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176 WERNER THIEDE BUDA Y JESÚS En las comparaciones, tanto formales como populares, de las figuras centrales del cristianismo y del budismo se percibe una tendencia: se estudia a Siddharta Gauma y a Jesús buscando más sus analogías que sus diferencias. Al hacerlo, se ignora, voluntaria o involuntaria- mente, que las características y las enseñanzas de ambas figuras deben ser asignadas a paradigmas religiosos distintos. Es lo que hace este artículo tratando las analogías y diferencias en diez puntos con- cretos. Buddha und Jesus. Gemeinsamkeiten und Differenzen, Kerygma und Dogma 51 (2005) 33-51. INTRODUCCIÓN “El auténtico Jesús. Las fuentes budistas del cristianismo”, de El- mer Gruber y Holger Kersten. Un sano escepticismo debería hacer pensar a los verdaderamen- te interesados en el tema en pasar al siguiente libro de la lista, “Buda, Jesús y el resto del mun- do”, de Günther Nennig, en el que se puede leer que el asunto de la formación de Jesús en la India está superado ya hace tiempo por las ciencias de la religión. Pero en lí- neas generales este libro es pobre en contrastes, porque el autor se confiesa al mismo tiempo cristia- no y budista. Esta tendencia a la ausencia de contrastes se puede explicar desde la sociología de la religión como sigue: en la era del pluralismo religioso y el mercado de las religiones, la comparación de dos grandes religiones de sal- El budismo tiene pocos segui- dores en Alemania, unos 100.000. Pero mucho más importante que esa cifra es la capacidad de fasci- nación que tiene en medio del plu- ralismo religioso de nuestro tiem- po. Por eso es conveniente una comparación entre Jesús y Buda en nuestro ámbito de cultura fun- damentalmente cristiana. Existe muchísima bibliografía sobre el tema. El orientalista Hel- mut Uhlig ha escrito un libro con este título “Jesús y Buda”, en el cual se dice que Jesús nunca ha- bló de la resurrección de los muer- tos o de su propia resurrección, sino sólo del eterno retorno y la reencarnación. Jesús se habría educado en la India, y cuando ha- bla del Reino de Dios habla del “vacío” en sentido budista. Idén- ticas opiniones leemos en el libro

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WERNER THIEDE

BUDA Y JESÚS

En las comparaciones, tanto formales como populares, de las figurascentrales del cristianismo y del budismo se percibe una tendencia: seestudia a Siddharta Gauma y a Jesús buscando más sus analogíasque sus diferencias. Al hacerlo, se ignora, voluntaria o involuntaria-mente, que las características y las enseñanzas de ambas figurasdeben ser asignadas a paradigmas religiosos distintos. Es lo que haceeste artículo tratando las analogías y diferencias en diez puntos con-cretos.

Buddha und Jesus. Gemeinsamkeiten und Differenzen, Kerygma undDogma 51 (2005) 33-51.

INTRODUCCIÓN

“El auténtico Jesús. Las fuentesbudistas del cristianismo”, de El-mer Gruber y Holger Kersten.

Un sano escepticismo deberíahacer pensar a los verdaderamen-te interesados en el tema en pasaral siguiente libro de la lista,“Buda, Jesús y el resto del mun-do”, de Günther Nennig, en el quese puede leer que el asunto de laformación de Jesús en la India estásuperado ya hace tiempo por lasciencias de la religión. Pero en lí-neas generales este libro es pobreen contrastes, porque el autor seconfiesa al mismo tiempo cristia-no y budista. Esta tendencia a laausencia de contrastes se puedeexplicar desde la sociología de lareligión como sigue: en la era delpluralismo religioso y el mercadode las religiones, la comparaciónde dos grandes religiones de sal-

El budismo tiene pocos segui-dores en Alemania, unos 100.000.Pero mucho más importante queesa cifra es la capacidad de fasci-nación que tiene en medio del plu-ralismo religioso de nuestro tiem-po. Por eso es conveniente unacomparación entre Jesús y Budaen nuestro ámbito de cultura fun-damentalmente cristiana.

