que garantizaban un modelo univoco

    en el campo de la produccin, distribucin y consumo de ciertos bienes

    culturales (entre los cuales la industria del cine y la msica son un buen

    ejemplo de esta situacin). En el apartado un impulso y una amenaza para la

    cultura el documento advierte sobre las implicancias negativas de esta

    dualidad apelando a la influencia de los fines comerciales y publicitarios, as

    como las formas conformistas de la cultura aprobadas por los burcratas que

    amenazan con y nivelar empobrecer la vida cultural (UNESCO, 1980: 55)

    Los resultados del Informe McBride motivaron el alejamiento de la UNESCO

    por parte de Estados Unidos en 1984, seguida en 1985 por Gran Bretaa y

    Singapur; el primero de estos pases vio en el informe una amenaza contra su

    liderazgo en el sector de las comunicaciones y por ende, en un sector de la

    economa en plena expansin. El director general Mhatar MBow fue acusado

    por la derecha norteamericana de favorecer las posiciones de pases

    socialistas convirtiendo la organizacin en un terreno de batalla poltico y de

    utilizar la cultura como propaganda para esos sistemas de gobierno.

    Pero estas razones fueron, en realidad, la cara visible de una disputa entre

    diferentes bloques de naciones que abarcaba intereses ms amplios.

    Primeramente, se debe indicar que el informe McBride fue el resultado de una

    iniciativa de la UNESCO denominada NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la

    Informacin y Comunicacin ) como un proyecto internacional de

    reorganizacin de los flujos globales de informacin a travs de distintas

    acciones de organismos gubernamentales y del tercer sector. El NOMIC

    juntamente con otras acciones del mismo tenor, fueron vistas por EE.UU. y

    Gran Bretaa como un desafo a su hegemona en el campo de la poltica

    internacional, ms precisamente en la ONU.

    Miquel Vilar explica que

    4 El Informe de la Comisin Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicacin, se complet en diciembre de 1979. Sean McBride , presidente de la comisin, presento el informe al Director General de la UNESCO en Febrero de 1980.

  • 31

    El proceso de descolonizacin multiplic el nmero de Estados que tenan reconocida su soberana, y por tanto voz y voto en el sistema de Naciones Unidas. No es de extraar que, paralelamente al incremento del nmero de sus actores, los foros multilaterales resultasen mbitos cada vez ms politizados. Por primera vez, organizaciones de carcter universalista como la UNESCO, ofrecern a los pases recin incorporados, subdesarrollados en su mayora, la posibilidad de poseer el control de los votos. La cristalizacin del movimiento de Pases no Alineados complicar an ms el dilogo de sordos que tradicionalmente solan mantener en la ONU los dos bloques. Fue en la UNESCO donde ms pronto se dejaron sentir voces que discutan el liderazgo americano. La reaccin de Estados Unidos fue desde un principio criticar a una organizacin donde la democracia de funcionamiento no iba acompaada de una democracia de financiamiento. (Vilar, 1998: 221)

    Continuando con las ideas de Vilar y otros, se llega a la conclusin que la

    retirada de la UNESCO por parte de Estados Unidos y sus aliados, (basada en

    pretextos dbiles como los problemas de financiamiento, politizacin y

    atentados contra la libre circulacin de la informacin) fue en realidad una

    demostracin de fuerza frente a quienes desafiaban su histrico liderazgo en la

    ONU, efectivizada a travs del cese del respaldo a una de las agencias con

    mayor visibilidad del organismo. Pero ms all del poder simblico de esta

    demostracin y sus efectos en otras reas de la organizacin, exista una

    preocupacin evidente por preservar el control de los medios de comunicacin

    y sus conglomerados audiovisuales y de informacin. En este sentido,

    Carrasco y Saperas afirman que

    Los intereses privados de las primeras grandes corporaciones internacionales, que de algn modo haban visto en el nuevo arquetipo cultural, nuevas posibilidades de aumentar sus beneficios econmicos y mantener el estatus quo, se vieron as amenazados en un contexto institucional sensible a intereses hasta entonces marginados. Bajo la defensa de ideales liberales (libertad de informacin, libertad de comunicacin, libertad de mercado), vieron en el posible posicionamiento proteccionista de la UNESCO un atentado directo contra sus intereses. (Carrasco y Saperas, 2012:11)

    Luego del alejamiento de M`Bow en 1987, la UNESCO se vio forzada a adoptar

    una posicin ms moderada denominada Nueva Estrategia de la

    Comunicacin que signific una forzada distensin mediada por el abandono

    del NOMIC y el consiguiente retroceso sobre las posturas de McBride,

    desviando los reclamos negativos con acciones que tendan a buscar la

  • 32

    reconciliacin con los Estados disidentes. En tal sentido su nuevo presidente, el

    Espaol Federico Mayor Zaragoza deca

    "Esta evolucin es sumamente importante para la Organizacin, que podr salir de las speras controversias de los ltimos aos. Al adoptar esa nueva estrategia de comunicacin, los Estados Miembros optaron claramente por inscribir a la UNESCO en la va de la libertad y de la solidaridad".(citado por Marquez de Melo, 1991: 15)

    Asi, la nueva estrategia estuvo guiada por la preocupacin de disminuir las

    brechas entre las desigualdades en la comunicacin desde un sentido

    tecnolgico-formativo, promoviendo inversiones en infraestrutura, ampliando y

    modernizando las redes de comunicaciones de los pases en desarrollo,

    Desarrollando programas destinados a educar a los usuarios de los medios de

    comunicacin, pero siempre ocultando el problema de base que el informe

    McBride haba indicado.

    Cules fueron los resultados concretos de estas disputas y de que manera

    influyeron sobre el nacimiento de la diversidad cultural?

    En primer lugar, con el alejamiento de EE.UU. y sus aliados la UNESCO se vio

    privada de una importante fuente de financiamiento y apoyo, por lo que debi

    orientar sus esfuerzos a volver a tejer los vnculos con los pases escindidos.

    En segundo lugar, provocaron un giro retrico al momento de abordar el

    fracaso del modelo de desarrollo cultural basado en el crecimiento de las

    industrias culturales y los medios de comunicacin. As lo expona Javier Perez

    Cuellar en el prologo del informe Nuestra Diversidad Creativa. Informe de la

    Comisin Mundial De Cultura y Desarrollo (1996) las iniciativas de desarrollo

    haban fracasado con frecuencia porque en muchos proyectos de desarrollo se

    haba subestimado la importancia del factor humano, la compleja trama de

    relaciones y creencias, valores y motivaciones que es el corazn de una

    cultura. (UNESCO, 1996:9)

    Trazando un breve resumen de lo explicado hasta aqu, se considero al

    Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997) como un paso

    decisivo en la transicin hacia la incorporacin de perspectivas culturales a las

    estrategias de desarrollo, que pusieron a la Diversidad en un primer plano;

    tambin en pginas anteriores se ha visto como en 1996 el informe Nuestra

    Diversidad Creativa comenz a plantear la necesidad de redisear las polticas

    culturales con la diversidad como eje articulador. La Declaracin Universal

  • 33

    sobre la Diversidad Cultural (UNESCO, 2001) que se aprob el 2 de Noviembre

    de ese ao, es el resultado de una readecuacin sobre las posturas ms

    radicales del informe McBride, que demostr la flexibilidad para retomar las

    discusiones sobre viejos asuntos desde nuevos puntos de vista.

    Segn Maider Maraa, esta Declaracin fue una importante llamada de

    atencin en la comunidad internacional y orient a los Estados Miembros a

    profundizar en el debate internacional sobre los problemas relativos a la

    diversidad cultural, especialmente los que se refieren a sus vnculos con el

    desarrollo (Maraa, 2012: 11)

    El documento producido en aquel encuentro concentr sus esfuerzos en los

    siguientes principios 1) identidad, diversidad y pluralismo, 2) diversidad

    cultural y derechos humanos 3) diversidad cultural y creatividad y 4) diversidad

    cultural y solidaridad internacional

    El primer principio impone la nocin de Diversidad como un patrimonio comn

    de la humanidad estableciendo un parangn con la diversidad biolgica y

    plantea la nocin de pluralismo cultural como la respuesta poltica de la

    diversidad; tambin observa que la diversidad es un instrumento para el

    desarrollo que no debera entenderse solo en trminos econmicos sino

    tambin como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y

    espiritual satisfactoria (UNESCO, 2001: 4). En el segundo principio se

    exponen las relaciones entre los derechos humanos, derechos culturales y la

    diversidad, indicando el estrecho vnculo y la indivisibilidad de estas categoras.