Existe muchísima bibliografíasobre el tema. El orientalista Hel-mut Uhlig ha escrito un libro coneste título “Jesús y Buda”, en elcual se dice que Jesús nunca ha-bló de la resurrección de los muer-tos o de su propia resurrección,sino sólo del eterno retorno y lareencarnación. Jesús se habríaeducado en la India, y cuando ha-bla del Reino de Dios habla del“vacío” en sentido budista. Idén-ticas opiniones leemos en el libro

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vación como el cristianismo y elbudismo producen disonanciascognitivas que intentan resolver-se por la reconducción de ambasa un común denominador. En eltrasfondo de esta actitud se danprogramas filosófico-religiosos,teológicos y espirituales que in-tentan la reunificación de todas lasreligiones bajo una sola figura ofactor. Tenemos la tesis ilustradade la “religión natural” como basey criterio de todas las religioneshistóricas. O también la represen-tación esotérica de una “religiónúnica” que está en la base de todareligión histórica. Sobre esta baseHelena Petrovna Blavatsky, encuanto madre espiritual de la So-ciedad Teosófica, pudo contar aJesús y Buda entre las siete dife-rentes encarnaciones o “avataras”del único Logos. El Nazareno espresentado como maestro ilumi-nado mediante autodisciplina. Elconcepto de “Cristo”, tal comoaparece en el NT, es interpretadopor ella esotéricamente como “egoespiritual”, partiendo de una tri-nidad “atma-buda-manas” querepresenta la verdadera individua-lidad, el “hombre divino”. El prin-cipio crístico hace del hombre el“templo de Dios”, le posibilita re-conocer plenamente la no separa-ción del ego de su personalidadrespecto del ego universal (animasupra-mundi). La teoría de Bla-vatsky defiende la identidad fun-damental de todas las almas conel alma del mundo universal, y lareencarnación y transmigración detodas ellas en un ciclo universalde acuerdo con su karma. El Cris-

to es el ego eterno del hombre quese reencarna continuamente encada alma concreta. Esta tiene eldeber de elevarse hasta su condi-ción de Cristo o de Buddi.

Esta continuación de las tesisde la gnosis antigua la encontra-mos también en la obra de RudolfSteiner, secretario general de laSociedad Teosófica Alemana. De-fiende la presencia en Jesús deBuda y Zaratustra por medio dela transmigración de las almas.Zaratustra es el Jesús salomónico;Buda, el Jesús natánico. Ambos sesintetizan de modo oculto en Je-sús a partir de los doce años. Algosemejante desarrollan en sus es-critos Violet Tweedale y AliceBailey en el marco de la New-Age.Todos estos intentos de compara-ción entre Jesús y Buda son “ilus-trados”: el estudio Buda y Cristo,de Gustav Mensching; el libroBudismo y cristianismo, de Mi-chael von Brück y Wahlen Lai;Jesús o Buda, de Axel Michael,etc…

A estos autores les interesanmás las cosas en común que lasdiferencias. Jesús y Buda son“apariciones de lo divino en elmundo”, de una realidad eterna.Se ha de acabar con la mentalidadexcluyente (o esto o lo otro) parair a una mentalidad de inclusión(tanto-como), tal como se practi-ca en la India y en Asia Oriental.Von Brück en su tesis doctoralhabla del “Cristo universal” pre-sente tanto en el Jesús históricocomo en Buda, y valora positiva-mente el libro “Buda y Jesús” de

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Carrin Dunne, que presenta a Je-sús como una reencarnación deBuda. Esta mentalidad compara-tista se presenta como más favo-recedora del diálogo interreligio-so. Pero, cuando Leonard Swidlerdice que ni la resurrección ni elnirvana importan de veras a la

hora de comparar a Jesús y Buda,sino sólo su predicación, esta pos-tura no hace justicia al contenidode ambas religiones. La unidad enla diversidad es peligrosa si no serespetan las características propiasde cada religión.

DESARROLLO COMPARATIVO

A continuación trataremos decomparar a Jesús y Buda para en-contrar los puntos comunes perotambién las diferencias. Se presu-ponen aquí las investigaciones dela historia de las religiones y de lateología sobre Siddarta Gauthama,Buda, y Jesús, el Cristo, que lle-nan volúmenes enteros. Ahora re-sumiremos en diez puntos el re-sultado de toda esta investigación.

Familia monoparental

Según la tradición Jesús yBuda crecieron bajo uno solo delos padres carnales. La madre deBuda murió a la semana de su na-cimiento, a los 40 años (450 a.C.),siendo criado por la hermana deésta. De ahí le vendría a Buda unaprofunda nostalgia de la madreperdida que se manifiesta en ten-dencias regresivas presentes ensus meditaciones. En el caso deJesús, encontramos el problemadel “nacimiento virginal”, que esmuy distinto de los mitos de losdioses copulando con las hembrasmortales de la mitología griega.

Más bien hay que relacionarlo conla idea cristiana, totalmente ajenaal monoteísmo teísta del Islam ydel judaísmo, según la cual Dios,en la figura de su Verbo, se encar-na en forma humana, se hace cria-tura con todas las consecuencias.De ahí que, en la vida de Jesús,éste manifieste apego a las formasprogresivas de la religión, remi-tiéndose a su Padre celestial, y quela predicación del Reino de Diossea mucho más progresista que laidea de la salvación en el budis-mo.

Reforma religiosa

Común a Buda y a Jesús es elhecho de que ambos se unieran aun movimiento de reforma religio-sa. En Asia Oriental había, entiempos de Buda, un movimientode liberación respecto de la castade los brahmanes, que tenían elmonopolio de los sacrificios reli-giosos. Miles de monjes célibesencontraban su resurgir espiritualgracias a los ejercicios místicos ylas especulaciones de la teología

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védica. Algunos crearon sus pro-pias escuelas. Una de esas escue-las fue el lugar donde se formóBuda. Jesús, por su parte, se unióal movimiento de Juan el Bautis-ta, que era algo más que un refor-mador religioso. Más bien era unprofeta apocalíptico que bautiza-ba apelando al juicio final de Diosinminente. La diferencia más ma-nifiesta entre Buda y Jesús en esteaspecto es que en el budismo sebusca la salvación a base de laespiritualidad metódica de renun-cia al mundo, mientras que Jesúsanuncia el Reino de Dios miseri-cordioso que se ofrece al hombrepara provocar su conversión y unnuevo comienzo por la gracia.

Ascetismo

Buda y Jesús son en ciertomodo ascetas. Se fueron de casamás o menos a la misma edad yse dedicaron a una fuerte ascesis.Buda había nacido hijo de un altodignatario y fue criado entre al-godones, pero a los 29 años aban-donó a su mujer y a su hijo, segúnla leyenda porque comprendió, ala vista del sufrimiento humano,que sólo como asceta sin lazoafectivo alguno podía alcanzar lasalvación. Durante 50 años fueperegrino en calidad de monjemendigo. Ya muy pronto descu-brió los conceptos de karma ytransmigración de las almas. Prac-ticó el ayuno y la meditación has-ta casi perder la vista y el oído.Finalmente, llegó a la conclusiónde que tales castigos no son vía

para la salvación, porque el fana-tismo que implican se opone a laactitud de renuncia. Un buen díarecibió su famosa iluminaciónbajo una higuera, que le hizo serun “iluminado”, un Buda.

Por su parte, Jesús practicabacon sus discípulos una cierta as-cesis. Pero su discipulado no cons-tituía ninguna orden monástica yno excluía la presencia de muje-res como la orden de GautamaBuda. Jesús se apartó de la estric-ta ascesis de Juan el Bautista. Has-ta era llamado “bebedor y comi-lón” por sus enemigos (Mt 11, 19).La razón de todo ello reside en supredicación del Reino de los Cie-los, presente ya para todo el mun-do en su persona. Si la ascesis deBuda fue delimitada por razonesmetódicas, en Jesús estaba moti-vada por su predicación de la sal-vación. En su dependencia delPadre celestial, Jesús se manifes-tó libre respecto de leyes religio-sas y de otra naturaleza, mientrasque Buda experimentó la salva-ción precisamente en el respeto delas leyes que rigen la realidad.

Carismáticos

Tanto Gautama como Jesúseran hombres carismáticos quetrascendieron con mucho los lími-tes de la experiencia normal de larealidad. Representan tipos dife-rentes de genio religioso. Budarepresenta el tipo “gnóstico”: per-sigue y alcanza aquella visión di-recta de las estructuras de la rea-

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lidad que mantienen atados a loshumanos. Mediante esta ilumina-ción alcanza la salvación. SegúnGustav Mensching el conocimien-to budista de sí mismo anula lascausas del sufrimiento y eso mis-mo proporciona la salvación. Aesa gnosis le acompaña el no-sa-ber, en el cual se ha de buscar lacausa primordial de toda salva-ción.