    El patrimonio cultural debe nutrir de la creatividad en toda su diversidad, siendo

    las polticas culturales, custodios de ese cometido y responsables de crear las

    condiciones para que los bienes culturales detenten un estatus diferente a otras

    mercancas (tercer principio). El cuarto principio invoca la necesidad de lograr

    un equilibrio entre los flujos e intercambios de bienes culturales a escala

    mundial, por medio de la cooperacin y la solidaridad; la asociacin entre el

    sector pblico, el sector privado y la sociedad civil, debera colaborar en esta

    empresa.

    En el tercer y cuarto principio, se encuentra el punto central en donde converge

    el debate acerca del carcter de los de bienes culturales y los desequilibrios en

    su intercambio: El artculo 8 titulado Los bienes y servicios culturales,

    mercancas distintas de las dems expresa de forma clara y concreta

  • 34

    Frente a los cambios econmicos y tecnolgicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creacin y la innovacin, se debe prestar una atencin particular a la diversidad de la oferta creativa, a la justa consideracin de los derechos de los autores y de los artistas, as como al carcter especfico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados como mercancas o bienes de consumo como los dems.(UNESCO, 2001: 5)

    Con igual elocuencia, el articulo 10 indica Ante los desequilibrios que se

    producen actualmente en los flujos e intercambios de bienes culturales a escala

    mundial, es necesario reforzar la cooperacin y la solidaridad internacionales

    destinadas a permitir que todos los pases en transicin, establezcan industrias

    culturales viables y competitivas en los planos nacional e internacional

    (UNESCO, 2001: 5)

    Francia y Estados Unidos: dos estrategias frente a los bienes culturales

    Llegando a este punto, surge la pregunta sobre quines son los contendientes

    en esta puja por los bienes culturales, quines defienden las posiciones del

    libre mercado y quienes sostienen el proteccionismo como un medio para

    conseguir el equilibro en los intercambios?, Cules son las arenas de batalla

    donde tiene lugar esta contienda? Y, cmo se ha llevado a cabo la

    instrumentacin poltica de la retrica basada en la diversidad cultural?

    Las respuestas a estas preguntas surgen del anlisis de las posiciones

    representadas por los intereses entre Estados Unidos y Francia y sus

    respectivas modalidades en el manejo de su poltica cultural. El ejemplo del

    sector audiovisual, es clave para entender las posiciones de ambos pases, en

    donde el expansionismo estadounidense, se ve desafiado por Francia y el

    bloque de la Europa continental en un intento por preservar sus intereses

    locales.

    En Estados Unidos, el esquema keynesiano aplicado despus de la Segunda

    Guerra Mundial, produjo un crecimiento sostenido de la economa que se

    extendi hasta la dcada del sesenta. Este funcionamiento llev a las

    industrias culturales de este pas (con el sector audiovisual a la cabeza) a

    ocupar un lugar de privilegio dentro de sus exportaciones. Al igual que en otros

    sectores de la economa, los Estados Unidos haban previsto que para que el

    crecimiento del sector audiovisual sea exitoso, era necesario colocar sus

  • 35

    productos a nivel global. El firme apoyo que el gobierno a ofreci a Hollywood

    en las negociaciones internacionales del sector audiovisual, tuvo su retribucin

    cuando, en un gesto patritico, la Motion Picture Association of America ofreci su ayuda a la administracin Bush para ayudar a revertir la propaganda

    negativa en la imagen internacional del pas que produjo la invasin a Irak.

    Con este ejemplo, puede entenderse lo que representa el sector audiovisual

    para los intereses estadounidenses, tanto en el plano econmico como en el de

    afirmacin identitaria y construccin de consenso interno. En ese marco de

    proteccionismo interno y externo, el cine estadounidense se convirti en la

    punta de lanza de una penetracin que durante medio siglo, ha debilitado las

    industrias culturales de todo el mundo.