Jesús, por su parte, recuerdamás bien a la figura tipo del“mago”: posee la fuerza de trans-formar y salvar las estructuras dela realidad –empezando por suspalabras y obras y acabando porsu singular resurrección de entrelos muertos. Pero, si se observamejor, en Jesús no se trata de ma-gia, sino de una relación especialcon el Dios Creador, de una fuer-za de su espíritu para hacer que larealidad llegue a su cumplimien-to. El Buda histórico no hizo mi-lagros de curación, rechazó todamagia y nunca reclamó para sí unaexclusividad personal. Jesús, encambio, trató con los hombres deforma activa y curativa, y ademáspretendió para sí la dignidad me-siánica exclusiva, al menos indi-rectamente. G. Theissen comen-ta: “Como carismático taumatur-go apocalíptico Jesús está solo enla historia de las religiones”.

Via crucis

Siddharta Guatama y Jesús deNazaret recorrieron su via crucis.Ambos tuvieron que ver con un

traidor, dentro del círculo íntimode sus discípulos, que pretendía sumuerte. A los 80 años, Buda esca-pó de la muerte gracias sobre todoa su carácter sublime. Y no se pue-de excluir que su muerte fuesedebida a un envenenamiento y nouna muerte natural. En todo caso,nunca se atribuyó a su muerte unpoder salvador. Su última palabrafue la renuncia al duelo y al sufri-miento psíquico: “Las piezas dela personalidad están sometidas ala ley de la caducidad. Esforzaospor superarla”.

Jesús, en cambio, cincuentaaños más joven que Buda, no huyóde su cruz. Fue hacia ella hasta elfinal en plena solidaridad con laalienación de los hombres respec-to de Dios. En este sentido, sumuerte en la cruz fue interpretadapor sus discípulos, tras la resurrec-ción, como el acontecimiento cen-tral de salvación de dimensiónhumana universal y cósmica. Es-tas diferencias tan marcadas entreJesús y Buda se corresponden condiferencias también muy notablesen el significado de sus vidas y lainterpretación de sus hechos y di-chos - sobre todo si se tiene encuenta el significado de la resu-rrección en la Pascua cristiana.

Doctrina

Por lo que respecta a su doc-trina, ni Jesús ni Buda se conside-raron sabios o poseedores de todoel saber. Pero pretendieron para síun saber decisivo acerca de la sal-

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vación, y sobre él basaron una re-lación entre maestro y discípulo.Buda creía que sólo su doctrinallevaba a la salvación. La consi-deraba desde el punto de vistacognoscitivo como muy elevaday sólo apta para personas forma-das. Su propia personalidad teníaque quedar escondida detrás de ladoctrina, y también la de sus dis-cípulos.

En cambio, Jesús identificó susalvación, en primer lugar, con supersona, y sólo en un segundo pla-no con su doctrina. A ello apun-tan Mt 11, 27 y Jn 14, 6. Por esoel cristianismo tuvo desde el prin-cipio una pretensión de absoluto,no para la religión en sí, sino parael Hijo único de Dios cuya adora-ción predicaba. Jesús, en oposi-ción a Buda, no fue maestro decontenidos. Lo que hizo fue pre-dicar el Reino de los Cielos a lospobres de espíritu. Tanto Jesúscomo Buda se autoconsideraban“sembradores” que se sacrifican.Pero sembraron mensajes comple-tamente distintos en el contexto dediferentes paradigmas de reali-dad. El saber soteriológico deBuda era posible para cualquierhombre en principio. En cambio,Jesús comprendió su propio saberdecisivo y su autoconcienciacomo revelación en el horizontede una perspectiva soteriológica yapocalíptica.