    A partir de la dcada del noventa, la conversin de los estudios de cine en

    empresas que integran estudios de cine con unidades de televisin, redes (de

    transmisin area y de cable), compaas de msica, empresas de Internet,

    firmas de videojuegos, parques temticos, espectculos teatrales, etc, ha

    llevado a una concentracin global del sector audiovisual, a un nivel que puso

    en alerta a las industrias culturales de otros pases. Desde luego que este

    expansionismo insaciable se despleg en el marco de un proceso de

    liberalizacin del comercio extendido a la mayor parte de los bienes y servicios

    comercializables; dentro de las cuales, la cultura cobraba cada vez ms

    importancia. Una vez ms, George Ydice propone un valioso enfoque sobre

    este asunto

    Se invoca la cultura cada vez ms no solo como un motor del desarrollo capitalista, y ello se manifiesta en la repeticin ad nauseam de que la industria audiovisual ocupa, en Estados Unidos, el segundo puesto despus de la industria aeroespacial.() Esta culturalizacin de la economa no ocurri naturalmente, por cierto, sino que fue cuidadosamente coordinada mediante acuerdos sobre el comercio y la propiedad intelectual, tales Como el GATT y el OMC, y mediante leyes que controlan el movimiento del trabajo intelectual y manual (por ejemplo, las leyes de inmigracin). En otras palabras, la nueva fase del crecimiento econmico, la economa cultural, es tambin economa poltica. (Ydice, 2002: 31)

    La anterior cita, obliga a hacer un retroceso temporal en el orden de los

    sucesos y situarnos en el terreno formal de disputa: los organismos

    multilaterales. La controversia comenz en 1993, en la etapa final de las

    negociaciones de la Ronda Uruguay por el acuerdo general sobre el comercio

  • 36

    de los servicios (AGCS, o GATS en ingls). En estas negociaciones Francia,

    Canad, Blgica y otros Estados, bregaban por excluir los servicios

    audiovisuales del acuerdo, bajo el pretexto que la cultura y los bienes culturales

    deban sustraerse de de las consideraciones econmicas por su impacto social

    y otras razones que ya han sido mencionadas anteriormente. La estrategia

    ideada ofreca dos alternativas: la primera, defendida a rajatabla por Francia,

    era la de excepcin cultural; que implicaba excluir totalmente a los bienes y

    servicios culturales de los acuerdos. La segunda conocida como especificidad

    cultural fue propuesta por la Comisin Europea (con el comisario britnico

    Leon Brittan al frente) que impulsaba la inclusin del sector cultural pero con

    algunas restricciones particulares.

    Siguiendo su tradicin, los Estados Unidos impugnaban estas posiciones

    partiendo de la idea que la cultura era una actividad comercial similar a otras y

    cualquier intervencin del Estado atentaba contra el libre mercado. El cierre de

    las negociaciones de la ronda Uruguay, dio origen a la Organizacin Mundial

    de Comercio, que recogi los resultados de las discusiones sobre el trato del

    sector audiovisual definidas recin en diciembre de 1993. En este particular, se

    lleg a un punto de equilibrio bastante complejo: por un lado la pretendida

    excepcin cultural del bloque encabezado por Francia, fracas debido a la

    influencia de los Estados Unidos; por ello, la cultura entr dentro de los

    acuerdos de libre comercio.

    Por otro, la Comunidad Europea y sus Estados miembros, no tomaron

    obligaciones de liberalizacin en el acceso al mercado y al trato nacional

    amparndose en las exenciones que permite el art 2 de GATS. Desde luego

    este equilibrio de fuerzas estaba condicionado por el plazo de las exenciones

    (no mayor a 10 aos) y la imposibilidad de adoptar nuevas medidas

    proteccionistas a partir de la aprobacin del acuerdo.

    Ante esta apertura de posibilidades, ambos bloques disearon estrategias bien

    diferentes. Estados Unidos se concentr en lograr acuerdos bilaterales,

    presionando fuertemente a pases como Chile y Australia; que finalmente se

    vieron limitadas en el control interno de sus polticas. Adems, Estados Unidos

    se convirti en el impulsor principal del Acuerdo Multilaterales de Inversiones

    (AMI) y la cumbre mundial de la OMC (en 1998 y 1999 respectivamente);

    ambos encuentros naufragaron, no tanto por la presin de los grupos anti-

  • 37

    globalizacin, sino mas bien por los desacuerdos entre las naciones en algunas

    reas clave ,como las regulaciones medioambientales y las subvenciones

    agropecuarias. Todas estas instancias perseguan un mismo fin: la

    liberalizacin de las barreras al comercio de bienes y servicios.

    El bloque francs se dedico a tejer alianzas con pases que compartan su

    punto de vista, potenciando la visibilidad de distintas ONGs y los organismos

    gubernamentales, para lograr abrir otro frente de batalla en la UNESCO;

    objetivo que se logr con la Declaracin Universal sobre la Diversidad Cultural

    en el 2001. Ms all del impacto en los organismos culturales de cada pas, el

    texto del documento era de naturaleza declaratoria, es decir, no era un texto

    jurdicamente vinculante que obligara a los Estados a tomar compromisos;

    situacin que se corrigi con la Convencin Sobre la Proteccin y la Promocin

    de la Diversidad de las Expresiones Culturales (Unesco, 2005).

    Durante el lapso de tiempo que trascurri entre la declaracin y la convencin,

    los especialistas del Encuentro Internacional de Organizaciones Profesionales

    de la Cultura y el Comit de Enlace Internacional de Coaliciones para la

    Diversidad Cultural produjeron sucesivos documentos que fueron apuntalando

    la nocin de diversidad cultural. Como seala Armand Mattelart, el concepto se

    ha extendido como una mancha de aceite y sigue inspirando polticas

    pblicas respecto de las industrias de la cultura () su creciente audiencia

    desde el comienzo del nuevo milenio demuestra que las desborda y que tiende

    a convertirse en una referencia fundamental para la bsqueda de una nueva

    ordenacin del planeta (Mattelart, 2005: 139)

    La Declaracin de Montreal del ao 2001, fue seguida por la del Louvre (2003),

    Sel (2004) y finalmente las de Madrid y Buenos Aires en el 2005 (esta ltima,

    tan solo un mes antes de la convencin de la UNESCO). Justamente, el hecho

    de que Buenos Aires haya sido una de las sedes para estos encuentros, obliga

    a examinar las causas de la Instrumentacin poltica del discurso de la

    diversidad en Buenos Aires.

  • 38

    CAPITULO 2

    El Tango y las activaciones patrimoniales en la Ciudad de Buenos Aires

    Diversidad cultural e industrias culturales en Buenos Aires

    Comprender la gnesis del discurso sobre la diversidad cultural en la ciudad de

    Buenos Aires, implica retroceder hasta la crisis poltico-econmica del ao

    2001, para examinar los rasgos de la poltica cultural y las modificaciones que

    se estaban produciendo en su interior. Estas modificaciones tienen su origen

    en los profundos cambios en torno al valor de la cultura como recurso

    descriptas en el anterior captulo. Dentro de esa concepcin, se observa que

    los modelos de gestin cultural vigentes en las economas ms prsperas,

    comienzan a aplicarse en el diseo y la gestin de los planes y programas

    locales. En tal sentido, la potencialidad del sector cultural como generador

    directo o indirecto de ingresos, comenzaba ya a ser considerada en la gestin

    que realizada por Daro Loprfido (como Secretario de Cultura) y Hernn

    Lombardi (como Secretario de Turismo) durante el mandato de Fernando De la

    Ra como Presidente de la Nacin. Este giro productivo que se articula en

    torno a las industrias culturales, termina de tomar forma cuando, luego de la

    dimisin de De la Ra, la crisis deja paso a un periodo de relativa recuperacin

    en el plano econmico e institucional. En contraste con lo ocurrido en el relevo

    del Poder Ejecutivo Nacional, el traspaso de la Jefatura de Gobierno de la

    ciudad, se realiz en trminos menos conflictivos, teniendo como resultado la

    eleccin de Anbal Ibarra en Agosto del 2000.

    Este relativo orden en el sistema poltico de la ciudad, no eximi totalmente a

    esta de los trastornos provocados por la crisis; al contrario, por su condicin de

    ciudad capital, se convirti en la caja de resonancia de todas las voces que

    manifestaron su descontento con los efectos provocados por el fracaso del

    modelo neoliberal.

    Durante los aos del despliegue de ese modelo, la progresiva

    desindustrializacin de la ciudad, dej paso a una economa basada en los

    servicios. Para dar un ejemplo de esto, basta indicar que en el periodo que

    abarca desde 1993 a 2001, el sector financiero registr una participacin en el

    PBI del 10,8% al 19,2%, mientras que la industria cayo del 16 al 11.4%. Sin

  • 39

    entrar en los detalles de las disputas entre devaluadores y dolarizadores,

    puede decirse que la salida de la igualdad peso-dlar, favoreci el

    enriquecimiento de los grupos econmicos de capital local y extranjero con

    actividad exportadora; lo que es decir, aquellos que comercializaban

    commodities y bienes con escaso valor agregado.