Necesidad de salvación

Tanto para Gautama como

para Jesús la necesidad de salva-ción de los hombres estaba fuerade duda. Sus representaciones dela misma configuraron las dos re-ligiones de salvación más impor-tantes del mundo. Su anuncio dela salvación significa la irrupciónde una dimensión transhistórica enla historia. Pero esta constataciónabstracta no debe llevar a enga-ño: las dos concepciones de la sal-vación son radicalmente distintas.Buda rechazó la existencia de unDios creador y salvador -no en úl-timo lugar a causa de su teodicea.Cierto que conocía dioses, inclu-so una especie de dios creador(Prajapati); pero en ellos veía se-res celestiales que están someti-dos como todo lo existente a la leydel cambio y el devenir. Este ci-clo universal, del que forma partetambién la doctrina de la reencar-nación de las almas, representauna ley de la naturaleza caracteri-zada por el símbolo de la rueda.La verdadera salvación consisteen huir de ella. Buda excluyó ex-plícitamente la idea de salvaciónpor alguien diferente del propioindividuo. El camino a la salva-ción ha de ser llevado a cabo porlas propias fuerzas (“autosalva-ción”). Aun así la iluminaciónsalvadora no está del todo al al-cance del yo del individuo. Lasdiferentes escuelas budistas lu-chan hasta hoy por la difícil cues-tión del yo en principio capaz deautosalvación, que paradójica-mente es una conciencia débilpero que tiene una capacidad paraautoanularse y a la vez permane-cer referida a sí.

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Jesús, por su parte, entendió lasalvación como un regalo a la cria-tura que es afirmada a pesar detoda alienación y en la cual se rea-liza la realeza de Dios mediantela relación espiritual de salvación.Salvación significa aquí encuen-tro con el amor de Dios que resti-tuye la integridad a la criatura, queposibilita la certeza de la fe, pues-to que puede ser experimentadacomo la liberación de la condenaen el Juicio Final. No se trata enningún momento de autosalva-ción. No se enseña un camino desalvación complicado, sino que seapunta a la actitud de profundoagradecimiento por parte del hom-bre creyente. No se insiste en laley del karma y la reencarnación,sino en la llamada de Jesús: “Ve-nid a mí todos los que estáis fati-gados y agobiados, y yo os alivia-ré” (Mt 11, 28).

Superación del egocentris-mo

A Buda y a Jesús les importa-ba sobre todo la superación delegocentrismo. No sólo enseñabanreglas morales universales, sinoque predicaban la bondad o lacompasión para con el mundo, elamor al enemigo. En Buda estebien aparece en forma de sonrisaperenne que habla de la internasuperioridad sobre el sufrimiento,de la felicidad de una ecuanimi-dad imperturbable. Afirma elamor al prójimo y al enemigo, deuna parte, en la conciencia de uni-dad de todos los seres. Por eso,

para el historiador de las religio-nes Axel Michael, el amor quepredica el budismo es resultado deun proceso meditativo de autosal-vación. Por otra parte, la compa-sión no se adecua con la actitudde conciencia del que está libera-do de toda dependencia. Tan ele-vado es el Buda, que no puede nisiquiera dejarse llamar amigo porsus discípulos.

En Jesús encontramos una pa-radoja ética. Por un lado, encon-tramos en sus palabras y obras unabondad que se deriva de su certe-za del amor de Dios. Este amor lehace seguir el camino del servi-cio a sus discípulos a los que lla-ma amigos (Jn 15,14). Por otraparte, puede enfrentarse a sus ene-migos con fuerza y duros discur-sos de juicio. Esa paradoja se re-suelve en la interpretación cristia-na primitiva de su muerte: segúnésta, Jesús como Juez último sesomete él mismo al Juicio de laMuerte y en dicha identificacióno sustitución se manifiesta comoel Salvador de todos los hombresenviado por Dios.

El sufrimiento humano

Gautama y Jesús se enfrenta-ron intensamente con el sufri-miento de los hombres. Las “cua-tro verdades nobles” de Budadiagnostican el sometimiento detoda criatura al sufrimiento y suengendramiento en el sufrimien-to, para enseñar la supresión detodo sufrimiento mediante la eli-

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minación de todo anhelo por la“vía de los ocho senderos”. Elmonje que medita ha encontradoel camino de salida del sufrimien-to – no sin negar el mundo, en lamedida en que vida y sufrimientose identifican. Del mismo modoenseña que el nirvana está en me-dio de esta existencia, se puede en-contrar en el mundo. No implicala desaparición total, sino prima-riamente la desaparición del sufri-miento y, por lo demás, tambiénde toda reflexión.