    Si se asume que la recuperacin econmica estuvo motorizada por el sector

    agro-industrial y los beneficios en las exportaciones que este obtuvo por el tipo

    cambio; tambin se debe considerar que el alcance de las externalidades de

    ese sector por s solas, estaban lejos de generar un impacto significativo en la

    economa de la ciudad. En efecto, por sobre la industria y el comercio, los

    servicios son el sector que ms ha aportado a la recuperacin de la economa

    en trminos de generacin de producto y empleo.5La desagregacin del sector

    servicios, incluye tambin el turismo receptivo que tiene una gran incidencia en

    el comercio, el mercado inmobiliario y las industrias culturales. Como se ver

    ms adelante, las estrechas relaciones entre los organismos oficiales

    encargados de turismo y cultura, sern un punto clave para entender las

    polticas culturales con respecto al tango.

    En su trabajo The Tango Machine: Musical Practice and Cultural Policy in

    Post-Crisis Buenos Aires, Morgan James Luker afirma que Muchas de las

    polticas de la ciudad con respecto a las industrias culturales, se formaron en

    respuesta a los desafos planteados por la crisis, y han sido diseados para

    aprovechar las nuevas y diferentes tipos de estrategias de desarrollo que se

    cree que son eficaces en el contexto de ese evento (Luker, 2009: 52). Sin

    negar la veracidad de las proposiciones de Luker, debe indagarse quines

    fueron los agentes culturales que impulsaron esas polticas y cuales fueron sus

    principales objetivos.

    La primera de las acciones destinadas a proteger a las industrias culturales, fue

    la Ley 25.750, de Preservacin de Bienes y Patrimonios Culturales. En su

    artculo 1ro, la ley indica:

    En orden a resguardar su importancia vital para el desarrollo, la innovacin tecnolgica y cientfica, la defensa nacional y el acervo cultural; y sin perjuicio de lo dispuesto por leyes especiales destinadas a tutelar los intereses estratgicos de la Nacin, la poltica del Estado

    5 Para el ao 2005, los servicios ocuparon el 74% del Producto Bruto Geogrfico (PGB) de la ciudad. Fuente: Direccin General de Estadstica y Censos (Ministerio de Hacienda gcba).

  • 40

    nacional preservar especialmente de a) El patrimonio antropolgico, histrico, artstico y cultural; b) Las empresas dedicadas a la ciencia, tecnologa e investigacin avanzada que resulten fundamentales para el desarrollo del pas; c) Actividades e industrias de relevante importancia para la defensa nacional; d) El espectro radioelctrico y los medios de comunicacin (Ley 25.750, 2003)

    Como bien seala Luker, los oportunistas extranjeros como coleccionistas y

    conglomerados de medios, obtuvieron grandes beneficios en los meses

    siguientes a la crisis. Por ello, la nueva ley intentaba frenar estas prcticas

    asociadas a una compra depredadora de bienes patrimoniales, propiedades

    intelectuales e infraestructuras comerciales.

    Lo que Luker omite, es que la ley 25.750 fue implementada para eximir a los

    grandes conglomerados locales de las consecuencias que implicaba su grave

    endeudamiento con acreedores extranjeros. En el artculo nmero 2, se

    encuentra el ncleo central del tema:

    Establcese, a partir de la entrada en vigencia de la presente ley, que la propiedad de los medios de comunicacin, que se definen en el artculo 3 de la misma, deber ser de empresas nacionales, permitindose la participacin de empresas extranjeras hasta un mximo del 30% del capital accionario y que otorgue derecho a voto hasta por el mismo porcentaje del 30% (Ley 25.750, 2003)

    En un detallado anlisis del articulado, Francisco Junyent Bas et al, cuestionan

    la legitimidad de la ley indicando que:

    La exclusin a favor de empresas que explotan "bienes culturales" es producto del lobby de conocidos empresarios; es un eufemismo para favorecer a un conocido grupo empresario multimedios. No existe fundamento vlido para sostener que empresas insolventes vinculadas a medios de comunicacin tengan un tratamiento diferenciado de forma tal que la legislacin genere dudas respecto al derecho constitucional de ig