Jesús, en cambio, no analiza elsufrimiento, sino que sigue su viacrucis en solidaridad con todos losque sufren. Mientras que Buda porcausa del sufrimiento llega a ne-gar toda vida y todo amor quevaya unido al deseo, Jesús se in-clinó con amor cuidadoso sobrelos que sufrían corporal o social-mente, lejos de identificar dichosufrimiento con una supuesta ig-norancia espiritual del individuo.Además, esperaba una liberaciónuniversal del sufrimiento al finalde los tiempos en el Reino deDios, en vez de identificar la libe-ración del sufrimiento con la ani-quilación del mundo.

Mortalidad del hombre

Buda y Jesús tomaron en seriola mortalidad del hombre. Sinembargo, no defendieron la tesisde la muerte total, sino que entre-

vieron un factor de continuidad ypensaron en una salvación indivi-dual en conexión con la realidaduniversal de la consumación. Peroambos lo hicieron de modo distin-to. Buda enseñó la renuncia a símismo y rechazó la inmortalidaddel alma individual. El alma paraél es una magnitud perecedera. Sunegativa en este aspecto no es es-tricta. En su experiencia de ilu-minación pudo mirar hacia atrás atodas sus reencarnaciones. Así quereconoció una especie de continui-dad entre todas ellas, un potencialde energía transmigrante. Pero se-ría un sinsentido aspirar a la sal-vación del nirvana más allá del sery del no-ser sin admitir una conti-nuidad más allá de la muerte. ¿Aca-so no queda aquí un apofatismo defondo poco convincente?

También para Jesús la muerteno era un corte brusco y definiti-vo, sino que contempló la muerteen relación a la resurrección. Laconfianza en el Creador y Consu-mador le posibilitó una perspecti-va positiva, es decir, la certeza deque para Dios todos los muertosestán vivos (Lc 20, 38). La resu-rrección de los muertos es unametáfora que ofrece la futura par-ticipación de todas las criaturas enla creación universalmente redimi-da y penetrada por completo deDios. Jesús está a favor de la afir-mación de la vida y del mundo,de la esperanza optimista en la ple-na realización de todos los seres.

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La conclusión final salta a lavista: Siddharta Gautama y Jesúsde Nazaret sólo se parecen en as-pectos muy secundarios. Si semira con detenimiento, ambas fi-guras pertenecen a paradigmas re-ligiosos divergentes. Budismo ycristianismo son incompatibles,según H.W. Schuhmann. Y segúnTeilhard de Chardin “Jesucristo esinconmensurable con ningúnBuda”. De forma exagerada, sepodría decir que son como fuegoy agua. Ambos hombres muestranuna profunda espiritualidad sin lacual no se habrían desarrolladoninguna de las dos religiones desalvación. Pero su simbolismoapunta en direcciones diferentes:Reino de Dios y Nirvana, la Cruzy la Rueda no significan lo mis-mo. Precisamente en nuestra épo-ca de pluralismo religioso, la to-lerancia ha de servir para percibiry mantener las diferencias, en lu-gar de escamotearlas, con lo que,en último término, se minimiza deforma no científica la pregunta porla verdad.

Este minimizar la cuestión dela verdad ultima y definitiva pue-de ir en beneficio del budismo, enla medida en que éste presenta una

visión más armónica de las cosas.Desde un punto de vista cristoló-gico, la iluminación de Buda pue-de ser respetada como resultadode un intento humano de descu-brir por la propia fuerza lo que elmundo contiene en su interior. Enlo que Buda se equivocó, el cris-tianismo no puede aceptar sus re-sultados como definitivos. Podríaconsiderarse que se trata de una“máscara de Dios”, que no se dejapercibir en las cartas con las quejuega. Este espíritu budista másbien mantiene al mundo a unacierta distancia, hasta su libera-ción total –como consecuencia deuna actitud de autoenajenación–.En esta forma kenótica, de todosmodos, no es reconocible más quea través de la revelación, que tie-ne lugar en el encuentro con Jesu-cristo. Jesús y Buda responden demanera distinta a la pregunta desi detrás del vacío cósmico está laplenitud de la vida. El diálogoentre ambos puede basarse en quelos budistas ven la última dimen-sión de la realidad como Miste-rio, mientras los cristianos preten-den estar inspirados por el Espíri-tu que es capaz de penetrar en lasprofundidades de Dios.

Tradujo y condensó: MARÍA JOSÉ DE TORRES

REFLEXION FINAL